"Tu canto es el amor que no se dio y el cielo que soñamos una vez"

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El bandoneón

Por Benjamin Szvalb

Imagen: Bandoneón, obra de Aníbal Cedrón.

Definición: Bandoneón (del alemán Bandonion y, éste, acrónimo de Heinrich Band, 1821-1860, a quien se le adjudica el invento), variedad de acordeón de forma rectangular y particular sonido; muy popular en la Argentina por su vinculación con el tango.

Quien lo ejecuta recibe el apelativo de bandoneonista

Además de la notable diferencia sonora con el acordeón y demás instrumentos de lengüetas sueltas (free-reed), el bandoneón utiliza botones en lugar de teclas; por lo que se habla de botoneras en lugar de teclados. La versión utilizada en Argentina y Uruguay, consta de 38 botones para el registro agudo (Discante) y 33 para el grave (Bajo). Existe una cantidad asombrosa de variantes y modelos de bandoneón y cada uno tiene su historia. El bandoneón utilizado en Argentina se conoce como Rheinische Tonlage 38/33 (142 tonos). Cada uno de los 71 botones de galatita (*) que posee, emiten un sonido al apretarlos si (a la vez) se estira o comprime el fuelle.

En el año 1890,Adolph Sitteler trató de hacer una pizarra blanca para la escuela mezclando leche agria con formaldehído. La caseína de la leche reaccionó formando un material duro pero fácil de moldear. Tal fue el comienzo de los plásticos de proteína, que se presentaron como sustancias brillantes, parecidas al hueso y que se emplearon,entre otros, para la fabricación de hebillas, peines, bolas de billar, botones de ropa y de bandoneón.
Los tubos y varillas de caseína no son de aplicación comercial; y se debe a que éste es un material blando, soluble y muy susceptible a la putrefacción.
Para conseguir la galatita, se sumergen tubos y varillas de caseína en formaldehído al 4.5% durante un tiempo dependiente del espesor del material, del coeficiente de putrefacción y de su mayor o menor dureza. Después de dicho tratamiento, el material queda duro y fuerte; insoluble en agua.
El tiempo requerido para conseguirlo puede llegar a tomar varios meses (incluyendo el período de secamiento) El formaldehído debe penetrar profundamente en el material y el secamiento debe efectuarse con gran lentitud; las prisas en el secamiento tienen como consecuencia quebraduras o torceduras en las varillas. Si durante el secado ocurren dichos contratiempos, se pueden remediar sumergiendo el material en agua hirviendo,pasándolo luego a presión a través de moldes y enfriándolo a presión.
El material resultante es termoplástico,por lo tanto puede moldearse al calor, pero carece de flexibilidad, es resistente a las tensiones medias, pero no así a los impactos, razón que explica por qué, cuando un botón de bandoneón cae al piso, generalmente se parte; la plasticidad de la galatita es limitada y a pesar que el calor ayuda a realizar el moldeado a presión, son pocos los artículos que pueden moldearse con aristas agudas y huecos profundos. Los moldes para trabajar la mezcla deben ser metálicos y refrigerados con agua. La presión de trabajo de éstos debe ser de unos 200 Kg/cm2 y esta presión se ha de mantener hasta que el material se haya enfriado lo suficiente como para conservar su forma.

Se dice del bandoneón que posee botonera cuádruple, ya que el sonido al abrir y cerrar el fuelle es diferente, y por lo tanto, es necesario aprender la ubicación de 71 botones abriendo el fuelle y 71 cerrándolo.

Para cada botón existe un sistema de lengüetas, similar al de las armónicas (voces de acero remachadas a un peine de Zn o de Al) El 142 en la cantidad de tonos no se refiere a la cantidad de botones, sino al número de lengüetas que vibran (acorde a la afinación), X cantidad de veces por segundo para producir el sonido. De fábrica la afinación del bandoneón fue A4=435Hz, este A (La) es el que se encuentra cinco teclas blancas a la derecha del C (Do)central del piano.

 
Infografía sobre el funcionamiento del bandoneón. Clic para ampliar.

Históricamente el gobierno de Francia dictó una ley en 1859 para establecer A4=435 Hz. La ley dictada por el estado francés, acordó la adopción de un patrón de diapasón de uso obligatorio en los establecimientos musicales autorizados por el Estado; fue el primer intento de estandarizar las afinaciones y evitar el caos de afinaciones de lugar en lugar; sobre todo por el problema que representaba alterar la afinación en instrumentos como pianos, un órganos, etc. La ley se volvió un estándar de afinación bastante popular aún fuera de Francia (Alemania, por ejemplo) cuando aparecieron los primeros bandoneones marca E.L.A en 1864 la ley de afinación francesa ya tenía 5 años en vigencia, por lo que los bandoneones se afinaron así y se especificaron las siglas NA (Normales Abstimmen) para especificar la altura de dicho A4=435Hz. Los modelos de bandoneón que llegaron a la Argentina (de las 2 fábricas más conocidas E.L.A y AA) de 142 voces y aún los de 152 voces, tenían dos notas bajas en el teclado izquierdo; G (Sol) en la parte superior y A (La) en la parte inferior, pertenecientes a la octava que se encuentra por debajo del C (Do) más grave del bandoneón. Estas dos notas no tenían aplicación práctica ya que estaban una octava más bajas que todo el teclado. Cuando mundialmente se propuso A=440Hz en el año 1955 por ISO (se había propuesto el cambio de A4=435Hz a A4=440Hz por ser más sencillo de reproducir en condiciones de laboratorio para experimentos con ondas), en Argentina algunos músicos prefirieron aprovechar el cambio completo de afinación para cambiar esas dos dos notas a F (Fa) y E (Mi) de la octava del C (Do) grave, respectivamente, quedando F arriba del teclado y E sobre el final hacia el lado del frente. De esta manera el teclado quedaba completo para estudiar abriendo. Algunos bandoneonistas cambiaron también B (Si) cerrando el fuelle de la última octava alta del teclado grave por A cerrando, para así tener aún más coherente el teclado, pero de dicha manera se perdía B (Si), ya que abriendo esa nota no existe en el teclado bajo. Por lo que quedaron cambiadas dos notas en algunos instrumentos y tres en otros. La afinación propuesta por ISO en 1955 (A4=440Hz) recién fue ley en 1975 y se conoce como ley ISO16. Las fechas explican por qué hay tantos instrumentos ajenos a este cambio, los bandoneones nunca afinados no solamente están por debajo de A4=440Hz, además tienen las tres notas del teclado del bajo: G y A graves abriendo y B alto cerrando.


Rubén Juárez - Mi bandoneón y yo

En el bandoneón las voces se pueden afinar en orden de terceras. Más allá de la tercera, la voz vuelve otra vez a su nota básica, esta nota básica está en relación con el largo y el ancho de la lengüeta. Reduciendo el espesor, sólo es posible dar toda la vuelta dos veces como máximo en cada voz, más allá de eso la lengüeta se debilita y se rompe con el uso normal. Existe otro modo para poder cambiar la afinación, en lugar de retirar material, y consiste en agregar material al acero de la voz. Se utiliza plomo para bajar de octava y alterar el pitch, pero la soldadura de plomo hay que hacerla con gas.Debe ser soldadura fuerte para que no se desprenda el plomo con el movimiento de la voz al vibrar a más de 440 veces por segundo. "NA" es A=435Hz, mientras que "OS" (las siglas de Orchester Stimmung) indican la afinación de 438hz y 440hz. Hoy en día se pueden encontrar bandoneones subidos a 445Hz inclusive, pero la afinación debe estar siempre en relación con la de aquellos instrumentos de afinación fija que toquen junto con él. Existen bandoneones unisonoros, bisonoros y trisonoros; los unisonoros responden a la primera época y a modelos más pequeños y livianos para niños, los bisonoros son los más utilizados por su brillo y afinación octavada, los trisonoros tienen una tercera voz para efecto de trémolo. El material del peine otorga brillo a las voces, los primeros bandoneones eran unisonoros y tenían peines de plomo, luego aparecieron los modelos con peines de Zinc puro hasta 1922, cuando una de las fábricas alemanas más populares (E.L.A) comenzó a fabricarlos también con peines de Aluminio; lo cual alivianaba el instrumento, pero modificaba el tradicional y tajante sonido que exigían los tangueros.

