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El tango en la década infame

Por Carlos Bozzi

"Manzi, es el poeta de las cosas que fueron". E.S.Discpolín
"¿Nos ves que están bailando...? ¿No ves que están de fiesta...? Vamos que todo duele, ¡ viejo Discepolín!"

Con la caída de Yrigoyen, la Argentina ingresa en lo que ampulosamente históricamente recibió el nombre de "los tiempos modernos". Buenos Aires, otrora ciudad, conoce y aprehende un fenómeno singular: EX HOMBRES por doquier, deambulan por la urbe hambrienta. En sus mentes, se dibujan, tenebrosamente, los versos que el inmortal Discepolín , dedica a la monstruosa concentración de cemento, sorda a las quejas de quienes la habitan y dentro de su ensordecedor trafago, muda. Terriblemente muda. Como recuerda Abelardo Ramos "En la Buenos Aires orgullosa, cantada un día remoto por Darío y Lugones, rezongaban ahora barbados harapientos".

Manzi y Discepolo marcan la culminación de la historia de las letras de tango porteño. No son el principio. Si significan un hito en cuanto a lo que cantan o lloran, pe ro rozan el final del tango como medio de expresión de un sector social, que concluye alrededor de 1950. Ambos ven el fracaso del intento radical, la restauración conserva- dora y la revolución peronista.

Si bien el radicalismo representó un cúmulo de intereses muchas veces encontra dos, el irigoyenismo fue testimonio de lo que los sectores populares podían dar. Su fracaso, en los años `30 resultó definitivo y serian otros sectores-principalmente a través de F.O.R.J.A-los que habrían de continuar su camino y profundizar su contenido.

Derrotado el caudillo, la economía nacional ingresa en una de las peores crisis de la historia. A ella, Manzi y Discepolo, se refieren en sus versos. La oligarquía, deseosa de recuperar las prebendas perdidas, pugnó por entregar al exterior los resortes de la economía, dejando subsistentes solo los mínimos principios de soberanía. El pueblo, más que nunca, quizás, pagó un alto precio por la conducta antinacional de sus "próceres".-

Tal situación hizo variar totalmente el "modus vivendi" de las clases populares. Aun la clase media que antaño había gozado de una relativa "estabilidad"-valor que siempre sublimó- sufrió rudamente el golpe. Hasta el compadron, el bohemio, se sentía un extraño en su propia ciudad. "Se sabia en silencio, con resignación o rabia, que el país no pertenecía a los argentinos" (Hernández Arregui)

Manzi y Discepolo encuentran un tango "adecentado" por la contra-cultura: un tango que conserva situaciones, personajes, pero que lleva insuflada una moralina idiota: la casita de los viejos, la mamita, el trabajo y pese a todo, algunas injusticias sociales, pero…sin señalar sus causas. Y el gran mérito de ambos, pese a no evitar una nueva tramutación que ocasiona un apoderamiento del tango por la clase "conformis ta", consiste en situarlo donde debe estar: con el pueblo.

En Manzi aflora una nostálgica retrospección por lo que se fue: "Pesadumbre de barrios que han cambiado"(SUR), "Así evoco tus noches, barrio´e tango (BARRIO DE TANGO ), " Ya nunca me veras como me vieras"(SUR) , en tanto que, la Buenos Aires que la clase dirigente pretende para sí, solo le merece burla: "La Facultad de Derecho es una casa vieja"(42 VERSOS EN LA FACULTAD DE DERECHO), "Rosedal, Parnaso decadente donde duermen las musas cien veces benditas de los intendentes" (ROSEDAL ).

Contrastan en el inmortal Homero su añoranza del pasado y su visión negativa de ese presente: "Volví por caminos muertos, volví sin poder llegar" (MILONGA TRISTE ), con una actividad política necesariamente lanzada al futuro. Al respecto Aníbal Ford sostiene que en su intento de elaborar una cultura popular para enfrentar a la contracultura oficial, Manzi recurrió a la estética romántica, volviendo al pasado para rescatar elementos genuinos que el sistema pretendía agotar.

Discepolin, pese a una inconsciente identificación que se haga, contrasta con Manzi.

Su obra es exigua frente a la del este, que comprende casi un centenar de letras, entre tangos, milongas, valses y poemas. Pero en cambio,guarda una coherencia llamativa en la mirada desesperada sobre un presente que repudia.

