Capítulo 10 


La fogata juvenil y las elecciones como salida
 

 

El amor en los 70

La puesta en jaque de los viejos paradigmas comprendió a todos los aspectos de la vida cotidiana y en esa dinámica los jóvenes de aquella época impulsaron profundos cambios en sus vínculos. En una sociedad de cuerpo presente, el amor, la solidaridad y el sexo encontraron por momentos una conjunción que tenía pocos antecedentes en la relación entre géneros. El uso de la palabra "compañero" o "compañera" para designar a la pareja dejó atrás la institucionalidad del "esposo" "esposa", la pureza supuesta del "novio", "novia" y la clandestinidad de los "amantes". Indicaba lo común, lo compartido, la alianza de no agresión entre aquellos que se enfrentan al Poder.
Las mujeres se liberaron por primera vez de la necesidad de ser frágiles y un poco tontas para ser amadas. Los varones prescindían de los blasones del éxito económico o laboral. Cuando Spinetta, a finales de la dictadura, escribe "una mujer valiente también se inclina ante la sed" refleja la articulación entre valor y deseo que era común en ambos sexos.
El ideal deja de ser la exposición a la mirada cuerpos sin fallas y cuidadosamente trabajados, sino el amor sincero en cuerpos comunes y diversos, expuestos al riesgo, al enfrentamiento de la calle, a la vorágine del movimiento social. Lógicamente, una generación nacida en los años 40 y 50 no podía borrar de un plumazo los estereotipos de la sociedad en la que fue gestada y muchos de ellos, por ejemplo, el machismo o el moralismo, se mantuvieron, contradictoriamente en movimientos y organizaciones que buscaban cambios sociales de gran profundidad. La homosexualidad, por ejemplo, siguió siendo un territorio en penumbras que suscitaba desde cuestionamientos severos hasta aceptaciones tácitas y silenciosas, según las identidades políticas e ideológicas.
Las organizaciones revolucionarias tenían diferentes normas, ya sea implícitas o explícitas, sobre la pareja y el sexo. La burocrática bruma stalinista era el transfondo de algunos enunciados. Hubo un manual de moral revolucionaria del PRT, de un ascetismo severo y monogámico, que indicaba "lo correcto" aún en la crianza de los hijos. En abierta diferenciación con esto, algunos grupos independientes de extracción estudiantil proclamaban el amor libre. Otros, de lectura marxista, le respondían con una carta de Lenin a la feminista inglesa Inessa Armand (que según los chismes era su amante) en la que, furioso (y quizás celoso), rebatía con argumentos de clase la posibilidad de considerar revolucionaria esta consigna.
Los grupos de origen peronista eran, quizás, los más clásicos en sus vínculos, manteniendo particularmente la actitud machista del "jefe" de familia, cuya función estaba más diluida en la izquierda, sustituida por la deliberación igualitaria para la toma de decisiones. Ambos sectores conservaban -especialmente en el interior- en muchos casos el hábito de casarse religiosamente en ceremonias informales que muchas veces rescataban la emoción inicial del sacramento. Pero lo común, subterráneo a esta diversidad, fue la intensidad inusual de los encuentros. En todos los casos.
Los hippies habían introducido la droga -principalmente marihuana- como potenciador de las sensaciones, pero los militantes no creían necesitarla. La sexualidad, aún en las parejas más estables, podía emerger abruptamente en el curso de la actividad cotidiana y terminar manchada con tinta de mimeógrafo o demorando injustificadamente la asistencia a un acto.
Confiar como sólo se confía en un compañero/a, al que además se respeta, con el/la cual se comparte un objetivo que trasciende lo individual. Abrazar, disfrutar, recorrer o recibir un cuerpo joven y sano al que, sin embargo, mañana podía arrebatar la cárcel o la muerte. Saber que cada encuentro podía ser el último antes de una separación quizás definitiva y, simultáneamente, suspender el tiempo y olvidar lo inmediato. Inscribir una huella de placer en cada centímetro de la piel amada, anticipándose, ganándole palmo a palmo la batalla a todo el dolor posible de la caída, era una jugada deslumbrante que no necesitaba ningún aditamento para que la intensidad fuera máxima.

