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“Los
argentinos ignoran el aporte afro que han tenido a lo largo de la historia”
Por Luis Launay*
sociedad@miradasalsur.com
Entrevista. Francilene Martins. Lic. en Ciencias de la Comunicación. Militante
social.
Francilene Martins es brasileña. Nació en Salvador de Bahía, en el populoso
barrio de San Antonio de Alem do Carmo. Desde los 22 años ha militado en
movimientos sociales y populares, vinculados sobre todo al tema de salud y
vivienda populares. En el 2005, mientras trabajaba en la municipalidad de su
ciudad natal, Francilene se vinculó al movimiento reivindicativo afrobrasileño.
Es licenciada en Ciencias de la Comunicación, especializada en periodismo. Desde
hace tres años vive en Buenos Aires, mientras realiza una maestría en
Antropología Social en la Universidad de San Martín. En noviembre del año pasado
organizó, en el Cabildo de Buenos Aires, Noviembre Negro, un encuentro de
afro-latinoamericanos, con la participación de hombres y mujeres de Argentina,
Uruguay, Brasil, Cuba, Colombia, Bolivia, Senegal y Congo. Durante cuatro días
se discutieron diversos temas, que van desde la diversidad religiosa de raíz
africana hasta danza, cine y derechos humanos vinculados al reconocimiento y
visibilización étnica.
En una entrevista con Claves de la Historia, Francilene nos habló de su
experiencia en Brasil y en Argentina.
–¿Cómo ha sido la historia reciente de la lucha contra el racismo en Brasil?
–En los últimos 40 años el movimiento negro unificado se ha organizado bajo las
banderas de la lucha contra la discriminación, la xenofobia y el racismo y el
derecho a la educación y el reconocimiento cultural.
–¿Qué es esto del reconocimiento cultural?
–Es la valorización de la cultura ancestral: la oralidad, la danza, la comida,
la estética afro, la religión de matriz africana. Todo esto ha sido ocultado por
las estructuras sociales, políticas y culturales de mi país, pese a la evidencia
de la presencia afro en la composición de nuestra población. Ese ocultamiento
constituye uno de los últimos legados del esclavismo, que no sólo negó a los
africanos su condición humana, sino toda la tradición y herencia cultural
originaria.
En los últimos 12 años ha habido un cambio significativo en la presencia negra
en la educación superior, en la construcción de políticas públicas para la
comunidad negra. Fue el resultado del trabajo, los reclamos, la lucha de la
colectividad negra brasileña
También es muy importante mencionar la Conferencia Mundial contra el Racismo, la
Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, que se
llevó a cabo en la ciudad de Durban, Sudáfrica, entre el 31 de agosto y el 8 de
septiembre de 2001. En esa reunión se elaboró un programa de acción orientado a
la adopción de medidas a favor de los diferentes grupos o poblaciones afectados
por la discriminación e intolerancia, como las comunidades indígenas y
afrodescendientes, los migrantes, los refugiados y los desplazados internos, las
mujeres y los niños. Brasil fue relator en esa conferencia y después de ella, el
Brasil comenzó a implementar las políticas públicas que surgían de aquellas
directrices.
–¿Y cómo ve la situación de la Argentina respecto de esta problemática?
–Lo que es más evidente para quien viene de un país como Brasil es que en
Argentina la cuestión de los afrodescendientes está invisibilizada. Los
argentinos dan la impresión de ignorar el aporte afro que han tenido a lo largo
de la historia. Se conforman con el relato de que los negros sufrieron el
impacto de la epidemia de fiebre amarilla y desaparecieron. Sumado a los
conceptos de figuras como Domingo Faustino Sarmiento y su concepción racista,
despreciando a negros, indígenas y gauchos por igual. Pero no es así. Todo el
país y su cultura, desde el tango hasta la chacarera, está impregnada de cultura
afroamericana y tanto en la ciudad de Buenos Aires, como en el interior del
país, es posible rastrear genéticamente la presencia africana, negra, en la
población argentina.
