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Blog de Jorge
Falcone
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Diciembre de 2008
Introducción
No se puede usar a un hombre y arrojarlo como a una lima que se gasta.
Fray Bartolomé de las Casas
Todo lo que tengo para referir aquí, Honorable Tribunal Evaluatorio de mi
Desempeño Existencial, me fue transmitido paulatina y gratuitamente por un
ejemplar femenino de la más inteligente y sufrida de las especies vivas,
calificado por las almas nobles como empleada doméstica y autocalificado por
ella misma como sierva. Ocurrió a mediados de la primer década de este tercer
milenio, que antojadizos historiadores contabilizan a partir del atentado a las
Torres Gemelas. Fue en un mundo que no es este que configuran una presidente
mujer en Argentina, un presidente negro en USA, una crisis terminal del
capitalismo, unos temibles indicadores de calentamiento global, y la inminente
instalación de internet en la estación aeroespacial que orbita nuestro planeta.
Para entonces, en nuestra latitud de referencia - el Barrio Savoia de La Tierra
- no quedaba níspero sano merced a las cotorras, las calas eran un recuerdo
oxidado y marchito, y no daba atisbos de nacer el agapanto. En tales
circunstancias fue venido el diariero Tito, siempre precedido por el dulce
silbato del pífano con que advierte de su presencia a esquivos acreedores, y
ahora portador de la nueva: - No he conocido a Isadora ni mucho menos a Frida,
Evita sólo es recuerdo y hace mucho que nos dejó la Madre María… para asistente
de quien no da abasto con la hogareña tarea tan sólo cuento con Delia. Así
presentó a la humana que justifica esta ponencia: Sin edad, sin apellido, pero
con las mejores referencias. Que no mentía el pregonero comprendí al cabo de su
primera faena, ya que después de barrer, devolvía centavos, en un mundo de
tahúres y de sálvese quien pueda. Con vosotros, excelencias, Delia:
Hipótesis
Visto que la suprascripta fuera sorprendida hojeando mi décimo poemario algo
perpleja al detectar que el texto Calandria de una sola pata fuera surgido de su
inspiración lugareña (me narró la increíble leyenda y – como ocurre a menudo con
la gente sencilla – hasta que topé de frente con el avecita no obtuvo mi
creencia), y considerándose altamente expuesta en dicho libro dado su frecuente
y clandestino acopio de productos frutales del parque, inferí que la misma no
contaba con que el arte de la lírica no le hace asco a ningún tema por
aparentemente nimio que este sea. Sorpresa a la que debió sumar el conocimiento
de un escritor al que no tardó en detectar en la precaria condición económica
que calificó como de pelagatos, cualidad esta que le resultó difícil de asimilar
al mundo de las letras. Más aún: Hoy me aventuro a pensar que ni siquiera se
imagina siendo protagonista principal de esta pieza.
Trabajo de Campo
1) Penar sin altisonancia
Una de las tantas mañanas en que llegó puntual a su cita sabatina se cansó de
batir palmas ante la ausencia de campanilla o timbre inalámbrico autoadhesivo,
accesible bagatela - sin embargo - en ferreterías del montón. Bastó con advertir
la inflamación de sus manos para dar media vuelta en procura de retomar el
sueño, acaso maldiciéndome en voz baja.
Entre los vahos de una inocente resaca la escuché con cierto retardo, y corrí a
su encuentro clavándome en las plantas toda suerte de espinillos y de zarzas, a
la vez que me anudaba una bata privada de glamour. La alcancé sin esperanza de
restañar mi buen nombre y honor, y la convencí de que volviera garantizando paga
completa.
- Y…? A la final no se fue a
ningún lado, don?; espetó.
- No tengo un mango, Delia; repliqué.
- Igual que yo. Antes íbamos a Brasil, a Cataratas…; memoró barriendo el porche.
- Usté se preguntará porqué -vivo
de la caza y de la pesca teniendo una casita nueva -ensayé -, porque parece
mentira… Me la pagó el Estado por la desaparición de mi hermana durante la
dictadura. Y, como soy asalariado, me cuesta mucho mantenerla.
- Mire! Igual que mi hermano; descerrajó. Soldado era. Iba a las peñas de esos
que se llamaban Montoneros, vio? Tocaba la guitarra nomás, pero se ve que lo
marcaron. A mi prima también se la llevaron. Y a la patrona que tengo en La
Plata le sacaron dos hijos. A este barrio lo barrieron, mire. Se ponían en las
esquinas y anotaban. Después venían y llevaban a los chicos. Todos jóvenes eran.
Unos peones del cementerio contaron. Los metían en pozos sin cruz. Ahí no se
puede sembrar. No había que mirar.
- Parece una película; fue mi
estúpida ocurrencia.
- De terror; agregó.
- Ahí no se puede sembrar pero el pasto crece igual, Delia: Mis pibes no
conocieron a su tía, pero hacen recitales de rock a beneficio, brindan apoyo
escolar en barrios… Y nadie se los pidió. Si no lo hicieran, igual serían buenas
personas.
- Qué cosa! Mi madre al principio iba con las otras. Siempre le rompían los
papeles y tenía que empezar de nuevo. La querían cansar. Yo viviré en una
casilla de madera pero no soy tarada! Ahora con esa plata que usted dice también
compró una casita linda. Esto fue como Uruguay. ¿Usté vio Uruguay por
televisión? ¡Igual! ; sentenció. Y volvió a su domicilio de silencio, cediéndole
la voz al roce de la escoba sobre el empedrado. Con el mismo talante de cada
sábado.
Vecinos de dolor callado. Cargan con una catástrofe sin endechas ni pancartas.
Llevan su muerto sin tumba del lado interno de la solapa. Ausentes que alguna
vez se desvivieron por el prójimo y ascendieron discretamente al Monte Calvario.
Sin conferencia de prensa ni gacetilla en los medios. Pueblo que aprendió a
sufrir tragándose la queja. Lagos de ausencia. Ríos de ausencia. Mares de
ausencia. Un océano de pueblo mártir que se reconoce portando la más humilde
sonrisa. Cada cual en su faena. Trabajando sin lamentos. Puntualmente, sin
ahorrar ni un peso.
Nuestra historia apenas despereza.
2) Ajustando cuentas con el caporal de la mentira
Sábado a sábado Delia iba detectando un semejante bajo la apariencia
universitaria de este curioso empleador. Y animándose poco a poco a desplegar
sus hazañas, narradas al acaso, tal vez sin mensurar la exacta dimensión. Así
llegó hasta la ocasión en que llevó ante la Justicia a un patrón que tras 18
años de servicios la despidió sin indemnización. Asesorada apenas por un bisoño
hombre de leyes defensor de pobres y ausentes, sin erogar ni un cobre de su
menguado peculio, ganó. Prescindiendo de alharacas frente al hecho de que su
contrincante fuera ni más ni menos que el heredero del diario El Día, monopolio
informativo durante años en la ciudad en que vimos la luz ella y yo.
3) El cauce de la prosperidad
Por lo general la zozobra que refieren los noticieros le ocurre a otros. Es
terrible en consecuencia volver del trabajo en pleno temporal, viendo por la
ventana de un transporte de media distancia padres que salvan perro y familia
flotando en un gomón, y en vez de carretera divisar agua con agua y agua desde
el vehículo hasta donde se pone el sol… Y, ya guarecido en casa, encender la
tele y detectar vecinos pugnando por zafar de la corriente asistidos por Defensa
Civil. Ahora que el mundo que castigamos se venga de la humanidad eso se ve a
menudo. Hablo de cuando nevó en Buenos Aires, hubo trombas en Olivos, y cedieron
los diques en El Rincón. En esos días Blanquita volvió sobre sus pasos a
rescatar algunos enseres y entró a su Copa de Leche con el agua hasta el pecho.
Después veló furiosa en la ruta con los demás inundados de Villa Elisa. Noches
de siluetas danzantes, ritmo tribal y fogarata que frenaba bondis en Alpargatas:
- Cuándo reforzarán los diques?; pregunta una viejita. Lo más pronto posible;
responde el delegado municipal.
Un sábado del tiempo que mento Delia llegó entusiasmada.
- No anduvo por el diquecito, diga?
- Cuál diquecito, doña?
- Acá nomás! Fui con mi esposo y
los chicos. No dábamos abasto para cargar lo que trajo la corriente: Garrafas
llenas, anafes, lechones vivos. Al rato se corrió la voz y el barrio entero se
mataba por arrebatarle un regalito al río. Fue… como si Dios por una vez se
acordara de nosotros.
4) Las pesadillas del buen botón
La furia contenida de la dama en cuestión, algún sábado se ensañó con el milico
jubilado que transcurre sus días ocioso, relojeando Handy en mano vida y
milagros del vecindario, y reportando movimientos raros a la delegación.
- Ese sí que es cana de alma,
mire! A veces lo encuentro merodeándome el gayinero y dudo si no estará por
hacerme una de esas macumbas que le encargan como pái… Sabe que cuando todavía
estaba en funciones se cargó a unos cuántos? Cuentan que un pobre tipo para
pedir por su vida se arrodiyó, le dijo que tenía familia y que robaba por un
cacho de pan. A ese también lo mató. Lo dejaron cesante porque de guardia en el
patruyero se quedaba dormido y al rato estayaba a gritos, le agarraban como…
ataques son (él lo contó): Veía en sueños la cara de cada uno de los que
reventó. Cuando paso me busca la mirada pero yo no lo saludo más. Los dos
sabemos que cuando denunció a mi hijo por la droga le dieron otro galón.
5) Visitantes que hacen la suya
Otro sábado amanecí alterado, como toda vez que la lógica se encabrita y suelto
los estribos de mi cordura. Un perfecto círculo de pasto desteñido ornaba mi
parque sin ofrecerme hipótesis plausible de cuál fuera su factor causal. Bicho
de ciudad al cabo, consulté a lugareños y busqué en internet alguna mentira
piadosa capaz de sobornarme el raciocinio. Pero la paz de mi alma, como siempre,
llegó con Delia. No hizo falta decir nada para que advirtiera en mi rostro la
pavura. Apenas atiné a caminar hasta la fuente de mi inquietud para que la
encargada de adecentar semanalmente la casa pusiera sus brazos en jarra y
frunciera el seño denotando meditación profunda. Al cabo de un silencio
insoportable soltó un diagnóstico que no ofreció lugar a dudas:
- Déjese de joder, quiere?! A usté lo visitó un planeta de esos que vienen de
hace rato… El campo está lleno de esto. Si me habré cansado de verlos bajar con
mi padre cuando chica…
Entonces me dejó sólo, tratando de asimilar su aporte. Y se dirigió como de
costumbre a su habitual encuentro con jabón, cepillo y bañadera. Quizá
compadecida con un patrón tan indefenso.
6) La casa de los otros
No hubo sábado en que Delia no prodigase algún calificativo desdeñoso para la
casilla que amenaza derrumbársele en la testa cualquier noche de estas.
- El barrio progresó. Yo me quedé en la prehistoria; fue lo mínimo que le oí
decir.
Tener un hijo trabajando en un programa estatal de construcción de viviendas
para gente represaliada por el Terrorismo de Estado me animó a proponerle que
reuniera la documentación pertinente y se anotara en lista de espera. Pero la
contumaz respuesta obtenida fue siempre como esta:
- Déje, diga. Yo ya viví. Que se las dean a esas familias yenas de chicos que no
tienen dónde caerse muertas… A mí lo que me duele son los chicos.
