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RELATO DEL PSICOANÁLISIS DE UN NIÑO
La conducción del psicoanálisis infantil ilustrada con el tratamiento de un niño
de diez años.
!...comme de vray il faut noter que les jeux des
enfants ne sont pas jeux, et faut juger en eux
comme leurs plus serieuses actions !
Montaigne, Essais Libro I Capítulo XXIII
PRÓLOGO
Por Elliott Jaques
El Relato del psicoanálisis de un niño ocupa una posición singular en el conjunto
de la obra de Melanie Klein.
En é1 se narra, día a día, el análisis -que duró cuatro meses- de un niño de diez
años. En relación con cada sesión la autora agregó notas en las que evalúa, a la
luz de sus últimas teorías, la técnica que utilizó y el material aportado por el
paciente. Esas notas son más completas y, por supuesto, más autorizadas que los
comentarios con que podría contribuir el editor, los que, por consiguiente, se han
omitido en este volumen.
Tuve una oportunidad excepcional de conocer la actitud de Melanie Klein hacia esta
obra: quiso mi buena fortuna que me invitara a colaborar con ella en la preparación
del material y las notas, tarea que demandó muchas horas de discusión a lo largo
de varios años. Sé que durante mucho tiempo Melanie Klein habla alentado el deseo
de escribir el historial completo de un análisis infantil, aprovechando las minuciosas
anotaciones que efectuaba, sesión tras sesión, en todos sus análisis de niños. Pero
el problema que planteaba la extensión, si se pretendía brindar un relato satisfactorio
de un análisis total, parecía insuperable.
Entonces la guerra creó una situación que de pronto ofreció una solución posible.
Se convino el análisis de Richard. El tiempo de que se disponía era limitado y conocido
de antemano: cuatro meses. Tanto la analista como el paciente estaban enterados
de esta limitación desde el comienzo. Así fue como Melanie Klein se encontró en
posesión de las anotaciones de un análisis breve, a las que era posible dar cabida
en un solo volumen. Nunca sostuvo que no presentara diferencias con un análisis
de duración normal. Era consciente, sobre todo, de que no habla tenido oportunidad
de elaborar ansiedades particulares para luego volverlas a encontrar bajo otras
formas y elaborarlas de nuevo con mayor profundidad; en tal caso hubieran quedado
al descubierto otros tipos de ansiedades y otros procesos psíquicos. Pero, pese
a estos defectos, entendía que estaban reunidos todos los elementos esenciales de
un análisis completo, en medida suficiente como para ilustrar a la vez sobre la
personalidad del paciente y sobre su propia labor.
Unos quince años más tarde decidió ocuparse seriamente del libro. Recorrió las anotaciones
de cada sesión, retocando cuidadosamente el estilo pero sin alterar el contenido,
a fin de dejar intacto el cuadro de cómo se habla desarrollado la labor en aquella
época. Luego evaluó en su fuero interno cada sesión e hizo su autocrítica. Consignó
estas reflexiones, así como los cambios que había experimentado su pensamiento,
en notas detalladas; a tal efecto examinó cada asociación, cada interpretación de
cada una de las sesiones, para poder brindar una explicación de su trabajo tan completa
como fuera posible.
Con toda probabilidad puso en Relato del psicoanálisis de un niño una dedicación
más intensa que en cualquiera de sus otras obras. Internada en el hospital, a pocos
días de su muerte, se ocupaba aún de corregir las pruebas de imprenta. Quería dejar
un registro absolutamente fiel tanto de su práctica como de su teoría. Creo que
lo logró. El libro tiene vida. Muestra, como ningún otro de sus trabajos, a Melanie
Klein en acción. Brinda una imagen fiel de su técnica y, a través de las notas,
nos permite conocer cómo funcionaba su mente. Refleja sus conceptos teóricos de
la época en que llevó a cabo el análisis. Muchas de las formulaciones incluidas
en "El complejo de Edipo a la luz de las ansiedades tempranas" (1945, Obras completas)
se basan en el material aportado por Richard, pero este libro muestra ideas nuevas
en el momento en que surgen, ideas concebidas intuitivamente pero aún no desarrolladas
o conceptualizadas. Esta obra, la última que produjo, es un digno monumento a su
creatividad.
Elliott Jaques
PREFACIO
Con la presentación de este historial me propongo varias cosas. En primer lugar,
mostrar mi técnica de trabajo con mayor detalle de lo que lo he hecho hasta ahora.
Las extensas anotaciones que he ido haciendo a lo largo del caso, permiten que el
lector observe cómo las interpretaciones quedan confirmadas por el material que
les sigue, con lo cual se hace perceptible la dinámica cotidiana analítica y la
continuidad que se mantiene a través de ella. Además, los detalles de este análisis
esclarecen y confirman los conceptos por mi enunciados. Al final de cada sesión,
el lector encontrará los comentarios sobre teoría y técnica que he ido haciendo.
En El psicoanálisis de niños sólo pude transcribir algunos extractos de mis observaciones
e interpretaciones; y como en dicha obra me interesaba especialmente presentar ciertas
hipótesis con respecto a ansiedades y defensas, hasta entonces no descubiertas,
no pude en esa oportunidad dar una imagen completa de mi técnica. En especial, no
logré dejar establecido con suficiente evidencia el consistente uso que hago de
interpretaciones transferenciales. A pesar de ello, según mi criterio, los principios
más importantes presentados en El psicoanálisis de niños siguen teniendo plena validez.
Aunque el análisis que describo sólo duró noventa y tres sesiones, que se dieron
en un período de unos cuatro meses, la extraordinaria cooperación del niño me permitió
llegar a grandes profundidades.
Tomé notas bastante extensas, pero, como es natural, no siempre pude estar segura
de la sucesión del material ni reproducir literalmente las asociaciones del paciente
o mis interpretaciones. Esa dificultad se presenta siempre cuando se quiere relatar
material clínico. Una versión literal sólo se podría dar si el analista tomara notas
durante las sesiones, lo cual perturbaría al paciente considerablemente, al romper
el flujo de sus asociaciones libres, mientras que, por otra parte, distraería la
atención del analista al sacarlo de la secuencia analítica. Otra posibilidad de
conseguir una transcripción literal, sería la de introducir una máquina registradora,
fuera abiertamente o a escondidas; pero esta medida, a mi parecer, se opone absolutamente
a los fundamentos en los que se basa el psicoanálisis: la exclusión de toda audiencia
durante las sesiones analíticas. Si llegara a sospechar el uso del aparato registrador,
no sólo creo que el paciente dejaría de hablar y de comportarse como lo hace cuando
está a solas con el analista (y el inconsciente es muy perspicaz), sino que además
estoy convencida de que el analista, al hablar a la audiencia representada por la
máquina, dejaría de interpretar en la forma natural e intuitiva en que lo hace cuando
está a solas con su paciente.
Por todas estas razones estoy convencida de que las notas, tomadas lo más pronto
posible después de cada sesión, constituyen el mejor relato de los acontecimientos
cotidianos del análisis y por lo tanto, como es natural, del análisis en si. Por
ello creo que, dentro de las limitaciones que he enumerado, doy en este libro un
relato veraz de mi técnica y del material clínico.
Conviene tener en cuenta que la evidencia que el analista puede presentar difiere
esencialmente de la que se exige en las ciencias físicas, porque la esencia total
del psicoanálisis es diferente de éstas. En mi opinión, los intentos de presentar
datos exactos comparables, traen como resultado un método pseudocientífico, ya que
las manifestaciones del inconsciente y las respuestas del psicoanalista a las mismas
no pueden ser sometidas a mediciones ni clasificadas dentro de categorías rígidas.
La máquina, por ejemplo, sólo podría reproducir las palabras usadas, pero no su
acompañamiento de expresiones faciales ni de movimientos. Estos factores intangibles
desempeñan un papel importante en los análisis, como también lo hace la Intuición
del analista.
De cualquier manera, como con el material que el paciente nos brinda se establecen
y se ponen a prueba ciertas hipótesis de trabajo, el psicoanálisis es un proceder
científico, cuya técnica contiene principios científicos. La valoración y la interpretación
del material del paciente que lleva a cabo el analista, tienen su fundamento en
un marco coherente de teoría. Su tarea consiste, sin embargo, en combinar el conocimiento
teórico con la captación de las variaciones individuales que cada paciente le presenta.
En cada momento nos enfrentamos con una serie dominante de ansiedades, emociones
y relaciones de objeto, y el contenido simbólico del material del paciente tiene
un significado preciso y exacto en relación con este tema dominante.
Este libro trata de mostrar el procedimiento analítico, que consiste en seleccionar
los aspectos más urgentes del material e interpretarlos con precisión. Las reacciones
del paciente y las asociaciones subsiguientes constituyen un nuevo material, que
a su vez debe de ser analizado siguiendo los mismos principios.
Uno de los requisitos esenciales que exigía Freud en el análisis era el trabajo
de elaboración, y en la actualidad este requisito se mantiene en pie. Los pacientes
adquieren a veces la vivencia de una situación, sólo para repudiarla en las próximas
sesiones, e incluso olvidar que alguna vez la habían aceptado. sólo si interpretamos
repetida y debidamente el material a medida que éste reaparece en diferentes contextos,
podemos ayudar al paciente a adquirir una visión de si mismo que sea más duradera.
Un proceso adecuado de elaboración trae como resultado la modificación de ciertos
rasgos de carácter y de la fuerza de los muy diversos procesos de disociación que
encontramos aun en pacientes neuróticos; debe además incluir el análisis congruente
en las ansiedades paranoides y depresivas. Como resultado se obtiene una mayor integración
de la personalidad.
Aunque el análisis que aquí presento quedó inconcluso, es en muchos sentidos ilustrativo.
Como se puede ver en él, pude llegar a estratos muy profundos de la mente, y permitir
así que mi paciente manifestara muchas de sus fantasías y tomara conciencia de algunas
de sus ansiedades y defensas. Pero no se pudo, en cambio, llevar a cabo una adecuada
elaboración de todo esto.
A pesar de las dificultades inherentes a la corta duración de este análisis, me
propuse no modificar mi técnica e interpretar, como de costumbre, incluso las ansiedades
más profundas a medida que éstas se iban presentando, con sus correspondientes defensas.
Si estas interpretaciones son comprendidas por el paciente dentro de cierto límite,
a pesar de no poder llegar a elaborarlas totalmente, el análisis no deja de tener
valor. Aunque los procesos de disociación y de represión tiendan a establecerse
de nuevo, se habrá logrado hacer ciertas modificaciones en regiones fundamentales
de la mente.
Sin embargo, estoy segura de que aun cuando en el futuro lleguemos a mejorar nuestra
técnica considerablemente, este progreso no conseguirá acortar la duración de los
análisis. Por el contrario, mi experiencia me lleva a la conclusión de que cuanto
mayor tiempo tengamos a nuestra disposición para llevar a cabo el tratamiento, tanto
mejor podremos disminuir las ansiedades persecutorias y depresivas de nuestros pacientes
y ayudarles a conseguir una mayor integración.
INTRODUCCION
Richard tenía diez años cuando empecé a analizarle. Sus síntomas habían llegado
a un punto tal, que se le había hecho imposible ir al colegio desde los ocho años,
edad en que el estallido de la guerra, en 1939, incrementó sus ansiedades. Tenía
mucho miedo de los otros niños y esto contribuyó a que, en forma cada vez mayor,
evitara salir solo. Además, desde los cuatro o cinco años había causado una gran
preocupación a sus padres la progresiva inhibición de sus facultades y de sus intereses.
Y junto con estos síntomas era hipocondríaco y frecuentemente caía en estados depresivos.
Estas dificultades se hacían evidentes en su apariencia, pues tenía un aspecto muy
preocupado y triste. Sin embargo, a veces -y esto ocurrió en forma sorprendente
durante las sesiones analíticas-, su depresión desaparecía, y de pronto sus ojos
cobraban una vida y un brillo que transformaban por completo su expresión.
Richard era en muchos sentidos un niño precoz y dotado. Tenía muchas condiciones
para la música, cosa que demostró desde una edad temprana. Su amor por la naturaleza
era muy pronunciado, aunque sólo se refería a sus aspectos agradables. Sus dotes
artísticas se manifestaban, por ejemplo, en la manera como elegía las palabras,
y en un cierto sentido por lo dramático que enriquecía su conversación. No se llevaba
bien con los demás niños, sintiéndose más cómodo con los adultos, y en especial
con las mujeres, a quienes trataba de impresionar con sus dotes de conversador;
lograba así congraciarse con ellas de una manera un tanto precoz.
La lactancia había sido insatisfactoria y había durado probablemente sólo unas semanas.
Siempre había sido delicado y desde su primera infancia había sufrido de resfríos
y otras enfermedades. Su madre me habló de dos operaciones: circuncisión efectuada
a los tres años y amigdalectomía a los seis. Richard era el menor de dos hermanos,
habiendo entre los dos ocho años de diferencia. La madre, aunque no estaba enferma
en el sentido clínico de la palabra, tenía una predisposición hacia la depresión.
Le preocupaba mucho cualquier enfermedad de Richard, actitud ésta que ejercía cierta
influencia sobre los temores hipocondríacos del niño. No cabía duda de que éste
le había desilusionado, ni de que, aunque trataba de disimularlo, prefería a su
hijo mayor, el cual había tenido mucho éxito en la escuela y nunca le habla causado
preocupaciones. Aunque Richard la quería mucho, era un niño con el cual resultaba
difícil vivir: no tenía ninguna ocupación que le interesara; estaba siempre demasiado
ansioso y sentía un afecto desmedido hacia su madre, tanto que, por no poder soportar
separarse de ella, se le colgaba de una manera persistente y agotadora. Sus temores
hipocondríacos se referían tanto a la salud de la madre como a la propia.
