Eduardo Pérsico
Narrador y ensayista, publicó cuentos, seis novelas, "Lunfardo en el Tango y la Poética Popular y algún poemario. Nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.

 


Inmigraciones, rechazos y barbarie de la descivilización

Parte de la compleja historia de la humanidad la explican los datos de sus migraciones, esos gigantescos y dolientes traslados que sucedieran antes, durante y después de aquellos relatados bíblicamente y aún perduran. Gracias Moisés, pero empujados en masa a traspasar territorios inaccesibles, desconocidos y desechas por el hambre o pestes implacables, esas forzadas epopeyas de la especie, que fueron y continúan, respondieron a la misma causa que las origina hoy: la extrema pobreza en la que dura y subsiste una parte de la humanidad. Muchas referencias de esos traslados hoy pueden explicarnos hasta con estadísticas las pérdidas y asimilaciones culturales y étnicas que se nos ocurran, pero sería agobiador debatir estas ‘contradicciones’ de la civilización actual que sospechosamente, inquietan sólo en los discursos políticos a los países centrales. Los personeros del Poder en las naciones más beneficiados en el reparto y por eso más responsables de esta infamia, se distraen exhibiendo mapas, tratados de cooperación, muros en construcción y soberanías no siempre honestas; esas tontas categorizaciones culturales que al tiempo del hambre no sirven de nada, al fin coinciden, solapadamente, en agitar el temor y desprecio a los inmigrantes de quienes viven instalados en los beneficios de las grandes ciudades. De esos mismos países nunca periféricos y ganadores a pura fuerza bruta, tantas veces, que agotan sus tribulaciones en sostener un sistema que impide la llegada de nuevos invitados a la mesa. Eso es todo, y en esa permanencia no sólo valen muros, misiles y campamentos de refugiados sino también el uso de dioses, demonios y demás fabricaciones teológicas, habituales y de las otras, que apuntalan el desprecio y el miedo a los diferentes que llegan desde lejos. A esas multitudes imprevistas y desesperadas que brotan en mayoría del continente africano, tan manejable hace menos de un siglo, ocasionan un dilema de difícil resolución. Sí, esos tipos resultan muy incómodos si uno los recibe en casa, pero modales aparte, “siempre el hambre nos conduce y explica; atraviesa montañas, facilita los mares”. Comer es ley natural, no jodamos, y como si esto ocurriera por vez primera la dirigencia del Primer Mundo habla de una ‘nueva realidad’, cuando el hombre como especie si no come y se aparea para seguir en el planeta, desaparece. Y aunque eso moleste a rabinos, papas y ayatolas de distinta lengua o estilo, a ellos les aviso que procurarse la comida es tan inevitable como respirar, que no es poco, y que los de clase media que cambian de sitio ‘en búsqueda de nuevos horizontes’, carecen de importancia estadística entre los auténticos muertos de hambre de cada día.

Así las cosas y sin recetar paliativos sencillos para estos mortíferos malestares, igual vale pensar en ciertas consecuencias individuales de las migraciones que aunque poco relevantes en un análisis más científico, hacen también a la problemática de las migraciones. Más de lo difundido, quizá la literatura más que cualquier otra disciplina se ocupa de esta temática desde siempre, y publicidades aparte, en una ponencia de la investigadora Norma Mazzei, de la Universidad de Buenos Aires, a propósito de mi novela “De Nuevo Lejos de Uppsala” apuntó que tres de los personajes exiliados en Suecia, dos argentinos y un uruguayo, exhibían ‘un constante rechazo a la nostalgia inevitable y a la vez, un oculto modo de afirmar su pena por la patria lejana’. Y que en esa dualidad incomprensible y profunda que encerraba un sentir intransferible al nuevo ámbito, denominó certeramente a la actitud como un juego de ‘la memoria trasterrada’. Aparte de metáforas y símbolos que nutren toda ficción, cuando alguien sale de su lugar con una formación consolidada resulta más desgarrador y alienante tomar formas de vida novedosa. Por confortable que resulte el cambio al nuevo sitio, es propio al inmigrante engancharse a las recordaciones igual a un gato que cambió de dueña, o enredarse a sorpresivas mitologías como si su nostalgia fuera más entrañable que la ajena. Entonces el exilio, voluntario o forzoso, exige revalorizar circunstancias del entorno, aceptar que existen Otros y un diferente Imaginario Colectivo que no es el propio. Y que además podemos ir perdiendo sin remedio y cada día nuestro lugar en la fila del reconocimiento social. Acaso sea esta una de las convicciones más arduas de todo exiliado y buena la opinión del francés Jean Baudrillard, ‘el racismo no existe mientras el otro es Otro y mientras el extranjero sigue siendo Extranjero’. Y que recién empieza a existir cuando ‘el Otro se torna diferente y se instala a nuestro lado, o sea peligrosamente próximo’. Una idea ineludible a cualquier exiliado o extranjero para ver la nueva instancia desde la óptica más dura de la realidad, con la discriminación en carne propia y el rechazo a nuestra condición de ajeno. Lejos del terruño toda alienación además de sustancial es contaminante, y su reflejo suele producir el reintegro y profundización de hábitos que quizá nunca antes fueron ejercitados. Por ejemplo, la originaria quejumbre de los argentinos exagerada en el tomar mate y escuchar tangos y música folklórica fuera de su país, llenaría renglones del manual del emigrante que, simbólicamente, descubre valores esenciales al irse de su comarca, y eso explica en parte la fenomenal cantidad de clubes de colectividades fundados en el mundo y regenteados por inmigrantes que al perpetuar ciertos signos del terruño lejano, inciden en el Mapa de Conceptos de su nuevo lugar. Esa tendencia a nuclearse por regiones en los latinoamericanos fue herencia principal de los europeos llegados a sus playas de 1850 en adelante, y hoy hacen que utilicen ese recurso de transferencia cultural difícil de controlar o de manipular por cualquier sociedad receptora inmigratoria. Es que por más sociedad desarrollada o primaria, andando el tiempo y no demasiado, el asunto resultará visible. Hoy mismo en los Estados Unidos ante los treinta o más millones de latinos llegados a su territorio, se asoma quiérase o no una nueva imagen, con nuevos referentes y una distinta conciencia en la sociedad toda; y eso que se vislumbra, incentivado por las nunca conflictivas integraciones de entrepierna y alcoba, ha de ser tan revulsiva como aquella que se diera entre nosotros, los argentinos, y que nos advirtiera Domingo Faustino Sarmiento en su “Facundo. Civilización y Barbarie” por 1845, al escribir ‘en Buenos Aires sobre todo, todavía está muy vivo el tipo popular español, el majo… Todos los movimientos del compadrito revelan al majo; el movimiento de los hombros, los ademanes, la colocación del sombrero y hasta la manera de escupir entre los colmillos, todo eso es propio de un andaluz genuino”. Una observación irreprochable del Sarmiento que sería bueno repetirnos más seguido…

Las transmigraciones siempre dejan y llevan marcas que sí recoge la literatura. Durante su exilio en los Estados Unidos, el cubano José Martí pasó por distintas etapas y la primera, de 1881 a 1884, fue signada por el deslumbramiento. Son sus años de escribir “Emerson” y una crónica laudatoria a la construcción del puente de Brooklyn, donde persigue ciertas conciliaciones posibles entre la forma de vida cubana y la norteamericana. En la siguiente etapa empieza su radicalización al apreciar críticamente su entorno yanki, para decirlo elige la inflexión y la voz de su continente mestizo, y le canta a Walt Whitman cuando dice ‘para medir la profunda desesperación del hombre es necesario vivir desterrado de la patria o de la humanidad”. En el campo de la literatura son muchos los ejemplos referidos al destierro, forzado o voluntario, y en “Made in Lanús” (o Made in Argentina) de Nelly Fernández Tiscornia, ‘la Yoli’, un personaje mujer que refiere al argentino más popular, dice aceptar los beneficios que le daría una sociedad más dinámica y moderna, pero sufre a cuenta de perder en su desarraigo el no ser identificada como ‘la Yoli’ por la calle, y hasta por olvidar los olores de su barrio que en definitiva son todo aquello que le conforman la vida. Y como en su sitio del mundo come cada día, ella se queda y los demás que se vayan.

Las expresiones humanas cargan una misteriosa lejanía, casi inexplicable, y según dijimos alguna vez ‘cada palabra convoca a su propia memoria’, sucede igual con la doble mirada nostálgica y rechazante por el bien perdido, y en este punto recordamos la palabra Patría, vean qué poca cosa... Mucho se cuestionó si la literatura, sin trabajar con materiales más concretos, puede incidir con sus adelantamientos sobre los hechos, pero cabe pensar que para no resultar tan intragables ni aburridos y seguir complementando la tarea de los sociólogos y los historiadores, los escribas se obligan a recurrir a los artilugios verbales, a veces sin lograrlo, para embellecer el relato de la misma realidad. Porque la escritura puede ser más o menos ficción aunque de una novela, de un cuento o de un sueño, jamás debe decirse que es una mentira; y así, en esta instancia tan conflictiva por inmigraciones y traslados que cambian identidades y perfiles sin aviso, los literatos trabajan tanto con la nostalgia, el amor y el rechazo de la patria, y en el perpetuo doloroso escenario del exilio. Es un frágil camino para evitar la ‘descivilización’, pero un camino; el mismo que ilustró Norbert Elías en “El proceso de la Civilización”, (Fondo de Cultura, 1987, Madrid), al investigar cómo la literatura alemana fue denunciando el alejamiento de los valores sustanciales en Alemania desde 1870, tendencia que derivó en el posterior nazismo. El de Elías es un punto de vista, naturalmente, pero hoy muy vigente.

En resumen diríamos que cada crisis, o reiteración de la misma, nos obliga a revisar el pasado. A veces las sociedades acceden al origen por caminos distintos, lo que no significa que no los posterguen, - glorioso derecho reservado a una minoría- pero como hoy el conflicto crece adentro de los países centrales ‘molestados’ por la inmigración, alguna certeza histórica inmanejable y en silencio de pronto se dará, más temprano que tarde. El apremio de no ser bélico y sangriento bien puede ser económico, quizá, pero alguna consecuencia histórica que tanto se desecha y se reinventa desde el Poder, - por ejemplo, el hambre injustificado y contra natura- concretamente ha de ubicar ese crudo litigio en la realidad cotidiana. Sencillamente porque tanta barbarie inhumana entre humanos, ubicará a todos en un punto decisivo para la especie; apenas eso; y sin que luzcan como efectos literarios, hoy resurgen juicios sin olvido ni perdón y el aire, más confiado en seguir contando la verdadera historia, carga y recarga implacable el fusil de la memoria.


Nuestra discusión rioplatense oculta un ataque desestabilizador contra el Cono Sur

Cualquier persona ajena al Río de la Plata que visitara los bares de Buenos Aires o Montevideo , escucharía tantas discusiones parecidas sobre los grandes temas de la humanidad, las peripecias del amor; o del fútbol ‘que bien podría darse el lujo de integrar una selección imbatible y única’. Es evidente que todos aquellos que prestan buena atención, en las dos márgenes escuchan similar verba para describir el cosmos o las caderas de alguna mujer al paso, que no dudan mucho en afirmar que argentinos y uruguayos pertenecen al mismo grupo étnico, político y social propios de un solo país. Esto es ciertamente así y no solamente por sus comunes y genuinos orígenes, sino por haberse erigido como comarca única y sin intereses opuestos sino bien interdependientes, que sin embargo y a pesar de tanta cercanía, hace más de un año dejó de ser idílicamente perfecta ante la crecida del malhumor en el trato entre las dos orillas del río ‘que nos une y cada tanto nos separa’. El malestar empezó y se va desatando a partir de la instalación en el margen uruguayo de unas plantas europeas productoras de celulosa, que sin duda erosionarán tanto la ecología como las relaciones si no se extreman las precauciones técnicas para evitarlo. Los habitantes de ambos lados, en su mayoría, no pierden el sueño por esta desavenencia ajena a las habituales; si Gardel naciera o no en Tacuarembó, por qué al tango se lo considera una expresión solamente porteña en el mundo entero, o si la letra del tango “Garufa” es una grosería elitista de autor uruguayo o apenas una burla nochera contra un laburante. Pero ahora y bromas al margen, todos intuyen que este nuevo asunto requiere una debate más hondo. Hoy las diferencias que aparecen son sustantivas y aunque en ambos lados del río sepamos con con la misma unción “Artigas, padre de la patria, primer jefe de los orientales, luchaste para darnos la patria en que vivimos”, - que me enseñó en el primario el chueco Peralta, que llegó a mi barrio desde Paysandú- las aguas se siguen enfrentando y creciendo ante la pasividad, impericia y estupidez de los responsables políticos de ambos lados. Y quienes sospechan con mejor atención y acaso con algo más de astucia histórica los enfrentamientos subyacentes que pueden materializarse más adelante, bien saben que esta buena gente que oficia de negociadores políticos no discuten ni agotan públicamente y a la luz del día la causa principal, el conflicto subterráneo que trasciende a los cortes de puentes entre los dos países o la suspensión de los viajes en el buquebús de un lado al otro. Esos incidentes molestos al fin recalarían en lo anecdótico cuando lo más irracional y preocupante consiste en no publicitar hasta el cansancio y digamos, rabiosamente y por todos los medios de información, las normas técnicas de purificación de los líquidos que caerán al Río de la Plata. Cuando empecemos a enterarnos todos de esa ‘verdad oculta’ cambiarán todos los enfoques, no somos tan inocentes y si nos cuentan con cuidado, hasta le prometemos que entenderíamos. Ya que durante más de un año, del método a utilizar en la producción de esa materia prima para no perjudicar las aguas apenas se nos dijo “que podría ser la tecnología ECF, libre de cloro, o la TCF libre totalmente de cloro”, que es técnicamente hablando tan serio como decir “es algo así pero ahora no estoy seguro ni me acuerdo”, o cualquier otra irreverencia verbal. Esa falta de claridad en decir cuáles serán los patrones técnicos a utilizar para purificar los desechos es el verdadero origen de la discordia. Esa negativa al anuncio por conveniencia de Botnia, la empresa que comenzaría la producción de la pasta celulosa antes de finalizar el año 2007, aparece diluida en las ambigüedades en los medios de comunicación , las bravuconadas cada día menos encendidas de los funcionarios de ambos bandos que discuten y discuten, y hasta sugestivamente no se agita como un reclamo irrenunciable entre los activos fundamentalistas ambientalistas de Gualeguaychú, la población argentina que sufriría las peores consecuencias de la polución.

Es evidente que toda producción industrial ensucia y erosiona, y en este caso es notoria la intención de trasladar a la periferia del Primer Mundo una actividad seriamente perjudicial al medio ambiente. Esta política de radicación de las industrias sucias es un ejercicio constante que hoy intensifican los países más desarrollados, pero si los costosos funcionarios argentinos y uruguayos quieren empezar a desbrozar el debate que acabará enmarañando a todos, deberían dejar de lado lo superficial y aclarar en un discurso único que la instalación de semejante planta productora de pulpa celulósica ‘es factible por estas razones técnicas’. Sencillamente podrían comenzar con esa frase y a renglón seguido exponer las normas aprobadas y las explicaciones científicas válidas, cristalinas y entendibles, que harían seguro el procesamiento de los desechos industriales. Vean ustedes qué sencillo, sin hacer exhibición de traseros argentinos en los foros internacionales ni mostrar la garra uruguaya enviando militares a cuidar una obra en construcción dela empresa finlandesa que rechazó la custodia, y aunque este problema que los mandantes actuales es una herencia de los gobiernos anteriores, sería oportuno que actuaran sobre las causas y olvidarse un rato de los efectos políticos y a rastrón, con menos palabrerío ‘revolucionario’ inoperante y aburrido. Como ciertas pendejadas de protesta de los ecologistas contrarios que hasta reclaman ‘la no transformación visual del hábitat’, que en último caso se daría en el margen opuesto, y es un modo de seguir dando vueltas alrededor de lo secundario con frasecitas pretenciosas. Lo principal y preocupante de esta crisis incipiente, es algo más provocador y serio que los políticos y representantes de ambas orillas escatiman en sus declaraciones por temor a desacomodarse, y entre el gentío en general no repetimos por desconocimiento: la real intencion que oculta en la instalación de una planta industrial que puede erosionar peligrosamente el área del Río de la Plata, y generar conflictos no solamente entre Argentina y Uruguay sino en todo el cono sur, es una cabeza de playa urdida por el imperialismo capitalista, - cada día más impronunciable- contra la consolidación del MERCOSUR. Aquí ya dejamos de inquietarnos solamente por las aguas del Río de la Plata sino del sustento político de un acuerdo comercial cada año más promisorio, que con su consolidación limita las posibilidades de otros proyectos de libre comercio como el ALCA , que en última instancia pretende extender los mercados posibles de los Estados Unidos y a mantener cautivos a los países de la región. Atacar al MERCOSUR es la intención sustancial al instalar el conflicto y lo demás acabará siendo accesorio.

Por supuesto que la nacionalidad de la empresa visible en esta radicación, aquí finlandesa, es meramente anecdótica y otra maniobra del capitalismo más voraz en el juego de cocinar sus asuntos a fuego lento y utilizando a terceros; algo que argentinos y uruguayos al preguntamos por qué no integramos un sólo país, entendemos mejor cuando repasamos nuestra historia.


Del prestigioso poderío al imperialismo delirante

En 1822 y como parte de su Doctrina, el presidente norteamericano James Monroe reconoció a varios países de América Latina como independizados de las potencias europeas. Así y casi el mismo día, México, Chile, Brasil y Colombia fueron reconocidos como autónomos comenzando el intercambio de embajadores y por 1823, el mismo presidente anunció "no intervenimos ni intervendremos en las colonias existentes de ninguna potencia europea, y en las guerras de esas potencias no tomaremos ninguna parte, ni es compatible con nuestra política de hacerlo". Pareciera que en estos párrafos no existía ni una sombra de las posteriores acciones que según esa Doctrina Monroe derivaría en la abusiva intención "América para los norteamericanos", en cuanto el empuje y la modernidad de la sociedad yanki hacían casi insospechable la conducta de sus gobernantes. Y quiérase o no, así las cosas recordemos que con el New Deal instrumentado en 1932, durante el mandato de Franklin D.Roosevelt para sacar a los Estados Unidos de la hondas crisis del sistema capitalista, comenzó para el ciudadano medio norteamericano una época de bienestar y buenas expectativas que deslumbró a las masas latinoamericanas. Durante ese período la población estadounidense obtuvo verdaderos logros económicos, que en principio cimentaron la certeza de estar viviendo en el más distributivo de los regímenes posibles, tanto que para los más inquietos en los avances de las seguridades sociales, en 1935 se establecieron juntas de trabajo que supervisaban el trato colectivo de los asalariados y les garantizaba el derecho de escoger las organizaciones que los representarían ante los patrones. Este cambio en las relaciones laborales cuya efectividad, más publicitada que real poco ha sido cuestionada, resultó inusual para la mayoría de los obreros al sur del río Bravo, creando además en las clases latinoamericanas una admiración por ese país que al fin se convirtió en una verdadera ideología por encima de cualquier otra. De manera fanatizada y sin reproches, para las clases medias el sistema de vida norteamericano fue el ideal irrebatible durante décadas, y culturizados por las "Selecciones del Readers Digest” con aquella concepción bucólica, entretenedora y nada conflictiva, la crítica era opacada en los destellos de una sociedad feliz, cinematográfica, sin discriminaciones de ningún tipo y donde los negros vivían en sus barrios, viajaban en los transportes públicos junto a los blancos y eran unos gigantescos campeones llamados Joe Louis, velocísimos corredores iguales a Jesse Owens o simpáticos sonreidores que hinchaban sus cachetes al tocar su música en la trompeta lo mismo que Louis Armstrong. Porque a todos, blancos, negros, chicos y grandes pero buenos, los defendían Súperman, El Llanero Solitario y si se alejaban mucho del barrio, Tarzán y la mona Chita. Sin exageraciones, pocos se atrevían a criticar esa infantil versión del bienestar en libertad y para mejor, creció la idea de que al saludable proyecto interno de USA lo dañarían las ideas expansionistas de los regímenes totalitarios de Japón, Italia y Alemania; Japón había invadido Manchuria en 1931, Italia, gobernado por los fascistas, luego de agrandar sus fronteras hacia Libia en 1935 se apoderó de Etiopía, en tanto, Hitler en Alemania se había lanzado a un rearme bélico fenomenal y ocupado la Renania. Ese panorama amenazante resultó un oportunidad política para Roosevelt, que bien aprovechó el deterioro de la situación internacional fijando como política de su gobierno no posibilitar favores a esas fuerzas beligerantes, publicitando a la vez que Estados Unidos jamás se envolvería en una guerra que no fuera de su competencia. Promesa que de ninguna manera impidió la reeducación de su industria para la nueva emergencia de conflicto, que se materializó en 1941 al trenzarse en guerra con los japoneses que los atacaran en Pearl Harbor. Un "ataque cobarde y sin provocación", vociferó Roosevelt, agregando paraseguir siendo los buenosde la historia "nuestra fuerza está orientada al bien futuro y contra el mal inmediato. Los norteamericanos no somos destructores, somos constructores". Como justificación antibelicista los hechos resultaron inmejorables para el momento, y al final de la contienda, para "evitar la continuación de la guerra" contra un enemigo ya casi inexistente como Japón, se lanzaron dos bombas atómicas sobre su territorio que casi nadie cuestionó; la seguridad de que Estados Unidos había actuado en defensa de la democracia y la libertad casi resultó irreprochable a las mayorías del mundo entero.

Más bien, la realidad dispuso que el origen y desenlace de la Segunda Guerra Mundial en 1945 coincidió con la misma explicación que daban las agencias noticiosas, - por decir, Associated Press y Reuter- difusores de una verdad que durante un par de generaciones jamás explicó racionalmente a la guerra fuera como un conflicto intracapitalista y no un simple delirio de algunos dictadores mesiánicos y algo loquitos. En esa etapa histórica, Estados Unidos ejerció una verdadera hegemonía basada en su prestigio democrático y al terminar la Segunda Guerra Mundial, desde 1945 a 1970, logró cuanto quería en tiempo y espacio; con sus agigantados antecedentes políticamente liberales dominó a las Naciones Unidas como una oficina de servicio exterior, contuvo a la Unión Soviética en los límites de 1945, con el accionar de sus agencias de inteligencia echó a todo gobierno inamistoso y hasta se adelantó una jugada al asesinar al líder colombiano Jorge Eliecer Gaitán en 1948. Intervino en Irán en 1953 para exhibir las glorias medievales del Reza Pahlevi, delegó a un tal Castillo Armas quien desde el mismo territorio yanqui, invadió Guatemala en 1954 para liquidar al gobierno popular de Jacobo Arbenz. A sus soldados les sobraron pertrechos para tomar el Líbano en 1956 y la República Dominicana en 1965, mordiendo cierta bronca por el leve contratiempo que le ocasionó hasta hoy el pueblo cubano, principalmente a los habitantes de Miami. Además y porque su ventaja económica y militar se lo permitía, con Europa Occidental y Japón diseñó una imbatible tríada de poder, esa especie de alianza natural que aunque últimamente viene rengueando bastante, eso será parte de otra historia… Después, en 1973, perdió la Guerra de Vietnam, el Irán de Khomeini lo despreció en 1980 y como si hubieran olvidado la historia, hoy se exponen en la misma región a otro papelón parecido al de Ronald Reagan, cuando en 1982 ordenó el raje de los marines del Lïbano dos días después de jurar que jamás lo haría. Es que por entonces ya el guapo del barrio perdía prestigio, y aunque pese a que en Irak y la resistencia de Hezbolá en el Líbano no se la hicieron demasiado fácil a ellos ni a sus aliados de Israel, la fuerza de los belicistas norteamericanos no está acabada ni mucho menos. Es sí, pareciera que el imperio yanki obtuvo todo cuanto quería y por última vez cuando en 1973 ordenó al militar chileno Pinochet asesinar al presidente socialista Salvador Allende, y más tarde al prohijar el golpe militar en la Argentina de 1976; tarea conjunta que hicieran con la servicial dirigencia nativa de turno entre los argentinos, aplicando a sangre el más crudo proyecto neoliberal soñado por Milton Friedman, desaparecido en estos días.

Acaso y sin entusiasmo ingenuo, ahora se vislumbra una nueva instancia en el planeta. No hablaremos de una catastrófica decadencia imperial, precisamente, sino de un repliegue forzado por la realidad más crítica y dinámica. Las últimas resonancias electorales de América Latina, - el triunfo de Lula en Brasil, del candidato no proyanki Rafael Correa en Ecuador, y la casi segura reelección de Chávez en Venezuela con más la pérdida de las representaciones parlamentarias del gobierno de George Bush en Estados Unidos, obligarían a reconsiderar la ubicación de los actores en el nuevo escenario, algo impensable hace una década. Las fantasías diseñadas y exhibidas por los mecanismos propagandísticos del Poder con mayúscula, cada día suman menos partidarios y eso es numéricamente cierto. Quizá existan novedosas causas y efectos no estimadas hasta ahora, como podrían ser las actitudes menos dóciles de los musulmanes, por ejemplo, aunque como en cualquier reacomodo táctico los acuerdos para fijar los tiempos y condiciones en hacerlo no son automáticos; y más aún cuando peligran negocios ciertos y negociados ilícitos de magnitudes tan increíbles que sin adentrarnos mucho en la imaginación, y por razones poco entendibles para los humanos en general, cada tanto una banda de forajidos cómplices se organizan alguna guerra para seguir funcionando. Hoy la realidad contradice algunos designios de los poderosos, sin duda, pero los intereses económicos y estratégicos de este precipitado imperio contra natura son tan diversos, que aunque exista ya la certeza de que las aspiraciones de seguir dictando las costumbres y hábitos ajenos tienen menos espacio que hace veinte años, la tarea de salvar todos los muebles en el inevitable incendio lo harán con la mejor disciplina posible. Si mientras tanto y aunque las guerras no existieran, la constante masacre de la humanidad ellos la siguen produciendo, silenciosamente, con las desigualdades y el implacable hambre que genera.


