MADRES DE PLAZA DE MAYO: 25 AÑOS DE LUCHA

1977-2002

Textos completos de los discursos en el acto central por los 25 años de lucha de las Madres de Plaza de Mayo

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Acto realizado el 30 de Abril de 2002 en Plaza de Mayo, luego del festival artístico. El orden es el mismo en el que hablaron los oradores

Discurso de Alfonso Campos, representante del Movimiento Sin Tierra (M.S.T) de Brasil

Estimadas compañeras y compañeros, trabajadores y trabajadoras del pueblo argentino:
Es mucha la satisfacción que el Movimiento Sin Tierra esté hoy, aquí, en la Plaza de Mayo, para celebrar junto con las Madres los 25 años de dura combatividad y de resistencia frente a este sistema que intenta esconder a todos los luchadores y luchadoras del pueblo.

Me gustaría decirles que la lucha que hacemos en nuestro país, en Brasil, adonde luchamos, es para distribuir la tierra, acabar con el latifundio que es usado para especular, y distribuirla para 4 millones y 500 mil familias que viven sin tierra en nuestro país. No es diferente esta lucha a la que los trabajadores hacen hoy en Argentina, porque nuestro enemigo es común: el sistema que explota al trabajador brasileño es el mismo sistema que explota y masacra al trabajador argentino.

Algunas décadas atrás todos los trabajadores se levantaron y enfrentaron a ese sistema que está ahí. Hoy, ellos cercaron nuestra América Latina de dictadores y derramaron sangre de muchas madres, no solamente en Argentina, sino también en Brasil, en Uruguay, en Chile. Y hoy, esas señoras de cabellos blancos celebran los 25 años de resistencia y de memoria de sus hijos, a quienes el sistema no consiguió hacer que los trabajadores borren de su recuerdo.

Compañeros: sentimos mucha honra que nuestro Movimiento Sin Tierra pueda demostrar en este momento la solidaridad para con los trabajadores argentinos, la solidaridad a las luchas de los trabajadores desocupados, la solidaridad con las Madres de Plaza de Mayo. Y traigo en este momento el recuerdo para los compañeros, de un frase que fue dicha muchas décadas atrás, pero que está muy presente en este momento:

¡Trabajadores del mundo todo, uníos! (aplausos)

¡Patria o muerte! ¡Patria o muerte! ¡Patria o muerte! (ovación)


Discurso del Rvdo. Raúl Suárez Ramos, representante del Centro Memorial Martin Luther King Jr., y Diputado de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba

Compañeras y Compañeros, Hermanas y Hermanos:
Prácticamente convaleciente todavía de una operación, no podía faltar a este acto.

Dos razones poderosas me han movido para estar con las Madres de Plaza de Mayo y con el pueblo de Argentina.

En primer lugar, porque de esta tierra salió por toda la América Latina y llegó a Cuba Ernesto Che Guevara (ovación).

Personalmente, siendo un hombre de identidad cristiana y de vocación pastoral, agradezco al Che que fue el que sacudió la conciencia, allá por el año 1960, de muchos cristianos y cristianas de nuestro Continente; como también sacudió la indiferencia, la apatía y la tradicional legitimación que ha hecho la iglesia de la opresión y la explotación (ovación)

Recién había terminado mis estudios teológicos, y el esquema religioso que nos habían traído los misioneros del Norte me había hecho olvidar un poco mi origen social de trabajador agrícola. Y un día oí a Ernesto Che Guevara decirle a los cristianos de nuestro Continente: "el día que los cristianos se unan a la revolución, la revolución será inevitable en nuestros pueblos" (aplausos) .

Y también sacudió nuestra conciencia, cuando rompiendo con un marxismo mecanicista y ortodoxo el Che hizo uno de los grandes aportes al movimiento revolucionario al decir que "la unidad es la religión de la revolución" (aplausos). Y en esa dirección acertó también que nadie nace siendo revolucionario, que tenemos un pequeño-burgués dentro de nosotros, y si queremos ser revolucionarios tenemos que optar por la revolución, y matar al pequeño-burgués que llevamos dentro (aplausos).

Les decía que no podía faltar a este acto, por la gratitud a ustedes, al pueblo argentino, por habernos dado al Che, pero también por haber dado al mundo a las Madres de Plaza de Mayo (aplausos).

