El
Rosariazo fue una serie de movimientos de protesta, incluyendo
manifestaciones y huelgas realizadas en la ciudad de Rosario
(Argentina), entre los meses de mayo y septiembre de 1969
contra la dictadura militar de Juan Carlos Onganía.
La cronología de los dos Rosariazos desde el 13 de mayo hasta el 17
de septiembre de1969.
Por Leonidas Ceruti y Mirta Sellares
13 de mayo: En Tucumán,
los ex trabajadores del ingenio Amalia, ocupan el establecimiento y
toman como rehén por unas horas al director-gerente, Jose Gabarain exigiendo
el pago de haberes atrasados.
14 de mayo: En Córdoba, 3500 obreros de la industria automotriz abandonan
las fábricas y se reúnen en el Córdoba Sport Club, para tratar la posición
del gremio, ante la eliminación del "sábado ingles". Hay duros enfrentamientos
callejeros que arrojan un saldo de 11 heridos, 26 detenidos y la rotura
de vidrieras.
15 de mayo: En Corrientes, tras el anuncio del aumento del 500%, del
vale del Comedor Universitario, los estudiantes repudian con una marcha,
la medida del rector Carlos Walker. La represión policial provoca la
muerte del estudiante Juan José Cabral.
16 de mayo: En Rosario, se produce una reacción de repudio en la Facultad
de Medicina, luego se suman otras facultades. El rector decide la suspensión
de la actividades universitarias hasta el lunes 19. En la Capital Federal
se anuncia que se despacharon refuerzos policiales a Corrientes y la
Gendarmería de Formosa se halla acuartelada.
17 de mayo: Se inicia la
protesta en el Comedor Universitario de Rosario. Tras reprimir una manifestación,
la policía asesina en la Galería Melipal al estudiante Adolfo Bello.
La CGTA, decreta el estado de alerta y cita a un plenario para el día
20.
18 de mayo: Distintos sectores sociales, gremiales y políticos rosarinos
repudian el asesinato del estudiante.
20 de mayo: Los estudiantes rosarinos anuncian un paro nacional;
en Córdoba se realiza una marcha del silencio; en Corrientes los
docentes piden la destitución de las autoridades universitarias;
en Mendoza se dispone un paro de actividades y marcha del silencio.
21 de mayo: Marcha del silencio en Rosario. Participan agrupaciones
estudiantiles universitarias y secundarias y la CGTA. Los manifestantes,
en número de 4.000, hacen retroceder a la policía. Cae asesinado
el obrero y estudiante Luis Blanco, de 15 años. Los estudiantes,
apoyados por la población protagonizan el Primer Rosariazo.
22 de mayo: Desde la madrugada, Rosario es declarada zona de emergencia
bajo jurisdicción militar.
23 de mayo: En Rosario y su cordón industrial se concreta un paro
con alto acatamiento. Más de 7.000 personas asisten al entierro
del joven Blanco.
25 de mayo: En Rosario y localidades
vecinas, numerosos sacerdotes se niegan a oficiar el tedéum tradicional
29 de mayo: Paro de 36 horas en Córdoba. Represión e insurrección
urbana: Cordobazo.
30 de mayo: Paro nacional dispuesto
por la CGT.
20 de junio: Visita de Onganía a Rosario por el día de la Bandera.
Es declarado persona no grata.
7 de septiembre: Los estudiantes universitarios rosarinos, comienzan
la semana de los mártires, con jornadas de protesta y homenajes.
8 de septiembre: Comienza la huelga ferroviaria en Rosario, por
la suspensión del delegado administrativo Mario Horat. El paro se
extiende por 72 horas, y adhieren otras seccionales.
12 de septiembre: Los delegados ferroviarios declaran la huelga
por tiempo indeterminado, que se extiende por todo el país. El gobierno
decreta la movilización militar. En Córdoba, se ocupan varias fábricas.
Levantamiento masivo en Cipolleti (Río Negro).
15 de septiembre: La CGT Unificada de Rosario declara un paro de
38 horas.
16 de septiembre: A las 10 parten las columnas desde los lugares
de trabajo y los sindicatos. Represión y enfrentamientos en toda
la ciudad. La lucha se traslada a los barrios, donde las fuerzas
policiales no logran penetrar. De 100.000 a 250.000 personas participan
del segundo Rosariazo o Rosariazo Proletario.
17 de septiembre: El Ejército se hace cargo de la represión, y comienzan
a funcionar los Tribunales Militares. Participa de la represión
el entonces Coronel Leopoldo Fortunato Galtieri. Continúa la resistencia
en algunos barrios.
Leonidas Ceruti y Mirta Sellares (Investigadores del Centro de Estudios "AgustínTosco"de Rosario)
Los hechos y protagonistas de las movilizaciones estudiantiles de mayo y de la
huelga ferroviaria de septiembre de 1969 en una crónica detallada a cargo de dos
investigadores del Centro de Estudios "Agustín Tosco" de Rosario.
La Rosa Crispada Entre mayo y setiembre de 1969, Rosario protagonizó uno de los
procesos más ricos e intensos de la lucha antidictatorial que, en esos años, se
libraba en todo el país. La unidad en la calle de los obreros y estudiantes
rosarinos fue fruto de una maduración lenta y obstinada de la conciencia
antidictatorial que, a partir de los dos Rosariazos, tendrá nuevas formas
organizativas y superiores contenidos políticos.
En abril de 1968, poco tiempo después del Congreso Normalizador de la CGT que se
realizó a fines de marzo en la Capital Federal, un sector del movimiento obrero
de Rosario y del Cordón Industrial lanzó una convocatoria titulada "Por una CGT
sin compromisos o ataduras espúreas". Ese documento declaraba que "asumimos la responsabilidad que el momento nos
exige: UNIR en torno a esta Regional de la CGT, a todos los que, sin compromisos
o ataduras espúreas, entendemos que a los trabajadores se los arma de fe y de
ansias de lucha, con posiciones claras, que no dividen, sino que unifican y
sirven para hacer surgir dirigentes leales a las ideas e intereses del pueblo
trabajador".
Posteriormente, en un plenario presidido por el secretario general de la CGTA,
Héctor Quagliaro, al que concurrieron 27 gremios, se conformó la CGT de los
Agentinos Regional Rosario, que adhirió a la central obrera nacional encabezado
por Raimundo Ongaro.
