«La respuesta de Occidente a Ucrania y Palestina muestra la aplicación selectiva de los derechos humanos»

«2022 fue el peor año de la historia de la ocupación y la situación va camino de deteriorarse aún más», dice el director y fundador del Centro Palestino para los Derechos Humanos.

Entrevista a Raji Sourani, director del Centro Palestino para los Derechos Humanos.

Por Javier Biosca Azcoiti

Imagen: Clara Rodríguez / elDiario.es

En 1979, recién graduado de Derecho, Raji Sourani, nacido en Gaza en 1953, fue encarcelado durante tres años por las autoridades israelíes. «Es kafkiano, pero fueron de los mejores años de mi vida», dice mientras se lleva la taza de café hirviendo a la boca. «Aprendí en mi propia piel lo que significa la tortura, la represión psicológica, la relación sucia entre el servicio secreto y la policía, las tramas entre la Fiscalía y los jueces, cómo funcionan los interrogatorios y el sistema legal militar… Fue muy revelador».

Además de vivir las condiciones desde dentro y conocer a cientos de presos durante su encierro, Sourani estudió hebreo y se aprendió de memoria los decretos militares israelíes y los Convenios de Ginebra [normas internacionales sobre el trato humanitario en conflictos armados]. «Era tiempo de pensar y reflexionar», dice. «Eso me arrastró a este trabajo y me enseñó a no rendirme». Desde entonces lleva más de 40 años luchando por los derechos humanos y contra la ocupación. En el 95 fundó el Centro Palestino para los Derechos Humanos, que actualmente preside. Sourani ha pasado esta semana por Madrid tras ser galardonado con el premio internacional de la Asociación Pro Derechos Humanos de España.

En todos estos años, Sourani ha sido detenido en otras cinco ocasiones, siempre por períodos más cortos y a manos tanto de Israel como de la Autoridad Palestina. «Fui el primer prisionero político de Yasser Arafat [histórico líder palestino]», cuenta con cierto orgullo recordando sus críticas a la «formación de los tribunales de seguridad estatal, las detenciones masivas y las restricciones a la libertad de expresión y reunión».

¿Cómo definiría la situación actual en los territorios palestinos ocupados en términos de derechos humanos?

2022 fue el peor año de la historia de la ocupación. Nunca una situación fue tan fea, mala, triste y sangrienta como en 2022. Y claramente esta situación va camino de deteriorarse aún más y a sufrir un mayor derramamiento de sangre, especialmente después de la llegada al poder del nuevo Gobierno israelí racista. No reconocen la existencia del otro e incluso piden desplazamientos masivos de población.

Se trata de uno de los gobiernos más extremistas de la historia de Israel, ¿cómo ha influido eso en su trabajo de derechos humanos?

Desgraciadamente, nuestro negocio está floreciendo. Seremos testigos de más y más crímenes contra la humanidad y persecuciones contra el pueblo palestino. Esto ya ha empezado. Lo que ha ocurrido en Nablus, Jericó y Huwara es un ejemplo muy claro. Cuando un ministro dice que le encantaría ver Huwara borrado del mapa y que dejara de existir, es un mensaje osado. Cuando el Departamento de Estado de EEUU y el asesor de Seguridad Nacional dicen que el ejército israelí es cómplice en permitir los ataques de los colonos contra los palestinos, matando, hiriendo y destruyendo sus casas, eso demuestra hasta dónde han llegado las cosas. En los próximos días, semanas y meses seremos testigos de más incidentes.

Este Gobierno israelí, como los anteriores, sabe que nadie les hará rendir cuentas y que nadie les criticará. Incluso con algunas críticas, pueden seguir adelante. Por eso, incluso en la Asamblea General de la ONU el embajador israelí dice que no son una fuerza de ocupación porque uno no puede ocupar su propia tierra.

Hablando de la respuesta internacional, usted ha comparado la reacción a la invasión y ocupación de Ucrania con la situación en Palestina.

Realmente no lo comparo y cada caso tiene lo suyo, pero en Ucrania hay dos pilares principales desde el punto de vista jurídico: la invasión y la ocupación por parte de las fuerzas rusas. Por eso la comunidad internacional, incluyendo Europa y EEUU, están contra la ocupación y afirman que los ucranianos tienen el derecho de autodeterminación y el derecho de resistencia. Por eso sienten la obligación de darles apoyo militar y económico.

¿Por qué ocurre esto en Ucrania y nadie habla de eso en Palestina? Es kafkiano. Esto ha sido un hito que muestra cómo Europa y EEUU politizan y aplican selectivamente el derecho internacional y los derechos humanos.

¿Por qué cree que ocurre eso?

Porque quieren que seamos buenas víctimas y porque aman y apoyan a Israel. Es una vergüenza. No digo que no amen y no apoyen a Israel, pero que no les permitan cometer estos crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Es un conflicto muy prolongado. Han pasado 75 años desde la Nakba e Israel lo sigue haciendo de forma sistemática. El ejército israelí ha lanzado seis guerras, Gaza lleva bloqueada 17 años en un crimen de persecución, los asentamientos y sus carreteras que no dejan ningún espacio para un futuro Estado palestino, el apartheid, la carnicería del ejército israelí… Y nunca jamás, con todo ello bien documentado, Israel ha tenido que rendir cuentas.