Ahí vislumbra una verdadera subversión de valores: "Vale Jesús lo mismo que el ladrón" (¡QUE VACHACHE!), "Lo mismo un burro que un gran profesor" (CAMBALACHE ) por la que caen despedazados la razón ("La tiene el de mas guita"), la honradez ( " la venden al contado"); la moral (" la dan por moneditas"); el amor ("se ahogo en la sopa"); el criterio ("ya murió") y en su lugar se ha instalado una nueva axiología: "la panza es reina y el dinero Dios"( ¡QUE VACHACHE!).

Discepolín inquiere en las causas de este desorden y encuentra, en principio, que es el dinero el nuevo Dios al que hay que rendirse si se quiere seguir viviendo: "plata, plata, plata… y plata otra vez/ así es posible que morfes todos los días… dame puchero, guárdate la decencia…" (¡QUE VACHACE!), "que por un pan cam biaste como yo, tus ambiciones de honradez" (QUIEN MAS,QUIEN MENOS)

 

 
Patricia Barone/Javier Gonzalez - Pompeya no olvida

Otra vez verá que la causas del desorden están en que se suplantaron valores sin tener otros para reemplazarlos.

Enfrentarse a un mundo semejante supone la perdida de ideales, la ruptura de ilusiones sobre el futuro, y básicamente, encara una imagen de si, que no es la soñada: "las cosas que he soñado, me cache en die, que gil!" (TRES ESPERANZAS).

Atrapados en la vorágine, procurando salvarse, los hombres se vuelven hostiles entre si: "No esperes nunca una ayuda/ ni una mano/ ni un favor" (YIRA,YIRA).

Consecuentemente, cualquier intento de reacción, sea individual, sea colectivo, será inútil: " te crees que el mundo lo vas a arreglar vos? Pero no ves gilito embanderado/ que la razón la tiene el de mas guita… vos resultas haciendo el moralista/ un disfrazao… sin carnaval…" ( ¡ QUE VACHACHE!) .

Eso lleva a Discepolo a generalizar las verdaderas causas de los procesos padecidos: "el mundo fue y será una porqueria ", "todo es igual, nada es mejor" (CAMBALACHE)

Pero ya en sus últimas letras- Cafetín de Buenos Aires, 1948- cambia totalmente la actitud del autor, pues perdió la desesperación exaltada y ahora recuerda al chiquilín, al muchacho, al hombre, que hizo su duro aprendizaje por la vida. Igualmente, entrega una reflexión final en la que tronca su actitud anterior por una triste reflexión: "bebí mis años… y me entregue sin luchar".

En lo político la inteligencia de Discepolo-recuerda Alberto Adellach- "con sistió en no agregar un elogio más en la obra de gobierno o un denuesto más a la oposición. Consistió en desenmascarar a esta ultima, en bajarla del pedestal ridículo en que se había colocado". El humor punzante del poeta, en esta, su última época, consiste en obviar todo juego dialéctico con la oligarquía. La tutea, la ridiculiza con sus picardías: "vos que pasaste de naufrago a financista sin bajarte del bote"… Es que "Mordisquito" planteo su adhesión al peronismo sin pensar siquiera lo que se echaba en contra, eso que, finalmente, lo hizo morir prematuramente, en las vísperas de la noche buena de 1951.

Homero y Discepolin, con su fino olfato, con su sensibilidad popular, no erraron el rumbo. "Perón es el conductor de la obra iniciada por Hipólito Yrigoyen", advertía Manzi. "A mi me la vas a contar?", rubricaba "Mordisquito" en sus charlas.

Habían encontrado la brújula que les permitía ordenar su mundo convulsionado y estaban dispuestos a gritar a los cuatro vientos.

Fuente: Revista "Planteo, de Mar del Plata hacia el país", Nª 16, febrero de 1974]


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Tango: la musa del desencanto