En una ocasión, un adolescente compartía con sus hermanos egoístas sus sueños de que otro mundo es posible. Y un día sus hermanos lo veían que de lejos se acercaba a ellos y dijeron: "matemos al soñador y se acabarán los sueños"

¡Qué brutos son los asesinos de los sueños, cuando quisieron acabar los sueños asesinando a Azucena! ¡La pudieron desaparecer a ella, pero jamás al germen de la rebeldía que ha dejado como legado a este pueblo y también a las Madres que continuaron con su lucha y con sus anhelos de seguir luchando por sus hijos desaparecidos!

Las Madres de Plaza de Mayo han puesto al desnudo - y así lo entendemos nosotros los cubanos - que este proyecto de muerte que ha sacudido y sacude a nuestros pueblos en América Latina fue satánicamente bien planeado. Impusieron las dictaduras militares en nuestro Continente, y con las dictaduras militares impusieron el sistema neo-liberal. Y añadieron también, le dieron toda aquella cantidad de dinero para que los militares se enriquecieran y de esa manera endeudar a nuestros pueblos. Pero no sólo el sistema neo-liberal, no sólo la deuda que hoy corrompe a nuestros pueblos, sino que también el sistema imperialista conocía que había surgido de las entrañas de los pueblos nuestros, había surgido una generación de hijos e hijas revolucionarios, que querían cambiar de raíz el sistema de opresión en nuestro Continente (aplausos)

Y hoy vemos los resultados: pueblos endeudados, gobernantes que van a Monterrey, no a reclamar justicia al Imperio, no a representar los intereses de nuestro pueblo, obrero, campesino, de estudiantes, de negros, de mujeres. ¡No! Fueron a Monterrey a mendigar, ¡como mendigos! (aplausos). A mendigar, para seguir en el poder, a eso fueron. Y además, para obedecer al amo...

¿Y qué es lo que quería el amo en este momento? : tratar de ocultar, de aislar una vez más a Cuba de sus pueblos hermanos (aplausos), y así prepararon la grosera manipulación que desde hace años están haciendo en Ginebra. Y lograron que algunos gobiernos de este Continente, sin decencia, sin pudor, olvidando que en sus propios países la violación de los Derechos Humanos es el pan nuestro de cada día, levantaron su mano para condenar al pueblo que más ha hecho por los Derechos Humanos, por los derechos de los pobres...(ovación)

Finalmente, hermanas y hermanos, me ha conmovido el sentido de fiesta que ha tenido este acto. Porque no hemos venido aquí a rendir culto a la muerte. Hace años que las Madres de Plaza de Mayo, hace años que nuestros pueblos han descubierto el sentido profundo de las muertes injustas. Y hoy, como dicen las sagradas escrituras, la Biblia, todos aquellos jóvenes y no jóvenes, hombres y mujeres que desaparecieron en este pueblo, y en Uruguay y en otros lugares más, son como una nube de testigos que nos rodea y que nos invitan a continuar con paciencia la carrera que no hemos propuesto.

¡ Hay que correr! Porque estos tiempos son malos. Hay que correr porque la injusticia está llegando al colmo la miseria la pobreza de nuestros pueblos; y a la vez hay que hacerlo con paciencia. Y ellos nos llaman, no a derramar lágrimas, no a traer a la memoria el dolor que ellos experimentaron, sino el dolor que se convierte en redención, que en nuestros pueblos significa la revolución inevitable (aplausos)

¡Cuba, ahí está Cuba, que no les fallará! (aplausos) Cuba no ha renunciado ¡ni renunciará jamás! a la justicia social. ¡Cuba no ha renunciado jamás a crear un mundo

de hombres y mujeres iguales! ¡Cuba no ha renunciado jamás a ser una alternativa al capitalismo salvaje que hoy impera en nuestros pueblos!

Allá en Cuba terminamos nuestros discursos diciendo "Patria o Muerte ¡venceremos!" , pero aquí aprendí algo más:
¡ Patria o Fondo Monetario Internacional ! (aplausos)

¡ O la Patria de nuestro Martí, nuestro Che, de San Martín, de Fidel, de todos los grandes de nuestra Patria, o vivir de rodillas ante el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional ! ¡ Jamás ! (aplausos)
¡ Hasta la victoria siempre ! (ovación)


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Discurso de Carlos Aznárez, periodista, director del periódico Resumen Latinoamericano, en nombre de todos los Grupos de Apoyo a las Madres

¡Gracias! queridas Madres:
Cuando hace exactamente 25 años nuestros compañeros y compañeras, nuestros mejores hermanos eran arrancados de sus casas, golpeados en las cárceles, desaparecidos en los chupaderos, ustedes tuvieron el coraje que no tuvieron otros, y se plantaron en esta Plaza para decir ¡Aparición con vida! y para reclamar con dignidad y con coraje civil el regreso de sus queridos hijos.