La comunidad internacional simplemente guarda silencio. ¿Por qué los siguen tratando así? No hablamos solo de ocupación, sino de una ocupación prolongada, beligerante y criminal que comete a diario crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad.

Estoy seguro de que con estas políticas, lo peor está por venir y por eso advertimos: no guardéis silencio, no mantengáis la inmunidad jurídica y política para Israel. Si continuáis con esta política, les estaréis alentando, seréis cómplices y formaréis parte de ello. Todo lo que necesitamos es la aplicación del derecho internacional.

¿Espera algo de la investigación de la Corte Penal Internacional abierta en 2021?

Europa, especialmente Reino Unido y Alemania, está ejerciendo mucha presión contra el fiscal de la Corte Penal Internacional y contra el procedimiento de la investigación. Durante los últimos dos años, desde que Karim Khan asumió el cargo de fiscal del tribunal, no ha avanzado nada. Está paralizada. Hay un peligro real en la politización y selectividad del comportamiento de la Corte Penal Internacional.

Casi dos décadas después de fundar el Centro Palestino para los Derechos Humanos la situación de la ocupación, como ha afirmado, es de las peores ¿Por qué considera importante el activismo por los derechos humanos?

No hay nada más importante que la dignidad y la justicia. En eso consiste toda la humanidad y ese es el verdadero respeto de los seres humanos. Representamos a las víctimas de una ocupación beligerante. Estas víctimas tienen dolor y sufrimiento. Perdieron sus tierras y a sus seres queridos e invertimos todo lo que podemos para traer algo de justicia y dignidad para ellos.

Hacemos todo lo posible para que aquellos que cometieron crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y persecución contra este pueblo rindan cuentas. Y como somos leales a eso, no tenemos derecho a rendirnos. No podemos rendirnos.

Si te rindes, estás recompensando al criminal. Tenemos que ser resistentes, fuertes, revolucionarios románticos, creer en la justicia, creer en el derecho internacional y creer que un día venceremos. Es parte de nuestra humanidad mantener esa lucha.

¿Qué le da fuerzas para seguir luchando incluso cuando no ve los resultados?

Defendemos una causa justa. Sabemos que estamos en el lado correcto de la historia y gozamos de un optimismo muy estratégico. Sabemos que el mañana será nuestro y nunca jamás traicionaré a las víctimas a las que represento. Muchas veces he pensado que estoy cansado, agotado, que las cosas son muy difíciles…pero si no hacemos rendir cuentas a esta gente, lo harán una y otra vez.

No tenemos ventaja en este conflicto e Israel es mucho más fuerte que nosotros política y militarmente, pero tenemos superioridad moral y legal. Esa es nuestra fuerza. Además, sabemos que no estamos solos. Sabemos que personas libres y comprometidas de todo el mundo apoyan nuestra lucha y la justicia.

¿Cómo ha sido vivir en Gaza desde el bloqueo?

Gaza no es el lugar más bonito del mundo, pero es donde está mi fe, mi destino y mis raíces. Pertenezco a una familia que lleva siete siglos viviendo en esa parte del mundo y estoy orgulloso de ello. Hemos estado allí desde siempre y estaremos allí para siempre. La última lección de la Nakba es que no nos iremos. No vamos a ser buenas víctimas para nadie y un día esta ocupación terminará. No puede durar para siempre.

Israel es mucho más fuerte que nosotros política y militarmente, pero nosotros tenemos superioridad moral y legal. Esa es nuestra fuerza

¿Qué opina del historial de derechos humanos de la Autoridad Palestina?

Trabajamos por los derechos humanos en relación al Gobierno de Israel y al de la Autoridad Palestina desde 1993. Trabajamos contra la ocupación israelí beligerante como si no existiera la Autoridad Palestina. Nos dedicamos a eso plenamente y soñamos con no ser un país árabe estereotipado. Seremos diferentes, seremos únicos. Hemos sufrido, hemos sido víctimas, se nos han negado muchas libertades y queremos tener un país con Estado de derecho, democracia y derechos humanos.

Ahí es donde realmente radica nuestra lucha y por eso fui el primer preso político con [Yasir] Arafat porque critiqué, poco después de su llegada, la formación de los tribunales de seguridad del Estado, las detenciones masivas y las restricciones a la libertad de expresión y de reunión. A día de hoy, aproximadamente el 40-45% de nuestro trabajo va a críticas contra Hamás y la Autoridad Palestina.

Todo el mundo se enfada con nosotros por esas críticas, pero también tenemos un diálogo con ellos. Necesitamos un diálogo constructivo para tener una Palestina democrática. Si los israelíes, la Autoridad Palestina y Hamás nos amasen, algo estaríamos haciendo mal.

Tenemos las agallas, la responsabilidad y la visión de hacer lo que tenemos que hacer sin mezclar las cosas entre la ocupación y otros elementos. Nos ocupamos de la agenda palestina de una manera bastante responsable: criticamos la falta de independencia del poder judicial, la pena de muerte, la [falta de] elecciones, entre otras cosas.

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