EL PERONISMO
 
Silvio Frondizi (Paso de los Libres, 1 de enero de 1907- 27 de septiembre de 1974), intelectual argentino y abogado. Fue el fundador de Praxis y Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR-Praxis). Era hermano del presidente argentino Arturo Frondizi (UCRI) y del filosofo Risieri Frondizi. Se relacionó con la Revolución Cubana y se entrevistó en Cuba con Ernesto Che Guevara. Se vinculó además con el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y defendió a sus presos políticos. Fue asesinado por la banda paraestatal Alianza Anticomunista Argentina (Triple A).

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Eduardo Luis Duhalde - El estado terrorista argentino
 

Silvio Frondizi

Intelectual argentino y abogado, nació en Paso de los Libres, Corrientes, el 1 de enero de 1907. Fue abogado defensor de presos políticos y profesor universitario de Filosofía, Ciencias Económicas, Ciencias Sociales (UBA) Derecho y Comunicaciones (La Plata).

El oscurantismo armado de derecha peronista, la Alianza Anticomunista Argentina o Triple A, banda macartista, paranoica y criminal creada y protegida por el Estado, lo asesinó el 27 de septiembre de 1974.

Silvio Frondizi fue fundador de Praxis y Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR-Praxis). Era hermano del presidente argentino Arturo Frondizi (UCRI) y del filósofo Risieri Frondizi. Se relacionó con la revolución cubana y se entrevistó en Cuba con Ernesto Che Guevara. Se vinculó con el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y defendió presos políticos.

Terminó sus estudios secundarios en el Mariano Moreno. En 1930 egresó del Instituto Nacional de Profesorado con el título de profesor de historia y poco después se recibió de doctor en jurisprudencia en la Facultad de Derecho de la UBA.

Desempeñó varios cargos académicos y formó parte de la organización de la Universidad Nacional de Tucumán. Fue detenido por oponerse a la intervención impuesta por el golpe de 1943. Ya había sido conocido las mazmorras del régimen dictatorial de turno en 1931.

Se casó con Pura Sánchez Campos y tuvo 2 hijos: Isabel Silvia y Julio Horacio. Isabel estaba casada con Luis Ángel Mendiburu, que era ingeniero, miembro de la Juventud Peronista y dictaba Química en la Universidad Tecnológica.

Silvio Frondizi se convirtió en politólogo marxista. Fundó en 1956 el Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR. Sufrió varias amenazas, pero, a pesar de los consejos de sus amigos, se negó a exiliarse. En el mediodía del viernes 27 de septiembre de 1974, un comando dirigido por el subcomisario Juan Ramón Morales y el subinspector Rodolfo Eduardo Almirón Sena penetró en este edificio, y después de golpear a la Sra. Frondizi, subió a la fuerza a Silvio a uno de los tres coches en que se desplazaban. Los gritos de su mujer herida, atrajeron la atención de familiares y vecinos. El marido de su hija, el ingeniero Luis Ángel Mendiburu, bajó corriendo por la escalera para defenderlo. Fue recibido con disparos de grueso calibre y murió un rato después en el Hospital Italiano. Otra vecina del edificio resultó herida. Las paredes y ventanas de este edificio quedaron marcadas con las perforaciones de disparos de armas automáticas.

Dos horas más tarde, un comunicado de la banda clandestina protegida por el Estado, la Triple A, se atribuyó el crímen con ridículo orgullo: "Sepa el pueblo argentino que las 14,20 fue ajusticiado el disfrazado número uno, Silvio Frondizi, traidor de los traidores". Según la autopsia, el cuerpo presentaba cerca de cincuenta balazos. Disfrazado, como traidor e infiltrado, eran término en boga en la época, los usaba la derecha peronista macartista para descalificar a la izquierda peronista de la Tendencia (Montoneros). Pero Silvio Frondizi no se disfrazaba de nada, jamás fue peronista ni adhirió al peronismo, quizás se deba a la ignorancia supina y criminal de sus asesinos.

Más tarde la Policía Federal arremetió contra la columna fúnebre encabezada por Risieri Frondizi que acompañaba a los cuerpos a Chacarita. Arrebató los féretros y los retuvo varias horas. Arturo Frondizi declamó formar parte del acompañamiento, pero su presencia no consta en las noticias de la época. Está documentado, en cambio, su perdón a las Fuerzas Armadas, e incluso a las fuerzas parapoliciales, cuando recibió en su domicilio a Norma López Rega.

Un año y medio después, la dictadura militar inscribe la obra de Silvio en las listas negras de la censura inquisidora y destruye su prolífica biblioteca. La familia Frondizi ocupaba los departamentos 7 y 9 del primer piso de este edificio, uno de ellos estaba destinado a esa biblioteca.



Silvio Frondizi y Daniel Hopen.  Ciencias sociales y marxismo latinoamericano.



El peronismo

Por Silvio Frondizi

Nota introductoria de Néstor Kohan

¿El peronismo es fascismo? ¿O tal vez constituye un movimiento revolucionario, nacional-popular, de orientación socialista? ¿Cómo entender al peronismo más allá del individuo Juan Domingo Perón? En este artículo el sociólogo marxista Silvio Frondizi (asesinado por la Alianza Anticomunista Argentina-AAA) intenta descifrar la incógnita.

El sociólogo marxista argentino Silvio Frondizi (1907-1974) saludó calurosamente desde sus inicios la revolución cubana. Incluso viajó a Cuba y a su regreso escribió La revolución cubana. Su significación histórica (diciembre de 1960). Su libro se abre planteando que "La revolución cubana ha destruido definitivamente el esquema reformista y, más concretamente, el esquema reaccionario del determinismo, casi fatalismo geopolítico [...]". El mismo texto se cierra sosteniendo la misma idea: "La revolución cubana tiene como significación histórica fundamental, la de haber roto definitivamente «con el esquema reformista, y en particular con el estúpido determinismo, casi fatalismo geopolítico»".


Nota en Izquierda Popular Nº 11, publicación del Frente de Izquierda Popular (FIP) que lideraba Jorge Abelardo Ramos, del cual Silvio Frondizi fue candidato a senador, sin éxito, en las elecciones del 11/03/73. Clic para descargar la revista.

Junto a su texto sobre Cuba, Silvio Frondizi escribió muchos otros libros, entre los que se destacan La integración mundial del capitalismo (1947; El Estado moderno (1954) y La realidad argentina (dos tomos, 1955-56).

Además de sus ensayos y sus clases, Silvio fue también abogado de los combatientes revolucionarios que enfrentaron a la dictadura militar argentina de 1966-1973. En esos años se vincula al Partido Revolucionario de los Trabajadores y a su frente político de masas, el Frente Antiimperialista por el Socialismo (FAS).

Todo eso le vale el odio sanguinario de la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A), organización terrorista paramilitar de extrema derecha que lo secuestra y lo asesina por la espalda en 1974 acusándolo de "comunista y bolchevique, fundador del ERP e infiltrador de ideas comunistas en nuestra juventud".

Según el testimonio del viejo dirigente político peronista y ex ministro de economía del general Perón, Antonio Cafiero: "Perón e Isabel sabían que la Triple A eliminaba gente" (declaraciones al diario CLARÍN, Buenos Aires, 22 de abril de 2007).

Los fragmentos siguientes de Silvio Frondizi fueron tomados de la respuesta a una encuesta sobre la izquierda argentina realizada hacia 1958-59: "Contesta el doctor Silvio Frondizi'', en Las izquierdas en el proceso político argentino, editorial Palestra, Buenos Aires, 1959, pp. 28-33, 40-46.
 


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El Peronismo

Por Silvio Frondizi

Tres hermanos, tres destinos

El hallazgo de documentos inéditos del escritor Silvio Frondizi revela parte de la correspondencia que los tres hermanos se cruzaron a fines de los 40, antes que la vorágine política del país los distanciara.

Por Horacio Tarcus. Historiador (1999)

El año pasado fue pródigo en biografías de Arturo Frondizi, entre las que se cuentan las de Celia Zusterman, Carlos Altamirano y Emilia Menotti. No corrieron suerte pareja otros dos hermanos del ex presidente, Silvio y Risieri, también destacados en el campo intelectual y político. Ambos apenas ocupan un lugar en las biografías de Arturo, cuando los autores se ocupan del entorno familiar. En verdad, sería interesante prestar mayor atención a la historia de la familia Frondizi, y particularmente a los vínculos entre los tres hermanos menores, a su formación común, sus puntos de ruptura, sus lealtades más allá de la política. Algunos testimonios y las cartas recientemente halladas en Córdoba nos permiten una primera reconstrucción.

El 27 de setiembre se cumplirán 25 años del asesinato, a manos de la Triple A de Silvio Frondizi, docente universitario, abogado defensor de presos políticos y uno de los fundadores de lo que se llamó la Nueva Izquierda argentina. Maestro de la generación del 60, Silvio contribuyó como pocos a la modernización del pensamiento socialista: sus teorías de la integración mundial capitalista en detrimento de la soberanía nacional y de la crisis política moderna, o sus formulaciones acerca de los movimientos sociales, sus planteamientos sobre la necesidad de un partido de nuevo tipo fundado en otra relación entre la militancia y la vida cotidiana, o el llamado a la creación de un tercer movimiento histórico, fueron algunas de sus notables anticipaciones. Sin embargo, a excepción de los sobrevivientes de la generación del 60, Silvio Frondizi es, para la conciencia histórica media de la Argentina actual, apenas uno de los tantos hermanos del ex-presidente. Su obra no ha vuelto a editarse. Sus papeles personales -originales inéditos, apuntes, fichas, correspondencia con figuras políticas e intelectuales del país y del mundo- fueron confiscados por el Ejército tres años después de su asesinato.

No tuvo mejor suerte la memoria del menor de los Frondizi, Risieri (1910-1983), filósofo y ex rector de la Universidad de Buenos Aires. Si bien pasó buena parte de su vida enseñando en universidades de Centro y Norteamérica, su nombre quedó definitivamente asociado a los años dorados de la universidad argentina. Los tres Frondizi nacieron en el seno de una familia de inmigrantes italianos, fueron los menores de catorce hermanos. Silvio nació en 1907; Arturo, en 1908 (ambos en Paso de los Libres, Corrientes); Risieri, en 1910 en Posadas, Misiones. Los padres, Julio Frondizi e Isabel Ercoli, que eran de Gubbio, Umbría, habían llegado a la Argentina hacia 1890. Don Julio Frondizi había logrado una posición económica holgada como contratista de obras, y una cultura de autodidacta nada despreciable. Era, al frente de su numerosa familia, una figura distante y autoritaria. Su mentalidad -rememoró alguna vez su hijo Arturo- era similar a la de muchos inmigrantes despiertos de fin de siglo: ateo, maldecía a Dios y a los curas las veinticuatro horas del día, leía libros, quería que sus hijos siguieran una carrera. Consentía con benevolencia que su mujer hubiera colgado en el dormitorio un cuadro de San Francisco de Asís, aceptaba que siempre mantuviera velas prendidas frente a una imagen de la Virgen María, disimulaba que mandara los hijos a la Iglesia. La mesa familiar fue centro de debates filosóficos y políticos. Entre las lecturas volterianas del padre y la pasión por los idealistas alemanes de Américo, el mayor de los hermanos; entre las inclinaciones por la literatura clásica de Ricardo y el interés que la filosofía despertaba en Virginia, se estructuró el universo cultural en el que se formaron Silvio, Arturo y Risieri. Tres figuras, tres mentalidades con una configuración singular: el intelectual, el político y el filósofo. Los dos hermanos que más tarde estarán más enfrentados, están unidos entrañablemente en la niñez y la juventud.

En 1923, acompañados por el padre, Silvio y Arturo viajan a Buenos Aires y se inscriben en el Colegio Nacional Mariano Moreno (al que luego ingresaría Risieri). Mientras cursan los últimos años del bachillerato, trabajan en la droguería Carabelli, de Corrientes y Maipú. A fines de 1926 juntos rinden el ingreso a Derecho. En esos años los senderos se bifurcan: Silvio se concentra en el estudio del Derecho y la Historia, Arturo hace una carrera meteórica: se recibe de abogado en tres años. Ambos resisten a la dictadura de Uriburu, participan en manifestaciones callejeras y hasta van a parar varios días al calabozo. Pero mientras Silvio se mantiene todavía al margen de la política, Arturo se convierte en poco tiempo en un dirigente radical de primera línea. A fines de los años 30, ya es parte de la creme política e intelectual de su tiempo, mientras que Silvio es un oscuro profesor en la Universidad de Tucumán. Silvio prepara una tesis sobre John Locke; Arturo, desde sus años juveniles, proyecta un ensayo sobre Maquiavelo. Una lectura radical del teórico del liberalismo conducirá al primero por la senda de Marx, así como cierta lectura de Maquiavelo -que realza el realismo político del florentino, sus consejos al Príncipe para manipular la ignorancia de sus súbditos- conducirá a Arturo a la senda del poder. La Universidad de TucumánEn tanto, Risieri había egresado como profesor de Filosofía. Junto a Silvio, continúan su carrera académica en la Universidad de Tucumán, donde enseñan desde 1938. Son los años de un proceso de renovación cultural en esa casa de estudios, favorecido por la política de invitar a profesores europeos perseguidos en sus países por las dictaduras fascistas, como el español Manuel García Morente o el italiano Rodolfo Mondolfo. Son para ambos hermanos años de construcción institucional y de desarrollo intelectual, en los que escriben sus primeras obras.

