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Pensó
y dijo lo que pensó. Actualidad de Mordisquito: El rostro oculto de Enrique
Santos Discépolo
Por Juan Godoy *
"Gracias al voto femenino y a Mordisquito, ganamos las elecciones"**
**Juan Domingo Perón, 1951
Introducción
Arturo Jauretche apunta en mayo del ’67, que luego
de leer un libro del joven Norberto Galasso sobre Enrique
Santos Discépolo, había prestado atención a que Galasso sostiene que se ha
escamoteado, ocultado una faceta de la producción de Discépolo, aquella alegre,
que apoya al peronismo; y se ha resaltado la más amarga, escéptica, de los años
‘30’s (no por ello menos importante). En esos días comenta Jauretche que fue a
ver una intervención en el teatro de parte de Julián
Centeya, y dio cuenta que éste ocultaba al Discépolo de “mordisquito”.
Jauretche cuenta con sorpresa y decepción, cómo un poeta de ese submundo social
cae en las mismas trapisondas de la superestructura dominante, así le dice a
Centeya “¿pero vos Centeya?, ¿vos también te complicás? No me digas que sos
gorila… Por favor. No me digas que estás entongado con los que hacen la historia
a medias (…) ¿vos también has entrado, Julián Centeya, y te has puesto del lado
de la yuta de la SADE, de La Nación que odia al Discépolo de mordisquito?” (Jauretche,
2007; 75-76)
Lo que denuncia Jauretche, de lo que es víctima Centeya, es la superestructura
cultural que se revela fundamental en los países en condición semi-colonial
para, a través de la colonización pedagógica, asegurar la dominación (Ramos,
1961).
En las próximas líneas procuraremos poner de relevancia al Discépolo oculto por
la mayoría de sus biógrafos, y la mayoría de los abordajes acerca de su figura,
¡no sea cuestión que Don Arturo piense que nosotros también andamos con la yuta
de la aparato de azonzamiento! Así nos centraremos en la figura de
“mordisquito”, procuraremos demostrar, con varias citas (que quizás puedan
abundar, pero nuestra intención también es hacer hablar nuevamente a
“mordisquito”) el por qué de la rabia y odio contra esa arista del autor de
“Yira, yira”, al mismo tiempo que demostrar la actualidad (en relación al
proceso político-económico-cultural abierto en mayo de 2003) de las ideas
vertidas por éste. Vea usted, haga la prueba, cuando lea las líneas de
mordisquito, piense que se las esta diciendo hoy, no a principios de los 50’s, y
verá que da lo mismo, los personajes, los rostros cambian, pero defienden los
mismos intereses.
Discépolo nace en 1901, en el momento en que imperaba lo que Yrigoyen denominara
como “el Régimen”, donde el imperialismo comienza a penetrar profundamente con
sus garras la realidad nacional. Con tan solo 9 años; en la Argentina del
Centenario que tiraba manteca al techo en sus viajes por Europa, y dilapidaba la
Renta Agraria Diferencial en palacetes y demás lujos, mientras que los paisanos
pasaban grandes penurias; iba a quedar huérfano (su padre ya había fallecido 4
años antes). Al tiempo se iría a vivir, luego de un pasaje por la casa de sus
tíos, con Armando, su hermano.
Prolífico y polifacético Enrique se iba a dedicar en su vida a escribir obras de
teatro, a actuar en cine, a escribir tangos, etc. Iba a inmortalizar el espíritu
de la denominada por José Luis Torres como década infame con tangos como
“Cambalache”, “Yira, yira”, “Qué vachaché”, “¿Qué sapa señor?”, etc.
