Entrevista
a Giorgio Agamben
“Dios
no murió. Se transformó en dinero”
Por Peppe Savà
Tinyurl
Traducido para Rebelión por Susana Merino
Giorgio Agamben es uno de los más grandes filósofos vivos. Amigo de Pasolini y
de Heidegger, es según el Times y Le Monde uno de los diez cerebros más
importantes del mundo. Por segundo año consecutivo ha permanecido en Sicilia
durante un largo período de vacaciones.
El gobierno de Monti invoca la crisis y el estado de necesidad y parece ser el
único camino de salida tanto de la catástrofe financiera como de las indecentes
formas que ha tomado el poder en Italia, ¿el enfoque de Monti sería la única
salida o podría convertirse contrariamente en un pretexto para imponer serias
limitaciones a las libertades democráticas?
“Crisis” y “economía” no se usan hoy en día como conceptos sino como palabras de
orden que sirven para imponer y obligar a aceptar medidas y restricciones que la
gente no tendría porqué aceptar. “Crisis” significa hoy ¡debes obedecer!” Creo
que es muy evidente para todos que la llamada “crisis” viene durando decenios y
no es otra cosa que la normalidad con que funciona el capitalismo de nuestro
tiempo. Un funcionamiento que no tiene nada de racional.
Para comprender lo que está sucediendo, hay que interpretar al pié de la letra
la idea de Walter Benjamin según la cual el capitalismo es ciertamente una
religión, es la más feroz, implacable e irracional religión que haya existido
jamás porque no conoce ni tregua ni redención. En su nombre se celebra un culto
permanente cuya liturgia es el trabajo y su objeto el dinero. Dios no ha muerto,
se ha convertido en dinero. La Banca con sus grises funcionarios y sus expertos
– ha ocupado el lugar de la iglesia y de sus curas y gobernando el crédito
(incluso los créditos estatales, que han abdicado fácilmente su soberanía)
manipula y administra la fe – la escasa e incierta fe – que aún le queda a
nuestro tiempo. Por otra parte que el capitalismo sea hoy en día una religión,
nada lo muestra mejor que el título aparecido en un gran diario nacional hace
pocos días: “salvar al Euro a cualquier precio” Ya “salvar” es un concepto
religioso pero ¿qué significa “a cualquier precio”? ¿Aún al costo de sacrificar
vidas humanas? Solo en una perspectiva religiosa (o mejor dicho seudoreligiosa)
se pueden hacer afirmaciones tan paletamente absurdas e inhumanas.
La crisis económica que amenaza con convulsionar a buena parte de los estados
europeos ¿se puede generalizar como una crisis de toda la modernidad?
La crisis que está atravesando Europa no tiene que ver tanto con un problema
económico como se quiere hacer creer sino ante todo una crisis de la relación
con el pasado. El conocimiento del pasado es el único camino de acceso al
presente. Es buscando entender el presente que los hombres – por lo menos los
europeos – se sienten obligados a interrogar al pasado. He precisado “nosotros
los europeos” porque me parece, admitiendo que la palabra Europa tenga sentido,
como parece hoy en día evidente, ese sentido no puede ser ni político, ni
religioso y tanto menos económico pero consiste en que el hombre europeo – a
diferencia por ejemplo de los asiáticos y de los americanos, para quienes la
historia y el pasado tienen un significado totalmente diferente – puede acceder
a su verdad solamente a través de una confrontación con el pasado, solo haciendo
cuentas con su historia. El pasado no es tan solo un patrimonio de bienes y de
tradiciones, de recuerdos y saberes sino sobre todo un componente antropológico
esencial del hombre europeo, que puede acceder al presente solo mirando lo que
le ha ido sucediendo. De la especial relación que tienen los países europeos
(Italia y desde luego Sicilia son desde este punto de vista ejemplares) con sus
ciudades, con sus obras de arte, con su paisaje: no se trata de conservar bienes
más o menos valiosos, pero exteriores y accesibles: esta es en cuestión la
verdadera realidad europea, su indiscutible supervivencia. Por eso destruyendo
el paisaje italiano con el hormigón de las autopistas y la alta velocidad, los
especuladores no se privan de ganar pero destruyen nuestra propia identidad. La
misma expresión “bienes culturales” es engañosa, porque sugiere que se trata de
unos bienes entre otros, que pueden ser aprovechados económicamente y hasta
vendidos, como si se pudiera liquidar y poner en venta la propia identidad.