Sin cambios económicos jamás cambiará la inseguridad

Me creía dueño del mundo,
y no era dueño de mí mismo.

José Hierro, Madrid, 1922-2002

Una actitud particular de los sectores con mejor posición económica y social, es la constante reclamación por la falta de seguridad para "sus vidas y haciendas". Un reflejo del incuestionable derecho de Peticionar a las Autoridades que en la Argentina más lo ejercen de la clase media hacia arriba, hoy sospechosamente aunados a sobresalientes defensores del "gatillo fácil" o la desaparición de personas, que quizá, "vaya uno a saber o a quién se le ocurre", tan útiles le han resultado para incrementar su bienes de manera ilegal. Y aunque conste que aquí nos referimos específicamente a tantos "peticionantes" encartados en fuga de capitales o imprescriptibles crímenes de lesa humanidad que adhieren a las congregaciones contra la inseguridad pública, pareciera que a ellos globalmente se orientaran las ideas que el doctor Raúl Zaffaroni vierte en su último "Manual de Derecho Penal”, del que transcribimos algunas páginas para nuestra ilustración y también útiles a los consecuentes adictos del flamante político Juan Carlos Blumberg. Esos mismos que con cierto ímpetu de retornar si pudieran al milenio previo a la Revolución Francesa, por aventurar una fecha, reclaman múltiples profundizaciones y cambios en las penas contra quienes delinquen.

El doctor Zaffaroni, miembro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, como referente de la especialidad expone sobre el imaginario colectivo del derecho penal y otros conceptos que sin desechar lo medular no copiaremos textualmente: Dice, por ejemplo, "quien se asoma a este derecho cree aproximarse al mundo de los crímenes más horrendos, Y la paradoja es que está en lo cierto, y a la vez completamente equivocado… El derecho penal es un saber normativo operado por varias agencias o corporaciones para la represión y la prevención de los delitos y en algunas ocasiones,- no muchas, por cierto- consiguen algunos de esos objetivos. Pero lo que nadie puede negar es que las corporaciones del sistema penal han cometido los peores crímenes de la humanidad, en mucho mayor número a los cometidos por los individuos que delinquieron sin el paraguas protector de los Estados”. Y entonces menciona a la inquisición europea y española, la GESTAPO, la KGB soviética, las policías de todas las dictaduras del mundo incluidas las nacionales latinoamericanas en los setenta, las policías corruptas por los políticos y sus mafias asociadas, Y nos advierte que dentro de ese contexto los escuadrones de la muerte mataron a muchos más que todos los homicidas individuales del mundo, violaron y secuestraron en escala masiva, se apropiaron de propiedades, extorsionaron, torturaron y apoyaron la más crueles políticas económicas que devaluaron los ahorros de pueblos enteros. Enumera además el autor que esos crímenes se hicieron por obra de las agencias del sistema penal y al amparo de su discurso, agregando "es verdad que quien se asoma al derecho penal entra al mundo de la crueldad y los crímenes más horrendos, pero éstos no son apenas los crímenes que reflejan las agencias de comunicación masiva, sino los cometidos por los propios sistemas penales”. Y se extiende que ni bien se descuidan los controles, el poder punitivo pasa a ser el peor de los criminales, que "condenó a Galileo, quemó a Servet, prohibió las autopsias y el estudio de cadáveres, apuntaló la esclavitud, sometió a las mujeres y postuló el racismo, la homofobia, la xenofobia y la persecución de quienes soñaron una sociedad mejor, incluyendo a Cristo y a todos los mártires”. Acepta el doctor Zaffaroni más adelante que el derecho penal así concebido "sería un engendro monstruoso que el resto del derecho trataría de ocultar como su capítulo perverso”, y que esto es así porque "el derecho penal no puede menos que reconocer esta verificación histórica y política”.

Así las cosas, cualquiera puede imaginarse que si no existieran jueces, tribunales, fiscales, defensores y una doctrina orientadora como es el derecho penal, el resto de las agencias y las corporaciones del sistema no sólo seguirían cometiendo los crímenes que hoy ejecutan, sino que "volverían a cometer todos los que practicaron desde que en el siglo XII se instaló el poder punitivo en forma definitiva”. Pero sucede, agrega el tratadista, que "la función del derecho penal no es legitimar el poder punitivo, sino contenerlo y reducirlo, elemento indispensable para que el estado de derecho subsista y no sea reemplazado brutalmente por un estado totalitario”.

Las clases privilegiadas prefieren un estado totalitario y más dócil a su servicio, como el sugerido sin exponerse mucho al manifestarse con un fervor inusitado por la "mano dura" policial y contra ciertos fallos judiciales que no sonde su agrado, como si la inseguridad, que es un Efecto del sistema que todos sufrimos, una vez combatida sería la llave de la eterna felicidad. Pero los seguidores del político Juan Carlos Blumberg, -a quien recordamos al transcribir las ideas del doctor Zaffaroni y más arriba, en el epígrafe del poeta español- con su mecanismo de difusión y comunicadores adictos, jamás atienden a la verdadera Causa de la pertinaz inseguridad: la desigualdad económica y la postergación inacabable de comarcas enteras, además de significar un crimen imperdonable, no solamente en Argentina son los promotores principales. Las mismas personas que coinciden extrañamente en defender el liberalismo económico a ultranza, -su única convicción, entiéndase bien- jamás denuncian o apenas comentan las inhabilidades judiciales ante los ilícitos fastuosos de los delincuentes de su misma clase. Ese reflejo condicionado de justificar cualquier delito en sus pares tan unido al "blanco que corre, Atleta; negro que corre, Ladrón", es una constante y no un descuido, actitud que sería menos cómplice si quienes habitualmente protestan por la inseguridad, la violencia, y vociferan contra el aparato estatal cuando éste los atañe, no fueran compadres de quienes esperan turno para ser juzgados por crímenes de lesa humanidad, en algunos casos, o por gigantescos robos del dinero público; en otros. Esta conjunción de fuerzas no es contradictoria y menos un encuentro fortuito de "dos que se aman furtivamente dos horas por semana", sino una sólida y permanente alianza política, económica y social; y que valga ese lugar común tan recurrido.


Los empleados del Poder no dicen tonterías gratuitas

Luego de la defección del ejército de Israel contra el Hezbolá en el Líbano, se oyeron palabras equívocas o fuera de control de algunas personalidades públicas, y notorias las pronunciadas por el mismo Papa católico en la universidad alemana de Ratisbona. Allí Benedicto XVI, ya se sabe apartado conceptualmente de Juan Pablo II, su antecesor, además de criticar a la yihad islámica cuestionó a la religión musulmana al releer un texto teológico según el cual los seguidores de Mahoma imponían su fe por medio de la espada. Un párrafo claramente político en el contexto actual de "choque de las Civilizaciones"; y aunque las arengas del actual Papa no las entiende ni dios, lo dicho repercutió de inmediato en el fundamentalismo islamita que hoy se erige más sensible que en los últimos siglos. Entre ellos hubo reacciones de dureza verbal ante lo dicho, extemporáneo, corajeadas de algún ultra sugiriendo represalias contra el Vaticano y por muchos desmentidos que el Papa intentara por la galería, la provocación eurocentrista quedó bien registrada y las consecuencias podrían ser inamistosas. No aconteció nada serio y en principio pareció un error protocolar, aunque enseguida el anterior presidente del gobierno de España, José María Aznar, atizó el fuego con un arranque de alta devoción hispanista y católica: "los musulmanes deberían disculparse por haber ocupado España durante ocho siglos, que ante ellos hoy sólo cabía un triunfo o una derrota y qué esa "Alianza de Civilizaciones" significaría a los europeos una especie de rendición". Palabras más o menos, lo dicho por el español no fue casual y a poco de andar sus dichos perdieron soltura ni bien le advirtieron que de haber sido así, sin los moros desde Ceuta al otro lado del Gibraltar, los católicos se hubieran privado del número cero, la trigonometría, el álgebra, el arco de medio punto y hasta el ajedrez, más otros inocuos matemáticos que a él, seguramente, no lo inquietan demasiado.

Además, a esta idea de tensar al límite la cuerda con el mundo árabe musulmán, con posible guerra santa y choque de civilizaciones inclusive, se sumó otro resumen de frases peregrinas en la pieza oratoria que brindara el presidente norteamericano ante la UN, con la cual recorrió el arco de conflicto en Medio Oriente y sus alrededores. Según George W.Bush, "responsable de orientar a la humanidad toda hacia la libertad", habrá una inmediata instalación de un gobierno democrático en Irak, la pronta terminación de la guerra en Afganistán consolidando una forma representativa a la manera de Occidente, se aplicarán correctivos al plan de desarrollo nuclear en Irán, se acabará la complicidad de Siria con el terrorismo, que no entiende razones, y al pasar también desflecó un párrafo hacia Latinoamérica, región que atenderá ni bien tenga tiempo.

Así, aunque en semejantes ciénagas intelectuales flotan estos personeros del verdadero Poder capitalista, lo que dicen o auguran no son brulotes ajenos a su constante libreto. Los que Mandan, con sus gigantescas razones económicas marcan el rumbo a seguir y en sus laberintos discursivos y políticos ocultan el objetivo verdadero. Y para ello, nada mejor que los discursos desparejos de sus empleados, en este caso con tanta reiteración al no reconocimiento del Otro, a la cultura y los hábitos ajenos mientras se tenga superioridad de fuerza. Asunto que se repitiera en el mismo descubrimiento y conquista de América con la cruz y con la espada, parecida a la de Mahoma. Hoy, en una instancia ciertamente intranquila, las manías de estos discurseadotes secundarios viene cargado de superioridades y eurocentrismos maniqueos, de bajísimo cociente y aires de una inteligencia tan presuntuosa que al menos, resulta decadente. La humanidad exige un tratamiento de los conflictos más científicos, con apreciaciones más serias de la realidad y de la historia, - conocimientos que existen, muchachos- pero al menos sean menos frívolos, enuncien ideas menos ramplonas y escolares, y cuando abran la boca no rebuznen..

Es evidente que en esta lucha el capitalismo está jugado en tomar todas las barajas del juego. Nadie elude esta certeza de globalización a fondo y ya mismo, pero entre los encargados de exponer esta finalidad del sistema aparecen tipos enmarañados en su propia neblina de aficionados. Durante el intento de llegar hasta el río Litani, en el Líbano, Israel desestimó el poder de fuego de Hizbolá y así le fue; ese no es un dato menor y el mismo Poder pareciera ignorar la seriedad de una instancia que puede terminar trágicamente. Digamos que el asunto mucho tiene que ver con la ignorancia y a propósito de lo mismo, un historiador inglés de paso por España en setiembre del 2006, Eric Hosbown, explicó que los países con mayoría en la fe musulmana no fueron agresivos en los últimos doscientos años y que cuanto acontece no puede despacharse con cuatro frases religiosas; en alusión al Papa; "y en cuanto el mundo cambió por la globalización agravando las injusticias sociales entre pobres y ricos, deberíamos saber que los suicidas que hacen atentados no actúan sólo religiosamente sino que enfrentan de un modo radical a la dominación extranjera". Una idea muy compleja para los tres personajes nombrados que cumplen su rol arremetiendo adonde sea, y ciertamente insultan a la inteligencia en general. Y aquí nos permitimos un breve renglón, marginal por cierto: entre delincuentes "perdió por gil" alude a quien creyó que los demás eran todos "giles", y así le fue.

Sobre el desconocimiento del Otro, y con esa alienación imperdonable de los invasores existen cientos de documentos que describen sus modos arbitrarios de encarar la integración. Todo pensamiento colonialista es de superioridad, el ángulo visual del poderoso es de una secular miopía y Hernán Cortés, deslumbrado por la ciudad azteca de Tenochtitlán, en una carta dirigida al rey Carlos V se permitía decir que semejante belleza era "difícil de atribuir a esta gente tan bárbara y tan apartada del conocimiento de Dios y de la comunicación de otras naciones de razón". En tanto diferentes, para Hernán Cortés y sus iguales, otra cultura, otro universo simbólico diferente equivalía a inferioridad, salvajismo y primitivismo, en tanto por esa asimetría óptica él suponía pertenecer a la civilización superior. Por siempre, los colonizadores de cualquier tipo y región entienden su encuentro con hábitos distintos desde la dominación y el sometimiento del Otro, y para evitar resquemores nombrando algún tratadista de Monte Chingolo o de Barracas al Sur, que conocemos, transcribimos al antropólogo francés George Balandiers en "Teoría de la descolonización”, 1973: "una sociedad industrializada, mecanizada, de intenso desarrollo y de origen cristiano, se impone a una sociedad de economía "atrasada" y simple, cuya tradición religiosa no es cristiana. Esta relación antagónica siempre es resuelta por la sociedad desarrollada con el uso de la fuerza". Porque ese encuentro entre culturas distintas o alianza de las civilizaciones, para las potencias capitalistas implica una entrega de los demás; los otros; a sus imposiciones políticas, económicas y al fin culturales, en tanto el inevitable proceso de expansión capitalista para subsistir como tal hace que las potencias hegemónicas posterguen sus diferencias. Durante el mayor auge del colonialismo feroz, las potencias imperiales de Europa pese a sus enfrentamientos, a veces armados, guardaban en común la alteridad radical respecto a los pueblos sometidos. ¿Alguien registra algún altercado jurídico entre la potencias por transgredir los derechos humanos de las colonias..? No, en cuanto la histórica expansión capitalista se basó en la concepción que tenía del mundo el conquistador; civilizado o primitivo, europeo o no, superior o inferior; más semejante idea deshumanizada por el desprecio del dominador y la ignorancia y el temor del dominado, fue construido hasta nuestros días en la supuesta superioridad de Occidente. Donde a pesar de Galileo y su cosmología, los sacerdotes siguen subordinados al Papa, los siervos a sus señores y si el Vaticano lo permite, volvamos a la esclavitud lícitamente si total la tierra aún no gira alrededor del sol. Una flor de idea para el Poder que oculta mensajes más densos y peligrosos en las últimas bufonadas "primitivas y salvajes" de sus más notorios empleados.


El tango llegó a la Argentina desde Andalucía

(Y cuánto contradiga eso, es probable).

Una idea que mucho se difundió sobre el origen del tango sostiene que nació sin letras por 1880, que rítmicamente deviene de la habanera cubana y más tarde, al incorporarle "letrillas procaces y prostibularias" se iría enriqueciendo con distintas características. Según este concepto los primeros tangos de difusión popular fueron expresiones bailables, sin canto, y que entre 1890 y 1900 comenzó a incorporar algunas letras, picarescas y lunfardas. Quizá dicho así, esto no sea totalmente incierto, pero pertenece a una línea que por décadas ignoró lo esencial; la evidente raíz andaluza mostrada en los primeros tangos de Angel Villoldo, autor fundacional de la música de los argentinos, cuya obra destacada se diera a inicios del siglo veinte. Aquel razonamiento, también, creyó inseparables al tango y al lunfardo, esa jerga o código entre dos para que no se entere un tercero, que en verdad resultaron dos perfiles culturales independientes entre los argentinos; dos perfiles que sin duda integran las primeras expresiones independientes de la colonia y por otra parte, tan históricamente potables que podrían sostener cierto "orgullo" de afirmar nuestra identidad. Y por eso mismo, el influjo del tango andaluz y la milonga en el tango argentino son ineludibles para interpretar el origen de una expresión musical incorporada a la manera de ser de tantas generaciones de argentinos, que aún persiste.

Según dijimos, pese a no ser al principio cantable, ya por el año 1811 aparece una copla cantada por los combatientes de Cádiz ante la invasión napoleónica: "con las bombas que tiran los fanfarrones se hacen las gaditanas tirabuzones", a propósito de las bombas francesas que no estallaban. Y aunque no perdure su línea rítmica, refiere el especialista Roberto Selles en "Las Primeras letras del Tango”, que la milonga siempre fue "una especie musical surgida del canto, como sus antecesora, la guajira flamenca”, y que "milonga" es una voz del Quimbunda, un lenguaje de los negros del sur de Brasil que significa "milonga: muchas palabras, palabrerío". De ahí, seguramente, "déjese de tanta milonga" hoy nos expresa "por favor, no hable de más"…

Las primeras guajiras acriolladas entonadas por los porteños eran letrillas andaluzas de mala intención o de carnadura prostibularia, y en 1857 se estrenó en el Teatro de la Victoria de Buenos Aires, "Tomá mate, che”, del español Santiago Ramos, que aludía al hábito criollo de tomar mate y por ahí decía "me dijo un moza al verme, este porteño me mata. Tomá mate, che, tomá mate, que en el Río de la Plata no se estila el chocolate". Más adelante, 1868, aparece el primer tango que dicen se oyera en Argentina, "El negro Schicoba”, de José María Palanzuelo, organista de la Catedral de Buenos Aires con letra de Germán Mc.Key, un actor panameño, y es una canción andaluza con aire muy juguetón que decía "un tango cara cun tango, un tango cara cun té, dame un besito mi negra ahora que nadie nos ve". Otro estudioso, José Manuel Caballero Bonald, en su obra "Danzas Clásicas Españolas de la escuela antigua” habla entre otras del bartolo o bartolillo, "Bartolo tenía una flauta con un agujero sólo y su madre le decía, tocá la flauta Bartolo", que en Uruguay se adaptó en milonga y en Argentina, además de otras varias, se cantó como tango "Bartolo dejó una mina, yo no la quiero dejar, porque me calza me viste y me da para morfar". Anteriores a este ya existían otros tangos andaluces que se acriollaran marcados con el ritmo de la habanera cubana, como el "Queco”, sinónimo de quilombo, que cantarían las tropas del general Arredondo por 1875, antes de la batalla del Quebracho: "Queco vení pal hueco, Queco, te tengo que hablar", prolongado en su primera memoria como una expresión de tango compadrito. Por 1881, en "Colección de Cantes Flamencos, de Antonio Machado y Alvarez, se menciona "El Tango de la Casera”, que los porteños convirtieron en "Tango del Recoletero” aludiendo a quienes participaban de las romerías de la Recoleta o del Pilar; reuniones de familia durante el día y por la noches concurridas por algunos bailarines de tango. El ya mencionado Angel Villoldo, que fuera el primer autor profesional de tangos en cuanto los otros loa hacían sin rigor musical, tomaba de base al tango andaluz y al cuplé. "La Morocha”, escrito en 1905 sobre música de Enrique Saborido, es decididamente un cuplé para ser cantado por la española Lola Candales, y en 1906 un tango recordado además por su música, en su argumento era un clásico tango andaluz. "Una ordenanza sobre la moral decretó la autoridad policial, y por la que hombre se debe abstener decir palabras dulces a una mujer. Chitón, que al que se propase cincuenta le harán pagar". Además quedan otros rastros del género chico español en los compadritos de Villoldo: "aquí tienen al torito, el criollo más compadrito que pisó la población", hoy mismo nos suena divertido y zarzuelero. Aunque sin ningún ánimo calificador ni crítico, se nos ocurre que Angel Villoldo desconocería la opinión que Domingo Faustino Sarmiento publicara en su "Facundo” por 1845: "en Buenos Aires sobre todo, todavía está muy vivo el tipo popular español, el majo… todos los movimientos del compadrito revelan al majo; el movimiento de los hombros, los ademanes, la colocación del sombrero y hasta la manera de escupir entre los colmillos, todo es de un andaluz genuino". ¿Vieron qué poco observador era Sarmiento, el fenomenal?

De todas maneras, en más de cien años de existencia el tango tuvo enormes transformaciones en su ritmo y llegando sus letras a convertirse en algo recurrente en la literatura de los argentinos. Hoy mismo, los escasos tangos que se editan mantienen aquella distintiva argumentación "de lo personal a lo social", en tanto su construcción musical profundizó su tendencia a ser música de cámara, muy elaborada armónicamente y para solistas muy aptos. Tal vez allí se geste otra historia que seguramente no le quitará el carácter argentino al tango, y por ahí rumbeó una crítica Jorge Luis Borges en 1930 al escribir "de valor desigual ya que proceden de plumas heterogéneas, las letras de tango que la inspiración o la industria han elaborado integran un inextrincable "corpus poeticum”, que los historiadores vindicarán. Es verosímil que hacia 1990 surja la sospecha de que la verdadera poesía de nuestro tiempo no está en "La Urna”, de Enrique Banchs, ni en "Luz de Provincia” de Carlos Mastronardi, sino en las piezas imperfectas que se atesoran en "El alma que Canta”. Se refería Borges a una publicación que recogía cada semana las letras de los tangos nuevos y viejos, y agregó, "esta suposición melancólica o una culpable negligencia, me ha vedado el estudio de ese repertorio caótico". Una reflexión más bien culposa de alguien indudablemente argentino, que podría generar uno de los debates que nos merecemos y no encaramos, tal vez, por persistir en nuestra identidad de mantener con vida un montón de contradicciones.


Entre lo nuevo y lo viejo, Los que Mandan pretenden lo de siempre

Luego de la Cumbre presidencial de las Américas realizada el año pasado en Argentina, donde la mayoría de los mandatarios del área sostuvieran la preeminencia del MERCOSUR a las postulaciones del ALCA defendida sin gran brillo por los presidentes de México, Colombia y por supuesto Estados Unidos, más la posterior reunión de la Comunidad Sudamericana de Naciones donde se propiciara el ingreso de Venezuela al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la posición de la actual administración norteamericana se endureció en lo diplomático y en lo económico con los gobiernos de la región. Ese percance más la azarosa invasión del ejercito de Israel al Líbano sin llegar a dominar las aguas del río Litani, su principal objetivo, aceleraron movidas y opiniones novedosas en las relaciones existentes en el mundo un año atrás. Algunos de esos episodios, - Medio Oriente dejó de ser lo que eran antes de la invasión a Irak y Latinoamérica va eligiendo jugar con sus propias cartas- originaron un cambio hasta en los medios de comunicación donde hubo personajes que dejaron de aparecer como imbatibles triunfadores, caso del Primer Ministro inglés tan desgastado y los funcionarios de las Naciones Unidas con la credibilidad decreciente en todo representante del Departamento de Estado. La realidad dice que en la mesa de las relaciones cambiarán las posturas y "exigimos la aparición con vida de Condolezza Rice y Tony Blair" es además de un brulote estudiantil en un colegio de Buenos Aires, un dato que deberán atender los países hegemónicos: algo se mueve en el universo que de ningún modo adhiere al sistema de poder reinante. Hay coordenadas que empiezan a ser incompatibles dentro del mismo grupo del privilegio y sin valoraciones buenas o malas, indica cambios imprescindibles de inmediato porque si hay ciclos que se cumplen, también hay nuevos alineamientos que sin duda se vislumbran porque aparecieron nuevos actores en la escena.

Sin alejarnos mucho de nuestra geografía, cuando se habla de la integración de América Latina siempre hubo adherentes y contrarios; consultar la historia; y están quienes promueven el desarrollo del continente sin excluir a las clases bajas, pensando en una nueva sociedad más emancipada y sin privilegios, y quienes quieren forzar el mismo orden de sucesión impuesto por la potencias occidentales y principalmente por los Estados Unidos. Estos últimos, Los que Mandan, persisten en un sistema sucesorio clásico en América Latina, tendiente a reproducir las relaciones de clase existentes durante siglos con el Imperio y reproduciendo las estructuras sociales que nunca se modificaron. La "integración" que proponen los sectores privilegiados es conservadora, es de esperar, más ahora con el agravante contemporáneo que cuando enfrenta las exigencias de nuevas transformaciones sociales se torna absolutamente reaccionario. Esto tiene magníficos antecedentes por lo acontecido en Argentina y Brasil en las décadas del sesenta y el setenta, por ejemplo, cuando la radicación de varias empresas automotrices produjo una explosión ocupacional en numerosos sectores sociales, incentivada y multiplicada principalmente en la actividad metalúrgica, y hubo en el gentío común certezas de una movilidad social casi nunca registradas en ambos países. Entonces, a medida que la tecnificación instalada crecía junto a la capacidad operativa de los trabajadores con una dinámica insólita, resultaron ilustrativas las oposiciones de los sectores tradicionales; en Argentina, agroexportadores con un sentido aldeano de la convivencia con los asalariados, preocupados por los riesgos que corrían sus privilegios dentro del conjunto social. Para ellos, ese embate industrialista que cambiaba la estructura mental de millones de antiguos desocupados y por consiguiente más dependientes, ante la seguridad personal que otorga una mediana seguridad laboral, les doblaba el brazo en la pulseada. No dejar que se quiebre la escala jerárquica ha sido y continúa siendo la sencilla y bastarda ecuación de los privilegiados por el sistema, en su lucha contra el ascenso de los de abajo. Al margen de los factores meramente económicos y de conveniencia, siempre indesechables, los grandes impactos de seguridad laboral con plena ocupación producen no sólo la socialización de los empleados; con el virtuoso condimento de saber quién es y cuáles son sus derechos, el individuo se democratiza y elude la sumisión social que impone el trabajo temporario o la desocupación. Sin publicitar algunas gestiones de gobierno que produjeran los mismos efectos positivos sobre la sociedad y sin adherir a otros de sus enfoques, creo oportuno decir que el mayor aporte que el peronismo trajo, sin paso posible atrás en nuestra historia, fue la liberación psicológica del obrero ante el patrón. Un efecto obtenido en seis o siete años de una industrialización que aunque al fin resultara económicamente incipiente, alcanzó ese resultado invalorable que a una economía pastoril le hubiera demandado décadas.Y esa toma de conciencia en los trabajadores tuvo su correlato de entidad durante los años del setenta, específicamente hasta la llegada del neoliberalismo con militares genocidas incluídos, que desembarcaron en América Latina con un sencillo y oligárquico objetivo de acabar con la industrialización. Ese fenómeno económico que genera sindicatos fuertes, deliberativos y democráticos, debía terminarse a bayonetazo limpio para reconvertir rápidamente al país en un ente de servicios y dependiente. Como siempre quiso la tendencia de Los que Mandan entre nosotros.