Pero, como dijimos, aquí pondremos nuestra atención en el Discépolo de
mordisquito. Por lo cual diremos que el autor de “Cambalache”, había conocido a
Juan Domingo Perón en Chile, y a partir de ese momento va a ir construyendo una
relación amistosa con el líder de los trabajadores, al mismo tiempo que con
Evita. La relación con ambos es tan estrecha que varias veces pasará con ellos
Año Nuevo y Navidad. Enrique se sumaría al proceso en marcha, pues “le basta
observar esa alegría de los trabajadores que inundan la ciudad, para tomar
partido junto a ellos. La jubilosa confianza de esa multitud que parece querer
beberse de un solo golpe todo aquello que la vida le negó años y años, es
suficiente para que Discépolo abandone la vereda indecisa y se sume con
entusiasmo a la caravana en marcha” (Galasso, 1995; 149)
El rostro oculto. Actualidad de “mordisquito”
Discépolo, hasta el momento del advenimiento del peronismo, no había participado
activamente en el campo político propiamente dicho. Pero, como parte de la
campaña electoral para las elecciones presidenciales del 11 de noviembre de
1951, el peronismo había ideado una serie de intervenciones radiales, bajo el
nombre de “Pienso y digo lo que pienso”, que salían todos los días a las 20.35
hs. En éstas participaban personajes de la cultura como Tita Merello, Lola
Membrives, Luis Sandrini, Pierina Dealessi, Juan José Míguez, etc. El programa
no tenía gran repercusión, pasaba audición tras audición con personajes que
leían su libreto. Así Raúl Alejandro Apold decide convocar a Discépolo para una
de esas intervenciones radiales, a lo que este último acepta, y luego de ver los
libretos, arregla con los productores para reformarlos, y así comienza su
participación en el ciclo.
Así, como decíamos, nuestro autor “se lanza de lleno a la liza política en 1951
jugando todo su prestigio e incluso su vida misma, al adherir con militante
fervor a la causa de la Revolución Nacional. Es el “mordisquito” que no le
perdonarán nunca (…) el que percibe la tremenda angustia popular de los años
treinta y la recrea en sus tangos es el mismo que, impactado por la alegría de
las multitudes después del año 45, se suma al combate a través de sus charlas de
1951 exultante de entusiasmo ante una política de liberación económica y
justicia social” (Discépolo, 1981; 9) Durante el peronismo no realizará tangos
tristes, dolidos, etc., basta con escuchar la melodía de los primeros compases
de “El Choclo” para dar cuenta del cambio de actitud de nuestro autor en
relación al cambio en la realidad social que está viviendo la Argentina, de la
cual Discépolo es parte, “hay una relación muy estrecha entre lo que Discépolo
compone y la situación que vive el país”.(Galasso, 2004, 12)
No es de extrañar que el protagonista de la película “El Hincha” se juegue por
sus ideas, por lo que cree mejor para las mayorías populares, desde las cuales
va a desarrollar toda su tarea, pues él sostiene que “negar que he deseado ser
querido, sería una impostura. Lo he soñado, lo he padecido y lo sufro con
agrado. Siempre he deseado que me quisieran, aunque esta aspiración no conduzca
jamás a buenos resultados comerciales, ni traiga aparejada jamás una libreta de
cheques”. (Discépolo, 1981, 14)
De esta forma, el 11 de julio se iba a escuchar por radio la primera
participación de Discépolo en el ciclo radial. Nuestro autor, va a rescatar en
sus charlas los hechos concretos del peronismo, los va a comparar con la
situación del pasado argentino. Va, así, a “bucear” en el sentido común (como el
mejor de los sentidos) que, como establece Jauretche (Jauretche, 2005), tenemos
bajo nuestra formación cultural, y nos desvincula de la realidad, es un
ejercicio de descolonización pedagógica, de búsqueda de zonceras diseminadas en
la realidad nacional.
Ya desde esta primera charla iba a realizar severas críticas a los gobiernos que
le habían negado sistemáticamente al pueblo mejores condiciones de vida, a
compararlo con el gobierno popular en marcha, y a criticar a los agoreros de
siempre, así:
“nos tuvieron acostumbrados, durante tanto tiempo, a prometernos la chancha, los
veinte, el rango, el organito y la pata de goma sin darnos siquiera la mitad de
los veinte que, lógicamente, ya no creíamos más nada (…) lo que ellos nos
prometieron ayer sin dárnoslo, se cumple hoy: llega un gobierno que toma las
promesas en serio y las realiza. Pero mientras se construye, vos seguís
amenazando con:”el año que viene me la vas a decir”. ¿Y qué te tengo que decir?.