Prensa revolucionaria, arte, música, cine

En abril de 1972 se formó en Santiago del Estero un grupo multifacético. Originado en una "zappada" *, evolucionaría rápidamente hacia el ámbito artístico en general -pintura, literatura, y la edición de una revista. En aquella época en que la juventud más avanzada ideológicamente tomaba compromisos, no podía estar ausente lo político y social. Este movimiento que se denominó SER -por idea de uno de sus fundadores, Julio Carreras (h)-, llevaba como símbolo una efigie de Jimi Hendrix, músico negro recientemente fallecido en Inglaterra, que de algún modo representaba todos los aspectos revulsivos que en la música había.
Otros de sus fundadores fueron Clara Ledesma Medina (Clary), Laly Alcorta, Enrique Gavioli, Cacho Gerez, Elvira, Juan Navarro, Graciela, Roque Orlando Gómez (Lucky), Ramón Ledesma, Severo Galván Mario Mignani, Lucía y un grupo numeroso de chicos y chicas de entre 18 y 23 años.
En la primera asamblea constitutiva, efectuada en casa de Lucky Gómez, se manifestaron dos objetivos: hacer el Primer Recital de Música Contemporánea en Santiago del Estero, y editar una revista. El grupo prefería llamar "Música contemporánea" a lo que luego se conocería como "Rock Nacional". Si bien el objetivo unificador era la música, desde aquella asamblea inicial habían comenzado a concurrir militantes del ala estudiantil del PRT, como "Chicho" Corvalán, Leonardo, Sofía, Coli Bader; Montoneros, como Juan Perié; miembros del Poder Joven, como Eduardo Martínez, Pancho Aragonés y otros.
También Julio Carreras (h), de quien surgiera la propuesta organizativa, tenía intención de politizar al grupo desde su origen. En ese momento se había alejado del peronismo que por tradición familiar lo influyera, y trabajaba sin afiliarse con el PSP (Partido Socialista Popular). Precisamente por sugerencia de Guillermo Bravo, dirigente de la juventud del PSP, Julio lanzó la propuesta de formar este movimiento. La idea era crear una corriente organizada que confluyera con el resto de los sectores populares que estaban luchando en ese momento para desterrar la dictadura y ampliar los espacios de participación popular.
Esta agrupación concretaría exitosamente el Primer Recital de Música Contemporánea, en la biblioteca Francisco de Aguirre, el 2 de julio de 1972. El lugar había sido elegido con toda deliberación: estaba situado en Villa Constantina, por aquel entonces una barriada popular muy numerosa, pues el propósito era quitar al centro - donde vivían los ciudadanos más pudientes, siempre privilegiados para el acceso a los espectáculos- su carácter de eje de toda actividad.
Con el local al aire libre repleto de jóvenes, que habían venido de todas partes, y hasta gente que no había podido entrar y miraba desde las tapias, los grupos -todos formados por músicos profesionales, que se habían reorganizado para SER-, las canciones elevaban proclamas revolucionarias, loaban al Ché, o hablaban de los derechos de la mujer, los jóvenes, en fin, todas las reivindicaciones sociales que por entonces se defendían desde el campo popular. El "locutor" -Coli Bader-, constantemente leía apelaciones al socialismo, a la lucha contra la dictadura y el imperialismo, a formar un ejército popular. Mario Giribaldi, militante de izquierda, subió al escenario para leer una adhesión del Movimiento Nacional de Solidaridad con los Presos Políticos. Su hermano estaba preso en la cárcel de Rawson, junto con Mario Santucho. También se pedía por la libertad de los santiagueños Irurzun, Astudillo, Di Chiara, Ana María Lescano y otros.
Unos días después se lanzó el primer número de la revista SER y se consiguió un local para las reuniones. Era una vieja casa, muy cerca del regimiento, prestada a Lucky Gómez por un familiar emigrado a buenos Aires. A media cuadra del regimiento, pues, comenzó a funcionar con reuniones diarias un grupo -cuyo número de participantes variaba normalmente entre unos quince y cincuenta, en casos especiales, más-, de donde iban a surgir muchas células guerrilleras luego, particularmente del ERP. Eduardo Hisse, era el responsable que el PRT había designado para tratar de acercar miembros de SER a ese partido revolucionario.
