Eduardo Pérsico
Narrador y ensayista, publicó cuentos, seis novelas, "Lunfardo en el Tango y la Poética Popular y algún poemario. Nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.

 

      
 

La particular mirada del clero a la realidad

Por Eduardo Pérsico

En las apariciones del papa en la última Semana Santa hubo alguna contradicción, en cuanto quienes interpretan cada palabra del máximo exponente de la Iglesia Católica no hallaron ni un renglón de arrepentimiento por los asuntos de pedofilia y violación de menores . La corporación católica tan influyente en la política y economía mundial, igual que otras sectas místicas o confesionales de menor peso, demuestran su propio sustento postergando a voluntad o elección, (ad libitum), aquello que contradiga su designio, y así las cosas, el domingo 4 de abril del 2010 de nuevo cardenales, obispos y adherentes católicos siguieron embrollando el inevitable blanqueo de tantos varones con sotana, tan entusiasmados con eso de practicar sexo con lo que venga. Una afición poco apreciable si se considera que toda agresión a otra persona en cualquier país jurídicamente organizado, es pasible de un castigo penal; hecho también punible si lo comete un fraile de cualquier jerarquía. Esa perversión por siempre delictual fue metódicamente negado por los católicos en todas las instancias, hasta cuando la ‘indisciplina’ se conociera con fecha, hora y lugar del hecho en un informe policial. Ante el cúmulo de encartados en las ‘naturales aberraciones’, - alguien pontificó así y nos sonreímos- el cardenal Sodano luego de dialogar con el papa Ratzinger desenfundó una sentencia que quizá le festejarán los hermeneutas vaticanos por un largo tiempo: ‘nuestros fieles no se dejan impresionar por las murmuraciones’. ¿Murmuraciones, qué tal? El cardenal Sodano pronunció lo mismo que cualquier futbolero argentino al perder su equipo: ‘andá a quejarte a la iglesia, gil’, sacudiendo una didáctica broma a esos ‘fieles que no se dejan impresionar por calumnias y chimentos’. Y bueno.

Dejando ciertas irreverencias con la verdad, histórica y cotidiana, al unir las religiones su destino al oro, la sociedad con los reinados se hizo manual de texto cuando los Reyes Católicos de España emprendieron la conquista de América. Entonces ahí, a puro atropello, matanzas y cruces ensangrentadas en esos territorios, los europeos empujados por el hambre, - causa definitiva en las migraciones del hombre- acometieron contra sus habitantes nativos ante la mirada católica y piadosa de los curas que por allí anduvieron. No pocos naturales murieron en los brutales trabajos forzados impuestos tantos por españoles como portugueses, y no existe ninguna malversación libresca que cambie semejante realidad. El negocio era cargarse la mayor cantidad de oro hacia Europa, y no jodamos, al desaparecer la economía agrícola en las Antillas la extinción de su población resultó casi absoluta. Pero sin embargo no hubo ni una acción significante de los religiosos contra tanta crueldad, en cuanto aquellos europeos consideraban inferior a todo lo diferente. Y por aquí alguien hoy diría, como ahora.

Esta persistencia en disfrazar quienes son y qué pretenden las corporaciones religiosas no es circunstancial ni de coyuntura; es estructural. El privilegio y la impunidad inherentes al Poder están en su naturaleza, y bien ancladas en los cimientos de la superstición y de la fé. Para fundamentar eso basta con ver las actitudes contra los gobiernos constitucionales que acontecieran y suceden en la Argentina, donde la jerarquía católica se consolidó como un partido político más de la derecha económica y política. Eso sí, bien trenzada a las corporaciones mediáticas ‘tan inocentes’ del Proceso Militar que desapareció a miles, y vendiera chicos en complicidad con jueces aún vigentes y de arrodillarse en el confesionario. Pero los religiosos, tan diestros en su tarea, piadosamente ya hablan de la inequidad que soporta un tercio de la especie humana y hasta se largan a discursear sobre la pobreza, algo políticamente tentador. Entonces y dejando de ahondar en la falencia ética de tantos místicos irrecuperables, sepamos a cambio qué pretenden en verdad: cuál es su proyecto contra la creciente hambruna de la especie humana; qué plan, pensamiento o como lo bauticen pergeñan sin invocaciones al Supremo o contra los herejes del cataclismo final. Pensamos que ese libreto se agotó y es hora de abrumar al mundo con cifras o enunciados novedosos; por favor, la humanidad aguarda al menos una opinión o gesto de las multimillonarias corporaciones religiosas que resulte factible de concretarse. En principio, que comamos todos es la única verdad y no es negociable, entonces con algún proyecto de los aspirantes al cielo eterno evitemos que cada cinco segundos se muera un pibe de hambre en el mundo, como hoy. Y si ciertamente los católicos le propusieran a la especie humana algo serio y posible, no pocos recuperarían la creencia; digamos, es un decir… Pero de proseguir parlando banalidades sin riesgo económico, intelectual ni conceptual y seguir sermoneando cómo ganar el reino divino, en el planeta seguirán perdiendo clientela y la propiedad espiritual del hombre. Eso que viene aconteciendo aunque nadie repita ‘la religión es el opio de los pueblos’. (Y calma que no transcribiré la docena de nombres alemanes impronunciables, esos que sentenciaran lo mismo antes que Carlos Marx lo escribiera por 1844). (4/2010)

Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina


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Renovada barbarie contra las inmigraciones

Por Eduardo Pérsico.

Siempre la tarea literaria incide en el pensamiento colectivo; de perfil o con artilugios verbales distante de la realidad que comenta, igual todo escriba aporta a la tarea de historiadores y sociólogos. En un contexto de ficción es fiable navegar por la nostalgia del amor ausente o la comarca lejana en nuestro exilio, y eso que tantas veces pareciera tan ficticio como un sueño, igual nunca es una mentira. Como tampoco son las perpetuas inmigraciones por hambre de tantas multitudes exigidas a cambiar su lugar en el mundo. Mucho se ha novelado que lejos del terruño toda alienación se contamina y se profundizan hábitos que quizá nunca antes fueron ejercitados; y esa tal vez sea una de las ‘grandes molestias’ que las sociedades estables soportan con las inmigraciones. Qué vamos, ¿cómo ese tipo anda aquí con esa ropa colorinche?

La humanidad se entrama y reconoce gracias a que cada palabra arrastra su propia memoria, pero entre sus dirigentes es común no aceptar pertenecer a nuestra especie y sectariamente actúan según etnia, categoría social o condición económica. Más demás causas tan banales como esas ante la inevitable condición de hombre, que igual a cualquier ejemplar de otras especies conocidas, si no come se muere y sin aparearse se extingue; dos categóricas certezas que ningún personaje xenófobo del primer o último mundo puede ignorar. Igualmente y desinformados de todo eso, muchos líderes de los países centrales, europeos o no, se agrandan ante sus seguidores aplicando sesgadas miradas a esa realidad, entreverando frases y argumentos tribales en el rechazo a los congéneres que ‘invaden’ su lugar. Con el palabrerío patriótico infaltable en cada arenga, los funcionarios políticos más destacado sirven al elitismo económico más cruel en cualquier geografía, a pesar que no pocas veces el mismo Poder los considera un servicio doméstico.

