La educación de Larreta en la pandemia
Entre el cinismo y el desprecio
Por Bárbara Orbuch *
Larreta y la escuela pública
Así como Larreta intentó arremeter con un ajuste sideral en salud para reducir su capacidad en un quinto en los Hospitales Públicos que hoy son los que salvan la dignidad del sistema que él mismo quiso destruir con sus políticas.
El desborde por el pico de casos de coronavirus en los barrios populares, villas y paradores. La indignación que generan las muertes evitables, la desidia del gobierno de la ciudad en la provisión de insumos y servicios básicos en la segregación de apartar a nuestros compatriotas de los espacios y bienes compartidos, el descaro de los barbijos con sobreprecio y la incipiente y encubierta apertura de la economía para seguir representando la encarnadura de clase que lo caracteriza, la gestión de Larreta hace aguas en la cartera educativa.
La desinversión y el ajuste educativo que se viene disfrazando de marketing vacío , muestra su cara real durante la pandemia, dejando en evidencia la total inequidad en el sistema , abonada por una gestión sin alma, que detesta la escuela pública y sus entramados de solidaridad social.
La Escuela Pública tampoco lo quiere a Larreta. La comunidades educativas, las cooperadoras y las familias que son parte y columna vertebral de ella, vienen luchando incesamente en la calle y en la construcción colectiva sin pausa contra sus políticas en materia de educación, en varios frentes, a pesar del blindaje mediático que ha tenido Larreta y la edulcorada imagen contemporizadora de ser aliado del gobierno de Fernández. Uno de ellos es el judicial, a través de amparos contra los traslados impuestos sin lógicas con el telón de fondo de los negocios inmobiliarios, la existencia de miles de niñxs y jóvenes sin vacantes todos los años, el incumplimientos de las leyes de la ciudad y de la nación en contra del derecho al acceso a la educación, que se traducen en un escaso o nulo respeto hacia los derechos de los niños niñas y adolescentes.
No nos une el amor sino el espanto de una ciudad que se abrazó a la mirada neoliberal aspiracional de emprendedores y meritócratas, encadenada a las falacias de los medios concentrados y a las mentiras que hoy se desnudan en el acontecer de la pandemia.
Todo aquello se está derrumbando al ritmo del crack económico y social que muestra al descubierto la verdad de ciudad más rica y que menos invierte en salud y en educación.
La pauperización social de los ciudadanos de Buenos Aires es conmovedora y atípica para sus ingresos y PBI per cápita, y solamente puede comprenderse en términos del espiral de destrucción, el acecentamiento del endeudamiento publico y el desfalco exponencial que ha protagonizado en la misma línea del gobierno de su líder nacional en el gobierno pasado.
El estrepitoso fracaso de la inscripción «on line» las trabas administrativas en la admisión de las becas estudiantiles, hoy están haciendo estragos en este extraño tránsito educativo que se extiende durante el aislamiento y la pandemia y afecta a miles de estudiantes y sus familias.
La canasta alimentaria. Una ignominia para las familias de la escuela pública
En este contexto de emergencia, Larreta escatima aportar una adecuada nutrición a nuestros chicxs, empujado a cuentagotas y a regañadientes por amparos judiciales de la oposición (especialmente de legisladores de la izquierda en la ciudad) que aún no logra dar un cauce exitoso para paliar la realidad del hambre que se incrementa día a día. El recorte de las viandas y el ajuste bajo diversas modalidades «de sacarle el pan a les pibes» ya se habían puesto en marcha.
El desprecio por el pueblo es una marca registrada de «Juntos por el Cambio» así lo vivencian e interpretan hoy más que nunca los estudiantes y docentes de escuelas públicas de la ciudad, que vienen sufriendo los embates de las mentiras y atropellos de la gestión, junto a su habitual falta de empatía y solidaridad.
