La agenda que no funcionará para nada…

Por Daniel Brión *

Hace tiempo que estoy pensando que le diría a mis hijos, a mis amigos, a mis compañeros, a los argentinos todos (si pudiera); ¿qué cosa les diría como mensaje de fin de año? ¿Qué deseo para el año que se aproxima? Y así, pensando, de pronto recordé un libro que leí hace ya muchos años, se llama El Espejo Vacío –experiencia en un monasterio zen- y lo escribió un holandés: Janwillem Van de Wetering.

Claro, hace ya más de quince años que practico meditación budista zen y algo de esos conceptos –seguramente- andaba dando vueltas por mi cabeza como pidiéndome darle forma y, así, finalmente, encontrar el mensaje que les quería transmitir.

Cuenta este autor, entre sus experiencias, que luego del período de adiestramiento para los monjes en el Monasterio, fue enviado a la residencia de quién sería su Maestro hasta su definitiva ordenación, en el primer diálogo con el Maestro nace esta pequeña historia:

“… Primero de todo, debemos hacer un programa para ti. Aquí tengo un lápiz y un bloc de notas. Escribe lo que te voy a decir, si no estás de acuerdo, luego lo discutiremos. Ahora veamos. A las tres y media, encontrarse con el Maestro luego de haber meditado primero.

Luego media hora de caminata, es decir que tendrás que levantarte entre las dos y cuarto y las dos y media. Y así fue continuando con el programa. Todo el día fue dividido meticulosamente en períodos calculando hasta el minuto. Consistía en por lo menos tres horas de meditación, aparte de la meditación que debía hacer en el Monasterio todas las tardes. Había tiempo para trabajar el huerto, tiempo para mi clase de japonés, tiempo para las compras (eso también era parte de mis obligaciones) y tiempo para siestas, dos veces al día, durante media hora en mi cuarto.

Después de unos cambios menores, llegamos a un programa diario definitivo, me pidió que lo escribiera con cuidado en un pedazo de papel, me dio cuatro alfileres de dibujo para que lo pusiera en la puerta de mi cuarto y, entonces, el Maestro me dijo: -Ahora presta atención porque lo que voy a decir puede sorprenderte porque eres un espíritu simple. Este programa no va a funcionar para nada. No habrá un solo día que en esta casa se siga al pie de la letra la rutina que acabamos de inventar. Y es lógico que así sea porque no hemos dejado tiempo para los imprevistos-.

-Puede ser que tengamos que hacer o recibir visitas o hasta que estemos tan atareados en el jardín que decidamos continuar o puede suceder que tú, debido a que yo no voy a estar todo el tiempo supervisándote, cambies todo el programa haciendo una siesta extra o pasando una hora secreta de lectura. Pero cuando de pronto te despiertes y recuerdes tu deber y te des cuenta de que estás tomando parte de un entrenamiento que se supone debe llevarte a algún sitio, puedes entonces ir a tu diagrama y lo único que deberás hacer es mirar tu reloj y una vez que sepas la hora, encontrarás la tarea correcta en tu agenda y entonces harás lo deberías estar haciendo. ¿Te das cuenta? ¿Me comprendes?-

De eso se trata, ahora que estamos por iniciar el año fijemos las metas que pensemos estar aptos para desarrollar o cumplir durante este año 2012, anotémoslas en nuestra agenda, día por día, mes por mes, todo aquello en que pensamos que podremos cumplir o que querríamos realizar, anotémoslo. Seguramente en el devenir del año surgirán mil imprevistos, agregaremos tareas impensadas, pero en esos momentos en que nos quedamos sentados, pensando que no hay nada más que hacer, entonces, como este discípulo hizo, aconsejado por su Maestro, solo miremos ¿que habíamos planeado hacer y aún no lo estemos haciendo?, será fácil así encontrar como continuar generando.

Que mejor deseo puedo enviarles, creo que desearles que hagan una agenda que seguramente no funcionará para nada es lo mejor que puedo desearles, eso sí, cuando piensen que ya no hay nada que hacer, abran la agenda y sólo lean que deberían estar haciendo.

Un fuerte abrazo a todos, por un 2012 pleno de realizaciones.


* Presidente del IMPEU, Instituto por la Memoria del Pueblo, hijo de Mario Brión, fusilado en los basurales de José León Suárez en 1956 por la revolución fusiladora, autor de "El presidente duerme", libro que narra aquellos sucesos.

23/12/11


VOLVER A NOTAS DE TAPA

Dattatec.com - Su hosting hecho simple