Una espiral destructiva se dirige hacia el colectivo docente

Por Bárbara Orbuch*

Imagen: Cuenta oficial de Ute-Ctera en Twitter

La nota publicada en La Nación, el día 06/07/18 : “Romper una espiral destructiva” cuya autoría pertenece a Guillermina Tiramonti, portavoz de la reforma denominada “Secundaria del Futuro” que se desarrolla en CABA, es una defensa a aquello que representa su sostén ideológico y paradójicamente, una espiral dirigida a desmontar y destruir las conquistas sindicales de los docentes y su edificio legal constituido: El estatuto docente.

Dicha reforma en el nivel medio, se comenzó a implementar este año de modo atropellado e inconsulto sobre un territorio de base fundado en la modificación de las condiciones laborales de los docentes, sin adecuación material a las condiciones mínimas de su desenvolvimiento.

El artículo de Tiramonti, deja deslizar y le otorga una plataforma de despegue a la arenga del recorte del gasto público en educación, desde el ya trillado pretexto de la falsa dicotomía entre lo viejo-lo nuevo y la idea existente en el inconsciente colectivo que ubica a la Educación como un problema social y a los docentes como los responsables principales de los fracasos en materia educativa.

Sería muy interesante escuchar las autocríticas de un gobierno que lleva ya 10 años de gestión en la ciudad; pensar qué grado de responsabilidad les cabe y cuáles han sido sus remedios para el gran mal de la educación en decadencia que ellos mismos exhiben en su lanza.

Ya nos tiene acostumbrados, la actual gestión a presentarse como moderna, innovadora y reformista, cuando la realidad nos muestra como se maquilla a una mona que no es de seda y exhiben en su pensar y actuar su rancia concepción del estado, sus pensamientos segregacionistas sobre las masas populares y la antiquísima visión oxidada de que la educación es solamente para unos pocos.

El futuro, no llegó…

La gestión de dicha reforma, que llevaba al inicio una fuerte e inconmovible impronta empresarial reflejo de la esencia política de ese “ser en el mundo” que el Pro nos ofrece; ha tenido que descender su tenor y salir a la palestra con un nuevo “como si”…

También ha sido poco hábil en el desenvolvimiento de sus primeros avances.

La primera fase de la implementación ha sido torpe, precipitada y ajena a la realidad de las escuelas, reticente a dialogar y a convocar a los actores docentes, y proclive al maltrato hacia el colectivo docente. La misma autora del artículo, formó parte del staff de capacitación dirigido a los docentes de la ciudad, realizada en tiempo récord ( un mes y medio) y fue protagonista, en medio de testigos impertérritos, de un episodio de maltrato explícito contra una docente que indagaba y reflexionaba acerca de cómo enseñar a estudiantes en situaciones de vulnerabilidad. Todas y todos en el recinto, pasaron por la dura prueba de observar de qué modo antipedagógico y exento de” buena educación” se desarrollaba su discurso, a posteriori de enunciar con sinceridad brutal, que “esos estudiantes” a los que se refería la docente, eran “ineducables” y como si esto fuera poco, echó literalmente a la docente de la sala, para ahorrarse radicalmente cualquier discurrir socrático..

En el artículo publicado, Tiramonti habla de docentes “pobres pero con privilegios”

Tal extraño dualismo contradictorio, da cuenta del natural desprecio hacia las conquistas sociales que emprendieron en la historia los colectivos de trabajadores unidos hacia las certezas que hoy los erigen en un determinado espacio social.

Esta geografía de sujetos colectivos ocupando un espacio social real, es la que se quiere derribar en una espiral lesiva que es menester detener, antes de que sea demasiado tarde.

Sin dudas, la estabilidad de la carrera docente, en la actualidad económica descarrilada y desmadrada que presenta la política económica del gobierno es un blanco de ataque en el provocado marco de precarización laboral creciente y acuciante. Es evidente que en los albores del intervencionismo del FMI y con la pérdida de soberanía en todos los ámbitos públicos que son la expresión del más franco entreguismo político, las conquistas sociales son un escollo y un obstáculo para el avance del proyecto talador del estado.

 

“Una espiral Destructiva” se dirige hacia la Cohesión del colectivo docente

Es reiterativo, pero no por ello, menos paradójico, que un gobierno que se autodenomina “republicano” implosione desde adentro o desde arriba las instituciones democráticas que la componen.

Detrás de la excusa del aparato educativo perimido que exige una reorientación, se presenta a las instituciones educativas como reticentes al cambio, plagadas de agentes patógenos representados por los gremios que enuncian leyes burocráticas impidiendo el avance del sistema y la supuesta falta de aggiornamiento a las realidades tecnológicas actuales y a los “ nuevos ciudadanos del futuro”

Para lograr un fin aparentemente superador del estadío anterior, se instala entonces, una pulsión de desmembramiento: dividir, y si es posible, omitir, extinguir y/o extirpar zonas de conflicto o agentes indeseables en el sistema, a los fines de allanar el camino hacia la nueva geografía gaseosa: “La incertidumbre”
Todo aquello que represente una cohesión, una unión, un cuerpo o un espacio común, debe ser inmediatamente desarticulado.