Por Ricardo Horvath

A comienzos del nuevo siglo –hasta ahora vanamente– desde la Argentina se reclamó a la UNESCO que se declarara al tango patrimonio de la humanidad. No es un secreto para nadie que se trata de una neta creación popular argentina, fundamentalmente de la ciudad de Buenos Aires, sin dejar de reconocer que, como producto portuario, el rol que pudo haber jugado Montevideo (Uruguay) y en menor medida Rosario. En el caso uruguayo, como señalan algunos autores, básicamente por su componente afro. Pero para hacerse conocer, los tangueros montevideanos debieron recurrir a Buenos Aires, ciudad donde existía ya a comienzos del Siglo XX una incipiente "industria cultural" que les permitía hacerse conocer, difundir su obra, editarla, grabarla, hacerse de algunos dinerillos.
Para quien esto escribe el tango, más allá de la famosa definición de Enrique Santos Discépolo, ("es un pensamiento triste que se baila", lo cual podría indicarnos que fundamentalmente es triste y que también –como agregado– se baila), para nosotros, el tango es la musa del desencanto argentino. Es en ese sentido o con esa tesis, que intentaremos probar en trabajos ampliados que van más allá de esta pequeña nota introductoria, los motivos que nos llevan a esa definición. Crónica de la amargura y el desencanto que nos legaron poetas trascendentales. Como por ejemplo el gran Enrique Santos Discépolo, que hizo sus obras fundamentales hacia finales de la década del 20 y durante la "infame" del 30, donde aparece el paradigmático "Cambalache". Década en la que se conocieron tangos sociales como "Pan", "Acquaforte", "Al pie de la Santa Cruz" , "Las cuarenta" o "Al mundo le falta un tornillo", un anticipo casi profético de la segunda guerra mundial, por citar los más conocidos y difundidos. Y también Cátulo Castillo, Homero Expósito y más cerca Eladia Blázquez quien con su "Argentina Primer Mundo" nos deja un testimonio feroz de la nueva década infame del menemato y sus consecuencias.

El tango como reflejo de lo social siempre dejó su testimonio. Bastará citar las obras de los años 20 durante el que algunos "historiadores" definen como el "plácido gobierno de Alvear", donde la oligarquía se pavoneó de sus riquezas mientras el pueblo se hundía en la miseria. Fue Carlos Gardel –aunque de eso no se habla– el intérprete que más tangos sociales incorporó a su extenso repertorio. Y ese es otro de los temas pendientes de investigación por parte de algunos "estudiosos" que suelen mirar hacia un costado para no ver lo que está ante sus ojos. Que además minimizan la constante censura a que se vio sometido el tango e ignoran la existencia de tangos anarquistas o socialistas que fueron quedando en el anonimato porque circulaban de boca en boca sin ser editados, o los que oportunamente fueron a parar al fuego purificador que las organizaciones fascistas y los militares golpistas –brazo armado de la oligarquía y el imperio– aplicaban al mejor estilo Torquemada. Aunque en los últimos años se ha rescatado de la historia la existencia de tangos dedicados al radicalismo o sus caudillos (Alem, Yrigoyen), y se han encontrado algunos de los ofrendados a Perón y Evita desaparecidos durante el golpe militar de 1955.

Pero en nuestro caso lo que queremos apuntar es a otro aspecto que hace al desaliento o la desesperanza, pintura de un país fracasado como producto del fracaso clarísimo del proyecto de los prohombres del liberalismo que, con la denominada generación del 80, "inventaron un país a su medida", crearon una historia oficial, hicieron la guerra al indio, al gaucho y expulsaron a los negros que quedaban (mayoritariamente apoyaron a Rosas, fueron perseguidos y saltaron al Uruguay para hacer con sus candombes en los "tambos" una de las vertientes que junto a la habanera y el pasacalle dieron lugar al primer tango de características humorísticas, picarescas y hasta pornográficas). Esa generación que intentó europeizar al país al estilo norteamericano con una colonización sajona, pero se encontró con una tremenda inmigración italiana (lo que Juan Sebastián Tallon llamó "el turbión") y que terminaron por ser los que concluyeron en dar forma definitiva al tango, agregándole la melancolía, la tristeza y la nostalgia– en eso jugó su rol el bandoneón alemán– y también la frustración por haberse dejado tentar por los cantos de sirena de la propaganda oficial que los invitaba a un paraíso en el cual "se harían la América". Frustración que ya entrado el siglo XX, los hijos y nietos de esos inmigrantes le aportarían al tango con la poesía donde aparecen metáforas claras como "araña que salvaste te picó", o "no sabés que troley hay que tomar para seguir", o "que te hagan la puñeta los demás" o "decime Dios dónde estás" y tantísimas otras que intentaremos reflejar más ampliamente en nuestro próximo libro "Esos malditos tangos", pero que hoy dejamos con una ya definitiva, paradigmática, imposible de igualar como fracaso total: ni el tiro del final te va a salir". ¿Puede haber un fracaso mayor?