Con economías regionales en crisis, como las del norte santafesino, con fábricas
e ingenios cerrados, las organizaciones obreras de la zona decidieron
movilizarse y reclamar ante las autoridades.
El 11 de abril de 1969 se congregaron 10.000 manifestantes en Villa Ocampo, y
desde esa ciudad partió la Marcha del Hambre, hacia la capital provincial,
integrada por una larga caravana de obreros sin trabajo o con sus fuentes de
ocupación amenazadas.
Habían adherido a la protesta las poblaciones de Villa Ana, La Gallareta,
Tacuarendí, Las Toscas y Villa Guillermina. Desde Santa Fe el jefe policial,
coronel Duretta ordenó: "ubiquen a Ongaro de cualquier forma", mientras reunía a
3000 policias, gendarmes y soldados.
La pueblada enfrentó la represión, ocupó el edificio comunal y obligó a
renunciar al intendente "porque no sirve para defender al pueblo".
Como una premonición de lo que vendría después, cuando los levantamientos se
extiendieron por todo el país, a esa manifestación se la conoció como "la
golondrina anunciadora". A partir de entonces, comenzó a crecer y organizarse en
la provincia de Santa Fe la resistencia a la dictadura de Onganía que "no tenía
ni plazos, ni tiempos, sino finalidades".
Tras la intervención a las universidades, el movimiento estudiantil organizó su
protesta bajo los siguientes postulados: "No a la intervención, no al
limitacionismo, no al cierre del Comedor Universitario, no a la ingerencia de la
empresas extranjeras en la Universidad...".
La resistencia se expandía con marchas, asambleas, concentraciones y tomas de
facultades. Como los estudiantes cordobeses en la larga huelga de 1966, los de
Rosario aplicaban la táctica de los actos relámpago para eludir la represión.
Por esa época, militaban en Rosario las agrupaciones estudiantiles Frente
Universitario del Movimiento Nacional Reformista (MNR, socialistas), Frente
Estudiantil Nacional (FEN, peronistas), el Partido Reformista y la Unión
Nacional Reformista Franja Morada (radicales), el Movimiento de Avanzada Popular
Universitaria, el FAUDI (Partido Comunista Revolucionario), AUL (Agrupación
Universitaria de Liberación), etc.
En los primeros meses de 1969, la lucha del movimiento universitario rosarino
contra el limitacionismo logró el ingreso de todos los inscriptos en Filosofía e
impidió el cierre de la Universidad Tegnológica.
HACIA EL PRIMER ROSARIAZO
Luego de los sucesos de Corrientes, donde fue asesinado el estudiante Cabral, en
las facultades rosarinas había un clima de tensión creciente que se manifestaba
en las discuSiones, en las asambleas y en la multiplicación de los actos
relámpagos.
La agitación hizo que el 16 de Mayo el rector resolviera suspender por tres días
las clases, lo que dejó al Comedor Universitario como único lugar de reunión.
Esa misma noche se realizó allí una masiva asamblea, seguida por una marcha de
los estudiantes por las calles céntricas de la ciudad.
Al día siguiente, 17 de mayo, unos 400 estudiantes se reunieron frente al frente
del Comedor Universitario, en Avenida Corrientes 797, entonando la consigna
"Acción, acción, acción para la liberación". Los manifestantes lanzaron volantes
e hicieron estallar algunos petardos, mientras un grupo manifestaba frente al
Banco Alemán Trasatlántico. La respuesta de la policía, que reprimió con las
armas en la mano, fue inmediata.
El periodista Reynaldo Sietecase relató así la refriega de
ese día: "Un grupo de estudiantes, perseguidos por la policía, corre por la
calle Corrientes hacia el sur y dobla por Córdoba, desde Entre Ríos aparecen más
policías disparando sus armas. Los estudiantes y decenas de sorprendidos
transeúntes quedan encerrados... Algunos estudiantes junto a una docena de
paseantes --incluídos varios niños-- ingresan a la Galería Melipal. El lugar
tiene una sola boca de entrada y salida, por lo que otra vez quedan atrapados a
merced de los guardias".
"Los
agentes ingresan al edificio y reanudan la golpiza. Entre los policías se
encuentra el oficial inspector Juan Agustín Lezcano, un ex empleado de la boite
Franz y Fritz. La gente trata de evitar como puede la lluvia de golpes: se
escuchan súplicas, llantos y alaridos. En medio de la confusión suena un
disparo. Cuando la policía se repliega queda en el suelo, junto a la escalera
que lleva a los pisos superiores, el cuerpo de Adolfo Bello con la cara
ensangrentada".
Horas más tarde fallecía ese estudiante de segundo año de Ciencias Económicas.
El ministro del Interior, Guillermo Borda, expresaba el mensaje de siempre tras
una manifestación y la posterior represión: "Resulta así muy claro que el clima
de violencia ha sido provocado por elementos de extrema izquierda y por algunos
políticos, que en estos días se han mostrado particularmente activos. No ha
faltado tampoco algún dirigente gremial que, interesado más en satisfacer sus
ambiciones personales que en el auténtico bien de los trabajadores, intenta
aprovechar las circunstancias para inducirlos a servir a sus menguados
propósitos".
Los días 18, 19 y 20 de mayo se sucedieron los actos relámpagos,
concentraciones, marchas de silencio, denuncias de testigos, de abogados.
Comenzó entonces a funcionar la olla popular montada por la CGT de los
Argentinos para suplir el cierre del comedor universitario. La unidad
obrero-estudiantil comenzaba a gestarse. Entretanto, el lugar donde había sido
baleado Bello estaba permanentemente colmado de flores.
LA MARCHA DE SILENCIO
Para el miércoles 21, el Comité de Lucha de Estudiantes de Rosario y la CGT de
los Argentinos había convocado "a todo el estudiantado y al pueblo de Rosario a
la marcha de homenaje a los compañeros caídos". Los organizadores reclamaban "la
solidaridad de todo el pueblo y el cierre de negocios".
La marcha partiría de Plaza de Mayo para culminar frente al local de la CGT, en
Córdoba 2060, donde estaba instalada la olla popular. Allí se haría una asamblea
en la que hablarían Raimundo Ongaro y algunos estudiantes.