Hace muchos años un filósofo que era además un alto funcionario de la naciente
Europa, Alexandre Kojève sostenía que el homo sapiens había llegado al final de
su historia y que no tenía ante sí más que dos posibilidades: el acceso a una
animalidad posthistórica (encarnado en la american way of life) o el esnobismo
(encarnado de los japoneses) que continuan celebrando su ceremonia del té,
vacías pero con un significado histórico. Entre unos EEUU integralmente
reanimalizados y un Japón que se mantiene humano solo a través de renunciar a
todo contenido histórico, Europa podría ofrecer la alternativa de una cultura
que se mantiene humana y vital aún después del fin de la historia, porque es
capaz de enfrentarse a su propia historia en su totalidad para desde allí
alcanzar una nueva vida.
Su obra más destacada Homo Sacer investiga sobre la relación del poder político
y la nuda vida y pone en evidencia las dificultades presentes en ambos términos,
¿Cuál es el punto de posible intermediación entre ambos polos?
Lo que me han demostrado mis investigaciones es que el poder soberano se
fundamenta desde sus comienzos en la separación entre nuda vida (la vida
biológica que en Grecia tenía lugar en la casa) y la vida políticamente
calificada (que se desarrollaba en la ciudad). La nuda vida se halla excluida de
la política y al mismo tiempo incluida y capturada por la propia exclusión: en
este sentido la nuda vida es el fundamento negativo del poder. Esta separación
alcanza su forma extrema en la biopolítica moderna. Lo que sucedió en los
estados totalitarios del novecientos y que es el poder (ya sea a través de la
ciencia) que decide en última instancia qué es una vida humana y qué no lo es.
Por el contrario sucede que se piensa en una política de las formas vitales, es
decir en una vida que no pueda separarse de su forma, es decir que nunca más sea
nuda vida.
El fastidio, por usar un eufemismo, con que el hombre común enfrenta a la
política ¿está vinculado a las específicas condiciones italianas o es de algún
modo inevitable?
Creo que hoy estamos frente a un fenómeno nuevo que va más allá del desencanto y
de la recíproca desconfianza entre los ciudadanos y el poder y que abarca todo
el planeta. Lo que se está produciendo es una transformación radical de las
categorías con las que estábamos acostumbrados a pensar la política. El nuevo
orden del poder mundial se basa en un modelo de gobernabilidad que se define
democrático, pero que nada tiene que ver con lo que este término significaba en
Atenas. Que este modelo sea, desde el punto de vista del poder, más económico y
funcional lo prueba el que haya sido adoptado hasta por los regímenes que hasta
no hace muchos años eran dictaduras. Es mucho más fácil manipular la opinión de
la gente a través de los medios y la televisión que tener que imponer
permanentemente cada decisión por medio de la violencia. Las formas políticas
que conocíamos – el estado nacional, la soberanía, la participación democrática,
los partidos políticos, el derecho internacional – han llegado al final de su
historia. Permanecen en la vida como formas vacuas, pero la política actual
tiene la forma de una “economía” es decir un gobierno de las cosas y de los
hombres. Lo que nos resta es pensar integramente, desde el principio lo que
hasta ahora hemos definido con la expresión, por otra parte poco clara, de “vida
política”
El estado de excepción que usted ha vinculado al concepto de soberanía parece
asumir hoy en día el carácter de normalidad, pero los ciudadanos permanecen
perdidos ante la incertidumbre en la que viven cotidianamente ¿es posible
atenuar esta sensación?
