ZONA
LITERARIA - EL TEXTO SEMANAL
“A Mario Trejo no le fue ajeno ningún género textual”
Entrevista a Jorge Ariel Madrazo por Rolando Revagliatti
Jorge Ariel Madrazo nació el 26 de agosto de 1931 en la
capital de la Argentina, Buenos Aires, ciudad en la que reside. Ejerció el
periodismo desde 1967, sin interrupciones, y hasta hace pocos meses, en su país
y en Venezuela, ocupando cargos directivos. Su quehacer literario ha sido
traducido al francés, portugués, italiano, inglés, catalán y macedonio. En 2005,
por sus versiones de poemas de autores de habla portuguesa, obtuvo el Premio
“Paulo Ronai” en Pernambuco, Brasil, y por su traducción de dos libros de Jack
London, el Primer Premio IBBY Internacional. Es Miembro Correspondiente de la
Academia de Letras del Nordeste del Brasil y de la Unión Brasileña de
Escritores. Integra el Consejo Editorial de la revista “Trilce” (Concepción,
Chile) y el Consejo Asesor de la revista-web “Analecta Literaria”. Ha sido
incluido en numerosas publicaciones periódicas y antologías nacionales y
extranjeras. La Biblioteca Nacional de la República Argentina lo distinguió en
2014 con el Premio “Rosa de Cobre” a la Trayectoria en Poesía. Publicó en 2011 a
través de Ediciones Desde la Gente, Centro Cultural de la Cooperación, de su
ciudad, el volumen conformado por su novela “Gardel se fue a la guerra” (Primer
Premio “Eduardo Mallea”, período 2003-2005) y por diversos textos de su libro
anterior, “Quarks-Microficciones”, de 2006. Sus dos libros de cuentos editados
son “Ventana con Ornella” (1992) y “La mujer equivocada” (2006). Desde 1966
fueron apareciendo sus poemarios “Orden del día”, “La tierrita”, “Espejos y
destierros”, “Blues de muertevida” (1984, Premio Nacional Regional), “Cuerpo
textual” (1987, editado por el sello LAR de Chile, Segundo Premio Municipal
Ciudad de Buenos Aires), “Cantiga del otro” (1992, Primer Premio Ediciones del
Dock), “Piedra de amolar”, “Mientras él duerme” (1997, en co-autoría con el
pintor Juan López Taetzel), “Para amar a una deidad” (1998, Premio Fondo
Nacional de las Artes y Premio Fundación Inca), “De mujer nacido”, “Teoría de
ella”, “De vos”, “Ayer decías mañana”, y en 2015 “Lo invisible”. En 2014 se
concretó en París, Francia, a través del Programa Sur de la Cancillería
Argentina de apoyo a la traducción, y por el sello Abra Pampa, una edición
bilingüe bajo el título “De vos / De toi”. Este año, Ediciones Summa, de Lima,
Perú, dio a conocer su antología personal “Alma que has de vivir” y Ediciones
Caletita, de México, le publicó el libro “Poemas de ángel caído”. Fue invitado a
encuentros internacionales de poesía en su país, así como en Perú, Chile,
Uruguay, Brasil, Colombia, Cuba, México, Nicaragua, Ecuador, Estados Unidos,
España, ex Yugoslavia, Irlanda y Francia.
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1 — Imaginando la satisfacción que le habrá producido al niño que eras en 1940,
cuando se publicaron dos poemas tuyos, nos preguntamos por la repercusión en tu
familia, por la irradiación en ellos y en vos, por tu continuidad en la
escritura de creación en aquella década y en la siguiente.
JAM — De hecho, esos dos poemitas vieron la luz en una revista, “Ceres”, editada
por la mutual del Ministerio de Agricultura y Ganadería, en el que mi padre
trabajaba. Como verás, la intervención de mi familia en tales “inicios”
literarios fue directa, pero no porque sí: aquel chico tenía condiciones. Los
poemas estaban consagrados, como era de prever, a mi madre y a mi padre, y
exhibían cierta habilidad constructiva y bastante “oído”. Aún recuerdo la
estrofa final de uno de ellos: «El niño ya se ha dormido / la madre cesó su
canto. / Ya no se oye de la lluvia el ruido. / Las horas siguen pasando…». A esa
edad, por cierto, ya tenía muchas lecturas —obvio: desperdigadas, sin ningún
orden— gracias a la biblioteca de una tía, hermana de mi madre y profesora de
Arte Escénico y Declamación: esa biblioteca rebosaba de Rubén Darío, José
Asunción Silva, Santos Chocano, Amado Nervo, Edgar Allan Poe, Fernández Moreno
(Baldomero y César), José Pedroni, Antonio Machado, Federico García Lorca, León
Felipe y un riquísimo etcétera. Los Nocturnos de Silva y “El Cuervo”, de Poe, me
abrieron el alma, el sentimiento y el oído como nada nunca antes. León Felipe y
Vladímir Maiakovski —este último, no sólo por su euforia revolucionaria sino
también por su forma de escandir el verso— fueron con César Fernández Moreno,
García Lorca y Rafael Alberti y el Pablo Neruda de “Residencia en la tierra”,
las influencias más notables, en la prehistoria adolescente de mi formación
poética.
