"Combatiendo por la labor del Señor"
"Todos hablan del fascismo cristiano"
Por Gary Leupp
Comentaristas de derecha
e izquierda hablan de fascismo en EE.UU. El conservador heterodoxo,
Lew Rockwell, en un reciente artículo intitulado "La realidad del fascismo
de Estado rojo", declara, "lo que tenemos vivo en EE.UU. es un fascismo
americanizado y puesto al día". Su compañero heterodoxo, Justin Raimondo,
en un artículo llamado "Los conservadores de la actualidad son fascistas",
llama a los neoconservadores que conforman la política externa de EE.UU.:
"fascistas, pura y simplemente". El ministro de los Metodistas Unidos,
el reverendo William E. Alberts acusa a algunos de los seguidores de
Bush de apoyar una "súper religión que muestra tendencias similares
a la súper raza de Hitler, con su ideología fascista de superioridad".
Mientras tanto, el Partido Comunista Revolucionario circula decenas
de miles de ejemplares de una declaración que dice que "Bush y sus gentes"
son "cristiano-fascistas – fanáticos peligrosos que quieren convertir
a EE.UU. en una dictadura religiosa e imponerla al mundo".
En otras palabras, la verdad es para los debiluchos; olvídenla. Nosotros somos los campeones, los poderosos, producimos la realidad a medida que avanzamos, y si quieres un trozo, únete a la falsa ilusión. Castigaremos a los franceses por rechazar racionalmente el ataque contra Irak, y, en realidad, por infligir la Ilustración (con su énfasis en el empirismo racional, ni viril ni heroico) hace algunos siglos... Castigaremos a la CIA por impulsar de modo detestable la inteligencia basada en la realidad por sobre la desinformación necesaria que se le solicitó, antes del ataque a Irak. Es el tipo de pensamiento fascista que no es sólo proclamado por la radio hablada de derecha, sino desde innumerables púlpitos, noticias por cable, y la Casa Blanca – con un orgullo irracional, mediante la generación de miedo, con sorna, creando su propia realidad con el apoyo calculado de amplios sectores de EE.UU. corporativo. Gott Mit Uns [Dios con nosotros] Los maoístas lo llaman "fascismo cristiano" subrayando su programa social que actualmente incluye revertir la sentencia de Roe contra Wade, la prohibición del matrimonio gay, la imposición de las plegarias en las escuelas, cuestionar la ciencia, y en general el ataque contra la separación estricta de iglesia y estado. Los heterodoxos, al contrario, se concentran en la agenda de los neoconservadores, que da la casualidad que son sobre todo judíos laicos que apoyan enérgicamente el Partido Likud de Israel y que influyen en la formulación de la política exterior después del 11-S, especialmente en lo que tiene que ver con lo que han estado llamando "el Gran Medio Oriente". Evidentemente, el término "cristiano fascista" no describe a esta gente, que podrían tener sentimientos encontrados sobre un movimiento que es actualmente útil para su agenda de política extranjera pero que podría volverse contra ellos y hacer la vida difícil a mucha gente que rechaza el cristianismo fundamentalista. Si son fascistas, pertenecen a una variedad diferente aunque relacionada. Todo el que aplica la palabra con ‘f’ está de acuerdo en que los fascistas no respetan las libertades cívicas y que han utilizado el 11-S para viciar la Declaración de Derechos. Lo que me preocupa es: Ya que esta marea fascista está tan relacionada con una política extranjera posterior al 11-S tan conformada por no-cristianos, ¿podemos realmente llamar al movimiento "cristiano-fascista"? Si uno lo hace, reconoce lo obvio: que la base social de Bush es en gran parte fundamentalista cristiana, comprometida con lo que llama perversamente un programa de "valores familiares". Pero los fundamentalistas cristianos, que han estado agitando durante años por la oración en las escuelas, la censura de los libros de texto, la exhibición pública de los 10 Mandamientos, etc. no han estado exigiendo desde la base una acción militar de EE.UU. para lograr cambios de régimen en Medio Oriente. El movimiento para lograr ese aspecto central del programa fascista proviene de la elite, y los neoconservadores dentro y fuera del gobierno juegan un rol fundamental. Sucede que sus planes para Medio Oriente encajan con las esperanzas y expectativas de los fundamentalistas para el "Fin de los Tiempos"" en esa región; hasta el extremo que incluso el colapso de las justificaciones originales para la Guerra de