Le puso nombre a un oficio que inventó con la complicidad de Buenos Aires: Julián
Centeya fue un trabajador de la emoción. Además, hombre de dos paisajes: de
un lado, los latidos del sur de la ciudad, de la quema y de todo el tango. Del
otro, la respiración de aquella Corrientes angosta mítica y luminosa, que fue
desalojada por esta otra Corrientes de hoy, más ancha y pizzera. Italiano, pero
sólo por el rigor de la cédula, que marcaba su nombre real: Amleto Vergiatti,
nacido en Borgotaro, Parma. Decía él que fue la última ciudad que se rindió ante
el fascismo. Tuvo paisanos de lujo (Giuseppe Verdi, Arturo Toscanini) y tuvo
un padre periodista que lo marcó.
Llegó a la Argentina a los 12 años, en 1922 y amasó su obra al mejor estilo
de los antiguos bardos: irreverente, inconformista, dispersa, mejorada por el
buen uso del lunfardo. Intentar definirlo tropieza con un inicial problema.
No fue poeta puro, aun cuando La musa mistonga (1964) o Piel de palabra (1973)
lo muestren en ponderables dimensiones. No fue un narrador convencional, pese
a que El vaciadero (1971) lo descubre como escritor denso y prolijo. Tampoco
se alista como autor de canciones, aunque las hizo y muy bien: La vÍ llegar
y Claudinette son tangos suyos de original factura y de una rotunda originalidad.
La mejor descripción que le cabe es la de periodista con todas las letras, que
fatigosamente elaboró, jornada a jornada, en el ámbito de las redacciones, un
estilo y una respiración. Hizo de todo y hasta la pasó bien. Si vivió mal, durante
muchos años, fue para su sufrimiento pero en beneficio de la poesía. Y cuando
empezó a vivir bien, porque largamente lo merecía, se le acabó el carretel y
un viejo bondi, en su fantasía, lo depositó en Corrientes y Jorge Newbery. Fue
el 26 de julio de 1974, aniversarios de las muertes de Roberto Arlt (1942) y
de Eva Perón (1952).
Bajo el sello de la editorial Corregidor, Norberto Galasso, fecundo historiador
y hombre enraizado en la cultura nacional, es decir popular de los argentinos,
acaba de publicar "Julián Centeya, el poeta de las musas reas".
Julián Centeya - Laburanta
Como se sabe, Julián Centeya fue
el seudónimo más conocido del poeta Amleto Enrico Vergiati, nacido en Parma,
Italia, en 1910 y llegado a playas argentinas doce años más tarde.
Su padre había sido periodista en el diario socialista "Avanti", de Parma, y
se vio obligado a emigrar con su familia ante el arrollador avance de los "camisas
negras" mussolinianos. Al no conocer el idioma, debió ganarse la vida entre
nosotros con el bíblico oficio de carpintero. Hay varios poemas donde su hijo
lo recuerda. El más célebre es aquel que empieza: "Quisiera amasijarme en la
infinita / ternura de mi barrio de purrete, /con un cielo cachuzo de bolita
/ y el milagro coleao del barrilete".
En Buenos Aires el joven Amleto
cursa hasta el tercer año en el Colegio Nacional Rivadavia, del que también
habían sido discípulos sus amigos Cátulo Castillo y César Tiempo. Expulsado
por mala conducta, según algunos, dejado libre por sus continuas "rabonas",
según otros, abandona el hogar paterno y comienza una vida azarosa, viviendo
en pensiones de mala muerte, comiendo salteado y practicando el periodismo bohemio
de la época, al tiempo que confraterniza con poetas, prostitutas, curdas, ladrones
y cafañas en "bodegones turbios de humo agrio" y otros antros más sombríos de
una ciudad sumida en las abyecciones sociales y políticas de la Década Infame.
Canta Carlos Solari. Interpreta Julián Centeya, 1963.