Después vinieron muchos años de pelea y dignidad aquí. Cuando las "patotas" las rodeaban, las insultaban y las provocaban para que abandonen esta Plaza. Pero ustedes se quedaron.

Después vinieron los "demócratas", los rigurosamente vigilados demócratas por los yankis. Vino Alfonsín, con su "casa bien ordenada", y algunos se sacaron la foto, allí enfrente. Algunos de los organismos de derechos humanos se sacaron la foto allí enfrente y ustedes dijeron: "¡Es más de lo mismo, queremos que nuestros hijos aparezcan con vida! ¡Nos están negociando, nos están vendiendo!" . Y algunos no les creyeron.

Y después vino Menem, y vendió todo lo que había que vender. Y ustedes lo anunciaron. Y algunos se sacaron la foto allí enfrente... y ustedes dijeron: "nos están entregando el país, nos están entregando la soberanía, están ensuciando las banderas revolucionarias de nuestros hijos".

Después vino De la Rua, y algunos, además de sacarse la foto allí, usaron el nombre de vuestros hijos revolucionarios para llegar a ese poder efímero.

Madres queridas, que se hicieron "piqueteras" en Mosconi. Madres queridas, que quemaron neumáticos en esta Plaza. Madres queridas, que no transaron jamás con el dinero que quiso pagarles el enemigo de nuestros queridos hermanos revolucionarios (ovación) ¡Nosotros no peleamos para cobrar nada! ¡Nosotros peleamos por la revolución, peleamos por recuperar algo que siempre quisimos y siempre soñamos, que era el socialismo!

Quiero rendirles un homenaje, además, muy especial, que es el homenaje al internacionalismo militante que siempre mantuvieron.

Estuvieron al lado de Cuba socialista, cuando algunos energúmenos decían que Fidel estaba traicionando, que nos llevaba por el mal camino... ¡Ustedes estuvieron con Cuba!

Estuvieron y están con la guerrilla colombiana, (aplausos) cuando algunos escriben en algunos diarios que "ese no es el camino" (aplausos)

Se hicieron mujeres palestinas en Hebron, en Gaza, luchando contra el invasor sionista que está masacrando a un pueblo que tarde o temprano, le va a dar vuelta esa tortilla, y va a recuperar la autonomía para el pueblo palestino.(aplausos)

Estuvieron palpitando con el golpe fascista en Venezuela, y celebraron el triunfo del Comandante Chávez, como todos los pueblos oprimidos...(aplausos)

Se abrazaron con las madres revolucionarias vascas, a pesar de la criminalización que les hizo el gobierno español y algunos que anduvieron por aquí marchando con el embajador español.

Y algo más, Madres: fueron más valientes que nadie, cuando el enemigo de todos nuestros pueblos sufrió el mayor ataque a sus bases imperialistas el 11 de setiembre, ustedes celebraban. ¡Todos los pueblos celebraban ese día! ¡Todos los pueblos celebraban, como celebramos cuando el sionismo sufre golpes en cualquier parte, como celebramos cuando los pobres le cuentan un golpe al enemigo! (aplausos)

¡Ustedes no especularon con nada! No quieren cargos, no quieren prebendas, no quieren sillones...Por eso ahora, que paradójicamente hay algunos que están firmando para que un juez represor español que se llama Baltasar Garzón tenga el Premio Nobel de la Paz, nosotros, los revolucionarios les decimos: ¡a ustedes les damos el Premio Nobel de la Revolución! Porque no necesitamos la paz de los sepulcros, necesitamos la revolución para que los oprimidos terminen ¡de una puta vez! con este gobierno y con este Imperio que nos está manoseando y destruyendo.

¡Gracias Madres, por no fallarnos nunca...! (aplausos)


Discurso de Yvette Vega, dirigente de la Federación de Mujeres Cubanas (F.M.C.)

Madres de la Plaza, Madres de América:
Un cuarto de siglo atrás, en este lugar, se fundó una emoción, cristalizaron los sueños, y tomó cuerpo una verdad que conmovió a Argentina: los hijos desaparecidos se levantaron en brazos de sus madres, para seguir luchando.

