Y van nueve años…

Por Daniel Brión*

Ya pasaron 9 años, el 28 de noviembre de 2013 a las 7:25, Caldera fue al Comando Celestial a cantar Presente mi General, Presente Coronel Ibazeta; claro, este héroe de la patria siempre fue un soldado de Perón que se mantuvo fiel a sus compañeros y a sus convicciones.

Porfidio Leucadio Calderón -así se llamaba- aunque para todos nosotros que lo extrañamos tanto era simplemente «Caldera», nació el 9 de diciembre de 1934 en Gutenberg, un pueblito cercano a Villa María del Río Seco, Córdoba, unos kilómetros más y se nos habría hecho santiagueño. 

No se cansaba de repetir que era peronista de primera hora, y vale la pena reiterar, como ejemplo de las nuevas generaciones y también de muchos de las anteriores, a los 12 años ayudaba a su padre en la Unidad Básica. Allá iba él, felíz, alegre, corajudo y comprometido con la causa del pueblo, llevando las riendas del sulky, buscando y trayendo compañeros, acompañándolos a votar en aquellas históricas jornadas. 

De su padre aprendió a ser peronista. 

Un día, en la estación del pueblo, vio un cartel del Ejército dirigido al «Joven argentino» y se dio cuenta que había nacido para ser milico, guardó sus cosas en un «mono» y se fue hasta Campo de Mayo. 

Ya en la Escuela de Suboficiales vio cómo Perón había cambiado las cosas en la patria, se hablaba de pueblo, de nación, de justicia social, de derecho de los niños, de los ancianos, de los trabajadores, las mujeres comenzaban a activar en política, y se formaba un Ejército del Pueblo, para el Pueblo, integrado por ese mismo Pueblo, que eran los suboficiales.

En diciembre de 1954 egresó como cabo, motorista, conductor de tanque Sherman. 

Luego, el intento del golpista general Menéndez en el 51,»son todos traidores», solía decir con bronca junto a su entrañable amigo el suboficial Marcelino Sánchez -héroe junto al cabo Fariña- de aquellas jornadas.

Cuando cumplía los 21 fue testigo vivo de los bombardeos a la Plaza de Mayo, no entendía tanta crueldad, tanto odio hacia el pueblo, tanta deslealtad…  

Cuando en 1955 la traición dio el golpe y se hizo del gobierno, autodenominándose «libertadora», sin dudarlo se puso a las órdenes del coronel Ibazeta, del Movimiento de Recuperación Nacional organizado por el Negro Framini y el general Valle, y salió decidido aquel junio de 1956, con su Sherman y tomó la Escuela de Suboficiales esa noche, no lograron hacerlo rendir, hasta que fue totalmente rodeado por las tropas golpistas. 

Fue amenazado de ejecución por fusilamiento, recorrió varios penales, «despidió» la Penitenciaría de Las Heras e «inauguró» la de Magdalena.

En 1973, cuando regresó el General Perón. designó una custodia personal, confiable, integrada en su mayoría por los suboficiales de Valle al mando de Juan Esquer, para sentirse verdaderamente protegido, allí estuvo Caldera dispuesto a dar la vida por Perón, a interponerse entre cualquier posible bala y el general.

Viendo tanto atropello de López Rega, cuando ordenaba y pedía zona liberada, se ofreció a Esquer para matar «al brujo», Esquer no se animó -lástima-, cuánto dolor hubiera evitado al pueblo, no le fue aceptado y ya sabemos cómo siguieron las cosas.

Fué mi compañero de viajes, de charlas, de utopías, de sueños compartidos, de proyectos; un padre postizo que lo primero que me enseñó fué el concepto de lealtad, es decir como ser peronista.

Querido cumpa y amigo, la patria se puso de duelo ese día, vos estás ahora en el Comando Celestial, pero no se te olvida, es imposible olvidarte, estás vivo en el corazón de todos los que te han conocido o tratado. No mueren los que son recordados por el pueblo.

Estoy seguro que allá, en el Comando Celestial, donde algún día nos vamos a encontrar, te habrá buscado para darte un abrazo Mario, mi viejo, agradeciéndote por todo lo que significás para mí, no hay un acto, una charla, un libro, algo en lo que tenga que intervenir donde no te recuerde, vos dijiste una vez cuando Martín García -entonces presidente de Télam- te organizó un homenaje, que yo te había enseñado a poder hablar sin que se te haga un nudo en la garganta y te dieran ganas de llorar… qué bueno sería que hoy estuvieras para enseñármelo, no hay momento en que te recuerde o te nombre en que, ahora, me suceda a mí.

Se fue sabiendo y convencido – al igual que mi vieja «Tita»- que nos gobernaba «un Perón con pollera», como remarcaba enfáticamente cada vez que podía, ojalá que ese convencimiento nuevamente resurja victorioso en el 2023.

CALDERA QUERIDO, MI RECUERDO EN TU MEMORIA, TE LLEVASTE UN PEDAZO DE MI CORAZÓN.

SARGENTO PORFIDIO CALDERÓN
PRESENTE
¡AHORA Y SIEMPRE!

*Daniel Brión es hijo de Mario Brión, fusilado en los basurales de José León Suárez entre el 9 y el 12 de junio de 1956, por la dictadura de los golpistas Aramburu y Rojas. Estos fusilamientos provocaron la muerte de 31 ciudadanos, entre civiles y militares, y fue denominado Masacre de José León Suárez. Daniel Brión preside el Instituto por la Memoria del Pueblo (IMEPU), y es autor del libro «El presidente duerme. Fusilados en junio de 1956. La generación de una causa», entre otros.

Porfidio Calderón junto al busto recién inaugurado del Teniente General Juan D. Perón en el Colegio Militar (2012).