–¿Y cómo se sumó Ud. al tema de la afroascendencia en nuestro país?
–Asistí a una charla sobre revisionismo histórico en el Instituto Nacional
Manuel Dorrego el 11 de julio de 2011 y faltaban pocos días para la
conmemoración del Día de la Mujer Afro Latina y Caribeña, que es el 25 de julio.
Propuse, entonces, que la siguiente charla fuese justamente sobre este tema.
Esto coincidía con el 26 de julio que es el día del fallecimiento de Eva Perón.
De modo que el grupo de mujeres del Instituto Dorrego armó para esa fecha una
mesa redonda donde se tocaron ambos temas. Vincularon la memoria de Evita a la
de los millones de mujeres afrodescendientes de nuestro continente. Su lucha a
favor de los humildes y desamparados, unida a su política por el sufragio
femenino y la igualdad política de las mujeres argentinas fue un ejemplo a
seguir por miles a través de los años venideros. Su ejemplo de lucha y
sacrificio no sólo en Argentina, sino en el continente marcó coincidencias con
aquellas luchas llevadas adelante por otras mujeres por su identidad y el
respeto de su heredad, en el marco del respeto por los derechos humanos. Y así
empecé.
–Pero hoy, como consecuencia del Mercosur y del proceso de globalización, hay en
todo el país una presencia africana mucho más evidente.
–Efectivamente, es así y aquí también hay que mirar un poco más en detalle,
puesto que cada una de las comunidades afros en el país tiene sus
especificidades. Así los senegaleses, que en su mayoría son musulmanes,
encuentran en la mezquita de Buenos Aires un lugar de expresión de su religión,
cosa que no ocurre con los nigerianos y congoleños que, aunque no constituyen un
fenómeno masivo, también viven acá. Otro factor, y que tiene que ver
directamente con una política pública de la Argentina, es la presencia de
haitianos que vienen atraídos por las posibilidades educativas, sobre todo de
nivel terciario que ofrece la Argentina. Lo que hemos querido hacer nosotros con
Noviembre Negro es, justamente, generar un punto de convergencia de todas las
raíces negras que conviven en Buenos Aires: los afrolatinos colombianos,
cubanos, brasileños, uruguayos, bolivianos, peruanos, ecuatorianos, venezolanos,
con los aportes de los africanos y africanas.
–Cuénteme un poco sobre esas jornadas que llamaron Noviembre Negro.
–Desde el Museo Afro Argentino de Morón, organizamos, entre el 8 y el 29 de
noviembre del año pasado, cuatro jornadas, en el Cabildo de Buenos Aires,
abordando justamente este dato de la invisibilidad étnica racial de los
afrodescendientes en América Latina y la creación del Mes de la Conciencia Negra
en la Argentina. Las jornadas estuvieron dedicadas a distintos temas. Así la
primera fue sobre el Día Nacional de los Afro argentinos, que es el 8 de
noviembre y ha sido establecido por la Presidenta de la República en
conmemoración de María Remedios del Valle, a quien el General Manuel Belgrano le
confirió el grado de Capitana por su arrojo y valor en el campo de batalla.
María Remedios del Valle fue una de las llamadas “niñas de Ayohúma”, aquellas
que asistieron al derrotado ejército de Manuel Belgrano en dicha batalla.
Afrodescediente argentina, actuó como auxiliar en las Invasiones Inglesas y tras
la Revolución de Mayo acompañó como auxiliar y combatiente al Ejército del Norte
durante toda la guerra de Independencia de la Argentina lo que le valió el
tratamiento de “capitana” y de “Madre de la Patria” y, al finalizar sus días,
durante el gobierno de Rosas obtuvo el reconocimiento de pensión por su rango de
sargento mayor del Ejército.
De modo que Cristina nos ha dado un lugar institucional muy importante, que es
el resultado de la lucha del movimiento de afrodescendientes en la Argentina.