Pero el golpe militar de 1943, la intervención de la universidad por hombres de la derecha nacionalista, y finalmente el triunfo de la fórmula peronista en 1946 pondrán fin al paraíso intelectual liberal-progresista de la universidad tucumana. Los tres hermanos resistirán, cada uno a su modo, al peronismo emergente. Arturo será en 1946 diputado nacional por la UCR, destacándose como orador de la oposición. Silvio, separado de sus cátedras en Tucumán, se instalará en Buenos Aires y comenzará un proceso de politización y radicalización teórica que lo conducirá al marxismo militante. Risieri, expulsado de la universidad y enjuiciado por desacato, decidirá exiliarse. Seguirá estudios doctorales y enseñará en diversas universidades de Centroamérica y de Estados Unidos.Caído el gobierno de Perón, Risieri retorna al país a fines de 1955. Otra vez en la cátedra, ahora en la Universidad de Buenos Aires, es elegido rector en 1958. Fue el pricipal gestor de la democratización y la modernización de la vida universitaria, que interrumpió dramáticamente el golpe militar de 1966. Risieri vuelve a emigrar, para volver al país en contadas ocasiones. Arturo Frondizi había asumido la presidencia el 1ø de mayo de 1958. Bajo su mandato los enfrentamientos entre los hermanos se hicieron públicos y, sin romper los vínculos fraternales, vivieron los momentos de mayor tensión personal. Con Risieri el conflicto estalló en setiembre de 1958, cuando desde el gobierno se quiso reglamentar el célebre artículo 28 de un decreto del año 1955, que autorizaba la creación de universidades privadas. El rector de la UBA fue uno de los voceros de la defensa de la enseñanza pública, laica y gratuita, que enfrentó al proyecto oficial. El debate Laica o libre se extendió por todo el país y las caricaturas políticas de la época mostraban el enfrentamiento de los dos hermanos Frondizi. También se enfrentaron agudamente Silvio y Arturo.

El primero había creado, a mediados de los 50, la primera organización de la Nueva Izquierda: Praxis. Mientras todo el arco de la izquierda tradicional, desde el Partido Comunista a los trotskistas, apoyó críticamente la candidatura de Arturo Frondizi, desde el minúsculo Praxis, ya en 1957, se alertaba sobre los riesgos de un gobierno centrista que, más allá de su discurso progresista, iría cediendo cada vez más a la reacción local e internacional. El grupo liderado por Silvio Frondizi será el primero y el más enfático crítico de la gestión de gobierno de Arturo Frondizi. Este, por su parte, no dudará en incluirlo dentro de las fuerzas de izquierda que se declararon disueltas cuando en 1960 se ejecuta el plan Conintes (Conmoción Interna del Estado). Dos actitudes frente a la muerteSilvio Frondizi está consagrado, en los años 70, a la defensa de presos políticos. Su renombre internacional y su valentía personal, pero también el apellido Frondizi, le dieron relativa inmunidad para hacer públicos diversos hechos de represión, primero bajo el gobierno militar de la llamada Revolución Argentina y luego, en 1974, bajo el interregno lopezrreguista. Sufrió múltiples amenazas y atentados pero, a pesar de los consejos de sus amigos, se negó a exiliarse.

El viernes 27 de setiembre de ese año un comando de la Triple A dirigido por el subcomisario Juan Ramón Morales y el subinspector Rodolfo Eduardo Almirón Sena secuestró a Silvio Frondizi de su casa de la calle Cangallo. En el episodio fue asesinado su yerno, el ingeniero Luis Angel Mendiburu, militante de la Juventud Peronista. Dos horas más tarde, un comunicado de la Triple A se atribuyó el crimen e informó que su cuerpo había sido arrojado en un descampado de Ezeiza: Sepa el pueblo argentino que a las 14.20 fue ajusticiado el disfrazado número uno, Silvio Frondizi, traidor de traidores.... Según la autopsia, el cuerpo presentaba unos cincuenta balazos. Pero el ensañamiento continuó. Risieri, que estaba en Estados Unidos, volvió rápidamente al país para el sepelio de su hermano. Encabezó el cortejo hacia la Chacarita y fue de los primeros en encarar a la Policía cuando arremetió contra la columna fúnebre y secuestró los dos féretros, que finalmente debieron aguardar largas horas antes de su inhumación. Risieri hizo entonces valientes declaraciones a la prensa, responsabilizando por los incidentes a la Policía Federal que dirigía entonces el comisario Alberto Villar. Según la biografía apologética de Emilia Menotti, Arturo Frondizi, desoyendo amenazas sobre su integridad física, con gesto desafiante ante cualquier intento de profanar el cadáver vejado de su hermano, lo acompañó hasta el cementerio. Sin embargo, no hemos encontrado ninguna referencia a la presencia de Arturo Frondizi entre los numerosos medios de prensa que cubrieron el entierro. Sí, en cambio, está documentado el perdón que Arturo Frondizi concedió a las Fuerzas Armadas, e incluso a las fuerzas parapoliciales, cuando recibió en su propio domicilio a Norma López Rega: Sí, fue su padre el que mandó matar a mi hermano, pero yo lo perdono porque en mi corazón no guardo rencor ni deseos de venganza.

A VUELTA DE CORREO
Lealtades y divergencias

La nota Los Frondizi: Tres hermanos, tres destinos, de Horacio Tarcus, despertó una nutrida correspondencia. Aquí, el autor contesta.

La nota Tres hermanos, tres destinos, de mi autoría, publicada en Zona del 7 de marzo, viene siendo motivo de una serie de apreciaciones, ampliaciones de información y correcciones. Las cartas de los lectores Antonio Pereira, José A. Giménez Rébora (en su primera carta) y Nelson Juan Amarillo ponen de relieve el interés que se agita por detrás de algunos de los temas tratados en aquella nota. Permítaseme una breve referencia personal que puede ayudar a clarificar el debate. En 1996 publiqué una investigación que me demandó cerca de diez años: El marxismo olvidado en la Argentina. Silvio Frondizi y Milcíades Peña. Trazaba allí sendas biografías intelectuales de estas dos figuras olvidadas de la vida cultural y política argentina, cerrando el libro con un epílogo sobre los últimos años de vida de Silvio Frondizi, donde relataba pormenores en torno de su actividad como defensor de presos políticos y gremiales, así como de las amenazas y los atentados que buscaban intimidarlo, de su secuestro y asesinato a manos de las Tres A y, finalmente, de su sepelio y del cortejo que quiso acompañar sus restos al cementario de la Chacarita, cuando irrumpieron las fuerzas policiales que comandaba el comisario Villar. Reproduje allí un registro fotográfico de estos últimos hechos que habla por sí solo.

El lector Nelson J. Amarillo, que reclama el testeo de los recuerdos personales con fuentes periodísticas, puede encontrar allí una reconstrucción escrupulosa.Sólo volví sobre una investigación que consideraba concluida a partir del feliz hallazgo de una decena de cartas cruzadas entre los hermanos Silvio, Arturo y Risieri Frondizi entre 1948 y 1949. Con la ayuda de mi buen amigo Raúl Herjo, después de una búsqueda detectivesca, dimos con la que había sido la casa de campo de Silvio Frondizi en Cabana, Unquillo, en la provincia de Córdoba, donde, sorprendentemente, se conservaban, después de 25 años, copias de estas cartas y algunos otros papeles que habían pertenecido al autor de La realidad argentina.Para enmarcar el texto de las cartas, en la nota en cuestión, decidí relatar la formación común de los más jóvenes de los hermanos Frondizi, así como distintos momentos en que sus destinos aparecen distanciados e incluso enfrentados.

El lector Giménez Rébora, que pone en cuestión la nota por su título y por su copete, sostiene -sobre la base de sus recuerdos personales- que ni las desavenencias ideológicas ni los dramáticos procesos vividos en nuestro país ni la vorágine política tuvieron la virtualidad de borrar algo tan profundo y humano como los lazos fraternales. Giménez Rébora, así como el lector Antonio Pereira una semana antes, ofrecieron su testimonio sobre el dolor de Arturo Frondizi ante el asesinato de su hermano, sus ojos cargados de lágrimas, su solidaridad con la viuda al hacerse cargo del expediente sucesorio, etc. De donde, concluye Giménez Rébora, hablar de tres destinos, esto es, de destinos enfrentados entre los tres hermanos, es confundir eslóganes políticos con investigación histórica. No logro entender cuál es el eslogan político al que se refiere este lector, pero quiero puntualizar los siguientes hechos. En mi nota, parto de la formación común de los hermanos Frondizi: el ambiente familiar (con aquel padre inmigrante, autodidacta y rabiosamente anticlerical), el colegio nacional Mariano Moreno, los estudios de Derecho, Historia y Filosofía, el Colegio Libre de Estudios Superiores, espacios donde se fue configurando esa concepción democrática radical, laicista y humanista que los caracterizó en los años 30 y 40. A partir de este tronco común, los caminos se bifurcan. Risieri será fiel a este ideario toda su vida, como lo mostró en su gestión como rector de la Universidad de Buenos Aires. Silvio radicaliza este legado en un sentido izquierdista, marxista. Arturo rompe con este legado familiar y juvenil, claramente en 1958, comenzando un giro político ideológico hacia la derecha que sólo interrumpió su muerte. En un país donde reina el temor por las palabras -en el que la derecha se autodenomina centro y la izquierda progresismo-, esto podrá parecer excesivo, pero no lo es. Ni siquiera es un juicio de valor, sino apenas la descripción de una trayectoria, que comienza con aquella célebre revisión de su política petrolera nacional o de su política educativa laicista, hasta su conversión al catolicismo, pasando por su apoyo político a los regímenes militares de 1966 y 1976, o incluso su solidaridad con Mohamed Alí Seineldín y los militares carapintada, por citar sólo algunos hitos de su vida.

Estas líneas cruzadas llevaron a los tres hermanos a agitadas polémicas públicas, que resumí en aquella nota. En ningún momento insinué que ellas hubiesen significado rupturas en los lazos fraternales, sino que incluso llamé la atención sobre sus lealtades más allá de la política. Todos los testimonios de los lectores Antonio Pereira y José A. Giménez Rébora acerca del dolor de Arturo Frondizi ante el asesinato de su hermano, muy interesantes en sí mismos, no invalidan la investigación de mi nota, que no se refería a los sentimientos subjetivos de estas figuras: yo mostraba allí el franco contraste entre actitudes públicas de Risieri y de Arturo. El primero acompañó no sólo los restos de su hermano en el velorio familiar, sino que participó en el cortejo, enfrentó a la policía del comisario Villar e hizo declaraciones públicas. Arturo, en cambio, muy lejos de aquella juvenil militancia en la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, escogió el sepelio privado y el silencio público. Cuando habló del hecho, lo hizo muchos años después y fue para ofrecer su perdón a las Fuerzas Armadas, e inclusive a las fuerzas parapoliciales. Según su biógrafa oficial, Emilia Menotti, el ex presidente recibió en su casa de la calle Beruti a Norma López Rega y le manifestó: Sí, fue su padre el que mandó matar a mi hermano, pero yo lo perdono porque en mi corazón no guardo rencor ni deseos de veganza. Según este testimonio, la hija de José López Rega lloró.

Fuente: Clarín, 07/03/99

Para nosotros, el peronismo ha sido la tentativa más importante y la única de realización de la revolución democrático-burguesa en la Argentina, cuyo fracaso se debe a la incapacidad de la burguesía nacional para cumplir con dicha tarea.

