En la madrugada del 17 de octubre de 1976, siete jóvenes militantes de Juventud Peronista y Montoneros, que estaban secuestrados en el centro de detención ilegal y clandestino "El Pozo", fueron conducidos a un oscuro y desolado camino rural cercano al pueblo cordobés de Los Surgentes. Fueron obligados a descender de los vehículos, vendados y esposados, y los acribillaron a mansalva. Sus nombres eran Cristina Costanzo, María Cristina Márquez, Analía Murguiondo, Daniel Oscar Barjacoba, Sergio Abdo Jalil, Eduardo Felipe Laus y José Antonio Oyarzábal.

NOTAS EN ESTA SECCION
La memoria por los 30 años de la masacre  |  A 30 años de la masacre de Los Surgentes, Carlos del Frade | Detalles del caso de Los Surgentes
Nelma  |  Los familiares más cercanos, José Maggi, Rosario/12, 07/09/08


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LECTURAS RECOMENDADAS
Instantáneas 1976-2006, Comisión Provincial por la memoria  | Córdoba: hallan nueve cadáveres de desaparecidos en la dictadura (2003)

Testimonio de Marcelo Márquez, marzo 2011  |  Diccionario de los 70

La memoria por los 30 años de la masacre de Los Surgentes

Por José Maggi [2006]

El 17 de octubre de 1976 siete jóvenes, secuestrados en el Servicio de Informaciones de la Jefatura de Rosario, fueran sacados por personal policial y llevados a la localidad cordobesa de Los Surgentes, donde fueron acribillados en un camino rural. 

Las víctimas del caso conocido con el nombre del lugar de la matanza fueron Cristina Costanzo, María Cristina Márquez, Analía Murguiondo, Daniel Oscar Barjacoba, Sergio Abdo Jalil, Eduardo Felipe Laus y José Antonio Oyarzábal.

A continuación se publica la historia escrita por familiares de las victimas, en especial por Francisco Oyarzábal y Marcelo Márquez que reflejan la forma en como el "Vasco" y el "Cumpa" pelearon desde el primer día con la burocracia judicial, la falta de interés en dilucidar la verdad además de complicidades varias. Hace dos años, Rosario/12 los había juntado en torno de una misma mesa, al calor de la reapertura de la Causa Feced. Entonces afloraron los recuerdos del juez cordobés que decidió usar una pala mecánica y picos y palas para desenterrar los restos de los jóvenes en una fosa común del cementerio de San Vicente. Y la imagen de los restos rescatados en bolsas plásticas en los primeros tiempos de la democracia. Los mismos que, curiosamente, fueron devueltos al cementerio antes de ser identificados, e incinerados de inmediato lo que imposibilitó establecer sus identidades vía análisis de ADN. Esta es la historia del espanto judicial, pero también de treinta años de lucha y de esperanza por llegar a la verdad.

Las detenciones

Daniel Oscar Barjacoba y María Cristina Márquez. Fueron detenidos el 2 de octubre de 1976 en las adyacencias del Arroyo Ramallo, Barrio Somisa, de San Nicolás, por grupos de personas armadas pertenecientes a Fuerzas Conjuntas. Barjacoba recibió 4 ó 5 heridas de bala al intentar escapar mientras lo detuvieron.

José Antonio Oyarzábal y Eduardo Felipe Laus fueron detenidos el día 12 de octubre de 1976 en la vía pública con folletos de propaganda política, el día en que el General Leopoldo Fortunato Galtieri se hizo cargo del II Cuerpo de Ejército. Se desconocen las fuerzas intervinientes, no se conocen testigos del secuestro.

Cristina Costanzo fue detenida el 13 de octubre de 1976 junto con Carlos Pérez Rizzo en la vía pública.

Ana Lía Murguiondo fue detenida en la madrugada del 14 de octubre de 1976 en su domicilio de Rosario junto con su hija de dos años, luego de producirse un enfrentamiento en el que fueron heridos dos integrantes del Servicio de Informaciones. Uno de ellos, apodado "La Bruja" fue herido en una mano, y el otro, herido en un ojo. Ambos fueron asistidos en el Sanatorio Británico de Rosario.

Sergio Abdo Jalil. El 15 de octubre de 1976 alrededor de las 15 horas mientras caminaba por la vía pública acompañado por Stella Miguel, fue detenido frente al domicilio de la calle República 3635 de Rosario, vendado e introducido en un automóvil de color blanco, según relatos de vecinos de la zona. Momentos después su acompañante fue asesinada a sangre fría en lo que posteriormente se fingió como un enfrentamiento.

En "El Pozo"

Las siete personas nombradas fueron conducidas al Servicio de Informaciones (S.I.) de la Unidad Regional II de la Policía Provincial donde fueron torturadas según los testigos. "Fueron varios los testigos del caso ya que a esa fecha eran varias las personas detenidas en el S. I. conviviendo con los nombrados".

Ante la resistencia que oponía Ana Lía Murguiondo al ser interrogada, el propio ex Jefe de Policía Comandante de Gendarmería Agustín Feced la torturó con golpes de puño, disponiendo posteriormente que se aplicara picana eléctrica a su pequeña hija.

El día 17 de octubre de 1976 a la madrugada los juntaron a todos en una oficina, obligándolos a acostarse boca abajo, uno al lado del otro, esposados con las manos en la espalda y las vendas reforzadas, y se los llevaron. Al regresar, los que los asesinaron comentaban que la operación de Los Surgentes no había tenido inconveniente alguno. De estos crímenes fueron responsabilizados el Comandante de Gendarmería Agustín Feced, Comisario Saichoux (fallecido), Comisario Guzmán Alfaro (a) "El Mudo", Oficial Lofiego (a) "El Ciego" o "Luzbel", Oficial Marcote (a) "El Cura", Oficial Nast (a) "El Ronco", Scortecchini (a) "Archie" y los apodados "Beto" y "Fino" (Carta de Gustavo Píccolo y Carlos Pérez Rizzo desde Devoto)

Con motivo de la desaparición de estas siete personas se realizaron denuncias y presentaciones ante Juzgados Federales y Provinciales, Ministerio del Interior, Policía, Ejército, Vicaría Castrense, Organismos Nacionales e Internacionales. De igual modo testimoniaron en el Juicio a las Juntas Militares: Elena Corbin de Capisano, Gustavo Píccolo, Omar M. Costanzo y Angela M. de Costanzo.