¿Qué el año que viene vas a estar mejor?”.(Discépolo, 2009; 22) Y en otro dirá:
“¿Por qué hablás si no sabés? ¿De dónde sacaste esa noticia que echás a rodar
desaprensivamente, sin pensar en lo irresponsable que sos y en el daño que podés
hacer? Estamos viviendo el tecnicolor de los días gloriosos y vos me lo querés
cambiar por el rollo en negativo del pesimismo, el chisme, la suspicacia y la
depresión (…) usás los rumores (…) ¡la que se va a armar!” (Discépolo, 2009; 29)
En el próximo diálogo va a poner en consideración a los sectores egoístas de la
nación, que siempre andas buscándole la “quinta pata al gato”, buscando
nimiedades para la crítica fácil, superficial, comparando estas actitudes con la
importancia del proceso en marcha, las nacionalizaciones realizadas, de esta
manera sostiene que
“resulta que antes no te importaba nada y ahora te importa todo. Sobre todo lo
chiquito (…) y te encontraste con que te hacían el regalo de una patria nueva, y
entonces, en vez de dar las gracias por el sobretodo de vicuña, dijiste que
había una pelusa en la manga y que vos no lo querías derecho sino cruzado. ¡Pero
con el sobretodo te quedaste! (…)Y protestás. ¿Y por qué protestás? ¡Ah, no hay
té de Ceilán! Eso es tremendo. Mirá qué problema. Leche hay, leche sobra; tus
hijos, que alguna vez miraban la nata por turno, ahora pueden irse a la escuela
con la vaca puesta. ¡Pero no hay té de Ceilán! Y, según vos, no se puede vivir
sin té de Ceilán. Te pasaste la vida tomando mate cocido, pero ahora me planteas
un problema de Estado porque no hay té de Ceilán. Claro, ahora la flota es tuya,
ahora los teléfonos son tuyos, ahora los ferrocarriles son tuyos, ahora el gas
es tuyo, pero…,¡no hay té de Ceilán!”. (Discépolo, 2009; 23)
En otro va a poner en consideración la dignificación del trabajador en el
peronismo, por lo que critica a los que sostienen que:
“ahora uno Ahora uno llama a un electricista y, para colocar un enchufe
miserable, te cobra quince pesos. ¡Yo no sé adónde vamos a parar!» A ningún
lado. ¿Por qué? Si ahí está tu error. Es que ese enchufe miserable, como era
miserable la situación de ese electricista, ya no lo son. No hay nada miserable
ya. Todo ha adquirido dignidad (…) hay algo que no se puede negar: la evidencia”
(Discépolo, 2009; 25-27).
Resaltará asimismo la relación con la situación de la Argentina de antes del
peronismo y la de durante:
“Yo no te pido que inventes una escuela filosófica o que leas a Einstein y te
vayas a dormir con el teorema puesto. Yo te pido que abandones tu posición de
terco y pienses… pienses en lo que estaba pasando y en lo que pasa ahora. Tenías
una patria como una rosa, pero esa rosa no perfumaba tu vida sino que se estaba
deshojando en el ojal de los otros. Ahora la solapa de tus enemigos está vacía y
la rosa es tuya, ¡pero vos seguís como enquistado en una terquedad sin belleza y
sin sentido! Aquello que antes te robaban y te negaban ahora es tuyo, ¡todo!” (Discépolo,
2009; 33)
En la novena audición radial Discépolo va a inventar un personaje:
“mordisquito”, el prototipo del opositor. Acerca del nombre que elige para su
interlocutor en los diálogos radiales, puede relacionarse con lo que años atrás,
en 1947, diría “los hombres se dividen en dos grandes grupos: los que muerden y
los que se dejan morder” (Discépolo, 1981; 16), y él nos dice que “más de una
vez hubiera querido ser malo, de estafado perpetuo pasar a estafador, de hombre
mordido a hombre que muerde. Pero nunca pude hacerlo”. (Discépolo, 1981; 15).
También se puede hallar ligado a la idea del “prototipo del opositor
recalcitrante que nada ve, ni nada quiere aceptar y que muerde incesantemente al
gobierno con su rumor chiquito, con su calumnia barata, con su crítica enana”(Galasso,
1995, 165). Ahora en los diálogos le va a hablar a él, en esta ocasión acerca de
la idea del “acomodo” que siempre se echa a rodar en relación a los gobiernos
nacionales y populares:
“Para vos todos los que comprenden que el país transita un destino de bienestar
y de justicia están acomodados. ¿Y sabés una cosa? ¡Sí! Tenés razón (…)Desde los
pibes, para quienes se viene construyendo una escuela por día, para quienes se
han organizado campeonatos deportivos (…)también están acomodados los muchachos,
aquellos que antes vendían diarios, que tienen ahora cientos de escuelas de
enseñanza técnico profesional y enseñanza universitaria gratuita. Y también se
acomodaron los obreros, los laburantes de nuestra sufrida carga y la clase baja
de tu irreflexiva soberbia, que aumentaron al triple sus jornales y lograron la
dignificación del trabajo (…)Se acomodó la salud y el bienestar general (…)ero a
mí, a mí no me vas a contar que no entraste en el beneficio de esta generala
servida” (Discépolo, 2009; 37-38).
