Dirección general: Lic. Alberto J. Franzoia




NOTAS EN ESTA SECCION
Cuestionarios del Cuaderno de la Izquierda Nacional  |  Responde Norberto Galasso  |  Responde Néstor Gorojovsky | Responde Fernando Bossi
Responde Nahuel Andrade  |  Responde Oscar Aramburu

Cuestionarios del Cuaderno de la Izquierda Nacional


Por Alberto J. Franzoia

Sentimos el orgullo de inaugurar una nueva sección en nuestro Cuaderno cuyo objetivo es indagar en el pensamiento de referentes, militantes, y compañeros en general, que de una u otra manera estén vinculados con la historia y actualidad de la Izquierda Nacional.


Como lo señalamos cada vez que incorporamos aportes gestados por nuestra publicación, estos cuestionarios, pueden ser reproducidos libremente sólo con la condición de citar la fuente.


Iniciamos los Cuestionarios con Norberto Galasso por ser no sólo un historiador y militante vinculado desde los años sesenta a nuestra corriente, sino por que con el paso del tiempo se ha convertido en un referente esencial de la misma. Sus investigaciones y pensamiento nos permiten conocer quiénes somos y de dónde venimos tanto como descubrir hacia dónde debemos ir.


Julio 2010


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Responde a nuestro cuestionario Norberto Galasso, historiador, militante y referente de la Izquierda Nacional *

1. C. de la IN - Norberto, como el objetivo de estos cuestionarios del Cuaderno de la IN es develar cuestiones esenciales que hacen a la historia y presente de nuestra corriente, empecemos por la pregunta más obvia: qué es y cómo surge la Izquierda Nacional?

Norberto Galasso - La IN es la concepción socialista científica basada en la teoría de Marx, Lenin, Trotsky y otros revolucionarios, aplicada a un país semicolonial, como la Argentina. Es antiimperialista y anticapitalista, pero considera necesario acompañar, desde una posición de independencia ideológica, política y organizativa, todo proceso de Liberación Nacional aún cuando sea liderado por sectores no socialistas.
En resumen, la IN es la única izquierda posible en un país semicolonial o dependiente. Debió agregarse el adjetivo “nacional” pues en la Argentina, como en tantos otros países de naturaleza semejante, aparecen izquierdas antinacionales que con fraseología revolucionaria resultan, en la política práctica, funcionales a la dominación imperialista. Estas seudoizquierdas no entienden que existe una cuestión nacional en nuestros países y no distinguen a los gobiernos oligárquico-imperialistas de aquellos nacional-burgueses, o nacional-populares, o como ellos dicen, populistas.
La reivindicación de los frentes de Liberación Nacional, nuestra participación en ellos y nuestro propósito de luchar por liderarlo no es un invento latinoamericano ni argentino. Surge claramente de las tesis elaboradas por Lenin y Trotsky, para los primeros congresos de la III Internacional: allí diferencian claramente la necesidad del frente proletario en los países capitalistas, del frente único antiimperialista en los países coloniales y semicoloniales.
Por supuesto, para constituir una izquierda real, la IN no sólo toma estas tesis sino que además comprende la necesidad de cuestionar las ideas dominantes (que la clase dominante ha impuesto al resto de la sociedad, según lo señalaba Marx en La ideología alemana). Y de allí que otorgue la debida importancia al cuestionamiento de la Historia Oficial, la cultura oligárquica, etc., como asimismo la experiencia de lucha de los trabajadores en los frentes nacionales en los que han participado.
La IN surge en septiembre-octubre de 1945, no por casualidad en el momento en que la clase obrera (trabajadores fabriles, no sólo empleados -como el caso de los socialistas- ni trabajadores artesanales -como la mayoría de los anarquistas-) ingresan al escenario político. Se expresa, por primera vez, en el periódico “Frente Obrero”, redactado íntegramente –según reconoció Ramos en sus últimos años- por Aurelio Narvaja (padre).
Este pequeño grupo se ubica el 17 de octubre junto a la clase trabajadora (no adentro del peronismo), según la fórmula leninista: “golpear juntos, marchar separados”, mientras las demás agrupaciones (socialistas, comunistas, trotskistas no nacionales) se posicionan junto al antiperonismo o quedan aislados sin entender la importancia del nacimiento del peronismo.
“Frente Obrero” genera así la IN y lo hace por dos razones: porque eran marxistas y leninistas, pero también habían leído a Trotsky y conocían las tesis mencionadas, como así también la concepción de la “revolución permanente”, pero, además, porque tenían vínculos concretos con la clase trabajadora: en este caso, el cable a tierra eran delegados metalúrgicos a tal punto que la creación de la UOM en lugar de la Asociación Obrera Metalúrgica -desprestigiada por la traición stalinista en la huelgas del 42-, la realizan integrantes de Frente Obrero.
Insistamos en que nace como corriente ideológica y no alcanza a tener peso político, frente al fenómeno peronista que avanza tumultuosamente como frente nacional.
Si hablásemos de nacimiento de la IN como expresión política podríamos decir que el intento fue el Partido Socialista de la Izquierda Nacional, orientado por J. A. Ramos, en 1962


2. C. de la IN
- Cuáles considera que han sido los aportes teóricos más significativos a la IN de dos referentes como Abelardo Ramos y Jorge Spilimbergo?

N. G
.- Ambos realizaron una tarea importantísima de difusión de la ideas de la IN a través de conferencias, revistas, actos, reportajes, etc.
Asimismo, realizaron aportes que enriquecieron a la corriente: Ramos sistematizó en Revolución y contrarrevolución en la Argentina el relato de nuestra historia, libro que hoy conserva todo su valor para la formación de los jóvenes. El había publicado anteriormente América latina, un país, con marcado sesgo nacionalista , recibiendo la crítica de Frente Obrero a través de los Cuadernos de Indoamérica y del libro José Hernández y la Guerra del Paraguay, de E.. Rivera. Ramos asumió esas críticas y lanzó “Revolución y contrarrevolución. Otro aporte interesante fue Crisis y resurrección de la literatura argentina, como así también la formidable crítica al stalinismo en Historia del partido comunista de la Argentina.
En el caso de Spilimbergo, creo que sus aportes mayores fueron Nacionalismo oligárquico y nacionalismo revolucionario, La cuestión nacional en Marx, Juan B. Justo y el Socialismo cipayo y la tesis de Clase Obrera y poder.


3. C. de la IN- Además de Ramos y Spilimbergo qué otros integrantes históricos de la IN considera oportuno reconocer y difundir entre los más jóvenes?

N.G.- Varios compañeros realizaron importantes aportes a la IN además de los ya mencionados Ramos y Spilimbergo.
En los años 40 y 50: el grupo “Frente Obrero” cuyos principales integrantes eran Aurelio Narvaja, Enrique Rivera, Adolfo Perelman, Hugo Sylvester y Carlos Etkin (Periódico “Frente Obrero” sep/oct. 1945 y libros de editorial Indoamérica).
En los años sesenta: José Luis Madariaga, Alberto Belloni, Alfredo Terzaga, Ernesto Ceballos, Rubén Bortnik y Carlos Díaz.
Luego: Roberto Ferrero, Victor Hugo Saiz, Blas Alberti, Enrique Lacolla y Denís Conles Tizado.
Últimamente: Juan Carlos Jara, Alberto Franzoia, Gustavo Battistoni, Néstor Gorojovsky y Osvaldo Calello, entre otros.


4. C. de la IN - En algunos abordajes teóricos la IN y la izquierda peronista son representadas como identidades muy similares. Es así o se pueden señalar algunas diferencias significativas?