En las horas previas a la anunciada Marcha del Silencio, la zona céntrica
parecía una fortaleza policial. Carros de asalto, patrulleros, autobombas,
carros hidrantes, guardias de infantería o a caballo patrullaban permanentemente
y la polícia exhortaba a la desconcentración mediante megáfonos. A pesar del
aparato intimidario los estudiantes comenzaron a congregarse, algunos portando
carteles. El de los secundarios tenía la leyenda "Comité Lucha de Estudiantes
Secundarios Bello-Cabral.
Contra la Estructura de la Enseñanza". Pocos minutos después de que los
manifestantes comenzaran con las sentadas en silencio se lanzó la represión.
Todo se desencadenó cuando la Infantería de Policía lanzó gases lacrimógenos
para desconcentrar a los estudiantes. Estos respondían con piedras, se
dispersaban, volvían a agruparse y en improvisadas columnas intentaban marchar.
La policía repartía bastonazos y continuaba arrojando gases. Los jóvenes armaban
barricadas con maderas de las obras en construcción, desde los edificios les
arrojaban papeles y comenzaron a encender fogatas que aumentaban minuto a
minuto.
Durante varias horas, los estudiantes y las fuerzas represivas se enfrentaron en
las calles céntricas. Tras una verdadera batalla campal, entre 3.000 y 4.000
manifestantes ocuparon el centro ayudados por los vecinos. La zona comprendida
entre Urquiza y Mendoza por el rumbo norte-sur y Maipú y Moreno por el
este-oeste, presentaba el aspecto de un campo de guerra con grandes fogatas y
barricadas en numerosas esquinas. Entretanto, las fuerzas policiales se habían replegado hacia la Jefatura. La
Batalla de Rosario --como la denominó Beba Balvé-- estaba en pleno desarrollo.
Vale la pena volver a la crónica de Sietecases: "Una columna de manifestantes
decide avanzar desde Córdoba y Corrientes hacia el oeste. En la intersección de
calle Italia se producen nuevos incidentes. Unos estudiantes arrancan la placa
del rectorado, que no había condenado la represión. Después llegan hasta el
frente de LT8. Un pequeño grupo rompe a pedradas vidrios y ventanas e ingresa a
la emisora para interferir la transmisión (en esos momentos se jugaba el partido
Estudiantes y Nacional de Montevideo). El objetivo no se cumple del todo porque
el operador de planta empalma la transmisión con la cabecera de Radio Belgrano. Cuando llegan los escuadrones de Caballería, un grupo intentaba tomar el
rectorado, otro salía de LT8 y un tercer grupo se estaba dispersando hacia la
calle Dorrego abandonando la idea de ocupar la Jefatura de Policía, un objetivo
que se llegó a plantear cuando la policía huía... A pocos metros de LT8 cae
abatido por un balazo en la espalda el adolescente Luis Norberto Blanco, un
empleado metalúrgico de 15 años que intentaba huir corriendo de la represión
policial. Los primeros auxilios se los presta el médico Aníbal Reinaldo, que
también sufre los sablazos de la policía".
A los pocos minutos falleció el joven Blanco; otros manifestantes había sido
heridos. Entretanto, el Poder Ejecutivo Nacional decretaba a Rosario "zona de
emergencia", ponía la ciudad bajo control del Ejército, y designaba al general
Roberto A Fonseca a cargo del Segundo Cuerpo de Ejército, quien "ejercerá el
gobierno militar en dicha jurisdicción".
Tras
la ocupación militar de la ciudad, los bandos militares alertaban continuamente
sobre las prohibiciones, las detenciones y los tribunales castrenses.
Se había detenido a 89 personas, la gendarmería patrullaba la ciudad, y la
bronca antidictatorial aumentaba. Un plenario de 38 gremios, reunidos en el
local del Sindicato del Vidrio, donde participaron representaciones de las dos
centrales obreras (Paseo Colón y Azopardo), ratificaba la realización del paro
para el viernes 23. Simultáneamente, se difundió una declaración de 31 sacerdotes adhiriendo "a la
actitud de los estudiantes y criticando crudamente la acción policial y los
poderes concedidos al II Cuerpo de Ejército".
La protesta continuó con un paro general, que provocó un elevado ausentismo en
Rosario y la zona de San Lorenzo.
Pero lo que más impactó fue la marcha de 7.000 personas que acompañó los restos
de Blanco. Durante cuatro horas, la columna recorrió las 87 cuadras que
separaban la casa de Blanco del cementerio. Frente al féretro, el párroco
Federico Parenti expresó "...que esta sangre vertida, que esta sangre que llega
al cielo, no sea en vano... que ella lleve la liberación que ansiamos, el
instante de justicia que está reclamando el mundo. Dios dio su sangre por la
liberación del hombre, para que el hombre se despoje de su esclavitud..".
Simultáneamente, 2.000 obreros de los talleres ferroviarios de la localidad de
Pérez paralizaban sus tareas por la suspensión de los delegados Enrique Gigena y
Roberto H. Forcatto. Ambos habían sido sancionados porque comunicaron en una
asamblea la resolución de la Comisión Coordinadora de la Union Ferroviaria de
adherir al paro en repudio al asesinato de los estudiantes.
El conflicto continuaría, y sería un importante eslabón en la marcha hacia la
gran huelga ferroviaria de septiembre que desembocaría en el Segundo Rosariazo,
también conocido como el Rosariazo Proletario.
LA HUELGA FERROVIARIA
Después de intervenir la Unión Ferroviaria, la dictadura militar anuló los
convenios y numerosas conquistas, al tiempo que rebajaba categorías y de
sueldos. Por haberse plegado a varios paros, 116.000 empleados y obreros fueron
castigados de diversas maneras. Se aplicó la Ley 17.401 de represión al
comunismo y se encarceló a numerosos dirigentes.
El 8 de septiembre de 1969, el Cuerpo de Delegados Ferroviarios de la Seccional
Rosario del Ferrocaril Mitre y la Comisión Coordinadora de la Unión Ferroviaria
anunciaban que se iniciaba una "huelga de brazos caídos en los lugares de
trabajo" a causa de la suspensión del delegado administrativo Mario J. Horat,
motivada por la adhesión a varios paros nacionales.
Ese día respaldaron el paro los 1.500 trabajadores de los talleres de Rosario,
los 2.500 de Pérez, los de Villa Diego, personal administrativo y del Galpón de
Alistamiento de Máquinas Diesel. Por la noche, en una numerosa asamblea se
decidió continuar la huelga, esta vez por 72 horas, con la adhesión de La
Fraternidad. La medida se extendió a las seccionales de Arroyo Seco, Empalme, Villa
Constitución, San Nicolás, Cañada de Gómez y Casilda. La empresa anunció
suspensiones masivas, la seccional Rosario de la CGT se declaró en estado de
alerta y convocó a un plenario, mientras los delegados ferroviarios declaraban
la huelga por tiempo indeterminado a partir del 12 de setiembre.
