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Recorridos
por “Historia de la Nación Latinoamericana”
Por Alberto J. Franzoia
Primer recorrido: El reencuentro y las dudas
Con este primer artículo me propongo dar inicio a una serie de trabajos que
recorrerán las exquisitas páginas de un texto que marcó mi vida para siempre. Ya
en otras oportunidades he destacado que la “Historia de la Nación
Latinoamericana”, escrita hacia a fines de los años sesenta por Jorge Abelardo
Ramos, fue la responsable de abrir mi cabeza al entendimiento integral de una
Patria Grande que, balcanizada por la acción conjunta de las oligarquías nativas
y el capital extranjero (sobre todo inglés y estadounidense), sólo en la unidad
encontrará un destino superador para tantas desdichas padecidas. Efectivamente,
cuando recorrí sus páginas, a mis 20 años, comencé a encontrar las claves de
nuestro pasado y la posibilidad por lo tanto de comprender mucho mejor nuestro
presente para trabajar por un futuro alternativo. Y cuando sobre el final de la
obra me encontré con el capítulo “Bolivarismo y Marxismo” que Ramos expuso como
broche dorado de su obra, terminé de confirmar una sospecha que se manifestó
durante todo el recorrido ya realizado: había dado con una llave que me
permitiría abrir unas cuantas puertas. Pero entiéndase bien, abrir puertas
implica para mí la posibilidad de descubrir sin temores un mundo hasta entonces
desconocido, por lo que esta llave no la presento con la pretensión del fanático
que cree haber accedido a verdades reveladas, sino como el camino que nos
permitirá iniciar la construcción de un conocimiento alternativo. Alguna vez
Althusser dijo que Marx con sus aportes fundamentales había inaugurado el
continente historia, pues bien, Ramos estaba inaugurando en mi biografía el
continente América Latina entendida como la Patria Grande por la que cada
latinoamericano debe luchar. Muchos ya lo habían hecho, justo es reconocerlo,
pero Ramos nos presenta una historia fundamentada de esas luchas dotando de
solidez teórica y política nuestra práctica.
Un día, de hace ya veinte años, ese texto de Ramos desapareció de mi biblioteca (la historia repetida hasta el cansancio de libros prestados que nunca regresan). Originalmente se había publicado en abril 1968, con una reimpresión de la misma en junio de 1969, hasta que en agosto de 1973 aparece la segunda edición. Esa fue la que albergó mi biblioteca, primero en La Plata, luego en Madrid durante unas forzadas “vacaciones”, regresando conmigo nuevamente a La Plata hasta su partida sin retorno allá por 1989. Agotadas las ediciones originales (aquellas que albergaban la visión ya madura del mejor Ramos, el marxista bolivariano), no tuve oportunidad de reencontrarme con el texto por mucho tiempo. Un día de 2008, en el foro digital Reconquista Popular, observo con enorme satisfacción que el compañero Roberto Vera envía el capítulo “Bolivarismo y Marxismo”. No pude entonces menos que hacer pública mi satisfacción y, a su vez, mi deseo de reencontrarme alguna vez y de cualquier manera con esa versión original agotada. Pasó algún tiempo hasta que llegó a mi bandeja de entrada de mensajes electrónico uno de Roberto con la noticia que había esperado durante largos años: “encontré en una librería de usados de Buenos Aires una “Historia de la Nación Latinoamericana”, si querés te la compró y después arreglamos”. ¡Maravilloso, no podía creerlo! Tiempo después viaje desde La Plata a Capital Federal a encontrarme con el cumpa y a reencontrarme con ese pedazo grande y muy significativo de mi vida.