Aunque ésta le cuidaba mucho y hasta cierto punto le mimaba, no parecía darse cuenta
de la gran capacidad de bondad y de cariño que poseía el niño, y tenía poca confianza
con respecto a su desarrollo futuro. Por otra parte, era muy paciente, como, por
ejemplo, al no presionarle para que jugara con otros niños ni obligarle a ir al
colegio.
El padre de Richard le quería mucho y era también bondadoso, pero parecía dejar
en manos de su mujer la responsabilidad de educarle. Aunque existía una relación
afectuosa entre los dos hermanos, éstos tenían poco de común entre sí. La vida familiar,
en general, era tranquila.
La guerra había agudizado intensamente las dificultades de Richard. A causa de ella,
sus padres se mudaron al campo y el hermano mayor fue evacuado con al escuela. Para
poder iniciar el análisis conmigo, Richard y su madre vinieron a vivir a un hotel
en "X", el pueblo donde yo vivía entonces, el cual no estaba lejos de su propia
casa, situada en un pueblo al que llamaré "Y". Los sábados iban a pasar el fin de
semana a su hogar. El abandono de la ciudad natal, que llamaré "Z", había causado
en el niño mucha ansiedad. La guerra en general le había reactivado ansiedades tempranas,
asustándole en forma particular los bombardeos y las bombas. Seguía muy de cerca
las noticias sobre la guerra y tomaba mucho interés en los
cambios que se iban produciendo; esta preocupación apareció constantemente en el
análisis.
En aquel entonces, para poder llevar a cabo el tratamiento de los niños, había yo
alquilado un cuarto de juegos, ya que el sitio donde atendía a mis pacientes adultos
no se prestaba para ellos. Este cuarto era grande y tenía dos puertas, una cocina
y un cuarto de baño que daban a él. Richard identificó esta habitación conmigo y
con el análisis, y por lo tanto estableció con ella una relación casi personal.
Sin embargo presentaba algunos inconvenientes: a veces era usada por una agrupación
de niñas exploradoras, razón ésta queme impidió sacar de ella los libros, cuadros
y mapas que allí había. Otro inconveniente lo constituía el que no hubiera sala
de espera ni nadie que atendiera la puerta. En cada sesión yo debía abrir con mi
llave, y al salir, dejar la casa cerrada; y si Richard llegaba demasiado temprano,
ocasionalmente venía a acompañarme durante un trecho del camino. Como yo abandonaba
la casa tras cada sesión, esto hacía además que me esperara a la salida y me acompañaba
hasta la esquina, que estaba a unos cien metros de la casa. En ocasiones en que
yo me iba después al pueblo a hacer compras, me acompañaba un poco más. Cuando esto
ocurría, aunque yo no podía negarme a conversar con el niño, trataba de no entrar
en ningún tipo de interpretación ni de conversación que implicara detalles de mi
vida íntima. Traté de mantenerme, dentro de lo posible, en el límite de los cincuenta
minutos que duran las sesiones de los adultos.
Durante el curso de su tratamiento, Richard hizo varios dibujos. Es significativa
la manera en que los ejecutaba, pues nunca comenzaba su labor con un plan preconcebido,
y a veces se sorprendía al ver el cuadro terminado. Le di un material de juego variado,
y además de los lápices y pinturas con los que hacía sus dibujos, los cuales también
representaban en sus juegos el papel de personajes. El mismo trajo de su casa un
juego de barcos de guerra. Cuando Richard quiso llevarse los dibujos a su hogar,
le señalé que sería útil para su análisis el tenerlos guardados junto con los juguetes,
ya que quizá quisiera volverlos a mirar alguna vez. Me di plena cuenta de que el
niño comprendió que sus obras tenían para mí gran valor, cosa que durante el curso
del análisis se vio confirmada repetidamente. En cierto sentido me estaba haciendo
un regalo. De esta situación en que sus "regalos" eran aceptados y valorados, sacaba
una sensación de seguridad, que vivió como una manera de hacer reparación. Todo
este contenido fue debidamente analizado. El efecto de seguridad que produce en
el niño la intención del analista de guardar sus dibujos, es un problema que el
analista de niños debe enfrentar frecuentemente. Los pacientes adultos sienten a
menudo deseos de ser útiles a su analista fuera de la situación analítica, y esto
es similar al deseo del niño de hacerle un regalo. La mejor manera de manejar estos
sentimientos es analizándolos.
Aunque me esforcé en general por tomar notas detalladas tras cada sesión, la cantidad
de material recogido varió de una hora a otra, y sobre todo al principio, cuando
algunas sesiones fueron tomadas de manera incompleta. Ciertos comentarios de mi
paciente, que están transcriptos entre comillas, reproducen la versión literal de
sus palabras, pero en general no pude lograr esto ni con lo que él decía ni con
mis propias interpretaciones, así como tampoco pude anotar todas las que fueron
pronunciadas. También hubo horas en las que la angustia del niño le hizo permanecer
en silencio durante largos períodos, produciéndose por ello menos material. Fue
imposible describir matices de comportamiento, gestos, expresiones faciales y la
longitud de las pausas entre cada asociación, datos todos ellos, como sabemos, de
una importancia particular en el trabajo analítico.
En mis interpretaciones traté de evitar, como suelo hacerlo tanto con niños como
con adultos, el introducir comparaciones, metáforas o citas para ejemplificar lo
que quiero decir. Por razones de brevedad, en este libro uso ocasionalmente términos
técnicos cuando me refiero a algún detalle de sesiones anteriores. En la práctica
nunca uso una terminología técnica, ni aun para recordar a mis pacientes un material
anterior, actitud que mantengo también tanto con los adultos como con los niños.
Por el contrario, me esfuerzo por usar, siempre que me sea posible, las palabras
que el paciente mismo ha usado, y encuentro que esto tiene el efecto de disminuir
sus resistencias y de hacerle retomar plenamente el material al que me estoy refiriendo.
En el caso de Richard tuve que introducir, empero, términos que él desconocía, tales
como "genital", "potente", "relaciones sexuales", o "coito". A partir de un determinado
momento, Richard llamó al análisis "el trabajo". A pesar, sin embargo, de haberme
esforzado siempre por enunciar mis interpretaciones de la manera más parecida que
pude a su forma de expresión, al transcribirías sólo he podido dar una versión resumida
de la misma. Además, a menudo he escrito en forma global lo que en realidad constituían
varias interpretaciones, separadas entre sí por el juego del niño o por algún comentario.
Esto puede dar la impresión de que las interpretaciones fueran más largas de lo
que en realidad lo fueron originariamente.
He pensado que sería útil definir ciertos puntos del material y de las interpretaciones
en los mismos términos que uso en mis trabajos teóricos. Como es lógico suponer,
estas formulaciones no fueron usadas al dirigirme al niño, sino que han sido añadidas
al texto, entre corchetes.
En cuanto a los detalles de los antecedentes del paciente, he hecho en ellos alguna
leve alteración por razones de discreción; y de igual manera debo, al publicar este
trabajo, evitar varias referencias a personas y a circunstancias externas. A pesar
de todo esto, sin embargo, estoy convencida como dije antes, de que presento un
cuadro esencialmente veraz del psicoanálisis de este niño y de mi técnica.
Desde un principio supe que sería imposible prolongar el tratamiento más de cuatro
meses. Sin embargo, tras una detenida consideración decidí emprenderlo, pues la
impresión que me hizo el niño me permitía suponer que aunque sólo pudiera esperar
obtener un resultado parcial, podría conseguir mejorarlo. El tenía mucha conciencia
de sus grandes dificultades y tanto deseo de ser ayudado, que no podía yo dudar
de su cooperación. También sabía que no se le presentaría durante varios años la
posibilidad de ser analizado. Su afán por que yo lo tratara se hacía mayor por el
hecho de que un muchacho mucho mayor que él, a quien conocía, era también paciente
mío.
Aunque hasta la última sesión me he adherido en todo lo esencial a mi técnica usual,
al releer las notas me doy cuenta de que en este caso he contestado a más preguntas
de las que suelo contestar en otros análisis de niños. Richard sabía también, desde
el principio, que su tratamiento sólo duraría cuatro meses. Pero a medida que éste
transcurría tomó perfecta conciencia de que necesitaba mucho más, y cuanto más nos
acercábamos al fin del término, tanto más patético se tornaba su temor a quedarse
sin él. Yo tenía conciencia de mi contratransferencia positiva, pero, como estaba
en guardia, pude mantenerme dentro del principio fundamental de analizar firmemente,
tanto la transferencia negativa como la positiva y las profundas ansiedades que
iba encontrando. Estaba convencida de que, por más difícil que fuera la situación,
el análisis de las ansiedades reactivadas por su miedo a la guerra era el único
medio que tenía para ayudarle eficientemente. Creo que he logrado salvar los peligros
a los que puede llevar el sentir una gran simpatía por el paciente y por sus sufrimientos
y la consecuente contratransferencia positiva.
El resultado de este análisis fue, tal como yo esperaba, sólo parcial; pero logró
ejercer cierta influencia en el desarrollo del niño. Durante un tiempo pudo asistir
a la escuela; más adelante recibió clases privadas. Las relaciones con los niños
de su edad mejoraron, y disminuyó la dependencia de su madre. Se pudieron crear
intereses científicos y existen en la actualidad posibilidades reales para que siga
una carrera. Desde que finalizó la guerra le he visto varias veces, pero hasta ahora
no ha habido ocasión de continuar su tratamiento.
SESION NUMERO UNO (Lunes)
(Las dos primeras sesiones están basadas en notas incompletas.)
M.K. ha preparado algunos juguetitos, un cuaderno, lápices y tizas, y los ha colocado
sobre una mesa a la que hay arrimadas dos sillas. Cuando se sienta, se sienta también
Richard, quien no presta atención a los juguetes y se queda mirándola con aire expectante
y ansioso, evidentemente esperando que diga algo. M.K. le dice que ya sabe la razón
por la cual ha venido a verla: porque tiene ciertas dificultades para las que necesita
que se le ayude.
Richard se muestra de acuerdo y en el acto empieza a hablar de sus preocupaciones
(nota 1). Tiene miedo de los chicos que encuentra en la calle y de salir sólo, temor
que se hace cada vez mayor. Ha llegado a hacerle odiar el colegio. También piensa
mucho en la guerra. Por supuesto que sabe que los aliados van a ganarla y esto no
le preocupa, pero ¿no es tremendo lo que Hitler hace con la gente, y en particular
las cosas terribles que ha hecho a los polacos? ¿Se propone hacer lo mismo aquí?
Agrega que está seguro de que va a ser derrotado (Y al hablar se dirige a un mapa
grande que cuelga de una pared.)... Después sigue. M.K. es austriaca, ¿no? Hitler
ha sido espantoso con los austríacos a pesar de serlo él mismo... Después se refiere
a una bomba que cayó cerca de su jardín donde solían vivir (en "Z"). La pobre cocinera
estaba sola en la casa. Da una dramática descripción de lo ocurrido. El daño real
no fue demasiado grande: sólo se rompieron algunas ventanas y se desplomó el invernadero
del jardín, pero la pobre cocinera debió de estar aterrorizada y tuvo que ir a dormir
a casa de unos vecinos. También piensa Richard que los canarios deben de haberse
sacudido dentro de sus jaulas y asustado muchísimo... Habla otra vez de la crueldad
de Hitler para con los países conquistados... Y a continuación trata de recordar
si tiene otras preocupaciones que no haya aún mencionado. Ah, sí, a veces se pregunta
cómo es él por dentro y cómo son los demás. Le causa extrañeza la manera como circula
la sangre. Si uno se pusiera cabeza abajo durante un tiempo largo y toda la sangre
bajara a ella, ¿se moriría?
M.K. le pregunta si no se preocupa a veces también por su madre.
Richard contesta que con frecuencia de noche tiene miedo y que hasta hace cuatro
o cinco años llegaba a estar realmente aterrado. Últimamente también se ha sentido
a menudo "solo y abandonado" justo antes de dormirse. Se preocupa frecuentemente
por la salud de mamá que a veces no está bien. Una vez, tras un accidente, la trajeron
a casa en una camilla: la habían atropellado. Aunque esto ocurrió antes de nacer
él, piensa en ello a menudo... De noche teme que un hombre asqueroso -una especie
de vagabundo- venga a secuestrar a mamá. Entonces se imagina cómo él, Richard, iría
a ayudarla, y quemaría al vagabundo con agua caliente hasta dejarlo desmayado. Y
si llegara a morirse por hacerlo, no le importaría... bueno sí, le importaría mucho...
pero ello no le detendría de ir al rescate de mamá.
M.K. le pregunta cómo piensa que el vagabundo entraría en la pieza de su madre.
Richard contesta, tras alguna resistencia, que quizá podría entrar por la ventana,
rompiéndola.
M.K. entonces sugiere que ese vagabundo se parece mucho al Hitler que asustó a la
cocinera durante el bombardeo aéreo y que maltrató a los austríacos. Como Richard
sabe que M.K. es austriaca, piensa que también ella va a ser atacada. Quizá también
de noche, cuando sus padres se van a la cama, teme que pase algo con sus genitales
de manera que mamá quede dañada (nota II).
Richard queda sorprendido y asustado. Parece no entender lo que significa la palabra
"genital". Hasta ahora, es evidente que ha comprendido todo y que ha estado escuchando
con sentimientos contradictorios.
M.K. le pregunta si sabe lo que quiere decir la palabra "genital".
Aunque Richard dice al principio que no, admite luego que cree que sí. Dice que
mamá le ha contado que dentro de ella se hacen los bebés; que tiene allí huevitos
y que papá le echa una especie de fluido que los hace crecer. (Conscientemente parece
no tener ninguna idea del coito, ni saber el nombre de los genitales.) Continúa
diciendo luego que su papá es muy bueno y bondadoso, y que nunca haría nada a mamá.