“El sindicalismo como árbitro” es una figura que también elige Tiramonti para descalificar la piedra que se le interpone en el camino: los representantes democráticos del colectivo docente, como institución intermedia a derribar en su espiral destructiva.

Es que los portavoces del gobierno quieren “borrar de un plumazo” al actor social “sindicato” para inducir una reducción tajante del gasto público, si es posible, sin intermediarios y sin defensa posible para sus víctimas. Desactivar y desvalorizar la potencia gremial y los lazos de asociación de los docentes, es una misión fundamental para esta innoble tarea.

Que las instituciones públicas se instituyan como corporaciones, es otra idea reaccionaria o lo que en psicoanálisis, denominamos proyección; por parte de quienes corporativizan tácticamente las instituciones públicas o se infiltran en ellas queriéndolas transformar en laboratorios de funcionamiento del sector privado. Son quienes piensan que desregular, precarizar, dispersar y dividir a los docentes, pueden darles buenos resultados a la educación.

Sin lugar a dudas, las negativas de las escuelas en participar en las evaluaciones, que el gobierno de la ciudad realizó mediante un operativo montado a través de un sistema que propagaba por adelantado las ideas de Carrió acerca de “la propina y la coima”, podrían describirse como una respuesta anticipatoria, una conducta aprendida, de quienes conocen las verdaderas intenciones de las evaluaciones: generar rankings de escuelas, devaluar las escuelas públicas, montar una campaña de desprestigio en torno los resultados y/o confrontar los mismos con los resultantes de las privadas, poniendo a estas últimas en situación de superioridad para realizar transvasamientos de las primeras hacia las últimas, mayores aún a los que ya existen en el sistema.

Todo esto nos redirige y se condensa en la declaración- aseveración que realizó el primer mandatario y autoridad máxima del Estado Maurizio Macri :
“Caer en la escuela pública.”

Desprestigiar a la escuela Pública, que funciona como un verdadero gigante de la contención en los tiempos donde las políticas neoliberales destruyen el tejido social y que es siempre un estandarte de resistencia frente a los atropellos de los recortes sociales, fue anticipado y leído por las instituciones, como resultante y portador de una falsa premisa.

 

La concepción weberiana… y el estatuto docente
La Educación para la Incertidumbre

Sería interesante esclarecer si la postura antiweberiana que se nos presenta, esconde detrás de sí y del robusto arbusto innovador, a una tibia partidaria del desmonte y la tala del estado.
La concepción weberiana del estado burocrático, característico de un modelo político moderno que excede al ámbito educativo, constituye el modo de concebir los estados nación, en su fundamento legal-técnico.

El mismo Weber, en los avances que impone la democratización, debió jugar en el terreno de la contradicción de aquello que garantiza la democracia y a la vez aprisiona al individuo, desde la perspectiva del liberalismo moderno, enlazado desde su origen al surgimiento de la democracia actual.

Pero la crítica a Weber, más que peyorativa hacia el aparato burocrático –legal, esconde otras intenciones; la defensa de otro tipo de paradigma:

La educación para la incertidumbre; tal y como la conciben los modelos neoliberales que quieren imponer sus lógicas privatizantes. Y para imponer este modelo, es necesario dispersar al máximo posible los límites de la legalidad.

Estos sectores deberán lanzarse a la búsqueda de modelos que los avalen en la disipación de los instituidos modernos fundantes, de la organización especializada del estado, y así sostener el monotributismo amado y la precarización anhelada..

El cuestionamiento al estatuto docente, que ya ha sufrido retoques y modificaciones con la implementación de sucesivas reformas en el ámbito de la Ciudad, son una muestra clara de esto. La permanencia del estatuto, en oposición a lo que sostiene Tiramonti, lejos de dar cuenta de una debilidad del Estado, es justamente una reafirmación del valor de las instituciones existentes dentro de su seno, del anclaje y la conformación de un punto fijo certero que establece el punto de partida de un recorrido en un desarrollo diacrónico de la carrera docente, donde se señala una direccionalidad y se definen sus marcos reguladores.

Todos estos vectores, puntos en el plano que anclan certidumbres en el sistema, se confrontan con la perspectiva opuesta, gaseosa, partidaria de la flexibilización y la desregulación. La solidez de una regla fundada es la se quiere despojar y aquella que ofrece una estructura instaurada que costó muchos años de lucha instalar..

El Estatuto docente es garante de derechos adquiridos, es el ancla de una bandera que cristaliza el producto de las luchas sindicales en la docencia : …la mano tan temida del pueblo, por parte de los sectores del republicanismo oligárquico…

En resumidas cuentas, educar en la incertidumbre es la meta de los programas reformistas actuales.

