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Roca,
la generación del 80 y la oligarquía
Por Omar A. Auton *
En los últimos tiempos hemos asistido a una cascada de pronunciamientos
solicitando se quite de su lugar en la Diagonal Sur el monumento de Julio A.
Roca, asimismo se plantea que los billetes de 100 $ dejen de llevar su imagen,
básicamente bajo la acusación de ser un genocida de los pueblos originarios a
raíz de la Campaña del Desierto y de haber sido el jefe de la oligarquía
argentina.
Durante años, la historiografía oficial sostuvo la figura de Roca como el del
fundador del Estado argentino y en él y en los hombres de la generación del 80,
a los fundadores de una supuesta Argentina arcádica de las mieses y las vacas,
que nos llevó a ser uno de los países mas modernos y ricos a principios del
siglo XX, a la par de Australia o Canadá, país que fue destruido luego por la
demagogia yrigoyeneana y la chusma populista del peronismo.
Ambas corrientes coinciden en parte del diagnóstico, Roca y los hombres del 80
fueron los fundadores de la república oligárquica soñada por prohombres como
Rivadavia y Sarmiento, que terminó con la anarquía caudillesca introduciendo a
nuestro país a la modernidad, unos lo exaltan y otros lo detestan por eso.
Coincidamos que en sus comienzos el revisionismo histórico, cometió un pecado
que lo condujo a errores y horrores, no cuestionó las conclusiones de la
historia mitrista, no revisó seriamente su relato, lo aceptó como real y se paró
en las antípodas. Si Saavedra era un militar adusto y conservador, casi
monárquico, frente al jacobinismo de Moreno y Castelli en la iconografía de la
revista Billiken, estos se volvieron liberales afrancesados y antinacionales
frente a un Saavedra partidario de la tradición hispánica. Si Rosas fue un
tirano sangriento para la historia oficial y los caudillos la barbarie, para el
revisionismo estos fueron la encarnación de la patria y la identidad nacional
frente a los unitarios vendepatria.
Mas allá de coincidir o no con algunas de estas definiciones lo cierto es que
consistía en aceptar los datos y afirmaciones del tristemente célebre fundador
de la ¨tribuna de doctrina¨ e invertir la valoración, todo lo que él canonizaba
debería ser detestable y lo que él condenaba, los verdaderos símbolos de la
nacionalidad.
Debieron pasar muchos años para que despuntaran visiones cuestionadoras de este
maniqueísmo, voces que se cuestionaran esta biblioteca, que se preguntaran,
¿Moreno era realmente liberal?, ¿como se conjugan ¨La representación de los
hacendados¨ y el ¨Plan revolucionario de Operaciones¨?, Rivadavia, ¿era un
adelantado para su tiempo?, San Martín, ¿era un hombre impoluto y apolítico o un
militante de la causa americana?, ¿fueron lo mismo Rosas, Felipe Varela y el
Chacho?, no con el afán de construir nuevos altares sino de entender realmente
los móviles, intereses y razones de los procesos históricos.
La etapa que comienza con la batalla de Caseros y culmina con la federalización
de Buenos Aires tiene una riqueza medular y el período que va desde aquí hasta
la crisis de 1930, también espera aún mucho debate, investigación y rigor
histórico en su evaluación.
Hay una cuestión que quiero señalar aunque no voy a profundizar en su análisis
porque merece, sin lugar a dudas un estudio particular y serio, es la del
¨genocidio de los pueblos originarios¨, tan en boga últimamente, solo digo que
sería interesante que el debate alcanzara los tres siglos que van desde los
primeros colonizadores hasta la Campaña al desierto,
en esa tragedia que desembocaría en la conformación de nuestra ¨criollez¨ como
resultado del intercambio racial de españoles, indios, inmigrantes, negros,
existe una riqueza y un destino de aporte a nuestra identidad, ver como las
distintas etnias se combatieron entre ellas y a los ¨huincas¨, se aliaron con
éstos y rompieron esos acuerdos al ritmo de nuestras luchas civiles, los pactos
y campañas de exterminio de Rosas, Alsina y Roca, y las matanzas entre ellos
mismos permitirían tener una visión mas certera de la realidad.