A través de su desarrollo, el peronismo ha llegado a representar a la burguesía argentina en general, sin que pueda decirse que ha representado de manera exclusiva a uno de sus sectores —industriales o terratenientes. Dicha representación ha sido directa, pero ejercida a través de una acción burocrática que lo independizó parcial y momentáneamente de dicha burguesía. Ello le permitió canalizar en un sentido favorable a la supervivencia del sistema, la presión de las masas, mediante algunas concesiones determinadas por la propia imposición popular, la excepcional situación comercial y financiera del país, y las necesidades demagógicas del régimen. Precisamente, la floreciente situación económica que vivía el país al término de la segunda gran guerra, constituyó la base objetiva para la actuación del peronismo. Este contó, en su punto de partida, con cuantiosas reservas acumuladas de oro y divisas, y esperó confiadamente que la situación que las había creado mejorara constantemente, por la necesidad de los países afectados por la guerra y por un nuevo conflicto bélico que se creía inminente.

Una circunstancia excepcional y transitoria más, contribuyó a nutrir ilusiones sobre las posibilidades de progreso de la experiencia peronista. Nos referimos a la emergencia de una especie de interregno en el cual el imperialismo inglés vio disminuir su control de la Argentina, sin que se hubiera producido todavía el dominio definitivo y concreto del imperialismo norteamericano sobre el mundo y sobre nuestro país. Ello posibilitó cierto bonapartismo internacional —correlativo al que se practicó en el orden nacional—, y engendró en casi todas las corrientes políticas del país grandes ilusiones sobre las posibilidades de independencia económica y de revolución nacional.

La amplia base material de maniobras permitió al gobierno peronista, en primer lugar, planear y empezar a realizar una serie de tareas de desarrollo económico y de recuperación nacional, con todas las limitaciones inherentes a un intento de planificación en el ámbito capitalista. La estructura tradicional de la economía argentina no sufrió cambios esenciales; las raíces de su dependencia y de su deformación no fueron destruidas. Al agro no llegó la revolución, ni siquiera una tibia reforma. Fueron respetados los intereses imperialistas, a los cuales incluso se llamó a colaborar, a través de las empresas mixtas. Tampoco se hicieron costear las obras de desarrollo económico al gran capital nacional e imperialista. El Primer Plan Quinquenal, en la medida, que se realizó, fue financiado, ante todo, con los beneficios del comercio exterior. Por otra parte, a consecuencia de una serie de factores, aquella fuente primordial de recursos pronto se tornó insuficiente, y debió ser complementada con las manipulaciones presupuestarias y el inflacionismo abierto. A través de la inflación, los costos de la planificación económica peronista no tardaron en recaer también sobre la pequeña burguesía y el proletariado de las ciudades.

Pero durante su primer periodo de expansión y euforia, el peronismo tuvo también realizaciones en los distintos aspectos de la economía. En materia de transportes, se nacionalizaron los ferrocarriles y se incorporó nuevo material; la marina mercante argentina fue aumentada en sus efectivos y en el tonelaje total transportado. Hacia la misma época se fue dando gran impulso a la aviación, se completó la nacionalización de puertos, etcétera.

Otra realización recuperadora del peronismo en su periodo de auge ha sido la repatriación de la deuda pública externa. Se pretendió solucionar el problema de la energía en general y del petróleo en particular, pero sin atacar las cuestiones de fondo. Se tomaron una serie de medidas favorables a la industria y se apoyaron los rudimentos de una industria pesada estatizada, heredados del gobierno precedente, aumentando la participación estatal en la industria. La intervención directa del Estado en la industria tuvo una doble finalidad: tomar a su cargo tareas económicas necesarias que la endeble burguesía nacional no era capaz de realizar por sí sola y proporcionar a la burocracia bonapartista un nuevo resorte de poder y una importante fuente adicional de beneficios. La generosidad del crédito estatal fue otra de las formas de favorecer al capitalismo nativo-extranjero. El mantenimiento de un grado apreciable de paz social ha sido una de las contribuciones más importantes del Estado peronista a la prosperidad de la burguesía agroindustrial argentina durante el primer periodo de expansión. La propia prosperidad general fue factor fundamental en la atenuación transitoria de las luchas clasistas argentinas. A ello se agregó la acción del Estado, que por un lado promovía una política de altos salarios, a la vez que subsidiaba a las grandes empresas para evitar que éstas elevaran exageradamente sus precios, y por otra parte encerraba a los trabajadores en un flexible pero sólido y eficiente mecanismo de estatización sindical.

Este balance realizado —que es nuestra posición desde hace varios años— nos ha evitado caer en los dos tipos de errores cometidos respecto al peronismo: la idealización de sus posibilidades progresistas, magnificando sus conquistas y disimulando sus fracasos, y, por el otro lado, la crítica negativa v reaccionaria de la "oposición democrática", que, v.gr., tachó al peronismo de fascismo.

El resultado de tal balance es la entrega del capitalismo nacional al imperialismo, a través de su personero gubernamental, el peronismo. En efecto: transcurridos los primeros años de prosperidad, entró a jugar con toda fuerza el factor crítico fundamental de los países semicoloniales: el imperialismo. Este logró por diversos medios (dumping, relación de los términos de intercambio, etcétera) ir estrangulando paulatinamente a la burguesía nacional y su gobierno. Los diversos tratados celebrados con el imperialismo —verdaderamente lesivos para el país— culminaron el proceso de entrega. En fin, el balance de la experiencia nacional-burguesa del peronismo ha sido la crisis: estancamiento y retroceso de la industria, la caída de la ocupación industrial y de los salarios reales, el crónico déficit energético, la crisis de la economía agraria y del comercio exterior, la inflación, etcétera.

Yendo ahora a su aspecto político, el rasgo fundamental del peronismo estuvo dado por su aspiración de desarrollar y canalizar simultáneamente la creciente presión del proletariado en beneficio del grupo dirigente primero y de las clases explotadoras luego. De aquí que nosotros hayamos calificado al peronismo como bonapartismo, esto es, una forma intermedia, especialísima de ordenamiento político, aplicable a un momento en que la tensión social no hace necesario aún el empleo de la violencia, que mediante el control del aparato estatal tiende a conciliar las clases antagónicas a través de un gobierno de aparente equidistancia, pero siempre en beneficio de una de ellas, en nuestro caso la burguesía.

El capitalismo, frente a la irrupción de las masas populares en la vida política, y sin necesidad inmediata de barrer con la parodia democrática que la sustenta, trata de canalizar esas fuerzas populares. Para ello necesita favorecer, por lo menos al comienzo, a la clase obrera con medidas sociales, tales como aumento de salario, disminución de la jornada de trabajo, etcétera. Pero como estas medidas son tomadas, por definición, en un periodo de tensión económica, el gran capital no está en condiciones materiales y psicológicas de soportar el peso de su propia política. Lógico es, entonces, que lo haga incidir sobre la clase media, la que rápidamente pierde poder, pauperizándose. Con ello se agrega un nuevo factor al proceso de polarización de las fuerzas sociales.

La política de ayuda obrera referida se realiza, en realidad, en muy pequeña escala, si es que alguna vez se realiza, dándosele apariencia gigantesca por medio de supuestas medidas de todo orden.

Las consecuencias de este demagogismo son fácilmente previsibles: dislocan aún más el sistema capitalista, anarquizándolo y por lo tanto, acelerando su proceso crítico. Además, la política demagógica relaja la capacidad de trabajo de los obreros, lo que explica que cuando el capitalismo necesita readaptarlos para el trabajo intenso, tenga que emplear métodos compulsivos. Ésta es una nueva causa que explica el totalitarismo y una nueva demostración de que, en el actual periodo, el Estado Liberal carece tanto de posibilidad como de valor operativo.

El proceso demagógico presenta algunos resultados beneficiosos, particularmente en el orden social y político. Al apoyarse en el pueblo, desarrolla la conciencia de clase política del obrero. Creemos que el aspecto positivo fundamental del peronismo está dado por la incorporación de la masa a la vida política activa; en esta forma la liberó psicológicamente. En este sentido Perón cumplió el papel que Yrigoyen en relación a la clase media. Hizo partícipe al obrero, aunque a distancia, en la vida pública, haciéndole escuchar a través de la palabra oficial el planteamiento de los problemas políticos de fondo, tanto nacionales como internacionales.

Estos aspectos representados por el peronismo fueron los que lo volvieron peligroso a los ojos del gran capital De aquí que nosotros hayamos dicho en el primer tomo de La realidad argentina, escrito en 1953, que Estados Unidos "necesita un gobierno de personalidades más formales" que las peronistas, permitiéndonos predecir "que llegado este momento (de profundas convulsiones sociales) el general Perón, instrumento del sistema capitalista en una etapa de su evolución, será desplazado".

La pérdida de la base material de maniobra del país y del peronismo restó a éste la posibilidad de continuar con su política, y fue la que condujo, en última instancia, a su caída.

La acusación de fascismo lanzada contra el régimen peronista carece de tanto fundamento como la posición que consideró a éste un movimiento de liberación nacional. Para demostrar que el mismo fue bonapartista y no fascista, será suficiente con indicar que se apoyó en las clases extremas, gran capital y proletariado, mientras la pequeña burguesía y en general la clase media, sufrió el impacto económico-social de la acción gubernamental.
Por el contrario, en el fascismo, la fuerza social de choque del gran capital, está constituida por la pequeña burguesía. Esta circunstancia explica que las persecuciones contra el proletariado bajo el régimen fascista, encierren tanta gravedad, ya que la acción represiva está a cargo de toda una clase. Es necesario distinguir entre dictadura clasista y dictadura policial.

La torpe y reaccionaria acusación de fascismo, partió de la Unión Democrática, de triste recuerdo. Las fuerzas más oscuras de la política argentina, coaligadas en la Unión Democrática, en la que no faltó el apéndice izquierdista, no quisieron o no supieron comprender en su hora toda la importancia del nuevo fenómeno representado por el peronismo, y de su desprestigio e incapacidad cosechó éste para conquistar el poder. Así, nosotros pudimos predecir el triunfo del coronel Perón, en nuestro trabajo "La crisis política argentina".

El gran odio que le profesó la "oposición democrática" se debió a que su régimen destapó la olla podrida de la sociedad burguesa, mostrándola tal cual es. La juridicidad burguesa y la sacrosanta Constitución Nacional perdieron su virginidad poniendo al descubierto su carácter de servidoras de una situación. Se destruyó la unidad del ejército y se colaboró en la descomposición de los partidos políticos, etcétera. En efecto, no fueron los rasgos negativos del peronismo los que verdaderamente separaban a la "oposición democrática", como se ha visto después: el aventurerismo y la corrupción política, administrativa, etcétera, la "pornocracia"; la estatización y burocratización del movimiento obrero; la legislación represiva, hoy en vigor con más fuerza que nunca, etcétera. Asimismo, con la caída de Perón no se trató de corregir esos defectos, sino terminar con los excesos, de su demagogismo, demasiado peligroso ya en un periodo de contracción económica. El golpe de Estado de !955 cumple ese objetivo del gran capital nativo-extranjero [...]
Creemos que en Latinoamérica están dadas las condiciones para una revolución socialista, pero nos faltan todavía algunas condiciones subjetivas. Claro está que el análisis de esta situación significa resolver el grave problema —tal vez el más grave que enfrenta la revolución socialista en el mundo— sobre las relaciones entre masa, partido y dirección.

El M. I. Revolucionaria (Praxis) ha enfrentado y buscado solucionar estos problemas, mediante la formación de cuadros medios obreros, manuales e intelectuales, que puedan llegar a ser grandes conductores sociales. En esta forma, si algún día llega —como llegará— el ascenso revolucionario en el país, no se irá al fracaso, tal como sucedió en Bolivia por ejemplo, en el que las condiciones objetivas están maduras y poco o nada se hizo por la ausencia de una dirección numerosa y consciente.

El primer requisito de una dirección consciente reside en la firme creencia en la jerarquía de la masa obrera y en la necesidad de acatar los dictados de la magnífica capacidad creadora de las masas populares.

Debemos ahora dedicar la atención a los elementos de las otras clases que pueden integrarse con el proletariado en la lucha por la liberación del hombre. Ante todo, corresponde el estudio de la pequeña burguesía pauperizada.

Esta sufre directamente las consecuencias de la concentración económica monopolista. La situación de esta subclase debe ser tenida especialmente en cuenta, por cuanto su posición intermedia la hace apta para cualquier desplazamiento social. Es necesario hacerle comprender que su porvenir está ligado a los intereses del proletariado, que puede liberarla de la opresión económica y social que sufre.

Junto a los elementos sociales examinados, debemos tener en cuenta también a sectores o individuos de la intelectualidad, que han esclarecido el problema social y se pasan al campo revolucionario.