Toda la escritura que siguió, en los ’40 y ’50, se convirtió en humeante pira
cierta noche de rara autopunición: ocurre que sentí miedo, o rechazo, por lo que
era una entrega psíquica casi absoluta a la experiencia (mágica, obsesiva) del
lado poético del universo. Una precoz militancia política y un precoz casamiento
contribuyeron a que mi primer libro de poesía se publicara muy tarde, a los 34
años, en 1966 y gracias a la generosidad de José Luis Mangieri con su primer
sello: La Rosa Blindada. Ese opus poético inicial se llamó “Orden del día”. Pese
a tal título, no era para nada panfletario, ni siquiera de carácter
preminentemente político, y aún hoy lo reivindico.
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Jorge Ariel Madrazo en su niñez
2 — ¿Qué medios periodísticos en los que te hayas desempeñado destacarías? ¿Qué
secciones cubriste y de cuáles llegaste a ser el principal responsable, con qué
otros escritores compartiste redacciones?
JAM — Los principales hitos de mi trabajo periodístico fueron, en el país y en
gráfica, la revista “Siete Días Ilustrados” (fui Secretario de Redacción de su
edición nacional y luego de la Latinoamericana) y el recordado matutino “La
Opinión”, fundado por Jacobo Timerman. En los años ’60 estuve muy cerca de “La
Rosa Blindada”, publicación que dirigía Mangieri, donde reencontré al joven Juan
Gelman que ya había admirado en sus lecturas públicas y a través de los discos
del Tata Cedrón. Ya en Venezuela transité por varios medios gráficos hasta
desempeñarme como Director del semanario “Elite” y, luego, Secretario de
Redacción de la filial venezolana de la agencia de noticias italiana ANSA.
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Una vez de regreso en la Argentina, pasé por otros medios como la revista “El
Observador”, el matutino “Clarín” —en su sección Internacional—, y algunas
colaboraciones esporádicas para la última etapa de la importante revista
“Crisis”, que dirigió el poeta y periodista Jorge Boccanera. Por fin, fui
colaborador permanente de la publicación virtual y gráfica “El Arca”, órgano de
la Caja Nacional de Ahorro y Seguros, hasta su desaparición, poco tiempo atrás.
Raúl González Tuñón (con quien apenas tuve trato, por mi timidez en aquellos
años), Gelman, Francisco Urondo, el gran dibujante Hermenegildo Sabat, Tabaré Di
Paula, Sergio Morero, Alberto Szpunberg, Ramón Plaza, son algunos de los
nombres, imborrables hasta hoy, surgidos en aquella larga etapa periodística y
poética a la vez. Hubo más, es claro, pero no quiero convertir este diálogo en
una guía telefónica.
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3 — Tras exiliarte en Caracas, entre 1976 y 1983, apenas regresado a nuestro
país se difunde tu poemario “Espejos y destierros”. Seis, siete años en otra
gran ciudad. ¿Cómo fue “volver”?...
JAM — El que vuelve es ya otro, ¿verdad? Y el país también es muy otro. Ante
todo procuré re-descubrir, conocer el nuevo movimiento poético, en especial a
los autores y autoras jóvenes: era la época de “Poesía Abierta”, de los cafés y
caves donde la poesía sentaba sus reales. Traté intensamente a magníficos
compañeros de mettier, muchos de ellos hoy fallecidos. Mención especial, entre
estas figuras memorables ya idas, para Enrique Puccia, Antonio Aliberti, Rubén
Chihade, Francisco Madariaga, Edgar Bayley, Enrique Molina, Joaquín Giannuzzi,
Juan García Gayo, Hugo Caamaño, Jorge Smerling, Carlos Débole, Jorge García
Sabal, Celia Gourinski, Élida Manselli, Susana Thénon, Olga Orozco y un
riquísimo etcétera.