El empleo de la discrecionalidad en la concesión de las becas, sesgada mediante selecciones particulares y diferenciales en las nominación de los adjudicatarios, resulta ser vergonzoso, más aún en la coyuntura actual de verdadera emergencia social e inseguridad alimentaria, donde el nexo más próximo e inmediato con el Estado es la Escuela, en virtud del cual emerge la posibilidad de constituirse en soporte y sostén para dar respuesta de las necesidades básicas.
El proceso de la entrega de la «canasta alimentaria» se convierte en pesadilla para muchas familias que se vuelven en ocasiones con las manos vacías a causa de deficiencias, insuficiencias y/o diferenciaciones inconducentes e injustas, según las cantidades recortadas, el tipo de jornada de la vacante y excluyendo de la entrega a quienes no llegaron a completar las becas cuyos plazos aún estaban abiertos cuando comenzó la pandemia del COVID 19.
La constante: dejar sin opciones a quienes más lo necesitan, diezmando sus posibilidades de supervivencia. ..Es que para el darwinismo social de «Cambiemos» su accionar está justificado por las bases de su pensamiento.
En lugar de ser universal y directa, la asistencia alimentaria es mezquina y reticente generando escenas de una total y absoluta ignominia para las familias de la Escuela Pública dejando a miles en una situación de desamparo.
Numerosas comunidades educativas se organizan autogestivamente para dar respuesta a la inacción y la inoperancia de la gestión.
La educación no es «un servicio», aunque sí lo son los que operan en contra de los derechos constitucionales que asisten a nuestros jóvenes y amparan a los docentes, los colaboracionistas de una gestión que desestima estructuralmente la igualdad y la equidad.
Desigualdad digital en la pandemia. Las consecuencias de una política definida
La discontinuidad deliberada del PLAN CONECTAR IGUALDAD, dejó a miles de estudiantes y docentes sin recursos para desarrollar actividades escolares durante la pandemia.
La inequidad empieza por casa, para la gestión educativa de la ministra de Educación de la ciudad, Soledad Acuña. En términos de Conectividad y la disponibilidad de dispositivos para sostener la referencialidad de la escuela, fueron desmontados con el advenimiento de «La secundaria del Futuro» un programa con dispositivos escasos y compartidos en una mesa rodante que desfila por las aulas, mudándose a una cosmovisión contraria a favorecer a lxs estudiantes. Según la visión ideológica de la runfla gobernante esto es demagógico y sería como «darle pescado a quien se le debería enseñar a pescar»… Lo cierto es que se desbarató un piso mínimo de coordenadas que permitirían avanzar hoy en el acompañamiento a miles de estudiantes y asistir a miles de docentes en condiciones basales para desempeñar cualquier tipo de intercambio que hoy sería necesario. Inclusive algunos actores sociales hacia adentro de las escuelas ignoran, desestiman y/o gozan de esta realidad, que deja con la ñata contra el vidrio a miles de estudiantes y ponen a docentes en jaque, manteniendo posturas hipócritas o complacientes con el «como si» de la gestión.
Pero esta inequidad es producto de una decisión política. Dar de baja el » Plan Conectar –Igualdad» para implantar su «Secundaria del futuro»; una muestra de desigualdad franca en escala menor, basado en el proceso de segmentación y distinción de aulas para asentar las diferencias en el seno mismo de la escuela, generando espacios no igualitarios hacia adentro de los espacios escolares, muestra hoy hacia donde no hay que ir; lo que significa una política errada y equivocada en sus propósitos de incluir a nuestros estudiantes, que dejan hoy entrever una encrucijada difícil de resolver y a miles de jóvenes y docentes excluidos de la continuidad pedagógica.
La idiosincrasia de la apuesta de Larreta fue justamente esa: «que ningún estudiante disponga de una computadora en su casa» Su propuesta de que las mismas fuesen escasas, compartidas y quedaran en el edificio de la escuela hasta días antes de la pandemia, contribuyen y colaboran a la realidad actual de disparidad e inequidad.