La toma del poder por el proletariado con la colaboración de los demás elementos sociales tratados, produce un salto cualitativo. Aunque esta opinión es suficientemente clara, no siempre es bien comprendida, por la deformación social, intelectual y moral realizada a través de toda suerte de propaganda que empieza en la escuela primaria y acompaña al individuo durante toda su vida. De aquí que, cuando se piensa sobre las posibilidades y consecuencias de un cambio social, se lo hace dentro de los viejos moldes mentales y de acuerdo a las acostumbradas posibilidades. Y no es así: la toma del poder por el proletariado produce un salto cualitativo que abre inmensas posibilidades, no dadas en la formación anterior.

La clase obrera puede realizar dicha transformación gracias a su mayor independencia frente a la deformación producida por la sociedad capitalista. Por otra parte, el proletariado, al no compartir ciertas ventajas de la sociedad burguesa, tiene la suerte de no compartir muchas de sus deformaciones; tal es el caso de los convencionalismos sociales, que por ejemplo, aplastan la vida de la pequeña burguesía.

Silvio Frondizi: ha muerto un luchador

[Recordatorio en Izquierda Popular Nº 42, segunda quincena de octubre de 1974, órgano de prensa del Frente de Izquierda Popular (FIP) liderado por Jorge Abelardo Ramos, quien firma la nota como J R]


El 27 de septiembre un comando terrorista de la organización "AAA" formado por una docena de personas, secuestró y ultimó al doctor Silvio Frondizi. En el operativo, realizado a plena luz y con despliegue de medios (varios automóviles, armas modernas), fue asesinado también el joven yerno del doctor Frondizi, Luis Mendiburu. La ola de irracionalidad que las bandas armadas han desatado sobre el país cobraba así dos nuevas víctimas.

El doctor Silvio Frondizi había dedicado toda su vida a luchar contra esa irracionalidad y contra las causas sociales y políticas que la engendran. Antes que nada era un profesor universitario y un hombre de derecho: quien lo haya conocido podrá dar fe de su enorme optimismo -que no pocos consideraban ingenuo- sobre el poder de las ideas, la fuerza de los argumentos, la victoria inevitable de la Razón. En tal lucha por esos ideales dejó muchas veces le serenidad de la biblioteca o las alturas académicas para sumirse en la militancia o en la cada vez más riesgosa defensa profesional de los perseguidos. Sin embargo, no era un político más que parcialmente: las organizaciones que él fundó (Praxis, Ligas de Resistencia y Lucha Popular, Fuerza Autónoma Popular) tuvieron una breve vida. En cambio tuvieron más vida sus ideas, sus libros, muchas veces plagiados por discípulos inescrupulosos o por sociólogos de poca ciencia y grandes recursos.

Es que Silvio Frondizi fue lo que quiso ser; un maestro consecuente con sus propias enseñanza.

En la campaña pro-electoral del 11 de marzo de 1973 ocupó la tribuna del Frente de Izquierda Popular como candidato extrapartidario a senador nacional.

Todavía estaban en el poder Lanusse y los comandantes de la dictadura militar oligárquica. El doctor Frondizi, junto a nuestro partido, utilizó la campaña electoral para dar la batalla por la auténtica democracia, por las libertades públicas y por la soberanía nacional y para hacer conocer los grandes temas del socialismo.

Derrotados en marzo y septiembre los comandantes en jefe del "Gran Acuerdo Nacional", reconquistada la soberanía popular, el doctor Frondizi se alejó de las posiciones del FIP, estimaba incorrecto -nos dijo entonces- el apoyo de nuestro partido al gobierno de Perón.

Consideró ineludible luchar desde otras trincheras por los mismos, eternos valores que siempre fueron el motor de su actividad. la Justicia, la Libertad, la Razón, que él identificaba con el socialismo. Más allá de todo análisis político, lo hizo con su abnegación de siempre. la abnegación con que enfrentó las balas de sus asesinos.

J R

Debemos indicar un elemento más: la tremenda y creciente alienación sufrida por los trabajadores bajo el capitalismo, crea en ellos una legítima y a menudo inconsciente resistencia a todo posible esfuerzo productivo o creador, aun cuando ello implique mejoras inmediatas.

La transición a la nueva sociedad socialista encierra un problema importante, porque es evidente que en el país no se han cumplido todos los aspectos de la revolución democrático-burguesa. Establecida esta conclusión, y la de que la burguesía ha caducado como fuerza capaz de realizarla y que es el proletariado como fuerza rectora el que debe encargarse esta misión, el problema se resuelve pensando que ya no se trata de realizar la revolución democrático-burguesa como etapa cerrada en sí misma, como fin, sino de realizar tareas democrático-burguesas en la marcha de la revolución socialista.

Entre esas tareas inmediatas figura: la lucha contra el imperialismo, que sólo puede ser realizada por un partido marxista revolucionario que se fundamente en las masas. Además, será necesario resolver los graves problemas que impiden el desarrollo industrial y agrario del país. En el primer aspecto, deberán colocarse las grandes fuentes de producción en manos de la colectividad, dando en esta forma poderoso impulso a la acumulación económica. En el otro aspecto, el agrario, las fuerzas socialistas deberán realizar, no ya un paso o un salto adelante, sino la revolución agraria integral, cuya primera manifestación es la nacionalización de los latifundios. Esta nacionalización deberá realizarse, no para distribuirlos en forma de pequeña propiedad, sino para ser colectivizados, medida que permitirá, entre muchas otras cosas, el empleo masivo de la maquinaria agrícola.

Por supuesto, para la realización de tales tareas se requiere un cambio cualitativo en el aparato estatal. Éste no podrá estar en manos de un sector privilegiado de la sociedad, sino en manos de la colectividad social como tal; en otras palabras, implica el cambio del Estado por la Comunidad.

Solamente una organización socialista podrá resolver el problema de la libertad de conciencia, separando efectivamente la Iglesia del Estado, impidiendo que los intereses confesionales se entrometan, como lo pretenden, en los problemas político-sociales, en una tentativa de imposible regresión a la Edad Media.

En fin, la organización socialista de la sociedad es la única que puede asegurar al hombre su libertad, que no ha podido ser dada por los partidos tradicionales, ni al país ni a sus propias organizaciones. Para ello la nueva fuerza tendrá que asegurar al hombre la libertad política y espiritual.
Pero la revolución socialista tiene un sentido más, que es su internacionalización. Esto es importante porque distintas tendencias de izquierda propugnan aparentemente lo mismo, pero en realidad con un contenido y resultado totalmente distintos.

En efecto, los representantes de las corrientes pequeño burguesas, ya sea en el campo burgués o en el marxista, sostienen también la tesis de la integración latinoamericana. El problema se circunscribe a saber si tal tarea puede ser realizada por las burguesías nacionales o por el contrario es tarea que cabe exclusivamente a las fuerzas que actúan en la revolución socialista. Sostenemos la última alternativa, dado que: desde el punto de vista general, las burguesías nacionales son, por definición, nacionales, y han nacido, vivirán y morirán como tales. Y esto es tanto más válido en nuestra época, en que las burguesías, para poder sobrevivir, deben luchar a dentelladas entre ellas. A esta acción disociadora debe agregarse la función disolvente del imperialismo, creando o avivando antagonismos. Además de lo dicho, podría agregarse el aspecto histórico, es decir, la no realización de ninguna unidad internacional en manos de la burguesía, dado su carácter fundamentalmente competitivo.

La única posibilidad de realizar la unidad latinoamericana está dada por la toma del poder por las fuerzas socialistas. Solamente una clase libre de los intereses nacionales e internacionales que envuelven a la burguesía, puede realizar tal tarea. Tanta importancia asignamos a la internacionalización de la revolución para la supervivencia de un intento de socialismo en cualquier país latinoamericano, que creemos que debe ser una de las tareas centrales de toda revolución. Buena parte de sus energías y recursos debe ser destinada a esta finalidad. Los recursos que las burguesías nacionales y sus Estados sustraen a la comunidad y despilfarran sin sentido, deben ser destinados por la primera revolución socialista para la extensión y el triunfo revolucionario en los demás países latinoamericanos.


Pie del comunicado sobre el asesinato de Silvio Frondizi. "VIVA LA PATRIA - VIVA PERON - VIVAN LAS FF.AA - COMANDO TRES ARMAS"

No es posible indicar dónde o en qué país se iniciará la lucha, pero es evidente que esta lucha ha de comenzar pronto. En cualquier forma nuestro país tiene una tarea importante y decisiva que cumplir: la consolidación de la revolución socialista latinoamericana se producirá, en efecto, con la revolución argentina. Esto será así, por el poderoso desarrollo relativo y él consiguiente peso específico que hemos adquirido en todos los órdenes de la actividad económica, ideológica, etcétera. En este orden de ideas, piénsese solamente en lo que significarán las vastas praderas argentinas, junto con las zonas montañosas ricas en yacimientos minerales de Brasil, Chile, Bolivia, Perú, etcétera, y se tendrá una idea de las enormes posibilidades que tiene esta parte del mundo para realizar una integración de carácter económico. Y decimos integración, porque, al quedar suprimida la competencia, tiende a ir dejando de funcionar la ley del desarrollo combinado.

Dicha integración económica centuplicará las fuerzas originales de los países que la realizarán. Por otra parte, todo nuevo país que se va sumando a! proceso revolucionario asesta un golpe mortal al imperialismo desde varios puntos de vista. Lo obliga a dividir los recursos financieros y militares disponibles para la represión internacional. Le reduce el mercado para la producción e inversión, agudizando sus contradicciones sociales y políticas internas al restarle las bases materiales para el equilibrio relativo que varios imperialismos han gozado, en distinto grado durante décadas.

Tal es, a grandes rasgos, la perspectiva estratégica determinante de la enorme tarea que se ha impuesto el MIR (Praxis), a la que ha dado principio de ejecución mediante un trabajo práctico y teórico incansable. Creemos que es hora ya de que la izquierda, abandonando viejas rivalidades y falsas posiciones, se decida a formar por fin, un gran frente para librar la batalla definitiva contra la opresión capitalista.

Si las viejas direcciones, que durante décadas han marchado separadas del proletariado argentino, insisten en optar, no entre los movimientos de izquierda, sino entre las distintas fracciones de la burguesía, llámense éstas Unión Democrática, peronismo o frondizismo, serán entonces sus propias bases las que les den la espalda, cansadas de seguir dando vuelta a una noria que no conduce a ninguna parte. El dilema de la hora es bien claro: o socialismo revolucionario o dictadura burguesa. Que cada uno elija su lugar en la lucha.

[La imagen de Silvio Frondizi ilustró una nota sobre el comisario Meneses en la revista Panorama de abril de 1965]
 



Recordando a Silvio Frondizi

A 25 años de su asesinato por la Triple A el 26.09.1974

Reportaje a Ricardo Napurí

Mario Hernandez - Programa radial El Reloj – FM Flores (90.7) – Lunes de 19:00 a 20:00

-MH: Estamos con Ricardo Napurí, ex senador peruano, ex diputado constituyente, en los inicios de la década del 80, quien en los comienzos de su residencia en la Argentina, tuvo la oportunidad de conocer al Dr. Silvio Frondizi, que fuera asesinado el 26 de setiembre de 1974 por un comando de la Triple A.

-RN: Silvio no sólo es un marxista olvidado como dice Horacio Tarcus en su libro, sino una personalidad injustamente olvidada si tenemos en cuenta que ha sido uno de los intelectuales más profundos y que más aportó desde 1945 en esa etapa crucial de casi 30 años. Tuvo una evolución política del liberalismo al marxismo. Escribió obras como El estado moderno, John Locke, La realidad argentina y su obsesión fue formar cuadros políticos. Ese era el proyecto de Silvio cuando yo lo conocí, la formación de cuadros políticos informados, capaces de aprender conocimientos y de actuar no sólo en el país sino en América Latina.

-MH: ¿En qué circunstancias conociste a Silvio Frondizi?

-RN: En circunstancias excepcionales. Yo era oficial de aviación en Perú y me negué a bombardear una rebelión de la izquierda aprista. Un militar que en 1948 se niega a cumplir las órdenes de ametrallar y bombardear es más que un rebelde, es un hombre despreciable para la institución militar. Me hicieron consejo de guerra y me deportaron. Así llegué a la Argentina.

-MH: Digamos que no aceptaste la obediencia debida.

-RN: No, soy una especie de violador primario de la obediencia debida. Perdí todo, incluso podría haber perdido la vida. Llegando a la Argentina la policía me captura con la connivencia de la policía secreta peruana y me metieron en la famosa Sección Especial de la Policía Federal donde se aplicó por primera vez la picana eléctrica.