En esas andanzas por las redacciones
más diversas, usó distintos seudónimos - Juan Sin Luna, Enrique Alvarado, Shakespeare
García- pero en 1938 escribe una milonga en que inventará su nombre definitivo:
"Me llamo Julián Centeya, / por más datos soy cantor. / Tuve un amor con Mireya.
/ Me llamo Julián Centeya, / su seguro servidor".
Todavía en 1941 firma como Enrique Alvarado su libro de poemas negros "El recuerdo
de la enfermería de San Jaime": "Qué hago yo con el recuerdo de la enfermería
de San Jaime/ puesto que tú me has dejado con el recuerdo de la enfermería de
San Jaime. / Mira: tengo la cara sucia de llanto.../ ¡Ah! Si tú supieras qué
triste resulta vivir así, / siempre así, / teniendo entre las manos / el recuerdo
de la enfermería de San Jaime...". Acotemos que enfermería de San Jaime o "St.
James infirmary" llamaban los negros norteamericanos al lugar donde se expendían
bebidas alcohólicas. Y éstas y el tabaco –para desesperación de su mujer, Gori
Omar- fueron los mejores amigos de bohemia del poeta callejero.
En los años del peronismo –pleno
empleo y buenas remuneraciones- el peregrinar de Julián de pensión en pensión
(y de desalojo en desalojo) se fue sosegando. Pero en 1955, pese a que jamás
ostentó pensamiento partidista alguno, "la irresponsabilidad oficial situó en
la calle a multitud de periodistas", y entre ellos a él.
"Puchereó", como lo había hecho tantas veces en su vida, refugiándose en el
mundo del tango, presentando alguna orquesta en un boliche, borroneando rápidas
glosas radiales. "No haber tenido nada fue su todo", como el mismo escribiera
de su amigo Dante A. Linyera.
Por esos años lee mucho y "medita" los poemas lunfardos de "La musa mistonga",
libro que en 1964 le editan los hermanos Freeland en su colección "Filólogos
del habla popular". En el prólogo al mismo, Julián revela su arte poética: "Yo
no descubro nada, menos invento. Repito. Recuerdo. Hago, y no como ejercicio,
memoria. A ello sucede el verso, manera de revelar por fuera lo que llevo adentro
y lo hago, sí, en un lunfa al que le confiero primitividades de historia, no
sin dejar de prestarle la oreja, a lo que tiene de actual, de inmediato, de
reciente".
Su segundo poemario lunfa, "La musa del barro", se lo publica una editorial
más distinguida, Quetzal, y lo presenta la novelista Martha Lynch. Para 1968
los intelectuales argentinos han empezado a revalorizar a los escritores populares.
Y Julián lo es en grado sumo. Basta leer sus poemas "Mi viejo", "Pichuco" y
"Atorro", para comprobarlo. O su estremecedor "Muerte del punga": "La muerte
lo pungueó en el conventillo, / quedó en el patio de crispada zurda; / venía
de lejo el canto de los grillos / y entraba el tano Giacumin en curda". Sin
olvidarnos de aquel magistral soneto a Aníbal Troilo, por él bautizado "Bandoneón
mayor de Buenosaires": "Estás en el dolor impar del amasijo / que refundió tu
cuore en alba y luna. / En tus manos el fueye es una cuna / y en ella desvelao
te mira un hijo. // Estás en el misterio profundo de la cosa, / cerrás los ojos
para ver por dentro. / No sé con qué carajo hacés la rosa/ del barro inaugural
que vino al centro.// Me verdugueás, ¿sabés?, lleno de asombro/ cuando te escucho
con la luna al hombro / traer del tango elemental el eco // con luz de pucho
y copa levantada / en el boliche aquel de la cortada / tan cordial y tan nuestro
como el queco".
No volvió a publicar otro libro de poesía y recién en 1978, póstumamente, aparecen
dos recopilados en uno: "La musa maleva" y el surrealista "Piel de palabra"
o "El ojo de la baraja izquierda".