Precisamente el factor político sería motivo de división profunda en el grupo. Julio y Clara habían participado, en mayo de ese año, de una movilización estudiantil que desembocó en la conflictiva toma de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Católica. La pareja había asumido la representación de SER. Todos los participantes de aquella toma de facultad fueron detenidos al amanecer, por una horas. Al publicarse el nombre de las organizaciones participantes, esa mañana en los diarios, algunos miembros de SER no estuvieron de acuerdo con llevar al grupo hacia los planos políticos. Así se lo manifestaron esa misma tarde Laly y Juan Navarro, referentes del grupo a quienes Julio y Clara llamaban "los hippies".
Luego del recital las diferencias se ahondaron. Julio, quien fuese elegido para conducir al conjunto de los sectores desde el principio, recibía presiones de todas partes. Por un lado, estaban los militantes del PRT que habían ingresado al grupo para captar adherentes, con quienes Julio tuvo varias confrontaciones (aunque él mismo terminó adhiriendo a ese sector más tarde, pero por su amistad con Francisco René Santucho). Luego había militantes del PSP, MOR (Partido Comunista), JP y otros. Por otra parte, estaba un numeroso grupo de "hippies", quienes sólo querían hacer música y practicar el amor libre. La gran mayoría no se inclinaba ni por unos ni otros, pero prefería mantener distancia de las organizaciones guerrilleras, más por temor personal que por disidencias.
La masacre de Trelew dividiría definitivamente las aguas. Julio y Clara consideraron que debían condenar la ignominia públicamente, a través de un comunicado. La mitad de los miembros de SER los acompañaron. Pero los hippies ganaron la votación por cuatro o cinco votos. En esa oportunidad la pareja decidiría incorporarse activamente al PRT-ERP. Fueron destinados a una célula donde participaban María Rosa Di Chiara, Mario Giribaldi con su novia y Mario Mignani.
Finalmente el grupo SER se dividió; por un lado fueron los jóvenes que integrarían su actividad a partidos o movimientos revolucionarios. Por otro lado, quienes seguirían usando el nombre SER por un par de años más, pero sólo harían recitales y formarían una comunidad, donde compartían todo, incluso sus parejas y organizaban fumatas.
En ese 1972 una serie de películas de Leonardo Favio y otros directores argentinos impulsaban los inicios de lo que sería un potente renacimiento del cine argentino. Pero en donde más se percibía la fuerza de los movimientos revolucionarios -hablando del plano cultural- era en el ámbito de las publicaciones. Una gran cantidad de revistas -Cristianismo y Revolución, Los Libros, Nuevo Hombre-, y libros de contenido revolucionario habían inundado el país. Lo más importante es que eran devorados ávidamente por miles de lectores. Las obras completas de Lenin y Trotsky, publicadas por el partido Comunista Argentino en edición económica, constituían un aporte extraordinario a la conciencia popular. De fácil acceso, por su precio económico, presentaban una muy cuidada edición, que los convertía en valiosas herramientas de investigación.
Precisamente a través de su trabajo como corresponsal en Santiago de la revista Nuevo Hombre, fue que Julio, al quedar fuera de SER y luego de la muerte de Clara, fue contactado para ofrecerle un puesto de redactor en la revista Posición, que hacía mediados de años había comenzado a distribuirse aquí. Era una revista cordobesa, con 5.000 ejemplares de tirada quincenal, que representaba los intereses del Frente Antiimperialista por el Socialismo. Debido a ello, el joven periodista -improvisado, como lo llamaría luego una abogadilla- se trasladó a Córdoba.

