Esa foto que recorrió el mundo condensa un complejo juego de sentidos. Icono
inconfundible de quienes alcanzaron la hazaña imposible, momento único en que
logro y frustración se funden en una sola imagen. Una vez perpetrado el crimen y
conocida la inverosímil fábula con la que se pretendió justificar lo
injustificable, esa imagen, del 15 de agosto, deviene en otra, en la del 22 de
agosto, la de una masacre. “...Se los ve expectantes. Entre la vida y la muerte
–dice Osvaldo Bayer–. Tienen un rasgo de nobleza que los marinos de guerra
pagarán con falsa moneda. De los 16 jóvenes asesinados en forma tan vil, queda
esa última foto.” Reapropiada en el imaginario colectivo, como reportaje al pie del patíbulo, esa
imagen, tomada al finalizar la conferencia de prensa donde anuncian su intención
de entregarse sin ofrecer resistencia, acusa a la vez que celebra. Serán, a
partir de entonces, “los mártires”, “los héroes”, “los luchadores” o,
simplemente, “los fusilados de Trelew”, según como cada quien asuma la historia,
como un hito, una marca obstinada e indeleble, entre otras cosas, gracias a esa
foto. Ese crimen clandestino llevado a cabo por quienes se creían impunes, mintiendo
sin pudor, constituye un siniestro anticipo, uno más, de lo que unos pocos años
más tarde se convertirá en una nueva dictadura, la más sangrienta de la historia
argentina. Pero aprenderán de Trelew. Los nuevos déspotas se cuidarán de las
fotos. El plan genocida, el que se implementa a partir de marzo de 1976,
contempló una ajustada organización para lograr la invisibilidad del accionar de
los grupos de tareas. Se cuidaron tanto de las fotos como de los cuerpos y sus
rastros. Emilser Pereyra, a cuyo crédito corresponde la autoría de esa foto, nació en
1937 en la provincia de Río Negro. En los años ’60 se incorpora al diario
Jornada, de Chubut, donde se formó como reportero. Participó activamente en la
creación de la Comisión de Solidaridad con los presos políticos desde la llegada
de éstos al penal de Rawson. A partir del año 1973 militó en el FAS (Frente
Antiimperialista por el Socialismo). En 1974 fue detenido junto su compañera
Miri y ambos puestos a disposición del Poder Ejecutivo en virtud del estado de
sitio declarado ese mismo año. Tras sus confinamientos en las cárceles de
Devoto, Rawson y Resistencia, pudieron partir hacia el exilio en Venezuela.
Emilser fue miembro activo del Comité Argentino Venezolano de Solidaridad y
participó activamente en la denuncia por la violación a los derechos humanos en
la Argentina. Falleció en Caracas en 1986 sin haber vuelto al país. El fotógrafo húngaro Brassai dice que fotografiar es tener una cita con el azar.
Emilser, que por imperio de las circunstancias estuvo allí, en el lugar indicado
y a la hora señalada, acudió a su cita sin sospechar que sería el autor de esa
imagen crucial para la historia argentina. Es hora de su justo reconocimiento. 26/08/12 Miradas al Sur
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