M.K. interpreta que puede tener sentimientos contradictorios hacia papá. Que a pesar
de saber que papá es bueno, de noche, cuando tiene miedo, puede temer que haga daño
a mamá. Cuando habló del vagabundo no se acordó de que papá, que duerme en la misma
habitación que mamá, la podría también proteger, y esto se debe a que siente que
es el mismo papá el que podría dañarla. (En este momento Richard parece impresionado
y claramente acepta la interpretación.) M.K. continúa diciéndole que durante el
día piensa que papá es bueno, pero que de noche, cuando no puede ver a sus padres
ni saber lo que hacen en la cama, puede pensar que papá es malo y peligroso y que
todas las cosas terribles que le pasaron a la cocinera, y la ruptura de vidrios
y el estallido, le estuvieran también pasando a mamá.
[División de la imagen paterna en una parte buena y otra mala.]
Estos pensamientos pueden estarle preocupando aunque no se dé cuenta de ellos. Hace
un momento ha hablado de las cosas terribles que el austríaco Hitler hace a los
austríacos, con lo cual quiere decir que maltrata a su propia gente, incluyendo
a M.K. De la misma manera puede papá atacar a mamá.
Aunque Richard no dice nada, parece aceptar la interpretación (nota III). Desde
el comienzo de la sesión ha estado extremadamente ansioso por hablar de sí mismo,
como si esperara esta oportunidad desde hace mucho tiempo. Aunque repetidamente
ha mostrado señales de angustia y de sorpresa, y ha rechazado algunas interpretaciones,
hacia el final de la hora su actitud cambia y se pone menos tenso. Dice que ha visto
los juguetes, el papel y los lápices en la mesa, pero que no le gustan los juguetes,
y que prefiere hablar y pensar. Se muestra muy amistoso y satisfecho cuando se separa
de M.K. y dice que se alegra de volver al día siguiente (nota IV).
Notas de la sesión número uno.
I. No es raro que en el período de latencia los niños pregunten para qué vienen
al análisis. Lo más probable es que lo hayan ya preguntado en casa, resultando de
utilidad discutir el asunto con los padres o con la madre antes de empezar. Si el
niño reconoce sus propias dificultades, la contestación que hay que darle es fácil:
se le contesta que viene a causa de ellas. En el caso de Richard yo misma introduje
el tema, pues la experiencia me dice que es útil hacerlo en los casos en que el
propio niño no lo hace a pesar de la curiosidad que siente. De no hacerlo así, pueden
transcurrir varias sesiones antes de que se tenga la oportunidad de explicar las
razones del tratamiento. Hay, sin embargo, casos en los que tenemos que descubrir
en el material inconsciente el deseo del niño de saber cuál es la relación que guarda
con el analista y su toma de conciencia de que necesita el tratamiento y de que
éste le es útil. (He dado ejemplos acerca del comienzo de un análisis de latencia
en El psicoanálisis de niños, capítulo IV.)
II. El punto de vista de los analistas difiere en cuanto al momento de la transferencia
en que conviene interpretar. Aunque creo que no debe de transcurrir ninguna sesión
en la que no haya alguna interpretación transferencial, mi experiencia me ha demostrado
que no es siempre al principio cuando se debe interpretar la relación transferencial.
Cuando el paciente está profundamente preocupado por la relación que mantiene con
su padre, madre, hermano o hermana, o con experiencias pasadas o presentes, es necesario
permitirle toda posibilidad en la que pueda referirse a estos temas. En estos casos
la referencia al propio analista debe de venir después. En otros, en cambio, uno
siente que cualquiera sea el tema que el paciente esté tocando, todo el énfasis
emocional se refiere a su relación con el analista, y entonces la interpretación
debe referirse antes que nada a la transferencia. No necesitamos recordar que las
interpretaciones transferenciales siempre implican referir a objetos anteriores
las emociones que se sienten hacia el analista. De no hacerse así, no se cumple
del todo la función a la que están destinadas. Esta técnica de interpretar la transferencia
fue descubierta por Freud desde las primeras épocas del psicoanálisis y sigue teniendo
total validez en la actualidad. La intuición del analista es la que debe llevarle
a reconocer la transferencia en material en el que quizás él no haya sido mencionado
directamente.
III. En varias ocasiones a través de todo el caso, indico las respuestas de Richard
a mis interpretaciones. Algunas veces éstas eran negativas, e incluso expresaban
un fuerte rechazo; otras, expresaban un total acuerdo, mientras que en ocasiones,
la atención del niño parecía desviarse como si no me oyera. Pero aun en estas oportunidades
sería erróneo suponer que no hubiera en él respuesta; lo que pasaba es que a menudo
no pude yo tomar nota del efecto fugaz que mi interpretación le había hecho. El
niño a veces se mantenía en silencio, sentado, mientras yo hablaba, o bien podía
levantarse, y coger un lápiz, un juguete o el papel. También solía interrumpirse
con algo que constituía una asociación más o una duda. Por todo ello mis interpretaciones
pueden con frecuencia parecer más largas y seguidas de lo que en realidad fueron.
IV. Es poco común que un latente produzca en las primeras sesiones el tipo de material
que trajo Richard. Por ello las interpretaciones son también diferentes. Tanto el
contenido de la interpretación, como el momento en que se formula, varían de acuerdo
con el paciente, el material que éste da y la situación emocional dominante.(Véase
El psicoanálisis de niños, capítulo IV.)
SESION NUMERO DOS (Martes)
Richard llega unos minutos antes de la hora y espera a M.K. en la puerta. Parece
ansioso por empezar. Dice que recuerda otra cosa por la que se preocupa a menudo,
pero que es muy diferente de las cosas de las que ha hablado ayer; algo completamente
distinto. Tiene miedo de que haya un choque entre el Sol y la Tierra y de que el
Sol incendie a ésta. En ese caso, Júpiter y los demás planetas quedarían pulverizados,
y la Tierra, siendo el único planeta con gente viva es tan importante y tan valiosa
que... De nuevo mira el mapa y vuelve a comentar lo terrible que es lo que Hitler
hace al mundo y el sufrimiento que causa. Piensa que Hitler debe de estar deleitándose
en su cuarto porque los demás sufren y que le gustaría que a la gente le dieran
latigazos... Señala Suiza y dice que es un pequeño país neutral, "cercado" por la
enorme Alemania. También la pequeña Portugal es amiga. (Anteriormente me ha dicho
que lee tres periódicos todos los días y que escucha todos los noticiarios de la
radio.) La pequeña y valiente Suiza se atreve a atacar y a derrumbar a los aviones
que pasan por su territorio, sean estos alemanes o británicos.
M.K. interpreta que la "valiosa Tierra" es mamá, y la gente que vive en ella, sus
hijos, a quienes él quiere tener de aliados y amigos; de ahí sus referencias a Portugal,
el pequeño país, y a los demás planetas. El Sol y la Tierra que chocan significan
algo que pasa entre sus padres, mientras que "allá lejos" es aquí cerca, su habitación.
Los planetas pulverizados (Júpiter) le representan a él y a los otros niños de mamá,
y a lo que les pasaría si se atrevieran a ponerse entre los padres. Le hace notar
que tras hablar de la colisión se ha referido de nuevo a Hitler que destruye a Europa
y al mundo. Los pequeños países como Suiza también lo representan a él. Recordándole
el material de la sesión anterior, en la cual Richard dijo que atacaría al vagabundo
que viniera a secuestrar a mamá, que le quemaría y le dejaría inconsciente, pudiendo
él mismo ser muerto, añade que esto significa lo mismo que Júpiter -él mismo- pulverizado
entre la Tierra Y el Sol al chocar -sus padres-.
Richard está de acuerdo con parte de la interpretación. Contesta que a menudo piensa
en el vagabundo y en que podría morir al defender a mamá, pero que prefiere morir
a no luchar. También está de acuerdo con la interpretación de que la Tierra, valiosa
porque contiene a gente viva, simboliza a su mamá. Muchas veces ha oído hablar de
"la madre Tierra"... Dice que le ha preguntado a su madre cuándo fue atropellada
por el auto y traída a casa en una ambulancia y que ésta le ha contestado que cuando
él tenía dos años. Siempre había creído que habla ocurrido antes de nacer él...
Añade que odia a Hitler y que le gustaría hacerle daño, así como también a Goebbels
y a Ribbentrop por atreverse a decir que Gran Bretaña es la agresora.
M.K. se refiere al material del día anterior sobre la manera como atacaría al vagabundo
y le sugiere que cuando está en la cama, de noche, no sólo terne que papá dañe a
mamá sino que a veces piensa que sus padres pueden estar divirtiéndose; que esto
puede hacerle sentir celos y rabia contra los dos por dejarle a él "solo y abandonado".
Le interpreta que si desea dañarles por estar celoso, debe sentirse después muy
culpable. Le ha contado que recordaba a menudo el accidente de mamá, pero creyendo
que había ocurrido antes de su nacimiento. Este error se debe a sus sentimientos
de culpabilidad: necesita convencerse a sí mismo de qué él nada tiene que ver con
el accidente y de que no ha ocurrido por su culpa. Quizás el temor de que el vagabundo-padre
dañe a su madre y de que el Sol y la Tierra choquen, está relacionado con la hostilidad
que él mismo siente hacia los dos.
Richard niega rotundamente, al principio, tener tales sentimientos cuando lo mandan
a la cama, y dice que él sólo se siente asustado y temeroso. Pero luego continúa
diciendo que a veces puede discutir con sus padres hasta que éstos quedan exhaustos
y no lo pueden soportar más y que esto le da placer. También dice que tiene celos
cada vez que su hermano Paul viene con licencia, pues le parece que es el favorito
de mamá. Esta a veces le manda chocolate, y aunque cree que tiene razón al hacerlo,
siente de todas maneras gran resentimiento.
M.K. se refiere entonces al resentimiento que también siente cuando Ribbentrop miente,
diciendo que Gran Bretaña es la agresora. Le señala que quizás esta rabia sea tan
grande porque piensa que la acusación puede ser aplicada a sí mismo: si tiene celos
y rabia y desea hacer lío entre sus padres, él es también un agresor.
Richard se queda en silencio, evidentemente pensando en la interpretación, y después
sonríe. Cuando M.K. le pregunta por qué se ríe, contesta que porque le gusta pensar:
ha estado pensando en lo que ella acaba de decir y cree que tiene razón... (Sin
duda la interpretación sobre su agresividad, tras alguna resistencia, le ha traído
alivio.) Entonces se pone a hablar sobre su relación con Paul quien, años atrás
solía molestarle Y perseguirle. A menudo lo ha odiado, pero también le quiere. A
veces se aliaban los dos contra la niñera y la molestaban (nota 1). Otras veces,
en cambio, era la niñera quien le ayudaba a él contra Paul. También habla sobre
una pelea que ha tenido recientemente con su primo Peter, a quien en general quiere,
pero que esta vez le ha hecho daño. Menciona lo enorme que Peter es comparado con
él.
M.K. le señala que cuando Peter en las peleas se hace malo, a Richard le parece
que es una mezcla de papá bueno y del Hitler o vagabundo-papá malo. Y aunque le
resulta fácil odiar a Hitler, le es en cambio muy doloroso odiar a papá, a quien
por otra parte también quiere. [Ambivalencia.]
Richard se refiere otra vez, con resentimiento, al recibimiento que su mamá hizo
a Paul cuando éste vino con licencia, y después menciona a Bobby, su perro spaniel,
que siempre le hace a él grandes fiestas, pues le quiere más que a nadie de la familia.
(Sus ojos brillan al decir esto.) Le regalaron a Bobby cuando era cachorrito y todavía
le salta al regazo. Describe con evidente regocijo cómo cuando su papá se levantó
una vez de la silla, Bobby le quitó el sitio y el padre tuvo que sentarse en el
borde. Han tenido antes otro perro que se puso enfermo cuando tenía once años y
tuvo que ser matado. A él esto le entristeció mucho, pero luego se le pasó... También
menciona a su abuela, a la cual ha querido mucho y que ha muerto hace algunos años.
M.K. interpreta los celos que siente por el cariño que mamá tiene hacia Paul, y
le señala que inmediatamente después le ha hablado de la manera como Bobby lo recibe
a él y le salta al regazo. Esto parece indicar que Bobby representa para él a un
hijo y que la manera que tiene de vencer su resentimiento es ponerse en el lugar
de mamá. Al mismo tiempo, cuando Bobby le saluda y le quiere más que a nadie, entonces
Richard se convierte en el hijo querido por mamá y Bobby en ésta. Le recuerda además
M.K. que tras hablar del perro viejo que debió ser matado, se refirió a la muerte
de su abuela, lo cual parece indicar que siente como si ella también hubiera sido
matada, y posiblemente -como en el caso del accidente de mamá- por alguna culpa
suya. La abuela, a quien él quería, también puede estar representando a M.K. y quizá
tema que por su causa le pase a ella algo malo.
(Mis notas aquí están particularmente incompletas. Estoy segura de que Richard debe
de haber respondido a esta interpretación, posiblemente rechazándola. Tampoco tengo
ninguna indicación sobre la forma en que terminó la sesión, pero si mi memoria no
me engaña, no se opuso a venir el día siguiente (nota II).
Notas de lo sesión número dos.
I. En general, las niñeras, tías, tíos o abuelos, tienen mucha importancia en la
vida de los niños pequeños. Los conflictos que, en alguna medida, siempre surgen
en las relaciones de los niños con estas personas, no adquieren toda la importancia
que toman los conflictos con los padres, ya que están más alejadas del impacto directo
de la situación edípica. Lo mismo pasa con los hermanos y hermanas. Estos objetos
amados, sirven además para reforzar los aspectos buenos de los padres. El recuerdo
de tales relaciones es valioso, pues se trata de objetos buenos adicionales que
han sido introyectados.
II. En la primera de estas dos sesiones, he tratado de analizar la ansiedad consciente
e inconsciente surgida ante el daño hecho a su madre por el padre "malo" y sexual.
