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 Carlos Hugo Burgstaller - La Censura en el Tango   |  Celedonio Flores - La musa mistonga

Yo soy porteño

Por Jorge Göttling

Le puso nombre a un oficio que inventó con la complicidad de Buenos Aires: Julián Centeya fue un trabajador de la emoción. Además, hombre de dos paisajes: de un lado, los latidos del sur de la ciudad, de la quema y de todo el tango. Del otro, la respiración de aquella Corrientes angosta mítica y luminosa, que fue desalojada por esta otra Corrientes de hoy, más ancha y pizzera. Italiano, pero sólo por el rigor de la cédula, que marcaba su nombre real: Amleto Vergiatti, nacido en Borgotaro, Parma. Decía él que fue la última ciudad que se rindió ante el fascismo. Tuvo paisanos de lujo (Giuseppe Verdi, Arturo Toscanini) y tuvo un padre periodista que lo marcó.

Llegó a la Argentina a los 12 años, en 1922 y amasó su obra al mejor estilo de los antiguos bardos: irreverente, inconformista, dispersa, mejorada por el buen uso del lunfardo. Intentar definirlo tropieza con un inicial problema. No fue poeta puro, aun cuando La musa mistonga (1964) o Piel de palabra (1973) lo muestren en ponderables dimensiones. No fue un narrador convencional, pese a que El vaciadero (1971) lo descubre como escritor denso y prolijo. Tampoco se alista como autor de canciones, aunque las hizo y muy bien: La vÍ llegar y Claudinette son tangos suyos de original factura y de una rotunda originalidad.

La mejor descripción que le cabe es la de periodista con todas las letras, que fatigosamente elaboró, jornada a jornada, en el ámbito de las redacciones, un estilo y una respiración. Hizo de todo y hasta la pasó bien. Si vivió mal, durante muchos años, fue para su sufrimiento pero en beneficio de la poesía. Y cuando empezó a vivir bien, porque largamente lo merecía, se le acabó el carretel y un viejo bondi, en su fantasía, lo depositó en Corrientes y Jorge Newbery. Fue el 26 de julio de 1974, aniversarios de las muertes de Roberto Arlt (1942) y de Eva Perón (1952).


El hombre gris de Buenos Aires

Bajo el sello de la editorial Corregidor, Norberto Galasso, fecundo historiador y hombre enraizado en la cultura nacional, es decir popular de los argentinos, acaba de publicar "Julián Centeya, el poeta de las musas reas".


Julián Centeya - Laburanta

Como se sabe, Julián Centeya fue el seudónimo más conocido del poeta Amleto Enrico Vergiati, nacido en Parma, Italia, en 1910 y llegado a playas argentinas doce años más tarde.

Su padre había sido periodista en el diario socialista "Avanti", de Parma, y se vio obligado a emigrar con su familia ante el arrollador avance de los "camisas negras" mussolinianos. Al no conocer el idioma, debió ganarse la vida entre nosotros con el bíblico oficio de carpintero. Hay varios poemas donde su hijo lo recuerda. El más célebre es aquel que empieza: "Quisiera amasijarme en la infinita / ternura de mi barrio de purrete, /con un cielo cachuzo de bolita / y el milagro coleao del barrilete".

En Buenos Aires el joven Amleto cursa hasta el tercer año en el Colegio Nacional Rivadavia, del que también habían sido discípulos sus amigos Cátulo Castillo y César Tiempo. Expulsado por mala conducta, según algunos, dejado libre por sus continuas "rabonas", según otros, abandona el hogar paterno y comienza una vida azarosa, viviendo en pensiones de mala muerte, comiendo salteado y practicando el periodismo bohemio de la época, al tiempo que confraterniza con poetas, prostitutas, curdas, ladrones y cafañas en "bodegones turbios de humo agrio" y otros antros más sombríos de una ciudad sumida en las abyecciones sociales y políticas de la Década Infame.




