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Presentación - Decir que Imperio es un libro polémico, es quedarse a mitad de camino. Escrito a dos manos por Michael Hardt y Antonio Negri, lo hace conocer Harvard University Press en la primera edición en inglés, en agosto de 2001.
Siete meses después Paidós imprime en Buenos Aires la primera versión en castellano, cuando la obra se había traducidos a más de diez idiomas, era un éxito editorial" y ya existían varias versiones en la web.
"Es el libro mas importante del último decenio" afirmó el The New York Times. Desde ya Imperio, está impregnado por la imagen de Toni Negri, acusado y absuelto de ser el ideólogo de las Brigadas Rojas, que todavía sufre prisión con régimen abierto de libertad vigilada.
Ya se están sumando los comentarios, a favor y en contra de Imperio: el filosofo español Gabriel Albiac escribe "¿Qué es Imperio? Un trabajo académico espectacular, sí. Pero ante todo, una invitación: reiniciar el marxismo desde cero .Y refundamentar una política comunista ajena al socialismo (tanto soviético como socialdemócrata). Con todos los riesgos de la hipérbole: Imperio es el intento de escribir El Capital del siglo XXI."
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En el otro extremo, James Petras, dice "Después de leer Imperio no sorprende que los críticos de Time y del The New York Times hayan aplaudido el libro, alineados con la tontería global generalizada..."
El libro, dicen los autores "puede leerse de muchas maneras: de la primera página hasta la última, de atrás hacia adelante, por partes, saltando de una sección a otra o a través de las diversas correspondencias."
El neoliberalismo se tragó la historia y las ideologías. Para ellos la historia sólo sirve para justificar el presente. El futuro no existe, es la prolongación del presente. Creemos que la discusión sobre Imperio es una forma de escapar de la telaraña que nos ofrece la coyuntura para comenzar a discutir cuales son los verdaderos caminos, ya que la historia no ha muerto y las ideologías gozan de buena salud. (IADE - Dossier IMPERIO)
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Argentina según el autor de
Imperio
"El capital ya no tiene capacidad de dominio"
Revista 3 Puntos,
Bs. As., Argentina, agosto de 2002, entrevista realizada por Verónica Gago y Diego Sztulwark
"La crisis argentina era fácil de prever porque se convirtió en un modelo de
liberalismo. En Argentina se probó la hipótesis neoliberal de la paridad
cambiaria, para instalarla en el modelo global, pero sin ninguna garantía. Esa
paridad a jugado a favor de la exportación de capitales.
Habrá que ver como juegan los obreros, el proletariado, la multitud. Los
argentinos son una población en extremo avanzada. En los salarios, en los
deseos... Era imposible bloquear la presión ascendente de una población así. Los
capitalistas soñaban que los argentinos debían ser pobres para seguir
invirtiendo. Digo pobres antropológicamente hablando, que no lo son. De como se
desarrollo este extraño frente que va desde la clase media a los pobres
dependerá el nuevo contexto."
"Ante todo una aclaración: no se puede leer Imperio como un manifiesto político.
Es un libro de teoría escrito hace casi diez años, en 1994. Fue una tentativa de
definición de lo que estaba sucediendo, que el tiempo confirma. Nada más."
Vayamos al grano, entonces...
"Vayamos. Cuando un proyecto burgués nacional está totalmente en crisis, como es
el caso de Argentina, al punto que se llama a la clase política del capital
mundial para que acuda a salvarlo, se torna evidente que el capitalismo nunca
existió sobre bases nacionales. Es cierto que los estados nacionales han
funcionado como puntos de acumulación, con referencia en los capitales
nacionales. Para los países que no han conocido una estructura feudal y la
consolidación de una aristocracia –y esto vale para todos los países de América
Latina, aunque el colonialismo haya cumplido muchas funciones feudales- el
capitalismo es fundamentalmente mundial. Argentina ha participado desde el
principio en el mercado mundial de las carnes y otras materias primas: el
concepto de mercado mundial funciona desde el comienzo en Argentina. Hoy la
gestión del mercado pretende encaminar a los distintos sectores capitalistas
hacia una renovación que implica su unificación mundial. Pero el capital es
siempre una relación. Solo no es nada. No tiene capacidad de mandar sobre los
explotados."
¿No la tiene?
"No. El capital, en Argentina, no tiene más capacidad de dominio. Aparece como
un comando que ya no encuentra respuesta en sus subordinados. Se presenta como
dualidad: una parte quiere el comando y otra parte que no obedece y construye
una sociedad aparte. Por ejemplo: ¿qué pasaría si la parte que no obedece al
capital tomara el poder del Estado en Argentina? Argentina se quedaría
absolutamente aislada, como le ocurrió a Cuba. Pero no creo que la población
argentina esté dispuesta a una dictadura militar de izquierda, por lo que esto
significaría. El problema, entonces, es sí puede existir la capacidad de
mantenerse fuera –en el imperio, en la unidad capitalista- de la norma del
capitalismo. Y esto sólo puede ocurrir en la medida en que el capital no esté
dispuesto a gastar demasiada plata en represión. Probablemente esto tenga una
importancia central. Solo que los estados nacionales hoy no tienen más la
capacidad de disponer de los ejércitos, de hacer una política financiera o
monetaria cualquiera, ni tampoco una política cultural. Los estados-nación están
completamente aplastados por la presión del capital internacional. Y no hablo de
EE.UU. ni de Europa. Ni siquiera del capital argentino, sino de lo que todo esto
junto hace funcionar."
Sin embargo, la hegemonía de EE. UU parece incuestionable...
"Me resulta muy vulgar pensar que hoy EE.UU. es central, por ejemplo, en la
represión. No es verdad. Se trata del capitalismo internacional. Volviendo al
caso argentino, el problema más grande es, justamente, el de la defensa de los
capitalistas argentinos, el de la reproducción del sistema del capital argentino
en tanto del capitalismo mundial. Es contra ese capitalismo mundial que se debe
luchar, y no contra el capital italiano o argentino. Luego, estoy totalmente
convencido de que el proyecto de Bush, de dominio directo y unidimensional por
parte de EE.UU., es un proyecto destinado al fracaso. Ese proyecto no corre, y
ya comienza a no pasar en los mercados financieros. Incluso la vieja Rusia, por
ahora obligada a aceptar el comando de EE.UU., en brevísimo tiempo pedirá una
participación en el comando mundial sobre el capital. La lucha contra el
terrorismo de Bush es una gran bufonada, al final se revelará como tal. No
encuentro ningún interés en ser simplemente antinorteamericanista. El problema
es el anticapitalismo, que nos abarca a todos en todos los países. Por ejemplo,
en Italia tenemos a Berlusconi, que es más norteamericano que los
norteamericanos."
Con el reemplazo de la noción de imperialismo por la de imperio, ¿no corren el
riesgo de indefinir el sujeto de la dominación?
"Apunto a que EE.UU. no podría existir sin el mecanismo de centralización con
las otras potencias en el plano militar y financiero. Hoy, por ejemplo, la
relación entre dólar, euro y yen es absolutamente central en esta cuestión. La
economía norteamericana podría colapsar de un momento a otro por la sola
decisión del gobierno de Europa o de Japón. Es insensato hablar de EE.UU. como
el enemigo fundamental. Es el enemigo principal, pero en tanto centralización
del capitalismo a nivel mundial. El enemigo es el capital y no EE.UU. Y todas
las veces que se dice que es EE.UU., se dice que un estado específico –Argentina
o Italia- puede ser el lugar donde es posible hacer la revolución. Y esto es una
absoluta falsedad. Hoy la revolución, como mínimo, es posible en grandes
conglomerados regionales. Por eso las luchas tienen que desarrollarse a este
nivel. No sirve construir contrapoder en Argentina si su capacidad de lucha no
deviene, por su forma y por su modalidad, como mínimo inmediatamente regional."
¿Entonces, según Ud. el "contrapoder" no puede desarrollarse a escala nacional?
"No se trata de negar a la nación. Más aún, el programa del imperio es
afirmarla. Su programa es constituir los confines, crear zonas en las que
siempre exista la posibilidad de explotar la fuerza de trabajo de manera
contundente. Por eso, el problema es mundial. Con la destrucción de fronteras
atacamos directamente la capacidad capitalista, impuesta a nivel mundial. Para
hacerlo, la multitud es la forma en que hoy se presenta la clase obrera
mundial."
Contraponer la noción "multitud" al concepto de "pueblo" ¿no impide a los
movimientos sociales hallar referencias históricas y culturales?
"El problema no es nuestro, sino de toda la teoría y la práctica marxista. No
entendieron esta transformación enorme. Me acusan de hablar de multitud, de
lograr darle un nombre a lo nuevo. Y ellos, que vivieron este proceso de cambio,
solo lograron transformarse en corporativos y reaccionarios. Me acusan de ser
genérico. Es cierto, la multitud es genérica! Y se trata d construir esa
genericidad, que no es construir un nuevo ideal burocrático o una nueva
ideología, sino hacer precisamente lo que se está haciendo en Argentina: crear
la multitud a través de un contrapoder, a través del ejercicio continuo de la
conciencia y de prácticas de vida que no dejan posibilidad de volver atrás.
Claro que esto es muy difícil y trae muchos problemas. Es evidente que la
democracia a nivel mundial no existe más. Vivimos en un estado de totalitarismo
generalizado. Debemos entender como reencontrar las causas de fondo de una
alternativa democrática de conciencia, de cultura, de vida..."
¿El movimiento antiglobalización tiene un pensamiento sobre las instituciones?
"El movimiento antiglobalización no es la solución a todos los problemas, pero
por lo menos establece una red mundial de movimientos. Y no tengo problema de
ser tildado de reformista por lo que voy a decir. El problema no es construir
una línea política por medio de la participación en las instituciones. La
cuestión es crear una línea de éxodo del capitalismo que también utilice a las
instituciones. Toda experiencia de construcción está ligada a las instituciones.
