¿Qué es el capitalismo?
Por Rolando Astarita
(Fragmento del libro ¿Qué es el capitalismo?, de Rolando Astarita, puede leerse el libro completo en línea en el blog de Astarita o descargarse en formato pdf a su PC.)
- Introducción
Hace muchos años un defensor del sistema capitalista, un señor llamado Mandeville, escribió un libro que en su momento fue famoso, La fábula de las abejas. Ahí sostenía que “…para contentar al pueblo aun en su mísera situación, es necesario que la gran mayoría siga siendo tan ignorante como pobre”. Mandeville pensaba que el conocimiento por parte del pueblo era peligroso porque “amplía y multiplica nuestros deseos, y cuanto menos desea un hombre tanto más fácilmente pueden satisfacerse sus necesidades”.[1] Y mucha gente sigue pensando así; de hecho, incluso, hace poco en el diario La Nación, de amplia circulación entre la clase pudiente, apareció un largo artículo, lleno de elogios a Mandeville y su La fábula de las abejas.
Pues bien, el objetivo de este pequeño escrito es hacer exactamente lo opuesto de lo que quería Mandeville. O sea, vamos a explicar, de la manera más sencilla posible, qué es el sistema capitalista, por qué es un sistema que produce concentración de la riqueza, por un lado, y al mismo tiempo genera miseria, desocupación, y trabajos mal pagos y agotadores. Queremos ayudar a ubicar en una perspectiva amplia las luchas sociales que el pueblo emprende diariamente. O sea, que los trabajadores, los desocupados, conozcan por qué el actual sistema económico podría cambiarse, y la sociedad podría organizarse de manera que millones de personas no tengan que estar en una situación mísera. Que se conozca por qué tenemos el derecho de conocer para “ampliar y multiplicar nuestros deseos”, y para que algún día tengamos un mundo libre de miserias y privaciones.
Empecemos explicando las clases sociales.
- Las dos grandes clases sociales
El sistema capitalista se caracteriza, en primer lugar, por el hecho de que las fábricas, los campos, los bancos, los comercios, es decir, los medios para producir, comerciar y para el intercambio, son propiedad privada de un grupo social, los capitalistas. Frente a ellos se encuentra una inmensa mayoría de personas que no son propietarias de ningún medio para producir, y deben trabajar para los capitalistas por un salario. Son los obreros.
Ser obrero o capitalista no es algo que podamos elegir a voluntad, porque está determinado por la forma en que está organizada la sociedad. Para comprender este importante punto, supongamos dos niños, uno hijo de obreros, el otro de empresarios. El primero, cuando llegue a adulto, a lo sumo tendrá como herencia la casa de sus padres; con eso no podrá para mantenerse, y deberá hacer lo mismo que hicieron sus padres: contratarse como empleado u obrero. Es decir, pertenece a la clase obrera desde su nacimiento, a la clase que no es propietaria de los medios para producir. Es una situación que no elige, porque la conformación de la sociedad lo destina a ese lugar. El segundo, en cambio, cuando llegue a adulto va a heredar la empresa de sus padres, y estará destinado «socialmente» a ser empresario. Como vemos, cada uno de estos niños pertenecerá a grupos sociales distintos. ¿Qué los distingue? El hecho de que uno de esos grupos es propietario de los medios de producción, el otro no lo es. Los que no son propietarios están obligados a trabajar bajo el mando de los que son propietarios.
A los grupos de personas que se distinguen por la propiedad o no propiedad de los medios de producción, se los llama CLASES SOCIALES. La clase capitalista es la clase o grupo de gente propietaria de los medios de producción. La clase obrera es el grupo que no es propietario de los medios de producción y debe trabajar por un salario, bajo el mando de los capitalistas. Un obrero puede ganar más o menos dinero, pero mientras no sea propietario de las herramientas y máquinas con las que trabaja, y esté obligado a emplearse por un salario bajo las órdenes del empresario, seguirá perteneciendo a la clase obrera.
En esta sociedad existen dos grandes clases sociales, los propietarios de los medios de producción, que emplean obreros; y los no propietarios de los medios de producción, que trabajan como asalariados para los primeros.
Entre estas dos grandes clases sociales existe otra clase, que llamaremos la pequeña burguesía. Este grupo ocupa una posición intermedia entre la clase obrera y la clase capitalista, porque por lo general tienen una propiedad (por ejemplo, un taxi, un pequeño comercio, son profesionales independientes), pero no emplean obreros, y viven de su trabajo.