Canta Carlos Solari. Interpreta Julián Centeya, 1963. 

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En esas andanzas por las redacciones más diversas, usó distintos seudónimos - Juan Sin Luna, Enrique Alvarado, Shakespeare García- pero en 1938 escribe una milonga en que inventará su nombre definitivo: "Me llamo Julián Centeya, / por más datos soy cantor. / Tuve un amor con Mireya. / Me llamo Julián Centeya, / su seguro servidor".

Todavía en 1941 firma como Enrique Alvarado su libro de poemas negros "El recuerdo de la enfermería de San Jaime": "Qué hago yo con el recuerdo de la enfermería de San Jaime/ puesto que tú me has dejado con el recuerdo de la enfermería de San Jaime. / Mira: tengo la cara sucia de llanto.../ ¡Ah! Si tú supieras qué triste resulta vivir así, / siempre así, / teniendo entre las manos / el recuerdo de la enfermería de San Jaime...". Acotemos que enfermería de San Jaime o "St. James infirmary" llamaban los negros norteamericanos al lugar donde se expendían bebidas alcohólicas. Y éstas y el tabaco –para desesperación de su mujer, Gori Omar- fueron los mejores amigos de bohemia del poeta callejero.

En los años del peronismo –pleno empleo y buenas remuneraciones- el peregrinar de Julián de pensión en pensión (y de desalojo en desalojo) se fue sosegando. Pero en 1955, pese a que jamás ostentó pensamiento partidista alguno, "la irresponsabilidad oficial situó en la calle a multitud de periodistas", y entre ellos a él.

"Puchereó", como lo había hecho tantas veces en su vida, refugiándose en el mundo del tango, presentando alguna orquesta en un boliche, borroneando rápidas glosas radiales. "No haber tenido nada fue su todo", como el mismo escribiera de su amigo Dante A. Linyera.

Por esos años lee mucho y "medita" los poemas lunfardos de "La musa mistonga", libro que en 1964 le editan los hermanos Freeland en su colección "Filólogos del habla popular". En el prólogo al mismo, Julián revela su arte poética: "Yo no descubro nada, menos invento. Repito. Recuerdo. Hago, y no como ejercicio, memoria. A ello sucede el verso, manera de revelar por fuera lo que llevo adentro y lo hago, sí, en un lunfa al que le confiero primitividades de historia, no sin dejar de prestarle la oreja, a lo que tiene de actual, de inmediato, de reciente".

Su segundo poemario lunfa, "La musa del barro", se lo publica una editorial más distinguida, Quetzal, y lo presenta la novelista Martha Lynch. Para 1968 los intelectuales argentinos han empezado a revalorizar a los escritores populares. Y Julián lo es en grado sumo. Basta leer sus poemas "Mi viejo", "Pichuco" y "Atorro", para comprobarlo. O su estremecedor "Muerte del punga": "La muerte lo pungueó en el conventillo, / quedó en el patio de crispada zurda; / venía de lejo el canto de los grillos / y entraba el tano Giacumin en curda". Sin olvidarnos de aquel magistral soneto a Aníbal Troilo, por él bautizado "Bandoneón mayor de Buenosaires": "Estás en el dolor impar del amasijo / que refundió tu cuore en alba y luna. / En tus manos el fueye es una cuna / y en ella desvelao te mira un hijo. // Estás en el misterio profundo de la cosa, / cerrás los ojos para ver por dentro. / No sé con qué carajo hacés la rosa/ del barro inaugural que vino al centro.// Me verdugueás, ¿sabés?, lleno de asombro/ cuando te escucho con la luna al hombro / traer del tango elemental el eco // con luz de pucho y copa levantada / en el boliche aquel de la cortada / tan cordial y tan nuestro como el queco".

No volvió a publicar otro libro de poesía y recién en 1978, póstumamente, aparecen dos recopilados en uno: "La musa maleva" y el surrealista "Piel de palabra" o "El ojo de la baraja izquierda".