Valga un ejemplo, un hombre indudablemente honesto como Osvaldo Bayer ha
difundido una historia según la cual un tal Arbolito, joven indio que resistía a
un asesino llamado Rauch, lo degüella en una emboscada, eso lleva a que por
ejemplo exista un grupo musical juvenil que lleva el nombre del héroe
originario, sin embargo Rauch era un oficial de Lavalle que luego del magnicidio
de Navarro, no perseguía indios sino federales y que fue muerto en una emboscada
por indios que aliados a Rosas combatían a las tropas de Lavalle, y su ejecutor
no se llamaba Arbolito sino que era el capitán indio Nicasio Maciel, del grupo
de Catriel, parte de las fuerzas irregulares federales con las que actuaban las
indiadas de Pichiloncoy, Collinao y otros caciques. (1)
Pero vamos de una vez a nuestro tema, ¿Quién fue Roca, un prohombre o un
oligarca genocida?, me permito adelantar que creo que ninguna de las dos cosas,
En primer lugar debemos tener muy en claro que los sectores dominantes de la
Argentina estaban encarnados por una parte por la burguesía comercial del puerto
de Buenos Aires, conformada desde la época del virreinato en que llenó de
túneles las barrancas de la ciudad puerto para romper el bloqueo español a
través del contrabando con buques ingleses. Tan anglófila era que en 1806 se
desvivió por recibir en sus salones a la oficialidad invasora y brilló por su
ausencia tanto en la reconquista de la ciudad como un año mas tarde en su
defensa.
A partir del monopolio de la aduana fue factor principal en la ruina de las
economías provinciales, la posesión de esa situación y la distribución de esa
renta es la causa de las luchas civiles hasta 1880.
El otro componente es el sector latifundista de la Provincia de Buenos Aires,
siguiendo a Hernández Arregui (2), vemos que en 1774 sobre una población de 6083
habitantes, solo 186 eran propietarios. Luego de la Revolución de Mayo con el
Decreto rivadaviano del 17 de abril de 1822, se consolida esta propiedad
oligárquica. Sin embargo es notable el proceso que se da después de Caseros,
entre 1854 y 1864, con el pretexto de investigar las adjudicaciones hechas por
Rosas, miles de hectáreas fueron confiscadas, vendidas o arrendadas y en 1857,
se liquida el régimen enfitéutico, suplantándolo por la Ley de Arriendos.
Esta alianza de comerciantes contrabandistas y terratenientes que arrasó con las
provincias, soportó y combatió a Rosas aliándose a Francia y Gran Bretaña,
abandonó la emancipación americana traicionando a San Martín y Artigas, dio la
espalda a la Banda Oriental permitiendo que la diplomacia británica creara el
Uruguay, tuvo en el partido unitario y sus hombres de “casaca negra” (los
Florencio Varela, Manuel J. García, etc.) los instrumentos para sellar a sangre
y fuego la semicolonia británica.
En el interior existía una aristocracia provinciana, heredera de las distintas
corrientes colonizadoras españolas, vinculada a las economías locales, que
osciló entre el enfrentamiento y el vasallaje con Buenos Aires, de ella
surgieron los caudillos federales.
Masacrado el gauchaje por la barbarie mitrista y sarmientina, luego de la
traición de Urquiza en Pavón, gracias a la incorporación de los fusiles
Rémington al ejército de línea, vaya de paso una aclaración, no fue la zamba lo
que utilizó Taboada en Pozo de Vargas para destruir a Felipe Varela, sino estas
armas, ni tampoco que este “matando llega y se va”, sino que era un patriota que
levantaba su bandera de “Unidad Americana” para oponerse al vergonzoso genocidio
del heroico pueblo paraguayo. Son hijos de esta aristocracia provinciana los que
recalaron en Entre Ríos, en el colegio Nacional y la Universidad de Paraná se
forjaron los Hernández, Guido y Spano, Cané y era un adolescente tucumano, Julio
Argentino Roca, hijo de un guerrero de la independencia, cuando le solicita a
Urquiza ser incorporado a las tropas y con al grado de alférez a los dieciséis
años combate en Cepeda y años mas tarde alcanza su reconocimiento en Pavón
cuando no rinde la batería a su cargo ni aún después de la retirada del
entrerriano, logrando romper el cerco y llegar a Rosario con sus hombres y el
cañón(3)
1874, Mitrismo y gobierno de Avellaneda
En las postrimerías del gobierno de Sarmiento, Mitre y Avellaneda se enfrentan
por la sucesión, proclamado por los universitarios de Córdoba Avellaneda
encarnaba las aspiraciones de las provincias y triunfa ampliamente. Mitre
rodeado por la juventud dorada de la ciudad puerto solo triunfa en la provincia
de Buenos Aires, Santiago del Estero y San Juan, rechaza los resultados y se
levanta en armas, secundado por el asesino de gauchos Arredondo, que toma San
Luis haciendo asesinar por la soldadesca al general Ivanovsky, en Villa
Mercedes. Taboada, el sempiterno aliado de Mitre se subleva en Santiago del
Estero y éste acompañado por un ejército de 6000 soldados, desembarca en el Tuyú,
sin embargo, haciendo gala una vez mas de su torpeza e incompetencia militar, es
derrotado en la batalla de La Verde por el comandante Arias al mando de…600
milicianos. Roca destroza a Arredondo y Mitre se rinde finalizando el intento de
golpe.