La relación lucha-instituciones es imbricada, ambas están pegadas como la piel
al cuerpo. Se trata de focalizar todas las cosas que están sucediendo a nivel
mundial. Lo importante es dejar de decirnos que si se obtienen tres diputados
más, ganamos."
En Imperio se muestran optimistas ante el "espacio global" producido por la
mundialización del capital contra los estados-nación. ¿Existe un "contrapoder"
sin territorio?
"El contrapoder es siempre territorial. Pero el problema no es decir "el
contrapoder tenemos que hacerlo a nivel mundial". Eso no existe. El contrapoder
se hace aquí, en un lugar, pero no puede continuar, resistir ni desarrollarse si
no se abre, si no hay otros que te acompañen. Porque los otros son potentes, son
duros, te matan. La lucha entre la vida y la muerte es fundamental. Se debe
imponer el poder de la vida. Y el poder de la vida nace en un lugar pero se
expande, es libre. El neoliberalismo, cuando se impuso a mediados de los '70,
tocó todos estos niveles. La educación se privatiza, los hospitales se
privatizan, la gestión del nacimiento y la muerte se privatizan. Pero es de
todas maneras el poder del Estado, que está detrás de todo esto, que garantiza
tanto lo público como lo privado, que garantiza esta forma d comunidad profunda.
Es sobre este terreno –el de la comunicación y el antagonismo, que es
completamente material y corpóreo- que hay que proponer una alternativa."
¿Ve a esa alternativa como una tendencia?
"Miremos la función de la moneda. Lo que hoy se intercambia en los mercados
financieros ya no son más las empresas, sino algo que tiene que ver con la
posibilidad de algún tipo de consumo, de una cierta hipótesis productiva. En
otras palabras, lo biopolítico está atado, inclusive, a intentar recuperar
algunas formas de utopías. Por eso es importante que las formas de la moneda se
singularicen, y es formidable que este tipo de singularización se repita a nivel
de base. Así nos encontramos con la moneda-trueque, que se dá con fuerza en
Argentina."
¿El trueque es una forma de "contrapoder"?
"Hay que lograr establecer formas de contrapoder organizadas e irreversibles.
Tenemos que hacer un éxodo material de este tipo. Pero este éxodo exige un
proyecto de futuro, tener los recursos monetarios que por un lado consolidan la
posibilidad de intercambiar un sándwich por un servicio de peluquería y, por
otro, nos permita construir una sociedad nueva"
Se viene Imperio II
La novedad es que H&N están escribiendo la segunda parte de Imperio, que
avanzará sobre el más conflictivo de los temas: la guerra, que será el vértice
de su primer capítulo. El segundo estará dedicado a desarrollar la teoría de la
"multitud". Y el tercero apuntará a definir que es hoy la democracia a nivel
mundial.
"El problema de la guerra es muy complicado. Ya decíamos en Imperio que las
intervenciones militares actuales son intervenciones policiales. Pero no
intervienen solo los norteamericanos: es EE.UU. más el G8. No se trata solo de
la fuerza militar estadounidense, sino que además está la información que le dan
los otros países, más la penetración singular, policíaca"
En su libro, Uds. plantean la guerra en el Imperio como un fenómeno de control
social...
"Sí. Y además, como ejercicio del comando capitalista sobre el Imperio. Usamos
la metáfora de las matrushkas rusas, una dentro de la otra. En este sentido, la
guerra s cualquier cosa que se pone en continuidad con el control de la
disciplina, cualquier cosa que se articula con el biopoder. La guerra es, desde
este punto de vista, un poder constituyente. No es solo lo que destruye. La
guerra es una gran acción de policía: ordena, pone límites y jerarquías,
construye tribunales, distribuye a los hombres y mujeres que van a pelear,
organiza el territorio, determina la continuidad y la discontinuidad. Es una
relación económica, social y política."
¿Cuáles fueron las principales transformaciones de la guerra en los últimos
años?
"La guerra, en la última década, tuvo dos fases a nivel teórico: primero estuvo
la revolución militar que estableció, una vez caído el enemigo, una estrategia
sobre todo nuclear, fundada en el control general del territorio y en una
movilidad de las fuerzas armadas, en la reestructuración de los ejércitos, en la
división de las tropas en grupos de 6.000 hombres que pueden estar sobre barcos
o en helicópteros. La segunda fase tiene que ver con la guerra de redes, una
cuestión que empezó el 11 de setiembre"
¿De qué se trata?
"El estado-nación desapareció de la consideración estratégica. La única cosa que
le interesa al estratega para la represión son las redes. Indymedia es más
importante que Afganistán. Y Al Qaeda es más importante que cualquier otro
ejército, porque es una red con capacidad financiera, de coordinación y de
reproducción interna. Lo que Argentina nos enseña, en este sentido, es que es un
enorme movimiento social, económico, de construcción de conciencia, que puede
desarrollarse todo en uno. Ahora, el problema pasa por como consolidarlo en
cuanto resistencia, pero no en un sentido puntual, sino ontológico."
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"El G-8 es una caricatura; la globalización exige una participación de
todos"
Por Gabriel Albiac
Junto con el profesor de la Universidad de Duke Michael Hardt, Negri se ha lanzado a la tarea de reiniciar el pensamiento comunista desde cero. El resultado es Empire, un libro calificado ya como el más importante del último decenio. Negri aboga, durante esta entrevista, por salir de la vieja concepción marxista-leninista del imperialismo.
ROMA.- Empire (Imperio) es probablemente el éxito editorial más extraño de las dos últimas décadas en Estados Unidos. Que el New York Times califique como el más importante del último decenio este libro revolucionario, redactado por un joven profesor de la Universidad de Duke (Michael Hardt) y un pensador marxista, criminalizado y casi borrado del horizonte italiano (Antonio Negri), es ya notable. Que la edición se haya agotado de inmediato y que traducciones a más de 10 lenguas estén disponibles, da cuenta de hasta qué punto Imperio apunta en la diana exacta de las preocupaciones de un mundo estupefacto ante sus propias mutaciones.
¿Qué es Imperio? Un trabajo académico espectacular, sí. Pero, ante todo, un envite: reiniciar el marxismo desde cero. Y refundamentar una política comunista ajena al socialismo (tanto el soviético como el socialdemócrata). Con todos los riesgos de la hipérbole: Empire es el intento de escribir El Capital del siglo XXI. Las últimas veces que charlé con mi viejo amigo Toni Negri en la ciudad de Roma, la conversación había de ser interrumpida por su retorno nocturno a la cárcel de Rebibbia. Hace menos de dos meses que ese brutal recordatorio de los años de plomo se ha roto. Aun cuando su situación penal sigue siendo
la de
"libertad vigilada".
- Imperio. No imperialismo. Toda la reinvención del marxismo, que 'Empire' trata de acometer, gira en torno a este matiz.
- Es un envite esencial. Hay que salir de lo que ha sido la vieja concepción marxista-leninista, conforme a la cual el imperialismo es la expansión del capitalismo nacional hacia espacios mundiales, que crea una jerarquía a través de la centralidad de las grandes potencias. Todo eso es un marco periclitado. El Estado nación no es ya el sujeto del desarrollo mundial capitalista. El mercado global es una realidad, en la cual las naciones van a diluirse. No estamos diciendo que el Estado nación ya no exista, pero sí que se da una transferencia esencial de su soberanía.
- Esta tesis de la desmaterialización del sujeto del dominio prolonga lo que escribía usted en los 80 acerca del primado de la mercancía inmaterial.
- Insistimos mucho, en este libro, acerca de esta relación entre la reorganización de la producción a nivel mundial y la forma del mando que se ejerce sobre ella. Cada vez más, los elementos que están ligados a la circulación de mercancías y servicios inmateriales, a los problemas de la reproducción de la vida, pasan a ser centrales. Un poder que intente seguir ese contexto vital debe adecuarse a ello. Todo ello concierne más a la forma del mando que al lugar desde el cual se ejerce. Pensamos que no hay un lugar de centralización del imperio, que es preciso hablar de un no lugar. No decimos que Washington no sea importante: Washington posee la bomba. Nueva York posee el dólar. Los Angeles posee el lenguaje y la forma de la comunicación. Pero los lugares del mando lo atraviesan todo, allá donde hay nuevas jerarquías y nuevas formas de explotación.
- Escribe usted que "el imperio no está en América, ni en Wall Street, ni en Washington, ni en Nueva York, está por todas partes, en red, se reproduce en el orden global". Eso lo diferencia del antiamericanismo de los antiglobalizadores.
- Estamos de acuerdo en lo que concierne a las grandes potencias. El G-8 es una caricatura. Que no haya lugar no significa que no haya una genealogía del poder. ¿Cuál? Nosotros pensamos que ese poder está construido como una aristocracia -productiva y mercantil-, que domina el planeta. Estoy convencido de que la globalización exige una participación de todos los
patronos en función del capital colectivo; si no se plantea así, se cae en una simple defensa del país-nación. No creo que suceda con la mayor parte de los movimientos antiglobalización, pero sí con algunos.
- En 'Empire', plantean ustedes el problema al revés, al afirmar que "contra todos los moralismos y las posturas del resentimiento y la nostalgia, debemos decir que estos nuevos terrenos imperiales proveen mayores posibilidades de creación y liberación".
- Sí, no tiene sentido soñar una marcha atrás. El imperio configura la nueva realidad a partir de la cual es preciso plantearse las formas de lucha contra el capital y el capitalismo global. Esto es extraordinariamente importante. Para comprender bien las cosas, tal vez sea necesario dar un paso atrás y un paso adelante. El paso atrás es la situación en la cual nos hallamos hoy: una situación determinada por las luchas a nivel central y a nivel del Tercer Mundo. Las luchas obreras en el centro y las luchas anticoloniales en la periferia horadaron, en los años sesenta, el poder del Estado nación y fueron una gran fuerza de ruptura. La
determinación capitalista, llegados a ese punto, produjo un salto, una reorganización de los espacios de mando y de las técnicas generales a aplicar. El paso atrás es éste: la creación del mundo global, del mundo de la globalización, es el resultado de un proceso de lucha; la derrota de las luchas obreras, al igual que las del Tercer Mundo, es una derrota que, sin embargo, dejó una enorme precariedad en el mando del capital. Ahí se planteó la gran dificultad: salir del modelo nacional del mando
capitalista; salir del modelo moderno.