Irak no intimida a estos últimos en su apoyo para lo que ven como un plan divino. Los neoconservadores en el poder, de común acuerdo con sus colegas fundamentalistas (entre ellos Bush y Cheney), han pulsado a los fascistas cristianos de la base como si fueran las cuerdas de un arpa. ¿Significa que al llamar la tendencia fascista en general "cristiano fascista" enviamos el mensaje equivocado a aquellos cristianos que la rechazan y la consideran irreconciliable con lo que para ellos es el cristianismo? Es seguro que esos creyentes son la mayoría entre el 75 y el 80% de los estadounidenses que se identifican como cristianos. ¿Es injusto hacia los católicos devotos, que siguen la doctrina de la Iglesia en temas como el aborto y la homosexualidad y que podrían, digamos, votar por prohibir el matrimonio gay pero que se oponen apasionadamente a la guerra? ¿Podríamos, ante la contribución no-cristiana a esta tendencia fascista, referirnos a ésta sólo como "fascismo religioso"? O sólo como "fascismo estadounidense"? Sí, tenemos en la cumbre a Bush y Cheney, metodistas registrados que pueden o no creer sinceramente en la teología de John Wesley, que no es tan disimilar de la de su contemporáneo Muhammad ibn Abd al-Wahhab, pero que reciben apoyo de la derecha religiosa, especialmente de los menos educados en su seno. Pero luego tenemos también al ministro metodista, el reverendo William E. Alberts que ya citamos. El problema no es alguna religión específica sino la necesidad específica del capitalismo en crisis de transformar el mundo, explotando la religión siempre que le sea útil hacerlo. Hitler se lanzó a su misión de transformar el mundo presentándose como un hombre devoto: en "Mein Kampf" [Mi Lucha] se refiere repetidamente al "Señor", "el Todopoderoso", y a Jesús como "el gran fundador de una nueva doctrina". "Lucha por la labor del Señor", declaró, y un montón de cristianos alemanes, protestantes y católicos, le creyeron. Los soldados de la Wehrmacht [ejército alemán] llevaban hebillas con la consigna Gott mit uns (Dios está con nosotros). El antifascismo cristiano Por otra parte, algunos cristianos rechazaron la explotación de su fe. Dietrich Bonhoeffer, el sacerdote luterano alemán que murió en 1945 en un campo de concentración a los 39 años, fue la antitesis del fascista cristiano. En su libro "Ética", culpó a otros cristianos de no haber atacado directamente la especificidad del mal en su época. Bonhoeffer fue ejecutado por su participación en un heroico intento de asesinar a Hitler. Fue, desde el punto de vista aceptado en aquel entonces por los fascistas, un terrorista. Martin Niemoeller, otro pastor protestante, estuvo internado en un campo prisión durante ocho años, liberado en 1945. Había predicado contra aspectos del régimen. Después de su liberación sugirió que él y otros protestantes no habían hecho lo suficiente. Aunque se cuestiona la cita, se dice que Niemoeller declaró: "Primero vinieron por los comunistas, pero yo no era comunista, así que no dije nada. Luego vinieron por los socialistas y los sindicalistas, pero yo no era ninguna de las dos cosas, así que no dije nada. Luego vinieron por los judíos, pero yo no era judío, así que no dije nada. Y cuando vinieron a buscarme a mí, no quedaba nadie que dijera algo a mi favor". En realidad los que tienen que rechazar y refutar la nefasta asociación entre su fe y la "labor del Señor" que Bush pretende que está realizando, son cristianos como estos últimos, pero de nuestros días, y deben pronunciarse contra las tendencias fascistas que ocurren ahora mismo en nombre del que aconsejó a sus seguidores: "Ama a tus enemigos, haz el bien a los que te odian, bendice a los que te maldicen y ora por los que te persiguen". (Luc 6:27-28) En sus palabras tenemos la base segura de un movimiento cristiano antifascista. Gary Leupp es profesor de historia en la Universidad Tufts, y Profesor Adjunto de Religión Comparativa. Es autor de "Servants, Shophands and Laborers in in the Cities of Tokugawa Japan; Male Colors: The Construction of Homosexuality in Tokugawa Japan; and Interracial Intimacy in Japan: Western Men and Japanese Women, 1543-1900". También colaboró con la implacable crónica de las guerras contra Irak, Afganistán y Yugoslavia de CounterPunch, "Imperial Crusades". Su correo es: gleupp@granite.tufts.edu [Traducido para Rebelión por Germán Leyens]
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