Primeros indicios

Recién en diciembre de 1979, Elena Corbin recibió contestación a un Habeas Corpus presentado a favor de su hijo Daniel Oscar Barjacoba en julio de 1979. Esta contestación fue dada por el Juzgado Federal Nº 2 de Rosario, quien informó que en ese Juzgado existía una causa abierta y que por nota del Convenio Policial de la Provincia de Córdoba extinguía la acción penal de la misma, ya que el día 18 de octubre de 1976 se habían encontrado siete cadáveres en la localidad de Los Surgentes, uno de los cuales había sido identificado por Interpol como Daniel Oscar Barjacoba.

A partir de este reconocimiento los familiares del identificado iniciaron investigaciones en la morgue del Hospital San Roque de la ciudad de Córdoba, a donde fueron llevados los cadáveres luego de ser encontrados en Los Surgentes y en el cementerio San Vicente de la misma ciudad

En Los Surgentes

Las personas que hallaron los siete cadáveres en Los Surgentes, un domingo alrededor de las 8 de la mañana, los encontraron apilados a un costado del camino, con los ojos vendados, señales de tortura y acribillados a balazos. En el lugar había cartuchos de balas y luego todo fue limpiado.

La encargada del Registro Civil, María Trinidad González de Molina, les tomó las huellas digitales ayudada por un empleado del Cementerio de Los Surgentes de apellido Narvaja y las elevó al Registro Nacional de las Personas. Las huellas fueron retiradas por el Ejército y por medio de las cuales en noviembre de 1976, se realizaron las identificaciones que se mantuvieron en secreto, hasta que por una filtración de información del Juzgado Federal Nº 2 de Córdoba aparecieron publicados en el diario "La Voz del Interior" los nombres de cuatro de estas siete personas.

 

El 7 de marzo de 1980 el Subcomisario Germán Walter Kutzechbach, Jefe de División Convenio Policial Argentino, Córdoba le informó al Juez Federal Nº 2 de Rosario que: personal de Criminalística confeccionó fichas dactilares de los cadáveres encontrados en Los Surgentes, las cuales fueron remitidas con fecha 20 de octubre de 1976 por la División de Convenio Policial Argentino a los organismos de seguridad de todas las provincias, Interpol y Registro Nacional de las personas para su identificación. También que se identificaron dos cadáveres, uno perteneciente a Daniel Oscar Barjacoba, y que fue comisionado personal de esa División a la morgue judicial del Hospital San Roque que constató que los siete cadáveres fueron inhumados en el Cementerio San Vicente, en Pilote 5, fosa común.

Identificación y cremación

El 6 de diciembre de 1984, con la firma del Dr. Linares y del Dr. Héctor Cámara (Sub?Director del Depto. de Servicios Médicos Forenses), se le solicita al Juez Federal Nº 1, Secretaría del Dr. Otero Alvarez, que: "no habiendo encontrado otros elementos suficientemente valorables en la pericia ordenada, se ha dado por concluida la misma". Sugieren, además, "se contemple la posibilidad de ordenar la remisión de los restos óseos ya estudiados, al Cementerio San Vicente en razón de la falta de lugar apropiado".

Con fecha 11 de febrero de 1985, el Juez Federal Dr. Gustavo Becerra Ferrer solicitó se oficie al Jefe del Departamento de Servicios Médicos Forenses de los Tribunales de la Provincia de Córdoba para que acondicione los restos óseos en las mismas bolsas en que fueron recibidos, de forma tal que sean perfectamente identificables y los remita al Cementerio San Vicente. Así mismo, solicita se oficie al Subsecretario de Gobierno de la Municipalidad de Córdoba para que haga recibir dichos restos óseos y los haga depositar en el Cementerio San Vicente tomando los recaudos tendientes a su perfecta conservación e identificación inmediata.

Con fecha 28 de febrero de 1985, el Dr. Héctor Cámara remitió desde el Departamento de Servicios Médicos Forenses al Administrador del Cementerio San Vicente, Sr. Manuel Mediavilla los restos óseos.

En el mismo mes de febrero de 1985 los restos óseos fueron incinerados en el Cementerio San Vicente por orden de Arévalo, segundo de Manuel Mediavilla (Director del Cementerio en ese momento). Las cenizas fueron arrojadas en una fosa debajo de la cruz mayor del cementerio

Esta información motivó viajes a Córdoba de los familiares que incluyeron averiguaciones en el Tribunal y el cementerio que permitieron corroborar estos datos.

Con fecha del 24 de marzo de 2003, se elevó una nota a la Dra. Graciela López de Filoñuk, Fiscalía Federal Nº 3 de Córdoba, solicitando se investigue la veracidad de la cremación de los restos exhumados en el Cementerio San Vicente en 1984, y de confirmarse, se identifique y condene a los responsables. El escrito firmado por Marcelo Márquez, Marcelo Jalil, Francisco Javier y María Inés Oyarzábal permaneció sin respuesta al 20 de setiembre de 2006, cuando este grupo de familiares culminó con este informe.