- ¿No tiene usted la impresión de ver reaparecer en ese movimiento antiglobalización elementos de "utopía negativa", de esa mitológica añoranza de un pasado imaginario, un poco a la manera de los obreros que, en el siglo XIX, llamaban a destruir las "diabólicas" máquinas, para volver al bello tiempo del artesanado premaquínico?
- No sé. Yo tengo una visión más abierta. Sin negar que, desde luego, esos son elementos absolutamente negativos. Pero hay que comprender que salimos de una veintena de años de desierto. Y esta reconstrucción de un movimiento de tal intensidad nos hace pensar en los preludios de las otras épocas de grandes cambios. Estamos en un momento en el cual se atisba la apertura de un ciclo de luchas. Las llamamos proletarias, no en el significado original de la palabra, sino refiriéndolas a gentes que viven, en mayor o menor medida, en situación de pobreza. Pero que, también, por otro lado, incluyen la emergencia de potencias intelectuales: la fuerza de trabajo, hoy, se ha convertido en una fuerza intelectual, inmaterial confrontada a una pobreza real.
- La hipótesis de lucha que atraviesa 'Empire' está marcada por lo que ustedes definen como la presencia del Tercer Mundo en el corazón mismo del Primero. La geografía del poder se habría disuelto.
- Hemos insistido mucho sobre eso y creo que hemos llegado a un cierto nivel de demostración. Las elites del Tercer Mundo poscolonial son elites cada vez más integradas al mercado mundial. Dicho en tono de broma: si tienes el dinero para enviar a tus hijos a estudiar a Harvard e invertir en Wall Street, aunque vivas en Africa Central o en China o en Rusia, eres parte del Primer Mundo. Como contrapartida, el Tercer Mundo nos lo encontramos en las periferias de todas las grandes ciudades del planeta y, sobre todo, en los movimientos de población. Hemos insistido mucho sobre esta catástrofe demográfica, sobre estos éxodos bíblicos que se dan hoy en la reorganización del mundo. Y esta reorganización abole, cada vez más, la distinción entre Primer y Tercer Mundo. El Segundo se ha suicidado.
- ¿No hay un cierto milenarismo en la suposición de que esta masa migratoria vehicule la potencia revolucionaria o, en todo caso, renovadora? ¿No podría, al menos en teoría, producirse la hipótesis contraria: una regresión ideológica, política, religiosa incluso, extremadamente arcaizante?
- Bueno, nosotros no decimos que esos movimientos migratorios sean una fuerza revolucionaria.
- Pero sí, que son una potencia de destrucción de lo establecido.
- Eso sí. Porque son portadores de contradicciones extremadamente fuertes y, por tanto, portadores de potencia nueva. El segundo volumen de Empire, que estamos preparando, se centrará precisamente sobre los problemas de organización a través de las metamorfosis, la definición de las nuevas potencias. Hay que subrayar algo importante. A medida que la producción se
transforma en producción intelectual, inmaterial, las relaciones entre el trabajo y sus expresiones se hacen inmediatas: no se precisa ya de nadie que proporcione instrumentos de trabajo, cada cual lleva consigo, en esa migración, su cerebro, que es el instrumento. El poder capitalista estaba casi siempre basado sobre el anticipo de los medios; hoy, ese proceso se hace cada vez menos importante. A partir de ahí, incluso la espontaneidad debe ser replanteada en términos nuevos. Jamás he estado de acuerdo con un espontaneísmo que mitificase la conciencia de clase, pero hoy las cosas han cambiado por completo. La relación entre saber hacer, fuerza de trabajo, conciencia e imaginación es inmediata. Otro argumento: la política se convierte, cada vez más, en biopolítica. Lo investido por el imperio y el proceso de globalización son las formas mismas de la vida, los estilos de vida. Y esas formas de vida pasan a ser fundamentales, incluso para valorizar la producción. Cuando decimos que los instrumentos de trabajo se forman más bien a través la cooperación que a través del anticipo de medios o de dinero por parte del capital, estamos diciendo cosas de una extraordinaria trascendencia. Decir, por ejemplo, que la cohesión social,
las relaciones sociales son lo más importante -y no desde un punto de vista político, sino productivo-, que la cooperación lingüística pasa a ser esencial en la creación de valor. En suma: la vida, sus lenguajes, sus formas pasan al primer plano. Eso es la inmediatez de lo político, el renacimiento de lo político.
- Frente a esa irrupción difusa de lo político en la vida, la política institucional se degrada. "La corrupción" -tal y como escribe usted- "ha tomado el lugar de la democracia".
- A medida que las viejas formas del Estado van desapareciendo y una gobernación continua, sin límites, va desarrollándose, la legalidad estatal del Estado nación deja de existir, el comercio internacional es dominado por la lex mercatoria, es decir, por los acuerdos entre las empresas. En resumen, nos hallamos en una situación en la cual, el contrato entre grandes empresas es fundamento de Derecho, fuente de Derecho. La corrupción pasa a ser la forma en la cual la vida se desarrolla. No se puede denunciar la existencia de contaminaciones o interferencias mafiosas. En realidad, las formas más elegantes del ejercicio del poder tienen escasísimas diferencias con eso. El verdadero problema es el de comprender cuáles son las dificultades de construcción de un nuevo Derecho consensual real.
- Desde final de la década de los 80, el pensamiento de matriz revolucionaria se extinguía en un callejón sin salida. El primer atractivo de su libro ha sido replantear conceptos vetados durante una década y media: revolución, comunismo... Y reivindicarlos. ¿Qué quiere decir hoy, para ustedes, "ser comunista"?
- Dos o tres cosas importantes. Por un lado, el fin de la explotación, de esta explotación que, cada vez en mayor medida, ha pasado a ser algo que atraviesa los intercambios más abstractos. El final del socialismo real y de las prácticas burocráticas del socialismo no ha venido acompañado por el fin de la explotación. Sin embargo, la potencialidad del trabajo ha sufrido una transformación extraordinaria. Somos comunistas, hoy, desde nuestra consideración de que se puede liberar el trabajo. Estamos convencidos de que el trabajo sigue siendo todavía el elemento fundamental, a través de esas transformaciones que hemos sido los primeros en analizar desde hace dos o tres décadas. Nuestra apuesta comunista es hoy: a favor del trabajo,
contra la explotación. Mi comunismo es la vida contra la explotación.
Fuente: El Mundo, España, AÑO XIII, NUMERO 4251
Debate entre Naomi Klein y Toni Negri en Italia
2002
¿Bajar a las bases o desobedecer?
Una video-conferencia permitió que Naomi Klein y Toni Negri intercambiaran sus puntos de vista sobre cómo sigue la lucha antiglobal, más allá de los diagnósticos. También que se pronuncie una crítica profunda a los partidos de izquierda, cuya síntesis se traduce en el reclamo final de Klein: ¡Por favor, no nos traicionen otra vez! El debate se llevó a cabo en Padova, Italia, el miércoles 17 de julio, a las 9 pm y duró hasta las 23, hora en la que Negri tuvo que retirarse para cumplir con su arresto domiciliario. El punto de partida fue la situación argentina.
¿"Pelear con acciones directas y no simbólicas" como quiere Naomi Klein u "organizar el éxodo del nuevo poder soberano que gobierna la tierra para intentar construir un nuevo mundo posible", como propone Toni Negri?
Esta es la gran pregunta, el duro desafío que atraviesa hoy el movimiento de los movimientos. ¿Bajar a las bases o desobedecer?
La canadiense de vanguardia cuyo libro No logo es la biblia de los movimientos antiglobales y el profesor universitario que trazó una vista panorámica del poder actual en su ensayo Imperio, sostuvieron un debate a la altura de los tiempos. Negri en vivo, Klein desde la pantalla. Fue una vídeo conferencia en la que participaron 3000 personas convocadas por el festival Radio Sherwood, organizado por el movimientos de los Autónomos de Pádova. El debate comenzó a las 9 de la noche y debió terminar a las 11, cuando Negri tuvo que regresar a la casa de su hermana, donde está ahora cumpliendo régimen de libertad vigilada, inculpado de apoyo al terrorismo urbano en la década del 80.
Aquí reproducimos una síntesis:
Naomi Klein: Después de una año de grandes luchas globales, percibo con claridad que un ciclo se cerró y que es necesario abrir una nueva fase. Estuve recientemente en Argentina, donde estoy montando un vídeo sobre la resistencia en Buenos Aires. Allí están sucediendo hechos de violencia inaudita, y no es el único lugar en el mundo. Continúan las violaciones a los derechos humanos y se asesina sin pudor. Y sin embargo en el mundo nadie hable de la violencia desatada donde han muerto dos piqueteros. Nadie olvida aquí el nombre de la víctima de Génova -"se refiere a Carlo Giuliani asesinado en la manifestación contra la G8 el año pasado-, pero ninguna conoce el nombre de los jóvenes asesinados por la policía pocas semanas atrás, ni mucho menos de los 27 muertos en los últimos tiempos en Argentina.
Toni Negri. Me impacta mucho la gran madurez de Klein para captar el momento. Pero perdón, no termino de entender si es americana o canadiense. (Le dicen que es canadiense, él asiente con la cabeza y sigue su discurso).
En efecto, debemos reconocer que es necesario moverse sobre el terreno de la globalización. Porque el estado nación, aquel tradicional, aquel que fabricaba dinero y armaba al ejércitos, ya está muerto. Y hoy se está materializando el imperio: En los últimos decenios, con el fin de los regímenes coloniales y la caída de la URSS, asistimos a una irresistible e irreversible globalización del intercambio económico y cultural. Junto al mercado global y a los circuitos globales de la producción surgió un nuevo orden global, una nueva lógica y una nueva estructura de poder: una nueva forma de soberanía. Ahora el imperio es el nuevo sujeto político que regula los intercambios mundiales, el poder soberano que gobierna al mundo.