Por otra parte, el índice real de falta de conectividad es muy alto, ya que por las condiciones sociales y económicas que ya venían desarrollando y a las que llevó su gobierno y que se precipitaron aun más abruptamente por la pandemia, hacen imposible dicha continuidad, con el pago de abonos onerosos facturados y aumentados por las empresas privadas de telefonía y medios concentrados y son impagables para grandes sectores de la población en un período de ganancias extraordinarias para sus arcas, con clientes –rehenes de sus comportamientos abusivos.
Aquí se conjuga un dilema inexpugnable: Clientes, usuarios o ciudadanos con derecho a la educación ?
La falacia de «las mismas oportunidades y el mismo punto de partida para todos»
Como muchas realidades naturalizadas, la pandemia desnuda una realidad inexpugnable: No todos están en las mismas condiciones de estudiar ni poseen los mismos puntos de partida.
Esta es una oportunidad histórica para resignificar qué tipo de Escuela Pública queremos en el futuro.
– Quién asegura el cumplimiento del derecho a la educación que asiste a estudiantes y docentes?
– Cómo se garantiza la inclusión educativa ?
– Se puede continuar simulando idénticas condiciones de los estudiantes?
– Podemos seguir en un tren, donde muchos de nuestros estudiantes quedaron abajo desde la primera estación y muchos otros irán descendiendo del mismo en las estaciones venideras ?
El trabajo docente en la ciudad hoy
Docentes en riesgo y apoteosis del paradigma neoliberal.
La tarea docente en la ciudad está también signada por esa anhelada visión de empresa privada que caracteriza a la modalidad de gestionar, pero en este caso a expensas del salario docente como variable de ajuste, donde los docentes ofrecen sus recursos para el discurrir sin sobresaltos en la nueva mecánica laboral de «hacer escuela en estas nuevas circunstancias» y deben subsumirse a los mandatos ministeriales que contradicen las normativas y las lógicas de cuidado que se pregonan a nivel nacional.
Asimismo, en la dinámicas de funcionamiento escolar en la no- presencialidad impera todo tipo de iatrogenia laboral: ante la emergencia y la falta de legislación en un proceso inédito y extraordinario, se da pie frecuentemente a la reedición de las dialécticas del amo y del esclavo, se potencian los abusos de poder y se observa la total modificación de la temporalidad en el desarrollo del trabajo, siendo la disponibilidad a tiempo completo de la fuerza laboral sin ningún tipo de compensación salarial, una constante peligrosa en términos de convertirse en un laboratorio neoliberal tardío para una reacomodación y reestructuración que vaya en detrimento de las conquistas laborales adquiridas.
La realidad emocional de los trabajadores docentes es un capítulo aparte: Luchan entre la impotencia, la sobreexigencia, la sobreadaptación, la sobrecarga y el desconcierto.
En el caso de las trabajadoras docentes con hijos en edad escolar, la sobrecarga es aún mayor y múltiple a la hora de conjugar el desarrollo de cuidados hacia los más pequeños, el acompañamiento escolar y la yuxtaposición del tiempo y el espacio doméstico y laboral. Igualmente en el caso de asistencia a poblaciónes de riesgo. La realidad de las mujeres es una vez más no reconocida y está siendo invisibilizada.
Por otra parte, por su sesgo ideológico, el/la docente es identificado como bastión del trabajo asalariado público, azuzado y acusado de las peores cosas, ya que sobre ella/él rige la sospecha permanente de la inacción o el usufructo y esto se traduce en prácticas de control veladas o manifiestas, como la mostración de resultados permanentes que deben esgrimir a través de tests, formularios, planillas, todo el incremento de la burocracia educativa sobremagnificada durante la pandemia como contrapartida extra para percibir su salario, que persiguen tras de sí arribar al agobio, el malestar, el hartazgo y /o la dimisión del trabajador para conseguir mayores resultados reclamados por las políticas neoliberales: lograr achicar o ajustar el gasto público y generar el vaciamiento del sistema educativo desde adentro.