Pese a ser un hombre de tango, Julián no escribió mas de cincuenta letras de
tangos, valses y milongas. Y a contramano de su bohemia, su capacidad de trabajo
fue inmensa. Como periodista llegó a trabajar en cinco publicaciones a la vez.
Escribió sobre cine, deportes, costumbrismo, tango, lunfardo, información general.
Fue glosista, animador, conductor, libretista radial y, en sus últimos años,
comentarista televisivo. "Tarde –como él mismo decía-, ahora que estoy flaco
y fulero".
Su novela "El vaciadero" – una cruda inmersión en la quema de basura de Villa
Soldati- se publicó en 1971. Alguna vez habrá que volver a ella, a sus breves
y dramáticas escenas, a sus personajes delineados con maestría, a la atmósfera
agobiante y tortuosa que le imponen esas regiones marginales de Buenos Aires.
Julián Centeya murió una madrugada de julio de 1974 en una residencia geriátrica,
solo. Han pasado 33 años de ese día, "la alta edad de su silencio", como él mismo
podría haber escrito, y hoy Norberto Galasso le rinde homenaje con este pequeño
gran libro en el que se reconstruye con arte y con amor la estatura poética
y humana del Hombre Gris de Buenos Aires.
Como síntesis se puede afirmar que Julián fue un poeta (y de los buenos) en
el papel, pero más lo fue en la vida. Lo mejor de su talento, ¿qué duda cabe?,
quedó en el genial chisporroteo repentista de su palabra, vertida dispendiosamente
en programas de radio, conferencias y charlas con amigos en cafés de madrugada.
Esta anécdota que trae Galasso, ahorra cualquier otra disquisición. Julián que
como Cátulo Castillo amaba a los perros, tuvo uno llamado Chango que cierta
vez lo mordió. "Me mordió fulero, ¿sabés?... Se juntaron los vecinos… Empezaron
a gritar… que estaba rabioso… Que tenía que llevarlo al Pasteur. ¡Al Pasteur!
Y yo no lo llevé… ¿Cómo iba a meter en cana a mi propio perro…?".
Cuando a fines del siglo XIX comienza
una inmigración que duraría interrumpidamente hasta el año 1930, los nacidos
en Italia que arribaron a la gran aldea que era Buenos Aires, enriquecieron
con su trabajo a refundar nuestra patria. La Italiana fue una de las inmigraciones mas importantes por su apego al trabajo. Los Italianos, además de sus conocimiento laboral , traían con ellos sus tradiciones
culturales musicales que fueron un factor fundamental para el nacimiento del
Tango. Grandes compositores, interpretes, y poetas Italianos , con otros integrantes
de inmigraciones como la Española o la Judia, conformarían la cantera que proveería
aquellos hombres que fundarían , la música que estaba naciendo en el Río de
la Plata, y que seria con los años la carta-musical de presentación en el mundo;
El Tango Fue muy importante el atavismo que ellos supieron transmitir a sus hijos quienes
tomaron la posta para poder mantener vigentes hasta nuestros días, nuestro tango.
Los primeros inmigrantes...
La noticia en Noticias (27/07/74).
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En 1895, arriba al puerto de Buenos Aires una joven inmigrante italiana de nombre
Socorro Salomone, quien traía de la mano a su pequeño hijo de 4 años.; llegaban
de un pueblito llamado Troina, de la ciudad de Sicilia.. Ese rubiecito de ojos azules seria con los años, uno de los juglares mas queridos
en el ambiente porteño y gauchesco, hablamos del Gran Ignacio Corsini.
LORENZO LOGATTI – Clarinetista - Nació en FOGGIA el 7-11-1872 / Falleció el
19-03-1961 - Clarinetista – autor del tango El Irresistible que en l908 fue
uno de los mejores tangos instrumentales que por su ritmo vibrante, llegó a
ser grabado por todas las orquestas a través de los años..
