El Falcon verde de la ciudad
Persecución y estigmatización de la protesta estudiantil
Por Bárbara Orbuch*
Visibilización de los justos reclamos de les estudiantes
Las tomas de las escuelas, iniciadas en el Escuela Normal Superior Mariano Acosta, son un mecanismo legítimo de protesta y libre expresión de les estudiantes porteños frente a la política de vaciamiento, de desestabilización desde dentro del sistema, de reformas inconsultas y a espaldas de las comunidades educativas y otras decisiones autoritarias, de la mano del descenso abrupto de la financiación educativa que invierte cada vez menos y de forma sostenidamente regresiva la educación pública de la ciudad más opulenta del país.
El esquema abreviado de los puntos que presentan les jóvenes es acotado en relación probablemente a sus vivencias de la realidad escolar, signadas por decisiones que les perjudican y golpean diariamente: A saber, el estado de las viandas, que son sometidas para su repartición a una burocracia inexplicablemente restrictiva, cuando deberían suministrarse a toda la matrícula escolar sin distinciones de manera sistemática, la calidad paupérrima de las mismas, sin cualidades nutritivas ni suficientes en un marco de prolongación de la estadía escolar por cambios reiterados y descalabrados de normativas donde frente a la falta de proyección de la misma política educativa deben sostener los tiempos muertos por faltas de docentes, donde el escaso salario es un eje fundamental, sin espacios destinados a comedores en prácticamente todos los edificios escolares. Con problemas de infraestructura severos, falta de calefacción y de materiales adecuados para los aprendizajes.
Programas educativos a espaldas de la ciudadanía y las comunidades educativas
Con su proyecto educativo «Secundaria del futuro» venido a menos como «Profundización de la NES» el gobierno de Larreta y Acuña actuaron como nuevos ricos tacaños, colocando sillas de colores, pantallas 2.0 y un carrito con una computadora cada seis estudiantes» solo en los años ingresantes, generando diferencias al interior de las mismas escuelas. Reflejando y profundizando las diferencias sociales que ellos veneran, propiciaron un experimento social de este tipo en las escuelas, con un falso intento de modernización, injertado en los viejos edificios destartalados de escuelas donde no invierten ni un duro. La pandemia les dio un exquisito tiempo precioso para no hacer absolutamente nada, ni siquiera en algunos casos, pagar las cuentas de los servicios y de más está decir que su proyecto de computadoras para pocos y en la escuela, fue un fracaso contundente cuando se hubiera necesitado un plan serio de provisión de recursos informáticos para las poblaciones estudiantiles, y donde las escuelas hicieron colectas para ayudar a la alimentación de quienes lo necesitaban imperiosamente, a causa de la desidia del estado de la ciudad.
Las reformas fueron ampliamente resistidas por los docentes, pero avanzaron por las mayorías políticas en pos de otro punto que pertenece al reclamo estudiantil: las pasantías no rentadas, que se disfrazan con el eufemismo de «prácticas profesionalizantes» que, tal como refieren les estudiantes, están divorciadas de su marco educativo, de las planificaciones y la presencia del cuerpo de docentes , careciendo absolutamente además de un marco pedagógico. En resumidas cuentas, solo sirve en beneficio de empresarios y de la posibilidad de introyectar mano de obra barata en sus organizaciones.
Un homenaje a su estirpe autoritaria, en el mes de «La Noche de los lápices»
Acuña, quien no paga las indemnizaciones por los incumplimientos en los fallos judiciales que la inculpan de fallar en sus funciones y no cumplir con los deberes del estado en términos educativos, con pésimo gusto por la cercanía con la efeméride que recuerda la desaparición, tortura y muerte de los jóvenes estudiantes de secundarios que reclamaban por el boleto estudiantil, acude al fantasma de la dictadura, algo que el principal partido de la oposición sabe hacer muy bien: amedrentar, generar zozobra apelando a su mano política funcional: la policía de la ciudad ; para que irrumpan en los hogares de «sus padres» quienes son acusados y estigmatizados, para «hacerles pagar» los sueldos de los docentes que pagan vecinos y vecinas de la ciudad» Los padres y no las familias, porque Acuña todavía vive en un sistema de «menores», reducido, tutelado y no en uno donde las niñas, niños y adolescentes son sujetos de derechos. Apela al sentido común de los squadristis del fascismo italiano, teniendo en cuenta que Macri es su jefe político y sin olvidar de su adoctrinamiento en la escuela de Eric Priebke, ejecuta una denuncia penal hacia los padres de les alumnes.
