¿Cómo se vive con 100% de inflación?

Por Eva Sacco
Economista argentina, investigadora de la asociación civil SES. Profesora de la Universidad Nacional de Avellaneda y Universidad Nacional Arturo Jauretche.

“La respuesta a cómo se vive con más del 100% de inflación anual depende mucho de quien la conteste… Para los trabajadores de bajos ingresos, el precio de los alimentos es el problema más grave: en el país mundialmente conocido por la carne asada, la ingesta proteica de los argentinos se basa en la carne vacuna y su consumo viene reduciéndose año a año. Desde el 2018, cuando se inició la crisis el consumo per cápita anual se redujo en 4 kg, pasando de 40,5 kg a los actuales 36,5 kg.”

En julio de 2023, la inflación en Argentina alcanzó un 125% anual y acumuló en los primeros 7 meses del año más de un 50%. El día 14 de agosto, el mercado cambiario sumó una nueva ronda de volatilidad con una devaluación de la cotización oficial del peso argentino de un 23%, lo que tuvo un impacto inmediato en los precios (lo que economistas denominamos passthrough), especialmente en los alimentos y productos importados. Se estima que el impacto del último salto cambiario elevará la inflación del mes de agosto hasta un 15%, lo que en términos interanuales lleva la inflación alrededor del 140%.

Argentina es un país ubicado en el extremo sur de Sudamérica, limita fronterizamente con Brasil, Chile, Paraguay, Bolivia y Uruguay. Por extensión es el octavo país más grande del mundo y tiene una población de 45 millones de habitante. Se dice de Argentina que tiene todos los climas y paisajes, y es realmente así: la zona central donde reside la mayor parte de la población es una gran pradera sumamente fértil con un amplio desarrollo de la agricultura y la ganadería. De hecho, la principal exportación del país es el poroto y aceite de soja y también se destacan otros granos como el maíz, el trigo y las actividades ganaderas. El oeste del país está atravesado por la imponente cordillera de los Andes: en el sur de esta se encuentra vaca muerta, la segunda reserva de gas no convencional más grande del mundo y la cuarta de petróleo no convencional. En el norte de la cordillera, se encuentra enclavado el denominado triángulo del litio, compartido con Chile y Bolivia y que concentra el 85% de las reservas de ese metal a nivel planetario. La zona de la Patagonia, en el extremo sur del país, además de alojar una gran riqueza petrolera y gasífera tiene un litoral marítimo con una gran riqueza ictícola y es una de las principales vías de acceso al territorio antártico del cual dista tan sólo 1000 km. Gran parte del noreste se encuentra enclavado en la mayor reserva de agua dulce del mundo. El Acuífero Guaraní, compartido con Brasil y Paraguay contiene el 26% del agua dulce del mundo y constituye una serie de napas subterráneas, lagunas y esteros que podría abastecer a todas las necesidades de la población mundial por 200 años. La Argentina se inserta en el mundo como un país productor de commodities alimenticios, y hay muy buenas perspectivas para que amplie su canasta exportadora al gas y el litio en lo inmediato. Desde hace más de 100 años, también hay un sector industrial fundamentalmente mercado internista y que demanda gran parte de la mano de obra, aunque también han surgido algunas importantes empresas insertas en las cadenas globales de valor como Techint (siderurgia), Mercado Libre (fin- tech y Venta de productor por la web), Arcor (alimenticia) y multinacionales del sector automotriz.

En términos políticos, durante gran parte del S. XX, la política Argentina estuvo atravesada por Golpes de Estado Militares que limitaron la democracia. Desde el año 1983, existe una continuidad de gobiernos democráticos, y aunque en varias oportunidades no finalizaron su mandato debido a la situación social y económica el sistema democrático se respetó. Las orientaciones de los gobiernos fueron de lo más variada: desde proyectos neoliberales hasta progresismos latinoamericanistas.