IGNACIO CORSINI – El Caballero Cantor - Nació en SICILIA el 13-1891 / Falleció
el 26-07-1967 – Conjuntamente con Carlos Gardel y Agustín Magaldi conformarón
un trío vital que dio el punto inicial al TANGO CANCIÓN. Don Ignacio fue, autor de la letra "Aquel cantor de mi pueblo".
ANTONIO SCATASSO – Guitarrista/ Pianista - Nació en SICILIA el 25-02-1886 /
Falleció el 29-07-1956 - participó en el el trío de Augusto P. Berto en 1913 Autor de la música - El Poncho del Amor.-integro la orquesta de F. Canaro
MARIO BATISTELLA – Poeta - Nació en VERONA el 05-11-1893 / Falleció
el 10-10-1968 - autor de las letras de... Al pie de la Santa Cruz - Amores de
Estudiante-Bronca-Cuando tu no estas- Cuartito Azul -Me da pena confesarlo -Medallita
de la suerte-Melodía de arrabal-No aflojes-Remembranza- Sueño querido...etc
CAYETANO PUGLISI – Violinista - Nació en SICILIA el 02-01-1902
/ Falleció el 02-11-1968 – integro los conjuntos de Roberto Firpo y Pedro Mafia Autor de la música de los tangos Diez Años y Milonguero.
MANLIO FRANCIA – Violinista - Nació en VENECIA el 29-06-1902 / Falleció el 07-05-1981–
Integro las orquestas de Osvaldo Fresedo – Carlos Di Sarli – Julio De Caro
ANTONIO RODIO – Violinista - Nació en TARENTO - el 25-01-1904 / Falleció
el 01-06-1980 - integró los conjuntos de Pedro Mafia y Enrique Delfino Acompaño a Carlos Gardel conjuntamente con el pianista Rodolfo Biagi En la grabación de 6 temas el 19-04-1930.-
ALFREDO BIGESCHI – Letrista - Nació en ELBA -el 18-12-1908 / Falleció el 25-03-1981–
La Novena – Tango Argentino – Siete Palabras...
En el grupo aparece Julián Centeya (extremo derecha)
junto a Homero Manzi, también están Enzo Ardigó y José Ramón
Luna.
AMLETO BERGIATI – Poeta - (Julian Centeya) – Nació en PARMA – el 15 –10-1910
Falleció el 26-7-1974 –autor de las letras de Claudinette-Julian Centeya-La
vi llegar-Lluvia de abril – Mas alla de mi rencor... arias poesías lunfardas.
JULIO CAMILLONI – Letrista -Nació en ANCONA el 11-05-1911 / Falleció el 07-01-1977
– Estas en mi corazón – La ultima – Predestinada – Tengo un amigo – Tu angustia y mi dolor entre otras letras...
JOSE BRAGATO – Cellista - Nació en UDINE el 12-10-1915 (el ultimo
grande de la época de oro, que goza a la fecha , de muy buena salud–colaboro
en 1954 con Astor Piazolla en la creación del OCTETO BS.AS. además integró las
orquestas de Anibal Troilo, Atilio Stampone y Osvaldo Fresedo también siendo
cellista estable de la orquesta sinfónica del teatro Colón.
ROBERTO MAIDA – Cantor-Nació en CATANZARO el 3-03-1908 / Falleció
el 30-03-1993 Cantor – uno de los mejores embajadores de nuestro Tango, viajó por todo el
mundo, con la orquesta de Catulo Castillo, amigo de Carlos Gardel, a su vuelta
a Bs. As. Cantó con Miguel Caló, con Ricardo Malerba, y con Francisco Canaro grabando
mas de 200 temas.