Los teclados del bandoneón se tocan con cuatro dedos de cada mano, no se utiliza el pulgar para las botoneras. Del lado derecho y por fuera, el bandoneón standard posee una palanca para pulsar con el pulgar derecho; esta palanca cumple la función de embrague: Deja pasar aire y corta el sonido para poder mover el fuelle sin tener que apretar uno o más botones.

Para componer un acorde, hay que pulsar varios botones a la vez. Se considera al bandoneón como un instrumento inseparable de las orquestas de tango en Argentina. Llegó al país hacia 1900, exportado de Alemania por inmigrantes.Entre las más reconocidas fábricas de bandoneón, se encuentran las fábricas de la dinastía Arnold. En 1864 Ernst Louis Arnold adquiere la fábrica de C. Zirmmermmann y comienza la producción de bandoneones E.L.A. Ernst Louis Arnold se retira en 1880 y deja el cargo a uno de sus hijos varones Ernst Hermann Arnold.

Ernst Louis Arnold (El padre) muere en 1910 y en 1911 Paul y Alfred (otros dos hijos de Ernst Louis Arnold) abren su propia fábrica en el mismo pueblo (Carlsfeld).

La fábrica nueva comienza a producir los emblemáticos "AA", "A", "Premier" y "Alfa" Paralelamente se sigue fabricando la línea E.L.A por parte de Ernst Hermann Arnold quien al morir deja a cargo a su hijo Otto Arnold; la fábrica E.L.A cierra en 1959.

Alfred Arnold muere en 1933 y Paul Arnold muere en 1952. De los descendientes de la dinastía Arnold siguen Arno Arnold (Hijo de Paul Arnold) y Horst Arnold (Hijo de Alfred Arnold) que toman posesión de la fábrica AA y en 1949, deciden cerrar la fábrica para que se coloque en su lugar una fábrica de bombas para la industria automotriz. En 1950 Arno Arnold abre su propia fábrica en Alemania del Oeste y produce la línea de bandoneones Arno Arnold.

Actualmente el bandoneón se sigue fabricando tanto en Alemania como en el resto del mundo a manera industrial y artesanal. Entre los nuevos fabricantes de bandoneones alrededor del mundo, se cuentan: Harry Geuns, Klaus Gutjahr, Uwe Hartenhauer y la La Bandonion & Concertinafabrik Klingenthal, entre otros.

Fueye

Me jode confesarlo, pero la vida es también un bandoneón

Fiel compañero de todas las penas, tu quejumbrosa voz insufló en el tango otro espíritu. Confesor cuando el alma se subleva, bandoneón, cuando te abrís tu música ilumina, pero al cerrarte sos oscuro cachafaz. Entre la beatitud y el malandrinaje, para aprender a tocarte se necesita la inteligencia de los locos.

Se repite el cuento. Su llegada al Río de la Plata también fue controvertida. El bandoneón es la historia de un fracaso que nació en Alemania y terminó en los arrabales porteños. Fue creado por Hermann Ulgh en 1835, con el objetivo de difundir la música sacra en lugares abiertos y para reemplazar a los órganos. Pero no resultó. Después de décadas, un fabricante vendió estos instrumentos con las iniciales AA, que más tarde pasaron a ser Vertagh Heinrich Band, armados en el taller Band Union. Este taller dio origen a sus sucesivos nombres: bandunion, bandonion y finalmente bandoneón.

El que introdujo al país este sacro instrumento por el año 1862 fue Sebastián Ramos Mejía, un negro que guiaba una yunta de caballos en la Transwald y que se enganchaba a tocar en cafetines de mala muerte. Será por eso que el bandoneón le imprime al tango algo de liturgia y de su clima severo. Es tan particular que sus posibilidades expresivas permiten de la tonalidad alta del clarinete hasta el clavicordio.

Curiosamente, la mayoría de los arregladores de tango han sido bandoneonistas. Los que en un principio menos sabían del género pasaron a ser los más conocedores, quizás porque el bandonéon encierra una pequeña orquesta en sí mismo.

Fuente: www.welcomeargentina.com/tango/elfueye.html

No cabe duda que el bandoneón encontró un lugar insustituible en el tango En Argentina, el bandoneón es conocido como "fueye" entre los tangueros (destacando la "y" en lugar de la "ll"; acentuando el acento porteño) El "fueye" es el alma de las orquestas de tango. Un tango de Pascual Contursi (letra) y Juan Bautista Deambroggio (música), compuesto en 1928 y que Carlos Gardel incorporó a su repertorio, trata ya al bandoneón como a un hijo adoptado: "Bandoneón arrabalero, / viejo fuelle desinflado, / te encontré como a un pebete (niño)/ que la madre abandonó". Entre los más importantes bandoneonistas argentinos y uruguayos se cuentan Eduardo Arolas, Pedro Maffia, Pedro Laurenz, Eduardo Rovira, Ciriaco Ortíz, Osvaldo Fresedo, Anibal Troilo, Roberto Di Filippo, Astor Piazzolla, Alejandro Barletta, José Libertella, Leopoldo Federico y René Marino Rivero.

Aspectos a tener en cuenta a la hora de comprar un bandoneón:

1) La disposición del teclado: Tiene que tener al menos 71 botones en total y no tiene que ser cromático, los botones más gruesos son de 11 milímetros y los más finos de 10mm, deben ser coherentes las pendientes del teclado y no esté muy despareja la altura general, cuando un botón está mucho más alto que otro o es porque se ha gastado el botón con el uso, o es porque la tapa de la botonera ha sido cambiada por otra más tosca o es porque hay algún problema dentro con el eje del pívot de madera donde apoya el botón. Al sacar la tapa, los resortes de presión, de tracción y de los muñequitos no deben tener óxido ni estar torcidos. Los botones tienen que apuntar todos en el mismo sentido con pendiente creciente hacia el frente y decreciente hacia abajo en ambos teclados.

2) El estado de la madera: No tiene que haber sufrido mojaduras de líquidos, no tiene que tener grietas, ni partes pegadas con adhesivos extraños, la madera interna a simple vista debe ser de un color claro y uniforme, sin nudos; en madera pino o de haya, lo más importante es que sea la original. Se aconseja consultar previamente en una maderera o a un carpintero de confianza para tener una idea básica de los tipos de madera y distinguirlas entre sí, el color no siempre dice mucho pues un buen artesano hace buenas falsificaciones buenas con tinturas muy claras, lo importante es la dirección de las vetas, la densidad y el peso; es lo que influye en el sonido.Si las cajas armónicas tienen rotas las orejas de madera que apoyan en la caja de resonancia quiere decir que el bandoneón se cayó al piso, ojo con éso. Es importante la madera exterior, tiene que tener el lustre original, no importa si está gastado o algo cuarteado, lo importante es que no haya sido repintado; se verán llamativos algunos bandoneones repintados, pero los barnices y pinturas afectan el sonido y cuando está mal hecho el trabajo, el instrumento termina pareciendo de plástico. Se debe mirar el aspecto externo general, si hay partes estéticamente distintas o algún agregado, si hay raspones en el exterior, golpes y si están todas las liras en las ochavas y éstas son iguales entre sí. Si el exterior está cuarteado o con pequeñas fisuras, quiere decir que ha sido expuesto de manera brusca a cambios de temperatura; cuidado.

3) El instrumento no tiene que tener pérdidas de aire importantes ni hacer ruídos al moverlo; coloque el bandoneón sobre las piernas, remoje los labios y con las manos en las correas pase bien cerca la boca a lo largo del fuelle en todas las uniones (sin que la boca toque el fuelle), si hay alguna pérdida de aire va a sentir una corriente de aire en la boca al oprimir o estirar el fuelle. Si las pérdidas de aire están en los marcos centrales de madera es muy probable que el instrumento se haya caído al piso, haya sido maltratado o el cartón fuelle haya estado muy expuesto a la humedad y esté despegándose por dentro. No tiene que haber pérdidas de aire en la zapata de la válvula (donde va la placa con el nombre del instrumento) hacer lo mismo que se hizo para el fuelle, si hay corrientes de aire es porque la guarnición (burlete) de cuero interna está gastada y hará falta cambiarla, o puede deberse a un problema de apoyo con la zapata interna, o falta de presión de los resortes, etc.