Vivimos desde hace décadas en un estado de excepción, que se ha convertido en
regla, como sucede en la economía, la crisis es la condición normal. El estado
de excepción que debería hallarse limitado en el tiempo – es en cambio hoy el
modelo normal de gobierno y esto en los mismos estados que se llaman
democráticos. Pocos saben que las normas de seguridad introducidas luego del 11
de setiembre (en Italia ya habían sido establecidas durante los años de plomo)
son peores que las vigentes durante el fascismo. Y los crímenes contra la
humanidad cometidos durante el nazismo fueron posibles debido al hecho de que
Hitler había asumido el poder y proclamado un estado de excepción que nunca fue
revocado. Y él sin embargo no tenía las mismas posibilidades de control (datos
biométricos, telecámaras, celulares, tarjetas de crédito) propias de los estados
contemporáneos. Se diría que hoy el Estado considera que cada ciudadano es un
terrorista virtual. Esto no hace otra cosa que deteriorar y volver imposible la
participación en la política que debe definir a la democracia, Una ciudad cuyas
plazas y cuyas calles están controladas mediante telecámaras no puede ser un
lugar público: es una cárcel.
La gran autoridad que tantos reconocen a los estudiosos que como usted
investigan acerca de la naturaleza del poder político ¿podrían alentarnos la
esperanza de que, para decirlo banalmente, el futuro sea mejor que el presente?
Optimismo y pesimismo no son categorías útiles para pensar. Como le escribía
Marx en una carta a Ruge: “la desesperada situación de la época en que vivo me
llena de esperanzas”
¿Podemos plantearle una pregunta sobre la conferencia que pronunció en Sicilia?
Algunos han llegado a la conclusión de que ha sido un homenaje a Piero Guccioni,
a una amistad de tanto tiempo, otros han visto una orientación de cómo huir del
jaque mate al que se halla encadenado el arte contemporáneo
Es verdad se trataba de un homenaje a Piero Guccioni y a Scicli, una pequeña
ciudad en la que residen algunos de los más importantes pintores vivos. La
situación del arte es actual y posiblemente el mejor lugar para comprender la
crisis de la relación con el pasado del que hemos hablado. El único lugar en
donde puede vivir el pasado es el presente y si el presente deja de sentir vivo
al propio pasado, el museo y el arte, que son las figuras eminentes de aquel
pasado se convierten en lugares problemáticos. En una sociedad que ya no sabe
qué hacer con su pasado, el arte se encuentra atrapado entre el Escila del museo
y el Caribdis de la mercantilización (1) Y a menudo como en los templos del
absurdo como lo son los museos de arte contemporáneo, ambas cosas coinciden.
Duchamp ha sido probablemente el primero en darse cuenta del callejón sin salida
en que se había encerrado el arte. ¿Qué es lo que inventa Duchamp con el ready-made?
Toma cualquier objeto usual por ejemplo un urinario e introduciéndolo en un
museo lo obliga a presentarse como una obra de arte. Naturalmente – luego del
breve instante en que dura el efecto de la extrañeza y de la sorpresa – en
realidad nada agrega a su presencia: no la obra porque se trata de un objeto
usual, cualquier objeto producido industrialmente, ni la obra artística por no
existe en modo alguno “poiesis”, producción – y menos aún artista, sino que como
filósofo o crítico o como amaba decir Duchamp, “uno que respira” un simple ser
vivo. En todo caso es cierto que él no pretendía producir una obra de arte sino
desbloquear el camino del arte, encerrado entre el museo y la mercantilización.
Como sabéis lo que sucedió en cambio es que una clase, aún activa, de hábiles
especuladores transformó el ready-made en obra de arte. Y el llamado arte
contemporáneo no hace sino repetir el gesto de Duchamp llenando de no-obras y de
performances a los museos que no son otra cosa que órganos del mercado
destinados a acelerar la circulación de mercaderías que como el dinero, han
llegado a un estado de liquidez y quieren seguir valiendo como obras. Esta es la
contradicción del arte contemporáneo: abolir la obra y además pretender un
precio.
1) N.de T. Escila y Caribdis son dos monstruos marinos de la mitología griega
situados en orillas opuestas de un estrecho canal de agua, tan cerca que los
marineros intentando evitar a Caribdis pasarían muy cerca de Escila y viceversa.
Fuente: http://tinyurl.com/mvdztv4
www.rebelion.org
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