N. G
. - La IN lucha por la liberación con objetivos socialistas, según la revolución permanente. Los compañeros de la izquierda peronista expresan, a veces, coincidencias muy fuertes con la IN., aunque generalmente pesan sobre ellos algunas influencias del nacionalismo católico (son rosistas, por ejemplo o recién últimamente, comprenden la cuestión latinoamericana). En otros compañeros, la coincidencia es mucho mayor en lo ideológico, pero hay diferencias tácticas: Cooke y Hernández Arregui , por ejemplo, consideraban que debía operarse dentro del movimiento peronista y no intentar construir por afuera una organización socialista que cabalgase al costado. En aquellos tiempos H. Arregui decía “Soy peronista porque soy marxista”. Nosotros pensábamos que había que construir al lado, y desde a fuera del peronismo. Hasta ahora, la Historia nos ha jugado una broma bastante amarga: Arregui estuvo dentro del peronismo, y allí habló de peronismo sobre lo cual los peronistas ya sabían demasiado. Nosotros, hablamos de socialismo pero sin lograr contacto con los trabajadores que seguían en el peronismo.
Quizás el FIP, al cual yo critiqué en su momento, pudo ser un camino, pero cuando la conducción se desvía en excesivo apoyo al isabelismo se pierde una interesante oportunidad que se había revelado en las urnas el 23 de septiembre de 1973.


5. C. de la IN - En los países que luchan tanto por su liberación nacional como social la construcción y consolidación de bloque nacional y popular es esencial, ahora, ¿resulta indistinto que el mismo sea conducido por la burguesía o por los trabajadores?

N. G. - Por todo lo dicho se comprende que no resulta indistinto quien dirija el frente. En nuestros países, las burguesías nacionales no existen o existen de manera muy débil o se trasnacionalizan. Por tanto su conducción del frente, aún cuando persiga el objetivo de un capitalismo nacional -que coyunturalmente sería progresiva- terminan sometiéndose al imperialismo. Sólo la clase trabajadora -a través de su partido- puede dirigir el frente antiimperialista hasta sus últimas consecuencias. El caso cubano es singular pues se trató de la pequeña burguesía revolucionaria que lideró el frente y entre 1959 y 1961 cumplió la revolución permanente. Por otro lado, la revolución debe ser latinoamericana para garantizar su sobrevivencia y que no se empantane.


6. C. de la IN - Finalmente, y agradeciéndole esta inestimable colaboración con nuestro Cuaderno, qué posibilidades políticas le otorga a la IN en el futuro argentino y latinoamericano, sobre todo si tenemos en cuenta la reivindicación que un líder con la proyección de Hugo Chávez ha hecho del marxismo bolivariano para el socialismo del siglo XXI?

N. G
. - Hoy crecen los movimientos nacionales de liberación en varios países latinoamericanos y se caracterizan precisamente por su comprensión de que liberación y unificación deben venir unidos. En algunos casos, se comprende también que al no existir una burguesía nacional deberá verificarse este proceso con banderas nuevas, que Chávez, Evo y Correa llaman socialismo del siglo XXI. Cada uno avanzará como puede y con sus propias especficidades pero es evidente que el protagonismo del Estado, las cooperativas, y toda otra forma de propiedad social apuntan a economías no capitalistas, planificadas, alertando acerca del peligro burocrático, pero en busca siempre del Hombre Nuevo, objetivo fundamental de la liberación plena.

6 de julio de 2010

* Los cuestionarios exclusivos del Cuaderno de la IN sólo pueden ser reproducidos citando esta fuente: http://www.elortiba.org/in.html
 


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Responde a nuestro Cuestionario Néstor Gorojovsky, militante de la Izquierda Nacional, Secretario General de Patria y Pueblo *

1. C de la IN- Nos interesaría comenzar este cuestionario con tus inicios en la IN. Cuándo y por qué decidiste ingresar a la misma?

N G.- Yo diría que pertenezco a la generación del Cordobazo, no a la que lo hizo sino a la que despertó a la vida política argentina ese 29 de mayo de 1969. A partir de esa zambullida de prepo fui tratando de comprender mi país y sus alternativas políticas, como tantísimos otros.

Yo era de origen socialista pero no tenía nada que ver con ese “socialismo” que se oponía siempre a las masas populares. No sabía nada de política, pero los héroes de mi papá, que era un buen hombre pero también un socialdemócrata de derecha (Américo Ghioldi) no me movían un pelo. Al stalinismo, el “tremebundo” Partido Comunista, lo conocía desde cerca y por suerte nunca desde adentro: me parecía un rejunte de progresistas baratos, liberales chirles, “radicales de Arturo Illía con pose socialista”, “democráticos” y “antifascistas” adoradores de las estadísticas del Plan Quinquenal.

La reacción visceral contra tanta grisalla mofletuda me llevó a respetar a León Trotsky y el Cordobazo me movió a interesarme por ese hecho misterioso que era el peronismo. Posiblemente esto tuviera que ver con mi pertenencia a la clase media baja de Buenos Aires, que por entonces empezaba a sufrir las consecuencias del onganiato y no se sentía representada por los reformistas adoradores de los íconos de San Vladimiro. Fue un dato previo a la nacionalización de mi conciencia.

Porque al mismo tiempo, me nacionalizaba sin saberlo. Simplemente, fui derivando hacia una simpatía cada vez mayor con los movimientos antiimperialistas del Tercer Mundo y, naturalmente, en la Argentina empezaba a descubrir muy lentamente qué significado tenía eso que en mi familia, socialista o stalinista, prácticamente ni se nombraba: el peronismo. En mi primitivismo, yo solo intuía que ningún socialista en la Argentina podía serlo de verdad sin fundirse con las masas populares, pero que no podía tampoco integrarse al pueblo (en particular a los trabajadores reales de carne y hueso que constituyen su cimiento inconmovible) sin entender qué era ese enigma cuyos partidarios me habían sido siempre esquivos, y cuya importancia en el país recién estaba empezando a comprender.

Era un “antiimperialista yanqui” más, que aún no conocía el papel que había jugado Inglaterra en nuestra historia. Pero como por esa época los EEUU habían reemplazado definitivamente a Londres en el horizonte del Plata, un análisis crítico del sometimiento argentino a Washington, si se llevaba adelante con seriedad, no podía sino desembocar en el descubrimiento de ese rol.

En ese combate antiimperialista no podía dejar de ver que el peronismo, que aún no había comprendido, jugaba un rol fundamental. Esto empezó a suceder en la “trastienda” de mi espíritu, por así decirlo, pero de un modo ineluctable. Sin embargo, tampoco veía cómo podía ser consecuentemente socialista y revolucionario dentro del peronismo. Así que lo que yo buscaba inconcientemente era desde dónde sumarme a la lucha nacional sin abandonar mi socialismo. En el curso de esa búsqueda tropecé, afortunadamente, con “Revolución y Contrarrevolución en la Argentina”. Muchos coetáneos míos, que no conocieron ese gran trabajo histórico-político del Colorado, o que, conociéndolo, no lograron valorarlo en profundidad, derivaron del liberalismo de izquierda o la izquierda liberal al ultraizquierdismo y luego a un peronismo que aún no entendía bien los rasgos esenciales del movimiento al que se sumaban. Yo en cambio ingresé a la Izquierda Nacional.

Es que el libro de Ramos no solo ubicaba al peronismo en su carácter de síntesis histórica objetiva del conjunto de las luchas de los argentinos (incluso de aquellas que los peronistas no aceptaban y hoy siguen repudiando, como las que en su momento supo encabezar la Generación del Ochenta), sino que también respondía a cosas que me habían venido intrigando desde pibe. Por ejemplo, y solo por dar el caso principal, ¿porqué después de 1820 Don José Artigas, desaparecía tan súbita y definitivamente de nuestra historia, cuando hasta ese momento había llegado a ser el gran líder de nuestras masas? En la respuesta a esa pregunta yace la clave del destino latinoamericano de la Argentina, y sin que yo supiera esto último, la duda me venía retumbando en la cabeza desde que, en primer año de la secundaria, había tenido que estudiar el período para un examen de Historia Argentina. Solo en Ramos encontré la explicación. Y no por casualidad.

Todo eso, y muchísimo más, encontré en esa obra.

Después de un viaje al extranjero, desde donde (a veces) se ve mejor el bosque porque los árboles no te tapan y durante el cual, por ejemplo, terminé de leer “Revolución y Contra”, lo primero que hice al regresar al país fue afiliarme al Frente de Izquierda Popular (1972). Me parecía el único lugar desde donde podía conjugar mi posición socialista con la defensa consecuente de la soberanía nacional, y creo no haberme equivocado.