Información: Rosario/12, 17/10/06


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A 30 años de la masacre de Los Surgentes y el principio de Galtieri: Un Rosario desconocido

Por Carlos del Frade

Treinta años se cumplirán este doce octubre (2006) de la asunción de Leopoldo Fortunato Galtieri como titular del Segundo Cuerpo de Ejército con asiento en Rosario y jurisdicción sobre las provincias de Santa Fe, Chaco, Formosa, Misiones, Corrientes y Entre Ríos. La locura de Malvinas fue posible por el ascenso del general promovido por las grandes empresas del litoral argentino, una gruesa cuestión histórica que, sin embargo, no se discute ni públicamente ni en las escuelas de la región ni tampoco del país. Cinco días después de asumir, Galtieri presentó una masacre de militantes montoneros rosarinos en el territorio de su principal competidor en la interna del partido militar, Luciano Benjamín Menéndez, en Los Surgentes, en la provincia de Córdoba. A tres décadas de aquel fusilamiento masivo, antecedente de Margarita Belén, los familiares de las víctimas realizarán un acto nada menos que en el lugar donde funcionó el centro clandestino donde primero se torturó a cada uno de sus seres queridos. Esta es la historia de una Rosario desconocida que, todavía, no quiere mirarse en profundidad por temor de descubrir en sus próceres del presente a algunos responsables del genocidio.
El orden de los cien años

Uno de los jefes del Servicio de Informaciones, el comisario principal Raúl Alberto Guzmán Alfaro, declaró que "recibió órdenes directas del General Galtieri, que todas las mañanas debía llevarle las novedades que se produjeran no al jefe de policía, sino al general Galtieri directamente...". El ex dirigente de la Asociación de Trabajadores del Estado, Mario Luraschi, informó que después de haber sido torturado, fue conducido el 23 de diciembre de 1976, al Comando del II Cuerpo de Ejército, en ese entonces en Córdoba y Moreno, donde hoy funciona un bar temático en lugar del planificado "museo de la memoria" de Rosario. "Me llevan al comando. Nos habla Galtieri y nos amenaza de muerte diciendo que a la próxima nos mataban. Nos trajeron en colectivos de la 53 y 200...", dijo Luraschi.

 
Los Surgentes - 30 años

En abril de 1977, cuando se le concedió la libertad de José Américo Giusti, que había sido secuestrado el 1 de octubre de 1976, por integrantes del ejército, Galtieri pronunció un discurso, donde aseguró que su libertad "fue concedida por una amnistía de Semana Santa solicitada por Zazpe y Primatesta". Pero el cristianismo de Galtieri tenía límites.

Su visión del reino de los cielos era una construcción por medio de fusilamientos y torturas.

"La determinación sobre la suerte de los presos era al principio tomada por el II Cuerpo de Ejército, al mando del general Díaz Bessone hasta octubre de 1976. Después le sucedió Galtieri. A partir de la asunción de éste al Comando, aumenta considerablemente la cantidad de fusilados. Apenas llega, se escapó un detenido del Servicio de Informaciones, por lo que Galtieri ordenó que se fusile a todos los que habían sido secuestrados con el fugado. Eran siete personas, entre ellas, la mujer de un dirigente sindical", relató a la revista "Caras y Caretas", en abril de 1984, Angel Ruani.

Agregó que fue juzgado "por un consejo de Guerra, el 25 de agosto de 1977. En el Comando del II Cuerpo de Ejército, el mayor Fernando Soria me muestra una lista de oficiales y me dice que designe a mi defensor. Como yo no conocía a ninguno de esos señores, le respondí que lo designaran ellos. Ese mismo día me hacen el juicio bajo la acusación de actividades subversivas. Actuó como defensor el teniente coronel González Roulet, quien en ese momento era el encargado de los presos políticos en el área del II Cuerpo...El militar que decía ser mi defensor, se limitó a reconocer la justeza de las acusaciones aunque adujo que era posible que yo, dada mi juventud, hubiera sido engañado y manipulado por los tentáculos de la internacional subversiva. Pasadas dos horas, me condenaron a 12 años de prisión. Posteriormente, el defensor apela y me hacen un nuevo consejo, aunque esta vez no me llevan, no estoy presente. Un tiempo después me vienen a leer la nueva condena que es de 15 años".

El Pozo. Fuente: www.alapalabra.com.ar

Cuando asumió como Comandante del II Cuerpo de Ejército, Leopoldo Galtieri hizo público su proyecto. No se detuvo en pequeñeces. Quería instalar un orden de 100 años. Su propio reich.

Era el 12 de octubre de 1976, Rosario fue testigo. "Soplan nuevos y bravíos huracanes en el mundo que también tocan a nuestra tierra. Otro tipo de lucha, no como la de antes, frente a frente, a la bayoneta o a la carga o al entrevero, otro tipo de lucha, en otro terreno que la Argentina, los argentinos y el ejército de hoy no buscó...A ello sumados el desorden, el caos y la corrupción. Ha cerrado un ciclo de 100 años y abre otro de esperanza de 100 años para la Nación y el pueblo argentinos..."

"Una misión impuesta: librar la lucha contra la subversión y el apoyo al proceso de reorganización nacional emprendidos en busca de los 100 años nuevos de paz y de fecundidad del pueblo".

Galtieri, nacido en julio de 1926 y casado con Lucía Gentile desde 1949, padre de tres hijos y abuelo de cinco nietos; expresaba el sentido de su cruzada de fusilamientos y picana, de cenas con narcotraficantes bolivianos y empresarios poderosos de la región del Gran Rosario. Buscaba "los 100 años nuevos de paz" a partir del ejército que comenzaba otro ciclo histórico. En sus divagaciones estaba gestando la imagen de un general ungido por la voluntad popular. Antes de Malvinas, Galtieri quiso perpetuarse en el poder a través de la inteligencia de sus torturados.

La matanza de los Surgentes

Galtieri inició su proyecto del "nuevo orden de paz de cien años" con fusilamientos de detenidos torturados en el Servicio de Informaciones. En la madrugada del 17 de octubre de 1976, Cristina Constanzo, María Cristina Márquez, Analía María Murgiondo, José Oyarzábal, Sergio Jalil, Eduardo Laus y Daniel Oscar Brajacoba, fueron trasladados de la ochava de San Lorenzo y Dorrego hasta Los Surgentes, en la provincia de Córdoba. Allí fueron bajados, los formaron en fila y los fusilaron. Dejaron las cápsulas servidas.

