Los otros himnos de las pequeñas argentinas y los Vicente
López y Planes de comarcas
Por Pedro Patzer
El canto siempre fue el biógrafo del corazón de nuestro pueblo, tanto es así que
mientras los falsificadores de la historia nos contaban sus ficciones, Martín
Fierro nos cantaba la historia de los de abajo: “Y atiendan la relación/ que
hace un gaucho perseguido, / que padre y marido ha sido/ empeñoso y diligente,/
y sin embargo la gente/ lo tiene por un bandido” Del mismo modo, este país
colmado de paisitos, no podría alcanzar todas las voces que conforman su voz
interior, de no ser por los otros himnos nacionales, himnos que retratan las
almas de esas pequeñas patrias, himnos creados por los otros Vicente López y
Planes, por los autores de himnos de comarcas: ¿Acaso Guanuqueando no es el
himno del paisito de la quebrada como Quimey Neuquén el himno del país del
viento de los mapuches? ¿Será Llegando a Cuyo el himno de las patrias chicas
escondidas en San Luis, Mendoza y San Juan? ¿Acaso El último sapucay es el himno
de la comarca de los bandoleros sagrados? ¿Será El Antigal el himno de la patria
de las ruinas calchaquíes y Vallecito el himno del país de los rezos pobres?
¿Acaso El arriero va es el himno del país de los caminantes? ¿Será Milonga Baya
el himno de la patria de la sed y Apurate José el himno del país de los
inundados? ¿Acaso Serenata para la Tierra de uno e Himno de mi corazón no son
los himnos de las patrias de nuestra resistencia y nuestra ternura?
La Argentina tiene tantos himnos como patrias chicas, cada uno de sus paisitos
presenta a su Vicente López y Planes, muchos de ellos célebres como Ricardo
Vilca del país de la puna; Marcelo Berbel y Hugo Giménez Agüero de las pequeñas
patrias de la Patagonia; los Tarragó Ros del paisito chamamecero; la Mona
Giménez de la Córdoba obrera; Larralde el Vicente López y Planes de las patrias
del horizonte como Pancho Cabral y Ramón Navarro lo son de los paisitos de la
Chaya y el Pusllay, y por supuesto Atahualpa Yupanqui, el creador de los himnos
de los paisitos secretos de esta Patria Grande. Sin embargo, hay Vicente López y
Planes desconocidos, autores de los himnos de parajes y barrios. En el desierto
de Lavalle, Mendoza, encontramos a Cacho, un trovador desconocido que le
escribió una tonada a un viejo algarrobo que permanece de pie ante los
constantes acechos del zonda. Su tonada es el himno de ese país del desierto de
Lavalle. En Selva María, José es el Vicente López y Planes del país de la selva
formoseña, que compuso una Polka para vencer al Porá. En Cuchillo Co, provincia
de La Pampa, Carlos, creó una milonga que se ha convertido en el himno de la
patria de los salitrales; como en Lago Blanco, comarca de Chubut, Patricio urdió
el himno del paisito del río Senguer, un canto en mapuche que abraza al espíritu
indoamericano de sus pobladores. No podemos dejar de mencionar a Gabriela, la
catamarqueña que creara una vidala chayera que pinta el alma de los habitantes
de Las Juntas, ella es “La Vicente López y Planes” de dicha localidad.
Es conveniente decir, que las pequeñas patrias que conforman la Argentina,
además de poseer los himnos que hemos enumerado y de sus respectivos “Vicente
López Y Planes” también tiene himnos de patrias íntimas, himnos como el golpe de
maíz en el mortero; como el legüero retumbando milagros en el misachico; como
los ladridos nocturnos de los perros arrabaleros; como el chamamé en los
andamios de los albañiles; como el otoño y sus cantatas naranjas en los patios;
como el andar de la mula en la cuesta de la baguala; como el ronquido del
rastrojero en la mañana de trabajo; como el traqueteo del tren que le devuelve
sus latidos al pueblo; como el bufar de los barcos en el mar austral; como el
sonido de los máquinas que son como el eco cultural del pueblo ypefiano; como la
marcha cantada por Hugo Del Carril; como la bombilla celebrando los países del
mate; como un gol sonando en una pequeña radio de domingo.
Todos estos himnos no son entonados de pie en los patios de las escuelas, aunque
ponen de pie al espíritu de sus patrias chicas.
Pan y Cielo,
el blog de Pedro Patzer