Pese a ser un hombre de tango, Julián no escribió mas de cincuenta letras de tangos, valses y milongas. Y a contramano de su bohemia, su capacidad de trabajo fue inmensa. Como periodista llegó a trabajar en cinco publicaciones a la vez. Escribió sobre cine, deportes, costumbrismo, tango, lunfardo, información general. Fue glosista, animador, conductor, libretista radial y, en sus últimos años, comentarista televisivo. "Tarde –como él mismo decía-, ahora que estoy flaco y fulero".

Su novela "El vaciadero" – una cruda inmersión en la quema de basura de Villa Soldati- se publicó en 1971. Alguna vez habrá que volver a ella, a sus breves y dramáticas escenas, a sus personajes delineados con maestría, a la atmósfera agobiante y tortuosa que le imponen esas regiones marginales de Buenos Aires.

Julián Centeya murió una madrugada de julio de 1974 en una residencia geriátrica, solo.

Han pasado 33 años de ese día, "la alta edad de su silencio", como él mismo podría haber escrito, y hoy Norberto Galasso le rinde homenaje con este pequeño gran libro en el que se reconstruye con arte y con amor la estatura poética y humana del Hombre Gris de Buenos Aires.

Como síntesis se puede afirmar que Julián fue un poeta (y de los buenos) en el papel, pero más lo fue en la vida. Lo mejor de su talento, ¿qué duda cabe?, quedó en el genial chisporroteo repentista de su palabra, vertida dispendiosamente en programas de radio, conferencias y charlas con amigos en cafés de madrugada. Esta anécdota que trae Galasso, ahorra cualquier otra disquisición. Julián que como Cátulo Castillo amaba a los perros, tuvo uno llamado Chango que cierta vez lo mordió. "Me mordió fulero, ¿sabés?... Se juntaron los vecinos… Empezaron a gritar… que estaba rabioso… Que tenía que llevarlo al Pasteur. ¡Al Pasteur! Y yo no lo llevé… ¿Cómo iba a meter en cana a mi propio perro…?".

Funte: www.lacoctelera.com/temas_argentinos


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Los italianos y el tango

Por Oscar Mármol*

Cuando a fines del siglo XIX comienza una inmigración que duraría interrumpidamente hasta el año 1930, los nacidos en Italia que arribaron a la gran aldea que era Buenos Aires, enriquecieron con su trabajo a refundar nuestra patria.
La Italiana fue una de las inmigraciones mas importantes por su apego al trabajo.
Los Italianos, además de sus conocimiento laboral , traían con ellos sus tradiciones culturales musicales que fueron un factor fundamental para el nacimiento del Tango.
Grandes compositores, interpretes, y poetas Italianos , con otros integrantes de inmigraciones como la Española o la Judia, conformarían la cantera que proveería aquellos hombres que fundarían , la música que estaba naciendo en el Río de la Plata, y que seria con los años la carta-musical de presentación en el mundo; El Tango
Fue muy importante el atavismo que ellos supieron transmitir a sus hijos quienes tomaron la posta para poder mantener vigentes hasta nuestros días, nuestro tango.

Los primeros inmigrantes...


La noticia en Noticias (27/07/74). Clic para descargar

En 1895, arriba al puerto de Buenos Aires una joven inmigrante italiana de nombre Socorro Salomone, quien traía de la mano a su pequeño hijo de 4 años.; llegaban de un pueblito llamado Troina, de la ciudad de Sicilia..
Ese rubiecito de ojos azules seria con los años, uno de los juglares mas queridos en el ambiente porteño y gauchesco, hablamos del Gran Ignacio Corsini.

LORENZO LOGATTI – Clarinetista - Nació en FOGGIA el 7-11-1872 / Falleció el 19-03-1961 - Clarinetista – autor del tango El Irresistible que en l908 fue uno de los mejores tangos instrumentales que por su ritmo vibrante, llegó a ser grabado por todas las orquestas a través de los años..