*
Zappada. Se llamaba de tal manera en los 70 a las reuniones de músicos para tocar libremente, donde cada uno llevaba sus instrumentos y los aportaba para el uso colectivo. Se improvisaba durante horas, los músicos que se cansaban dejaban su sitio a otros, pero es quedaban por allí conversando, tomando algo, etcétera; generalmente se hacía jazz y rock.



La masacre de Trelew

El 22 de agosto de 1972 en la base naval Almirante Zar fueron asesinados 16 presos políticos que habían sido trasladados allí, seis días antes, luego de que se efectivizara una acción conjunta de las organizaciones Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y Montoneros, que permitió la evasión de seis Jefes guerrilleros recluidos en la cárcel de Trelew quienes, tras abordar un avión civil previamente secuestrado por un grupo comando, lograron refugiarse en Chile, gobernado por el socialista Salvador Allende. La fuga era vital para los guerrilleros pues se trataba de cuadros principales y jefes de organizaciones que los necesitaban imperiosamente podrían fortalecer la lucha armada contra el régimen.
Los hombres del ERP, FAR y Montoneros dirigieron la acción y prepararon las listas, dando prioridad para fugar a los jefes de cada organización. Los que consiguieron concretarlo y desembarcar en Chile fueron: Marcos Osatinsky, Roberto Quieto -FAR- Mario Roberto Santucho, Domingo Menna, Gorriarán Merlo -ERP- y Fernando Vaca Narvaja -Montoneros.
El objetivo trazado -la fuga masiva de 110 combatientes- no pudo concretarse con total éxito, razón por la cual un contingente integrado por los ya mencionados, que no logró arribar a tiempo al aeropuerto, decidió rendirse el 16 de agosto ante un juez, autoridades militares y la prensa, no sin antes exigir que se le garantizara su seguridad. El capitán de corbeta Luis Emilio Sosa comprometió su palabra en este sentido, escena que fue presenciada y corroborada por el coronel retirado Luis César Perlinger, cuyo testimonio en el que destacaba la humanidad y capacidad militar de los insurgentes, fue sancionado con un arresto.
Violando sus promesas, los marinos sometieron a los prisioneros a un régimen de terror. En la noche del lunes 21 se les impartió una orden insólita: salir de sus celdas con la vista fija en el piso y detenerse ante la puerta en dos hileras de a uno en fondo. Fue entonces cuando los uniformados comenzaron a disparar sus ametralladoras. Recién al amanecer comenzó a pergeñarse la versión oficial de los sucesos, según la cual el montonero Mariano Pujadas habría intentado arrebatarle la pistola a Sosa, fábula que sirvió para explicar la brutalidad de la masacre. Esta sería una treta frecuentemente utilizada luego, durante la dictadura militar que sobrevendría en 1976. Pero María Antonia Berger, Alberto Camps y Ricardo Haidar, aunque malheridos, salvaron sus vidas por un descuido de sus verdugos, la dictadura militar de Lanusse los mantuvo incomunicados y sólo permitió que la televisión mostrara sus imágenes sin sonido, al tiempo que instauraba una férrea censura de prensa.
A tal punto llegó su ensañamiento que el tristemente célebre comisario Alberto Villar -luego jefe de policía de Perón y uno de los mentores de la Triple A- irrumpió con tanquetas en la sede del Partido Justicialista donde se velaban los cadáveres de tres de los guerrilleros asesinados.
Allí no terminó todo. La sede de la Asociación Gremial de Abogados fue dinamitada, se exterminó a las familias de Clarisa Lea Place, Roberto Santucho y Mariano Pujadas, la mayor parte de los hermanos y hermanas de los fusilados están hoy desaparecidos y el letrado Mario Amaya, que escoltó con su auto al ómnibus de la armada que el 16 trasladó a los detenidos hasta la base naval, fue asesinado durante la última dictadura. La masacre de Trelew fue, sin duda, el hito inicial del luctuoso camino que conduciría al mayor genocidio de la historia argentina.
Los que no pudieron escapar y posteriormente serían fusilados fueron: Carlos Heriberto Astudillo -santiagueño- FAR, Rubén Pedro Bonet -ERP-, Eduardo Adolfo Capello -ERP-, Mario Emilio Delfino - ERP- , Alberto Carlos del Rey -ERP- , Alfredo Elías Kohon -ERP-, Clarisa Rosa Lea Place -ERP-, Susana Adriana Lesgart -Montoneros- , José Ricardo Mena -ERP -, Miguel Angel Polti -ERP-, Mariano Pujadas -Montoneros-, María Angélica Sabelli -FAR- , Ana María Villarreal de Santucho -ERP-, Humberto Segundo Suárez -ERP-, y Humberto Adrián Toschi -ERP-.
Tres lograron sobrevivir, pero años más tarde, en la época del llamado Proceso de Reorganización Nacional serían igualmente asesinados. Ellos fueron: Ricardo René Haidar, Miguel Ángel Camps y María Antonia Berger.
Los combatientes que no pudieron escapar brindaron una conferencia de prensa en el aeropuerto de Trelew el 15 de Agosto de 1972. Los designados para hablar fueron: Bonet por el ERP, Pujadas por Montoneros y Berger por las FAR. He aquí sus declaraciones:
"Bonet: agradecemos al periodismo, a todas las personas que se encuentran acá y que han colaborado con nosotros para que las cosas se hagan lo mejor posible. Nuestra decisión en éstos momentos es entregarnos; para eso llamamos al juez, hemos llamado a abogados y los hemos llamado a Uds. a los que agradecemos su presencia.
"Periodista: Para la gente que está acá, ¿cuáles son sus condiciones?
"Pujadas: Entregarnos incondicionalmente, en éstos momentos nuestra lucha es bien demostrativa de que no tenemos ninguna intención de hacer daño a los civiles.
"Periodista: ¿Su opinión sobre el gobierno actual?
"Bonet: Es una dictadura militar al servicio de los monopolios.
"Periodista: ¿Solución que dan las organizaciones armadas, con las distintas siglas, a la situación del país?
"Bonet: Continuar con la guerra revolucionaria.
"Periodista: ¿Todo por vía violenta?
"Pujadas: La vía no la ponemos nosotros. La pone el régimen cuando proscribe la voluntad del pueblo.
"Berger: Nosotros no hemos elegido la violencia por la violencia misma. Pero vemos que es el único camino que nos queda" (51)


