“El
sur negro”, crónicas de un tema silenciado
Por Jorge Boccanera
Las crónicas de El Sur Negro, del periodista Pedro Solans, conjugan la apelación
histórica con el diálogo vivo, simultáneo, al enlazar en su recorrido los
orígenes de la esclavitud y las voces actuales de afrodescendientes
latinoamericanos, para descorrer algo del velo de un tema oculto e ignorado y
una discriminación vigente y mal disimulada.
Editado por Punto de Encuentro, el libro traza un itinerario por los palenques
-asentamientos de esclavos libres, cimarrones-, y entre muchos temas repasa una
cultura poderosa que influenció en forma categórica con su creatividad, mitos y
creencias, la vida de todo un continente.
Un presidente argentino hijo de una negra -Bernardino Rivadavia- apodado
“chocolate”; el primer santo mulato de América, San Martín de Porres; Cayetano
Silva, hijo de esclava y autor de la “Marcha de San Lorenzo”; el popular
“Gauchito Gil” con ascendencia guaranítica y afro, la cantora colombiana
Graciela Salgado que logró domar un inmenso tambor, son algunos de los
personajes que cruzan por El Sur Negro.
En diálogo con Télam, Solans (El Chaco, 1959), autor de los libros Isidro
Velázquez. El último bandido rural y Crímenes de sangre, señala una
discriminación racial: “Motivada y alentada por la masiva aculturación
educativa, incluyendo medios de prensa e instituciones gubernamentales. De los
150 millones de afrodescendientes que viven en el continente, la mayoría puebla
las estadísticas de los llamados “graves problemas” humanos, sociales, y
económicos".
T: ¿Es entonces un tema pendiente, escamoteado?
S: Los afrodescendientes pasaron de la esclavitud a la invisibilización. La
discriminación está vigente en países en los que el negro sigue siendo un
ciudadano devaluado que solamente sobresale en el deporte, los festivales, los
carnavales, las llamadas del tambor y los episodios que puedan ser utilizados
por el mercado.
En Ecuador, con la Presidencia de Rafael Correa, hubo un gran avance en la
igualdad de derechos civiles y los negros llegaron a ser funcionarios públicos.
En contrapartida las organizaciones que nuclean a los afro en Uruguay, acusan a
la sociedad de discriminativa y hostil.
T: Llama la atención en El Sur Negro la mención de afrochilenos, afroparaguayos,
afrobolivianos…
S: Son los menos conocidos. Cuando se fundó Asunción, el 70 por ciento de sus
habitantes eran afrodescendientes que apelaron al mestizaje con el aborigen y el
español para sobrevivir. En el siglo XIX llegó otra ola migratoria con el
ejército de Artigas; son quienes mantienen viva su lucha por sus derechos. Los
primeros africanos que llegaron a Bolivia en el siglo XVI fueron traídos para
trabajar en las minas de plata de Potosí.
El frío y la altura sobre el nivel del mar aniquilaron a millares; Potosí fue un
gran cementerio: un kilogramo de metal demandaba la vida de un centenar de
negros. La condición esclava de los afrobolivianos fue extensa, ya que si bien
la constitución boliviana de 1826 abolió la esclavitud, fue restituida por
presión de los ganaderos hasta 1851.
T: ¿En Argentina los invisibiliza la historia oficial?
S: Argentina, como Chile, son países emblemáticos en la negación de los negros a
pesar de que la historia oficial no los pudo hacer desaparecer. En Chile una
fuerte corriente intelectual trabajó en la desaparición cultural de los
africanos que se refugiaron en el mestizaje del norte del país. Aquí las
desapariciones fueron más crueles, los usaron los ejércitos genocidas, también
las epidemias afectaron sus centros más poblados y no recibieron la atención
necesaria.
Además hubo un fuerte mestizaje en Corrientes, Córdoba y Santiago del Estero.
Sobre el camino real que unía el Alto Perú con Córdoba estaba minado de
asentamientos de poblaciones negras que fueron mezclándose sin perder sus
costumbres; de ahí surgen los géneros musicales más arraigados de nuestro
folclore. En los manuales de estudio los negros están en actividades menores:
sirvientes, encendedores de farolitos, aguateros o vendedores de mazamorras;
pero nada se dice del aporte estratégico en los Ejércitos de Los Andes, del
Norte o en las defensas contra las invasiones de los imperios.
T: ¿En tu libro aparece el tema de la religión -incluso aparece un bifronte
dios-diablo: Burisaco- ligado a la resistencia…
S: Los palenques -también llamados “quilombos”- era donde se concentraban los
negros rebeldes que escapaban de sus dueños; todo negro que llegaba a un
palenque era automáticamente libre. Respecto a lo religioso, fue la base de la
resistencia y la conservación de las tradiciones ancestrales. Sus grandes
líderes rebeldes eran religiosos y los palenques eran logrados por esos líderes
practicantes del Candomblé.
T: ¿Qué características adquirió la resistencia de los esclavos y su lucha por
liberarse del sometimiento y la humillación?
S: A pesar de la historia de resistencia y lucha por liberarse del yugo y el
avasallamiento, los negros siguen bregando por la construcción de sujetos
políticos que caminen hacia el ejercicio de una ciudadanía efectiva que los
incluya integralmente, porque si oficialmente no hay esclavitud en América,
quedan unos 20 territorios no independientes, incluyendo a la Guyana francesa y,
paradójicamente, la primera república liberada de la colonia, Haití, ocupada
militarmente.
T: En tu libro tienen gran protagonismo las mujeres.
S: Son las que se transforman a la hora de resguardar la riqueza cultural en
“maí” (madres de todos) y como tal insuflan fuerza a los luchadores; las que no
se callan, zurcen las banderas de la resistencia y transmiten la sabiduría a
través de algo que no se puede saquear, como es la mirada.
Télam
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