El
país de Yupanqui
Por Pedro Patzer
Yupanqui, el que hizo con silencios un nuevo alarido de raza: “Mi tierra está
llenita de forasteros/ campesinos sin campo, indios sin cerro,/Qué tremendo
silencio sobre nosotros / hagamos con silencios un nuevo grito”. Yupanqui el que
trajo de los valles y las llanuras, de los salitrales y de los ríos escondidos,
cantos de siglos, ceremonias rurales: “Antes que el tiempo me borre,/ Una cosa
quiero hacer,/ Galopar por esas pampas/ Como buscando el ayer” Yupanqui el que
supo dialogar con los cerros y con los vientos: “Corre sobre las llanuras,
selvas y montañas, un infinito viento generoso. En una inmensa e invisible bolsa
va recogiendo todos los sonidos, palabras y rumores de la tierra nuestra. El
grito, el canto, el silbo, el rezo, toda la verdad cantada o llorada por los
hombres, los montes y los pájaros van a parar a la hechizada bolsa del Viento.
Pero a veces la carga es colosal, y termina por romper los costados de la
alforja infinita” Yupanqui el que se hizo preguntitas sobre Dios: “Un día yo
pregunté:/¿Abuelo, dónde está Dios?/Mi abuelo se puso triste,/y nada me
respondió./Mi abuelo murió en los campos,/sin rezo ni confesión./ Y lo
enterraron los indios/ flauta de caña y tambor” Yupanqui el que hizo vidalas en
los desiertos: “Conocí el desierto. Toqué algunas vidalas por los desiertos del
mundo…y me estremecí ante tanto silencio, ese silencio total que nunca pude
agregar a mi música” Yupanqui, el que rezara canciones, cual silencio de hachero
antes de derribar el mundo, en un quebrachito blanco: “Nidos, no tuviste nunca/
Solo aquel que yo construí/ Para esconder una copla/ Como canto de crespín/
Adiós, quebrachito blanco/ Hoy te tienen que abatir/ Yo he de sentir los
hachazos/ Matándome un poco a mí” Yupanqui, el que le pidiera al árbol que no lo
dejara partir “No me dejes partir, viejo algarrobo, que ya no sé decir: ¡Hasta
la vuelta...!/Hay un río profundo que me llama/ Desde el antiguo valle de la
pena”
Yupanqui, el que urdiera bagualas del gaucho pobre: “Pa' cantar baguala no
cuenta la voz/ sólo se precisa poner en la copla todo /el corazón” Yupanqui el
que alcanzara la baguala de la esperanza: “Siguiendo el rastro/ de una
esperanza/ tal vez florezca/ mi soledad” Yupanqui el que nos despertara al
Santiago profundo, cuando nos presentó a Cachilo dormido: “Está el Cachilo
dormido/ con su ponchito de almohada, /quizá, buscando en el sueño /el alma de
la vidala” y también nos despertara a la selva y a la misteriosa guarania con su
canción del arpa dormida: “Hoy el arpa india/ se quedó dormida/ como una
guarania/que no pudo ser”
Yupanqui, el que escribiera las memorias del camino: “Los caminos son caminos/
en la tierra y nada más./ Las leguas desaparecen,/ si el alma empieza a aletear”
Yupanqui el que le cantara a sus arenitas: “Arenitas del camino/ Cualquier
viento se las lleva/ Así son las esperanzas/ De los pobres de mi tierra”
Yupanqui, el que lo confundiera con las bagualas: “Nunca se sabe dónde terminan
los caminos y donde comienzan las bagualas” Yupanqui el que lo bifurcara con el
cosmos y la raza: “Caminito del indio, que junta el valle con las estrellas”
Yupanqui el que se reconociera como su domador: “Yo nunca fui como el valle./Eso
lo saben los vientos./Mi vida es domar caminos;/El valle siempre está quieto”
Yupanqui el que le arrebatara secretos a los cerros: “Hijo del cerro, nació en
las piedras./ Sol y distancia, canto y rigor…/¿Gaucho baqueano que, a la
montaña,/Todo secreto le arrebató!” Yupanqui el que averiguara el antiguo canto
del corazón de un peón envejecido: “El día habrá de llegar/ Se me hace que anda
llegando/ Que atravesau en mi mula/ Me lleven pal campo santo” Yupanqui el que
interpretara todo lo que calla el zafrero, luego de su temporada en el ingenio:
“Soy como el cañaveral,/ tierra que rinde el esfuerzo./Mis flores son de
verano/pero adentro llevo inviernos” Yupanqui, un hombre con sino de vidala:
“Como una errante vidala/ por este mundo, pasé./ Cuando me tape el silencio/ ya
ni vidala seré” Yupanqui una vida con destino de canto: “Si tú eres el elegido,
si has sentido el reclamo de la tierra: “Si comprendes su sombra, te espera/ Una
tremenda responsabilidad./ Puede perseguirte la adversidad,/Aquejarte el mal
físico,/ Empobrecerte el medio, desconocerte el mundo,/ Pueden burlarse y
negarte los otros,/ Pero es inútil, nada apagará la lumbre de tu antorcha,/
Porque no es sólo tuya./ Es de la tierra, que te ha señalado.” Yupanqui el que
bautizara la luna como “capataza”: “De pie en la noche, como un árbol solo,/
esperándote estoy, luna del cielo./ Porque quiero nombrarte capataza/ de todo lo
que amo y lo que dejo” Yupanqui, el que le diera otros nombres a la guitarra:
“guitarra, abuela cósmica,/ quién podría decirte una palabra nueva,/ para ser
escuchada” Yupanqui el que comprendiera a la guitarra como forastera en este
mundo: “Te veo como recién llegada de muy lejos./ De otras edades, de otro color
del mundo” Yupanqui el que percibiera a la guitarra como una misteriosa
religión: “La Guitarra es un misterio que sólo se devela cuando el hombre canta
o reza junto a ella los salmos de la tierra y de la vida.” Yupanqui el que
intuyera que la guitarra es hija del sonido de la verdad: “La guitarra no miente
jamás. Si el hombre se acerca a ella confesándose, el instrumento registra la
verdad del pensamiento, lo exacto de la intención, la dimensión cabal de un
sentimiento” Yupanqui el que interpretara los otoños del monte: “Mayo destroza
en el monte/ su tinajón de oro viejo./ Mientras cantas las acequias/ coplas de
adiós y de tiempo” y los silencios del montaraz sin soledad: “¿Soledad? No la
conozco/ siempre voy acompañado/ por las cosas que he vivido/ o que el viento me
ha arrimado”
Yupanqui el traductor de los cantos profundos de la noche del pueblo: “…adivinar
un poema/ que nunca lo escribió nadie/ a la noche la hizo dios/ para que el
hombre la gane” Yupanqui, dueño del día del continente, el conquistador de la
auténtica riqueza de su pueblo: “No son héroes solamente los que ganan batallas,
en los campos de batalla, son héroes los que ganan la batalla contra la
ignorancia y contra la incultura,esos son verdaderos héroes, los que van
triunfando, iluminando la senda de las generaciones que arriban a un país, de
los arbolitos nuevos que crecen, son buenos vientos y buenos soles para que se
desarrolle esa planta y produzca frutos nobles o de una noble sombra, alguna
vez”
Pan y Cielo, el blog de Pedro Patzer
www.pedropatzer.blogspot.com.ar