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Los
años “30” y el Pensamiento Nacional
Por Francisco José Pestanha
El año 1930 puede establecerse sin lugar a dudas como un hito elocuente para
comprender el desarrollo de esta matriz de pensamiento que, como ya sostuvimos
en numerosas oportunidades, encuentra raíces ancestrales en nuestra región.
El derrocamiento del gobierno constitucional de don Hipólito Yrigoyen no solo
iniciará una larga etapa de presencia política de la fuerzas armadas, en
especial del ejercito en el poder, sino que coincidirá con una paulatina y
ascendente conflictividad con el Reino Unido de Gran Bretaña, experiencia
imperial surgida al calor de la Revolución Industrial, con la que la Argentina
mantuvo durante más de siete décadas, al decir de numerosos autores una relación
de tipo semicolonial1. Surgirá entonces una vigorosa y activa militancia
nacionalista (aunque este fenómeno puede extenderse hacia principios del siglo
XX), que se expresará no solamente en el campo del pensamiento sino también en
la historiografía.
La vertiente nacionalista presentará rasgos sumamente peculiares y
diversificados, destacando la circunstancia no menor que alguna de sus voces más
resonantes emergieron desde los mismos sectores dominantes.
Siguiendo en este aspecto Daniel Enrique Antonio Campi2, en las postrimerías de
la Primera Guerra Mundial empezaron a resonar fuertemente en nuestro país
diatribas contra el orden político imperante, ataques que, en cierto sentido,
respondieron al impacto generado por la llegada del yrigoyenismo al poder.
Algunos nacionalistas, a fin de construir su ideario se harán “paradójicamente”
eco de versiones ideológicas importadas acríticamente del viejo continente, para
fustigar el ascenso de la “chusma” al poder desde una perspectiva ciertamente
aristocratizante.
Miguel A. Scenna3 citado por Campi describe esta circunstancia con notable
precisión: “Desde 1916 los que se consideraban custodios de la tradición por
derecho de herencia estaban desplazados del poder por el radicalismo (…) Surgió
entonces una suerte de pensamiento que, renegando del radicalismo y de la
inmigración, terminó renegando también de la democracia. Extasiados con Primo de
Rivera y con Mussolini y (….) nutridos intelectualmente por Charles Maurras,
crearon un ideario que tomó el nombre del nacionalismo”.
Algunos sectores inscriptos en esta corriente centrarán sus reflexiones en una
cerrada visión hispanista, fundarán su diatriba afirmando que la Nación existió
pero fue derogada después de la batalla de Caseros, y plantearán un inviable
retorno hacia el pasado. Juan Domingo Perón en alguna oportunidad, les asignará
irónicamente el mote de “piantavotos de Felipe II” en referencia al monarca
español durante cuyo reinado la hegemonía española llegó a su apogeo.
Otros experimentarán un nacionalismo de cierto corte hispanista pero orientado
hacia la Doctrina Social Cristiana, corriente que resultó de por sí bastante
fecunda y que influirá nítidamente en el primer peronismo. Por su parte, autores
como Leopoldo Lugones desde una perspectiva nativista y persiguiendo una
propuesta nutrida de tópicos originales, se transformará en uno de los
intelectuales emblemáticos del ideario nacionalista, aunque enrolado en un
elitismo inconducente, relativamente funcional a las elites dominantes y
ciertamente ingenuo.
El pacto Roca-Runciman suscripto en 1933 permitió
visibilizar la verdadera relación que anudaba forzosamente el destino de nuestro
país al de la metrópoli (Gran Bretaña) ya que legó, en manos de estos últimos,
el comercio exterior y otorgó al capital inglés privilegios inaceptables. Dicho
pacto además vino a poner en duda la idea misma de una Argentina independiente y
soberana impulsando a autores como Julio Irazusta, Ramón Doll y José Luis Torres
a inscribirse en un acérrimo anticolonialismo. La obra de Julio Irazusta “La
Argentina y el imperialismo británico. Eslabones de una misma cadena 1806-1833”
constituye aún hoy una referencia reveladora en la literatura anticolonialista
refiere.