También Discépolo llama la atención acerca de una cuestión que siempre aparece
en los procesos económicos de crecimiento, a saber, la inflación, aquí
Discepolín es didáctico con su interlocutor:
“Te oigo decir, por ejemplo: “¡Eh, ya no se puede comprar nada. Todo aumenta.
Todo sube! ¡No sé a dónde iremos a parar!” Y tu frase tiene la apariencia de una
sentencia (…) Pero hacéme un favor, ¿querés? Agarrá un lápiz y un papel. Te
quiero hablar con cifras para no hacerla larga. Tenés razón. Sí, el costo de la
vida aumentó un 113% con relación a 1946. Pero, ¿sabés en cuánto aumentaron los
salarios obreros? En un 172,8%. Y bueno, hacé la cuenta” (Discépolo, 2009; 45)
También comenta en relación a los porteños y su “porteño-centrismo”, a la vez
que pone de relevancia las quejas de los sectores medios y acomodados a que
otros sectores sociales accedan a mejores condiciones de vida, “ocupen” sus
espacios:
“La geografía de tus sentimientos terminaba en la avenida General Paz (…) ¿sabés
lo que decís ahora?: “¡Ah, en Buenos Aires ya no se puede comer! Vas a cualquier
restaurante y no hay mesa. Están repletos. Tenés que esperar turno. ¡Hasta para
comer hay que hacer cola!” (Discépolo, 2009; 47)
No va a dejar de resaltar el papel de la dignificación de la mujer en el nuevo
proceso, en relación a la desigualdad salarial con los hombres que iba
emparejándose:
“Muchos que subieron hasta la fortuna utilizando como peldaños el lomo de mil
muchachas explotadas (…) Dignificando a la mujer, de rebote mejoramos la
dignidad de los hombres, porque no me digas que el respeto hacia la mujer
querida —que es tu madre, tu novia o tu esposa— no es respeto que se te ofrece a
vos también. ¿Verdad que sí?”. (Discépolo, 2009; 54)
Resalta la nacionalización de sectores estratégicos de la economía, fundamental
para la independencia económica, la soberanía política y la justicia social,
así:
“El fruto irá primero a tu mesa y luego entrará en los ferrocarriles —¡tuyos!— y
se detendrá en el hermoso puerto de los barcos —¡tuyos!” (Discépolo, 2009; 60)
Volverá a cargar contra los agoreros, los que siempre buscan el lado malo,
tienen una mirada superficial:
“Dejáme que te cuente, Mordisquito, porque esto le pasó a Pepe —un amigo— y Pepe
se parece mucho a vos. Fuimos él y yo al circo y empezó el número de un
equilibrista. ¡Descomunal el equilibrista! Se subía a una escalera parada de
punta y al llegar allá arriba ponía un banquito, sobre el banquito un tarro de
yerba, después del tarro un asiento de bicicleta, ¡también haciendo equilibrio
el asiento! Y allí se sentaba él, y mientras la escalera daba vueltas sobre sí
misma este bárbaro hacía juegos malabares con tres botellas en las manos, con
los dos pies tocaba el arpa, ¡y, claro, todos aplaudíamos como locos! ¡Figuráte!
¡Un número estupendo! Pero Pepe movió la cabeza como la movés vos, desdeñando,
¿y sabés qué dijo?: “Sí, bueno, ¡pero el arpa no la toca bien!” (Discépolo,
2009; 87)
Discépolo hablaría al pueblo durante treinta y siete noches, luego, pedido de la
audiencia retomaría las audiciones por tres noches más, ya cerca de las
elecciones dirá acerca de los candidatos de la lista opositora al peronismo:
“Sos el pasado que quiere volver por amor propio, sólo por amor propio (…)¿Y
sabés por qué? Porque tu idea y yo sabemos que no debés volver. Y vos también,
en el fondo de tu alma, aunque lo escondas, sabés también que no debés volver.