Fugaz retorno de Perón

1972 fue un año sumamente intenso, en el cual cada día se generaban noticias de gran importancia a lo largo y ancho de todo el país. Las organizaciones armadas asestaban golpe tras golpe, cada vez de mayor importancia, y con éxito creciente. El ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) era el más activo y poderoso. En Córdoba -uno de sus bastiones- logró copar el batallón 141 de Combate e incautar gran cantidad de armas; luego, un comando de esa misma guerrilla tomó la Cárcel del buen Pastor, y liberó a un grupo numeroso de guerrilleras detenidas allí.
El 21 de Marzo, el ERP secuestró al presidente de la FIAT, Oberdan Sallustro. Una serie de desaciertos de ambas partes iba a terminar con la muerte de este alto ejecutivo. Pese a la importancia que el representante de la empresa internacional tenía para el país, el general Lanusse decidió no negociar con la guerrilla, considerando que esta actitud sería interpretada como una debilidad de su parte. El ERP solicitaba una alta "indemnización" por parte de la FIAT, en primer lugar a los obreros despedidos, además de la reincorporación de ellos y una serie de reivindicaciones que incluían una suma destinada al financiamiento de la guerrilla. La dirección internacional de la FIAT expresó públicamente su aceptación de las condiciones, pero los militares dijeron que no iban a permitir más concesiones a la guerrilla. Esto colocó a los combatientes en una situación muy difícil, pues se lanzaron gigantescos operativos militares y policiales en todo el país, para rastrillar el terreno en su busca. Así fue que viéndose cercados por un grupo de la policía, el comando que mantenía prisionero a Sallustro lo eliminó para evitar su caída en manos de las fuerzas conjuntas.
El 10 de Abril, también el ERP, ejecutó al Tte. Gral. Juan Carlos Sánchez, militar que había participado activamente en la represión y torturas a militantes en Rosario. Agosto trajo la ya narrada fuga de Rawson y la masacre de Trelew y el gobierno comenzó a preocuparse muy seriamente, pues temía "que se produzca una amalgama insurreccional que coordine las movilizaciones urbanas con las guerrilleras, en razón de que el potencial militante de la novísima izquierda peronista había crecido en número y calidad vertiginosamente" (52).
Es que la apertura que representaba el GAN no implicaba la renuncia de la dictadura a aplastar el sindicalismo combativo y el movimiento revolucionario y popular. En efecto, nada indica que Lanusse haya sido menos violento que el propio Onganía, pero a diferencia de éste, que cultivaba un nacionalismo clerical, Lanusse, como lo había hecho antes el general Pedro Eugenio Aramburu, evitaba las posturas abiertamente militaristas y guardaba una actitud abierta frente a los reclamos democrático-institucionales y ante la dirigencia política tradicional.
Esta circunstancia ya se había expresado tras el derrocamiento de Perón en 1955, cuando Aramburu -que había reemplazado al general Eduardo Lonardi tras un golpe de estado interno- dispuso el fusilamiento de militares y civiles peronistas tras el frustrado levantamiento de l956.
Las posiciones favorables a una apertura electoral les permitieron a los liberales ejercer una capacidad negociadora y exhibir una ductilidad política de la que los nacionalistas carecían.
Lanusse siempre tuvo a mano políticos encumbrados que convalidaron su presunta fe democrática y enmascaró las medidas más violentas y represivas de su gobierno con una habilidad que lo ponía a cubierto. Así, la masacre de Trelew fue atribuida a una decisión de la Armada; las desapariciones, al entonces ministro de Defensa, Rafael Cáceres Monié, y cuando la movilización popular forzó la legalización de la detención de Eduardo Jozami, por entonces dirigente del sindicato de los periodistas porteños, el propio general -en una cínica actitud- hizo público su beneplácito.