La preocupación que demuestran los diarios tradicionales por la posibilidad de un nuevo ordenamiento que modifique los aspectos medievales de esta rutina; con sus ocasionales pensadores, La Nación de Buenos Aires y los pasquines de Miami pendulan de lo ignorante a lo risueño, como si tantas centurias de creer en algo sobrenatural les pesara y aguardaran algún milagro. Tampoco es bueno aventurar una sonrisa al releer las últimas homilías y misas cuestionadoras a los nuevos aires que difunde la Iglesia Católica, que sensatamente no entendemos y como en nuestro barrio no atiende ningún hermeneuta, nos quedamos en ayunas. Pero luego de las últimas experiencias políticas, que bien pueden ser contradictorias, polémicas y en algún caso mal encaminadas, América Latina empieza a morirse como factoría, en consecuencia no acepta de pleno los mandatos antiguos y se desdice hasta de sus enajenaciones políticas. Esta nueva imagen que significa una ruptura ideológica de años en su historia ante las potencias rectoras, es bien entendida por esta episodio de renacer conceptual de la nueva integración. Las reglas integradoras latinoamericanas de ningún modo seguirán siendo el proyecto ALCA que favorece la dependencia hacia EE.UU, sino un atributo organizado por los países del área para una reeducación racional de las ramas productivas, al menos, aplicando todos los mecanismos financieros y políticos para transformar las estructuras existentes. Eso debe ser una imposición de mínima para hablar en serio, pero ¿cómo piensan los estrategas del pensamiento clásico mejorar la condición del hombre en el planeta sin tanto tráfico de armas y de cocaína? Digamos que en esto, el criterio no tiene novedad; en los proyectos de esa clase mandante que ya ignoran la Revolución Francesa sin manifestarse en contra por pura elegancia, persiste en extender las formas de la esclavitud como sea. Para los tradicionalistas del pensamiento en su provecho exclusivo, nada que sea humanamente válido los obligará a modificar su situación. Los "pensadores del neoliberalismo", por decir algo, se han convertido en utópicos furiosos y militantes del mirar para atrás, cuando los demás, los idealistas utópicos, dejamos de ser tan soñadores y nos convertimos en realistas sencillamente por apreciar el futuro.

Las expresiones que los dueños de la tierra y el poder difunden no sólo desde Miami ni con todos sus aparatos informativos y fabricantes de opinión que exhiben a diario falsificando verdades, las fortifican reiterando términos como "tercermundismo", que atenuaron pero persisten con "subdesarrollo" o en "vías de desarrollo", para establecer inconscientes rangos de superioridad en las negociaciones. Sería más democrático y positivo para la convivencia que dejen de pontificarnos sobre los peligros de los crecientes gobiernos autoritarios en América Latina, o de magnificar la inseguridad jurídica y personal buscando espantar a los inversionistas foráneos y romper así las factibles uniones de los países del área, porque si vamos a seguir conversando necesitamos saber que integración buscan y por cuales etapas económicas y sociales deberían pasar las comarcas latinoamericanas para conseguirla.

Digamos entonces señores neoliberales, capitalistas, terratenientes o medievales privilegiados; perpetuarse ante la nueva realidad del planeta con tanto discurso disociador y alarmista no le hará ganar la guerra a un sistema que flaquea. Y entonces mucho mejor sería, quizá, que si guardan algún proyecto serio que saque al hombre de la prehistoria sin volver a la esclavitud, se animen a exponerlo de una buena vez. La humanidad los espera.


Fuera de Israel, ¿los judíos sufrirán daños colatrerales?

La pregunta surge ni bien se habla de la invasión del ejército israelí contra quien sea, de las prepotentes explicaciones en cada caso y la promesa de la dirigencia de Israel en seguir adelante con la guerra pese a cualquier arreglo. Y en Buenos Aires donde vive una comunidad judía gigantesca, pocos atienden esas palabras y sin altisonantes fanatismos étnicos, hoy es común coincidir al calificar la característica de la matanza de civiles libaneses. Para muchos, es una nueva "sodomización” alternativa que practican el Departamento de Estado norteamericano, las Naciones Unidas y el autoritario Israel en extermino contra cada vecino. La gente común comprende hoy esas atrocidades nazis y las desprecia, sabiendo que las huellas del holocausto y la simpatía hacia la colectividad judía de todo el arco político progresista parecía otorgar un crédito inconmovible a ese grupo, hoy empieza a mostrar un franco vulnerable si de justificar el proceder de Israel se trata. Mis amigos judíos me sonrieron puteando o me putearon sonriendo cuando acuñé "Hitler y Sharon un sólo corazón" quizá, eso sí, porque la integración o convivencia étnica, religiosa y racial entre los argentinos es de tolerancia y en la mayoría de los casos, - salvo la patética milicada ultracatólica, en extinción- la convivencia es de una entidad más profunda en nuestra sociedad que la mayoría suele apreciar. ¿Quién puede vivir entre los argentinos de por aquí registrando el origen de cada uno que saluda en la calle? Ningún judío de Buenos Aires fue culpado ni en broma por la carnicería infame contra los civiles del ejército israelí en el Líbano, en cuanto la aceptación del otro, del diferente, está de manera implícita en nuestra forma de vida. Todos, absolutamente todos los argentinos, venimos de lo diferente; así que con eso no se jode…

Y para ilustrar digo que cuando yo era pibe por mi barrio andaban unos rusos "cuentenicks", unos vendedores puerta a puerta que sin regalar nada cobraban cuando podían. El ruso cuentenick de mi casa se llamaba don Simón y traía de todo en su bolsa al hombro: frazadas, un delantal y los zapatos cuando empecé la escuela y hasta el vestido de mi hermana al casarse. Don Simón era una tienda ambulante y pocos le entendían bien cada palabra, salvo mi viejo que cuando lo colgaba con la cuenta el otro dejaba de aparecer y debíamos ir a pagarla al Once, por la calle Alberti. La vez que acompañé a mi viejo descubrí a don Simón sentado de espaldas a una ventana de cortinas macramé, moviendo una tarjeta de color rosa. La cuenta, hasta que mi viejo desplegó un billete como si fuera una baraja ganadora y enseguida los dos entraron a reírse y a conversar de otra cosa. Además guardo otra película sepia: don Simón y mi viejo un verano en el patio de casa, tomando mates de leche cebados por mi vieja; olor a higuera, mi eterno gato gris durmiendo en una silla y don Simón con su saco casi transparente ribeteado de cordón azul, de pronto soltando una carcajada. Nadie sabe cómo esos dos podían entenderse y con el tiempo, mi hermano me hizo entender que a don Simón también le gustaban mucho las minas... Además, imagino o se me ocurre otro diálogo en la cocina de casa, yo haciendo los deberes y mi vieja aguantando a don Simón hasta que llegara mi viejo, ¿y qué nutriría aquel tipo flaco encorvado por su cargamento, con la mirada humedecida al decirle a mi vieja que su familia había muerto en la guerra? "Muertos todos, como ovejas". Alguna vez supuse el nombre de su aldea pero no la busqué en el mapa, si al fin la matanza siempre es una sola.

Un poco más adelante se casó mi hermana, don Simón y mi viejo Pablo se tomaron de los hombros en el patio para entonar "para mí eres divina” y un tanguito que ahora no me acuerdo, y nombrarían a las pupilas de un quilombo en Dock Sud. ¿Qué ritos convocaron esos dos tipos para entenderse, o qué nudos atarían a los tiradores colorados de don Simón para sentirse idénticos? Así que hoy, mis delirios mejor cierran al pensar en aquel cuentenick ruso soportando tanta cuenta impaga, masacres familiares allá lejos y hacerse millonario sin volver a su aldea, y su amigo Pablo, mi viejo, enredado con mujeres del vecino, un balazo con suerte en el cuarenta y huir del domicilio cuando venía la mala. Y por encima del Danzing o el Moldava, hoy andarán putañeando en el paraíso al perseguir entre nubes a las vírgenes infernales. Y entonando en hebreo arrabalero una noche de joda con San Pedro.

Y hasta me olvidé de Martha, que llegara después con sus ojos tan claros, con quien nos juntábamos a ver cine polaco en el Lorraine, y nos lagrimeamos la despedida jurando no olvidarnos nunca, y sin nada sensiblero, digo que fuera de la habitación también llovía... Igual, sumé esta recordación para insistir en mi modo de comprender el mundo, en cuanto ser de la especie humana, persona en cuanto puedo comunicarme con la palabra, y compelido por la naturaleza de mi especie a comer para subsistir y aparearme para la procreación, hay asunto que sienten mi debate. Ser humano y luego de varios trasvasamientos generacionales, puedo ser todo lo demás. Digamos, ligarme a las demás categorizaciones culturales que son las etnias, las religiones, los sitios de origen y demás apoyaturas no tan vitales al hombre como comer y aparearse, pero que por imposición del Poder, en los últimos siglos marcan las peleas por el destino de la humanidad. En cuanto si olvidáramos tantos artificios culturales para develarla; biblias, coranes, escrituras y acertijos; la historia de la humanidad es más fácilmente explicable si estudiamos las migraciones por hambruna que debió soportar la especie. Pero en medio de todo esto se ha metido el Poder a imponer otras causas secundarias a esas hambrunas: Los Que Mandan culpan de las discordias a equivocadas elecciones étnicas, a las diferentes creencias prefabricadas de más allá o más acá o a la incidencia de la melanina en la coloración de la piel. Todo eso es al fin secundario y postizo al lado de la innegociable necesidad vital a la especie; comer para subsistir; una imposición que no ha de ser inherente a los dioses pero sí, con certeza, a todos los hombres del planeta.

Así la cosas y a contrahistoria, el Poder dispone ponernos a todos en estado de emergencia temerosa, - el modo simple es controlar de la computadora a nuestra dormitorio- anunciando cada día atentados que no fueron pero casi, y muy peligrosos. Y entonces, lamentando no mencionar más momentos memorables con los paisanos de la comunidad judía de Buenos Aires, entiendo que por eficiencia del actual gobierno belicista de Israel, aquí y donde estén, los judíos comunes; los herederos de don Simón- sufrirán algún daño colateral en sus relaciones cotidianas. Y no me digan que nos les avísé.


El liberalismo, ¿de tan irracional apuesta a todo?

Luego de la conferencia hecha en Argentina para consolidar los acuerdos del Mercosur , los medios sudamericanos más notables o cotizados volvieron a denostar "las pretensiones de un proyecto utópico y tantas veces fracasado". Además de los sainetes propios de la fauna anticastrista residente en Miami "festejando la muerte de Fidel Castro", y ocultar las atrocidades del ejército israelí en el Líbano por apoderarse de las aguas del río Litani, la expresión de deseos contra la posible integración parcial de América Latina siguió voceando en los medios de comunicación. En algunos casos y en aras de prestar su mejor servicio, los columnistas de los diarios más tradicionales equivocan o suprimen datos sustantivos de la historia; si después de todo lo publicado no pretende ser informativo sino todo lo contrario, lo más corriente en estos pergeños de los multimedios es la omisión de componentes que hoy pesan en la realidad social y política del mundo. A saber, la nueva conciencia del gentío común al defender la natural riqueza del sitio donde habita, - detalle expresado en Bolivia y también en la irresuelta elección que cuestiona López Obrador en México- y que establece nuevos marcos a la realidad política de la región. Este aspecto, casi subjetivo todavía, está en escena y hace menos manejable la hegemonía del capitalismo financiero y voraz de las corporaciones multinacionales. Esos gigantescos intereses alentados no pocas veces por los gobiernos norteamericanos de turno, sin mengua de la línea bipartidista que administre USA, son una fuerza contraria a cualquier idea de integración continental. Y a ellos y con su estilo, indefectiblemente se suma el elenco estable de fuerzas retrógradas en cada país; tal vez los presidentes de Chile y de Uruguay podrían decir algo sobre esto…

La integración de América Latina está en su génesis, y desde su concepción se repiten los nombres de San Martín y de Bolívar como pilares indiscutidos de esa idea. Esto es bien sabido y en los estudios del peruano Carlos Mariátegui, (l894-1930), o del argentino Rodolfo Puiggros, (1906-1980), este proyecto erigió la idea de mantener los propios rasgos culturales de la región, educada por siglos en la escuela europea de la actividad económica y política. Esta pretensión, al parecer ingenuamente localista en tiempos de globalización extrema, tiene razones profundas y ocultadas siempre por los mentores de la opinión histórica, en cuanto la división de la zona rioplatense en una serie de semicolonias pastoriles, por ejemplo, fue impuesta a sangre y fuego por las fuerzas tradicionales del liberalismo. Esas separaciones geográficas y la consecuente realidad regional, hoy le acarrean a sus habitantes esta infame repartición de riquezas y miserias, en un lugar del planeta pródigo en alimentos y recursos, y sólo esta incongruencia ya denunciaría que los sectores explotadores aplicaron aquí un liberalismo ajeno a los principios que incorporó la Revolución Francesa a la civilización occidental, por decir algo.

La estructura socioeconómica tradicional de América Latina se origina en la colonización de España y Portugal, que poco se iría modificando por el accionar de las fuerzas sociales internas. En Argentina, en el campo social siempre pesó la influencia de un clericalismo retrógrado, y en lo político económico los aires pendularon por tendencias germánicas, anglófilas o proyanquis, según. En ese contexto y salvo algunos conservadores lúcidos que no abundaron pero en el siglo veinte actuaron en la educación de los argentinos, o pequeños interregnos distributivos durante el peronismo donde tampoco dejaron de enriquecerse a dos manos, las oligarquías gobernantes en Argentina siempre fueron y a muerte, liberales de rapiña. Y también "a muerte" se aseguraron con los sangrientos procesos católico-militares, lo mismo que el resto de la región.

Históricamente, el liberalismo en América Latina jamás asomó como síntesis de las libertades ni de ruptura con el pasado dominador, y por el contrario, fue cimentado y aprovechado por los adueñadores espúrios de la tierra y sus riquezas naturales. Conquista del Desierto mediante y sus derivados, el liberalismo funcionó y lo sigue haciendo como una antítesis del "estatismo controlador", considerado por ellos una maldición colectivista, disociadora, contraria al ser nacional, terrorista y otras usuales pendejadas, cuando un Estado liberal en serio actuaría como regulador de todos los excesos y achicaría las brechas del conjunto social que los falsos liberales desprecian.

En esto de cambiar el sentido de las palabras para modificar las cosas ellos son astutos y basta observar la postiza oposición que inventaron entre Estado y Libertad, concluyendo que el único Estado democrático es aquel protector de las libertades burguesas, digamos propiedad inalienable y nada más, y los demás son "gastos innecesarios que hacen las burocracias públicas con los dineros del contribuyente". Para los liberales modernos, un Estado totalizador que proteja los intereses comunes, de todos, de la comunidad, por un rebusque idiomático es hoy un Estado Totalitario, enemigo de las libertades individuales y demás enunciados que siempre significan "el Estado debe dejarnos tranquilos a nosotros, los dueños del Poder". Ellos defienden cualquier realidad que los favorezca, pese a que en el esquema político que nos aplican subyace una atomización de la sociedad, y un amontonamiento más que una totalidad de individuos que la integran. Cualquier liberal admira el progreso cuantitativo propio y de ningún modo el crecimiento cualitativo del conjunto, ellos al fin se sienten de otra especie, son exclusivos y se pertrechan tras un criterio incomprensible y diminuto: si cada libertad se apoya en la propiedad privada de bienes, se ignora la libertad y demás derechos de quién no tiene. Este axioma es tan sencillo que hasta yo mismo lo entiendo, muchachos, pero el liberalismo, "empírico" o "dialéctico" del origen en cuanto fuerza renovadora de aquella realidad anterior, una vez en el Poder se convierte en "pragmático" al usar todo su herramental en perpetuar y mejorar para sí las estructuras que le convienen. Al instalarse y ya dominador del futuro, el liberalismo abandona la dialéctica renovadora de su concepción, desechando monarquías y feudalismos, por ejemplo, y hoy defiende su fugacidad como clase descalificando a cualquier oponente. Y ni hablar que pudieran desplazarlo el proletariado de abajo. "Haciendo evidente que las única libertades que hoy concibe el liberalismo son las que engendraron su lucha contra el absolutismo feudal, o sea el religioso y el monárquico que eran las últimas reservas del absolutismo en Europa, y el liberalismo de hoy es cada día más excluyente y esclavista", nos dijo alguna vez el mismo Rodolfo Puiggros a propósito de este engendro ideológico que soportamos.

Este esquema liberal tuvo origen en la colonización anglosajona de Estados Unidos. Esos inmigrantes libres de prejuicios feudales pero enajenados al individualismo económico más cerril, construyeron conceptualmente al liberalismo actual: los norteamericanos todos abrazan la creencia de obtener esa libertad que ellos asimilan al sistema, a través del enriquecimiento paulatino de toda la sociedad en un proceso de acumulación capitalista y personal. Entonces, defender su propiedad y por ende, su idea de libertad que ella implica, en ellos engloban todos los valores de las democracias representativas, la igualdad de oportunidades y demás discursos de cada día y hora. Esto sería interesante si todos accedieran a ser propietarios de algo valioso, y si pensamos que específicamente pertenecemos a una especie, esa concepción política revela cierta índole atomizadota del grupo humano, enajenando al individuo detrás de su logro económico propio y nunca dentro del grupo; algo que individualmente resulta histérico pero algo menor, si miramos al proyecto económico que habilita desde la sumisión de las multitudes a las matanzas de los opositores al sistema. En nombre de la libertad, la democracia y algo más que ahora no me acuerdo, estos tipos apuestan a quedarse con todo. Pero, ¿y si por ahí se termina el juego?


En cada invasión al sistema le suben el precio

Vea pibe, quien lleva una movida de ventaja siempre oculta algún tomate de la discordia.

Los que Mandan no malgastan mucho ingenio para proteger sus "valores de la democracia" y con cualquier aderezo palabrero nos hablan de nuestra seguridad, del futuro, de la felicidad que disfrutamos y otras condiciones sólo posibles en acuerdo a sus dictados. Desde el derecho a comer en libertad al cotidiano accionar de cada civilización, nada es ajeno a esa supervisión del Poder que ejercida durante siglos con un sigilo envidiable por lo eficaz, hoy resulta apenas perceptible. Desde la constante amenaza que abaten sobre el mundo y jamás nos explican con justeza, al temor a ser castigado en el más allá de los infiernos y las Apocalipsis anunciadas en los púlpitos, o el miedo a terminar siendo dominado por ideologías criminales, creencias místicas o funestas previsiones que se le antojan al Poder, los seres comunes de todas las comarcas, - nosotros- despertamos cada día contemplando "el tomate de la discordia: nuestra inquietud perpetua en cuidar la felicidad que nos aseguran tener”...

Con renglones por el estilo pero seguramente más divertidos, nos iluminaba y confundía en el café de nuestra barrial adolescencia un ignoto viejo de dos ginebras cada atardecer, y añoramos aquel privilegio de oírlo alguna vez sonreírse de tantos imprecisos cataclismos que fueron institucionalizados desde el Poder para neutralizarnos siempre. Brujas, serpientes, pecados, posesiones del demonio, ateísmo, nazismo, amenaza japonesa, stalinismo, peligro chino, nacionalismo, Al Qaida, los terroristas que tumbaron las torres de N.Y., sectas musulmanas o etnias latinoamericanas muy peligrosas, y a no desolarnos que ya tendremos otras. Aunque atentos a la diaria información, de todos esos riesgos nos protege el Poder; esa entelequia impenetrable, ajena a los mortales comunes cercanos y palpables, el grupo elegido, Los que Mandan y nos controlan sin protegernos, diría el viejo que ironizara de "esa felicidad que nos aseguran”. Y advertía llanamente que esa incierta felicidad que nos pregonan desde púlpitos, televisores, computadoras o infames parlamentos políticos, al fin activan de modo inconsciente sobre las sociedades. Pero de cualquier modo, el complejo aspecto de elegir cualquier ideal o línea sigue siendo absolutamente individual; cada uno elige, - entiende hacerlo- el bando de los descreídos de un sistema que cada minuto agranda más la brecha entre los humanos, lo que asegura males mayores, o el de quienes prefieren mantener "por sentirse realizados", una civilización afín a Los que Mandan. Este límite entre inconformistas y conformistas que hoy pinta como aleatoria, en poco tiempo más de acercamiento cibernético resultará una imposición conceptual; algo que muchos definimos luego de atender a cierto viejo orate en un boliche de barrio o haber leído el Quijote, en otros que laboriosamente prosiguen disputando su lugar en el mundo, esa elección tal vez se halle oculta o sublimada. Igual, pocos discuten en términos culturales que el individuo es un sistema abierto pero estructurado por su herencia, después su trayectoria personal que le genera respuestas ante la realidad y al final o al principio, - no calienta- al entorno social que lo define. Naturalmente, sobre todos nosotros y desde el individuo de condición más pobre al de selecto barrio privado y alienante, actúa el Poder con las herramientas de la comunicación de masas que afila y perfecciona continuamente de modo deslumbrante.

"Quién le dice qué a quién, y con qué fin", se decía Harold Lasswell por 1950 al vincular a cada uno con el otro y al sistema social en conjunto, procurando unir al sistema de la comunicación con la producción, el consumo y las decisiones culturales. ¿Con qué fin alguien le dice qué a quién?, sería hablando simplemente el antiquísimo "tomate de la discordia" del que se ensañara el viejo del bar, pero ya tiempo antes lo sentenciara el bueno de Carlos Marx en su ensayo sobre el capital: "el productor crea al consumidor". Una densa opinión que acaso gire en el acontecer cotidiano de la humanidad desde siempre, en tanto nadie puede apartarse de comer para la subsistencia y procrear sin aparearse, como sea, y esas dos necesidades esenciales no son negociables en ningún caso. Así que por mucho eficacia que ostenten los medios de comunicación, siendo un interés económico obediente al Poder y sin necesidad de reacción "cultural” masiva contra su discurso cotidiano, deben ya cotejar sus infundios no sólo con la dialéctica y el buen uso de la lógica, - asunto que los tradicionales diarios argentinos hoy poco frecuentan- sino con el específico y agobiante peso de la realidad. Esa realidad de todos los días donde el ocultamiento de la verdad objetiva se hace muy trabajosa y que últimamente ofrece sincerarse en ciertos medios escritos. Al menos, hemos leído calificar a la invasión de Israel al Líbano como una "devastación israelí contra el pueblo libanés", o del desmadre conceptual entre las congregaciones judías de América Latina; por supuesto, tradicionalmente más progresistas y democráticas que el estado terrorista en Israel, prohijado por Estados Unidos. No pocas agrupaciones judías critican el accionar de Israel porque "todo estado armamentista es un estado terrorista”, ellos han dicho, y el estilo contradictorio de estos renglones tiene un excelente espacio en "El País” de España, 15-7-06, donde el ocuparse de a Reunión Cumbre de los Ocho, en San Petersburgo, el columnista acepta que los dueños de las riquezas naturales no pueden ser ignorados en la mesa de las negociaciones si el sistema económico depende de la energía, y no hay buen rumbo si para obtener esos recursos deben hacerlo por la fuerza. Ese enfoque tan novedoso hoy se expone porque el próximo contrincante a ser tomado por asalto para adueñarse de sus riquezas subterráneas bien puede ser Rusia. Y publica el importante diario español que el gobierno de Moscú afronta la cita con los demás poderosos con las mejores circunstancias favorables, anunciando de movida no estar dispuesto a discursos sobre democracias ni otras consideraciones programáticas, y explicó "crudamente" que su país tiene nuevas pretensiones en cuanto es dueño de cuatro veces más reservas de gas y petróleo que las otras siete potencias juntas. Algo para recordar, y que de semejante exposición hecha por Putin a los demás representantes del Poder y Los que Mandan, la falta de firmeza futura de occidente para tratar las crisis de Irán, Corea del Norte y "la devastación israelí en el Líbano”, textual, sólo hay un corto paso para las concesones. Esta sensatez ante el panorama "cuando los países industrializados deben ser absolutamente sensibles a los argumentos de quien puede abastecerlos de energía durante los próximos años", pone al diario español "El País” de contramano a otros medios serviciales al Poder que ignoran el peso de las cambiantes realidades. ¿Sus columnistas aceptaron meramente que "nadie protege esta felicidad que nos aseguran tener", o algún viento menos controlable viene soplando en el reino? Por eso y sin desbarrancar en predecir cambios sensacionales en las sociedades injustas y mal repartidas, ni en la ilusión de rebrotar en los fabricantes de opinión la idea ética y fundacional donde el autor debe dar un producto cultural distinguido del resto, nada de eso, sí creemos que pronto muchos comunicadores no acusarán de terrorista a cada país que defienda su riqueza natural; digamos Medio Oriente y América Latina; sino porque el precio del bienestar lujurioso de los países centrales cada día será más elevado. Y esto, aunque los empresarios del periodismo sigan negando la inteligencia de sus oyentes y lectores por omisión, es una circunstancia inesperada que puede apurar su marcha si la información imparable y su procesamiento, que groseramente nombramos Cultura, nos indique mejor a todos "cuál es el tomate de la discordia".


Instrucciones para ajusticiar un toro

Cualquier cristiano bien nacido merece una fiesta taurina, y como los toros deben ajusticiarse por el tremendo daño inferido a nuestra prosapia, aquí van sugerencias para humanizar la faena.

De primera, no esperar a que el toro vaya al ruedo cuando se le cante y salir a buscarlo con un grupo decidido y heroico. Si la bestia animal se escondiera a oscuras, según hacen esos cobardes, iluminarlo a reflectores y espetarle "oye hijoputa, ¿no teneís pelotas para enfrentar a este manojo de valientes"?, O frase similar al tiempo de embocarle unas municiones del "40 entre pecho y espalda. Luego, aunque la bestia sea promiscua y de baja moral, busquemos zaherirlo: abanicarlo con pases de capote, preguntarle "¿dónde ganaste esos cuernos, cabrón?", y si el miura no reacciona con gallardía jerezana o parecida, gritarle "tu vaca, esa flor de putanga, mientras tú la vas de bestia sanguinaria te adorna con toda la ganadería". Eso, y si ahí el toro no se hinca para que lo descabellen, el matador puede insistir "eres igual a tu madre, vaca más puta que las gallinas". Que se sabe, eso ofende a cualquiera sea toro o gallareta…

Otra manera de liquidar rápido a un toro es calzarle audífonos de soportar el pasodoble de la banda, que bien desafinan esas otras bestias... También desorienta a cualquier puro de lidia un coctel Molotov entre las patas traseras, y ante su crisis de identidad taurina que lo haga elaborar su duelo maricón sobre la arena, darle de garrotazos entre personal de cuadrilla y especiales invitados. Existe también la variante de interrogar al toro por los creyentes militares sudamericanos con más agentes de la CIA, sin Derechos Animales que valgan, y antes de ensartarlo los picadores sea atropellados de vez en vez por camiones pesados de combate.

