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Nacido en Birmandreis, Argelia,
en 1918, de familia alsaciana. Realiza sus primeros estudios en Argel
y, a los doce años, viaja a Francia. Estudia el bachillerato en Marsella.
Luego, en 1936, prepara en Lyon el ingreso en la Escuela Normal, después
de abandonar la idea de ingresar en la orden de la Trapa.
En 1939 se matriculó en la Escuela
Normal Superior de París, pero la guerra mundial interrumpió sus estudios.
Prisionero de los alemanes, pasó cinco años en un campo de concentración
nazi (Schleswig). Tras concluir sus estudios en la Escuela Normal, prepara
su tesis sobre Hegel. En 1947 sufre su primera crisis mental y es hospitalizado
como consecuencia de una psicosis maniaco-depresiva.
Personalidad compleja, con sucesivas crisis depresivas y una visión atormentada que, aferrada a unas creencias ideológicas tenidas como ortodoxas, se destila en sucesivos procesos de autocrítica del pensamiento. Creyente religioso y miembro de la Acción Católica hasta finales de los años 40, cuando ingresó en el Partido Comunista de Francia (1948), donde muy pronto se enfrentó a la estructura política de la organización y llegó prácticamente a la ruptura a finales de los años 70.
Profesor de la Escuela Normal Superior de París desde la conclusión de sus estudios universitarios, en 1976 fue nombrado secretario del centro. Poco amigo de comparecencias públicas, ese mismo año pronunció en Granada, España, su primera conferencia fuera de Francia. Sus últimos años de vida estuvieron marcados por la tragedia. En 1979, se entrevista con Juan Pablo II. En 1980, en plena crisis depresiva, mató a su mujer, permaneciendo en un largo silencio intelectual hasta su fallecimiento en 1990.
El pensamiento de Louis
Althusser tuvo una fuerte influencia teórica en campos tan diversos
como la filosofía, la sociología, la historia, la comunicación, la antropología,
la crítica literaria, entre otros. Se dio a conocer al gran público
a través de los ensayos aparecidos a mediados de los años 60, Pour Marx
y Lire le Capital (Maspero, París, 1965), que le situaron entre la élite
intelectual francesa y como figura destacada del ‘estructuralismo’.
Entre otras ediciones de sus obras traducidas a las lenguas española
y portuguesa: Para leer el Capital, México, Siglo XXI, 1968; La filosofía
como arma de la revolución, Siglo XXI, México, 1968; Lenin y la filosofía,
Era, México, 1969; Montesquiu: a política e a história, Presença, Lisboa,
1972; Para una crítica de la práctica teórica. Respuesta a John Lewis,
Siglo XXI, México, 1973; Ideología e aparelhos ideológicos de Estado,
Presença, Lisboa, 1974; La revolución teórica de Marx, Siglo XXI, México,
1976; Seis iniciativas comunistas. Sobre el XXII Congreso del PCF, Siglo
XXI, México, 1977; Resposta a John Louis. Elementos de autocrítica.
Sustentação de tese em Amiens. Graal, Rio de Janeiro,1978; A favor de
Marx, Zahar, Rio de Janeiro, 1979; Posiciones, Anagrama, Barcelona,
1979; Aparelhos ideológicos de Estado, Graal, Rio de Janeiro, 1983;
Filosofía y marxismo, Siglo XXI, México, 1986; .Ideología y aparatos
ideológicos de Estado, Nueva Visión, Buenos Aires, 1988; Escritos sobre
psicoanálisis, Freud y Lacan, Siglo XXI, México, 1996.
Fuente: www.infoamerica.org
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Guía
para leer El capital
Traducido por Darío Daniel Díaz, Dialéktica. Revista de filosofía y teoría social, año I, número 2, Buenos Aires, octubre de 1992. Los números entre corchetes corresponden a la paginación de la edición impresa. [18]
Guía para leer El capital
(Prefacio a la edición francesa del libro I de El capital)*
Hitos biográficos
1818. Nacimiento de Karl Marx en Tréveris. Padre abogado. Estudios de
derecho y filosofía; primero en Bonn, luego en Berlín, donde el joven
Marx frecuenta el círculo de los "Jóvenes hegelianos".
1842. Marx redactor jefe de la Gaceta renana, fundada en Colonia por
los dirigentes de la burguesía liberal renana. Marx da al diario un
tono radical de izquierda. Artículos resonantes sobre "los robos de
madera", "la censura", los "debates de la Dieta renana", etc.
1843. Prohibición de la Gaceta renana. Casamiento de Marx con Jenny
von Westphalen, amiga de la infancia, hija de aristócratas reaccionarios.
Viaja a París.
1843. Colaboración en los Anales franco–alemanes dirigidos por Ruge:
Contribución a la crítica de la filosofía del derecho hegeliana; La
cuestión judía. (Período feuerbachiano de Marx).
1844. "Manuscritos de 1844" (inéditos hasta 1932). Inyección de Hegel
en Feuerbach. Marx comunista utópico.
1844. La Sagrada Familia.
1845. Expulsión de París, refugio en Bruselas, encuentro con Engels.
Algunas frases arrojadas al papel: las Tesis sobre Feuerbach; redacción,
con Engels y Hess, de La ideología alemana (estos dos textos fueron
"abandonados a la crítica roedora de los ratones").
1847. Miseria de la filosofía.
1847. El Manifiesto del Partido comunista, redactado por Marx y Engels
a pedido de la Liga de los comunistas.
1848. Período revolucionario generalizado en Europa. En Colonia, Marx
funda la Nueva gaceta renana, que desaparece después del aplastamiento
de la sublevación de las provincias re-[19]nanas (mayo de 1849). Marx
se refugia en Londres, donde vivirá más de treinta años. Trabajos encarnizados
en la sala de lectura del British Museum.
1852. El 18 Brumario de
Luis Napoleón Bonaparte.
1859. Contribución a la crítica de la economía política.
1864. Fundación en Londres de la primera Internacional.
1867. Libro I de El capital.
1871. La guerra civil en Francia (sobre la Comuna de París).
1875. Crítica del Programa de Gotha.
1883. Muerte de Karl Marx.
Advertencia a los lectores del libro I de El capital
Por primera vez en la historia editorial francesa y accesible para un
público muy amplio, el libro I de El capital.
¿Qué es El capital?
Es la gran obra de Marx,
a la que dedicó toda su vida desde 1850 y por la cual sacrificó, en
pruebas crueles, lo mejor de su existencia personal y familiar.
Sobre esta obra debe ser juzgado Marx. Sobre ella sola, y no sobre sus
"obras de juventud" aún idealistas (1841–1844); no sobre obras todavía
muy equívocas como La ideología alemana1; ni tampoco los "Grundrisse",
borradores traducidos al francés bajo el erróneo título de "Fundamentos
de la crítica de la economía política"2; ni siquiera sobre el célebre
"Prefacio" a la Contribución3, en el que Marx define con términos muy
equívocos (por hegelianos) la dialéctica de la "correspondencia y no
correspondencia" entre las Fuerzas productivas y las Relaciones de producción.
Esta obra gigantesca que es El capital contiene, simplemente, uno de
los tres más grandes descubrimientos científicos de toda la historia
humana: el descubrimiento del sistema de conceptos (por lo tanto, de
la teoría científica.) que abre al conocimiento científico lo que podríamos
llamar el "Continente–Historia". Antes de Marx, dos continentes de importancia
comparables habían sido "abiertos" al conocimiento científico: el Continente–Matemáticas,
por los griegos del siglo V, y el Continente–Física, por Galileo.
Aún estamos muy lejos de haber captado la dimensión de este descubrimiento
decisivo y de haber sacado todas las consecuencias teóricas que derivan
de él. En particular, todos los especialistas que trabajan en el dominio
de las "Ciencias humanas" y (dominio más reducido) las Ciencias sociales,
esto es, los economistas, los historiadores, los sociólogos, los psicosociólogos,
los psicólo-[20]gos, los historiadores del arte y la literatura, de
la religión y de otras ideologías —e incluso los lingüistas y los psicoanalistas—
deben saber que no pueden producir conocimientos verdaderamente científicos
en su especialidad sin reconocer que la teoría fundada por Marx les
es indispensable. Puesto que es, en principio, la teoría que "abre"
al conocimiento científico el "continente" en el que trabajan, en el
que sólo han producido hasta ahora nada más que algunos primeros conocimientos
(la lingüística, el psicoanálisis), nada más que algunos elementos o
rudimentos de conocimiento (la historia, la sociología y, en raros capítulos,
la economía), nada más que puras y simples ilusiones bautizadas abusivamente
conocimientos.
Sólo los militantes de la
lucha de clase proletaria han sacado conclusiones de El capital: reconociendo
en él los mecanismos de la explotación capitalista; agrupándose en organizaciones
de lucha de clase económica (los sindicatos) y política (al principio
los partidos socialistas, luego los comunistas), que aplican una "línea"
de masa de lucha para la toma del Poder de Estado: "línea" fundada sobre
"el análisis concreto de la situación concreta" (Lenin) en la que tienen
que combatir ("análisis" efectuado por una justa aplicación de los conceptos
científicos de Marx a la "situación concreta").
Resulta paradójico que especialistas intelectuales altamente "cultivados"
no hayan comprendido un libro que contiene la Teoría de la que necesitan
en sus "disciplinas" y que, por el contrario, los militantes del Movimiento
obrero hayan comprendido este mismo Libro a pesar de sus grandes dificultades.
La explicación de esta paradoja es simple, y la dan con todas sus letras
Marx en El capital y Lenin en sus obras4.
Si los obreros han "comprendido" tan fácilmente El capital es porque
habla, en términos científicos, de la realidad cotidiana con la cual
tratan: la explotación de la que son objeto por medio del sistema capitalista.
Es por ello que El capital se convirtió tan rápidamente, como decía
Engels en 1886, en la "Biblia" del Movimiento obrero internacional.
Por el contrario, si los especialistas en historia, en economía política,
en sociología, en psicología, etc., han tenido y tienen aún tantos problemas
para "comprender" El capital, se debe a que están sometidos a la ideología
dominante (la de la clase dominante), que interviene directamente en
su práctica "científica" para falsear su objeto, su teoría y sus métodos.