Mientras la solidaridad del resto de los ferroviarios se extendía por todo el
país a través de paros, la empresa continuaba amenazando y el gobierno nacional,
a través del Consejo Nacional de Seguridad (CONASE), advertía a los huelguistas,
en tanto el decreto 5324/69 ordenaba la aplicación de la "Ley de Defensa Civil",
por la cual todo el personal ferroviario quedaba movilizado, con convocatoria
militar y aplicación del Código de Justicia Militar.
Los diarios titulaban "dispúsose la movilización del personal ferroviario" y el
decreto, entre otras cosas, planteaba que "el personal masculino convocado,
mayor de 18 años, queda sometido a las disposiciones del Código de Justicia
Militar, a su reglamentación... por lo que el incumplimiento de las órdenes que
reciba para la realización de las tareas y las demás infracciones delictivas o
disciplinarias en las que incurriere será reprimido...".
La solidaridad con el conflicto ya no provenía sólo de los ferroviarios sino
que, tras el plenario de la CGT Unificada de Rosario, con la presencia de 37
gremios y de 6.000 ferroviarios, se resolvió "realizar un paro activo por 38
horas" los días 16 y 17.
El texto de la convocatoria declaraba: "Los trabajadores rosarinos paramos 38
horas (...) en total solidaridad con los compañeros ferroviarios represaliados
por al actual gobierno por ejercer un derecho constitucional que la
insensibilidad del régimen cercena (los cinco puntos que contienen las mínimas
aspiraciones de los trabajadores). La nueva farsa de las paritarias donde se
pretende legalizar un nuevo congelamiento de salarios, las leyes represivas y la
de movilización (...) son pautas elocuentes de que se nos quiere retrotraer a
épocas que muy bien conocemos los trabajadores..."
Los estudiantes universitarios y la mayoría de los partidos políticos se sumaron
al paro.
Caricatura del dictador
Onganía en el periódico de la CGT de los argentinos
después de los sucesos de Rosario y Córdoba durante
1969.
EL SEGUNDO ROSARIAZO
A partir de las 10 del 16 de setiembre, masivas columnas de trabajadores
comenzaron a marchar desde sus sedes sindicales o de los lugares de trabajo.
Desde La Fraternidad, en Crespo 163, más de 7.000 ferroviarios se dirigieron a
la empresa Minetti (molinos harineros). Se le sumaron luego los obreros textiles
de Extesa, los trabajadores del vidrio, los de la construcción, etc. Desde Oroño
al 1300, marchaba una columna de Luz y Fuerza; otra venía de la Usina de
Sorrento y, desde el sur, se agregaban los obreros del frigorífico Swift y los
metalúrgicos.
Todos intentaban converger en el local de la CGT de Córdoba al 2.100. Los
estudiantes, que se habían concentrado en las distintas facultades, se
incorporaban masivamente a las columnas obreras.
Los primeros ataques de las fuerzas de represión lograron dispersar parcialmente
a los manifestantes. Sin embargo, la organización previa de la autodefensa
comenzó a dar resultados: éstos resistían y levantaban barricadas, reagrupándose
una y otra vez.
En las barricadas, que ya abarcaban toda la ciudad, confraternizaban peronistas,
radicales, comunistas, socialistas. Los puntos de concentración aumentaban, se
incendiaban los colectivos y troles que se atrevían a circular, y la policía se
fue replegando. A esa altura, apenas controlaban las manzanas que rodeaban las
instituciones estatales, entre ellas: la sede del Comando del II Cuerpo de
Ejército, la Jefatura de Policía, los Tribunales y las radioemisoras más
importantes.
TODOS A LOS BARRIOS
Con el correr de las horas, era cada vez mayor la cantidad de vecinos que se
sumaban a la protesta, y la lucha se desplazaba a los barrios, concentrándose
principalmente en las zonas norte y sur.
Se incorporaban las amas de casa, los jóvenes y los niños, que durante toda la
jornada se turnaban para mantener las barricadas.
La policía provincial y federal y la Gendarmería fueron desbordadas e impedidas
de penetrar en Empalme Graneros, en algunas zonas de Arroyito, en varias
manzanas de la zona sur, y en numerosos barrios.
El Ejército se hizo cargo de la represión y comenzó a recuperar el control de la
ciudad. El Comunicado Nº 1 del II Cuerpo advertía que se abriría fuego sin
previo aviso ante cualquier desmán o atentado. El Comunicado Nº 2 informaba que
la Agrupación de Combate G había ocupado objetivos ferroviarios en reemplazo de
la Gendarmería Nacional. El Comunicado Nº 3, que las tropas "habían abierto
fuego en la zona de Sorrento contra grupos de activistas." Se inició la
actividad de los Tribunales Militares y de la represión participó el entonces
coronel Leopoldo Fortunato Galtieri.
La furia antidictatorial se extendió por toda la ciudad. Las cifras estimadas de
participantes iban desde 100.000 a 250.000. Al cabo de dos días de lucha en las
calles rosarinas, la prensa difundió el saldo: "Dos muertos, veinticinco
heridos, centenares de detenidos. Daños materiales: 11 trolebuses incendiados,
14 más con roturas; 15 coches incendiados del servicio urbano e interurbano de
pasajeros, otros 40 deteriorados; 3 estaciones ferroviarias incendiadas, 100
garitas, retenes, cabinas y vagones incendiados; vidrieras rotas, algunos
incendios de galpones de fábricas". La resistencia continuó en varios barrios.
La bronca acumulada y puesta de manifiesto en septiembre del 1969 fue directa
consecuencia del acorralamiento de una clase obrera que sufría la proscripción
del peronismo, la intervención de los sindicatos, el cercenamiento de conquistas
históricas, la detención de sus dirigentes, sumado todo esto a la agravada
situación económica.
En esas jornadas, el proletariado aglutinó en torno suyo a otros sectores
sociales descontentos con la dictadura militar. Además, en cada columna obrera,
en cada barricada, brotó la alegría, la solidaridaridad y la bronca
antidictatorial. Como señala Beba Balvé, este "Rosariazo proletario sigue siendo
el hecho maldito de la ciudad. De eso no se habla, no se recuerda, pareciera que
el fuego antidictatorial continuara quemando".