Tesis
Hace unos días, la mujer que saca lustre a mi inodoro pero usa letrina, y
vaticina que si la crisis de Wall Street se profundiza se nos van a llenar las
calles de rubios pidiendo limosna en dólares… avisó que tiene un bulto en el
cuello. Sospechoso y en constante crecimiento. Y recomendó – con el magnánimo y
discreto fatalismo de los elefantes, que se alejan de la manada al advertir
llegada su hora – que sus patrones vayan buscando otra fregona. Porque ella
planta bandera para dedicarse a su dolencia. Con la proverbial sordera con que
ignora propuestas de aumento, adelanto, o cualquier prebenda, soltó un hasta
aquí llego, en el mismo tono que su primer buen día. Y yo, que harto incapaz me
sé de doblegar sus sentencias, he juzgado prudente hacer pública esta suerte, y
desplegar ante vosotros este valioso encuentro que el destino repite siempre.
Entre un Quijote de barrio y su noble escudero. Conteste que mi Señora, se
encuentre donde se encuentre, ha de surcar por siempre - lanza en ristre y hasta
el último suspiro - la llanura manchega.
No me queda pues más otra referencia. Si alguna de estas líneas prevaleciera a
los embates del olvido y su brava marea, sépase nomás que cuando mi Pueblo habló
no halló distraído a este humilde escritor.-
Fuente: www.nacionalypopular.com
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Poemas de chuza y FAL
(1974-1978)
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Un niño juega
Un niño juega
con un revólver de plástico.
Un niño juega
a que persigue a su sombra.
Con el tiempo la sombra
se volverá de carne y hueso.
Y él comprenderá que el enemigo
no es un indio ni un cow-boy.
Y le verá el rostro del oligarca
o del milico represor.
Y con el tiempo el revólver
se volverá negro y de fierro.
Ciudad en blanco
Ciudad triste
la ciudad en blanco.
No quieren que opine.
Laburantes obligados
tapan sus verdades.
Saben lo que tapan.
El apellido del prisionero,
el nombre del muerto:
Todos compañeros.
Ciudad blanca,
eres para nosotros
cuaderno nuevo:
Te estrenaremos.
Inventario para reamar a
Carlón
Yo
que no he escogido ser poeta de epitafios,
a veces encuentro muertos enredados en mis palabras.
Eso quiso el tiempo que me toco vivir,
quizá mi humilde función sea
rearmarlos de otro modo
y lanzarlos al futuro.
Si tuviera que hacer eso contigo,
compadre,
te pintaría como guerrero y pibe,
con la terrible repugnancia que te inspiraban
los opresores y esa ternura infinita
que dabas a los niños,
Con el andar cansino y displicente
de Don Juan "bogariano"
y los ojos entornados
conteniendo una sonrisa permanente
a punto de estallar.
Te pintaría componiendo a
hurtadillas esos maravillosos poemas de
plazas y banderas que imprudentemente
quemo tu vieja,
y que volviste a memorizar para que hoy nos acompañen.
Nunca nos dijiste que escribías,
nunca supo tanta gente que existías.
Muerto y resurrecto en penas y desgarrones
a veces se te veía triste, a veces dicharachero,
pero, como los jefes, siempre en primera fila.
Como en aquel 16 de diciembre de cascotes y puteadas,
al frente de la gloriosa JotaPé que forjaste cojonuda,
Dicen algunos que sabias que la patria
precisaba de tu sangre,
y que la bancaste a lo guapo
apostando tu suerte a la del Movimiento
como quien dice fatalmente:
"Yo soy el combustible de los tiempos nuevos".
Por eso te sentás a la diestra de Hernán en mi memoria,
Siempre pasa lo mismo con ustedes;
hoy compartimos un vino y mañana el silencio.
Pasado, blancos y negros, son fotos en el diario…
Pero inevitablemente siempre,
nuestros compañeros de ruta a un futuro feliz.
Ahora habrá que soportar que te
descuartice impunemente
el periodismo de la oligarquía,
y te llame con desprecio
Pereira Rossi.
No temas, hermano de las entrañas.
Pronto vendrán días mejores
y volverás a ser
ya para todos,
EL CARLÓN.
(junio de 1983 -JUAN CARLOS LUCERO, seudónimo literario de Jorge Falcone)
El verso es implacable
con aquel que lo ha probado.
Siempre vive al acecho,
te sigue a todos lados.
No te deja ver la vida sino a través de su prisma.
Se te prende como una enfermedad irremediable,
y de nada vale estar de olvido
o hacerse el distraído:
El,
tarde o temprano
volverá a brotar.
(1987)
Sálveme de ser bueno
No vayan a enterrarme
debajo de esas frases
como "fue un buen marido",
en fin,
un "hombre probo".
¡Sálvenme de ser bueno!
Que rece el cartel:
Yace aquí el más grande hijo de puta.
Nos dio trabajo.
Rara vez decía que sí.
Cuando no lo sostuvo el afecto,
el odio,
ese sentimiento imperdonable, lo sostuvo.
A todas les miró el culo
(propias y ajenas).
Educó a sus hijos
para que no hicieran caso.
Puteó hasta la última baba.
Nunca quiso arrodillarse.
En pocas palabras,
fue un sujeto impresentable.
Sigo entregando
para la dama y el caballero...
(2000-2001)
Postal de argentino remanente
Vinieron de oscuros confines
cuando la Patria fue posible.
No fueron protagonistas pero acompañaron
la tarea de poner un país en marcha.
A ellos les tocó
la caña tacuara a cada extremo de la pancarta,
la manguera que sacude el parche hasta ampollar la mano,
el tizón de negro de humo que anuncia
el retorno de la esperanza,
el cantito imprescindible que sostiene el acto al pie de cada
/palco,
el cordón que preserva a la embarazada dentro de la columna.
Fueron pescettos, culatas,
o apenas número anónimo en la concentración.
No elaboraron un proyecto
pero lo sostuvieron en sus hombros.
No sintetizaron la consigna
pero la corearon hasta perder la voz.
Robaron la bandera del banco y
la vaca que garantizó
el asado del 25.
El odio gorila un día
les pateó el hormiguero
y volvieron
a pretéritos oficios de sobreviviente.
Desamparados de la Nación posible,
tumbaron un cajero automático
por no olvidar el sabor del choripán.
Otra vez diáspora sin rumbo
fueron detectados por el gatillo fácil,
cada cual a su turno.
La noche los vio devolver hasta el último glóbulo rojo
sin agradecerles los servicios prestados.
El "medio pelo" descansó seguro
cuando el nuevo orden empezó a deletearlos.
Vivieron como multitud gregaria,
están muriendo por cuenta propia.
En la soledad más extrema,
en el más cruel anonimato,
mantienen una costumbre :
Saber cuándo y
con quién no se dialoga.
Adriana bailó flamenco
El cielo vestía de luto
sobre aquella Madrid.
Ni una sola paloma
ya en la Plaza Mayor.
Una luz subterránea
salpicó en la explanada
el tañido de miles
de guitarras gitanas.
Abajo, muy abajo
de los que van sin rumbo,
en la mismísima entraña
de ese suelo español,
jamón serrano, vino a raudales,
y unas castañuelas ametrallando la noche.
Los días de la tiranía
iban tocando a su fin,
un puñado de compatriotas
dispuestos a volver
(la esperanza y la muerte
sobre el mismo mantel),
y entre aquellos gladiadores...
un rostro de mujer.
Las uvas moscatel
clareaban en sus ojos,
su pelo era humareda
mareada por el viento,
retengo su semblante
estrellado de pecas.
Supe que aquella hembra
venía del horror.
De salvar compañeros
cruzando la frontera
con dudosos papeles
y calibre de guerra.
Que su mejor idioma
no era el de la palabra
y que con la sonrisa
andaba desencontrada.
Pero quien cree en grandes causas
posee una fuerza que arrasa
sin pedirnos ni siquiera
ni permiso ni perdón.
El canto incendió la tasca
y Adriana bailó flamenco
Adriana.
Así la llamamos
sin pedir más explicación.
Adriana bailó flamenco
enfundada en seda roja
y, en su cabello, anidó una flor.
Las uvas moscatel
clareaban en sus ojos,
su pelo era humareda
mareada por el viento,
retengo su semblante
estrellado de pecas.
El tiempo resultó chico
para conocernos más.
Su boca sellada
no pronunció nunca
ni una promesa ni una dirección.
No cupo en aquel instante
ni la pasión de las fieras
ni la ternura del algodón:
Nadie llevó consigo
el sabor de esos hombros.
Nadie le dejó al cabo
la huella de su palma en el seno.
Nadie fustigó esas ancas.
No hizo lugar en su pecho
más que a inconclusas batallas.
Las uvas moscatel
clareaban en sus ojos,
su pelo era humareda
mareada por el viento,
retengo su semblante
estrellado de pecas.
Un día se volvió al sur
sin dar explicaciones,
cargó con su tristeza,
marchó con su silencio.
La lucha la perdió
en alguno de sus rincones.
Pienso, en tiempos de paz,
si se dará una tregua.
Si archivará el acero
y soltará breteles...
Supongo que la verja
que había electrificado
ya no será siquiera
ni de hierro forjado.
Quizás sea de ligustros,
tal vez de mariposas.
Seguramente un día
de esos reconquistados,
un hombre en nuestro nombre
le tocará la puerta
con "malas intenciones",
y la hallará sin ganas
de rehuir amores.
Las uvas moscatel
clareaban en sus ojos,
su pelo era humareda
mareada por el viento,
retengo su semblante
estrellado de pecas.
Adriana, en aquella tasca,
bailó, hermano, para nosotros.
Hoy que la Patria renace
alzo mi copa en su nombre
y apuesto otra vez por el sueño
que nos reuniera en
Babilonia en Ruinas
De estos días aberrantes
recordaremos
la noche ardiente,
como cuando otra autoridad
decretó que lloviera fuego
y pedrisco infernal
sobre Sodoma y Gomorra.
De estos días genuflexos
recordaremos
a los hispanos que fueron al frente
por ser connacionales del Imperio.
De estos días canallescos
recordaremos
a los periodistas latinos que jugaron la parodia de consultarse
ante las cámaras de CNN.
De estos días de "daños colaterales"
recordaremos
el mercado hecho añicos
y la habitación 15 del
Hotel Palestina.
De estos días de prepotencia
recordaremos
la tanqueta de Mc Donalds
volteando
el milenario portalón de los
sumerios.
De estos días de obsceno embuste
recordaremos
las armas químicas que nunca aparecieron.
De estos días de traiciones
recordaremos
a los "irakíes libres"
de Rumsfeld
listos para virreynar.
De estos días sin justicia
recordaremos
la repartija de acciones petroleras
entre los socios de Dick Cheney.
De estos días de preparto
recordaremos
a los pueblos del mundo
movilizados
gritando NO en el rostro del texano.
De estos días de intransigencia
recordaremos
al campesino que bajó un helicóptero Apache
valuado en veintidós millones
con un fusil oxidado,
a las familias que volvieron del exilio no por bancar a un dictador
sino por salvar a su Patria,
a la mujer embarazada
que se inmoló contra tres marines,
al torcito que lloraba
en un hospital de campaña.