Klein: Creo que ya pasó el tiempo en el que podíamos conformarnos con manifestar fuera de la cumbre de los jefes de estado y de organizar las manifestaciones que no fueron otra cosa que parodias. Sé que aunque entre nosotros existe todavía quien cree que está participando en una revolución en miniatura y piensa que el objetivo es llevar a la calle la mayor cantidad de gente posible. Pero no es así. La debilidad del movimiento está en el hecho de que funciona bien para organizar las iniciativas de protestas, pero no alcanza para llevar adelante las iniciativas comunes que son urgentes. Lo que no conseguimos hacer es mover a nuestra comunidad hacia los objetivos concretos.
Negri: Debemos entender que todo ha cambiado. El viejo estado nación que atropelló a la ciudadanía y que daba repugnancia con su concepto de patria es una gran infamia, ese concepto de nación es una gran vergüenza, dejó el lugar a una situación trágica y pesada, donde se está construyendo una nueva forma de soberanía global, donde los poderosos están peleando para decidir quién gobernará sobre el imperio. Es el momento en el que la guerra comienza a funcionar como forma de legitimación del Imperio. Tomemos como ejemplo el gobierno de Estados Unidos: quiere legitimar el poder a través de la guerra, un poder de policía mundial que necesita un régimen de guerra infinita. Contra esta legitimación bélica del poder es que debemos luchar, inventando nuevas formas de lucha anticapitalista. No son tanto los gobiernos particulares a los que hay que presentar batalla, terminemos de una vez con las fronteras. Debemos desarrollar una idea de una lucha más amplia, poniendo juntas la fuerzas de todos los países que se oponen al nuevo orden global.
Klein: Las grandes manifestaciones de protesta ya no alcanzan. Creo que llegamos al momento de pasar a la acción concreta, de hacer acciones directas y no más solamente simbólicas. Volver a producir efectos prácticos e inmediatos sobre la vida de la población. Como ocupar las tierras, conectar la luz a las casas que no tienen, requisar medicinas y alimentos para todos, liberar a los inmigrantes de los centros de acogidas, como sucedió en el desierto de Australia.
Negri: Los nuevos patrones del mundo pusieron la guerra en nuestra vida. Pero nosotros no queremos la guerra, no nos interesa, la refutamos, y no queremos ni siquiera responder con otra guerra. Por eso seremos desobedientes y organizaremos el éxodo de todo esto, haremos como los primeros cristianos que se negaron al Imperio. Provocaremos la deserción para vaciar este mundo y que no haya ninguna persona más que se pueda sentir fuera.
Klein: Al movimiento le sirven las nuevas raíces, la nueva idea de internacionalismo y un fuerte empujón antifundamentalista. Se necesitaría pensar en crear una suerte de asamblea constituyente para el movimiento y abrir un segundo ciclo de luchas contra los que quieren imponer la guerra global permanente. No se puede pensar, en el nuevo orden global, en seguir aceptando el trazado de un mundo que deja fuera del bienestar mundial a semejante porción de la población. Pero para hacer esto, no hay reglas ni modelos a seguir. Hay que inventar cualquier cosa nueva, salir de los esquemas preconcebidos y de las experiencias nefastas del pasado, como aquéllas de matriz marxista-leninista, prisioneras de las ideologías rígidas y viejas de hace cincuenta años, que siempre pensaron en la gente solo para usarla para sus propios fines e intereses, y que se montaron en las protestas sólo para justificar su propia existencia.
Negri: La izquierda se arruinó sola. Los mismos sindicatos fueron los que desmontaron la fuerza de clase que nosotros habíamos construido con nuestras luchas operarias e intelectuales en el 68. Y ahora encontramos un cuadro mundial en el que todas las reglas que habíamos querido conquistar se han roto, como las de la representación y las de la organización política y sindical, y hasta la de la distribución de la riqueza. Todo entró en crisis. Ahora sería importante empezar a pensar qué sería una nueva izquierda, e imaginar construir juntos el éxodo de esto mundo de guerra, que no quiere decir escapar, sino proyectar una nueva realidad en la que una persona no tenga que avergonzarse de ser comunista. Si quieren formar parte de este cambio hasta los comunistas pueden sumarse a nosotros pero comencemos a trabajar juntos para construir el éxodo hacia un mundo posible. ¡Y por favor, no nos traicionen otra vez!
Klein: Pienso que es mejor combatir las nuevas estructuras que el orden global está imponiendo que quedarse en las ciudades haciendo pequeños encuentros entre nosotros. Pelear con acciones directas y no simbólicas
Fuente: La Fogata
¿Qué hacer hoy con el Qué hacer de Lenin?
Es decir: el cuerpo del General Intellect
Por Antonio Negri
"El punto débil de la cadena imperialista está allí donde la clase
trabajadora es más fuerte"
(Operarios y capital, "Lenín en Inglaterra", M. Tronti, 1964)
1. La cara biopolítica del leninismo
"Hablar de Lenín es hablar de la conquista del poder. No vale la pena colocar en
otro horizonte su pensamiento o la acción, ya se la exalte o se la critique: la
conquista del poder es el único tema leninista". Así rinde homenaje a Lenín la
ciencia política occidental, exaltando paradójicamente la "sombría grandeza"...
¿Acaso Hitler y Mussolini no soñaron ser Lenín? Como sea, al finalizar las
guerras civiles del siglo XX, a Lenín, el vencedor de octubre de 1917, el hombre
de decisiones intempestivas e inquebrantable firmeza, le ha sido concedido el
reconocimiento de la ciencia política burguesa.
Y es un reconocimiento a disgusto.
¿Qué es, efectivamente, la "toma del poder" para el marxismo revolucionario?
Para el movimiento obrero del ochocientos y novecientos, y para el movimiento
comunista, no hay "toma del poder" que no esté asociada a la "extinción del
Estado". Y Lenín no es una excepción. Su extraordinaria aventura está ligada a
ese proyecto. Baste esto para poner mil millas de distancia entre lo que Lenín
hizo y la ambigua exaltación que la ciencia política burguesa ni hace. Es verdad
que la obra de Lenín tuvo éxito a medias: conquistó el poder pero no destruyó al
Estado. Aquel Estado que debía descomponerse resultó de tal fortaleza y
ferocidad para disolverse, que eliminó de generaciones enteras de comunistas
toda esperanza de enlazar la toma del poder con la disolución del Estado. Sin
embargo, la cuestión permanece... Volver a hablar de Lenín significa preguntarse
nuevamente si es posible retomar el camino que, al mismo tiempo que subvierte el
orden estatal de las cosas existentes e inventa un mundo de libertad e igualdad,
destruye el arco metafísico del mundo, ya sea como principio de autoridad o como
dispositivo de explotación social, la jerarquía política y el comando
productivo.
Planteado así el problema, añadimos otra nota, referida al reconocimiento de que
el poder capitalista es indistinguible del comando estatal y la estructura
social para la explotación, y que la revolución, cuando sea comunista, ataca y
destruye a ambos. Y que, para Lenín (como en general para el marxismo
revolucionario), la lucha comunista es biopolítica. Lo es porque involucra todo
aspecto de la vida, y, sobre todo, porque la voluntad política revolucionaria de
los comunistas ataca al bios, lo critica, lo construye, lo transforma. Lenín
lleva a la ciencia política fuera de toda simplificación idealista, de toda idea
de "razón de Estado", de toda ilusión de definición de lo político en términos
burocráticos o decisionísticos. Pero aún más radicalmente: de toda separación de
lo político de lo social y lo humano. En el terreno del pensamiento político,
Lenín comienza liberando el análisis del Estado de la teoría de la forma de
gobierno (aquella antigua, siempre repetida y siempre mistificadora); propone
por ello el análisis de lo político fuera de las hipótesis ingenuas de reflejo
de las formas económicas, y hace esto liberándose tanto de las pulsiones
milenaristas como de las utopías laicas que, en referencia a una hipótesis de
revolución, podrían confundir la mirada. Contrariamente, él mezcla, hibridiza,
desbarata, revoluciona una y otra teoría: aquello que siempre deberá vencer es
la voluntad política proletaria, en la cual cuerpo y razón, vida y pasión,
rebelión y proyecto pueden constituirse en sujeto biopolítico- el sujeto "clase
obrera", su "vanguardia", el alma del proletariado en su cuerpo.
Rosa Luxemburgo, tan lejana de Lenín en muchos aspectos, se halla aquí, en el
carácter biopolítico del proyecto comunista, muy cercana. Por diversas vías, la
curva de Luxemburgo y la recta de Lenín se cruzan, al asumir la vida de las
masas y la articulación integral de sus necesidades como un potencial físico,
corpóreo, que sólo puede dar base y contenido a la abstracción y a la violencia
de la intelectualidad revolucionaria. Es misterioso este desarrollo de la
ontología política del comunismo: pero muy real- muestra, con la cara
biopolítica, la extraordinaria modernidad del pensamiento comunista, en la
plenitud corpórea de la libertad que expresa y desea. Lenín se halla aquí
dentro, en este materialismo de los cuerpos que se liberan, en la materialidad
de la vida que mediante (y sólo mediante) la revolución, puede renovarse. Lenín
es la invención revolucionaria de un cuerpo, no la apología de la autonomía de
lo político.
2. Lenín más allá de Lenín.
¿Qué significa (hoy, no ayer ni hace un siglo) explotación y lucha contra la
explotación? ¿Qué es hoy aquel cuerpo que se revolucionó en las aventuras y las
guerras civiles del siglo XX? ¿Qué es el nuevo cuerpo de la lucha comunista?