Luego transportaron los cuerpos hasta el Hospital San Roque y terminaron en una fosa común en el cementerio de San Vicente, en la ciudad de Córdoba. El caso sirvió para demostrar la práctica de algunos sacerdotes que vendían información falsa a los familiares, como el padre Héctor García, secretario del entonces arzobispo rosarino, Guillermo Bolatti; o el accionar del capellán policial, desde 1964, Eugenio Zitelli que no condenaba la tortura si no que solamente podía alarmarse si le decían que violaban alguna mujer. Y de hecho, ni Feced ni ninguno de los suyos le iban a decir que violentaban adolescentes torturadas.

Nelma Nelma Jalil, la mamá de Sergio.

Su testimonio sintentiza el drama y la esperanza de las Madres. La simpleza de una mujer de barrio que se enfrenta, a puro amor, contra los responsables del terrorismo de estado y sus socios de sotana. "El 14 de octubre de 1976 empieza nuestro drama. Se presentaron en mi casa quince o veinte hombres fuertemente armados, que vestían ropa de fajina, parecía que tenían peluca, barba y bigotes postizos. Estaban tan excitados que parecían drogados. Dijeron ser de la policía, de la jefatura y que venían a buscar a mi hijo Sergio. El no estaba en casa. Lo mismo pasaron, revolvieron y buscaron hasta el último rincón. Al ver que no estaba se fueron diciendo "vamos, vamos que está todo levantado".

"Después que se fueron el comentario en la familia, vivían mi hija, mi yerno y mi marido. Viste lo que dijeron, que estábamos todos levantados. Mirá vos, con un ejército dentro de la casa íbamos a quedar durmiendo...

No tonta, no es eso...

El 15 a la tarde a Sergio lo detienen en calle República 3635 en un procedimiento que matan a una chica que le decían Lala. Eso nos enteramos después por los vecinos, recorriendo, íbamos con fotos. Los vecinos nos contaron que esta chica Lala estaba de rodillas implorando que no la maten, totalmente desarmada y la mataron a quemarropas. A Sergio lo detienen, le vendan los ojos con un pulóver rojo que tenía en la cintura, lo esposan y lo llevan en un auto blanco a Jefatura donde lo torturan salvajemente... Esto pasó el 15 y el 17 a la madrugada junto a seis compañeros son llevados a Los Surgentes donde son fusilados.

Zitelli y García

"Yo fui a hablar con el padre Zitelli que era muy amigo del padre Griffa que se crió con mi marido y en una carta muy extensa le pidió, le suplicaba que hiciera todo lo posible por informarnos", siguió diciendo Nelma. "Y entonces el padre Zitelli nos recibió y me dijo que no le correspondía a ellos.

Que tenían otra misión. Son tantas las que vienen por lo mismo. Yo no puedo hacer nada. No me corresponde, yo tengo otras cosas más importantes de las que ocuparme.

Así que dígale al querido Antonito, por Griffa, que lamentablemente no lo puedo complacer en su pedido", explicó la increíble rosarina de la zona norte.

Pero quizás el caso de mayor vergüenza para los cristianos sea la práctica del cura García, el secretario de monseñor Bolatti. "El padre García me tuvo engañada tanto tiempo. Me decía que Sergio estaba bien, que como se había recibido ese año de agrónomo lo tenían trabajando de agrónomo en el campo que estaba perfectamente y que de un momento a otro iba a estar con nosotros. Y me decía siempre ya falta menos, falta menos, ya va a llegar y un día, víspera de navidad, las navidades eran terribles para mi y siguen siendo, me dice Señora póngase contenta, vaya a su casa, prepárele la camita, ventílele toda la ropita, prepárele la comida que más le gusta porque esta navidad Sergio la pasa con ustedes. Yo me fui enloquecida a mi casa y empecé a hacer todo lo que él había dicho. Y me dispuse a esperarlo... y Sergio no llegó. El padre García era el secretario del obispo Bolatti y él se encargaba de dar falsas noticias a los familiares de los desaparecidos a cambio de regalos que él mismo nos pedía. Me acuerdo que un día me pidió un maletín de cuero y yo en ese momento no contaba con dinero porque había abandonado todas mis actividades, yo trabajaba en el comercio con mi esposo y me dediqué únicamente a buscar a Sergio, entonces no contaba con dinero y juntando las moneditas y fui y le compré el maletín y se lo regalé. Le llevaba vinos finísimos y como yo desfilaban las madres porque a todas nos tenía igual. Hasta que un día me convencieron sobre lo que estaba pasando y yo nunca más le llevé regalitos pero tampoco tuve más audiencias".

La espera permanente

"Para mi Sergio está presente en cada niño que muere de desnutrición, en cada padre que no tiene trabajo, en cada marcha de los maestros, en la lucha de sus compañeros, con los jubilados, está todos los jueves en la plaza junto con las madres...por eso yo te digo, Sergio no estás desaparecido. Estás presente en la lucha de tu pueblo y todas la mañanas cuando me despierto, veo el rostro de mi hijo que me sonríe y me dice dale gorda, adelante, vos podés, fuerza", se emociona al contar su creencia íntima y social.

Fuente: www.copenoa.com.ar



Le dijeron al "Turco" que no fuera a ese control...no hubo forma de convencerlo, quería avisarle a su responsable la "Lala", algo alcanzó a decirle en Juan José Paso y Circunvalación, ambos corrieron por República, por allí cayó el "Turco" (lo llevan al "Pozo" de Dorrego y San Lorenzo y dos días después aparece muerto en Los Surgentes), "Lala" siguió, se metió en una casa , ella resistía y la patota tiraba con todo, en la casa había chicos, decide salir, la hieren a mitad de cuadra y la asesinan en calle Bolivia, en donde había una cancha de fútbol- (colectivoepprosario.blogspot.com)

Detalles del caso Los Surgentes

En 1997, a veintiún años de los fusilamientos de Los Surgentes, recién se reconstruyó parte de la historia a través del relato de algunos testigos. Dionisio Tesán, productor de cerdos de la zona, fue el primero que durante la mañana de aquel 17 de octubre de 1976, vio los cuerpos de los muchachos. "Vi allá a lo lejos un bulto grande, en la calle, en una huella, del lado izquierdo, yendo de acá para el lado del norte y cuando me arrimé cerca y me encontré con una gente y le pegué el grito desde arriba de la chata. Vi que no se movieron, me fui a mi casa, tomé unos mates, le conté a un pariente que había gente durmiendo y que me extrañaba porque estaba muy frío y estaban con remeras rotas, con pantalones cortos", relató Tesán.