La Buenos Aires que recibe a Avellaneda estaba plagada de contradicciones,
mientras llegaban miles de inmigrantes y se fundaba la sección francesa de la
Internacional Socialista en la calle Belgrano al 400 (4), el cacique Calfucurá
negociaba con el Ministro de Guerra los términos de acuerdos de paz y Anchorena,
construía su mansión de estilo semiitaliano, con patios de mármol llenos de
palmeras, fuentes y una gran esfera de vidrio opaco de monstruosas proporciones.
(5)
Argentina recibió los coletazos de la crisis económica mundial, como sucedería
luego en 1930, junto al Uruguay constituían dos semicolonias privilegiadas del
imperio, los sectores dominantes y una incipiente clase media disfrutaban de los
excedentes de la renta agraria y nunca conocieron la barbarie que la flema
británica desarrolló por ejemplo en la India o en Medio Oriente, sin embargo no
lograrían sustraerse a la crisis y con ella nace el clamor por poner en marcha
una política industrial que resultará en la primera legislación proteccionista
desde la Ley de Aduanas de Rosas.
Junto con la legislación aparece una corriente intelectual sostenedora de estas
ideas, José y Rafael Hernández estarán a la cabeza y junto a ellos, Vicente
Fidel López, Roque Sáenz Peña, Estanislao Zeballos, Carlos Pellegrini, Lucio V.
Mansilla y otros, frente a ellos se levanta el partido Liberal, Mitre y su
órgano oficial el diario La Nación. No es tema central de este artículo, pero
este debate es el antecedente mas claro de los sucesos de 1880 y 1890, y
constituye uno de los momentos mas brillantes de los “jóvenes de Paraná”
enfrentados a la rosca oligárquica pro británica, cuya cabeza era, cuando no,
Don Bartolo.
Este largo relato solo pretende poner claridad acerca de la diferencia de
orígenes, intereses, pertenencia y representación que podemos sintetizar en las
figuras de Mitre y Roca, mas allá de claudicaciones posteriores, representaron
diferentes bloques históricos y eso se verá con mas claridad con motivo de la
federalización de Buenos Aires, ignorarlo u ocultarlo ha sido la política de la
“intelligentsia” portuaria hasta ahora.
La presidencia de Avellaneda estuvo atravesada por un problema subsistente desde
el virreinato ¿de quien era Buenos Aires?, y todos eran contestes que en el
siguiente turno presidencial iría a jugarse ese tema medular, o la Nación
recuperaba su capital histórica o la provincia seguiría reteniendo en sus manos
esa enorme cabeza alimentada con la savia de todo el país, Roca sostenía que “El
foco del sentimiento nacional se encuentra en Córdoba, todavía no ha podido
arraigar en Buenos Aires, donde los argentinos son una minoría y los intereses
extranjeros predominan” y hasta el propio Sarmiento, siempre atravesado por la
contradicción entre sus orígenes provincianos y su “aporteñamiento” decía que “…
en Buenos Aires no está la Nación, porque es una provincia de extranjeros…”(6).
Mientras tanto seguía irresuelto el problema del indio en la frontera sur, que
ora asolaba las poblaciones en malones ora negociaba ventajas apostando por uno
u otro bando de nuestras luchas civiles, el ministro de Guerra de Avellaneda,
era Adolfo Alsina, caudillo autonomista de la Provincia. de Buenos Aires, que
había oscilado permanentemente entre los bandos en disputa, la proximidad de la
renovación de la gobernación en la provincia lo empujó a un acuerdo con Mitre en
lo que se llamó la Conciliación y que desembocó en la candidatura de Tejedor,
estos hechos provocaron una ruptura en el partido Autonomista encabezada entre
otros por Dardo Rocha y Aristóbulo del Valle, este último funda el Partido
Republicano y se aleja de Alsina, acompañado por Leandro Alem y un joven
Hipólito Irigoyen.