Un cuarto de siglo después, vengo desde Cuba, tierra de mujeres y hombres libres, patria de Fidel, a este país hermano cuna de nuestro querido e inolvidable Guerrillero Heroico, el Comandante Ernesto Che Guevara, para decirles ¡Gracias, Madres por existir! ¡Gracias por luchar! (aplausos) ¡Gracias por demostrar que es posible la lucha y la victoria, que el sueño de los hijos, vive en el sueño de quienes les dieron vida!

Los asesinos creyeron que con la muerte y la desaparición morirían las ideas, desaparecerían la convicción y la esperanza. ¡Qué lejos estaban de imaginar en su torpeza de enterrar, ocultar e intentar arrasar la verdad que ustedes, Madres de la Plaza, habían parido mujeres y hombre inmortales!

Por ley de la naturaleza es habitual que los hijos sobrevivan a sus padres. La dictadura brutal atropelló la naturaleza de la ley, pero la rebeldía no muere... ¡Los hijos parieron a sus madres! Las Madres nacieron de las ideas de sus hijos y echaron a andar, rebeldes como ellos, inclaudicables como ellos, ¡invencibles como ellos!

Desde que Picasso tomara la imagen de la paloma bíblica, éste ha sido el símbolo más preciso y precioso de la paz. Pero hace 25 años a América le nació un nuevo símbolo, tan hermoso y preciso como aquél: el pañal de sus hijos, anudado a la cabeza.

La paz y la rebeldía silenciosa y firme de las Madres tuvieron un estandarte que primero sirvió para denunciar una y otra vez ante el mundo a los asesinos, a la dictadura, y hoy es un estandarte, un heraldo de las causas nobles del mundo.

Pañuelos blancos estuvieron cabeza con cabeza en la Plaza de la Revolución de La Habana, para reclamar la devolución a su padre y a Cuba de un niño secuestrado por la mafia terrorista de Miami.

Pañuelos blancos han estado cabeza con cabeza con las madres cubanas, para solidarizarse con cinco jóvenes cubanos que son hoy prisioneros políticos de los Estados Unidos.

Pañuelos blancos han estado cabeza con cabeza, oponiéndose a las sucias maniobras de gobiernos que cambiando su soberanía por limosnas yankis, condenan a Cuba en la Comisión de Derechos Humanos. Gobiernos que por demás, carecen de toda autoridad moral para tales posturas, que asumen a su vez contra la opinión mayoritaria de sus pueblos.

El gobierno de EEUU, amo y señor del planeta, el mismo que aupó la dictadura militar en Argentina, el mismo que continuó dictando las recetas globalizadoras y neo-liberales que hoy sufren las naciones de nuestra América, es el responsable del sufrimiento de todos los pueblos, y el máximo violador de los derechos humanos del pueblo cubano, al que ha tratado de rendir por hambre y enfermedades con su criminal, genocida, e inmoral política de bloqueo.

La Federación de Mujeres Cubanas, compañeras, no podía faltar a este encuentro, porque hemos seguido, minuto a minuto, toda la lucha de ustedes. Porque hemos sentido como propias sus tristezas y sus triunfos. Porque hemos llorado sus lágrimas, y reído de dicha cuando cada nieta o nieto ha sido rescatado. No podíamos faltar, porque a lo largo de estos años ha sentido la estrecha solidaridad y el gran respeto que ustedes, Madres de Plaza de Mayo, han demostrado hacia mi país.

En días como éstos, cuando nos reunimos para mirar hacia atrás, sólo un momento, para repasar el camino recorrido, para sacar las experiencias, sabemos que el camino andado es sólo el principio de la larga marcha hacia el futuro de América.

Las cubanas vemos, en cada una de las Madres de Plaza de Mayo algo sagrado, porque fue el cubano José Martí, hijo amantísimo, héroe nacional de nuestra patria, quien dijo de la mujer: "Sagrado queda el seno donde palpitó un héroe"

Ustedes, Madres sagradas de la Patria Argentina, agigantaron las calles con la heroicidad de sus hijos y merecen honor. Las ideas justas continuarán naciendo en la Plaza de Mayo.

¡Vivan las ideas inmortales de sus hijos! (aplausos)

¡Vivan las eternas Madres de Plaza de Mayo! (aplausos)

¡Vivan la solidaridad de los pueblos de América! (ovación)

Muchas gracias.