ALBERTO MORAN – ( Remo Andrea Domenico Recagno). - Cantor Nació en STREVI el
15-03-1922 / Falleció el 16-08-1997 . Fue cantor de Osvaldo Pugliese desde enero de l945 a marzo de l954 dejando grabados
54 temas. Posteriormente con Armando Cupo continua su carrera como solista dejando
grabados 70 temas.
Mi musa maleva
ALBERTO MARINO – (Vicente Marinaro) – Cantor – Nació en VERONA
El 26-4-1923 / Falleció el 21-06-1989 – Por su coloratura de voz el maestro
Alfredo Gobbi lo bautizó LA VOZ DE ORO DEL TANGO. Entre los años 1943 a 1947 fue el cantor que acompaño a Francisco Fiorentino
, primero y después a Floreal Ruiz en la orquesta de Aníbal Troilo. Por su enorme popularidad decide continuar como solista y Emilio Balcarce arma
el conjunto Orquestal que lo acompañaría en la parte musical.
PABLO MORENO – Cantor – Nació en COSENSA - el 21-10-1923/ Falleció el 4-09-1980
-Cantó con la orquesta de Franchini Pontier donde siempre se comento que la
interpretación del tango ANOCHE interpretado por este cantor es inigualable,
buen interprete afinado, nunca llegó a ser figura en Buenos Aires, y se radico
en el URUGUAY donde falleció.
HECTOR DARIO – (José Petraglia) – Cantor - Nació en CATANIA el 8 –12-1938 (En
la actualidad esta en plena actividad) – Comenzó en el tango de la mano de su
tío (hermano de su madre) JORGE CASAL (Carmelo Papalardo)- Debuto en la radio
con la orquesta de Joaquin Do Reyes . En 1960 se incorpora a la orquesta de
Franchini Pontier seis años con Pontier y una extensa gira por el Japón. Fue cantor de Jose Baso, y en la actualidad trabaja en todos los reductos tangueros.
* Historiador. Abril 2007 Fuente: www.clubdelprogreso.com
Julián Centeya nació como Amleto Vergiatti,
en 1908, en Italia, y a la porteñería en 1920 "al atracar el barco,
un domingo". Frondoso coleccionista de nostalgias, periodista, poeta
y repentista, en su religión la noche es sagrada y el barrio el
mundo. [foto y texto Revista Gente, 1974]
El 26 de julio de 1974, día en que
se cumplían 32 años de la muerte de Roberto Arlt y 22 años de la muerte de Eva
Perón, se nos fue para el barrio de donde no se vuelve el hombre gris de Buenos
Aires Amleto Vergiatti, mas conocido como Julián Centeya.
Había nacido en Italia, allá por 1910, en el pueblo de Borgotaro, en la provincia
de Parma, la última ciudad -recordaba él- que se rindió al fascismo. Mi viejo
-recuerda Julián- Carlos Vergiatti, era periodista; trabajaba en el diario socialista
"Avanti", del cual era jefe de redacción Benito Musolini, quien andaba en amores
con una rusa Angélica Balavanof.
Después de la marcha sobre Roma, 1920, la represión se descargó sobre la izquierda
en Italia y el exilio se ofreció como única posibilidad de subsistir. Mi viejo
tuvo que venirse como refugiado político con mi vieja, mis dos hermanas, yo
y un perro que llamábamos Pri Pri. Y al mentar a su viejo, Julián se amasija
en el recuerdo, como reclamando la posibilidad de volver a verlo, siquiera un
minuto, como antes.
Mi viejo "Quisiera amasijarme en la infinita ternura de mi barrio de purrete con un cielo cachuzo de bolita y el milagro coleao del barrilete Verlo a mi viejo un tano laburante que la cinchó parejo, limpio y largo y minga como yo un atorrante que la va de "sover" y se hace el raro Vino en "Conte Rosso fue un espiro tres hijos, la mujer, a más un perro como un tungo tenáz cinchó de tiro todo se lo aguantó: hasta el destierro y aquí palmó aquí yace adormecido mi viejo, el pobre tano laburante se las tomó una noche de descuido y nos dejó un recuerdo lacerante Qué mundo habrá encontrado en su apoliyo si es que hay un mundo pa los que se piantan quizás el cuore cuyo se hizo grillo y su mano cordial es una planta."
