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Por Carlos Bozzi
"Manzi, es el poeta de las cosas que fueron". E.S.Discpolín
"¿Nos ves que están bailando...? ¿No ves que están de fiesta...?
Vamos que todo duele, ¡ viejo Discepolín!"
Con la caída de
Yrigoyen, la Argentina ingresa en lo que ampulosamente históricamente
recibió el nombre de "los tiempos modernos". Buenos Aires, otrora
ciudad, conoce y aprehende un fenómeno singular: EX HOMBRES
por doquier, deambulan por la urbe hambrienta. En sus mentes,
se dibujan, tenebrosamente, los versos que el inmortal Discepolín
, dedica a la monstruosa concentración de cemento, sorda a las
quejas de quienes la habitan y dentro de su ensordecedor trafago,
muda. Terriblemente muda. Como recuerda Abelardo Ramos "En la
Buenos Aires orgullosa, cantada un día remoto por Darío y Lugones,
rezongaban ahora barbados harapientos".
Manzi y Discepolo marcan la culminación de la historia de las
letras de tango porteño. No son el principio. Si significan
un hito en cuanto a lo que cantan o lloran, pe ro rozan el final
del tango como medio de expresión de un sector social, que concluye
alrededor de 1950. Ambos ven el fracaso del intento radical,
la restauración conserva- dora y la revolución peronista.
Si bien el radicalismo
representó un cúmulo de intereses muchas veces encontra dos,
el irigoyenismo fue testimonio de lo que los sectores populares
podían dar. Su fracaso, en los años `30 resultó definitivo y
serian otros sectores-principalmente a través de F.O.R.J.A-los
que habrían de continuar su camino y profundizar su contenido.
Derrotado el caudillo, la economía nacional ingresa en una de
las peores crisis de la historia. A ella, Manzi y Discepolo,
se refieren en sus versos. La oligarquía, deseosa de recuperar
las prebendas perdidas, pugnó por entregar al exterior los resortes
de la economía, dejando subsistentes solo los mínimos principios
de soberanía. El pueblo, más que nunca, quizás, pagó un alto
precio por la conducta antinacional de sus "próceres".-
Tal situación hizo
variar totalmente el "modus vivendi" de las clases populares.
Aun la clase media que antaño había gozado de una relativa "estabilidad"-valor
que siempre sublimó- sufrió rudamente el golpe. Hasta el compadron,
el bohemio, se sentía un extraño en su propia ciudad. "Se sabia
en silencio, con resignación o rabia, que el país no pertenecía
a los argentinos" (Hernández Arregui)
Manzi y Discepolo encuentran un tango "adecentado" por la contra-cultura:
un tango que conserva situaciones, personajes, pero que lleva
insuflada una moralina idiota: la casita de los viejos, la mamita,
el trabajo y pese a todo, algunas injusticias sociales, pero…sin
señalar sus causas. Y el gran mérito de ambos, pese a no evitar
una nueva tramutación que ocasiona un apoderamiento del tango
por la clase "conformis ta", consiste en situarlo donde debe
estar: con el pueblo.
En Manzi aflora una nostálgica retrospección por lo que se fue:
"Pesadumbre de barrios que han cambiado"(SUR), "Así evoco tus
noches, barrio´e tango (BARRIO DE TANGO ), " Ya nunca me veras
como me vieras"(SUR) , en tanto que, la Buenos Aires que la
clase dirigente pretende para sí, solo le merece burla: "La
Facultad de Derecho es una casa vieja"(42 VERSOS EN LA FACULTAD
DE DERECHO), "Rosedal, Parnaso decadente donde duermen las musas
cien veces benditas de los intendentes" (ROSEDAL ).
Contrastan en el inmortal Homero su añoranza del pasado y su
visión negativa de ese presente: "Volví por caminos muertos,
volví sin poder llegar" (MILONGA TRISTE ), con una actividad
política necesariamente lanzada al futuro. Al respecto Aníbal
Ford sostiene que en su intento de elaborar una cultura popular
para enfrentar a la contracultura oficial, Manzi recurrió a
la estética romántica, volviendo al pasado para rescatar elementos
genuinos que el sistema pretendía agotar.