Durante éste período, hubo en todos los lugares del país un símbolo y una consigna que identificó el retorno de Perón: una P encerrada dentro de una V que se traducía en: Perón Vuelve. La consigna era: Luche y Vuelve. Viendo a Lanusse en aprietos, el viejo caudillo ponía cada vez más condiciones para su regreso. Remitió, su Plan de diez puntos al gobierno y consideró vital que se esté de acuerdo con dicho plan para que su acogida sea pacífica. Héctor J. Cámpora fue el encargado de hacerlo conocer al país, a través de la Televisión. "El jefe justicialista reclama solicitud a su propuesta de 10 puntos y recalca que no cederá a presiones y asegura que estará en la patria cuando el comando táctico lo indique. También manifiesta que viene en son de paz". (53). Sin embargo, no todos, en especial las organizaciones armadas, sacaron una única lectura de dicha postura. "Los Montoneros reaccionaron diciendo que es una táctica genial de Perón, que se encuadraba dentro de una estrategia de Guerra Revolucionaria. Los sectores moderados del Movimiento opinaron que Perón estaba usando a la juventud y a la guerrilla para presionar a los militares" (54)
Pero la crítica más fuerte al documento, vino del ERP. Los guerrilleros marxistas le reprocharon que "en éstos momentos en que las luchas heroicas que el pueblo libró en las calles de todas las grandes ciudades del país, y los certeros golpes que las organizaciones armadas asestaron al enemigo, habían castigado duramente a los militares y a los explotadores. Cuando la dictadura se tambalea al borde del precipicio, el Gral. Perón le tiende la mano para ayudarla a salir de ésa difícil situación. El Gral. Perón le ofrece la conciliación y el diálogo. Ningún patriota, ningún revolucionario, puede conciliar con la dictadura militar asesina. Al proponer el plan de diez puntos, el Gral. Perón está negociando con la sangre de los caídos. Los diez puntos de Perón, no están al servicio del pueblo, no están al servicio de la revolución; están al servicio de los explotadores, al servicio de la contrarrevolución" (55)
Por su parte, también el Presidente Lanusse consideró indigeribles las bases del ex presidente y manifestó que Perón "no regresa porque no le da el cuero".
Bajo esas premisas la Tendencia peronista se movilizó y preparó el operativo retorno. Rodolfo Galimberti, representante de la juventud en el Consejo Superior Justicialista y el novísimo Secretario General del Movimiento, Juan Manuel Abal Medina, se reunieron en Madrid con el viejo caudillo y juntos, organizaron el retorno. Luego de tantas conjeturas e hipótesis que se manejaron sobre el regreso, para los primeros días de Noviembre se sabía fehacientemente que Perón retornaba. Los militares dieron a conocer a la población que no iban a permitir demostraciones por la venida de Perón. El argumento se sustentó en el estado de sitio que regía. "El viernes 17 de noviembre, a pesar del autotitulado arrebato de disuasión, marchan a Ezeiza miles de personas. Los manifestantes, en su mayoría obreros y estudiantes jóvenes, tratan de alcanzar el aeropuerto, siendo impedidos por barreras militares y policiales. Cuando Perón y su comitiva aterrizan, el perímetro de la aeroestación está bajo un mecanismo militar de magnitud nunca vista" (56). A diferencia de 1964, cuando fue obligado a regresar a España desde Brasil, esta vez Perón acaricia el triunfo y el cariño de su pueblo. Sin embargo, ya se lo nota anciano y cansado, un factor que como se verá los delincuentes de su entorno, los derechistas y los militares aprovecharán más tarde, y muy bien.
Perón estuvo en el país alrededor de un mes, durante el cual recibió visitas importantes como la del viejo caudillo radical: Ricardo Balbín sellando una reconciliación con su más enconado adversario. También se efectuó reuniones donde instruyó a sus huestes acerca de la fórmula electoral peronista. Posteriormente realizó una gira por latinoamérica, declarando que no regresaría a la Argentina hasta los tramos finales de la campaña electoral.