Acaso estos congéneres,
estos hermanos,
estos compañeros,
supieron desde un principio
que no tenían chance.
Pero pelearon.
Con palos.
Con piedras.
Con muñones.
Nosotros
TENEMOS EL DEBER
DE ENVIDIAR SU DERROTA.
Porque en aquel desierto
se batió la humanidad
en nombre nuestro.
Compañera meretriz
A la memoria de Sandra Cabrera, dirigente de A.M.M.A.R., asesinada en Rosario
con la complicidad de una sociedad hipócrita y patriarcal.
¿Sabés una cosa,
Sandra?:
Cada vez que me sentí mierda
me aguantaron ustedes...
Pero esta sociedad caníbal,
que nos convierte a todos
en objetos descartables
suele ensañarse
con lo que representás,
aceptando -no obstante-
y consumiendo
tu antigua profesión.
Será por eso que me da náuseas
convivir con pulcros
pedófilos de Internet,
yupis heterosexuales
que curten travas por izquierda y
los linchan por derecha,
sicólogos que llaman puto
al homosexual,
usufructuarios de esa pornografía fascista
en que diez patovas someten
a una aspirante a actriz,
vendedores de secretarias
que parten la manzanita por TV,
clientes sorprendidos por la yuta
que con una cometa duermen
esa noche con su esposa
mientras el yiro duerme
ocho noches en cafúa,
elegantes coleccionistas de cuerpos femeninos
masacrados para el circuito snuff
del hemisferio norte...
Todos ellos ciudadanos probos,
con más poder que vos y que yo.
Te aplastan, Sandra,
porque sos
el monstruo indigerible de la historia,
espejo que refleja el estigma
de aquella doble moral que nos legó
la conquista hispana.
Mi poesía, que
casi siempre llega tarde,
te banca, Sandra,
por argentina y laburante.-
(6/02/04)
Oración por Pier Paolo expulsado del paraíso
"No he elegido otro camino
que el de los que actúan
para la liberación del hombre"
Pier Paolo Pasolini
Fuiste Pedro y Pablo a la vez.
Marxista, poeta de la imagen,
hereje, dramaturgo y mártir.
Pedro por ser la piedra
fundamental de una iglesia bizarra.
Pablo, como Saulo, porque naciste
en hogar de centuriones y buscaste
sinembargo escarmentar a tu padre
siendo el peor de todos.
El más cuestionado y el más cuestionador.
Plasmaste en el arte de tu siglo
una geografía de rostros
tallados a espaldas de la estética vigente.
Manos callosas, risas sin dientes...
Canonizaste al pobre y al feo
expulsando una vez más
a los mercaderes del templo.
Señor de la aridez y del despojo,
nadie hallará paz en tu legado.
Sólo la más feroz
raíz cultural de Italia.
Portavoz de ese sur bastardo,
coitadino, zampuñaro,
miraste al mundo con la pupila
degollada del "Perro Andaluz".
Aún blasfemas contra el cielo
crucificado en Playa de Ostia
por la "buena gente" que oculta
tras un pobre "taxi boy"
buscó cremar tu "moral dudosa".
Virgilio guiará tus pasos
en el averno al que te confinen.
Y el día que las trompetas suenen
y recupere lo justo el cauce,
los señores serán reos,
tus personajes
fiscales.
Picoque
(Canto Coral Mariano )
Qué pena tiene la muerte
cuando de su calavera
siente crecer en silencio
la flor de la primavera.
Manuel J. Castilla Gustavo Leguizamón
A menudo necesito recordarme que, entre los abortos y los falsos embarazos de mi
madre, cabe computar uno que no fue precisamente el mío y que llegó a buen
término el 16 de agosto de 1960. Desde la primavera de 1976 no hago otra cosa
que resistirme a la odiosa condición de "hijo único".
Caminaba con María Claudia por la Avenida 7, charlando sobre la necesidad de
prever el contragolpe enemigo a la hora de planificar campañas de sabotaje en su
contra. Tuve la impresión de advertir a la representante del bachillerato de
Bellas Artes que además era mi hermana muy confiada en la capacidad de acción
miliciana de la UES. Pero lo cierto es que ya nos íbamos quedando sin viviendas
operativas. En una ciudad universitaria superpoblada de jóvenes, hacia fines del
primer año de la dictadura, abundaban las casas con una docena de refugiados en
su interior. No había retaguardia que resistiera una ofensiva eficaz del
enemigo.
Tras albergar a Claudia, el departamento de nuestra anciana tía Rosa Matera
última sobreviviente de seis hermanos había pasado a constituirse en bastión
operativo de su agrupación, obviamente clandestina. María Clara Ciochini,
dirigente perseguida de la UES de Bahía Blanca, también se refugiaba en aquel
sitio que poco antes había sido "la apacible morada de la abuela de Caperucita".
La rutina de un consorcio de medio pelo se veía alterada de repente por la
irrupción de grupos de adolescentes ruidosos. Nadie notaba, sin embargo, que, en
su mayoría, los chicos llegaban tabicados, es decir, guiados por alguien que
tomaba la precaución de hacerles dirigir la vista hacia el piso para no
reconocer el sitio de reunión y, por ende, no exponerse a denunciarlo ante
eventuales apremios. El lema en boga era el que no sabe, no confiesa. Pero no
tardó en ser capturado un militante que pese a no conocer el paradero de aquel
sitio, se contactaba telefónicamente con sus habitantes. Eso precipitó la
decisión de evacuarlo.
En la tarde del 16 de septiembre de 1976, María Claudia y María Clara, ya
alzadas* de su riesgoso refugio, se encontraron con mi padre y, confiándole que
procuraban nuevo destino, le solicitaron algún dinero para moverse.
Al caer la noche, mi compañera y yo nos reunimos con mis padres y mi primo
Jaime, huésped nicaragüense que estudiaba aquella misma carrera que me estaba
decepcionando. Cenamos en el restaurante "Le tre palle", cerca de mi hogar
natal, más precisamente, frente al edificio de Obras Públicas (en cuya explanada
un año antes se había producido la concentración que conquistó el Boleto
Estudiantil Secundario y en la que mi hermana había tenido pleno protagonismo).
La comida transcurrió en un clima distendido y sin sobresaltos. Nos despedimos
temprano porque no eran épocas para circular a horas avanzadas. Pasó un tiempo
considerable hasta que nos enteramos de que, mientras se desarrollaba nuestra
velada familiar, María Claudia y María Clara retornaban abatidas al peligroso
586 de la calle 56, con la frustración de no haber encontrado otro albergue.
El portero contó que fueron intimadas a rendición por parte de un grupo de
civiles armados que irrumpió violentamente en el hall. Las chicas corrieron
escaleras arriba amenazando a los intrusos con abrir fuego, pero la conciencia
fatal de que se hallaban en el estrecho pasillo de un edificio de departamentos
lleno de familias las hizo desistir de armar un tiroteo. Y buscaron refugio en
casa de la tía "Tata", que a esas horas descansaba ignorándolo todo. Una vez que
llegaron allí, trabaron la puerta como pudieron y pensaron en arrojarse hacia
alguna terraza lindera, pero estaban en un octavo piso y toda opción era muy
arriesgada. Durante esas cavilaciones, los matones tumbaron la puerta,
encerraron a la sobresaltada dueña de casa en su habitación y redujeron a ambas
dirigentes de la UES para encaminarse, acto seguido, al baño del departamento.
Retirando la tapa plástica del botón del inodoro, recogieron un gancho del que
pendía una bolsa de polietileno que protegía varias armas cortas y algunas
pepas** pertenecientes a la agrupación. La tía, que logró espiar sin ser
advertida, pudo apreciar que se movieron con datos precisos. Por último, las
sacaron a empujones conduciéndolas a un camión del Ejército apostado frente al
edificio, en el que según testimonio de la peluquera del barrio aguardaba
personal militar en uniforme de fajina.
El odio gorila volvía a conmemorar su Revolución Libertadora y se ensañaba con
aquello que le resultó inaceptable: un puñado de adolescentes con un Proyecto de
Nación. Esto último movería al Presidente Videla a delegar en el General Camps
por entonces a cargo de la Policía Bonaerense ese operativo de escarmiento
contra la osadía del movimiento estudiantil secundario al que los mismos
represores bautizarían como "La noche de los lápices". El Comisario General
Miguel Etchecolatz tuvo a su cargo el procedimiento llevado a cabo con personal
de la comisaría 9a de La Plata. Y el Comisario Luis Héctor "Lobo" Vides se
encargó del interrogatorio durante las sesiones de tortura en el campo de
concentración de Arana, antes del traslado hacia un destino final en el llamado
"Pozo de Banfield".
En el caso particular de los militantes del bachillerato de Bellas Artes, ya
habían sido oportunamente vigilanteados* por el celador Emilio Capalbo y
prolijamente denunciados a las fuerzas de seguridad por la Decana María Elena
Macaruk. Luego de alrededor de cinco meses de cautiverio, en que testigos
presenciales dicen haberlos visto cantar la Canción con todos, de Armando Tejada
Gómez, tomados de las manos en el patio de la prisión, todo indica que esos
chicos habrían sido fusilados sumariamente a principios de 1977, en los
subsuelos de la Jefatura de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, en el
Paseo del Bosque de la ciudad de La Plata.
Pero en aquella infausta madrugada de 1976 ignorábamos todo esto. Nos
despertaron los golpes de mi madre contra el postigo de la ventana.
-Se llevaron a María Claudia... -susurró. Y fue suficiente para entrar en
pánico. Cuando nos reunimos con mis padres, no podía dejar de temblar. Intentaba
serenarme a toda costa, procurando meditar los próximos pasos. Mi compañera tomó
la iniciativa de organizar la retirada. Nos cambiamos y afrontamos la madrugada
impiadosa. La represalia más común para un opositor era, hasta entonces, la
cárcel. Desde esa perspectiva recomendamos a mis padres que se movieran con
criterios legalistas: ir a la curia, al regimiento de la zona y recurrir a las
viejas amistades influyentes. Urgía hacer un hábeas corpus. Nos dejaron en Plaza
Rocha y, aceptando nuestra recomendación, siguieron viaje hacia el domicilio de
unos parientes. Esa noche, su casa volvería a ser allanada, ahora violentamente:
un jeep derribó la histórica puerta metálica de cuatro hojas y la arrastró a lo
largo del zaguán hasta el hall. Nosotros optamos por pernoctar en un hotel
alojamiento. Era imprescindible guarecerse para, más serenos, ordenar la rutina
de la jornada siguiente, que prometía ser abrumadora.
Ese sitio al que, juntos o cada uno con otro partenaire, habíamos convertido en
templo del placer, ahora nos devolvía quejidos que nuestra duermevela atribuyó a
los compañeros detenidos.
Ante un destino incierto, y procurando descansar, busqué refugio en la palabra
mágica que con María Claudia imaginamos de pequeños para conjurar la adversidad.
Picoque -repetí-. Picoque, hermana.
Y me dormí.