También existen otros sectores, que son más difíciles de clasificar; por ejemplo, los ladrones, los mendigos. Pero lo importante es que nos concentremos por ahora en las dos grandes clases, la capitalista y la obrera, para analizar qué relación existe entre ambas. Esta relación nos mostrará el secreto del funcionamiento de este sistema capitalista.
Antes de terminar este punto, queremos refutar una idea que tratan de inculcar, y que viene a decir que es «natural» que los seres humanos pertenezcan a clases diferentes. Según este argumento, pareciera que la naturaleza ha dispuesto que algunos vengan a este mundo siendo propietarios de los medios para producir y comerciar, y otros no. En el mismo sentido, se nos quiere hacer creer que hace muchos años, hubo un grupo de gente que ahorraba y trabajaba mucho, y otro que haraganeaba todo el día. Entonces, el primer grupo se hizo propietario, y a partir de allí sus hijos y todos sus descendientes ya no tuvieron que trabajar. Mientras que los del segundo grupo, los holgazanes, se vieron obligados a trabajar como empleados, y todos sus descendientes también, y ya no pudieron salir de esa situación.
Como se puede intuir, todos estos son cuentos para disimular el hecho de que esta sociedad está dividida en clases, que esta situación ha sido provocada por la evolución de la historia humana, y por lo tanto es modificable. Veamos ahora qué sucede cuando un obrero trabaja para el patrón.
- La explotación I: ¿qué es el valor?
Vamos a comenzar por una pregunta que está en la base de toda la economía: de dónde viene el precio de las cosas que compramos o vendemos. Aquí vamos a dar una explicación muy sencilla, que nos servirá para lo que sigue.
Cuando hablamos de precio, nos referimos al valor económico que tiene una mercancía. Por ejemplo, si un reloj tiene un precio muy alto, decimos que tiene mucho valor; de un producto de mala calidad, decimos que vale muy poco. Entonces, ¿Qué es lo que da valor a las cosas? ¿Por qué algunas tienen mucho valor (son caras) y otras no?
En el siglo XIX varios economistas llegaron a la conclusión de que lo que otorga valor a las mercancías (por lo menos, de todas las que se hacen con vistas a la venta) es el trabajo humano empleado para producirlas.
Por ejemplo, si un mueble tiene una madera muy pulida, si tiene muchas manos de barniz, es decir, si tiene muchas horas de trabajo invertidas en su fabricación, tendrá más valor que otra mesa mal terminada, mal pulida. Supongamos que en la primera se han empleado 20 horas de trabajo, y en la segunda 10 horas. La primera tendrá el doble de valor que la segunda y eso se manifestará en el precio: podemos suponer que la primera costará el doble de dinero que la segunda. Por ejemplo, si la primera vale 100 pesos y la segunda 50 pesos,[2] esa diferencia expresará que en la primera se empleó aproximadamente el doble de tiempo de trabajo para producirla.
La fuente de valor es el trabajo humano que se invierte en producir, en modificar materias tomadas de la naturaleza, para crear los bienes de uso que empleamos en nuestras vidas.
Entonces el valor es una cualidad, una propiedad, de los bienes que compramos o vendemos, que tiene algo así como dos «caras»: por un lado, es el tiempo de trabajo que se emplea para producir ese bien; ésta sería la cara oculta, la que no vemos a primera vista, cuando estamos en el mercado. Por otro lado, ese tiempo de trabajo se nos muestra en el precio, en el dinero que pagamos cuando lo compramos o que recibimos cuando lo vendemos; esta es la cara visible del valor, que hace que no nos demos cuenta de que, al comprar o vender cosas, estamos comprando o vendiendo tiempos de trabajo.
Por eso, cuando decimos que un bien (una mesa, una camisa, etc.) vale tanto dinero, estamos diciendo en el fondo que se empleó una cierta cantidad de trabajo para producirla. A pesar de que esto no aparece a la vista, los empresarios siempre están calculando los tiempos de trabajo empleados. Por ejemplo, los empresarios del acero calculan que en Argentina, para producir una tonelada de acero, hoy hacen falta 11 horas de trabajo, en Brasil 8 y en México 12. Estas diferencias pueden estar dadas por las diferentes técnicas, o por otros motivos.