En la segunda hora me preocupé por mostrarle la parte que su propia agresión jugaba
en estas ansiedades. Esto puede sugerir que la primera finalidad que me propongo
al trabajar con niños (y esto lo he señalado repetidamente), es la de analizar las
ansiedades que se van activando. Sin embargo, es preciso una aclaración: en efecto,
es imposible analizar las ansiedades, sin reconocer las defensas que operan contra
ellas, debiendo por lo tanto éstas ser también interpretadas.
En el material que acabamos de transcribir, vemos que Richard tenía conciencia del
temor de que un vagabundo raptara y dañara a su madre, pero no de que dicho miedo
fuera un derivado de las ansiedades que le provocaban las relaciones sexuales de
sus padres. Cuando le interpreté el contenido específico de esta angustia, también
di mucha importancia al hecho de que le resultaba demasiado doloroso pensar que
su padre fuera un hombre malo, y le señalé que por ello había dirigido su temor
y sus sospechas hacia el vagabundo y hacia Hitler. Esto implica la inclusión del
análisis de una defensa.
En la segunda sesión, le interpreto que el enojo que siente contra Ribbentrop por
decir éste que Gran Bretaña es la agresora, representaba, además de odio por el
Ribbentrop de verdad, un rechazo de sí mismo por ser agresivo. En esta ocasión,
también interpreto la ansiedad y la defensa erigida contra ella, tal como puede
verse si se tienen en consideración todos los detalles de la sesión.
En El psicoanálisis de niños (capítulo V) he indicado que cada interpretación debe
señalar, hasta cierto punto, el papel qué están representando el superyó, el ello
y el yo. Esto quiere decir que cada interpretación, adecuadamente formulada, lleva
a cabo una sistemática exploración de las diversas partes del aparato mental y de
sus funciones.
Algunos analistas, y me refiero en particular a los trabajos de Anna Freud, sostienen
el punto de vista de que el análisis de las ansiedades debe de ser dejado para una
etapa posterior de la tarea, analizándose en primer lugar las defensas, tanto aquellas
que se erigen contra la angustia como las que lo hacen contra las pulsiones instintivas.
En otras ocasiones he expresado ya claramente mi desacuerdo con este punto de vista.
(Véase "Simposium sobre análisis infantil", 1927.)
SESION NUMERO TRES (Miércoles)
Richard llega a horario. En seguida se dirige al mapa y expresa el temor de que
los barcos de guerra británicos queden bloqueados en el Mediterráneo, en el caso
de que los alemanes ocupen Gibraltar. Tampoco podrían pasar a través de Suez. Habla
también de los soldados heridos y se muestra angustiado por ellos. Se pregunta cómo
podrían ser rescatadas de Grecia las tropas británicas, y lo que Hitler se propone
hacer con los griegos. ¿Los esclavizará? Mirando el mapa, dice con preocupación
que Portugal es un país muy pequeño en comparación con la gran Alemania, y que Hitler
lo puede invadir. Menciona además a Noruega, de cuya actitud desconfía, aunque quizá
resulte no ser un mal aliado después de todo.
M.K. interpreta que, inconscientemente, le preocupa lo que le puede pasar a papá
cuando mete su órgano genital dentro de mamá. Teme que no pueda salir de dentro
de ella y que quede apresado como los barcos del Mediterráneo. Esto se relaciona
también con las tropas que deben ser liberadas de Grecia. Se refiere luego a la
primera sesión cuando habló de que las personas se morirían si se pusieran cabeza
abajo y la sangre les bajara a ésta. Esto es lo que teme que le pase a papá. También
tiene miedo de que mamá quede dañada por el vagabundo-papá, de manera que su miedo
se refiere a los dos, sintiéndose al mismo tiempo culpable por la agresión que vivencia
hacia ambos. Su perro Bobby le representa a él mismo, que quiere ocupar el sitio
que papá ocupa con mamá (1a butaca es la cama), y cada vez
siente celos y rabia, le odia y le ataca con sus pensamientos (nota 1); y esto le
hace sentirse triste y culpable. [Situación edípica.]
Richard sonríe a M.K. y dice que está de acuerdo con que el perro le representa
a él, pero niega enfáticamente la veracidad de la otra parte de la interpretación,
pues él nunca haría una cosa así.
M.K. le explica, entonces, que el pensar que nunca llegaría a llevar a cabo un ataque
semejante le trae alivio, pero le señala que cuando sus sentimientos hostiles son
muy intensos y desea que su papá se muera, puede creer que esto ocurre de verdad.
[Omnipotencia del pensamiento.] (Richard parece estar de acuerdo.) Relaciona también
M.K. la ansiedad que siente por los aliados de Gran Bretaña, con su hermano, a quien
no cree que sea un aliado de confianza que le pueda ayudar contra los dos padres
unidos y hostiles. (En el material, representados por Alemania y Hitler.)
Richard contesta que es probable que sus padres se sientan muy enojados con él cada
vez que tiene mal humor y les causa preocupación y que en efecto, en esos momentos,
un buen aliado le serviría de mucho. Expresa una gran admiración por Churchil que
ayuda a Giran Bretaña a salir adelante, y se detiene a hablar de este tema durante
un rato.
M.K. interpreta que Churchil y Gran Bretaña representan otro aspecto de sus padres:
un papá bueno que protege a mamá; unos padres maravillosos, más admirables aún que
los verdaderos (Richard está de acuerdo con esto). En cambio Hitler y Alemania representan
a los padres que son malos cuando se enfadan con él. [Disociación de los padres
en buenos y malos y proyección.]
Richard parece profundamente interesado por esta interpretación y se queda en silencio,
sin duda pensando en ella: La satisfacción con que acoge el nuevo conocimiento de
sí mismo que M.K. le brinda es muy notable. Después comenta que es muy difícil tener
en la mente tantas clases de padres.
M.K. le indica que lo que le resulta tan difícil que llega hasta a ser doloroso,
es lo contradictorio de sus sentimientos. Quiere a sus padres, pero siente al mismo
tiempo que los daña con su odio y su hostilidad, y luego se siente culpable por
el daño que teme haberles ocasionado. Relaciona esto con el material sobre el accidente
que sufrió su madre cuando él tenía dos años, y le dice que quizás haya pensado
entonces que el auto, que representaba al papá-vagabundo, había herido a mamá por
estar él mismo (Richard) enojado con ella y así haberlo deseado...
Richard dice que le gusta salir de paseo con Bobby, y que una noche se quedó con
él hasta las diez, visitando a varias personas, y menciona en particular a una señora.
A Bobby le gustaría tener mujer e hijos, pero mamá no quiere tener dos perros en
la casa.
M.K. interpreta que Bobby es él: es él quien quiere ser independiente y tener una
mujer e hijos, porque de esta manera no sentiría frustración, odio ni culpa.
Richard se refiere entonces al día más feliz del año; fue un día en el cual estuvo
patinando en trineo en la nieve.
En dicha ocasión unos amigos que estaban con ellos se dieron un golpe tal, que el
marido se hizo un corte en la nariz y su mujer se le cayó encima. También Richard
se cayó del trineo, pero no se hizo daño y todo resultó muy divertido.
M.K. sugiere que la pareja accidentada representa a sus padres. Justo al terminar
ella de interpretar los impulsos hostiles que siente hacia éstos, particularmente
en cuanto a sus relaciones sexuales (nota II) él ha recordado el accidente y lo
ha hecho así porque éste representa dicha vida sexual. Por ello se siente culpable
de él, aunque no resultara grave después de todo. El hombre con la nariz herida
que le hizo divertirse representa el genital de papá, dañado, tal como desea verlo.
Sin embargo, al no pasar nada grave Richard pudo divertirse y ahora siente que fue
un día feliz.
Richard contesta a esto: "He descubierto que no hay felicidad sin tragedia", y empieza
a hablar de otro día feliz de hace dos años, en que fue a Londres con sus padres.
Allí visitaron el zoológico y dieron de comer a los monos a través de los barrotes
de la jaula. Entre ellos había un mandril con un aspecto "muy desagradable". Un
monito le saltó encima, le quitó la gorra y trató de sacarle las nueces de la mano.
¡Qué mono tan glotón! ¡Si justamente él estaba dándole de comer!
M.K. le indica que el monito glotón es él mismo de bebé, pero que cuando daba de
comer a los monos se convertía en papá y mamá alimentando a sus hijos. El bebé (tanto
el mono como Richard), es glotón y desagradecido y le saca el genital a papá (1a
gorra de Richard) y por eso sintió que el mandril tenía un aspecto peligroso y desagradable
[Proyección de los impulsos agresivos sobre el objeto.] (nota II).
Richard (preocupado) pregunta a M.K. dónde está el reloj que acostumbra guardar
en su cartera. Dice que es un lindo reloj y que le gusta mirarlo.
M.K. saca el reloj y le indica que está preocupado; le sugiere que la razón por
la cual quiere mirar el reloj es porque quiere irse.
Richard dice que no, que no se quiere ir, pero que quiere estar seguro de marcharse
a la hora debida porque va a ir a dar un paseo con su mamá. Y además que le gusta
mirar al reloj.
M.K. le interpreta que está ansioso por ver si mamá está bien y no dañada por sus
ataques de glotonería, así como comprobar si todavía le quiere. Mirar el reloj (que
es un reloj de viaje, plegable) es como mirar dentro de M.K. Teme haberla atacado
tal como el monito le atacó a él, y que ahora esté dañada o enojada. M.K. le pregunta
además, si el incidente con el mono había sido la tragedia de ese día.
Richard contesta que no, pues ese incidente había sido bastante divertido, ya que
nada serio había ocurrido. Pero que más tarde había habido una tormenta, y él se
había resfriado y le habían dolido los oídos. . . Mira luego el mapa y expresa preocupación
por el estado de la guerra. Pide a M.K. que venga a mirar con él y que compare el
tamaño de Alemania con el de Francia, añadiendo que odia a Darlan por ayudar a los
alemanes y por ser un traidor.
M.K. interpreta que él mismo se siente como un traidor cuando es glotón, agresivo
y desagradecido, de modo que, en realidad, la tragedia de aquel día había sido el
incidente con el mono, a pesar de que también fuera divertido, ya que el mono le
representa a sí mismo.
Richard muestra otra vez signos de ansiedad. No separa los ojos del reloj y se levanta
en cuanto termina la hora. Sin embargo, su actitud hacia M.K. se mantiene amistosa
y le dice que le gusta quedarse los cincuenta minutos, pero que después quiere irse
con su mamá. Resulta evidente que su resistencia ha aumentado y que siente grandes
deseos de marcharse, pero que al mismo tiempo quiere quedar en términos de amistad
con la analista.
Notas de la sesión número tres.
I. Tal como se podrá ver en las sesiones siguientes, los ataques que Richard fantasea
contra su padre, van dirigidos tanto hacia el objeto externo como hacia el interno.
Sin embargo, en esta etapa del análisis me limité a interpretar las relaciones que
pensaba que mantenía con el objeto externo. Nunca interpreto en términos de objetos
y de relaciones internas; hasta no tener un material explícito que muestre las fantasías
de internalización del objeto en términos físicos concretos.
II. El que Richard se permitiera a sí mismo expresar su diversión ante el accidente
que le había ocurrido a esta pareja, constituye algo característico. Esto se debe,
no sólo a que no ocurriera nada grave, sino también a que las personas implicadas
en él no eran sus padres.
III. Hay además otro aspecto en la proyección que se ve en este material. Al proyectar
sus impulsos destructivos sobre el mono, Richard está tratando de deshacerse de
una parte de sí mismo, con el fin de poder conservar sus sentimientos buenos alejados
de todo peligro y de toda hostilidad. Esto también se ve cuando tras mi interpretación,
quiere mirar mi reloj, que alaba diciendo que le gusta. Con esto está tratando de
preservar la buena relación que tiene conmigo, que en ese momento represento a su
madre. Podría además añadir, que la "tragedia" a la que Richard se refiere y que
trata de explicar con el resfrío que tomó ese día, es en realidad el peligro de
caer presa de la depresión y de sentimientos de culpa si daña a sus padres por no
poder proyectar su agresión hacia otro lado.
SESION NUMERO CUATRO (Jueves)
Richard empieza otra vez a hablar sobre la guerra, y en especial sobre la actitud
incierta de Rusia, opinando que puede llegar a hacerse daño a sí misma. También
se refiere al material de la sesión anterior sobre su experiencia en el zoológico.
En realidad, repite que no le llegó a ocurrir ningún accidente, y que la tragedia
fue el resfrío y el dolor de oídos. (Decir esto implica que se resiste a la interpretación
de M.K. sobre el verdadero sentido de la tragedia dentro de todo el contexto.) Pregunta
luego a M.K. a qué se dedica y si tiene familia. Quiere saber algo sobre el señor
K., los hijos que tienen, sus edades y sus profesiones. Después, tras mirar los
distintos cuadros que hay en las paredes, señala con interés a uno que representa
a dos perros y en otro donde hay un cachorro entre dos perros grandes. Dice que
el cachorro es muy rico.
M.K. da brevemente la información que el niño le pide.
Richard se muestra evidentemente sorprendido por el hecho de que el Sr. K. haya
muerto (aunque ya sabía esto antes de comenzar a analizarse), pero se alegra al
oír que M.K. tiene un hijo.
M.K. entonces le interpreta que desea recibir de ella más cariño y atención, y que
siente celos de los demás pacientes y de sus hijos. Le dice que esto se origina
en los que siente de papá y de Paul y de la relación de ambos con mamá. Añade además
que tiene curiosidad por saber lo que hace M.K. de noche, como le pasa con mamá.
Los dos perros representan tanto a M.K. como al Sr. K. como a papá y a mamá, mientras
que él desea ser el cachorrito (el bebé) que se pone entre los dos y que además
goza de ambos. También desea devolver a M.K. su marido.
Richard siente en este momento una gran curiosidad por el reloj y dice que es "un
lindo reloj". Quiere saber cómo se cierra y se abre, y mientras juega con él dice
que se siente feliz, que hace buen tiempo, y que brilla el sol. Está de acuerdo
con que el cachorrito del cuadro se parece a un bebé.