2. C. de la IN- Sabemos que has tenido el privilegio de mantener una estrecha relación con Jorge Spilimbergo, uno de los principales referentes de la IN. Cuáles fueron las mejores enseñanzas que te aportó?


N.G.- A Spili (y a su obra) lo conocí después de integrarme a la IN, no antes. En esos tiempos, la IN del Partido Socialista de la Izquierda Nacional (PSIN) era más “la IN de Ramos y Spilimbergo” que “la IN de Ramos, fundador y líder en todo el país” que algunos quisieron implantar después. Y ambos se complementaban a la perfección. En mi caso, el libro del Colorado me brindó la oportunidad de conceptualizar por primera vez mis intuiciones. Luego, la lectura de la obra de Spilimbergo me permitió sistematizar esa comprensión.

Cuando yo ingresé al FIP se solía decir que Ramos era el estratega y Spili el táctico. En ambos casos, con enorme admiración. Me parece ahora que era una apreciación apresurada, en cierto modo superficial. Expresaba más bien aquello que el propio Spili era el primero en hacer notar, con sus acciones más que con sus palabras: el magisterio indisputable que el Colorado ejercía sobre todos nosotros, y también sobre él. Y sin embargo ese carácter de “primus inter pares” no agotaba la cuestión. Y mucho menos demostraba una supremacía “estratégica” sobre un planteo “táctico”.

La formidable construcción política que fue el PSIN y luego el FIP (carácter el de este último que no se puede juzgar a la luz de su fracaso posterior en constituirse en ala izquierda masiva del Frente Nacional) se debió, en inmensa medida, a la flexibilidad, sutileza, abnegación, dedicación, porfía y tenacidad tácticas y militantes de Jorge Enea Spilimbergo (es difícil, por ejemplo, imaginar la conquista de la FUA en 1971 sin su conducción implícita). Pero esa “división de tareas” era una fórmula cómoda que no hacía justicia a los méritos de cada uno de los integrantes de lo que, en esos días, aparecía como una unidad indivisible.

El famoso “olfato estratégico” de Ramos tenía un potente sustrato de genial audacia táctica, y la “claridad táctica y organizativa” de Spilimbergo no giraban en el vacío, sino en una profundidad filosófica y estratégica que, francamente, no he vuelto a encontrar en ningún dirigente de la IN argentina, ni siquiera en Ramos (lo que ya es decir…) En virtud de una formación filosófica de enorme solidez Spili estaba llamado a ser, aunque en ese momento nadie podía imaginarlo, el depositario de la claridad estratégica profunda del socialismo de la izquierda nacional. Eso se haría patente en tiempos bastante más amargos, cuando ambos siguieron caminos distintos.

Debería dedicarle al aporte historiográfico de Spilimbergo tanto lugar, al menos, como al del Colorado. Pero no lo haré, y no por maldad sino porque el propio Spili le asignaba un lugar auxiliar en su acción política. Spili era un fino poeta filosófico, pero jamás quiso ser “historiador” ni “maestro”. Cada vez que lo llamaban de ese modo, estallaba en un reclamo airado: “¡Compañero, dígame compañero!” Ése era el único título al que aspiró toda su vida. Alguna vez, de las tantas en las que le insistía (junto a otros compañeros) en que escribiera “algún nuevo libro”, Spilimbergo me contestó “¿Qué sentido tiene? Ya senté posición con las grandes corrientes histórico-políticas de la Argentina, el socialismo, el radicalismo y el nacionalismo. Esa parte de mi tarea ya está cumplida. Ahora hay que hacer política.” Para él, claro, “hacer política” no excluía la redacción de textos políticos, pero los colocaba en un plano de apoyo y no de pivote de su accionar.

Era su gran profundidad teórica la que le permitía dar por cerrada, por así decirlo, su etapa de ensayista. Tenía perfectamente en claro que no necesitaba aportar más ideas generales para desenvolver sus convicciones en la práctica. De todos modos, cada vez que hizo falta, retomó la escritura de ensayos: por ejemplo, sus análisis del radicalismo se fueron enriqueciendo posteriormente, y la “Historia crítica del radicalismo” se reeditó durante la presidencia de Alfonsín, ampliada y actualizada, bajo el significativo título de “El fraude alfonsinista”; del mismo modo, sin llegar a hacer republicaciones formales, sus trabajos sobre la guerra de Malvinas, el conflicto por el Beagle y otras cuestiones permitirían perfectamente publicar una nueva versión, ampliada a su vez, de “Nacionalismo oligárquico y nacionalismo revolucionario”. Hay otros ejemplos, en los más diversos órdenes.

Esa profundidad teórica le permitió delimitar por sí mismo, después de que Ramos tuvo éxito en su esfuerzo por “sacarlo” de la IN que él dirigía, una política de Izquierda Nacional que propiciara la constitución de frentes con la burguesía, la clase media progresista-liberal, la oficialidad nacionalista malvinera, sin por ello caer en ninguna forma de oportunismo hacia ellas ni, claro, hacia el imperialismo. Fue esa profundidad teórica la que le permitió reformular las posiciones de la IN en un lenguaje directo y sin clichés “leñiñistas con eñe”, que ya habían cumplido su función durante el período de constitución del partido revolucionario que había culminado con el FIP, pero sin resignar una sola de las banderas básicas que hasta entonces habían caracterizado a la corriente.

Y hablando de eso, fue esa profundidad teórica, en fin, la que no le faltó jamás para mantener la porfiada lucha por la construcción de un partido revolucionario de la Izquierda Nacional en momentos en que muchos, demasiados, se entregaban a la seducción del movimiento nacional burgués o, peor aún, abandonaban el combate político y se dedicaban a sus asuntos personales.

A mí me tocó conocerlo en esos combates. Lo poco o mucho que soy en política se lo debo hoy, ante todo, a Spili más que al Colorado Ramos, lo que no me lleva a repudiar a Ramos sino a tomarlo con el beneficio de inventario que corresponde. Aprendí de Spili el valor inmenso de la claridad política, la consecuencia teórica, la generosidad en la articulación, la solidez conceptual, el respeto fraternal por el compañero, y la tozudez inclaudicable en la lucha por construir un partido independiente del socialismo de la Izquierda Nacional, uno de los núcleos necesarios de cualquier nueva confluencia del campo nacional en la Argentina. “Si no construimos una izquierda nacional, se encargará el imperialismo de construir una izquierda imperialista”, solía decir cuando algún compañero, desanimado por las dificultades de la tarea, planteaba el abandono del combate. Y eso por no hablar del inmenso caudal de cultura que derramaba sin medida sobre todos los que nos acercábamos a él.


3. C. de la IN- En 1973 la IN, que en ese momento se expresaba políticamente a través del FIP, obtuvo casi un millón de votos cuando apoyó la fórmula Perón-Perón desde la izquierda. Qué pasó con tantos votos? Tuvo la propia IN algo que ver en el retroceso cuantitativo o sólo es atribuible a las condiciones generales, tanto económico-sociales como político-culturales que vivió Argentina durante los años siguientes?

N.G.- Ante todo, aclaremos que ese millón de votos no era “un millón de votos por la IN”. Había en la Argentina de 1973 una poderosa corriente social y política, cuyos integrantes no se definían como “de Izquierda Nacional”, pero que estaban dispuestos a apoyar al General Perón dejando expresa mención de que lo hacían desde la izquierda. De hecho, la campaña del FIP en esa elección no fue “Vote por la boleta del FIP”, sino “Vote por Perón desde la izquierda”. El FIP jamás consideró como propios esos votos. Eran votos de Perón, y nunca se pensó otra cosa.

Pero aún así, anidaba allí una posibilidad de crecimiento de un ala izquierda independiente del Frente Nacional, algo que la conducción bonapartista de Perón había impedido en el pasado. Ahora bien, si esto no sucedió, si esos votos no volvieron a encontrar un canal de expresión, en parte se debe, claro, a las condiciones generales de la época.