Alsina había ideado para detener los malones un sistema defensivo de posiciones
fijas, la célebre línea de fortines, si el Martín Fierro no resulta suficiente
podemos buscar en el Comandante Prado y sus obras “La Guerra al Malón” y “La
Campaña del Desierto” una descripción del horror de la vida en los fortines
donde iban a parar los gauchos desalojados de la tierra y el pobrerío, “…si
alguien de afuera nos hubiera visto formados se habría preguntado que hordas de
forajidos éramos. No había dos soldados vestidos de igual manera…los de este
grupo tenían envueltos los pies con pedazos de cuero de carnero; aquellos otros
descalzos. Lo único uniforme y limpio eran los caballos y las armas.”(7).
Alsina muere en ejercicio del ministerio y llega la hora de Roca que asume en el
Ministerio de Guerra y cambia drásticamente la estrategia, abandona la línea de
fortines y el zanjón y avanza hacia el sur con ese ejército fogueado en las
trincheras de Curupaytí, integrado por oficiales con bota de potro (Racedo), que
habían alcanzado sus galones en el campo de Batalla ya que aún no existía el
Colegio Militar, los famosos “chinos” de Roca (hoy se les llamaría “cabezas”
ayer “cabecitas”).
La Campaña del desierto, debería ser tema de un artículo en especial, solo
quiero aclarar que rechazo tanto la visión oligárquica que a caballo de las
descripciones de Estanislao Zeballos y otros nos muestras una horda de salvajes
asesinos, violadores y desolladores de inocentes colonos a los que había que
eliminar sí o sí para llevar la civilización del alambrado y la estancia a esos
territorios, como la visión indigenista que pretende que estamos ante hombres
buenos en estado de naturaleza, salvajemente asesinados en masa por querer
mantener su cultura y el territorio de sus ancestros.
Comparto la visión de Ramos cuando sostiene que “ Toda la estructura agraria del
país en proceso de unificación exigía la eliminación de la frontera móvil nacida
en la guerra del indio, la seguridad para los campos, la soberanía efectiva
frente a los chilenos y la extensión del capitalismo hasta el Río Negro y los
Andes…en definitiva las anomalías y fricciones con Chile obedecían en esa época
a la presencia de esos pueblos nómades que atravesaban esos valles
cordilleranos, alimentaban con ganado de malón el comercio chileno del sur y
suscitaban cuestiones de cancillería”(8).
Rosas lo había intentado con los recursos de su época con bastante éxito, Mitre
fracasó en su intento de invasión debido a su proverbial ineptitud y soberbia y
Sarmiento prefirió el genocidio del gauchaje, del que por cierto no se ocupan
nuestros defensores de los “pueblos originarios”,
La campaña de Roca por una parte incorpora al control nacional mas de 20.000
leguas de tierra, somete a mas de 12.000 indios, interna la frontera sur hasta
el Río Negro y por otra libera de su esclavitud a miles de “soldados de
frontera” la maldición de época que describe tan bien Hernández. El destino
final de esos territorios es un tema de discusión diferente, pero ya sea por
ignorancia o por mala intención todavía muchos sostienen que esa es la génesis
de la oligarquía cuando como hemos visto ya llevaba un siglo de formación. Que
se extienda en sus dominios y termine apropiándose de muchos de esos territorios
o hayan caído en manos de agentes de compañías extranjeros es una consecuencia
del fracaso y posterior claudicación de la generación del 80.
Roca y la federalización de Buenos Aires.
El triunfo de Tejedor y la muerte de Alsina habían dejado en libertad a Mitre y
a Buenos Aires para lanzarse a consolidar su poder sobre la nación ante los
inminentes comicios presidenciales con ese motivo sostienen su derecho a armar
fuerzas militares propias y la legislatura aprueba fondos con ese fin.
Avellaneda debe retirarse de una ciudad hostil que lo consideraba un “huésped”,
se acercaba la hora de las armas.