Discepolin, pese a una inconsciente identificación que se haga,
contrasta con Manzi.
Su obra es exigua
frente a la del este, que comprende casi un centenar de letras,
entre tangos, milongas, valses y poemas. Pero en cambio,guarda
una coherencia llamativa en la mirada desesperada sobre un presente
que repudia.
Ahí vislumbra una verdadera subversión de valores: "Vale Jesús
lo mismo que el ladrón" (¡QUE VACHACHE!), "Lo mismo un burro
que un gran profesor" (CAMBALACHE ) por la que caen despedazados
la razón ("La tiene el de mas guita"), la honradez ( " la venden
al contado"); la moral (" la dan por moneditas"); el amor ("se
ahogo en la sopa"); el criterio ("ya murió") y en su lugar se
ha instalado una nueva axiología: "la panza es reina y el dinero
Dios"( ¡QUE VACHACHE!).
Discepolín inquiere en las causas de este desorden y encuentra,
en principio, que es el dinero el nuevo Dios al que hay que
rendirse si se quiere seguir viviendo: "plata, plata, plata…
y plata otra vez/ así es posible que morfes todos los días…
dame puchero, guárdate la decencia…" (¡QUE VACHACE!), "que por
un pan cam biaste como yo, tus ambiciones de honradez" (QUIEN
MAS,QUIEN MENOS)
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Otra vez verá que
la causas del desorden están en que se suplantaron valores sin
tener otros para reemplazarlos.
Enfrentarse a un mundo semejante supone la perdida de ideales,
la ruptura de ilusiones sobre el futuro, y básicamente, encara
una imagen de si, que no es la soñada: "las cosas que he soñado,
me cache en die, que gil!" (TRES ESPERANZAS).
Atrapados en la vorágine, procurando salvarse, los hombres se
vuelven hostiles entre si: "No esperes nunca una ayuda/ ni una
mano/ ni un favor" (YIRA,YIRA).
Consecuentemente, cualquier intento de reacción, sea individual,
sea colectivo, será inútil: " te crees que el mundo lo vas a
arreglar vos? Pero no ves gilito embanderado/ que la razón la
tiene el de mas guita… vos resultas haciendo el moralista/ un
disfrazao… sin carnaval…" ( ¡ QUE VACHACHE!) .
Eso lleva a Discepolo a generalizar las verdaderas causas de
los procesos padecidos: "el mundo fue y será una porqueria ",
"todo es igual, nada es mejor" (CAMBALACHE)
Pero ya en sus últimas letras- Cafetín de Buenos Aires, 1948-
cambia totalmente la actitud del autor, pues perdió la desesperación
exaltada y ahora recuerda al chiquilín, al muchacho, al hombre,
que hizo su duro aprendizaje por la vida. Igualmente, entrega
una reflexión final en la que tronca su actitud anterior por
una triste reflexión: "bebí mis años… y me entregue sin luchar".
En lo político la inteligencia de Discepolo-recuerda Alberto
Adellach- "con sistió en no agregar un elogio más en la obra
de gobierno o un denuesto más a la oposición. Consistió en desenmascarar
a esta ultima, en bajarla del pedestal ridículo en que se había
colocado". El humor punzante del poeta, en esta, su última época,
consiste en obviar todo juego dialéctico con la oligarquía.
La tutea, la ridiculiza con sus picardías: "vos que pasaste
de naufrago a financista sin bajarte del bote"… Es que "Mordisquito"
planteo su adhesión al peronismo sin pensar siquiera lo que
se echaba en contra, eso que, finalmente, lo hizo morir prematuramente,
en las vísperas de la noche buena de 1951.
Homero y Discepolin, con su fino olfato, con su sensibilidad
popular, no erraron el rumbo. "Perón es el conductor de la obra
iniciada por Hipólito Yrigoyen", advertía Manzi. "A mi me la
vas a contar?", rubricaba "Mordisquito" en sus charlas.
Habían encontrado la brújula que les permitía ordenar su mundo
convulsionado y estaban dispuestos a gritar a los cuatro vientos.