También tuvimos una mesa sobre Los artistas negros brasileños y su influencia en
América latina. Otra jornada fue dedicada a una exposición teórica y práctica de
la Capoeira, a cargo de dos maestros brasileños y la proyección de la película
Besouro. En Noviembre Negro participaron los colectivos de afrocultura y de
lucha contra el racismo, movimientos de mujeres negras, representantes de
templos, artistas, bailarines, coreógrafos, escritores, investigadores,
productores, educadores populares, fotógrafos, cineastas, periodistas,
antropólogos, abogados, sociólogos e historiadores.
Esta actividad y su continuidad han sido presentadas ante el Ministerio de
Cultura de la Nación para que sea considerado de Interés Cultural. En este
momento, nos encontramos trabajando para la segunda edición de Noviembre Negro
que se realizará los días 7, 14, 21 y 28 de noviembre.
–¿Qué es eso del seminario sobre Pertenencia Etnico-Racial que coordinó en el
Instituto Nacional Manuel Dorrego?
–El Instituto me ofreció coordinar un seminario donde se expusiese el cruce
entre la teoría étnica y los estudios post-coloniales, sobre todo a la luz de
algunos procesos históricos de América latina. La intención del seminario es
reflexionar en los aportes que la lucha contra el racismo y el concepto de
disidencia étnica pueden aportar a la crítica a los procesos sociales del
neoliberalismo basados en la noción de identidad y su correlato en la historia,
en la cultura y en las políticas públicas. En cuatro jornadas durante el mes de
agosto y con una presencia muy grande de alumnos reflexionamos sobre la
Revolución Haitiana y la historia de la abolición de la esclavitud en América
latina, con la participación del historiador y politólogo Pablo Vázquez, miembro
de número y de la comisión directiva del Instituto Nacional Manuel Dorrego. Con
la participación del Subsecretario de Promoción de la Igualdad Racial de la
Municipalidad de San Pablo, Mauricio Pestana, la doctora Regina Agramonte,
profesora de ISA Universidad de las Artes, y la museóloga Lissa Glez Batista,
ambas de Cuba, discutimos sobre La Imagen del Negro en la prensa. Y el ciclo
concluyó con la representación teatral De Voces, Susurros, Gritos y Silencios de
Alejandra Egido y Lea Geler. Esta excelente obra está escrita, dirigida y
actuada por mujeres afrolatinoamericanas y es un excelente recurso reflexivo,
además de una hermosa pieza teatral.
–¿Y qué datos pudo relevar sobre el tema de los afrodescendientes y la
esclavitud en nuestro territorio?
–En el Seminario antes citado desarrollado en el Instituto Nacional Manuel
Dorrego se enunció, por parte de Vázquez, que los esclavos africanos se
destinaron en el Río de La Plata a labores de agricultura, ganadería, trabajo
doméstico y artesanías. En las zonas urbanas, muchos esclavos desarrollaban
labores de artesanía para la venta, cuyos réditos percibían sus patrones. Los
barrios porteños de San Telmo y Montserrat alojaron a gran cantidad de los
mismos, aunque la mayor parte fue a dar al interior. Un censo de 1778 arrojó
resultados muy elevados en las provincias de mayor producción agrícola: el 54 %
en Santiago del Estero, el 52 % en Catamarca, el 46 % en Salta, el 44 % en
Córdoba, el 42 % en Tucumán, el 24 % en Mendoza, el 20 % en La Rioja, el 16 % en
San Juan, el 13 % en Jujuy y el 9 % en San Luis.
Tan era su presencia en estas tierras que uno de los barrios bajos de la ciudad
de Corrientes lleva hasta hoy el nombre de “Camba Cuá” –del guaraní kamba kua,
‘cueva de los negros’.