4) Al cerrar el fuelle debe quedar compacto, no tiene que estar hinchado en ninguna parte, si no cierra bien puede deberse a que han puesto un parche por el lado de adentro del fuelle o porque se ha pandeado el cartón con la humedad. Los 60 esquineros del fuelle deben estar todos a la misma altura y deben quedar parejos al cerrar el fuelle, tienen que ser del mismo color y de la misma forma todos, las viras negras tienen que ser del mismo color y material, el papel externo no tiene que tener raspones, si el fuelle es varillado fijate que las varillas estén parejas y los dientes del varillado no hayan roto las viras.El fuelle mismo no tiene funcion acustica, salvo la de actuar como resonador de frecuencia oscilante y que no tiene mayor repercusion.

5) No tiene que haber pérdidas de aire por el calado de los lados (por donde sale el sonido) si hay pérdidas es porque la tapa hace juego con la máquina y deja pasar aire. Tampoco tienen que haber pérdidas por debajo de las aristas de contorno si hay pérdida en las que están del lado interno es porque el fuelle está despegándose de la caja, si hay pérdidas en las del lado externo es porque la guarnición (burlete) de la caja de resonancia está gastada, rota o directamente no está presente.

6) En la máquina no tienen que haber clavos verticales que sujeten partes, suelen reparar mal la máquina algunos y colocan clavos para que las zapatas no se muevan hacia los lados. Un crimen.


Roberto Di Filippo - El buey solo (Solos de bandoneón, 1980-1983)

7) Si el bandoneón es marca Premier o AA los peines son siempre de Zn (Cinc). Si le dicen que el bandoneón es de esa marca y tiene peines de aluminio es porque los han cambiado o lo están engañando vilmente. Los peines de aluminio venían en dos tipos blando (puro) y duro (duraluminium), los de aluminio blando no son muy estables y se afectan considerablemente a los cambios de temperatura, se rayan con facilidad al pasar cualquier herramienta. Los peines de aluminio tienen aspecto brilloso.Los peines de Cinc son pesados, algo opacos (aunque se pueden pulir) ELA produjo bandoneones exclusivamente con peines de Zn hasta el año 1922, crearon una línea paralela de mayor precio con peines de aluminio para exportación. El precio era mayor debido a que, en aquella época, el aluminio era caro de producir a nivel industrial, ya que requería de un proceso eléctrico a gran escala. Con el paso del tiempo y llegada de la segunda guerra mundial, el aluminio fue tornándose cada vez más barato y fácil de producir, lo que produjo la situación inversa y los bandoneones con peines de aluminio pasaron a ser más baratos que los que se hacían con peines de Zn. El Zinc es un metal más pesado y transmite mal el calor; por razones de inercia oscila a una frecuencia más baja, lo cual produce un sonido más tajante y le da un toque especial al conjunto de la madera y las voces de acero remachadas a los peines, es el sonido con el que insistió la fábrica AA para el mercado del Río de la Plata, y el sonido que se utiliza en el tango. Una manera para determinar mediante el tacto el material de los peines es tocándolos, si éstos están fríos, quiere decir que son de Zn, si están a temperatura ambiente son de Al.

8) Las voces que van en los peines no deben estar oxidadas, ni muy raspadas, ni dobladas, deben estar todas, no tiene que haber voces partidas, las válvulas de cuero que van en los peines tiene que estar planas o a lo sumo un poco levantadas, pero nunca con vueltas o chuecas. Algunas de las notas más agudas (los aceros más cortos) no llevan cueros, pero todas las demás sí. Recuerda que al levantar la máquina y darla vuelta, los peines que ves pertenecen a las voces cerrando, para ver las voces abriendo hacen falta sacar los peines girando las escarpias (ganchos) pero éso sólo se aconseja hacerlo si se va con alguien que esté al tanto.

9) Si el dueño no quiere mostrar el bandoneón por dentro por algo es. A veces te dan excusas como: "El instrumento se desafina al abrirlo" No es cierto.

10) No tiene que haber pegotes de adhesivos cianocrilatos en la madera pues no son resistentes a la humedad ni a los impactos, y si bien pueden sujetar las piezas, con el uso las partes se despegan.

11) Si el bandoneón no ha sido afinado nunca, va a estar con afinación por debajo de 440Hz, es un problema a la hora de tocar junto a otro bandoneón que sí está afinado más arriba; va a tener que gastar algo más de dinero para hacerlo afinar completo por un profesional, por lo que se puede discutir el precio final con el vendedor. Si el bandoneón ha sido afinado, hay que fijarse si hay algún sello del "luthier" que haya hecho el trabajo. Usualmente el bandoneón de 71 botones traía con un Sol grave y un La grave abriendo en el teclado de los bajos, conviene pasarlos a Fa grave y Mi grave de la octava siguiente al llevarlo a afinar, con el fin de tener un teclado más coherente.

12) Las rinconeras (uniones de cuero entre pliegues del fuelle) no tienen que estar apolilladas porque implica tener que cambiarlas, mira bien cada unión y fijate que tampoco estén resecas, porque si es así, se van a ir rompiendo con el movimiento a medida que toques.

13) Probar que funcionen bien todos los botones abriendo y cerrando el fuelle en ambos teclados; y que éstos no estén unos más duros que otros.

(*) La galatita es llamada también marfil artificial o hueso artificial, es un plástico duro obtenido del cuajo de la leche.


El sueño del bandoneón propio

Por Sebastián Feijoo
sfeijoo@miradasalsur.com

La Universidad Nacional de Lanús creó a Pichuco, un fueye de estudio realizado íntegramente en la Argentina. Estiman que la primera tanda en serie estará lista en los próximos meses. Se trata de un proyecto ambicioso que busca la defensa de un patrimonio amenazado.

El tango nació sin bandoneón. Pero tan pronto como aquel instrumento europeo, diseñado para ámbitos religiosos, desembarcó en el Río de la Plata comenzó a gestarse un destino muy distinto. El fueye asumiría el rol de columna vertebral de una de las músicas más originales, ricas y poderosas que vio el mundo durante el siglo XX. El tango vivió su período de máximo esplendor hasta los ’50, luego comenzaría a sufrir la marginación de las industrias culturales y nuevos competidores globales, pero con mayor o menor audacia siempre resistió los embates de los tiempos. Hoy pelea desde cientos de jóvenes que estudian, investigan, tocan, componen, graban y ponen todo más allá de los condicionamientos del mercado. Una de las tantas dificultades para acercarse al género es la escasez de bandoneones y su costo, que puede rondar los cinco mil euros. Atento a esta situación y sus implicancias todavía más graves a futuro, la Universidad Nacional de Lanús (Unla) diseñó un bandoneón cien por ciento argentino y planea lanzar la primera camada en serie en los próximos meses. El objetivo es defender un patrimonio cultural y estimular el estudio del instrumento en los colegios.

“Tengo muchos amigos bandoneonistas, luthiers, toco el instrumento y me apasiona el tango. Por eso entiendo la problemática. La situación es grave. Hay muy pocos bandoneones y en buen estado, menos. Muchos turistas favorecidos por el cambio se los llevan para tocar, guardar o hasta como adorno. Entonces se me ocurrió la idea de que la Universidad Nacional de Lanús podía asumir el desafío de trabajar para un bandoneón nacional y popular. Sabemos que es un trabajo enorme. Un esfuerzo que exige mejoras continuas y mucho compromiso. Pero el equipo de la carrera de Diseño Industrial lo demuestra todos los días. Creemos que después de mucho trabajo logramos un muy buen bandoneón de estudio. Por eso, lo llamamos Pichuco. Nuestra idea es que llegue a la mayor cantidad posible de escuelas públicas. Porque se trata de un instrumento muy difícil y familiarizarse a temprana edad es fundamental. Y no muchas familias pueden comprar un instrumento de cinco mil euros para ver si a sus hijos les gusta”, explica Ana Jaramillo, rectora de la Universidad Nacional de Lanús, ideóloga del proyecto y miembro de la Academia del Tango.