Fuente: www.centrocultural.coop, 2006


Rep, tira en Página/12 del 05/09/06


Algunos tangos sociales

Cambalache (1935)

Música: Enrique Santos Discepolo
Letra: Enrique Santos Discepolo
Intérprete: Julio Sosa

Que el mundo fue y será una porquería
ya lo sé...
(¡En el quinientos seis
y en el dos mil también!).
Que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos,
valores y dublé...
Pero que el siglo veinte
es un despliegue
de maldá insolente,
ya no hay quien lo niegue.
Vivimos revolcaos
en un merengue
y en un mismo lodo
todos manoseaos...

¡Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor!...
¡Ignorante, sabio o chorro,
generoso o estafador!
¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
¡Lo mismo un burro
que un gran profesor!
No hay aplazaos
ni escalafón,
los inmorales
nos han igualao.
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
¡da lo mismo que sea cura,
colchonero, rey de bastos,
caradura o polizón!...

¡Qué falta de respeto, qué atropello
a la razón!
¡Cualquiera es un señor!
¡Cualquiera es un ladrón!
Mezclao con Stavisky va Don Bosco
y "La Mignón",
Don Chicho y Napoleón,
Carnera y San Martín...
Igual que en la vidriera irrespetuosa
de los cambalaches
se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remaches
ves llorar la Biblia
contra un calefón...

¡Siglo veinte, cambalache
problemático y febril!...
El que no llora no mama
y el que no afana es un gil!
¡Dale nomás!
¡Dale que va!
¡Que allá en el horno
nos vamo a encontrar!
¡No pienses más,
sentate a un lao,
que a nadie importa
si naciste honrao!
Es lo mismo el que labura
noche y día como un buey,
que el que vive de los otros,
que el que mata, que el que cura
o está fuera de la ley...


Pan (1932)

Música: Eduardo Pereyra
Letra: Celedonio Flores
Intérprete: Carlos Gardel

Él sabe que tiene para largo rato,
la sentencia en fija lo va a hacer sonar,
así -entre cabrero, sumiso y amargo-
la luz de la aurora lo va a saludar.

Quisiera que alguno pudiera escucharlo
en esa elocuencia que las penas dan,
y ver si es humano querer condenarlo
por haber robado... ¡un cacho de pan!...

Sus pibes no lloran por llorar,
ni piden masitas,
ni chiches, ni dulces... ¡Señor!...
Sus pibes se mueren de frío
y lloran, habrientos de pan...
La abuela se queja de dolor,
doliente reproche que ofende a su hombría.
También su mujer,
escuálida y flaca,
con una mirada
toda la tragedia le ha dado a entender.

¿Trabajar?... ¿En dónde?... Extender la mano
pididendo al que pasa limosna, ¿por qué?
Recibir la afrenta de un ¡perdone, hermano!
Él, que es fuerte y tiene valor y altivez.

Se durmieron todos, cachó la barreta,
se puso la gorra resuelto a robar...
¡Un vidrio, unos gritos! ¡Auxilio!... ¡Carreras!...
Un hombre que llora y un cacho de pan...


Al pie de la Santa Cruz (1933)

Música: Enrique Delfino
Letra: Mario Battistela
Intérprete: Alberto Gómez

Declaran la huelga,
hay hambre en las casas,
es mucho el trabajo
y poco el jornal;
y en ese entrevero
de lucha sangrienta,
se venga de un hombre
la Ley Patronal.
Los viejos no saben
que lo condenaron,
pues miente, piadosa,
su pobre mujer.
Quizás un milagro
le lleve el indulto
y vuelva en su casa
la dicha de ayer.

Mientras tanto,
al pie de la santa Cruz,
una anciana desolada
llorando implora a Jesús:
"Por tus llagas que son santas,
por mi pena y mi dolor,
ten piedad de nuestro hijo,
¡Protégelo, Señor¡"
Y el anciano,
que no sabe ya rezar,
con acento tembloroso
también protesta a la par:
"¿Qué mal te hicimos nosotros
pa' darnos tanto dolor?"
Y, a su vez, dice la anciana:
"¡Protégelo, Señor!..."

Los pies engrillados,
cruzó la planchada.
La esposa lo mira,
quisiera gritar...
Y el pibe inocente
que lleva en los brazos
le dice llorando:
"¡Yo quiero a papá¡"
Largaron amarras
y el último cabo
vibró, al desprenderse,
en todo su ser.
Se pierde de vista
la nave maldita
y cae desmayada
la pobre mujer...