M.K. le sugiere que quizás haya deseado que su mamá tuviera bebés aunque le hubieran
provocado celos.
Richard contesta con convicción, que a menudo le dice a su madre que debería de
tenerlos, pero que ésta le contesta que ya es demasiado vieja. Naturalmente esto
es una tontería, ya que es seguro que podría tenerlos "en abundancia". (Sigue manipulando
el reloj.)
M.K. interpreta que su interés por el "lindo reloj" (que la representa a ella) y
el placer que siente al tocarlo están relacionados con la satisfacción que le brinda
averiguar cosas sobre su vida y su familia. El gozar del sol se relaciona además
con la mamá "buena" y con el deseo que tiene de que tenga bebés y esté contenta.
Por la misma razón se alegra de que M.K. tenga un hijo y un nieto.
Richard mira otra vez el mapa y expresa dudas sobre la actitud de Rusia. Pregunta
también el lado en que ha estado Austria en la última guerra (aunque evidentemente
conoce la respuesta) y después pide a M.K. le diga qué países del continente conoce.
M.K. menciona algunos países por donde ha viajado, e interpreta que las dudas que
tiene sobre Austria y la desconfianza de Rusia se refieren a su sospecha de que
ni su madre ni ella misma [la "mala" madre] se avengan a aliarse con él en contra
del papá "malo" (el Hitler austríaco).
Richard habla entonces de Bobby, que es suyo aunque lo comparte con su mamá, y dice
que el perro le quiere mucho. Es travieso y a veces hasta malo; en ocasiones come
carbón y si se le gasta alguna broma, muerde; una vez llegó hasta morderle a él.
Cuenta de nuevo que cuando papá se levanta de su silla situada cerca del fuego,
Bobby se sube a ella, y ocupa tanto lugar que sólo queda un pedacito libre para
su papá.
M.K. le recuerda la interpretación de que Bobby, cuando salta a la silla de papá,
le está representando a él, que cuando tiene celos quiere quitarle el sitio. Quizás
alguna vez haya deseado también morder a su padre en un momento de rabia o de celos.
En cuanto a su interés por el perro cuando come carbón, le sugiere que puede estar
relacionado con el interés que le provocaba a él mismo en el pasado "lo grande",
y el deseo que puede haber tenido de comérselo.
Richard contesta firmemente que no haría tal cosa, aunque quizás haya pensado en
ello cuando era pequeño. Admite que tiene conciencia de sus deseos de morder; a
menudo los siente cuando se enfada. Entonces mueve las mandíbulas como para hacerlo,
y esto en especial, cuando hace muecas. Cuando era pequeño una vez mordió a su niñera,
y si pelea con su perro y éste le muerde, él le contesta con otro mordisco. A continuación
expresa curiosidad por los demás pacientes de M.K., y en especial por John Wilson:
quiere saber si se analizan en la misma habitación.
M.K. interpreta que desea saber esto porque está avergonzado por ser niño y usar
el cuarto de juegos, ya que ser niño quiere decir no tener control; es decir jugar
con "lo grande" y morder como un perro. Además, tiene celos de John igual que los
tiene de Paul, pues ellos ya no son niños "malos". (Como Richard conoce bien a John,
y sin duda éste le ha hablado de su tratamiento, cabe suponer que sabe que su amigo
ya no se trata en el cuarto de juegos; también sabía Richard antes de empezar a
analizarse que el Sr. K. había muerto. Su necesidad de obtener esta información
sobre M.K. a pesar de conocer la respuesta obedece a muchas razones, entre ellas,
el deseo de verificar si M.K. dice la verdad.)
SESION NUMERO CINCO (Viernes)
Richard comienza la sesión diciendo que se siente muy contento: el Sol brilla, y
se ha hecho amigo de un niño de unos siete años con quien ha estado jugando en la
arena, construyendo canales. Dice que le gusta mucho el cuarto de juegos, que es
muy lindo. Le gusta que haya tantos cuadros de perros en las paredes. Además está
deseando irse a su casa a pasar el fin de semana: el jardín que tiene es muy bonito
a pesar de que cuando se mudaron "era como para morirse" ver la cantidad de hierbas
malas que en él crecían. Luego hace un comentario sobre el cambio de empleo de Lord
Beaverbrook, y se pregunta si su sucesor será tan bueno como él.
M.K. le interpreta que el cuarto de juegos es "lindo" a causa de los sentimientos
que siente hacia ella, pues el cuarto la representa. El amigo nuevo es como un hermano
menor, y esto está asociado al deseo de que un papá fuerte dé a mamá muchos bebés
(los perritos de los cuadros). Le interpreta además que está preocupado, pues si
empujara a su papá y le quitara el sitio como lo hace Bobby, él podría entonces
ocuparlo, pero no tener bebés ni mantener a la familia unida, como su papá sí hace.
También está contento porque se va a su casa, y deseoso de tener una vida familiar
amistosa, quiere inhibir este deseo de desplazar a su padre. Las malas yerbas le
representan a él cuando quiere deshacer la paz familiar con sus celos y rivalidad,
y si ha usado la expresión: "era como para morirse", al referirse a ellas, es porque
simbolizan algo peligroso.
Richard estornuda, tras lo cual se queda muy preocupado. Teme estar cogiendo un
resfrío, y dice casi para sí mismo: "Conoce su sonada" en vez de "Se suena la nariz"*
. Cuando M.K. le llama la atención sobre la equivocación, se queda muy divertido.
M.K. interpreta que teme que su resfrío sea algo malo que hay dentro de él, y que
por eso teme la "sonada".
Richard se dirige una vez más al mapa y pregunta cuáles son los países que se mantienen
neutrales. Suecia es uno de ellos, pero esto puede no durar mucho. Entonces se agacha
y mira el mapa al revés, comentando que Europa tiene una forma rara cuando se la
ve así; no parece "correcta", sino "embrollada y mezclada".
M.K. asocia esto con sus padres, todos "embrollados y mezclados" durante las relaciones
sexuales, hasta un punto tal, que no puede saber quién es quién cuando piensa en
ellos en esta situación. También le interpreta que teme que durante el coito sus
padres se mezclen de tal manera que el pene-Hitler malo de papá se quede dentro
del cuerpo de mamá. [Figura combinada de los padres.] A esto se refiere cuando dice
que Europa no es "correcta" y que es "rara"; teme que realmente sea algo malo y
peligroso.
Richard muestra signos de ansiedad. Se levanta de la silla y da vueltas por el cuarto.
Explora varios rincones, mira el piano, lo abre y lo prueba. En una mesita que hay
al lado descubre un zapato de porcelana en el que hasta ahora no se ha fijado, dentro
del cual hay una goma. La saca, y la vuelve a colocar adentro. Dice que el cuarto
es lindo y que le gusta mucho... A continuación coge el reloj de M.K. y quiere saber
dónde y cuándo lo ha comprado. Esto le lleva a formularle otras preguntas sobre
su marido, tal como lo ha hecho en otra ocasión.
M.K. interpreta que la exploración que está haciendo del cuarto expresa el deseo
que tiene de explorar su cuerpo por dentro, y que esto a su vez se debe a la ansiedad
que siente por saber si existe dentro de él un pene-Hitler malo o uno bueno. Por
ese motivo ha vuelto a hacer preguntas sobre el Sr. K. Todo esto está a su vez relacionado
con su mamá y con ella y papá "mezclados". La desconfianza que siente hacia el interior
del cuerpo de mamá está relacionada con el miedo que tiene de su propio cuerpo,
de sus resfríos y de las "sonadas" interiores. Al mismo tiempo, está tratando de
tranquilizarse a si mismo, pensando que el cuarto es lindo, que le gusta, y que
ello parece ser la demostración de que tanto su mamá como M.K. están bien y no tienen
dentro de sí al papá-Hitler malo. [Defensa maníaca.]
Richard sigue explorando la habitación y encuentra una tarjeta colocada en el ángulo
que forman dos lados dé un biombo. La admira y comenta que el petirrojo que representa
es encantador. A él le gustaría ser petirrojo, pues estos pájaros siempre le han
gustado mucho.
M.K. interpreta que el petirrojo representa a un pene bueno y también a un bebé,
y que a Richard le gustaría poder hacer bebés, reemplazando en la tarea al Sr. K.
y a su papá. El interés que le ha despertado el ángulo formado por el biombo (cuyas
dos hojas se abren como piernas) expresa el deseo de tener relaciones sexuales con
M.K. y con mamá.
Richard no contesta a casi ninguna de estas interpretaciones. Solo dice que una
vez tuvo un petirrojo al que alimentaba, pero que un día se voló y no volvió más.
Después mira el reloj y pregunta si ya es la hora de irse.
M.K. le interpreta que quiere irse y no volver más, porque las interpretaciones
sobre sus deseos sexuales hacia ella le han dado miedo; además el petirrojo simboliza
su genital al que teme perder o haberlo ya perdido.
Richard no quiere al principio admitir que se quiere ir, y trata de ser cortés.
Pero después dice que sí, que quiere que sea la hora, pero que no desea marcharse
antes de terminarla. (Cuando se acaba la sesión, se va solo, sin esperar a M.K.)
SESION NUMERO SEIS (Sábado)
Richard viene al consultorio con su madre porque tiene demasiado miedo de los niños
como para venir solo. Tras decirle esto a M.K. se queda en silencio.
M.K. hace una referencia al material de la sesión anterior (nota 1), y le recuerda
que el petirrojo es su genital, el cual quiere colocar dentro del de ella; este
deseo le ha asustado mucho porque teme ser atacado por el vagabundo-papá. Hoy siente
que estar a solas con M.K. constituye una situación peligrosa, y por eso ha aumentado
el miedo que tiene de encontrarse con niños hostiles camino de su casa. Además,
si su madre viene con él, se asegura de que nada malo va a pasar entre él y M.K.
Como por otra parte después de la sesión se va a ir a su casa a pasar el fin de
semana, teme que el deseo que siente hacia su mamá provoque un ataque de su padre,
y ello hace que necesite tener cerca a una madre buena que le proteja contra los
niños hostiles y contra su padre. Esta madre buena le hace sentir, sin embargo,
nuevos deseos, como lo hace M.K., y por ello la vive también como a alguien peligroso.
Richard ha estado mirando el mapa todo este tiempo. Ahora habla de "Rumania abandonada"
y del quebrantamiento que hay en otros países.
M.K. interpreta que está preocupado por la ruptura que se produciría en su familia
si se llegasen a cumplir los deseos que tiene de tener a mamá para él solo. En ese
caso tendría que temer a papá y a Paul, cosa que expresa en el miedo que tiene a
los niños de la calle, que hoy ha sentido en forma más aguda. Además, le parece
que si su mamá le quisiera más a él y llegara a poder ocupar el sitio de su papá,
se sentiría abandonado y triste.
Richard, con aire dolorido y preocupado, dice que no quiere oír hablar de cosas
tan desagradables. Al cabo de un rato pregunta por John; todavía no está bien, ¿no?;
¿cuando se va a curar?
M.K. interpreta que duda del valor de ella y del análisis; como le hace sentir cosas
tan desagradables y asustadoras teme que no le van a servir de ayuda. Además, al
sentir deseos sexuales, teme ser muy malo, y no tener remedio. A su vez esto le
hace dudar de la bondad de mamá, que es la causante de sus deseos (nota II), y si
no puede fiarse de ella, tampoco puede esperar que lo defienda de papá ni que lo
ayude a controlarse para no atacar o desplazar a éste.
Richard se refiere entonces extensamente a una "tragedia" que le ha ocurrido el
día anterior: mientras jugaba en la arena ha perdido su pala y no la ha podido encontrar.
M.K. interpreta que teme perder su pene (pala) como consecuencia de los deseos que
siente hacia ella y hacia su mamá, mencionando luego que su madre le ha contado
que fue operado en el pene, y que esta operación le asustó mucho (nota III).
Richard muestra mucho interés por la conversación entre M.K. y su madre. Aunque
sin duda sabe que cuando su madre habló con M.K. para iniciar el tratamiento le
contó cosas suyas, hasta ahora no había hecho mención de ello. Ahora pregunta qué
más dijo de él su mamá.
M.K. le hace un pequeño resumen de la conversación: le dice que su madre le contó
que a menudo está preocupado, que teme a los demás niños, y que tiene otros problemas.
También le habló de él cuando era pequeño y de las operaciones a que había sido
sometido.
Richard se queda muy contento al oír esto, pero resulta evidente que al mismo tiempo
sigue con dudas y sospechas. Empieza a hablar inmediatamente de su operación, dando
muchos detalles de la misma. Se acuerda bastante de la circuncisión, hecha cuando
tenía tres años. Aunque no sufrió dolor, le dieron éter y esto fue espantoso. Le
habían dicho antes que le iban a dar una especie de perfume, para que oliera, prometiéndole
que no le harían nada más (esto está de acuerdo con el relato de la madre). El entonces
llevó consigo una botella de perfume para usarla en vez del otro, y cuando esto
no se le permitió, quiso tirársela al médico. Aun ahora, dice, siente deseos de
pelearse con él y desde entonces le ha odiado, así como también odia el éter y le
teme. De pronto, refiriéndose al momento en que éste fue suministrado, dice que
"era como si cientos o miles de personas hubieran estado allí". Pero su niñera estaba
a su lado y pensó que ella le protegería.
M.K. le señala la fuerza que tienen sus sentimientos de persecución: ha dicho que
se sintió rodeado por cientos o miles de enemigos y completamente indefenso ante
ellos. Comprendió que sólo contaba con una amiga, la niñera, que representaba a
la mamá buena. Pero dentro sintió que había una mamá mala: una mamá que le había
mentido y que por lo tanto se había ido al bando de los enemigos. El médico "malo"
con el cual se quiere pelear, representa a su papá malo de quien teme que le reduzca
a la impotencia y le corte el pene.