Sin ir más lejos, con López Rega en funciones se hacía un poco difícil mantener en público esas ideas si no se tenía militancia y pertenencia partidarias concretas. Y aún teniéndolas, las garantías tampoco eran demasiadas: la primera víctima del FIP al odio irracional de las bandas armadas fue el Ingeniero Agrónomo del INTA Carlos Llerena Rosas, cuyo nombre se va a imponer este año a una de las unidades de ese Instituto. Carlos fue asesinado mucho antes de la caída del gobierno de Isabel. Y no fue una banda de asesinos liberales, fue una patota lopezrreguista, así como lo fue también el comando que tiró tres granadas autopropulsadas a la sede central del Frente de Izquierda Popular en la calle Alsina, también por esos tiempos. O quienes asesinaron a Silvio Frondizi, que había sido candidato del FIP. O, para mostrar cómo ligábamos de todos lados, los brutales cadenazos con que la Juventud Peronista recibió a los compañeros del FIP que quisieron hacer un acto en su enclave sacrosanto de Filosofía y Letras allá por 1974. Las condiciones generales, en efecto, no eran las más propicias. Y nos hemos referido solamente a un aspecto del problema…

Pero también hubo responsabilidades propias.

Es un tema complejo y seguramente las diversas expresiones contemporáneas que se reclaman de Izquierda Nacional tienen diversas respuestas. Hay algunas aristas que pueden plantearse, sin pretender la exclusividad de la verdad.

En la segunda mitad de la década de los 70 el FIP retrocedía a cuarteles de invierno. Quizás sea discutible la inevitabilidad de ese retroceso, pero sin “quizás” lo fue su profundidad. Desde el punto de vista de quienes por entonces apoyábamos la postura de Spilimbergo, se hubieran debido mantener mejores contactos con múltiples sectores populares a los que nos habíamos logrado conectar, y de hecho el asunto se discutió ya en 1975. Hubo algunos compañeros del FIP, por ejemplo, que supieron mantener esos contactos y sostener un vínculo vivo y permanente entre la Izquierda Nacional y su barrio de referencia hasta el día de hoy, generando una tradición local que hubiera podido darse en múltiples áreas y territorios: probablemente hubiera permitido sostener un partido más arraigado en el pueblo que lo que vino después.

A mi modo de ver, ése fue el más serio de los “errores propios” porque ayudó a cortar los lazos entre el FIP y las masas a las que se dirigía. De allí a otras deformaciones y degradaciones, desgraciadamente, el camino fue bastante directo.
Por lo demás, y comparando lo hecho en esos tiempos y por esos gigantes con lo que estamos haciendo hoy los militantes de Patria y Pueblo, creo que la diferencia básica de contexto es la siguiente: no es sencillo en las condiciones socioeconómicas en que se desenvuelve la política argentina obtener un apoyo masivo para una posición independiente de izquierda nacional. La generosidad de Perón, que supo abrirle las puertas a un millón de votantes habilitando la boleta del FIP, no parece haber cundido entre sus sucesores, ni siquiera entre los mejores.


4. C. de la IN-Por qué la IN insiste en sus documentos y producción teórica en la necesidad de construir una alianza plebeya entre los obreros y las capas medias?

N.G.- Porque esa alianza es el núcleo de cualquier reconstrucción del frente nacional que impida definitivamente una restauración oligárquica. Esto está bien explicado en “Clase Obrera y Poder”, un trabajo de 1964 que sigue teniendo vigencia en este plano. Estamos a punto de reeditarla, así que no les cuento el argumento para que la compren cuando salga…


5. C. de la IN- Esa idea fuerza que desarrolla Spilimbergo en los sesenta cuando redacta las Tesis del Partido Socialista de la Izquierda Nacional merece algún tipo de actualización?

N.G.- Ninguna idea puede modificar la realidad por sí misma y aislada de la experiencia vital de las masas; en ellas debe arraigar para ser efectiva. Pero esto significa que si bien la “idea fuerza” -como bien definís y al menos los compañeros de Patria y Pueblo creemos- se mantiene hoy tan válida como entonces (y su validez se profundizará a medida que la reindustrialización de la Argentina fortalezca a esos dos componentes estratégicos del campo nacional), la fuerza de la idea estará en que se la formule en un formato adecuado a los nuevos tiempos.

Las clases sociales no son estructuras invariantes, formas platónicas dadas de una vez y para siempre. Hacen la historia, y son hechas por la historia. Sus perspectivas, exigencias y necesidades van cambiando con ella. Por ejemplo, en la Argentina de principios del siglo XXI las tareas que debe enfrentar esa alianza de clases son al mismo tiempo mucho más avanzadas y mucho más primitivas que las que debía enfrentar cuarenta y cinco años atrás: para recuperarnos del ahondamiento del atraso, el desmantelamiento y la miseria tenemos que recurrir a herramientas (en particular herramientas mentales) mucho más poderosas aún que las que teníamos que utilizar en los años sesenta o setenta, justamente porque ahora hay que partir desde más abajo.

Pero la consecuencia inmediata del retroceso ha sido un retroceso general de los niveles y formas de la conciencia, correlato no mecánico pero sí real (y perseguido por las clases dominantes) de la extensión inaudita de la miseria popular. Ante ese retroceso, los trabajadores y las clases medias tienen ante sí nuevas tareas (lo que implica que sus mismos componentes son distintos de lo que eran). En particular, tienen que reformular esa alianza de tal manera que por su intermedio las masas, hoy sumidas en la inconexión política, adquieran la máxima capacidad de acción autónoma del bloque oligárquico-imperialista (utilizo estas palabras algo “antiguas” a modo de provocación, pero no falto a la verdad de la cosa por aplicarle una denominación algo añeja). Esto, ocho o nueve lustros atrás, no hacía falta ni siquiera plantearlo. Hegel decía en la Introducción a la “Fenomenología” que lo poco con que se conformaba el espíritu solo daba medida de cuánto había retrocedido…

Lo esencial de las tareas de la alianza plebeya (recuperación de la soberanía política, reconstitución de la integridad territorial, independencia, modernización y progresiva socialización de la economía, recuperación de la unidad latinoamericana, dignificación de las capas más sumergidas de la sociedad, provisión efectiva a la defensa nacional común, etc., etc., etc.) no ha cambiado. Justamente por eso es que la Argentina está en crisis y ha sufrido la decadencia que ha sufrido. Tenemos ahora las tareas adicionales (con respecto a 1964) de reconstruir el tejido industrial, el Estado y el sistema de cuadros medios y técnicos que fueron dinamitados e incinerados en ese medio siglo de reacción antinacional iniciado en 1955 y que alcanzó su máxime punto de destructividad durante el aquelarre menemista-delarruísta. De la descripción de las tareas surgen tanto la vigencia de la idea fuerza como la necesidad de su actualización.


6. C. de la IN- A la hora de construir la alianza importa sólo el partido político o también cuenta el trabajo cultural que se hace desde otros lugares, como sindicatos, organizaciones sociales, centros culturales, periódicos e Internet?

N.G.- Un partido político no puede expresar en sí mismo alianza alguna. Puede contener tendencias, y es bueno que así sea, pero esas tendencias representarán un conjunto de sectores sociales más acotado que el vastísimo frente que necesitamos amalgamar. En este sentido, el concepto mismo de alianza implica la coexistencia de visiones no solo diferenciadas, sino también muchas veces contrapuestas y antagónicas (aunque esos antagonismos son negociables, no como el antagonismo del bloque plebeyo con relación al bloque oligárquico). Por lo tanto, en principio, implica la existencia de varios partidos o, en su eventual defecto (quizás algunas fracciones de la alianza no logren formular sus propias reivindicaciones y necesidades bajo la forma de un partido político), de un movimiento amplio y democrático donde las diversas aspiraciones y deberes de las clases constitutivas de la alianza se puedan expresar y asignar con toda la claridad y precisión que cada coyuntura permita.

En este movimiento, el momento político (no entendido por un partido único, pero sí como un frente de diversos partidos y tendencias más o menos organizadas) no puede vivir de sí mismo. El trabajo cultural, como lo denominás, la batalla teórico-conceptual-artística, para decirlo con mayor despliegue, es un componente ineludible y yo diría casi fundacional, en muchos casos, de esta reconstrucción de la conciencia argentina que forma uno de los aspectos de la lucha que enfrentamos hoy.