IGNACIO CORSINI – El Caballero Cantor - Nació en SICILIA el 13-1891 / Falleció el 26-07-1967 – Conjuntamente con Carlos Gardel y Agustín Magaldi conformarón un trío vital que dio el punto inicial al TANGO CANCIÓN.
Don Ignacio fue, autor de la letra "Aquel cantor de mi pueblo".

ANTONIO SCATASSO – Guitarrista/ Pianista - Nació en SICILIA el 25-02-1886 / Falleció el 29-07-1956 - participó en el el trío de Augusto P. Berto en 1913
Autor de la música - El Poncho del Amor.-integro la orquesta de F. Canaro

MARIO BATISTELLA – Poeta - Nació en VERONA el 05-11-1893 / Falleció el 10-10-1968 - autor de las letras de... Al pie de la Santa Cruz - Amores de Estudiante-Bronca-Cuando tu no estas- Cuartito Azul -Me da pena confesarlo -Medallita de la suerte-Melodía de arrabal-No aflojes-Remembranza- Sueño querido...etc

CAYETANO PUGLISI – Violinista - Nació en SICILIA el 02-01-1902 / Falleció el 02-11-1968 – integro los conjuntos de Roberto Firpo y Pedro Mafia
Autor de la música de los tangos Diez Años y Milonguero.

MANLIO FRANCIA – Violinista - Nació en VENECIA el 29-06-1902 / Falleció el 07-05-1981– Integro las orquestas de Osvaldo Fresedo – Carlos Di Sarli – Julio De Caro

ANTONIO RODIO – Violinista - Nació en TARENTO - el 25-01-1904 / Falleció el 01-06-1980 - integró los conjuntos de Pedro Mafia y Enrique Delfino
Acompaño a Carlos Gardel conjuntamente con el pianista Rodolfo Biagi
En la grabación de 6 temas el 19-04-1930.-

ALFREDO BIGESCHI – Letrista - Nació en ELBA -el 18-12-1908 / Falleció el 25-03-1981– La Novena – Tango Argentino – Siete Palabras...



En el grupo aparece Julián Centeya (extremo derecha) junto a Homero Manzi, también están  Enzo Ardigó y José Ramón Luna.

AMLETO BERGIATI – Poeta - (Julian Centeya) – Nació en PARMA – el 15 –10-1910 Falleció el 26-7-1974 –autor de las letras de Claudinette-Julian Centeya-La vi llegar-Lluvia de abril – Mas alla de mi rencor... arias poesías lunfardas.

JULIO CAMILLONI – Letrista -Nació en ANCONA el 11-05-1911 / Falleció el 07-01-1977 – Estas en mi corazón – La ultima – Predestinada –
Tengo un amigo – Tu angustia y mi dolor entre otras letras...

JOSE BRAGATO – Cellista - Nació en UDINE el 12-10-1915 (el ultimo grande de la época de oro, que goza a la fecha , de muy buena salud–colaboro en 1954 con Astor Piazolla en la creación del OCTETO BS.AS. además integró las orquestas de Anibal Troilo, Atilio Stampone y Osvaldo Fresedo también siendo cellista estable de la orquesta sinfónica del teatro Colón.

ROBERTO MAIDA – Cantor-Nació en CATANZARO el 3-03-1908 / Falleció el 30-03-1993
Cantor – uno de los mejores embajadores de nuestro Tango, viajó por todo el mundo, con la orquesta de Catulo Castillo, amigo de Carlos Gardel, a su vuelta a Bs. As.
Cantó con Miguel Caló, con Ricardo Malerba, y con Francisco Canaro grabando mas de 200 temas.

ALBERTO MORAN – ( Remo Andrea Domenico Recagno). - Cantor Nació en STREVI el 15-03-1922 / Falleció el 16-08-1997 .
Fue cantor de Osvaldo Pugliese desde enero de l945 a marzo de l954 dejando grabados 54 temas. Posteriormente con Armando Cupo continua su carrera como solista dejando grabados 70 temas.