Las luchas del 69, desde la Marcha del Hambre de Villa Ocampo (Sta Fe), de los
estudiantes correntinos, el Primer Rosariazo de mayo, el Cordobazo, el Segundo
Rosariazo de Setiembre, el alzamiento en Cipolletti y otras puebladas,
terminaron derrotando el proyecto "sin límites" de Onganía, mientras en el Poder
crecía el temor al Argentinazo.
Revista Los 70 http://www.los70.org.ar/n04/rosa.htm
Luis Díaz Molano tenía 26 años cuando la rebelión ganó las calles
de Rosario. Como dirigente estudiantil, integraba la junta ejecutiva
de la Federación Universitaria Argentina (FUA). Cursaba en la Facultad
de Derecho. "Ser estudiante por entonces era sospechoso", recuerda.
En su opinión, el Rosariazo no debe pensarse como un hecho aislado.
Un proceso de acumulación política de los distintos sectores que
conformaron la resistencia a la dictadura encabezada por Juan Carlos
Onganía hilvanó la protesta en el país.
En Rosario, la protesta de mayo tuvo a los universitarios como protagonistas.
Pero no puede obviarse que el 21 de mayo, la Marcha del Silencio
convocada por la muerte del correntino Cabral y del rosarino Bello,
cerraría en la sede de la combativa CGT de los Argentinos. La feroz
represión lo impidió. La consigna "¡Obreros y estudiantes, unidos
y adelante! fue voceada por miles. Septiembre, daría la revancha.
"La década del 60 es clave en la historia del país. Fue olvidada
en parte por la desmemoria y el miedo que impuso la dictadura del
76", advierte Díaz Molano.
El clima de época
Díaz Molano revive en
diálogo con Señales los episodios de mayo, pero advierte que para
referirse a ellos es necesario dar cuenta del clima de época.
En primer lugar señala
que antes del golpe de Onganía, se había ejercido el cogobierno
en la Universidad. Es decir que había una experiencia de participación
estudiantil.
Otro hecho destacable
para quien luego fue docente universitario y decano de la Facultad
de Ciencia Política fue que la mayoría de los estudiantes vivían
en pensiones.
"La verdad es que las
pensiones se habían convertido en centros colectivos de distintas
cosas -señala-. Cada pensión tenía su vida, su mundo pero dentro
de eso su politización".
Esta
situación, en su opinión, "producía en lo ideológico una permeabilidad
para recibir ideas nuevas, mucho mayor que la actual. Los 60 y los
70, no sólo acá, en el mundo, fueron años de ruptura generacional.
Se buscaban nuevos caminos no sólo en política".
En ese marco, "puede explicarse algo del Rosariazo. Había un clima
de época. No olvidemos, por ejemplo, aunque yo no creo en los traslados
mecánicos, que en el 68 fue el Mayo Francés".
Puertas adentro de las
facultades, a la vez, el Onganiato cercenó derechos básicos de los
estudiantes. Díaz Molano detalla que lograr una asamblea implicaba
toda una lucha y concretarla, un triunfo.
Igual, para el 68, el movimiento estudiantil había logrado reagruparse
y "era fuerte no sólo en Rosario, sino en todo el país".
A comienzos del 69, "la sociedad está movilizada. La afirmación
inicial de Onganía de que el proceso se daría en tres tiempos primero
económico, luego social y al final político, se pudo ir quebrando
en distintos lados. Esto lo digo para no pensar que el Rosariazo
fue un producto estudiantil de esta ciudad. Siempre digo que es
importante saber que en el 67 y 68 en Tucumán había una movilización
muy grande alrededor de los ingenios que cerraban".
Una ciudad tomada
Los episodios de mayo del 69 en Rosario comienzan tras el asesinato
del estudiante correntino Juan José Cabral. En el comedor universitario
que funcionaba en Corrientes al 700. "Nosotros no movilizamos desde
las facultades, surgió espontáneamente", afirma Díaz Molano. Luego
vendría la represión y el asesinato de Adolfo Bello en la Galería
Melipal.
El 21 de mayo Díaz Molano participa activamente de la Marcha del
Silencio. La represión policial era resistida por los estudiantes
con el apoyo de los habitantes de la ciudad.
-¿Los sorprendió el apoyo de la gente?
-La marcha fue aplaudida desde la puerta de los comercios, desde
los balcones. La gente gritaba: "¡Adelante estudiantes!". A esa
altura lo antidictatorial era muy fuerte, iba por encima de partidos
y me parece que empezaba el resquebrajamiento de la dictadura de
Onganía y esa pesada idea de orden a toda costa.
-¿La policía tuvo que retroceder?
-El 21 fue un día de que se peleó mucho en la calle, la policía
retrocedió varias veces. En algún momento un grupo tomó LT8, me
parece que fue una de las acciones más subversivas (ironiza). La
gente se sumaba, repudiaba que la policía pegara a personas indefensas.
No totalmente, hemos tirado muchas piedras ese 21, pero no había
armas. Había distintos focos de disputa. A veces, hablábamos entre
nosotros pero no era una protesta organizada.
-¿Se llegó a discutir si tomaban la Jefatura de Policía?
-Sí, fue cuando ellos habían retrocedido. Hoy creo que sensatamente
prevalecimos los que decíamos: "¿Y después qué hacemos?". Ahí se
jugaba en otro nivel, pero efectivamente esas discusiones se dieron
en la realidad y no en la utopía, de barricada a barricada. Ese
día fue un punto de inflexión, la dictadura de Onganía entraba en
una etapa casi insostenible. A a los ocho días fue el Cordobazo.
Había un clima en la Argentina que indicaba que los métodos de Onganía
ya no iban más. Creo, a la vez, que la aparición de la CGT de los
Argentinos, hito en el sindicalismo argentino que no volverá a repetirse,
fue otra clave en ese proceso que aceleró la caída de la dictadura
encabezada por Onganía.
Hijo y sobrino de ferroviarios, Mario Horat parecía tener un destino
señalado. No sólo por el trabajo, sino también por la ideología.