Richard está de acuerdo con esto. Luego sigue hablando de cuando, a los cinco años,
le sacaron las amígdalas, y dice que también entonces lo horrible fue el éter que
le dieron. Comenta que quedó enfermo bastante tiempo después de la operación. Habla
de su "tercera operación" hecha a los siete años y medio, en la cual le dieron una
vez más éter para sacarle varios dientes. (Todo el tiempo habla en forma muy dramática,
evidentemente gozando con su relato. No cabe duda de que poder quejarse, expresar
sus sentimientos y ansiedades, y saber que M.K. le está escuchando con simpatía
e interés, le trae un gran consuelo.)
Tras todo esto, empieza otra vez a explorar el cuarto y dirige su atención al "lindo"
petirrojo de la tarjeta que está clavada en el biombo. Pregunta a M.K. si a ella
le gusta, y luego encuentra otra más en la que también hay un petirrojo, pero dice
que ésta no es tan linda.
M.K. le indica que el primer petirrojo, que le gusta más, tiene la cabeza erecta,
y representa a su pene no dañado, mientras que el segundo la tiene colgando, y simboliza
al pene herido. Le dice además que desea exhibir su pene ante ella que ahora representa
a la niñera buena que le quiso y le protegió y que quisiera que le gustase, pues
así lograría convencerse de que no está dañado.
Richard menciona ahora a sus dos canarios, a los que quiere mucho. Dice que a menudo
hablan entre sí en forma enojada y que está seguro de que se están peleando... Luego
descubre un cuadro que representa a dos perros y se interesa al notar que, aunque
son de la misma raza, existen algunas diferencias entre los dos; tras lo cual señala
el cuadro de los tres perros que antes le había gustado (cuarta sesión), y vuelve
a admirar al cachorro que está en el medio.
M.K. le interpreta que le interesa saber la diferencia que hay entre sus padres
y entre los órganos genitales de ambos. El cachorro del medio es él mismo que quiere
separar a sus padres cuando están en la cama, en parte por celos, y en parte por
temor a que se unan en contra de él, pues así sintió que lo hacían durante su operación,
y cuando M.K. y su madre hablaron acerca de él. Le indica que parece tener mucho
miedo de que se peleen y que quiere saber la razón por la que discuten; quizá tema
él ser el causante de las peleas.
(Otra vez en esta sesión me faltan las notas sobre el final de la hora).
Notas de la sesión número seis.
I. Por regla general, el analista encuentra el fundamento de su primera interpretación
en el material nuevo que surge en cada sesión; pero si la ansiedad es tan aguda
que el paciente no puede expresarla, es necesaria una interpretación que se refiera
a la sesión o sesiones anteriores. En el presente caso, la clave de la angustia
prevalente en el momento actual, estaba en la insistencia de Richard para que su
madre le acompañara hasta el cuarto de juegos, y por el silencio inicial, que fue
más largo de lo común.
II. Es frecuente que en los análisis, el niño acuse a su madre de provocar en él
deseos sexuales y de seducirle. Esta acusación tiene como fundamento la experiencia
real de los cuidados físicos maternos efectuados durante la primera infancia, los
cuales implican, entre otras cosas, el manipuleo y con ello la estimulación del
genital del niño. En algunos casos un cierto grado de seducción inconsciente o aun
consciente, llega verdaderamente a realizarse en las relaciones de las madres con
sus hijos, pero creo, sin embargo, que es importante tener en cuenta y analizar
debidamente, la proyección que hace el niño sobre su madre de sus propios apetitos
sexuales, y de los deseos que él mismo tiene de seducirla.
III. Esto nos lleva a un punto vital de la técnica del análisis de niños. Al hacer
referencia a una información de importancia dada por la madre de Richard, estaba
ya segura de que éste tenía conocimiento de que yo había hablado de él con su madre.
Es más, aunque demasiado asustado para preguntármelo, es evidente que el niño sentía
curiosidad por saber lo que se había dicho y desconfiaba de toda la conversación.
Por ello, aunque al relatarle yo lo acontecido no logro aliviar del todo las dudas
que le provoca mi contacto con la madre, es bien evidente al alivio que siente al
oírme. (Lograr un alivio total no es posible con un niño tan desconfiado como éste,
ni posiblemente con ninguno.) Podemos estar seguros de que cualquier niño a quien
se lleva a tratamiento, sabe que se ha dado de él cierto grado de información, y
por ello resulta conveniente referirse a ello en el momento oportuno. En la sesión
anterior a ésta surgió en primer término cierto grado de angustia de castración,
cosa que vuelve a ocurrir en ésta, en forma muy aguda. Por todo ello, tanto el temor
a la castración provocado por la operación, como la desconfianza del niño hacia
su madre, formaron parte del material total, y me pareció esencial traer el tema
en este determinado momento.
Aunque a veces el analista puede hacer referencia a los informes dados por los padres,
como, por ejemplo, en los casos de enfermedades u otros hechos importantes, esto
debe constituir una excepción en el análisis. El analista debe encontrar su propio
material en el mismo niño, y aunque a veces le pueda ayudar a hacer una interpretación
más completa el estar en contacto con la madre y conocer por ella los cambios que
se van operando en el paciente o cualquier otro dato relativo al niño, el abuso
de estas conversaciones incrementa los sentimientos persecutorios del mismo.
SESION NUMERO SIETE (Lunes)
Richard parece muy contento de ver a M.K. Comenta que el fin de semana le ha parecido
muy corto y que es como si acabara de separarse de ella. Dice que M.K. estuvo siempre
"presente" en él, como si hubiera estado mirando una fotografía suya. (Sin duda
quiere decir que ha pensado mucho en ella.) Cuenta con gran detalle de todo lo que
le ha pasado mientras ha estado afuera, comentando que ha sido un fin de semana
feliz (nota 1). Sin embargo ha habido una tragedia; al venir hacia la casa de M.K.,
al bajar los escalones del hotel, se ha torcido el tobillo... Pide luego, a la analista,
que le mire el traje nuevo; ¿no le parece que el color de los calcetines va muy
bien con é1? Sintiéndose comunicativo, comenta que hay una cosa que a menudo le
preocupa: resultar ser un tonto, y no servir para nada.
M.K. interpreta que el haberse torcido el tobillo camino de su casa expresa el temor
a dañarse el genital si se cumplen sus deseos de ser hombre y de introducirlo en
el de M.K. Al mostrarle el traje nuevo y los calcetines, le está indicando las ganas
que tiene de exhibir su pene para que ella lo admire; pero esto le hace temer a
su vez no servir para nada (ser tonto), y no llegar a tener nunca el genital adulto
y valioso que desea.
Algo después, Richard pregunta si la estufa eléctrica pertenece a M.K. Se da cuenta
por primera vez que una de las barras está rota... Luego relata que el primero en
ir a encontrarle cuando llegó a su casa fue Bobby, que le hizo un gran recibimiento.
Aunque no, en realidad fue papá el que le saludó primero. Papá pareció sorprendido
-no, no quiso decir eso-, quiso decir que papá pareció contento al verle. Los canarios
no estaban bien; tenían un aspecto enfermo y se estaban quedando calvos. Al jugar
con su arco y sus flechas, ocurrió que una flecha golpeó a papá levemente en la
cabeza, pero no le hirió y papá no se enfadó.
M.K. interpreta que duda del cariño de su papá y que le teme, porque él mismo le
quiere matar. Por eso, aunque queriendo decir que papá estaba contento de verle,
ha dicho otra cosa: que papá quedo sorprendido al verle, como si no lo hubiera estado
esperando.
En realidad la "sorpresa" significa un sentimiento mucho más intenso: la creencia
de que su papá no quería que fuera a casa, lo cual se debe a que se da cuenta de
que, inconscientemente, siente hostilidad hacia él. Refiriéndose a la calvicie de
los canarios, M.K. le pregunta si su padre también se está quedando calvo. Richard
contesta que sí.
M.K. interpreta entonces, que si ha mencionado a sus pajaritos es porque cree haber
enfermado a su papá, y haberle dañado el órgano sexual y la cabeza, con sus celos
y con el deseo de quitarle el sitio que ocupa en la relación con su mamá. A causa
de todo esto, teme que su padre se vengue; cuando en la sesión anterior se refirió
al médico malo que le dañó el pene o que se lo quería destruir o quitar, estaba
con ello expresando las cosas que teme que su padre le haga. El barrote roto de
la estufa, del que sólo hoy se ha percibido, simboliza a su pene, mientras que el
fuego, los órganos genitales de M.K. o de su mamá. La necesidad que tiene de que
M.K. admire el traje y los calcetines que lleva puestos y de ser querido por ella,
es muy grande, debido al miedo de que su papá le castigue o ataque si se entera
de que desea a mamá, y si descubre a su pene dentro del órgano genital de la misma.
Richard está mirando el mapa. Comenta que los partes de guerra son buenos, pues
han sido derribados muchos aviones alemanes. ¡Qué forma rara tiene Rumania! Es un
país muy "solitario". Mira entonces el mapa cabeza abajo (agachándose para hacerlo),
dice que "no puede entender nada" y repite otra vez que así no parece ser correcto,
sino que está todo mezclado. Incorporándose, señala a Brest y dice que su papá le
dijo un chiste: algo sobre que los alemanes iban ahora a atacar las piernas tras
haber empezado con el pecho* * . Señala luego varias ciudades del continente, tras
lo cual echa una mirada al cuarto y se entusiasma al descubrir en él cosas en las
que antes no había reparado, tales como la segunda puerta, muchas más fotos y tarjetas
postales y una buena cantidad de banquitos (nota II). Mira de nuevo el zapato de
porcelana y luego encuentra un almanaque ilustrado. En él admira sobre todo una
de las fotografías, que representa a dos montañas, pero dice que en cambio hay otra
que no le gusta, y abandona el tema.
M.K. le pregunta la causa por la que no le gusta.
Richard (tras dudar un momento) dice que el color marrón que tiene (sepia) da al
campo un aspecto feo. Levanta entonces el reloj de M.K.:, que es de cuero marrón,
lo manipula, lo pone de tal manera que queda con la parte de atrás hacia donde están
él y M.K., y se ríe de buena gana, mientras comenta que así parece muy raro.
M.K. interpreta que se está riendo de la parte marrón de atrás del reloj, porque
lo ha asociado con "lo grande". Sugiere que si no le gusta el cuadro donde todo
está de este color, es porque deja a M.K., o mejor dicho, a mamá (el campo), toda
sucia y fea. Pero al mismo tiempo le parece gracioso y por ello se ríe de "lo grande"
y del "trasero" de M.K.
Richard está de acuerdo con que la parte de atrás del reloj representa el trasero
de M.K.
M.K. interpreta que siente curiosidad por explorar dentro de su cuerpo y del de
su mamá. La solitaria Rumania, atacada y en peligro, y las ciudades conquistadas
del continente representan ahora a ella y a su madre dañadas las dos. Papá, al hacer
el chiste sobre Brest, simboliza al vagabundo malo y a los alemanes, que atacan
el pecho de mamá y su cuerpo, mientras que la admiración que él siente por las dos
montañas expresa el cariño que tiene a esos pechos y el deseo de que no les pase
nada malo. Por otra parte, darse cuenta de la existencia de tantas cosas nuevas
en el cuarto de juegos, se debe a la mayor conciencia que tiene del deseo de meter
su genital en el cuerpo de mamá y de explorar su interior con él, aunque al mismo
tiempo protesta por el color marrón que afea el campo, lo cual es una expresión
de la angustia que siente por "lo grande" que puede haber dentro de M.K. -la parte
de atrás del reloj-, a pesar de que también le haga gracia.
Richard entonces habla sobre poesía, refiriéndose en especial a "The Daffodils"
(Los narcisos) de Wordsworth. Luego se queda admirando otro cuadro que representa
una gran torre, en un paisaje iluminado por el sol.
M.K. interpreta que esos niños a los que teme, representan ahora a su padre metido
dentro del cuerpo de su madre, y que la admiración que siente por este cuadro tan
soleado, indica el deseo que tiene de ver a sus padres unidos en forma feliz (nota
III). (El elemento maníaco de la excitación de Richard cuando admira la belleza
de la naturaleza, es muy marcado.)
Richard pregunta a M.K. si va a volver a ir al pueblo (lo cual significa poderla
acompañar durante un trecho del camino), y admite que quiere que le proteja de los
niños que pueda encontrar en la calle.
M.K. interpreta que esos niños a los que teme, representan ahora a su papá o a su
pene peligroso, y que está pidiendo a su mamá que le proteja de él.
Richard, que tiene un aire preocupado y parece no estar atendiendo, mira el reloj.
M.K. le pregunta si lo hace porque se quiere ir.
Richard dice que si, pero que no lo va a hacer hasta que no se acabe la hora; tras
lo cual se va a orinar.
M.K. le interpreta, cuando vuelve, que tiene miedo de los peligros a que le llevaría
tener relaciones sexuales con ella. Además, se ha ido a orinar, para asegurarse
de que su órgano genital sigue intacto.
Richard empieza a mirar otra vez a su alrededor y al encontrar la fotografía de
un hombre y una mujer que están de uniforme, dice que parecen ser importantes. Tiene
un aire de contento y muestra interés por ellos.
M.K. interpreta el interés que tiene por preservar la felicidad y la autoridad de
sus padres. Ha querido irse cuando se asustó de los deseos hacia M.K.; al mismo
tiempo, ha pedido a ésta que le proteja del papá o del pene de éste, que le puede
atacar, indicando con todo ello que está oscilando entre el deseo de quedarse con
ella y de dejarla.
Notas de la sesión número siete.