Salvo algunas excepciones, no se dan cuenta (no se pueden dar cuenta)
de la extraordinaria potencia y variedad de la empresa ideológica a
la que son sometidos en su "práctica" misma. Salvo algunas excepciones,
no se hallan en condiciones de criticar ellos mismos las ilusiones en
que viven y que contribuyen a mantener porque, literalmente, están cegados
por ellas. Salvo algunas excepciones, no se hallan en condiciones de
realizar la revolución ideológica y teórica indispensable para reconocer
en la teoría de Marx la teoría misma de la que su práctica necesita
para volverse finalmente científica.
Cuando se habla de la dificultad de El capital, es necesario realizar
una distinción de suma importancia. En efecto, la lectura de El capital
presenta dos tipos de dificultades que no tienen absolutamente nada
que ver una con otra.
La dificultad Nº1 —absolutamente y masivamente determinante— es una
dificultad ideológica, por lo tanto, en última instancia, política.
[21]
Frente a El capital hay dos tipos de lectores: los que tienen experiencia
directa de la explotación capitalista (ante todo, los proletarios u
obreros asalariados de la producción directa y también, con matices
según su lugar en el sistema de producción, los trabajadores asalariados
no proletarios) y los que no tienen experiencia directa de la explotación
capitalista pero que, con todo, son dominados, en sus prácticas y su
conciencia, por la ideología de la clase dominante (la ideología burguesa).
Los primeros no experimentan dificultad ideológico– política para comprender
El capital, puesto que habla a las claras de su vida concreta. Los segundos
experimentan una extrema dificul tad para comprender El capital (aunque
sean muy "sabios", yo diría: sobre todo si son muy "sabios"), puesto
que existe una incompatibilidad política entre el contenido teórico
de El capital y las ideas que tienen en la cabeza, ideas que "reencuentran"
(puesto que las ponen en ellas) en sus prácticas. Es por ello que la
dificultad nº1 de El capital es, en última instancia, una dificultad
política.
Pero El capital presenta otra dificultad que no tiene absolutamente
nada que ver con la primera: la dificultad nº2 o dificultad teórica.
Frente a esta dificultad, los mismos lectores se dividen en dos nuevos
grupos. Los que tienen el hábito del pensamiento teórico (por lo tanto,
los verdaderos sabios) no experimentan dificultades, o no deberían experimentarlas,
para leer este libro teórico que es El capital. Los que no tienen el
hábito de practicar obras de teoría (obreros y numerosos intelectuales
que, aunque tienen "cultura", no tienen cultura teórica.) deben experimentar
grandes dificultades, o deberían experimentarlas, para leer una obra
de teoría pura como El capital.
Como acaban de ver, empleo condicionales (no deberían... deberían...
). Lo hago para poner en evidencia este hecho, más paradójico aún que
el anterior: hasta individuos sin práctica de los textos teóricos (como
los obreros) han experimentado menos dificultad ante El capital que
los individuos doctos en la práctica de la teoría pura (como los sabios
o pseudosabios muy "cultivados").
Esto no ha de eximirnos de decir unas palabras acerca del tipo de dificultad
tan particular que presenta El capital en tanto que obra de teoría pura,
teniendo muy en cuenta el hecho fundamental de que no son las dificultades
teóricas, sino las dificultades políticas, las que
verdaderamente son determinantes en última instancia para toda lectura
de El capital y de su libro I.
Todo el mundo sabe que sin teoría científica correspondiente no puede
existir práctica científica, es decir, práctica que produzca conocimientos
científicos nuevos. Por lo tanto, toda ciencia descansa sobre su teoría
propia. El hecho de que esta teoría cambie, se complique o se modifique
a la par del desarrollo de la ciencia considerada no modifica en nada
el asunto.
Ahora bien, ¿qué es esta teoría indispensable para toda ciencia? Es
un sistema de conceptos científicos de base. Basta con pronunciar esta
simple definición para que sobresalgan dos aspectos esenciales de toda
teoría científica: 1º los conceptos de base y 2º su sistema.
Los conceptos son nociones abstractas. Primera dificultad de la teoría:
habituarse a la práctica de la abstracción. Este aprendizaje —porque
se trata de un verdadero aprendizaje (comparable al aprendizaje de una
práctica cualquiera, por ejemplo: el aprendizaje de la cerrajería)—
se efectúa ante todo, en nuestro sistema escolar, por medio de las matemáticas
y la filosofía. Desde el Prefacio del Libro I, Marx nos advierte que
la abstracción es no sólo la existencia de la teoría sino también el
método de su análisis. Las ciencias experimentales disponen del "microscopio",
la ciencia marxista no tiene "microscopio": debe servirse de la abstracción,
que "hace las veces de microscopio". [22]
Atención: la abstracción científica no es completamente "abstracta",
muy por el contrario. Ejemplo: cuando Marx habla del capital social
total, nadie lo puede "tocar con las manos"; cuando Marx habla del "plusvalor
total", nadie puede tocarlo con las manos ni contarlo; sin embargo,
estos dos conceptos abstractos designan realidades efectivamente existentes.
Lo que hace que la abstracción sea científica es justamente que designa
una realidad concreta que existe verdaderamente, pero que no se puede
"tocar con las manos" ni "ver con los ojos". Por lo tanto, todo concepto
abstracto da el conocimiento de una realidad cuya existencia revela:
concepto abstracto quiere decir, entonces, fórmula aparentemente abstracta,
pero en realidad terriblemente concreta a causa del objeto que designa.
Este objeto es terriblemente concreto en tanto es infinitamente más
concreto, más eficaz, que los objetos que podemos "tocar con las manos"
o "ver con los ojos"; y sin embargo, no podemos tocarlo con las manos
ni verlo con los ojos. Lo mismo ocurre con el concepto de valor de cambio,
el concepto de capital social total, el concepto de trabajo socialmente
necesario, etc. Todo esto se puede aclarar fácilmente.
Otro punto: los conceptos de base existen bajo la forma de un sistema,
y es esto lo que constituye una teoría. En efecto, una teoría es un
sistema riguroso de conceptos científicos de base. En una teoría científica,
los conceptos de base no existen en cualquier orden, sino en un orden
riguroso. Por lo tanto, es necesario tener en cuenta esto y aprender
paso a paso la práctica del rigor. El rigor —sistemático— no es una
fantasía ni un lujo formal, sino una necesidad vital para toda ciencia,
para toda práctica científica. Es lo que, en su Prefacio, Marx llama
el rigor del "orden de exposición" de una teoría científica.
Dicho esto, tenemos que saber cuál es el objeto de El capital; dicho
de otra manera, cuál es el objeto analizado en el libro I de El
capital. Marx lo dice: es "el modo de producción capitalista y las relaciones
de producción e intercambio que le corresponden". Ahora bien, se trata
de un objeto abstracto. En efecto, y a pesar de las apariencias, Marx
no analiza ninguna "sociedad concreta" —ni siquiera la Inglaterra de
la que habla todo el tiempo en el libro I— sino el MODO DE PRODUCCIÓN
CAPITALISTA y nada más. Este objeto es abstracto: esto quiere decir
que es terriblemente real y que no existe en estado puro nunca, puesto
que existe solamente en las sociedades capitalistas. Simplemente: para
analizar estas sociedades capitalistas concretas (Inglaterra, Francia,
Rusia, etc.) es necesario tener en cuenta que están dominadas por esta
realidad terriblemente concreta e "invisible" (a simple vista) que es
el modo de producción capitalista. "Invisible": por lo tanto, abstracta.
Naturalmente, todo esto admite malentendidos. Hay que estar extremadamente
atento para evitar las falsas dificultades de estos malentendidos. Por
ejemplo, no hay que creer que Marx analiza la situación concreta de
Inglaterra cuando habla de ella. Habla de ella nada más que para "ilustrar"
su teoría (abstracta) del modo de producción capitalista.
En resumen, existe verdaderamente una dificultad en la lectura de El
capital: una dificultad teórica. Surge de la naturaleza abstracta y
sistemática de los conceptos de base de la teoría o del análisis teórico.
Es necesario considerar que se trata de una dificultad real, objetiva,
que sólo se puede superar por medio del aprendizaje de la abstracción
y el rigor científicos. Es necesario saber que este aprendizaje no se
realiza en un solo día. [23]
Por ello, un primer consejo de lectura. Tener siempre muy presente esta
idea de que El capital es una obra de teoría que tiene por objeto los
mecanismos del modo de producción capitalista y de él solo.
Por ello, un segundo consejo de lectura: no buscar en El capital ni
un libro de historia "concreta" ni un libro de economía política "empírica"
en el sentido en que los historiadores y los economistas entienden estos
términos, sino encontrar en él un libro de teoría que analiza el MODO
DE PRODUCCIÓN CAPITALISTA. La historia concreta y la economía empírica
tienen otros objetos.
Por ello, este tercer consejo de lectura. Cuando se tropieza con una
dificultad de lectura de orden teórico, tenerlo en cuenta y tomar las
medidas necesarias. No apresurarse, volver atrás con cuidado (lentamente)
y avanzar sólo cuando las cosas estén claras. Tener en cuenta el hecho
de que para leer una obra teórica es indispensable un aprendizaje de
la teoría. Se puede aprender a caminar caminando con la condición de
respetar cuidadosamente las condiciones señaladas arriba. No se aprenderá
de un solo golpe (repentinamente y definitivamente) a caminar en la
teoría, sino poco a poco, pacientemente y humildemente. El éxito tiene
este precio.
Prácticamente, esto quiere decir que sólo se puede comprender el libro
I a condición de releerlo cuatro o cinco veces consecutivamente, es
decir, con tiempo como para haber aprendido a caminar en la teoría.
La presente advertencia está destinada a guiar los primeros pasos de
los lectores en la teoría.