A pesar de la gran riqueza en términos de recursos naturales y producir alimentos para 400 millones de personas, Argentina experimenta dificultades serias para alimentar a su relativamente pequeña población y mantener una estabilidad económica. Si bien los vaivenes y crisis son una constante en la historia argentina, para entender la situación actual hay que retrotraerse al menos hasta el 2018 cuando eclosionó una crisis financiera producto de un mega proceso de endeudamiento externo impulsado por el presidente Mauricio Macri. Cuando los mercados internacionales no financiaron más al gobierno argentino, la economía entró en una fuerte crisis que persiste hasta la actualidad: sobrevinieron sucesivas devaluaciones del peso, el cierre del mercado de cambio y un alza sostenida en la tasa de inflación. Si bien el problema inflacionario ya se encontraba presente se transitó de un régimen de mediana a alta inflación. A partir de 2020, con el cambio de signo político se profundizo hasta llegar al actual 12% de inflación mensual en agosto de 2023. Las causas apuntan a un mix entre mala gestión del gobierno, una excesiva intervención y exigencias del Fondo Monetario Internacional y una serie de shocks externos encadenados que no dieron respiro: la Pandemia del Covid-19, la sequía que afectó a Sudamérica y redujo significativamente la producción de soja y la guerra en Ucrania que afecto el precio internacional de la energía.

La respuesta a cómo se vive con más del 100% de inflación anual depende mucho de quien la conteste. Seguramente todos los argentinos responderán que es sumamente estresante, pero a partir de allí es muy diferente cómo lo vive siendo un trabajador registrado con acceso a renegociaciones salariales periódicas, un cuentapropista de bajos ingresos, comerciante o empresario. Quienes se encuentran en la base de la pirámide de ingresos son quienes son más afectados por los ingresos de los trabajadores eventuales, cuentapropistas de baja calificación y empleadas domésticas perdieron el 25% de su poder adquisitivo desde 2018. Para los trabajadores de bajos ingresos, el precio de los alimentos es el problema más grave: en el país mundialmente conocido por la carne asada, la ingesta proteica de los argentinos se basa en la carne vacuna y su consumo viene reduciéndose año a año. Desde el 2018, cuando se inició la crisis el consumo per cápita anual se redujo en 4 kg, pasando de 40,5 kg a los actuales 36,5 kg. Durante el mes de agosto, luego de la devaluación del peso el precio en el mercado mayorista se incrementó hasta un 70% en pocos días. Este problema no se reduce sólo a la carne vacuna, sino que los datos acumulados desde enero de 2021 y agosto del 2023 indican que los alimentos aumentaron 412%. En una economía exportadora de alimentos, la teoría económica indica que los precios de estos se equiparan con el precio internacional expresado en la moneda doméstica. Sin embargo, en el mismo período el precio del dólar libre sólo se incrementó en 300%.

Los trabajadores sindicalizados, no solo tienen mayores ingresos, sino que sus salarios se van actualizando en la medida que aumentan los índices de inflación periódicamente. Pero en un contexto de alta inflación, siempre existe un retraso entre el aumento de precios y el momento en que efectivamente los trabajadores perciben el ingreso. La estrategia de deshacerse de los pesos y adelantar consumo es implementada por quienes tienen ingresos fijos y periódicos. Aun en este contexto es muy difícil encontrar una mesa disponible en los restaurantes del centro de la ciudad.

Probablemente uno de los aspectos más distorsivos de la inflación es la dificultad para acceder al crédito a largo plazo. En Argentina, el crédito hipotecario es prácticamente inexistente lo que suma presión al mercado de los alquileres. Actualmente la crisis habitacional es transversal a todas las clases sociales y casi el 50% de los hogares de la Ciudad de Buenos Aires, vive en propiedades alquiladas. La construcción es impulsada y financiada solo por los privilegiados que acceden a ingresos dolarizados. Algunos sectores, sin embargo, sí han salido favorecidos por la inflación: para las empresas se redujo drásticamente el costo salarial, lo que empeoró la distribución del trabajo en el ingreso: a partir de 2017, la participación cayó año a año pasando de 51,8% a 43,8% en 2022 y si se considera sólo el sector privado pasó de 42,6% a 35,1%.

Fuente: https://medium.com/@monetarypolicyinstitute/c%C3%B3mo-se-vive-con-100-de-inflaci%C3%B3n-6007c711c482