La historia humana bien podría explicarse por sus constantes migraciones; masas de seres vagaron por territorios desconocidos huyendo del hambre final. Esa inequívoca imbecilidad que padece un tercio de la humanidad debería escandalizarnos ‘por la continuidad de la especie’, por mucho que suene presuntuoso. Y vale comentar que un pueblo como el español, ante el decaído bienestar de sus últimos años exige aplicar políticas de Retorno Voluntario a unos cinco millones de nuevos residentes en el país, llegados por la ilusión siempre transitoria del bienestar definitivo. En cualquier pueblo esa actitud puede desbarrancar en una riesgosa xenofobia más explícita que la habitual, algo que registró una reciente encuesta entre miles de españoles donde más del setenta por ciento reclamaron una legislación perentoria y más severa con los inmigrantes. Sin notarlo, una toma de partido que sin advertirlo los reubica en el franquismo más espeluznante que hayan vivido. Eso visto desde lejos aunque mejor apreciado el asunto, esa tendencia al rechazo ya resulta una infatuación desmemoriada - o al menos amnésica- de los desembarcos de europeos en América. Principalmente en área latina, donde tantos italianos y españoles, que en Buenos Aires por 1910 sumaban dos extranjeros por cada nativo, solían bromear en las comilonas a las que tuvieron acceso ‘acá no vinimos a civilizar sino a comer’. Textual.

No pocos traslados a veces generacionales explicarían las pérdidas culturales y las asimilaciones más ocurrentes, pero es agobiante esta ‘contradicción’ de la actualidad que los políticos transfieren al gentío principalmente en los países centrales. De presidentes o primeros ministros hacia abajo los personeros del Poder en las naciones más favorecidas por el reparto de bienes, - no siempre lícitos ni bien habidos- exhiben mapas, dan cursos de cooperación y construyen muros inviolables en busca de ‘soberanías culturales’ que si no eliminan el hambre no sirven de nada. Sobran personajes de la primera línea política desmesurados, o donjuanes chaplinescos, discurseando planes que al otro día rectifican amenazando con naufragar a todos los indocumentados, por ejemplo, o tipos que gobiernan agitando temores y desprecio contra los inmigrantes por atrapar a la clientela política de mejor nivel. Al mismo ritmo la trama de los países ganadores a pura fuerza bruta, operan intrigas y atentados para impedir la llegada de nuevos invitados a la mesa y proseguir una dominación en la que además de muros, misiles y campamentos de refugio, el Poder acciona dioses, demonios y supersticiones con sus ‘fabricantes de opinión’, según nos advirtiera Vance Packard hace unas décadas. Allí están sus monopolios informáticos de televisoras y medios impresos, indicando cómo y qué pensar para temer y despreciar a lo diferente; bárbaro puntal de la supervivencia del Poder planetario.

Los desplazamientos del gentío hacia Europa llegan desde lejos o de algún vecino a los Estados Unidos, pero renacen al mismo tiempo crecen las multitudes que reclaman su lugar en el propio país, ‘Esos imprevistos intrusos’ que le crean arduos dilemas a una dirigencia de fórmulas perimidas. A estos enviones de la humanidad nadie los detendrá a discurso o trampa jurídica. No existen el retorno ni el olvido, ‘siempre el hambre nos conduce y explica, atraviesa montañas, facilita los mares’.

Entonces, en cuanto a nuestra especie comer le resulta tan natural y divertido como aparearse, si los financieros rabinos papas y ayatolas saben que así el mundo sigue andando, Gardel dixit, literariamente les decimos que nos dejen de joder.

3/2010

Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina


La imbecilidad nunca será operable

Por Eduardo Pérsico*

En América Latina no parece casual el trato que los medios de comunicación le aplican a cada gobierno que contradice su interés. No es novedad que al menos los grandes diarios y cadenas televisivas se vinculan económicamente con algún monopolio de la información y así son los resultados: no entrelinean ni un renglón de la instalación de bases norteamericanas en Colombia, el presidente de Bolivia es ‘el indio Morales’, el de Venezuela es el ‘dictador’ Chávez, cada funcionarios brasilero o argentino es ‘polémico’ y ese ignoto fulano que derrocó al gobierno constitucional de su país, es santificado como ‘el presidente de Honduras en ejercicio’. Y hasta ahí sus calificaciones, sin mucho desgaste, de quienes últimamente se pavonean y exhiben en las cámaras por estos pagos sudamericanos.

En principio, la primera víctima ha sido la objetividad de los medios, que deambula herida de muerte por cuanta empresa difusora que fabrica impúdicamente su versión interesada en cada asunto. Esto que por siempre fuera menos estridente pero nunca novedosa, hoy denota una parcialidad que antes luciera menos ofensiva, menor y hasta diluida, que por esta década ha tomado impulsos de comedieta barata. Sin hurguetear mucho en lo internacional, los dudosos atentados a las torres gemelas, las esquivas armas químicas atesoradas en Irak más los improbables atacantes suicidas en aviones y trenes, aunque tuvieran poco recorrido en los millares de ‘flashes informativos’ contaron con inusitados despliegues mundiales de papel y pantalla que los tornaron hasta hechos indiscutibles. Porque tan constante palabrerío efímero y borroso sin duda obtuvo sus cinco minutos de celebridad, así como hoy nos ilustra la falacia de este estilo de información corporativa la intervención ‘del especialista en economía’ en cada noticioso de televisión, un acopiador de números que intenta modelar las volteretas explicativas del Poder financiero ante el tembladeral que ellos mismos provocaron. Un negocio que al pasar los del Poder también aprovecharon en todo el espectro, incluyendo las quiebras y desapariciones de empresas estimadas incorruptibles y eternas dentro del sistema. Pero como todo cambia y hubo situaciones despreciadas por la venalidad informativa, dicen que igual la economía real aguardaría sólo un pequeño empujón para esta caída, que no pocos entienden como indefectible y a corto plazo. Y otros, tal vez más precavidos y menos pesimistas, hablan de aterrizajes controlados y sin finales de cataclismo bíblico. Quién sabe…

De todas maneras muchos vaticinan que la movilidad social y el relevo de los poderes mandantes ya es inevitable, y ante semejante cambio sería bueno ver qué aspecto asumirán los mediocres servidores de la fabricación de opinión, al fin empleados del grupo mandante y nada más. Porque entre nosotros, latinoamericanos, ha proliferado cierto periodismo que pocos años atrás sería vergonzante para el dicente y para el receptor, y hoy mismo no pocos se avergüenzan oyendo a la CNN y los informes de escribas latinoamericanos desde Miami. Con sus sonrientes editoriales que exhiben una reverencia tan genuflexa con el amo del norte que sin agregar níngún concepto de valor, nos afirma que la apreciada profesión periodística en América Latina está infectada por muchísimos temerarios ajenos al quehacer. Y que además la juegan de intelectuales estos audaces, algo evidente en los editoriales de los diarios tradicionales de los domingos en Argentina: allí escriben y denostan todos juntos a la vez y a un solo efecto…

Sugestivamente surgió un gentío recién venido que incursiona en la tarea de analizar, calificar y difundir información, nunca como ahora gente sin el mínimo exigible a todo emisor para ser conceptual, ameno y si lo consigue, creíble. Hoy esa condición no exigiría más que ciertas cualidades de física atracción persona porque quizá el mundo cambió tanto, que la secular actividad del escriba recae en personas de poca experiencia en redacciones, donde recordamos que al menos era inevitable pergeñar de corrido el copete de cada noticia y así ir aprendiendo a desbrozar lo principal de lo accesorio. Algo que según sepamos ahora no cuenta mucho, en tanto los actuales decidores de la opinión son ‘personalidades’ a menudo vinculadas al quehacer artístico, o según sea ese negocio, y no brinda sospechas la promocionada actividad de coristas, veteranas señoras de la escena más otras de ignota actuación, revulsivos escandalizadores del chimento, entrevistadores que putean divertidamente más el infaltable y decadente exégeta de Platón, todos unidos para triunfar a pura ramplonería descalificante.