![]() Prólogo a la sexta edición del libro de Marta Harnecker ''Los conceptos elementales del materialismo histórico'' Marxismo y lucha de clases 1. Toda la teoría de Marx, es decir, la ciencia fundada por Marx (el materialismo histórico), y la filosofía abierta por Marx (el materialismo dialéctico) tienen por centro y por corazón la lucha de clases. La lucha de clases es, por lo tanto, ''el eslabón decisivo'', no solo en la práctica política del movimiento obrero marxista-leninista, sino también en la teoría, en la ciencia y en la filosofía marxistas. 2. Desde Lenin sabemos claramente que la filosofía representa la lucha de clases en la teoría, más precisamente, que toda filosofía representa un punto de vista de clase en la teoría, contra otros puntos de vista de clase opuestos. Sabemos que la filosofía marxista-leninista (el materialismo dialéctico) representa el punto de vista de la clase obrera en la teoría: es el ''eslabón decisivo'' para comprender por qué esta filosofía puede dejar de ''interpretar'' el mundo para ayudar a su transformación revolucionaria. 3. Pero que la lucha de clases sea también el ''eslabón decisivo'' en la teoría científica de Marx, es tal vez difícil de captar. 4. Me contento con un solo ejemplo: ''El Capital''. He aquí un libro que contiene la ciencia marxista, los principios fundamentales de la ciencia marxista. Sin embargo, no debemos hacernos ilusiones, no basta tener un libro delante de los ojos, es necesario saber leerlo. Ahora bien, hay una manera de leer ''El Capital'', una manera de ''comprender'' y ''exponer'' la teoría científica de Marx, que puede ser perfectamente burguesa. Burguesa, es decir, influida, marcada, penetrada por la ideología burguesa, más precisamente por la ideología economicista o sociologista burguesa. 5. Por ejemplo, se puede leer ''El Capital'' de la siguiente manera: como una teoría de la economía política del modo de producción capitalista. Se empezará por la infraestructura, se examinará el ''proceso de trabajo'', se distinguirán las ''fuerzas productivas'' y las ''relaciones de producción'', se analizará la mercancía, el dinero, la producción, la renta, la ganancia, el interés, la baja tendencial de la tasa de ganancia, etc. En resumen, se descubrirá tranquilamente en ''El Capital'', las leyes de la economía capitalista. Y cuando se haya terminado este análisis de los mecanismos ''económicos'' se agregará un pequeño suplemento: las clases sociales, la lucha de clases. 6. ¿Acaso el capítulo minúsculo y no terminado acerca de las clases sociales no está al final de ''El Capital''?, ¿Acaso se puede hablar de clases sociales antes de demostrar todo el mecanismo de la economía capitalista? ¿Acaso Marx no nos invita a considerar las clases sociales (y, por tanto, la lucha de clases) como el simple producto, el último producto de la estructura de la economía capitalista, como el resultado de ésta? ¿Acaso las clases sociales no son un simple efecto de la existencia de las clases? Una lectura de este tipo, una interpretación de este tipo de ''El Capital'' son una deformación grave de la teoría marxista: una deformación economista burguesa. Las clases sociales no están al final de ''El Capital'', están presentes del comienzo al fin de ''El Capital''. La lucha de clases no es un efecto derivado de la existencia de las clases sociales: la lucha de clases y la existencia de las clases sociales son una y la misma cosa. La lucha de clases es el ''eslabón decisivo'' para comprender ''El Capital''. 7. Cuando Marx dio a ''El Capital'' el subtítulo de: ''Crítica de la economía política'', no quería solamente decir que se proponía criticar a los economistas clásicos, sino también la ilusión economicista burguesa. Quería criticar radicalmente la ilusión burguesa que separa cuidadosamente por un lado, la actividad de producción e intercambio y, por otro, las clases sociales, las luchas políticas, etc. Marx, quería mostrar que todas las condiciones de la producción, de la circulación, de la distribución capitalistas (por lo tanto, toda la llamada economía política) están dominadas por la existencia de las clases sociales y la lucha de clases. 8. Expliquemos en pocas palabras el principio esencial de la tesis de Marx. No hay producción económica ''pura'', no hay circulación (intercambio) ''pura'', ni hay distribución ''pura''. Todos estos fenómenos económicos son procesos que tienen lugar bajo relaciones sociales que son en última instancia, es decir, bajo sus apariencias, relaciones de clases, y relaciones de clases antagónicas, es decir, relaciones de lucha de clases. 9. Tomemos, por ejemplo, la producción material de los objetos de utilidad social (valores de uso). Tal como se presenta, a simple vista, en las unidades de producción, (fábricas, explotaciones agrícolas, etc.). Esta producción material supone la existencia de ''fuerzas productivas'', donde la ''fuerza de trabajo'' (los trabajadores) ponen en acción instrumentos de producción (herramientas, máquinas) que transforman una materia prima. Un ''economista'' burgués,oun lector ''economicista'' de ''El Capital'' vería allí un simple proceso de trabajo técnico. Ahora bien, basta reflexionar como lo hace Marx para darse cuenta que es un contrasentido. Es necesario decir que las fuerzas productivas son puestas en acción en el proceso de trabajo bajo la dominación de las relaciones producción, que son relaciones de explotación. Si hay obreros, se debe a que son trabajadores asalariados, es decir, explotados. Si hay obreros que no poseen sino su fuerza de trabajo y se ven obligados (por hambre: Lenin) a venderla , es que existen capitalistas que poseen los medios de producción y compran la fuerza de trabajo para explotarla, para extraer de ella la plusvalía. La existencia de las clases antagónicas está inscrita, por lo tanto, en la producción misma, en el corazón mismo de la producción: en las relaciones de producción. 10. Es necesario ir más lejos: las relaciones de producción no son algo que viene a agregarse a las fuerzas productivas como simple ''forma''. Las relaciones de producción penetran en las fuerzas productivas ya que la fuerza de trabajo que pone en acción las fuerzas productivas forma ella misma parte de las ''fuerzas productivas'' y que el proceso de producción capitalista tiende sin cesar a la máxima explotación de la fuerza de trabajo. Y como es esta tendencia la que domina todo el proceso de producción capitalista, es necesario decir que los mecanismos técnicos de la producción se encuentran sometidos a los mecanismos (de clase) de la explotación capitalista. Lo que llamamos las fuerzas productivas es a la vez la base material (base ''técnica'', dice Marx) y la forma de existencia histórica de las relaciones producción, es decir, de las relaciones de explotación. Marx mostró admirablemente, en el Libro I, que las formas sucesivas de la organización del proceso de producción (la manufactura y la gran industria) no eran otra cosa que las formas sucesivas de existencia material e histórica de las relaciones de producción capitalista. Es por lo tanto, un error economicista y tecnocrático separar las fuerzas productivas de las relaciones de producción. 11. Lo que existe es la unidad (tendencial), en formas de existencia material, de las fuerzas productivas y de las relaciones producción, bajo la dominación de las relaciones de producción. Si es así, no hay producción ''pura'', y tampoco economía ''pura''. Con las relaciones de producción, las clases están presentes desde el comienzo del proceso de producción. Con esta relación entre las clases antagónicas se crean las bases de la lucha de clases; la lucha de clases está, por lo tanto, enraizada en la producción misma. 12. Pero esto no es todo. Ninguna sociedad existe, es decir, dura en la historia, si al producir, no reproduce las condiciones materiales y sociales de su existencia (de su producción). Ahora bien, las condiciones de existencia de la sociedad capitalista son las condiciones de la explotación que la clase capitalista hace sufrir a la clase obrera; y la clase capitalista debe reproducirlas cueste lo que cueste. Para comprender ''El Capital'' es necesario elevarse hasta la reproducción: y se comprenderá entonces que la burguesía no puede asegurarse la estabilidad y la duración de la explotación (que impone en la producción) sino a condición de conducir una lucha de clases permanente contra la clase obrera. Esta lucha de clases se produce perpetuando o reproduciendo las condiciones materiales, ideológicas y políticas de la explotación. Se realiza en la producción (reproducción del salario destinado a la reproducción de la fuerza de trabajo; represión, sanciones, despidos, lucha antisindical. etc.). Se realiza también fuera de la producción: es aquí donde interviene el papel de Estado y de los aparatos ideológicos del Estado (Escuela, Iglesia, información, sistema político), para someter a la clase obrera mediante la represión y la ideología. 13. Si se lee así, ''El Capital'' deja de ser una teoría de la ''economía política'' del capitalismo, para transformarse en la teoría de las formas materiales, jurídico-políticas e ideológicas de un modo de producción fundado en la explotación de la fuerza de trabajo asalariada, - para llegar a ser una ciencia revolucionaria-. 14. Si es así, uno puede hacerse otra idea de la lucha de clases, y renunciar a ciertas ilusiones ''humanistas'', que surgen de la ideología pequeñoburguesa (que son el complemento de las ilusiones economicistas). Uno se ve forzado a abandonar la idea de que la sociedad capitalista habría existido de alguna manera antes de la lucha de clases, y que la lucha de clases que nosotros conocemos sería el producto del proletariado (y de sus aliados) en lucha contra las ''injusticias'' de la sociedad. 15. En realidad, la lucha de clases propia de la sociedad capitalista es consustancial con la sociedad capitalista: comenzó con ella, es la burguesía la que la condujo desde sus comienzos con una ferocidad sin igual, contra un proletariado entonces desarmado. Lejos de rebelarse contra las ''injusticias'', el proletariado no hizo otra cosa, al comienzo, que resistir a la lucha de clase burguesa; antes de organizarse, de desarrollar su conciencia, y de pasar a la contraofensiva, hasta la toma del poder. 16. Si es así, si la teoría científica de Marx nos da la demostración de que todo está relacionado con la lucha de clases, se comprenden mejor las razones de ese hecho sin precedentes en la Historia: la ''fusión'' de la teoría marxista y del movimiento obrero. No se ha reflexionado suficientemente sobre este hecho: por qué y cómo el movimiento obrero, que existía antes de que Marx y Engels escribieran el ''Manifiesto Comunista'', se reconoció en una obra tan difícil como ''El Capital''. Es a partir de un punto de vista común: la lucha de clases. Ésta estaba en el corazón de la práctica cotidiana del movimiento obrero. 17. Está en el corazón de ''El Capital'', en el corazón de la teoría marxista. Marx devolvió en teoría científica al movimiento obrero, lo que había recibido en experiencia política. Como dice Mao Tsé-tung: ''No olvidemos nunca la lucha de clases''. Obras de referencia: Louis Althusser: ''Marxismo y lucha de clases''. Prólogo a la sexta edición de ''Los conceptos elementales del materialismo histórico'', de Marta Harnecker. Febrero de 1971 Fuente: www.uruguaypiensa.org.uy |
Pero antes de eso, es necesario
decir unas palabras sobre el público que va a leer el libro I de El
capital.
¿De quiénes se va a componer, fundamentalmente, este público?
1º De proletarios, o asalariados empleados directamente en la producción
de bienes materiales.
2º De trabajadores asalariados no proletarios (desde el simple empleado
hasta los cuadros medio y superior (el ingeniero y el investigador),
el profesor, etc.).
3º De artesanos urbanos y rurales.
4º De miembros de profesiones liberales.
5º De estudiantes.