Ya a principios de los años ’60 (y luego con intensidad cada vez mayor) esta
pregunta se instalaba en primer plano. Sin grandes posibilidades de ser
respondida, pero con la convicción que, sobre esta cuestión, Lenín no sólo era
interrogado con exegética fidelidad sino también repropuesto- como suele
decirse- "más allá de Lenín".
El primer problema fue preservar el sentido del leninismo dentro de las
transformaciones de la realidad productiva, de las relaciones de poder que las
caracterizan y de las mutaciones del sujeto. Un segundo problema, derivado del
primero, fue el de restituir al leninismo (es decir, la necesidad de
organización para la revolución anticapitalista y la destrucción del Estado)
adecuándolo a la actual consistencia de la realidad productiva y a la nueva
insistencia de los sujetos. Esto significa, por lo tanto, preguntarse cómo será
posible la conquista del poder y la extinción del Estado en un período histórico
que muestra (anticipando un tema crucial) la hegemonía del capital sobre el
General Intellect.
Todo ha cambiado. Respecto de lo que Lenín vio y teorizó, la producción y el
comando chocan hoy con una nueva composición técnica y política de la fuerza de
trabajo. La experiencia de su explotación está transformada completamente. La
naturaleza del trabajo productivo es hoy, en efecto, fundamentalmente
inmaterial, mientras que la cooperación productiva es enteramente social: de
aquí viene que el trabajo es coextensivo a la vida y la cooperación lo es a la
multitud. Es por consiguiente en la sociedad (y ya no más, sólo en la fábrica)
donde el trabajo tiende redes productivas, capaces de innovar el mundo de las
mercancías, poniendo en acción al conjunto de los deseos racionales y afectivos
del hombre. La explotación se determina en la misma extensión. Fin que atañe a
la composición técnica. Y la cuestión es repropuesta por la composición política
de la nueva fuerza de trabajo, ya que ella (calificada por la incorporación de
utensilios: en el trabajo inmaterial el utensilio es el cerebro) se presenta en
el mercado con la mayor movilidad (que es también éxodo de las formas
disciplinarias del poder capitalista) y con la más alta flexibilidad- que es
también autonomía política, búsqueda de autovalorización, rechazo de la
representación. ¿Cómo poner al leninismo dentro de estas nuevas condiciones de
la fuerza de trabajo? ¿Cómo transformar éxodo y autovalorización del trabajador
inmaterial en una nueva lucha de clases, en deseo organizado de apropiación de
la riqueza social y liberación de la subjetividad? ¿Cómo enlazar una realidad
diversa con el proyecto estratégico del comunismo? ¿Cómo innovar lo antiguo en
una apertura radical a lo nuevo, que sea también un "retorno a los orígenes", al
leninismo- tal como Maquiavelo exigía de toda revolución verdadera?
Marx estaba asociado a una fenomenología "manufacturera" del trabajo industrial:
de allí resultó una concepción fundamental autogestionaria del partido y de la
dictadura social del proletariado. Lenín está asociado desde el principio a una
perspectiva vanguardista del partido que- antes que la Revolución- anticipa en
Rusia el pasaje de la manufactura a la "gran industria", y por ello instala como
tarea estratégica el gobierno de aquella. Tanto para Marx como para Lenín, la
relación entre composición técnica del proletariado y estrategia política se
llama "Comuna" o "partido comunista"- y es la "Comuna" o el "Partido" los que
efectúan el reconocimiento de la realidad y proponen una plena circulación entre
estrategia política (subversiva) y organización (biopolítica) de las masas. El
partido es motor de producción de subjetividad- o, mejor dicho, es el utensilio
para la producción de subjetividad subversiva.
Nuestra pregunta es: ¿qué producción de subjetividad para la toma del poder,
hoy, por parte del proletariado inmaterial? Dicho en otros términos, el discurso
puede formularse de este modo: si hoy el contexto de la producción está
constituido por la cooperación social del trabajo inmaterial, es todo esto que
llamamos General Intellect - ¿cómo será posible construir el cuerpo subversivo
del intelecto general, haciendo de la organización comunista la palanca, el
punto de generación de la nueva corporeidad revolucionaria, la base potente de
producción de subjetividad? Así, por lo tanto, entramos en "Lenín más allá de
Lenín".
3. El cuerpo subversivo del General Intellect.
No se puede entrar en este tema como si fuese un paréntesis. Pero como a veces
sucede en la argumentación socrática, un paréntesis puede evidenciar el
concepto. Hay en los Grundrisse de Marx un famoso capítulo titulado "Capítulo
sobre las Máquinas": allí Marx parece construir una "historia natural" (es
decir, lineal, continua, necesaria) del capital hacia el intelecto general...El
intelecto general es producto del desarrollo capitalista...Conclusión ambigua
para nosotros y también para Lenín (que evidentemente no podía conocer los
Grundrisse, pero poseía aquella lógica de ruptura que exalta el pensamiento
marxiano tornando imposible toda continuidad natural del desarrollo
capitalista). En efecto, junto a las ilusiones objetivistas que con frecuencia
se insinúan en la crítica de la economía política, también para Marx las cosas
eran así: el desarrollo que genera al General Intellect es, en efecto, para él
un proceso de ningún modo natural: por una parte está lleno de vida (la fuerza
vital – toda- de la producción y la reproducción, el contexto biopolítico de la
sociedad capitalista); y, por otra parte, este proceso es potencialmente
contradictorio (el General Intellect, efectivamente, no es sólo el producto de
la lucha contra el trabajo asalariado, sino también la representación de aquella
tendencia antropológica que se representa en el rechazo del trabajo: es, en fin,
el resultado- revolucionado- de la caída tendencial de la tasa de ganancia
capitalista).
De hecho, estamos aquí por completo en situación biopolítica. Esto es lo que une
al Marx del General Intellect con Lenín y con nosotros: es el hecho de ser todos
actores, mujeres y hombres, de aquel mundo de la producción que constituye la
vida – de ser la carne del desarrollo. Es esta realidad del desarrollo
capitalista, esta su nueva carne, donde la potencia del saber se entremezcla
inseparablemente con la de la producción, y la actividad científica – del modo
más singular y armónica- a las pasiones: pues bien, este bios (o, mejor, esta
realidad biopolítica que caracteriza a la revolución industrial post ’68) es al
que algunos autores y maestros (que se proclamaron comunistas cuando la noche se
tornó más oscura) llamaron CsO. Cuerpo sin Órganos. Yo sigo llamando carne a
todo esto. Quizá ella tiene la fuerza para volverse cuerpo y constituir todos
los órganos que le competen. Quizá: porque necesitamos un demiurgo que haga real
el evento, es decir, una vanguardia externa, que de la carne haga cuerpo. Cuerpo
del General Intellect. ¿O, tal vez, como dicen otros autores, el hacerse cuerpo
del General Intellect, podrá ser determinado por las palabras que el mismo
General intellect articula, de modo que el General Intellect sea demiurgo de su
propio cuerpo?
No creo que la elección de la vía posible nos resulte identificable; pienso que
sólo un movimiento de lucha podrá decidirla. Y, más aún, seguramente en las
perspectivas de maduración del General Intellect, debemos esperar la
experimentación. Porque es sólo de este modo, oponiendo a la historia natural
del capital aquellas contradicciones insolubles que Marx inventó, que la
genealogía del General Intellect se constituirá como fuerza subversiva. Definir
el cuerpo del General Intellect es, de hecho, lo mismo que afirmar la potencia
del sujeto donde habita, la violencia de la crisis que sacude su ambigüedad, el
choque teleológico que lo atraviesa: es decir de qué lado se está en este caos.
Hemos decidido que el sujeto es, en el General Intellect, potente en tanto
nómade y autónomo; que aquí, por lo tanto, la cooperación vence al mercado; que
la teleología de lo común se impone a la del individuo y lo privado- esto es
así, pues, por haber tomado partido por el cuerpo del General Intellect. Es una
constitución que nace de la militancia de los hombres construida en el trabajo
inmaterial y cooperativo, decidida a vivir como asociación subversiva.
La "biopolítica del leninismo" la hallamos por lo tanto aquí, incrustada en las
nuevas contradicciones del "más allá de Lenín". Con Lenín decidimos hacer del
cuerpo del General Intellect el sujeto de la organización de una nueva vida.
4. Espacio y temporalidad.
Pero, "más allá de Lenín" no es sólo el reconocimiento de una nueva realidad y
por consiguiente un renovado descubrimiento de la urgencia de la organización:
debe ser también la determinación espacial y temporal de un proyecto de
liberación. El cuerpo siempre está localizado y es en aquel tiempo. La
producción de subjetividad- para devenir eficaz- requiere de determinaciones
espaciales y temporales. Para la Rusia que es un lugar y un tiempo, hay por
Lenín una determinación absoluta- ¡aquí y ahora, o nunca más! ¿Cuáles son los
espacios y tiempos de la organización subversiva y de la revolución posible para
un proletariado inmaterial, en éxodo y autónomo?
Surgen muchas dificultades para reconocer la dimensión espacial de un nuevo
proyecto leninista. Nosotros vivimos en el Imperio y sabemos que cualquier
iniciativa revolucionaria que se mueva en espacios limitados (aunque sean puros
Estados- nación de grandes dimensiones), no podrá tener continuidad. ¡Por
supuesto que es evidente que hoy día el único Palacio de Invierno reconocible es
la Casa Blanca! Difícil de atacar, no sé cómo decirlo... Además, a medida que se
refuerza el poder imperial, su representación política deviene compleja e
integrada en el ámbito mundial. Aunque tiene su ápice en USA, el Imperio no es
americano – es el Imperio del capital colectivo. Por otra parte: reconozcamos
que no hay espacio para el partido si no es Internacional, lo cual es una
obviedad, sin nada inesencial. De hecho, no es tan decisiva para la renovación
del leninismo, la reafirmación teórica de un punto sobre el cual deba asentarse
la leva para multiplicar la fuerza de la subversión. Lo que interesa, en "Lenín
más allá de Lenín", es identificar prácticamente aquel punto débil de la cadena
imperial donde sea posible forzar la realidad. Ahora, este no es un "punto
débil"- no lo será más: será más bien aquel donde sea más fuerte la resistencia,
la insurrección, la hegemonía del General Intellect, en resumen, el poder
constituyente del nuevo proletariado. En la base del dispositivo revolucionario
de producción de subjetividad está por lo tanto, formalmente, lo Internacional:
concretamente, políticamente, materialmente, no hay un espacio sino un lugar, no
un horizonte sino un punto: aquel donde el evento es posible.