Mi musa maleva

ALBERTO MARINO – (Vicente Marinaro) – Cantor – Nació en VERONA
El 26-4-1923 / Falleció el 21-06-1989 – Por su coloratura de voz el maestro Alfredo Gobbi lo bautizó LA VOZ DE ORO DEL TANGO.
Entre los años 1943 a 1947 fue el cantor que acompaño a Francisco Fiorentino , primero y después a Floreal Ruiz en la orquesta de Aníbal Troilo.
Por su enorme popularidad decide continuar como solista y Emilio Balcarce arma el conjunto Orquestal que lo acompañaría en la parte musical.

PABLO MORENO – Cantor – Nació en COSENSA - el 21-10-1923/ Falleció el 4-09-1980 -Cantó con la orquesta de Franchini Pontier donde siempre se comento que la interpretación del tango ANOCHE interpretado por este cantor es inigualable, buen interprete afinado, nunca llegó a ser figura en Buenos Aires, y se radico en el URUGUAY donde falleció.

HECTOR DARIO – (José Petraglia) – Cantor - Nació en CATANIA el 8 –12-1938 (En la actualidad esta en plena actividad) – Comenzó en el tango de la mano de su tío (hermano de su madre) JORGE CASAL (Carmelo Papalardo)- Debuto en la radio con la orquesta de Joaquin Do Reyes . En 1960 se incorpora a la orquesta de Franchini Pontier seis años con Pontier y una extensa gira por el Japón.
Fue cantor de Jose Baso, y en la actualidad trabaja en todos los reductos tangueros.

* Historiador. Abril 2007
Fuente: www.clubdelprogreso.com
 


Julián Centeya

Por www.nuevociclo.com.ar


Julián Centeya nació como Amleto Vergiatti, en 1908, en Italia, y a la porteñería en 1920 "al atracar el barco, un domingo". Frondoso coleccionista de nostalgias, periodista, poeta y repentista, en su religión la noche es sagrada y el barrio el mundo. [foto y texto Revista Gente, 1974]

El 26 de julio de 1974, día en que se cumplían 32 años de la muerte de Roberto Arlt y 22 años de la muerte de Eva Perón, se nos fue para el barrio de donde no se vuelve el hombre gris de Buenos Aires Amleto Vergiatti, mas conocido como Julián Centeya.

Había nacido en Italia, allá por 1910, en el pueblo de Borgotaro, en la provincia de Parma, la última ciudad -recordaba él- que se rindió al fascismo. Mi viejo -recuerda Julián- Carlos Vergiatti, era periodista; trabajaba en el diario socialista "Avanti", del cual era jefe de redacción Benito Musolini, quien andaba en amores con una rusa Angélica Balavanof.

Después de la marcha sobre Roma, 1920, la represión se descargó sobre la izquierda en Italia y el exilio se ofreció como única posibilidad de subsistir. Mi viejo tuvo que venirse como refugiado político con mi vieja, mis dos hermanas, yo y un perro que llamábamos Pri Pri. Y al mentar a su viejo, Julián se amasija en el recuerdo, como reclamando la posibilidad de volver a verlo, siquiera un minuto, como antes.

Mi viejo

"
Quisiera amasijarme en la infinita
ternura de mi barrio de purrete
con un cielo cachuzo de bolita
y el milagro coleao del barrilete
Verlo a mi viejo
un tano laburante que la cinchó parejo, limpio y largo
y minga como yo
un atorrante
que la va de "sover"
y se hace el raro
Vino en "Conte Rosso
fue un espiro
tres hijos, la mujer, a más un perro
como un tungo tenáz cinchó de tiro
todo se lo aguantó: hasta el destierro
y aquí palmó
aquí yace adormecido
mi viejo, el pobre tano laburante
se las tomó una noche de descuido
y nos dejó un recuerdo lacerante
Qué mundo habrá encontrado en su apoliyo
si es que hay un mundo pa los que se piantan
quizás el cuore cuyo se hizo grillo
y su mano cordial es una planta."