(Texto leído en la presentación de su libro MEMORIAL DE GUERRALARGA, un pibe
entre cientos de miles, en la Feria del Libro, el jueves 25 de abril, con la
presencia de Estela Carlotto, Nelva Falcone, Roberto Baschetti, Felix Pigna,
Gabriel Fernandez, Bernardo Alberte, Gonzalo Chavez, Jorge Lewinger, Eduardo
Gurrucharri, Juan Carlos COCO Manoukian, Lissy Lettner, Martin Garcia y otros
compañeros.)
Hay una Patria sin segundos
A la memoria de Francisco Repilado, Ibrahim Ferrer, y el Maestro Rubén González.
Usted se acuerda, Compay,
cuando el progresismo internacional
se dispuso a rescatar
para el mundo "unos viejitos
olvidados por Fidel"?
Allá en el trono que ostenta
en la memoria de América
recuerda,
no al Teatro Carlos Marx
sino al Carnegie Hall
agradeciendo a Ry Cooder
por el hallazgo de "esos abuelos
que el tirano ninguneaba"?
Y se acuerda, me pregunto,
de su presencia majestuosa
-tiempo después del estreno-
presidiendo la Fiesta Nacional del Habano
junto a su Comandante?
Quién dió vela en su propio entierro,
me sigo preguntando
a esos cuáqueros genocidas que exhibieron
a Jerónimo,
El Gran Apache,
disfrazado para delicia del turismo,
valerosos linchadores multitudinarios
de la raza que inventó el jazz y el blues,
decoradores del Enola Gay
que borró del mapa a Hiroshima
con dibujitos de Disney,
capaces de jugar foot ball para Life
con el cráneo de un arrocero vietnamita
y fotografiarse entre esos marines
que hoy mueren en Irak sin comprender su misión
con un pavo de plástico en Acción de Gracias...
Se acuerda, Compay,
insisto,
del enorme Ibrahim,
amo y señor de las Dos Gardenias,
extasiado ante la 5ta Avenida
después de haber sido entrevistado
junto a su heladera rota,
en un rincón de La Habana Vieja,
diciendo para el mundo su
"¡coño, éto también e beio, chico!"...
(nunca la palabra "también"
llegó tan alto
como a partir de esa escena).
Longevos y paridores, carajo,
a fuerza de socialismo y austeridad...
Quién tiene derecho a mirar
de frente al "largo lagarto verde"
desde su castrado World Trade Center
y decirle qué hay que hacer
a la Patria de Maceo y Agramonte.
De ningún modo,carapálidas,
desfoliadores,
homerosimpsons dispuestos a invertir
el sentido del Big Bang...
De ningún modo globales:
Ustedes están condenados
a morir de inanición
sosteniendo este bloqueo
desde la vecina orilla
de la dignidad.-
(11/2/06)
Detrás de aquel tren, usted
Me veo en la estación de nuestro sur
algo más tenso que de costumbre y a la espera
de que el convoy proveniente de la ciudad
en que vi la luz me despeje el otro andén.
Sigue viaje nomás
con rumbo a capital.
Y detrás de aquel tren
aparece usted.
El Director del Hospital de Don Bosco,
el médico sanitarista que murió de pena,
el hombre que ayudó a parirme,
peleando a la tristeza con el arma
de una sonrisa inventada
solamente para mí.
Ahora le estrecho la mano
-¿me explico?-
porque estoy clandestino y hemos resuelto
que hoy es usted mi tío.
Ahora me enfrento a un torno
más amable si está usted,
que pondera ante el odontólogo
a este sobrino guerrillero y
-por ende-
privado de obra social.
Al cabo volvemos al andén.
Yo parto,
usted se queda.
Le estrecho la diestra formalmente
porque la parca vigila,
y no es afecta a que porte su apellido
mi generación.
Pero ese apretón no traduce
el tanto amor que a buen resguardo
escondemos, papá.-
(12/5/06)
Cadete del horror
Hoy mi parque amaneció
canoso como si hubiera
sufrido un susto atroz de la historia.
Desayunando, te descubrí procaz,
ufanándote otrora
de flagelar civiles maniatados.
Es curioso, Turco.
En una casa que ya olvidaste,
pese a las múltiples visitas
que le hicieron tus amigos,
vive tan feliz como puede
una maestra jubilada que acaba
de cumplir setenta y nueve
lúcidos años.
En este preciso instante
está a punto de despertarla
la militante de derechos humanos
que la cuida.
Descuento que la regañará por costumbre,
que exigirá su té
con edulcorante
-porque siempre fue golosa y eso
hoy le pesa más que antes-, sabes?.
Recibirá el Clarín en su bandeja,
irá sin duda directo a Viva,
guardará una receta.
Acaso reciba gozosa
un beso cierto de su segunda nieta.
Promediando la mañana,
afinará la voz
sin tapar a El Polaco,
para que el molesto vecino
que le pudre el techo
sepa al menos que está
mucho más viva que él.
Yo asistiré sin duda
a compartir su almuerzo
lo más despojado de quebrantos que pueda,
tratando de que ella sea
la misma que regalaba
soldaditos de plomo
cuando en invierno no hacía
veintiséis grados
como la semana pasada.
No me entendés, sorete...
Lo que digo es que esa vieja
no contribuye como vos
a hacer mierda este planeta,
que tiene estufa y sin embargo
la mitad de lo que merece
lo distribuye a principio de mes,
que no recuerdo haberla visto
matar ni siquiera a un bicho...
Eso apenas, lacra del mundo.
Que vos y ella caben
en la misma especie,
y no hay árbitro en el cielo
que elija quién conviene.
Avanzada la tarde,
con siesta o no,
después de repasar
los más gratos recuerdos
-vos no sabés, pero a esa edad
las dichas del pasado
acarician el presente;
no sabés porque afanaste
la condición humana en un descuido
de ese Dios más tuyo que mío,
y que por suerte no existe
(de lo contrario es seguro
que ya te hubiera salvado)-.
En resumen, que la vieja
tendrá un domingo dichoso,
lo prometo.
Que verá el sol si lo dispone.
Porque ningún candado
la retendrá como a vos.
Que acaso olvide el Sintrón
que la mantiene sin dramas,
más no a vos.
Eso
ni lo sueñes,
Julio Simón.-
(del poemario inédito "La gomera de David")
El hombre que se llamó a silencio
El hombre que se llamó a silencio
nació a la luz y al color
de la mano de Da Vinci
y de José María Sert.
No eligió
montar su caballete en atelier.
Buscó más bien
el cielo abierto,
como Van Gogh.
El hombre que se llamó a silencio
-vasco, rústico, y angelical-
bocetó la lucha de su pueblo en papel croquis.
Más de una vez
la represión le dejó su firma con sanguina.
El hombre que se llamó a silencio
no creyó en arte de catacumbas
y se hizo a La Plaza
con Las Madres de Todos
enseñando
-como un mago de cumpleaños-
papirología con siluetas
del tamaño de nosotros.
El hombre que se llamó a silencio
no tuvo
curadores, galerías, ni catálogos.
Odió visceralmente
con incendiario amor
a toda la humanidad.
Un día reventó de bronca
y amaneció
vacío de palabras.
Dejó constancia de que no escogía
ser ogro de cuentos de hadas
montando una calesita
en el barrio Las Cañitas.
Le dio la pera al pibe más triste
y después
se enclaustró
(dicen
que rigoreando
-en su final-
al ser que más amaba).
Más tarde
se lo tragó el olvido.
Este poema
sale a buscarlo.
(7/1/03)
A la memoria del maestro Rodolfo Aguerreberry,
ideólogo de las siluetas de papel
que reclamaron por las víctimas de la dictadura
durante la transición democrática.
Amor sin recipiente
La tierra no entierra a los muertos,
los entierra el trabajo de duelo que, con palabras,
categoriza al existente real en no-existente real,
pero sí en recuerdo existente
Alfredo Moffatt
Hoy preciso que me expliques
cómo puede crecer lo que está quieto...
O -al fin y al cabo-
quién resuelve que está muerto.
Porque sucede que yo
ni te tengo ni te veo.
No me alienta tu palabra
ni me contiene tu abrazo.
Sin embargo te visito
en comarca innominada.
Ahí habitás como nunca
(y a la vez como siempre).
Y yo te estoy queriendo tanto
que no sé
a quién le pertenece tamaño sentimiento.
Gestito de ternura que devuelven los espejos.
Mi cariño se ensancha inundando tu ausencia.
Y como no soporta su peso mi osamenta
vengo a la casa de los que tantos que te extrañan,
vengo y lo sirvo sobre la buena mesa.
(12/9/00)
A la memoria de Guillermo Di Bastiano,
capitán del equipo de fútbol de mi escuela
primaria, detenido-desaparecido por la
dictadura del general Videla.
Pollera de bambula hindú
Te recuerdo llegando.
Flotando en tu sexualidad oronda
agitada por la brisa.
El tiempo me quitó tu nombre.
Apenas entrabas en la adolescencia
y yo
ya estaba "en edad de merecer".
Te fijaste en un padre joven
que tomaba sol al borde de la pileta.
No sabías que llegaría a la cita
enfundado en cuero negro y
luciendo una estrella federal.
Plaza Congreso fue testigo de ese encuentro
entre generaciones y circunstancias diversas.
Cada uno a su modo
rompió alguna caparazón.
Yo me acerqué con un deseo curioso,
vos me cabalgaste con soltura.
Recuerdo esa maravilla
como ocurrida en la vida de otro.
No quieras saber lo que me costó
aprender tu juego.
Y -más aún-
dar con quien sepa
de qué se trata.
El argentino que falta
Dos décadas han pasado y
las larvas afanadas
en roer la democracia colonial
se empeñan en convencernos de que
librándonos de su sombra
(soltando apenas ese lastre
el globo aerostato de nuestra prosperidad
volverá a remontar vuelo)
como por arte de magia
nos abrirán su puerta
los medios.
Cómo se explica entonces
esta contumacia
de aceptar el abrazo del oso
pudiendo usufructuar un patrimonio
que no posee ningún otro,
negándonos neciamente
a las ventajas de la telefonía celular
y las delicias
de la secretaria ejecutiva.
Por qué bancar a ese político sin fuste
(que en vez de agradecer su suerte
elaboró un modelo de país posible),
por qué firmar al lado de ese cadáver
(que ante la anemia de las ideas
todavía encuentra qué decir).
Por qué cartearse con el traidor
que (como El Chacho o Varela)
mandó al muere a una generación entera...
Ocurre, señores roedores
de la carroña que dejó un pasado muerto,
que se puso a resguardo el tal sujeto
cuando lo decidimos todos,
y cuando hubo un alto el fuego
-mal que le pese a sus jueces-
le puso el cuerpo a las nuevas reglas de juego:
Autocrítica sin grandilocuencia
la del que va a la sombra por
debatir la historia de todos
y carpe el surco de la falacia
mientras otros
invertimos nuestro tiempo en
reconstruir hogares;
la del que duerme entre comunes
a merced de un fleje
afilado por la reacción;
la del que, bastardeado,
le hace hijos al calabozo.
¡Dáme otro de esos,
oligodemocracia de la resignación!
Pero que sea uno que sueñe
con un futuro sin descalzos,
ahora que tus personeros
se acalambran ondeando
la dócil bandera de la rendición.
Sueños estrellados a los pies de la gitana Marlén
"Los días de la gente
como nosotros están contados.
Un solo Dios va a expulsar
a todos los demás."