Señores, llegó la hora de bregar para cobrarnos el daño que durante siglos los toros miura hicieron al estilo de nuestra confesión. Excomulguemos a quienes buscan igualar a tantos toreros de un lado versus iguales toros del otro, y a los malparidos que quieren confesar al cuadrúpedo para morir en la paz de su demonio y aprovechar a los curas de la Plaza. Igualmente, explsar de nuestro seno a los herejes que ríen de cualquier matador al verlo patitas pa que te quiero antes de ser corneado en su traje de luces, aunque no sea a las cinco en punto de la tarde... Además, otra desvergüenza de los cómplices de los toros fue difundir que el Ernest Hemingway, luego de alabar las corridas en su libro "Muerte en la Tarde" sintió tanta vergüenza que se suicidó abandonando el whisky. Eso fue un infundio, otra cabronada, y como al criticar nuestra Fiesta de los Toros la barbarie nos ha declarao la guerra, es hora de mostrar que a "eso" nadie nos gana y a ellos. Que vale.


Entre el capitalismo procaz y una filantropía incierta

"¿Dónde hay un mango viejo Gómez?,
se lo han limpiao con piedra pómez”
Ranchera, de Ivo Pelay y Francisco Canaro. 1937.

Para hablar de dinero, símbolo virtual al intercambiar bienes reales y según los financistas "hacedor de toda la riqueza", es bueno memorar algo cantado en Buenos Aires al arreciar la crisis del treinta, y como este remedo tan argentino no se traduce fácil, John Kenneth Galbraith nos ayuda en su libro "El Dinero”, 1975: "que el amor al dinero es la causa de todos los males es algo que puede discutirse". Y según Adam Smith, un profeta ligeramente inferior a los de la Biblia según los economistas liberales, "todas las ocupaciones a las cuales hasta entonces (1776) se había dedicado el hombre; guerra religión, política; la de ganar dinero era la menos perjudicial aunque el afán constante por el dinero atraía comportamientos francamente irracionales en el hombre". Claro que ese escrito de 1776 resultaría erróneo aunque fuera de Adam Smith, por la idea perpetua de la gente poseedora de dinero "quienes suelen imaginar que el respeto y la admiración que inspira el dinero son realmente debidos a su propia sabiduría o personalidad". Esta constante cultural de quienes "mucho tienen" se aprecia en sus ritos sociales, y palabras más menos de Adam Smith, naturalmente que no todos los privilegiados por la tenencia monetaria son fanáticos de sus virtudes. Pese a que en buen romance aparece otra observación de John Kenneth Galbraith al atinar que la mayoría de las personas adineradas, cuando atisban la decadencia de alguien con fortuna "con cierta rapidez morbosa le evaporan el respeto y la admiración". Igual que sucede en cualquier club barrial y popular, la descalificación impera en toda clase y suele generar tragedias entre los adinerados que poco antes llenaran las crónicas en los medios económicos y mundanos. Esas cosas...

Apagada cualquier repercusión por jugarse en esos días un mundial de fútbol, (recién los alemanes eliminaron a los argentinos) en junio del 2006, el señor Warren Buffet, - cuarenta y cuatro mil millones de dólares- le dona a una fundación Benefactora que preside Bill Gates con su mujer, - dueños de algunos dólares más- treinta y un mil millones. Esta cifra a entregarse de modo paulatino debe ser usada en contra del hambre de los niños no solamente africanos, conste, más en otras pequeñeces desatendidas por los estados nacionales de todas partes. Al señor Warren Buffet, un "Top 5" apenas por debajo de Bill Gates en las publicaciones de la revista Forbes, donde jamás aparece algún amigo nuestro, lo llaman "El Oráculo de Omaha" por su manera de comprar empresas devaluadas para dinamizarlas y mantener su inversión en el tiempo. Este hombre de negocios no se considera un especulador y sí un inversor que sólo arriesga dinero en los negocios que entiende, sin abandonar nunca su dedicación al rubro seguros de su empresa Berkshire Investement, o algo así. No faltan los cronistas que develan otros datos y condiciones de "un financista que suele hacer muy fácil lo que otros consideran difícil", - Borges olvidaría esa frase- y repiten que su éxito consistió en factores tan sencillos que ni vale la pena comentar. Y este Warren Buffet, mayor de ochenta años y tenaz defensor de su estilo de multiplicar dólares a fuerza de conocimiento, paciencia y disciplina, por razones de amistad, confianza y entretejidos que nadie puede atravesar con sencillez, decidió donarle esa enormidad de dinero a la fundación de ayuda social que dirige Bill Gates, considerado hoy el mayor filántropo del mundo y que emprendió no hace tanto tiempo una carrera tan asombrosa en su proyección como la del inventor Thomas Alva Edison. El mismo que luego de inventar el fonógrafo en 1877, que permitía grabar sonidos en un papel de estaño, dos años más tarde exhibió su invento más sobresaliente de todos, la bombilla incandescente que hoy seguimos utilizando al menos en mi casa, y que por su proyección comercial hallaría un punto de relación con el fenómeno de las computadoras que aprovechara Bill Gates, y le sirvió para acumular como mínimo cinco millones de dólares diarios en los últimos veinte años. Edison, luego de perfeccionar el foco eléctrico, entendió que en ese pequeño pero genial adminículo se apoyaría una demanda inusitada, y dedicó su tiempo futuro a la generación de energía con los dínamos y usinas que serían su verdadero gran negocio, iniciado la instalar la central eléctrica de Nueva York en 1882. La bombilla instaló la demanda igual que un siglo más tarde la computadora generó la interminable demanda del producto que venden las organizaciones de Bill Gates; y digamos sólo esto para abreviar debates por igualar a Thomas Alva Edison con Bill Gates… Y llegados aquí recordemos lo que algunos medios de comunicación adictos al establishment económico rebuznaron a propósito de la "donación" de Warren Buffett a la fundación de Bill Gates, y nos detendremos apenas en un empleado de la CNN en español, cuando salió al cruce del acuerdo pontificando, eufórico, que los fondos serían mal utilizados al socorrer a gobiernos incapaces y corruptos, en países que ocupaban esos lugares de atraso por deficiencias propias. Eso sí, el hablante no arriesgó a qué caja de caudales deberían ir tantos millones y como ese absurdo no asombra en la CNN en español ni en arameo, hubo otros renglones orientados al mismo objetivo descalificador en medios rebosantes de vaguedades, que por ser tan "tradicionales" ni mencionan la patética organización económica que acelera la acumulación de semejantes cifras en poder de una sola persona o un reducido grupo. Eso es lo irracional, inexplicable y a contramano de la especie humana, en tanto la filantropía, - eso que dicen Bill Gates y Warren Buffet- no es más que profesar amor a sus semejantes y procurar su mejoramiento, o una segunda intención que no entendemos y así publicitada consideramos una enajenación desvergonzada de la cordura, en tanto nadie nos explique porqué en este evolucionado siglo veintiuno los dueños de fortunas inimaginables, o sus amanuenses, pueden decidir todo a su antojo en nombre de la humanidad. Y nosotros quienes no entramos en las reuniones de Los que Mandan, les pedimos a los informadores y exegetas del sistema que tanto aplauden a los triunfadores, nos digan si estos filántropos merecen ese diploma o sólo cursaron las materias del sistema capitalista imbécil y feroz. Para seguir averiguando dónde hay un mango, lo mismo que en el treinta.


El miedo a la recesión no se calma con discursos

El nombramiento del presidente de la financiera Goldman Sachs como Secretario del Tesoro y la salida de Alan Grenspan de la Reserva Federal norteamericana, sacudió los mercados accionarios en general, y a renglón seguido, cuando la tasa de interés se fijó en 5% anual y con tendencia a seguir subiendo, la incertidumbre ante el aumento del desempleo y el posible aumento de los combustibles traen a Estados Unidos una inquietud poco frecuente. En la puerta de casa se instaló el miedo a una recesión que desde hace tiempo muchos economistas entienden dilatada más de la cuenta; temor que no se calmará suban o bajen más las tasas ni acciones ni significaría la catástrofe final del sistema capitalista, de ningún modo, pero evidencia la venta de espejitos de colores que se dieron con el régimen neoliberal impuesto al mundo entero en las últimas décadas. El contragolpe recesivo puede entrar en la vida de los habitantes del mundo más seguros y suficientes , por un descuido en la defensa del mismo estado norteamericano. Lo llamado neoliberalismo, este voluntarista principio económico ofrecido al consumo masivo desde la Universidad de Chicago; Milton Friedman, sus Chicago Boys y gerenciados por el grupo Rockefeller; fue indiscutido en los noventa y ahora desemboca en la inseguridad de todo el sistema no sólo por generar Patrias Financieras en cada barrio del planeta, sino por las consecuencias negativas que la mera especulación le trajo al conjunto de la economía. John Nash, premio Nobel de Economía en 1994 y personaje del film "Una Mente Brillante", argumentó que las teorías neoliberales no sólo eran vulnerables sino falsas, y el mismo Decano de la Universidad de Princeton, Mr. Helinger, aceptó que los cálculos matemáticos de Nash chocaban con la teoría económica que le adjudican a Adam Smith; matriz intelectual del liberalismo económico, malversado para imponer este pastiche académico. Y aunque ese debate sea otro tema, es bueno repetir que la economía, jerarquizada como una ciencia a veces ajedrecística, en cualquier crisis se convierte en un simple "Ta Te Ti" con pretensiones...

Hoy las políticas y los intereses se entrecruzan y definen con una nueva dinámica. El mundo no es más el bucólico y virtualmente previsible del fin de la Segunda Guerra Mundial, y aunque esta aventura de las comunicaciones repita lo acontecido en el inicio del siglo veinte con la llegada del teléfono, el automóvil y los viajes intercontinentales, ese cambio que imaginamos "tan eterno como el agua y el aire", diría Jorge Luis Borges, que redujo la ropa de las mujeres occidentales y actuó tanto sobre las conciencias y el habla, no cambió sustancialmente el orden político de las sociedades. Por causas del Poder o el "No Poder", - aún existen "familias reales" decadentes pero privilegiadas- la transformación no profundizó en las relaciones de justicia ni en el reparto de la riqueza. El cambio resultó en lo operativo por el uso de la informática en todos los niveles, hecho que suele confundir al desarrollo con el progreso cuando no son lo mismo, y es hora de actualizar los modificados escenarios internacionales que aún no fueron asumidos. Según Immanuel Wallerstein, director de la Yale University, hubo una época en la que Estados Unidos ejerció verdadera hegemonía: al terminar la Segunda Guerra Mundial y desde 1945 a 1970 logró todo lo que se proponía y cuando quería. Con su gran prestigio dominaba a las Naciones Unidas como una oficina de servicio exterior y mantuvo a la Unión Soviética en los límites del ejército rojo en 1945. Con la hoy devaluada CIA echó a todo gobierno inamistoso y hasta adelantó jugadas al asesinar al líder colombiano Jorge Eliecer Gaitán, que los intranquilizaba, en 1948. Intervino en Irán en 1953, llegaron las glorias del Reza Pahlevi; y utilizando a Castillo Armas desde el mismo territorio yanqui, invadió Guatemala en 1954 y liquidó al gobierno constitucional del incómodo Jacobo Arbenz. Igual Estados Unidos tuvo aire para tomar el Líbano en 1956 y República Dominicana en 1965; por ahí tuvo un leve contratiempo con el pueblo cubano, diría algún ironista, pero su ventaja económica y militar sobre Europa Occidental y Japón todo le permitía. Con ellos diseñó una alianza natural, una tríada de poder que últimamente viene rengueando bastante ante los empujones étnicos y nacionalistas que se vienen en todo el mapa europeo. EE.UU. perdió la Guerra de Vietnam en 1973, fue humillado en el Irán de Khomeini en 1980 y ahora se expone de nuevo a lo mismo, y Ronald Reagan ordenó el retiro o raje de los marines del Lïbano en 1982 dos días después de jurar que no lo haría. Ahí ya el guapo del barrio empezó a perder prestigio y aunque el poderío de los belicistas norteamericanos no está acabado, se sabe que la última vez que EE.UU. obtuvo lo que quería fue al ordenar al general chileno Pinochet asesinar al líder socialista Salvador Allende en Chile en 1973. Y poco más tarde prohijó el golpe militar en la Argentina de 1976, donde con cierta anuencia de la dirigencia política y sindical aplicó a sangre un servicial proyecto neoliberal; el de Friedman y sus Boys; que iniciaron los militares con el agente Alfredo Martínez de Hoz y culminaron otros numerosos personajes.

Puestas así las cosas y resentida la alianza con Europa y Japón por el desajuste financiero sin solución inmediata, la clase dirigente estadounidense en su conjunto y no solamente el presidente Bush, militarizó la globalización invadiendo Irak. Ahí cohesionó por un tiempo a sus aliados europeos hasta que casi todos ellos cayeron electoralmente en desgracia, y Estados Unidos, casi solitariamente, después de masacrar infinidad de inocentes en Irak hoy amenaza a Irán más tres o cuatro países asiáticos, "ejes del mal”, y agrava un conflicto que cada día más le complica su propia jugada. A pesar de ablandar el trato ante Irán al ver la dureza del enemigo que eligió, cualquier decisión privada de USA para quien los demás no existen, no traduce ninguna superioridad sobre los otros miembros de la tríada del imperialismo colectivo, Europa y Japón, sino que es un intento de compensar su debilidad en esta instancia que no le resulta fácil de controlar. Si hay dudas es bueno revisar los datos del déficit presupuestario de USA. que de 59 mil millones de dólares en enero del 2005 anda por los de 67 mil millones de dólares, o algo así. El asunto es ahora profundo porque el elemento físico de la discordia, el petróleo del que "los norteamericanos somos adictos", dijo hace muy poco su presidente, es un bien negociable a generar situaciones terminales a muy corto plazo, digamos cinco años. Así que como la próxima realidad del planeta promete ser azarosa no solamente por la suerte que tenga Wall Street en adelante, sería divertido escuchar las explicaciones de los economistas que negaron durante años este desenlace. "Como expectativas de mínima" pueden ser patéticas.


Las ideologías malheridas vienen mejorando

A mediados de 1940 y recién finalizada la Segunda Guerra Mundial, Ernest Hemingway, (Adiós a las Armas, El viejo y el mar, Por quién doblan las campanas) presenció en las calles de Roma a una multitud entonando "Bandiera Rossa”, un himno de la izquierda, y quizá el escritor demostró su adhesión elevando su copa. Y al preguntarle si él era comunista, el hombre acaso apartara su whisky apenas algún centímetro y aclaró "no sé, pero a la mejor gente que conocí la he visto morir por esa canción”. Así calificó el lúcido escriba que viera tan de cerca la guerra civil española, el estilo y la ética de esa muchedumbre al pretender una conducta que se pareciera a ella misma, una identidad, sentirse iguales. Y en cuanto acercar las ideas se llama Ideología, eso "es malsano para el liberalismo económico” recitaron durante el noventa los publicistas afines a Francis Fukuyama; miles de opinadores del establishment que asolaron la inteligencia pontificando que la caída del Muro de Berlín en 1989 significaba "la muerte de las ideologías", "el fin de la historia" y alguna otra ocurrencia imbécil. Total, los gigantescos intereses que financian esas teorías insostenibles que bien analizadas resultan contrarias a la misma naturaleza humana, con semejante cobertura "ideológica” prosiguieron con su negocio otra generación más. Y lo hicieron por más artificial que fuera ese panorama de la realidad que hoy, en mayo del año 2006, se repliega en cualquier país dirigido por los iluminados del triunfalismo más oscuro, como sería el gobierno republicano en USA con un setenta por ciento de opinión desfavorable, con las inapelables derrotas electorales en España, Gran Bretaña, Italia, Alemania y donde hubiera elecciones. Esas expresiones mayoritarias demuestran que el pregonado fin del pensamiento crítico y de la historia está muy lejos todavía y pese a negarlo, en las votaciones europeas se imponen los opuestos a considerar al mundo como algo solamente posible si perdura el capitalismo neoliberal, una perversión defendida por los Aznar, Berlusconi, Blair, Bush y sus siniestros ganadores del sistema.

Está claro que la historia no tendrá fin en tanto uno de los grandes misterios de la especie humana sea la diversidad infinita; que un individuo jamás sea rigurosamente igual a otro asegura el devenir perpetuo y también que si una parte de la humanidad pretende ordenar una manera común de comportamiento, antes debe procurarse un conjunto de ideas comunes. Y si seguimos usando la palabra para comunicarnos, atención capitalistas a ultranza que eso se llama Ideología y que bregar por lo mismo no es una mala palabra ni siquiera entre ustedes, los exclusivos, al insistir con esa elegante tendencia de recluirse en barrios cerrados, práctica de familia universal entre quienes pueden ostentar seguridad económica en demasía. Después de todo, ese ademán exhibe la intención común de los ganadores en preservarse de la contaminación del mundo real, - tan peligroso y lleno de pobres- y quizá si lo piensan sin apasionamiento, sea una moda contradictoria a gente tan individualista y ajena a las preocupaciones de la gente común. Un antagonismo conceptual que nos recuerda algo conversado en un bar de Buenos Aires hace unos días: alguien bromeó que un ejecutivo refugiado en un barrio privado clase A, cuando un médico le descubrió que tenía una pierna levemente más corta que la otra lo corrigió "por favor doctor; tendré una pierna más larga que la otra. No es lo mismo".

Pero brulotes para exclusivos al margen, por más que "ideología" signifique muchas veces la reducción de las ideas a un intención grupal, ha sido siempre un término maltratado por la barbarie confesional que en Argentina, por ejemplo, acuñó la salvajada "por algo será” al hablar de los desaparecidos por creerlos de izquierda. Y ante esa realidad nunca lejana sería útil que los políticos latinoamericanos, puestos en discursear ideas integradoras en cualquier congreso, se decidieran por ordenar un temario rector o pensamiento patrón del grupo. No solamente al efecto Mercosur sino asumiendo soluciones a los problemas concretos de la región; a saber, la disidencia entre argentinos y uruguayos por la instalación de unas productoras de pasta celulósica a orillas del río Uruguay, sería de sencilla resolución si alguien anunciara las normas técnicas que controlarían el daño ambiental en toda el área. Y esas "pequeñeces" merecen las mismas ideas sólidas y convocantes imprescindibles a cualquier intento de cambiar las reglas del juego con el Poder. Hay forma de mejorar este continente siempre que no reiteremos más el mismo verso ambiguo de hace más de un siglo, y si en verdad existe algún proyecto común antes debe darse en el campo ideológico, y sólo es viable si juegan también las internas de cada grupo. Aunque el debate en serio no es frecuente en la comarca latinoamericana, más proclive a la murmuración que a la certeza, acordar es el único mecanismo para difundir disidencias y soluciones. Los políticos y funcionarios, siempre tan privilegiados ellos, se olviden de tantas reuniones para homenajearse con flores y concreten más arreglos verdaderos, aunque deban instruirse primeramente. En cuanto la sorpresa que resultó entre países limítrofes la decisión de Bolivia en nacionalizar sus riquezas naturales y exigir la devolución de acciones a los fondo de pensión, una decisión oportuna o no, resaltó la ignorancia del elenco político continental sobre la propiedad de los subsuelos y el margen de cesión posible a los privados para mejorar la región, un litigio de verdadero peso que hoy significa la existencia o no de Bolivia como país soberano y dentro de poco tiempo la del resto de los países. Hasta se dice que el gobierno de Evo Morales cambia las reglas del juego, como si manteniendo el orden anterior se pudiera modificar la realidad. No hay alternativa y es indudable que así debe ser porque a no equivocarse: cada defensa verdadera en defender nuestra riqueza natural de la voracidad privada habrá de integranos al Eje del Mal, que esta semana quitó a Libia del equipo y ubicó a Venezuela como titular de "quienes no luchan seriamente contra el terrorismo". Otra creativa versión del Departamento de Estado yanki y reacción de las empresas multinacionales a la defensa del patrimonio, variante que puede acontecerle a cualquier país latinoamericano aunque algunos sueñen salvadores acuerdos bilaterales con Estados Unidos. Por aquello que algunos denominan fatalidad histórica, las esquirlas nos llegarán tarde o temprano, una certeza que con su habitual desinformación los burócratas presidenciales que tanto viajan y se reúnen parecieran no asumir. La historia no ha terminado, las ideologías no han muerto y por mucho que se desanimen los indecisos, el sistema económico explotador de todo el planeta viene reculando siempre confiado en tener una pierna más larga.


El capitalismo ya no es solo prepotencia

"La ignorancia yanqui no es táctica ni estratégica; es estructural".

El presidente norteamericano, tras una nueva imagen que aumente su popularidad, -decaída a un 30% de aceptación no por exclusiva causa de su defección en Irak -contra lo esperado profundiza en su gestión los mandatos más cerriles de la ortodoxia capitalista. Y como ante el aumento de sus dificultades internacionales y nacionales al gobierno republicano le aparecen alteraciones impensadas para los acérrimos cultores del "pensamiento políticamente posible"; que significa pensar y hacer todo aquello autorizado por ellos, el panorama general de USA en los últimos meses se tornó además de mucho más complejo también más interesante. A medio recorrido del 2006 cualquier concepto del hombre común en USA carece del formidable sustento racional que se le adjudicaba antes, y basta ver la movilización de millones de inmigrantes por las calles el primero de mayo para entender este cambio. De pronto, a la "inteligencia" más conservadora la intiman al imprevisible ejercicio de saber qué opinan los inmigrantes, en qué grado su disconformidad puede erosionar el sistema económico, que es donde recala en definitiva el cierto choque de los intereses. Una sorpresa que le cae incómoda al poder de Estados Unidos y que además, pone en debate la eficacia de toda la gestión de gobierno y a su sobre valorada inteligencia tantas veces peliculera.
Es que pese a las incógnitas en calificar la intención profunda de cada manifestante que marchó por la calle el primero de mayo, fuera de la simbólica fecha del acto hubo cierto delirio de patriotero fundamentalismo sureño, marca John Wayne, entre quienes entonaron el himno norteamericano hasta quedarse afónicos creyendo que con semejante genuflexión serían admitidos por una sociedad que secularmente los rechaza y que además, le exhibe sin recato su impúdica amnesia por cualquier reclamación de los que a ellos, los yankis, les resulten de segunda categoría. Fue inmediata y muy dura la advertencia a los cantores en otro idioma: "el himno norteamericano debe cantarse en inglés", además de que otro grupo de la clase que realmente gobierna Estados Unidos, (los WASP, por white, angle, saxon, protestant) a toda hora recita que ellos "necesitan de los inmigrantes para realizar las tareas que los norteamericanos medios no quieren hacer". Un desprecio tan ruin y discriminatorio que no merece ni medio renglón de examen...

Estos hechos del frente interno aún minimizados por los norteamericanos y cuyos resultados tardarán en verse, -al menos en el trato futuro a los millones de inmigrantes con papeles o sin ellos- con más las variantes en el campo internacional impensables hace dos años; el retiro de las tropas españolas y la pronta salida de las italianas de Irak, irrelevantes en número pero simbólicamente expresiva; hicieron creíbles todas las encuestas desfavorables a un sistema condenado por la desigualdad constante y el latrocinio de los poderosos que en última instancia, pretenden retornar ya mismo a la esclavitud.
En ese clima reaparecen los datos de una encuesta internacional del Centro Pew de Investigaciones de EE.UU., para valorar la opinión que existe sobre ese país en entre una veintena de países de Europa y Asia, "y la imagen de Estados Unidos ya había caído muchísimo con respecto a unos años atrás", explicó Andrew Kohut, director del proyecto encargado por el congreso norteamericano, y "los estadounidenses eran vistos como codiciosos, violentos, rudos e inmorales en la mayoría de las otras naciones".
A muchos asombró ver a los europeos calificar tan bajo a los Estados Unidos "en especial en comparación con China", reiteró el mismo investigador de Actitudes Globales, y que los anteriores "incondicionales aliados" le pidieran al mismo presidente George Bush el retiro de los soldados que EE.UU. mantiene en territorio irakí. Al principio de la invasión. la aceptación de guerrear en Irak fue unánime ente los norteamericanos y hoy no alcanza a un cuarto de la población, y vale recordar que ese país finalizó en 1945 la segunda guerra mundial con el mayor prestigio del planeta. Entonces sus presunciones o sugerencias eran acatadas en el bloque occidental sin discusión hasta principios del cincuenta, y salvo los roces de la Guerra Fría y el desarrollo de China como un posible enemigo, el país era un "apreciado defensor de las libertades republicanas", prestigio que pretenden utilizar hoy los funcionarios que cristalizaron en el tiempo las condiciones internacionales y los cambios en el planeta. Tanto ha pasado el tiempo que ni siquiera yo soy el mismo, vean ustedes, y luego de sesenta años en el Departamento de Estado siguen mirando al mundo con una visión deshilvanada, confusa, y que Buenos Aires es capital de Río de Janeiro no lo piensa sólo el norteamericano medio, que usualmente ignora a las dos ciudades, sino que la mayoría de sus egresados universitarios en sus discusiones reducen y simplifican todo a su mínima comprensión.
"Eso piensan ustedes pero nosotros decimos que es así" se sigue diciendo entre ellos con toda liviandad, mientras su presidente suele ilustrar al mundo con renglones escolares cuando ataca a incalculables seres humanos con armas químicas y sonríe palabreando "hemos invadido Irak para evitar luchar contra los terroristas en nuestro territorio". Y hombre práctico en todo dislate, con su difusa hilaridad busca inyectarle amnesia a la humanidad sin recordar nunca que esa invasión donde se cometieron esas atrocidades, fue dispuesta exclusivamente en beneficio de las corporaciones petroleras. El lenguaje peregrino distingue a los norteamericanos del resto de la comunidad política, y entre ellos cualquier descalificación es funcional: Condolezza Rice, lenguaraz en lucha contra los "ejes del mal", al hablar de América Latina livianamente le adjudicó al populismo político la causa de todos los males.