En eso rescato algo que siempre enfatiza alguien que no es de Izquierda Nacional, por cierto, pero sí forma parte de la alianza plebeya: cuando Francisco Pestanha hace notar que en el sustrato ideológico que lleva al surgimiento del peronismo hubo una “revolución cultural” apunta a un aspecto sustancial de la tarea de nuestros días. Cada vez que hay que constituir un frente nacional con nuevas hegemonías que garantice lo obtenido y avance más allá de lo logrado hace falta un abanico lo más amplio posible de accesos, y la acción cultural es un modo magnífico de abrirlo.


7. C. de la IN- Finalmente Néstor, agradeciéndote desde ya esta colaboración para el Cuaderno de la IN, cómo ves el panorama político actual de Argentina? Por otra parte, tiene hoy la IN más o menos posibilidades de avance que en los setenta cuando obtuvo aquel millón de votos?

N.G.- Lo inédito de la situación actual es que tras haberle hecho a la Argentina todo el daño que podía haberle hecho, la restauración antinacional iniciada el 16 de setiembre de 1955 terminó de hundirse en el pasado, al menos provisoriamente, en las jornadas de diciembre de 2001. Pero durante esos nueve lustros (incluida la Década Abyecta menemista) no solo se destruyó materialmente el país, no solo se reprimarizó la economía hasta niveles inimaginables en 1975, no solo se jibarizó y decapitó el Estado hasta niveles que el propio General Roca ya había repudiado en el pasado (p. ej. la privatización del Correo), no solo se hundió a crecientes masas de argentinos en miserias y enfermedades que hasta entonces se creían ajenas no ya a nuestro país sino al continente americano (casos de kwashiorkor en Tucumán). Mucho más grave aún fue que todas las dirigencias políticas tradicionales de las masas argentinas habían tenido fuerte vinculación, total o parcial, con ese despliegue histórico del programa de los bombardeadores-libertadores-fusiladores de los dos junios y el setiembre fatídico.

Esto se hacía muy evidente en el caso del radicalismo, que hacía ya mucho tiempo que se había convertido en el ala popular posible de la contrarrevolución, pero no le faltaron oportunidades de acompañarlo a buena parte de la dirigencia peronista. Y, con la Década Abyecta menemista, el movimiento heredero de Octubre del 45 pareció haberse alvearizado por completo.

De este modo el repudio a las políticas libreempresistas, rústicas, financieras y antinacionales vigentes hasta ese momento se condensó en una muy ambigua “doctrina”: el famoso “que se vayan todos” que, carente de contenido concreto, terminó siendo tan útil para un lavado como para un fregado.

Hasta un ala entera de la Izquierda Nacional había terminado, en esos tiempos, al servicio del bloque antinacional, y su descrédito, como es lógico, se predicó sobre el conjunto de la corriente. Cuando la historia llamó a la cita, entonces, la Izquierda Nacional no pudo cumplir un papel definitorio. Por motivos que en parte he sugerido en las respuestas a las preguntas 2 y 3, la alianza plebeya que anidaba potencialmente en el 19 y 20 de diciembre no encontró un canal adecuado para el despliegue completo de su programa.

Y decimos que en esas jornadas anidaba potencialmente la alianza plebeya en perfecta conciencia de que esta interpretación sugiere un sentido de esa pueblada que difiere bastante de otras interpretaciones. Concretamente, creemos que es un error reduccionista decir que el movimiento fue de “clases medias a las que les metieron la mano en el bolsillo”, y por supuesto nos parece irrealista, en el mejor de los casos, la interpretación del mismo como “una jugada duhaldista”. De igual manera, nos deslindamos de quienes creyeron ver en las “Asambleas Populares” que ornaron varias esquinas porteñas durante buena parte de ese verano un embrión de futuro gobierno socialista de todo el país.

En realidad, la pueblada final venía de bastante más lejos y más atrás: coronó una serie de estallidos cruentos que se habían venido produciendo en los días precedentes (el delarruísmo accede al poder sobre dos muertos en el puente Barranqueras-Corrientes, y lo abandona con casi tres docenas en diversos puntos de nuestra geografía). Específicamente, tuvo como antecedente inmediato el dantesco asalto a las playas de estacionamiento de los supermercados del área metropolitana del 19 a la mañana, cuando masas de excluidos se arrojaron sobre montañas de comida dispuestas allí por los dueños para disuadirlas de saquear las instalaciones mismas.

Este espectáculo tuvo profusa difusión televisiva, y lo tenían en la memoria por la noche las clases medias que hasta entonces no habían respondido masivamente al anuncio de los diversos corralitos y saqueos… pero sí lo hicieron con la declaración del estado de sitio, un hecho político y no “tradeunionista”. Es que esa declaración era la confesión general del régimen (no del delarruísmo, sino del bloque antinacional en su conjunto) de que aquello que las clases medias habían visto por la mañana en la TV era lo que les esperaba a ellas en unos pocos días y en la vida real.

La relativamente efímera consigna porteña “piquete y cacerola, la lucha es una sola” tenía entonces sentido político, y no solo gremial: no expresaba la lucha presente por mejorar en común los ingresos de todos, sino la asfixia futura a la que todos serían condenados para salvar lo logrado por el bloque gorila en medio siglo.

La potencia transformadora de esos días terminó infundiendo vida a una candidatura peronista que, por cierto, superó rápidamente su condición de “caballo del comisario” duhaldista. Hace honor al menos en parte y cada vez con mayor claridad al mandato implícito de la pueblada que, en el fondo, es el origen de su capacidad de actuar en política. Aunque no siempre tenga en claro ese acta de nacimiento, y no pocas veces algunos de sus principales dirigentes la consideren un momento de anomia social merecedor de contrita conmemoración en lugar de verlo como lo que realmente es (Al fin de cuentas, tampoco el General Perón entendía el sentido profundo del Cordobazo que le abrió las puertas a la Presidencia…)

A medida que se fue clarificando el rumbo nacional del kirchnerismo (proceso que no fue inmediato ni sencillo, ni siquiera para Néstor y Cristina), y a medida que se fue poniendo de pie la economía argentina, los viejos antagonismos volvieron a aparecer. Ya dos o tres años antes de la famosa confrontación por la Resolución 125, desde Patria y Pueblo alertábamos contra la reorganización que estaba construyendo la oligarquía argentina. Parecíamos trasnochados. No pocos kirchneristas nos miraban como se mira una curiosidad de museo, y nos decían “la oligarquía no existe más”.

La oligarquía misma, con su manotazo brutal, se encargó de probar su existencia.

Hoy, el gobierno se encuentra en la necesidad de consolidar nuevamente la alianza de los de “abajo” que permitió “salir del infierno”. Para ello, sin embargo, no alcanzará con políticas cupulares. Hace falta consolidar por abajo, con activa participación de los integrantes del movimiento obrero que luchan por su unidad, una base de sustentación que permita embestir nuevamente contra el bloque antinacional. Hace falta además proponer un programa concreto a las clases medias: a ellas no les basta con “el bolsillo” para retornar al campo nacional. Atrapadas entre las dos espadas de los trabajadores, por un lado, y las clases dominantes por el otro, necesitan una seguridad que su propia situación social les arrebata en la vida cotidiana. En esta tarea, indudablemente, la Izquierda Nacional y Patria y Pueblo tendrán mucho que hacer y que decir.

En cuanto a las posibilidades de avance de la Izquierda Nacional dependen de dos elementos sustanciales:

a) el fortalecimiento cuantitativo y cualitativo de la clase trabajadora, su creciente confianza en sí misma, su voluntad de poder en el sentido de ir preparándose y flexionando sus músculos para incrementar su incidencia en las decisiones que tome el frente nacional. En este sentido, nos parece fundamental luchar por la reunificaciòn del movimiento obrero, y llevar a la práctica en todos los planos la consigna recientemente lanzada por la CGT de "la hora de los trabajadores". Obviamente, de allí brota espontáneamente la necesidad de apoyar sin claudicación alguna la política de reindustrialización iniciada en 2003. Sin trabajadores, no hay socialismo, o en todo caso solo hay socialismo cipayo.
b) la construcción de una alternativa política de Izquierda Nacional latinoamericana, revolucionaria, socialista y de gran amplitud dentro del marco de lo antedicho.