De igual modo, debo confesar que tropecé en algunos casos con sectarismos y
afanes por ocupar un paradójico “poder poético” —que ayer y hoy me pareció un
afán tan pobre como risible—, cuya mayor expresión quizás haya sido la revista
“Diario de Poesía”.
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Jorge Ariel Madrazo con Alberto Szpunberg y
Marta Braier en 2014
4 — ¿Te habrás referido ya en alguna entrevista a ese
volumen titulado “Orgasmo” (Centro Editor de América Latina, 1989), conformado
por poemas de Mario Trejo (1926-2012), con tu selección y estudio introductorio?
Haya sucedido o no, Jorge, te demandamos que nos hables de Trejo, de tu
selección y estudio.
JAM — Trejo —o Trexus, como él se auto-rebautizó— fue uno de los personajes más
singulares que he tratado, mejor dicho: que tuve el privilegio de tratar. Fue,
en mi opinión, una de las voces mayores de la poesía en lengua española, desde
la irreverencia y la ironía que no excluían una hondura conmovedora de quien
había vivido “todo”, y en todas partes. Cualquier convencionalismo, cualquier
gesto mediocre o mezquino se disolvían en el aire, avergonzados, ante su
presencia cáustica e intransigente. Podía suscitar admiraciones incondicionales
y rechazos no menos absolutos. Era un ser de las noches, del jazz, de la bohemia
y los márgenes, y daba la impresión de que nada de lo humano le era ajeno, a
excepción de los rótulos políticos. Tampoco le fue ajeno ningún género textual:
fue maestro como dramaturgo, guionista de cine y televisión, autor de poemas que
llegaron a ser canciones exitosísimas, como “Los Pájaros Perdidos”. Y hasta fue
actor, haciendo de sí mismo, en la película de Bernardo Bertolucci “La vía del
petróleo”. De mi trabajo para el CEDAL sólo diré que estuvo movido por la
admiración y el amor.
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Jorge Ariel Madrazo con Alejandra Leonor
Parra, Gustavo Tisocco, María del Mar Estrella, Ana Guillot, Susana Murguía y
Norberto Barleand en 2012
5 — Envidiable bagaje el tuyo tras las participaciones en encuentros de
escritores en más de una docena de países.
JAM — Hay encuentros poéticos de muy distinta índole, carácter y magnitud. Pero
ya sea en Rosario o Córdoba de Argentina, o bien en Struga —Macedonia, en la ex
Yugoslavia—, en Irlanda, en Oregón (EEUU), en Granada (Nicaragua), en Concepción
y Valdivia (Chile), en La Habana, en Quito, Lima o Medellín (por citar a algunos
a los que fui invitado), la emoción poética suele ser similar. Tal experiencia,
que es tanto de vida como poética, permite además enriquecerse con múltiples
aportes, seres humanos, culturas y voces. Y suelen forjarse amistades duraderas
y entrañables.
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Jorge Ariel Madrazo con Antonia B. Taleti
6 — Resulta que sos el prologuista de un libro que juzgo
extraordinario: “Lo cierto”, del argentino Diego Viniarsky, fallecido
trágicamente en 2006 a los cuarenta años.
JAM — Amor y admiración: ésas son las palabras que ya usé para definir mi
relación con Mario Trejo, y muy adecuadas para referirme al vínculo con Diego e
incluso con Noemí, su gran compañera.
Diego era un ser de excepción, un talento y una voluntad descomunales
encarcelados en un cuerpecito que sufría un creciente deterioro por una
enfermedad paralizante. Lo conocí cuando me puse en contacto con él tras leer un
número de la excelente revista “El Perseguidor”, que él fundó y dirigía con la
ayuda —no siempre constante— de un pequeño grupo de amigos y colaboradores. Como
bien señalás, “Lo cierto” es un libro fuori serie. Y quedó inédita una novela
suya que evocaba su niñez y la pasión por el fútbol. Sus dos hijos, una
mujercita y un varón, son también brillantes, y Noemí sigue siendo una de mis
amigas más cercanas.
Por cierto, al hablar de Diego no puedo dejar de recordar y homenajear a otro
gran poeta y crítico, una de las personalidades más agudas que he conocido, Juan
Antonio Vasco, que sufrió su misma y más que injusta enfermedad.
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Jorge Ariel Madrazo con Arturo Corcuera y
Harold Alva
7 — ¿Está ya concluido, aunque sin editar, tu ensayo “Grandes poetas olvidados”?
