En la madrugada del 20 de agosto de 1976 veinte hombres y diez mujeres secuestrados por fuerzas militares y policiales dependientes del Cuerpo I de Ejército fueron apilados y dinamitados en un camino vecinal cercano a la localidad de Fátima. Antes fueron atados, vendados y recibieron disparos en el cráneo desde una distancia menor a un metro, según acreditó en 1985 la Cámara Federal porteña. La mayor parte de las víctimas padeció su cautiverio en el centro clandestino que funcionó en la Superintendencia de Seguridad Federal, unidad perteneciente a la Policía Federal Argentina, en la calle Moreno 1417 de la Ciudad de Buenos Aires. Fue la matanza más brutal que se conoce de la última dictadura militar.

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1976 - Noticia diario Clarín  |  1976 - Noticia diario La Nación  |  1976 - Noticia diario La Opinión

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Fátima no olvida la masacre

El 20 de agosto de 1976 fueron encontrados en ese paraje bonaerense 30 cuerpos esparcidos en un radio de treinta metros: habían sido baleados y después dinamitados.

Ahora, sin leyes de impunidad, la causa avanza

El juez Rodolfo Canicoba Corral ordenó la captura de seis oficiales y un suboficial retirados de la Policía Federal por la denominada "Masacre de Fátima", como se conoció al homicidio de una treintena de personas el 20 de agosto de 1976. Según consideró probado la Justicia a mediados de la década de 1980, todas ellas estaban detenidas en forma ilegal en la entonces Superintendencia de Seguridad Federal de la Policía Federal, de donde fueron trasladadas –maniatadas, vendadas y presuntamente drogadas– al cruce entre un camino de tierra y la ruta 6, cerca de la localidad bonaerense de Pilar. Allí fueron ejecutadas con "heridas de bala en el cráneo efectuadas a más o menos un metro de distancia", según consta en la causa, y luego dinamitadas en "una única explosión que esparció los cadáveres en un radio de 30 metros". Pero a finales de los años 80 la aplicación de la leyes de punto final y de obediencia debida dejó trunca la investigación e impidió la sanción a los responsables del asesinato, cuyo número tampoco fue caprichoso: entre los restos se encontró una tarjeta que tenía escrito "30 x 1". Días antes había sido asesinado el general Omar Actis, uno de los organizadores del Mundial de fútbol que se haría dos años después.

La orden de arresto está dirigida contra los comisarios generales Juan Carlos Lapuyole y Carlos Marcote –señalado como torturador, actuaba bajo el apodo "Lobo"–, los comisarios inspectores Miguel Ángel Trimarchi –apuntado como jefe de los grupos de secuestradores de la Superintendencia– y Carlos Gallone –"Carlitos" o "Duque", jefe de un grupo de secuestro–, el comisario Jorge Mario Veyra –jefe de operaciones, dirigía los secuestros y se lo conocía como "Loco" o "Pájaro loco"–, el principal Carlos de la Llave –jefe de la brigada "Los Intocables", un grupo de secuestradores– y el suboficial Luis Alberto Martínez –"Japonés", miembro de uno de los grupos de tareas–.

La medida fue dispuesta en el marco de la causa que instruye Canicoba Corral por delitos cometidos en jurisdicción del Primer Cuerpo de Ejército durante la última dictadura militar. Para su cumplimiento inmediato, la resolución fue notificada al jefe de la Policía Federal, comisario general Eduardo Prados.

Impulsada por el Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels), la causa estuvo a cargo del juez federal Sergio Torres, pero luego pasó a manos de Canicoba Corral cuando éste tomó la investigación, reabierta por orden de la Cámara Federal porteña tras la anulación de las leyes de impunidad resuelta por el Congreso nacional.

Hasta entonces, la causa estuvo paralizada e incluso durante 20 años ni siquiera se supo quiénes habían sido asesinados de esa forma: de las treinta víctimas, cinco habían sido identificadas a principios de los 80. Ellas son Inés Nocestti, Ramón Lorenzo Vélez, Angel Osvaldo Leiva, Alberto Evaristo Comas y Conrado Alsogaray.

Masacre de Fátima : A 36 años

1976-2012

Por Patricia Olivestre

Este 20 de agosto se cumplirán 36 años de la MASACRE DE FATIMA – PILAR, como todos los años estaremos presentes en el lugar los familiares, y esperamos que nos acompañen ese día para no olvidar y recordar a los compañeros siempre presentes.

La masacre se cometió el 20 de agosto de 1976, cuando 30 jóvenes detenidos clandestinamente en la dirección de Coordinación Federal fueron asesinados y sus cuerpos trasladados en camiones a Fátima, donde fueron dinamitados.

Por el caso fueron condenados a prisión perpetua a Carlos Gallone y Juan Carlos Lapuyole.

Gracias al extraordinario trabajo del Equipo de Antropología Forense que con cada reconocimiento de identidad de alguno de nuestros compañeros logran rescatar verdades a la impunidad a la que nos quisieron someter. Ya hemos recuperado la identidad de 20 de los 30 compañeros y abrigamos la esperanza de encontrar en un futuro no muy lejano la identidad de los compañeros que aún faltan.

Siguen con nosotros:

· Inés Nocetti
· Ramón Lorenzo Vélez
· Ángel Osvaldo Leiva
· Alberto Evaristo Comas
· Conrado Alsogaray
· Jorge Daniel Argente
· Carlos Raúl Pargas
· Ricardo José Herrera
· José Daniel Bronzel
· Susana Pedrini de Bronzel
· Carmen María Carnaghi
· Haydeé Cirullo de Carnaghi
· Norma Susana Fontini
· Selma Julia Ocampo
· Horacio García Gastelú
· Juan Carlos Vera
· Roberto Héctor Olivestre
· Enrique Jorge Aggio
· María Rosa Lincon
· Cecilia Podolsky de Bronzel

30.000 compañeros Detenidos – Desaparecidos Presentes.

No olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos.

Juicio y castigo a todos los culpables

Recién en 1997, y en el marco de los Juicios por la Verdad, el Equipo Argentino de Antropología Forense hizo la exhumación de 25 cuerpos "y en 1998 comenzaron las identificaciones por medio de análisis genéticos, y la devolución de los cuerpos a sus familiares. Se logró entonces la identificación positiva de otras ocho personas, tras lo cual la Cámara Federal autorizó la devolución de los restos a sus familiares", informó el Cels. Las víctimas identificadas son Jorge Argente, Susana Pedrini de Bronzel, su marido José Bronzel, Cecilia Podolsky, Horacio García Gastelú,
Selma Ocampo, Rosa Cirullo de Carnaghi y Norma Frontini de Díaz.