Eso sí, sin hacer con ellos ninguna distinción, intuimos que estos conocidos hombres y mujeres viven adheridos a la estética del trasplante y la cirugía; esos ingenuos recursos para derrotar al tiempo que no perdona y al final, siempre advierte que la imbecilidad no es operable.

*Eduardo Pérsico, escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina. (27 nov.09)


Sólo cielo y milagro hoy no es suficiente

Por Eduardo Pérsico

Han pasado los siglos, alguien diría unos miles, y algunas salvaciones jamás nos han llegado. Si hay mágicas deidades más halla del elenco que propone el Olimpo, es una duda grande que ninguna se atreva a convivir con especies que fueran su proyecto. Según tanto se repitiera de nosotros ‘hechos a semejanza de dios’, sin formato de peces o mirada en la nuca y tipos comunes como usted, yo y el otro, les pedimos a las divinidades visitar este planeta como sea. Sin milagros ni misas muy suntuosas queremos solamente que se ocupen de equilibrar los tantos de este siniestro juego diseñado en la tierra. Aunque embarren su aureola por estos arrabales que junta condenados por el hambre y el frío, rincones apartados de cualquier esperanza, esperamos hallar algún sobrenatural todopoderoso que disponga un cambio, donación o trueque de nuestra agobiadora realidad. Según lo conocido, nadie creíble marinero o terrestre, vio angélicas figuras bregando por la repartición de comida, o advirtiendo a señores adueñados del mundo que todo es de la tierra y con la muerte, muere. De aquí ningún mortal se lleva ni las migas; los diamantes deslucen la mortaja y con la cremación todo metal se altera, pierde sus propiedades… Qué bien vendría a deidades y dioses de los diversos credos venir a este planeta sin ojos de turista. Por favor, recorrerlo con ganas y verlo según es; con sus pícaros sermoneando en los templos y absolviendo pecados cada cual a su precio, y que al pasar llenan con crédulos turistas bien vestidos la famosa plaza egregia de los romanos. Esa renombrada representación que cualquier domingo ofrecen esos artistas estelares con bonetes de dibujo animado, ropas carnavalescas y un lenguaje confuso de exigir a los mortales comunes que sean buenos, desechen la riqueza, se amen unos a otros y abatan la pobreza.

¿De qué hablan estos pastores además de proponernos regularmente que ante la tentación carnal hagamos el amor rezando un padrenuestro? No jodamos, arengar a desechar la riqueza a esos que sin alcanzar fortuna comen siempre, es un guiño cómplice con los furibundos cultores religiosos por la propiedad privada de sus bienes. Dueños de cuantiosas fortunas, aunque no tanto y también mucho menos, hoy están decididos a liquidar hambrientos cómo sea, en tanto los miserables de la tierra que sólo por seguir vivos delatan la inequidad del sistema económico implantado en el planeta, - que a las sectas religiosas no les sugiere ningún remordimiento litúrgico- se empecinan en seguir comiendo. Ese algo natural de cualquier especie a la sobrevivencia, pareciera la gran preocupación de las clases medias bajas hacia arriba en la Argentina que conocemos. Ese renombrar técnicamente ‘acabar con la pobreza’ la lucha contra los miserables, esconde una mentira diabólica y cruel porque al mismo tiempo los pudientes favorecidos por navegar en estas aguas, sin cesar aumentan su agresión a los desposeídos. En nombre de la democracia, la seguridad jurídica y cualquier ardid que se les ocurra, los dueños verdaderos del Poder usan a sus fabricantes de opinión, - medios de comunicación, corporaciones místicas, farándulas varias y delirantes orientadores conceptuales- en aleccionar que el sistema económico, social y financiero que ellos disponen es el único respetable y posible. Cualquier actitud contra sus intereses es antidemocrático, criminal o terrorista, y debería eliminarse por el ‘gatillo fácil’, frecuente método policial, o reclamando sin cesar el endurecimiento de las condenas contra los menores. No hay código penal que los conforme y aunque disfracen el pedido de pena de muerte contra cualquiera, jamás aceptan ni discuten el mejor reparto de los bienes y mucho menos el régimen de propiedad de la tierra. A ellos les resulta hereje toda vocación en organizar comarcas en la que coman todos, y esa cerrazón o tozudez del Poder y sus adoradores ante las encerronas del sistema, hoy exhiben un patetismo rígidamente teatral.

Pero se llame capitalismo o de distinto nombre pero incapaz de repartir los panes, por aquí nada sirve y así ninguna deidad mágica o prodigiosa se apiada de este planeta menor con nosotros encima. Aunque eso sí, parece que el Pentágono y el Departamento de Estado disciplinando a la *SIP, le avisaron a los dioses que no se inquieten porque ellos se ocuparán de todo. (noviembre del 2009)

*SIP: Sociedad Interamericana de Prensa, representativa de las corporaciones y dueños de medios de comunicación.


Eduardo Pérsico, escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.


Por los dioses, la patria o lo que sea

Por Eduardo Pérsico*

Al referirse a la relevancia de las religiones en el desarrollo de la humanidad, el escritor José Saramago dijo ‘lo único que han hecho ha sido matar, matar y matar’; una apreciación no muy ajena a los pensadores independientes en serio y que en otros términos ya había dicho Bertrand Russell, al recordar las persecuciones y crímenes que ocurrieran entre los mismos cristianos. Una profunda disidencia con las religiones de dos pensadores que no invalidarían a cierto humorista de los años cuarenta en Buenos Aires, F.P., al decir que ante la pedofilia y homosexualidad creciente en los colegios de curas era lógico la adoración de los sables, pero que bendecir los cañones de Benito Mussolini en Italia ya era demasiado...

Irreverencias aparte, las religiones aún vigentes están vinculadas al oro y no fueron casuales las uniones entre reinados y religiones, bien demostrado por los Reyes Católicos de España al impulsar la conquista de América con atropellos a punta de espadas y de cruces. En la Conquista, generada por el hambre como desde siempre fueron las migraciones del hombre, los indígenas de las Antillas fueron sometidos a trabajos forzados para así cargarse la mayor cantidad de oro a España, y al romperse así la economía agrícola antillana sobrevino la casi extinción de su población, sin la menor conmiseración del catolicismo que consideraba seres inferiores a esos nativos que eran en verdad los dueños del territorio. Luego Hernán Cortés imaginó hallar en México una riqueza imposible de satisfacer y el señor Inca Moctezuma no podía comprender semejante codicia. Esa vez y conocida como la Noche Triste, los conquistadores abandonaron Tenochtitlán con muchísimas pérdidas humanas, pero por 1561 Franciso Pizarro con el secuestro de Atahualpa, el último señor Inca, obtendría ‘una habitación de tres metros por cinco de ancho repletas de oro, y dos habitaciones más llenas de plata’. Atahualpa fue aconsejado por su gente que atacara con sus miles de guerreros a Pizarro, que sólo contaba con 167 hombres, pero como este igual que Moctezuma temía que los españoles fueran hijos del rey Viracocha, no lo hizo y los españoles no tardarían más de una hora en liquidar a los tres mil guerreros nativos. Así empezaría la fundición en lingotes del oro tallado por los orfebres para ser fletados a España, y con la muerte de Atahualpa moriría también una cultura con más de tres mil años de antigüedad; eso sí, con la bendición de dios nuestro señor padre todopoderoso, conquistador por ese entonces.