-MH: Estamos hablando del primer gobierno peronista.

-RN: Así es. Me iban a deportar nuevamente. Lógicamente no la pasé bien hasta que un familiar fue al estudio de los hermanos Frondizi y lo encontró a Silvio que dijo ‘yo lo saco’ y así lo hizo. A partir de eso me preguntó quién era, yo le conté mi historia y él me dijo: ‘Ud. ha hecho cosas importantes en su vida pero no tiene conciencia de ello, por qué no le da forma conciente haciéndose un combatiente social y revolucionario, yo lo ayudo’, y me invitó a integrar Praxis.

-MH: Praxis era el grupo político que había formado Silvio.

-RN: Efectivamente, en 1945 y que tenía como ladero principal a un joven muy brillante en esa época que después desapareció de la vida política, Marcos Kaplan. Yo me integré y permanecí 10 años en el desarrollo de la etapa fundacional de Praxis. A pesar de que yo venía de la no intelectualidad, de la no reflexión política ni académica, venía de las FF. AA. donde se estudia poco, sin embargo, Silvio me hizo producir saltos cualitativos en mi cultura política. Tomé la tarea de las relaciones internacionales, por eso conocí a Paz Estenssoro, que estaba exiliado en Argentina, a Goulart, a Salvador Allende. También se comenzaron a formar grupos políticos. Por ejemplo, Michel Pablo, el historiador marxista dice que formó un grupo político en Brasil con los textos de Silvio Frondizi. Mucha gente desconoce que Silvio tenía una imagen internacional, en varios países. También me ligué a los estudiantes latinoamericanos que en ese momento eran unos 30.000. Silvio aprovechó para formar equipos de estudiantes bolivianos, peruanos, ecuatorianos y brasileños que formaron una especie de Internacional. Poca gente sabe esto. Ese era Silvio Frondizi que también escribió La realidad argentina. Fue uno de los primeros que percibió el carácter nacionalista del peronismo, el significado de la irrupción de masas y su forma de gobierno, discrepando con la izquierda tradicional que lo atacó mucho porque oscilaba frente al peronismo e incluso lo acusaban de movimiento facista.

Otro momento crucial de su vida fue cuando consigo convencerlo al Che Guevara, a pesar de la oposición del Partido Comunista cubano, de invitarlo a Cuba para poner toda esa estructura que tenía Silvio al servicio de un proyecto, de una especie de Internacional latinoamericana con patrocinio del Che. Fue una verdadera tragedia que no hubiera cristalizado. Fue una de las razones por las cuales me volví a Perú a desarrollar un proyecto revolucionario en acuerdo con el Che.

-MH: ¿En qué circunstancias muere Silvio?

-RN: Yo estaba exiliado en París porque el gobierno militar de Velasco Alvarado me deportó a Chile y caí con Allende. Después logré reconstruir las circunstancias de su asesinato. El hecho central es que Silvio se dedicó siempre a la defensa de los presos políticos. Iba a la cárcel, con Duhalde, con Ortega Peña, todo ese equipo se exponía. En un momento determinado no había tanto riesgo pero en el gobierno de Isabel Perón la figura fuerte era López Rega, creador del grupo parapolicial llamado Triple A, y la represión deja de tener el carácter “suave” de antes y comienza el genocidio, a pesar de lo cual Silvio continúa su actividad. Recordemos que Ortega Peña fue asesinado unos meses antes. Sus compañeros le advertían que le iba a ocurrir lo mismo pero Silvio dijo ‘yo tengo que cumplir con mi deber’.

Finalmente la Triple A lo mata en su casa, la allanan, matan a su yerno, a él le meten 50 balazos y luego emiten un comunicado diciendo: Hemos matado a esta basura humana, representante del comunismo internacional. ¡Viva el gobierno de Isabel Perón! ¡Viva la democracia en el país!. Se solazaban tirando comunicados de este tipo.

Los elementos de barbarie no aparecen el 24 de marzo de 1976. Fueron previos y Silvio fue una de sus víctimas porque no aceptó la idea de exiliarse y lo mataron como advertencia de que todo aquel que se atreviera a defender los Derechos Humanos iba a seguir el mismo camino. Un poco como pasa con Julio López en la actualidad ahora que lo han secuestrado y es el desaparecido 30.001. Los grupos de tareas quieren advertir que todo aquel que sea consecuente contra los actos de represión del pasado va a seguir el mismo camino.

La muerte de Silvio tiene significados diversos. El más importante para mí lo fue como personalidad independiente, humanista, que se jugaba por la vida, por los Derechos Humanos, por los que estaban perseguidos. El gesto personal de un hombre de una dignidad extraordinaria, de esos que mueren siendo fieles a sus ideales.



Significación histórica de Rosas

Por Silvio Frondizi

Aún en nuestros días, la figura de Juan Manuel de Rosas es idealizada como un estandarte del federalismo revolucionario del siglo XIX y hasta se le atribuye ser el predecesor de los movimientos populares del siglo siguiente. En el texto que puede leerse a continuación—extraido de La realidad argentina. Introducción histórica a su estudio (1973)— , Silvio Frondizi articula fragmentos de otros autores (Rodolfo Puiggrós, Julio Irazusta, Carlos Ibarguren y el propio Rosas, citado por este último) buscando retratar un perfil del Restaurador bastante diferenciado del que diseñaron los primeros revisionistas.

Significación histórica de Rosas

Fue la personalidad de Rosas el punto de partida de todo un movimiento, llamado "revisionista", que tuvo el gran mérito de rechazar las conclusiones totalmente falseadas de nuestra historiografía clásica.

Tiene, sin embargo, algunos defectos graves; el primero, es el de limitar la investigación revisionista a Rosas y todo lo que a él se refiere.

El segundo, es el de deformar el significado histórico de Rosas al no comprender su papel transitorio, y por lo tanto la inevitabilidad de su desaparición. Sueña entonces en una Argentina paternalista basada en la estancia y el gaucho. (1)

La lista negra de la Triple A

El 29 de enero de 1974 la organización mafiosa paraestatal Triple A difundió en Buenos Aires, con total impunidad, una “lista negra” de dirigentes políticos y distintas personalidades que “serán inmediatamente ejecutadas en donde se las encuentre” (sic). La lista incluía a Hugo Bressano (Nahuel Moreno), dirigente del PST, Silvio Frondizi (foto), Mario Hernández, Gustavo Roca y Mario Roberto Santucho (dirigentes del PRT-ERP); los dirigentes sindicales Armando Jaime, Raimundo Ongaro, Rene Salamanca (PCR) y Agustín Tosco; Rodolfo Puiggros -ex rector de la UBA-, Manuel Gaggero (director del diario El Mundo), Roberto Quieto (dirigente de Montoneros), Julio Troxler (ex subjefe de policía de la Pcia. de Buenos Aires, cercano al Peronismo de Base); los coroneles del Ejército Perlinger y Cesio, monseñor Angelelli; el senador nacional Luís Carnevale y otros personas. La mayoría de los amenazados serían perseguidos, emboscados y asesinados en el futuro cercano con la anuencia del gobierno nacional.

Pero lo más grave e incomprensible es que muchos marxistas, que se volcaron al nacionalismo revolucionario, siguieron esta línea y sin entender que si se marcha hacia la transformación revolucionaria de las estructuras de nuestra sociedad, no se puede glorificar el estancamiento, no se puede rechazar el desarrollo capitalista, como etapa previa del salto cualitativo, hacia el socialismo.

Y viceversa, si se exalta el paternalismo de tipo rosista, no puede estarse en una posición revolucionaria tendiente a dar a la sociedad una estructura comunitaria. Sobre todo ahora que el "gauchaje" del país se ha transformado en el obrero del cinturón industrial del Gran Buenos Aires.

Este error ha sido comprendido, sin embargo, con toda claridad por uno de ellos, Rodolfo Puiggrós, que escribe: "Este prólogo quedaría incompleto si no puntualizáramos dos críticas a los rosistas militantes. Son:

1ro. - Su creencia de que los gérmenes de un capitalismo nacional en la esfera rural —la expansión y organización de las estancias junto con el desarrollo de la economía mercantil en la época de Rosas— pudieran ser los orígenes de un desarrollo autónomo del capitalismo argentino, prescindiendo del mercado mundial, de la existencia del imperialismo y del progreso alcanzado por las naciones más adelantadas de la época. Esto es pura utopía, es no tener en cuenta que nuestro país no estaría hoy a la altura que está sí se hubiese encerrado escasamente dentro de sus fronteras, esperando de sus acumulaciones internas de capital, de su educación técnica, de su capacidad creadora, lo que le vino del exterior en pocos años.

Informe sobre Trelew

Al cumplirse dos años de la masacre de Trelew, un puñado de artistas e intelectuales pertenecientes al grupo de poesía Barrilete y al Frente de Trabajadores de la Cultura (FATRAC), colaboraron con la Comisión de Familiares de Presos Políticos, Estudiantiles y Gremiales (COFAPPEG) para rendir homenaje a los militantes fusilados el 22 de agosto de 1972, en la Base de la Marina Almirante Zar.

El resultado será la edición de un folleto titulado “Informe sobre Trelew”, de escasa distribución, en el que participaron con textos, dibujos y poemas Roberto Santoro, Haroldo Conti, Antonio Clavero, Enrique Courau, Juan D. Polito, Ricardo Carpani, Julio Canteros, Humberto Costantini, Carlos Vitale, Dardo S. Dorronzoro, Alberto Costa, Enrique Puccia, José Antonio Cedrón, Aida Victoria Delpiero, Felipe Reisin, Carlos Patiño, Vicente Zito Lema y Silvio Frondizi.

El archivo incluye una breve presentación, los originales enviados por los autores y el original de imprenta. Clic para descargar.

2do. - Su desconocimiento del doble papel que el imperialismo cumple a pesar de sí mismo: si por una parte oprime, deforma y exprime a los países poco desarrollados, como era el nuestro a mediados del siglo pasado; por la otra, se ve en la necesidad de trasplantar su técnica, incorporar sus capitales, crear clase obrera, estimular el capitalismo nacional, gestar los elementos opositores que conducen a la liberación económica de los pueblos explotados por los monopolios. Estas fuerzas o elementos se desenvolvieron progresivamente desde la caída de Rosas hasta nuestra época de revolución nacional emancipadora y son los pilares de esta revolución". (2)

Además, por suerte, no todos los rosistas cometen el grave error que venimos anotando; otros, son mucho más críticos. Podemos citar entre ellos a Julio Irazusta. Queremos referirnos ahora brevemente a uno de sus trabajos, en el que a través de documentos, muchos de ellos inéditos, pone al descubierto la personalidad de Rosas y sus verdaderos propósitos de gobierno.

Dice Irazusta en un párrafo definitorio, por tratarse de un rosista, que:

"En estrecha concomitancia con la preocupación por la política internacional, el equipo gubernativo que tomó la dirección de la provincia de Buenos Aires en las postrimerías de 1820 tenía la idea de organizar el país por medio de una liga diplomática interprovincial. La experiencia reciente había persuadido a esos hombres de que el método de los congresos o asambleas constituyentes era inadecuado entre nosotros.

Recogiendo las enseñanzas de la historia inmediatamente contemporánea, advirtieron, sin duda, que el instrumento ideal de la unificación vanamente perseguido era el encargo de las relaciones exteriores depositado por las provincias en el gobernador de Buenos Aires.

Las acciones y reacciones de unos y otros les indicaban con toda claridad que los provincianos, celosamente irreductibles en la defensa de su derecho a gobernarse por sí mismos, no eran nada recelosos para ceder aquellas facultades del poder soberano conquistado en la lucha por la autonomía, que eran evidentes resortes de un gobierno central, cuando en el gobierno de Buenos Aires se hallaba un hombre digno de confianza.

(...) La experiencia aconsejaba atenerse al método de unificar el país por el encargo de las relaciones exteriores, que había resultado viable, descartando el de reunir congreso, que habría fracasado.

Desde antes de subir al gobierno, Rosas pensaba en la liga destinada a unificar el país".

"Sepa el pueblo que hoy a las 14:20 fue ejecutado el disfrazado número 1, Silvio Frondizi, traidor de traidores."

Silvio Frondizi fue asesinado el viernes 27 de septiembre de 1974 junto a su yerno Luis Mendiburu. Más tarde se difundió un comunicado de la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A), quien se atribuyó el crimen, señalando que su cuerpo se encontraba en un descampado de la zona de Ezeiza. Su sobrino Diego Ruy Frondizi, había sido abatido en un enfrentamiento en la localidad de Tigre, en marzo de 1971, y pertenecía a las FAP (Fuerzas Armadas Peronistas).