Discurso de Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo

Compañeros y Compañeras:
Les quiero pedir que cerremos los ojos por un momento, y volvamos 25 años para atrás, con los ojos cerrados.

Algunos no habían nacido, y otros ya tenían edad suficiente. Cerremos los ojos y mirémonos para adentro. Y pensemos qué pasaba en este país, que era arrasado por los militares asesinos, la marina, la aeronáutica, la policía, los políticos cómplices...

Cerremos los ojos, y piensen en una de nuestras casas. Entraban por los techos, en la oscuridad, rompían las puertas, amenazaban con las pistolas, golpeaban, quemaban.

Se llevaban de la casa lo mejor: esos hijos que habíamos parido con tanto amor...

Cerremos los ojos, y piensen ustedes que aquel 30 de abril, aquí en este lugar, en esta Plaza, las Madres volvíamos a parir a los hijos. ¡Sí, sí! Se los llevaban, y los paríamos en esta Plaza nuevamente. Cada jueves que veníamos sentíamos que los estábamos pariendo de nuevo.

¡No pudieron, ellos, con nosotras! Primero tímidas, sin saber que hacer...

Por eso hoy, aunque sea martes, pero es el día, recuperar el momento, decirle al mundo:
¡Esta Plaza es nuestra, es de nuestros hijos, es de los 30.000! ¡La ocupamos un 30 de abril, y no la dejaremos nunca!

¿Y saben por qué? Porque todas nuestras cenizas, y las de las Madres que han muerto han sido desparramadas y serán desparramadas en esta Plaza. ¡Y vamos a estar felices de seguir estando! (aplausos)

En un momento difícil del país, en un momento terrible del país, las Madres festejamos, ¡sí, compañeros, festejamos! ¿por qué no? ¡25 años sin faltar un jueves!

¡25 años sin retroceder! ¡25 años manteniendo la coherencia! ¡25 años rechazando todo lo que el sistema capitalista ofrece para comprar la conciencia de los que luchamos! (aplausos)

¡No consiguieron comprarnos con nada! Es ¡asqueroso! el capitalismo. La lucha por el socialismo que llevaban adelante nuestros hijos es la misma que queremos nosotros, es la misma del pueblo cubano ¡de ese pueblo al que amamos, porque da ejemplo!

Las Madres nos hicimos revolucionarias a nuestra manera, a nuestro estilo. Al mismo estilo de las reuniones de los martes.

Hoy tenemos el orgullo de que han venido las Madres de casi todo el país, que han venido los grupos de casi toda Europa, que han venido los compañeros de casi todas las partes del país que también forman grupos de apoyo a las Madres. Habernos reunido estos días, haner compartido todos los días, todo lo que hicimos, para ¡fes-te-jar! los 25 años. ¿Y saben por qué festejamos? Porque nuestros hijos - cuando se llevaban a uno de la casa y nos quedaba otro - nos decián: "Mamá, para seguir luchando, hay que disfrutar de la vida". No se puede luchar, si no se disfruta la música, el teatro, las marchas, el sol, el amanecer, el anochecer, el amor ¿por qué no? ¡también el amor! (aplausos)

¡Ellos nos enseñaron que para luchar hay que disfrutar, hay que saber reír! ¡Para luchar hay que saber abrazar! (aplausos)

Y ahora les voy a hablar a ellos. Un ratito, permítanme...a nuestros hijos, que andan revoloteando, como siempre, por acá...¡los siento, se los juro!

¡Los siento acá adentro! Los siento que me andan por las venas, que me andan por la barriga, por el corazón, por la cabeza...

¡Hijos queridos! Cuando ustedes faltaron de nuestras casas, no imaginábamos que no los íbamos a ver más...

No los pudimos despedir. No les pudimos decir "hasta mañana", no les pudimos decir "¡hasta la victoria!". No les pudimos decir si tenían frío, o calor.

Sé que la pasaron mal. Pero sé que también sabían, queridos hijos, que eso les podía pasar.