El médico que los atendió en primera instancia fue el doctor Alberto Minella que emitió los siete certificados de defunción.

"Yo le conté al juez que había cápsulas y que incluso había chicos que se las llevaban de recuerdo y me preguntó la diferencia entre cápsula y proyectil y le dije que si. Después pasé un día por ahí, por la ruta, y habían desaparecido las plantas y lo habían tapado con tierra a ese lugar. Era una alcantarilla. Un cunetón de 20 metros de largo donde estaban todos los cadáveres, como si hubieran estado formado y hubieran caído, no dispersos, si no todos juntos", sostuvo el profesional.

Un arqueólogo del horror

Francisco Oyarzábal buscó a su hermano desde su desaparición y fue el último en pedir la continuidad de la Causa Feced porque se hizo cargo del rumor que señalaba la sobrevida del ex comandante de gendarmería en Paraguay.

En 1997 se animó a acompañar a este periodista para recorrer el camino de la muerte. "A nosotros nos han negado y robado cosas. "En mi caso no solamente nos mataron un hermano, si no que también nos imposibilataron saber cómo fue su muerte. Tenemos algunos datos, pero nos faltan otros. Nos han robado el último minuto, nos han robado su último pensamiento, su último sentimiento", sostuvo.

"La primera noticia que hay de esto es a través de otras dos personas que estaban presas que en su momento escriben una carta avisando que ese grupo de siete los habían sacado y los habían matado en Los Surgentes.

"Cuatro varones y tres chicas son sacados el 17 de octubre del 76 de la jefatura de policía y son llevados a Los Surgentes. Por lo que puede establecerse correctamente ahora son muertos ahí. A partir de ahí la información que hay es el camino de la muerte. Y se sabe que los cuerpos son llevados a la ciudad de Córdoba, al Hospital San Roque primero y después al Cementerio San Vicente.

"La reconstrucción es relativa porque obviamente faltan los datos de los que en esa historia quedaron vivos que son precisamente los que apretaron los gatillos. Como esa parte nunca creo que la vayamos a tener, la historia va a quedar parcial", remarcó con cierto pesimismo, conociendo, fundamentalmente, la cobardía de los matadores.


El Pozo. Fuente:
colectivoepprosario.blogspot.com

"Operación México" 13 de enero de 1978. Desde el Aeropuerto de Fisherton, en Rosario, el general Leopoldo Fortunato Galtieri subió al avión presidencial "Tango 01" con destino a la Capital Federal. Frente a Jorge Rafael Videla y Eduardo Viola, explicó la "Operación México". Cuenta Miguel Bonasso en su imprescindible "Recuerdo de la Muerte" que el sábado 14 de enero de 1978, a las 12, aproximadamente, "el grupo compuesto por tres miembros de la inteligencia militar (Sebastián, Daniel y Barba) y dos prisioneros (Tulio Valenzuela y Carlos Laluf), emprenden la partida desde la quinta de Funes.

Valenzuela lleva el mismo documento falto que tenía en el momento de la caída, a nombre de Jorge Raúl Cattone. El mayor Sebastián pasa a ser el señor Ferrer. Barba es ahora Caravetta y Nacho Laluf se llama Miguel Vila. Los documentos falsos de estos últimos han sido confeccionados en Funes, utilizando el servicio de documentación que tenía la Columna Rosario de la Organización Montoneros". Valenzuela había convencido a Galtieri para que lo enviara a México con la supuesta intención de infiltrar al Movimiento Peronista Montoneros en el exilio y así permitir el asesinato de los principales dirigentes. Quedaban en Funes nada menos que su compañera, Raquel Negro, embarazada de seis meses, y su hijo, Sebastián, de un año y medio.

"...Ellos son los rehenes. Yo fui amenazado de que serían inmediatamente ejecutados, si la misión de infiltración que yo iba a cumplir acá fracasaba o se producía algún hecho como éste...Mi compañera manifestó que ella estaba totalmente dispuesta a quedar en el país como rehén, para morir, para salvar algo que era mucho más trascendente que nuestras propias vidas, para llegar acá y poder informarle a nuestro partido y al mundo de los planes de la dictadura y hacer un esfuerzo por desbaratarlos", dijo Tulio Valenzuela en aquella conferencia de prensa del 18 de enero de 1978.

Agregó que "mi compañera, un hijo por nacer y mi otro hijo, están en manos, en este momento, del general Galtieri. Yo responsabilizo por sus vidas y por su integridad física a Videla, al general Viola, al general Martínez, que era el cerebro de esta operación, y al general Galtieri, que la tienen en una quinta de Funes, en las afueras de Rosario...". El 19 de enero, las autoridades mexicanas reclamaron ante las autoridades argentinas la violación de su soberanía por este grupo de tareas. Un día después, en el diario mexicano "Unomasuno", se publicaron las declaraciones telefónicas de Galtieri: "yo no tengo control de mis agentes fuera del país".

El 9 de diciembre de 1985, Leopoldo Fortunato Galtieri fue absuelto de culpa y cargo por la Cámara Federal de Capital Federal. Se le habían imputado 242 casos de encubrimiento, 11 privaciones ilegales de libertad calificada, 8 reducciones a la servidumbre, 15 falsedades ideológicas, una sustracción de menor y tres casos de tormentos. Hechos que había cometido como comandante en jefe del Ejército. Los fiscales pidieron quince años de reclusión.