¿Quiénes son ellos?
JAM — Nunca llegué a concluirlo, ni creo que me dé el tiempo para hacerlo.
Algunos de esos nombres (largados así, sin ningún orden): César Tiempo, Delmira
Agustini, Carlos Sabat Ercasty, Martín Adán, César Calvo, Martín Oquendo de
Amat, Porfirio Barba Jacob, Eunice Odio, Humberto Díaz Casanueva, Rosamel del
Valle… En realidad, ¿no están olvidados la mayor parte de los poetas que
merecerían ser frecuentados a diario?
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Jorge Ariel Madrazo con Benjamín Chávez, Melissa
Patiño, Elí Urbina, Justo José Padrón, Eduardo Arroyo, Harold Alva, Víctor
Escalante, Alicia Del Puerto, Jacobo Rauskin, etc.
8 — ¿Cómo se gestó, se produjo tu “Conversaciones con Elizabeth Azcona Cranwell”
(1933-2004), ese volumen que en 1998 fue editado a través del sello Vinciguerra?
JAM — Ese trabajo, que me permitió transitar la intimidad (a menudo dolorosa) y
la obra de una gran poeta y amiga, ninguneada hasta por una trajinada antología
que pretendió dar cuenta en 2010 de los “200 años de poesía argentina” (sic),
surgió a pedido de la propia editorial. Y se gestó a lo largo de muchas horas de
entrevistas y de charlas más distendidas, en su departamento porteño del barrio
Norte. Elizabeth irradiaba un talento y encanto especiales, y era un tesoro de
anécdotas y de sentimientos muy profundos en cuanto al tan particular reino, o
taller, de la creación poética.
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Jorge Ariel Madrazo con E. Solinas, R. Freschi,
D. Freidemberg, J. Paolantonio, J. Aulicino, M. Canoso, P. Bence Castilla, L.
Díaz Mindurry y Rubén Reches en 2012
9 — En el género ensayo destacan dos títulos de tu autoría: “Breve historia del
bolero” (1980), y cinco lustros después “El anticristo” (2006).
JAM — El ensayo sobre el bolero, género que amo, nació por la impronta del clima
musical y sentimental del Caribe, que me llegó con ímpetu durante mi residencia
en Venezuela, donde conocí entre otros al gran cantante puertorriqueño Daniel
Santos y descubrí a su eximio compatriota Héctor Lavoe (llamado “El cantante”
por antonomasia), al cubano Beni Moré, al panameño Rubén Blades, a la
española-venezolana Soledad Bravo, a los venezolanos Willie Colón y Oscar D’León.
Incluso entrevisté allí al famoso cantante argentino Leo Marini, quien vivió
también en Venezuela. Y al director de la orquesta “La Sonora Matancera”, el que
me abrió los ojos a una nueva visión de estos ritmos al revelarme: “Chico, tú
sólo comprenderás de verdad toda esta cosa cuando vivas a fondo el sentimiento
Caribe.” Y tenía mucha razón.
“El anticristo” lo escribí, en difícil parto, por pedido de una editorial
española para públicos masivos: tenía que ser muy bien documentado y al mismo
tiempo ameno. Creo, modestamente, que lo logré.
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Jorge Ariel Madrazo con el poeta peruano
Arturo Corcuera y el poeta chileno Omar Lara en 2006
10 — ¿Por qué o a instancias de qué motivaciones escribís poesía? ¿Cuál es tu
visión del quehacer poético?
JAM — En mas de una ocasión, con éstas palabras u otras semejantes, he dicho lo
que es mi férrea convicción: el poema, si merece tal nombre, es un cuerpo vivo,
un jadeo, una respiración, un dolor y un actuar tanto físicos como subjetivos,
que han de nacer desde el adentro hacia el afuera: rara vez la gracia poética
tutele a un texto surgido prioritariamente desde lo que Edgar Bayley llamó el
“estado de alerta”, o desde el mero tributo a la herencia literaria, por rica
que ésta fuera. Por lo demás, el poema es lo que es, quiere decir lo que dice,
alude pero no expresa nada preexistente a sí mismo: es nuevo mundo que se agrega
al mundo.
En mi caso (pero dista de ser un patrimonio personal) pesan fuertemente la
obsesión por el Tiempo y sus mutaciones. Uno vive instantes fugaces, y proyectos
más duraderos, deseos y sueños intensos y poderosos. En igual medida me afectan
la injusticia, la hipocresía de una sociedad que, con un refinamiento mayor o
menor, y tantas otras veces sin ningún ocultamiento, se asienta en la
humillación, la marginación y la muerte —civil o física— de grandes mayorías
condenadas a un destino oscuro.