Los tres años que van desde 1877 hasta 1880 merecen un estudio, los debates
parlamentarios los editoriales de los diarios porteños y los discursos exhiben
inconfundiblemente los intereses en pugna , en la obra de Eduardo Gutiérrez se
traduce toda la soberbia porteña y las grandes familias como los Cantilo,
Argerich o Ramos Mejía aportaban grandes sumas de dinero y hasta su “juventud
dorada” para conformar las fuerzas que enfrentarían al decir de Gutiérrez a
“…los lanceros de la muerte cordobeses y los greñudos del interior del monte,
que afilaban ya las chuzas con que habrían de entrar a la gran ciudad”, mientras
oponía a la “impureza de sangre” de las fuerzas provincianas la “posición y
fortuna” de los “…Casares, Videla Dorna, Lacroze, Quintana, Ramos Mejía” que
conformaban las tropas del localismo porteño.(9).
Si esto no resulta suficiente para definir las fuerzas en pugna ante la
inminente batalla, digamos que todo el comercio europeo de Buenos Aires e
incluso el local, base histórica del mitrismo aportaban a la sedición, las
principales firmas, P. y A. Lanusse, Escalada etc, envían provisiones en
cantidad a los cuarteles de la Guardia provincial, volviendo a Jorge A. Ramos,
podríamos compartir que “…¡ya circulaban los ferrocarriles, funcionaba el
telégrafo, existía el Rémington a repetición, el gas iluminaba las calles y poco
faltaba para que lo hiciera la luz eléctrica y se tendieran los primeros
teléfonos y todavía el cajetilla porteño, según la expresión orillera, que se
agringaba paulatinamente de acuerdo a las nuevas modas, se creía la nobleza de
la república”, sabe Dios que esta definición resulta mas actual que nunca.
¿Qué había del otro lado? Arturo Jauretche lo define así (10) ”La guerra del
Paraguay fue un drama demasiado profundo, un desgarramiento demasiado intenso y
representa el fracaso de la conducción mitrista del ejército de facción, solo
hábil para las operaciones policiales de exterminio. En los esteros del Paraguay
comenzó a surgir un nuevo ejército y una nueva política, que no llegará a
integrarse en una nueva Política Nacional, pero que tiene conciencia de la
unidad nacional, de la defensa de la frontera mínima a la que habíamos sido
reducidos y de la continuidad histórica del país. También en la política interna
comienzan a gravitar otras fuerzas que incorporan lo popular y con un sentido
nacional, se preparan a sustituir la oligarquía porteña”.
Roca es el jefe indiscutido de ese ejército y lo rodea la mejor intelectualidad
provinciana y federal sobreviviente al genocidio sarmientino y la traición de
Urquiza, destroza a las fuerzas porteñas reforzadas por las brigadas
garibaldinas en Barracas, Puente Alsina, Los Corrales y Plaza Constitución, en
combates en que se enfrentaron mas de 20.000 hombres y murieron mas de 3.000. Un
mes después Avellaneda envía al congreso el proyecto de Ley declarando Capital
de la República al municipio de Buenos Aires, la prensa Mitrista enfurecida
llama a esta ley N° 1029 “La ley del Krupp” por los cañones del ejército
nacional que la habían impuesto a sangre y fuego, terminando con medio siglo de
disputas.
Pocos días antes, en pleno fragor de los enfrentamientos se publicaba un
manifiesto firmado por Miguel Cané, Dardo Rocha, Bernardo de Irigoyen, Luis
Saénz Peña, Aristóbulo del Valle, Hipólito Irigoyen y Eduardo Wilde, anunciando
la constitución de “un gran partido nacional” que acompañaría a Roca. Pronto
aparecerían diferencias, mientras Hipólito Irigoyen apoyará la federalización de
Buenos Aires, su tío Leandro Alem se opondrá con vigor, comenzaban a expresarse
dos sectores que se enfrentarán en el futuro en el radicalismo.