Acquaforte (1932)

Música: Horacio Pettorossi
Letra: Juan Carlos Marambio Catán
Intérprete: Miguel Montero

Es media noche. El cabaret despierta.
Muchas mujeres, flores y champán.
Va a comenzar la eterna y triste fiesta
de los que viven al ritmo de un gotán.
Cuarenta años de vida me encadenan,
blanca la testa, viejo el corazón:
hoy puedo ya mirar con mucha pena
lo que otros tiempos miré con ilusión.

Las pobres milongas,
dopadas de besos,
me miran extrañas,
con curiosidad.
Ya no me conocen:
estoy solo y viejo,
no hay luz en mis ojos...
La vida se va...

Un viejo verde que gasta su dinero
emborrachando a Lulú con el champán
hoy le negó el aumento a un pobre obrero
que le pidió un pedazo más de pan.
Aquella pobre mujer que vende flores
y fue en mi tiempo la reina de Montmartre
me ofrece, con sonrisa, unas violetas
para que alegren, tal vez, mi soledad.

Y pienso en la vida:
las madres que sufren,
los hijos que vagan
sin techo ni pan,
vendiendo "La Prensa",
ganando dos guitas...
¡Qué triste es todo esto!
¡Quisiera llorar!


Al mundo le falta un tornillo (1933)

Música: José María Aguilar
Letra: Enrique Cadícamo
Guitarras de Barbieri, Pettorossi, Riverol y Vivas
Intérprete: Carlos Gardel

Todo el mundo está en la estufa,
Triste, amargao y sin garufa,
neurasténico y cortao...
Se acabaron los robustos,
si hasta yo, que daba gusto,
¡cuatro kilos he bajao!
Hoy no hay guita ni de asalto
y el puchero está tan alto
que hay que usar el trampolín.
Si habrá crisis, bronca y hambre,
que el que compra diez de fiambre
hoy se morfa hasta el piolín.

Hoy se vive de prepo
y se duerme apurao.
Y la chiva hasta a Cristo
se la han afeitao...
Hoy se lleva a empeñar
al amigo más fiel,
nadie invita a morfar...
todo el mundo en el riel.
Al mundo le falta un tornillo
que venga un mecánico...
¿Pa' qué, che viejo?
Pa' ver si lo puede arreglar.

¿Qué sucede?... ¡mama mía!
Se cayó la estantería
o San Pedro abrió el portón.
La creación anda a las piñas
y de pura arrebatiña
apoliya sin colchón.
El ladrón es hoy decente
a la fuerza se ha hecho gente,
va no encuentra a quién robar.
Y el honrao se ha vuelto chorro
porque en su fiebre de ahorro
él se "afana" por guardar.
Al mundo le falta un tornillo,
que venga un mecánico.
pa' ver si lo puede arreglar.


Las cuarenta (1955)

Música: Roberto Grela
Letra: Francisco Gorrindo
Intérprete: Charlo

Con el pucho de la vida apretado entre los labios,
la mirada turbia y fría, un poco lerdo el andar,
dobló la esquina del barrio y, curda ya de recuerdos,
como volcando un veneno esto se le oyó acusar.

Vieja calle de mi barrio donde he dado el primor paso,
vuelvo a vos, gastado el mazo en inútil barajar,
con una llaga en el pecho, con mi sueño hecho pedazos,
que se rompió en un abrazo que me diera la verdad.

Aprendí todo lo malo, aprendí todo lo bueno,
sé del beso que se compra, sé del beso que se da;
del amigo que es amigo siempre y cuando le convenga,
y sé que con mucha plata uno vale mucho más.

Aprendí que en esta vida hay que llorar si otros lloran
y, si la murga se ríe, hay que saberse reír;
no pensar ni equivocado... ¡Para qué, si igual se vive!
¡Y además corrés el riesgo de que te bauticen gil!

La vez que quise ser bueno en la cara se me rieron;
cuando grité una injusticia, la fuerza me hizo callar;
la experiencia fue mi amante; el desengaño, mi amigo...
Toda carta tiene contra y toda contra se da!

Hoy no creo ni en mí mismo. .. Todo es grupo, todo es falso,
y aquél, el que está más alto, es igual a los demás...
Por eso, no has de extrañarte si, alguna noche, borracho,
me vieras pasar del brazo con quien no debo pasar.