Podríamos decir, a confesión de parte relevo de prueba. Porque, cabe una pregunta: ¿Es éste el federalismo que deseaban las provincias? Evidentemente no; es casi su antítesis, Y es por eso que Rosas se opuso siempre a la reunión de un congreso general, según lo hemos dicho antes.

Como lo hace notar Puiggrós: "Los tratados, pactos o ligas, entre las provincias, aun en el caso de sustentar ideas federales, dividían la nación en grupos encontrados y favorecían a la larga las intenciones políticas de los dueños del puerto único.

El Tratado del Pilar es el ejemplo más elocuente. Fue impuesto por Ramírez y López al gobierno de Buenos Aires. Era de contenido esencialmente federal. Pero los gobernantes porteños consiguieron transformar esa alianza de las tres provincias en guerra de Ramírez y López contra Artigas, y el Tratado del Pilar no se aplicó.

El Pacto de San Nicolás, complemento del Pacto de Benegas, firmado entre el gobierno de la provincia de Buenos Aires, general Martín Rodríguez, y el caudillo santafecino Estanislao López, se resolvió, asimismo, en la derrota y muerte del caudillo entrerriano Pancho Ramírez".

Vale la pena insistir con Irazusta, y hacerlo con un trabajo posterior a la época peronista, que contiene una síntesis de su pensamiento, en el que Irazusta realiza una tarea esclarecedora con gran probidad científica.

Empieza por reconocer la posición de Rosas junto a Rodríguez. Explica a continuación las discrepancias que lo llevarán a separarse de él y agrega textualmente en una cita que será extensa pero muy instructiva: "Imposible pormenorizar los factores que dieron a Rosas el triunfo en esa pulseada de varios años, pues carecemos aquí de espacio para hacerlo. Unos estaban dados en la situación, omnímodamente determinada, y eran ajenos a su voluntad; otros se debieron a la inferioridad de sus adversarios, de sus émulos o rivales, como a la superioridad de sus asesores. Basta leer la Correspondencia entre Rosas y Quiroga en torno a la organización nacional.

(...) Lo esencial para esclarecer su enfoque del federalismo, es mostrar cómo afrontó la negociación de la Liga Litoral, desde el comienzo hasta la firma del tratado de enero, y entre esa fecha y los veinte años en que afianzó la Confederación Argentina. Fingiendo creer que nuestra federación se componía de provincias más autónomas de lo que eran.

Rosas y sus asesores abogaron por que la reunión entre ellas se efectuara sobre la base de que los representantes de cada una no serian delegados de los pueblos, sino de los gobiernos; y de que las conferencias entre ellos serían ante todo congresos diplomáticos, y subsidiariamente políticos, en la medida que cada Estado particular lo considerase conveniente.

Silvio Frondizi y el comisario Meneses

En su despacho de la calle Corrientes al 1300, en los altos de La Armonía, Silvio Frondizi entreabre la puerta con un gesto de bonhomía. "¿Una entrevista con PANORAMA? Sí, como no", Al iniciar el diálogo las cejas le asoman por encima de los gruesos anteojos, delatando un.gesto de contrariedad. "Ah, es por Meneses", murmura. Sin agregar palabra, revuelve los papeles del escritorio y muestra un abultado curriculum vitae. "¿ Le parece que yo puedo hablar de Meneses? ¿Por qué no me hace un reportaje sobre política? Estoy por publicar un libro sobre la influencia del marxismo en el catolicismo. Le aseguro que va a causar sensación". Se arrellana en su asiento. De espaldas a la biblioteca de viejos mamotretos jurídicos, su figura remeda curiosamente a la de Fausto en el gabinete de Wittemberg. Su voz es clara, impaciente. "¿Meneses? Lo vi una sola vez. Hablamos unos minutos y se despidió. Creo que ha pasado a disponibilidad. Usted sabe lo que ocurre con los militares y policías que están en esa situación. No creo que sea correcto caerle encima..."

[Fragmento de una nota sobre el comisario Meneses en la revista Panorama, abril de 1965]

En realidad las autonomías provinciales no eran tan vigorosas como en otras federaciones históricas, por ejemplo, Norteamérica, Alemania o Suiza; puesto que, a diferencia de esos países, la Argentina se había estrenado en la vida independiente con un gobierno central, heredado de la organización española, y el autonomismo había medrado con el debilitamiento de aquel gobierno en la década inicial de la emancipación en vez de ser un presupuesto histórico con que se debiese contar desde el principio al fundar las instituciones nacionales.

Pero como quiera que sea, a la altura de los tiempos a que se había llegado cuando Rosas debió afrontar el problema como gobernante de la provincia con mayor responsabilidad directiva, lo cierto es que las autonomías provinciales parecían más fuertes que cualquier gobierno central a establecer por acuerdo entre todas.

Y el método de Rosas y sus asesores parecía el más adecuado, después de los fracasos experimentados por seguir él a la moda de las asambleas constituyentes, y dada la verdadera relación de fuerzas entre la provincia que acaudilló la Revolución de Mayo y llevó los ejércitos nacionales a los países hermanos para ayudarles a consolidar su independencia, y las restantes que no podían ostentar títulos equivalentes, y habían bregado por la autonomía como reacción a un centralismo mal dirigido, más que como espontáneo afán de vida independiente".

Para concluir podemos ceder la palabra al doctor Carlos Ibarguren, que no puede ser sospechado de parcial. Refiriéndose a los años de ostracismo de Rosas, cuando pudo estudiar y observar el mundo para comprenderlo en su evolución, dice:

"La expansión de las ideas liberales y de la democracia, la inquietud del proletariado y la propaganda del socialismo; la indisciplina general, las consecuencias económicas de la gran industria mecánica, las luchas civiles en ambas Américas, las guerras europeas, la violenta acción imperialista de las poderosas monarquías, el positivismo y el materialismo que embestían contra la religión y la Iglesia, todo ese gran movimiento político, económico, científico y filosófico que fermentó después de 1850 conmoviendo a la sociedad, provocaba repulsión en el espíritu reaccionario y conservador de Rosas".

Estas apreciaciones de Ibarguren tienen su justificación en las propias palabras de Rosas, que el mismo autor cita:

"Se quiere vivir en la clase de licenciosa tiranía a que llaman libertad, invocando los derechos primordiales del hombre, sin hacer caso del derecho de la sociedad a no ser ofendida".

"Si hay algo que necesita de dignidad, decencia y respeto es la libertad, porque la licencia está a un paso".

"Debe ser prohibido atacar el principio en que reposa el orden social". "Conozco la lucha de los intereses materiales con el pensamiento; de la usurpación con el derecho; del despotismo con la libertad. Y están ya por darse los combates que producirán la anarquía sin término. ¿Dónde está el poder de los gobiernos para hacerse obedecer? Los adelantos y grandes descubrimientos de que estamos tan orgullosos, ¡Dios sabe solamente adonde nos llevarán! ¡Pienso que nos llevan a la anarquía, al lujo, a la pasión de oro, a la corrupción, a la mala fe, al caos!"

"La civilización, la moral, la riqueza, se hunden si no son sostenidas por la cooperación de todas las fuerzas sociales, para sofocar las disidencias anárquicas, y las pretensiones ambiciosas e injustas contra el equilibrio de las naciones, tanto en Europa como en América". (3)

Ésta fue siempre la posición de Rosas; ésta fue la causa de su encumbramiento y ésta fue también la causa de su ruina.

NOTAS:
(1) Confrontar a este respecto los interesantes trabajos de José M. Rosa, típico representante de esa tendencia.
(2) Rosas el pequeño, Buenos Aires. Ediciones Perennis (2ª. edición), 1953.
(3) Juan Manuel de Rosas. Su vida, su drama, su tiempo. Editorial Theoria, 1961

Fuente: www.contexthistorizar.blogspot.com
 



El fin de Silvio Frondizi

[Fragmento de Fundadores de la Izquierda Argentina, Silvio Frondizi, un francotirador marxista, prólogo de Horacio Tarcus]

Con la experiencia del MIR-Praxis diluida en las muchas les expresiones de la Nueva Izquierda Argentina, comienza última etapa de la vida de Silvio Frondizi. Asumida su identidad de intelectual revolucionario, pero sin partido, se dedica a la actividad docente y a la defensa de presos políticos y gremiales casi con exclusividad y, cumpliendo esa actividad, vinculándose al Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) fundado por Mario Roberto Santucho –y, entre otros, también por Nahuel Moreno-, es decir, a una escisión del PTR que había adoptado la táctica de la lucha armada y creado el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Pero ahora se trata de un hombre solo, un gran “nombre” de izquierda, sin proyecto político propio, un francotirador con admiradores –casi todos jóvenes- que van y vienen, que se acercan al hombre que 20 años antes dio una interpretación disonante –no “gorila”- al fenómeno del peronismo.

La Academia

Desde el campo académico, la actitud constante de Frondizi es evidente: nunca dictó cátedra oficial durante gobiernos de facto. El del ’43, asumido su compromiso de no callarse, lo empuja a la calle. Con La Libertadora, a pesar de que se proclamaba el fin de “la dictadura”, se le negó la posibilidad de llegar a asumir la titularidad del cargo de Derecho Político de la Facultad de Derecho de la UBA. Él mismo, indignado por la negativa –de la que participaron, Luciano Molinas y Alfredo Palacios, como miembros de la comisión asesora del concurso para el cargo- comenta en una carta del 27 de febrero de 1957: “Ello demuestra que la ‘lucha’ de estos señores contra el peronismo no fue determinada por lo que este tenía de corrupción, sino por lo que éste agitaba a las masas, al tiempo que excluía a aquellos de las prebendas del poder. Hoy repiten las mismas prácticas que criticaron en un tiempo, con el agravante de que lo hacen en nombre y con el apoyo de un gobierno anti-popular”. Terminante.

LECTURA RECOMENDADA

Biblioteca del pensamiento argentino
Dirigida por Tulio Halperín Donghi-

Tomo I - José Carlos Chiaramonte - Ciudades, provincias, Estados - Orígenes de la Nación Argentina (1800-1846)
Tomo II Tulio Halperín Donghi - Proyecto y construcción de una nación (1846-1880)
Tomo III - Natalio R. Botana-Ezequiel Gallo - De la República posible a la República verdadera (1880-1910)
Tomo IV - Tulio Halperín Donghi - Vida y muerte de la República verdadera (1910-1930)
Tomo V - Tulio Halperín Donghi - La República imposible (1930-1945)
Tomo VI - Carlos Altamirano - Bajo el signo de las masas (1943-1973)
Tomo VII - Beatriz Sarlo - La batalla de las ideas 1943-1973 (Clic en la imagen, 9,09 Mb)

El caso es que volvió a la Universidad en 1958, junto con el gobierno de su hermano, Arturo. Primero lo recibió La Plata; en 1962 la UBA, en la materia de Instituciones del Derecho Público en la Facultad de Ciencias Económicas. Marcos Kaplan era su profesor adjunto. Poco después el centro de estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras le pide formalmente que dirija una cátedra paralela sobre Sociología Argentina Contemporánea. El éxito entre los estudiantes se veía en las discusiones que generaba, en la circulación de fotocopias con los apuntes de sus clases, en las charlas en el centro de estudiantes. En 1963, por ejemplo, mientras dictaba unas charlas en la Universidad de Córdoba sobre economía, irrumpe un grupo de estudiantes ultranacionalista de Tacuara, frente a los destrozos Frondizi permanece inconmovible, y da comienzo a la charla una vez que se retira el grupo. Síntomas.

De hecho, junto con la influencia –en agonía- de Praxis, los sectores medios universitarios están en constante diálogo con el docente. Los anima a reflexionar, a organizarse, colabora en sus publicaciones, les recuerda, una y mil veces las tesis sobre el bonapartismo policial, el carácter del peronismo –con características positivas y negativas-, la necesidad de alcanzar el socialismo. Tiene voz propia.

Y mientras tanto, La Nueva Izquierda Argentina, no dejaba de florecer. Aparecían publicaciones y revistas y grupos de reflexión por todos lados. Surge Nueva Política -“una revista de coincidencias a partir de una perspectiva nacionalista, revolucionaria y socialista”-. O la Rosa Blindada. O los cuadernos Pasado y Presente de José “Pancho”Aricó y un grupo de “expulsados” del PCA.