El Roquismo en el gobierno
Roca asume el gobierno el 12 de octubre de 1880, con treinta y siete años de
edad, preside una nación unificada, con Buenos Aires y su aduana federalizadas,
mientras el mundo va saliendo de la crisis capitalista de 1874 y comienza un
nuevo ciclo de expansión. Seguramente analizar el ciclo que va hasta la crisis
del 90 desde la actualidad con el diario de ayer ya leído es una cosa muy
distinta a lo que era tomar decisiones de gobierno en ese momento, al menos
recordemos que la palabra “imperialismo” no aparecía en los libros y que los
maestros del socialismo como Marx sostenían la progresividad de la incorporación
de parte de México por EE.UU y del colonialismo inglés en la India porque
“sacarían esos territorios del atraso feudal y al incorporarlos al capitalismo
los traería a la civilización moderna”, sin embargo los “izquierdistas”
vernáculos acusan al roquismo de haber entregado el país al imperialismo.
El gabinete se conforma de hombres de provincia de indudable prestigio como
Antonio del Viso en Interior, Bernardo de Irigoyen en Relaciones Exteriores o
Juan José Romero en Hacienda y desde sus primeras acciones queda claro la
orientación de la gestión.
Se busca la integración del territorio con la extensión de las vías férreas y
además consolidar la institucionalidad orgánica del Ejército. Pero además se
adoptan medidas que hacen a la constitución definitiva de un Estado Nacional al
igual que lo ocurrido en la Europa moderna, Aduana única y federalizada, un solo
ejército nacional, y la unidad monetaria al quitar a los bancos privados la
potestad de emitir papel moneda igual que a las provincias.
Hacia el interior se crea el Consejo Nacional de Educación, el registro Civil
poniendo en manos del Estado la inscripción de nacimientos y defunciones hasta
ahí en manos de las parroquias, se sancionan la Ley de límites provinciales, se
envía al congreso los proyectos de Códigos Penal, de Comercio y de Minería, de
Procedimientos en lo Civil y en lo Criminal, se organizan los territorios
Nacionales, se envía la ley de ascensos militares y se crean mas de 600
escuelas.
Bajo la intendencia de Torcuato de Alvear, la ciudad de Buenos Aires se modifica
y la Gran Aldea se va convirtiendo en una ciudad moderna, se crea la
Municipalidad de Buenos Aires, se construye el puerto y se abre la Avenida de
Mayo.
Al finalizar su primera gestión podía mostrar un crecimiento vertiginoso de los
ferrocarriles de 2318 km en 1880 a 6142 km y de 5000 Km. de extensión de las
líneas telegráficas se llegó a 13.000 Km. en 1886. gigantescos recursos del
gobierno nacional se vuelcan sobre las provincias, se construyen puertos,
telégrafos, pueblos, diques (recordar el penoso fin del ingeniero Cassafousth,
diseñador del dique de San Roque), por primera vez no se produce un solo motín o
rebelión provincial.
Quizás uno de los datos mas increíbles es que toda la exaltación que los
intelectuales progresistas han hecho siempre de la Ley 1420, de Educación
Pública, omite sistemáticamente que es obra del roquismo.
Al final de su mandato, impulsa la candidatura de Juarez Celman, el país ya no
era el mismo, era una nación moderna y hasta habían aparecido gran cantidad de
nuevas actividades económicas en las provincias otrora arrasadas por el
despotismo porteño, pero el imperialismo, que nacía por esos mismos años 80,
penetró en la Argentina así como en otros países coloniales y semicoloniales,
apoderándose de las palancas fundamentales de nuestra economía, Juarez Celman se
encontraría envuelto en ese proceso que no era local ni resultado de la cobardía
o decisión de nuestros gobernantes, sino que reproducía un fenómeno mundial, al
decir de Ramos, “…el sucesor de Roca se transformó hasta cierto punto en un
agente de esa colonización imperialista, en víctima, no en demiurgo”.
La crisis del 90, viejos y nuevos actores en la política.
Seguramente se podrá objetar que este trabajo da algunos saltos históricos o no
se detiene en el análisis de la época, pero esa no es la intención, para ello se
agrega una guía bibliográfica que seguramente tampoco abarca todo lo escrito
pero sirve para comenzar, lo que intento es abrir un debate acerca de la
verdadera naturaleza social, política, histórica y de clase de la llamada
generación del 80, convencido que la generalización y simplificación, por
ignorancia o interés, que caracteriza a muchos autores, de derecha a izquierda,
encierra una tragedia, la naturaleza antinacional de gran parte del pensamiento
"oficial".