Pese a que los restos fueron encontrados en el noroeste del conurbano bonaerense, la Cámara Federal resolvió que el caso quedara en jurisdicción de la Capital Federal, ya que las víctimas habrían sido sometidas a vejámenes en en el Departamento Central de la Policía Federal.
Por la masacre, en octubre de 2002, el general Albano Harguindeguy fue denunciado como responsable de la desaparición forzada, torturas y homicidio de los 30 jóvenes, ya que al momento de los hechos era ministro del Interior, y como tal responsable de los centros clandestinos de detención que funcionaron en las delegaciones de la Policía Federal. Según recordó además el Cels, investigaciones previas a la denuncia llevaron a demostrar que la noche anterior a la masacre, las 30 personas fueron sacadas del centro clandestino de detención Superintendencia de Seguridad Federal.

20 de Agosto de 1976

El policía "arrepentido" Víctor Luchina --según el testimonio que brindó en la Conadep-- estaba de guardia en el edificio de Moreno al 1400 donde funcionaba la Superintendencia la noche que trasladaron a las 30 personas. "Apagaron todas las luces. Sólo quedaron encendidas las del ascensor y de la playa de estacionamiento. Recuerdo que los detenidos eran treinta porque fueron contados. Algunos venían en mantas, envueltos, parecían estar muertos; otros venían tambaleándose como drogados", manifestó Luchina. El ex policía atestiguó que ayudó a cargar a los detenidos en un camión verde oscuro. "Estos se van para arriba", le comentaron. Al día siguiente --dijo-- se enteró por los diarios que "habían sido dinamitados en Pilar". La masacre habría sido la "respuesta" al atentado contra el general de brigada retirado Omar Actis, realizado en Wilde el 19 de agosto de 1976.

Las víctimas de Fátima fueron asesinadas por disparos de armas de fuego en el cráneo. Dos cadáveres estaban destrozados ya que los cuerpos habían sido dinamitados. En ese momento, a partir de que se tomaran las huellas dactiloscópicas de los cuerpos, se pudieron identificar a cuatro personas cuyos datos aparecían en los registros de la policía de la provincia de Buenos Aires. Pero la causa se cerró rápidamente y no se retomó hasta 1982, cuando ya se habían "perdido" las huellas.

En 1985 el equipo argentino de antropología forense exhumó los cuerpos que estaban enterrados en el cementerio de Derqui. La sanción de la Ley de Obediencia Debida motivó que la "causa Fátima" pasara por varios juzgados hasta que la tomara la Justicia Militar. El expediente se archivó y 24 cajones de madera con restos sin identificar quedaron en un cuartito del cementerio. Diez años después, con el marco jurídico del Derecho a la Verdad, el equipo de antropología forense y la Cámara Federal porteña reabrieron el caso. Del sobre de un expediente rescataron la llave del recinto donde estaban los cuerpos. Con la posibilidad de realizar los estudios de ADN se mandaron las muestras al exterior para ser contrastadas con sangre de familiares de desaparecidos.

El año pasado se supo que Susana Elena Pedrini de Bronzel era una de las víctimas de la masacre de Fátima. Entre las seis personas que terminaron de ser identificadas la semana pasada está su esposo, José Bronzel, junto a quien había sido secuestrada.

Los jueces de la Cámara porteña y los familiares de las víctimas coinciden en que la identificación de los cuerpos no es la conclusión de la búsqueda de la Verdad sino que, a partir de la recuperación de identidad de los desaparecidos, se puede profundizar en la reconstrucción histórica.

Fuente: "El Ciudadano", Rosario, agosto 2004



Memoria Abierta - Testimonios de la Masacre de Fátima
 


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A 30 años de la masacre - 1976-2006

El 19 de Agosto de 1976 un grupo militar se instaló en un control caminero sobre la ruta 8, mientras aviones sobrevolaban el área, y se veían los tristemente famosos "Ford Falcon" recorriendo la zona. Poco después de las cuatro de la madrugada siguiente, una gran explosión despertó a toda Fátima, una localidad de la Provincia de Buenos Aires.

Poco antes habían llegado al lugar del estruendo una camioneta y un furgón. Nadie se atrevió a ir al lugar para ver lo sucedido.

Los obreros de un horno de ladrillo cercano se encontraron con una escena macabra, restos humanos esparcidos en un radio de cien metros. Casi inmediatamente fue cercada la zona por soldados que impedían el paso y a los reporteros gráficos se les secuestraron las fotos tomadas. Los soldados y el personal civil recogían pedazos de los cuerpos dinamitados y los cargaban en un camión de la Municipalidad de Pilar.

Según el parte policial las víctimas eran treinta personas -diez mujeres y veinte hombres- la mayoría jóvenes, incluso algunos adolescentes. Sólo cinco pudieron ser identificados en ese momento. Los cuerpos de las víctimas no identificadas fueron enterrados como NN en el Cementerio de Pte. Derqui, de donde fueron exhumados años más tarde para su identificación.

A partir de un notable trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense se pudieron identificar once víctimas más. Una de las primeras identificadas por los antropólogos fue Susana Pedrini de Bronzel, en cuya memoria se nombró una calle en el centro de Pilar, concretamente en la plazoleta que está a metros del tanque de agua.

La mitad de las víctimas pudieron ser identificadas por familiares y amigos gracias al trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense. Así se pudieron reconocer, muchos años más tarde, a:


Video realizado por estudiantes de la EEM Nº 9 de Fátima, Pilar

Inés Nocetti
Ramón L. Vélez
Ángel O. Leiva
Alberto E. Comas
Conrado Alzogaray
Daniel Argente
José D. Bronzel
Susana Pedrini de Bronzel
Carmen Carnaghi
Haydée Cirullo de Carnaghi
Norma S. Fontini
Selma J. Ocampo
Horacio O. García Gastelú,

Y, recientemente, a:

Carlos Raúl Pargas
Raúl Ricardo Herrera y
Juan Carlos Vera.

Según testimonios ofrecidos a la CONADEP, a la hora de encontrar los cuerpos, estos estaban atados y vendados.
Pero lo más escalofriante es que se les encontraron orificios en la cabeza, provocados por armas de fuego, y habrían llegado al lugar de la masacre, ya muertos.

Según consta en el expediente, los jóvenes fueron detenidos y luego asesinados en la Superintendencia de Seguridad Federal.
Este hecho formó parte del juicio a las Juntas en el que se comprobó la participación directa del ejército argentino, en ese entonces al mando de Jorge R. Videla.

La causa fue reabierta y seis ex-policías de la Federal se encuentran detenidos a disposición de la Justicia. También el represor Albano Harguindeguy fue señalado como uno de los principales responsables del hecho.

Luego de permanecer 18 años como "NN", los restos de Raúl Ricardo Herrera fueron sepultados en el cementerio de la localidad bonaerense de Boulogne, gracias a la gestión incansable de quien fuera, entonces, su compañera de lucha, hoy Diputada de la Nación Isabel Artola, que no dejó de buscarlo durante tantos años. Herrera fue una de las víctimas de aquella Masacre de Fátima.