No sólo florecen las publicaciones sino que surgen grupos militantes. En la Universidad (y hasta en ciertos sectores sindicales) la nueva izquierda, a veces vinculada con grupos del peronismo revolucionario, comienza a tener una presencia importante. Ismael Viñas, por ejemplo, junto a su hermano David Boris, se organizaban en la densidad que luego mutó a Contorno y el “Malena”, el Movimiento de Liberación Nacional -¿el Tercer Movimiento Histórico?

Esa “densidad” amplia, que bebía de muchos sectores, historias, identidades diferentes, incluía a intelectuales como Noé Jitrik, José Luis Mangieri, Alberto Brocato, Juan Gelman, Andrés Rivera, Roberto Cossa, José Gabriel Vazeilles, Ricardo Piglia, Jorge Rivera, León Rozitchner, el Rodolfo Walsh de Operación Masacre y a Francisco “Paco Urondo.

Paralelamente, y vinculada al peronismo revolucionario, se asiste a una renovación que atraviesa a la estructura católica –sobre todo a partir del Concilio Vaticano II de 1958 y la Encíclica Pacem in Terris, del año 1963, que concreta la apertura hacia el marxismo-. El Mensaje de los Obispos del Tercer Mundo en la Argentina se extiende en pocos días por todo el país. Monseñor Antonio Devoto, Obispo de Goya, se lo da a conocer a un cura de su diócesis, Miguel Ramondetti, y éste lo hace circular. En dos o tres meses logran más de 500 adhesiones.

En este proceso, la CGT de los Argentinos constituirá una primera síntesis entre peronismo, cristianismo de base y marxismo. Pronto, la multiplicación de trabajos barriales y el surgimiento de grupos de acción política darán lugar a un proceso rico y diverso, cuyo saldo serán el Peronismo de Base, Montoneros y sus agrupaciones sectoriales. Algunos obispos, como Enrique Angelelli en La Rioja, Alberto Devoto en Goya, y Vicente Zaspe en Santa Fe, apoyaron a estos sacerdotes, aunque sin integrarse orgánicamente al movimiento.

Con muy sencillas armas organizativas, el movimiento se lanzó a participar de lleno en el conflicto social y político de los años 60 y 70. Ya las ideas habían tenido encarnación práctica con el trabajo de sacerdotes "villeros", como el padre Carlos Mugica, quien movilizaba por un mundo mejor –aquí en la tierra- a cientos de familias pobres en la provincia de buenos Aires, y –sobre todo- en ciudadela de la villa 31 de Retiro, a metros del Río de la Plata.

Y sin embargo...

La revista Testigo, a principios de 1970, le preguntó a Frondizi sobre el marco en el que se dieron las presiones políticas que sintetizan en el golpe a su hermano y el gobierno títere –“paramilitar”- de José María Guido, y la debilidad del gobierno de Arturo Humberto Illia frente a un Partido Militar –reconfigurado entre azules y colorados- que asume el poder político con Onganía y su Opus Dei en 1966: “... mostrando –dice- por primera vez en el país una verdad descarnada: la de que el pueblo nunca fue el titular del poder constituyente”.

Con esta conclusión asimilada, se dan señales inequívocas de que la confrontación iría en aumento: por un lado el asesinato del Che Guevara –en octubre del ’67, en Bolivia-, o la masacre de estudiantes del ’68, en Tlatelolco, México. Por el otro el surgimiento del clasista y combativa en la CGT dirigida por el grafico Raymundo Ongaro, de la que había resultado la creación de la CGT de los Argentinos, frente a la CGT orientada por el “Lobo” Vandor (participacionista, “peronismo sin Perón”), a las protestas cada vez más ruidosas contra el alza del costo de vida, la opresión cultural, la censura despiadada.

Esas tensiones hacen eclosión en la insurrección popular, con epicentro en la Córdoba de Agustín Tosco y Elpidio Torres, el 29 de mayo de 1969. En realidad se trata del arco temporal que une el “¡soy el teniente coronel Puma, esta comisaría queda bajo custodia militar!” de los Uturuncos –peronistas- inaugurando la lucha armada “irregular” en el ‘59 , a las “formaciones especiales” de Taco Ralo de la Fuerzas Armadas Peronistas –FAP-, al asesinato de Pedro Eugenio Aramburu como acta de nacimiento de Montoneros –otro 29 de mayo- o la muerte, en Rincón de Milberg –el 8 de marzo de 1971- de Diego Ruy Frondizi, hermano mellizo de Marcelo “Nono” Frondizi, el sobrino de Silvio, miembro de las FAP. Esa muerte, por ejemplo, provocó el acercamiento de todo el clan. Y apuró replanteos.

La “voluntad” nacional y popular emocionaba al Líder exiliado, quien desde una carta a las FAP interpelaba a esos sectores que comenzaban la lucha política: “Yo tengo una fe absoluta en nuestros muchachos que han aprendido a morir por sus ideales, y cuando una juventud ha aprendido y alcanzado esto, ya sabe todo lo que una juventud esclarecida debe saber”. Nada más, nada menos.

En ese caldo, la presencia de Frondizi, aún con predicamento sobre algunos sectores radicales, no tendrá incidencia teórico-práctica importante. El diálogo pasaba por otros carrilles. Y en este marco, las nuevas organizaciones de la izquierda armada tendrán en Frondizi un referente válido, más cuando se trate de dar respaldo legal, con renombre, a sus presos políticos y gremiales, de cualquier organización revolucionaria que sea.

Pero la agudización del conflicto político lo llevarán a acercarse cada vez más a una de las organizaciones, al PRT-ERP de Mario Roberto Santucho, dónde militaban algunos de los viejos discípulos del “maestro”. Como Arnlos Kremer –Luis Mattini, Ana Villarreal, Luis Pujals, Enrique Gorriarán Merlo, Benito Urteaga, Carlos Molina, Joe Baxter –“ex” Movimiento Nacionalista Tacuara, ex tupamaro- y Domingo Menna.

Los “perros”, ya alejados del Nahuel Moreno de Palabra Obrera, y que de alguna manera –con su matriz revolucionaria, proletaria e internacionalista- parecían coincidir con los diagnósticos del Frondizi constructor político, trataban de acercarse a Silvio.

Frente a este avance de los sectores populares y de izquierda, por un lado, y del accionar represivo, cuya metodología incorpora la experiencia de la lucha contrainsurgente argelina, Frondizi advierte: “La incongruencia de la situación actual está dada por la ausencia de una estructura de tipo político que represente a la nueva situación y pueda canalizar las ansias populares. Esta es la tarea fundamental del momento: la transformación de todas las estructuras sociales. La otra alternativa es la guerra civil”.

Dolor del libro perdido

Por Víctor O. García Costa

Inicialmente los vendedores pretendían que me llevara el lote, una pilita de libros, proposición que rechacé por poseer el resto. Sólo me interesaba ese libro, encuadernado a la rústica, con tapa dibujada e impresa en colores representativa de los arrabales del pueblo de Valoria. Se trataba de un ejemplar de una vieja edición popular de la Editorial Tor, apócope del apellido de su dueño, don Juan Torrendell, aquella empresa que editaba libros por millares de ejemplares que eran vendidos por monedas.

Seguramente, aunque en edición de batalla, salido algún día de 1933 de los tórculos de Tor con toda la soberbia del libro nuevo, intenso y con sus hilos tensos, con sus tapas coloreadas y brillantes, con sus páginas sin huellas de dedos ni humedades de encierro y con su lomo sin arrugas ni cuarteaduras, había quedado de pie en la biblioteca del primer adquirente o poseedor, pero el transcurso del tiempo y los dolores producidos por las veces en que habría quedado sin dueño y abandonado en alguna mesa de saldos habían dejado sus huellas en él.

Es posible que, cada vez que alguna persona se acercaba a la mesa de saldos para revisarla y pasaba uno tras otro los libros moviendo alternativa y rítmicamente los dedos índice y anular, haya querido que esos dedos se detuvieran en él, lo levantaran, airearan sus hojas y lo llevaran para que al leerlo despertara de su largo sueño, se le volviera a dar un lugar en una biblioteca, otra vez de pie, y se le permitiera mostrar orgulloso los datos bibliográficos en su lomo.

Esperando a su dueño

El ejemplar del libro, rescatado por mí, es una obra de Máximo Bontempelli, destacado jurisconsulto y escritor italiano creador de un llamado "realismo mágico", que tiene por título El humorístico caso de Don Eteocles, herrero y falso homicida . El título original de la obra es La famiglia del fabbro y la versión castellana pertenece a Nicolás Olivari.

Todo hace suponer que su primer poseedor fue el citado Olivari, porque el ejemplar del libro está dedicado, con fecha incierta, un día de 1933, precisamente por Olivari al periodista y escritor rosarino Armando Cascella, que había dirigido la revista La Gaceta del Sur (1926-1927) y sería luego jefe de redacción de El Diario (1936-1937) y, más tarde, en 1939, año de iniciación de la Segunda Guerra Mundial, corresponsal en Europa de La Capital , de Rosario, y de la Agencia ANDI. Cascella, que sería el segundo poseedor del libro, había publicado cuentos y novelas cortas en LA NACION y La Prensa , así como en El Hogar y Caras y Caretas . También había escrito y publicado Estética cotidiana y La tierra de los papagayos , a la que seguiría La cuadrilla volante , Premio Nacional de Literatura 1938.

La dedicatoria dice así: "Para Armando Cascella de su compañero en la traición del bel si suona ", expresión con la que, sin duda, hace alusión irónica a las tareas comunes de traductores (por aquello de "traduttore, traditore") de obras de Bontempelli, efectuadas por ambos. Cascella había traducido 522: un día de amor y locura junto al volante.

Olivari era, además de traductor y poeta, principalmente escritor y autor teatral. Había obtenido el Premio Municipal de Poesía en 1927 y como autor teatral otro Premio Municipal en 1930. Entre sus obras figuran La amada infiel , El gato escaldado , La musa de la mala pata , El hombre de la baraja y la puñalada , y La mosca verde .

Observé que sobre la tapa y sobre la portadilla el libro tenía, además, el estampado de un sello rectangular pequeño, impreso en tinta azul, con un nombre: Silvio Frondizi . Al verlo y leerlo, años y episodios de horror, como en una película, pasaron raudamente por mi mente. Como ha recordado Horacio Tarcus en su artículo "Tres hermanos, tres destinos", el viernes 27 de septiembre de 1974 un comando de las Tres A entró en el domicilio de Silvio Frondizi, en la calle Cangallo, y lo secuestró junto con su yerno, el ingeniero Luis Angel Mendiburu. Dos horas más tarde, en un comunicado, las Tres A se hicieron cargo del crimen, informando que a las 14.20 de ese día lo habían ajusticiado. Su cuerpo, encontrado en los bosques de Ezeiza, tenía 50 balazos. En 1977, un comando del Ejército completó la obra: confiscó la biblioteca y papeles privados de Silvio Frondizi, distinguido profesor universitario, escritor y fundador del grupo Praxis de lo que se llamó la nueva izquierda argentina.

Ya no era el dolor del libro prestado, al que alguna vez se refirió el escritor asturiano Mario de la Viña en su trabajo "Doble dolor del libro prestado". No: era el dolor del libro perdido, que ha quedado sin biblioteca, que es como quedar sin casa, que ya no siente el calor de las manos que lo tomaban ni los dedos que pasaban cuidadosamente sus hojas, que ha quedado sin las lecturas que lo sacaban de esa situación material de vida humana objetivada, al decir de Dilthey, devolviéndolo cada vez a la posibilidad de transmitir su vida espiritual.

Cuánto dolor sufrió ese libro desde que fue arrancado de la biblioteca de Silvio Frondizi hasta llegar a la casa de compraventa de Ezeiza, ciudad que forma parte de la tragedia argentina. Ese libro es como un símbolo de las bibliotecas saqueadas y quemadas por las hordas que más de una vez mostró la anticultura vernácula. Y en ese simbolismo, la aparición en Ezeiza, precisamente, del libro de Bontempelli ha sido como el relato, tanta veces contado, del perrito que se ha dejado morir al pie del sepulcro de su dueño, esperándolo. Lo mismo iba a ocurrir aquí, con un libro, en Ezeiza. Pero ahora está entre mis manos.

El autor es escritor y dirigente socialista
Fuente: La Nación

Del GAN y el péndulo de Perón

Desde mayo del ’70 en adelante, la crisis hegemónica de la Revolución Argentina –el largo invierno- provoca que el conjunto de los sectores dominantes empiecen a consentir el retorno de Perón –la consigna movilizante-, pero sólo con algunas condiciones. Nace el Gran Acuerdo Nacional. La “normalización institucional”, por primera vez en 18 años, volvía aceptar a todo el arco político, sin proscripciones. Y el proceso electoral planteado –polarizado- abrumó a las cientos de organizaciones de izquierda, pero sobre todo minó la incipiente “unidad” de acción que se perfilaba desde la masacre de Trelew.