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Jorge Ariel Madrazo con Eugenio Mandrini,
Alberto Luis Ponzo, Michou Pourtalé, Alfredo Palacio, Alberto Boco, Carlos
Carbone, etc.
Y también me motiva el ser-con-otros, el sentir que se es otros, aun con las
gigantescas dificultades de comprensión y la cuasi imposibilidad de conocerse.
La sensación de extrañeza ante uno mismo y lo otro, de estar en este cuerpo y en
este mundo, de lo raro y aun mágico de que exista lo otro, es uno de los
detonantes de mi escritura. Pueden impulsarla en lo inmediato, es claro, una
visión, un momento que se siente único y por ello epifánico, una irrupción de
algo que se unirá convulsivamente con los yacimientos del recuerdo, hasta un
dato científico que me sorprende y desubica y suscita nuevas relaciones dentro
de mí; cada cosa y cada maravilla del afuera, uniéndose al sustrato interior y
al subconsciente. De otro modo: el misterio. Y el deseo de ampliar y conocer
mejor el mundo, al renombrarlo. Lo que es otra forma de decir: expandir la
comprensión de uno mismo y del resto, el conocimiento por otras vías, en
especial la emotiva (lo intelectual también ha de estar encarnado en imágenes
sensibles: tiene que haber “carne en el asador”). Mención especial para el
lenguaje: a veces se olvida que todo poema es lenguaje; otras veces se exagera
este rasgo, cayendo en una verdadera logorrea. En suma, permítaseme una
obviedad: no hay poema, si no está atravesado desde sus entrañas por la poesía.
Pero ¿será una obviedad?
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Jorge Ariel Madrazo con Leonor García
Hernando, Cristian Di Nápoli, Rolando Revagliatti y Juan Terranova en 1999 -
Foto Daniel Grad
11 — Críticos literarios destacaron tu modo de valerte de neologismos, arcaísmos
y enclíticos, un uso de los diminutivos, a veces hasta en los verbos,
sustantivación de adjetivos, verbalización de sustantivos, toques barroquistas
en tu poética.
JAM — Así lo ha hecho notar incluso en fecha reciente, en su prólogo para una
antología personal mía, la destacada poeta argentina Marta Braier. Y tal vez sea
así, al menos en cuanto a gran parte de mi trabajo poético. Quizás esos rasgos
—naturales, como una forma de respirar, nunca rebuscados— se hayan diluido algo
con el tiempo y con los poemas. Quizás predominen más en unos libros que en
otros. Es que el llamado “estilo” no es sino el resultado de lo que cada uno, al
labrar el poema con la máxima honestidad y necesidad, logre hacer con sus
limitaciones y anhelos personales, en cada etapa de su vida física-subjetiva y
de acuerdo con sus deseos, potencialidades y déficits. Cierta vez, en Caracas,
pregunté al enorme poeta chileno Humberto Díaz Casanueva, ya fallecido, sobre su
presunto “cambio de estilo” en sus últimos libros: “Usted antes escribía poemas
en forma de versículos casi elegíacos, muy abarcadores y dilatados; en sus
nuevos poemas se lo ve más austero y tendiendo al verso corto. ¿A qué se debe
eso?”. “Muy sencillo —me respondió—: ahora estoy mucho más viejo, y me falta el
aliento…”: toda una “lección de estilo”.
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Jorge Ariel Madrazo con Leopoldo Castilla,
Marcos Silber, Silvia Spinazzola, Aníbal Sciorra, Diana Poblet, Roberto Romeo Di
Vita, etc.
12 — Como periodista realizaste un reportaje, por ejemplo, a la cantautora
peruana Chabuca Granda (1920-1983). ¿Qué entrevistas por vos efectuadas te
resultaron más redondas, más logradas? ¿Y qué te pasaba con los remisos?
JAM — Sería muy difícil para mí escoger una de esas entrevistas. Las hubo a
grandes artistas, a mandatarios y Jefes de Estado, a dirigentes sindicales, a
científicos. Tal vez una en la que hubo mayor empatía con la persona
entrevistada, haya sido el largo y emotivo diálogo con Alfredo Zitarrosa, en
Buenos Aires, para la revista “Siete Días”. O el que tuve en un hotel venezolano
con Jorge Luis Borges, para la sección cultural de la agencia de noticias ANSA.