El revolucionarismo "prudente" de Franja Morada

La juventud estudiantil nucleada en Franja Morada respiraba los vientos de los 70, pero con un registro propio. Formado por jóvenes radicales, hijos de radicales, este espacio estudiantil se definía por su obstinada adhesión a la formalidad democrática pese al marco de violencia impuesto por la dictadura. Su figura paradigmática más reciente había sido Arturo Illia. Con él, el radicalismo tomó distancia del conservadurismo de Ricardo Balbín y volvió a vincularse con posiciones antioligárquicas como el proyecto de gravar la Renta Normal y Potencial de la Tierra y el toque de nacionalismo yrigoyenista frente al problema petrolero, la deuda externa, la Ley de Medicamentos y la vuelta a la neutralidad en la crisis de Santo Domingo.
Si en el pasado la Semana Trágica y la Patagonia Rebelde fueron manchas oscuras, la Reforma del 18 le dio color al movimiento yrigoyenista. Y Franja Morada heredó esos paradigmas, en tanto que Illia trancó la relación con los sectores golpistas cuando se negó a intervenir las Universidades.
Si bien la Franja no se caracterizaba por su fuerza movilizadora, se enfrentó a su modo a la dictadura de Onganía. El estudiante de ingeniería Alonso, que militaba en sus filas, fue el gran orador de la asamblea estudiantil que en el Pabellón Argentina de la Universidad de Córdoba propuso en 1966 la huelga de repudio a la intervención a las Universidades.
Franja Morada no tuvo una actitud hostil pero tampoco alentó los organismos de representación directa, como los cuerpos de delegados, a través de los cuales se expresaba democráticamente un movimiento estudiantil en creciente movilización.
Los cordobazos, las puebladas y las revueltas en que los estudiantes desarrollaban formas de autodefensa junto a los obreros, no le hicieron mella hasta el punto de alentar algún tipo de experiencia armada. Los franjas soportaron un papel más que secundario en los momentos de enfrentamiento abierto en la lucha antidictatorial. Cuando los centros estudiantiles comenzaron a normalizarse y el voto recuperó un espacio institucional en la Universidad, demostraron ser una fuerza con poder de negociación. Fue entonces que "Fredi" Storani pasó a encabezar la FUA.
Siempre se recordará a Ernesto Caimán Aracena, de traje oscuro, corbata y zapatos al tono, toda una excentricidad en las asambleas de Filosofía de Córdoba, respetuoso del ambiente guevarista, haciendo uso de la palabra para sentar sus posiciones. Luego vinieron las elecciones en los centros estudiantiles y, para sorpresa de todos, Aracena ganó por muerte el centro de la Facultad de Derecho de Córdoba. No faltó un amigo que lo "mandó en cana": el Caimán habría armado la lista pidiendo nombres prestados; una semana antes. teléfono en mano, "punteó el Padrón" y el triunfo quedó asegurado.
El entusiasmo de los franjas llegaba hasta la lucha callejera. Más allá de eso, cualquier confrontación los sobrepasaba. En los cuerpos de delegados, donde la crítica a la Universidad superaba el gobierno tripartito y avanzaba en el cuestionamiento a los contenidos de la enseñanza, los franjas no sobresalían pues estas cuestiones escapaban a sus preocupaciones. Tampoco aportaron a los debates que conmovieron la militancia activa de la época: carácter del capitalismo dependiente, estrategias para el desarrollo, procesos revolucionarios, nueva teología, etcétera. Se aferraban a la reivindicación de los centros de estudiantes, sabedores de que en el juego electoral pasarían al frente, al menos en las masivas carreras tradicionales. De ahí que fueran las facultades de Derecho las que mejor acogían su discurso. Allí se insertaban en sectores retraídos del movimiento estudiantil que repudiaban a la dictadura y defendían la Universidad pública, pero tomaban distancia cuando la lucha se generalizaba en el movimiento popular adquiriendo formas de organización más radicales.