Con el tano laburante y su familia llegó a la Argentina en 1922,cuando tenía
12 años. Primero intentaron suerte en San Francisco (Córdoba) donde el viejo
"paraba la olla" trabajando la madera, enfrentando las dificultades siempre
con alegría, con optimismo. "El viejo carpintero fue mi gringo grandote, bonachón, siempre polenta,"
Semos hermanos
Pero la miseria los cerca y los atrapa.
"Mi madre aguantiñó la mishiadura ni una sola palabra siempre chanta el dolor le había puesto una dulzura en los ojos tan claros de ternura me daba pena verla siempre en yanta".
Ya no había lugar en la Argentina agraria para estos inmigrantes "de última"
y bien pronto debieron instalarse en el conventillo de Buenos Aires, detrás
de cuyo pintoresquismo - el patio con malvones, el farol alumbrando la milonga
- escondían sus terribles rostros, la tuberculosis, la promiscuidad, el hambre.
"La vida fué pa' ellos strafute cinchar y mal vivir, duro programa el destino jugó de farabute y la miseria cruel se mandó el tute Me vas a hablar a mí de cinerama"
Junto a Pedro Maffia
Frustrado estudiante secundario, mandadero de comercio, jugador de fútbol, taquígrafo
y mas que nada vagabundo, experto en el oficio de no hacer nada para encender
los primeros versos.
"Por el duro empedrado de Famatina al este la novia quinceañera con cita de portón y el corralón que tuvo la chatita celeste y la luna de siempre plateando el paredón Qué fue de la muchacha aquella que me amaba Celina, aquella rubia, Celina se llamaba su nombre era de cielo. Recuerdo que la amé."
Por entonces se hace hombre y poeta en el Boedo de fines de la década del 20.
"Yo lo trepé a Boedo viniendo desde el fondo de Chiclana y era muchacho el Boedo legendario el de La Balear y El Aeroplano el de Eufemio Pizarro y "la chancha" muerto de bala en la ancha vereda de la
puerta del Biarritz y mi junada de asombro entreveró a Gorki con Barletta a Mario Mariani con Gustavo Riccio, a Chejov con Nicolás Olivari cuando con dos monedas me compré "Versos de una...", que le editó Zamora a César
Tiempo.
Un Boedo con una literatura de fábrica y de tango de gustaciones ácidas. Un
Boedo que enarbolaba una literatura molesta para los escritores bien comidos,
para la gente sensata de las cátedras de literatura, los editoriales y los diarios
serios. A Julián, como a tantos otros, le salió al cruce la estructura cultural
montada por la clase dominante.
El quería hablar del punga, del cafiolo, de la piba que lo encandiló (no morfó
más que el pan de su sonrisa), de los chorros y los laburantes, de la musa mistonga
y la musa de barro. No lo dejaron. Quiso volar como poeta, y lo bajaron enseguida,
arrinconándolo en una radio, en un diario, donde el alma se le iba a jirones
y donde solo de vez en cuando podía enarbolar un verso. Publicó, sin embargo,
varios libros de poemas y una novela: El Vaciadero. Pero lo mejor de él se desperdició
en las charlas interminables de la madrugada.
"con luz de pucho y copa levantada en el boliche aquel de la cortada tan cordial y tan nuestro como el Queco".
Por eso fue desparejo como poeta. Por eso le faltó continuidad. Cómo la iba
a tener luchando con las cédulas judiciales de desalojo, contra la guita que
no alcanza.
"en un mundo, pibe donde para caminar hay que pisar al otro".