No es nueva la intención de quienes, vinculados activa o sentimentalmente a los represores, pretenden ignorar lo sucedido y aún reivindicarlos a ellos y su accionar, no hace mucho (mayo de 2005) la noticia era: "Suspenden a un general por homenajear a un represor". Allí se daba cuenta de que el jefe del Ejército, Roberto Bendini, pasaba a disponibilidad al comandante de la Brigada Blindada II, el general Juan Carlos Willington, por bautizar a la cancha de polo del Comando, en la ciudad de Paraná, como "Coronel Morelli", que fuera uno de los responsables de la Masacre de Fátima y ex superintendente de Seguridad Federal entre 1976-1978, fallecido en actividad en 1979, en pleno Proceso, su figura no es tan conocida como la de otros militares de la época.

Ese homenaje era tan impropio como si se tratara, por ejemplo, de Ramón Camps (general, ex jefe de la policía bonaerense y uno de los más fuertemente denunciados por violaciones de los derechos humanos, de la última dictadura), o Desiderio Fernández Suárez (coronel, ex jefe de la policía bonaerense uno de los responsables de asesinatos, fusilamientos, persecuciones, represión y violaciones de los derechos humanos de la dictadura de 1955).

Willington se habría excusado aduciendo sólo en el conocimiento parcial de Morelli, a quien en el Ejército se lo reconoce como "un gran impulsor del deporte hípico", y "se habría sorprendido porque su figura no ha tenido la exposición mediática de otros militares acusados de violaciones de los derechos humanos durante la última dictadura".

Willington fue sancionado con pase a disponibilidad, y más tarde pasado a retiro.

Después de tantos años de enfrentamientos y de tanta sangre de compañeros caída por la recuperación de la soberanía popular y la vigencia de la Constitución Nacional, ningún argentino, y mucho menos quienes tienen la obligación que les da el poder que les es confiado, pueden homenajear a quienes resulten responsables de represión, genocidio y dictaduras. No se trata de reabrir viejas heridas ni de ahondar diferencias que separen nuestra nacionalidad, simplemente se trata de que no basta negar la verdad para que se desvanezcan sus efectos, es necesario llevar a la luz, instalar en la conciencia colectiva la memoria de estos acontecimientos como único modo de acallar las voces de la historia, franqueando de tal forma el paso de la autentica paz, que es la de la justicia.

No puede llevar el nombre de un represor una cancha de polo militar, como tampoco debería llevar el nombre de otro represor integrante de otra de las dictaduras genocidas, Pedro Eugenio Aramburu, la Escuela de Infantería del Ejército Argentino, la Ruta Nacional que une San Lorenzo con Rosario y otras tantas cosas.

El concepto debería ser que ningún represor, ningún integrante de gobiernos de las de dictaduras, puede ser recordado con la imposición de su nombre a lugares públicos nacionales, provinciales o municipales, ni mucho menos continuar cobrando jubilaciones de privilegio por los cargos ocupados ilegítimamente, fuera de la voluntad popular.

Finalizando, a treinta años de la Masacre de Fátima, por todos los compañeros caídos en las luchas contra las dictaduras, desde la primera hasta la última, por la recuperación de la soberanía popular, una sola voz:

P R E S E N T E S
AHORA Y SIEMPRE
Daniel Mario Brión, IMEPU - Instituto por la Memoria del Pueblo
Fuente: www.rodolfowalsh.org
 


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32 años después

Compañeros de las víctimas recuerdan el horror

Son los sobrevivientes que estuvieron detenidos en la Superintendencia de Seguridad Nacional. De allí salió el camión con las 30 personas que fueron dinamitadas en Pilar. Dicen que "elegían a dedo quien subía y quien no".

Los sobrevivientes que estuvieron detenidos en Superintendencia de Seguridad Federal en 1976, ofrecieron sus testimonios en el juicio que se sigue a los ex oficiales de la Policía Federal Carlos Gallone, Miguel Angel Timarchi y Juan Carlos Lapuyole acusados de ser los responsables de la llamada Masacre de Fátima.

Ante la mirada de los familiares de las 30 víctimas que fueron dinamitadas a la altura del Km 64, el primero en declarar fue Alberto Poggi.
El relato crudo, lo llevó a revivir los duros momentos que pasó privado de su libertad.

Poggi contó que durante los cinco días que permaneció en cautiverio en la Superintendencia se encontró con un conocido suyo, Daniel Hopen - quien también estaba secuestrado y permanece desaparecido-. Hopen le contó que el fin de semana de la masacre "pusieron gente en fila y eligieron" a quien iban a llevarse.

"Nos pararon contra la pared y empezaron: usted sí, usted no, usted sí, usted no. Yo tuve suerte, pero se llevaron a un montón de muchachos. Después los dinamitaron en Pilar" le contó Hopen a Poggi.

El relato, cada vez más cruel de cada uno de los testigos, tenía un denominador común. Todos coincidieron en que por las noches se escuchaban los gritos de los torturados, que los policías intentaban tapar con la canción "Libre" de Nino Bravo a todo volumen. "Torturaban y violaban a todo el mundo", dijeron los testigos.
También brindó su duro testimonio, Aurora Morea, quien relató el secuestro de su hija Susana Pedrini, su yerno, José Bronzel, y su consuegra, Cecilia Podolsky. Morea contó que llegó a saber que los tres habían estado secuestrados en la Superintendencia y que luego, gracias al trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense pudo recuperar los restos de su hija y su yerno, ambos asesinados en Fátima.

Cómo fue la masacre

El 19 de Agosto de 1976 un grupo militar se instaló en un control caminero sobre la ruta 8, mientras aviones sobrevolaban el área, y se veían los tristemente famosos "Ford Falcon" recorriendo la zona. Poco después de las cuatro de la madrugada siguiente, una gran explosión despertó a toda Fátima.
Poco antes habían llegado al lugar del estruendo una camioneta y un furgón. Nadie se atrevió a ir al lugar para ver lo sucedido.
Los obreros de un horno de ladrillo cercano se encontraron con una escena macabra, restos humanos esparcidos en un radio de cien metros. Casi inmediatamente fue cercada la zona por soldados que impedían el paso y a los reporteros gráficos se les secuestraron las fotos tomadas. Los soldados y el personal civil recogían pedazos de los cuerpos dinamitados y los cargaban en un camión de la Municipalidad de Pilar.
Según el parte policial las víctimas eran treinta personas -diez mujeres y veinte hombres- la mayoría jóvenes, incluso algunos adolescentes. Sólo cinco pudieron ser identificados en ese momento. Los cuerpos de las víctimas no identificadas fueron enterrados como NN en el Cementerio de Pte. Derqui, de donde fueron exhumados años más tarde para su identificación.
A partir de un notable trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense se pudieron identificar once víctimas más. Una de las primeras identificadas por los antropólogos fue Susana Pedrini de Bronzel, en cuya memoria se nombró una calle en el centro de Pilar, concretamente en la plazoleta que está a metros del tanque de agua.

Ya en otras oportunidades en las que Morea visitó el lugar del asesinato, había recordado que en el momento del secuestro su hija estaba embarazada de dos meses, y "a los veinte días de su desaparición; la bajaron de un camión y le metieron un tiro en la cabeza".