I. Esta es una de las maneras en que los pacientes pueden expresar el sentimiento
inconsciente de haber internalizado al analista. Existen también otras maneras de
hacerlo. Un paciente, por ejemplo, me dijo que en un intervalo en el que estuvo
separado de mí, sintió todo el tiempo como si yo hubiera estado suspendida sobre
él. Aunque parezca contradictorio que el mismo paciente me diera al mismo tiempo
una descripción detallada de todo lo que hiciera durante dicha separación (o en
los intervalos de una sesión a otra), usó esta expresión como para tratar de correlacionar
la situación interna con la externa, es decir, de establecer el nexo que existe
entre el analista como figura interna y como figura externa. En la medida en que
el paciente siente que el analista es una parte interna suya, cree que comparte
su misma vida y que, por lo tanto, deben los dos tener conocimiento de los pensamientos
y experiencias del otro. Pero cuando se enfrenta otra vez con la figura real del
mismo y tiene que reconocer que se trata de una figura externa, él siente la discrepancia
que hay entre lo que desea y lo verdadero, y mediante su relato detallado de lo
que ha estado haciendo, trata de juntar las dos situaciones (interna y externa).
II. Tanto en el análisis de niños como en el de adultos, el que el paciente empiece
a ver detalles del consultorio o de la apariencia del analista que antes habían
pasado inadvertidos, constituye una señal de progreso y de fortalecimiento de la
transferencia. A menudo, el analista puede analizar las razones emocionales por
las cuales algunos objetos particulares escaparon a la atención de su paciente.
A veces, la incapacidad de ver cosas que incluso pueden ser grandes y evidentes,
constituye un ejemplo de cómo toda la capacidad perceptiva en general puede ser
inhibida por razones inconscientes.
III. Aquí vemos que se ha producido una modificación respecto a las sesiones en
las que fue vivenciado e interpretado el deseo activo de Richard de castrar a su
padre y el temor de ser castrado a su vez por el todo lo cual implica tener miedo
del genital malo de éste, pues es vivido como peligroso tanto para el propio niño
como para su madre. El análisis de tales temores es seguido, a menudo, de la aparición,
a un primer plano, del sentimiento opuesto: la admiración por el genital y la potencia
del padre, y el deseo de verle unido a la madre. Mediante el análisis de la desconfianza
y de la ansiedad que el niño siente hacia los dos, y en particular hacia su vida
sexual, pueden librarse de la represión una serie de sentimientos positivos, tales
como el deseo de repararlos y de unirlos para que sean felices.
SESION NUMERO OCHO (Martes)
Richard está muy preocupado por los niños que pasan delante de la casa, pero dice
que se siente protegido por M.K. Al venir ha tropezado con uno en la esquina, que
tenía un aspecto muy poco amistoso. También se ha dañado la pierna camino del consultorio,
y le sangra un poquito. Parece estar en un constante acecho y muy tenso, mientras
mira hacia la calle. Señala a M.K. la cabeza de un caballo que está en la esquina
(se trata de un caballo atado a un carro, pero el cuerpo del animal queda fuera
de la vista), la mira repetidamente con aire asustado; de vez en cuando dirige también
la mirada al mapa de la pared. Pregunta a M.K. sobre qué país pueden hablar: Portugal
es muy pequeño. Otra vez mira el mapa cabeza abajo y dice que le gustaría la forma
de Europa si no incluyera a Turquía ni a Rusia. Parecen fuera de sitio, "hacen un
bulto" y son demasiado grandes. Además son dudosos y nunca se sabe qué es lo que
van a hacer, especialmente Rusia.
M K. interpreta que el bulto de Turquía, la cabeza del caballo a la vuelta de la
esquina y el niño hostil con el que se encontró, representan el órgano sexual de
su papá, grande y asustador, metido dentro del cuerpo de mamá. Le recuerda que ayer
se refirió al mapa comparándolo con el cuerpo de una mujer, y que le contó el chiste,
que hizo su papá, de que tras el ataque a los pechos se iba a llevar a cabo un ataque
a las piernas. De la misma manera siente Richard que es peligroso para mamá y que
durante las relaciones sexuales, la ataca. Cuando están juntos, mezclados, no correctos,
con el órgano de papá mezclado con mamá, duda sobre si mamá sigue siendo amiga suya
o si toma el lado de papá y se pone en contra de él. A esto se refiere cuando habla
de la actitud dudosa de Rusia.
Richard trata de ver dónde queda la cabeza de M.K. en el mapa, resultando evidente
que ha aceptado la interpretación de que el mapa representa el cuerpo de ésta y
el de su madre. De repente pregunta dónde ha dejado su gorra; la encuentra en un
estante y la sujeta con
Fuerza. Pregunta si puede mirar el reloj, lo abre y hace sonar la campanilla de
alarma. Cuando lo vuelve a colocar en la mesa, pone sobre él la gorra que tenía
sujeta entre las rodillas, al hacer su inspección, y dice que lo ha hecho accidentalmente.
Comenta que le gusta el reloj, lo coge, y lo toca levemente con los labios. Luego
vuelve a mirar el mapa cabeza abajo, comentando que "no lo entiende" de esa manera.
M.K. interpreta que siente amor y deseo hacia ella (el reloj) y que quiere inspeccionar
su cuerpo y poner la gorra, que representa su pene, dentro de su órgano genital.
Pero tiene miedo al bulto que hace Turquía, el cual representa al señor K. cuando
tiene relaciones sexuales con M.K. (papá y mamá). Además no entiende bien qué son
las relaciones sexuales, cómo se mezclan papá y mamá, y qué le pasa al pene una
vez que se mete dentro de la mujer.
Richard pregunta si se quedan pegados como los hermanos siameses, agregando que
debe ser terrible para estos mellizos no poderse separar jamás.
M.K. interpreta que siente angustia ante las relaciones sexuales de sus padres y
también miedo por el peligro en que él mismo se colocaría, de meter su órgano sexual
dentro del de ella. Teme no poderlo volver a sacar, siendo ésta la causa por la
que quiso irse corriendo ayer.
Richard decide que ahora va a hablar sobre Gran Bretaña, y se pone a marcar en el
mapa un viaje a Londres, que le parece precioso. Después sigue señalando una travesía
del Mediterráneo en crucero hasta llegar a Gibraltar y a Suez, el que le parece
que debe ser muy bello (aunque otra vez tiene una modalidad maníaca, como la que
siempre adquiere cuando se despierta su apreciación por lo bello, resulta evidente,
sin embargo, la depresión sobre la que se basa el elemento maníaco).
M.K. interpreta que el "precioso" crucero es una exploración por su cuerpo y por
el de su mamá, pero que comprende a países que están en un serio peligro debido
a la guerra. De esta manera está tratando de negar el miedo que tiene a esos peligros
y a los que implican las relaciones sexuales, excitantes pero peligrosas.
Richard interrumpe a M.K. para preguntarle si le importa que ponga los pies sobre
el barrote de su silla.
M.K. interpreta que la silla simboliza su órgano sexual y los pies de Richard su
pene, y que está pidiéndole permiso para tener deseos sexuales, aunque éstos no
puedan ser llevados a la práctica (nota 1).
Richard se refiere otra vez a Turquía y pregunta si puede levantar el zapato de
porcelana. Saca de dentro la goma y la vuelve a meter.
Después sigue explorando la habitación. Sobre un estante encuentra unos sobres con
fotos, y los cuenta; dice que hay muchas.
M.K. interpreta que la exploración que está haciendo es de su cuerpo, y las muchas
fotos, los bebés que cree que éste contiene.
Richard se dirige entonces a la cocina y mira dentro del horno, decidiendo que no
está limpio. Tras oler una botella de tinta, dice que se trata de una "sustancia
muy olorosa". De vuelta en el cuarto, mira el reloj y repite que le gusta mucho.
Lo mira desde atrás, se ríe y dice que es muy gracioso.
M.K. asocia el desagrado que siente por la "sustancia olorosa" con el que siente
hacia "lo grande" que cree que hay dentro de su cuerpo junto con los bebés. Le recuerda
que el día anterior no quiso mirar uno de los cuadros del calendario, porque el
campo estaba estropeado por el color marrón, y que la parte de atrás del reloj le
había recordado su "trasero".
Richard parece preocupado y mira la hora que es. Cuando M.K. le sugiere que quizá
quiera irse, dice que sí, pero no se va a escapar; cree que el trabajo que hace
con ella le está haciendo bien, pues ha tenido mucho menos miedo durante el fin
de semana. Entonces se va a orinar y cuando vuelve, pregunta cuánto tiempo va a
durar el tratamiento.
M.K. interpreta que no sólo teme a su trasero, y a "lo grande" que hay en ella,
como si se tratara de cosas malas y peligrosas, sino que también se asusta de su
propia orina y materia fecal a las que también cree malas. Por ello se ha ido a
orinar, en el mismo momento en que ella le recordaba el temor que surgió, en sesiones
anteriores, ante lo que le pasaría a su órgano genital de quedarse él solo con ella
y tener relaciones sexuales. Su pene podría en ese caso quedar dañado, mientras
que además el hombre malo relacionado con M.K., y el vagabundo-papá, le podrían
atacar.
Richard empieza ahora a hacer muchas preguntas: ¿cuántos pacientes tiene M.K. y
cuántos solía tener?; ¿qué es lo que le pasa a John?... y mientras habla, enciende
y apaga la estufa eléctrica.
M.K. contesta que no puede contar cosas de sus otros pacientes, así como tampoco
cuenta a éstos las cosas de él. (Aunque Richard comprende este argumento, parece
contrariado con la respuesta.) M.K. interpreta entonces los celos que tiene de sus
otros enfermos, y el miedo a ellos, ya que representan a su marido y a sus hijos.
Se refiere al niño de la esquina, a la cabeza del caballo y al bulto hecho por Turquía,
y sugiere que todo ello representa el miedo que tiene al genital malo de su papá,
que está dentro de mamá (el señor K. dentro de M.K.) y el deseo de destruir a su
padre por miedo y por celos. Este papá malo, que se mete dentro de mamá, la daña
o la convierte también en mala, pero si Richard le ataca cuando está dentro de ella,
cosa que está expresando al apagar el fuego, mamá también se puede morir; por ello
enciende y apaga repetidas veces, sin saber bien qué hacer. Todas estas dudas y
ansiedades le hacen dudar también de la tarea que está llevando a cabo con M.K.
(Durante varias de las interpretaciones, y en particular en las referentes a la
angustia de castración, Richard presenta un aspecto dolorido y asustado, y parece
no oír. Aunque en la sesión anterior ocurrió lo mismo, esta vez cada interpretación
ha sido seguida por una exploración mayor del cuarto y por una evidente disminución
de la ansiedad. Esto se ve, por ejemplo, cuando en seguida de formulada la interpretación
sobre la cabeza del caballo, vuelve a mirar a la calle, dice que el carro se ha
movido, y que el animal está más cerca y parece bastante lindo.)
Nota de la sesión número ocho.
1. Aunque no siempre me refiera a ello en forma específica, también en otras ocasiones
obtuvo Richard un evidente alivio al levantarse la represión de sus fantasías y
poder expresarlas en forma simbólica. En su juego habitual, aunque el niño permanece
inconsciente del contenido incestuoso y agresivo de sus fantasías e impulsos, experimenta,
sin embargo, un alivio al poderlos expresar simbólicamente, siendo éste uno de los
factores por el cual el juego es tan importante para el desarrollo infantil. En
el análisis, debemos tratar de ganar acceso a fantasías y deseos muy profundamente
reprimidos, y ayudarle así a que tome conciencia de los mismos. Es importante que
el analista pueda transmitir a su paciente el sentido de sus fantasías, estén éstas
muy reprimidas o cerca de la conciencia, y poderlas verbalizar. Mi experiencia me
ha demostrado que al hacerlo llenamos las necesidades inconscientes del niño, y
creo que no es correcto suponer que hagamos daño a él o a las relaciones que mantiene
con sus padres, al traducir, como si dijéramos a un lenguaje concreto, deseos incestuosos
y agresivos que siente en forma inconsciente.
SESION NUMERO NUEVE (Miércoles)
Richard y M.K. se encuentran en la calle, cerca del consultorio. Por un contratiempo,
M.K. no tiene la llave y los dos se vuelven a buscarla. Richard está sin duda turbado
y preocupado por esto, aunque nada dice. Comenta, sin embargo, que los cuervos hacen
mucho ruido y que "parecen asustados". También pregunta si M.K. le completará los
minutos de la sesión que están perdiendo al ir a buscar la llave.
M.K. interpreta que los cuervos lo representan a él, que está asustado, no sólo
por la pérdida de tiempo que efectivamente le va a suponer, sino también porque
ya no siente la seguridad de encontrar siempre el cuarto de juegos listo y a ella
esperándole y preparada.
Richard contesta que tiene una "pregunta importante" para hacerle cuando vuelvan
al consultorio; pero luego la formula directamente: ¿puede M.K. ayudarle a no tener
sueños?
M.K. le pregunta por qué no quiere soñar ni hacerle la pregunta ahora.
Richard le explica entonces que sus sueños son siempre asustadores o desagradables,
y agrega que teme que le oigan si habla ahora, sobre todo los chicos de la calle.
En efecto, todo el tiempo habla en susurros a pesar de que en la calle no hay casi
nadie...
De vuelta en el cuarto de juegos, relata algunos sueños. Uno de ellos se refiere
a que la reina de Alicia en el país de las maravillas le da éter; otro a un transporte
de tropas alemán que se derrumba cerca de él, sueño que a su vez le recuerda a otro
que soñó hace mucho tiempo. Un auto, de aspecto "viejo, negro y desierto", cubierto
con chapas de patente, llega hasta donde está él y se detiene a sus pies. (Mientras
cuenta los sueños apaga y enciende la estufa eléctrica.)
M.K. interpreta que la estufa queda negra cuando se la apaga y que entonces puede
parecerle como si estuviera muerta. En el sueño, el auto viejo, negro y desierto,
parece también estar muerto.
Richard indica entonces que cada vez que enciende el fuego se mueve algo rojo por
dentro. (Se refiere a la vibración tras la pantalla de metal.)
