El miedo

Crónicas carcelarias

Por Ramiro Ross

¡¡¡Claro que hemos sentido temores estando encerrados y dependiendo de los humores de esos energúmenos con uniformes!!!, pero no es de los temores nuestros de los que quiero hablar. Es necesario verlos actuar para conocer los miedos que sienten ellos cuando vienen por los pasillos con los garrotes golpeando las rejas como una jauría humana, gritando para darse ánimo. Porque a pesar de ser ellos los que tienen las llaves de los cerrojos y las armas listas para disparar si llegara el caso, son cobardes por definición, entran al pabellón en grupos numerosos y necesitan de las arengas que les gritan sus superiores, que también están asustados, porque lo de ellos es golpear a los que no pueden defenderse y necesitan ellos ser varios y el detenido golpeado uno solo.

Al haber requisa, saben que puede pasar cualquier cosa, que un detenido pierda los estribos y se les vaya encima y se traben en lucha despareja, sin importarle que después irá a parar al ‘buzón’ de aislamiento por días o semanas, entonces el guardiacárcel, para ocultar sus miedos que se le nota en los ojos enrojecidos, rompe todo lo que encuentra a su paso, paquetes de yerba, azúcar, jabones, ropa, y no lo hace para buscar armas o drogas, aunque ese sea su discurso. Lo hace para ocultar su miedo. Tal vez piensa que algún día se puede cruzar en la calle con ese preso, ya sin uniforme y sin el grupo que lo acompaña y esa posibilidad lo aterra, porque se sabe cobarde.

Ver sus narices palpitantes como si fueran ellos los apaleados es conmovedor, no es casual que cuando nos acorralan en los pasillos, lo primero que nos dicen es que no los miremos, no quieren que leamos en sus ojos el miedo. No es casual tampoco que en general no invaden el lugar de los presos, si van a entrar en la celda, primero nos hacen salir al pasillo y recién después entran.

Muchas veces sucedió que durante una requisa se llevaban a un detenido, aprovechando que en el medio del escándalo entre gritos y golpes nadie se daba cuenta y nunca más lo veíamos, lo que hacia mas siniestra la requisa.

Cuando todo terminaba volvíamos cada uno a la celda, a juntar los pocas cosas que podíamos salvar de los destrozos. Desde alguna parte un compañero nos iba nombrando uno a uno para saber si faltaba algún compañero, saber que no faltaba nadie, nos daba un poco de la tranquilidad que habíamos perdido.

Abril 2019

Blog del autor: http://lamuralladeramiroross.blogspot.com