El tema del espacio para el partido está, por consiguiente, subordinado a un
kairos específico, a la potencia intempestiva de un evento- es la flecha que el
General Intellect lanza para reconocerse como cuerpo.
El discurso a hacer sobre la temporalidad del neo- partido leninista, en época
de mundialización postfordista, es de algún modo análogo a cuanto ya se ha
dicho. Como para el espacio, también para la temporalidad las determinaciones
han caído. La historia económica y la historia política son siempre menos
definibles de acuerdo con secuencias rítmicas; tanto más irreconocible es la
regularidad cíclica de la historia económica o de los períodos creativos de
lucha obrera, que también han caracterizado a un siglo, desde 1870 a 1970...
¿Qué temporalidad se le puede confiar hoy al partido leninista para controlar,
usar, transformar? También aquí la indistinción es muy fuerte: como cuando
razonábamos sobre espacialidad y lugares y veíamos a los Estados- nación devenir
feudos del Imperio, y al Norte desarrollado y al Sur subdesarrollado ahora
internalizados el uno en el otro y entrelazados en un mismo destino, así también
es indistinguible la temporalidad. Sólo un kairos específico permitirá que el
cuerpo del General Intellect emerja.
¿Pero qué significa todo esto? No hay conclusiones teóricas a estas
consideraciones. Nunca se ha requerido tanta militancia y experimentación como
sobre este punto. Es verdad que ahora está claro que el dispositivo leninista de
intervención sobre un punto débil en un momento crítico, determinado
objetivamente, es totalmente ineficaz. Está claro que sólo donde el partido de
la fuerza de trabajo inmaterial presente una energía más alta que la de la
explotación capitalista, sólo allí será posible un proyecto de liberación. La
decisión anticapitalista deviene eficaz sólo allí donde la subjetividad es más
fuerte, donde ella pueda construir la "guerra civil" contra el Imperio.
5. Dictadura sin soberanía, o sea la "democracia absoluta".
Debemos admitir en este punto que el razonamiento no es tan demostrativo como
pretendía, al principio, nuestra apelación socrática. Es cierto que, para
reafirmar la figura del partido leninista (que defiende el poder y constituye
libertad en una decisión intempestiva y absoluta) hemos fijado alguna premisa
importante (el manifestarse del General Intellect y la posibilidad de darle
cuerpo; la centralidad tendencial del trabajo inmaterial, el éxodo y el
nomadismo, la autonomía y la autovalorización que se agitan en este contexto; en
fin, las contradicciones que señalan la relación entre la globalización y el
entrelazamiento de sus dispositivos internos, resistencia y subversión)- pero,
finalmente debemos reconocer que no hemos arribado a ninguna conclusión. Si no
llenamos este cuadro de contenidos, de determinaciones y de potencias
singulares, confiar en el kairos puede ser no esencial. Esta apelación al kairos
puede tal vez dar forma a la producción de subjetividad, pero está terriblemente
expuesto a la tautología cuando no propone palabras y contenidos subversivos...
Debemos dar contenido al kairos del General Intellect, y alimentar al cuerpo del
General Intellect revolucionario. ¿Qué es hoy una decisión revolucionaria? ¿Qué
contenidos la caracterizan?
Para responder esta pregunta debemos dar un pequeño rodeo. Debemos recordar la
limitación (que de por sí constituía un enorme salto adelante, más allá de la
cultura manufacturera de la socialdemocracia rusa)- la limitación, por lo tanto,
del punto de vista leninista. Su decisión revolucionaria, volviéndose poder
constituyente, ocultaba interiormente un modelo de industria- el occidental, el
americano concretamente. El desarrollo industrial moderno es el esqueleto en el
armario de la teoría bolchevique de la revolución. El modelo de administración
revolucionaria, es decir la obra de los constituyentes rusos, fue determinada
por aquel presupuesto. Y, en el largo plazo, pervertida por él.
Hoy la situación ha cambiado radicalmente. Ya no hay una clase obrera que llora
sobre la falta de un proyecto de gestión de la industria y la sociedad, gestión
dirigida o bien a través del Estado. Y aunque este proyecto fuese reactualizado,
ya no podría ser hegemónico sobre el proletariado y/ o sobre la intelectualidad
de masas; no podría atacar a un poder capitalista que se ha desplazado a otros
niveles (financieros, burocráticos, comunicativos...) de comando.
Hoy, ahora, la decisión revolucionaria debe basarse sobre otro esquema
constituyente: que no colocará como preliminar un eje industrial y/ o de
desarrollo económico sino, a través de aquella multitud en la cual se configura
la intelectualidad de masas, propondrá el programa de una ciudad liberada en la
cual la industria se someta a las urgencias de la vida, la sociedad a la
ciencia, el trabajo a la multitud. La decisión constituyente, aquí, deviene
democracia de una multitud.
Así arribamos a las conclusiones de esta intervención. Es muy grande la
radicalidad que aquí se le requiere al partido para las transformaciones del
movimiento en el ejercicio del poder constituyente. El poder constituyente
anticipa siempre al derecho, por lo tanto es siempre dictadura (pero hay
dictaduras y dictaduras. La fascista no es igual a la comunista, aunque nosotros
no preferíamos la segunda a la primera). El hecho es que las decisiones
políticas son siempre producciones de subjetividad, y la subjetividad es
producto de cuerpos concretos, de masas y/ o multitudes de cuerpos- por lo que
toda subjetividad es distinta de las otras.
Hoy, la que interesa es la subjetividad del cuerpo del General Intellect. Para
transformar al mundo que lo rodea, debe usar la fuerza- una fuerza que será
ordenada por la potencia constituyente. Naturalmente, también este ejercicio de
potencia constituyente podrá tener resultados positivos o negativos. No hay
ninguna medida para decidir preventivamente el criterio de aquello que crea la
multitud. Y más aún, para que las cosas queden claras y no se nos acuse de
trabajar para una dictadura indiscriminada, cubierta de palabras hipócritas y
hoy más peligrosa que nunca, porque se esconde en la vulgaridad de un social
homogéneo en el consumo- decimos rápidamente que aquella dictadura que deseamos,
y que creemos constituye el tesoro de un Lenín redescubierto, puede también ser
llamada "democracia absoluta". Spinoza llamaba así a aquella forma de gobierno
que la multitud ejercía sobre sí misma. Necesitó mucho coraje Spinoza para
agregar el adjetivo "absoluta" a una de las formas equivalentes de gobierno que
la teoría antigua había transmitido: monarquía contra tiranía, aristocracia
contra oligarquía, democracia contra anarquía. La "democracia absoluta" de
Spinoza no tiene nada que ver con la teoría de las formas de gobierno. De
acuerdo con esta última, aquella podía ser, y era, cubierta de epítetos
negativos. "Democracia absoluta" es, en cambio, un término particularmente
adecuado para la invención de una nueva forma de libertad, mejor, para la
producción de un pueblo a- llegar.
Pero tal vez la razón fundamental que se sostiene en esta propuesta de
"democracia absoluta" es constatar que de este nombre se halla excluida (por la
fuerza de las cosas, del espacio y de la temporalidad de la posmodernidad) toda
contaminación del concepto moderno de soberanía. Debemos- y podemos, si tomamos
la valencia biopolítica- llevar a Lenín fuera del universo moderno (del modelo
industrial soberano) en el cual vivió: podemos traducir su decisión
revolucionaria en una nueva producción de subjetividad, comunista y autónoma, de
la multitud postmoderna.
Febrero 2001
Traducción: ED, digitalización: Colectivo NPH
Este artículo fue publicado en el número de mayo 2002 de la revista POSSE. El
mismo se corresponde con la intervención de Toni Negri en la Conferencia
Internacional sobre Lenin que tuvo lugar en Essen (Alemania) del 2 al 4 de
febrero de 2001, organizada por Slavoj Zizek.
La
multitud y la metrópoli
Por
Toni Negri, publicado en el número 5 de la revista POSSE
1. "Generalizar" la huelga. Ha sido interesante observar, con ocasión de las
luchas de la primavera y del verano del 2002 en Italia, cómo el proyecto de "generalizar" la huelga por parte de los movimientos de los precarios, de los
obreros sociales, mujeres y hombres había parecido deslizarse de manera inocua e
inútil a través de la "huelga general" de los trabajadores. Después de esta
experiencia muchos compañeros que han participado en la lucha, han comenzado a
darse cuenta que, mientras la huelga obrera "hacía daño" al patrón, la huelga
social pasaba, por así decirlo, a través los pliegues de la jornada laboral
global, sin hacer daño al patrón sino más bien a los trabajadores movibles
flexibles. Esta constatación plantea un problema: el de comprender cómo lucha el
obrero social, cómo puede concretamente destruir en el espacio metropolitano la
subordinación productiva y la violencia de la explotación. Se trata de
preguntarse cómo la metrópoli se presenta ante la multitud y si es correcto
decir que la metrópoli es a la multitud como la fabrica fue a la clase obrera.