Acuña atribuye las acciones de les estudiantes además a la instrumentalización de un gremio en particular:UTE, CTERA, es decir, que transforma y trae al presente nuevamente, la estrategia militar del enemigo interno para demonizar y culpabilizar a los jóvenes que tienen participación política en los centros de estudiantes, a sus familias como responsables de lo que para ella son «subversivos» ya sin tapujos y al sindicalismo docente, a quienes hay que atacar.»
-Ud sabe donde están sus hijos? «preguntaban los militares en el poder, hoy, la ministra lanza a los policías a la calle a la caza de quien para ella y su estirpe, con total continuidad, son «subversivos.» Previamente; en tomas anteriores, hubo directivos sumariados por la negativa a suministrarle a la ministra por pedido suyo, «las listas negras» de les estudiantes. Es decir, que estas prácticas deudoras de la dictadura, tienen desde hace tiempo, adeptos al interior del Ministerio de Educación en el gobierno de la ciudad. Por otra parte «la visita» de la policía de la ciudad» a las escuelas, tuvo, desde la jubilación obligada por ellos de la gran rectora Papalardo, comenzó a ser una práctica asidua en esa y en numerosas instituciones educativas, hechos que jamás en democracia se había experimentado antes.
De este modo, la funcionaria Acuña, quien no paga las multas que debe ,ni invierte desde su gobierno denostador de la educación, castiga y culpabiliza con prácticas típicas disciplinadoras y represivas, haciendo pagar a los destinatarios de sus malas políticas, las familias de les estudiantes y ellos mismos, protagonistas del hecho educativo, que para ella solamente deben ser pasivos espectadores de su inacción.
La conducta de invertir la carga de la prueba es una estrategia muy característica de la dictadura argentina: convertir a las víctimas en victimarios y a los victimarios en «defensores de la vida».
Los Centros de estudiantes, un centro de ataques del gobierno de Juntos por el Cambio
Los mecanismos de participación estudiantil en las escuelas, están regulados por la ley 26877 de centros de estudiantes y la libertad de asociación por la Convención de los Derechos del Niño, bajo la vigencia de la Ley 26061, de protección integral de derechos de NNYA, en el cual tienen derecho a ser oídos y que su opinión sea tenida en cuenta.
Recordemos que los derechos humanos no son la fuerte de «Juntos por el Cambio»…Siempre quieren cambiar, pero siempre viajando al pasado, involucionando y si es posible hasta el tiempo y el lugar donde no existían derechos civiles y políticos. No olvidemos a todos los negacionistas que hay entre sus filas.
Tampoco el gobierno de Larreta y Acuña, registra de ningún modo que como tales sujetos de derechos, los mismos deben tener preferencia en la atención, formulación y ejecución de las políticas públicas; como dice la ley.
En cambio, se dispusieron al uso de medidas delirantes pero efectistas y baratas como generar un 0800 con el fin de denunciar docentes que mencionaran a Santiago Maldonado en el 2018, o a diseñar un protocolo AD-HOC contra las tomas de las escuelas previendo situaciones como la presente, ubicando en el lugar de vándalos a les jóvenes y señalando a sus familias como factores de un delito inventado, que solo hace eje en el patrimonio público, como si fuera el privado, para eximirse de toda responsabilidad, una habilidad plena de la cual hacen gala permanente.