M.K. interpreta que el fuego es su mamá y que Richard cree que dentro de ella hay
algo que se mueve y que él quiere detener. Si lo ataca, cosa que cree hacer cuando
apaga el fuego, entonces también mamá se queda vieja, negra y desierta como el auto
del sueño. Ahora también teme por M.K. El transporte de soldados la representa a
mamá con el Hitler-papá adentro. La reina de Alicia en el país de las maravillas,
que le da éter, también simboliza a su madre mala y a su papá. Cuando fue operado
mamá se convirtió en una mamá mala por no decirle la verdad, pensando entonces en
que se había unido con el doctor malo (nota 1). La reina de Alicia en el país de
las maravillas se dedicaba a cortar la cabeza a la gente y por lo tanto representa
a estos padres peligrosos que le cortaban el pene tras haberle dejado inconsciente
con el éter. Cuando Richard quiere ahora apagar el fuego de la estufa, quiere atacar
o destruir al hombre malo que hay dentro de M.K. y al papá malo de dentro de mamá.
Se ha referido una vez a la cantidad de enemigos malos que pensó que había durante
su operación, y contar esto le ayudó a tener menos miedo. Por lo tanto, M.K. también
representa a la niñera buena, que fue la única persona que él creyó que le protegería
en aquella ocasión. (Véase sesión seis.)
Richard elige un país del mapa para hablar de él. Dice que quiere pegar a Hitler
y atacar a Alemania. Entonces decide "elegir" a Francia en lugar de ésta, y se pone
a hablar de este país que ha traicionado a Inglaterra, pero quizás sin poder remediarlo,
comentando que Francia le da pena.
M.K. contesta que tiene en la mente a muchas clases de mamás: una mamá mala, Alemania,
a quien quiere atacar para destruir a Hitler que contiene adentro, y una mamá herida
y no tan buena, pero a la cual aún quiere, representada por Francia. Cuando piensa
en las dos al mismo tiempo, no puede soportar atacar a Alemania, y se vuelve hacia
Francia, hacia la cual puede permitirse sentir pena, Alemania (o mejor dicho, Austria),
también representa a M.K., que ha sido invadida por Hitler (nota II). [Síntesis
de los aspectos disociados del objeto, culpa correspondiente y ansiedad depresiva.]
Richard vuelve a explorar el cuarto como en las sesiones anteriores. Levanta algunos
libros, pero sin interés, y como perdido en sus pensamientos... Menciona a una niña
fea con dientes salidos que vive en su mismo hotel, y dice que la odia. Parece preocupado
y deprimido.
M.K. interpreta que odia a esa niña porque le representa a él cuando tiene ganas
de atacar con mordiscos. Le ha contado ya (cuarta sesión), que una vez mordió a
su niñera y a Bobby y que rechina los dientes cuando está enfadado. Ahora teme que
al explorar el cuerpo de su mamá, representado por el cuarto, le entren ganas de
mordería y comérsela a ella y a las cosas que contiene: bebés y el genital de su
papá. También el cuarto representa a M.K. a quien también querría explorar y atacar
de la misma manera....
M.K. se refiere luego al deseo que una vez expresara, de que su madre tuviera "muchos
bebés" (sesiones cuatro y cinco), pero al mismo tiempo hablan aparecido entonces
los celos que sentía de su hermano Paul. Cuando tiene celos de los bebés que pueden
salir del cuerpo de mamá, desea atacarles y a ella también. Pero entonces piensa
que se convertiría en la estufa negra donde nada se podría ya mover, y en el coche
"viejo, negro y desierto" lleno de chapas de patentes que representan a los bebés
muertos. Esto haría que la "cantidad de bebés" que hacia que el cuarto fuera lindo
(los cuadros que representan a los perritos) se convirtieran en bebés muertos. En
la primera sesión habló a menudo de sentirse "abandonado" durante la noche, y ahora
se ha referido, en iguales términos, al auto "desierto". Si el auto, que representa
a mamá, se muriera, también él se sentiría abandonado y muerto. Si hoy no encuentra
placer en explorar la habitación, es por la fuerza con que han surgido todas esas
ansiedades.
Richard pregunta de nuevo a M.K. si le va a hacer quedar más tiempo, ya que han
empezado más tarde.
M.K. repite que así va a ser, pero le interpreta que desde el principio de la sesión,
el miedo a perder parte de la hora con ella, se debe al temor que tiene de que ella
y su mamá se mueran como consecuencia de sus ataques destructivos, o por lo que
él les pueda hacer en el futuro con su voracidad y sus celos.
Richard empieza de nuevo a explorar, deteniéndose en particular ante unos banquitos.
Comenta que tienen polvo y los sacude para limpiarlos. Después busca una escoba
y empieza a barrer el cuarto.
M.K. interpreta que está tratando de arreglar a los bebés de dentro del cuerpo de
su mamá (los banquitos), y que puede temer que estos bebés sean tan sucios y voraces
como él mismo siente que es. También los bebés del vientre de mamá están representados
por los niños hostiles de la calle, a los que tanto miedo tiene. Cuando sacude los
banquitos, está atacando, al mismo tiempo, a los bebés malos.
Richard se va a orinar. Luego da una razón trivial por la cual dice que quiere irse
puntualmente a pesar de que M.K. esté dispuesta a darle más tiempo. Pero le hace
prometer que otro día le repondrá el tiempo perdido hoy.
M.K. interpreta que no quiere tomar demasiado de su tiempo por temor a comérsela
con su voracidad.
Richard sale al jardín y pide a M.K. que le acompañe; goza plenamente del sol y
del "hermoso campo" y dice que se siente feliz (nota III).
M.K. sugiere que ahora está menos asustado de los bebés malos del vientre de su
mamá y de M.K., y que por eso puede gozar con el lado bueno de las dos, ahora representado
por el "hermoso campo". Pero que, además, le gusta mirar los hermosos alrededores,
por cuanto le ayudan a no sentir miedo de todo lo malo y peligroso que hay dentro
de ellas. [Defensa maníaca.]
Notas de la sesión número nueve.
1. Se ha discutido a menudo si se debe o no poner de manifiesto, durante el análisis
de niños, las críticas de éstos hacia sus padres, que estuvieran reprimidas o inhibidas.
Desde el comienzo de mi trabajo he llegado a la conclusión de que es muy importante
permitir la manifestación de toda crítica, sea ésta justificada o no. Las razones
son fáciles de comprender. Para el análisis, es muy importante romper la represión
de los sentimientos hostiles; además, toda relación hecha de una idealización, es
insegura. Cuando al niño le es permitido ver a sus padres bajo una luz mas realista,
se disminuye la idealización, y puede establecerse una mayor tolerancia. Las criticas
inconscientes tienden a producir exageraciones fantásticas, tales como la que se
dio cuando la madre de Richard le mintió con respecto a la operación, llevando al
niño entonces a fantasear que era la reina de Alicia en el país de las maravillas,
quien no sólo le daba éter sino que, como cuenta la historia, mandaba cortar la
cabeza a todo el mundo. No se pueden analizar a fondo estas fantasías, si no se
permite que surja el resentimiento real que el niño siente hacia sus padres. De
hecho, encuentro que cada vez que se analizan las críticas y las fantasías de resentimiento
ligadas a ellas, las relaciones entre los niños y sus padres mejoran considerablemente.
II. El conflicto entre atacar o conservar la vida de la persona amada, expresado
aquí en relación con los países del mapa y en el encender y apagar la estufa, constituye
la raíz de la posición depresiva infantil Estas ansiedades surgen por primera vez
en el bebé en la relación con su madre (con su pecho), tanto tomándolo como objeto
externo como internalizado, y tiene después muchas ramificaciones. Existe, por ejemplo,
la urgencia del bebé por destruir al objeto malo contenido dentro del objeto bueno,
con el fin de preservar al objeto mismo, y además para preservarse él, aunque luego,
con tales ataques, siente que el objeto bueno vuelve a quedar en peligro. (Véase
mi "Contribución a la psicogénesis de los estados maníaco-depresivos", 1935)
III. El humor de Richard cambió: completamente como consecuencia de la angustia
surgida durante esta sesión y de las interpretaciones hechas sobre la misma. De
acuerdo con mi experiencia, tales cambios ocurridos durante las sesiones no son
raros, y se deben a qué se pone en juego una defensa maníaca contra la depresión;
pero sin embargo, como resultado de su elaboración y de las interpretaciones, también
se hace operativo un alivio real de la ansiedad, una disminución de la depresión
y el deseo de reparar. Cabe, por lo tanto, hacer una diferencia entre las familiares
fluctuaciones entre estados maníacos y depresivos y viceversa, por un lado, y la
defensa maníaca que surge como paso hacia una creciente capacidad del yo para soportar
la depresión. Estos pasos son inherentes al desarrollo normal, en el cual el bebé
atraviesa por la posición depresiva manejándola de diversas formas; durante el análisis,
es el proceder analítico el que las pone en actividad.
SESION NUMERO DIEZ (Jueves)
Richard llega unos minutos tarde, muy turbado. Cuenta a M.K. que ha estado en su
casa, y que en vez de venir directamente desde el autobús, fue primero al hotel
con su madre, razón por la cual se ha retrasado. (M.K. se da cuenta de que teme
un conflicto entre las dos mujeres.) Dice que ha tenido mucho miedo de los niños
de la calle, y que una niña evacuada, de pelo rojo, le ha preguntado si era italiano.
(Había varios italianos en "X".) Esta pregunta le asusta y preocupa, pues los italianos,
al ser amigos de Hitler, son traidores y malos.
M.K. interpreta el temor a que surja un conflicto entre ella y su madre, y que quizás
ha sentido otras veces que ocurriera lo mismo entre sus padres.
Richard dice que su papá y su mamá nunca se pelean, pero que siempre hubo muchos
líos entre la niñera y la cocinera. (Su madre me había dicho ya que las peleas entre
las dos muchachas, que condujeron a que la primera se fuera de la casa, hablan perturbado
mucho a Richard, y que éste nunca perdonó el incidente final a la cocinera, que
todavía está con ellos.)
Otra vez elige un país; primero dice que va a ser Estonia, pero después dice que
como Estonia es enemiga de los polacos, va a elegir a la "pequeña Letonia" en su
lugar. Entretanto enciende y apaga la estufa eléctrica; luego mira los banquitos
y los sacude para sacarles el polvo.
M.K. interpreta que, aunque sus padres nunca se han peleado, puede sin embargo haberse
preocupado ante la posibilidad de un desacuerdo entre ellos. Este temor le hace
desear aun más tener una hermana o hermano menor (la pequeña Letonia), que le sirvan
de aliados en caso de producirse estas peleas, y le ayuden a unir otra vez a sus
padres. Pero también teme tener hermanas o hermanos enemigos (1a niña pelirroja
que creyó que él era italiano) que le acusen de traicionarles a ellos o a sus padres
cada vez que se siente hostil y celoso. También teme que los bebés de su mamá estén
sucios y la dañen (los banquitos sucios).
Un poco más tarde Richard cuenta a M.K. que cuando empezó la guerra, fue a una escuela
en la que había ratas, y que también las hay en el lavadero de "X". Comenta que
las ratas son odiosas y que envenenan la comida. Continúa luego hablando de Bobby,
que a veces le muerde; en esos casos, él le muerde de vuelta. También habla de "bombardear"
a su perrito... Más tarde expresa que quiere saber cosas de los demás pacientes
de M.K. y conocer todos los secretos; enterarse de lo que M.K. está pensando, y
"horadar" con su mente la suya.
M.K. le repite una vez más que no puede hablarle de sus demás pacientes, e interpreta
que quisiera horadarla con los dientes, y que por eso le preocupa tanto la niña
de los dientes salidos. También quiere horadar a su mamá y encontrar dentro de ella
todos los demás bebés que piensa que guarda en secreto. (Los demás pacientes de
M.K.) Este deseo se hace más fuerte cuando piensa que los bebés pueden ser malos,
como las ratas, y comerse y envenenar a su madre y a ella. También cuando él era
bebé, puede haber deseado horadar el pecho de su mamá, y meterse dentro para devorarlo.
Sugiere, además, M K., que la rata puede también representar el órgano genital de
papá, que él imagina que horada a mamá quedándose luego dentro de ella. Pero si
ataca al papá y a los bebés que están en su cuerpo, todos ellos pueden volverse
en contra de él y devorarlo a su vez. Cuando juega con Bobby, puede morderle en
forma juguetona, es decir, inofensiva, y así se libra de la culpa que siente cuando
piensa en los hermanitos (los bebés de mamá) a quienes querría atacar y que ahora
están representados por Bobby.
Richard coge un calendario ilustrado y lo hojea. Le gusta mucho un barco de guerra
que hay en una de las fotos y lo asocia con un capitán de barco, amigo de sus padres,
por quien siente admiración. De repente muerde el borde de la foto, y tras coger
su gorra, también la muerde.
M.K. interpreta que tiene una buena opinión del capitán, porque éste representa
a papá cuando cuida a mamá, que es el barco de guerra. En este momento la admiración
es muy intensa, porque no quiere pensar en el papá-rata peligroso, y porque cada
vez que teme al papá-malo rata se conforta al pensar en un papá bueno. [Defensa
maníaca.] Además le sugiere que poder admirar el pene fuerte y potente de papá quiere
decir que él no lo ha dañado, y que este papá fuerte puede entonces proteger y ayudar
a mamá. Al mismo tiempo, sin embargo, siente celos y envidia de este órgano tan
potente y lo quiere arrancar con los dientes; por eso acaba de morder el borde de
la foto y la gorra.
Richard se pone muy afectuoso con M.K. Dice que la "quiere muchísimo" Y que es muy
"dulce". Es evidente que la interpretación le ha traído alivio. Entonces pregunta
si puede hoy otra vez esperarla para caminar con ella hasta la esquina; cuando una
vez allá se despide, le dice adiós varias veces.