Merlín a Morgana,
durante el casamiento cristiano de Arturo,
en el filme Excalibur, de John Boorman
No me basta con lo que existe,
lo saben todos:
Llevo medio siglo concentrado,
tratando de interpretar la borra de café.
En tren de aburrimiento
hago fuerza por levitar
pero el cielorraso
siempre queda igual de lejos.
Ya no visito el camposanto
porque ningún habitante
de la bóveda familiar
me dice nada desde hace tiempo.
Apenas los anormales
que me tuvieron paciencia
saben que yo no miento
si digo que busco fantasmas
desde que existo.
De madrugada
me alejo del grupo
y clavo la vista en lo oscuro
por ver si lo que se mueve
tiene otra naturaleza.
Pero no.
Pasa la sombra de un gato,
linyera me suelta un pedo...
Nunca más que eso.
Nunca el habitante
traslúcido de las lóbregas mansiones
que sabe de algún tesoro o avisa
que ha sido mal matado y busca
ser vindicado.
Nunca Bien Boa, el fantasma actor
que divertía contertulios
unidos por la fe en Alan Kardec...
Nunca
la mano de Napoleón 2°,
materializada en un teatro
por Federico Antonio Mesmer
a la vista de todos los presentes
(de todos
menos yo...)
Nunca la dama que,
después de hora,
recorre la dependencia en que trabajo
seguida de un halo frío
(los hombres de la guardia le temen,
a mí
no me pasa ni pelota).
Nunca en la vida la fútil ventura
del sheriff que llegó primero
al accidente de Roswell
y chamuyó con los cabezones...
Ni siquiera la chance
de ser boleta como testigo
o tragado por el mítico
Triángulo de las Bermudas
para habitar Atlantis por siempre
y cagarme en la gilada...
Es así:
Soñé despierto pero nunca vi
las naves-cigarro
que describió Francisco Atienza,
ni compartí el sobreentendido
del que baja de Uritorco...
No se ha hecho para mí
la fortuna de ser abducido
como la hermana de Fox Mulder...
Conocí el Castillo de Hamlet
pero en la foresta escandinava
no me esperaron
-o no tuvieron paciencia o
conmigo no transan-
ni trolls, ni duendes, ni farfadets.
Ni los subdesarrollados elementales
que -según cuenta
mi amiga más New Age-
pueblan un árbol añoso
en la bahía de San Borombón...
De qué vale ver el sol
-pregunto-
si se nace sabiendo
que no se montará al Pegaso,
o que ninguna lamia nos robará el aliento
con su beso apasionado y letal...
Ahora vos, Marlén...
Decíme qué te costaba,
gitana turra de Villa Devoto,
hacérmela más larga...
Sacarme un poco más de vento
a mí,
que llegué a vos regalado
y buscando
atrapar a esa mujer
que me habitó más de la cuenta,
como una sirena
en las redes del misterio.
Por qué tuvo que tocarme
una hechicera senil
-me cago en vos-
a mí
que venía tan dispuesto
a serte incondicional, Marlén...
¿No puse morlaco sobre morlaco
acaso...?
¿No anudé el repasador con el nombre de ella
debajo de la almohada,
no escribí el de ambos
en la cáscara de un huevo
que se pudrió bajo la cama...?
¿No compré tus velas rojas
sin preguntar
para qué se usaban
y volví al mes, Marlén,
como recomendabas...?
Por qué tuviste que barajarme,
vieja puta,
en la segunda visita,
preguntando
"¿y...?
cómo va llevando el cáncer...".
(13/12/02), y viernes, para colmo...)
A mi amigo Guillermo Silva,
por "Las tertulias de sir Abelardo"
(que sí curan el dolor)
17/09/2006
A 30 años de la Noche de los Lápices
Carta abierta a María Claudia a tres décadas de su último combate
Por Jorge Falcone
Treinta años después de vos poco queda del mundo que conociste. Aquel, bipolar,
que por mandato del General nos encontró No Alineados (te acordás de Ho Chi Minh
preso de la URSS por no ser stalinista, te acordás de la soledad del Che en la
Quebrada del Yuro?). Ese universo binario (Guerra Fría de Oriente y Occidente,
consignas de Patria y de Muerte). Este otro tiende a la multipolaridad (Berlín
ya sin Muro, Unión Europea, MERCOSUR). Y merced a la Revolución Tecnológica se
acerca cada vez más a la utopía Mc Luhaniana de la Aldea Global. De todos modos,
como canta Sabina, aún conviven "fibra óptica y ladilla". La principal potencia
del planeta, por arbitraria, beligerante y falaz, se ha vuelto patética.
Aún así, nadie le cree pero pocos la enfrentan resueltamente (como Irán, Corea,
Cuba o Venezuela). Salvo intentos parciales -como el Foro Social de Porto
Alegre- el mundo periférico todavía no ha vuelto a coaligarse. Es notable
-resumiendo- la soledad de los pobres. En este sur aguantamos varios Tsunamis:
En los 80s, el de los oligarcogenocidas que casi nos dejan sin rebeldes; en los
90, el de los neoliberales que rifaron el Estado Nacional cantando La Marchita;
y en los albores del Siglo XXI, el de los progres que barnizan el capitalismo
salvaje con su buena onda. De resultas que el remanente de lo que ayer llamanos
Argentina -con un norte amenazado por las fronteras flotantes y las iglesias
electrónicas, y un sur disputado por Benetton y Ted Turner- se reduce a una
entelequia mediática de sesenta cuadras en torno al Obelisco.
Lo peor de todo es que el mismo movimiento que surgió para clausurar la Década
Infame, dio a luz otra semejante, cuyas consecuencias aún intentamos desmontar.
Andá a silbar hoy La Marchita a algunos de los barrios diezmados de extramuro,
andá a pedirle a un pibe que se excite con la mística revolucionaria que conoció
el peronismo... en este presente módico al que muchos militantes aceptan como
estación terminal de sus anhelos. Primero se rediseña con sangre la economía,
después se rediseña con mediático empeño la Historia. De modo tal que hoy el
desaparecido 30.001 es el pensamiento estratégico. Se ha desmontado -con saña y
por décadas- la dialéctica de causa- consecuencia, el sentido de los hechos que
construyen el presente. No concebirías, con tu lógica de otrora, que hoy
educarse constituya un acto revolucionario de primer orden.
En tu caso, por ejemplo, en el sitio web www.politicaydesarrollo.com.ar he leído
a ese Almirante Zaratiegui que le niega a Estela Carlotto el mismo nieto que el
enfermero que asistió a ese parto confirma, recriminando la versión que te
describe como una inocente Caperucita Roja que el lobo se tragó... A vos, que
como tus captores supieron, fuiste tan "subversiva y apátrida" como el resto de
tus compañeros. Y es que aún quedan "incautos" capaces de suponer que aquella
adaptación fílmica que los bautiza "perejiles" cuenta con el beneplácito de los
que aún no nos bajamos los lienzos... Lo que el poder no tergiversa, Claudia, lo
escamotea; como al compromiso inviolado con que los ex guerrilleros nos avinimos
al orden constitucional, mucho menos ventilado que la autocrítica uniformada.
"Perejil" justo vos, hijita del Aramburazo que a la liberación sacaste sólo
boleto de ida. A vos, a quien una cultura de la postración vincula
exclusivamente con el Boleto Estudiantil Secundario, omitiendo las "cañadas" de
la UES contra conspicuos matones de Las Tres A (como si avergonzara haber
enfrentado resueltamente a los que vendieron la Nación).
En controversia reciente con un ex primer mandatario, el Presidente ha
convertido a 30.000 en una cifra de mártires, lo cual -en un país
mayoritariamente católico, apostólico y romano- equivale a considerarlos
víctimas inocentes de una violencia arbitraria. Aún a aquellos que salieron a
matar o morir por una Patria Justa, Libre y Soberana. Hace poco escuché la
entrañable recopilación de canciones primerizas del trovador cubano Silvio
Rodríguez. En uno de esos temas el cantautor entona "no tengo que cerrar los
ojos para ver..." en alusión a la precarización de la vida cotidiana que el
bloqueo imperial impone a los suyos. Y el que escribe esas líneas tiene en ese
entonces apenas 20 años. A veces me pregunto cómo es posible tan temprana
claridad. Y suelo responderme que sólo es posible con una vigorosa Revolución
detrás. A menudo los pibes se preguntan cómo es posible concebir, en un país de
semejante complejidad, revolucionarios de 15 años. En consecuencia respondo que
-lisa y llanamente- no es posible. Sin una heroica resistencia peronista de 18
años por detrás, y una ofensiva popular masiva al grito de "Luche y Vuelve".
En conclusión, hermana, no constituyen mayoría los pueblos que hoy apuestan a
una versión más humana de este sistema inhumano. Y lentamente cuaja en Nuestra
América la convocatoria bolivariana a inventar un Socialismo para el Siglo XXI.
No porque se le ocurra al Cdte. Hugo Rafael Chávez Frías, sino porque Stalin no
merece llevarse a la tumba esa utopía.
El odio, María Claudia es un sentimiento con mala prensa. Pero ha dicho el Che
que "un pueblo sin odio no puede vencer". Sabido es que, inaugurada esta
democracia formal, los beligerantes contra el régimen defacto renunciamos a toda
acción directa. No hicieron lo propio los esbirros de la oligarquía
económico-financiera: Violaron y aplastaron en Catamarca a una jovencita y
después se guarecieron entre sus jueces; patearon hasta la muerte a un
conscripto y lo ocultaron en sus cuarteles; lincharon a un ricotero en comisaría
porteña; fusilaron a un seminarista rosarino en el techo de su merendero; e
hicieron lo propio con un artista plástico y un ladrillero en la Estación de
Avellaneda... pero cierran filas para que la ley no castigue a los ideólogos de
esos hechos. Gendarmes pertrechados contra los pobres entran en acción a diario
en parajes donde la prensa "nacional" no llega (o decide no llegar). En resumen,
que no renunció a la lucha armada la vieja oligarquía. Y que esto constituye la
prueba más palmaria de que nunca tuvo dos demonios la Argentina. Aquí no se
habla del odio que deviene venganza, sino de la furia que se torna memoriosa
energía creativa. Con miras a construir mayoría, para que un mañana justo ya no
cueste más vidas.
Evita lo sabía, Clau, los que menos tienen son los que más dan: Ante un Estado
diezmado emergió vigoroso tu Pueblo de siempre, multiplicando el voluntariado
solidario a lo largo de la Patria. Montando merenderos, salitas de guardia y
consultorías jurídicas gratuitas, huertas comunitarias, fabricas recuperadas, y
los más diversos microemprendimientos. Porque, como dijo Ernesto Cardenal, el
sacerdote sandinista: El Pueblo nunca muere.
La taba está en el aire, compita de los bellos días. Y en tanto gira, Johanna se
refugia en un cyber de Mendoza para huir del bardo familiar, y me escribe un
mail donde expresa que desearía ser vos. Nahuel, a sus doce, cuida sus
cotorritas en Puente de Fierro a la espera de dedicarte un poema a viva voz el
próximo 16; y Lucas, a sus catorce, rebobina en La Aceitera una película que te
nombra, para entender de una vez. En resumen, mi dulce interlocutora, que ni
vencimos aún... ni esta dicha la última palabra.-
Tu hermano Jorge, que siempre extraña nuestras charlas. Y aquella risa que no
cesa.