Entre los proletarios o asalariados que leerán el libro I de El capital
figuran, naturalmente, hombres y mujeres a quienes la práctica de la
lucha de clases en sus organizaciones sindicales y políticas les ha
dado una cierta "idea" de la teoría marxista. Esta idea puede ser más
o menos justa según se pase de los proletarios a los asalariados no
proletarios: no está falseada en lo fundamental.
Entre las otras categorías que leerán el libro I de El capital figuran,
naturalmente, hombres y mujeres que tienen en la cabeza, también, una
cierta "idea" de la teoría marxista. Por ejemplo, los universitarios
y, más precisamente, los "historiadores", los "economistas" y numerosos
ideólogos de diversas disciplinas (porque, como sabemos, hoy en día
todo el mundo se declara "marxista" en las Ciencias humanas).
Ahora bien, lo que estos intelectuales tienen en la cabeza a propósito
de la teoría marxista son, en un 90%, ideas falsas. Estas ideas
fueron expuestas sin ningún esfuerzo de imaginación notable [24] cuando
aún vivía Marx y luego repetidas incansablemente. Estas ideas falsas
han sido fabricadas y defendidas desde hace un siglo por todos los economistas
e ideólogos burgueses y pequeñoburgueses5 para "refutar" la teoría marxista.
Estas ideas no han tenido ningún problema en "ganar" un amplio público,
ya que se lo habían "ganado" de antemano a causa de sus prejuicios ideológicos
antisocialistas y antimarxistas.
Este amplio público estaba compuesto ante todo por intelectuales y no
por obreros, puesto que, como decía Engels, aun cuando no penetren en
las demostraciones más abstractas de El capital, los proletarios no
"se dejan atrapar por estas ideas".
Por el contrario, hasta los intelectuales y los estudiantes más generosamente
"revolucionarios" se "dejan atrapar" por ellas, por un lado o por otro,
puesto que están sometidos masivamente a los prejuicios de la ideología
pequeñoburguesa sin la contrapartida de la experiencia directa de la
explotación.
En esta advertencia, entonces, me veo obligado a tomar en cuenta conjuntamente:
1º los dos órdenes de dificultades que ya he señalado (dificultad Nº
1: política; dificultad Nº 2: teórica);
2º la distribución del público en dos grupos esenciales: por una parte,
público obrero–asalariado; por otra parte, público intelectual. Se entiende
que estos dos grupos se recortan en una de sus franjas (algunos asalariados
son al mismo tiempo "trabajadores intelectuales");
3º la existencia, sobre el camino ideológico, de refutaciones pretendidamente
"científicas" de El capital que afectan más o menos profundamente, según
su origen de clase, a tal o cual parte de este público.
Habida cuenta de todos estos datos, mi advertencia va a adoptar la forma
siguiente:
Punto I.: Consejos de lectura destinados a evitar provisoriamente las
más arduas de estas dificultades. Este punto será breve y claro. No
dudo de que —aunque se dirige a todos—lo lean los proletarios, ya que
está escrito ante todo para ellos.
Punto II.: Indicaciones sobre la naturaleza de las dificultades teóricas
del libro I de El Capital que son tomadas como pretexto para todas las
refutaciones de la teoría marxista.
Este punto será forzosamente más arduo a causa de la naturaleza de las
dificultades teóricas de que se tratará y por los argumentos de las
"refutaciones" de la teoría marxista que se apoyan sobre estas dificultades.
PUNTO I.
Las mayores dificultades teóricas y otras que obstaculizan una lectura
fácil del libro I de El capital se concentran desgraciadamente (o felizmente)
en el comienzo mismo del libro I, más precisamente, en su sección I,
que trata de "La mercancía y el dinero". Por lo tanto, doy el siguiente
consejo: poner PROVISORIAMENTE ENTRE PARÉNTESIS TODA LA SECCIÓN I y
COMENZAR LA LECTURA POR LA SECCIÓN II ("La transformación del dinero
en capital"). [25]
Desde mi punto de vista, no es posible comenzar (y solamente comenzar)
a comprender la sección I más que después de haber leído y releído todo
el libro I a partir de la sección II.
Este consejo es más que un consejo: con todo el respeto que les debo
a mis lectores, es una recomendación que me permito presentar como una
recomendación imperativa.
Cada uno puede hacer su experiencia práctica.
Si se comienza a leer el libro I por su comienzo, es decir, por la sección
I, o bien no se comprende y se abandona, o bien se cree comprender,
cosa que resulta aún más grave porque existen grandes probabilidades
de haber comprendido algo muy distinto de lo que hay que comprender.
A partir de la sección II ("La transformación del dinero en capital"),
las cosas son más claras. Penetramos directamente, entonces, en el corazón
mismo del libro I.
Este corazón es la teoría del plusvalor, que los proletarios com prenden
sin ninguna dificultad puesto que se trata simplemente de la teoría
científica acerca de aquello de que tienen experiencia cotidiana: la
explotación de clase.
Siguen luego dos secciones muy densas, pero muy claras y decisivas para
la lucha de clases, aún hoy.: la sección III y la sección IV. Tratan
de las dos formas fundamentales del plusvalor de que dispone la clase
capitalista para llevar al máximo la explotación de la clase obrera:
lo que
Marx llama plusvalor absoluto (sección III) y plusvalor relativo (sección
IV).
El plusvalor absoluto (sección III) se basa en la duración de la jornada
de trabajo. Marx explica que la clase capitalista empuja inexorablemente
al aumento de la duración de la jornada de trabajo, y que la lucha de
la clase obrera, más que centenaria, tiene por objetivo arrancar una
disminución de la duración de la jornada de trabajo luchando contra
este aumento.
Históricamente, conocemos las etapas de esta lucha: primero, jornada
de 12 horas, de 10 horas; luego, de 8 horas; y finalmente, bajo el Frente
Popular, la semana de cuarenta horas.
Por experiencia, todos los proletarios saben esto que Marx demuestra
en la sección III: la tendencia irresistible del sistema capitalista
al acrecentamiento máximo de la explotación por medio de la prolongación
de la duración de la jornada de trabajo (o de la semana de trabaje).
Este resultado se alcanza ya sea a pesar de la legislación existente
(en realidad, las 40 horas nunca fueron aplicadas), ya sea en el medio
de la legislación existente (por ejemplo, las "horas extraordinarias").
Aparentemente, las horas extraordinarias les "cuestan muy caro" a los
capitalistas, puesto que las pagan veinticinco, cincuenta y hasta ciento
por ciento por encima de la tarifa de las horas normales. Pero en realidad,
son ventajosas para ellos, porque permiten que las "máquinas", con la
vida cada vez más breve a causa de los rápidos progresos tecnológicos,
funcionen veinticuatro horas por veinticuatro. Dicho de otra manera,
las horas extraordinarias les permiten a los capitalistas sacar el máximo
provecho de la "productividad". Marx ha mostrado muy bien que la clase
capitalista no paga ni pagará jamás —en detrimento de su salud (su renta)—
horas extraordinarias a los obreros para complacerlos o para permitirles
prosperar, sino para explotarlos por más tiempo. El plusvalor relativo
(sección IV), cuya existencia acabamos de percibir en filigrana en esta
cuestión de las horas extraordinarias, es sin duda la forma nº1 de la
explotación contemporánea. Es mucho más sutil porque es menos visible
directamente que el aumento de la duración del trabajo. Sin embargo,
los proletarios reaccionan por instinto si no contra él, al menos, como
vamos a ver, contra sus efectos. [26]
El plusvalor relativo se basa, efectivamente, en la intensificación
de la mecanización de la producción (industrial y agrícola) y, por lo
tanto, en la productividad creciente que resulta de esta intensificación.
Esta tiende actualmente a la automatización. Producir el máximo de mercancías
al precio más bajo para sacar de ello el máximo provecho: tal es la
tendencia irresistible del capitalismo. Naturalmente, va a la par de
una explotación acrecentada de la fuerza de trabajo.
Se tiende a hablar de "mutación" o "revolución" en la tecnología contemporánea.
En realidad, Marx había afirmado desde el Manifiesto,
y demostrado en El capital, que el modo de producción capitalista se
caracteriza por una "revolución ininterrumpida en los medios de producción",
ante todo en los instrumentos de producción (tecnología). Algo que viene
sucediendo desde hace ciento cincuenta años es declarado "sin precedente"
en grandes proclamaciones, y es verdad que desde hace algunos años las
cosas van mucho más rápido que antes.
Pero se trata de una simple diferencia de grado, no de naturaleza. Toda
la historia del capitalismo es la historia de un prodigioso desarrollo
de la productividad a través del desarrollo de la tecnología.
En la actualidad —como, por otra parte, en el pasado—, esto resulta
de la introducción de máquinas cada vez más perfeccionadas en el proceso
de trabajo, lo que permite producir la misma cantidad de productos que
antes en tiempos dos, tres o cuatro veces inferiores y, por lo tanto,
un desarrollo manifiesto de la productividad. Pero, correlativamente,
esto resulta de los efectos precisos de la agravación de la explotación
de la fuerza de trabajo (aceleración de los ritmos, supresión de los
puestos y empleos), no sólo entre los proletarios, sino entre los trabajadores
asalariados no proletarios, comprendidos entre ellos algunos cuadros
técnicos —aun de primera línea— que "ya no están al día" con el progreso
técnico y. en consecuencia, no tienen más valor mercantil: de allí la
cesantía subsiguiente.
De todo esto trata Marx, con un rigor y una precisión extremos, en la
sección IV (El plusvalor relativo).
Desmonta los mecanismos de la explotación por medio del desarrollo de
la productividad en sus formas concretas. Demuestra así que nunca el
desarrollo de la productividad puede beneficiar espontáneamente a la
clase obrera.; muy por el contrario, puesto que se realiza, precisamente,
para aumentar su explotación. Marx demuestra así, de manera irrefutable,
que la clase obrera no puede esperar beneficios del desarrollo de la
productividad moderna antes de haber invertido el capitalismo y haberse
apoderado del poder de Estado en una revolución socialista. Demuestra
que de aquí a la toma revolucionaria del poder que abre la vía al socialismo,
la clase obrera no puede tener otro objetivo ni, por lo tanto, otro
recurso que luchar contra los efectos de explotación producidos por
el desarrollo de la productividad para limitar estos efectos (lucha
contra los ritmos, contra lo arbitrario de las primas a la productividad,
contra las horas extraordinarias, contra las supresiones de puestos,
contra "la cesantía de la productividad"): Lucha esencialmente defensiva,
y no ofensiva.