Con el tano laburante y su familia llegó a la Argentina en 1922,cuando tenía 12 años. Primero intentaron suerte en San Francisco (Córdoba) donde el viejo "paraba la olla" trabajando la madera, enfrentando las dificultades siempre con alegría, con optimismo.
"El viejo carpintero fue mi gringo
grandote, bonachón, siempre polenta,"

 


Semos hermanos

Pero la miseria los cerca y los atrapa.

"Mi madre aguantiñó la mishiadura
ni una sola palabra
siempre chanta
el dolor le había puesto una dulzura
en los ojos tan claros de ternura
me daba pena verla siempre en yanta".

Ya no había lugar en la Argentina agraria para estos inmigrantes "de última" y bien pronto debieron instalarse en el conventillo de Buenos Aires, detrás de cuyo pintoresquismo - el patio con malvones, el farol alumbrando la milonga - escondían sus terribles rostros, la tuberculosis, la promiscuidad, el hambre.

"La vida fué pa' ellos strafute
cinchar y mal vivir, duro programa
el destino jugó de farabute
y la miseria cruel se mandó el tute
Me vas a hablar a mí de cinerama"


Junto a Pedro Maffia

Frustrado estudiante secundario, mandadero de comercio, jugador de fútbol, taquígrafo y mas que nada vagabundo, experto en el oficio de no hacer nada para encender los primeros versos.

"Por el duro empedrado de Famatina al este
la novia quinceañera con cita de portón
y el corralón que tuvo la chatita celeste
y la luna de siempre plateando el paredón
Qué fue de la muchacha aquella que me amaba
Celina, aquella rubia, Celina se llamaba
su nombre era de cielo. Recuerdo que la amé."

Por entonces se hace hombre y poeta en el Boedo de fines de la década del 20.

"Yo lo trepé a Boedo
viniendo desde el fondo de Chiclana
y era muchacho
el Boedo legendario el de La Balear y El Aeroplano
el de Eufemio Pizarro y "la chancha" muerto de bala en la ancha vereda de la puerta del Biarritz
y mi junada de asombro entreveró a Gorki con Barletta
a Mario Mariani con Gustavo Riccio, a Chejov con Nicolás Olivari
cuando con dos monedas me compré "Versos de una...", que le editó Zamora a César Tiempo.

Un Boedo con una literatura de fábrica y de tango de gustaciones ácidas. Un Boedo que enarbolaba una literatura molesta para los escritores bien comidos, para la gente sensata de las cátedras de literatura, los editoriales y los diarios serios. A Julián, como a tantos otros, le salió al cruce la estructura cultural montada por la clase dominante.

El quería hablar del punga, del cafiolo, de la piba que lo encandiló (no morfó más que el pan de su sonrisa), de los chorros y los laburantes, de la musa mistonga y la musa de barro. No lo dejaron. Quiso volar como poeta, y lo bajaron enseguida, arrinconándolo en una radio, en un diario, donde el alma se le iba a jirones y donde solo de vez en cuando podía enarbolar un verso. Publicó, sin embargo, varios libros de poemas y una novela: El Vaciadero. Pero lo mejor de él se desperdició en las charlas interminables de la madrugada.

"con luz de pucho y copa levantada
en el boliche aquel de la cortada
tan cordial y tan nuestro como el Queco".

Por eso fue desparejo como poeta. Por eso le faltó continuidad. Cómo la iba a tener luchando con las cédulas judiciales de desalojo, contra la guita que no alcanza.

"en un mundo, pibe
donde para caminar hay que pisar al otro".