Hacia una lírica de emergencia
Ponencia para "Segundas Jornadas de Arte Público Latinoamericano - Buenos Aires-
2004" celebradas en Gráfica Chilavert Recuperada, del 12 al 16 de octubre.
"El gran poeta de la revolución es el pueblo"
Francisco Urondo
Albores del Siglo XXI: Composición de lugar
En su "Divina Comedia" el Dante comenzaba diciendo "En medio del camino de la
vida, me descubrí perdido en selva oscura...". No es mal comienzo para que un
sobreviviente de la dura experiencia de los años setenta intente un alto en su
itinerario de modesto trabajador de la cultura, de productor de bienes
culturales, y revise en voz alta en qué consiste -por ejemplo- la literatura que
propone. En una bisagra de la historia que exhibe desde el espejo retrovisor la
caducidad de las dos grandes identidades nacionales desde las que el pueblo
argentino viniera peleando por un destino mejor -yrigoyenismo y peronismo-, y
desde el parabrisa un mundo multipolar en reacomodamiento, con una potencia
hegemónica belicista capaz de poner en riesgo el futuro de la especie,
enfrentada a países periféricos que -más allá de la auspiciosa e incipiente
instancia del Foro Social Mundial de Porto Alegre- no han logrado coaligar aún
sus intereses como en aquel escenario de la no-alineación, vengo dirigiendo mi
trabajo literario prioritariamente hacia las nuevas generaciones, víctimas
preferenciales de un largo y esmerado proceso de vaciamiento de conciencias. En
ese camino he resuelto no autocensurarme, cualquiera sean las consecuencias que
me toque afrontar. Esto no sólo implica un gesto elemental de honestidad
intelectual, sino asumir públicamente la cuota-parte de responsabilidad que me
cabe como protagonista de los hechos que narro. Por eso no me cuido de
explicitar mi pertenencia al tronco ideológico nacional, popular, y
revolucionario alimentado desde el fondo de la historia por las grandes mayorías
, aunque ese legado estorbe. Nombro frecuentemente a la oligarquía porque esa
clase social parasitaria y retrógrada no admite eufemismos que encubran su
culpabilidad histórica respecto al estado de postración que hoy padecemos. Y
también me permito ironizar a menudo sobre la gobernabilidad vigente, porque
sostengo que nuestro deber de argentinos es transformar la Colonia en Nación, y
no darle una mano más de pintura.
La poesía es inherente a la naturaleza de los pueblos
En repetidas ocasiones se ha polemizado acerca del patrimonio de la "inspiración
creadora", como si esta pudiera aflorar mágicamente entre pocos y negarse
sistemáticamente a otros muchos. En lo que a poética se refiere, yo parto de la
base de que el nuestro es un pueblo que canta. A su modo en el interior, a su
modo en la gran urbe, pero el nuestro es un pueblo que tiene por costumbre -como
tantos otros- cantarle a su desdicha y su alborozo. Se ve en las canchas, en las
peregrinaciones religiosas y, obviamente, en las concentraciones políticas. Y es
un pueblo con mucha inventiva. Lógicamente, yo emito este juicio desde una
latitud determinada (pese a que he recorrido casi toda la extensión de nuestra
geografía). Nací a hora y media del Puerto de Buenos Aires y tengo, por ende,
una cosmovisión provincial y ciudadana. Por eso mismo creo que planto un pié
sobre José Hernández y otro sobre el Grupo de Boedo. Bonaerense al fin, esas son
mis referencias principales. Y es desde ese enclave que constato a diario lo que
afirmaba anteriormente: La enorme capacidad de nuestro pueblo para sublimar su
realidad cotidiana. Viajaba recientemente en un taxi bajo el cielo gris plomizo
de la capital, filosofando con el chofer acerca de las coincidencias del rigor
climático y el de la actualidad socioeconómica, cuando el hombre, después de
guardar un reflexivo silencio, se volvió hacia mí espetando: "Lo único que nos
falta es que la primavera se rechifle y también los largue en baranda". Si lo
traigo a colación es para que recapaciten los desprevenidos que suponían que en
ese diálogo el poeta era yo.
El poeta como ladrón de la imaginería popular
En todo caso, la habilidad de quien ha elegido una poesía referencial como su
medio de expresión será la de percibir y capturar los datos de aquella
esencialidad que -según el autor de "El Principito"- sería invisible a los ojos;
lo que a mi leal saber y entender, y como tantas otras cosas, se logra a fuerza
de observación y trabajo. Y, lógicamente, asumiendo a la vez un compromiso
afectivo con la tarea que se desea acometer. Referiré brevemente un par de
ejemplos de mi cosecha a fin de aclarar lo que expongo. El primer caso vinculado
a la retransmisión oral y el segundo a la vivencia directa. Mi poema titulado
"Composición: La Vaca" surgió casualmente ante la sórdida descripción de un
hecho acaecido en un barrio muy pobre de la Provincia de Buenos Aires durante
los saqueos de 1989, el cual me fue referido con particular elocuencia por un
testigo directo. El impacto emocional que me produjo la anécdota, consistente en
el descuartizamiento de un animal vivo a manos de la población famélica, fue en
mi tan poderoso que me indujo a contrastar violentamente la escena con aquellas
ingenuas composiciones literarias que nos eran reclamadas desde una escuela
primaria remota e irreal. Si tiene algún valor comunicativo, seguramente nace de
semejante contraste. En él coloqué mi condimento autoral:
Composición: La vaca
Señorita "Chispa" Migues,
Maestra de mi primer grado:
He tratado, desde aquellos días,
de ser como soñaba usted.
Hoy confieso,
Segunda Madre,
Que no me fue del todo bien.
Los vigilantes no se dedican,
como en las lecturas de "Agüita Clara",
a cruzar la calle a las viejecitas.
Los abuelos ya no comparten
ni las faldas ni los cuentos
sino la desesperación.
Ya no canta como entonces
"El sapito Glo Glo Glo".
Y he sabido que Sarmiento,
maestra,
no sólo no faltaba nunca a clase
sino que -de grande-
se dedicó a regar la pampa
con la sangre del criollaje.
He buscado, no obstante,
como se ve,
mantener mi letra pareja,
no comerme los mocos,
y aprender de los mayores
(Solo obtuve -de ese modo-
historias de inconclusas gestas).
De tanto en tanto
He intentado,
Como lo hacia en su clase,
Plasmar imágenes sobre un papel.
No hay caso:
Me llevo mal con la belleza impuesta.
Pruebo...
"Composición: La vaca"
Y no acude en mi auxilio
La estampa bucólica
de los caramelos "Cremalín",
sino la bestia desaforada
que empujaron a la villa
en los días del saqueo,
y pinto literariamente un festín dantesco
de harapos, sangre y bufidos:
"Clava su cornamenta en el polvo
y la busca,
cual plaga de langostas,
un enjambre de cuchillos.
Muge brutalmente y se tumba.
Se yergue y huye torpemente
cayendo sin tregua sobre el costado
en donde hasta hace poco
la sustentaba una pata.
Tose muerte y se estrella
contra el alambrado.
Después,
viejos, mujeres, y niños...
Gente con hambre que danza
en derredor sin que entienda.
Y se la lleva
de a partes".
Lo sé,
maestra de mi primer grado,
nunca volverá usted
a ponerme MUY BIEN DIEZ.-
En el otro caso -el poema "Roja flor en mano negra"-, sucedió que quedé
prendado, durante una conmemoración de la gesta de Malvinas llevada a cabo en mi
ciudad natal, del detalle producido por el contrapunto entre una humilde mano
morena portando una flor y el fondo solemne de una placa de bronce. Ese fue el
disparador que me permitió luego desarrollar el poema: El austero homenaje de
nuestro pueblo y la grandilocuencia ceremonial de los poderosos. La sencillez y
la gloria impostada:
Roja flor en mano negra
Segundo día de abril,
uniforme aceitunado
galardonado en sangre y barro,
roja flor en mano negra,
piel y bronce y atrás
¿qué, compadre?, ¡¿Qué?!
Atrás,
pero muy atrás,
el frío glacial.
Y unas islas que, a veces,
ni figuran en el planisferio,
y una sonrisa joven
atrincherada,
y acostumbrada a ver la guerra por TV.
Y una ciudad remota,
plagada de oficinistas,
adonde no llegan más esquirlas
que las de una malversada información.
Y unos pocos voluntarios,
y unos muchos incrédulos,
y el show de las recaudaciones que se evaporan,
y la Primer Ministro gruñendo
desde los kioskos,
y los aviones clavándose
desde el cielo
como gaviotas que descubren
que el pez buscado es ballena.
"¿Qué mierda valen esas piedras?";
se preguntó un argentino.
Y otro cayó, al mismo tiempo,
degollado por los gurkhas
a distancia sideral
del último long play de Sui Generis.
Hablo de ustedes, cumpitas,
y las metáforas no acuden...
Los tengo que nombrar sin vuelta
porque el poema no alcanza para decirlos:
Mazorqueritos del Atlántico Sur,
Riveritos de tierra adentro,
cada criollo de buena madre
lleva sus sueños de escarapela.
Como escribiera un sargento
caído en aquellas nieves:
"La rendición no cabe en mi vida.
Después de muerto, hablaremos".
Roja flor les deja
-año tras año-
una mano negra.
Manito de la memoria:
Atrás tuyo
¿qué se esconde?
Un pueblo sobreviviente,
una casita de chapas,
una estampa de Ceferino,
un calentador Bram Metal,
un pibe y un perro jugando
a compartir la misma sarna;
aquí no se habla de Patria.
Solamente
se trabaja y se muere.
Y se sale, de vez en cuando,
sin despedirse siquiera,
la vista puesta en el sur de las cosas
(a sabiendas de que el norte usurpa)
para volver acaso
arrastrando del cabello a la esperanza
o -en su defecto-
en algún lugar ignoto
clavar para siempre la guampa.-
Es aquí donde tomo partido por una épica de lo cotidiano. De esta manera
entiendo yo que -al igual que otros artistas- el poeta es un cazador de imágenes
al acecho.