Fuente: Revista "Planteo, de Mar del Plata hacia el país", Nª
16, febrero de 1974]
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Por Ricardo Horvath
A comienzos del nuevo siglo –hasta ahora vanamente– desde la Argentina
se reclamó a la UNESCO que se declarara al tango patrimonio de la
humanidad. No es un secreto para nadie que se trata de una neta
creación popular argentina, fundamentalmente de la ciudad de Buenos
Aires, sin dejar de reconocer que, como producto portuario, el rol
que pudo haber jugado Montevideo (Uruguay) y en menor medida Rosario.
En el caso uruguayo, como señalan algunos autores, básicamente por
su componente afro. Pero para hacerse conocer, los tangueros montevideanos
debieron recurrir a Buenos Aires, ciudad donde existía ya a comienzos
del Siglo XX una incipiente "industria cultural" que les permitía
hacerse conocer, difundir su obra, editarla, grabarla, hacerse de
algunos dinerillos.
Para quien esto escribe el tango, más allá de la famosa definición
de Enrique Santos Discépolo, ("es un pensamiento triste que se baila",
lo cual podría indicarnos que fundamentalmente es triste y que también
–como agregado– se baila), para nosotros, el tango es la musa
del desencanto argentino. Es en ese sentido o con esa tesis,
que intentaremos probar en trabajos ampliados que van más allá de
esta pequeña nota introductoria, los motivos que nos llevan a esa
definición. Crónica de la amargura y el desencanto que nos legaron
poetas trascendentales. Como por ejemplo el gran Enrique Santos
Discépolo, que hizo sus obras fundamentales hacia finales de la
década del 20 y durante la "infame" del 30, donde aparece el paradigmático
"Cambalache". Década en la que se conocieron tangos sociales
como "Pan", "Acquaforte", "Al pie de la
Santa Cruz" , "Las cuarenta" o "Al mundo le falta
un tornillo", un anticipo casi profético de la segunda guerra
mundial, por citar los más conocidos y difundidos. Y también Cátulo
Castillo, Homero Expósito y más cerca Eladia Blázquez quien con
su "Argentina Primer Mundo" nos deja un testimonio feroz
de la nueva década infame del menemato y sus consecuencias.
El tango como reflejo
de lo social siempre dejó su testimonio. Bastará citar las obras
de los años 20 durante el que algunos "historiadores" definen como
el "plácido gobierno de Alvear", donde la oligarquía se pavoneó
de sus riquezas mientras el pueblo se hundía en la miseria. Fue
Carlos Gardel –aunque de eso no se habla– el intérprete que más
tangos sociales incorporó a su extenso repertorio. Y ese es otro
de los temas pendientes de investigación por parte de algunos "estudiosos"
que suelen mirar hacia un costado para no ver lo que está ante sus
ojos. Que además minimizan la constante censura a que se vio sometido
el tango e ignoran la existencia de tangos anarquistas o socialistas
que fueron quedando en el anonimato porque circulaban de boca en
boca sin ser editados, o los que oportunamente fueron a parar al
fuego purificador que las organizaciones fascistas y los militares
golpistas –brazo armado de la oligarquía y el imperio– aplicaban
al mejor estilo Torquemada. Aunque en los últimos años se ha rescatado
de la historia la existencia de tangos dedicados al radicalismo
o sus caudillos (Alem, Yrigoyen), y se han encontrado algunos de
los ofrendados a Perón y Evita desaparecidos durante el golpe militar
de 1955.