"Mas miedo a desaparecer que a morir"

Ese era el gran temor de quienes eran secuestrados, y así quedó evidenciado en el relato de Hugo Omar Argente, quien contó el secuestro de su hermano, Jorge.
Argente contó que luego de la desaparición de su hermano "tenía miedo de averiguar dónde había sido llevado"

"Uno tenía más miedo a desaparecer que a morir", explicó Argente quien recién en 1999 pudo saber que Jorge había sido una de las víctimas de la Masacre de Fátima.

Por su parte, Haydeé Gastelú y Oscar García Buela hablaron sobre la desaparición de su hijo Horacio, conscripto de la Base de Infantería de Marina en Bahía Blanca, quien fue secuestrado junto a su novia Ada Victoria Porta, de 17 años, cuando se encontraba de licencia.
Gastelú dijo que los militares "nunca reconocieron" el secuestro de su hijo, y que a la semana pasó a ser considerado desertor. "Recién 25 años después y gracias a los antropólogos tuve la noticia de cuál había sido el fin de mi hijo, y su destino", contó.

Las víctimas

De las 30 personas fusiladas y dinamitadas al costado de la ruta nacional número 6, en la localidad de Fátima, al día de hoy, sólo ha recuperado la identidad de 16. Prácticamente la mitad permanecen como NN.

A comienzos de los años 80, sólo cinco habían sido identificados. Se trataba de:
Inés Nocetti, Ramón Lorenzo Vélez, Ángel Osvaldo Leiva, Alberto Evaristo Comas y Conrado Alzogaray.
Posteriormente, se recuperó la identidad de once víctimas más: Susana Elena Pedrini de Bronzel, José Daniel Bronzel, Selma Julia Ocampo, Haydee Rosa Cirullo de Carnaghi, Norma Susana Frontini, Jorge Daniel Argente, Carmen María Carnaghi, Horacio Osear García Gastelú, Juan Carlos Vera, Carlos Raúl Pargas y Ricardo José Raúl Herrera Carrizo.


"Creyeron que nos mataban, pero nos estaban sembrando"

2006. Actos en memoria de la masacre de Fátima

Bullicio en la sede de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, en Capital Federal. Gente entra y sale, el mate pasea de mano en mano, un compañero del Comité de Solidaridad de Uruguayos en la Argentina y un joven norteamericano comparten el diálogo y el viaje en autobuses que parten, llenos de Madres –éramos bastantes pañuelos-, Hermanos, H.I.J.O.S., montones de compañeras y compañeros, rumbo a Pilar. Es domingo 20 de agosto de 2006, exactamente 30 años después de que la Policía Federal fusilara a treinta personas y, llevándolas al paraje llamado Fátima, las hiciera dinamitar.

Como informaba el diario Pilar de Todos en agosto de 2004, "Según el parte policial las víctimas eran treinta personas -diez mujeres y veinte hombres- la mayoría jóvenes, incluso algunos adolescentes. Sólo cinco pudieron ser identificados en ese momento. Los cuerpos de las víctimas no identificadas fueron enterrados como NN en el Cementerio de Pte. Derqui, de donde fueron exhumados años más tarde para su identificación.

A partir de un notable trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense se pudieron identificar once víctimas más. Una de las primeras identificadas por los antropólogos fue Susana Pedrini de Bronzel, en cuya memoria se nombró una calle en el centro de Pilar, concretamente en la plazoleta que está a metros del tanque de agua." Susana era hija de nuestra compañera Aurora Morea.

En realidad, y siempre en palabras de este medio periodístico a los 28 años de la masacre, "Hasta el momento se pudo reconocer a Inés Nocetti, Ramón L. Vélez, Ángel O. Leiva, Alberto E. Comas y Conrado Alzogaray, Daniel Argente, José D. Bronzel, Susana Pedrini de Bronzel, Carmen Carnaghi, Haydée Cirullo de Carnaghi, Norma S. Fontini, Selma J. Ocampo y Horacio O. García Gastelú, y recientemente a Carlos Raúl Pargas, Ricardo José Herrera y Juan Carlos Vera."


Alberto Comes, uno de los pocos identificados de la masacre

El acto –siempre gozo y dolor en nuestros eventos- consistió en varias actividades: a las 15 en el paraje mismo, se inauguró una placa con los nombres de los compañeros masacrados; estaba enmarcada en un pequeño monumento. Habíamos escuchado poco antes las sentidas palabras del intendente de Pilar y de un concejal que desde largo tiempo atrás viene colaborando de corazón con estos actos y esta memoria. Hablaron también el ministro de Relaciones Exteriores Jorge Taiana –impresionante testimonio, pues casi formó parte del infortunado grupo de jóvenes masacrados- y el Secretario de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires, Eddy Binstock. Guiaban el acto nuestro querido Hugo Argente, de Familiares y hermano de Jorge, uno de los jóvenes que perdieron la vida, y Cristina, joven docente de Pilar y parte indispensable de toda esta movida por Verdad y Justicia. Estaban también Judith Said, Coordinadora General del Archivo Nacional de la Memoria y hermana de dos muchachos detenidos desaparecidos, y Gabriela Alegre, ya fuera de su cargo de Titular de la Unidad Ejecutora de Proyectos de Sitios de la Memoria de la Ciudad de Buenos Aires, hecho por el que hemos protestado hace muy poco. Andaban por ahí Miriam Medina, madre de Sebastián Bordón, el politólogo Franco Castiglione, y otros ex presos políticos, como nuestros amigos Patricio Rice y su mujer Fátima Cabrera.

Luego nos movimos hasta la entrada del paraje, donde se inauguraría un hermoso monumento. Lo había creado un herrero del lugar, quien conmovió con su sencilla explicación de por qué lo había hecho y cómo agradecía a sus colaboradores -quienes estaban por allí sin mostrarse, en medio del público-. El monumento era redondo, rodeado por pequeñas cruces de hierro al modo de valla en cuyo centro había un corazón con nombres tallados. Las cruces eran 30; los nombres escritos, 16; 14 cruces permanecen esperando los nombres de los compañeros masacrados cuya identidad aún permanece desconocida. En la parte más alta del monumento, un santo de yeso extiende sus brazos como acogiendo a los muchachos muertos, y a quienes visitamos el sitio. Nos llamó la atención el excelente emplazamiento del monumento, en perfecta armonía con el entorno.

A las 17 estuvimos en el patio de la Escuela 17, donde fue un placer escuchar a un excelente dúo de mujer y hombre docentes –voces y guitarras-, a un joven cantante impulsor de centros comunitarios y al conjunto de percusión de varios chicos miembros de uno de los centros: las letras estallaban de solidaridad y mención de hechos cercanos a nuestro corazón.

En el viaje de vuelta nos lanzamos a cantar viejos boleros, canciones de la militancia argentina y latinoamericana, y simples canciones populares sin sentido trascendente. Cantábamos el placer de estar juntos y juntas, de haber hecho memoria, de seguir la búsqueda de Justicia y Verdad para nuestros desaparecidos, de disfrutar la vida.