Lo segundo es más difícil que lo primero: todo un problema, porque, como dije antes que decía Spilimbergo, "o los argentinos construimos un campo socialista de izquierda dentro del frente nacional, o lo construirá el imperialismo dentro del bloque cipayo".

El ingreso de nuevas camadas de compañeros a una organización política sólida que cumpla con lo propuesto en el punto (b) es crucial para el futuro inmediato de la corriente... y de la Patria. En eso estamos, al menos, los compañeros de Patria y Pueblo. Trataremos de estar a la altura de lo que la historia nos exige.

3 de Agosto de 2010

* Los cuestionarios exclusivos del Cuaderno de la IN sólo pueden ser reproducidos citando esta fuente: http://www.elortiba.org/in.html


Responde a nuestro Cuestionario Fernando Bossi, militante de la izquierda nacional latinoamericana, Secretario de Organización Internacional del Congreso Bolivariano de los Pueblos y Director del Portal ALBA*


1. C. de la IN- Fernando, nos interesa iniciar este cuestionario con una síntesis de tu trayectoria política en Argentina?

FB- Creo que tenía entre 14 y 15 años cuando comencé mi militancia en la Argentina. De allí para adelante llevé la vida de cualquier otro compañero comprometido con la causa popular. Viví el retorno de Perón y las elecciones del 73 como todos los militantes patriotas de ese momento, con pasión, mucho trabajo, alegrías y tristezas. Pienso que el haber aportado un granito de arena, como joven estudiante y trabajador, en esa patriada de soñar con la Patria Socialista, la Argentina Justa, Libre y Soberana fue la base de mi formación política de izquierda.
Milité en Mar del Plata en el FIP, luego de la lamentable división de la izquierda nacional, estuve en el PIN y más tarde, con el inolvidable compañero Denís Conles Tizado, armamos una agrupación político-cultural con el nombre Proyecto Emancipación. Hoy sigo militando en esas filas.


2. C. de la IN- Cuáles fueron las razones que te condujeron a la Izquierda Nacional argentina y cuánto pesaron los aportes teóricos de Ramos y Spilimbergo en tu formación?

FB- Fue promediando el 72 que comencé a estudiar e interesarme por la política. Se venían las elecciones, y si bien no podía votar por ser menor, me parecía importante no estar al margen de los problemas del país. Mi familia era trabajadora y muy nacionalista, por lo tanto el orgullo de ser hijo de laburantes me inclinaba hacia la izquierda. Pero a su vez veía que en el peronismo estaba el movimiento obrero y la fuerza de la Patria. Escuché a Coral, a Gioldhi, a Alende y en todos veía que de una pata rengueaban. El viejo Jauretche casi me convence al verlo por televisión. Pero recuerdo que a los pocos días lo escuché a Abelardo Ramos y me pareció que ahí había claridad: se podía ser socialista, marxista y revolucionario, y también patriota y latinoamericano.
En esa época ya me interesaba mucho la historia argentina y latinoamericana, aún hoy. Interesado entonces en el FIP me fui hasta su local en Mar del Plata. Cuando llego me encuentro con una inmensa bandera de Artigas en la entrada. Tremendo impacto, no había más dudas. “Si mi padre es peronista y mi abuelo radical, no me queda otro camino que la Izquierda Nacional” cantaban los fipista de aquella época. Y a mí me pasó algo parecido.
Ramos era el hombre público, de discursos que atrapaban y con una forma de hablar y hacerse entender que pocos políticos en Argentina lo han logrado. Spilimbergo era más para el “consumo interno”. Igual de lúcido que Ramos, pero menos carismático tal vez. Por supuesto que los libros de ambos me los había devorado, aunque Spilimbergo me resultaba más difícil de entender, tal vez por los temas que trataba, o de cómo los trataba.
Tampoco quiero olvidarme de mis lecturas y amistad con los compañeros de Silvio Frondizi. Muy buena gente, trabajadores y con una conducta ejemplar, muy solidarios. Y justo se había hecho una alianza donde Silvio iba de candidato a senador por la lista del FIP. Todo cuadraba y me incorporé en el Frente, luego ingresé al PSIN.


3. C. de la IN- En qué momento decides emigrar a Venezuela y por qué motivos?

FB- Con el Proyecto Emancipación, a través de la revista Cuadernos para la Emancipación, decidimos sacar un documento que se llamaba “Diez puntos para la unidad de los movimientos revolucionarios de América Latina y el Caribe”. Era el año 96. De allí varios compañeros viajamos a diferentes países a fin de conversar con las fuerzas populares y distribuir el documento. A mí me tocó Venezuela y Colombia. En Venezuela conversamos con el Comandante Chávez, que estaba proponiendo desde hacía un tiempo retomar el Congreso Anfictiónico. Nos sumamos a la tarea, ya que coincidía puntualmente con los que nosotros proponíamos. Años después, luego de haber trabajado mucho en ese espacio, ya convertido en Congreso Bolivariano de los Pueblos, el comandante Chávez nos invita a radicarnos en Venezuela. De ahí en más continuamos el trabajo tanto en Venezuela como en Argentina y otros países de nuestra América.


4. C de la IN- Nos podrías contar brevemente tu experiencia política allí y cuáles son a tu criterio los mayores logros del proceso revolucionario?

FB- La experiencia en Venezuela ha sido muy fructífera y enriquecedora. El Proyecto Emancipación se ha expandido y hoy dirige una Escuela de Formación Política digna de llamarse tal. A su vez seguimos con la Secretaría de Organización Internacional del Congreso Bolivariano de los Pueblos y la dirección del Portal ALBA, como también la coordinación de la Red Popular Humanitaria Misioneros del Milagro. Siempre para tener un pie en la lucha ideológica pero también un pié en tierra, en la militancia popular cotidiana. Asimismo seguimos publicando Cuadernos para la Emancipación.
La Revolución Bolivariana es el retorno de la gesta independentista de hace 200 años, conciente que para lograr el objetivo es insoslayable transitar el camino del socialismo. Eso lo ha entendido el Comandante Chávez y el pueblo venezolano. Independencia, Unidad latinoamericana y Socialismo es un triángulo indivisible.
Mucho se ha avanzado en esa dirección en 11 años de gobierno. Muchos han sido también los obstáculos. Y mucho también queda por hacer. Pero tal vez el logro más importante de esta Revolución ha sido el nivel de conciencia del pueblo, y su decisión soberana de no ser nunca más colonia de ninguna potencia extranjera. Enumerar las dificultades sería muy largo, pero no son otras que aquellas que surgen de la tarea colosal de construir una verdadera Patria Socialista.


5. C de la IN- Has encontrado puntos de contacto significativos entre la IN argentina y el chavismo? Cuánto del marxismo-bolivariano proclamado por Jorge Abelardo Ramos hay en la experiencia conducida por Hugo Chávez?

FB- En términos generales creo que las ideas de la Izquierda Nacional, en el sentido más amplio, se están materializando en esta Revolución Bolivariana. De eso no tengo dudas. Hay que releer a Abelardo Ramos y otros teóricos de nuestra corriente y parece que esa teoría se escribió para acá. Siempre defiendo ante los bolivarianos venezolanos que nosotros, hace muchos años, gracias a los escritos de Don Abelardo ya éramos bolivarianos en el Cono Sur. Eso los sorprende mucho, y más cuando lo leen.
Desde nuestra humilde trinchera hacemos todo lo posible para difundir aquellos textos, ya clásicos, como Historia de la Nación latinoamericana, El Marxismo de Indias, etc. También, y por supuesto los libros de Norberto Galazo, otro grande del socialismo latinoamericano.