"Se que en mi condición de comandante en jefe del Ejército he cumplido con mi deber", dijo el responsable de la guerra de las Malvinas. "Manifiesto mi reconocimiento a mis camaradas de la Fuerza Aérea y de la Armada, a los integrantes de las fuerzas de seguridad y policiales, y a los hombres de nuestro ejército argentino. Espero serenamente, con tranquilidad espiritual y de conciencia, el juicio de Dios y de la historia de mi conducta", agregó.

Sin embargo el punto 30 de la sentencia de la Cámara Federal que juzgó a los comandantes de la dictadura, indicaba que "disponiendo, en cumplimiento del deber legal de denunciar, se ponga en conocimiento del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, el contenido de esta sentencia y cuantas piezas de la causa sean pertinentes, a los efectos del enjuiciamiento de los oficiales superiores, que ocuparon los comandos de zona y subzona de defensa, durante la lucha contra la subversión y de todos aquellos que tuvieron responsabilidad operativa en las acciones".

Dicho artículo abrió la posibilidad para juzgar a los responsables militares del terrorismo de estado en todas y cada una de las provincias. Entre ellos, desde el 12 de octubre de 1976 al 8 de febrero de 1979, el entonces general de división, Leopoldo Fortunato Galtieri. La Cámara Federal de Apelaciones de Rosario, en noviembre de 1988, elevó cargos contra Galtieri por 169 casos de privación ilegítima de libertad seguidas de torturas y 40 particulares damnificados. El general que compartía copas y otros vicios con el ex comandante de Gendarmería, Agustín Feced en "La Bambola", en el corazón del barrio rosarino de Fisherton, no se presentó.

Lo volvieron a citar para el 23 de agosto de 1989, juntamente al anterior titular del II Cuerpo de Ejército, Ramón Genaro Díaz Bessone, y tampoco fue.

El 23 de noviembre de 1989, según consta en el cuerpo 49 de la causa federal 47.913, por decreto 1002 de ese año, "se indulta al teniente general Galtieri, al general de división Ramón Genaro Díaz Bessone y al coronel Carlos Ramírez". Se resolvió, entonces, "ordenar el archivo de estos autos".

"Un plan de aniquilamiento" El diario "La Capital" informó el 19 de diciembre de 1976 que como producto de "un intento de copamiento en la subcomisaría 17" en cercanías de Ibarlucea, resultaron uertos una mujer y cinco varones. Nora Elma Larrosa; Rodolfo Raúl Segarra; Horacio Humberto Melelli; Alberto Azam; Segundo Núñez y Oscar Maximiliano Aguirre; eran los nombres de las víctimas.

Sin embargo, el padre de uno de los muchachos, Mario Segarra hizo una presentación judicial que puso blanco sobre negro. "El enfrentamiento no existió y las personas muertas fueron previamente secuestradas, luego asesinadas y posteriormente transportadas al lugar del supuesto enfrentamiento, o bien, luego del secuestro, trasladadas al lugar de Ibarlucea y ahí asesinadas", sostiene el escrito. Segarra señaló que hubo "un plan elaborado entre Galtieri y Feced destinado a aniquilar a personas a quienes se consideraban subversivos o sospechosos de serlo".

El término "subversivo" estaba "discrecionalmente reservado a la opinión de los aquí acusados". Para Segarra fue un "plan de aniquilamiento que conllevó el secuestro y la muerte mediante torturas y en estado de indefensión de las víctimas".

A través de su presentación judicial se remarca que hubo una "asociación ilícita integrada por personal militar y policial a quienes se les instruyó previamente de lo que se planeaba y de los procedimientos a utilizar, como asimismo de la impunidad que se les garantizaba".

Terminaba diciendo el escrito que "para asegurar la impunidad, se desinformó a la ciudadanía o se la informó con falsedades".

La justicia española

El juez español Baltasar Garzón decretó el martes 25 de marzo de 1997 la "prisión provisional incondicional" contra el ex presidente de la dictadura entre el 23 de diciembre de 1981 y el 17 de junio de 1982 y también ex comandante del II Cuerpo de Ejército con asiento en Rosario. Galtieri fue acusado de los delitos de terrorismo y genocidio, cuatro asesinatos y una detención ilegal. Garzón citaba la declaración del ex cónsul español en Rosario, Vicente Ramiro Montesinos, en la que describió una de las tantas justificaciones de Galtieri. "En toda guerra mueran inocentes, como sucedió con los bombardeos sobre Alemania", le dijo el entonces señor de la vida y la muerte de los rosarinos. El magistrado español señaló también que se desarrolló, durante los días de Galtieri en Rosario, "muy efizcamente, un plan de desapariciones y eliminación de miembros de grupos nacionales, imponiéndoles desplazamientos forzosos, pérdida de identidad y arraigo, torturas y muertes, todo lo que integra el delito de genocidio".


Díaz Bessone y Galtieri

Galtieri "tuvo participación activa" y fue "copartícipe en la creación y desarrollo de un estado de terror y genocidio".

Garzón repara en lo informado por este trabajo en que el responsable de Malvinas no fue juzgado por los delitos cometidos en Rosario. "Todo lo anterior descubre una cruda realidad y es que las autoridades argentinas, antes de dar curso a la comisión, han decidido que un manto de silencio ominoso cubra para siempre los hechos que aquí se pretenden investigar y sancionar", sostuvo el juez madrileño.

El difuso recuerdo del general Galtieri solamente contestó por escrito a un formulario de once preguntas que le formuló un juez militar, el entonces teniente coronel Gustavo Balbastro, el 15 de abril de 1985. El hombre que soñaba con su propio reich de 100 años contestó el 21 de junio, pero ahora estaba como juez militar el también teniente coronel Humberto Bassani Grande.

"La orden de Operaciones del Comando de Cuerpo de Ejército II que se nutría de la directiva del comandante en jefe del ejército era completa e incluía, presumo dado el tiempo transcurrido, todas las previsiones respecto al tratamiento de este tipo de problemas derivados de una guerra y en ningún momento se dieron órdenes parciales sobre casos particulares que se producían diaria o periódicamente", sostuvo en una de sus respuestas.