Fuente: Madres de Plaza de Mayo. Línea Fundadora - www.madresfundadoras.org.ar


MASACRE DE FATIMA - EL JUICIO

El TOF-5 comienza a juzgar a los responsables por la Masacre de Fatima, ocurrida en agosto de 1976

27 de abril 2008

Juicio al crimen más brutal de la dictadura

Los policías retirados Juan Carlos Lapuyole –hombre del ex ministro Harguindeguy–, Carlos Gallone y Miguel Angel Timarchi están acusados por el homicidio de veinte hombres y diez mujeres que permanecían secuestrados en la Superintendencia de Seguridad Federal.

El juez Guillermo Gordo y, a la derecha, el acusado Gallone, en una foto que intentó usar en su favor.

Por Diego Martínez

En la madrugada del 20 de agosto de 1976 veinte hombres y diez mujeres secuestrados en la Superintendencia de Seguridad Federal, bajo la órbita del Cuerpo I de Ejército, fueron adormecidos y cargados en un camión verde oscuro. A la altura del kilómetro 62 de la ruta 8, en un camino de tierra cercano a Fátima, el camión y los tres Ford Falcon que lo escoltaban se detuvieron. Bajaron a los moribundos, les dispararon un tiro a quemarropa y los apilaron sobre una carga de dinamita. A las 4.30 la explosión hizo temblar Fátima. El sumario policial detalló que tenían las manos atadas por la espalda y los ojos tapados con cinta adhesiva. Fue la matanza más brutal que se conoce de la última dictadura.

-Oigan, miren cuánta gente!!!
-A ver, correte. Dejanos mirar a todos.
-Miren está mi Vieja.
- Sí , y mi hermana.
-Y también está mi papá.
-Más allá veo a mi hija.
-Y yo a mi hermano. También esta mi mamá y nuestros sobrinos.
-Y toda la demás gente, qué están haciendo?
-Pero ¿no te das cuenta? Nos están recordando.
-Sí, y hoy se juntaron muchos por ser 20 de Agosto, el día que NOS MATARON.
-Pero estoy seguro que nunca ni un solo día se olvidan de nosotros.
-Bueno, entiendo que nuestros Familiares nos recuerden pero por qué habría de hacerlo aquel muchachito con pinta de laburante.
-Sí, o aquella piba con libros debajo del brazo y esa señora que seguro es ama de casa.
-Y aquel abuelo, ¿será jubilado?
-Mirá esos pibes, la pobreza se les nota en su carita.
-Pero qué cosa ¿no? Son los Hermosos responsables de nuestros sueños.
-Sí, ¿se acuerdan? Nosotros y miles más nos organizamos para luchar por ellos, nuestros semejantes. Por los que menos tenían. Obreros, estudiantes, gente común que sufría y por esos pibes.
-Por el futuro de un país con justicia e igualdad, y lo hacíamos porque éramos parte de ese colectivo llamado PUEBLO.
-Entonces, si toda esta gente está acá, los asesinos se equivocaron. Y como dijo don Ernesto Cardenal ¡Creían que nos mataban y nos estaban sembrando!


Quizás, tan sólo quizás, los 30 cumpas masacrados en este lugar están teniendo esta charla …

Autor: Hugo Argente. En la fotografía (arriba) sostiene la imagen de su hermano, Jorge Daniel Argente, víctima de la masacre. Texto leído en el acto del 20 de agosto de 2006). Fuente: Madres Línea Fundadora.

Mañana el Tribunal Oral Federal 5, integrado por Guillermo Gordo, Daniel Obligado y Ricardo Farías, comenzará a juzgar por la "Masacre de Fátima" a tres oficiales retirados de la Policía Federal. La acusación correrá por cuenta del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y del fiscal Félix Crous. Los imputados son el director de Inteligencia de la Superintendencia (SSF), comisario general Juan Carlos Lapuyole –hombre de íntima confianza del ex ministro del Interior Albano Harguindeguy, que interrogaba al pie de varias mesas de tortura porteñas con el alias de "Francés"– y dos miembros de sus brigadas: los comisarios inspectores Carlos Enrique Gallone y Miguel Angel Timarchi.

El sombrío edificio de Moreno 1417, a una cuadra del Departamento Central de Policía, fue desde los años ‘60 sinónimo de represión política. El año pasado, el uruguayo Antonio Viana Acosta, militante tupamaro, denunció que ya en febrero de 1974 fue torturado durante dos semanas en Coordinación Federal, nombre anterior de la SSF. En su secuestro, pedido por la inteligencia oriental, intervinieron los jefes de la Policía Federal, Alberto Villar y Luis Margaride, y de la Triple A, Rodolfo Almirón y Juan Ramón Morales. Coordinación ya era epicentro del incipiente Plan Cóndor.

El inspector Rodolfo Peregrino Fernández, ayudante de Harguindeguy durante 1976, relató en 1983 que el ministro tenía brigada propia para secuestrar, pero "cuando el grado de riesgo superaba la capacidad de acción de este grupo recurría a oficiales de la Dirección de Operaciones de la SSF, cuya jefatura ejercía el comisario mayor Lapuyole, siendo el principal Carlos Gallone, alias ‘Carlitos’, quien más frecuentemente era comisionado a estos efectos". Agregó que Gallone tenía "ferviente admiración por la extrema derecha" y fue "el más estrecho colaborador de Harguindeguy en las tareas de represión ilegal. Se rodeó de los mayores torturadores y asesinos salidos de la Triple A, a quienes llevó a la Dirección General de Inteligencia".

A diferencia de otros centros clandestinos porteños como El Olimpo, Club Atlético o la ESMA, recuperados como espacios para la memoria y con decenas de represores presos, la mayor parte de los asesinos de la SSF siguen impunes, y su edificio intacto. El juicio por Fátima es la excepción que confirma la regla. El juez federal Norberto Oyarbide, que instruye la causa Triple A, no avanzó por el momento más allá del entorno íntimo del ex ministro José López Rega. Y el Estado argentino, querellante por medio de su Secretaría de Derechos Humanos en causas de todo el país, no impulsó aún la investigación del centro clandestino más cercano al Obelisco.

Royal Air Force

Rara avis para una fuerza que convirtió el silencio en mandamiento, el sargento retirado Armando Luchina, ex carcelero de la superintendencia, declaró ante la Conadep en 1984, en el Juicio a las Juntas en 1985, y ante cada organismo, juez o periodista dispuesto a escucharlo. "Yo estoy jugado", responde para explicar por qué no aceptó protección del Estado. A Luchina no le contaron la historia. Siempre admitió que tuvo contacto con los secuestrados y que debía llevar una lista de presos legales y otra de "RAF", por Royal Air Force, como Lapuyole & Cía. nombraban a quienes consideraban "en el aire".


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La noche del 19 de agosto se apagaron todas las luces de la superintendencia menos las del ascensor y el estacionamiento, relató Luchina. Estaban los jefes de todas las brigadas. Gallone daba las órdenes. Bajaron a los treinta secuestrados desde distintos pisos. Cuatro parecían muertos. El resto, drogados. Los cargaron en un camión que no era de la dependencia. "Estos se van para arriba", le comentaron. Dos días después leería en los diarios la aparición de los treinta cuerpos.