De ahí su desilusión y el alcohol, la amargura y ese himno a la frustración
y al escepticismo que tituló como despedida con el nombre lunfardo de la muerte:
Atorro
"Encanutado en la última pilcha negao a todo piantado de mí En la pinchada que da el atorro como de nada puesto en el forro de un jonca e' pino me iré de aquí Linda sbrufata la de mi vida me puso chanta "mamá" miseria si todo ha sido una piojería no se dió una, siempre en la vía pa mi cincharla fue cosa seria Sobre mi llaga pasé la lengua cuando la chanta se tomó el piro y en la mentira de otra salvada me jugué el todo, quedé sin nada si es de milagro creé, que respiro "No tuve un llanto que me llorara y no habrá un llanto cuando finisca "solari y rosi" voy de zarpada y cuando se haga, no habrá mancada que otro baraje para esa brisca Algún gomía de esos que quedan rante y polenta como Barquina batirá el justo de la pulpeta y acaso cuente que fuí un poeta dueño del mundo que da la esquina y que no tuve más berretines que los comunes
que fuí sencillo hecho a ternura, solo en la yeca
con horizontes que me dio el feca sin otra cosa que un cuore e' grillo No quiero nada no se escapelen paz de lamentos si me voy piola En el finirla está la salvada se va conmigo mi alma cansada que hace diez siglos no quiere lolas."
Con estos versos pareció que bajaba definitivamente los brazos, derrotado por
quienes odian a los gorriones, a los juglares, a los barrios de casitas chatas.
Sin embargo, la bronca pudo más y empinándose sobre ella levantó un último insulto
para quienes le envenenaron la vida y aún también para aquellos que por miedo
o indiferencia resultaron cómplices
"Habré de inventarme una puteada esdrújula para arrojarla contra la vidriera del mundo y contársela después a Cendrás y a Rimbaud que tan mierdamente vivieron como yo. Claro que habré de inventarme una puteada esdrújula porque yo me he desentendido de un Dios que permitió que César Vallejo se muriera de hambre la tarde de un día gris que contabilizaba sus piojos. Habré de inventarme una puteada esdrújula."
Ud. dese por invitado. Se lo merece.
Amleto Vergiatti. Para el pueblo: Julián Centeya "el hombre gris de Buenos Aires".
Fuente: www.nuevociclo.com.ar/juliancenteya.htm
LETRAS
Y POEMAS
La ví llegar
(1944)
Junto a Luis Alposta en
Plaza San Martín (1968)
La
vi llegar... ¡Caricia de su mano breve! La vi llegar... ¡Alondra que azotó la nieve! Tu amor -pude decirle- se funde en el misterio de un tango acariciante que gime por los dos.
Y el bandoneón -¡rezongo amargo en el olvido!- lloró su voz, que se quebró en la densa bruma. Y en la desesperanza, tan cruel como ninguna, la vi partir sin la palabra del adiós.
Era mi mundo de ilusión... Lo supo el corazón, que aún recuerda siempre su extravío?. Era mi mundo de ilusión y se perdió de mí, sumándome en la sombra del dolor. Hay un fantasma en la noche interminable. Hay un fantasma que ronda en mi silencio. Es el recuerdo de su voz, latir de su canción, la noche de su olvido y su rencor.
La vi llegar... ¡Murmullo de su paso leve! La vi llegar... ¡Aurora que borró la nieve! Perdido en la tiniebla, mi paso vacilante la busca en mi terrible carnino de dolor.
Y el bandoneón dice su nombre en sgemido, con esa voz que la llamó desde el olvido. Y en este desencanto brutal que me condena la vi partir, sin la palabra del adiós...
Yo
Con Aníbal Troilo
A León Benarós, troesma y gomía
Lo bato sin esparo, claramente, con el chamuyo que me dio la yeca; yo soy un cusifai que francamente, como Discepolín, se hizo en el feca.