El equipo de trabajo incluyó al director de la carrera de Diseño Industrial, Roberto De Rose; el director del proyecto, Roberto Crespo; el codirector, Guillermo Andrade; los docentes Edgardo Chanquía, Mariano Llorens, Fabián Martínez, Agustín Peralta, Andrés Ruscitti, Diego Velazco, Magdalena Vidart y Mayté Osorio; y los alumnos Rubén Hassna, Luis Nocetti Fasolino y Melisa Ríos. El objetivo era industrializar la fabricación del bandoneón para abaratar notablemente su costo y de esta manera extender su llegada a las capas populares. Un bandoneón tradicional tiene 2.300 piezas y una construcción predominantemente artesanal. El trabajo en la universidad de Lanús comenzó en 2009 desarmando un bandoneón. Pero la idea no era replicar cada pieza, sino estudiarlas y simplificar el diseño para industrializar todo el proceso.
Edgardo Chanquía, docente y una de las claves del proyecto, detalla: “Con el nuevo diseño logramos reducir la cantidad de piezas a la mitad, pero cuidando al máximo el fino equilibrio que le da una sonoridad única a los bandoneones. Esto achicó los costos y el tiempo de construcción. Modificamos el fueye. El nuestro es de una sola pieza, pero el mismo material. Hicimos muchas pruebas y correcciones. Esto tiene mucho de ensayo y error. Consultamos mucho al luthier Oscar Fischer, que es una de las máximas referencias de la Argentina. Mandamos a hacer montones de pruebas de material para reproducir las aleaciones exactas. Trabajamos mucho sobre las voces porque es un tema determinante. Los peines de acero y las pequeñas piezas que se hacían a mano las reprodujimos con cortes láser y cortes por chorro de agua. Sólo el armado se hará a mano. No podemos competir con la sonoridad de un Doble A, pero estamos muy conformes con los dos prototipos y sabemos que mejoraremos a futuro”.

Leopoldo Federico - Solos de bandoneón

"Federico sintetiza en su trayectoria artistica casi todas la corrientes tradicionales y evolucionistas del tango. Su fraseo, su manera de interpretar, conmueven mas allá de su consagrado virtuosismo con el instrumento." Luis Tarantino

Leopoldo Federico - Tango - Solos de bandoneón
01. Che Bandoneón
02. La rayuela
03. Fuimos
04. Pobre mi madre querida
05. Capricho otoñal
06. El Marne
07. Selección de tangos
08. Sus ojos se cerraron
09. Bandola zurdo
10. Mala junta

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Algunos especialistas estiman que hasta la II Guerra Mundial llegaron a la Argentina 60 mil bandoneones, de los cuales hoy quedan 20 mil y apenas dos mil mantienen sus piezas originales y correcto funcionamiento. La sangría producto del paso del tiempo y las compras de turistas complicarán aún más la situación. Los bandoneones existentes deben ser protegidos, pero al mismo tiempo hay que pensar en el futuro –los Doble A no se fabrican hace casi 50 años–. La popularidad de todo instrumento –y en este caso de un género como el tango– también depende de que se puedan conseguir a precios accesibles. El proyecto de la Universidad Nacional de Lanús constituye una experiencia muy valiosa y la verdadera dimensión de su impacto la determinará el tiempo y la continuidad que logre el proyecto.

“No se trata de una curiosidad o de una aventura pintoresca –subraya la rectora Jaramillo–. El colonialismo cultural y pedagógico sigue existiendo y denigra las producciones locales. En estos momentos estamos presupuestando cuánto saldría fabricar los bandoneones en serie –fuentes extra oficiales aseguran que rondarían los 2 mil pesos–. Apostamos a que todo este trabajo se perfeccione con el tiempo, soñamos que estos instrumentos sonarán mejor y que estamos colaborando para la defensa y proyección de un patrimonio muy valioso.”.

Historia

De la iglesia a la fábrica, pasando por los burdeles

El bandoneón nació en Alemania, a mediados del siglo XIX. Fue diseñado como un órgano portátil para usar en las iglesias de menores recursos. Su carácter melancólico y sonido profundo encajaba perfectamente en ese ámbito. Por entonces nadie imaginaba que a principio del siglo XX desembarcaría casi al azar a las orillas del Río de la Plata y se transformaría en el corazón del tango.

Los bandoneones cuentan con 38 botones para el registro agudo y 33 para el grave. Pero esos 71 botones generan una nota cuando el fueye se abre y otra, cuando este se cierra. El valor de estas verdaderas joyas artesanales –los Doble A, llamados así por su creador, Alfred Arnold, son considerados casi como un equivalente de los stradivarius para los violines– es incalculable. No se fabrican hace más de 50 años y son muy buscados por los coleccionistas: por eso deben ser protegidos y cuidados.

Pero al mismo tiempo se necesitan alternativas más accesibles. La explosión del rock también tiene que ver con la fabricación de guitarras en serie, su consiguiente abaratamiento y mayor llegada a las clases populares. Parece improbable que alguna empresa privada asuma este compromiso que ante todo es una defensa de un patrimonio cultural. Por eso, el proyecto de la Universidad Nacional de Lanús se hace todavía más valioso. Un instrumento de nivel no se hace de la noche a la mañana. El éxito de esta aventura –más que nunca– descansará en el trabajo, el tiempo y la constancia.

05/02/12 Miradas al Sur


De fueyes perdidos

Por Julio Nudler

Pasó treinta años entrevistando mas de 300 bandoneonistas, grabando sus confesiones y sus solos secretos. Ahora, Oscar Zucchi elige los 8 fueyes de oro y explica cómo construyó un documento enorme y único de la historia del tango.

Ya de chico lo impresionaba un bandoneonista ciego llamado Juancito Díaz, que visitaba su casa paterna se ganaba la vida con su oído absoluto: como afinador de pianos en Napoleón de Barbieri. A los diez años estudiaba escuchando por radio los discos de Gardel, con el libro abierto sobre el lomo de su perro, que dormía sobre el escritorio. Por esa época, Oscar Zucchi ya tenía decidido ser veterinario, pero amores siempre tuvo dos: además de los animales, el tango. Y dentro del tango, su alma: el bandoneón. A esa caja jadeante, a veces desinflada -según imaginó Pascual Contursi-, Zucchi le consagró la vasta obra que Corregidor comenzará a editarle en abril: una serie de diez tomos, en los que deberán caber las más de dos mil páginas apretadamente escritas por Zucchi a máquina, a un espacio, donde retrata personal y artísticamente a 360 bandoneonistas, a cada uno de los cuales entrevistó (y el número sigue creciendo, con los pibes nuevos). La obra comienza por una historia del instrumento, al que además desarma y analiza minuciosamente. Sigue con su controvertida llegada al Río de la Plata, y deriva luego hacia sus precursores criollos, y a los cortes generacionales: los del 10, los del 25, los del 40, los del 55, hasta llegar a los actuales.

Tras dejar la universidad, Zucchi se vinculó a Luis Adolfo Sierra (el primer gran crítico que tuvo el tango, el hombre que definió estéticamente sus estilos, aunque sin disimular nunca su corazón decareano). Sobre la Guardia Vieja aprendió con Raúl Lafuente, que presidía la peña El Organito. Una vez que se decidió a historiar el tango, hace ya treinta años, Zucchi no se limitó a los bandoneonistas. Empezó entrevistando a los grandes autores, para que le contaran cómo habían creado cada uno de sus tangos. Quería que Rafael Rossi le pintase las circunstancias en que Gardel le cantó Senda florida o Como abrazado a un rencor. Que Francisco Pracánico le hablase de cómo Ignacio Corsini le cantó Sombras y Azucena Maizani Monte Criollo. Además, lo obsesionaba precisar la formación de cada orquesta en cada momento: a veces el cambio de un solo músico alteraba el carácter de todo un conjunto. Por entonces le interesaba, sobre todo, la época de los sextetos (como los de Cayetano Puglisi, Luis Petrucelli o Elvino Vardaro), que abarcó las décadas de los veinte y los treinta.


14/05/15. El Papa bendice el Pichuco, primer bandoneon para estudio diseñado en el país por un equipo de investigadores de la Unla.