Esta “Historia de la Nación Latinoamericana” que ha regresado a mi biblioteca tiene algunas características adicionales que la vuelven aún más entrañable y genera dudas que quizás nunca logre resolver. Llegó a mí gracias a la buena leche de un compañero que se preocupó por buscarla y comprarla. Es usada, pero está en óptimas condiciones, como si su original dueño hubiese tenido un especial cuidado para su conservación. Sin embargo ello no impidió que el texto tenga huellas indelebles: el primer tomo está prolijamente subrayado con tinta roja, el segundo con tinta azul (por casualidad o causalidad son, junto con el blanco, los colores de la bandera de Artigas que identifican a la Izquierda Nacional), y en ambos tomos hay recortes periodísticos de la época en que esta joyita fue leída por vez primera. Eso ocurrió entre fines de 1973 y principios de 1974, como consta en las anotaciones que el primer lector fue haciendo en diversas páginas. Entres dichas anotaciones, de pronto, perdidas entre varias se adivinan una serie de citas política, con día, hora y lugar. Y entre los recortes hay uno de especial interés porque incluye declaraciones de Jorge Abelardo Ramos sobre la coyuntura que vivía nuestra Patria con Perón en el gobierno después de 18 años de proscripción, con un inequívoco planteo realizado desde la Izquierda Nacional. Eran tiempos repletos de sueños, los jóvenes queríamos construir una patria liberada, pero también acechaban la intolerancia, las fragmentaciones en el campo nacional y el verdadero enemigo (la oligarquía y el imperialismo); finalmente el sueño fue interrumpido.
Decía que el libro, en dos tomos, está recorrido por el subrayado de párrafos
que para el primer lector resultaron significativos, y por anotaciones que
probablemente indican la presencia de citas políticas. Recordemos que los años
1973-1974 fueron de especial actividad es ese sentido, y la prolijidad con que
el texto fue subrayado más algunas palabras sueltas o signos de admiración e
interrogación que el lector añadió, estarán indicando una lectura fuertemente
comprometida. En la primera página del texto figura un apellido o apodo (del
lector) que resulta para mí indescifrable, e inmediatamente debajo la fecha que
probablemente indique el inicio de la lectura. Fue un 20 de diciembre de 1973.
Desde ese momento los subrayados y anotaciones se suceden sin solución de
continuidad. Muchos frases resaltadas son las mismas que yo hubiera
seleccionado, y esa coincidencia me condujo a una mayor identificación con el
lector desconocido. Pero de pronto ocurrió algo realmente inesperado. Avanzada
la lectura en el segundo tomo, más exactamente en la página 185, al dar comienzo
el capítulo VI cuyo título es nada menos que “Marxismo y cuestión nacional”,
aparece una marca (doblez en el ángulo superior de la hoja a nuestra derecha)
como inequívoco signo de un “hasta aquí llegué”. En la última página del
capítulo anterior se registraba una posible cita política, aparentemente muy
importante porque ya había una indicación similar al iniciarse dicho capítulo.
La anotación dice: Olivos-19-1-74-sábado 13 horas. Luego hay en el capítulo
marcado por el lector (Marxismo y cuestión nacional) otras 10 páginas con
subrayados y de pronto, abruptamente, mucho antes de concluir el capítulo, la
presencia del lector desaparece, no hay ningún otro registro, faltando aún para
finalizar el libro más de 110 páginas.
Todo indicaría, por sellos colocados en la primera página de cada uno de los dos
tomos, que la historia del Colorado Ramos terminó en una biblioteca. No podemos
inferir si pasó o no por otros propietarios. Por el estado en que se encuentra
no parece haber tenido muchos lectores, quizás ninguno (por lo menos de lectura
completa), ya que entre las últimas páginas no recorridas por el único lector
que dejó huellas hay dos que están pegadas, signo inequívoco de que no fueron
leídas. Lo cierto es que “Historia de la Nación Latinoamericana” concluyó su
odisea, afortunadamente para mí, en una librería de usados, y hoy ha regresado a
mi biblioteca de la Plata. Sin embargo, más allá de la felicidad por el
reencuentro no puedo cerrar este primer artículo sin formular algunas
preocupantes dudas que me acechan: ¿Quién era ese lector anónimo que subrayo
tantas frases que yo mismo hubiera seleccionado? ¿Por qué nunca finalizó la
lectura tan cuidada y comprometida que estaba realizando? ¿Cuánto de su propia
vida estaría invirtiendo en muchas de esas frases cuidadosamente subrayadas?
¿Qué pensará o pensaría hoy? ¿Estará codo a codo junto a todos los que, tras
largos años de oscuridad política, no hemos claudicado en esa hermosa costumbre
de soñar?