Un grupo de obreros se topó con la escena. La explosión había provocado un hoyo de un metro de profundidad. La brutalidad obligó a Videla a repudiar la masacre. Cinco cadáveres fueron identificados desde el primer momento. Inés Nocetti había sido secuestrada el 11 de agosto junto con Selma Ocampo, militante sindical despedida de la Ford de General Pacheco, identificada en 1984. Alberto Comas había desaparecido a fines de julio. Trabajaba en la fábrica Royo, pegada al Riachuelo. Ramón Lorenzo Vélez, Angel Osvaldo Leiva y Conrado Alsogaray, obreros de la firma Bendix, habían sido secuestrados en la madrugada del 16 de julio. Los otros 25 cuerpos fueron inhumados como NN en fosas individuales del cementerio de Derqui. El Equipo Argentino de Antropología Forense los exhumó en 1985, pero recién diez años después, en el marco del Juicio de la Verdad, pudo comenzar a identificarlos por medio de análisis genéticos. De las 30 víctimas, 16 ya tienen tumba con nombre y apellido. La mayoría eran obreros de Bendix y fueron vistos en la SSF.

A fines de 2002, en representación de familiares de Jorge Argente, Alberto Comas, Susana Pedrini de Bronzel y Horacio García Gastelú, el CELS pidió la reapertura de la causa. En mayo de 2004 el juez federal Daniel Rafecas procesó a Lapuyole, Gallone y al director de operaciones, Carlos Vicente "El Lobo" Marcote, que murió poco después. Al año, al confirmar los procesamientos, la Cámara Federal porteña incluyó también a Timarchi. En febrero de 2006 Rafecas elevó la causa a juicio oral. Lapuyole, de 75 años y serios problemas de salud, goza de prisión domiciliaria. Timarchi, de 62, y Gallone, de 60, están presos en Devoto. La causa tiene un solo prófugo: Luis Alberto "El Japonés" Martínez. El resto de los miembros de las brigadas de la superintendencia podrá presenciar el juicio como cualquier ciudadano. Nadie los busca.

Fuente: Página/12, 27/04/08


MASACRE DE FATIMA - EL JUICIO

Comienza el juicio por la peor masacre de la dictadura

27 de abril 2008

La historia de una foto que miente

El policía que se mostró abrazando a una madre de Plaza de Mayo en 1982 será juzgado por la matanza de Fátima. Allí fueron asesinados 30 detenidos ilegales en 1976.

Marcelo Larraquy. Abrazo falso. El policía Gallone se mostró junto a una madre en la Plaza de Mayo.

1982. 5 de octubre. Las Madres se enfrentan a la Policía Montada en la Plaza de Mayo. Una de ellas increpa a un uniformado, que permanece de pie, inmóvil. Intenta acallarla. Luego la abraza. Es el primer abrazo. Un reconocimiento al dolor. La comprensión. Un nuevo relato que explica el fin de la dictadura de otra manera. Pero no. Era sólo una foto.

La película era más negra y más larga. Ese policía, el de la foto, el comisario inspector Carlos Enrique Gallone, será juzgado por el Tribunal Oral Federal 5 a partir del martes próximo por su responsabilidad en la peor masacre de la dictadura militar: 30 cuerpos dinamitados en un descampado en la localidad de Fátima, partido de Pilar. Bajo los mismos cargos, "homicidio calificado por ensañamiento y alevosía y privación ilegítima de la libertad", serán sometidos a juicio los ex policías Miguel Ángel Timarchi y Juan Carlos Lapuyole. La Fiscalía pidió prisión perpetua. La causa tiene un policía prófugo, "El Japonés" Luis Alberto Martínez.

1976. 19 de agosto. Los prisioneros son seleccionados al azar y extraídos de los calabozos del tercer piso de la Superintendencia de Seguridad Federal, en Moreno 1417. Casi dos meses antes, Montoneros había colocado una bomba que destruyó el comedor de la planta baja y mató a por lo menos 22 miembros de la fuerza. La represalia policial sumó a casi un centenar de muertos en tres días. Ahora, el 19 de agosto, mientras los prisioneros son bajados del ascensor, todas las luces del edificio de la calle Moreno están apagadas. Son conducidos con aprehensión. Algunos parecen drogados, caminan moribundos, envueltos en mantas; otros son llevados en brazos, en posición fetal, hacia el playón descubierto. Suman 30: veinte hombres, 10 mujeres. Los apilan sobre la caja de un camión del Ejército. Los prisioneros tienen nombre y apellido, pero no están a disposición de la Justicia o del Poder Ejecutivo. Están a disposición de la "Real Air Force" (RAF), un código policial interno que concentra a los prisioneros que están en el aire. Y se van a ir para arriba.

Algunos ya lo hicieron, a través del helipuerto de la Policía Federal, detrás de la Ciudad Deportiva de Boca Juniors. Otros fueron conducidos a playas de estacionamiento céntricas y aparecieron con un balazo en la cabeza, en un auto. Y al día siguiente salieron en los diarios: "extremistas muertos en un enfrentamiento".

 
Convocatoria al escrache al ex Centro Clandestino de Detención Coordinación Federal - 24 de junio 2008.

El camión es conducido por personal de otra fuerza del Estado pero tiene el apoyo de los miembros de las brigadas de la Superintendencia, que van custodiando su salida en los vehículos oficiales. Este traslado será terrestre y más prolongado. El camión llega hasta un descampado en Fátima, cercano a la ruta provincial 8, partido de Pilar. La brigada desciende a los prisioneros, les pegan un tiro en la nuca a cada uno con una 45 o una 9 milímetros, y luego los acomodan debajo de una carga de trotyl. Y entonces vuelan.

Este juicio que comenzará el martes próximo pondrá en conocimiento público las responsabilidades criminales de la Superintendencia de la Seguridad Federal. No sólo durante la dictadura militar. Sino durante el gobierno peronista 1973-76.

El principal testimonio en el que se apoya la acusación es el de Víctor Luchina, ex miembro de la fuerza. Luchina había declarado en 1984 ante la CONADEP y en la causa 13, contra las Juntas Militares. Luchina admite que ayudó a conducir a los detenidos hasta el camión, pero dice que estaba de guardia, y no fue a Fátima, ni formaba parte de las Brigadas. En sus testimonios describió torturas, reconoció secuestrados y represores, relató operativos y traslados. Tiempo después, se casó con una muchacha uruguaya, militante tupamara, detenida ilegal del tercer piso de Moreno 1417.

La estructura. "En la Superintendencia existía un doble standard. Había detenidos por delitos federales, contrabando o falsificaciones, y detenidos políticos ilegales. "El órgano funcionaba como la central de espionaje interno y represión de la Policía Federal", indicó a este diario el fiscal Felix Krous, que intentará probar los cargos a los acusados.