No, no me tocaron remisos. También es cierto —valga la aparente inmodestia— que
hay que saber entrevistar, hallar el timing y la forma para que el remiso vaya
aflojándose. Lástima grande: nunca se me dio tener que entrevistar a Juan Rulfo,
o a Augusto Monterroso, cuya parquedad en el diálogo era proverbial.
![](img/madrazo-16.jpg)
Jorge Ariel Madrazo con Liliana Varela,
Ricardo Juan Benítez, Andrea V. Álvarez y Alicia Del Puerto
13 — Hace más de tres lustros se dio a conocer el volumen que concibieras con el
artista plástico Juan López Taetzel. ¿Cómo se generó esa asociación, cómo la
desarrollaron, qué resulto?
JAM — La estrecha amistad con ese pintor, que siempre admiré, y su interés y
honda comprensión del quehacer poético, me llevaron a pedirle ilustraciones
originales —en verdad, tintas muy libres— para los poemas que irían al libro
“Mientras él duerme”. Aclaro: no fueron, ni quisimos que fueran, “ilustraciones
de poemas”. Son tintas bellísimas, fuertes y libérrimas, que conforman a su modo
otros discursos creativos independientes. Por lo demás, esos poemas son, creo,
los que más espontánea y libremente brotaron de mí. Fueron una catarsis en una
época personal difícil.
Ese libro no tuvo buena difusión pero es uno de los que prefiero.
![](img/madrazo-17.jpg)
Jorge Ariel Madrazo con Mariel Monente
14 — A donde te lleven…: ¿Qué es la gloria literaria? ¿Cuál es el miedo
químicamente puro? ¿Te gusta escribir adentro de lo ya escrito?
JAM — ¿La gloria? ¡Pero, ésa es una aspiración propia de poetas imperiales en
países imperiales! Entre nosotros, es sustituida por la pequeña aspiración al
“poder” poético individual. Algo muy diferente del sano y válido prestigio y/o
reconocimiento.
El miedo químicamente puro puede ser: estar echado en la cama mientras los que
van a secuestrarte derriban la puerta, o encontrarte aferrado a una boya en
pleno océano y en plena noche. O abrir una ventana y ver el rostro de uno mismo,
muerto.
Escribir adentro de lo ya escrito: creo que esto es, meramente: escribir: un
palimpsesto acaso infinito, aunque por suerte el texto alguna vez te abandona…
![](img/madrazo-18.jpg)
Jorge Ariel Madrazo con Mariel Monente,
Fernando Ramiro Silber y Antonia B. Taleti
15 — ¿Qué proceso medió desde que concebiste la idea para la novela “Gardel se
fue a la guerra” y el momento en que decidiste escribirla?
JAM — La novela —paródica, ucrónica—, se fue desarrollando en diversos momentos.
Recordemos: la trama presenta a un Gardel fracasado en sus pretensiones de Gran
Cantor Barrial y a un teniente coronel Perón no menos frustrado, ambos urdiendo
una disparatada odisea redentorista desde el geriátrico que los dos comparten, y
recibiendo instrucciones nada menos que de un representante de los últimos
Cátaros o Perfectos aún sobrevivientes en la francesa Toulouse, ciudad natal del
auténtico Gardel. Paradójicamente, o no, escribí esta parodia tragicómica
mientras mi esposa luchaba (luchábamos) contra su durísima enfermedad terminal.
Realmente, todo un caso de esforzado desdoblamiento, como vía para sobrellevar
momentos atroces.
![](img/madrazo-19.jpg)
Jorge Ariel Madrazo con Mariel Monente,
Valeria Pariso y Silvia Tocco
No hubo tanta preparación previa, aunque sí debí leer mucho sobre los Cátaros,
su filosofía, las represiones por ellos sufridas, etcétera. Creo recordar que la
novela tuvo tres o cuatro versiones, hasta su forma final. Un día me atreví a
llevársela al muy apreciado y generoso Mario Grabivker, quien dirigía el
Departamento Editorial de las Ediciones “Desde la Gente”. Pasado el tiempo, y ya
jubilado Grabivker, un día me hace llamar Jorge Testero, en la actualidad al
frente de esas ediciones, quien con idéntica generosidad y espléndida
disposición me propone editar el libro. Así es que vio la luz.
![](img/madrazo-20.jpg)
Jorge Ariel Madrazo con Omar Lara, Roberto
Arizmendi, Hugo Mujica, etc.