6. C. de la IN- Crees que en Argentina el kirchnerismo tiene algún anclaje en el peronismo histórico o es otra cosa?

FB- Yo creo que el proyecto de un capitalismo autónomo es inviable. Kirchner es un fiel representante del peronismo, pero de esa corriente aferrada a pensar que en el siglo XXI puede darse una revolución nacional dentro de los marcos del capitalismo. Reconozco que Kirchner ha significado un avance para la Argentina pool neoliberal, pero su proyecto se desinfla cuando vemos los recursos naturales enajenados, la infraestructura en manos extranjeras o de inescrupulosos burgueses. Entiendo que es hora de volver a las ideas de la Izquierda Nacional independiente del peronismo, intentando conformar una poderosa fuerza respaldada en la clase trabajadora, con objetivos claros y con un programa antiimperialista firme y decidido.
Nosotros, como Proyecto Emancipación nos acercamos más a Pino Solanas que a Kirchner y disentimos con algunos compañeros de la Izquierda Nacional porque vemos que en el espacio oficialista se desdibuja nuestro carácter socialista revolucionario. Lo nacional y popular es bueno, pero sin el condimento socialista revolucionario lo nacional y popular puede caer en mera socialdemocracia, cuando no en claudicación lisa y llana con el enemigo imperialista. Es un punto de vista, tal vez muy simple considerado que se hace “a la distancia”.


7. C de la IN-Pero más allá de las intencionalidades de Proyecto Sur, no te parece que un político debe juzgar las consecuencias objetivas de sus actos y modificarlos si terminan favoreciendo a aquellos que dice combatir, como ocurrió durante el conflicto con la oligarquía agraria durante la 125 o como ocurre ahora en la confrontación con los oligopolios de la comunicación?

FB- Cuando hay errores y honestidad siempre hay posibilidad de corregir. Insisto que hay medidas que toma el gobierno que son acertadas, otras no. Pero con respecto al gobierno de Néstor y Cristina me parece que el problema central radica más que nada en lo que se pudiera hacer y no se hace, más allá de medidas que toman y no responden al interés nacional. Yo no les pido que sean socialistas, eso sería una locura, pero como patriotas que vienen de las filas del peronismo, es inconcebible que no tengan una visión más nacionalista con respecto al petróleo, a los minerales, a los ferrocarriles, a los servicios en general que siguen en manos de las multinacionales, a los agronegocios, etc. Claro que la respuesta a esto siempre es la correlación de fuerzas; más esto es siempre una excusa, ya que la correlación de fuerzas cambia en favor del pueblo cuando precisamente se toman medidas revolucionarias. Así lo entendió Evo Morales y tuvo el coraje de poner los puntos sobre las íes contra los enemigos de la Patria. Mi posición es como socialista y nacionalista; entonces creo sinceramente que Pino es más fiel al legado histórico del peronismo revolucionario. Lo respeto por su trayectoria, sus ideas socialistas nacionales y porque es un patriota cabal, con más aciertos que errores.
Por otro lado lamento mucho que entre revolucionarios y patriotas estemos divididos, peleándonos más entre nosotros que contra el enemigo imperialista y la gran burguesía vendepatria. Me duele leer confrontaciones entre compañeros que no dudan en que el petróleo es nuestro, que los ferrocarriles deben de ser recuperados para la Nación, que la minería no puede estar en manos de trasnacionales, que la tierra no debe extranjerizarse, en fin... que coincidimos en un montón de cosas pero nos divide la cúpula del peronismo.
Hay un buen artículo de un hombre que podríamos decir de Izquierda Nacional, el ya fallecido dirigente socialista Patricio Icaza, ecuatoriano, que decía que "tenemos que pensar con nuestra propia cabeza". Y eso yo lo llevo también a la izquierda nacional, ya que nuestra división y falta de proyecto, siempre se instaló en base a quién se apoyaba. Ya es hora que bajemos del tablón y comencemos a jugar nuestro propio partido.
Estoy con el Proyecto Sur políticamente hablando, y creo que en ese espacio hay mayor posibilidad para que la Izquierda Nacional se vaya desarrollando. En el kirchnerismo, con la vieja cúpula del PJ enquistada, veo más difícil la cosa. Pero reconozco que entre los compañeros que apoyan a Cristina y Néstor hay cuadros y dirigentes patriotas y revolucionarios muy valiosos, imprescindibles diría, tal es el caso del compañero Norberto Galasso para solo poner un ejemplo. Ojalá, más temprano que tarde, estemos nuevamente juntos, unidos, en torno a un programa verdadero de liberación nacional y social de nuestra Patria.


8. C de la IN- Como evalúas la relación entre el actual proceso política argentino y el venezolano?

FB-Creo que son procesos diferentes. Uno es el proyecto de capitalismo autónomo, como lo señalé anteriormente; el otro, el venezolano es un proceso de profunda revolución antiimperialista y anticapitalista. Seguramente los puntos de coincidencia se den más que nada en la esfera de la política internacional, donde ambos confrontan contra el Imperio.


9, C de la IN- Finalmente y agradeciéndote la gentileza que has tenido con nosotros, cuán importante es para consolidar la liberación nacional y social de nuestros pueblos el concepto (tan utilizado en la Izquierda Nacional) de Patria Grande?

FB- Chávez ha señalado claramente: “No habrá independencia en Venezuela si no alcanzamos la unidad de América Latina y el Caribe”. Esa es la tarea histórica y eso lo ha señalado siempre muy bien la Izquierda Nacional. En ese trabajo estamos y creo que, más allá de algunos malentendidos con viejos compañeros del socialismo revolucionario, esa gloriosa Izquierda Nacional todavía tiene mucho que dar para lograr la Patria Grande de San Martín y Bolívar.

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Responde a nuestro Cuestionario Nahuel Andrade, hijo del recordado dirigente de la Izquierda Nacional Hugo Andrade *

1. CIN: Nahuel: ¿cuáles son los primeros recuerdos que tenés de tu papá?

NA: Mis primeros recuerdos se remontan más que nada a cuando yo tenía unos tres o cuatro años, por aquel entonces, mi viejo separado de mi vieja desde que yo tenía 11 meses, me pasaba a buscar los fines de semana para verme. En ese tiempo el vivía en La Boca en un piso de la avenida Almirante Brown.

2. CIN: ¿Qué papel jugaba en su vida la política?

NA: Muy importante, era cosa de dedicarle todo el DIA a las reuniones y tareas del partido (Partido de la Izquierda Nacional). Llegó a militar en todo, incluso en la rama feminista del partido. La política era su pasión.

3. CIN: ¿En qué momento se inicia y como prosigue su vínculo orgánico con la Izquierda Nacional?

NA: No tengo mucha idea de sus comienzos, ya que yo, obviamente, no había nacido. La política la descubrió de grande, de joven no militó. Por lo que sé, entró por una pareja que el tuvo antes que mi vieja (no sé su nombre) que estudiaba en la facultad de filosofía y letras hacia finales de la década del 60, ahí se dedicó en cuerpo y alma a la causa. Hasta que se “exilió” en Santiago de Chile en 1995

4. CIN: ¿Qué edad tenías vos en esos años y que recuerdos, aunque los consideres insignificantes? ¿Podés transmitirnos?

NA: bueno, hasta que se instaló en Chile, siempre estuvo en política. Casi siempre yo pasaba los fines de semana en los locales del partido (hubo varios) donde hacían las reuniones, por lo general la pasaba con los hijos de los compañeros que estaban en la misma situación que yo.

5. CIN: ¿Cómo fueron sus últimos años? Sabemos que viajó a Chile durante la etapa final del menemismo.

NA: fue jodido, la verdad. Con el partido pudieron llegar a poner una imprenta y fotocopiadora. Las cosas no fueron del todo bien ya que fue bastante mal administrada (nadie ahí tenia mucha idea del oficio, para ser sinceros) y el insistía que otros se ocuparan de eso, ya que quería dedicarse de lleno a la política y no a hacer tareas empresariales. Después de esta debacle tuvo que mudarse a Chile con mi hermana que ya vivía allá. Estando en Chile se dio a conocer que tenia cáncer, en realidad metástasis ya avanzada, nunca llegamos a saber qué tipo de cáncer. Con mi hermana tenemos la teoría que ya viajó para allá sabiendo de su enfermedad pero que no dijo nada. Falleció al mes de enterarnos de la noticia, en septiembre del 98

6. CIN: ¿Hay algunas ideas, valores y anhelos vinculados con su militancia que vos asumas como “herencia” cultural de tu padre?