Ya ni vale cuestionar la conquista española de América, pero si el aporte mayor a las culturas existentes fueron las liturgias del catolicismo y el inicio de un sistema económico irracional y feroz que en pleno siglo veintiuno, con su liberalismo capitalista que exige invasiones y un pibe muerto de hambre cada cinco segundos, mi amigo Saramago tiene toda la razón sobre el aporte de las religiones y punto. Y acaso sea tiempo de preguntarle a los papas, ayatolas y rabinos qué pervive de tantos hombres roncos de gritar por cierto dios, bandera o patria siempre imaginaria; esos millones y millones de miserables sometidos a un perpetuo territorio emocional y desangrados en el campo de alguien, que como premio, no le dará ni un metro para dejar de herencia. El pobre común, el humillado que jamás lo sabe si con rezos, plegarias y alabanzas lo engañaron por siglos a jugarse la vida. Infeliz de creerse victorioso con su espada, arremetiendo hasta sentir costillas bien adentro lo único en verdad suyo en la pelea: el furor enemigo. Despanzurrado y hecho jirones no recibe más discursos, arengas o promesas para ganar su empeño; él y sus iguales enfrentados engordarán la tierra de otros, pero sus hijos o su hembra ni un sitio bajo el sol. ¿Será por ley de dios que también su causa de pelea se muera el mismo día y prosigan entre rezos, sotanas y plegarias los inmortales dueños de la tierra y el oro? Bienes inconmensurables que quienes Mandan se apropian sin medir las hambrunas perpetua o la metralla. Este inconfeso pero renovado Destino Manifiesto hitleriano que no jodamos, resulta inevitable para seguir con la explotación de los países centrales contra el resto. Algo sugerente de que esta historia de la especie humana sigue siendo una trágica historieta.

(28 octubre 2009)


Resonancias de octubre en Buenos Aires

Por Eduardo Pérsico.

Por los años cuarenta a Buenos Aires le crecían palacios presuntuosos copiados de Europa, extensas avenidas y una costanera para extasiarnos frente al río más ancho del mundo. Y por venderse allí más libros y diarios que en ningún otro lugar de América Latina, la porteñidad se envanecía aunque sus calles eran ajenas a tantos arrabales de visitar en verdosos tranways de doble piso, y personajes quizá sugeridos por la literatura de Borges y otros escribas de menor renombre. Ya de tiempo atrás venía aquello de quebrar el paisaje volteando el caserón familiar y hemos visto por Esmeralda y Sarmiento, pleno centro, aguantar más de lo posible a uno de fachada gris y jardín interior que exhibía una enredadera testigo de que por allí también habría verdecido la llanura. Ciudad engreída de ser la más europea de América, aunque en verdad fuera un rejunte de suburbios sin prestigio si ningún tanguito no los pontificara, - tarea para algún guitarrero de patio- y cuánta pena por Villa del Parque, San Cristóbal o Versalles, sin registro poético por calzar nombres de infructuosa rima. Y ni mencionar sus costados hacia la provincia, si al sur la inundación y el resto límites con la pampa.

En esa época de Guerra Mundial pero allá lejos, los habituales a bares con billares y rincones de meditar esas cosas de la vida, que para eso están, veneraban esos hábitos como exclusivos mientras en silencio y sin consignas, sus mujeres desechaban las medias de muselina, acortaban su vestido cada tarde y pese a las sonseras vaticanas de púlpito dominguero, reiteraban sin alegatos feministas ‘con nosotras no se puede’. Eso que hoy indica la sensatez...

Igual, y como la perpetua inequidad hacía crujir la osamenta del mundo, en Buenos Aires crecían ansiosos actores por entrar en la comedia como fuera, y en retirada muchos aspirantes a nobleza por ir cada domingo al hipódromo. Esos ingenuos engrupidos de curtir el Deporte de los Reyes y que ensayaban su porteñidad saludando ‘que tal, che’ al mozo del bar, una contraseña denostada por Juan García, aragonés irreductible que apodara ‘mozaicos’ a los colegas gallegos que permitían aquel tuteo. Ciudad con sus ribetes y aunque muchos soñaran con París, los autos iban por izquierda estilo Londres, si de alquiler eran de color variado y los tranvías rugían su reglamento de dueños ingleses. Pero en aquella lejanía sudamericana sobraban lectores de Roberto Arlt, cronista que hasta 1943 lineara trazos de las faunas subterráneas, del controversial Hugo Wast y el poeta Raúl González Tuñón, aquel de ‘todo pasó de moda como la moda, los angelitos de los cielorrasos, los mozos que tomaban la vida en joda y las lágrimas blancas de los payasos’.

Por ahí el hombre medio admiraría la efectividad de Alemania y sin ensalzar mucho a Hitler, no hubo reproche cuando la Luftwaffe sepultó a Guernica en la mierdosa guerra de los españoles, una impiedad que dejó lágrimas profundas en los conventillos de la periferia y ayudara a un quiebre conceptual. Pero más tarde ni Auschwitz o Hiroshima serían titulares de reclamar por la masacre, porque en mi Buenos Aires querido, comarca pacata, no se vociferaba en lugar público y ser gente de familia era irrenunciable. Una metálica realidad que demolió una muchachada fabriquera junto a unos muy pocos seguidores del melenudo socialista Alfredo Palacios que remaban su consigna en las bibliotecas, una mañana desparramaron su reclamo a pertenecer a puro grito. Ese imprevisto, - ‘contradicción social’ si no se entiende- de repente entró a caminar por calles y veredas y divisado desde lejos. No hubo millones de obreros manifestando ese día 17 de octubre de 1945, por supuesto, pero un gentío inusual se agrupó en los sitios menos esperables y sin consigna, bombo ni marcha partidaria inquietó a los sabios del análisis y la nada protocolar. Esos simbólicos padres y abuelos de la actual Sociedad Rural y de otros primates contrarios a convalidar hasta una ley de radiodifusión aprobada en el Senado Nacional, que por ser antimonopólica y derogar a la dictada por el último proceso militar, es ya civilizadora.

Aquel ’17 de octubre fue un sacudón en el cimiento social y como al otro día cualquier ama de casa comentaría, los de clase transitoria que veraneaban en la playa se sintieron preocupados de verdad. Esos que hoy se agrupan en barrios nombrados en inglés y demás tilinguerías, siguen sin entender cómo aquel gentío de frigorífico y talleres suburbanos, ellos y ningún otro, construyeron ese día a Perón en referente indiscutido de la liberación del obrero ante el patrón. Ese proceso psicológicamente liberador que desde el llano demanda generaciones de lucha, por su inusitada brevedad al peronismo le resultó suficiente para quedarse lícitamente dentro de la estructura social. Esa imprudencia laburante al creyente de sombrero y corbata obligatoria le pareció un ademán extraño, y el fondo revulsivo del ‘perón perón qué grande sos’ no lo inquietaría mientras no le encabritara la caballada ni las hectáreas de familia educada. Pero al Poder de verdad que nunca duerme, aquel ‘yo te daré te daré una cosa que empieza con p, Perón’, que aquel mediodía recogiera Leopoldo Marechal en su balcón de la calle Rivadavia, más el ‘perón perón qué grande sos’, lo inquietaría sin joda. Y aunque Spruille Braden en la embajada yanki hizo una movida que favoreció a Perón, ellos y los de siempre entraron a mezclar pícaros contra tantos marginales recién venidos y apurados en hacer la revolución. Sin duda el peronismo hizo cuánto pudo, ver estadísticas, ‘tan peligroso a la herencia sagrada de nuestros mayores, Argentina granero del mundo y como Dios es argentino la fiesta es de nosotros’. Y de a poco fueron participando vendedores de humo, burócratas, gente de mala leche y profetas de una dicha incierta, a entorpecer nuestra historia con otro juego más siniestro y sangriento. Y ese es casi otro asunto.

