Big Pharma contra el mundo: Vacunas y estado de excepción global
Notable estudio del Instituto Robinson sobre la industria farmacéutica en Estados Unidos y Europa, con datos irrefutables sobre los alcances monstruosos a los que conduce concebir a vacunas y medicamentos como mercancías y fuentes de ganancias. (Compartido por Atilio Boron).
Instituto Samuel Robinson. Informe mensual, edición Nº 3, abril 2021
Por Eder Peña (Licenciado en Biología, mención Ecología por la Universidad Central de Venezuela. Investigador del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) y del Instituto Samuel Robinson) y William Serafino (Escritor e investigador. Politólogo egresado de la Universidad Central de Venezuela. Maestrando en Historia en el Centro Nacional de Estudios Históricos de Venezuela. Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, mención Investigación, 2019).
Introducción
Reflexionar y llevar al papel ideas en medio de conflictos en desarrollo de características tan sísmicas como los que nos arropan en la actualidad, siempre conlleva el riesgo de adentrarse a tal punto en la coyuntura y hechos esporádicos que suelen perderse de vista las tendencias y líneas de desarrollo que se van prefigurando. Porque si algo ha definido el curso de la crisis global del coronavirus, a más de un año de la declaración oficial de la Organización Mundial de la Salud (OMS) como pandemia mundial, es justamente su factor sísmico: uno que no sabemos bien hasta qué punto removerá los cimientos de las instituciones que han gobernado nuestra existencia colectiva en los últimos siglos.
Del shock inicial de principios de 2020, cuando todavía se especulaba sobre el alcance del virus y los modelos más coherentes de respuesta a nivel de los estados, situación no exenta de tensiones sobre la distribución de insumos sanitarios escasos y la capacidad de aguante de los sistemas de salud, hemos pasado a un 2021 signado por el conflicto en torno a la distribución desigual y restrictiva de las vacunas contra la covid-19, donde el planeta entero se ve inmerso en un punto crítico y a la vez decisivo: fármacos suficien- tes para ver finalmente la luz al final del túnel, pero al mismo tiempo secuestrados por políticas de acaparamiento, acumulación excesiva y patentes mercantilizadas que alejan las posibilidades de superar la coyuntura pandémica, a medida que el virus muta y se torna más agresivo producto del retardo en la inmunización en amplias zonas del planeta. El caos de las vacunas está a la vista de todos, pero lo que aún permanece entre las sombras son los actores, procedimientos de patentes, fórmulas de poder y negociación y los intereses corporativos que han generado las condiciones prácticas para el desenlace de desigualdad en el acceso a los fármacos que atormenta al mundo actualmente. Se trata de Big Pharma, el conglomerado de las principales farmacéuticas occidentales y su apuesta por reinventar las relaciones entre el capital y el Estado.
Lejos de ejemplificar algún punto de llegada, la vacuna representa la zona cero para inter- pretar desde cómo el capitalismo favoreció el despegue de la pandemia, las transforma- ciones geopolíticas y sistémicas que atestiguamos, hasta qué tendencias se podrían es- tar definiendo a raíz de la política de negociación abusiva de las compañías farmacéuticas con países del Sur Global, pasando por el asunto de las patentes, la presencia decisiva de actores como Bill Gates o cómo la política de sanciones ilegales del imperio estadouniden- se también toma a los fármacos como mecanismos para elevar las presiones integrales (y destructivas) contra Venezuela e Irán. La visualización del problema ha requerido un análisis en distintos planos y niveles que hagan posible obturar las múltiples líneas de desarrollo que geopolíticamente se van integrando, no siempre de forma armoniosa ni en una misma dirección.
Detrás del acaparamiento de vacunas por parte de los estados ricos, y la subsecuente exclusión de los países periféricos de las principales líneas de suministro, se erige la in- tención de reformatear el orden global aprovechando el impacto generalizado que trae consigo tanto el exceso como la escasez total de fármacos en relación a la distribución del poder y a las huellas destructivas que va dejando la pandemia. Más allá de las convencio- nes del momento, se intenta ofrecer una mirada amplia con la perspectiva de orientarnos en este paisaje tan convulso y repleto de incertidumbres, donde poderes fácticos organi- zan la distribución de la vida y la muerte a escala mundial de acuerdo a los patrones de la acumulación capitalista y a favor de la supervivencia de la hegemonía occidental.
La investigación, así como las discusiones y la escritura final de este informe, abarcó el mes de febrero y marzo de 2021, por lo que el punto de corte de los datos y fuentes utili- zadas tienen ese límite temporal. Comprendiendo la velocidad de las informaciones sobre las vacunas, el espíritu de este informe reside en la construcción de un esquema tentativo para proyectarse a futuro más que en el registro de datos per sé. Pensar y escribir desde el borde del abismo de la pandemia para dibujar el momento en el que estamos y hacia dónde podría dirigirse, ameritaba asumir el riesgo.