Aconsejo ahora, al lector que ha llegado al final de la sección IV,
dejar de lado provisoriamente la sección V ("Investigaciones ulteriores
sobre el plusvalor") y pasar directamente a la luminosa sección VI sobre
el salario.
En esta sección, los proletarios aún están literalmente entre ellos,
dado que Marx examina en ella, además de la mistificación burguesa que
declara que el "trabajo" del obrero es pagado "por su valor", las diferentes
formas del salario: primero, salario por tiempo; luego, salario por
piezas. [27] Es decir, las diferentes trampas con que la burguesía intenta
atrapar la conciencia obrera para destruir en ella toda voluntad de
lucha de clases organizada. En esta sección, los proletarios reconocerán
que su lucha de clases no puede sino oponerse de manera antagónica a
la tendencia a la agravación de la explotación capitalista. En esta
sección, reconocerán que, en el plano del salario o, como dicen los
ministros y sus "economistas" respectivos, en el plano del "nivel de
vida" o de las "rentas", la lucha de clase económica de los proletarios
y otros asalariados no puede tener más que un sentido: una lucha defensiva
contra la tendencia objetiva del sistema capitalista al aumento de la
explotación en todas sus formas.
Decimos bien lucha defensiva y, por lo tanto, lucha contra la disminución
del salario. Entiéndase bien que toda lucha contra la disminución del
salario es al mismo tiempo y por eso una lucha por el aumento del salario
existente. Pero hablar sólo de lucha por el aumento es designar el efecto
de la lucha a riesgo de ocultar su causa y su objetivo. Dado que el
capitalismo tiende inexorablemente a la disminución del salario, la
lucha por el aumento del salario es, por lo tanto, en su principio mismo,
una lucha defensiva contra la tendencia del capitalismo a disminuir
el salario.
Resulta perfectamente claro, entonces, como lo subraya Marx en la sección
VI, que el problema del salario de ninguna manera puede arreglarse "por
sí sólo" por medio de la "distribución" a los obreros y demás trabajadores
de los "beneficios" del desarrollo de la productividad, aun cuando fuera
espectacular. El problema del salario es un problema de lucha de clase.
No se arregla "‘por sí solo", sino por la lucha de clase: ante todo,
por las diferentes formas de huelga que más tarde o más temprano desembocan
en la huelga general.
Aunque esta huelga general sea puramente económica y, por lo tanto,
defensiva ("defensa de los intereses materiales y morales de los trabajadores",
lucha contra la doble tendencia capitalista al aumento de la duración
del trabajo y la disminución del salario), o tome una forma política
y, por lo tanto, ofensiva (lucha por la conquista del poder de Estado,
la revolución socialista y la construcción del socialismo), todos los
que conozcan las distinciones hechas por Marx, Engels y Lenin saben
qué diferencia separa la lucha de clase política de la lucha de clase
económica.
La lucha de clase económica (sindical) es defensiva porque es económica
(contra las dos grandes tendencias del capitalismo). La lucha de clase
política es ofensiva porque es política (por la toma del poder por la
clase obrera y sus aliados).
Aunque en la realidad siempre influye una sobre la otra (más o menos,
según la coyuntura), hay que distinguir bien estas dos luchas.
Una cosa es segura, y el análisis que hace Marx de las luchas de clase
económicas en Inglaterra en el libro I lo muestra: una lucha de clase
que quisiera confinarse deliberadamente al dominio de la sola lucha
económica es y será defensiva siempre, por lo tanto, nunca tendrá esperanzas
de invertir el régimen capitalista. Se trata de la tentación mayor de
los reformistas (fabianos, tradeunionistas) de los que habla Marx y,
de manera general, de la tradición socialdemócrata de la II Internacional.
Sólo una lucha política puede "encauzar el vapor" y traspasar estos
límites, por lo tanto, dejar de ser defensiva para volverse ofensiva.
Podemos leer esta conclusión más que entre líneas en El capital. Podemos
leerla con todas las letras en los textos políticos de Marx mismo, de
Engels y de Lenin. Este es el problema nº1 del Movimiento obrero internacional
desde que se "fusionó" con la teoría marxista. [28]
Los lectores podrán pasar luego a la sección VII ("La acumulación del
capital"), que es muy clara. Marx explica que la tendencia del capitalismo
consiste en reproducir y ensanchar la base misma del capital, en transformar
en capital el plusvalor extraído a los proletarios, por lo tanto, que
el capital no deje de "crecer como una bola de nieve al rodar" para
extraer sin cesar más plustrabajo (plusvalor) a los proletarios. Y Marx
lo muestra en una magnífica "ilustración" concreta: la Inglaterra que
va de 1846 a 1866.
En cuanto a la sección VIII ("La acumulación primitiva"), que cierra
el libro I, contiene el segundo gran descubrimiento de Marx. El primero
es el descubrimiento del "plusvalor". El segundo es el descubrimiento
de los medios increíbles por los que fue realizada "la acumulación primitiva",
gracias a la cual, y también mediante la existencia de una masa de "trabajadores
libres" (es decir, desprovistos de medios de trabajo) y la existencia
de descubrimientos tecnológicos, pudo "nacer" el capitalismo y desarrollarse
en las sociedades occidentales. Estos medios, constituidos por la peor
violencia (el robo y las masacres), abrieron al capitalismo su camino
real en la historia humana. Este capítulo contiene riquezas prodigiosas
que aún no han sido explotadas: en particular, la tesis —que deberemos
desarrollar— según la cual el capitalismo nunca dejó de emplear, y continúa
empleando en pleno siglo XX en los "márgenes" de su existencia metropolitana,
es decir, en los países coloniales y ex coloniales, los medios más violentos.
Por lo tanto, aconsejo con insistencia el método de lectura siguiente:
1º Dejar deliberadamente de lado, en una primera lectura, la sección
I (La mercancía y el dinero).
2º Comenzar la lectura del libro I por la sección II (La transformación
del dinero en capital).
3º Leer atentamente las secciones II, III (La producción del plusvalor
absoluto) y IV (La producción del plusvalor relativo).
4º Dejar de lado la sección V (Nuevas investigaciones sobre el plusvalor).
5º Leer atentamente las secciones VI (El salario), VII (La acumulación
del capital) y VIII (La acumulación primitiva).
6º Por último, comenzar con infinitas precauciones la sección I (La
mercancía y el dinero), sabiendo que siempre será extremadamente difícil
de comprender —aun después de haber leído muchas veces las otras secciones—
sin la ayuda de un cierto número de explicaciones que profundicen6.
Les aseguro a los lectores que tengan a bien observar escrupulosamente
este orden de lectura, recordando lo que se dijo sobre las dificultades
políticas y teóricas de toda lectura de El capital, que no lo lamentarán.
PUNTO II.
Me ocuparé ahora de las dificultades teóricas que pueden obstaculizar
una lectura rápida y, en algunos puntos, hasta muy atenta del libro
I de El capital. [29]
Recuerdo que es apoyándose sobre estas dificultades que la ideología
burguesa traía de convencerse —pero, ¿lo logra verdaderamente?— de que
hace mucho tiempo que ha "refutado" la teoría de Marx.
La primera dificultad es de orden muy general. Surge del simple hecho
de que el libro I es sólo el primer libro de una obra compuesta de cuatro.
Digo bien: cuatro. Porque aunque se sabe generalmente de la existencia
de los libros I, II y III, e incluso aunque se los haya leído, generalmente
se silencia el libro IV por suponer que se sospecha su existencia.
El "misterioso" libro IV es misterioso sólo para aquellos que piensan
que Marx es un "historiador" más, autor de una Historia de las doctrinas
económicas, puesto que bajo este título aberrante Molitor ha traducido7,
por así decirlo, una obra profundamente teórica y que en realidad se
llama Teorías sobre el plusvalor.
Sin dudas, el libro I de El capital es el único que se publicó cuando
Marx vivía; los libros II y III fueron publicados después de su muerte
(en 1883) por Engels; y el libro IV por Kautsky8. En 1886, en el prefacio
a la edición inglesa, Engels pudo decir que el libro I "constituye un
todo en sí mismo". De hecho, cuando no se disponía de los libros siguientes,
hizo bien en "considerarlo como una obra independiente".
Hoy ya no es ése el caso. En efecto, disponemos de los cuatro libros,
en alemán9 y en francés10. Indico a aquellos que puedan hacerte que
se preocupen lo más posible por remitirse constantemente al texto alemán
para controlar la traducción no sólo del libro IV (dado que abunda en
errores graves), sino también de los libros II y III (algunas dificultades
de terminología no siempre están resueltas) y, por último, para el libro
I, traducido por Roy en una versión que Marx mismo revisó completamente
y rectificó en algunos pasajes, e incluso aumentó sensiblemente.
Porque Marx, que dudaba de las capacidades teóricas de los lectores
franceses11, a veces atenuó peligrosamente la nitidez de las expresiones
conceptuales originales.
El conocimiento de los tres libros restantes permite resolver un cierto
número de dificultades teóricas muy graves del libro I, ante todo las
concentradas en la terrible sección I (La mercancía y el dinero) alrededor
de la famosa teoría del "valor–trabajo".
Dentro de una concepción hegeliana de la ciencia (para Hegel hay ciencia
sólo si es filosófica, y es por ello que toda verdadera ciencia debe
fundar su propio comienzo.), Marx pensaba, entonces, que "en toda ciencia,
el comienzo es arduo". De hecho, la sección I del libro I se presenta
en un orden de exposición en el que la dificultad surge en buena medida
por este prejuicio hegeliano. Por otra parte, Marx releyó una decena
de veces este comienzo antes de darle su forma "definitiva" —como si
se hubiera encontrado con una dificultad que no era solamente de simple
exposición— y con razón. [30]
Doy en pocas palabras el principio de la solución.
La teoría del "valor–trabajo" de Marx, que todos los "economistas" e
ideólogos burgueses le han reprochado en condenaciones irrisorias, es
inteligible pero sólo como un caso particular de una teoría que Marx
y Engels denominaron la "ley del valor" o ley de reparto de la cantidad
de fuerza de trabajo disponible según las diversas ramas de la producción,
reparto indispensable para la reproducción de las condiciones de producción.
"Hasta un niño" la comprendería, dice Marx en 1868, en términos que
desmienten, por lo tanto, el inevitable "comienzo arduo" de toda ciencia.
Sobre la naturaleza de esta ley remito, entre otros textos, a las cartas
de Marx a Kugelman del 6 de marzo y el 11 de julio de 186812.
