El júbilo orgiástico de la oligarquía

16 de septiembre de 1955.

Odio de clase

Por Viviana Demaría y José Figueroa

El castigo más nefasto que un romano podía recibir se denominaba damnatio memoriae. Esta expresión latina, en el sentido actual significa -lisa y llanamente- «destrucción del recuerdo”. En algunas oportunidades se combinaba con otra sanción conocida como abolitio nominis, que consistía en borrar el nombre del condenado de toda la historia –como si jamás hubiese existido-; y por último la llamada rescissio actorum, que consistía en abolir toda la legislación que hubiera promulgado el tyranus. Estos castigos estaban dirigidos a quienes fueran considerados enemigos del Estado –obvio – por una nueva autoridad con potestad.

En síntesis, se procedía a arrancar las placas que recordaban su labor edilicia, se suprimían sus emblemas, se decapitaban o destruían las estatuas, se estropeaba su rostro de las pinturas, se retiraban de circulación las monedas que hubiese acuñado con su nombre y efigie, se suprimían de los registros oficiales, se anulaban sus acciones políticas y legislativas, incluso, hasta su propio nombre. Esto solía ir acompañado de la confiscación de sus bienes, el destierro de su familia y se perseguía y exterminaba física o moralmente a sus camaradas y partidarios más fieles. Así, se pretendía borrar de la memoria oficial y de la memoria colectiva el recuerdo de un determinado personaje, sus obras, sus logros y hasta su propia existencia.

Eso fue lo que hicieron porque Eva ya había pasado a la inmortalidad. Primero fue el bombardeo aéreo sobre Plaza de Mayo. Luego, desde el barco maldito, nave insignia de la sedición, las cinco torres del “17 de Octubre”, se movieron lenta y armoniosamente. Los quince cañones principales de 152 mm apuntaron a la destilería “Eva Perón” en La Plata. El mismo movimiento hicieron los otros ocho cañones secundarios de 127 mm. Una tonelada de explosivos británicos sembró la destrucción. Su gemelo, el “9 de julio” acaba de rendir Mar del Plata. Es el 19 de septiembre de 1955.

El Presidente Constitucional Juan D. Perón -que asumió su segundo mandato con el 60% de los votos- es obligado a renunciar. La “Revolución Libertadora” acaba de triunfar.

El milico que ocuparía el cargo del Dr. Ramón Carrillo, saquea su casa un día antes de asumir. Es el coronel Ernesto Alfredo Rottger. A ese coronel le corresponde la tarea de reemplazar a un brillante neurocirujano, neurobiólogo y médico sanitarista. Se le ordena la misión de “desperonizar” el sistema nacional de Salud Pública. Debajo de él, la Dirección de Asistencia Integral tiene otro incomparable objetivo: intervenir, desmantelar y disolver toda la obra de la Fundación Eva Perón. Es la Asistente Social Marta Ezcurra, fundadora de la juventud de la Acción Católica en 1931.

Marta Ezcurra ordena el día 23 de septiembre la ocupación militar de cada una de las Escuelas Hogar. Su política de shock es muy clara: retirar y destruir todos los símbolos del gobierno. Con los niños como mudos testigos, en cada uno de los patios, el fuego hace arder pilas de frazadas, sábanas, colchones, pelotas y juguetes diversos con el logo de la FEP, que los valientes soldados previamente han arrancado de sus camitas y dormitorios. Los bustos de Eva son decapitados.

Dispone la intervención inmediata de cada uno de los institutos el día 24 de septiembre. Convoca para ello, a los miembros de los “comandos civiles” (Acción Católica Argentina) quienes de inmediato comienzan a realizar la depuración de adictos a la “tiranía”. En medio de un odio demencial, ordena el desalojo inmediato de todos los niños y niñas internados en la Clínica de Recuperación Infantil Termas de Reyes, en Jujuy. La transforma en un casino para la oligarquía.

Manda tirar al río Mendoza, toda la vajilla y cristalería (importada de Finlandia y Checoslovaquia) con la que han comido los “cabecitas negras” en las unidades turísticotermales de alta montaña de Puente del Inca y Las Cuevas. Manda destruir todos los frascos de los Bancos de Sangre de los Hospitales de la Fundación porque contenían sangre “peronista”. Manda secuestrar todos los pulmotores porque tienen placas metálicas con las palabras “Fundación Eva Perón”. Ordena el asalto militar contra la Escuela de Enfermeras, y dispone su cierre definitivo.

Determina la confiscación de todos los muebles de los hospitales, hogares para niños, hogares escuelas y hogares de tránsito por ser demasiado lujosos para los ahora sin privilegios, se los llevan a sus casas los “comandos civiles”. Los camiones del ejército llegan a los edificios y depósitos de la Fundación y parten llenos. Dispone la desactivación absoluta de todos los programas de turismo social por ser “un peligroso ejemplo de demagogia populista y antidemocrática” en las Colonias de Vacaciones de Córdoba, Mar del Plata y Buenos Aires. Decide el cierre definitivo de las casi 200 proveedurías de alimentos de primera necesidad, la clausura del Plan Agrario, el Plan de Trabajo Rural y los Talleres Rodantes. Resuelve la intervención de los Hogares de Ancianos y el cierre de los Hogares de Tránsito. A pedido del Coronel Ernesto Alfredo Rottger -su Jefe y Ministro- ordena que sean expulsados a la calle todos los estudiantes de la Ciudad Estudiantil “Presidente Juan Perón”. El Coronel la necesita como centro de detención para encerrar a todos los miembros del gobierno constitucional detenidos. Allí caen las flamantes diputadas, las primorosas enfermeras, las militantes de los cien barrios porteños…

Cuando los interventores envían los primeros informes de las Escuelas Hogar, Marta Ezcurra descubre con escándalo que “la atención de los menores era suntuosa incluso, excesiva, y nada ajustada a las normas de sobriedad republicana que convenía para la formación austera de los niños. Aves y pescado se incluían en los variados menús diarios. Y en cuanto a vestuario era renovado cada seis meses”. (En San Juan un niño pobre comía 100 gramos de carne por día y 6 cucharadas de leche. En Jujuy, -por año- un niño comía 43 kilos de carne, en La Rioja 27, en Catamarca 26, y en Santiago del Estero tan sólo 19,6 Kilos), en las Escuelas Hogar Eva Perón, los niños comían carne todos los días. Marta Ezcurra cambiará el menú y el nombre de todas esas escuelas.

“Queda prohibida en todo el territorio de la Nación: las imágenes, símbolos, signos, expresiones significativas, doctrinas artículos y obras artísticas, la utilización de la fotografía retrato o escultura, el escudo y la bandera peronista, el nombre propio del presidente depuesto, el de sus parientes, dichos objetos ofenden el sentimiento democrático del pueblo Argentino y constituyen para éste una afrenta que es imprescindible borrar” (Decreto-ley 4161/56).

Ya todo es ausencia. La “violencia evangélica” ha destruido el mejor de los sueños de aquella niña que un siete de mayo se echó a andar por la vida buscando incendiar al pueblo con el fuego de su corazón.

Fuente: revistaelabasto.com.ar