¡Y por eso tenemos el orgullo más grande, porque tuvieron las bolas para hacerse revolucionarios en condiciones muy precarias! (aplausos)

¡Pero no importaba, porque estaban decididos! ¡Gracias, hijos, por haber entregado sus vidas, habernos marcado el camino! ¡Por habernos dicho: "vieja, cuando uno tiene un hijo revolucionario tiene que aguantar muchas cosas"! (aplausos)

Por eso ¡queridos hijos! hoy, en esta Plaza que es de ustedes, en esta Plaza que la tenemos tomada, que no vamos a abandonar - como algunos creen que vienen un rato y se la quieren apoderar - ¡Esta Plaza es de ustedes! La tomamos las Madres y se la regalamos. (aplausos)

Permítannos, queridos hijos, que les regalemos la Plaza. Y que en este momento tan duro y tan difícil, las Madres sigamos creando: Universidad, Trueque, Feria Artesanal, coros, nuevos compañeros, nuevas ideas, nuevas formas, todo está adentro de nosotros.

Ustedes, queridos hijos, desde donde estén: ¡por favor sígannos apoyando! ¡Por favor, sígannos dando ánimo! ¡Por favor, quiero seguir sintiéndolos aquí, adentro, muy adentro de mi corazón! (ovación)


La pasión según las Madres

por Vicente Zito Lema (escritor, poeta, periodista, director académico de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo)

I (En el exilio)

No conocía en persona a las Madres cuando escribí por primera vez sobre ellas.
Yo vivía mi exilio en Holanda, entre canales helados donde bregan los patos y esa soledad difícil de contar que quema el alma hasta volverla un piélago negro.
Fui escuchando sus voces, que escurrían las distancias como agua entre los dedos. Me puse a marchar con ellas, desde el deseo de ser parte de esas sombras convertidas en luz durante las ceremonias del coraje, todos los jueves.
Poco a poco, allí, en el norte de Europa, tan lejos, el extravío del dolor tuvo calma, la derrota conoció la esperanza y nuestras vidas a la deriva en los océanos infaustos del destino encontraron su anclaje y su sentido. Otra vez el mañana era un puerto.
Fue desde la piel de las Madres que mi angustia pudo denunciar a una sociedad que se dejó llevar a sus hijos vivos y no enterró a sus muertos.
Fue por la épica de las Madres que alcancé a decir: un país de labios enfermos se animaba a quebrar el silencio con un grito.
Gracias a ellas más que a nadie pusimos los pies como en el principio sobre el largo camino de nuestra tierra. Gracias a ellas -y a los cuerpos sacrificados de nuestros soldaditos en Malvinas- nos animamos a mirar aún con lágrimas otra vez aquel cielo. (Hablo del cielo donde los caballos se alzan y relinchan como en los grandes sueños. Esos sueños donde la muerte no existe y mis compañeros siguen siendo jóvenes y hermosos para siempre.)

II (En el país)

¿Con cuál esencia breve se teje la ilusión?
De nuevo la dura realidad y su mazazo en la nuca.
El tibio viento de la democracia sopló muy poco. Allí donde se necesitó justicia reinó urgente la impunidad.
Los miles de desaparecidos del ayer transformados en los millones de excluidos del hoy. Un poder que sólo cambió en sus apariencias se obstina en relatar nuestros días como una pesadilla perversa.
Un escenario de crueldad convertido en desafío histórico que recogieron las Madres.
Así las vemos, como antes alzadas contra una racionalidad enferma; locas en una poética que no acepta el vasallaje de la muerte, ni sus usuras.
Con la misma pasión con que rechazaron los despojos de los cuerpos de sus hijos si no se acompañaba con el castigo real y no simbólico de los asesinos. (No se olvide que la materia de esos cuerpos amados era un sueño renacido como fuego de las cenizas para alumbrarlas.)
Capaces de transgredir la cultura de la resignación; no hay llanto al pie del yacente; no hay una escultura de la piedad con la belleza que mitiga el martirio. Hay una desbocada ira, unos aullidos del alma y unos insultos a boca abierta que rompen los ritos bien cuidados de la tradición. Hay vacantes de la lucha en el mismísimo estruendo de la épica.