El PRT levanta dos candidaturas obreras: la de Agustín Tosco y Armando Jaime. Silvio, desde el periódico Nuevo Hombre, apoya esta idea. Pero Nuevo Hombre, fue un periódico de izquierda, independiente, fundado por el periodista Enrique Walker, y luego dirigido por Silvio. En este emprendimiento colaboraron Alicia Eguren –militante y esposa de John William Cooke, ya muerto-, Rodolfo Ortega Peña –el otro gran abogado de los presos políticos de los ‘70- y su discípulo Eduardo Luis Duhalde, que por aquellos años publicaba su libro sobre el secuestro y asesinato de Felipe Vallese –el “primer desaparecido”- .

Como director de la publicación fue detenido y llevado a la dependencia de la Policía Federal de la calle Moreno al 1400; y también en abril de 1972 en Unquillo, dónde fue detenido junto a su hijo por denuncias sobre preparativos insurgentes. A la salida de la prisión convoca a una conferencia de prensa en nombre del Movimiento Nacional Contra la Tortura y la Represión para denunciar algunos casos de torturas a detenidos políticos.

El renombre del abogado tampoco pudo evitar que le cayeran encima varios atentados; una bomba –por ejemplo- destruyó sus oficinas en Corrientes al 2080, donde funcionaba la dirección de Nuevo Hombre; se arma otra conferencia, a esta asisten Peña, Luis Cerruti Costa, Eduardo Luis Duhalde, Raúl Aragón y Vicente Zito Lema, donde se presentan casos de represión “informal” contra abogados de presos; más tarde incendian su estudio jurídico de la calle Lavalle al 1500. Una anécdota: sin chequear las fuentes, ese tercer atentado se publicó en el diario La Razón, donde se comunicaba su muerte; y Silvio se entera –yendo a tomar exámenes- en la puerta de la Facultad de Filosofía y Letras, cuando su hijo Julio lo intercepta, junto aun periodista amigo, y le informa de “su” fallecimiento.

Por otro lado, la campaña electoral lo anima a puntualizar desde Nuevo Hombre que la salida a la crisis la tiene que emprender “... la clase obrera y el pueblo luchando desde la base contra sus enemigos y contra sus falsos amigos, es decir, contra quienes usurpan las banderas populares para frenar y traicionar, para expandir el maccartismo y el desaliento en la revolución”.

Luego, al caer la candidatura “clasista” de Tosco y Jaime, Frondizi se aleja de Nuevo Hombre, y en manos de Rodolfo Mattarollo la publicación muta a vocero del Frente Antiimperialista por el Socialismo (FAS), que llama a votar en blanco en las elecciones. Silvio, que entiende que hay que participar de las elecciones, logra articularse, precariamente, con la estructura de Abelardo Ramos y Spilimbergo, siendo el candidato extrapartidario a senador del FIP con la consigna “liberación nacional y patria socialista”.

Pero el triunfo de la fórmula Cámpora-Solano Lima es aplastante, y con la vuelta de Perón y el inicio de las acciones de la Alianza Anticomunista Argentina de José López Rega –la Triple A-, el panorama lo vuelve a acercar al FAS y a otras organizaciones dispersas de la izquierda, como la Liga Comunista Revolucionaria, el Peronismo de las Bases o con “Fracción Roja”, una escisión del PRT-ERP.

Al “maestro” con cariño

Abocado a su cátedra de Ciencias Políticas de la Carrera de Sociología, junto a Julio Godio y al abogado José Luis Díaz Colodrero, y a sus funciones de cobertura legal de los presos políticos, inunda con denuncias sobre torturas a diferentes tribunales y visita frecuentemente las cárceles del gobierno de la “pacificación”. Sufrió, por esto, múltiples amenazas, intimidaciones y atentados pero, a pesar de los consejos de sus amigos, se negó a exiliarse. Inclusive una versión asegura que el PRT de La Plata llegó a considerar el secuestro de Frondizi para llevarlo a algún lugar seguro.

Altivo, denuncia y enfrenta a personajes como Luciano Benjamín Menéndez, al Comisario de la Policía Federal Alberto Villar, integrante de la Triple A de “lopecito”, que tras la muere de Perón –el 1º de Julio de 1974-, desató una verdadera ofensiva sobre las organizaciones populares, llegando producir alrededor de quinientos asesinatos políticos, entre ellos los de Rodolfo Ortega Peña –ametrallado el 31 de julio de ese año-, el padre Mugica y Alfredo Curuchet –quien era el principal testigo en la denuncia conjunta que elaboraron sobre ejecuciones de guerrilleros apresados vivos en Catamarca-.

Finalmente, el viernes 27 de septiembre de ese año un comando de la Triple A -dirigido por el subcomisario Juan Ramón Morales y el subinspector Rodolfo Eduardo Almirón Sena- secuestró a Silvio Frondizi de su casa de la calle Cangallo, hoy rebautizada “Perón”. En el incidente fue asesinado su yerno, el ingeniero Luis Angel Mendiburu, militante de la Juventud Universitaria Peronista, que corre hasta la calle desarmado y es muerto en la entrada del edificio al tiempo que el hijo de Silvio, Julio, abre fuego desde la ventana con un calibre, una “22”, que impacta en un neumático del Falcón que queda abandonado sobre la calle Río de Janeiro. Dentro de la casa quedaban Silvia Frondizi, la esposa de Mendiburu, y su hija de pocos meses, la que, al momento del secuestro estaba en brazos de su abuela, Pura Sánchez de Frondizi, quien de un puntapié arroja a la niña debajo de una mesa.

Dos horas más tarde, un comunicado de la Triple A se atribuyó el crimen e informó que su cuerpo había sido arrojado en un descampado de Ezeiza: El diario Crónica reproduce la gacetilla: “Sepa el pueblo argentino que a las 14.20 fue ajusticiado el disfrazado número uno, Silvio Frondizi, traidor de traidores, comunista y bolchevique (...) Viva la patria. Viva Perón. Vivan las Fuerzas Armadas”. ¿Traidor? ¿A quién?

Es su hermano Arturo –el ex presidente que coqueteó con Perón a través de Rogelio Frigerio, el amigo de Silvio, su primer compañero- quien reconoce el cadáver en el Hospital de Ezeiza -lo acompañan su sobrino Marcelo y su hija-, y dolorido comprueba que uno de los brazos está destrozado por varias de las 50 balas recibidas, evidentemente trató de cubrirse en un gesto reflejo frente al fusilamiento.

Risieri, que estaba en Estados Unidos, volvió rápidamente al país para el velorio de su hermano, en el local de la UTN. Allí recordó a su hermano, junto a la familia, los amigos, entre los que estaban la viuda de Peña y José L. Díaz Colodrero, y admiradores del intelectual revolucionario, aquel que supo interpretar al peronismo, ganarse el respeto del Che –cuyos Cuadernos de Praga, críticos de la economía soviética, recuerdan a Silvio- e influir sobre cientos de militantes apelando la formación de un hombre integral, nuevo.

Durante el funeral, el salón de Medrano y Córdoba estaba obturado por cientos de militantes, casi todos jóvenes, portadores de infinidad de banderas y periódicos y flores, que entonaban La Internacional o Los Muchachos Peronistas, cada uno a su turno -con respeto hacia los dos féretros que estaban en el centro de la nave-, algunos levantaban sus puños, otros sus dedos en “V”, pero todos observaron cómo, en el más duro silencio, apareció Julio, el hijo, y avanzó hasta su padre para ponerle una manzana, enorme y roja, sobre el ataúd.

Finalmente, el cortejo se dirige hacia el cementerio de Chacarita, y, no obstante estar muerto, la Policía al mando del comisario Villar, volvió a hacer de las suyas: reprimió la caravana, que avanzaba por Angel Gallardo y secuestró el cadáver de Silvio, por segunda vez.

Tres años después, la dictadura de Videla ordenó el secuestro de su archivo y biblioteca. Después de todo, era una voz que debía ser silenciada, la de un intelectual
que se atrevió a actualizar la reflexión crítica, revolucionaria, desde el marxismo no dogmático, a dos aguas de la vieja y la nueva izquierda, pero que se zambullía entero a las aguas de la filosofía de la praxis. Ese final hace recordar las palabras de George Lukács: “La entrega es el camino del místico, la lucha es el del hombre trágico; en aquel el final es una disolución, en éste es un choque aniquilador (...) Para la tragedia, la muerte es una realidad siempre inmanente, indisolublemente unida con cada uno de sus acontecimientos”.


Homenaje a Silvio Frondizi a 37 años de su brutal asesinato

Por Luis Mattini *

27/09/11

Silvio Frondizi es, sin dudas, el mayor pensador marxista argentino de todos los tiempos.

Nació en Paso de los Libres, Corrientes, en enero de 1907. Abogado, teórico, profesor, historiador y militante. Fundador del movimiento Acción Democrática Independiente (ADI), de Praxis y del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR-Praxis), hermano del presidente argentino Arturo Frondizi (UCRI) y del filósofo Risieri Frondizi.
En 1954 previó la Globalización y de algún modo el fracaso de la Unión Soviética porque ya en esa época sostenía que ése no era socialismo.

Durante la Revolución Cubana, se entrevisto con el Che Guevara quien le ofreció ser el Director de la Universidad de la Habana para difundir desde allí el marxismo en toda América. Sin embargo, Silvio, revolucionario integral como el propio Che, rechazó la oferta porque sostenía que el destino de Cuba dependía de la revolución en toda América.

Por esta razón optó por regresar de inmediato a Buenos Aires y participar en la organización de la revolución americana. De Praxis, ese movimiento juvenil marxista cuyo rasgo esencial consistió en que no era ni estalinista, ni trotskista, más bien influenciado del espartaquismo alemán de Rosa Luxemburgo, influido por el guevarismo, el fue su mentor y conformó una cantera de cuadros revolucionarios, la mayoría de los cuales fueron activos en las organizaciones de los setentas.

Frondizi rechazó la identificación de gorila hacia los militantes seguidores de Perón pero lo que rechazo enfáticamente fue la caracterización del Partido Comunista que afirmaba que el peronismo era fascismo, explicando que mientras el fascismo era un producto del gran capital y su base la pequeña burguesía, el peronismo, en cambio, era un producto de la burguesía nacional y su base era la clase obrera.


Entrevista con Luis Mattini, compañero de militancia de Silvio Frondizi. Emisión del programa radial Atrapados en libertad por AM 530, La Voz de las Madres

También negó el populismo que trató al peronismo como movimiento de liberación nacional, reconociendo, sin embargo, todo el carácter positivo del peronismo como expresión de la burguesía nacional y sostenedor de la organización obrera, sin dejar de mencionar sus limitaciones lógicas en una sociedad burguesa, caracterizándolo como bonapartismo

En 1970 se unió al PRT- ERP en los frentes de masas de esa organización (el FAS y el MSB) expresiones políticas en la que aplico todas sus teorías para la revolución. Fue el responsable de las denuncias de la masacre de guerrilleros de ERP perpetrada en Catamarca.

El 27 de septiembre de 1974 un comando de la Alianza Anticomunista Argentina irrumpió en su casa de Buenos Aires para secuestrarlo, asesinando a su yerno, que intentó defenderlo. Horas más tarde la Triple A se adjudicó el asesinato, informando sobre la ubicación del cadáver de Silvio, brutalmente golpeado y acribillado por la espalda a través de un comunicado público. La triple A lo asesino, pero no pudo detener sus ideas.

Conocí a Silvio, y compartí con él la militancia en Praxis y luego en el PRT-ERP. Gracias a la invitación de Peña Lillo Continente y la colaboración apasionada de Juan Jorge Barrero se re-editarán sus obras dentro de su colección Pensamiento Nacional el año entrante. 37 años después Silvio Frondizi continúa su lucha. Un homenaje a un uno de nuestros mas dignos intelectuales es recordar sus ideas.


* Seudónimo de Arnol Kremer Balugano, nació en Zárate en 1941. Iniciado a la vida política en 1959 en el grupo PRAXIS, fue activista sindical en ATE, UOM y Navales; protagonista de las luchas políticas de los ’60, y dirigente del PRT-ERP con el “nombre de guerra” Luis Mattini —seudónimo que conserva como identificación del compromiso militante— en los ’70.

Fuente: http://www.profanascartas.blogspot.com


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