"Yo soy del 36 -dice-, y a los 7 años mi viejo me hizo afiliado
adherente al partido peronista". En 1953 ingresó a los ferrocarriles,
donde trabajó hasta el 28 de marzo de 1976, cuando fue cesanteado
por los militares; reincorporado en 1983 -"algo que no me gustó
mucho, porque todavía estaba Bignone en la presidencia"-, fue despedido
el 31 de diciembre de 1993, con los miles de obreros a los que el
gobierno de Carlos Menem dejó sin empleo.
Horat fue un actor clave en los sucesos del año 69. Su pasión y
su compromiso están intactos en la memoria precisa que guarda de
aquellos hechos. Una historia cargada de afecto cuando recuerda
a los compañeros de lucha, en particular Eduardo Luis Lescano, con
quien recorrió la ciudad durante la movilización de septiembre,
y Mario Aguirre, el Negro: "Tenía dotes de revolucionario. Había
que estar parándolo porque iba al frente con todo, y se jugaba la
vida". Y su relato se despliega con tanta precisión que cualquier
entrevista resulta limitada.
"Un año después del golpe de Onganía, en 1967 -recuerda Horat- los
militares intervinieron la Unión Ferroviaria, porque se pliega a
un paro de la CGT, y nombran interventor al coronel Miranda Naón.
En Rosario, radicales y comunistas tenían la conducción del gremio,
pero la inmensa mayoría de los trabajadores era peronista".
-¿Qué pasó con las organizaciones
obreras después de mayo de 1969?
-El 23 de mayo, cuando la CGT estaba dividida, se hizo un plenario
de representantes de las distintas organizaciones en el Sindicato
del Vidrio. Ahí aparecieron grupos de estudiantes exigiendo la unidad
del movimiento obrero y acción contra los asesinatos y las tropelías
de los militares. Esa presencia fuerza la unidad y se crea un secretariado
con dos miembros de la CGT de los Argentinos -Mario Aguirre, de
ATE, y Héctor Cansino, de telefónicos- dos de la llamada CGT Azopardo
-Alfonso Galván, metalúrgico, y Osvaldo Patalagoitía, del vidrio-
y un independiente -Neifer Juncos, de Luz y Fuerza. Ese secretariado
dispone un paro en repudio a la muerte del chico Blanco. En Rosario,
los obreros ferroviarios no lo acatan. En los talleres de Pérez,
dos compañeros, Gigena y Forcato, convocan a una plaza interna y
hacen exposiciones referentes a la lucha y al paro. En cuanto se
enteró un coronel Muñoz, que teníamos en Rosario, inmediatamente
los mandó a suspender. Esto produjo una reacción de los talleres
de Pérez y los compañeros le plantearon a la jefatura que levantaban
la sanción o hacían un paro. De inmediato se levanta la sanción.
Claro, había dos mil trabajadores en pie de pelea.
-Después surge un cuerpo
de delegados en el gremio.
-El
sindicato ferroviario tenía un presidente, pero era de Pérez, y
ellos se ponen en contacto con compañeros de Rosario para extender
esa representación gremial. Ahí participaban todos los laburantes
que quisieran, no importaba cómo pensaran ideológicamente. Me invitaron,
nos reunimos en el local de La Fraternidad y nos conformamos como
cuerpo de delegados. Después me eligen como representante ante la
CGT. El primer paro que acataron los ferroviarios fue el del 30
de mayo. Después hubo paros el 1º de julio y el 27 de agosto. Cuando
llega septiembre se corre la voz que las empresas del Estado iban
a sancionar al personal que se había adherido a las huelgas. Y la
superioridad de talleres empezó con la aplicación de un llamado
de atención por el paro del 23 de mayo, a los de Pérez, y por el
del 30 de mayo, a los de Rosario. Como yo había trabajado administrativamente
en el área de personal, enseguida le dije a mis compañeros que eso
era una trampa para producir cesantías. Entonces decidimos cumplir
con el convenio de trabajo: aceptar la sanción pero no firmar, en
señal de protesta.
-¿Cómo reaccionó la intervención?
-La sanción llega primero a los talleres de Pérez y Rosario, donde
nadie firma. Después viene a los administrativos; en general el
personal administrativo, como convivía con los jefes, era reacio
a la militancia. Y cuando llegó la sanción, firmaron todos. Yo voy
al día siguiente y me niego. "Dejate de joder, mirá que te van a
echar", me dijo el jefe de oficina. Llamó al jefe de la sección
y éste me dice: "yo le aconsejo que firme porque lo van a dejar
cesante, ya lo tienen en la mira". "No - le dije-, discúlpeme, así
me dejen cesante yo no puedo proceder con una actitud desleal".
A los 3 o 4 días llega de Buenos Aires una sanción de diez días
de suspensión con el apercibimiento de que ante cualquier otra falta
me aplicaban la cesantía. Nos reunimos con los compañeros en La
Fraternidad y ellos me dicen: "el lunes vas a trabajar y nosotros
le vamos a decir que si no te levantan la sanción va a haber problemas".
Cuando aparecí, estaban los compañeros de los talleres -lo notabas
porque usaban una chaquetilla y pantalón azul- y me hacen salir
con un suboficial de la Policía Federal. Entonces me llama Nicanor
Zárate, uno de los líderes del cuerpo de delegados, con Rafael Giménez,
y me dice que iban a reunirse en la CGT para ver qué hacíamos. Yo
decidí no ir a la asamblea, no quería que por mi presencia los compañeros
se sintieran obligados a parar. A todo esto se anunció que se iba
a descontar el día no trabajado y que los trabajadores iban a ser
desalojados por la fuerza. A los compañeros no les quedaba otra
que hacer un paro, y largan un paro de 48 horas. Y ahí empieza la
cosa del Rosariazo.
Por Equipo de Comunicación ATE - CTA Rosario aterosario@aterosario.org.ar
El histórico dirigente rosarino habló con el equipo de comunicación
de la CTA Rosario del levantamiento popular que lo tuvo como protagonista
en 1969.
Quagliaro dirigía la Seccional Rosario de la CGT de los Argentinos
que en aquella época era comanadada por Raimundo Ongaro a nivel
nacional. La ciudad de Rosario, con su historia de conflictividad
obrera a cuestas, y una clase trabajadora concientizada, tomaban
gran partye de la ciudad, en un movimiento en el que se conjugaron
la militancia gremial y los estudiantes. Fue el principio del fin
de la dictadura de Onganía que caería poco después, cuando estalló
la ciudad de Córdoba
- ¿Usted se imaginaba que después de 40 años de aquella gesta histórica
para los trabajadores, que fue el Rosariazo, le iban a estar preguntando?