El avispero electoral

Durante 1972 se hizo evidente al fracaso de Lanusse en su política de acercamiento a Perón. Este tratando de distanciarse de Lanusse reemplazó a su delegado, Paladino, por un hombre incondicional, Héctor J. Cámpora. La situación interna del país se complicó. Se produjeron violentas movilizaciones populares en San Juan, Mendoza, Chaco y Formosa en protesta por el aumento de los servicios públicos, se intensificaron las actividades guerrilleras tanto del ERP como de Montoneros. Además continuaba el aumento del costo de vida.
En ese momento Lanusse anunció los puntos básicos del programa de institucionalización (7 de julio de 1972): los candidatos no podían desempeñar cargos en el ejecutivo nacional o provincial y debían acreditar residencia en el país desde el 25 de agosto de 1972, imposibilitando así la candidatura de Perón y la suya.
Perón, durante su breve permanencia en el país, había coordinado toda la estrategia política de sus huestes con el objetivo de aislar a Lanusse y formar una coalición que garantizara el gobierno al justicialismo. Nació así el Frente Justicialista de Liberación, FREJULI, formado por el MID (movimiento de Intransigencia y Desarrollo), el Partido Conservador Popular y otras fuerzas menores.
Mientras tanto, el gobierno militar continuaba tomando importantes medidas. En materia de obras públicas fue puesta en funcionamiento la central hidroeléctrica del complejo Chocón Cerros Colorados y se inauguró el puente que une las ciudades de Resistencia y Corrientes. Modificó el régimen electoral y estableció la elección directa de presidente, vicepresidente y senadores nacionales con la celebración de una segunda vuelta si los candidatos no lograban el 50% de los votos.
La proximidad de las elecciones hacía rebullir los mentideros políticos, donde ya se concertaban todo tipo de alianzas y componendas para impulsar candidaturas. En el seno del peronismo, se producían intensos forcejeos. "Los sindicalistas de las 62 Organizaciones, encabezados por Lorenzo Miguel y José Ignacio Rucci, tenían su candidato: Antonio Cafiero, ex Ministro de Economía de Perón. Sin embargo Perón, se reunió en su casa de Gaspar Campos con Juan Manuel Abal Medina y le dio instrucciones precisas: el candidato tenía que ser Héctor José Cámpora; pero Abal Medina recién habría de decírselo a Rucci y a Miguel cuando su avión hubiera despegado" (57).
Cámpora no provenía de la JP ni tampoco formaba parte de las "formaciones especiales", pero se llevaba bastante bien con las ideas revolucionarias por lo que la JP le dio una entusiasta acogida. El ala de los sindicalistas reaccionó con desolación a esta maniobra que los excluía; intentaron enviar una delegación para entrevistarse con Perón y tratar de que éste revierta el candidato, pero la suerte ya estaba echada.
La campaña electoral del año 1973 iba a tener como lema la consigna: Cámpora al Gobierno, Perón al Poder. Años más tarde, Lanusse contó que "Cámpora no podía legalmente ser candidato a la Presidencia de la Nación, había violado cláusulas expresas con sus viajes al exterior. Pero toda la sensación que tuvimos fue que Perón había puesto ese nombre allí especialmente para que lo vetáramos. Con el veto, vendría a reemplazarlo por un candidato más irritativo, llámese Galimberti o Julián Licastro, y eso llevaría a una de dos decisiones de las Fuerzas Armadas: o la suspensión de las elecciones, o la proscripción lisa y llana del peronismo" (58). El peronismo iba a participar en las elecciones con la sigla FREJULI -Frente Justicialista de Liberación- a la cual se adhirió el Partido Conservador Popular aliado con el MID del ex - presidente Frondizi. Este sector sería representado por Vicente Solano Lima como candidato a vicepresidente.

Opiniones respecto al FREJULI

SACERDOTES PARA EL TERCER MUNDO - 20.02.1973 - : "Es por demás evidente que se están acelerando y agudizando las luchas por la suerte definitiva de nuestro país. En efecto, el año 2000 nos encontrará libres o esclavos. La disyuntiva es entonces Liberación o dependencia. Las luchas por la Independencia tienen una clara y definida línea histórico-nacional que viene desde el Gral. San Martín hasta el General Perón, pasando por Juan Manuel de Rosas, los montoneros y caudillos provincianos e Hipólito Yrigoyen. Así como tienen una vergonzosa línea de entrega que, viniendo desde Rivadavia hasta Lanusse, pasa por los Urquiza, los Mitre, los Justo, los Aramburu y Rojas. Es evidente que tendremos que seguir luchando en pos de la liberación. Pero ésta, se juega actual y decisivamente en las próximas elecciones del 11 de Marzo, por ello el FREJULI es la única esperanza del pueblo pobre y oprimido. Nadie puede humanizarse o realizarse en un país capitalista y una patria dependiente" (59).
F.A.R.: "Cuando hace casi dos años los enemigos del pueblo tramaron la maniobra del G.A.N., con el propósito de frenar el avance de la lucha popular, pensaron que los sectores traidores de nuestro Movimiento les permitirían lograr la complicidad del peronismo en esa trampa. Pero el Gral. Perón y el Movimiento advirtieron la jugada y dieron su respuesta: Elecciones sí, pero sin acuerdo. Sabemos que en el Frente y también en nuestro Movimiento, existen contradicciones que no se superarán por el simple hecho de marchar juntos en el acto electoral. Sabemos que hay una buena cantidad de candidatos no representativos del pueblo. Pero lo importante es que la clase trabajadora y el pueblo peronista, sus organizaciones revolucionarias y su líder pueden acceder al gobierno por esa vía, y con su presencia y participación activa podrán impulsar el cumplimiento de un programa popular y revolucionario" (60).
E.R.P.: "Al votar masivamente por el peronismo en las próximas elecciones, nuestro pueblo nuevamente se verá defraudado. Porque las medidas gubernamentales que tomarán, no tocarán los intereses imperialistas, y esto es así debido a que se trata de un gobierno burgués dispuesto a defender incondicionalmente los intereses del conjunto de la burguesía" (61).
(Sin embargo, en el ERP se produjo una división, producto de que un sector anunció su apoyo al FREJULI y el otro se mantuvo intransigente. Así nació el ERP-22 de Agosto, el cual blanqueó de esta forma sus actividades en común con la guerrilla peronista, iniciadas durante el año anterior).
 

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