Esto, que dicho por esa funcionaria era una temeridad inusitada, entre gente pensante podría originar un cambio de ideas, estadísticas, comparaciones y qué influencia tuvo el Departamento de Estado en cada gestión populista latinoamericana. Pero la señora Rice se jugó a semejante concepto que como mínimo es un flor de disparate, y ahí nomás le adjudicó al peronismo la responsabilidad principal de los males de la Argentina, una aseveración que peronistas o no, pocos argentinos suscribirían si todavía eso lo seguimos debatiendo y con más fundamento. Y ya sometida por una incontinencia didáctica preocupante, la misma señora se preocupó la estabilidad de Bolivia con la gestión de Evo Morales, pronosticó que si Hugo Chávez, el presidente de Venezuela los seguía disgustando, los Estados Unidos deberían intervenir por la fuerza; algo que retrae su lenguaje poco actualizado, digamos para seguir siendo educados, al estilo patotero de cualquier barrabrava, ¡y vamos doña Condolezza, todavía..!

Las arbitrariedades estadounidenses no son casuales, estratégicas ni tácticas, son estructurales a una ignorancia negadora de lo ajeno, sin la comprensión del porqué y el para qué. Para evaluar su sordera cifremos cuántas veces desecharon el Mercosur como un proyecto económico factible para el cono sur, sin verbalizar ni una razón económica vital para la región; su neoliberalismo fracasó también en América Latina, y sin alejarnos demasiado veamos cuántos mexicanos marcharon por las ciudades yanquis rogando convertirse en norteamericanos a cualquier precio, porque gracias al cumplimiento de los preceptos económicos dictados por Estados Unidos hoy México es un país de emigrantes. La insistencia en imponer el ALCA a todo el bloque sudamericano, y sumarnos al proyecto imperial de su propio mercado donde las opciones de ubicar algún producto son muy remotas.De esto muy pronto tendrán noticias los uruguayos, porque el imperio ignora y no debate, sólo presiona.

Por efecto contrario no querido, viene surgiendo una minoría "equivocada" en los ambientes más sensibles, denunciando que la cultura oficial norteamericana pierde valor al no acompañar a la realidad y que luego del huracán bushista y republicano, quedarán multitudes de marginales que no encajarán en el sistema. Crecen también quienes se preguntan porqué Estados Unidos vive en la agresión, además de la militar, al pensamiento del otro, y porqué el gobierno menosprecia y deforma los hechos objetivos de la realidad. Esa minoría "equivocada" tal vez se inquieta en un acto contra su propia naturaleza, diría Norman Mailer hace un tiempo: "los norteamericanos disfrutan más al vivir en un entorno que excluye a los demás seres humanos", lo definió sin agregar, lamentablemente, que a esa actitud se le llama ignorancia.

Mayo 2006


El olvido, ese fusil taimado

"El olvido en los pueblos es un fusil taimado de celoso gatillo que se dispara solo, y hay que estar muy atento para evitar suicidios". (De "El Olvido está en Libertad", E.P. Ed. Futuro, 1986)

En ese epígrafe de una novela que comenzara a escribir a mediados de 1978, en pleno efervescencia y alienación futbolera que el gobierno militar de entonces acrecentara con el "vamos vamos Argentina, vamos vamos a ganar", aludiendo a la sorda masacre de compatriotas igual que algo tan imprescindible y glorioso como la conquista del mundial de fútbol, quise conjeturar sobre lo irrenunciable de mantener activo cada recuerdo. Los pueblos son su lenguaje, sus hábitos y en última instancia, la memoria implacable de todo eso que al hacerse un olvido, deja de existir, y por los años del setenta, esta infamia del olvido la propusieron los empleados militares y civiles del Poder, en el proyecto esclavista del que nunca desistieron. No vale discutir los antecedentes del asalto a la ciudadanía, su invalidez institucional ni el grado de fiereza de los asesinos al aplicar el proyecto económico y político dictados por los poderosos, aunque la irracionalidad del plan en una Argentina que a inicios de 1974 tenía bajísimos índices en desocupación y el reparto de sus ingresos históricamente más equitativo, no permite ningún debate meduloso ni serio. Así, estos días discutimos si vale o no vale establecer en el día 24 de marzo de cada año una jornada de recordación de la atrocidad oligárquica y fascista; si al reiterarse cada año ese día no laborable resultaría festivo y sin ningún compromiso, o si para borrar los rastros, el Poder incita a una conmemoración a favor del olvido. Esa sutil manera del suicidio.


El Poder siempre quiere Apoderarse.

La desnaturalización de las fechas en las que una comarca asienta su identidad; entre nosotros, por ejemplo, los días 25 de mayo o 9 de julio; son acechadas por los sirvientes del Poder para malversarlas y liquidarlas. El Primero de Mayo, día de recordación de luchas y protestas contra la explotación de los trabajadores en el mundo, se estableció en 1890 y el 30 de marzo de ese año un comité obrero redactó un manifiesto a todos los trabajadores de la República y al mismo Congreso Nacional, que por supuesto lo desoyó. Los primeros actos de verdadera protesta comenzaron en la Argentina por 1897 y siguieron con una manifestación anual cada Primero de Mayo, organizado generalmente por el partido Socialista y a partir de 1901 se sumó la Federación Obrera Regional Argentina controlada por los anarquistas, Los actos eran de protesta y casi sin violencia hasta 1904, cuando empezó la represión policial que en 1909, en la Plaza Lorea, consiguió 12 obreros muertos y 80 heridos. Y cuarenta años más tarde, en pleno fulgor peronista y el éxito del keynesianismo económico, los actos devinieron en celebraciones oficiales y convenidas entre las burocracias sindicales con sus tradicionales explotadores, según se cantaba "hoy es la fiesta del trabajo unidos por el amor de Dios, al pie de la bandera Sacrosanta juremos defenderla con honor". Un estribillo tan "revolucionario" que deleitaba a las cúpulas religiosas del "sacrosanto amor a dios", a los violentos rezadores de Tradición, Familia y Propiedad, a los ocupantes de la tierra de la Sociedad Rural siempre favorecidos en el reparto y otros de sotana y uniforme. El Poder es especialista en el cambalache conceptual, todo le sirve, y transformó ese día de protesta en "fiesta del trabajo unidos por el amor de dios"; se exhibieron los primeros burócratas sindicales vestidos de laburantes y ese insípido y lavativo estilo desplazó la protesta de los trabajadores y la prédica del internacionalismo obrero. Hoy el Primero de Mayo en Argentina es un día en rojo en el almanaque, y si coincide en un fin de semana menos rojo todavía. Por cuanto, sin una tarea seria de memoria y de lucha frontal contra el olvido, ese fusil taimado que se dispara solo, esta conmemoración que se propone para cada 24 de marzo pueden acabar en manos de los personeros del genocidio arengando que "las gloriosas fuerzas armadas tomaron los destinos de la patria para descabezar a la serpiente marxista que nos devoraba", o imbecilidades del estilo.


Recargar el fusil de la memoria

Hoy parece apresurado descalificar a los impulsores de memorar cada 24 de marzo como nuestra tragedia más terrible y reciente, -entre quienes se encuentran varios exponentes de los derechos humanos- y acaso desviaríamos la oportunidad de instruir a un par de generaciones sobre la entidad no sólo de los uniformados sino también de sus amanuenses y servidores que actuaron como verdugos. Que esa jornada de ejercitar comunitariamente la memoria sea feriado laborable o no cada año, resulta secundario si nos dedicamos a lo principal: publicitar y divulgar la identidad cierta de quienes participaron del escabroso genocidio. Las cosas existen a partir de recibir un nombre, suponen los poetas, y los serviles televisivos del Poder se apuraron en bautizar aquella matanza como una guerra, esquivando los nombres de quienes de uniforme o sin él, asaltaron en la alta noche robando recién nacidos y violando mujeres. Dirán que eso aconteció hace treinta años pero el tiempo no debe ser una sombra astuta, una gran desmemoria de sumergidas lluvias. Disparando el fusil de la memoria tendremos con certeza el nombre de cada uno, por generaciones los recién llegados deben conocer a los asesinos y los cómplices con nombre y apellido. Cualquier olvido contribuye al suicidio de la comarca. Y según no fueron sólo los Videla o Massera, y para que el futuro no sea una intuición de ronda planetaria, borradora de apodos, cegadora de rostros, y el taimado fusil no descargue de nuevo en nuestra contra, digamos cada nombre donde se halle. Porque hubo muchos divertidos delincuentes de uniforme o sotana que hoy pasean con holgura en cada pueblo. Sin delirio nutramos de esa savia a cada 24 de marzo y retomando el lejano mineral de ese tiempo, avisemos al menos a cada descendiente de asesino o colaborador en la matanza, así ellos guardan novedad de lo ocurrido. Y entonces, si cada 24 de marzo es feriado oficial o es optativo, se me ocurre menos importante.

Marzo 2006


El verso político de los porteños no rima

El ordenamiento social y político de cualquier comarca requiere al menos en mínima expresión, ciertos presupuestos que eviten debates constantes en cada asunto de interés para todos. Un ordenamiento jurídico amplio y general evita los enfrentamientos particulares; las constituciones o fundamentos jurídicos de cada grupo o país establecen presupuestos básicos indiscutibles a cumplir, igual que para muchos esas pautas de institucionalidad las fijan las religiones que acaban convirtiendo a judíos, católicos y musulmanes en tres gigantescos partidos políticos. Los órganos de un cuerpo social se rigen por algún patrón institucional, que en la Argentina pareciera discutible a cada rato, y así ocurrieron los golpes militares tan imparables como las presiones de los grupos económicos para echar gobiernos o condicionar a los elegidos por el voto popular. No es casual que cada grupo entienda la norma jurídica según se le cante, y con más encarnizamiento aún cuando la interpretan los grupos del privilegio donde también permanece y se entrama toda la corporación política.

Sirve recordar que a fin de diciembre del 2004, en "Cromañón", un local de espectáculos de Buenos Aires, murieron alrededor de doscientas personas, casi todos muy jóvenes, que habían asistido a un recital donde por causas no demasiado casuales y si inherentes al mismo espectáculo; los seguidores de "Callejeros", la banda musical actuante, encendieron bengalas que incendiaron el lugar y se produjo una infame tragedia. Eso originó el inicio de una confusa lucha jurídica, institucional y política entre familiares de los muertos, las autoridades de la ciudad, - responsable del funcionamiento de los lugares públicos- y los varios grupos políticos integrantes de la legislatura. Un pelea suciamente interesada, desprovista de reglas con buena fe y no porque se culminó con la destitución del Jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, sino por el mediocre desempeño de cada uno de los contendientes más exaltados. Y con la escasa excepción de tres o cuatro, cada político atropelló lo racional según su ambición con una fiereza registrada no solamente en las copias taquigráficas y los televisores.

En algún sentido, la destitución de un jefe de gobierno por mal desempeño puede resultar alentador para la democracia, - el poder de todos- en tanto advierte a la corporación política impune a cualquier rendición de cuentas que ellos no tienen todas las cartas en su poder. Si el procedimiento fuera sólo inadecuado en lo formal pero éticamente valedero, esta definición debería ser aplaudida, pero el mamarracho circense que exhibieron algunos participantes dentro y fuera de la sala juzgadora ni siquiera será recordado como una mala actuación de pésimos actores que remedaron al inefable precursor Lorenzo Borocotó, sino al desquicio conceptual de los protagonistas que en Capital Federal atomizan y diluyen hasta los preceptos y coincidencias de mínima en todas las agrupaciones de personas. Se descuenta que la indiferencia ciudadana por el quehacer político y la descalificación que el mismo votante hace de sus representantes, a quienes no duda en calificar de privilegiados y corruptos, viene por la ignorancia o mala intención en el ambiente de los comités, unidades básicas y centros de reunión partidaria, persistente por décadas y con ánimo de quedarse para siempre.

Decíamos que hasta sería auspicioso ejercer la justicia popular echando a un funcionario electo porque defrauda y no cumple sus obligaciones, pero todo eso fue desarraigado ni bien los mentores de los principales partidos políticos representados en la legislatura porteña; Mauricio Macri, Elisa Carrió, Luis Zamora, algún otro más un grupo de familiares; se lanzaron a destituir al Jefe de Gobierno como objetivo principal, único y por encima de otra finalidad. Echar al Jefe de Gobierno, - tan indefendible como sus opositores por pertenecer a la misma corporación- pasó a ser la Gran Causa. Ninguno advirtió que el despido de Aníbal Ibarra por mal desempeño de sus funciones, tan engorroso de probar, no atenuaría el llanto de los familiares pero alentaría a quienes prescindiendo de toda convención institucional, acortarían el espacio hasta un próximo cargo o candidatura. Y esa premura resultó tan desfachatada que cada legislador a votar por la remoción o la permanencia se cortó por las suyas, igual que si el mandato popular recibido no tuviera ni el mínimo patrón ideológico, ético ni moral de algún tipo. Así escuchamos a las "ideologías" más enfrentadas en un torneo palabrero tendiente a coincidir; representantes de la izquierda "progresista" y personeros de los grupos empresarios que medran tras los grandes negocios posibles en la ciudad de Buenos Aires, se juramentaron "todos unidos triunfaremos". Y así ingresó por el jefe de gobierno saliente el sucesor natural, Jorge Telerman, que por su actuación conocida y el apoyo del gobierno nacional que recibió al asumir, no compartiría demasiado las líneas de pensamiento político de los expulsores del anterior, acaso nada cambie y la gestión imprescindible en la ciudad sólo perdió tiempo y dinero. Y entre el gentío en general, a favor y en contra, acabado el trámite de la destitución empezó a crecer una desazón y clima de impotencia fácilmente probable. Porque de haber sido un ejercicio democrático la destitución por mal desempeño sería un escarmiento merecedor del aplauso, pero ante las deposiciones confusas como tuvo el actor Bidonde, tan elegido por la izquierda como el legislador Romagnoli, las aceradas aunque igual por inentendibles razones de la liberal señora Majdalani, y el apasionamiento con más la ausencia de fundamento jurídico de casi todo el resto; salve Norberto Laporta; más el haber votado con "total libertad de conciencia" como si lo programático que votaron sus electores no existiera, iguala este brulote a esos que años atrás se representaban en kermeses puebleras o la Costanera, con el mismo cariz decadente de estos representantes de la nada que entienden todo según se le cante a su conveniencia. Al final y agigantando el patetismo hubo cierto despliegue de felicitaciones y saludos entre los ganadores, una gilada irreparable que ubica a la gente común bien lejos de estos cómicos fallidos, dirigentes encumbrados de cada bando y el mismo funcionario depuesto. Una consecuencia saludable que aguardamos empiece a darse bien pronto, debe ser la descalificación absoluta de todos estos tipos.

Marzo 2006


Basta de tanta gilada y hablemos del hambre

Por Eduardo Pérsico

Ante las cotidianas petulancias del Poder se nos ocurre que nosotros también reiteramos las apreciaciones y los enfoques para comentarlas. Estados Unidos y sus asociados de la Unión Europea no malgastan ingenio para cuestionar y desestabilizar cada sector del mapa que no cumple sus particulares mandatos en el mantenimiento del orden, la libertad y los valores occidentales de la democracia. Dicho así podría considerarse que una inteligencia superior guía y protege nuestra especie, para mantenernos felices sobre el planeta; en tanto ese grupo rector, el Poder con mayúscula, erigido en custodio de la sacrosanta libertad amenaza de muerte a todo aquello que lo disgusta sin privarse de ostentar de armas y atropellos. En la segunda semana de febrero del 2006 circuló en los medios la brutal tortura de los reidores soldados británicos a un grupo de irakíes, algo inglesamente asqueroso; pero no interesa si luego actuarán sus escribidores de turno a dar las explicaciones del caso sin que les interese afirmarse como secundarios y mediocres, si total ellos sigan disfrutando los beneficios de vivir en democracia. En el paraíso de Miami, por ejemplo. A propósito, el imaginativo cuentista argentino Lubrano Zas me decía allá por los años sesenta, "no te sorprendas por insistir con tus ideas; hace siglos que el Poder repite su amenaza o su masacre". Y aquel narrador que titulara "La gente hace bien en no creerme" o "Seguiré contando hasta el fin", en dos de sus tantos libros, con una frase redondeaba su comprensión del mundo que nos ha tocado vivir y sobrellevar. Digamos para aclarar los tantos que estamos jugando y contra quién, "vivir y sobrellevar por suerte"...

Esta recordación es funcional a nuestra insistencia en advertir el perpetuo proyecto del sector privilegiado al repartir el bienestar en el planeta. El hombre no puede apartarse de comer para la subsistencia y aparearse para la procreación, y esas dos necesidades esenciales no son negociables en ningún caso aunque luego la humanidad fuera acopiando virtudes que podrían ser artificios agregados por la cultura, pero lo sustancial de comer y aparearse igualan al hombre en condición a las demás especies. Por cierta tozudez o deformación coneptual seguimos reiterando esta interpretación aceptando que las incorporaciones culturales posteriores, - la palabra, el ordenamiento de su memoria, la comprensión del entorno y de su historia más otros incontables atributos- nos indican que el trabajo, el arte y las místicas son propias al hombre al perseguir una íntegra convivencia con la naturaleza. Tanto es así que la actitud gregaria del grupo hace al individuo y se articula en módulos de vida social o comunitaria, según se llame, siempre regida por las necesidades ineludibles a la especie: comer y procrearse.

Ahora bien, semejante interpretación nos hace suponer que la historia de la humanidad bien se explicaría por las migraciones que forzaron las hambrunas de la especie, tan vigentes hoy, pero siempre negadas en lo esencial por los dueños de la riqueza y su distribución. El Poder atribuye estas migraciones a causas secundarias, - al racismo prefabricado, a las distintas creencias de un más allá, a los distintos tenores de melanina al colorear la piel- pero jamás incluye al hambre injusto y arbitrario como causal de las migraciones gigantescas. Y sus representantes y fabricantes de opinión pontifican promesas y soluciones represivas, violentas y genocidas a esa calamidad estructural que de tan reiterada en la historia suena infantil si nunca se debate el hambre; el Poder, los Ricos, Los que Mandan excluyen de su discurso este problema central desviando la cuestión a puro crimen y bombardeo, técnica que frecuentan desde siempre.

Por estos días los países ricos, fiscales de todas las riquezas naturales que hacen a su hedonismo, ese lujo por el lujo en sí, a diario generan conflictos "en aras de salvaguardar la paz" y metiendo miedo a toda una generación repiten lo dicho por mi amigo Lubrano, "usan la amenaza desde siempre", y resulta sorprendente ver la gigantesca cantidad de personas, hambrientas y demás, que no dudan de esos riesgos que le inventan cada día. Del hambre ni hablar, señores, pero después del frustrado intento de apoderarse del territorio iraquí, - 437.000 km.cuadrados- por parte del imperio yanki y socios del privilegio europeo, es una broma el anuncio de un ataque a Irán, -1.648.000 km.cuadrados- por el mismo ejército incapaz de ocupar un país topográficamente parecido y con un tercio de territorio. Pero los libretistas del Poder anuncian qué tipo de armamento usarán, desde dónde se lanzarían las operaciones, qué marca de submarinos llevarían las cargas y el tiempo estimado de la operación guerrera en devolver la paz al mundo. Dando de paso una advertencia a todos los demás países con riquezas naturales útiles al bienestar de los habitantes de los países ricos. Lista que incluye al menos a todos los latinoamericanos, porque los lenguaraces del matonismo no se privan.

Tal vez, la integración de la humanidad casi siempre desmoronó en situaciones como las actuales y el terrorismo impuesto desde el Poder, - alianza del gobierno Bush padre con Osama Bin Laden, confusa voladura de las Torres en N.Y, los anuncios de frustrados ataques contra Estados Unidos, qué verso- también le borra las libertades individuales al mismo norteamericano al espiar sus mails, teléfonos y zapatos, sino que entusiasma a repetir la violencia en sectores juveniles no advertidos que ese mecanismo, el de la bomba y el atentado, al fin aumenta la desprotección de abajo, no al revés. Las explosiones en trenes y subterráneos cargados de laburantes en vez de "mejorar las condiciones revolucionarias" abren más puertas al sometimiento, en tanto el miedo perpetuo facilita esta grosera variante del terror institucional que los mandantes ejercen en cada crisis, real o ficticia. Hoy el sistema dominante inventa peleas que lo justifiquen, - Israel y USA. planean, naturalmente, eliminar el gobierno de Hamas en el país palestino, o fijan hora y día para invadir Irán- que aunque eso resulte impracticable aumenta un clima de irracionalidad represiva que desorienta aún más. Como siempre, vivimos una instancia donde es obligatorio debatir los problemas esenciales siguiendo el orden de importancia; a saber, primero el hambre; y menos si son lindas o feas las caricaturas de Mahoma o las genialidades hilarantes que pronuncian los obispos. Y basta de giladas que así ganan ellos.

Febrero 2006


Manifiesto muy capitalista

Por Eduardo Pérsico.

Un espectro se cierne sobre el mundo, el espectro del Capitalismo Verdadero. Contra ese espectro se han conjurado en santa jauría todas las potencias de la vieja reacción colectivista y ya no queda un solo partido de los enemigos reaccionarios sin usar contra nosotros la acusación estigmatizante de "Capitalistas". Y de esto se desprenden dos consecuencias: la primera es que el capitalismo ya fue reconocido por los mejores, y la segunda indica que ya es hora de que los capitalistas expresen a la luz del día y ante el mundo entero sus ideas y sus aspiraciones. Si nuestras familias nos educaron en el Saint Andrews, Harvard o en la Chicago University, debemos asumir que la historia de la sociedad humana es una historia de luchas de clases entre nosotros y los que no quieren trabajar. Sepamos de una vez que patricios y plebeyos, barones y siervos de la gleba, oprimidos y opresores vivimos enfrentados, entonces nuestra lucha debe conducir a la transformación revolucionaria de todo el régimen social con una nueva jerarquía de grados y posiciones. Capitalistas, en la Roma antigua fueron los patricios contra los plebeyos y los esclavos, - que sólo querían complicaciones y quilombo- ¿y qué pasó, triunfadores? Que hoy los esclavos se llaman pobres y siguen muriéndose de hambre o haciéndose evacuar en las inundaciones por no trabajar, mientras nosotros todos unidos triunfaremos sin pelotudear con la depredación del planeta y los pibes mal nutridos; que al fin se lo merecen y por algo será. Si hermanos capitalistas, ya aprendimos con John Adams al indicarnos en "The Work" que "entre los hombres reina una desigualdad querida por el Creador y nadie puede negar la existencia de una aristocracia natural y de talentos en cada nación". Y no fue el único iluminado, luego con Thomas Jefferson supimos que "si los hombres son iguales ante la ley deben competir para que la riqueza sea distribuída según la capacidad personal". Aprovechemos a nuestros sabios mentores si ellos nos indicaron que los únicos derechos los otorga la capacidad para acumular riqueza, y si eso nos pertenece a una selecta minoría amante del capitalismo, ni borrachos debemos sentirnos igual a cualquiera. Un bien que recibimos gracias a Darwin que era un caballero curtido por William Sumner que le enseñó, para no distraerse, poner la mirada en el individuo y no en la sociedad en conjunto. Y entonces, si los millonarios somos el resultado de la selección natural, ¿qué deben hacer los ricos en la vida ante una ocurrencia tan genial? Negocios para ser cada vez más ricos. Mientras ¿qué hacen los miserables con su vida? Nada útil. ¿Entendieron ahora porqué conviene más ser rico? Porque al ser pobre uno se pasa la vida llorando pobreza y aburriendo a los demás con Carlos Marx y los barbudos chinoístas de la revolución continua, y por ser llorones y aburridos nuestras mujeres no quieren a los pobres. ¿Entendieron ahora? Por eso compañeros millonarios, yo vivo y amo de modo capitalista, quiero encamarme a cada rato con la dorada plusvalía y la riqueza por la riqueza misma así que atendamos lo dicho por Richard White, otro talento que en "Class distintions en the United States" nos indicó que "en una democracia pura la única diferencia entre los hombres debe ser la posesión del dinero. Pero aparte de eso, los hombres son casi iguales". ¿No es lindo eso?

Y por lo dicho, ya mismo les explicaremos nuestro plan Muy Capitalista: luchar por una igualdad donde triunfen los más aptos de verdad, largando todos de la misma línea y sin que jodan los muertos de hambre diciendo que ellos siempre empiezan con atraso. Dejar el lamento tanguero por niños que sufren sin madre y sin pan porque los elegidos por Dios no sufren ni por la madre, y vengan los mejores a la Gran Guerra Patria por un sistema capitalista auténtico. Con el capitalismo de verdad cada mortal tendrá su oportunidad de ser millonario y si no la aprovecha, quejarse a la iglesia, la sinagoga o la mezquita sin olvidar que un capitalista nunca miente; que eso ya se sabe pero igual lo repitió el Benedicto Papa igual que cuando el conjunto musical "Los Plateros" grabaron en 1950 "Es Pecado Mentir". Bueno, con nuestro sistema todos tendrán una oportunidad y acabará el boludeo de la pobreza y que todos somos iguales menos mi viejecita que es una santa. Luchemos compañero capitalista, y si de verdad queremos un sistema económico donde triunfe nuestra clase elegida, igualemos la línea de largada anulando las herencias. Sí compañeros, menos la herencia genética invalidemos las demás herencias con efecto retroactivo y si un capitalista no se gastó la guita que el acumulado pase a Rentas Generales y los herederos le lloren a Rockefeller.