Nuevos y viejos actores de la vida nacional confluyen en sucesos claves de la
época. La oligarquía lejos estaba de darse por vencida luego de los sucesos del
80, la crisis capitalista mundial de 1890, repercutió en la Argentina con la
profundidad propia de los eslabones mas débiles del sistema, y en setiembre de
1890 se produce una gran reunión llamada del “Frontón Florida”, adherían a la
misma, Celedonio Bunge, Leonardo Pereyra Iraola, Felipe Martínez de Hoz, Alfredo
Ayerza y, paradójicamente Juan B. Justo, representante del “socialismo
argentino”.
Surge del mismo la Unión Cívica que le ofrece la presidencia a Bartolomé Mitre,
quien la declina, constituyéndose entonces un Comité Ejecutivo integrado por
Leandro Alem como presidente, Bonifacio Lastra y Mariano Demaría como
vicepresidentes, desde “La Nación” se hablaba de “libertades públicas
conculcadas”, “ruina moral del país” y toda esa retórica que se repetirá en cada
interrupción constitucional y ahora se sumaban las voces del clericalismo
vernáculo furioso por la Ley de Matrimonio Civil, el registro Civil, la
secularización de los cementerios y la escuela laica.
Esta alianza fue un fenómeno absolutamente porteño, Luis V. Sommi (11) escribe
“Buenos Aires, cabeza y corazón de la República era el centro de la resistencia
a la oligarquía. Ni Roca ni Juarez Celman jamás contaron con el apoyo del pueblo
de la Gran Aldea”, se convoca a otro mitin en el mismo lugar y son oradores
centrales Mitre y Alem.
Resulta llamativo que un golpe con actores como los presentados, financiado por
la Bolsa de Comercio, los terratenientes, y la banca, sea presentado como un
levantamiento “popular” y “antioligárquico” por autores de derecha e izquierda,
salvo que comprendamos de una vez, la naturaleza social y política de los
autores. Estallado el 26 de julio de 1890 solo tuvo repercusión en la Gran Aldea
y en ella de dos regimientos, el ejército en su totalidad y las provincias
sostuvieron al gobierno, los hombres y mujeres de los suburbios de Buenos Aires
permanecieron en silencio.
Es que un nuevo sector había hecho su aparición en la sociedad argentina, la
clase trabajadora, a la luz del proteccionismo industrial habían ido surgiendo
distintas industrias en las provincias y la masa de inmigrantes componían el
artesanado y la mano de obra de frigoríficos y puerto en Buenos Aires. Si en la
primera etapa el progreso y el desarrollo no los incluyó sino todo lo contrario
ya que en los talleres y fábricas trabajaban niños de siete u ocho años y
mujeres en turnos de doce y hasta catorce horas, basta leer el informe Bialet
Massé, acerca de la “Situación de la clase trabajadora en la Argentina”, cuando
llegó la crisis, como es usual, quiso resolverse a su costa.
Cuando Roca se dispone a asumir su segunda presidencia, el imperialismo había
provocado un desarrollo económico de características particulares, si bien se
había consolidado el modelo de país factoría, con una estructura agrícola
ganadera complementaria del taller europeo, esto generó redes de
comercialización, comunicaciones, transportes e industrias conexas, como ya fue
expresado, esta nueva clase trabajadora tenía dos rasgos fundamentales, era casi
en su totalidad de origen europeo y se asentaba en los alrededores de Buenos
Aires.
Con ella llegaron las ideas socialistas y también anarquistas, en 1896 se funda
el Partido Socialista, en esos años había 123.739 trabajadores ocupados en esas
actividades. De ellos 93.294 eran extranjeros (12), si bien tendría gran
influencia en los trabajadores inmigrantes y generaría otra de las generaciones
intelectuales brillantes de nuestra historia a comienzos del 900, con Manuel
Ugarte, José Ingenieros, Alfredo Palacios y Leopoldo Lugones, nunca hizo pie en
el proletariado del interior que debería esperar medio siglo para entrar en la
historia y constituirse en factor central de la misma.
A la luz del avance incontenible de la nueva división internacional del trabajo
y en el cenit del brillo del imperialismo inglés, Roca y su generación iniciaban
una lenta e ingloriosa retirada, su abrazo con Mitre es la expresión de esta
claudicación, Roca quiso ser un Bismark sin burguesía nacional y la aristocracia
provinciana carecía de la capacidad de asumir esa Política Nacional con
mayúsculas de la que hablaba Jauretche, sin embargo fue el último intento del
federalismo provinciano de someter a la orgullosa Buenos Aires y a la
oligarquía, fueron derrotados o mas bien la historia les quedó grande, pero no
eran lo mismo y de la comprensión de ello depende que entendamos al yrigoyenismo
como etapa superadora en la medida que lo expresa, que nace de ahí, pero
incorpora a la nueva sociedad creada por la inmigración.