Dejo como una de las últimas y más significativas frases destacadas por él, la
siguiente: “Pues contra todas las previsiones de Marx, la revolución ha
estallado y se ha propagado no en los focos de la civilización occidental, sino
en las márgenes coloniales y semicoloniales del globo. Esto no ha invalidado al
marxismo, sino que lo he enriquecido con nuevos problemas a los que sólo el
marxismo puede dar respuestas.” El lector anónimo anotó con claridad en tinta
azul: SÍ
En próximos artículos continuaremos nuestro recorrido por “Historia de la Nación
Latinoamericana”. Nos vemos
La Plata, agosto de 2009
Autor del texto: Alberto J. Franzoia
Responsable de su digitalización: Alberto J. Franzoia
Responsable de su publicación original en Internet: Cuaderno de la Izquierda
Nacional ( http://www.elortiba.org/in.html )
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Un
recorrido por la “Historia de la Nación Latinoamericana”
Por Alberto J. Franzoia
Segundo recorrido: ¿Por qué Ramos escribió dos historias sobre la unidad
latinoamericana?
A fines de la década del cuarenta del siglo pasado, Jorge Abelardo Ramos
escribió “América Latina: un país”. Era un primer intento para expresar
sistemáticamente y con un fundamento histórico la que sería una de las tesis
centrales de la Izquierda Nacional, a saber: la tierra conquistada y colonizada
por los ibéricos se ha convertido a lo largo de los siglos, y como producto de
una fuerte fusión étnica-cultural (más allá de la evidente destrucción,
explotación y pillaje), en el fundamento de una patria común (un único país),
que sólo recuperando y fortaleciendo su unidad podrá liberarse de las fuerzas
que la oprimen impidiéndole desarrollar todas sus potencialidades. Pero, a su
vez, lo hace desde una concepción claramente marxista. En dicho texto da los
primeros pasos a la hora de abordar la unidad de la Patria Grande, desde una
perspectiva marxista autocentrada, tomando distancia de la versión eurocéntrica
predominante hasta entonces.
En 1968, veinte años después de “América Latina: un país”, Ramos escribe su
magnífica “Historia de la Nación Latinoamericana”, texto que aborda nuevamente
esa cuestión. Cabe preguntarse entonces por qué razón trata el mismo tema en dos
oportunidades. Y la respuesta se encuentra en el comienzo mismo de esta segunda
obra, en dos páginas escritas en el mes de enero de aquel año, que llevan por
título: Advertencia. Allí el autor reconoce en su primera obra dos limitaciones
propias de la edad, ya que al escribirla era apenas un veinteañero. Por un lado
había intentado la osadía de abordar simultáneamente, en un breve trabajo, la
cuestión de la unidad latinoamericana y las grandes incógnitas de la historia
argentina:
“Se proponía exponer e historiar la cuestión nacional latinoamericana y
descifrar al mismo tiempo los enigmas incontables de una historia argentina
petrificada”.
Por otro, sus conocimientos históricos no eran suficientes en ese momento:
“Para rendir completa justicia a “América Latina: un país”, agregaré que si bien
adelantaba en sus páginas el núcleo de la tesis unificadora, el estado de mis
conocimientos en esa época me impidió expresar en toda su íntima complejidad los
factores histórico-sociales que posibilitaron el proyecto de Simón Bolívar al
mismo tiempo que decidieron su ruina.”
Por lo tanto, con muy buen criterio, Ramos decide no reeditar su primer intento
y vuelve veinte años después, con una excelente formación en la materia, a
concentrar todo su esfuerzo en una cuestión central: “escribir un historia
completa de los combates físicos y teóricos librados para unificar América
Latina”.