De contrapinta se me dio la peca, con una mina que me puso chanta. Me la llevó un balurdo. Era una seca. Deliró por el centro y fue yiranta.
Qué querés, Benarós, que yo te diga; no me queda del pan más que una miga, y a contramano un pensamiento fijo.
En la última tela voy jugado pero habré de salvarme, ya estufado: una cheno cualunque me amasijo.
En ocasión de una visita a Aníbal Troilo, que actuaba entonces en el teatro
Odeón, y llevado por el dibujante Betanín, con la posibilidad de realizar una
comedia musical con el autor de Sur, para mi sorpresa, al darme la mano, Aníbal
Troilo repitió estas palabras del poema de Julián Centeya: "Que querés, Benarós,
que yo te diga…". (León Benarós)
Julián Centeya
Me llamo Julián Centeya por mádato soy cantor. Nací en la vieja Pompeya, tuve un amor con Mirella. Me llamo Julián Centeya, su seguro servidor.
Me llamo Julián Centeya, sí supe ser, más llorar. En un recuerdo va ella, compadre no llega mella. Me llamo Julián Centeya, no le quiero recordar...
Noche de un tiempo que ya no vuelve... Viejos recuerdos que fui cantando... Amores hondos que se me fueron... Toda tu gloria la estoy llorando...
Con el boxeador Pascual ("Pascualito") Pérez.
En la cortada de arena con tango de Juan de Dios, esa vida hechar mi buena, cuanta en la noche serena. En la cortada de arena bailé ganando un amor.
Me llamo Julián Centeya no se le vaya a olvidar. Si quiere buscar mi huella, la encontrará por Pompeya. Me llamo Julián Centeya pa' lo que guste mandar...
Noche de un tiempo que ya no vuelve... Viejos recuerdos que voy cantando... Amores hondos que se me fueron... Toda tu gloria la estoy llorando.
La cana
A la final, ya ves, saltó la bronca el gil, que se avivó, la fue de esparo de cruzada un botón lo chapó al monga y me sirven a mí, si no me paro.
Yo siento que ese fato mishio y raro de vos me aleja y es lo que más siento la parlo poco, lo sabés, y claro y amas te es rejunao mi sentimiento.
Tu breón te cayó en cana, negra amada, la tasuer me empaqueta de zarpada y espero una aliviada en la sentencia.
Batile al bepi, que me fui de viaje, portame entre otras cosas algún traje. Yo me la aguanto. Vos tené paciencia.
Dante A. Linyera
Cantor de la mistonga vida rea,
frate leal que tuvo mano franca, embagayao de sueños llevó en anca la huesuda miseria.
A nadie le guardó una fulería, pa todos tuvo un cacho de ternura. Fué su novia mejor la mishiadura,
la huesuda miseria. Proletario del verso, en la cinchada puso su corazón limpio y descalzo.
Junto a tu nombre, Dante, sé que alzo la huesuda miseria.
Centro cultural que lleva su nombre, del barrio de
Boedo, Avenida San Juan 3255
Era del San Cristóbal de los Greco yotivenco, palmera, dura yeca.
Iba a entender después que le hizo la peca la huesuda miseria. No tuvo más estrella que aquel pucho,
no haber tenido nada fué su todo. Yo bien lo sé que lo atracó de un modo
la huesuda miseria. Hermano en Carrieguito y en Florencio, en Charles de Soussens... Mono Taborda...
entiendo que al morir zarpó de borda la huesuda miseria.
(De La musa mistonga, 1964)
Pichuco
Tu fueye, Nada se parece tanto a vos como tu fueye.
Tu fueye. Algo más: tu palabra, tu cuore malandra, tu sangre, tus ganas de nada,
tus curdas y la cheno blanca y la copa volteada.
En tu jaula canta llorando el pájaro de la tarde ciego
y yo desde el hueso bato que sos el Bandoneón Mayor de Buenos Aires.