Por supuesto, un trabajo más complejo, más difícil, agrega más valor. Daremos un ejemplo. Supongamos que un campesino leñador va a un bosque y corta un árbol, y lo transporta hasta el pueblo, donde vende la madera, y que toda esa operación le lleva 10 horas de trabajo; supongamos que en cada hora de trabajo los hacheros generan 5 pesos de valor. Por lo tanto, este campesino podrá vender la madera en 50 pesos (10 horas de trabajo x 5 pesos = 50 pesos). Pero quien compra ahora la madera es un artesano, tallador experto, que saca de ella un bonito adorno. Supongamos que este artesano emplea otras 10 horas de trabajo, pero esta vez, como su trabajo es más complejo, más difícil, en cada hora de trabajo agrega 15 pesos de valor, en lugar de los 5 que generaba el leñador. Por lo tanto, habrá sumado a la madera un valor de 150 pesos (10 horas de trabajo x 15 pesos = 150 pesos). El adorno, de conjunto, valdrá 200 pesos = 50 pesos (valor creado por el leñador) + 150 pesos (valor creado por el tallador). Estos 200 pesos representarán 10 horas de trabajo «simple», del leñador, y 10 horas de trabajo complejo, del artesano tallador. También podríamos reducir todo a horas de trabajo simple, por ejemplo, decir que los 200 pesos que vale el adorno representan 40 horas de un trabajo tan simple como el que realizó el leñador.
- La explotación II: ¿qué es el plusvalor?
Conociendo qué es el valor, podemos saber cómo surge la ganancia del empresario. Veamos qué sucede cuando el obrero trabaja en una fábrica por un salario.
Supongamos que en una empresa el obrero utiliza un telar, e hila algodón. El algodón que emplea diariamente para hacer el hilado tiene un valor de 100 pesos. Supongamos también que el obrero hace un trabajo simple, durante 10 horas, y crea un nuevo valor, de 50 pesos. Por otra parte, por el desgaste del telar, los gastos de luz, agua, y otros, hay que agregar otros 10 pesos de valor. La cuenta es:
100 pesos que vale el algodón que emplea
50 pesos que agrega el obrero con su trabajo diario de 10 horas
10 pesos de gastos del telar, y otros gastos
Total: 160 pesos que vale el hilado.
¿Dónde está la ganancia del dueño de la empresa? ¿De dónde puede salir? Esta era la gran pregunta que se hacían los economistas en el siglo pasado, y no acertaban a responder. La respuesta que dio Carlos Marx es la siguiente: el obrero agregó con su trabajo 50 pesos de valor al hilado. Pero el dueño de la empresa no le devuelve ese valor que produjo, porque sólo le paga de acuerdo a lo que necesita para mantenerse él y su familia, que será menos que los 50 pesos de valor que ha creado. Por ejemplo, si el obrero necesita -en promedio- 25 pesos por día para comer, vestirse, pagar el alquiler, mantener a sus hijos (aunque sea a nivel mínimo), el dueño de la empresa procurará pagarle sólo esos 25 pesos, que representan 5 horas de trabajo. De esta manera, el obrero habrá empleado 5 horas en producir un valor igual a su salario, de 25 pesos. Y otras 5 horas habrá trabajado gratis, produciendo un PLUSVALOR o PLUSVALÍA de 25 pesos, que se los apropia el capitalista.
En algunos casos los obreros, con sus luchas, consiguen aumentos, por ejemplo, llevar la paga a 27 pesos; en otros casos, el dueño de la empresa logrará bajar el salario, por ejemplo a 23 pesos. Pero siempre existirá ese plusvalor en favor del capital. Hagamos ahora las cuentas totales:
El dueño de la empresa invirtió: 100 pesos en comprar algodón; invirtió antes en las instalaciones y las máquinas, y esto se lo va cobrando poco a poco, cargando 10 pesos por día en sus costos[3]; además, pagó 25 pesos al obrero: Por lo tanto el costo del hilado para él es de 135 pesos. Pero como el obrero creó un nuevo valor «extra» por 25 pesos, podrá vender el hilado en 160 pesos. Le quedan 25 pesos de ganancia. Ahora, en cuentas:
100 pesos de algodón
10 pesos de desgastes de la máquina
25 pesos de salario del obrero
25 pesos de plusvalía
Total: 160 pesos
Observemos entonces que el capitalista le paga al obrero no de acuerdo al valor que produjo, sino de acuerdo al valor de los alimentos, de la ropa, de la vivienda, que necesita para vivir. Por eso Marx dice que el dueño de la empresa le paga al obrero el valor de su fuerza de trabajo. El valor de la fuerza de trabajo es el valor de la canasta de bienes que consume el obrero para vivir y reproducirse.