En la Superintendencia, cada piso implicaba una función. En el noveno, el Departamento de Extranjeros se ocupaba de la represión de los exiliados de países limítrofes, a quienes enviaban a sus países de origen, luego de detenerlos y torturarlos. El Departamento también prestaba cooperación de inteligencia y logística para grupos de tareas extranjeros que venían a la caza de los que escapaban de sus países. En ese piso se gestó el embrión del Cóndor, el plan de represión conjunta de los países del Cono Sur.

El caso más paradigmático es el General Prats y su esposa, acogidos por Perón para resguardarlo de Pinochet, asesinados por la policía secreta chilena, con la colaboración de la Superintendencia, en setiembre de 1974. En otros pisos se centralizaba información de inteligencia sobre asuntos "gremiales" "políticos", "estudiantiles" o "subversivos".


Carlos Raúl Pargas, víctima de la masacre.

Antes del golpe de 1976, las brigadas se ocuparon de espiar personalidades, y captaban a sus custodias para que les brindaran información directa de sus protegidos, como fue el caso de Lorenzo Miguel, Ricardo Balbín o el propio general Lanusse.

Cada brigada estaba integrada por cinco o seis miembros. Se sumaban a ellos personal "de enlace" del Ejército o la Marina y procedían: detenían "subversivos", los interrogaban bajo torturas en el tercer piso de la Superintendencia y luego se decidía si los ponían a disposición de la RAF, del PEN o los liberaban.

Durante los años 70 y 80, las brigadas formaron parte de la Triple A, participaron en grupos de tareas de la dictadura militar, en los secuestros de Osvaldo Sivak, de Mauricio Macri, en alzamientos carapintadas y luego formaron parte de las agencias de seguridad del Aeropuerto de Ezeiza. Sin embargo, este juicio es acotado a sólo tres "brigadistas", con responsabilidad en la Masacre de Fátima, el expediente será una referencia jurídica para la apertura de nuevas causas.

Uno de los acusados, Lapuyole, era director de Inteligencia. Gallone y Timarchi eran miembros de las brigadas operativas. Los tres negaron que las detenciones que realizaban fueran ilegales: cumplían órdenes de una "oficina judicial" afincada en el segundo piso. Gallone incluso presentó la foto como prueba con una madre de Plaza de Mayo como prueba de que era un hombre sin resentimientos.

Qué pasó el 19 de agosto del 76

La masacre de Fátima fue un acto de propaganda política de la dictadura que utilizó una metodología propia de la Triple A: exhibir los cuerpos como instrumento de terror y no hacerlos desaparecer, que era el procedimiento de la dictadura militar. Con los restos esparcidos por el campo, no podía argumentarse que había sido un enfrentamiento. El propio Videla se sintió obligado a condenar este "hecho de violencia". Pero luego de escrutar los cuerpos, no de identificarlos, lo causa se cerró. Y los cuerpos fueron enterrados como "NN" en el cementerio de Derqui.

Hacia el fin de la dictadura se abrió un expediente que cambió varias veces de jurisdicción. El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) también empezó a trabajar en las identificaciones. Aunque todavía no se logró determinar las identidades de todos, se supo que algunos eran obreros, militantes de zona norte y un dirigente gremial del Banco Nación. En el juicio, sus familiares darán testimonio de cómo fueron secuestrados.

Fuente: Crítica, 27/04/07


MASACRE DE FATIMA - EL JUICIO

Masacre de Fatima - Primera audiencia del juicio oral

28 de abril 2008

Tuvo lugar la primera audiencia del juicio oral. El primer juicio oral y público por una de las matanzas emblemáticas de la dictadura militar, la "Masacre de Fátima", en la que 30 personas fueron secuestradas, asesinadas y dinamitadas, comenzó hoy contra tres ex jerarcas de la Policía Federal.


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El Tribunal Oral Federal 5 (TOF5) inició el debate en el proceso al comisario Juan Carlos Lapuyole, 78 años, ex jefe de inteligencia de la Superintendencia de la Policía Federal; el comisario Miguel Angel Timarchi, 65 años, y el comisario Carlos Enrique Gallone, 63 años.

Los tres uniformados llegaron a esta audiencia procesados como supuestos "autores mediatos" de los delitos de "privación ilegal agravada" y "homicidio calificado por alevosía" en 30 casos, es decir 20 hombres y 10 mujeres víctimas en la llamada "Masacre de Fátima".

También en esta causa, caratulada con el número 16.441 y desprendida de la llamada "Megacausa Primer Cuerpo de Ejército", estaba procesado el comisario Carlos Vicente Marcote, ex jefe operativo de la Superintendencia de Seguridad Federal, ya fallecido.

En la primera parte de la audiencia de hoy, se dio lectura a la requisitoria de elevación a juicio oral elaborada por el fiscal federal Federico Delgado, que calificó los hechos como "delitos de lesa humanidad", ocurridos en el centro clandestino de detención que funcionó en la Superintendencia, ubicada en la calle Moreno 1417.

A la noche del 19 al 20 de agosto de 1976, 30 prisioneros que estaban secuestrados en el tercer piso de aquel edificio con la denominación "RAF" (por la Royal Air Force) porque "estaban en el aire", es decir no registrados, fueron sacados de allí por un grupo de tareas policial.

El policía Víctor Armando Luchina, que aquella noche estaba allí de guardia, testimonió en la etapa de instrucción que cuatro de los prisioneros retirados del lugar parecían muertos y los otros 26, dopados, y precisó que entre quienes los trasladaban figuraba Gallone.


La Opinión. Clic para ampliar

Los subieron a un camión sin identificación con el que fueron llevados a un playón de estacionamiento, y ahí los ejecutaron de un disparo en la cabeza a cada uno. Luego se dirigieron a la localidad de Fátima, en el partido de Pilar.

En el camino de Fátima a la ruta provincial 6, en el kilómetro 62 de la ruta nacional ocho, descargaron los cuerpos y los apilaron, para luego proceder a su voladura con una fuerte carga de trotyl, que al explotar se escuchó en toda la zona, hacia las 4.30 de la mañana.

Los cuerpos fueron encontrados hacia las 5.30 de la madrugada por un grupo de obreros de un horno de ladrillos, que se dirigían a su trabajo, y quedaron tan destrozados que sólo 16 de ellos han sido identificados, pese a que han pasado 31 años.

Entre las víctimas figuraban Luis Leiva y Conrado Alzogaray, empleados de la fábrica de autopartes Bendix, de la zona norte del Gran Buenos Aires.

Algunos sobrevivientes de la Superintendencia declararon en la etapa de instrucción haber escuchado a los policías vanagloriándose de la ejecución de la "Masacre de Fátima" en venganza de la bomba que "Montoneros" había accionado poco antes en el comedor de esa repartición, la cual acabó con la vida de 27 uniformados.

En el juicio por la "Masacre de Fátima" se prevé que desfilen de 50 a 70 testigos y posiblemente las audiencias se prolonguen hasta julio próximo.

Página/12, 29/04/08


Carlos Gallone negó su participación en el fusilamiento

30 de Abril 2008

El ex comisario inspector Carlos Gallone aceptó por la tarde prestar declaración indagatoria en el juicio por "privación ilegal de la libertad y homicidio calificado por alevosía" que inició este martes el Tribunal Oral en lo Federal 5.