La teoría del "valor–trabajo" no es el único punto que trae dificultades
en el libro I. Naturalmente, hay que mencionar la teoría del plusvalor,
el ogro de los economistas e ideólogos burgueses, quienes le reprochan
que es "metafísica", "aristotélica", "inoperatoria", etc. Ahora bien,
esta teoría del plusvalor es inteligible sólo como caso particular de
una teoría más vasta: la teoría del plustrabajo.
El plustrabajo existe en toda "sociedad". En las sociedades sin clase,
una vez separada la parte necesaria para la reproducción de las condiciones
de producción, se reparte entre los miembros de la "comunidad" (primitiva,
comunista). En las sociedades de clases, una vez separada la parte necesaria
para la reproducción de las condiciones de producción, es extraído por
las clases dominantes a las clases explotadas. En la sociedad de clases
capitalista, donde, por primera vez en la historia, la fuerza de trabajo
se vuelve una mercancía, el plustrabajo extraído adopta la forma del
plus–valor.
Hasta aquí llego: me contento con indicar el principio de la solución:
su demostración exigiría argumentos detallados.
El libro I contiene aún otras dificultades teóricas, ligadas a las precedentes
o a otros problemas.
Por ejemplo, la teoría de las distinciones por introducir entre el valor
y la forma–valor.; por ejemplo, la teoría de la cantidad de trabajo
socialmente necesario.; por ejemplo, la teoría del trabajo simple y
el trabajo complejo.; por ejemplo, la teoría de las necesidades sociales.;
por ejemplo, la teoría de la composición orgánica del capital.; por
ejemplo, la famosa teoría del "fetichismo" de la mercancía y su generalización
ulterior.
Todos estos problemas —y muchos otros aún— constituyen dificultades
objetivas reales a las cuales el libro I da ya sea soluciones provisorias,
ya sea soluciones parciales. ¿Por qué esta insuficiencia?
Tengamos en cuenta que cuando Marx publicó el libro 1 de El capital
ya había escrito el libro II y una parte del III (este último en forma
de borradores). De todas maneras, tenía "todo en la cabeza" —al menos
en principio— como lo prueba la correspondencia con Engels13. Pero,
materialmente, no era posible que Marx pudiera poner "todo lo proyectado"
en el libro I de una obra que debía componerse de cuatro libros. Además,
si bien Marx tenía "todo en la cabeza", no dispo[31]nía de todas las
respuestas a las preguntas que tenía en la cabeza; y en ciertos puntos,
el libro I padece las consecuencias de ello. No se debe al azar si sólo
en 1868, por lo tanto, un año después de la aparición del libro I, Marx
escribe que la inteligencia de la "ley del valor", de cuya inteligencia
depende la inteligencia de la sección I, está al alcance de un "niño".
Por lo tanto, el lector del libro I debe convencerse de un hecho perfectamente
comprensible si consideramos que Marx se introdujo, por primera vez
en la historia del conocimiento humano, en un Continente virgen: el
libro I contiene algunas soluciones de problemas que serán planteados
sólo en los libros II, III y IV, y algunos problemas cuyas soluciones
sólo serán demostradas en los libros II, III y IV.
Esencialmente por este carácter de "suspenso" o, si se prefiere, "de
anticipación" surge la mayoría de las dificultades objetivas del libro
I. Por lo tanto, tengamos en cuenta este hecho y saquemos las consecuencias
que derivan de él, es decir leer el libro I teniendo en cuenta los libros
II, III y IV.
Sin embargo, existe un segundo orden de dificultades que constituyen
un obstáculo real para la lectura del libro I. Estas dificultades surgen
no ya del hecho de que El capital se componga de cuatro libros, sino
de los restos, en el lenguaje y aun en el pensamiento de Marx, de la
influencia del pensamiento de Hegel.
Quizá sepa el lector que hace un tiempo14 intenté defender la idea de
que el pensamiento de Marx era fundamentalmente diferente del pensamiento
de Hegel, por lo tanto, de que había entre Marx y Hegel un verdadero
corte o ruptura, como se quiera. Más avanzo, más pienso que esta tesis
es justa. Sin embargo, debo reconocer que di una idea muy excesiva de
esta tesis al adelantar la idea de que podíamos situar esta ruptura
en 1845 (Tesis sobre Feuerbach, La ideología alemana). En realidad,
algo decisivo comienza efectivamente en 1845, pero debió de costarle
a Marx un muy largo trabajo de revolución para llegar a registrar en
conceptos verdaderamente nuevos la ruptura lograda con el pensamiento
de Hegel. El famoso Prefacio de 1859 (a la Contribución a la crítica
de la economía política) aún es profundamente hegeliano– evolucionista.
Los "Grundrisse", que datan de los años 1857–1859, también están profundamente
marcados por el pensamiento de Hegel, cuya Lógica Marx había releído
con admiración en 1858.
Cuando aparece el libro I de El capital (1867) aún quedan huellas de
la influencia hegeliana. Sólo desaparecerán totalmente más tarde: la
Crítica del Programa de Gotha (1875)15, así como las Notas marginales
sobre Wagner (1882)16, están totalmente y definitivamente exentas de
Notas marginales al "Tratado de economía política" de Adolph Wagner,
Cuadernos de Pasado y Presente. México, 1982. (N. del T.)]
Por lo tanto, para nosotros resulta muy importante saber de dónde venía
Marx.: venía del neohegelianismo, que era un retorno de Hegel a Kant
y Fichte; luego, del feuerbachismo puro; luego, [32] del feuerbachismo
con inyección de Hegel (los Manuscritos de 1844)17, antes de volver
a encontrar a Hegel en 1858.
También nos importa saber adonde iba. La tendencia de su pensamiento
lo empujaba irresistiblemente a abandonar radicalmente, como se ve en
la Crítica del Programa de Gotha de 1875 y en la Notas sobre Wagner
de 1882, toda sombra de influencia hegeliana. Al abandonar sin regreso
toda influencia de Hegel, Marx no deja de reconocer una deuda importante
con este pensador: la de haber sido el primero que concibió la historia
como un "proceso sin sujeto".
Teniendo en cuenta esta tendencia, podemos apreciar como restos en vía
de superación las huellas de influencia hegeliana que subsisten en el
libro I.
Ya he señalado estas huellas en el problema, típicamente hegeliano,
del "comienzo arduo" de toda ciencia, cuya brillante manifestación es
la Sección I del Libro I. Más precisamente, esta influencia hegeliana
puede localizarse en el vocabulario del que Marx se sirve en esta sección
I: en el hecho de que hable, como de dos cosas totalmente diferentes,
acerca de la utilidad social de los productos por una parte y del valor
de cambio de los mismos productos por otra parte con términos que de
hecho tienen una palabra en común, la palabra "valor": por una parte,
valor de uso, y por otra parte, valor de cambio. Si Marx clava en la
picota con el vigor que sabemos al tal Wagner (ese vis obscurus.) en
las Notas marginales de 1882, se debe a que Wagner finge creer que como
Marx se sirve en los dos casos de la misma palabra (valor.), el valor
de uso y el valor de cambio resultan de una escisión (hegeliana) del
concepto de "valor". Lo que sucede es que Marx no había tenido la precaución
de eliminar la palabra valor de la expresión "valor de uso" y hablar
simplemente, como hubiera debido, de utilidad social de los productos.
Aquí vemos por qué Marx, en 1873, en el Postfacio a la segunda edición
alemana de El capital, pudo volver sobre sí mismo y reconocer que se
había arriesgado, "en el capítulo sobre la teoría del valor" (justamente
la sección I), a "coquetear" (kokettieren) "con la terminología particular
de Hegel". De esto debemos sacar una consecuencia, que llevada al límite
supone que se re–escriba la sección I de El capital de manera que se
vuelva un "comienzo" ya no "arduo", sino simple y fácil.
La misma influencia hegeliana aparece en la imprudente fórmula del capítulo
XXXII de la sección VIII del libro I, en el que Marx, al hablar de la
"expropiación de los expropiadores", declara: "se trata de la negación
de la negación". Imprudente: porque no ha dejado de hacer estragos;
si bien Stalin, para beneficio propio, tuvo razón al suprimir "la negación
de la negación" de las leyes de la dialéctica, mantuvo otros errores
mucho más graves.
Ultima huella de la influencia hegeliana, y esta vez flagrante y extremadamente
dañosa (ya que todos los teóricos de la "reificación" y la "alienación"
han encontrado en ella con qué "fundar" sus interpretaciones idealistas
del pensamiento de Marx): la teoría del fetichismo ("El carácter fetichista
de la mercancía y su secreto", parte IV del capítulo I de la sección
I).
Se comprenderá que no pueda extenderme aquí sobre estos diferentes puntos,
cosa que exigiría toda una demostración. Con todo, los señalo porque,
con el muy equívoco y (por desgracia) célebre prefacio a la Contribución
a la crítica de la economía política (1859), el hegelianismo y el evolucionismo
(hegelianismo pobre) del que están cargados han hecho estragos en la
historia del Movimiento obrero marxista. Señalo que ni por un instante
cedió Lenin a la influencia de estas páginas hegeliano–evolucionistas,
sin lo cual no hubiera podido combatir la traición de la II Internacional,
[33] edificar el Partido bolchevique, conquistar a la cabeza de las
masas populares rusas el poder del Estado para instaurar la dictadura
del proletariado y comprometerse en la construcción del socialismo.
También señalo que, para desgracia del mismo Movimiento comunista internacional,
Stalin hizo del prefacio de 1859 su texto de referencia, como lo podemos
constatar en el capítulo de la Historia del Partido comunista (bolchevique)
intitulado "Materialismo dialéctico y materialismo histórico" (1938),
lo que explica sin duda muchos males que, con un término que no tiene
nada de marxista, se denominan "el período del culto a la personalidad".
En otra parte volveremos sobre este problema.
Agrego aún algo para evitar al lector del libro I un muy grave ma lentendido,
que esta vez ya no tiene nada que ver con las dificultades que acabo
de evocar, pero que surge de la necesidad de leer muy de cerca el texto
de Marx.
Este malentendido concierne al objeto del que se trata a partir de la
sección II del libro I (La transformación del dinero en capital). En
efecto, Marx habla aquí de la composición orgánica del capital y dice
que, en la producción capitalista, existe para todo capital dado una
fracción (digamos cuarenta por ciento) que constituye el capital constante
(materia prima, edificios, máquinas, herramientas) y una fracción (digamos,
pues, sesenta por ciento) que constituye el capital variable (gasto
de compra de la fuerza de trabajo). El capital constante se llama así
porque permanece constante en el proceso de producción capitalista:
no produce valor nuevo, por lo tanto, permanece constante. El capital
variable se llama variable porque produce valor nuevo, superior a su
valor anterior, por medio de la extracción del plusvalor (que tiene
lugar en el uso de la fuerza de trabajo).