¿No existirán herederos?, preguntarán los inútiles que igual a los pobres no quieren trabajar. Sí, compañeros triunfadores, no habrá más herederos ni pagaremos el impuesto sucesorio y los tipos mejores de verdad- según mi psicoanalista - al fin disfrutaremos sin culpa nuestra divina superioridad. Y para demostrarlo empecemos la competición, -o competition- todos juntos en la misma raya de largada; los de barrio privado y los de Villa Sapito largarán la carrera sin un mango en el bolsillo, reglamento que permitirá el surgimiento de una aristocracia self made man, "de cada cual su capacidad a cada cual su necesidad", o mejor todavía "el que no trabaja no come" que pontificó San Pedro. Con semejante verdad seremos reales ganadores si demostramos nuestros huevos llegando de abajo al premio millonario. Si no, ¿para qué uno es mejor si no puede demostrarlo? Sin herencias ni donaciones nuestros hijos y nietos competirán de igual a igual con los sarnosos pobres que tendrán su oportunidad de triunfar como el mejor, según decimos los capitalistas a cada rato. Con este método nadie perderá más tiempo con la lucha de clases ni discutiendo ese engendro bíblico de la repartición de los panes y haz bien sin mirar a quien, porque igualando la línea de largada y sin que nadie herede un dólar gobernarán los mejores; yo y algún otro; y así la cocaína, las armas y las financieras wash and wear dejarán de ser los máximos negocios del sistema. Así entonces, por los siglos venideros crecerá la riqueza gracias al esfuerzo de los Descendientes sin Herencia juntando cartones y botellas en la madrugada con carritos más modernos, por supuesto, y para que esos lavadores de guita malhabida que me echaron del country por esquizofrénico me dejen de joder.

Viva la revolución capitalista y Millonarios del Mundo, Uníos. Ultimo aviso.

Enero 2006


Según el historiador Naill Ferguson, los demás no juegan

Es habitual que el diario argentino La Nación inserte notas de autores con antecedentes valiosos en coincidir con el sistema económico dominante, y que terminadas sus lecturas nos dejan el sabor de estar viviendo en un mundo donde si damos un solo paso para mejorarlo, caeremos en un inimaginable y perverso abismo. A veces también este tradicional diario acierta en la elección de sus escribas dando renglones a opinadores con motor fuera de borda que desde Miami, por ejemplo, hablan de una supuesta realidad sudamericana sin lograr emanciparse de sus tutelas monetarias, contando entre ellos a un rumboso temerario que durante el encuentro pro ALCA en Mar del Plata, noviembre del 2005, sostenía que el gran introductor de Bush en el cono sur sería el presidente colombiano Uribe. No le faltó tampoco reportear a un filósofo muy lanzado que se confesó menemista – tendendia presocrática no registrada- o intrépidos en vaticinar el futuro del mundo sin tener en cuenta lo que transcurre en áreas decisivas como Africa o América latina. Digamos, en La Nación de vez en cuando publican esos noteros que en el café de mi barrio le tiraban "manises" y hoy mismo, ya suprimidas las recurridas reminiscencias sobre Ortega y Gasset leemos un cúmulo de pensamientos que a veces, de tan profundos, nos obligan a usar nuestra escafandra de buzo.

A propósito, el día 19 de enero apareció una extensa nota de Naill Ferguson, un joven profesor de historia en Oxford, Harvard y donde cuadre, autor de "The pity of war", (¿la misericordia de la guerra?) un trabajo sobre la participación inglesa en la Primera Guerra Mundial que le valió la fama actual. En sus opiniones Ferguson se arriesga al válido recurso de la anticipación histórica y nos explica cómo estamos viviendo el periodo anterior a una guerra mundial inevitable y nuclear. "A comienzos de 2006, casi todos los ingredientes combustibles para un conflicto de dimensiones más grandes que las guerras de 1991 o 2003, estaban en el lugar indicado" nos dice al inicio, agregando luego que la primera causa de la guerra fue el aumento de la importancia de la región del Golfo Pérsico como productora de petróleo en una época que las mismas reservas se agotaban. Aquí cabe preguntarse si ese aumento de importancia en la región a cual de los "bandos" favorecía o perjudicaba: si entrar en la futura guerra convenía a los dos bandos o favorecía a los países dueños de ese recurso natural tan imprescindible a los países ricos. Pero lo dejamos porque él mismo contesta "cuesta creerlo hoy, pero durante gran parte de los años 90 el precio del petróleo osciló en un promedio de menos de 20 dólares el barril". Claro, hoy el barril vale más de sesenta dólares o más y se olvida de mencionar Naill Ferguson que no sólo por voluntad de los gobiernos árabes sino por decisiones del mercado donde actúan los gigantescos intereses de las petroleras internacionales; eso que vuelve a esquivar el autor. "Una segunda precondición de la guerra fue demográfica. El índice de fertilidad de Europa occidental había caído por debajo del índice de sustitución y el índice de fertilidad en los ocho países musulmanes situados al sur y al este de la Unión Europea era dos veces y media más alto que la cifra europea". Y de ahí, realidades económicas y sociales de los árabes aparte, prosigue "esta tendencia fue particularmente pronunciada en Irán, donde se combinó la elevada mortalidad de la guerra entre Irán e Irak y el posterior boom de nacimientos para producir una abundancia extraordinaria de jóvenes. En 1995, más del 20 por ciento de la población de Irán tenía 14 años o menos. Esa era la generación que estaba a dispuesta a combatir en 2007". Ahora, con derecho a preguntar, ¿a combatir por qué, profesor Ferguson, porque habían nacido más de los esperados? . Y sigue "esto dio a las sociedades islámicas una renovada energía que contrastaba con el "indolente envejecimiento de Europa", (¿qué?), y un profundo cambio en el equilibrio de la población mundial. En 1950, Gran Bretaña triplicaba a Irán en número de habitantes. En 1995, la población de Irán superó en número a la de Gran Bretaña. Aunque los occidentales trataron denodadamente de captar lo que ese cambio implicaba, inconscientemente seguían pensando que el Medio Oriente era una región a la que podían dominar". Y creemos a esta idea de la "dominación" hace más entendible o mejor encaminada a desentrañar por qué una conflagración sería inmediata; si porque los iraníes son muchos o porque los occidentales hoy no los dominan con facilidad. That is the questión. Y por inevitable, el profesor Ferguson entra en el debate religioso, que también existe, naturalmente. "Los jefes militares en la política islámica desde 1950 fueron presionados por los extremistas religiosos y el cóctel ideológico del islamismo fue tan potente como cualquiera de las ideologías extremistas que Occidente había producido en el siglo anterior, el comunismo y el fascismo. El islamismo era antioccidental, anticapitalista y antisemita, y un momento fundamental fue en diciembre de 2005 cuando el presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, lanzó una crítica verbal a Israel, calificó al Holocausto de "mito" y que el Estado judío era una "mancha ignominiosa" que debía ser "borrada del mapa". Sí, verdaderamente las amenazas están muy mal, pero no dice el historiador cuáles son las causales económicas del Poder que se hallan comprometidas en la región hace más de un siglo. "Ahmadinejad, codiciaba un arma más poderosa y su determinación de acelerar el programa de armas nucleares de su país tenía como objetivo dar a Irán el tipo de poder que Corea del Norte ya forjaba en el este asiático. Un poder que le permitiera desafiar a Estados Unidos". ¿Por qué, por ganas de entrar en problemas? – preguntamos. "En circunstancias distintas, no habría sido difícil neutralizar las ambiciones de Ahmadinejad. Los propios israelíes habían demostrado, en 1981, que tenían la capacidad para lanzar ataques preventivos contra instalaciones nucleares iraquíes. Durante todo 2006, analistas neoconservadores instaron al presidente George W. Bush a lanzar ataques similares contra Irán", "pero la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, le recomendó a Bush que optara, en cambio, por la vía diplomática". Y de aquí en adelante la teoría de anticipación histórica al profesor Ferguson se le llenó aún más de ciencia ficción "con Teherán tenía un misil nuclear que apuntaba a Tel Aviv y el nuevo gobierno israelí de Benjamín Netanyahu tenía un misil que apuntaba a Teherán".

En verdad, al artículo que el profesor Ferguson firmara en La Nación de Buenos Aires le faltó apenas un encuentro romántico en Tahití entre Condolezza y Ahamadinejad para pacificar el mundo y cualquier otra gilada por el estilo; el hombre siguió olvidando que los países productores tienen todo su derecho de valorizar sus reservas naturales, que América Latina existe y ya cubica más reservas petroleras que Arabia Saudita, que Africa también existe y si él no lo sabe, todos quieren prescindir del hambre y de las desproporcionadas diferencias de riqueza que harán inevitable esa o cualquier otra conflagración. Aunque en su cátedra de Harvard nadie se lo diga ya se irá enterando que estos "desconocimientos" suyos vienen cambiando cada día las relaciones políticas y las hipótesis de conflicto dejarán de estar encerradas en un escaso mapa de europeos, norteamericanos y musulmanes de mal carácter.

Y sin caer en lo grotesco que el joven profesor Niall Ferguson no merece, sus apreciaciones del mundo actual nos recuerdan a una repetida anécdota futbolera: cuando un técnico instruía a su equipo mostrando en un pizarrón cómo llegar al gol más rápido y por el mejor camino, el jugador más veterano le preguntó "y los otros, ¿no juegan?"

Enero 2006


¿Y si Evo Morales no usa la corbata?

Una de los desastres que nos trajo el republicanismo y la democracia consiste en que los presidentes de gobierno designan a sus ministros para que se equivoquen por ellos. Pero en la vieja usanza, la de los emperadores, reyes y caudillos por la gracia de dios no existen ministros ni asesores equivocados porque sencillamente, estos mandantes no le erran nunca a nada. Digamos, como el Papa, que por algo acierta con el sermón hasta después de varios vinos de misa que bien sabemos, no aumenta la catolicidad pero es agradable; y entonces sepamos que la democracia ha fracasado por esas equivocaciones ministeriales que no acaecen con los reyes porque estos no tienen ministros sino sirvientes alcahuetes y otro tipo de gente en su entorno que no comete ni acepta errores. Y pruebas al canto: en los primeros días del 2006 su alteza el rey de España recibió al nuevo presidente de un país llamado Bolivia, indígena el Evo Morales que lo visitó ataviado con una remera multicolor no acorde con la seriedad del acto; y bien estuvo el Rey en sugerir una corrección en su estilo para presentarse ante las jerarquías regalándole una corbata.

Sí señores, atiendan que finura protocolar no se le ocurriría a ningún funcionario errático como esos de hoy día; el Rey le obsequió al presidente del exótico país una corbata occidental y cristiana que cualquier súbdito bien nacido en el reino se honraría en lucir en lugar de esos adefesios colorinches que visten los sudamericanos que ni siquiera se gastan sucursales del Corte Inglés en sus dilatadas pampas. ¿Y que aconteció con la delicadeza ceremonial del Rey de los españoles? Que no faltaron quienes la criticaron por esas radios y panfletos incomprensibles de la América india, diciendo que el adminículo vestuarista "corbata" era un moño del uniforme del ejército Croata, sin relación con los indígenas de Bolivia ni tampoco con las reales usanza de los españoles y que ni el mismísimo Mongo Aurelio había entendido la intención del obsequio. Y esta finura de sugerirle a un natural de la selva sudamericana "civilízate indio, vístete igual que nosotros" no fue asimilada por esos detractores de la tradición que siempre buscan atajos a la verdad, como amenazar que cuando el Rey visite esas lejanas tierras le darán un Erke para que aprenda a tocar, y a la Reina le adecuarán un Erkencho, otro instrumento también de soplar cañas aunque más gruesas y largas. Ese brulote sudaca sí sería de mal protocolo y no lo hecho por nuestro Rey ya que ningún español supone a su graciosa majestad recorriendo los senderos del reino sopla sopla ese grosero instrumento que le ayudarían a sostener tres o cuatro pajes, al menos. Además, ¿qué obligación de acertar con regalos y modales tienen los reyes? Ninguna o la misma del Evo Morales que no se arrodilló a sus pies, si ya es suficiente obligación de realeza sostener los ancestrales hábitos que salvarán al hombre, - aquí me dictan "corridas de toros, sanfermines y acuñar una moneda que rece Caudillo de España por la gracia de Dios"- marcando además sus advertencias a los pueblos nativos que no sólo desechan una Corbata Real sino que reclaman nuevos precios para el gas y otras complicaciones menores. Vamos hombre, que el Rey es el Rey y no está para cachondeos...

Enero 2006


Enrique Silberstein y el buen humor de la inteligencia

Acaso por su aridez, pareciera que las aproximaciones a la ciencia económica debieran ser explicadas en un marco doctrinario de frases poco entendibles o al menos, sin ningún matiz ameno o entretenido. Este exceso de seriedad que en muchos casos es una pose inmodificable no agobió nunca a Enrique Silberstein, un agudo analista y autor de los textos más brillantes registrados para enseñar en semejante terreno de la especulación científica, tan mortalmente aburrido que limita a todo método académico el derecho a la sonrisa.

Conocimos a E.S. a principios de los sesenta en el diario "El Mundo", Bogotá y Río de Janeiro, Buenos Aires, y nos presentó Edgardo Damomio, otro muy inteligente periodista que allí cubría internacionales y puntal intelectual junto a Pajarito García Lupo de aquella redacción donde también asistían otros menos recordables, vale decir... Epoca entre finales del gobierno de Arturo Frondizi y el acceso con fórceps militar al transitorio José María Guido, cuando en los bares de la calle Corrientes, - preferíamos el Ramos- según algunas interpretaciones de estilo ciertos progresistas de izquierda no aprobaban las maneras de Fidel Castro y ni nombrar al Che Guevara. Días de apagarse "Frente Argentino", semanario por Medrano 629 donde ganábamos nuestro puchero y eso sí, las minas nos pasaban más cerca y las Fuerzas Armadas Argentinas, en su totalidad, aceleraban su conversión a "conjunto de personas asociadas para delinquir en poblado y en banda". Principos del sesenta, más mortales atendían misa los domingos y Enrique Silberstein nos enriquecía con sus "Charlas Económicas"; verdaderas ofrendas didácticas de explicarnos algunos manejos de la economía política tan igual a la de hoy: transas procaces, oligárquicas, sucias y clásicamente trágicas a la humanidad. Y esa vez nos dijo "si un economista explica una vez y usted no entiende, otra vez y usted no entiende, el economista miente"...

Unos años más tarde lo convocamos para una charla en el Club Lanús cuando en esa futbolera institución se organizaron una serie de conferencias, fenómeno propio de la época, irrepetible, y siguiendo a su mentor, el poeta Juan Carlos Talbot. Iríamos por los setenta y Silberstein nos adelantó a casi trescientas personas unos apuntes de su libro "Dialéctica, Economía y Desarrollo", que editaría en 1973, y sus ideas nunca menores encierran hoy las mismas verdades vigentes y categóricas. Habló de "petrodólares", del difuso respaldo oro a esa moneda que significaba casi una falsificación, de la aparente buena fortuna de los países árabes en tanto las invasiones armadas del Poder tras los recursos naturales de los países en desarrollo se multiplicarían, y que sin despreciar el futuro debíamos estimar las mentalidades con otras características, por nuevas ansias y anhelos para no repetir los errores y corrientes anteriores al futuro que incuestionablemente, sería distinto. Hablando de "la necesidad" E.S. afirmaba que la sociedad cargaba un conjunto de necesidades materiales y algunas inmateriales, - que siguen insatisfechas, decimos- y que la forma de satisfacer una necesidad depende del nivel cultural del ambiente: "la necesidad de habitar, por ejemplo, en algunos casos puede satisfacerse con una casilla de cartón o de lata, pero que esa satisfacción no alcanza en un grado de nivel más alto" y agregar "la clase que satisface todas sus necesidades determina la forma y las necesidades que satisfarán a todas las demás clases... y que el ser humano existe si satisface la necesidades materiales individuales y las necesidades inmateriales, como la educación, la diversión y el ocio". Una visión política incuestionable que luego de cuarenta años de capitalismo financiero feroz y globalización hambreadora dejan poco espacio a la obsesiva prédica del Poder: "cuando las clases altas ganen mucho derramarán su excedente hacia los de abajo"; imbecilidad clásica y perversa del establishment arcaico de América Latina.

Hablando a propósito del Poder, E.S. nos instruyó que la organización social actúa en base a la actividad de un grupo que por hacerlo en nombre de todos tiene en sus manos la autoridad, "por la unificación abstracta de todos y cada uno de los componentes de la sociedad". Por lo que ese grupo tiene al fin más Poder y autoridad que la misma sociedad, en cuanto posee una fuerza cualitativamente mayor que anula la incidencia individual de cada uno de los miembros, separadamente. Así que de tal manera, los deseos de esos Pocos sustituyen a los anhelos separados y pasan a ser los patrones de la estructura y la organización toda; que es el Poder; y en la práctica opera la distribución de los bienes y servicios. E.S., en época de cierta lujuria transformadora, nos anoticiaba del gigantesco Poder de los dueños de la Organización que disponían dónde distribuían el bienestar y en qué sector volcaban las gigantescas necesidades sin satisfacer: "la pauta de distribución es fijada por los pocos que poseen autoridad y poder para hacer cumplir las decisiones; ... y esa decisión encara los anhelos y las aspiraciones de unos pocos". Pautas de distribución ejercidas desde el Poder, dueño de la organización y de la propiedad privada, que fija para siempre cualquier otro tipo de distribución de la riqueza, tanto natural como adquirida por la investigación y la manufactura. "Al estratificar la distribución, la propiedad privada es en la práctica todo el proceso de la humanidad actual, conformada de tal manera que si la gran mayoría no satisface sus necesidades no se realiza como ser vivo". Digamos, certeza nada lejana a la concepción del hombre como especie, son dos necesidades impostergables y naturales como alimentarse para sobrevivir y aparearse hacia la procreación; una idea "menor" que enoja a los cerriles defensores del catolicismo actual quizá porque le quita espacio a los rezos que "nos acerquen a dios, contra el terrorismo y el fanatismo religioso", y a tantas otras vaguedades que mucho se pontificaron en las homilías finales del 2005 y nadie interpreta sin la ayuda de un hermeneuta...

"La creación del dinero es una de las abstracciones más extraordinarias de la historia humana, una de las creaciones inmateriales más sorprendentes, es un ver todo en la nada, es un esfuerzo de imaginación espectacular y sin embargo, no fue sino trueque". Y observar esa creación no produjo un cambio en el espíritu de quienes fueron testigos; y eso debió hacerse porque "resultaba incómodo cambiar dos patos por un lechón, y este por dos gallinas puesto que debía hallarse a otro que las necesitase y le diera a cambio algo que él necesitase". El dinero resultó un común denominador de cuyo valor todos se ponen de acuerdo en una especie de acuerdo tácito, ya que antes se cambiaba una cosa por una cantidad exacta de sal, o una exacta medida de cuero; todo se trocaba por algo intermedio donde cada actuante reflejaba su necesidad o su deseo. La presencia de ese "algo" llamado dinero perfiló un cambio en el trueque, en el dar y recibir, y paulatinamente se fue buscando al fin sólo el dinero; demanda de dinero y oferta de dinero y el eje de toda la actividad económica se había trasladado a ese "algo", el dinero. Hasta ahí la fuerza sólo podía usarse por quien era fuerte y eso quedaba afuera de la inmensa mayoría de la población, y el dinero, en cambio, es un elemento sutil que representa "todas las regiones, todas las tierras y todos los castillos, a todos los soldados y todas las armas, los barcos y las mercaderías". Nos apuntó que también, el dinero nos modificó cualitativamente la situación en cuanto permitía acceder, aparentemente, a la participación en cualquiera de las riquezas "sin exigencias de tradición, nacimiento, antecedentes o fuerza". Así el dinero abrió un nuevo mundo de esperanzas a muchos seres humanos, "dio alas a la imaginación y la audacia" y eso sí, la humanidad salió en principio de su apatía para caer al final nuevamente en la nueva trampa, la del dinero. La aparición del dinero dividió a la oferta y a la demanda y también dividió en demanda efectiva y en demanda no efectiva: "cuando una persona no puede ir al mercado para transformar su necesidad en compra porque no tiene dinero, la necesidad que deseaba satisfacer sigue vigente. "La situación de miles de millones de seres humanos, - subdesarrollados- cotinúa frente a la demanda no-efectiva que no es tomada en cuenta por la Economía cuantitativa". Y al fin de todas las diferencias existentes entre Adam Smith, Augustín Cournot y varios más, "sólo demanda quien puede comprar y queda fuera de consideración la demanda no-efectiva, que es la que abarca la mayor parte de la humanidad". Y fuera de E.S. existe una definición de Knut Wicksell en "Lecciones de Economía Política", que eso puede "compararse con las miradas ávidas frente a las joyas de un escaparate de quienes carecen de poder adqusitivo. No existen". Porque en el sistema capitalista se existe con dinero y sin dinero no se existe.

Y algo aparte de nuestro desorden memorioso, también nos comentó que el último presidente democrático de los argentinos, - el respetable y no claudicante radical Arturo Illia- había caído a mediados de 1966 en una clásica maniobra de la embajada norteamericana a cargo de un tal Mc Clintock asociada a las gloriosas fuerzas militares argentinas guiadas por el general Juan Carlos Onganía y unos cursillistas católicos, sus secuaces civiles, quienes urdieron la toma del gobierno nacional como un "tarea de servicio". Siempre se creyó que el asalto los urdieran los intereses económicos de los laboratorios norteamericanos que veían amenazadas sus ganancias por una Ley de Medicamentos atribuida al ministro Oñativia, pero realmente el Fondo Monetario Internacional había exigido la toma de un préstamo por varios millones de dólares a la Argentina; que según el presidente Illia no necesitábamos; y que los financistas internacionales forzaban ubicar para no dejar ociosos sus dineros. "Recursos de la política de asistencia solidaria", nos reímos, pero que al país le costó jirones de historia porque ni bien se hicieron cargo del gobierno nacional, ilegalmente, las Fuerzas Armadas tomaron el préstamo ofrecido como primera medida económica

Y no tan al margen, aquella noche de la conferencia en el club Lanús se cruzaron opiniones sobre el verdadero poderío de la naciones capitalistas, del difuso respaldo que sostenía al dólar y lo hacía casi una falsificación, del aparente bienestar de los países árabes por sus reservas naturales "que le asegurarían perpetuas invasiones militares desde el poder" y al estimarse las reservas gigantes de oro y divisas existentes en determinados países, mayormente sin mucha riqueza natural, alguien del público con síntesis propia de la jerga lunfarda de los argentinos definió a Suiza como "un aguantadero", - sitio donde los ladrones se guardan ellos o el producto de su robo- una ocurrencia algo azarosa que provocó también la carcajada de E.S. uno de los economistas más valiosos de la Argentina que fuera simpre criticado con su olvido por los medios tradicionales del Poder entre nosotros. Murió en 1973.

Sin orden anotamos algunos de los títulos de Enrique Silberstein: Marx y su Pensamiento Económico; De la Torre y los Frigoríficos; Los Ministros de Economía; Corsarios, Filibusteros, Piratas y Bucaneros, (o algo así); Economía de Bolsillo; y un par de piezas teatrales, Necesito diez Mil Pesos y otra con muchos personajes, Historia del Laburo.

Eduardo Pérsico, 7 de enero de 2006


Charla imaginaria o cierta con Pereira dos Santos

Con Nelson Pereira dos Santos, estimado por muchos entendidos como la figura más importante del cine brasilero y por los aspectos de su nutrida filmografía uno de los serios exponentes de la vida contemporánea de ese país, por idea de Leo Feijó Sampaio nos juntamos a charlar en un bar del barrio Botafogo. A media tarde, con inevitables chopinhos de cerveja y un garcón siempre a mano en un sitio donde un rato después deambularían los duendes del choro tradicional que a mí, al menos, me traen cierto chamuyo de tango. Un programa inmejorable aunque más apropiado a un adepto del cine brasilero que no discurriera sólo por "Macunaíma", "Doña Flor", "Peixoto" de Babenco, "Estación Central" o las sólidas caderas de Sonia Braga. En verdad mi memoria puntual de Pereira dos Santos venía del cincuenta y "Río cuarenta graus", "Vidas Secas" más acá y luego las secuencias recordables de "Tenda dos Milagros" basado en libro de Jorge Amado; esa que nos conmoviera en los años setenta, justamente. Aunque de "Río cuarenta graus", para no desentonar, mi memoria tenía algunos rastros; producida, guionada y dirigida por Nelson en 1955 y que de movida ocasionó un escándalo político bien latinoamericano, con persecuciones, prohibiciones de todo tipo y al final, un "happy end" por la reacción popular que cimentaría el inicio del Novo Cinema Brasilero; equivalente a decir Nelson Pereira dos Santos. Una persona naturalmente simpática y de palabra fácil, y en principio hablamos de su primer trabajo recordable, "Cuarenta graus", de la resistencia oficial a su exhibición, y hubiera sido errada toda conversación sin mencionar la tarea artesanal y "a pulmón" de la película, y el atropello autoritario que una publicación afín al tema anunció "chocado con la verdad, el jefe de policía prohibió el film Río cuarenta graus". Y por suerte para mí, por la estupidez autoritaria tan latinoamericana hallamos un cauce para no quedarnos toda la vida comentando su obra; valiosísima y extensa; cuando comenté que aquel jefe de policía brasilero, el coronel Meneses Cortes, me recordaba a un jefe policial de Buenos Aires, también llamado Meneses, del que se explicaba su devoción por allanar los tantos hoteles por dos horas que abundaban (y abundan) entre los argentinos, en busca de su mujer con algún amante. Digamos que esa era la ironía popular, pero en lo desgraciado y patético, el recordado Meneses argentino pertenecía a la misma estirpe de los Meneses Cortez, condenados o cornudeados a ser perseguidores de la gente feliz por toda la eternidad, y vagando por los siglos de los siglos en olfatear la entrepierna ajena. En verdad, unos pobres tipos que esta vez, seamos justos, nos habilitaron para hablar sin ceñirnos rígidos al cine y la literatura, que en definitiva "no son todo, como el dinero". Al menos aflojamos alguna risa y me distrajo la belleza de una muchacha, con esa doble belleza de la juventud, al sentarse silenciosa en un extremo de nuestra mesa, y redondeamos que los Meneses argentinos persiguiendo la divertida intimidad de hombres y mujeres suelen ser bancados por los sectores ultra católicos, y que este matiz confesional marcaría una diferencia sustancial entre brasileros y argentinos sobre la liberalidad o el disfrute corporal. Un lindo tema que nos retornó a los nombres comunes de la cinematografía; él recordó a Fernando Birri, su larga historia en Italia y asombrosamente mencionó "Tiredié", el cortometraje consagratorio de Birri. Nombró a Manuel Antín, habló de la importancia de mi amigo José Martínez Suárez, el maestro de "Dar la Cara" y con quien, se me ocurre, había compartido algún curso en Cuba. Además puntualizó datos de Leopoldo Torres Nilson: quien era su mujer, que era hijo de otro director, Torres Ríos, y que luego de varios enfoques psicologistas filmara una obra épica, "El Santo de la Espada"; y al toque entramos en la censura idiota de los militares argentinos durante la filmación, que impusieron controlar la edición de imágenes del general San Martín. Y Leo Feijó Sampaio que acompañaba en la mesa a Mila, -una nieta de Pereira dos Santos y la chica de mi distracción- entre risas difundió que San Martín, máximo prócer de los argentinos, no apareció en calzoncillos en ninguna escena. "En defensa de los altos intereses de la patria", agregué y perdí la broma por compleja. En verdad Leo repitió "cuecas" por calzoncillos y a otro cosa.