Incertidumbre para los estudiantes, que vivirán en un mundo de paraísos fiscales y escasa productividad e incertidumbre para los trabajadores de la educación, a quienes hay que ajustar como prerrequisito y precondición para aplicar los recortes y ajustes en el Estado.

En México, donde acaba de triunfar en las elecciones presidenciales, López Obrador, se aplicaron las recetas más duras, en este sentido. Los ataques directos al estado y desde el estado, se expresaron con particular saña hacia el colectivo docente. El gobierno mexicano se retira con las manos manchadas de sangre.

López Obrador, proclamó, entre sus ejes de campaña, el anuncio de revertir de inmediato la reforma educativa y retrotraerla, por sus pésimos resultados, expuso entre sus causas las campañas evaluadoras que fueron en detrimento de la función docente y prometió revertir la descalificación extrema a la que fueron sometidos los docentes mexicanos. El punto cúlmine de la mala praxis, lo estableció la barbarie del terrorismo de estado, en la persecución, desaparición y muertes que se produjeron en Oaxaca y Ayotzinapa, ecos del horror que nos indignan. La furia y el espanto acompañados de la obsecuencia y la obediencia de los sectores colaboracionistas , donde las reformas del estado se hallan enlazadas íntimamente, al endeudamiento externo.

El estado fuerte es allí, un estado represor. El estado fuerte, sería entonces, aquel que es capaz de disolver con manos de cirujano, de un golpe, o de un tiro, los colectivos de trabajadores, afrenta permanente y enemigos acérrimos para los mentores del neoliberalismo.

Recordemos, que el mismísimo Paolo Rocca, dijo en el coloquio de IDEA el año pasado que hay que modificar el estatuto docente. A este punto hemos llegado.

Comprobamos lo que significa ser funcional y alinearse con el establishment empresario que posa sus ojos de águila en la educación de un país, persigue fines únicamente mercantiles y fogonea los recortes en el estado que impone el mandato de los organismos multilaterales y las colectoras empresariales locales y transnacionales, que son sus propagandistas.

En definitiva, todos los caminos conducen a Roma: La hegemonía imperante gira siempre en torno a la destrucción del Estado; animalizado como un “El gran elefante blanco” al que se le extrae el marfil y hay que transformar en una libélula desgrasada a costa de desinflar la profesión docente, degradarla socialmente y denostar el rol de los sindicatos, para descargar sobre el eslabón gremial y la legalidad que organiza el sistema, todo el peso del “atraso educativo argentino”

 

La educación que queremos

Las políticas educativas que la población decida, no son aquellas que los vecinos votan en una encuesta “Light” por Internet, en una red social o en un “focus group”

Para reflejar fielmente los deseos y las necesidades de una sociedad, hace falta en primer instancia, respetar a los colectivos y a los trabajadores como agentes sociales y jurídicos. Asimismo, respetar la institucionalidad de las organizaciones intermedias en su rol de garantes, de contralor y asimilarlas como fuerza social que expresan su voluntad y sus demandas.

En el marco de la represión a los docentes en la provincia de Chubut, la falta por erradicación reciente de la paritaria nacional y el permanente choque provocado por el gobierno frente a la asimetría del costo de vida y el techo enano de las paritarias impuestas por el gobierno, ningún encuentro parece producirse en el marco de la ceguera y el destrato hacia el “sector”, como lo denomina Tiramonti.

Como expresó Hugo Yasky: tal nivel de descontento y de movilización no se producía desde la época de la carpa Blanca..

Las transformaciones en la educación, no se producirán por fuera de los actores institucionales, no acontecerán por fuera de un verdadero debate social nacional, ni se lograrán desestabilizando los anclajes jurídicos del sistema. Nunca serán una realidad posible, mientras no se respete a la “cosa pública”.

No se lograrán con maquillajes que apelan a la gramática escolar pero excluyen a los dos sustantivos fundamentales: estudiantes y docentes.

El Estado no puede desresponsabilizarse de sus escuelas, ni ponerlas en la órbita de entes subsidiarios, ni convertir al ámbito educativo en un desembarco de empresarios inescrupulosos con ansias de hacer negocios.

Sería esperable y esperanzador, que la nueva educación en la Argentina, se debatiera en un Gran Congreso Pedagógico Nacional, sin condicionamientos, sin voceros de las corporaciones, sin intereses privados, sin el influjo de una deuda que los trabajadores rechazan, sin las sombras del pasado y pensando en una educación continente y contenedora, no estratificada, no segmentada, no excluyente ni exclusiva.

No será a costa de erosionar los derechos laborales del colectivo docente.

No será en detrimento de la calidad educativa, comprimiendo y estableciendo genéricos educacionales de baja intensidad y de corto alcance y reduciendo contenidos vertebrales para nuestras futuras y nuestros futuros ciudadanos.

* Psicoanalista. Lic. En Psicología UBA y UNED