De hecho esta hipótesis se nos presenta como problema. Ello no ha sido
simplemente planteado desde las evidentes diferencias de eficacia inmediata
entre luchas sociales y luchas obreras, sino también desde una cuestión mucho
más pertinente y general: si la metrópoli es investida de la relación
capitalista de valorización y de explotación, ¿cómo se puede, en su interior,
aferrar el antagonismo de la multitud metropolitana? En los años sesenta y
setenta a estos problemas, a medida que surgían en relación a las luchas de
clase obrera y a las mutaciones de los estilos de vida metropolitanos, se le
dieron varias respuestas, a menudo muy eficaces. Pronto las resumiremos. Aquí
basta con subrayar cómo aquellas respuestas guardaban una relación externa entre
la clase obrera y los otros estratos metropolitanos del trabajo asalariado y/o
intelectual. Hoy el problema se presenta de manera diversa porque las varias
secciones de la fuerza de trabajo se presentan en el híbrido metropolitano como
relación interna e inmediatamente como multitud: un conjunto de singularidades,
una multiplicidad de grupos y de subjetividades, que ponen en forma
(antagonista) el espacio metropolitano.
2. Anticipaciones teóricas. Entre los estudiosos de la metrópoli (arquitectos y
urbanistas), ha sido Koolhaas quien nos ha dado, de manera delirante, hacia
finales de los setenta, una primera nueva imagen de la metrópoli. Aludimos,
evidentemente, a Delirious New York. ¿En qué consistía la tesis central de este
libro? Consistía en dar una imagen de la metrópoli que, más allá y a través de
las planificaciones (siempre, de manera más o menos coherente, desarrollada),
vivía todavía de dinámicas, conflictos y superposiciones potentes de estratos
culturales, de formas y de estilos de vida, de una multiplicidad de hipótesis y
de proyectos sobre el porvenir. Se debía mirar esta complejidad, esta
microfisica de potencias desde dentro, para comprender la ciudad. New York, en
particular, era el ejemplo de un extraordinario acumularse histórico y político,
tecnológico y artístico, de varias formas de programación urbana. Pero no
bastaba. Era necesario añadir que la metrópoli era más fuerte que lo urbano. Los
intereses especulativos y las resistencias de los ciudadanos imponían y
arrollaban a un tiempo, las prescripciones del poder y las utopías de los
opositores. El hecho es que la metrópoli confundía y mezclaba los términos del
discurso urbanístico: a partir de una cierta intensidad urbana, la metrópoli
constituía nuevas categorías, era una nueva maquina proliferante. La medida se
desmesuraba. Se trataba pues, a un tiempo, de dar de la metrópoli, de New York,
un análisis microfísico, que fuese al encuentro ya sea de los miles y miles
agentes singulares, ya sea de las formas de represión y bloqueo que la potencia
de la multitud encontraba. Es así que la arquitectura de Koolhaas se eleva a
través de grandes medidas de convivencia urbana, que vienen luego revueltas,
mutadas y mezcladas en otras formas arquitectónicas... Es una gran narración la
que la arquitectura de Koolhaas expresa, la gran narración de la destrucción de
la ciudad occidental, para dar lugar a una metrópoli mestiza. No es relevante
(aunque útil para comprender) que en Koolhaas el desarrollo arquitectónico sea
clasificado de manera funcional a las varias técnicas de la organización del
trabajo de construcción. Lo que interesa es exactamente lo contrario: también a
través de una corporativización industrial de los agentes de la producción, aquí
se percibe cuanto ahora ya la metrópoli se organiza sobre niveles continuos
aunque distorsionados, fieles al Welfare aunque híbridos. La metrópoli es mundo
común. Es el producto de todos -no voluntad general sino aleatoriedad común. Así
la metrópoli se quiere imperial. Los postmodernos débiles son golpeados por
Koolhaas. Koolhaas anticipa efectivamente, buscando en la genealogía de la
metrópoli, una operación que en el postmoderno maduro deviene fundamental: el
reconocimiento de la dimensión global como más productiva y más generosa desde
el punto de vista de las figuras económicas y de los estilos de vida. Este
esfuerzo critico no es solitario ni neutralizante. Al contrario produce otra
critica, la confiada al movimiento real. Por ejemplo, cuando nosotros
introducimos elementos diferenciales y antagonistas en el saber de la ciudad, y
hacemos de éstos el motor de la construcción metropolitana, componemos también
nuevos enfoques del vivir y del luchar -comunes. Todavía un ejemplo entre otros:
un propósito de metrópoli y colectivización. Esta vieja palabra socialista está
ciertamente ya obsoleta y totalmente superada en la consciencia de las nuevas
generaciones. Pero éste no es el problema. El proyecto no es el de colectivizar
sino el de reconocer y organizar el común. Un común hecho de un patrimonio
riquísimo de estilos de vida, de posibilidades colectivas de comunicación y
reproducción de la vida y, sobretodo, del exceso de la expresión común de la
vida en los espacios metropolitanos. Disfrutamos de una segunda generación de
vida metropolitana, creativa de cooperación y excedente en los valores
inmateriales, relacionales, lingüísticos que produce. Esta es la metrópoli de la
multitud singular y colectiva. Hay muchos postmodernos que rechazan la
posibilidad de considerar la metrópoli de la multitud como espacio colectivo y
singular, resistentemente común y subjetivamnte maleable y siempre nuevamente
inventada. Estos rechazos sustituyen al analista por el bufón o el sicofante del
poder. De hecho nosotros hemos recuperado la idea de las economías externas, de
las dinámicas inmateriales, los ciclos de lucha y todo aquello que compone la
multitud. New York es postmoderna, en la medida en que ha participado en todas
condiciones del moderno, y ahí ha, por así decirlo, consumado en la crítica y en
la prefiguración de otro: el resultado es un híbrido, el híbrido metropolitano
como figura espacial y temporal de las luchas, plano de la microfísica de los
poderes.
3. Metrópoli y espacio global. Es Saskia Sassen quien, antes y después de
cualquier otro, nos ha enseñado a ver la metrópoli, todas las metrópolis, no
solo, desde Koohlaas, como un agregado híbrido e interiormente antagonista, sino
como figura homologa de la estructura general que el capitalismo ha asumido en
la fase imperial. Las metrópolis expresan e individualizan el consolidarse de la
jerarquía global, en sus puntos más articulados, en un complejo de formas y
ejercicio de comando. Las diferencias de clase y la programación genérica en la
división del trabajo ya no se hacen más entre naciones sino entre centro y
periferia, en las metrópolis. Sassen va a observar los rascacielos para sacar
lecciones implacables. Arriba está el que manda y abajo el que obedece; en el
aislamiento de los que están más alto está la conexión con el mundo, mientras en
la comunicación de los que están más abajo, están los puntos móviles, los
estilos de vida y renovadas funciones de la recomposición metropolitana. Por
esto nosotros debemos atravesar los espacios posibles de la metrópoli, si
queremos reanudar los trazos de lucha, para descubrir los canales y las formas
de conexión, los modos en que los sujetos están juntos. Sassen nos propone
observar los rascacielos como estructura de la unificación imperial. Pero al
mismo tiempo insinúa la sutil provocativa propuesta de imaginar los rascacielos
no como un todo sino como un arriba y un abajo. Entre el arriba y el abajo corre
la relación de comando, de explotación, y por tanto la posibilidad de rebelión.
Los temas de Sassen son recorridos nuevamente fuertemente, en Europa, en los
años noventa, cuando, con alguna dificultad, todavía sin embargo eficazmente,
algunas fuerzas antagonistas han comenzado a ver en la estructura de la
metrópoli reflejarse las contradicciones de la globalización. De hecho, que
fuesen rascacielos o no, de todos modos el orden global restablecía un alto y un
abajo en la metrópoli, que era la de una relación de explotación que se extendía
sobre el horizonte interno de la sociedad urbana. Sassen mostraba los lugares y
las relaciones de la explotación y disolvía la multitud devolviéndola al
ejercicio disperso de actividad material. De otra parte está el comando. Blade
Runner deviene una ficción científica.
4. Anticipaciones históricas. Pero las metrópolis de los rascacielos y del
Impero otros las perciben sobretodo como lugares de lucha, que pueden revelar
aspectos comunes y sobretodo pueden encarnar formaciones y organizaciones de
resistencia y de subversión. El ejemplo que inmediatamente viene a la mente, a
este propósito, es el de las luchas parisinas del invierno del ’95-’96. Estas
luchas vienen recordadas porque en aquella ocasión los proyectos de
privatización de los transportes públicos parisinos fueron rechazadas, no sólo
por los sindicatos, sino por las luchas conjuntas de gran parte de la población
metropolitana. Estas luchas, sin embargo, no habrían alcanzado nunca la
intensidad y la importancia que tuvieron si no fuesen estado atravesadas, y ya
primero de algún modo prefiguradas, por las luchas de los sans-papiers,
sans-logement, sans-travail etc... Vale decir que el máximo de la complejidad
metropolitana abre vías de fuga a toda la povertà urbana: es aquí que la
metrópoli, también aquella imperial, se despierta al antagonismo. En los años
setenta estos desarrollos y estos antagonismos habían sido anticipados: en
Alemania, en los EE.UU., en Italia. El gran pasaje desde el frente de lucha de
la fabrica a la metrópoli, de la clase a la multitud, ha sido visto y
organizado, teóricamente y prácticamente, desde muchísimas vanguardias. "Tomemos
la ciudad" era una parola d’ordine italiana, insistente, importante,
arrolladora. Palabras similares atravesaron las Bürger-initiativen alemanas,
pero también las experiencias de los okupas en casi todas las metrópolis
europeas. Los obreros fabriles se reconocían en este desarrollo, mientras las
dirigencias sindicales y las de los partidos del movimiento obrero lo ignoraron.