Por noviembre del 2005 interesaban dos asuntos en la política brasilera: el mensalao o coima que habían recibido muchos personajes brasileros del gobierno de Lula; algo parecido y tan habitual como las formidables coimas en el Senado Nacional Argentino, benemérito antro de impunidades y fueros, ilícitos denunciados pero olvidados por nuestros amnésicos jueces que ya cargaron su obligación a la cuenta del olvido. Pero menos delictual, el otro tema de los brasileros ambulaba en generalizar el pago del sueldo anual número trece a los trabajadores. Y por supuesto, ¿a qué argentino bien nacido no le sacude las añoranzas el primer aguinaldo cobrado por su viejo y otros humildes de su barrio? Y mi saudade se ubica, creo, por diciembre de 1946 y cuando Luisito, un peón ferroviario identificado a toda hora sábados y domingos más fiestas de guardar con su pilcha obrera de brin azul, ni bien embolsó su aguinaldo fue a la tienda principal del pueblo y se compró dos trajes, - o ternos - uno marrón y otro azul con más camisa y corbata. Veleidades insoportables del pobrerío, entonces rugieron los primates partidarios del hambre y la desigualdad; pero Lusito el peón de vía hijo de la lavandera se paró en la esquina del barrio a mostrarle el traje marrón a todos, entró a su casa y al rato volvió con el "terno" azul. A mis diez años no entendí la exhibición, pero más adelante aquella escena resumiría los debates y resentimientos más duros de nuestra comarca, que se mimetizan y silencian pero persisten. Y supongo que como en la sociedad de los brasileros los rictus pueden darse en cualquier instancia de los avances y los atrasos, Luisito debe estar ensayando en los repliegues de alguna favela la misma actuación que hiciera Argentina hace sesenta años... Así que por suerte y tomando esos guiones de sobresueldos y coimas ilegales "salimos del cine" y nos metimos en otra inquietud: los muchachos y chicas que se sumaban a la mesa cuando ya íbamos por el quinto chopinho, desenfundaron fotograbadores y otras bienvenidas magias de la modernidad. Alguno repitió el parecido histórico entre Perón y Getulio Vargas, el bueno de Nelson Pereira se rió con ganas y sugirió que le explicara de nuevo la toma de Luisito el peón ferroviario, y sin remedio recordé "sustancialmente el peronismo resultó esa imagen de la ostentación honesta. O algo parecido y oculto en la misma escena. Sin vuelta, Perón significó la liberación psicológica del obrero ante el patrón. Solamente él y ninguno de sus herederos, por supuesto". Seguimos que esa instancia de avance social no ha sido única en la historia y Pereira dos Santos arrimó algo de Getulio Vargas, que yo buscaba. Esa visión del líder no siempre democrático y bastante autoritario pero que también había hecho avanzar medio siglo la historia de Brasil. Una calificación no fácil de pronunciar porque cualquiera se expone a la reprimenda del purismo ideológico más implacable, quizá con razón, pero Getulio Vargas, el mismo que apurado por los militares se dio un tiro en el mate en agosto de 1954, hoy es mejor reconocido por Nelson Pereira dos Santos y afortunadamente, por muchos otros observadores y constructores de la historia brasilera. "Getulio Vargas fue quien al fin abolió la esclavitud en Brasil"; y no es una sentencia más entre tantas contradicciones inevitables en la historia. Es másbien un debate a darse entre los intelectuales honestos sobre los políticos voluntaristas que pretendieron empujar la historia medio siglo en cada arremetida. Que pretendieron o fingieron empujar la el proceso, está bien, pero los imperfectos Vargas, el colombiano Jorge Eliécer Gaitán, el mismo Perón, (ojo, jamás sus deleznables herederos) el barbudo Fidel Castro arribado por 1960 y algún otro que no recuerdo, ¿no apuraron el almanaque de su país?

En los días cuando Getulio fue obligado a renunciar y antes de hacerlo se suicidó, Nelson Pereira filmaba su primera película, aún tenía lazos firmes con el Partido Comunista opositor al gobierno y un año después, al ser prohibida "Río cuarenta graus" el film se convirtió en un tema de campaña por la libertad de expresión. Y esa lucha se dio contra los mismos militares que empujaran a Getulio del poder. Y por 1956, cuando Nelson volviera de Europa donde crecía el malestar antisoviético, en una entrevista él comentó la liberalización que Janos Kadar había desarrollado en Hungría, el locutor lo acusó de estar hablando a favor del enemigo. Esas y otras imbecilidades siguen siendo frecuentes, y si las movilidades del pensamiento prosiguen sin debatirlos de modo saludable, postergamos la actualización. Pero, ya veremos con Nelson Pereira dos Santos lo que dejamos pendiente en otra oportunidad; en el mismo lugar, la misma cerveza y más tiempo para gastar otra charla

Filmografía del director brasilero Nelson Pereira dos Santos: 1955, "Río cuarenta graus", guión y dirección; 1957, "Río Zona Norte", guión y dirección; 1960, "Madacaru Vermelho", con dirección y actuación actoral; 1962, "Boca de Ouro", basado en la pieza de Nelson Rodríguez; 1963, "Vidas Secas", dirigido y basado en un libro de Graciliano Ramos; 1967, "El Justiciero"; 1967, "Fome de Amor"; 1969, "Azyllo Muito Louco", basado en un cuento de Machado de Assis; 1970, "Como era gostoso meu frances"; 1972, "Paso de vioencia entre nosotros"; 1974, "O amuleto de Ogum"; 1975, "Tenda dos Milagres", sobre un libro de Jorge Amado; 1979, "Estrada da Vida"; 1983, "Memorias de la cárcel",libro de Graciliano Ramos, escritor diez meses preso en 1936, durante Getulio Vargas; 1986, "Jubiabá", sobre una novela de Jorge Amado; 1993, "La tercera margen del río", inspirado en cuentos de Guimaraes Rosa; 1995, "Cinema de Lágrimas", con guión compartido con Silvia Oroz, sobre los melodramas delcine brasilero y puntualmente de "Armiño Negro", del argentino Carlos Hugo Christensen; 1993, "Raícesde Brasil; sobre la vida y obra de Sergio Buarque de Holanda.

Al margen de esta filmografia, incompleta, y premiado muchas veces internacionalmente, Nelson Pereira dos Santos ha completado una verdadera obra literaria, -"yo soy un hombre de pueblo que esquivó la gramático y descubió el cinema"- lo que significa ser propuesto a la Academia Brasilera de Letras.

1 DE DICIEMBRE DEL 2005


Globalización excluyente y hambre terrorista

Por Eduardo Pérsico.

Según alguna norma escrita no recuerdo dónde, todo análisis merece un orden en los asuntos que muchas veces acaba solamente en uno. Como aconteció a mediados de este noviembre del 2005 al ser invitado como observador a un reunión política en Trajano de Moraes, un poblado de siete mi habitantes en la región serrana del Estado de Río de Janeiro, donde hubo un sorprendente cónclave de una veintena de prefeitos o intendentes de los alrededores; Macuco, Concepción de Macabú, Cordeiro, Bom Jardín y más. Una reunión al modo participativo latinoamericano, dirigida a captar la voluntad y el sufragio de los votantes más necesitados, siempre mayoría, agrupando adentro de una casona suntuosa a los inalcanzables funcionarios sonriendo a cualquier cámara y fingiendo, adiposamente, leer documentos de utilería que a unos meses nomás, solucionarían las perpetuas dificultades del gentío de afuera, ese amontonamiento de rostros lejos de la zona exclusiva y marginados de cualquier modernización. Y lo peor para ellos, miserables históricamente acostumbrados a su papel secundario y al parecer entrenados para ese aguardo ultrajante en tanto salón adentro, una comparsa política se congraciaba y competía por alguna diputación estadual, ese otro escalón superior más cerca del poder y la impunidad. Todo aquello, eso sí, bien matizado por la buena honda brasilera entre los de adentro y los que "disfrutaban" afuera la cercanía de esa invisible gente importante y que cada tanto, algún puntero les entregara alguna garrafinha de republicana Coca Cola. Gente del pobrerío sumada desde Triunfo, Vizconde de Imbé o de Trajano de Moraes que orgullosamente invitaba jugando de local; todo tan latinoamericano y similar a los ultrajes del conurbano bonaerense y el resto del interior profundo de la Argentina, con las mismas bandas dirigentes manoseadoras del ánimo y expectativas de tanta pobre gente que vaga por el mapa. Algo conocido, visible, repudiable y repetido de los vividores políticos capaces de inaugurar centros de salud inexistentes, de magnificar interminablemente los éxitos deportivos de la comarca y de guadañar todo lo posible en cada partida presupuestaria. Desde ya, política profesional de unos adiestrados por el Poder en serio para mantener su plan de dominio perpetuo llamado ayer neoliberalismo y estos días, Globalización. Sátrapas que conocemos al verlos y se sienten con derecho a todo, teléfono celular mediante y guardaespaldas vigilando a esos hombres y mujeres con sus crías al sol, desamparados de cualquier lejanía que participan del mundo proyectando su modesta sombra en los contraluces del atardecer mientras adentro, los rufianes de siempre adulan al senador nacional que entre tantos elegiría al posible futuro diputado; una farsa bien antigua.

Entonces saludé y me fui, si después de todo la movida de esos días proseguía en Europa por un lado y al sur del mapa, en el forzado encuentro de presidentes americanos en Mar del Plata, de Argentina, para institucionalizar un tratado comercial tendiente a facilitar las ventas norteamericanas sin comprar nada. El ALCA. Un modelo comercial made in USA defendido por el repudiado George Bush y el olvidadizo primer mandatario mexicano, Fox, un buen hombre algo fervoroso con la globalización, vale decir, por ignorar sus consecuencias, que realidades aparte se mandó a favor de la propuesta yanqui como si también entre tantas cifras ignorara que su propio país, - le recordamos, México- hoy es un territorio de emigrantes que fugan por miles hacia el norte para "disfrutar mejor las maravillas del capitalismo totalizador" que él publicita igual que si fuera una bebida refrescante. Defendiendo sin mucha sabiduría el ALCA se le zafó el reverencia por los yankis al presidente Fox, en tanto al fin de tanto esfuerzo por vivir en Estados Unidos los orgullosos mexicanos son humillados según cualquier pobre, a pura discriminación y servidumbre. Además abundaron en la convención marplatense otras diversiones consignistas y algo cholulas del presidente venezolano Chávez, que rozaron sin dañar el equilibrio casi metódico de Lula y el presidente Néstor Kirchner enel encuentro, más otras escenas faranduleras de ciertos pelotudos de cabotaje que se anotan en todas. Por esas horas creció el revuelo en calles de Francia, donde miles de inmigrantes mayormente negros provocaran tanto al ministro del Interior francés, de ascendiente polaco, que calificara a los africanos como "escoria de la periferia" más otros endilgues que en un contexto cultural para el consumo externo bastante contrario a esas expresiones, pasaron desapercibidas. Porque esos chispazos son propios del sistema en esas latitudes donde lo único lejano es el oriente, vaya uno a saber, y tantas veces ocurrieran verdaderas epopeyas santificadas y publicitadas a favor de la dignidad humana, como la revuelta estudiantil de 1968 con "la imaginación al poder" y algún otro acierto publicitario que obtuvo; ahí mismo, en el corazón de la Europa civilizada reventaba un motín presuntamente contra natura en cuanto multitudes de africanos hambrientos y maltratados por la cruenta y sistemática discriminación global, acosaron durante una semana con incendios a un millar de automóviles y ataques violentos a la propiedad privada, reclamando sencillamente acceder a las ventajas que promete el capitalismo. Y entre ellas, la ventaja de comer todos los días. En cuanto al parecer ese derecho humano y obligación de los mandantes de turno tampoco está establecido en Francia, un país que por lo visto profesa mucha Liberté, Fraternité pero minga (1) de Igualité, y vulnera así una condición imborrable de la especie como esa de comer para supervivir y aparearse por reproducirse. Esa pretensión inusitada de comer no se contempla ni en la Francia campeona de los derechos humanos ni en los otros dominadores del sistema, sectores ganadores en este juego de la globalización. Porque mientras esta inexplicable reiteración de la ley del más fuerte disfrazada de integración planetaria no inquieta al hedonismo de las minorías pudientes ni a las clases medias expertas en acomodarse al mandato, incesantemente produce inmigrantes revoltosos contra la esclavización y un método contestario que crecerá en violencia cada generación. Sucederá como sea, en Brasil los "despreciables" bajando de las favelas al centro de modo caótico pero no sanguinario, por ahora, a sacudir a los turistas desprevenidos y comerciantes tradicionales, según presenciamos el feriado del 15 de noviembre en Arpoador cerca de Ipanema. Una protesta al límite que en Buenos Aires y sin muchas interpretaciones ideológicas tradicionales, no ofrecen los piqueteros cortando la circulación del centro y provocando, apenas, el miedo de la clase media baja hacia arriba y obligando a refugiarse en los countries alejados a los sectores de alto rédito. Sin duda los piqueteros de Buenos Aires son un inmediato ejemplo de la inconsistencia del sistema: son definidos como una amenaza a la seguridad, tan pontificada, sin que ciertamente se cautericen sus sublevantes infecciones de miseria, y así discurre este engendro irreparable en términos de integración social para miles de millones de seres, a quienes en muchos casos la globalización negativa ya los derrumbó para siempre.

Así las cosas, ciertos observadores opinan que la globalización negativa ya cumplió su tarea y hoy la humanidad se enfrenta a un dilema de vida o muerte, y del lado contrario responden los optimistas neoliberales mientras siguen ganando mucha guita, y sostienen que esta fase el vacío "post globalización negativa" ya pasará y pronto viviremos el renacer económico para todos. Un absurdo propio del presidente Fox, en tanto si las fronteras ya fueron abiertas para los capitales, la información y las mercaderías, no puede quedar cerradas a la circulación de los seres humanos. Pero eso persiste porque no todos está perdido para los perpetuos ganadores de dinero: además de los negocios de cocaína, armas y otros sólo confesables ante un cura católico, resurge el negoción del tráfico de personas desde el hambre a la comida. Hoy mismo multitudes de hambrientos bolivianos cruzan hacia el sur de Brasil a través de Paraguay o de Argentina, pagando entre cinco a diez dólares de peaje por cada frontera que atraviesan, actividad gerenciada por las autoridades inmigratorias en cada país. La crisis actual es entre la vida y la muerte, se animan ya a vaticinar sociólogos como el polaco Zigmunt Bauman en su libro "Vidas Desperdiciadas", en cuanto la suma de las infames causas de terrorismo, - que no son las revueltas juveniles pero sí los concilios políticos para burlarse de la gente, según la región serrana de Río de Janeiro o los debates imbéciles sobre la sexualidad de las monjas- proseguirán alegremente. El terrorismo según vemos seguirá en el Poder asesinando miserables y bombardeando los barrios miserables de Irak o de Afganistán, (vean que notable, principal productor de amapola en el mundo invadido por Norteamérica) y no cesará mientras no lo quieran los traficantes de armas o cualquier otro pesado grupo del mismo Poder. O empiecen a igualarse las condiciones de intercambio entre los pobres y los ricos, en todo sentido.

Eduardo Pérsico, noviembre 22 del 2005.


Debate sobre las utopías aplicables

por Eduardo Pérsico

Si el conocimiento ha de seguir creciendo y nos encaminamos a que los seres humanos comprendan todo lo comprensible, nuestras teorías deben crecer con la suficiente rapidez para que ello resulte posible. David Deustch, La Estructura de la Realidad, 1999.-

Los cambios de la realidad y el apremio en darle un nuevo enfoque al conocimiento, - cómo utilizar la informática o qué hacer con los datos acumulados más los futuros inmediatos- van fogoneando el debate sobre el futuro en esta instancia de aceleración continua. En ciertos sectores quizá esa discusión se desarrolla con fervor, según la idea de David Deusrch de más arriba, porque la conciencia del cambio constante ha sido ineludible antes y ahora, y hoy no solamente entre los sectores que acceden a una mediana información sino en lo más alto del Poder, se reconoce la crisis del Estado o mejor dicho, del Estado Nación. El creciente cuestionamiento a la representación de los partidos políticos, - esa insultante ficción de la democracia es materia de los ámbitos ilustrados y el cotidiano desencanto de la gente común- y la otra tendencia descalificadora se dirige al sindicalismo que entregó desde sus banderas a las inquietudes transformadoras que lo alentaron en las primeros cinco o seis décadas del siglo veinte. Nadie duda del fracaso de la gestión sindical en el mundo, cuando el proletariado industrial fue siendo desplazado por la informatización de un modo tan cruento que viene produciendo desocupaciones con la consecuente desligación social de verdaderas multitudes de excluídos en el orden familiar y educativo. Por su parte, los sindicalistas y no solamente los multimillonarios burócratas de Argentina, prosiguen con sus neblinosas promesas en todos los congresos internacionales que avalan no sólo a las patronales de turno sino a todo el mecanismo expoliador. Esta retirada de los sindicalistas, acaso la más infame que hayan sufrido los asalariados en el siglo, es de verdad muy antipática de ventilar pero de ninguna manera reaccionaria, y en ese aspecto tan puntual que no debemos esquivar en el debate cabe preguntarse si es fácil que "la humanidad pueda comprender todo lo comprensible" si existen categorías intocables, y si las teorías para mejorar a la especie humana pueden ir en la dirección adecuada usando vehículos tan inseguros y antiguos.

La responsabilidad en la desocialización de al menos un tercio de la humanidad debe discutirse de modo impostergable, salvo que por alguna patología ideológica, partidaria o confesional creamos que este es el mejor mundo posible al que arribamos por el ejercicio algún precepto inmodificable, como sostienen las confesiones religiosas partícipes del Poder y tan difíciles para dialogar en una comprensión inteligente que sin ningún cataclismo inmediato, sea consciente de que este mundo al menos resulta preocupante para la especie humana.

Así que buscando razones para entender ciertos tópicos tan áridos como los devenires históricos, nuestra época indica el ocaso de muchas éticas sacramentales, según sucede en toda crisis, más la imposibidad de convenir con el Poder soluciones más o menos facileras de las desigualdades sociales. Y para simplificar pensemos si el creciente conocimiento técnico que presenciamos, espectacular y desmesurado, es compatible con los chicos que hurguetean los basureros en la madrugada para comer. Un espectáculo universal que para no alarmar a ningún venerado ser nacional, les decimos que ese paisaje de los pibes mendigando en la noche que versearan los tangueros del cuarenta, hoy puede verlo cualquiera: además de latinoamérica, las familias hurgando tachos de basura se exhiben también en las ciudades más rumbosas y hedonistas de este sistema económico intrínsicamente violento. Esa crueldad que se practica de modo impune contra los de abajo y se publicita alegremente como "el dinámico régimen capitalista de ascenso social", por siempre impuesto y sostenido bélicamente, está en terapia. Ya los Estados periféricos no sostienen ni remotamente el sentido comunitario de solidaridad que pregonan la decena de países desarrollados que entre ellos mismos, desgastan la lógica económica que anda bordeando el colapso desde cuando tantos se preguntan contra qué garantía se emiten ciertas monedas, digamos el dólar. Si fiduciario viene de fé y sin ello no hay símbolo monetario, la principal estrategia o falacia económica es un engendro irracional que se diluye ante la nueva realidad científicamente informatizada sin retorno. Pero a no olvidarse que al agotar su comedieta de lucha antiterrorista, el Poder inventará otros carriles milagreros o autoritarios sólo creíbles si declaramos a nuestras ideas "en estado de emergencia".

Para entender mejor el misterio y los tiempos veloces del cambio real, no sólo son cuestionables desde la filosofía heredada de los griegos a las teologías más caprichosas; hoy no existe quien deseche un descarnado debate de cualquier ideología ni concepción económica por entenderla definitiva. Con las nuevas tecnologías para la comunicación en todos los niveles, no solamente por especialidad sino interdisciplinario, se acabaron las verdades consagradas y sin los artilugios de la vieja usanza polémica, cualquier tendencia que se discuta debe ser factible de aplicación en mejorar las condiciones de la especie en conjunto. Utopías sí, las más románticas, pero aplicables porque este ciclo que nos atraviesa no desacomoda sólo la hegemonía de los ricos y explotadores que no habitan esclusivamene en Estados Unidos, también nos exige una respuesta ideológica desnuda y profunda a los fundamentos consagrados por un sistema de Poder que utiliza desde cualquier creencia mística hasta los límites geográficos y las nacionalidades en su exclusivo beneficio. Y mucha atención se deberán los sectores progresistas para no seguir polemizando los renglones escritos por Fulano y discutidos por Mengano en el "Libro de Cabecera" de tal tendencia, primero porque la discusión que crece no permite lucimientos oratorios ni es fácil de resolver, y luego, ojo: si hoy cada pibe muerto de hambre en el mundo es una derrota de Dios, también es culpa de todos.

Octubre 2005


De los territorios a las hambrunas y la entrepierna

por Eduardo Pérsico

Si atendemos a los diarios contando los estragos que se producen en España, principalmente en Melilla, por la incansable irrupción de los africanos a su territorio, se nos ocurre que poco se dice qué origina éste y el resto de los conflictos de nuestra historia cotidiana: el hambre. Algo que al menos la FAO, esa entidad internacional que estudia las cuestiones de la alimentación en el mundo, parece tener bien computado en octubre del 2005 al informar que la capacidad mundial en la producción de alimentos alcanzaría para alimentar bien a doce mil millones de habitantes, cuando en el planeta somos un tercio menos a esa cantidad. Un dato más que irónico, por decir algo suave, que nos recuerda a don Enrique Jardiel Poncela cuando pronunciara "hay dos sistemas para conseguir la felicidad; uno haciéndose el idiota, y el otro, siéndolo". Y esta certera calificación nos acerca al conflicto de las migraciones desde Africa que no son preocupación excluyente de los españoles sino de Europa en general, ya que los sectores más consumistas del continente europeo integran cierta uniformidad conceptual que le imponen el ritmo y en algún modo condiciones a las democracias sociales gobernantes con la típica exigencia de usar políticas más "valientes" ante la llegada de tantos africanos al territorio. Esa burguesía bienintenconada pero "envuelta en los armiños de su ignorancia y su fatuidad" – hemos leído alguna vez- recurre a lo jurídico invocando protocolos y compromisos como si esos papeles marcaran para siempre los destinos de la humanidad, cuando sin andar muy lejos la historia de la especie humana podría explicarse íntegramente a través de las migraciones por hambre. Sencillamente eso, tan recurrente no sólo a las eternas pretensiones jerárquicas de los españoles ante los africanos negros, sino para todas los grupos étnicos, raciales o políticos de Europa que debieron huir de sus sitios naturales acuciados por la hambruna. Y en América Latina bien conocemos esos traslados de ida y vuelta que sin llegar al antes de 1492, nuestra historia portuaria registra el aluvión de hambrientos llegados desde fines del siglo diecinueve hasta la mitad del siglo veinte. Los datos estadísticos serían abrumadores y elijo, en mi caso, la memoria personal: "esos vienen corridos por el hambre" era común en Buenos Aires a principios de siglo, - ver textos de ese tiempo- y fue frase repetida en mi barrio por los años que llegaba el peronismo en la Argentina, 1940/50. Antes de aquello, en 1889 arribaron a la Argentina mis abuelos paternos, italianos de la Basilicata miserable donde comían raíces, referían ellos, y por 1903 llegaron al Hotel de los Inmigrantes desde Irún o Hendaya, de por ahí pero entraron como franceses, mis abuelos maternos. Vascos hambreados en su lugar de origen, desilusionados y semianalfabetos como la mayoría de las multitudes que bajaron de los barcos al puerto de Buenos Aires. Y así las cosas, más los familiares de los familiares de los familiares que vinieron igual y por conocimiento visceral y directo nos releva de más explicaciones, nosotros los latinoamericnos o "sudacas" bien comprendemos que el hambre no perdona; y como el ser humano antes que nada es una especie, -perdón señoras- al igual que otros seres vivos tiene el mandato de alimentarse y aparearse. Eso es esencial, primordial, sustancial, inevitable o según se nos antoje anoticiar de esto a quienes recitan los compromisos estúpidos que se discuten estos días en la televisión europea. ¿De qué habla esa gente tan lejos de lo esencial? ¿No leyeron que sobraría comida para alimentar a la humanidad? Porque más cuerdo y hasta elegante sería ahorrarse los rostros patéticos ante las cámaras y cada tanto arriesgar alguna sensatez más acorde a esta altura de la historia, -que no es solitariamente la historia de los países ricos, industrializados y voraces de la riqueza ajena- y empezar a cuestionar algo, apenas, un poquito al menos, al sistema cerradamente capitalista y brutal que engendra legislaciones y compromisos de inalienables límites nacionales, tradiciones, colores de piel y otras fortuitas complicaciones. Porque volvamos a lo anterior, la historia de la humanidad puede explicarse por las guerras, las injusticias y las migraciones por hambre, con más facilidad que con tanta erudicción jurisprudencial, eso es muy fácil probarlo, pero si expulsamos del debate a quienes no entienden porque no han leído a Miguel de Cervantes o no vieron "Las Meninas" de Velázquez, es porque en lo sustantivo no buscan ninguna solución eficaz sino ponerle remiendos a la historia, cuando el hambre no tiene naconalidades, límites ni "culturas" que lo resuelvan. De pensar con más limpieza intelectual y menos xenofobia, racismos y taradeces que ningún país ni grupo del planeta puede enarbolar seriamente, la solución quedaría más cerca, todavía nos debemos tantas masacres que ocultamos, nos dijimos una noche en un bar de Ceuta tres o cuatro "sudacas" y unos entrañables españoles queriendo explicarnos la atrocidad soportada en América latina con el Plan Cóndor impuesto por los Estados Unidos usando el brazo asesino de los militares nativos. Y uno de ellos, el Fede Cozar, hincha del Rayo Vallecano, levantó su vaso, otra vez, y nos dijo "por ustedes y por nosotros, los españoles, que aún no explicamos porqué seguimos torturando a los toros". Y al menos, nos reímos.