Verdad histórica e imaginario colectivo
En su novela póstuma, "Megafón o la guerra", el gigantesco Leopoldo Marechal
hablaba de una "batalla terrestre" y una "batalla celeste". Allí se pueden
sondear las claves del inestable equilibrio entre lo entendido como "histórico"
en tanto "hecho real", y aquello que se nutre de la imaginación colectiva,
abrevando siempre en lo anterior. Yo elijo producir mi trabajo poético haciendo
pié en un punto intermedio entre ambos polos de esta aparente contradicción (si
digo "aparente" es porque entiendo que hablamos de fenómenos complementarios e
interdependientes). Opto por una verdad histórica en tanto creo que sin pasado
no hay futuro. Y cultivo una fantasía que se nutre en nuestra gente porque es
ella quien demuestra , desde tiempo inmemorial, que sin sueños y sin magia no se
puede afrontar el rigor de esta lucha desigual por la dignidad humana, ni
acometer las grandes empresas pendientes. Un par de ejemplos sencillos en
relación a lo dicho: Durante el mediodía del 25 de mayo de 1980 fue interceptado
el ómnibus en que yo viajaba desde Brasil hacia la Capital Federal de nuestro
país, para reinsertarme clandestinamente en la resistencia popular contra la
dictadura. En dicha ocasión y durante un interminable lapso de tiempo, un Grupo
de Tareas puso en tela de juicio la legitimidad de los documentos que yo
portaba. Como un relámpago me cruzó la idea de hacer referencia a un matrimonio
mayor que había conocido en la frontera. Advirtiendo la situación y sin previo
aviso, el hombre de aquella inolvidable pareja, obrero ferroviario cesanteado
por el régimen, reaccionó de inmediato en mi favor presentándose como un tío y
sorteando el riesgoso entredicho. En concreto, me salvó la vida. Este es uno de
los tantos hechos reales que me siento compelido a rescatar. A mi me deja una
moraleja simple: El pueblo trabajador no permaneció impasible frente al horror
de la tiranía oligárquica. Y ESTO DEBE SABERSE. En otro plano, a mediados de la
década del 80 me tocó asistir a una fiesta realizada en una villa de emergencia
de las afueras de mi ciudad natal donde años atrás se filmara parte de la
película "La noche de los lápices", referida a una conocida gesta de estudiantes
secundarios sumamente respetados en la región. La desaparición de mi hermana en
dicho episodio me vincula con el tema aludido desde el dolor y el orgullo. En
tales circunstancias, e identificándome como familiar directo de una de las
víctimas, un grupo de niños que participase de la reconstrucción cinematográfica
de una jornada solidaria de alfabetización me "informó" , en inconsciente
alusión a la actriz protagonista del filme, que ellos habían tenido la suerte de
conocer personalmente a mi hermana cuando estuvo por allí, días antes,
enseñándoles a leer. Está de más expresar que, ante la convicción con que
hablaban esos pibes, mi emoción fue tal que ni siquiera intenté rectificar su
versión: María Claudia Falcone estaba viva para ellos. Y, en aquel instante, en
su imaginario esto era cierto. Acaso fue la forma que encontraron para
insertarse -en alguna medida- en unja historia que no vivieron. Esa será su
historia -tan válida como la "real"-, al menos hasta que crezcan. Y ningún
racionalismo positivista tiene derecho a arrebatársela.
Rescatar a la poesía de su prisión libresca
No agrega nada nuevo describir el quebranto de nuestra industria editorial o el
desembarco de los "tanques" extranjeros en dicho rubro. Tampoco resulta original
afirmar que una economía de subsistencia ha llevado a que, merced a las
urgencias de la vida cotidiana, el hábito de la lectura desaparezca de la
mayoría de los hogares argentinos. Ni qué hablar en la franja juvenil a que
aludí como destinataria preferencial de mi producción. Esta situación, sumada a
la irrupción masiva de las nuevas tecnologías, que facilitan el acceso a la
información por nuevas vías, de asimilación aparentemente menos exigente que la
lectura, va cerrando aceleradamente el ciclo que Mc Luhan definiera como
"Galaxia Gutemberg". Siguiendo este razonamiento, la suerte del libro -tal y
como lo conocimos durante el siglo pasado- estaría echada. Ya circulan entre
nosotros las obras completas de Shakespeare contenidas en soportes digitales que
irán siendo gradualmente cada vez más miniaturizados. De modo que, de ahora en
más bien podría creerse que escribir un libro será sentar un arcaico precedente
de que se ha existido. Pero la poesía, nacida en asociación estrecha con la
música, no es un género literario que se haya ceñido siempre a dicho envase. Sin
ir más lejos, desde épocas remotas, juglares y trovadores la pasearon por los
puntos más inimaginables del globo contagiándola a voz en cuello. Hoy se percibe
en los foros encargados de cultivarla una revalorización de la oralidad. No
pocos beneficios le ha proporcionado la canción. Lo dice quien conoció a Machado
en la voz de Serrat y a Martí en la de Milanés. A esta altura puedo afirmar con
enorme satisfacción que la mía es una poesía en circulación y uso permanente: En
el aula, en la FM comunitaria, en el cancionero popular, en Internet. Entiendo
pues que se impone adaptarnos a los tiempos que corren e imaginar con audacia
nuevas formas de difusión esencialmente masivas.
Conclusión
Desde Concolocorvo hasta Eduardo Galeano existe un vasto territorio de la
escritura no reclamado por la crónica periodística ni el ensayo literario. Si el
testimonio directo es tan intrínseco al documental como la metáfora lo es a la
poesía, en ese cruce de caminos nace la mía. Toda poesía que se proponga militar
en el cambio devendrá, en los tiempos que corren, lírica de emergencia. Así lo
entendió Benedetti cuando arreciaba la represión en su Patria y publicó el
poemario "Letras de emergencia". Lo propio haría Silvio Rodríguez cuando la
inminente Revolución Popular Sandinista se vió amenazada por una posible
invasión de marines norteamericanos, y editó mundialmente su célebre disco
"Canciones urgentes". Mi humilde contribución se propone, desde la Cooperativa
Sur, nacida en 1988 con el lema "Trabajadores de la cultura por la cultura del
trabajo" en aquella CGT liderada por Saúl Ubaldini; hasta mi actual labor
conjunta con el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas, retomar la senda
trazada por artistas comprometidos con la lucha de los trabajadores y el pueblo,
como aquel Ricardo Carpani que definiera la gráfica inolvidable de la CGT de los
Argentinos. Mucho me he cuestionado acerca de si lo que escribo es realmente
poesía, o merece otra definición, como la de prosa poética, o -lisa y
llanamente- texto poético. Y muchas han sido las impugnaciones recibidas por
haber rescatado vocablos del habla popular carentes de tradición poética. De
hecho, para la mayoría de los cenáculos en que la poesía se eleva hacia el
Parnaso de unos pocos, nada tengo que ver con ellos. En octubre de 1990 -no
obstante- recibí una carta de mi gran amigo, el difunto poeta Alberto Vanasco,
que sostenía al respecto: "No puedo decirte si tus textos tienen algo que ver
directamente con la poesía, pero estoy seguro que la poesía del futuro irá por
esos mismos carriles". Por ahora me basta con eso.-
JORGE FALCONE
Octubre 2004
Sobre el Estado terrorista
Capital Federal, 31 de enero de 2007. Soy el último sobreviviente de una familia
tipo de la Ciudad de La Plata (alguna vez llamada Eva Perón). Mi padre, el Dr
Jorge Ademar Falcone, fue nuestro primer Comisionado Municipal justicialista,
además de Senador Provincial y Sub Secretario de Salud Pública. Mi madre, Nelva
Alicia Méndez, acompañó tempranamente a Evita en su lucha por el voto femenino,
fue co-fundadora de Madres de Plaza de Mayo, Secretaria de DDHH del PJ local, y
Ciudadana Ilustre de nuestra comuna. Mi hermana, María Claudia Falcone, militó
en la UES, participó en la conquista del Boleto Estudiantil Secundario aún
vigente, y fue secuestrada y asesinada en la llamada "Noche de los Lápices".
El primer cautiverio de mi padre se remonta al 10 de junio de 1956, cuando fuera
encarcelado por la autodenominada Revolución Libertadora con motivo de haberse
alzado en armas en defensa de la soberania popular junto al Gral Juan José Valle
(levantamiento luego ahogado en sangre por la restauración oligárquica en los
basurales de José León Suárez y la Penitenciaria Nacional). El segundo y tercer
cautiverio, ahora junto a su esposa, se produjo durante el autodenominado
Proceso de Reorganización Nacional, en mayo de 1977 (Centro de Detención
Clandestino "La Cacha") y en enero de 1978 (Centro de Detención Clandestino "El
Banco"). Los castigos sufridos en la última detención le agravaron una dolencia
cardíaca que lo llevó a la muerte dos años después. Yo milité en la Federación
Universitaria de la Revolución Nacional (Escuela Superior de Bellas Artes), la
JUP (Facultad de Ciencias Médicas), y llegué a ser el último Secretario de
Prensa de la organización Montoneros, ya en la transición democrática. Más allá
de posibles desatinos cometidos al calor de una experiencia generacional bisoña,
reivindico fervorosamente TODA esa historia familiar.
Contestes de las derivaciones personalistas y burocráticas del segundo gobierno
del General Perón, much@s argentin@s de bien consideramos genéricamente que
entre 1945 y 1955 la Patria fue testigo de la década más feliz del pueblo
trabajador. Las limitaciones del propio líder, sumadas a posteriori a dos
inteligentes operaciones de la CIA, ensombrecen hoy ante las nuevas generaciones
la gloriosa gesta de l@s protagonistas y hereder@s del 17 de octubre. Me refiero
al lopezreguismo y al menemismo. La primera de esas operaciones trasladó el
enfrentamiento histórico Nación-Imperio al interior del movimiento de masas, y
cometió numerosos crímenes contra revolucionarios de diversa extracción política
en nombre de una supuesta "Patria Peronista". La segunda, culminó el vaciamiento
del patrimonio nacional iniciado por el saqueador impune Alfredo Martínez de
Hoz, y lo hizo batiendo parches al son de La Marchita. La estrategia imperial de
postrar desde sus entrañas al movimiento que alguna vez constituyera una de las
expresiones más altas de lucha anticolonial en Nuestra América queda así de
manifiesto en toda su magnitud.
Dado el signo ideológico que ostenta, hay una deuda impaga desde el Gobierno
Nacional -y desde el Partido Justicialista en particular- para con tod@s l@s
argentin@s: La de juzgar y condenar los crímenes cometidos por la ex Presidente
Isabel Martínez, el recientemente "aparecido" ex Comisario Almirón, el matón e
instigador Felipe Romeo, y todos aquellos funcionarios que en 1975 firmaron o
avalaron el decreto de "aniquilamiento de la subversión" que dió paso a la
encarnizada cacería de la generación más altruista que hasta ahora dió la
Patria.
Hace poco despedí los restos de esa incansable luchadora por la Justicia Social
que fue mi madre. Murió orgullosa de sus dos hijos montoneros, y avergonzada de
los sucesos que empañaron el traslado de los restos del General a la Quinta de
San Vicente. Había sido testigo directa de los Campeonatos Infantiles Evita, de
las Colonias de Vacaciones, de los Planes Quinquenales, del IAPI, del Estatuto
del Peón, en fin, del encomiable esfuerzo por dignificar a los descamisados y
grasitas.
En nombre de la Memoria, la Verdad y la Justicia -y sin desviar el eje trazado
por los Juicios de la Verdad en curso, sino con el ánimo de profundizarlos-,
este argentino entiende que los protagonistas de heroicas resistencias contra
todas las dictaduras no debemos enterrar nuestras banderas a los pies del
asesino López Rega y el cipayo Carlos Menem. (Agencia Paco Urondo)
José León Suárez, Trelew, La Plata.
El Relato de Nuestra Historia entre Masacres y Sobrevivientes.
22 de agosto de 2004
Ante un nuevo aniversario de los trágicos sucesos del 22 de agosto de 1972
(fusilamiento de 19 presos políticos en el Penal de Rawson), nuestro cro. Jorge
Falcone -invitado por el Movimiento Plátano de Marcos Paz- brindó una
charla-debate en el Centro Cultural "La Casita", a lo largo de la cual abordó el
tema en los términos que siguen.
"Compañeros de historia,
tomando en cuenta
lo implacable que debe ser la verdad,
qué debiera decir,
qué fronteras debo respetar..."