Con el tiempo Zucchi fue concentrándose cada vez más en los bandoneonistas. "Curiosamente, la mayoría de los arregladores del tango han sido bandoneonistas. De ser los que menos música sabían, en los comienzos del tango, los bandoneonistas pasaron a ser los más conocedores, quizá porque el bandoneón encierra una pequeña orquesta en sí mismo", dice hoy, a modo de explicación. Y cuenta que primero pensó en los más característicos pero después se interesó especialmente en los grandes olvidados (tanto que fue postergando a las figuras más célebres hasta que un día de 1975 lo sorprendió la muerte de Anibal Troilo, y recordó que los dioses griegos eran mortales). Algo tímido, un poco retraído, se presentaba a sus entrevistados como historiador y estudioso del tango. Y en esa calidad lo recibían todos, hasta volverse amigos suyos. "Mi agenda, en vez de minas, está llena de bandoneonistas jubilados. Todos los días tengo que estar borrando a alguno que se fue para el otro lado", dice con su voz apagada. En las entrevistas pretendía enterarse de todo. De los orígenes familiares, de las razones para haber elegido el bandoneón, de los maestros, de la trayectoria. Al visitarlos llevaba a cuestas un grabador Odeón-Marconi semiprofesional, enorme y pesadísimo, con el que alguna tarde imposible de tormenta rodó por una vereda. En aquellas cintas expuestas recogió solos de Angel Ramos, de Antonio Ríos, de Federico Scorticati, de Alfredo De Franco. Hasta el día de hoy conserva más de doscientos pequeños recitales inéditos, solos únicos que guardan testimonios irrepetibles. La Academia Nacional del Tango fijó como prioridad la edición escrita y sonora de toda esta obra, pero luego se le traspapeló entre otras menos trascendentes.

Mientras tanto, Zucchi dio a conocer su primer libro La bandoneonía porteña, un ensayo publicado por el Centro Editor de América Latina en 1970. Luego fue el turno de El bandoneón en el tango (Corregidor); más tarde, un ensayo sobre los estribillistas de los años veinte y luego otros dos, sobre las trayectorias completas de Francisco Lomuto y de Edgardo Donato (siempre en Corregidor).

Osvaldo Fresedo ocupa casi cuarenta páginas de los archivos de Zucchi. Leopoldo Federico cubre treinta, Pedro Laurenz más de veinte. Otros deben conformarse con unas pocas carillas. Para entrevistar a algunos debió viajar muchos kilómetros. Otros, como Armando Pontier o Héctor Varela, fueron humildemente hasta su casa, entonces en Saavedra. No pudo hablar con todos, claro: al mítico Ciriaco Ortiz, por ejemplo, no llegó a entrevistarlo, pero lo reconstruyó a través de los músicos que tocaron con él. Con el tiempo llegó a conocer a casi todos, y comprendió que era cierto lo que alguien dijo alguna vez: "Que el músico de tango es una mezcla de ángel e hijo de puta. A veces prevalece el ángel. 0 puede ser angelical con los compañeros y un hijo de puta con una mujer. Uno escucha el sexteto de Julio De Caro y piensa que, para tocar tan maravillosamente, debía haber mucho afecto entre ellos. Y sin embargo hubo épocas en que ni se dirigían la palabra".

Piazzolla se mostró bastante agresivo cuando Zucchi fue a verlo por primera vez. "Ah, usted es el que se dedica a coleccionar voces de bandoneonistas", lo menospreció y, acto seguido, le dijo: "¿Entrevista a todos, o sólo a los que tocan bien?". A pesar de todo, aceptó darle cuarenta minutos, tiempo que cumplió puntillosamente por reloj. Sin embargo, en aquel reportaje Astor hizo algo sorprendente, herético para cualquier devoto del buen tango: ponderó corno bandoneón solista a Juan Sánchez Gorio, con quien había tocado en la pobre orquesta del "Tano" Francisco Lauro. Y le contó a Zucchi que Sánchez Gorio y él se consolaban en aquel entonces haciendo dúos.


En 1970 Anibal Troilo y Astor Piazzolla graban, en dúo de bandoneones, para RCA Víctor esta obra de arte, "Volver" de Gardel y Le Pera.

Cuando se le pregunta si se puede establecer un ranking de bandoneonistas, éste es el veredicto de Zucchi: "Como virtuoso, lo máximo fue Roberto Di Filippo, que en los cincuenta ejecutaba arreglos de Astor que ni éste podía aún tocar. Los solistas que más me impresionaron en general fueron Federico Scorticati, Armando Blasco y Gabriel Clausi. Y, como creadores, y por su gravitación, Pedro Maffia y Pedro Laurenz. Aparte están los bandoneonistas de orquesta, como Troilo, y dentro de este rubro los especialistas: primeros bandoneones como Osvaldo Ruggiero (en la orquesta de Pugliese) o Héctor Varela (en la orquesta de D'Arienzo) fueron insuperables. Todos éstos dentro de una tendencia virtuosista. Pero además están los estilistas, los que crearon una modalidad propia, como Máximo Mori (que fue quizá quien más hermosos arreglos concibió para bandoneón solo), Antonio Ríos, Julio Ahumada. En cuanto a Eduardo del Piano, nadie podía escribir como él para la fila de cuatro bandoneones a tres voces".

Cuando se le pregunta por qué hubo tan pocas mujeres bandoneonistas, Zucchi contesta: "Quizá porque el bandoneón exige mucha fuerza fisica, y no es apropiado para tocar con pollera. De todos modos, hubo bandoneonistas mujeres, además de la famosa Paquita Bernardo. La más evolucionada fue Nélida Federico, que hasta incursionó como concertista, pero la mejor fue Fermina Maristany, que tocaba con su orquesta en el Western Bar. Quizá no se la mencione porque era negra y hombruna".

Y, para el final, Zucchi guarda una anécdota: en su boda tocó uno de los grandes, el "Chula" Clausi. Parece que, cuando el cura vio llegar el bandoneón, le advirtió, algo alarmado: "¡No me vaya a tocar ninguna milonga!" La idea del tango pecaminoso no se había disipado del todo. Pero, para la tranquilidad eclesiástica, Clausi hizo el Rêverie de Schumann y el Ave María. "El bandoneón, bien tocado, da para todo", dice Zucchi.

LOS OCHO MAS GRANDES según ZUCCHI

En los comienzos del tango, los bandoneonistas eran los que menos sabían de música, pero con el tiempo pasaron a ser los mejores arregladores. "Quizá porque el bandoneón encierra una pequeña orquesta en sí mismo, sostiene OSCAR ZUCCHI, autor de una obra monumental sobre la evolución del tango a través de sus grandes bandoneones. Zucchi elige lo ocho bandoneones más representativos del tango y cuenta el porqué de su inmoderada afición. Estos son:

Eduardo Arolas, Pedro Maffia, Pedro Laurenz, Federico Scorticatti, Aníbal Troilo, Roberto Di Filippo, Astor Piazzolla, Leopoldo Federico.

Suplemento Radar, Página|12, 19/01/97



Una historia del bandoneón

Por Juan Ángel Russo

Argentina - Tango - Bandoneón, son tres conceptos difíciles de separar. Tres palabras que a través de los años se han ido ensamblando de tal manera, que ya nada las podrá separar.

Es bien sabido que Europa extendió sus brazos y vino a América a ayudamos a fundar la patria, pero que lejos estaban esos rubios germanos que a mitad del siglo XVIII y tratando de mejorar la calidad tonal a sus instrumentos regionales, dieron origen a la jaula sonora que entregó alma y sonido al tango argentino.

Sí, seguramente usted ha de saber que el origen del bandoneón se remonta aproximadamente a 1850 en Alemania. Fue llevado a la Argentina quien sabe por quién, pero de algo estamos seguros: ese alguien debía tener una personalidad a la que el sonido de esa caja con botones y canto de gorrión, remontaba a sus praderas o a sus montañas, es decir, lo llevaba en su ensoñación musical a su lejano terruño.

José Santa Cruz, "El Pardo" Sebastián Ramos Mejía, Antonio Chiappe, Mazzuchelli, Zambrano y otros nombres que han quedado en el polvo del olvido, fueron los primeros instrumentistas del fuelle en estos lares. A esos primitivos siguieron: "El Tano" Genaro Expósito, Vicente Greco, Juan Maglio "Pacho", Eduardo Arolas, Manuel Pizarro y otros nombres legendarios y famosos en la historia del tango, quienes lo acunaron en sus rodillas y lo incorporaron y para siempre, a sus agrupaciones de música popular.

La mujer no podía quedar al margen de esa historia y así, Paquita Bernardo, Fermina Marystani, Margarita Sánchez Casquet, Haydée Gagliano, Aurora Claudino, Aída Rioch, fueron las antecesoras de Ebe Bedrune ("La Dama Blanca"), Nélida Federico y Eva Méndez, en el arte de sacar notas del teutón instrumento.