Esto no es educación a distancia
Nunca de reemplazará al docente por un facilitador
Las plataformas educativas no representan en sí mismas actos educativos
La educación a distancia posee reglas propias, también mecanismos en términos de propuesta esclarecida desde el vamos, la anticipación, la planificación, una direccionalidad definida a demanda y en general dirigida a segmentos etáreos y de nivel educativo bien definidos.
En los niveles inicial, primario y secundario en el contexto pandémico de emergencia, no debe confundirse la educación a distancia, como modalidad definida con el actual «hacemos todo lo que podemos para sostener la escolarización» Tanto niñxs como adolescentes en tanto sujetos en formación, requieren la necesariedad inexorable de la vincularidad, de la referencia directa y disponible de sujetos educadores en una escena espacio temporal-.compartida dotada además de la presencia de todxs sus pares unidos en la grupalidad y donde la corporalidad y la materialidad de la acción educativa en acto son indispensables.
Ninguna plataforma educativa reemplazará a la construcción y el andamiaje existencial que se edifica en la relación docente-estudiante y ninguna virtualidad podrá sustituir la materialidad donde se encarna la práctica social escolar.
La coyuntura inestable pone de manifiesto la existencia de la anarquía en términos educativos sumado a la exclusión de una gran porción de estudiantes, se sigue hacia adelante con los de mayor capital simbólico y familiar, con los más privilegiados en la pirámide con los que aún no se derrumbaron y cada docente echa mano a los recursos que puede o de los que dispone, todos diferentes, con distintas lógicas y con grandes dificultades institucionales para viabilizar una mirada unificada. Lo cierto es que lxs docentes desplegaron en este tiempo una microfísica de su propio quehacer con las herramientas individuales de cada cual generando sus propios contenidos, adaptándose a nuevos formatos desconocidos para los cuales no fueron capacitado en tiempo y forma.
Toda una maquinaria de la práctica docente situada en «la incertidumbre» la línea patognomónica de Esteban Bullrich como idea directriz de las políticas educativas, está siendo desplegada en la ciudad, bajo el mandato ministerial que contradice idiosincráticamente las normativas dictadas y afines a una política de cuidados en el nivel nacional.
Desde las universidades, lugares privilegiados para el saber y la reflexión, algunos especialistas en las unidades dedicadas a las didácticas, en lugar de realizar apuestas nuevas o establecer coordenadas instituyentes en las prácticas docentes, en esta ruptura de la lógica escolar precipitada por la pandemia, proporcionan glosarios de herramientas digitales, listados de programas ad –hoc, que la mayoría no podrán utilizar por las políticas descriptas anteriormente. Estas intervenciones y pronunciamientos, tiene por objeto reforzar el status quo, aumentar la productividad y contribuir al reforzamiento de la exclusión. Aquí también se refleja una política educativa. Lejos de comprender este particular momento histórico como ocasión para replantear y redefinir las prácticas escolares inmersas en una nueva realidad social, se legitiman así, las prácticas instituidas y sus mismas fórmulas.
El imperativo categórico del tiempo y el espacio en la escuela es imbatible. Pero hay quienes reniegan de esta realidad, quienes la recusan a diario y también quienes trabajan denodadamente en la dirección opuesta a las decisiones de preservar la salud de la población en una jerarquía de prioridades inédita, que expone y desnuda los intereses de cada sector de poder en juego.
La Educación Pública, no debe ser un patrimonio, ni un privilegio ni una mercancía que se disputen en un mercado de bienes y servicios. La búsqueda de la equidad y la igualdad educativas deben ser premisas fundamentales en tiempos pandémicos y después, pensando en un futuro próximo donde ya no reine el cinismo ni el desprecio, tampoco la pasión por la incertidumbre donde solo unos pocos se apropien de las certezas…
En tiempos futuros donde la ética de la Responsabilidad y la solidaridad desembarquen y se fortifiquen visiones de dignidad y equidad compartidas, habrá educación inclusiva …
Dejará sin dudas de ser, una ciudad de pobre corazones…
* Psicoanalista. Docente.