De esta manera el dueño de la empresa dispone de una forma de generar ganancias sin tener que trabajar; o a lo sumo, trabaja en la vigilancia de los trabajadores, en cuidar que éstos produzcan lo debido. Pero cuando es poderoso, contrata a los capataces y supervisores para esa tarea. A esto le llamamos explotación, porque el obrero produce más valor que el que recibe a cambio.
¿Por qué el capitalista pudo hacer esto? Recordemos lo básico: porque es el dueño de los medios de producción, es decir, de los medios para crear lo que necesitan los seres humanos para vivir. Sin herramientas, sin materias primas, sin dinero para mantenerse mientras produce, el obrero no puede vivir. Por eso está obligado a vender su fuerza de trabajo al empresario, y a producir plusvalía para éste. Recordemos lo que decíamos al comienzo: desde su cuna los obreros están destinados a ir a trabajar por un salario, porque no disponen de los medios para producir. Y si carecemos de herramientas y de las materias primas, si tampoco tenemos un pedazo de naturaleza para proveernos, es imposible alimentarnos, vestirnos, tener vivienda. Estar carente de propiedad es como estar encadenado al capital; el obrero es libre sólo en apariencia.
- ¿Qué es capital?
Ahora estamos en condiciones de definir qué es capital: es el dinero, los medios de producción, y las mercancías, que son propiedad de los empresarios y se utilizan en la extracción de plusvalía. Veamos esto con detenimiento.
Cuando el empresario decide invertir su dinero, ese dinero es la forma que toma su capital. Con ese dinero compra el algodón, el telar, el edificio de la fábrica; por lo tanto, en esta segunda etapa, su capital está compuesto por algodón, telar, edificio de la fábrica; o sea, el capital del empresario cambia de forma: antes era dinero, ahora se transformó en medios de producción.
Pero además, nuestro empresario contrata obreros, y por lo tanto una parte de su dinero se transforma en el trabajo humano que genera la plusvalía. Así, otra parte de su capital que tenía la forma dinero, ahora, mientras trabaja el obrero, se ha transformado en trabajo, que está creando valor.
Posteriormente, aparece el hilado terminado, que se destinará a la venta. Por consiguiente, ahora el capital tomó la forma de hilado, existe como hilado; nuevamente el capital cambió de forma. Por último, cuando el empresario vende el hilado, habrá obtenido dinero, es decir, su capital ha vuelto a la forma de dinero.
Si lo analizamos desde el punto de vista del valor, podemos ver que, por ejemplo, había un valor igual a 1.000 pesos, que estaba en billetes; luego ese valor se transformó en medios de producción (algodón, telar, etc.), y en trabajo de los obreros; al salir del proceso de producción, los 1.000 pesos de valor se habían transformado en hilado, y además se había engendrado una plusvalía, supongamos de otros 50 pesos. Por lo tanto, el valor originario, de 1000 pesos, se ha incrementado; decimos que el valor se ha valorizado, gracias al trabajo del obrero.
En vista de esto, podemos decir que el capital es valor en movimiento y transformación: primero aparece bajo la forma de dinero, luego de medios de producción y trabajo, luego de mercancía, y por último de nuevo como dinero. Capital es entonces valor que genera más valor sustentado por la explotación de los obreros. El telar es capital porque está dentro de este movimiento; lo mismo podemos decir del algodón, de la fábrica, o del dinero.
Observemos que si el capitalista comprara el algodón y el telar, y contratara al obrero para que le hiciera un hilado para su uso personal, el dinero gastado, el algodón, el telar o el trabajo no serían capital. En este caso, el capitalista probablemente estaría mejor vestido, pero no habría incrementado el valor del dinero que poseía; por el contrario, lo habría gastado. Sólo hay capital cuando se invierte con vistas a obtener una ganancia.
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06/02/22 elortiba