Ahora bien, la mayoría de los lectores, incluidos, naturalmente, los
"economistas" que, me atrevo a decirlo, están condenados a este "desacierto"
por su deformación profesional de técnicos de la política económica
burguesa, cree que Marx formula, respecto de la composición orgánica
del capital, una teoría de la empresa o, para emplear términos marxistas,
una teoría de la unidad de producción. Sin embargo, Marx dice todo lo
contrario: habla siempre de la composición del capital social total,
pero bajo la forma de un ejemplo de apariencia concreta cuando da cifra
(por ejemplo, sobre cien millones: capital constante = cuarenta millones
[cuarenta por ciento] y capital variable
= sesenta millones [sesenta por ciento]). En este ejemplo cifrado, por
lo tanto, Marx no habla de una empresa o de otra, sino de una "fracción
del capital total". Para comodidad del lector y para "fijarle las ideas",
razona sobre un ejemplo "concreto" (por lo tanto, cifrado); pero este
ejemplo concreto le sirve simplemente de ejemplo para hablar del capital
social total.
Desde este punto de vista, señalo que no se halla en ninguna parte de
El capital ninguna teoría sobre la unidad de producción ni sobre la
unidad de consumo capitalistas. Sobre estos dos puntos, pues, la teoría
de Marx ha de completarse.
Asimismo, señalo la importancia política de esta confusión, que fue
disipada definitivamente por Lenin en su teoría sobre el imperialismo18.
Sabemos que Marx planeaba hablar en El capital del "mercado mundial",
es decir, de la extensión tendencial al mundo entero de las relaciones
de producción capitalistas. Esta "tendencia" ha encontrado su forma
acabada en el imperialismo. Resulta muy importante medir la importancia
política decisiva de este hecho que Marx y la primera Internacional
habían percibido perfectamente. [34]
En efecto, si la explotación capitalista (extracción del plusvalor)
existe en las empresas capitalistas en las que se emplea a los obreros
asalariados (y los obreros son víctimas de ella y, por lo tanto, sus
testigos directos), esta explotación local existe sólo como una simple
parte de un sistema de explotación generalizado que se extiende progresivamente
de las grandes empresas industriales urbanas a las empresas capitalistas
agrarias y luego a las formas complejas de otros sectores (artesanado
urbano y rural: explotaciones "agrícolas familiares", empleados y funcionarios,
etc.) no sólo en un país capitalista, sino en el conjunto de los países
capitalistas y, por último, en el resto del mundo entero (por medio
de la explotación colonial directa, apoyada por la ocupación militar
[colonialismo.] y la indirecta, sin ocupación militar [neocolonialismo.]).
Existe, pues, una verdadera Internacional capitalista de hecho, convertida
desde fines del siglo XIX en Internacional imperialista, a la que el
Movimiento obrero y sus grandes dirigentes (Marx, Lenin) respondieron
con una Internacional obrera (la primera, la segunda, la tercera). Los
militantes obreros reconocen este hecho en su práctica del Internacionalismo
proletario. Concretamente, esto significa que los militantes obreros
saben muy bien:
1º que son explotados directamente en la empresa (unidad de producción)
capitalista donde trabajan;
2º que no pueden mantener la lucha únicamente sobre el plano de la empresa
y nada más, sino que también deben llevar la lucha al plano de su producción
nacional (Federaciones sindicales de la Metalurgia, de la Construcción,
de Transportes, etc.), luego al plano del conjunto nacional de las diferentes
ramas de la producción (por ejemplo: Confederación general de trabajadores)
y, por último, al plano mundial (por ejemplo: Federación sindical mundial).
Esto en cuanto a la lucha de clase económica.
Naturalmente, Sucede lo mismo —a pesar de la desaparición formal de
la Internacional— en lo que respecta a la lucha de clase política. Es
por ello que es necesario leer el libro I a la luz no sólo del Manifiesto
("Proletarios de todos los países, ¡uníos!"), sino también de los estatutos
de la primera Internacional, de la segunda y de la tercera, y, naturalmente,
a la luz de la teoría leninista del imperialismo.
Decir esto no significa de ninguna manera salir del libro I de El capital
y ponerse a "hacer política" por una obra que, al parecer, trataría
solamente "de economía política". Se trata, por el contrario, de tomar
en serio el hecho de que Marx ha abierto al conocimiento científico
y a la práctica conciente de los hombres un nuevo continente (el Continente–Historia)
por medio de un descubrimiento prodigioso y de que, como el descubrimiento
de toda ciencia nueva, este descubrimiento se ha prolongado en la historia
de esta ciencia y en la práctica política de los hombres que se reconocen
en ella. Si bien Marx no pudo escribir el capítulo de El capital que
planeaba redactar bajo el título "Mercado mundial" como réplica a la
Internacional capitalista (luego imperialista) y fundamento del Internacionalismo
proletario, la primera Internacional (fundada por Marx en 1864, tres
años antes de la aparición del libro I de El capital) ya había comenzado
a escribir en los hechos este mismo capítulo, cuya continuación escribió
Lenin no sólo en su libro El imperialismo, etapa superior del capitalismo,
sino también en la fundación de la tercera Internacional (1919).
Naturalmente, todo esto resulta si no incomprensible, por lo menos muy
difícil de comprender si se es un "economista", o aun un "historiador";
con mayor razón si se es un simple "ideólogo" [35] de la burguesía.
Por el contrario, todo esto es muy fácil de comprender si se es un proletario,
es decir, un obrero asalariado "empleado" en la producción capitalista
(urbana o agraria).
¿Por qué esta dificultad? ¿Por qué esta relativa facilidad? He creído
responder estas interrogantes siguiendo los textos mismos de Marx y
las precisiones que da Lenin cuando, en los primeros tomos de sus Obras,
comenta El capital de Marx. Lo que sucede es que los intelectuales burgueses
o pequeñoburgueses tienen un "instinto de clase" burgués o pequeñoburgués,
en tanto que los proletarios tienen un instinto de clase proletario.
Los primeros, cegados por la ideología burguesa que hace cualquier cosa
por escamotear la explotación de clase, no pueden ver la explotación
capitalista Los segundos, por el contrario, a pesar de la ideología
burguesa que pesa terriblemente sobre ellos, no pueden no ver esta explotación
ya que constituye su vida cotidiana.
Para comprender El capital y, por lo tanto, su libro I, es necesario
"tomar posiciones de clase proletarias", es decir, situarse en el único
punto de vista que vuelve visible la realidad de la explotación de la
fuerza de trabajo asalariada que realiza todo el capitalismo.
En comparación, esto resulta relativamente fácil para los obreros, a
condición de que luchen contra la influencia de la ideología burguesa
y pequeñoburguesa que pesa sobre ellos. Como tienen "por naturaleza"
un "instinto de clase" formado por la ruda escuela de la explotación
cotidiana, les basta con una educación suplementaria (política y teórica)
para comprender objetivamente aquello que sienten subjetivamente (instintivamente).
El capital les da este suplemento de educa ción teórica bajo la forma
de explicaciones y demostraciones objetivas, lo que les ayuda a pasar
del instinto de clase proletario a una posición (objetiva) de clase
proletaria.
Pero esto resulta extremadamente difícil para los especialistas y otros
"intelectuales burgueses y pequeñoburgueses (entre ellos los estudiantes,
porque una simple educación de su conciencia no basta, ni siquiera la
simple lectura de El capital. Les hace falta lograr una verdadera ruptura
(una verdadera revolución) en su conciencia para pasar del instinto
de clase necesariamente burgués o pequeñoburgués a posiciones de clase
proletarias. Resulta extremadamente difícil, pero no absolutamente imposible.
La prueba: Marx mismo, hijo de burgués liberal (padre abogado), y Engels,
de la alta burguesía capitalista y, durante veinte años, capitalista
él mismo en Manchester. Toda la historia intelectual de Marx puede y
debe comprenderse así: como una larga, difícil y dolorosa ruptura para
pasar de su instinto de clase pequeñoburgués a posiciones de clase proletarias,
ruptura que contribuyó a definir de manera decisiva en El capital.
Este es un ejemplo que puede y debe meditarse pensando en otros ejemplos
ilustres: en primer lugar, el de Lenin, hijo de un pequeñoburgués ilustrado
(profesor progresista), que se convirtió en el dirigente de la Revolución
de Octubre y del proletariado mundial en la etapa del imperialismo,
etapa superior (es decir, última) del capitalismo.
Hay traducción francesa en el tomo III de Le Capital, Editions sociales,
p. 219–225. [En castellano: Marx, K. El capital, (traducción de Wenceslao
Roces), libro I, Fondo de Cultura Económica, México, 1966. (N. del T.)]
Rudimentos de bibliografía crítica.20
PROPONEMOS DISTINGUIR ENTRE:
I. Los textos anteriores al libro I de El capital (1867) que pueden
servir a la vez para la inteligencia de los trabajos de investigación
de Marx que culminaron en El capital y para la comprensión de El capital
mismo. [36]
1. El Manifiesto del Partido comunista (1847).
2. Miseria de la filosofía (1847): crítica de Proudhon.
3. Trabajo asalariado y capital (1848): conferencias ante un público
obrero sobre dos conceptos clave de la teoría del modo de producción
capitalista.
Luego de 1850, inmediatamente después del aplastamiento de las revueltas
proletarias en toda Europa, Marx, retirado en Londres, decide "recomenzar
por el comienzo" en economía política, de la que no tenía hasta entonces
más que un conocimiento indirecto y superficial. Trabajos encarnizados
en biblioteca sobre economistas, los informes de los inspectores de
fábricas y toda la documentación disponible (cf. las cartas de esta
época en Cartas sobre El capital).
4. Los "Grundrisse", suma de manuscritos preparatorios de la Contribución
a la crítica de la economía política, que aparecerá en 1859. Sólo una
parte de estos textos pasó a la Contribución. La notable "introducción"
a la Contribución quedó inédita. En numerosos pasajes de los "Grundrisse"
(traducción en curso en Ediciones Anthròpos, bajo el título desgraciado
de "Fundamentos de la crítica de la economía política"), notamos una
fuerte influencia hegeliana combinada con tufillos de humanismo feuerbachiano.