NA: siempre admire de él su desprendimiento, su falta de apego a las cosas materiales y su solidaridad, su dedicación y la lucha por sus ideales.

7. CIN: Nahuel, te agradecemos la colaboración para nuestro Cuaderno y te hacemos una última pregunta, .Dejando volar la imaginación pero también anclando la respuesta en tu conocimiento de lo que fue Hugo como sujeto político: ¿cuál creés que serían sus sentimientos y postura ante la nueva etapa que vive nuestra patria?

NA: sería oficialista, sin duda. Ideológicamente estaría en la línea de apoyo al kirchnerismo. Además era un pragmático y sobre todo su militancia siempre fue orientada al sindicalismo, supongo que todas las medidas acertadas que ha tomado este gobierno en beneficio de los trabajadores y los más necesitados, las reestatizaciones, etc. le hubieran parecido las correctas.

Abril de 2011

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Responde a nuestro cuestionario Oscar Aramburu, militante histórico de la Izquierda Nacional. Integró en los años 50 el Partido Socialista de la Revolución Nacional, fue amigo de Jorge Enea Spilimbergo y actualmente forma parte de Patria y Pueblo en Necochea *

Militante histórico de la Izquierda Nacional. Integró en los años 50 el Partido Socialista de la Revolución Nacional, fue amigo de Jorge Enea Spilimbergo y actualmente forma parte de Patria y Pueblo en Necochea.

1. CIN: Oscar, siendo usted uno de los históricos de la Izquierda Nacional que mejor ganado tiene el “título”, podría relatarle a nuestros lectores cómo y en qué contexto histórico se inicia su relación con esta corriente ideológica y política.

OA: Durante mis estudios secundarios en el Perú militaba en el aprismo juvenil y al entrar a estudiar Derecho en Buenos Aires consideré que lo más cercano a nivel de estatuto y declaración de principios que se daba en el país de mi nacimiento era el Partido Socialista en el cual realicé mi primera afiliación partidaria. Apenas ingresado me encolumné con los movimientos antighioldistas Mientras en la facultad conocí a Jorge Spilimbergo, amigo al cual invité a discutir con diversos grupos del socialismo. Discusiones que me llevaron junto con Jorge a cofundar el socialismo disidente que formalmente encabezaba Digman pero que en realidad dirigían los primeros teóricos de Izquierda Nacional entre los cuales se destacaba Jorge Abelardo Ramos. El partido Socialista de la Revolución Nacional (que integré) a la par del peronismo fue declarado ilegal en el 55 con el derrocamiento golpista de Perón.

2. CIN: ¿Cuáles fueron las afinidades que lo llevaron a inclinarse por la Izquierda Nacional, una corriente que por aquellos años era poco conocida?

OA: El nacionalismo latinoamericanista que de temprana edad invadió mi conciencia de peruano-argentino me predispusieron a tener simpatías, aproximaciones y diálogo con todos aquellos pensadores que en distintas maneras y alcance se posicionaban en ese latinoamericanismo antiimperialista como Liborio Justo y tantos otros. Vale una aclaración, Liborio era hijo del Justo que fuera presidente. Después de vagar por medio mundo e integrar grupos de muy diversos objetivos políticos, se integra al GOR , que era un grupo compuesto en su mayoría por estudiantes de extracción anarquista compuesto por Jorge A. Ramos, Enrique Rivera y Adolfo Perelman. Grupo este que se disuelve en 1940 y Liborio se retira para realizar una serie de experiencias en la producción agraria

3. CIN: ¿Podría realizar un breve relato de cuál fue su relación personal con Jorge Enea Spilimbergo, uno de los dirigentes políticos y teóricos más destacados de la corriente analizada?

OA: A Jorge lo conocí en la facultad de Derecho donde ambos éramos estudiantes y como tal realizábamos una serie de experiencias en la militancia estudiantil las que además de un compañero produjeron una amistad profunda, al punto tal que a raíz de mi casamiento ambos nos saturamos de alcohol. Por otro lado, en esa época era yo muy amigo de las hermanas Constela, con una de las cuales (Chiquita) hicimos en protesta ocupación del edificio gótico de la vieja facultad y la otra (Yiyi), como toda la vieja izquierda Nacional sabe, fue la compañera de Jorge.

4. CIN: ¿Qué similitudes y diferencias observa entre la Izquierda Nacional de sus años juveniles y la actual?

OA: Esa pregunta merece ser contestada por intermedio de todo un libro puesto que la Izquierda Nacional, como movimiento políticamente organizado ha sufrido múltiples desprendimiento, rupturas y altibajos desde 1950 a la fecha. Escisiones, fracturas y polémicas en su gran mayoría producidas por un intelectualismo personalista que no logró matar lo esencial de la médula espinal que era y es su nacionalismo latinoamericanista con objetivos hacia el socialismo marxista.
En ese accidentado camino, una de las más peligrosas trifulcas fue la que mantuvieron los caciques Ramos y Spilimbergo cuyas diferencias podrían rellenar ya las estanterías de una librería mediana. Trifulca esta que por suerte no me tocó vivirla personalmente, sobre todo en la época de la dictadura de Videla-Martínez de Hoz. Época en mi soledad necochense, en la que colaboré (aunque no integré) con los que luchaban con los fierros en la mano contra la dictadura, a muchos de los cuales atraje a nuestra izquierda que es socialista, nacional y latinoamericana.

5. CIN: ¿Cree que los cambios experimentados por Abelardo Ramos en los 80-90 y la posterior muerte de Spilimbergo en 2004 afectaron de alguna manera a esta corriente?

OA: Efectivamente, ambas muertes produjeron cambios aunque de muy distintas consecuencias. No tanto por las desapariciones físicas en sí de dichos dirigentes, sino más bien por las posiciones políticas que adoptaron poco antes de su muerte. Ramos con su integración o seguidismo funcional al peronismo menemista y Spilimbergo en su intolerable viudez toleró un aislamiento organizativo y un retiro franciscano del mundo ideológico y dialogal donde había sido tan fecundo. Bien podríamos decir que la corriente IN siempre necesitó de ídolos de carne y hueso y al faltar los acostumbrados caciques, la tribu perdió mucho tiempo en reponer jefaturas lo que la debilitó, por lo menos cuantitativamente.

6. CIN: ¿Cómo ve la actualidad del campo nacional-popular y el rol que viene desempeñado la Izquierda Nacional dentro del mismo?

OA: Mi apoyo crítico al kirchnerismo es de carácter táctico, por aquello que tan adecuadamente decía Lenin: " a solo un paso adelante de las masas". El gobierno de Cristina sigue siendo creativo en materia institucional con favorable legislación para los trabajadores, creando paralelamente un cambio legislativo y financiero para el crecimiento del sector industrial que es donde finalmente se viene conformando lo más dinámico y proyectivo de la clase obrera. Dentro de esta nueva estructura no tengo la información que me permita decir que los compañeros de IN estén dinámicamente insertos en puestos claves que posibiliten y aceleren la llegada al socialismo que aspiramos.

7. CIN: Oscar, desde ya le agradecemos esta inestimable colaboración con nuestro Cuaderno. Para cerrar una última pregunta: ¿imagina un futuro con la Izquierda Nacional conduciendo un anhelado proceso hacia el socialismo latinoamericano?

OA: Seguramente los años que ya cargo han doblegado o empobrecido mi imaginación, la que al entrar en este siglo fue mermando en el lecho del realismo pasivo. Cuando tenía la mitad de los años que tengo actualmente, la imaginación era el principal combustible de mis motores políticos. Hoy después de inscribir todo mi currículo militante en el Socialismo de Izquierda Nacional, del cual fui cofundador, mi imaginación se ha reducido a humildes deseos.

Julio 2011

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