En cuanto a la Ciudad de Buenos Aires, el mismo censo cifró en 15.719 la
cantidad de españoles, 1.288 la de mestizos e indios, y de 7.268 la de mulatos y
negros; en 1810 se contabilizaron 22.793 blancos, 9.615 negros y mulatos, y sólo
150 indígenas. La zona más densamente poblada de negros estaba situada en el
barrio de Montserrat, también llamado Barrio del Tambor.
Sé que durante las invasiones inglesas de 1806 y 1807 se destacaron las tropas
de pardos y morenos, lo mismo que en las luchas independentistas, con Belgrano y
San Martín. También se afirmó en esa charla que en los tiempos de Juan Manuel de
Rosas, los esclavos libertos eran la gran mayoría, y se identificaban con su
estilo de gobierno, al que consagraban con sus bailes y fiestas, dándole a la
Ciudad de Buenos Aires un tinte popular.
La Población negra en Buenos Aires llegó a un 30%. En 1837 Rosas sanciono una
ley que prohibió la compra de esclavos en el territorio nacional, siendo en 1840
esta declaración pública.
Curiosamente, Rosas no tuvo esclavos, y fue uno de los pocos en Buenos Aires que
no tenía.
La redención de negros, pardos y mulatos (de los que en la Ciudad había unos
14.000) fue uno de los títulos que Rosas pudo ostentar, al punto que fue tal su
preocupación en este sentido que impuso una cláusula alusiva en el tratado de
1839 con Inglaterra.
–Ud. ha publicado un libro llamado Mam’etu. ¿De qué se trata?
–Mam’etu significa Nuestra Madre, un tratamiento que se da a las mujeres de la
alta jerarquía religiosa del Candomblé, en idioma kimbundu, el idioma de Angola.
Se trata de un libro de fotografías documentando los vestidos que usan en las
ceremonias del candomblé, en eventos sociales y en la cotidianeidad las mujeres
negras de Angola y de Brasil. El texto y las fotografías dan cuenta de la
jerarquía femenina del candomblé y cómo ésta se representa en ropas y
accesorios.
Intenté correr un poco la cortina del mundo de las “mães de Nkisi” y de sus
hijas, mostrando la tradición matriarcal del candomblé, así como la relación
entre ropa y jerarquía que expresan un universo de respeto y valores básicos en
las religiones de matriz africana. El poder de estos vestidos no está en la
ostentación, sino en una relación con la cultura ancestral, es la preservación
de los valores de nuestros antepasados en el culto a Nkisi.
–¿Qué quiere decir Candomblé?
–Candomblé es una palabra de origen bantú, que sigifica pedir. El acto de hacer
candomblé constituye entonces un “candombilar”, un “pedir por mí”. El concepto
que fue traído por los esclavos y se ha constituido en una religión
afrobrasileña, pero también es hoy sinónimo de lucha y resistencia de un culto
religioso y educacional que se manifiesta en la danza, en la cocina, en los
vestidos y en la sabiduría de los más viejos sobre cómo manejar el presente,
comprender el pasado y sembrar el futuro, respetando las enseñanzas de la
tradición oral, de la oralidad, básica en la cultura afro latinoamericana.
–Además de su militancia cultural y social, ¿tiene Ud. alguna militancia
política?
–Sí, soy militante en la sectorial de mujeres del Partido de los Trabajadores
(PT) en Brasil. En este sentido he trabajado en la organización de reuniones y
manifestaciones vinculados al 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer. También
he sido parte muy activa en la organización de conferencias regionales de
mujeres, preparatorias de las conferencias nacionales de la mujer.
–¿Qué implica ser feminista en Brasil?