(octubre del 2009)


Mercedes Sosa

Hoy se nos murió Mercedes Sosa y según debía, al ir amaneciendo. Una artista natural sin farándula tilinga que nos fuera agrupando, concentrando, y descubrimos allá por el sesenta y pico en un salón de mi barrio lanusero. El Peretz. Cantora de voz incomparable a quién los argentinos le debemos porque ella, la Negra, jamás integró esa cofradía de obispos, terratenientes y banqueros desmesurados. No simplemente solidaria y brillante y más bien indomable, según siempre lo fuera. Claro, se mudó a esa Argentina que intuimos existe los mismos que nunca soñamos con el cielo, donde la recibirán el morocho Gardel, Yupanqui y esa otra, la Eva, para decirle "entrá Negra con nosotros, a la popular. Y ahora toca Piazolla". Y queremos que todo algún día se nos cumpla y de paso, cantemos.   

Eduardo Pérsico. 4 de octubre de 2009


Juventud divino reflejo

Por Eduardo Pérsico

Los años transcurridos suelen ser un ideal de dicha reinventada, difícil de esquivar. Nada es imprevisto en la nostalgia; época juvenil, templo a ritmo de imaginarnos todo y desamores con sabor a tragedia. Y a reiniciar camino con mirada más amplia porque el crecimiento debe ser eslabón, fin de etapa dorada; y a culparse si la vida nos viene despareja…

Hoy se reitera un manual a recitar aunque el teatro de la divina juventud se asoma sin aula ni trabajo. Una representación quizá poco novedosa, pero a puro personaje de víctimario y víctima más cuadros juveniles corridos por el hambre, sobran protagonistas que actúan de inmediato y con violencia. Según los datos tomados de las villas, mientras en otras clases no hay registro ni encuesta sobre la adolescencia. La barata desidia que vincula a pobreza con delito pero a sus hijos nunca.

Se agitan los lamentos porque murió un cantante y fulgura la rubia que se durmió desnuda, pero sobran olvidos con los dientes del hambre deshaciendo la especie. No es ninguna noticia que tantos doblegados cambiando de manada nos vuelven al primate, y nadie se hace cargo. Informar ya es tendencia y joven delincuente quebrado para siempre, un ente que respira, luce mucho más útil baleando embarazadas en el noticiero de la noche. Y algo más recurrente: ese chorrito resultará didáctico para santificar la propiedad en todos los canales que sirven al sistema. Los crímenes del hambre por el ocio obligado son efecto previsto del proyecto económico, algo institucional y registrado Por más que los publicistas del Poder cínicamente instauren las frases del papa y los obispos por la ‘calamidad del hambre’ y ahí acaben su parte. Y en Argentina hasta copiaran esos rezos los agropecuarios, adictos evasores de impuestos y a ocupar changarines en negro; renglones de la farsa.

El cambio del modo y el ropaje es lógica juvenil de toda historia, pero hoy la pendejada archiva su conjuro y parece aterrada de emprender la existencia. El reflejo del modo expoliador tiene formas y rostros; están entre nosotros y soltando discursos de moralismo fácil. No hay bondad que soporte entre calles de hierro con peldaños de niebla y sombra interminable, ni hay ser vivo que aguante empezar cada día a comer como sea. Esa etapa de vida no es fábula estadística si puede desgajarla el terror miserable, y aunque la juventud traiga crisis que agraven su trayecto, - ver a Freud y cofrades- es condena ya mismo. ‘Con recital y ruido los jóvenes resisten’, otra alienación de darlos vuelta al vacío y la nada donde algunos no intuyen ni lejano el mundo donde habitan. Un desenganche más del que sobran los datos y no sólo entrevistas: ignoran ‘la pelea’ entre soldados del Bien y narcotraficantes terroristas que cumplen décadas en luchas fragorosas de asociar el negocio y apropiarse las hembras de países vencidos. Y digamos, estudiantes terciarios; con más una juventud perpetua que repite el libreto que el Poder nos reinventa y no los involucra. Los expulsados del mapa de madrugada y fábrica, del despliegue social más valedero, y ambulan los arrabales del sistema sin ninguna respuesta. Y ni curten preguntas de hacernos cada tanto; a quién rezan los curas cuando rezan y si han de ganar los buenos algún día.

Eduardo Pérsico, escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.

Agosto 2009


Una elección también mide palabras y fracasos

Por Eduardo Pérsico

En toda campaña electoral recrudece el enfrentamiento de ideas y no sólo entre los grupos conceptualmente opuestos. Así, en la elección del 28 de junio del 2009 en Argentina abundaron las confusiones que cada grupo tiene, por ejemplo, sobre privatizaciones o nacionalizaciones de los servicios públicos, un asunto en verdad preocupante. Si en las mismas listas políticas no aciertan con el método a implementar, cuál sería la eficacia de semejante gestión.

Durante la convocatoria última y que en cifras perdiera el gobierno liderado por Cristina Kirchner, la ferviente derecha política se había prometido y obligado a un resultado abrumador sobre el llamado kirchnerismo. Para eso y dispuso de un presupuesto gigantesco que su principal candidato, Francisco de Narváez, supo denominar ‘gastos comerciales’ y acaso, fueros legislativos aparte, no le aquieten las investigaciones actuales sobre origen y destino de su dinero. Aunque ese tema ha de llegar, la certeza de un triunfo apabullante de la principal fuerza opositora al gobierno, al contar los votos no alcanzó al tres por ciento, una exigua diferencia con gusto a fracaso que igual los medios anunciaron como estrepitosa caída o derrumbamiento de un gobierno que fuera elegido hace seis años y renovado hace dos. Lo mismo y agitando la irreversible calificación ´derrota derrumbante´, los opositores de inmediato pidieron acabar con la soberbia presidencial, técnicamente algo muy difuso, con el marido Néstor Kirchner que continuará a su lado haciendo política, sin duda, y también se disponga el cambio inmediato con nombres y apellidos, de funcionarios y miembros del gabinete que quizá por eficientes le incomodan los reclamos a los grupos reclamantes. Tras el magnificado éxito la oposición en bloque quiere hoy que el gobierno consensúe y elabore con ellos todo aquello que le incumbe, tilinguería que en términos prácticos significa designar en cada puesto clave y primordialmente en Economía, funcionarios con quienes los grupos de interés coincidan y dispongan. Una frívola exigencia que implica desconocer los mecanismos jurídicos habilitados para pedirle cambios a todo gobierno constitucional, salvo que ganar una elección legislativa de medio tiempo por un tres por ciento de diferencia les adjudique el mismo poder de fuego que asaltar la casa de gobierno a punta de metralleta. En fin, sin repasar más este procaz libreto repetido en la historia argentina, ya pasada una semana del resultado adverso la presidente sigue siendo la persona elegida hace dos años, casada con el mismo compañero político y marido, y el recambio de su elenco de confianza no se vislumbra muy inmediato ni profundo para quienes imaginaron fugas en helicóptero a medianoche, con la asunción del vicepresidente ante la Asamblea Legislativa en pleno y el inmediato reconocimiento internacional. Una tremenda gilada de los nostálgicos cuando el mundo sigue andando.

Es indudable que la derecha política siempre demostró astucia al modificar el sentido de cada palabra según convenga, y durante esta campaña arreciaron con la oposición entre las libertades burguesas que denominan republicanas por cierto pudor, y los gastos de un Estado para ellos opresor y según otros, más civilizado. Para los grupos del poder económico todo consiste en dar absoluta seguridad a la inalienable propiedad capitalista, y gastar lo menos posible en aquello que según sus técnicos y mentores son erogaciones superfluas, y mal manejo que las burocracias gubernamentales hacen de los dineros del contribuyente. Durante esta campaña en Argentina, la derecha arremetió a fondo llegando a solicitar seguridad para las inversiones, una pretensión absurda si hablamos de capitalismo, evidenciando así que para los aquí llamados liberales, un Estado que proteja los intereses de la comunidad toda - salud, educación, seguridad y demás coberturas obligatorias- es un Estado Totalitario enemigo de las libertades individuales ‘y que debería dejarnos tranquilos’, pidieron con frecuencia en alta voz los dirigentes del partido agrario; novedoso grupo de intereses cohesionado por las rarezas verbales de sus dirigentes.