¿Cómo fue?
- Lo que tengo a mi favor es que
todavía vivo, sigo militando, no he abandonado… llevo más de 55
años como militante social. Hoy soy el presidente nacional del Centro
de Jubilados de ATE, que tiene representación en todo el espectro
geográfico nacional. Tenemos centros en 21 provincias de las 24,
en algunas estamos trabajando… bueno, hoy el tema de los jubilados
es un tema que está inscripto entre las demandas más importantes
del movimiento obrero porque el problema de los jubilados no es
un tema de los jubilados, es un tema del movimiento sindical. Los
jóvenes de hoy, mañana van a ser jubilados por eso estamos demandando
una nueva ley previsional que contemple las prescripciones que establece
la Constitución Nacional en cuanto a las garantías y la estabilidad
de los argentinos para tener un ingreso que nos permita vivir con
la dignidad que nos permite haber aportado por más de treinta o
cuarenta años al esfuerzo nacional.
- Ud. Empezó a militar desde muy joven
- Yo fui elegido en la CGT de Rosario, cuando tenía 22 años, había
llegado al gobierno Frondizi en el 59. Asumimos el 7 de enero del
de ese año. Hay que tener en cuenta que a los pocos días, el 14
o el 15, fue la huelga histórica del Frigorífico Nacional Lisandro
de la Torre. Así que bueno, y en el año 63, había que renovar. Había
una comisión provisoria en la CGT. Había ganado en la CGT Nacional,
José Alonzo, entonces había renovaciones en todas las delegaciones
de la CGT. Hay que tener en cuenta que en ese tiempo, la CGT Rosario
abarcaba el departamento San Lorenzo y Villa Constitución.
¿Desde que lugar Ud llevaba a cabo la lucha en esa época?
Y bueno, yo fui propuesto como candidato a Secretario General de
la CGT, así que a partir del 63, bueno… Y le dimos una impronta
de participación masiva de todos los sectores, estudiantes, obreros,
ong´s, profesionales. Y fuimos gestando una presencia en esta ciudad
que nos caracterizaba como con un planteo social justo, plural,
democrático. Todo eso fue generando una enorme confianza en el seno
del pueblo, en general, de la sociedad en su conjunto. Habiendo
atravesado momentos muy difíciles, como en el año 64, en un plenario
obrero en el sindicato cervecero, en el salón que hoy no existe
más, en la avenida Alberdi. Un enfrentamiento político entre sectores
estudiantiles y grupos políticos de la izquierda, hubo 3 muertos
que todavía recordamos con afecto: Militelo que era un militante
sindicato de la madera, Giardina que era un joven de la juventud
peronista muy valioso, y Bertoglio que era también militante.
Eran épocas duras por lo que cuenta, ¿qué pasaba en Rosario en ese
momento?
Trailer
realizado a partir de la canción original El amante
del futuro, compuesta e interpretada para Días de Mayo
por Antonio Birabent
Salvamos nuestra vida por casualidad.
Y bueno, Rosario se había convertido en un polo de gran significación,
había en ese tiempo un eje geográfico que era Rosario, Tucumán y
Córdoba, donde el conflicto social estaba permanente. Hay que tener
en cuenta la FOTIA de Tucumán era una expresión, que era casi todo
Tucumán, después en el 66 cuando el golpe de Onganía privatizaron
todos los ingenios, intervinieron la FOTIA, mataron a Atilio Santillán,
que era un joven líder, a Benito Romano que había sido integrante
de la CGT, después fue integrante de la CGT de los Argentinos y
después lo mataron. Así que bueno, hay toda una cronología de hechos
que han quedado registrados como hechos históricos del movimiento
sindical.
Y Ud que venía militando desde pibe, y siempre en la ATE
Y este es el sindicato del cual yo soy afiliado desde los 14 años
porque fui alumno de la escuela de aprendices. Éramos menores de
edad pero nos podíamos afiliar, pagábamos una cuota de 50 centavos,
porque cobrábamos una beca, y bueno, llevo más de 60 años como afiliado
a la ATE.
- Y llega el Rosariazo…
Claro, todo esto de lo que venimos hablando, después tiene su epicentro
fundamental en el Rosariazo, en el primer Rosariazo, que fue el
21, 22 y 23 de mayo. Esto se generó porque habían matado a un estudiante
en Corrientes, el Rector de la Facultad del NEA había aumentado
el ticket estudiantil, en el comedor. Los estudiantes salieron a
manifestarse, y por esa ironía del destino en la plaza Cabral, que
es la plaza céntrica de Corrientes, lo mataron a un estudiante,
Juan José Cabral. Se hizo una marcha del silencio, Raymundo Ongaro
que era el Secretario General de la CGT nacional, mi compañero de
siempre, me mandó a que participara. Yo fui con dos estudiantes
de esta ciudad, Walter Pereyra que era del FEN, y el chico Fernando
Lagruta, que fue después asesinado por el proceso genocida. Era
del integralismo, un grupo social cristiano, para definirlo más
o menos ideológicamente. Y bueno, y después acá hicimos una reunión
y avanzamos en decretar una movilización. Acá lo matan, el 16, a
Bello. Yo estaba en el Obispado de Resistencia, en el Chaco, con
la juventud del Chaco que era muy valiosa, había estado dando charlas
allí, y me avisan de la muerte de Bello, en la galería Melipal,
porque salieron a manifestar ante el comedor universitario que estaba
por la calle Corrientes.
Yo vuelvo para Rosario, hay una movilización
de los estudiantes, y matan a un joven, que era estudiante y obrero
metalúrgico, Blanco, frente a LT8. La disculpa de la policía fue
que decían que iban a tomar LT8, lo cual no era cierto ya que el
objetivo no era ese. Un estudiante que después se recibió y fue
político, Aníbal Reynaldo, lo quiso ingresar al Sanatorio El Palace,
que estaba acá en la calle Italia, la policía se lo impidió y el
chico murió desangrándose en la calle. En el velatorio de este chico
se reunieron más de 10 mil personas acompañando el féretro hasta
el cementerio.
Así que bueno, esos hechos han quedado registrados como los hechos
de masas más importantes de la ciudad.