Silvio Rodríguez
Soy un montonero de segunda generación.
No estuve entre los fundadores de la organización político-militar. Me encuadré
recién en 1976. Digamos que para una guerra en ciernes. Y supe de la Masacre de
Trelew culminando mi bachillerato en la Escuela Superior de Bellas Artes de La
Plata. Para mí los 16 fusilados en el sur estaban hechos de la madera de
aquellos pibes del Nacional Buenos Aires que dos años atrás se habían cargado al
ideólogo de la Revolución Libertadora y el Gran Acuerdo Nacional. Ya había
elegido un destino, eran mis compañeros y mis compañeras. A los pocos días, en
la Facultad de Ciencias Exactas de mi ciudad natal, conocí a los padres del
mártir Mariano Pujadas.
Luego, en plena efervescencia del "Luche y Vuelve", a la sobreviviente María
Antonia Berger en un acto del PJ organizado en Berisso, al que acudí con mi
padre, hombre de otras resistencias.
A Ricardo René Haidar lo conocí el 9 de junio de 1974 en un palco montado en el
bosque de mi lugar de origen, de espaldas a la Jefatura de Policía bonaerense.
Estaba junto al Suboficial (RE) Horacio Chávez, el Diputado Nacional de la JP
Miguel Zavala Rodríguez, y -otra vez- mi padre, fusionándose así dos
generaciones de luchadores populares.
Paradojas de la historia colocaron -para confirmar que la lucha es larga y sin
cuartel- a los hombres del alzamiento de Valle (que luego serían fusilados por
la AAA o torturados en las mazmorras del Proceso) junto a los herederos de su
legado (que luego serían ejecutados por los Grupos de Tareas)ante el lugar
escogido por el Gral. Camps para escarmentar -cuatro años después- al movimiento
estudiantil secundario, fusilando allí a mi hermana y a sus cinco compañeros de
la UES.
Volví a ver a María Antonia Berger en Congreso, a las puertas del Cine Gaumont.
Ambos hacíamos cola para despedir al último líder de la Nación Argentina, que
nos había retado públicamente y -desagradecido- nos abandonaba sin un abrazo. Al
Turco Haidar me lo crucé por última vez durante la dictadura, siete años después
de aquel acto,y en la Casa Montonera de la calle Fernández Clausells de Madrid.
En dicha oportunidad yo ya era un guerrillero urbano. Y el Turco se lamentaba
por los caídos en la Contraofensiva Popular. Ese fue mi único e intenso nexo con
los hechos de Trelew. Vaya impronta generacional: Advierto que prácticamente
sólo he referido circunstancias luctuosas.
Nunca fuimos a bailar juntos, nunca salimos de campamento...
Nuestro destino fue pelear. Pero hace siglos que nuestro pueblo lo hace. Y no
por ello deja de parir futuro. Para ese menester pocas cosas resultan tan
imprescindibles como rescatar la memoria de cada gesta para experiencia de los
nuevos luchadores. Casi toda matanza de la historia tuvo sobrevivientes y
relatores. En todos los casos ese relato estuvo atravesado por una subjetividad
gestada al calor del contexto que le tocó en suerte:
La Masacre de José León Suárez -perpetrada por la restauración oligárquica el 9
de junio de 1956 contra un puñado de civiles que conspiraban por el retorno de
la soberanía popular- tuvo su relator en la figura de José Livraga, a quien sus
fusiladores dieron por muerto tras destruirle la mandíbula con un tiro de gracia
que falló. Este militante peronista de base contó con la invalorable
intermediación de un interlocutor de lujo: Rodolfo Jorge Walsh lo convirtió en
la punta del ovillo de esa investigación ficcionalizada que pasaría a la
historia como "Operación Masacre". El hombre de la resistencia peronista y el
mejor escritor argentino se cruzaban así en un momento de la historia en el que
aún se escuchaba el eco de los diez años más felices del pueblo trabajador, y
con una resistencia popular creciente como telón de fondo. El fruto de ese
encuentro sería la invalorable pieza literaria ya aludida, que más tarde pasaría
a la pantalla grande adaptada por otro intelectual orgánico del movimiento
revolucionario, Jorge "Tigre" Cedrón. Livraga murió de viejo, Walsh en combate,
Cedrón asesinado por los hombres del Almirante Massera en París.
La Masacre de Trelew -producida por la marina gorila el 22 de agosto de 1972
como escarmiento al intento de fuga del Penal de Rawson por parte de 19 reclusos
pertenecientes a las organizaciones revolucionarias FAR, ERP, y Montoneros-
contó con el relato a tres voces de Alberto Miguel Camps, y los ya nombrados
María Antonia Berger, y Ricardo René Haidar. Los sobrevivientes contaron en esta
ocasión con el aporte del poeta y periodista Francisco "Paco" Urondo -es decir,
un par- que inmortalizó su testimonio en el imperdible reportaje titulado "La
Patria fusilada", realizado en el Penal de Villa Devoto horas antes de la
amnistía de 1973, dictada por el "Tío" Cámpora. El contexto de tal encuentro fue
acaso el de mayor calidad de los que habré de revisar: Una ofensiva popular que
instaló entre los argentinos ni más ni menos que la expectativa de construir una
versión nacional del socialismo. No es casual, por ende, que los cuatro cuadros
aludidos -sobrevivientes y entrevistador- hayan reincidido en la lucha sin
escarmiento alguno. Y, como se sabe, caído en combate.
La Noche de los Lápices -matanza de militantes de la UES platense llevada a cabo
en la emblemática fecha del 16 de setiembre de 1976 para desmovilizar a una
juventud que venía de conquistar el Boleto Estudiantil Secundario- encontró su
relator en la persona del sobreviviente Pablo Díaz, ex militante nacionalista
alineado en las filas del guevarismo, único secuestrado no-peronista, y
posteriormente legalizado ante el Poder Ejecutivo Nacional. Hacia la
recuperación democrática -y bajo las secuelas del terrorismo ideológico- Díaz es
liberado y revista entre las huestes alfonsinistas colaborando con el Fiscal
Julio César Strassera para el Juicio a las Juntas, en el que su propio relato es
recogido por María Seoane, hoy periodista-estrella del Grupo Clarín. Y después
llevado también al cine por el ubicuo realizador Héctor Olivera, autor de filmes
tan dispares como "La Patagonia Rebelde" (1973) y "Ay Juancito!" (2004). Más
tarde Díaz recorre el país junto al abogado Jorge Baños, como militante del
Movimiento Todos por la Patria, alejándose de dicha fuerza poco antes de que
esta perpetre el sorpresivo e inaudito ataque al Cuartel de La Tablada (donde su
ex compañero de militancia pierde la vida). Desde entonces -y en cada primavera-
las democracias condicionadas que padecemos pagan puntualmente su tributo a los
derechos humanos convirtiéndolo en su niño mimado. Y fomentando un relato de la
historia que no altera sus planes.
Primera conclusión: Cada época cuenta con el relato que es capaz de generar. Y
este es siempre el que sus contemporáneos están dispuestos a escuchar.
Segunda conclusión: Conocer la historia de los pueblos supone pelar todas las
telas de esa gran cebolla que es la memoria colectiva. Y este es un devenir
circular. Mientras sucede, cada pueblo opera sobre su destino como el mar que
orada la roca. Cuando llega a conocer su verdadera historia, suele ocurrir que
ya la ha transformado. Porque nadie llega a ser dueño de su historia sin
adueñarse, en ese mismo acto, de su propio destino.-
También
estuve aquí
Textos poéticos de Jorge Falcone
“Ante la realidad social el artista debe apasionarse.
Cómo se pretende que el poeta cierre los ojos ante los que sufren,
ante la tragedia del hombre oprimido?
Ningún hombre verdadero cree ya en esta zarandaja del arte por el arte.
En este momento dramático del mundo,
el artista debe reír y llorar con su pueblo.
Hay que dejar el ramo de azucenas
y meterse en el fango hasta la cintura
para ayudar a los que buscan azucenas.”
Federico García Lorca
A MANERA DE PRÓLOGO
Canto Hereje (ediciones Baobab, Buenos Aires, 2005) y La Gomera de David
(Editorial Universitaria de La Plata, 2007), son el noveno y décimo poemarios de
Jorge Falcone. Yo sólo conocía Íthaca. Lírica de emergencia (Hombre Nuevo,
Buenos Aires, 2003) y aún conservo un vago recuerdo de unos poemas
mimeografiados, abrumadoramente transparentes, firmes y tiernos, de "un tal
Falcone, compañero y poeta de la 'orga' (1) y, además, hermano de María Claudia"
(2), que me llegaron a mediados de los ‘80. Creo que formaban parte de una obra
llamada Piedra libre para todos los compañeros. Era una época en la que yo aún
dudaba respecto del régimen que más se correspondía con la revolución: si el de
la poesía o el de la ciencia. Con tiempo disipé esas dudas juveniles. Pero una
tarde escapista de domingo, no tuve en cuenta esos antecedentes y asumí la
lectura de los nuevos materiales con la predisposición melindrosa del
degustador. Hice mal, muy mal. En unas pocas horas, sin prorrogas, leí poema
tras poema y libro tras libro. Terminé fagocitado por los textos de Falcone,
exhausto por los destellos rebosantes, las patadas en los huevos y las caricias
más insensatas. Como atado a un péndulo este tipo me hizo viajar, sin estaciones
intermedias, de la angustia (al corroborarme la estructura lógica del mal, el
desastre que acecha), a la felicidad (al confirmarme la estructura ilógica del
bien, por hacer entrar el porvenir en oleadas tenues). Su literatura vapulea con
su vaivén del Averno a la Esperanza, de la Esperanza al Averno, y así, sin
parar... Pero lo principal es que, después del zamarreo, queda claro que la vida
no es un callejón sin salida. Su poesía está siempre abierta a la desmesura de
la utopía. Su poesía se abre de gambas, generosa. Además viene acompañada de
imágenes plásticas afines: Canto Hereje cuenta con los collages de Gabriela
Podestá y el prólogo de Fernando Buen Abad Domínguez. La Gomera de David con los
dibujos de Marcelo Carpita.
Yo considero que estos textos (y las imágenes que los acaban, o mejor: la
imágenes con las que se acaban mutuamente) son audaces como gatos, no saben
apretarse en hileras pálidas, no saben quejarse. Son armas de construcción
masiva. Supongo que eso se debe a que Falcone: 1) gambeteó la decadencia
ideológica y resistió el coleccionismo, la neurosis y la melancolía y ahora
intuye los modos y regímenes futuros de lo mejor de su pasado (y de lo mejor de
su generación, la de los luchadores populares del 70); 2) pateó el bastón de la
burocracia y persistió -alquimista- en los inventos temerarios; 3)conservó la
indiferencia relativa por los "resultados"; 4) siempre trabajó culturalmente en
función del proyecto colectivo que creará el contexto donde la magia funcione
(siendo consciente que todas las Iglesias son hostiles a la magia y a la
herejía); 5) nunca dejó de tener la edad que sueña el harén. Su poesía es
diáfana desde todos los puntos cardinales. Queda muy claro que ha sido
construida y sigue construyéndose como enclave no corrompido para resistir. Por
lo tanto, los de Falcone son textos aptos para leer mientras se espera el deseo.
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