Los conocimientos que el autor había incorporando a lo largo de veinte años le
permitieron salvar los errores anteriores; además adoptó la correcta decisión
metodológica de centrar su estudio en un solo problema, mientras que las
incógnitas de la historia argentina las había abordado en otro trabajo
(“Revolución y contrarrevolución en Argentina” de 1957). Sin embargo, los logros
que cosechó con su segundo texto no hubieran sido posibles sin un excelente uso
del método marxista, hecho minimizado por algunas interpretaciones más recientes
de la historia de Ramos. Esta cuestión es esencial, no sólo porque el marxismo
es el único método que capaz de penetrar en las oscuras profundidades del tema,
sino porque era frecuente por aquellos años recurrir a una versión petrificada
del materialismo dialéctico que sólo gestaba criaturas muertas. Un vulgar
recetario importado de Europa que para colmo había sido transformado, a partir
de los años treinta, en un nuevo positivismo en manos de los burócratas
stalinistas, esos que con tanta facilidad se multiplicaban y permanecían, sin
honrar la vida, en los países colonizados por las potencias europeas. Así, cada
vez que el marxismo arribaba a nuestras costas, perdía esa creatividad original
que le supieron imprimir verdaderos revolucionarios como Marx, Engels, Lenin y
Trotsky. De allí que la izquierda nacional, de la cual Ramos fue uno de sus
exponentes más notables, tuvo el enorme mérito de recuperar para Argentina y
otros lugares de nuestra América Latina, la fuerza arrolladora de un método y
una teoría surgidos para interpretar y cambiar el mundo.
Para interpretar correctamente la realidad y transformarla era necesario
recurrir a la verdadera dialéctica materialista. Esa que partiendo de lo
concreto abstrae sus aspectos centrales convirtiéndolos en teoría y recién
entonces regresa sobre lo concreto para modificarlo con la guía de una teoría
revolucionaria. Ramos, como buen discípulo de los creadores del materialismo
dialéctico, rechazaba deducir la realidad desde fórmulas abstractas gestadas en
realidades distintas a la nuestra, como si la práctica fuese para el marxismo un
concepto vaciado de contenido. A eso se refiere cuando en la “Advertencia” que
estamos considerando, escribe:
“Me esforcé por pensar como “americanocéntrico” los episodios capitales de este
proceso y en emplear el método marxista desde aquí, contraponiendo a la versión
sacro-marxista que tradicionalmente impuso Europa para interpretar América
Latina”.
Esa fue la llave que, a un Ramos ahora adulto y formado en la complejidad
histórica de nuestra tierra, le permitió abrir puertas cerradas por décadas y
legarnos a las generaciones posteriores, la posibilidad cierta de construir el
camino de la liberación nacional y social en el marco de la Patria Grande.
Autor del texto: Alberto J. Franzoia
Responsable de su digitalización: Alberto J. Franzoia
Responsable de su publicación original en Internet: Cuaderno de la Izquierda
Nacional ( http://www.elortiba.org/in.html)
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Un
recorrido por la “Historia de la Nación Latinoamericana”
Por Alberto J. Franzoia
Tercer Recorrido: ¿Qué postura política adoptó Jorge Abelardo Ramos durante
el tercer gobierno de Juan Domingo Perón?
Comentaba en mi primer recorrido que los dos tomos de la Historia de Ramos
felizmente recuperados para mi biblioteca (en versión “usados”), presentan
características muy particulares que constituyen un plus intelectual para esta
obra magnífica por sí misma. Una de ellas es la incorporación de recortes de
diarios del período en qué fue leída por su original propietario.
Entre dichos recortes se destaca uno, adherido con pequeños ganchos en la parte
posterior de la primera hoja del primer tomo (“A paso de vencedores”), que
resulta un valioso documento de coyuntura para constatar cuál era por aquellos
días la posición política estratégica de Ramos y la Izquierda Nacional en
relación al frente nacional y al lugar que el socialismo debía ocupar en su
seno. Vale la pena recordarlo porque el Colorado Ramos y algunos de sus
seguidores varios años después modificaron la postura inicial, que es aquella a
la que no pocos compañeros adherimos hasta la fecha pues consideramos que
integra el núcleo duro del marxismo bolivariano
Vayamos entonces al documento en cuestión. Lleva por título “Ramos reiteró el
apoyo del FIP a Perón”, y se refiere a las declaraciones vertidas por el
conductor del Frente de Izquierda Popular en Santiago del Estero durante el
segundo congreso provincial partidario. El lector no debe olvidar que la obra
que estamos comentando fue leída, subrayada y enriquecida con recortes de época
por su primer propietario entre diciembre de 1973 y enero de 1974.
“En el segundo congreso provincial del Frente de Izquierda Popular, su líder,
Jorge Abelardo Ramos expresó que “vivimos un momento de transición entre un
largo proceso oligárquico y el camino que el pueblo se apresta a recorrer tras
derrotar a los tres comandantes. Apoyamos sin reservas al gobierno del general
Perón –agregó- pero al mismo tiempo luchamos para profundizar la perspectiva
hacia el socialismo del actual proceso”.