En síntesis, el 5 de octubre del 2005 en Melilla siguieron los incidentes sangrientos por el "no te metas en mi casa sin mi permiso" que ocurre más seguido cada día no sólo ahí sino en el resto del mundo que come habitualmente, y desde aquí les mandamos una noticia, (nada inaugural): dejen de alegrarse cuando se hunde una patera porque desde el fondo inmortal de la historia, entre los europeos, asiáticos, americanos más lo blancos negros amarillos y multicolores fugadores del hambre, los hambrientos no solamente saltan los alambrados sino que también se pasan por la entrepierna, -en Buenos Aires, por el forro de las pelotas- toda disposición jurídica artificial a la condición esencial de la especie. Algo que nos remite otra vez a las dos variantes de la idiotez dichas por el inteligente y divertido Enrique Jardiel Poncela, y aconseja pensar en serio.

Septiembre 2005


El inevitable cambio de la justicia en Argentina

por Eduardo Pérsico

El ex juez de la Corte Suprema de Justicia Adolfo Roberto Vázquez intentó abrir una cuenta en un banco de Luxemburgo, con un primer depósito de un millón y medio de dólares pero la operación fue rechazada por sospecha de lavado de dinero originado en la corrupción política. Para abrir la cuenta el ex juez presentó un pasaporte español y suministró un domicilio en el Uruguay.
Tanto Vázquez cuanto sus ex colegas en la Corte Julio Nazareno, Eduardo Moliné O’Connor y Antonio Boggiano sostuvieron que el juicio político iniciado en su contra obedecía a una persecución política con motivaciones ideológicas. El intento de apertura de una cuenta nada menos que por un millón y medio de dólares ratifica que la mayoría automática no sólo protegió a los funcionarios corruptos del Poder Ejecutivo sino que participó en propio beneficio de aquellos años de festín. Página 12, 2 de octubre 2005)

(Este copete publicado en "Página 12" el domingo 2 de octubre del 2005, y que ilustra sobre lo medular de tantas calamidades que se cometen en el fuero judicial argentino, consolida nuestra opinión ya expresada dos meses atrás y nos permitimos transcribir)

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En los últimos meses, las excarcelaciones de la ingeniera María Julia Alsogaray, investigada en 49 causas penales en las que debe responder, y de Omar Chabán, "empresario de la noche" responsable de un local para representaciones rentadas donde murieron 193 personas, más la insólita libertad condicional otorgada a mediados de julio al fugitivo médico de la Policía Bonaerense, Nicolás Chain, (este prófugo, Chain, fue apresado dos días después de esta publicación) condenado a prisión perpetua en un juicio oral por el asesinato de su esposa, más las perlitas cotidianas de una sospechada administración de justicia, provocaron en el ánimo general un clima de broncosa indefensión. El caso del médico Chaín que rentara a un asesino para pasar a su mujer al otro verso, por tratarse de un ex funcionario policial tiene su propio registro en el imaginario popular, nada halagador, en tanto a la procesada Alsogaray se le atribuyen medio centenar de hechos que danmificaron al Estado Nacional; es decir, a nosotros. Por la tragedia en el galpón Cromagnon, Omar Chabán seguirá siendo un buen tiempo el frívolo responsable de una explotación comercial donde se violaron elementales reglas de seguridad, - en complicidad probada pese a los descargos mediáticos del mandatario responsable Aníbal Ibarra- con legisladores (o "legisladrones", según el humor porteño), encumbrados políticos, policías jerárquicos y hasta bomberos con arte en habilitar espectáculos de criminal nivel de riesgo. Y el resultado es conocido: una decena de chicos asfixiados en un baño entre los doscientos muertos no significó un agravante en la causa como tampoco que el nocturno empresario Chabán se fugara del lugar, un detalle que lo inculpa por más rebusque verbal que buscó calificar el hecho como "tragedia, no delito", según la innovativa categoría dogmática ensayada por su letrado defensor, Pedro D’Attoli. Ante semejante calamidad el responsable debía presentarse de inmediato en la comisaría más cercana, según haría cualquier ciudadano que se estimara inocente o al menos, conmovido ante semejante drama. Pero este inevitable enfoque es desdeñado en el dictamen al darle la libertad condicional al acusado Chabán con tecnicismos jurídicos que nos alejen del principal asunto: ¿quien es el damnificado y quién en principio, es el sospechado del delito? Y además, ¿qué actitud agotó el sospechoso para evitar que el delito existiera? Renglón bastante simple para cualquier instructor de la causa y más aún a los notorios en administrar justicia ante un asunto de tanta resonancia pública.

Igualdad ante la Ley

Las manifestaciones ante el edificio de Tribunales y la reacción violenta tras la polémica excarcelación de Chabán cuestionaban, medularmente, el concepto de Igualdad ante la Ley, una norma rectora indiscutible ya no solamente como principio de organización republicana sino como cimiento de la misma civilización. Porque pese a los retrasos jurisprudenciales de los "liberales solamente para la economía", que acusan de "Garantistas" a los jueces que no adhieren la prisión preventiva indiscriminada, - despreciados desde el privilegio con el mismo énfasis usado contra el pobrerío piquetero- la gente común cada día verbaliza ese sentimiento inscripto en el Martín Fierro: "hacete amigo del Juez, no le des de qué quejarse". Un indudable sentir popular de raíz nutrida cada día por las resoluciones que parecieran dictadas con ánimo de humillar a los desprotegidos, porque si María Julia Alsogaray con su encomiable perfomance judicial que cuenta en su haber con una sentencia condenatoria firme, tres causas para juicio oral más otra cuarentena de procesos en trámite está en libertad, ¿cómo explican de manera cohcerente esos "liberales sólo en economía" pontificadores de la seguridad y mano dura, que en la Provincia de Buenos Aires el 70% de los presos no tienen condena y están con prisión preventiva ordenada por los mismos jueces garantistas que los encarcelan por delitos cuyo daño material es una millonésima parte del apropiado por la ingeniera Alsogaray del patrimonio público? Digamos de todos, y para engordar más todavía la bronca popular, la múltiple funcionaria del gobierno del antiguo presidente peronista Carlos Menem vive hoy en un inmueble millonario comoprado con la misma guita malhabida que falta en mantener la salud y la educación de la comunidad, por mencionar las falencis más inmediatas y menos ocurrentes. Así que no tan al margen, reiteramos que la Prisión Preventiva se justifica ante la existencia de peligro de fuga y el entorpecimiento de la investigación que pueda provocar el imputado en libertad, un matiz que nos habilita a ironizar que un miserable más bien morocho y habitante de cualquier Villa Miseria no se rajaría al Caribe por falta de "contactos importantes" ni "capacidad operativa para entorpecer la investigación", sino porque le gusta pertenecer a esa clase infrahumana que habita la miseria mierdosa de los penales. Donde por la celeridad posible del proceso el acusado debe esperar de tres a cuatro años para el juicio sin derecho a preguntarse por qué él debe compartir una celda de dos por dos con otros cinco presos, mientras los acusados de quedarse con los bienes de todos son condenados a una quinta con pileta de natación y festicholas insultantes.

El tan olvidado Principio de Proporcionalidad

Las medidas cautelares, como la prisión preventiva, o la fijación de una contracautela, - una fianza, por ejemplo- deben guardar relación con el daño provocado, la expectativa de pena y aún con la capacidad contributiva del procesado. Pero con nuestra ley penal, que acentúa la mirada en los detalles, ¿qué cuantificación se realiza cuando el robo de un reloj permite la pena de seis años, la misma aplicable a una estafa millonaria? Si se mantuviera en estos casos el mismo principio "guardar relación con el daño provocado" sería lógico aumentar las penas sobre los delitos cometidos por la clase media ilustrada, tan animosa siempre para diseñar malversaciones y desfalcos millonarios contra la administración pública, empresa que a ningún villero desprotegido se le ocurriría intentar. Y esto se explica en parte porque el actual Código Penal fue dictado en 1921, en plena agitación anarquista, y el mismo exhuda el sentimiento y los conceptos éticos y morales de las clases dominantes. Aunque sea innegable que ese mismo Código Penal fue un avance del pensamiento filosófico liberal ya que organizó a favor de la convivencia general muchísima legislación dispersa y al fin tipificó las conductas antijurídicas en un sólo compendio, creando
certeza de las conductas prohibidas y restringiendo la discrecionalidad del poder. Un avance valiosísimo ultrajado por centenares de cambios posteriores que resultaron verdaderos asaltos a la iguldad ante la ley, generados por los grupos del poder económico para alterar el equilibrio del Código inicial, hipertrofiando la punición sobre los delitos de las clases bajas y contaminando el Derecho Penal de una concepción monetaria perversamente clasista que desnaturaliza y desvía de lo esencial.

Si no fuera por estas picardías judiciales, los humoristas brasileros que acuñaron el "blanco que corre, Atleta; negro que corre, Ladrón", y los españoles el cínico "justicia penal a los pobres y justicia civil a nosotros los decentes que ajustamos cada diferencia con un decreto de nuestros empleados", se quedarían sin libreto.

Por cierto pueden preocupar al Poder aprovechador de la impunidad las revulsivas marchas contra algunos "amigos del Juez" que despertaron al fin, como objetivo no buscado, debatir en la Argentina la administración de justicia en lo más profundo. Se avecina un debate desde la forma al fondo, que no debería encomendarse a los tenaces defensores del que todo siga igual, - léase corporación leguleya- ni a los cuestionadores ocasionales del Garantismo que ni palabra dijeron al ser liberada la Alsogaray y otras reas del mismo escalón social. Como también guardaron religioso y cómplice silencio ante los graciosos arbitrios de aquella Corte Suprema de Justicia de los años noventa, integrada por unos artefactos de la corrupción serviciales al presidente peronista Carlos Menem, abogado sospechado de insertar a la Argentina en el Mejor de los Mundos gracias a lo abrevado en los escritos de un tal Sócrates...

Así las cosas y dejando aparte la tilinguería patotera de los censores de la seguridad pública cuando los afecta a ellos, la reforma judicial ha de ser responsabilidad de la comunidad sin engendros del proselitismo político, y con el pensamiento trascendente capaz de reformular el andamiaje y la estructura jurídica de la Nación. Nada menos que eso, una tarea dificultosa que el Poder no entregará graciosamente y deberá pelearse el renglón de cada artículo.


Septiembre del 55 y un fin de semana largo

por Eduardo Pérsico

De pronto a mi gato Fidel lo sobresalta el revoloteo de una mariposa y al verlo creo que a estos bichos los perjudica el homenaje que desmesuraron algunos: para Charles Baudelaire los gatos eran bellos por su voluptuosidad, Víctor Hugo dijo que Dios creó al gato para dar al hombre la dicha de acariciar un tigre, algo que tanto repetía Borges, y a mí apenas se me ocurre pedirle a Fidel que no se humille ante esa mariposa invicta, dueña de encender la primavera cuando quiere, y me ayude a saber que sucedió por esos días de 1955. "Algo previsible", Fidel, si después del bombardeo a la Plaza de Mayo los del gobierno pasaron tres meses tapando la realidad con un poncho cuando se olfateaba el reventón de un gran quilombo; se adormecía el litigio con discursos opacos, el poder inmanejable revivía rencores de peronistas y contreras y hasta los charladores de fútbol a toda hora, entraban a debatir cosas de trasfondo inexpresable. Y ese viernes 16 de setiembre me crucé con Luisito, un biólogo de YPF que vivía al lado del inquilinato, "¿escuchaste la radio, pibe?", y me guiñó de unos militares alzados en Córdoba aflojando cada palabra como un conspirador de cine. Que Luisito me confiara así confortó mis veinte años y al llegar a la oficina yo sabía más que el usual "hay que comprar harina y fideos para una semana". Eso sí, no sé a qué hora nos fuimos pero conocí el departamento de la señorita Colman, que vivía sola y tenía un gato...

El día resultó muy largo, al oscurecer no hubo más ómnibus y yo disfruté volver percibiendo mejor el crecer de las luces en la avenida y ese momento sin nadie alrededor; sólo el mágico adentro mío y el mundo que cambiaba para siempre. Por supuesto, Fidel, esa fue otra historia si al anochecer la Radio del Estado transmitiendo en cadena no decía "golpe militar", menos acertaba con la música y lo mismo que tres meses atrás ligamos Radio Colonia de Uruguay para saber los nombres de los milicos en el despelote rebelde, - Videla Balaguer, Lonardi y algún otro- y al anochecer el gobierno agregó un renglón al rimero de patrióticas boludeces: "estamos barriendo Córdoba". Histórico, Fidel; igual el sábado debíamos jugar contra los de Glew y ese mediodía nos juntamos en casa de los Aguilar, - el Cacho era defensor y el Tato wing izquierdo- que eran del barrio hacía poco y el padre, un retacón con aire campechano, nos apuró "hay que tener las bolas bien puestas y defender a Perón". Los hijos lo miraron esperando "por cada uno de los nuestros caerán cinco de ellos", que dijera Perón un tiempo antes en la Plaza, pero don Aguilar siguió "los oligarcas le tienen terror a las milicias obreras" y Cacho, el mayor, le pidió el bolsón con las camisetas y que no jodiera con la política. Ese mediodía oímos "milicias" por primera vez y al irnos sin bullicio el Cacho comentó "¿milicias obreras? Perón está en pedo". Pobre Cacho, Fidel, después te digo...

Bueno, fuimos a Glew; con poca gente alrededor de la cancha aunque fuera para insultarnos y los contrarios sin ganas, nos aburrimos y en el descanso alguien nos pidió "muchachos, empatamos así que sigamos solo treinta minutos". Y ni eso, en ese clima amargo se disculparon por faltar agua caliente y nos volvimos sin bañar.

Esa noche llovió, repetían "estamos barriendo Córdoba" y cuando Radio Colonia anunció otro levantamiento en Corrientes, agregó algo de la flota naval a cargo de un almirante Rojas y supimos que el asunto venía serio. Igual volvieron los cartones de lotería, el póker y las ruletas ocultas como cuando muriera Evita, y el domingo nos enteramos del Tito, un muchacho del otro barrio que el sábado 17 de setiembre de 1955 salió de su casa pensando en darle meta y dale con su minita en un paredón por la plaza Irlanda, y el muchacho no había vuelto. La lluvia estaría al caer, la piba llegaba de un edificio de la avenida Gaona con un abrigo largo y desnudita abajo porque la función empezaba al llegar; guachita que le nombraba temas de Bing Crosby al chabón que viajaba del barrio para trincar en lo oscuro contra el paredón del colegio religioso, mientras Buenos Aires era una desolación húmeda y un locutor entusiasta seguía barriendo Córdoba. Fidel, esa noche la lluvia entraba y salía a voluntad de la ciudad vacía y el Tito viajó hasta la plaza Irlanda a izarle la ropa a su noviecita, dos tipos con impermeable y bigote afilado lo vieron y lo apretaron feo, ni un alfiler tenía el Tito que no supo decir qué hacía en el barrio de Flores y lo bajaron de un escopetazo. Fidel, tengo derecho a suponer que los tipos de impermeable verde se persignaron al irse caminando por Gaona y en la puerta del Policlínico Bancario uno encendió un cigarrilloY sí, ellos vendrían confundidos con algún comunicado o calientes por algo y en cumplimiento de su deber bajaron a un pendejo jamás visto, aunque al otro día, Fidel, por el barrio brotaron imaginaciones donde el Tito tenía los bolsillos llenos de balas y bombas hechas en la casa, "miren al mosquita muerta", habrá dicho mi vieja, ya que por setiembre del ’55 vimos tipos armados por la vereda y semejante ostentación de pólvora y calibre no la sabíamos...

Te digo, Fidel; el lunes Perón subió a una cañonera y luego de Paraguay conocimos el nombre de otros sitios al recibirlo, y Líder de los Trabajadores, Tirano Prófugo y otra decena de apodos, el tipo anduvo dieciocho años sin ver el Obelisco. Entre olvidos, nulos retornos del avión negro, emisarios ida y vuelta " ¿a vos quién te paga el viaje?", grabaciones inciertas y un mercadeo de leales y enemigos abrazados al fin en aeropuertos y salones, esa exhibición jamás incluyó al pibe Tito ni al "pobre Cacho". ¿No te conté Fidel? Con el Cacho nos volvimos de Glew charlando en el tren, - mi memoria retiene aquella foto sepia- y hablamos de su viejo, don Aguilar, que era así porque había sido cabo de la cana en Ayacucho, y además que él pensaba diferente y prefería no meterse. En nada, me repitió, aunque por 1970 unos de la Triple Anticomunista lo levantaron de los pelos y lo ametrallaron por zurdo subversivo, más o menos como al Tito. Y por favor, dejá de perseguir esa mariposa, Fidel.

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El "nuevo" Orden Mundial: "el mejor negocio de los ricos es una pelea entre los pobres"

por Eduardo Pérsico

El nuevo orden mundial y la tesis del sacerdote Michel Schooyans

"El mejor negocio de los ricos es una pelea entre los pobres". (Nadie Muere de Amor en Disneylandia).

El sacerdote belga Michel Schooyans, filósofo y profesor de sociología en la Universidad Católica de Lovaina, vecina a Bruselas, investigó el crecimiento poblacional en el mundo y el aprovechamiento que de ese fenómeno proyectan los sectores más audaces del Poder. Y analizando el nuevo orden mundial y la seguridad demográfica, el autor cuestiona la intención imperial de organizar la humanidad al servicio de los intereses de Los Que Mandan, recordando que la primera articulación política seria en ese sentido fue la Michel Schooyans

Doctrina de la Seguridad Nacional más la difusión en los sectores del establishment norteamericano y europeo de los escritos de Zbigniew Brzezinsky, un especialista que tanto influyera con sus ideas en la ’Comisión Trilateral’ y su visión del mundo subordinada a las decisiones de Europa Occidental, Estados Unidos y Japón para detener el poderío del Tercer Mundo ante los países industrializados. En algunos casos, ese conjunto de subdesarrollados fuertes productores de petróleo empezaban a incidir sobre las decisiones globales de la economía mundial, -de ahí la crisis petrolera de 1973- y generó en los grandes capitales financieros la certeza de que los países miserables pero productores de materias primas indispensables, al fin impondrían mejores condiciones a los países ricos. Por entonces cada día las economías se interrelacionaban y aquello sumado a la imparable expansión demográfica del Tercer Mundo justificaba erosionar y quebrar ese clima preocupante con enfrentamientos artificiales. Porque ’el mejor negocio de los ricos es una pelea entre los pobres’ y ante la certeza de que la seguridad imperial era más que nunca dependiente de esos factores, el mesianismo capitalista desplegó su actuación en varios frentes y el Cono Sur de América Latina, por ejemplo, pagó primero con la implantación de sangrientos gobiernos militares y luego por sus consecuentes seguidores, decimos nosotros. En tanto, Schooyans apunta que por ese tiempo en el conjunto económico creció la incidencia de las empresas multinacionales instaladas fuera de sus países originarios, y semejante expansión propia a un sistema global de dominación desarrolló sus perpetuas presiones con ’amenazas de traslado de fábricas en el caso que sean exorbitantes los reclamos de los trabajadores locales’. El mecanismo de chantaje más difundido y efectivo en los países poco industrializados y dependientes, en cuanto la globalización económica organiza la competencia entre los trabajadores; al mismo tiempo que controla una lucha que deja de ser empresaria, la pugna se libra entre los mismos asalariados por desigualdades en la retribución. En este caso, veamos como hoy gravitan las llamadas ’asimetrías salariales’ entre los países del Mercosur; en especial Argentina y Brasil, que dificultan la consolidación de un bloque económico productivo y estable.

Nos recuerda Michel Schooyans que el nuevo frente común de los países ricos llamado a controlar el funcionamiento del mundo en general, está liderado por EEUU con la asociación de Europa Occidental y Japón, - un frente que hoy es más conflictivo entre sí que hace un par de años- bajo la premisa de frenar el crecimiento y la capacidad de producción de los países y ’practicar el maltusianismo económico para proteger el entorno natural amenazado por la contaminación’, otra gigantesca falacia que fuera enunciada en 1972 desde el Informe Meadows por encargo del grupo Rockefeller. Esta estrategia de justificar el menor crecimiento en los países más necesitados pareció diluirse y por designio del mesianismo imperial reflota como una condición sustancial para la supervivencia, una intención de control planetario ejercida por los difusores del capitalismo y que ni dejaría afuera a centros de alto crecimiento, como China’, cuya política de control demográfico alguna vez fuera apoyada por los norteamericanos y europeos temerosos del peligro amarillo. Con esos parámetros, donde los países ricos necesitan los recursos de los países pobres, estos últimos son forzados a un programa global que perpetúe los antiguos sistemas de explotación, con el menor desarrollo tecnológico posible, bajo duro control y sin desechar el traslado de las industrias que resulten contaminantes para las regiones desarrolladas. No son giles los muchachos.

Y acaso al margen pero no mucho, en estos días del 2005 argentinos y uruguayos lastiman su excelente relación histórica por la instalación en el margen oriental del río Uruguay, -sin ningún informe previo de estudio ambiental- de unas plantas de celulosa pertenecientes a la finlandesa Botnia y la española Enae, firmas de capital estatal en ambos casos, en cuanto ’toda producción perjudicial debe instalarse lejos’ de los países centrales. Y en línea con la tendencia del capitalismo actual; el más imbécil posible; recordemos que Samuel P. Huntington, Profesor Chairman en Harvard y autor del ’Choque de las Civilizaciones’, elevó un informe a la Comisión Trilateral diciendo ’hemos tenido que reconocer que existen límites potencialmente deseables para el crecimiento económico, como existen límites para la extensión de la democacia política’; opinión que nos releva ante cualquier primate que influya en Los Que Mandan con ideas acaparadoras y recesivas.

Ahora bien, acierta el sacerdote belga Michel Schooyans al analizar esta ’formulación de alcance mundial del nuevo mesianismo norteamericano’, al decir ’el productor del mensaje ideológico capitalista está oculto’, o al agregar que si ese discurso ’se pusiera de manifiesto al igual que las pretensiones científicas con que se reviste, aparecería como verdaderamente es: un engaño’. Más allá sugiere que ’las mujeres que se hacen abortar son programadas por quienes pretenden su alienación’, y que este plan hegemónico ’engendra el sometimiento a la propia sumisión’, opinión punzante como al decir ’hasta el presente, nos encontramos ante la más peligrosa ideología imperialista y totalitaria que ha conocido el mundo’. Pero eso sí, monsieur Schooyans, confesamos que estas intenciones capitalistas en muchos sentidos no son ’nuevas y originales’, y menos en procurarse el apoyo de ’las naciones ricas sino también de las clases ricas de los países pobres’. ¿Cuándo fue diferente? Por aquí bien conocemos esa constante: a los ricos los pobres le resultan una potencial amenaza, un peligro, y así como el dinero no tiene nacionalidad ni valor ético, los poderosos universales integran una cofradía sagrada que por convicción y sistema impiden el despegue de los pobres en el lugar que sea. Esta interpretación sobre la seguridad global de las clases altas para enfrentar a los miserables parece exhibida aquí como un descubrimiento, cuando cualquier observador avisado de un país periférico siente que los medios de ordenamiento político jamás permitieron, ni por casualidad, que algún país o sociedad funcionara a favor del interés de los sectores bajos. ’El imperio que está construyéndose es un imperio de clase que emana del consenso establecido por encima de las fronteras, por la internacional de la riqueza’, luego mejora su enfoque Schooyans y hasta ironiza que la seguridad fue siempre global y a gusto de los ’millonarios del mundo, uníos’, acierto que le permite ’descubrir’ que las subvenciones a la investigación y los emprendimientos científicos que se otorgan a los subdesarrollados se subordinan siempre al interés de las minorías selectas. Y eso acontece sin identificación regional ni barrial, agregamos, en cuanto desde hace décadas existen programas ecológicos financiados al servicio de empresas privadas, usando las razones de universidades norteamericanas tras el mismo discurso mendaz de sacralizar el neoliberalismo de la Chicago University, estrategia financiada por los carteles petroleros y la banca Rockefeller.

Una conducente exposición del profesor de la Universidad de Lovaina nutrida de innumerables referencias bibliográficas, para reiterar que el imperio capitalista pretende quedarse con todas las cartas y su patología institucional no trasciende sólo fronteras sino módulos de vida y ancestros culturales. Y aunque al sur del mapa sepamos que ese emprendimiento totalitario no es una primicia en cuanto volver a la esclavitud absoluta está en la naturaleza del sistema, - sus corporaciones básicas ni lo desmienten- lo mismo se trata de un valioso estudio y calificación que hiciera el sacerdote Michel Schooyans del imperialismo y sus confesas intenciones.

Sábado 27 de agosto del 2005.

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