Contexto general: Datos panorámicos
La vida en capitalismo ha determinado que 58% de la población mundial viva en ciudades, lo que ha hecho que la pandemia global por covid-19, calificada así por la OMS en marzo de 2020, haya contado con las condiciones óptimas para diseminarse. Una razón de peso ha sido la movilidad y congregación por parte de la población para dirigirse a centros de trabajo, otras localidades o trasladar mercancías. Como se sabe, los primeros casos de esta enfermedad respiratoria fueron reportados en la ciudad de Wuhan, China, donde se extremaron medidas de confinamiento, tratamiento y monitoreo mediante pruebas que lograron revertir el impacto de la enfermedad en menos de un año. El director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, explicaba que para los primeros diez días de marzo se habían multiplicado por 13 los casos fuera de China. Se habían registrado más de 118 mil positivos en 114 países y las muertes ascendían ya a 4 mil 291. Luego de hacer estragos en Europa, la enfermedad llegó a Suramérica en marzo de 2020 por vías distintas, pero el primer reporte fue en Brasil.
La fase de aceleración se intensificó al punto que, luego de un año y debido a la gestión desastrosa del presidente de ese país, Jair Bolsonaro, Brasil se convirtió en epicentro continental y recientemente la OMS se mostró preocupada por la variante P.1, descubierta en Amazonas, que ha sido hallada en varios países de Latinoamérica. Declaró que «toda Latinoamérica» se encuentra en emergencia debido a la situación sanitaria en Brasil, don- de la variante está presente en casi todo el territorio nacional (La República, 2021). Chile, México y Perú lograron aplanar sus curvas, pero actualmente experimentan una segunda ola. La pandemia global no se trata de un evento inesperado, los epidemiólogos han esta- do advirtiendo durante décadas sobre el creciente peligro de pandemias de nuevos virus que podrían causar grandes sufrimientos humanos, perturbar la economía y exacerbar las crecientes desigualdades que caracterizan al mundo moderno. Sin embargo, la ola neoliberal de gobiernos occidentales siguió recortando la salud pública y la infraestructura sani- taria, a pesar de que los expertos han instado a una mejor preparación, más recursos y una mayor integración entre todos los niveles de gobierno y a nivel internacional. Un virus alta- mente contagioso y con una letalidad notable ha evidenciado los puntos de fuga de un sis- tema basado en la concentración de la fuerza de trabajo en ciudades, en el que una minoría controla tanto los bienes como los servicios. Además, esas élites dominan mercados don- de la competencia es feroz y la mayoría de las empresas solo luchan por sobrevivir. Sus cor- poraciones, mayormente multinacionales, son capaces de influir en los estados nacionales para lograr subsidios, protecciones, garantías, flexibilización laboral y asistencia militar para promover sus intereses económicos.
La pandemia global
No se trata de un evento inesperado, los epidemiólogos han estado advirtiendo durante décadas sobre el crewcientepeligro de pandemias de nuevos virus que podrían causar grandes sufrimientosd humanos.
Desde su expansión, el capitalismo ha mantenido el reto de sostener la productividad de la mano de obra, la seguridad para los inversores y los directivos y los costos de la asistencia. Las vacunas han jugado un rol primordial en ello debido a su capacidad de erradicar algunas enfermedades y avanzar en la eliminación y control de otras, particular- mente las infecciosas, demostrando ser de las intervenciones más eficientes en cuanto a costos. La introducción de programas de inmunización en nuestras sociedades, como herramienta de prevención primaria, ha cambiado el curso de muchas enfermedades mor- tales y reducido la mortalidad y morbilidad de estas. Además de la inmunidad de rebaño, lenta de alcanzar en muchos casos, ha sido la única medida preventiva que ha eliminado una enfermedad infecciosa. El caso más reconocido es la viruela, que durante el siglo XVIII era la responsable de 400 mil muertes al año en Europa. Además de prevenir muertes se sabe que la inmunidad contra enfermedades infecciosas aumenta la esperanza de vida y redunda en el tiempo dedicado a las actividades productivas; la salud pública es causa, no solo consecuencia, del bienestar económico expresado en la capacidad social de producir bienes y servicios que permitan alcanzar metas sociales.
La polémica en torno a las vacunas comienza por su avance sincronizado con procesos de colonización como el de Estados Unidos a Filipinas, donde la mortalidad por viruela era de un 10% antes de su ocupación en 1905. Tras el inicio de la vacunación sistemática impuesta por el gobierno estadounidense, se produjo una epidemia en la que la mortalidad de casos osciló entre el 25% y el 50% en diferentes partes del archipiélago. En 1918-1919, con más del 95% de la población vacunada, se produjo la peor epidemia de la historia de Filipinas, con una mortalidad de casos del 65%. Poder contar con las necesidades básicas y servicios sociales asequibles para la mayoría de la población, especialmente los sanitarios, ha sido producto de luchas históricas de distinto signo, sin embargo, el vigente modelo de desarrollo ha generado un crecimiento económico mundial sin parangón a través de un metabolismo urbano/agro-industrial cada día más consumidor de recursos y crecientemente generador de residuos e impactos ambientales y sociales de todo tipo. A partir de la minería, los monocultivos, el carbón, las represas y otros megaproyectos, se devastan modos e iniciativas de desarrollo local que pudieran ser sostenibles, aliviar la pobreza y priorizar la salud.
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