III (Hermosuras de la sinrazón)

Los antiguos dioses se valían de la lengua de la sinrazón para comunicarse con los hombres. Una lengua poética, nacida del asombro y la alegría que provoca la existencia, que los dioses hacían suya, acaso con nostalgia del deseo perdido.
Cuando se quiebra la antigua unidad del trabajo; cuando se consolida el poder autoritario y los hombres en su mayor parte son convertidos en esclavos, fue preciso el uso de otra lengua, apta para dictar órdenes, prohibir los deseos, defender la propiedad privada y calcular los intereses de las deudas, entre otras desgracias similares.
La lengua del poder, más articulada cuando más brutal es el poder, no ha dejado de negar y castigar a quienes aún con gritos y balbuceos persisten en ver el mundo y nombrarlo con la profundidad de la inocencia.
Por eso fue que en nuestro país, mientras el terror imponía como nunca la lengua de la muerte, surgió, también como nunca, la clara voz de quienes maldecían la adaptación, el silencio y todos los ecos de la complicidad.
Era la voz primigenia de unas madres. Locas, se les dijo. Y no hubo un barco de la locura para llevarlas eternamente de puerto en puerto. Y no lo hubo porque ellas incendiaron esos barcos, se plantaron como árboles en la plaza más pública, se aferraron a la conciencia del mundo y desde allí resistieron.
Llamaron a las cosas por su nombre.
Al asesino, asesino. A la tortura, tortura. Al verdugo, verdugo.
Sin eufemismos, sin mutilaciones verbales, sin dobles sentidos.
Duras y puras, como la piedra y el agua.
El poder se encumbró en su perversión, y llamó a las victimas desaparecidos, como si así los condenara a la muerte sin fin.
Las Madres Locas se negaron a esa razón de la muerte y crearon la más hermosa de las sinrazones, la que dice que sus hijos desaparecidos están vivos para siempre.
Desaparecidos del terror y de la muerte, desaparecidos de la mentira, la entrega, la complicidad y la derrota. Vivos en la victoria de los sueños. Esos sueños que como una luz de maravilla anuncian el mañana.

IV (Haceres)

Las Madres se han engendrado a sí mismas al engendrarse por necesidad de sus hijos. Aceptaron así, sin inventario, la herencia de ellos: La militancia como altísima aventura que se renueva; la conciencia crítica para abrir los ojos ante el mundo, y el amor al compañero que no se renuncia en el peligro.
De allí que el hijo propio como individuo del pasado adviene para ellas en todos los hijos mi hijo, como sujeto amoroso colectivo del hoy histórico.
Todas y cada una de las víctimas son en el dolor y la pasión tan absolutas que por su exceso se tornan naturalmente públicas.
Todos y cada uno de quienes construyen el presente en la brega son para las Madres los nuevos hijos que llenan de contenido los no dichos de los cuerpos de los desaparecidos, que al aparecer en la conciencia y en los sueños que se transmiten hacen desaparecer por inutilidad de materia y de fines a los criminales desaparecedores.
Reproducción primigenia de la vida que crece en su plasticidad estética y se legitima allí donde las actuales formas de represión ponen a prueba la carnadura ética del discurso.
Consecuentes con su siembra terminan provocando un conflicto político y moral; ¡No a la reparación económica del dolor más dolor! ¡No a la troca de la vida! Dicen, honrando a sus hijos.
Se niegan a consentir un principio que está en la base de nuestras actuales sociedades: todo tiene un precio.
Todo lo humano puede convertirse en mercancía, también las pasiones y sentimientos...
Rescatan así de las miserias del mercado los cuerpos desechados, para que sigan siendo la casa donde habita el alma.

IV (Lo que vendrá)

Una sociedad de iguales, donde el dolor del otro se sienta como propio y los bellos fuegos de la fraternidad ahuyenten el helado respiro de la muerte.
Una muerte que el sistema de producción económica y sus legalidades políticas han convertido en el horrible rostro de nuestros días.
El eterno combate entre la luz y las tinieblas. O, en otros decires, esa lucha de clases que el poder quiere enterrar - enterrando a los que sufren y se rebelan - pero que resurge en todas sus antiguas formas y en otras nuevas, porque los hombres han nacidos para la vida. (La locura y el suicidio son apenas el último consuelo).
Hablo de una armonía y un sentido final, que como las hojas vuelven. Hablo de un proyecto y de la pura naturalidad de un gran deseo.
En el final del camino está el reencuentro con los compañeros.
En el tránsito de ese camino cobramos aliento en la amorosa corporeidad de sus madres. Veinticinco años, la celebración no es de un día, tiene la plenitud lograda en cada uno de sus infinitos instantes colmados de ardor hasta el milagro.
Vuelvo a decirlo: si en la oscuridad sin mengua de un horror que pareció eterno supieron ser luz, ¿qué historia escribiremos mañana para que ellas sonrían junto al árbol de las pasiones felices?

Buenos Aires, mayo 2002


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