De ahí su desilusión y el alcohol, la amargura y ese himno a la frustración y al escepticismo que tituló como despedida con el nombre lunfardo de la muerte:

Atorro

"Encanutado en la última pilcha
negao a todo
piantado de mí
En la pinchada que da el atorro
como de nada
puesto en el forro
de un jonca e' pino me iré de aquí
Linda sbrufata la de mi vida
me puso chanta "mamá" miseria
si todo ha sido una piojería
no se dió una, siempre en la vía
pa mi cincharla fue cosa seria
Sobre mi llaga pasé la lengua
cuando la chanta se tomó el piro
y en la mentira de otra salvada
me jugué el todo, quedé sin nada
si es de milagro creé, que respiro
"No tuve un llanto que me llorara
y no habrá un llanto cuando finisca
"solari y rosi"
voy de zarpada
y cuando se haga, no habrá mancada
que otro baraje para esa brisca
Algún gomía de esos que quedan
rante y polenta como Barquina
batirá el justo de la pulpeta
y acaso cuente que fuí un poeta
dueño del mundo que da la esquina
y que no tuve más berretines
que los comunes
que fuí sencillo
hecho a ternura, solo en la yeca
con horizontes que me dio el feca
sin otra cosa que un cuore e' grillo
No quiero nada
no se escapelen
paz de lamentos
si me voy piola
En el finirla está la salvada
se va conmigo mi alma cansada
que hace diez siglos no quiere lolas."

Con estos versos pareció que bajaba definitivamente los brazos, derrotado por quienes odian a los gorriones, a los juglares, a los barrios de casitas chatas. Sin embargo, la bronca pudo más y empinándose sobre ella levantó un último insulto para quienes le envenenaron la vida y aún también para aquellos que por miedo o indiferencia resultaron cómplices

"Habré de inventarme una puteada esdrújula
para arrojarla contra la vidriera del mundo
y contársela después a Cendrás y a Rimbaud
que tan mierdamente vivieron como yo.
Claro que habré de inventarme una puteada esdrújula
porque yo me he desentendido de un Dios
que permitió que César Vallejo se muriera de hambre
la tarde de un día gris que contabilizaba sus piojos.
Habré de inventarme una puteada esdrújula."

Ud. dese por invitado. Se lo merece.

Amleto Vergiatti. Para el pueblo: Julián Centeya "el hombre gris de Buenos Aires".
Fuente: www.nuevociclo.com.ar/juliancenteya.htm


LETRAS Y POEMAS

La ví llegar

(1944)


Junto a Luis Alposta en Plaza San Martín (1968)

La vi llegar...
¡Caricia de su mano breve!
La vi llegar...
¡Alondra que azotó la nieve!
Tu amor -pude decirle- se funde en el misterio
de un tango acariciante que gime por los dos.

Y el bandoneón
-¡rezongo amargo en el olvido!-
lloró su voz,
que se quebró en la densa bruma.
Y en la desesperanza,
tan cruel como ninguna,
la vi partir sin la palabra del adiós.

Era mi mundo de ilusión...
Lo supo el corazón,
que aún recuerda siempre su extravío?.
Era mi mundo de ilusión
y se perdió de mí,
sumándome en la sombra del dolor.
Hay un fantasma en la noche interminable.
Hay un fantasma que ronda en mi silencio.
Es el recuerdo de su voz,
latir de su canción,
la noche de su olvido y su rencor.

La vi llegar...
¡Murmullo de su paso leve!
La vi llegar...
¡Aurora que borró la nieve!
Perdido en la tiniebla, mi paso vacilante
la busca en mi terrible carnino de dolor.

Y el bandoneón
dice su nombre en sgemido,
con esa voz
que la llamó desde el olvido.
Y en este desencanto brutal que me condena
la vi partir, sin la palabra del adiós...
 

Yo

 


Con Aníbal Troilo

A León Benarós, troesma y gomía

Lo bato sin esparo, claramente,
con el chamuyo que me dio la yeca;
yo soy un cusifai que francamente,
como Discepolín, se hizo en el feca.

De contrapinta se me dio la peca,
con una mina que me puso chanta.
Me la llevó un balurdo. Era una seca.
Deliró por el centro y fue yiranta.