16 — ¿Has llegado a pagar “cualquier precio” con tal de tener la primerísima
edición de —pongamos— un libro nunca re-editado en los últimos cien años?
JAM — ¡No! Disto mucho de ser un bibliófilo o un coleccionista. Es claro que amo
los libros, y me cuesta desprenderme de alguno (si bien he regalado, con placer,
ciertos libros para mí muy valiosos): pero no llego a esos extremos. Tampoco
podría pagar “cualquier precio”…
![](img/madrazo-21.jpg)
Jorge Ariel Madrazo con Patricia Bence
Castilla, Máximo Simpson, María Adela Adenard, Marcos Silber, Maricel Estonllo,
etc.
17 — Ricardo H. Herrera dice que “cuando el que traduce es un poeta,
difícilmente sus elecciones puedan estar desvinculadas de la imagen ideal de la
poesía que persigue”. ¿Acordás? ¿Qué entra en juego en vos al elegir un poema
para su traducción?
JAM — De preferencia, un autor admirado por mi. Por otra parte, mis traducciones
fueron siempre una actividad aleatoria, surgieron al calor de diversas
circunstancias. No soy lo que puede llamarse un traductor.
![](img/madrazo-22.jpg)
Jorge Ariel Madrazo con Roberto Arizmendi en
2014
18 — El varón, ¿es un arma de destrucción masiva?
JAM — Caramba, prima facie suscribiría eso. Pero habría que ceder la palabra a
los biólogos, genetistas, sociólogos y filósofos. Suponiendo que ellos pudieran
dar una respuesta. Ciertamente, y al margen de algunas damas de la historia
bastante terribles —Catalina de Rusia, la Thatcher, por ejemplo—, estoy tentado
de pensar que un regreso al Matriarcado daría frutos muy interesantes.
![](img/madrazo-23.jpg)
Jorge Ariel Madrazo con Ruben Balseiro, Alicia
Del Puerto, Marcos Silber, Lydia Alfonso y Rafael Alberto Vásquez
19 — ¿Poéticas que te entusiasmaron alguna vez y para las que ya “no estás
disponible”? ¿Poéticas que te entusiasman y para las que con anterioridad “no
estabas disponible”?
JAM — Para el primer caso, podría decir: la poesía española (generalizando
demasiado, es claro: Gamoneda me atrae mucho). Para el segundo, ciertos nombres
rectores de la poesía anglo-sajona. Y la oferta poética que brota en América,
con la obvia inclusión del Brasil.
![](img/madrazo-lib-1.jpg)
![](img/madrazo-lib-2.jpg)
![](img/madrazo-lib-3.jpg)
20 — Transcribo de la novela “El año de la muerte de Ricardo Reis” de José
Saramago: “Ricardo Reis hace un ademán, tantea el aire ceniciento, después,
distinguiendo apenas las palabras que va trazando en el papel, escribe, A los
dioses pido sólo que me concedan el no pedirles nada, y habiendo escrito esto ya
no supo qué más decir, a veces es así, creemos en la importancia de lo que
dijimos o escribimos hasta cierto punto, sólo porque no fue posible acallar los
sonidos o apagar los rasgos, pero nos entra por el cuerpo la tentación de la
mudez, la fascinación de la inmovilidad, estar como están los dioses, callados y
quietos, sólo asistiendo.” ¿Tu reflexión?...
JAM — Amén.
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![](img/madrazo-lib-5.jpg)
Jorge Ariel Madrazo selecciona poemas de su “Alma que has de vivir” para
acompañar esta entrevista:
TRAJEADOS, LOS AMIGOS
Anoche visité amigos muertos:
descansan (quién diría)
todo su no-tiempo
en jardines cuyos ramos cobijan poemas y
citrus de ignota acidez.
Estaban trajeados y alegres, tanto que me hallé
confesando: —No hubiera jamás creído
Edgar, Francisco, Antonio,
jamás pensé
Gianni, Joaquín, Enrique, Alberto,
Horacio, Celia,
hallarlos tan contentos
como si fuese un suspirito vuestro
transcurrir.
Conversamos sobre bares y dragones, y
amores frutecidos en remotos hoteles y
parques con nudillos de niebla. Mateando,
sonreídos, me despidieron con un fulgor
que no olvidaré.
Se escondía en sus miradas el color de una
verdad. Y había en sus labios
una revelación.
