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Madres,
abuelas, hermanas
Por Gustavo Piérola*
Cómo expresar con palabras, todo el amor que sentimos?
Cómo expresar con palabras, tanta admiración?
Cómo expresar con palabras, tanta fuerza, tanta dignidad, tanta altura?
Hace ya muchos años, cuando, como parte de una generación, comenzamos a
soñar un país diferente, cuando nos metimos de lleno en una lucha desigual,
pero convencidos de que era el único camino para revertir tanta injusticia.
Ellas estaban ahí.
Cuando empezamos a transitar el duro y difícil sendero de luchar para
transformar ese sueño en realidad.
Ellas estaban ahí.
Cuando la historia y el sufrimiento de todos como pueblo nos convenció que
debíamos llevar ese proyecto a la acción.
Ellas estaban ahí.
Estaban como un soporte, como un puntal silencioso, con miedos,
inseguridades, casi sin saber, casi sin entender.
Pero estaban, siempre estaban.
Ya eran madres, inmensas madres que a puro amor cobijaban esos sueños que
nosotros buscábamos hacer realidad.
Cuando esos sueños fueron tomando la altura de un vuelo peligroso para la
injusticia y se fueron metiendo de lleno en el corazón del pueblo, el poder
de la crueldad y del dinero se hizo presente en toda su macabra dimensión.
Cuando ese cobarde poder, metido en la profundidad de las estructuras de
nuestro Estado, poder de sangre, destrucción y soberbia, cuando ese poder se
hizo presente con toda su furia y su demencia para tratar de pisar esos
sueños…
Ellas empezaron a caminar.
Salieron lentamente de sus casas a buscarnos, regresaban noche a noche, sin
nada, sus corazones quedaron en las calles, golpearon tímidamente todas las
puertas y sufrieron al cerrarse cada una de ellas, lloraban de impotencia
las humillaciones, lloraban de bronca las burlas armadas, así se fueron
alimentando, cada lágrima generaba nuevas energías y poco a poco entre
golpes, penumbras y barreras fueron entendiendo.
Muchos de nosotros ya no estábamos. En su búsqueda, se encontraron frente a
frente con toda esa injusticia, con las miserias de un pueblo explotado y
fueron comprendiendo el motivo de nuestra lucha, se hicieron cada vez más
fuertes, fueron creciendo día a día, siguieron y seguirán creciendo por
encima de la mentira, por encima de la muerte.
No nos encontraron o recibieron cuerpos destrozados, como creyendo destrozar
un sueño.
Aprendieron a vivir con la angustia y el dolor de saber que no nos verían,
fueron así, levantándose y levantando pequeñas y grandes banderas que
recogieron en su camino.
Sin saberlo talvez, se transformaron en hermanas, sin pensarlo quizás, en su
pesada búsqueda, entre piedras y miserias fueron encontrando esos sueños.
Los tomaron como propios, se hicieron hermanas de sus hijos, los fueron
descubriendo, los fueron encontrando en lo más digno de sus luchas, así
crecieron más y más, se pusieron las banderas como escudos.
Hermosas hermanas.
Quienes las hemos visto subir tanto, casi no entendemos, y así como ellas en
otros tiempos, nos cuesta entender tanto coraje, tanta dignidad, tanta
fuerza, tanta rebeldía, tanto amor, tanto dolor mostrando alegría a cada
paso.
Hermanas mayores, que aún hoy, nos ayudan a encontrar el camino que
buscábamos y que aún buscamos, un camino de dignidad, de justicia y de paz
para construir entre todos un país más equitativo, sin las traiciones y
entregas actuales.
Hermanas.
Pero su búsqueda fue doble, la demencia las enfrentó a una realidad mucho
más cruel y más cobarde. Los dueños del terror y de las sombras se habían
llevado la sangre de su sangre. La angustia y el dolor de saber que sus
nietos, nuestros hijos, estaban entre las garras asesinas, las hizo más y
más fuertes y corrieron, corrieron y corrieron.
También supieron que aquellas semillas de su propia sangre, habían germinado
en las cuevas del terror transformándolos en botines de guerra, y corrieron
mucho más.
Han llegado tan lejos, han recorrido tanto, han abierto fronteras, sumaron
generaciones, nos han mostrado otro camino, con amor y coraje le enseñaron y
le enseñan como es vivir y morir con grandeza, a esta sociedad todavía
dormida, que aún no entiende que la libertad no es un producto que se
compra.
Son treinta y pico de años que no han parado un segundo a descansar. No se
lo pueden permitir.
“Tenemos mucho amor, pero poco tiempo”
Y van por más, todos los días van por más.
Ya van 98 sueños recuperados, 98 banderas liberadas, 98 batallas ganadas.
Han generado algo especial, enorme, como ellas, que ya no puede parar, tiene
vida propia, un motor que se transforma en nueva esperanza y nos llena de
vida.
Quienes hemos tenido la suerte de haberlas conocido desde aquel día que
empezaron a caminar, sabemos, queridas madres, abuelas, hermanas que tienen
todavía mucho amor para entregar y aunque el tiempo pase y se nos escape,
nosotros, hijos, hermanos, nietos y nuestros hijos y los hijos de nuestros
hijos levantarán las banderas de su inquebrantable lucha y no pararemos y no
pararán hasta que la última semilla de nuestra sangre, de vuestra sangre,
haya recuperado la libertad al salir de las sombras y recuperen su digna y
merecida identidad.
Desde estas tierras entrerrianas, confirmamos un compromiso asumido hace
años, seguiremos buscando nuestros hermanos para rescatarlos de las
penumbras donde fueron escondidos como trofeos, por los mercenarios de la
espada y la riqueza y tampoco pararemos hasta recuperar hasta la última
semilla germinada en nuestras entrañas.
Queridas madres, abuelas, hermanas, el tiempo pasará para cada uno de
nosotros, pero lo que ustedes han sembrado, con coraje y con la fuerza de la
verdad continuará creciendo eternamente como nuevas banderas de lucha y
libertad.
*Gustavo Piérola nació en Paraná, Entre Ríos, en 1954. Es Docente. Estuvo exiliado en San Pablo, Brasil, donde trabajó durante varios años con el Arzobispo Don Paulo Evaristo Arns, con CLAMOR ( Entidad Brasilera por los Derechos Humanos) y el CBS ( Comité Brasilero de Solidaridad con los Pueblos de Latinoamérica), con quienes realizó un profundo trabajo en Derechos Humanos. Actualmente forma parte de la AFADER (Asociación de Familiares y Amigos de Desaparecidos Entrerrianos), LA SOLAPA (Asociación de Ex Presos y Exiliados Políticos de Entre Ríos) y la Comisión de Investigación por la
Masacre de Margarita Belén. Es hermano de Fernando Piérola, fusilado en Margarita Belén.
Email:
gustavopierola@yahoo.com.ar