"En la orden de Operaciones del Comando de Cuerpo de Ejército II, que ha de recordarse era muy voluminosa, debieron estar, según creo recordar después de ocho años transcurridos, todas las previsiones para el tratamiento de los muertos en combate. Puedo aclarar que los entierros se efectuaban en los distintos cementerios ubicados en las diferentes subzonas y áreas respectivas de acuerdo al lugar en que se producían los enfrentamientos", dijo Galtieri. La treintena de chicos secuestrados, los 169 delitos de lesa humanidad cometidos y la ubicación de los cadáveres de los desaparecidos, son tres razones más que suficientes para que Galtieri sea llamado a declarar en los tribunales federales rosarinos en cualquiera de las causas por la verdad histórica o las que se inicien sobre el robo de bebés.

Lunes 9 de octubre de 2006
Fuente: www.copenoa.com.ar



Mural en Vera Mujica y 9 de Julio, Rosario, en Memoria de Cristina Costanzo y Analía Murguiondo (2006)
 

Nelma

Cuando septiembre recién comienza a respirar sus aires de una nueva primavera, Nelma Jalil, Madre de la Plaza rosarina, decidió encender nuevos fuegos en otros arrabales. Apenas lleva como equipaje su pañuelo. Ése que es ya símbolo y corazón de la pelea cotidiana por un mundo más justo, más solidario, menos desgarrador.

La imaginamos en el abrazo soñado con Sergio.
La pensamos en el reencuentro con Irma, con Elena, con Rubén.
Aprendimos con ella que la ronda es -siempre- contra los relojes y los tiempos del poder.
Sabemos que un pañuelo blanco jamás, nunca jamás, es despedida.

Hasta la victoria, siempre. Jorge Cadús


La cuerda de las locas / Por Pablo Alvarez

"Cuando sentía frío me desabrigaba, cuando tenía mucho calor me ponía mucha ropa. Porque sentía que Sergio, mi hijo, donde sea que lo tuvieran, estaba sufriendo.. Por eso yo no me permitía estar bien. Quería sentir que lo acompañaba..."

Nelma Jalil

H. Cámara de Diputados de la Nación

Proyecto de resolución

Nº de Expediente 5204-D-2008
Trámite Parlamentario 125 (18/09/2008)
Sumario EXPRESAR PESAR POR EL FALLECIMIENTO DE LA SEÑORA DRAKE DE JALIL FUNDADORA, MIEMBRO DEL ORGANISMO DE DERECHOS HUMANOS "FAMILIARES DE DESAPARECIDOS Y DETENIDOS POR RAZONES POLITICAS DE ROSARIO".
Firmantes PERALTA, FABIAN FRANCISCO - ALCUAZ, HORACIO ALBERTO - BARRIOS, MIGUEL ANGEL.
Giro a Comisiones DERECHOS HUMANOS Y GARANTIAS.

La Cámara de Diputados de la Nación

RESUELVE:

Expresar su profundo pesar por el fallecimiento de la Sra. Nelma Drake de Jalil, fundadora del organismo de Derechos Humanos "Familiares de Desaparecidos y Detenidos por razones políticas de Rosario", presidenta de la "Asociación Madres de la Plaza 25 de Mayo" e infatigable luchadora por los derechos humanos.

FUNDAMENTOS
Señor presidente:

El día 10 de septiembre de 2008 falleció la señora Nelma Drake de Jalil, quien fue una de las fundadoras de "Familiares de Desaparecidos y Detenidos por razones políticas de Rosario" y hasta su deceso se desempeñó como presidenta de la "Asociación Madres de la Plaza 25 de Mayo".
A mediados de 1976, Nelma sufrió el peor dolor que puede sentir una madre: la desaparición por parte de la dictadura militar de su hijo Sergio Jalil, quien a la postre fue fusilado el 17 de octubre de 1976 en la localidad cordobesa de Los Surgentes. Sergio, junto a otros 6 detenidos-desaparecidos, fue sacado de su cautiverio en El Pozo, en la ex Jefatura de Policía de Rosario y trasladado, donde finalmente fue acribillado junto a sus compañeros en lo que se conoció como "La Masacre de Los Surgentes".
A raíz de esta terrible situación que vivieron miles de argentinos Nelma sale a buscar a su hijo, haciendo el recorrido habitual que hacían las madres en esa época: va a las iglesias, al Arzobispado rosarino, a diversas cárceles y comisarías, sin obtener respuesta alguna.
Lejos de resignarse y sumergirse en la angustia y la desolación, a mediados de 1977 se acerca a la Liga por los Derechos del Hombre, en la cual se estaba comenzando a dar forma a lo que luego sería "Familiares de Detenidos- Desaparecidos" con sede en la Cortada Ricardone 51 de Rosario, Provincia de santa Fe.
En ese local va conociendo a otros familiares que como ella estaban atravesando por la misma situación de horror, miedo y desesperación. Entre ellos podemos mencionar a Lucrecia Martínez, Elisa Medina, Fidel Tonioli, Esperanza Labrador, Mary Prat, Ángel Albá, Nelly Huarque y Norma Vermeulem, entre otros tantos.
Luego viaja a Buenos Aires para ponerse en contacto con las Madres de Plaza de Mayo, con la firme intención de traer a Rosario esa encomiable experiencia; así fue como se fue creando "Madres de la Plaza 25 de Mayo", haciendo referencia a la Plaza 25 de Mayo de la Ciudad de Rosario donde todos los jueves se encontraban para manifestarse.
Nelma, como tantas otras madres que vivieron ese trance aciago, tuvo que aprender a luchar en la más absoluta soledad en un principio. La búsqueda de sus seres amados las llevó a tener que enfrentarse a situaciones para las que no estaban preparadas. Sin embargo su templanza y su inmensa sensibilidad y coraje les permitió desandar un largo camino de lucha en búsqueda de justicia. Ellas han contribuido a arrojar luz sobre el periodo más oscuro de la historia de nuestro país, desnudando la crueldad del accionar genocida de la dictadura militar, contribuyendo de esta forma a preservar la memoria de todos los argentinos.
En ella queremos homenajear y recordar también a todas estas mujeres que a lo largo de este camino de búsqueda de justicia por los crímenes de la dictadura genocida nos han enseñado valores, entereza, sacrificio y un ejemplo de lucha incansable; ellas nos enseñan día a día que a pesar de la edad, el cansancio y las malas jugadas de su salud, están, siempre están.
Para finalizar, queremos recordar las palabras que la misma Nelma dedicó a su hijo Sergio y que sintetizan su lucha no sólo por la memoria, sino también por el futuro: "Para mí Sergio está presente en cada niño que muere de desnutrición, en cada padre que no tiene trabajo, en cada marcha de los maestros, en la lucha de sus compañeros, con los jubilados, está todos los jueves en la plaza junto con las madres... Por eso yo te digo, Sergio, no estás desaparecido. Estás presente en la lucha de tu pueblo y todas la mañanas cuando me despierto, veo el rostro de mi hijo que me sonríe y me dice dale gorda, adelante, vos podés, fuerza".
Por todo lo expuesto, solicito a nuestros pares nos acompañen en la aprobación del presente Proyecto de Resolución