Por decoro. Por recuerdo. Por historia. Sos la imagen del retroceso, de la
injusticia, del hambre, del entreguismo. El pueblo lo sabe, porque lo padeció,
que venís de viejos partidos que nunca hicieron nada en beneficio del pueblo que
es la patria (…)¡Vos gobernaste! ¡No una vez, sino varias veces… y mal! (…)No
creas que no te oí; bien claro que lo dijiste en una proclamación: «Y podemos
asegurar a los obreros que si llegamos al poder las conquistas obtenidas no se
perderán». ¿Obtenidas por quién? Por este gobierno. ¿Y si las obtuvo este
gobierno, por qué te van a votar a vos? Has perdido hasta la sensación del
ridículo” (Discépolo, 2009; 95-96).
Pero estos diálogos, donde, como vimos, Discepolín lanza las verdades a través
de la radio a recorrer los hogares de la patria, la anti-patria no se la iba a
dejar llevar de arriba. A él, una persona (según nos cuentan sus biógrafos y
personas allegadas) sumamente sensible, de gran bondad, comienzan a hostigarlo,
a generar un ambiente de gran hostilidad. Entre algunas de las cuestiones
podemos citar como ejemplos que personas (muchas conocidas) se cruzan de vereda
al verlo venir, se levantan de las mesas de los bares donde ingresa, lo
abuchean, le envían cartas con sus discos rotos, con excremento, lo insultan por
teléfono a toda hora, hasta cuando le van a realizar un banquete en su honor
compran todas las entradas de modo que no vaya nadie. Discépolo ya está enfermo,
la situación agrava su estado.
Pero, afortunadamente el autor de “Yira, yira”, que dirá, acerca de su relación
con el pueblo, que “en el largo y penoso diálogo de mi vida no he tenido más
interlocutor que el Pueblo. Siempre estuve solo con él. Afortunadamente con él”.
(Discépolo, 1981; 14) No se equivocaba estando del lado del pueblo. Ese mismo
pueblo que lo escuchaba noche a noche, ese mismo pueblo que iba a desviarse de
los festejos luego del triunfo electoral hacia la casa de Discepolín para
reconocerle el papel jugado a favor del movimiento nacional.
Él piensa en irse del país, Perón lo convence para que pase la navidad con ellos
una vez más, acepta, pero el pequeño cuerpo lamentablemente no resiste más e iba
a morir en su casa, junto a su mujer, Tania, el 23 de diciembre de 1951. Una
pérdida gigante para el movimiento nacional que en pocos años iba a enfrentar
sus horas más difíciles, ¡qué bien hubiese venido Discepolín para penetrar el
aparato cultural de dominación! No obstante, la gran tarea realizada por él que
consideramos aquí de suma actualidad, no debe permitir confundirnos hoy, porque
después de escuchar los discursos a mordisquito no nos queda otra que decirle a
éste nuevamente, ¡a mí, no me la vas a contar, mordisquito!
1 Cabe llamar la atención aquí de la “ventaja” de los sectores populares que al
estar menos penetrados por la superestructura cultural de dominación se
encuentran en posiciones nacionales naturalmente, la “vara” con la que miden es
la de su propia realidad; en contraposición a la intelligentzia, a los sectores
medios más penetrados por dicho aparato cultural, que enseña a pensar las cosas,
no desde nuestra mirada, ni desde nuestros intereses.
* Sociólogo, Universidad de Buenos Aires (UBA) y Profesor de Sociología,
Universidad de Buenos Aires (UBA) • Juanestebangodoy@hotmail.com
Publicada en Reseñas y Debates, Año 7, Nº 71, Febrero de 2012.
Bibliografía
Discépolo, Enrique Santos. (1981). Escritos inéditos (comentarios Norberto
Galasso). Buenos Aires: Ediciones del Pensamiento Nacional.
Discépolo, Enrique Santos. (2009). ¿A mí me la vas a contar? Discursos a
Mordisquito. Buenos Aires: Terramar.
Entrevista a Norberto Galasso. Discépolo. (Por Walter Iampietro y Alejandro
Pagés). En La Memoria de Nuestro Pueblo. El futuro tiene historia. Año 1, Nº 11,
diciembre de 2004.
Galasso, Norberto. (1995). Discépolo y su época. Buenos Aires: Corregidor.
Jauretche, Arturo. (2005). Manual de zonceras argentinas. Buenos Aires:
Corregidor.
Jauretche, Arturo. (2007). Polémicas. Tomo I. Buenos Aires: Peña Lillo.
Ramos, Jorge Abelardo. (1961). Crisis y resurrección de la literatura Argentina.
Buenos Aires: Coyoacán.
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