¿Qué pasó en septiembre de 1969?, porque a veces no se sabe bien
que hubo dos Rosariazos
En septiembre del 69 estalla un conflicto ferroviario por la suspensión
de dos compañeros que eran militantes sindicales, la unión ferroviaria
estaba intervenida, se llamó a una Asamblea, se autoconvocó a una
asamblea en la Unión Ferroviaria. Yo participé en mi carácter de
Secretario de la CGT, ellos decidieron un paro, traspolamos eso
a un plenario de todos los sindicatos de Rosario y se resolvió hacer
un paro, un paro general con movilización. En ese tiempo, no se
si la palabra correcta es esa, pero inauguramos un nuevo mecanismo
de protesta, que ya no era el paro como se decía dominguero. Sino
que convocábamos a la ciudad, o dividíamos a la ciudad en zonas
y convocábamos desde las 10 de la mañana a encontrarse en determinado
lugar a todos los sectores organizando en cada zona, para confluir
en el Centro. Eso produjo una represión, y bueno, se lanzó allí
el paro de septiembre, que fue el segundo Rosariazo, que tuvo también
una connotación social muy importante.
Bueno, todo eso nos fue poniendo a nosotros en una situación, o
por lo menos a Rosario, en una situación de avanzada en cuanto a
las demandas y los reclamos sociales muchos de los cuales todavía
no están totalmente satisfechos.
Se trata de una producción hecha íntegramente en la ciudad, que
recupera, a través de materiales exclusivos obtenidos entre coleccionistas
privados y el Archivo General, aquel hecho histórico que fue el
preámbulo de la caída de Onganía.
A un día de cumplirse 40 años del “Rosariazo”, el próximo miércoles
se proyectará en el Parque España un largometraje documental que
recupera la historia de la primera expresión popular contra la dictadura
de Juan Carlos Onganía, y lo hace a través de un documento fílmico
y fotográfico inédito, testimonios de protagonistas y recreaciones
que complementan esos relatos
“El Rosariazo” es una producción hecha en la ciudad y dirigida por
el realizador local Carlos López, quien logró plasmar en la pantalla
-tras un trabajo de archivo de cuatro años- las ideas, los sueños
y el compromiso de toda una generación, así como de aquellos que
fueron desaparecidos en el intento por hacerlos realidad.
El film no sólo contiene imágenes nunca antes vistas sino que también
reúne testimonios de Rubén Naranjo, Fernando Birri, Pino Solanas,
Osvaldo Bayer, Carlos Saldi (el fotógrafo del Rosariazo), y Beba
Balvé (historiadora y autora de un libro sobre el tema); imágenes
y testimonios que se entrelazan en el relato con la voz en off de
Quique Pesoa.
“Si bien la recuperación de los filmes que desde hace cuarenta años
estuvieron ocultos conforman el material más valioso, la idea es
revalorizar la militancia y el compromiso personal como elementos
de reencuentro con las utopías”, destacó López.
La proyección se realizará el próximo
miércoles 20 a las 20 en el auditorio del Parque España y vale la
pena destacar que sólo se podrá acceder con invitación. Para retirarlas
hay que dirigirse al lugar en los siguientes días y horarios: Jueves
y Viernes de 9 a 20. Sábado y domingo de 15 a 20, y Martes y miércoles
de 9 a 20. La invitación es gratuita.
Sobre el hecho histórico
El
21 de mayo de 1969 tuvo lugar en Rosario la primera expresión popular
de la pelea antidictatorial en las calles desde la caída del peronismo.
Su repercusión hizo que muchos catalogaran la iniciativa como “espontánea”,
pero hay indicios de que el malestar cultural se venía manifestando
desde antes, con expresiones artísticas como la muestra “Tucumán
Arte”, la incontenible efervescencia en los ámbitos universitarios,
y la rebelión dentro de la Iglesia.
Era un tiempo de debates intensos, de lecturas que se compartían
con las de las universidades parisinas o de Berkley. Y también,
de un compromiso conmovedor de diversos grupos de jóvenes que se
negaban a aceptar en silencio las propuestas de la sociedad de consumo.
La imagen más emblemática del Rosariazo fue sin dudas la de los
vecinos de los edificios céntricos, que arrojaban papeles y material
combustible para que los estudiantes pudieran enfrentar a la policía
y disolver los efectos de los gases.
Así, la protesta de mayo de 1969 en Rosario dio origen por emulación
al Cordobazo, aunque muchas veces es negada por la historiografía
o recordada como un hecho conflictivo o negativo.
Sobre el director
Carlos Alberto López es licenciado en cinematografía, título obtenido
en la Escuela Provincial de Cine y TV de Rosario. Dentro de su recorrido
como realizador se cuentan los documentales Generación (1983), Martín
Villa (1985), La Sin Nombre (1986), El Papa en Rosario (1987), Inundados
de los 80 (1987), Gatillo Fácil (1988), Cuenta Regresiva (1989),
Ayer Nomás (1990/1993), La Otra Contaminación (1995), Pichincha
(1998), Programa Sanar (2001), y Vientos del Sur (2008). Además, participó en cine de las producciones Noche de Ronda (1987),
y Los Oficios Terrestres (1988), de Héctor Molina; De Regreso, el
país dormido de Gustavo Postiglione (1989-1990); y Charlas de Amigos
(1999, desde Barcelona, encuentro entre Fontanarrosa y Serrat).
Es actualmente camarógrafo y productor de programas especiales de
Somos Rosario, canal 6 de Cablevisión.
Sobre el documental
El trabajo es en realidad un avance
sobre un largometraje más ambicioso que bajo el título “Los Rosariazos”
se estrenará en setiembre, con el apoyo del INCAA. La función del
día 20 es más que nada un homenaje a cuarenta años del estallido
que significó el principio del fin para el gobierno militar del
Onganía, y que tuvo su réplica en Córdoba unos días después, en
el segundo rosariazo de setiembre y en una cadena de puebladas que
significaron la caída de aquella dictadura.
Staff
Director: Carlos López Producción: Oscar Bertone Supervisión de contenidos: Eduardo van der Kooy Asistente de producción: Mirén Martinetti Locución: Quique Pesoa Diseño gráfico: Daly López Montaje: Nacho Roselló Cámaras: Pablo Musillo, Cristian Terrarosa Dirección de arte: Oscar Vega Investigación histórica: Noni Ceruti Producción entrevistas: Ricardo Robis Asistentes: Luciana Enrique, Yesica Lembo, Sergio Maturán Sonido: Ernesto Figue, Carlos Rossano Actuación principal y relato secundario: Daniel Querol