Argentina primer mundo (1997)

Letra y Música: Eladia Blázquez

En el medio de este "mambo" y el delirio mas profundo...
el cartel de primer mundo, nos vinieron a colgar.
Tan grotesco es el absurdo, tan inmundo está el chiquero
que mirando el noticiero, ¡me reí por no llorar!
Todo el mundo está en el oro, dado vuelta de la nuca
¡Nos vendieron hasta el loro, la altivez, la dignidad!
No terminan de asombrarnos, y es tan grande el desatino...
Que a la leche y hasta el vino, hoy por hoy...
¡Les tenés que desconfiar!

Y me duele que sea cierto... Con dolor del más profundo.
Porque si esto es primer mundo, ¿etse mundo dónde está?
Si parece la utopía de un "mamao" voy a hacértela bien corta...
¡se afanaron con la torta, el honor y la verdad!

Nos están pudriendo el aire, nos cambiaron el idioma,
hoy la "caca" de paloma es más limpia que el honor.
¡La justicia ya sin venda a un corrupto le hace un guiño,
y acomoda el desaliño, del poder y del favor!
En un loco "todo vale", un caniche acicalado
"morfa" más que un jubilado que no llega a fin de mes.
Y en la cruda indiferencia, entre el cólera y el "curro"...
Hay un juez que se hace el "burro" y también...
¡Hay un burro que hacen juez!


Pompeya no olvida (2000)

Letra: Alejandro Szwarcman
Musica: Javier González
Intérprete: Patricia Barone

Abril se quedó suspendido en la pieza
las horas no fluyen ni quieren morir,
un sol de aluminio remeda la cresta
del gris caserón de la calle Cachí

Las mismas veredas, de tarde, me cuentan
historias perdidas flotando en Abril,
y vuelvo al portón de los años setenta
vestido de asombro, con sueños de jean.


Pompeya no olvida, que allá en Famatina
vivía una piba carita de anís,
amor de rayuela, perfume de esquina
hoy la andan buscando, también era abril.

Quién sabe, tal vez ella siga soñando,
y ya no recuerde la calle Cachí,
al menos que sepa que la anda buscando
desde hace ya tanto, su abuela Beatriz.

Abril se quedó suspendido en la siesta,
me veo en la anchura de un mar de adoquín,
un torpe camión se sacude en la cuesta,
y escapa a la sombra de aquel chiquilín.

Yo era esa sombra mirando la tarde
y a veces me da por pensar que en Abril
pasó por Pompeya un fantasma cobarde
llevándose pibas "carita de anís"

Pompeya no olvida, que allá en Famatina
vivía una piba carita de anís,
amor de rayuela, perfume de esquina
hoy la andan buscando, también era abril.

Quién sabe, tal vez ella siga soñando,
y ya no recuerde la calle Cachí,
al menos que sepa que la anda buscando
desde hace ya tanto, su abuela Beatriz
.


Soy (2004)

Letra: Marcela Bublik
Música: Raúl Garello
Intérprete: Marcela Bublik
(1° Premio Certamen de Letras Tango por la Identidad. Abuelas de Plaza de Mayo, 2004)

A todos los nietos

Soy el mate, soy la brisa, soy el sol de la mañana.
Busco el árbol, busco el río y el motivo de esta sed.
Por mi pecho rueda un sueño y un murmullo sin palabras
que me acuna desde lejos, sin espejos de papel.
Esta puerta que me llama, necesito atravesarla
Sé que hay alguien que me espera, sé que siempre me buscó,
que tiene aquella respuesta que enciende luz en la sombra.
El latido y la memoria corazonan la razón.

Me falta un patio, una risa y una canción y un verano
y una muñeca de trapo y un libro que no leí
y una abuela que cocina sopa de estrellas y vino
mientras perfuma la mesa con naranjas y jazmín.

Por la vida que está viva, por la muerte que no es cierta,
por cada flor que se abre bajo el sol que la abrigó.
por el niño que mañana navegará entre mis ramas,
buscándose en los retratos que la noche me arrancó,
no me seguirán mintiendo el color de la mirada.
Tengo un nombre y una sangre que me quisieron borrar,
que es más fuerte que la espada y la rosa disecada
que llenaron con cenizas de silencio y soledad.

Y hay un patio y una risa y una canción y un verano
y una muñeca de trapo y un libro que no leí
y una abuela que cocina sopa de estrellas y vino
mientras perfuma la mesa con naranjas y jazmín,
con ese pecho de fuego, encendido en red de amores,
con esos brazos de hierro que nadie pudo partir.



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