–Mire, en el 2007, el presidente Lula sancionó la ley 12.501, a la que todo el
mundo llama Ley María da Penha. Esta mujer fue víctima de violencia doméstica
durante sus 23 años de matrimonio. Su marido intentó asesinarla en dos
oportunidades, en la primera con un arma de fuego que la dejó parapléjica. En la
segunda oportunidad intentó electrocutarla y asfixiarla. Recién después de esta
tentativa María tomó coraje y lo denunció. El marido de esta pobre mujer –la
punta del iceberg de un problema muy grande y oculto– fue sentenciado después de
19 años de juicio y sólo estuvo dos años en la cárcel. Así que puede imaginarse
lo que implica ser feminista en mi país. Justamente esta ley aumento el rigor de
las penas contra los agresores domésticos. Todavía queda mucho por hacer en mi
país sobre violencia de género, así como sobre la igualdad de oportunidades para
la mujer. En general, este es un tema candente en todo nuestro continente. Las
mujeres tenemos por delante todavía una larga lucha.
–¿Cuál es su interés en esta maestría en Antropología que ha venido a realizar a
nuestro país?
–El interés fundamental que me ha guiado a esta maestría es el de generar
políticas públicas para la comunidad tradicional de religiosidad de matriz
africana. Esto implica rastrear la historia del protagonismo de los “terreiros
de candomblé” en el proceso de la reforma habitacional y la influencia de estas
políticas en mi país.
–¿Qué son los terreiros?
–Se llaman terreiros a los templos religiosos de matriz africana. Es un espacio
geográfico de resistencia religioso cultural a la dominación blanca esclavista y
remite a un terreno sagrado dedicado al culto de origen africano Orixá. En
Bahía, los terreiros han tenido un papel muy importante en la preservación
ambiental de los barrios populares y también han jugado el mismo papel en
proyectos socio-culturales de distinto tipo, como juveniles, de género, etc.
–Ud. mencionó el Museo Afro Argentino de Morón, ¿de qué se trata?
–El Museo Afro Argentino de Morón forma parte del Instituto de Investigación de
las Culturas Negras en Argentina y ha tratado de preservar las distintas
manifestaciones culturales y religiosas de raíz africana en nuestro país. Es la
obra de Gladys Mallorca, una extraordinaria mujer, ya fallecida, que preservó
las enseñanzas de la matriarca Ya Nitinha de Oxum, oriunda de la Casa Branca,
uno de los terreiros tradicionales de Bahía. Hoy, su familia continúa con su
labor y mantiene su trabajo tanto en lo cultural, con el museo, como espiritual.
En este tiempo en Argentina, yo he trabajado voluntariamente en el Instituto
como coordinadora general y ha sido el vehículo institucional para muchos de
estos emprendimientos.
* Miembro de número del Instituto Nacional Manuel Dorrego
La
Argentina que soñó Sarmiento
Por Marcelo Gullo*. Miembro de Número del Instituto Nacional Manuel Dorrego.
sociedad@miradasalsur.com
Para cualquier persona, en cualquier parte del mundo que quiera comprender a la
Argentina y su problemática, le sería muy útil conocer, aun hoy día, el
pensamiento y los sueños del presidente Domingo Faustino Sarmiento pues su
pensamiento y sus sueños son todavía, desgraciadamente, los de una parte muy
importante de la sociedad argentina.
“Sarmiento el soñador, sigue soñándonos”, escribió en una ocasión Borges,
quizás, porque el país que imaginó Sarmiento en el siglo XIX, era el mismo que
Borges quería ver restaurado en pleno siglo XX, luego de la caída, en septiembre
de 1955, del “segundo tirano”. Pero, con qué país soñó el ilustre sanjuanino.
Dejemos, en lo posible, que el mismo Sarmiento nos lo relate
Fue Domingo Faustino Sarmiento quien preguntándose qué cosa era “civilización” y
qué “barbarie”, definió que “civilización” era el idioma inglés y, “barbarie” el
castellano. “Barbarie” era, para “el Maestro de “América”, todo lo autóctono,
por el solo hecho de serlo y, por supuesto - y he ahí el punto que más le
interesaba a Inglaterra- “civilización” era la aceptación a rajatabla de la
teoría del liberalismo económico salvaje y del libre cambio absoluto. Fue
Sarmiento el más brillante propagandista argentino de la teoría del libre cambio
y la división internacional del trabajo. Al respecto, Manuel Gálvez, en su
biografía de Sarmiento, escribe: “Nadie escribió tanto como él a favor del
comercio libre, y aun fue el primero en hacerlo. Cuando cayó Rosas y con él su
ley de Aduanas, nuestras industrias se arruinaron. Ya he dicho que solamente en
Buenos Aires había ciento seis fábricas y setecientos cuarenta y tres talleres y
que la industria del tejido florecía asombrosamente en las provincias. El
comercio libre significó la entrada, con insignificantes derechos aduaneros, de
los productos manufacturados ingleses, con los que no podían competir los
nuestros. Y la industria argentina murió.”