Pero en nuestro caso lo que queremos apuntar es a otro aspecto que
hace al desaliento o la desesperanza, pintura de un país fracasado
como producto del fracaso clarísimo del proyecto de los prohombres
del liberalismo que, con la denominada generación del 80, "inventaron
un país a su medida", crearon una historia oficial, hicieron la
guerra al indio, al gaucho y expulsaron a los negros que quedaban
(mayoritariamente apoyaron a Rosas, fueron perseguidos y saltaron
al Uruguay para hacer con sus candombes en los "tambos" una de las
vertientes que junto a la habanera y el pasacalle dieron lugar al
primer tango de características humorísticas, picarescas y hasta
pornográficas). Esa generación que intentó europeizar al país al
estilo norteamericano con una colonización sajona, pero se encontró
con una tremenda inmigración italiana (lo que Juan Sebastián Tallon
llamó "el turbión") y que terminaron por ser los que concluyeron
en dar forma definitiva al tango, agregándole la melancolía, la
tristeza y la nostalgia– en eso jugó su rol el bandoneón alemán–
y también la frustración por haberse dejado tentar por los cantos
de sirena de la propaganda oficial que los invitaba a un paraíso
en el cual "se harían la América". Frustración que ya entrado el
siglo XX, los hijos y nietos de esos inmigrantes le aportarían al
tango con la poesía donde aparecen metáforas claras como "araña
que salvaste te picó", o "no sabés que troley hay que tomar para
seguir", o "que te hagan la puñeta los demás" o "decime Dios dónde
estás" y tantísimas otras que intentaremos reflejar más ampliamente
en nuestro próximo libro "Esos malditos tangos", pero que hoy dejamos
con una ya definitiva, paradigmática, imposible de igualar como
fracaso total: ni el tiro del final te va a salir". ¿Puede haber
un fracaso mayor?
Fuente: www.centrocultural.coop, 2006
Pompeya no olvida (2000)
Letra: Alejandro Szwarcman
Musica: Javier González
Intérprete: Patricia Barone
Abril se quedó suspendido en la pieza
las horas no fluyen ni quieren morir,
un sol de aluminio remeda la cresta
del gris caserón de la calle Cachí
Las mismas veredas, de tarde, me cuentan
historias perdidas flotando en Abril,
y vuelvo al portón de los años setenta
vestido de asombro, con sueños de jean.
Pompeya no olvida, que allá en Famatina
vivía una piba carita de anís,
amor de rayuela, perfume de esquina
hoy la andan buscando, también era abril.
Quién sabe, tal vez ella siga soñando,
y ya no recuerde la calle Cachí,
al menos que sepa que la anda buscando
desde hace ya tanto, su abuela Beatriz.
Abril se quedó suspendido en la siesta,
me veo en la anchura de un mar de adoquín,
un torpe camión se sacude en la cuesta,
y escapa a la sombra de aquel chiquilín.
Yo era esa sombra mirando la tarde
y a veces me da por pensar que en Abril
pasó por Pompeya un fantasma cobarde
llevándose pibas "carita de anís"
Pompeya no olvida, que allá en Famatina
vivía una piba carita de anís,
amor de rayuela, perfume de esquina
hoy la andan buscando, también era abril.
Quién sabe, tal vez ella siga soñando,
y ya no recuerde la calle Cachí,
al menos que sepa que la anda buscando
desde hace ya tanto, su abuela Beatriz.
Soy (2004)
Letra: Marcela Bublik
Música: Raúl Garello
Intérprete: Marcela Bublik
(1° Premio Certamen de Letras Tango por la Identidad. Abuelas de
Plaza de Mayo, 2004)
A todos los nietos
Soy el mate, soy la brisa, soy el sol de la mañana.
Busco el árbol, busco el río y el motivo de esta sed.
Por mi pecho rueda un sueño y un murmullo sin palabras
que me acuna desde lejos, sin espejos de papel.
Esta puerta que me llama, necesito atravesarla
Sé que hay alguien que me espera, sé que siempre me buscó,
que tiene aquella respuesta que enciende luz en la sombra.
El latido y la memoria corazonan la razón.
Me falta un patio, una risa y una canción y un verano
y una muñeca de trapo y un libro que no leí
y una abuela que cocina sopa de estrellas y vino
mientras perfuma la mesa con naranjas y jazmín.
Por la vida que está viva, por la muerte que no es cierta,
por cada flor que se abre bajo el sol que la abrigó.
por el niño que mañana navegará entre mis ramas,
buscándose en los retratos que la noche me arrancó,
no me seguirán mintiendo el color de la mirada.
Tengo un nombre y una sangre que me quisieron borrar,
que es más fuerte que la espada y la rosa disecada
que llenaron con cenizas de silencio y soledad.
Y hay un patio y una risa y una canción y un verano
y una muñeca de trapo y un libro que no leí
y una abuela que cocina sopa de estrellas y vino
mientras perfuma la mesa con naranjas y jazmín,
con ese pecho de fuego, encendido en red de amores,
con esos brazos de hierro que nadie pudo partir.