Qué querés, Benarós, que yo te diga;
no me queda del pan más que una miga,
y a contramano un pensamiento fijo.

En la última tela voy jugado
pero habré de salvarme, ya estufado:
una cheno cualunque me amasijo.

En ocasión de una visita a Aníbal Troilo, que actuaba entonces en el teatro Odeón, y llevado por el dibujante Betanín, con la posibilidad de realizar una comedia musical con el autor de Sur, para mi sorpresa, al darme la mano, Aníbal Troilo repitió estas palabras del poema de Julián Centeya: "Que querés, Benarós, que yo te diga…". (León Benarós)


Julián Centeya

Me llamo Julián Centeya
por mádato soy cantor.
Nací en la vieja Pompeya,
tuve un amor con Mirella.
Me llamo Julián Centeya,
su seguro servidor.

Me llamo Julián Centeya,
sí supe ser, más llorar.
En un recuerdo va ella,
compadre no llega mella.
Me llamo Julián Centeya,
no le quiero recordar...

Noche de un tiempo
que ya no vuelve...
Viejos recuerdos
que fui cantando...
Amores hondos
que se me fueron...
Toda tu gloria
la estoy llorando...

 


Con el boxeador Pascual ("Pascualito") Pérez.

En la cortada de arena
con tango de Juan de Dios,
esa vida hechar mi buena,
cuanta en la noche serena.
En la cortada de arena
bailé ganando un amor.

Me llamo Julián Centeya
no se le vaya a olvidar.
Si quiere buscar mi huella,
la encontrará por Pompeya.
Me llamo Julián Centeya
pa' lo que guste mandar...

Noche de un tiempo
que ya no vuelve...
Viejos recuerdos
que voy cantando...
Amores hondos
que se me fueron...
Toda tu gloria
la estoy llorando.


La cana

A la final, ya ves, saltó la bronca
el gil, que se avivó, la fue de esparo
de cruzada un botón lo chapó al monga
y me sirven a mí, si no me paro.

Yo siento que ese fato mishio y raro
de vos me aleja y es lo que más siento
la parlo poco, lo sabés, y claro
y amas te es rejunao mi sentimiento.

Tu breón te cayó en cana, negra amada,
la tasuer me empaqueta de zarpada
y espero una aliviada en la sentencia.

Batile al bepi, que me fui de viaje,
portame entre otras cosas algún traje.
Yo me la aguanto. Vos tené paciencia.

Dante A. Linyera

Cantor de la mistonga vida rea,
frate leal que tuvo mano franca,
embagayao de sueños llevó en anca
la huesuda miseria.
A nadie le guardó una fulería,
pa todos tuvo un cacho de ternura.
Fué su novia mejor la mishiadura,
la huesuda miseria.
Proletario del verso, en la cinchada
puso su corazón limpio y descalzo.
Junto a tu nombre, Dante, sé que alzo
la huesuda miseria.


Centro cultural que lleva su nombre, del barrio de Boedo, Avenida San Juan 3255
Era del San Cristóbal de los Greco
yotivenco, palmera, dura yeca.
Iba a entender después que le hizo la peca
la huesuda miseria.
No tuvo más estrella que aquel pucho,
no haber tenido nada fué su todo.
Yo bien lo sé que lo atracó de un modo
la huesuda miseria.
Hermano en Carrieguito y en Florencio,
en Charles de Soussens... Mono Taborda...
entiendo que al morir zarpó de borda
la huesuda miseria.

(De La musa mistonga, 1964)

Pichuco

Tu fueye,
Nada se parece tanto a vos como tu fueye.
Tu fueye.
Algo más: tu palabra,
tu cuore malandra,
tu sangre, tus ganas de nada,
tus curdas
y la cheno blanca
y la copa volteada.

En tu jaula canta llorando el pájaro de la tarde ciego
y yo desde el hueso bato
que sos el Bandoneón Mayor de Buenos Aires.

 

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