Junto con La ideología alemana, los "Grundrisse" van a proporcionar
todas las citas dudosas que necesitan las interpretaciones idealistas
de la teoría marxista: podemos preverlo sin temor a equivocarnos.
5. La Contribución a la crítica de la economía política (1859), cuya
parte esencial (Teoría del dinero) pasó a la sección I del libro I de
El capital. El famoso prefacio está marcado muy profundamente, por desgracia,
por una concepción hegeliana evolucionista, que desaparecerá en un noventa
y nueve por ciento en El capital y totalmente en los textos ulteriores
de Marx.
6. Salario, precio y ganancia (1865). Conferencias de Marx ante un público
obrero. Texto muy importante, en el que ya están precisados los conceptos
de El capital.
7. La correspondencia sobre El capital, anterior a 1867, recogida bajo
el título Cartas sobre El capital. Esta correspondencia reproduce directamente
la manera en que Marx se instruye junto al excelente "capitalista" que
era Engels sobre el proceso de trabajo, los instrumentos de trabajo
(las máquinas), sobre la composición orgánica del capital en una empresa,
sobre la rotación de las diferentes fracciones del capital, etc. Vemos
que Marx pone a consideración de Engels sus hipótesis, sus resultados,
le plantea preguntas, toma en cuenta sus respuestas. Descubrimos que,
mucho antes de 1867, Marx ya tenía en la cabeza lo esencial de El capital,
no solamente del libro I, sino del libro
II y del libro III, dado que habla extensamente sobre la teoría de la
renta de la tierra y la baja tendencial de la tasa de ganancia (que
aparecerán sólo en el libro III, publicado después de su muerte por
Engels).
II. Los textos posteriores a El capital, ya sea de Marx, ya sea de otros
grandes autores (Engels. Lenin, etc.). [37]
Textos de doble uso: para aclarar El capital sobre un cierto número
de puntos difíciles o para hacer mucho más fácil su lectura; para prolongar
las investigaciones de la teoría fundada por. Marx, mostrando la fecundidad
de la misma en sus aplicaciones concretas.
8. La segunda parte del Anti–Dühring de Engels (1877), que resume muy
claramente lo esencial de las tesis del libro I.
9. La Crítica del Programa de Gotha, de Marx (1875). Simples "Randglossen"
(notas marginales), escritas a mano por Marx, sobre el proyecto de Programa
común sobre el cual el "Partido obrero socialdemócrata" (marxista) y
la "Asociación general de los trabajadores" (lasalleana) concluyeron
la unidad orgánica entre sus dos organizaciones en el Partido socialdemócrata
alemán. Se hizo caso omiso de las críticas de Marx y Engels, quienes
pensaron romper públicamente con la nueva organización, pero renunciaron
a ello porque la burguesía "veía en el Programa lo que no había en él".
Las simples Notas de Marx son invalorables. Hablan de los principios
que deben guiar toda política de unidad, de la revolución y el socialismo,
cuatro años después de la Comuna de París. Hallamos los elementos con
los que fundar una teoría del Derecho: el Derecho es siempre burgués.
No es la "propiedad colectiva" (noción jurídica) "de los medios de producción",
sino su "apropiación colectiva" lo que define al modo de producción
socialista. Tesis fundamental: no hay que confundir las relaciones jurídicas
con las relaciones de producción.
La historia de las desventuras de la Crítica es edificante. Prohibida
su publicación por la dirección del Partido socialdemócrata, no pudo
aparecer sino... dieciséis años más tarde, gracias a Engels, quien debió
usar astucias con la dirección misma, y no logró sus fines más que con
extrema justeza. La dirección del Partido socialdemócrata se oponía
radicalmente a la publicación de las Notas críticas de Marx "para no
dañar la unidad con nuestros camaradas lasalleanos"...
10. Las Notas marginales sobre Wagner, de Marx (1882). El último texto
escrito por Marx, reducido en muchas páginas en la traducción francesa
de las Ediciones sociales (Le Capital, Tome III, p. 241–253). Aquí vemos,
de manera irrecusable, en qué sentido tendía el pensamiento teórico
de Marx: ni sombra de una huella de influencia humanista– feuerbachiana
o hegeliana.
11. Los prefacios recogidos bajo el título Estudios sobre El capital,
artículos de Engels. Análisis de primer orden, muy claros, pero —como
sucede a menudo con las obras de Engels, que tenía rasgos de genio teórico—
afectados de algunas languideces (por ejemplo: la tesis según la cual
la "ley del valor" dejaría de reinar después del siglo... XIV).
12. Quiénes son los "amigos del pueblo", de Lenin (ediciones de Moscú).
(1894: Lenin tenía veinticuatro años). Crítica de la ideología idealista–humanista
de los populistas. Exposición de los principios epistemológicos del
descubrimiento científico de Marx. Afirmación categórica de que la dialéctica
de Marx no tiene nada que ver con la de Hegel.
13. El desarrollo del capitalismo en Rusia, de Lenin (1899: Lenin tenía
veintinueve años). La única obra de sociología científica que existe
en el mundo, que todos los sociólogos deberían estudiar con cuidado.
Aplicación de la teoría del modo de producción feudal y capitalista
a la formación social rusa de fines del siglo XIX, donde las relaciones
de producción e intercambio capitalistas se apoderan del campo suplantando
las relaciones de producción feudales. Esta obra resume lo esencial
de los numerosos estudios que Lenin había dedicado —desde 1894 a 1899,
en su crítica de los "economistas" populistas y "románticos"— a las
tesis esenciales del libro II de El capi-[38]tal en textos de una claridad
y rigor cautivantes. Texto para relacionar con La cuestión agraria,
de Kautsky (1903), que Lenin apreciaba mucho, y sobre todo con "Nuevos
datos sobre las leyes del desarrollo del capitalismo en la agricultura"
(1915: Tomo XXII de la edición francesa de las Obras completas), donde
Lenin traza la "paradoja" del alto desarrollo capitalista de las pequeñas
explotaciones agrícolas en los EE.UU. al lado de las grandes explotaciones
capitalistas. Los "especialistas" franceses en "cuestiones agrarias"
encontrarían muy interesante la lectura de este texto, muy actual, y
aprenderían de qué manera "tratar" las estadísticas oficiales.
14. Marasmo y revisionismo, de Lenin (1908) (21)
15. Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo, de Lenin (1913).
16. El destino histórico de la doctrina de Kart Marx, de Lenin (1913).
17. El imperialismo, etapa superior del capitalismo, de Lenin (1916).
18. El Estado y la revolución, de Lenin (1917).
Detengo aquí esta pequeña bibliografía crítica.
Existe un número considerable de ensayos, en general críticos o muy
críticos, dedicados a la "interpretación" de la teoría de Marx, y en
particular a El capital. Punto de sensibilidad particular: la sección
I del libro I, ante todo las teorías del "valor–trabajo", el "plusvalor"
y la "ley del valor".
Estas obras pueden hallarse en la mayoría de las librerías especializadas
con sólo pedirlas.
[Traducido por Darío Daniel Díaz]
NOTAS
* Existe en castellano un texto titulado "Cómo leer El capital". Publicado
en Althusser, Louis. Posiciones, Ed. Anagrama, Barcelona, de extensión
y desarrollo menores al que aparece aquí (no incluye los "Hitos biográficos"
ni los "Rudimentos de bibliografía crítica", aunque sí las ideas fundamentales).
1 1845. Obra inédita en vida de Marx. [En castellano: Marx, K.– Engels,
F. La ideología alemana. Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo, 1968.
(N. del T.)]
2 Los "Grundrisse", manuscritos de Marx (1857–1859). [En castellano:
Marx, K. Elementos fundamentales para la crítica de la economía política
(Borrador) 1857–1859, Siglo XXI, México, 1987. (N. del T.)]
3 Prefacio a la Contribución a la crítica de la economía política (1859).
[En castellano: varías ediciones. (N. del T.)]
4 Ver. por ejemplo, el comienzo del texto de Lenin El Estado y la revolución.
[Hay varias ediciones en castellano: en las Obras completas, las Obras
escogidas, o en fascículo separado. (N. del T.)]
5 Estas fórmulas no son polémicas: son conceptos volcados por el propio
Marx en El capital.
6 Cf. Une science révolutionnaire. Présentation du livre I du Capital,
Maspéro, Paris, 1969.
7 Editions Costes, Paris.
8 El libro II en 1885, el libro III en 1894, el libro IV en 1905.
9 Ediciones Dietz, Berlín.
10 Editions sociales, Paris, para lo» libros I, II, III. Editions Cosles
para el libro IV. (En castellano: Siglo XXI Editores para los tres primeros
libros, Editorial Cartago para el cuarto. (N. del T.)]
11 Ver el texto de la carta de Marx a La Chatre, su editor francés.
(En castellano: Marx, K. El capital, T. I. Vol. I, p. 21, Siglo XXI,
México, 1991. (N. del T.)]
12 Cf. Cartas sobre El capital [En castellano. Marx, K.–Engels, F. Correspondencia,
Ed. Cartago. Bs. As., 1957. (N. del T.)]
13 Cartas sobre El capital.
14 Cf. Pour Marx, Editions Maspéro, Paris. 1965. [En castellano: Althusser,
Louis. La revolución teórica de Marx, Siglo XXI, México. 1967. (N. del
T.)]
15 Editions sociales, Paris. (En castellano: Marx, K. Crítica del Programa
de Gotha, Biblioteca Proletaria–Ediciones Compañero, Bs. As., 1972.
(N. del T.)]
16 Le Capital. Editions sociales, Paris, Tome III, p. 241–253. (En castellano.
Marx, K.
toda huella de influencia hegeliana.
17 Editions sociales, Paris. [En castellano: Marx, K. Manuscritos económico–
filosóficos de 1844, Ed. Grijalbo, México, 1968. (N. del T.)]
18 El imperialismo, etapa superior del capitalismo. [Varias ediciones
en castellano. (N. del T.)]
19 Engels publicó, en un artículo aparecido en 1868 en el Demokratisches–
Wochenblatt de Leipzig, un brillante resumen del libro I de El capital.
20 Salvo indicación contraria, las obras existen traducidas en las Editiones
sociales, París. [En castellano, en varías ediciones. (N. del T.)]
21 Las obras citadas de Lenin existen en traducción francesa en las
Obras completas (Edición francesa), o en fascículos separados. [Lo mismo
vale para la Edición castellana. (N.del T.)]
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