La huelga del billete en los transportes, las ocupaciones masivas de casas, la
toma de los barrios para organizar el tiempo libre y la seguridad de los
trabajadores contra la policía y los recaudadores fiscales, etc... , en
definitiva la toma de zonas de la ciudad, fue un proyecto (per)seguido con mucha
atención. Estas zonas se llamaban entonces "bases rojas", aunque frecuentemente
no eran lugares, sino espacios urbanos, sitios de opinión publica. Alguna vez
también sucedía que eran decididamente no-lugares: eran manifestaciones de masa
que en movimiento recorrían y ocupaban plazas y territorios. Así la metrópoli
comenzó a ser reconstruida por una alianza extraña: obreros de fabrica y
proletarios metropolitanos. Aquí comenzamos a ver cuánto fue potente esta
alianza. Junto a estas experiencias políticas estaba también otro y más amplio
experimento teórico. Se comenzaba efectivamente, desde el inicio de los años
setenta, a ver cómo la metrópoli no fuera sólo invadida por la mundialización a
partir de la cima de los rascacielos, sino también como fuera así constituida
desde las transformaciones del trabajo que estaban realizándose. Alberto
Magnaghi, y sus compañeros, publicaron en los años setenta, una formidable
revista (Quaderni del territorio) que mostraba, a cada número de manera más
convincente, como el capital estaba invistiendo la ciudad, transformando cada
vía en un flujo productivo de mercancías. La fábrica se encontraba, por tanto,
en y sobre la sociedad: esto era evidente. Pero también era evidente que este
investimento productivo de la ciudad modificaba radicalmente la lucha de clases.
5. Policía y guerra. En los años noventa que la gran transformación de las
relaciones productivas, que invisten las metrópolis, llega al limite
cuantitativo, configurando una nueva fase. La recomposición capitalista de la
ciudad, mejor, de la metrópoli, se da en toda la complejidad de la nueva
configuración de las relaciones de fuerza en el Impero. Ha sido Mike Davis
quien, primero, nos ha dado una caracterización apropiada de los fenómenos
característicos de la metrópoli postmoderna. La erección de muros para limitar
zonas intransitables a los pobres, la definición de espacios para ghettos donde
los desesperados de la tierra pudieran/puedan hacinarse, el disciplinamiento de
las líneas de circulación y de control que tuvieran orden, un preventivo
análisis y practica de contención y de persecución de las eventuales
interrupciones del ciclo: hoy, en la literatura imperial, cuando se habla de la
continuidad entre guerra y policía global, lo que se olvida decir es que las
técnicas continuas y homogéneas de guerra y policía han sido inventadas en la
metrópoli. "Tolerancia cero" deviene una parola d’ordine, mejor, el dispositivo
de prevención que inviste estratos sociales enteros, también ensañándose con sus
opositores o excluidos individuales. El color de la raza o el credo religioso,
las costumbres de vida o la diversidad de clase, vienen, de vez en vez, asumidos
como elementos que definen la zona represiva en el interior de la metrópoli. La
metrópoli se construye sobre estos dispositivos. Como decíamos a propósito del
trabajo de la Sassen, las dimensiones espaciales, anchura y altura, de los
edificios y de los espacios públicos, están completamente subordinados a la
lógica del control. Dónde es esto posible: donde en cambio el capital
inmobiliario determina rentas demasiado altas para poder ser sometidas a
instrumentos de control directo, a través de la aplicación de procesos
urbanísticos pesados, el paisaje metropolitano está cubierto por redes de
control electrónico, y recorrido, y excavado, por representaciones de peligro
que televisiones o helicópteros diseñan. Dentro de poco sobre cada ciudad se
condensaran aquellos instrumentos automáticos de control, aéreos sin piloto,
clones policíacos que los ejércitos están normalmente utilizando en las guerras.
Pronto las [restricciones] y las zonas rojas se instalarán sobre la lógica de
los vuelos de control: el urbanismo deberá interiorizar las formas del control a
partir de una globalidad aérea, presupuesta a la libertad de desarrollar
espacios y sociedad. Es evidente que, describiendo esto, nosotros exasperamos
algunas líneas de tendencia que están de todos modos limitadas y representan
solo una parte del desarrollo metropolitano. Efectivamente, también aquí (como
en la teoría de la guerra) la enorme capacidad de desarrollar violencia por
parte del poder, la así llamada asimetría total, genera respuestas adecuadas: el
fantasma de David contra la realidad de Goliat. Del mismo modo la planificación
del control sobre la ciudad, la "tolerancia cero", producen nuevas formas de
resistencia. La red metropolitana es continuamente interrumpida, a veces
destruida, por redes de resistencia. La recomposición capitalista de la
metrópoli construye trazos de recomposición por la multitud. El hecho es que,
para darse, el control debe el mismo reconocerse, o hasta construir, en los
esquemas transindividuales de ciudadanía. Toda la sociología urbana, desde la
Escuela de Chicago hasta nuestros días, sabe que incluso dentro de un marco de
individualismo extremo, los conceptos y los esquemas de interpretación deben
asumir dimensiones transindividuales, casi comunitarias. Es al desarrollo de
estas formas de vida que el análisis debe aplicarse. Se descubren así, en la
metrópoli, espacios definidos, localizaciones determinadas de los movimientos de
la multitud. Determinaciones espaciales y temporales del hábitat y del salario
(consumo), diseñan de nuevo los contornos de los barrios y a caracterizar los
comportamientos de las poblaciones. La guerra como legitimación del orden, la
policía como instrumento del orden –estas potencias que asumen una función
constituyente en la metrópoli, sustituyendo a los ciudadanos y a los
movimientos- no consiguen pasar. De nuevo el análisis de la metrópoli remite
aquí a la percepción del exceso de valor que es producida por la cooperación del
trabajo inmaterial. La crisis de la metrópoli es, pues, desplazada mucho más
adelante
6. Construir la huelga metropolitana. Me cuentan que en Sevilla, cuando la
"huelga generalizada" se puso en marcha -fue una huelga de 24 horas- por la
noche, en todos los barrios, se formaron rondas que a partir de la medianoche
bloqueaban los transportes, cerraban las boites de nuit, comunicaban a la ciudad
la urgencia de la lucha. Y esto ha transcurrido, con una movilización general
sobre el territorio metropolitano, concentrada por la tarde en las grandes
manifestaciones de masa, durante toda la jornada. He aquí un buen ejemplo de
gestión de la huelga generalizada. Es una huelga metropolitano en la cual se
encuentran, durante las 24 horas de la jornada laboral, las varias formas del
trabajo social. Sin embargo, todo esto, este formidable movimiento político, no
parece suficiente para caracterizar la "huelga generalizada". Tenemos necesidad
de un ahondamiento más amplio, de un análisis especifico de todo pasaje y/o
movimiento de recomposición, de todo momento de lucha que pueda confluir en la
construcción de la huelga social. ¿Porque decimos esto? Porque consideramos la
huelga metropolitana como forma especifica de recomposición de la multitud en la
metrópoli. La huelga metropolitano no es la socialización de la huelga obrera:
es una nueva forma de contrapoder. Cómo actúe en el tiempo y en el espacio, no
lo sabemos todavía. Lo que sabemos es que no será una sociología funcionalista,
una de esas que pone conjuntamente las varias formas de la recomposición social
del trabajo bajo el control capitalista, para poder diseñar la huelga
metropolitana. El encuentro, el choque, y el moverse adelante de los varios
estratos de la multitud metropolitana no pueden efectivamente ser indicados sino
como construcciones (en las luchas) de movimientos de potencia. Pero. ¿sobre qué
el movimiento deviene capacidad de potencia desplegada? Para nosotros la
respuesta no alude ciertamente a la toma Palacio de invierno. Las revueltas
metropolitanas no se proponen el problema de sustituir al gobierno: expresan
nuevas formas de democracia, esquemas destruidos respecto a aquellos del control
de la metrópoli. La revuelta metropolitana es siempre una refundación de ciudad.
7. Reconstruir la metrópoli. La "huelga generalizada" debe pues contener en sí
misma el "delirante" proyecto de reconstruir la metrópoli. ¿Qué quiere decir
reconstruir la metrópoli? Significa descubrir el común, construir proximidad
metropolitana. Tenemos dos figuras que son absolutamente indicativas de este
proyecto puestas a los términos extremos de una escala de comunidad: son el
bombero y el inmigrado. El bombero representa el común como seguridad, como
recurso en caso de peligro, como constructor de la imaginación común de los
niños; el inmigrado es el hombre necesario para dar color a la metrópoli más
allá de dar sentido a la solidaridad. El bombero es el peligro y el inmigrado es
la esperanza. El bombero es la inseguridad y el inmigrado y el porvenir. Cuando
nosotros pensamos en la metrópoli la pensamos como una comunidad física que es
riqueza y producción de comunidad cultural. Nada, como la metrópoli, indica
mejor y más el diseño de un desarrollo sostenible, síntesis de ecología y
producción, en fin, cuadro biopolítico. Hoy, precisamente en este periodo,
estamos soportando el peso de una serie de viejos esquemas, innobles cuanto
impotentes, de la socialdemocracia, que nos dicen que la metrópoli puede
reproducirse solo si en ella son introducidos los amortiguadores sociales que
sirven para monetizar (y eventualmente para reparar) las recaídas dramáticas del
desarrollo capitalista. Políticos y sindicatos corruptos están tratando sobre
los amortiguadores... Nosotros pensamos que la metrópoli es un recurso, una
recurso excepcional y excesivo, también cuando la ciudad está constituida por
favelas, por chabolas, por el caos. A la metrópoli no le pueden ser impuestos ni
esquemas de orden, prefigurados por un control omnipotente (desde la tierra o
desde el cielo a través de la guerra y la policía), ni estructuras de
neutralización (represión, amortiguamiento, etc.) que se pretenden internas al
tejido social. La metrópoli es libre. La libertad de la metrópoli nace en la
construcción y reconstrucción que cada día ella opera sobre sí misma y de sí
misma; la "huelga general" se inserta en este marco. Ello es la prolongación,
mejor la manifestación, es decir la revelación, de cuanto vive en lo profundo de
la ciudad. Probablemente en Sevilla la "huelga generalizada" ha sido también
esto, el descubrimiento de esa otra sociedad que vive en la metrópoli durante
todo el tiempo de la jornada laboral. Nosotros no sabemos si las cosas son
verdaderamente así: lo que sin embargo nos interesa subrayar es que la "huelga
generalizada" es una especie de exploración radical de la vida de la metrópoli,
de su estructura productiva, de su común.
Traducción: PB, digitalización: Colectivo NPH