A tal punto llegó el desprecio por lo autóctono en la mentalidad de Sarmiento-
conquistada por el imperialismo cultural anglosajón - que llegó a aconsejar,
durante las guerras civiles desarrolladas en Argentina, que: “...no se ahorrara
sangre de gaucho, porque era lo único que tenían de humano...” y que este, el
gaucho, “... sólo servía para estiércol de la pampa”
Importa destacar que su desprecio por el gaucho solo fue superado por el que
sentía hacia la población indígena. El 27 de septiembre de 1844 escribió en el
diario “El Progreso”: “Por los salvajes de América sentimos una invencible
repugnancia sin poderlo remediar; y para nosotros, Colocolo, Lautaro,
Caupolicán, no son más que indios asquerosos a quienes habríamos hechos colgar y
mandaríamos colgar ahora mismo si reapareciesen.” Años después escribía en “El
Nacional”, del 19 de mayo de 1857: “Logramos exterminar a los indios? : Lautaro,
Rengo, y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces
del progreso. El exterminio de esa canalla es providencial y útil, sublime y
grande... Se les debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño que tiene
ya, el odio instintivo al hombre civilizado.”
Era seguramente el país con que soñó Sarmiento un país democrático: “Los gauchos
que se resistieron a votar por nuestros candidatos -exclamó exultante Sarmiento
el 17 de junio de 1857- fueron puestos en el cepo o enviados a las fronteras con
los indios y quemados sus ranchos. Bandas de soldados armados recorrían las
calles acuchillando y persiguiendo a los opositores. Tal fue el terror que
sembramos que el día 29 triunfamos sin oposición”.
Era seguramente, también, el país con que soñó Sarmiento un país donde debía
reinar la justicia social: “Las Cámaras no deben votar partidas para la caridad
pública -sostuvo Sarmiento, el 13 de septiembre de 1859 en el Senado de la
Provincia de Buenos Aires- porque la caridad cristiana no es del dominio del
Estado. El Estado no tiene caridad, no tiene alma...Si los pobre se han de morir
que se mueran...El mendigo es como la hormiga. Recoge los desperdicios. De
manera que es útil sin necesidad que se le dé dinero...¿Qué importa que el
Estado deje morir al que no puede vivir por causa de sus defectos? Los huérfanos
son los últimos seres de la sociedad; no se les debe dar más de comer.”.
* Miembro de Número del Instituto Nacional Manuel Dorrego
Las
aulas de la democracia merecen otro Padre
Por Alberto Lettieri. Director de Investigación y Extensión Educativa del
Instituto Nacional Manuel Dorrego
sociedad@miradasalsur.com
Cada 11 de septiembre, junto con el merecido reconocimiento a la tarea de nuestr@s
querid@s maestr@s, se reinstala la misma pregunta: ¿hasta cuándo deberemos
seguir asociando esta celebración con la figura de Domingo Faustino Sarmiento?
¿Cuál es el modelo cultural que contribuimos tácitamente a difundir, al
presentar a Sarmiento como paradigma de la educación popular y de la
nacionalidad argentina?
Un ejercicio útil y didáctico consiste en dar la palabra al propio Sarmiento a
partir de sus juicios y consejos, sobre aspectos esenciales de un programa
democrático elemental.