Nelma Jalil

- ¿Y ustedes a qué están jugando? preguntó el pibe aquella tarde, con cierta malicia en la mirada, montado en su bicicleta. Primero miraba de lejos, con su grupo de amigos, a esas mujeres que giraban y giraban en el centro de la plaza 25 de Mayo, acompañadas de un manojo de personas.

- ¿...a qué están jugando?, se animó.
- No jugamos, ayudamos a las Madres a darle cuerda al cosmos.
Respondió un viejo, medio poeta.
- Le damos cuerda para que no pare de andar.

Era una tarde de febrero de 1996. El sol ya casi cumplía con su tarea de rajar la tierra un día mas. Y las respuestas, como siempre, no hacían otra cosa que abrir otros interrogantes. Si las Madres rondaban para darle cuerda al cosmos había otros que, por el contrario, solo querían detener su marcha. Poniendo palos en la rueda.

- Ustedes no le dan cuerda. Le dan loca...
Replicó aquel pibe de unos doce o trece años.

Faltaba apenas un mes para que se cumplieran 20 años de aquel 24 de marzo de 1976, y las 'locas' de la plaza rosarina giraban con sus blancos pañuelos, contra reloj, en la ronda del tiempo.

Desandares

"A veces voy andando por la humedad de mis ojos, por la humedad de mis lágrimas..." escribió Elena Belmont, y sus palabras se repiten en cada uno de los testimonios de las otras madres, que un día salieron a buscar a sus hijos y, a cambio, se encontraron a ellas mismas, pero diferentes. Tejiendo pedazos de historia. Paradas en otro escenario.

Aunque fue recién en 1981 cuando las Madres rosarinas comenzaron a agruparse, ya venían de golpear muchas puertas, caminar muchos pasillos, desandar otros caminos.

La iglesia, el Arzobispado rosarino, se convirtió en el más emblemático sendero, empedrado de mentiras y velos de muerte.

Eugenio Segundo Zitelli, el cura párroco de Casilda, es uno de los más oscuros ejemplos...

"Dígale al padre Griffa, si la envió a que hable conmigo, que yo estoy para cosas más importantes" respondía. "Se hubiese preocupado por su hijo mucho antes..."

Zitelli justificaba la tortura pero... "si además de tortura hubo violación... ya es otra cosa".

Por otra parte las falsas promesas: el padre García, secretario del Arzobispado de Rosario, mentía a los familiares de los desaparecidos, les decía las cosas que ellos querían escuchar, a cambio de regalos.

"Una vez me dijo que me prepare, porque para la Nochebuena tendría a mi hijo en casa, me dijo que arregle sus cosas, que ventile su ropa... y así lo hice. Pero Sergio no llegó nunca".

Nelma Jalil le había regalado vinos finos al padre García. Y en la última oportunidad le regaló un portafolios de cuero que, él mismo, le pidió.

"Después no hubo más regalos, pero tampoco tuve más audiencia con él..."

El Turco

Sergio Jalil es uno de los militantes fusilados el 17 de octubre de 1976, en la localidad cordobesa de Los Surgentes. En uno de los barrios pobres de Rosario, Nelma se encontró con su hijo a través de los testimonios de los vecinos, que nunca lo olvidaron.

"Me contó una familia que Sergio le había salvado la vida a su hija. Había recorrido cielo y tierra en su bicicleta, durante todo el día, para conseguirle un remedio que no tenía. Los padres llamaron a la chica, ya más grandecita, y le contaron que yo soy la madre del Turco, así lo llamaban, el mismo que te salvó la vida..."

"Después me acordé que un día Sergio llegó a casa todo sucio, y yo lo retaba. El se reía y me dijo que estaba contento por haberle salvado la vida a una chiquita. Había recorrido toda la ciudad hasta que, por fin, consiguió un remedio. Llegó a casa a las tres de la mañana. Él había ayudado, también en ese barrio, a que todos tengan el agua".

Pañuelos

El viejo medio poeta me contó que la idea de darle cuerda al cosmos no es de él. Eso lo dijo en un poema Adela Antokolets, madre de Plaza de Mayo.

Dijo que la ronda significa eso, darle cuerda al cosmos para que no se detenga.

Y a mí se me ocurre que cada jueves las Madres le dan cuerda al universo para agitar los sueños que permanecían dormidos. Para que nadie se olvide de la lucha de toda una generación, la de sus hijos, que entregaron sus vidas por un país diferente. Libre y solidario.

Hablar hoy de aquellos sueños es darle cuerda al presente.

Por eso las Madres rondan, y rondan contra reloj.

Porque además.. ¿quién dijo que un pañuelo blanco es despedida?

Del número 1º Revista Alapalabra
www.alapalabra.com.ar

Fuente: museocheguevaraargentina.blogspot.com

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