Como sujetos de derechos, les estudiantes tiene la potestad de manifestarse en el espacio público y eligen el simbolismo de hacerlo dentro de las escuelas porque las mismas significan y son su lugar, su centro de vida, el espacio social donde padecen las privaciones, las faltas que denuncian pero también donde aprenden a ser ciudadanos responsables y democráticos. La escuela pública enseña a luchar y les estudiantes son indudablemente buenos alumnos, aunque el gobierno de la ciudad les escatime cada céntimo del presupuesto educativo.
Injerencias extrañas y persecución
Hace un tiempo comenzaron a aparecer en las escuelas «referentes» en los centros de estudiantes, con el objeto de «organizar mejor los centros» personal ajeno al plantel de las escuelas ingresaba y se filtraba entre las organizaciones estudiantiles. Este tipo de irregularidades siniestras se vienen desplegando en la ciudad.
Violencia institucional en un marco de excepcionalidad
Hoy, la violencia institucional, simbólica y mediática ejercida contra les estudiantes en su derecho a ejercer sus libertades ciudadanas en un terreno democrático , la criminalización y culpabilización, de la que son objeto, que a su vez es estigmatizante; debe ser observada en un marco de excepcionalidad, donde se quieren imponer coordenadas cada vez más vivas de un régimen antidemocrático. La propia Ministra como atacante se desplaza de sus obligaciones como gobernante para juzgar con el dedo acusador y nominar un enemigo a ser atacado, entre les adolescentes y sus familias.
Los medios hegemónicos de comunicación, cuyo rol es determinante en la formación de la opinión pública masiva, amplifican dicha estigmatización de un modo aberrante.
Recordemos, allí en el pasado reciente, el encuentro mediático entre el periodista Feinmann y Ofelia Fernández, cuando ella era estudiante, hoy diputada de la ciudad; como souvenir de una lucha de larga data que es invisibilizada en sus causas y fundamentos por el blindaje mediático sideral de Larreta. Ya en ese entonces era un caballito de batalla de los medios para la estigmatización, pero hoy es tomada con mayor virulencia por el estado mismo, para violentar y perseguir.
Por otro lado, no se puede perder de vista la continuidad de estas acciones y los discursos de los actores sociales que se posicionan hoy, contra un enemigo común. Los discursos de odio perpetrados contra el partido gobernante en el marco de la falta de institucionalidad que marca el estado actual de la República, con el aún fresco intento de asesinar a la vicepresidenta de la Nación; Cristina Fernández, insisten y se ubican de modo patético, en la misma cadena significante: les jóvenes, como blancos para perseguir, se agregan como un actor social- chivo expiatorio de la oposición de la derecha nacional agazapada en la ciudad. No es la primera vez, pero hoy, en esta democracia de baja intensidad con intentos de golpismo y violencias políticas; es desde el punto de vista social y político, altamente preocupante.
Esta oposición con rasgos de violencia incrementada, hace 16 años gobierna la ciudad, tiene varias patas para reprimir y disciplinar: un brazo colaborador armado en la policía de la ciudad, los medios de comunicación adquiridos que vertebran la imposición de un sentido común basado en la estigmatización permanente del «pobre «como blanco social y del «Kirchnerista» como blanco político y ambos como objetos de persecución política y un poder judicial cooptado para ejecutar sentencias que establezcan férreamente los carriles de su política antiderechos.
El gobierno de la ciudad, actúa de modo similar a la dictadura en la fase de la transición: utiliza la difamación, la negación de las denuncias, haciendo creer a la opinión pública que todo lo que les estudiantes dicen es falso y formulan un «derecho alternativo» mediante el cual legitiman su accionar represivo frente al reclamo estudiantil.
*Psicoanalista. Lic.en Psicología (Universidad de Buenos Aires) y UNED (España). Docente y Asesora Pedagógica en el Nivel Medio. orbuchbarbara@gmail.com
29/09/22