Comencemos por su opinión sobre los argentinos, “una dañosa amalgama de razas
incapaces e inadecuada para la civilización –afirmaba–. Los argentinos somos
pobres hombres llenos de pretensiones y de inepcia, miserables pueblos,
ignorantes, inmorales y apenas en la infancia. Somos una raza bastarda que no
ocupa, sino que embaraza la tierra”. (El Progreso, Chile, 27/9/1844). “En las
provincias (argentinas) viven animales bípedos de tan perversa condición que no
sé qué se obtenga con tratarlos mejor” (Informe a Mitre, 1863).
Para los pueblos originarios su receta era el genocidio: “¿Lograremos exterminar
los indios? Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin
poderlo remediar” (El Progreso, 27/9/1844).
La misma recomendación se aplicaba al mestizo, el gaucho: “No trate de
economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al
país. La sangre de esta chusma criolla incivil, bárbara y ruda, es lo único que
tienen de seres humanos” (Carta a Mitre del 20/9/1861).
Algunos años después presentó “El plan definitivo: asegurar los principales
puntos de la República con batallones de línea, o lo que es lo mismo, apoyar a
las clases cultas con soldados contra el levantamiento del paisanaje. Si mata
gente, cállense la boca. Son animales bípedos de tan perversa condición que no
sé qué se obtenga con tratarlos mejor” (Carta a Mitre, 18/11/1863).
La identidad americana sólo le merecía repudio: “Dicen que somos amigos de los
europeos y traidores a la causa americana. ¡Cierto!, decimos nosotros ¡somos
traidores a la causa americana, española, absolutista, bárbara. ¿No han visto
revolotear por ahí, sobre nuestras cabezas, la palabra salvaje?” (Facundo.
Civilización y Barbarie, 1845). Para él, los paraguayos serían “descendientes de
razas guaraníes, indios salvajes y esclavos que obran por instinto a falta de
razón. En ellos se perpetúa la barbarie primitiva y colonial. Son unos perros
ignorantes. Era preciso purgar la tierra de toda esa excrecencia humana: raza
perdida de cuyo contagio hay que librarse” (Carta a Mitre, 1872).
Sus campañas desembozadas para incrementar el patrimonio territorial chileno a
costas del argentino llegaron a merecer el juicio de “traidor a la patria” de
alguien que no era precisamente un modelo de patriotismo: su compadre Bartolomé
Mitre. (La Nación Argentina, 6/10/1868): “He contribuido con mis escritos
–reconocía Sarmiento– aconsejando con tesón al gobierno chileno a dar aquel
paso. Magallanes pertenece a Chile y quizás toda la Patagonia. Ni sombra, ni
pretexto de controversia queda” (El Progreso, 28/11/1842).
Tampoco los judíos escapaban a su repudio: “El pueblo judío, esparcido por toda
la tierra, ejerce la usura y acumula millones, rechazando la patria en que nace
y muere por una patria ideal que baña escasamente el Jordán y a la que no piensa
volver jamás. Este sueño, que se perpetúa hace veinte o treinta siglos, pues
viene del origen de la raza, continúa hasta hoy perturbando la economía de las
sociedades en que viven pero que no forman parte” (“Condición del extranjero en
América”, 1884).
Lo más grave de todo esto es que no se trata de juicios aislados, sino de la
reflexión madura y persistente de un cultor de la intolerancia y del extermino
de todo aquello que no oliera a afrancesado. Un programa que no dudó en
implementar en acciones y en políticas efectivas cada vez que tuvo oportunidad.
Como cierre, me permito recordar una anécdota que me refiriera hace poco un
Director de Escuela riojano, respecto de las dificultades de las maestras para
responder la pregunta insistente de los alumnos de primaria: “Seño, ¿por que
está colgada en las paredes de las escuelas el retrato del asesino del Chacho?”.
Luego de 30 años de democracia ininterrumpida, creo que esos niños nos están
señalando el camino.
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14/09/14 Miradas al Sur