Así las cosas y por avatares del juego político autodestructivo, del cual el peronismo jamás estuvo ajeno, en julio del 2009 al gobierno se le reducen los tiempos para rendir las materias que le ocasionaron tanta pérdida de votos en el segundo cordón del Gran Buenos Aires. Un caudal faltante que logrando las cifras esperadas hubiera alterado ciertamente el resultado definitivo, y mucho ojo porque ese repliegue anuncia algo todavía más pesado: esas personas postergadas en el país profundo reclama una política nacional y popular que lo salve además de caerse a la derecha. Que no hubo tiempo suficiente para implementarla, es probable, y que gobernar desgasta, también lo sabe en Capital Federal el grupo de Mauricio Macri. Pero recordar a toda hora que al gobierno de Cristina Kirchner ir a fondo en lo social y en el manejo de los resortes económicos fundamentales, cada día le resultará una imposición más cruentamente inevitable. Julio del 2009.

Eduardo Pérsico, escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.

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Michael Moore, Barak Obama y quién le dice qué a quién

Por Eduardo Pérsico.

Comer y aparearse en esencia igualan al hombre con las demás especies, y la palabra, el ordenamiento de su propia historia y los atributos del trabajo, el arte y las místicas son recursos para convivir mejor con la naturaleza. Igualmente, su vocación de vivir en grupo hace que el pasado de la humanidad bien podría explicarse observando las migraciones por hambre, esa constante todavía en el siglo veintiuno no solamente entre las poblaciones más desamparadas. Ese asunto que por propias a nuestro estilo de vida ni piensa cada empleado común de un medio de comunicación que pone su rostro en cámara, ni el ejecutivo más jerárquico. Ellos, los mismos que publicitan asuntos menores hasta hacerlos gravitantes por insistencia, jamás sugieren que sin eliminar el hambre del mundo como principal causa de la infelicidad de la especie, todas las palabras carecen de sentido. Dichas desde un estudio televisivo o desde un púlpito las palabras no sirven, y callar esa certeza cotidiana hace de todo discurso una mentira impune y elaborada. Y eso nos retrae a Harold Lasswell, puntal de las ciencias de la comunicación, que por1950 acuñó ´quién le dice qué a quién y con qué fin´, vinculando así a cada uno con otro y a la sociedad en su conjunto. Producción, consumo y culturas se englobarían en aquel con qué fin alguien le dice qué a quién, por el mismo patrón que Carlos Marx afirmara antes ´el productor crea al consumidor´, frase que pese a su encono antimarxista el liberalismo de mercado aplica impúdicamente tras el consumismo que reinventa cada día.

En estos días de junio de 2009 cayó en bancarrota General Motors en Estados Unidos, y a propósito el cinematografista Michael Moore le envió al presidente Barak Obama una petición que le sugiere aprovechar a favor del norteamericano común la desaparición de una de las empresas señeras del sistema capitalista. Es que al pedir su propia quiebra la mayor expresión empresaria mostrada como ejemplo ante las aspiraciones socializantes dentro y fuera de Estados Unidos, llamó a reflexionar hasta dónde son firmes en sus ideas los teóricos liberales al no oponerse a la estatización que dispuso el gobierno de Barak Obama. Y al margen del enfoque inicial que emparentara al pedido de Michael Moore con algún capricho farandulero, los mismos medios de comunicación del Poder enseguda olvidaron el asunto con un acto reflejo corporativo, el de silenciar y no difundir más ese inconveniente ya predecible desde hace años: la decadencia y caída de la civilización del automotor. Una era económica iniciada a principios del siglo veinte y que hoy afecta seriamente la salud del planeta, parece llegar a su fin, algo escamoteado en los medios por ser sensible a los intereses petroleros y de los armamentos, históricamente vinculados por naturaleza. General Motors, hoy quebrada, fue una activa participante en esos acuerdos de sostener el orden a cualquier precio y en esta crisis acaso terminal que el mismo neoliberalismo gobernante aceleró, no pudo salvarse. Porque internacionalmente las relaciones de fuerza han cambiado y pese a los quebrantos empresarios y aumento de la desocupación que ensombrece a todo el planeta, el fin de una etapa trascendente para la humanidad pareciera no ser tema de análisis serio en los medios integrantes del Poder. Para ellos nada nuevo bajo el sol, es indudable, pero lo más ritual que hace al corazón del sistema económico sería la actitud de esquivar los análisis profundos sobre la crisis, - con el hambre creciente como protagonista principal- y concertando una conspiración de silencio entre los medios informativos que evitan abordar y ‘ningunean’ el asunto. Acaso eso sea por falta de material humano para desarrollar los problemas en profundidad, - y que comamos todos, por ejemplo- porque la ramplona realidad informativa recitada desde Miami a la previsible entrega de páginas y programas televisivos presuntuosos en la Argentina, pareciera indicarlo. Al menos si se exhiben sitios donde los exponentes o empleados de los medios suelen frecuentar sus ignorancias con cierto orgullo transgresor, sospechosamente, y hasta forzando las cosas para que la realidad coincida con sus palabras. Pero si la realidad ya decidió otro rumbo nada será modificado con los escamoteos palabreros que se hagan en los medios de comunicación del Poder, aquello de elegir el qué decir y para quién, porque la realidad del hambre no espera. Junio 2009.

Eduardo Pérsico, escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.


La derecha se obligó a ganar las elecciones holgadamente. ¿Y si no lo consigue?

Por Eduardo Pérsico

Los políticos en campaña discursean los enfoques más opuestos de la misma realidad y sin mencionar jamás un método de actuar sobre ella. Así en verdaderos torneos de ambigüedad y con cierto dejo de oscurantismo histórico, en Argentina muchos candidatos a bancas legislativas que se elegirán el 28 de junio del 2009 cuestionan los avances de la sociedad en conjunto. Algo que desde la derecha política suele desecharse como negación del influjo y acción del peronismo inicial de 1945 a 1950, con la definitiva liberación psicológica del obrero ante el patrón, sino ignorando también la movilidad social y jurídica acontecida en la sociedad toda. Aparte de una equitativa repartición de la riqueza que no se produce, hubo leyes de divorcio, una indetenible participación de la mujer como sujeto activo del sistema, la unión de seres del mismo sexo jurídicamente aceptado, la leyes antidiscriminatorias ya casi universales que operan sobre el espectro social tanto como las convenciones colectivas de trabajo, las vacaciones pagas y las leyes de despido de hace seis décadas atrás. Asuntos que a los candidatos de la derecha vernácula le caen irrelevantes y contrarias al proyecto de país que ellos propugnan. Así y por representar a los privilegiados en el reparto de la torta, a cada idea de actualización social la consideran un avance contrario a su estratificada idea medieval. Esa de un mundo inclinado a los poderes confesionales y religiosos, hoy en retroceso.