Los nombres de Pedro Mario Maffia, Anselmo Alfredo Aieta, Luis Petrucelli, "Ciriaquito" Ortíz, Carlos Marcucci, Gabriel Clausi, Minotto di Cicco, fueron los que tomaron la posta de los primitivos del arrugado en las décadas gloriosas. El resto es más sabido: Aníbal Troilo, Astor Piazzolla, Raúl Garello, Néstor Marconi y muchos más, fueron transformando el sonido del gusano, a medida que se producía la evolución estilística del mismo.

Argentina - Tango - Bandoneón

Día Nacional del Bandoneón

Día 11 de julio es por Ley (declarado por el Congreso Nacional) el día nacional del bandoneón en Argentina, coincidiendo con el nacimiento del maestro del bandoneón Anibal Troilo "Pichuco".

Ley 26.035
Declárase el 11 de julio Día Nacional del Bandoneón, con motivo del natalicio de Aníbal Troilo.
Sancionada: Mayo 18 de 2005
Promulgada de Hecho: Junio 16 de 2005
El Senado y Cámara de Diputados de la Nación Argentina reunidos en Congreso, etc. sancionan con fuerza de Ley:
ARTICULO 1° — Declárase el 11 de julio Día Nacional del Bandoneón, con motivo del natalicio de Aníbal Troilo.
ARTICULO 2° — Inclúyase en el calendario oficial.
ARTICULO 3° — Comuníquese al Poder Ejecutivo.
—REGISTRADA BAJO EL N° 26.035—
DADA EN LA SALA DE SESIONES DEL CONGRESO ARGENTINO, EN BUENOS AIRES, A LOS DIECIOCHO DIAS DEL MES DE MAYO DEL AÑO DOS MIL CINCO.
EDUARDO O. CAMAÑO. — MARCELO A. GUINLE. — Eduardo D. Rollano. — Juan Estrada.

El tango, la música ciudadana argentina, hoy tiene un sello que lo distingue y que motiva que los auténticos representantes de esa música sean admirados y solicitados de todas las latitudes del mundo. Siempre juntos Argentina - Tango - Bandoneón.

Ayer alemán, hoy argentino y ciudadano del mundo. ¿Lo habrán pensado aquellos rubios germanos del siglo XIX? ¿Habrán pensado esos señores alemanes, allá por mediados del siglo XIX, que un instrumento musical, que ellos fabricaron, reformando otros elementos existentes que por sus condiciones ya les resultaban insuficientes para sus inquietudes, se iba a constituir, con el correr de los años, en el instrumento clave de la música representativa del sur del continente americano? La respuesta indudablemente, es no.

Las dificultades que ocasiona la falta de información, y la repetición de datos -la mayoría de las veces erróneos- han hecho que no sea tarea fácil elaborar una historia, cierta y concreta sobre el bandoneón.

Es un hecho coincidente e incontrovertible que el nombre proviene de uno de sus primeros fabricantes: Heinrich Band, oriundo de la ciudad de Krefeld. Insistentemente se menciona a C. Zimmermann como el padre de la criatura y quien habría entregado esa creación a Ernst Louis Arnold para su fabricación.

¿Qué se sabe de Heinrich Band?

Heinrich Band nació en Krefeld el 4 de abril de 1821 y falleció de una afección pu1monar en el mes de diciembre de 1860. Segundo varón de dieciséis hermanos, su padre, Peter Band, era un artesano tejedor de sedas, actividad que dejó para convertirse en violinista y dueño de una tienda de venta de instrumentos musicales.

Heinrich Band, que se casó con Johanna Siebourg con quien tuvo tres hijos, tocaba el violoncelo en una orquesta de cierta importancia que dirigía el maestro Heinrich Geul (virtuoso violinista que fue comparado en forma positiva con el célebre Nicolás Paganini, a la sazón casado con Maria Gertrud Mayer, hermana de la madre de Heinrich Band).

Heinrich Geul parecería que influyó para que Peter Band cambiara la profesión de tejedor por la de violinista y vendedor de elementos que tenían que ver con la música.

Heinrich Band heredó de su padre el establecimiento musical, y a su fallecimiento, su viuda Johanna Siebourg formó una sociedad con Jakob Cupont, violinista y director del coro de Liederhalle y además, comerciante de cigarros.


Homenaje al bandoneón

Disuelta esta sociedad y posteriormente fallecida la señora Siebourg, la tienda y además la editorial que integraba esa firma pasaron a ser regenteadas por Alfred Band, primogénito del matrimonio, y a posteriori por la hija de éste, María (1887-1926), única descendiente que lo sobrevivió y continuó con la editorial hasta su muerte, momento en que desapareció el apellido Band de la industria y el comercio musical.

La primera noticia de la fábrica de bandoneones por parte de Heinrich Band fue un anuncio publicitario de diciembre de 1850 (conviene tener en cuenta que ese aviso no destacaba en ningún momento que H. Band fuera el inventor del nuevo instrumento, ni que el mismo se llamara "bandonión"). Esa palabra sólo apareció en 1856 en las páginas del anuario de Krefeld, diciendo textualmente: "Acordión's Concertino's, por algunos llamado Bandonio's".

¿Quién era C. Zimmermann y qué hizo?

Muy poco se sabe de él, y hasta se ignora qué significa la letra "C" de su nombre. En 1849, durante la "Exposición Industrial de París", en un informe publicitario publicado por C. Zimmermann, apareció la promoción de un instrumento por él creado, basado en la concertina alemana de Carl Friedrich Uhlig, con formato redondo u octogonal y con la fundamental diferencia de mayor número de voces y ordenamiento distinto.

En Sajonia, en la ciudad de Carlsfeld, lugar natal de Zimmermann, se denominó a este nuevo instrumento "Carlsfelder Konzertina", a diferencia del creado por Uhlig, que se denominaba simplemente concertina. La concertina de Krefeld comenzó a llamarse "bandonión", y se extendió ese nombre hacia el sur y luego a toda Alemania. La muerte de Band, acaecida en 1860 y la emigración de C. Zimmermann a los EE.UU. en 1864, presumiblemente a Philadelphia, hizo que la denominación de "bandonión" y posteriormente "bandoneón", quedara como nombre definitivo del instrumento musical que nos ocupa y por ende, la creación del mismo como obra de Heinrich Band, ya que su nombre fue el adoptado por los distintos fabricantes de este nuevo y solicitado instrumento musical. C. Zimmermann antes de irse a los EE.UU. vendió su fábrica a alguien cuyo apellido tendría mucho que ver con el futuro industrial del bandoneón: Ernst Louis Arnold.

El apellido Arnold

Al adquirir en 1864 la fábrica a C. Zirmmermann, Ernst Louis Arnold (1828-1910) la bautizó con el nombre: "Ernest Louis Arnold Babdonion und Konzertina Fabrik". De esa fábrica salieron los bandoneones marca "ELA" que en los primeros años del siglo XX introdujo en la Argentina Maz Epperlein, un exportador de Liepzig que terminó radicándose en Buenos Aires, ciudad de la que se enamoró.

Retirado Ernst Louis Arnold, la fábrica quedó en manos de su hijo Ernst Hennann (1859-1946). En 1911, Paul (1866-1952) y Alfred (1878-1933), hermanos de Ernst Hennann y por lo tanto hijos de Ernst Louis Arnold, se instalaron con otra fábrica a la que designaron con el nombre de "Alfred Arnold Bandonion und Konzertina Fabrik". De esta empresa salieron los bandoneones "AA" (Doble A), los de mayor prestigio por su fortaleza, buen mecanismo y calidad de voces. También los denominados "Premier" eran producto de la misma casa.

Kurt Muller, uno de los ocho afinadores, además de los cien operarios que tenía la empresa, llegó a ser bandoneonista de la muy afamada "Juan Lloras Original Argentinische Tango Kapella" y afirmó que por esa época salían centenares de bandoneones para la Argentina (ésto era entre 1920 y 1925).
 


Daniel Ruggiero - El arte de rodar - Web de Quasimodo Trío
Al morir en 1933 Alfred Arnold, la fábrica quedó en manos de su hijo Horst Alfred (1905-1979) y de Arno (1893-1970), hijo de Paul. Ellos la dirigieron hasta después de la Segunda Guerra Mundial. En ese momento la fábrica dejó de producir instrumentos musicales para dedicarse a algo más utilitario: bombas de nafta para la industria automotriz.