El detenido sostuvo que el 20 de agosto de 1976, fecha de la masacre, estaba en Mar del Plata por ser fin de semana largo y no en su puesto de jefe del Departamento de Sumarios de la Superintendencia Federal de la Policía Federal.

Ese fin de semana, 20 hombres y 10 mujeres detenidos de manera ilegal en el centro clandestino de detención que funcionaba en la Superintendencia de Seguridad de la Policía Federal (ex Coordinación Federal) en Moreno 1417 fueron trasladados hacia Fátima.

Todos fueron fusilados de un balazo en la cabeza, atados y con los ojos vendados y sus cuerpos fueron luego dinamitados con trotyl.

Muy nervioso, Gallone, de 63 años, repasó su carrera en la Policía Federal como custodio de varios ministros durante el último mandato presidencial de Juan Domingo Perón.

Posteriormente fue designado en la Superintendencia por el ministro del Interior de la dictadura, Albano Harguindeguy.

"Nunca me involucré en política ni con los gobiernos democráticos ni con los de facto", expresó ante los jueces y recordó un hecho que lo tuvo como protagonista.

 

El detenido relató que en 1981 fue enviado a "encauzar" las marchas de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo frente a Casa de Gobierno y en una de las marchas, una Madre se apoyó en su pecho llorando, algo que fue registrado por los fotógrafos y publicado en varios medios de comunicación.

"A partir de allí mis compañeros me abandonaron y uno de ellos me advirtió: ’esto te va a traer varias desgracias’, y hoy me encuentro sentado acá", analizó.

Otro de los acusados, el ex comisario Juan Carlos "el Francés" Lapuyole, de 78 años, se negó a prestar declaración indagatoria.

El policía estaba al frente de las tareas de Contrainteligencia en el edificio donde funcionaba el centro clandestino de detención, ubicado a sólo una cuadra del Departamento Central de Policía.

Los camaristas Daniel Obligado, Ricardo Farías y Guillermo Gordo, accedieron a un pedido de su defensa para que Lapuyole no asista más al juicio hasta el momento de los alegatos y veredicto.

Según surgió este martes de la lectura de la acusación fiscal, las treinta víctimas fueron drogadas antes del fusilamiento.

Los acusados ex jefes policiales Juan Carlos (alias "El Francés"); Carlos Enrique "Pavo" Gallone y Miguel Angel Trimarchi escucharon durante dos horas y media la lectura de los cargos en su contra.

Así comenzó el juicio en la sala de Audiencias de la planta baja de los tribunales de Comodoro Py 2002, de Capital Federal.

El secretario del tribunal, Martín Schawb, leyó el pedido de elevación a juicio formulado por el fiscal federal Federico Delgado quien no dudó en calificar esos hechos como delitos de "lesa humanidad" y, por ende, imprescriptibles

Fuente: Télam


MASACRE DE FATIMA - EL JUICIO

Macabras revelaciones sobre la "Masacre de Fátima"

29 de mayo 2008

En el marco del juicio a jefes policiales por el hecho ocurrido en esa localidad de Pilar el titular del equipo de antropología forense, Luis Fondebrieder, reveló que las treinta víctimas presentaban sus cráneos "explotados y multifragmentados" por balazos antes de que sus cadáveres fueran dinamitados.

Concluye la etapa de testimonios por la "Masacre de Fátima".

El especialista declaró hoy en el juicio oral y público que se le sigue a los ex jefes policiales Miguel Trimarchi, Carlos Gallone y Juan "el Francés" Lapuyole.
Ante el Tribunal Oral en lo Federal Cinco (TOF5), Fondebrieder relató con minuciosidad las tareas realizadas por ese equipo de expertos que posibilitó la identificación de 16 de las víctimas merced al análisis genético de restos óseos, entre otras formas de investigación.
Explicó que en las tareas de exhumación del cementerio de Derqui, en el partido de Pilar, donde habían sido enterrados los cuerpos, se trabajó con profesionales de la arqueología forense que reemplazaron a los "sepultureros y bomberos" que antes realizaban ese tipo de tareas y que permitieron llegar a la identificación de esos cadáveres.
Con apoyo tecnológico de fotografías que fueron exhibidas en pantallas de la Sala de Audiencias, el experto mostró los cráneos de algunas de las víctimas, varios de los cuales llegaban a presentar hasta tres impactos de bala; "casi ninguno tenía solamente uno", dijo.
En la duodécima jornada del juicio declaró en primer término el policía Juan Carlos Losada, quien se desempeñaba como subinspector en Pilar en el momento de los hechos y fue quien realizó el sumario tras el hallazgo de los cadáveres.
El testigo confirmó que se produjo una "situación muy irregular" como calificó al posterior "extravío" de los juegos de fichas dactilares de las víctimas y también refirió que cuando concurrió al lugar había, en las cercanías, un "soldado del Ejército con uniforme de combate y armado".
Alejandra Godoy, una vecina del lugar, testimonió que esa mañana su padre se había levantado "muy temprano" ya que durante la noche "escuchó ruidos y eso es raro en el campo" tras lo cual se oyó una explosión que "creyó que había sido el horno de ladrillos".
Al día siguiente en "el callejón", como conocen los lugareños la zona en la que se dinamitaron los cadáveres, "había soldados y no dejaban pasar a la gente", según declaró, al tiempo que añadió que luego se comentaba que "habían muerto subversivos".
La de hoy fue una de las últimas jornadas en la que los camaristas Daniel Obligado, Ricardo Farías y Guillermo Gordo (integrantes del TOF5) escucharán testimonios ya que luego será el turno de los alegatos que, se estiman, serán alrededor del 10 de junio próximo con un día para la fiscalía, la querella y cada una de las tres defensas respectivamente.
En la Sala de Audiencias del subsuelo de los tribunales de Comodoro Py 2002, donde se celebra la audiencia, el rol acusador está a cargo del fiscal titular de la Unidad de Asistencia en Causas por Violaciones a los Derechos Humanos Félix Crous y de la abogada del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) Carolina Varsky, como representante de la querella.
El hecho conocido como "Masacre de Fátima" ocurrió en esa pequeña localidad del partido de Pilar, en la madrugada del 20 de agosto de 1976, en el cruce de Camino de Tierra con la ruta 16.
Allí se escuchó una fuerte explosión, y horas más tarde se descubrieron 30 cuerpos despedazados. Luego se determinó que los cadáveres pertenecían detenidos en un centro clandestino de detención en el campo de la Superintendencia de Seguridad Federal de la Policía Federal Argentina que habían sido trasladados al lugar para su asesinato.
El parte policial de la época determinó que las víctimas eran veinte hombres y diez mujeres de edades muy jóvenes, incluso algunos adolescentes, de las cuales sólo se identificó a una mujer y cuatro hombres.
Los cuerpos de las víctimas no identificadas fueron enterrados como NN en el Cementerio de Derqui, aunque años más tarde fueron exhumados para identificarlos.

Fuente: InfoBAN


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