Sin atender ciertas patologías entre los defensores del liberalismo universal más extremo, - que gustosos volverían a la semana previa de la Revolución Francesa- entre los candidatos más entrevistados por los medios de los cuales son dueños, sobresalen quienes sin complejos exhiben sus armas preferidas: la coacción amenazante de la estabilidad institucional ante los riesgos por la inseguridad que sufre la propiedad privada. Considerando a la inseguridad como una causa y nunca como es realmente, un efecto propio de la desigualdad que practica el liberalismo económico en el reparto del ingreso, y vinculando además, con muchísima mala leche, a los pobres y desamparados con la delincuencia, creyeron que tomaría el manejo total de la situación. Y en un intento mostraron su eficacia desestabilizadora en el irresuelto conflicto que sostiene el sector agropecuario con el gobierno. Allí, hace al menos un año, ellos, digamos la derecha más feroz, eran la ‘gente del campo y no esos piqueteros miserables’, fustigara el mismo presidente de la Sociedad Rural. Aduciendo que el conflicto se produjo por las ‘inaceptables condiciones’ que las autoridades aplicarían sobre las exportaciones agropecuarias, más controladas que nunca; digamos, para bien de la recaudación del país una mayor fiscalización a los impuestos y retenciones que históricamente, el sector agroexportador suele evadir desde la creación de nuestro sistema aduanero. Una controversia grave con el Estado que no le impidió a la derecha tradicional probar su poder de fuego: cortando rutas y con ello los precintos constitucionales que lo impiden, y hasta desabasteciendo el mercado interno de carnes y lácteos en algún caso. Esa grosería golpista que sus candidatos ignoran al hablar ante cámara, deja cierto trasluz que ilumina la auténtica escena: ‘atención señores, que me avala la gente del campo y la guerra continúa’.

Por el otro lado, persiste cierta izquierda de gente pronta para el diagnóstico político pero incapaz de acertar con los aliados, que parecieran darle cierta validez al discurso de la derecha pero mucho no cuentan. El gobierno enfrenta a una derecha incurable que frente a los inminentes comicios, eligió una reiteración fatalista y disociadora que sencillamente los ha ubicado como virtuales ganadores y con un amplio margen de diferencia. Acaso porque jamás pudieron develar ese ‘fantasma de los arrabales fabriles llamado peronismo’, - dijera Leopoldo Marechal- hoy persisten con augurios de cataclismos inevitables si ellos no ganan para salvar la salud republicana. Algo que aglutinó a un mes de la elección a varias alianzas conceptualmente inentendibles y confusas, como la promovida por el Pro-peronismo que lleva al frente de la lista al investigado empresario Francisco de Narváez, y que por esos azares de la incoherencia política, en la periferia de Lomas de Zamora sostiene la unidad básica Agrupación Felipe Vallese. Nada menos, sin aclarar si ese rictus ideológico entiende que ese joven metalúrgico y militante de la Juventud Peronista murió a los veintidós años en una sesión de tortura policial en 1963, en la provincia de Buenos Aires, por ideas muy pero muy opuestas a las del publicitado referente de la derecha, que si en los próximos comicios no le gana al oficialismo por una diferencia que le duplique el número de diputados, - prometió Elisa Carrió- el futuro de sus alianzas, quejas televisivas y aspiraciones golpistas entrarían en una instancia penumbrosa de echarse culpas. La derecha política ha jugado muchísimas fichas y se verá que números recogen realmente, y luego de las denuncias por fraude que seguramente harán, se abriría para ser modificado este escenario político con tantos partiquinos de bajo nivel. Y ni pensemos que acontecería si la derecha perdiera por apenas un punto. (mayo del 2009)

Eduardo Pérsico, escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.


Los medios y el variable sentido de cada palabra

Por Eduardo Pérsico.

Cada palabra se jerarquiza o envilece según desde donde se pronuncie. En ámbitos como podría ser el profesoral o académico hasta cuenta la altura que asume el dicente, y sería ocioso abundar con otras establecidas convenciones. Así bien vale decir que por ‘palabra’ comprendemos los idiomas y dialectos para la comunicación, talvez desde que la especie humana se agrupara en manadas donde además del hambre, el mayor factor de integración resultara la palabra. Su buen o mal uso devino en convivencias, separaciones, luchas, descubrimientos y postergaciones. En la difusión del conocimiento sólo la palabra enlaza los nuevos conceptos con los ya existentes en la estructura del individuo, y de ahí en más si ella se traiciona o malversa puede acarrear significados siniestros a la sociedad toda. Y volviendo a la posición desde dónde y cómo se pronuncian las cosas, Napoleón Bonaparte aseguró ‘un Idioma es un dialecto con un ejército detrás’. Una clara definición del Poder de la fuerza armada en este caso, para la construcción de pensamiento de las comunidades, un asunto tan bien ilustrado por la adopción del castellano en Sudamérica en desmedro de las lenguas nativas. Un logro del poder militar afín a la infinidad de púlpitos del invasor sobre quienes aquí vivían; brutal invasión del norte al sur cruzando el Ande hacia la inmensidad de la pampa sureña, indiscutible verdad que nos fuera escamoteada durante siglos aunque por fortuna, hoy muchos españoles aceptan desde dónde y con qué palabras el Poder supo contarnos la historia.

Últimamente se diría que a la universal estafa urdida en Wall Street para zafar a USA de su pantano entre producción y consumo, hoy los impagos se llaman ‘activos tóxicos del sistema’, los despedidos son ‘aspirantes a un seguro social’, las familias masacradas en Medio Oriente por los yankis ‘daños colaterales no deseados’, y en Argentina, - esta misma de sentirnos ingenuamente ajenos a toda manipulación ideológica- las corporaciones informativas malversan y trastornan sin piedad al pensamiento colectivo. Falseando, extrapolando y denunciando improbables atentados de los malos contra los buenos, bien maniquea la cosa, esas corporaciones fabricantes de opinión retomaron un rol decisivo en nuestra disputa interna, favorecidas hoy por la demorada disputa entre una parte del sector agropecuario y el gobierno constitucional. Sin reparos, la mayoría de radios, televisoras y diarios tradicionales machacan como noticias sus opiniones haciendo estas indiscutibles, un antiquísimo ardid que descubriera al diputado socialista Alfredo L.Palacios allá por 1905, al desafiar en la calle a un escriba que no explicitara bien sus dichos ‘usted no repitió mis palabras exactas y como eso es una injuria personal, debería prepararse’.

Hoy principalmente los canales televisivos compiten para pronunciar la frase más descomedida contra el gobierno constitucional, adversario a quien aspiran a decapitar usando cualquier recurso ante la inminencia de ser presentado ante el Congreso Nacional, por cuenta del Poder Ejecutivo, una nueva ley de radiodifusión que suplantaría otra sancionada hace décadas por un gobierno militar de facto. Ese cambio que si es bien intencionado, democrático y culturalmente actualizado, lo merece todo país organizado en lo institucional, pero cayó como un baldazo entre los tradicionales dueños de los medios de comunicación en Argentina. En principio por el riesgo que implica sacudir las sábanas de recientes fantasmas nacionales, como la desaparición de personas donde tantos responsables aguardan turno para desfilar ante Tribunales. Para ellos donde no falta gente de los medios, curarse en salud y diluir esa realidad que puede acosarlos no sólo económicamente sino en jurídicamente personal, es primordial. Así que de inmediato surgió la descalificación sin debatir y el ataque frontal contra esa ley, encabezada por los más conocidos locutores televisivos que dicen todo con esa sonrisa diluida de quien lo están violando pero dólares más o menos, les gusta.