Afirmó el ex candidato a presidente de la Nación de ese movimiento político,
“tal posición no pueden sostenerla quienes orientan posiciones socialistas
dentro del peronismo porque en estos momentos eso significa enfrentarnos a
Perón, y lo que Perón necesita es que se lo apoye; por eso sólo se puede apoyar
a Perón y luchar simultáneamente por el socialismo fuera del movimiento”.
Ramos reiteró que “la democracia política alcanzada debe ser sucedida por la
democracia sindical, universitaria y económica, para cuyo fin hay que expropiar
a la oligarquía terrateniente y al capital imperialista, dando paso a que la
clase obrera y el pueblo avancen hacia la autogestión directa de las ramas
fundamentales de la economía, el poder político y la vida social”.
En esas breves declaraciones Ramos hace referencia a dos cuestiones centrales a
lo hora de luchar por la profundización de un proceso nacional y popular como el
que expresaba el gobierno del General Perón en 1973.
1. Los socialistas deben apoyar dicho proceso, pero para alcanzar el objetivo
propuesto (la profundización del mismo a través del socialismo) es necesario que
construyan un partido independiente por afuera del peronismo. Por el contrario,
si el socialismo nacional intenta desarrollarse dentro del peronismo, sólo se
gestarán divisiones y enfrentamientos muy favorables para los intereses del
bloque oligárquico-imperialista. La certeza del planteo se comprobó durante los
años inmediatamente posteriores.
2. Aunque parezca una perogrullada resulta necesario insistir en que ser
socialista no es lo mismo que apoyar un capitalismo autocentrado (por lo tanto
nacional), ya que implica que los bienes nacionalizados, como producto de la
expropiación a la oligarquía nativa y al capital imperialista, deben ser
incorporados a un progresivo proceso de autogestión obrera. Es decir, el
socialismo es más que nacionalizaciones, aumentos masivos de salarios, y mayor
participación política de los obreros (aspectos todos muy positivos en el seno
de un capitalismo nacional de liberación que definitivamente apoyamos). Un
régimen de tipo socialista, o que tienda a su realización, incluye
necesariamente la participación directa de los obreros en la gestión de las
principales ramas de la economía, como así también en el poder político y en la
vida social. Pero esa profundización del proceso nacional revolucionario sólo
puede ser realizado si la organización política de la clase obrera es
independiente.
Después de haber acompañado en los setenta los planteos de Jun José Hernández
Arregui acerca de la necesidad de desarrollar una izquierda nacional dentro del
peronismo, comprendí que en esa polémica entre compañeros, la razón política
estaba del lado de Ramos: el socialismo de la izquierda nacional forma parte del
movimiento nacional (no del peronismo que es su fracción mayoritaria) pero debe
construir, a la vez, su partido político. Con frecuencia suelo recordar una
frase del Colorado que le escuché por vez primera, a los 18 años, cuando estaba
plenamente identificado con una izquierda nacional peronista: “nosotros
cabalgamos junto al peronismo pero en distintos caballos”.
Durante años esa frase se multiplicó como un eco insistente en mi cerebro. A la
vuelta de la enorme tragedia vivida en nuestra Patria durante la dictadura
cívico militar que destrozó economía, cultura, vidas y sueños, comprendí la
enorme profundidad filosófica y certeza política que podían encerrar una pocas
palabras pronunciadas en un encuentro político al que habíamos concurrido con
nuestro profesor de economía argentina en la carrera de sociología, nada menos
que Alberto Belloni, el autor de ese estupendo libro titulado “Del anarquismo al
peronismo”. Siempre recordaré que cuando nos sacó de su clase teórica para
invitarnos a realizar un trabajo práctico basado en un verdadero trabajo de
campo, nos dijo sin titubear. “es fundamental escucharlo a Ramos”. Dejo
constancia de que nunca me arrepentí.
Autor del texto: Alberto J. Franzoia
Responsable de su digitalización: Alberto J. Franzoia
Responsable de su publicación original en Internet: Cuaderno de
la Izquierda Nacional ( http://www.elortiba.org/in.html )
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