Arno Arnold, que se había trasladado a Alemania del Oeste, en 1950 se instaló en Obersthaussen con su "Arno Arnold Bandonion Fabrik", empresa de escasa producción, que en 1971 al fallecer su propietario, cerró sus puertas. De esta manera la dinastía Arnold llegó a su fin, como así también la marca más afamada de bandoneones.

Otras marcas, otros nombres

La prestigiosa casa "Hohner" envió a América bandoneones de las marcas "Germania", "Tango", "Concertista" y "Cardenal", importados por la casa "Oehrtmann", ubicada en la calle Humberto 1° N° 1561 de Buenos Aires. Los bandoneones "Germania" tuvieron gran aceptación cuando el fabricante de voces de Arnold, de apellido Dik, los construyó para la fábrica "Hohner".

La casa "Oehrtmann" también importaba los bandoneones "38", elaborados por la fábrica "Mainer und Herold", y también los "ELA" fabricados por el pionero Ernst Louis Arnold. En la Argentina hubo un intento de fabricación por parte Luis Mariani y su hijo Duilio que vendían, afinaban y reparaban bandoneones y acordeones. Esos bandoneones fueron promocionados por artistas de primera línea, pero no pasó de ser un intento, ya que el matrizado de las voces fue un obstáculo insalvable.

En la década de 1960, en Brasil, la fábrica "Danielson" lanzó al mercado bandoneones con esa marca, pero la calidad tonal de los mismos no era la requerida por los instrumentistas. A su vez, la fábrica italiana de acordeones "Pangotti" con el asesoramiento de Luis Mariani, se dedicó a la fabricación del instrumento que nos ocupa, pero su calidad no fue positiva.

En Alemania actual el músico y compositor Klaus Gutjahr, fabrica artesanalmente bandoneones, con resultado aún no determinado.

El uso del bandoneón en Alemania

Se ha afirmado que el bandoneón era un instrumento que usaban los campesinos alemanes para alegrar sus fiestas e interpretar música folklórica. Pero la realidad investigativa demuestra que no era así.

Encuentro de lutheria y presentación del primer bandoneón argentino del siglo. Se realizó en la Ciudad de Buenos Aires, donde se congregaron entre el 1 y el 4 de de 2009 unos 60 artesanos de la música, para mostrar sus creaciones en el Centro Nacional de la Música y la Danza. Los luthiers Angel y Gabriel Zullo trabajaron 5 años en investigar y fabricar las piezas que componen este instrumento; lo hicieron sonar el día en que el tango se declaró patrimonio cultural de la humanidad. Los padres de la criatura afirman que “es el primer bandoneón conocido en la Argentina de este siglo y uno de los únicos en el mundo, por tener peines de bronce y lengüetas de acero“. Y arriesgan: “Seguramente quedará para la historia de la Argentina“.

Las más antiguas partituras alemanas para bandoneón están impresas en papeles de alta calidad, con ilustraciones a todo lujo, y dedicas a música sacra, danzas de salón (valses, polcas, gavotas y cuadrillas) y fragmentos de óperas.

Circa 1880, con el afianzamiento de la economía germana, los mineros de la cuenca del Ruhr y los trabajadores industriales, crearon sus instituciones bandoneonísticas, las que se extendieron por toda Alemania. Así nacieron la "Federación de Clubes de Música de los Trabajadores Alemanes" y la "Federación Alemana de la Concertina y el Bandoneón". Esta última se ocupó de normalizar la fabricación del instrumento, dotándolo en forma uniforme de 144 voces. Anteriormente se fabricaba de 142 voces, que fue la adoptada por los músicos de tango y por excepción se siguió fabricando para la exportación hacia América, y en especial para la Argentina.

Nomenclatura y parte técnica

Como instrumento musical, el bandoneón debe ser clasificado como aerófono portátil, o sea que el aire mismo es puesto en vibración. Se ejecuta con ambas manos simultáneamente, y consiste en dos cajas armónicas unidas por un fuelle en los extremos interiores de esas cajas. Por acción de la presión del aire vibran unas lenguetas metálicas brindando el particular sonido que ha unido el sentir musical de Alemania, con la música ciudadana por excelencia de Buenos Aires.

El modelo normal o normalizado de bandoneón posee 71 (33 para la mano izquierda, 38 para la mano derecha), que significan 142 voces, ya que abriendo es un sonido y cerrando es otro. Las cajas armónicas están construidas en madera de haya, pino o abeto y enchapadas en jacarandá, ébano o abedul, pudiendo ser negros, marrones y ocasionalmente blancos (llamados "lecheritos"). La medida de estas cajas es de 24 centímetros por lado, con una profundidad desde la botonera hasta el fuelle de 22 centímetros. De acuerdo con los adornos de nácar incrustados se denominan "nacarado", "tres cuartos nacarado", "medio nacarado" y en ausencia del exquisito material, simplemente "lisos". En la parte media de las tapas de las cajas armónicas, están colocadas unas correas con hebillas ajustables dentro de las cuales el ejecutante aloja sus manos. En el interior de las cajas está ubicado el corazón, la parte vital del instrumento: los peines. Esos peines, 14 en total (8 en la mano derecha -voces-, y 6 en la mano izquierda -bajos-), son básicamente chapas metálicas de cuya aleación (y ahí está el secreto) depende el sonido. Esas chapas poseen hendiduras, obturadas por un lado con una lengüeta de acero y por el otro, con sopapas de cuero. Los botones que pulsa el instrumentista están colocados en la parte exterior de las cajas, y al ser accionados ponen en funcionamiento unas piezas de madera, llamadas zapatillas, que son las que cierran las lengüetas o sopapas que producen el particular y encantador sonido. La entrada y salida del aire que ocupa el fuelle y por extensión las cajas armónicas, están reguladas por un dispositivo valvular mecánico, colocado en la parte derecha o de las voces, y es accionado por el dedo pulgar correspondiente.


Dino Saluzzi & Anja Lechner (cello) Ojos negros (2007)

De la habilidad del ejecutante en maniobrar con sus dedos buscando el sonido adecuado y la regulación ejercida por el citado pulgar, para abrir y cerrar el instrumento, dependerá la continuidad armónica y musical del sonido y el jadeo que provocaría el hecho de comprimir aire y no eliminarlo con el dispositivo valvular mecánico.

Todo parece muy simple pero de acuerdo con la forma de realizar todo esto, se deberá la magnificencia artística del bandoneonista o su mediocridad. En lo que respecta a la parte artística, conviene apuntar que primero fue la música alemana y luego el tango, los géneros musicales que utilizaron el bandoneón. Pero en la actualidad la música nativa argentina, la denominada música clásica o culta y la música de actualidad, utilizan el instrumento.

Todos estos elementos, los históricos, los relativos a materiales empleados, técnicas de construcción y lógicamente, procedencia y estado, son los conceptos que deben tenerse en cuenta para fijar la calidad y por lo tanto, el valor de la pieza en cuestión.

Conclusión

Volviendo al principio, ¿habrán pensado aquellos germanos del 1800 y tantos, que ese instrumento que ellos fueron modificando, llegaría a ser el símbolo de una música que ha recorrido el mundo y que luego de ser la expresión musical por antonomasia de la Argentina, renace como el ave Fénix de sus cenizas y se entroniza en las salas de espectáculos de todo el orbe? Hoy, si bien la fabricación del bandoneón se ha tornado cada vez más difícil y cada vez más inexistente, en la historia de los instrumentos musicales será un símbolo más de la unión de los pueblos, mediante ese idioma, esa expresión artística universal que es la música.

©Historia del Tango, Instituto de Investigaciones del tango, Bs. Aires 1995.

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Una fábrica de ilusiones para el tango

Por Gabriel Plaza

En 1840 vio la luz en Alemania una suerte de órgano portátil pensado para las misas que terminó recalando en el puerto de Buenos Aires dándole patente de identidad propia al tango. Pero fueron los de Alfred Arnold (de allí los famosos Doble A, en su fábrica fundada en 1911 en la ciudad alemana de Carsfeld, los que se terminaron transformando en los fueyes favoritos de los tangueros. La empresa llegó a exportar solamente al Río de la Plata unos 20 mil bandoneones hasta su cierre definitivo en los años cuarenta. Ahora Horacio Ferrer y Juan Fabri, dueño de La Esquina del Tango, anunciaron sin fecha de comienzo la instalación de una fábrica argentina de bandoneones bajo la tutela del luthier alemán Klaus Gutjahr, que trabaja en Berlín. "Es un proyecto de mucha magnitud que llevará su tiempo, pero que permitirá fabricar bandoneones acá con la calidad que requiere un profesional. Gutjahr es un luthier reconocido por su trabajo en la fabricación de bandoneones. Hace poco, Juan José Mossalini le encargó cinco bandoneones para la Orquesta Escuela que tiene en París. La calidad de Karl está en la primera línea."