Comenzará, así, la lucha contra el imperialismo real
Las circunstancias imperantes estimularán a muchos jóvenes a inscribirse en esta
batalla, y con el paso del tiempo, el anticolonialismo irá generando instancias
organizativas originales y trascendentes como la de FORJA (Fuerza de Orientación
Radical para la Joven Argentina). Bajo el impulso de Juan B. Fleitas, ex
Ministro de Yrigoyen, y de Manuel Ortiz Pereyra, único miembro del Poder
Judicial que renunciara el 6 de septiembre de 1930, un grupo de jóvenes entre
los que se encontraban Arturo Jauretche, Homero Manzi, Luis Dellepiane, Raúl
Scalabrini Ortiz, Juan Luis Alvarado, Oscar Correa, Gabriel Del Mazo, Atilio
García Mellid, Héctor y Carlos Maya, Néstor Banfi, comenzó a agitar las banderas
nacionales y revolucionarias que había popularizado el yrigoyenismo. FORJA
emergió a la luz un 29 de junio de 1935. Integrada por los referidos y otros
como René Orsi, Francisco José Capelli, Miguel López Francés, Basilio Ruiz,
Oscar Meana, Vicente Trípoli, Libertario Ferrari, Juan Carlos Cornejo Linares,
Luis Peralta Ramos, Horacio Aragón, Roque Raúl Aragón, constituyó en un
verdadero regazo para que estos jóvenes pudieran preservarse de un contubernio
que mediante todo tipo de artimañas los privaba de la voz y del voto.
La actividad de FORJA “no se concentró exclusivamente en la producción de
literatura política y, menos aún como suele sostenerse, en el desarrollo de una
corriente interna escindida de la UCR constituida por intelectuales en su
mayoría jóvenes universitarios y profesionales de clase media4”. Como bien
enseña Delia María García, esta última caracterización en modo alguno “… alcanza
a reflejar los matices diferenciales de heterogeneidad social, cultural, y de
origen político” de sus integrantes. La experiencia del forjismo marplatense y
de otras filiales provinciales del agrupamiento da cuenta de una multiplicidad
de estrategias y actividades que se extienden también hacia el mundo del trabajo
y, en especial, hacia el proceso de nacionalización del movimiento obrero
argentino.
Pero además irán surgiendo paulatinamente otras versiones caracterizadas como
nacionalismo de izquierda, enrolándose en ellas legendarias figuras como Jorge
Abelardo Ramos y posteriormente Juan José Hernández Arregui.
En relación a esta última tendencia, las enseñanzas de Manuel Ugarte resultan
altamente reveladoras y su americanismo inspirará a todo el Pensamiento
Nacional.
Pero no solo el anticolonialismo caracterizará la producción de ese nacionalismo
popular ya emergente. El Pensamiento Nacional, incorporando al pueblo como
elemento nuclear de la Nación, irá inmiscuyéndose, entre otras, en una cuestión
que es capital para la comprensión de lo argentino: la cuestión identitaria.
Fermín Chávez en un opúsculo5 lamentablemente olvidado ha sostenido que Fray
Francisco de Paula y Castañeda, Manuel Ortiz Pereyra, Ernesto Quesada, Leopoldo
Lugones, Manuel Ugarte, Ricardo Rojas,
Raúl Scalabrini Ortiz, Arturo
Jauretche y Manuel Gálvez, entre otros, abordaron, desde diversos matices,
la cuestión nacional citando en esa obra una brillante reflexión de Ugarte
datada en 1912: ¡Somos indios, somos españoles, somos latinos, somos negros,
pero somos lo que somos. No queremos ser otra cosa!
Estas y otras apreciaciones altamente valorativas sobre nuestra composición
mestiza y nuestra razón identitaria resultarán cruciales en momentos que ciertas
mentes obtusas denunciaban una Argentina desintegrada por una inmigración
aluvional con su consecuente infortunio: la pérdida de identidad.
Raúl Scalabrini Ortiz por su parte rescatará a esta Argentina inclusiva y
mestiza, concibiendo un neologismo para describir el proceso de interacción e
integración de culturas que se operaba en América y en especial en nuestra
Argentina: lo multígeno.
Por razones entre las que se incluyen lógicos matices y perspectivas
conceptuales disímiles sobre ciertos fenómenos, esta corriente nunca se aglutino
bajo ninguna modalidad organizativa, aunque todos sus mentores coincidieron en
la existencia de un universo sociopolítico caracterizado por las relaciones
desiguales de poder, y el carácter periférico y dependiente de nuestro país.
1 El término semicolonia será utilizado por muchos autores de esta corriente
como Jorge Abelardo Ramos.
2 CAMPI: Daniel Enrique Antonio: “El nacionalismo Hispanoamericano de Raúl
Scalabrini Ortiz”. En actas del Congreso Internacional de Historia de América.
Córdoba Marzo de 1987.
3 SCENNA, Miguel Ángel; “Los que escribieron nuestra historia”. La Bastilla.
Buenos Aires 1976.
4 PESTANHA Francisco José .FORJA: Hace 76 años comenzaba a edificarse un sueño”.
En ww.telam.com.ar
5 CHAVEZ Fermín: “Lo Argentino como producto Histórico”. Opúsculo de difusión
gratuita. 2004
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