(A Edgar Bayley, Francisco Madariaga, Antonio Aliberti,
Gianni Siccardi, Joaquín Giannuzzi, Enrique Puccia,
Enrique Molina, Alberto Vanasco, Horacio Castillo, Celia Gourinski)
*
ESPÍA DE SÍ
Aquella lumbre por lienzos opacada,
de un evanescente resplandor rubí
—por favor, compréndanlo, les hablo
no de alegre ventana, y sí de otra
enfrentada a mi espionaje vergonzante,
donde ya mismo tal vez algún enfermo
sin un átomo de fuerzas, ejecute
la agonía que ni alcanzó a ensayar—
en esa roja luminaria o dormitorio
tan irreal como el apenumbrado
declinar de alguna turbia frente
¿no seré yo acaso el desolado huésped
que allí muere y la agüita se escapa de sus
ojos en tanto aquí, no lejos, con lógico estupor,
desde mi balcón yo lo espío y me espío
y me aferro a mi silla con pálidos nudillos
y me siento tan sano en esta blanca noche?
*
CÓMO HAVELOCK ELLIS CONOCIÓ EL AMOR
Al gran sexólogo que, según propia confesión,
aprendió a amar en su alta edad.
Sólo un niño de Surrey, acunado en el oscuro pánico
de la reina Victoria, robando huracanes
en la proa del velero Empress.
Ése era el Havelock de celestes lagunas,
es decir: ojos iguanas que alumbraban sus
bífidas lenguas, sus ominosas
poluciones nocturnas,
tan nocturnas como el sol del puerto
delirado por el velero de su padre y por
raros fantasmas
sudamericanos.
Pero cuando Havelock adolesció y se adultó
sin jamás jamás
adulterar la lluvia de sus ojos,
danzó platónicos amoríos llamados
agnes
olive
may
Mirábanse bellos y desnudos, como aves
incapaces de volar.
Y así Havelock se casó sin casi saber del sexo
más que el niñito del velero Empress
y conoció a Hilda Doolittle quien era
un gran pájaro blanco al borde
de un acantilado.
Y cuando Havelock fue ya un viejo y
lo amaban todas las mujeres del mundo
Françoise Delisle le reveló un mundo jadeante
entre sus piernas.
Y Havelock Ellis escribió los más bellos tratados sobre el amor
con el estremecido júbilo sombrío del
hombre que, a punto de morir,
desde su ventana descubre, llorando,
la última estrella del universo.
*
L’AUTRE
Quien lo observara galantear, y quien
el merengue danzar (bien recto el torso,
a su fémina ornando dulce alcurnia),
quien por forniques lo juzgara un sátiro
—algo venido a menos, reconócelo—
o lo acompañe en tragos verdiazules
donde amistad escarcha sus blasones
no diría —ese quien— que él está pronto
a declararse sátiro en derrota,
mal abrigado en fingidor pellejo,
deshaciéndose en gajos a ojos vista
alistado a morir por vez primera.
*
ASÍ TU PERRO CORAZÓN
Igual que trote sin
potro, que huerto sin tierra, así tu
perro corazón desbocado acorazona
su endemientras (palabra ésta
brava,
palabra gaucha, lenta)
así tu alma nunca al
servicio de causa propia, siempre
causa ajena, así tu ser
anhelando ser
y nadiecito, ¿ves?
se dará cuenta.
*
LO INVISIBLE
El espacio entre vos y
yo está
preñado de diminutos
seres bulliciosos
parecidos al aire o a algo
que quizás
quiera
existir
seres que
intentan desunirme
de vos
y
se burlan y
seguirán burlándose
nos hacen cuernitos
en vano pretenden
calumniarte detallarme
crímenes seriales
triángulos varios y
otras minucias
perpetradas
(mi inexistente y única
mi amorada sin mácula)
por vos.
*
AMORES
Como de acero o turbadora seda
o imaginario jardín oriental,
así es nuestro amor. Son testigos
el Sur, la noche cóncava, aquel bar
de vino y de miradas que desvisten,
tu alma abierta a la interrogación.
¿Qué hizo posible, inquieres, este amor
al que Tiempo no mella? Te respondo:
vos y yo amamos, en ambos, además,
a los diversos que abrazan nuestro abrazo.
Ellas y ellos, los amados muy antes,
son los garantes de esta caricia eterna,
de este amor que créase a sí mismo,
nutrido, noche a noche, de sus varios.
*
Entrevista realizada a través del correo electrónico: en la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, Jorge Ariel Madrazo y Rolando Revagliatti, diciembre 2015. *Jorge
Ariel Madrazo falleció el 22 de marzo de 2016.
www.revagliatti.com
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