Conclusiones, sin pretensiones.
Este artículo esta escrito al calor de las nuevas discusiones, que no son mas
que las mismas discusiones de siempre, no pretende ser objetivo ni tener la
verdad revelada, creo que al federalismo argentino le faltó su Lincoln o su
general Grant y por eso en estas tierras ganó el atraso oligárquico,
aristocratizante y antinacional una guerra que en los EE.UU ganó el Norte,
moderno, industrial y plebeyo, he aquí, a mi manera de ver las causas, junto a
la balcanización de América Latina, de nuestro drama.
En ese escenario Roca encarna el último intento del federalismo provinciano,
derrotado en Caseros, traicionado por Urquiza y masacrado por Mitre y Sarmiento,
por darse un destino nacional, no pudo, llegó tarde, pensó una Nación cuando las
naciones centrales cumplida su etapa local se transformaban en imperialismo, se
enfrentó y terminó aliándose a la oligarquía, pero nunca fue “la” oligarquía.
¿Roca fue bueno o malo? Ni lo uno ni lo otro, dejemos esas preguntas para los
manuales de desinformación, en la historia no hay tales, hay hombres, actores,
que representan intereses, visiones, que a veces encarnan procesos históricos y
como tales son contradictorios porque como dice Serrat “ni los vientos son
cuatro, ni siete los colores y los zarzales crecen junto con las flores”, bueno
sería que lo aprendiéramos de una buena vez.
Dejo para el final un comentario, me extraña, aunque no me sorprende que nadie
observe que en una época en que los estudiosos y defensores de los derechos de
los pueblos originarios, lo que no está mal aclaro, entre tanto denunciante del
“genocidio” de estos pueblos, nadie dedique una sola hoja, un solo renglón, a
denunciar el genocidio de nuestros gauchos y del pueblo paraguayo a manos de la
oligarquía porteño-bonaerense.
Quieren eliminar las estatuas de Roca, quitar su imagen del billete de 100
pesos, hagamos lo propio eliminando las calles Sarmiento, Rivadavia, Mitre,
Arredondo, Sandes, Paunero, cambiemos el nombre del municipio de Florencio
Varela y tantos otros porque si de genocidios se trata pocos tienen las manos
mas manchadas de sangre del pueblo que los héroes de la historia oligárquica.
Bibliografía
1)”La Guerra por las vacas”.-Norberto Ras.- Edit. Buenos Aires.-2006.-pag.228
2)”La Formación de la Conciencia Nacional.-Juan J. Hernández Arregui. -Edit.
Peña Lillo.-Bs.As.-2004
3)”El General Roca y su época”.-Mariano de Vedia.- Edit. La Patrias Grande.-Bs.
As.1962
4)”Revolución y Contrarrevolución en la Argentina.- Jorge A. Ramos.-T II.-Edit.
Plus Ultra.-Bs.As. 1973
5)”Estampas del Pasado”.-José L. Busaniche.- Edit. Hachette.-Bs.As. 1959.-Pag.814
6)”Juárez Celman”.- Rivero Astengo.- Edit. Kraft, Bs. As..-1944
7)”La Guerra al malón”.-Comandante Prado.- Editorial Peuser.-Bs. As. 1964
8) y 9) Jorge A. Ramos, ob.cit.
10) Ejército y Política”.- Arturo Jauretche.- Edit. Peña Lillo.-BsAs.-1976
11)”La Revolución del 90”.-Luis V. Sommi. Edit. Monteagudo. Bs.As.-1948, Pag.106
12)”Industrialismo y Socialismo en la Argentina” en Revista Socialista, tomo 1,
numero 4, pág. 272, Bs As.-1909
* Secretario de profesionales de la Unión Para el Personal Civil de la Nación (UPCN)
www.upcndigital.org
[Publicado en revista "Escenarios” para un nuevo
contrato social", setiembre 2012. La revista se presenta en el salón J. L. Ortiz
de la Biblioteca Nacional el 18/09/12 a las 14,00 horas, Agüero 250, 3° piso,
Ciudad Autónoma de Buenos Aires]
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