Para algunos es esperanzador; para otros, los instrumentos no funcionarán, pero es demasiado pronto para diagnósticos. Ferrer promete: "Queremos tener un centro del bandoneón que aúne la fábrica, la reparación, el museo y un espacio de enseñanza. Y queremos hacer convenios para que los jóvenes adquieran los fueyes . Salvar el bandoneón, significa salvar el tango. Es lindo ilusionarse en el siglo XXI con una fábrica de bandoneones en la Argentina


Carlos Buono - Mi loco bandoneon

La falta de fueyes en el mercado, el alza de los precios y, sobre todo, la fuga de instrumentos al exterior plantean un escenario crítico en medio del resurgir del género

En el Día del Bandoneón, Raúl Garello donó un instrumento que era de Troilo a la Academia Nacional del Tango. Fue un gesto de buena voluntad en un escenario crítico para el instrumento que le dio al tango un sello de identidad en todo el mundo. Sin una ley efectiva que lo proteja, la fuga indiscriminada de fueyes al exterior, el alza de los precios que lo hacen inaccesible para cualquier músico novato y el disminuido sector de luthiers que hacen de todo, hasta lo imposible, para que los bandoneones recuperen su esplendor original, el panorama es preocupante.

"Hubo años en los que llegaron a emigrar como cien bandoneones al exterior por la desidia de muchos músicos que buscaban hacer una diferencia, pero no sabían lo que estaban generando. Ahora se nota la escasez. Hay que tener en cuenta que en el país dejaron de ingresar fueyes a fines del treinta y los conocidos Doble A, que son los que se usan para el tango, no se fabricaron más. Se hace difícil para el músico nuevo encontrar un buen fueye , y esto termina frenando el crecimiento del tango en general", dice Oscar Fischer, luthier y responsable de La Casa del Bandoneón.

Para los profesionales del fueye cada vez es más difícil encontrar un instrumento a un precio que no sea cotizado en euros y que además suene bien, ya que la mayoría pasó los ochenta años de existencia. Según la cara del comprador y el oído del músico, un instrumento puede oscilar entre tres mil y siete mil pesos, cosa que lo transformó en un bien de lujo y escaso. Carlos Corrales, uno de los brillantes intérpretes de su generación, que toca en la Orquesta de Tango de Buenos Aires y en el trío de Osvaldo Berlingieri, dice: "Ya prácticamente no hay instrumentos buenos para comprar. En un momento yo llegué a tener ocho bandoneones, pero me quedé con dos que son los que toco habitualmente. Prefiero que me afanen el auto y no un bandoneón porque son contados los buenos fueyes . Debe haber diez o quince que valgan la pena".

En este contexto, el anuncio de Horacio Ferrer, presidente de la Academia Nacional del Tango de instalar una fábrica de bandoneones en el país (ver recuadro) y el proyecto de protección del fueye impulsado por varias asociaciones tangueras como la Unión de Orquestas Típicas (UOT) apuntan a contrarrestar este escenario crítico. Sin embargo, para el destacado bandoneonista Pablo Mainetti esta situación puede ser aprovechada beneficiosamente. "Creo que esta escasez de instrumentos se nota porque hay más demanda y más gente que quiere estudiar el bandoneón acá y afuera lo que en un punto no me parece negativo sino todo lo contrario. Así como aparece la necesidad de bandoneones va a aparecer la necesidad de fabricarlos y de que haya más gente que los sepa reparar, que ése sí es un grave problema actual", apunta el músico.

Julio Pane, compositor, arreglador y reconocido docente tiene una visión menos trágica del asunto. "No es fácil conseguir un buen bandoneón, pero tampoco significa que sea imposible. Hay muchos que han quedado en el interior del país o en la zona bonaerense. Una vez hice un cálculo y creo que deben haber llegado entre 50 y 60 mil bandoneones al país hasta que vino la guerra. Se pueden haber vendido muchos afuera, pero tampoco creo que haya tantos bandoneonistas para tocarlos. Habría que hacer un censo", sostiene.

Corrales aporta otro punto de vista: "Hay casas de música que tienen hasta 200 bandoneones, pero no encontrás ninguno bueno. Lo más común para alguien que está en el ambiente es conseguir a través de un familiar de un músico que murió. A veces hay excelentes instrumentos sin uso guardados en un viejo placard del abuelo. Es una lástima porque es como tener una Ferrari guardada en un garaje".

La problemática va más allá. Horacio Ferrer reconoce que el fueye se transformó en un instrumento de culto, pero también en un objeto deseado por los extranjeros. "Es verdad que muchos instrumentos se fueron a Japón, pero tampoco hay tantos músicos tocando. Lo que sí hay es un interés por el instrumento como objeto de colección. Viajando conocí gente que tiene diez o doce bandoneones, pero que no toca. Acabo de ver en Noruega un médico que tiene una colección de 35 instrumentos. Y una vez Piazzolla me contó que había estado en la casa de un hombre que tenía como 200 bandoneones. Es como un berretín."

Ante la merma, en el mercado hubo personas que se transformaron en una suerte de cazadores. "Hace diez años ya venían los japoneses y prácticamente asaltaban las casas de música para llevarse todos los bandoneones que había y si no les alcanzaba se alquilaban una combi y viajaban al interior para comprar más", cuenta Oscar Fischer que en ese momento trabajaba en una conocida casa musical del centro porteño. Esa fuga de instrumentos y el crecimiento de los robos movilizó al luthier, que comenzó a realizar un registro de los bandoneones que caen en sus manos a manera de censo y protección contra el mercado negro.

"El robo de instrumentos creció mucho, pero como el ambiente es chico, a partir del registro de los fueyes el otro día logramos recuperar el que le habían robado a un bandoneonista de la Fernández Fierro. Este censo queremos hacerlo, pero a escala general, llevando un seguimiento de quién es el poseedor del instrumento, porque además de protección contra el robo también sirve para regular cuáles son los fueyes que salen del país y qué cantidad circula actualmente", dice Fischer que impulsa junto a la UOT la creación de una ley que regule la cantidad de bandoneones que salen del país por año. En definitiva, para que no se transforme en una especie en peligro de extinción.

De la Redacción de LA NACION, julio 2006



La yapa: El nacimiento del obelisco
 
En 1936, las cuadrillas municipales ya habían abierto un gigantesco hueco en pleno centro de Buenos Aires por donde pasaría la avenida 9 de Julio, "la más ancha del mundo". En el medio de ese claro que había dado por tierra con viejos cafetines y teatros de varieté, en el cruce con la avenida Corrientes, se construyó la Plaza de la República. Y allí, como un gran mojón que cortaba a Corrientes, que ya habla dejado de ser angosta, se levantó el Obelisco.

Fue el homenaje de Buenos Aires al Cuarto Centenario de su Primera Fundación y representaba el espíritu progresista de una época. Por entonces, el intendente era Mariano de Vedia y Mitre, a la vez que ejercía la Presidencia de la República el General Agustín P. Justo. Lo diseñó el arquitecto Alberto Prebisch y lo construyó la empresa Siemens Bauunion en el tiempo récord de cuatro semanas, debiendo salvar las dificultades que significaban los túneles del subterráneo mediante la construcción de bóvedas en su fundamento.

Como símbolo, recuerda a aquel precario y grueso madero sobre el cual juró apoyando su espada Don Pedro de Mendoza en 1536. Fue emplazado en el sitio exacto donde flameó por primera vez en la ciudad la Bandera Nacional (la torre de la iglesia de San Nicolás, el 23 de agosto de 1812), y se inauguró formalmente el 23 de mayo de 1936, a las 3 de la tarde.
 


Astor Piazzolla - Concierto para bandoneon (M. Kölner Rundfunkorch, Alvaro Pierri)

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