Así las cosas, es notorio en el conflicto gobierno-ruralistas la supresión de términos inteligibles para la comprensión del relato. Además del trasnochado ‘quienes cortan las rutas son asambleístas autoconvocados’ y ‘los camioneros ajenos que quieren pasar son provocadores del poder sindical’, renglones para inquietar con un próximo enfrentamiento social, también es poco visible la mescolanza conceptual que todos soslayan en el conflicto. ¿En qué sistema económico estamos insertos? Mostrando su Capitalismo puro y sin discusión, los dueños de la tierra suelen exhibir en su tranquera ‘Propiedad privada. No pasar’. Doctrina bien opuesta al Estado Benefactor keynesiano, dirían sus economistas contrarios a toda semblanza socializante aunque hoy como siempre junto a los dueños de la tierra, tan liberales y capitalistas, si pierden exigen el auxilio del Estado y en sí, de la comunidad íntegra. Si los sacude la sequía, bajan los precios internacionales o deben pagar retenciones a las exportaciones, - cargas impositivas dentro del Capitalismo iguales al acrecentamiento de los controles cuando se vende al exterior y evitar mayor evasión tributaria- cada productor rural se enrola contra al Estado por su no intervención a favor de ellos y sin cambiar de monta, silencian su ideología Capitalista como buenos patrones de la tierra, para que el Estado Benefactor le atempere sus pérdidas. sus pérdidas. Cuando si fueran en verdad Capitalistas, según discursearon siempre, ante las pérdidas irreparables venderían sus tierras y a otra cosa. Algo que debe hacer cualquier productor de otro ramo: si pierde con su explotación la vende porque no puede cargar su fracaso a la comunidad toda. En el Capitalismo, gane o pierda, nadie tiene derecho sobre los demás; así como ninguno tomaría ese campo del que hablamos, por tratarse de una propiedad privada. Algo que por omisión o escamoteo, en ningún medio jactancioso de su pluralidad informativa se dice. Qué lamentable, ¿no?

Eduardo Pérsico, escritor. Nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.
(30/3/2009)


En Argentina, los del campo también siembran alguna duda

Por Eduardo Pérsico

- ¿Vigilante, ladrón o qué?-
musitó el cajero.
- qué- le dijo el de revólver y gorra..
(De un cuento propio)

Una constante de la teoría capitalista consiste en asegurar, como si nada, que ese sistema es el único que aspira al ascenso económico de la humanidad. Y más suponiendo que sabiendo, sus mentores reiteran que todo aquello que apunte a generar un estado de bienestar generalizado es una solemne ficción.    

Hoy mismo, pese al cataclismo financiero afirman ‘el Estado Benefactor es aquel donde todos tratan de vivir a expensas de los demás’, las mismas palabras dichas por el francés Claude Bastiat por 1860 y Henry Hazlitt en 1970.  En principio, dicho así ese Estado sería impracticable y además, históricamente ese ejercicio de la explotación de los demás ha sido una constante de los de arriba y nunca de los marginados. Es bueno recordarlo, aunque sin alejarnos y revisando el origen de las grandes fortunas en la Argentina, donde las clases altas tanto gesticulan pidiendo cada día un capitalismo más cerril, repitamos que ellos nutrieron los elencos de los gobiernos más fascistas y autoritario de nuestro páis; exclusivamente militares; que prepotearon por estas pampas desde siempre y no sólo del año ‘30 en adelante.

Esta presencia rectora reaparece cíclicamente entre nosotros y ahora mismo, mitad del recaliente enero del 2009, retornaron las protestas de la ‘gente del campo’ para exigirle al gobierno de turno las medidas y soluciones que les permitan recuperar los niveles de ganancia que tuvieron hasta mediados del año 2008. Unos cinco años de óptimas ganancias por el valor de la tonelada de soja, que al final del ciclo anduvo orillando los seiscientos dólares. Unos valores no fijados por cada país exportador sino por ciertos avatares del comercio en los productos sustanciales al mundo. Los commodities que les dicen. Y esta crisis surgió cuando el gobierno pretendió aumentar los porcentajes de las retenciones a la exportación, y se agravó al descender esos valores internacionales en algunos casos más de un treinta por ciento. Ahí los agroexportadores y demás aplicados al quehacer agrícola sintieron el golpe y aunque capitalistas sin duda, arrinconan al gobierno pidiendo la implantación de un Estado Benefactor que no sólo los libre de toda carga impositiva sino de los perjuicios de una sequía bastante prolongada. Un fenómeno que aunque cíclicamente ocurre en todo el planeta los productores de la Argentina han sumado a suma reclamos y por suerte, esta autoridad de gobierno bien elegidas por el sistema eleccionario pero no demasiado eficiente, prefirió callar cualquier promesa climática y dejó esos imprevistos de la lluvia en manos de San Pedro.

Pero sin ninguna ironía los referentes del campo han vuelto al borde las rutas; ese recurso festivamente sórdido de autoritarismo; a exigir varias derogaciones y modificaciones en la legislación impositiva que les atañe. Algo que supieron manejar con éxito por décadas pero esta vez, callando algo más pesado que reclaman sólo en privado: la inmediata eliminación de la ONCCA. Un organismo controlador de las exportaciones agropecuarias, inactivo por años y que hace poco tiempo fue revitalizado y parece ser, les viene viene entorpeciendo los trámites de los agroexportadores. En verdad sabemos que ese ‘entorpecimiento’ consiste en blanquear las liquidaciones a veces ficticias y siempre cómodas que se permitían realizar quienes venden al exterior. Mal o bien, hoy esa oficina de control les requiere datos como la fecha de los stocks a exportar, referencias de los proveedores que casi siempre eran anónimos y más papeleos que permitan evitar las perniciosas evasiones que tan mal le hace al sistema. ¿No?

Hoy las organizaciones del campo vuelven contra el gobierno con argumentos que dejan de lado que la Argentina adscribe, por tradición y organización jurídica, al sistema económico capitalista. La misma constitución nacional menciona y establece el respeto a la propiedad privada y las cargas impositivas; confiscaciones según el campo; que deben soportar todos los contribuyentes se derivan hacia ese Estado Benefactor que en todo país más o menos civilizado, gasta esos recursos en seguridad, educación, salud y vejez.. Si a ellos no les conforma esa decisión republicana pueden discutirla en las instancias parlamentarias pero nadie, por más que se disfrace de gaucho transitorio, puede impedir que el resto circule libremente. Estas personas serán dueños de alguna tierra pero de ninguna libertad ajena, algo tan claro a la convivencia como que si en nuestro sistema económico y jurídico alguien emprende una explotación comercial cualquiera, es dueño de sus ganancias y responsable de sus pérdidas. En este sistema de propiedad ningún dueño de librería, metalúrgico exportador o no, taxista o socio de una pizzería, tiene derecho a culpar o condicionar a la comunidad si pierde con su explotación comercial. Eso es parte de su libertad individual dentro del capitalismo; si alguien pierde con su negocio vende el útil de su explotación comercial y no jode a nadie más. Dentro del capitalismo quien pierde debe vender su herramienta y a otra cosa; sea esta un taxi en Humahuaca, una verdulería en Sarandí Centro o dos mil hectáreas en la pampa húmeda. Porque sin el coraje ni la libertad para liquidar los bienes que le ocasionan perjuicio, ¿qué es la gente de campo? ¿Capitalista o qué? (19 de enero del 2009).

Eduardo Pérsico, escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.


Algo con estilo serio, previsible y hitlerista

Por Eduardo Pérsico.

Los economistas en su mayoría y demás servidores del Poder vienen pontificando por décadas que los países dominantes lo eran, antes que nada, por serios y previsibles. Dos valores recitados desde el privilegio para descalificar contrarios y elogiarle a los países centrales, por serios y previsibles, el derecho adicional de atacar a quienes los cuestionen. 

Y sobre América Latina, desde la sentencia del presidente norteamericano Monroe por 1822 ‘América para los americanos’, habitualmente sobrevuela la coerción del Departamento de Estado dictando el juego económico y político que USA pretende, una grosería tan imperial que por el año 2008, un diplomático nombrado por Estados Unidos para supervisar la región sudamericana, militar retirado el hombre, anunció que ‘no eran bien vistas las relaciones de los gobiernos de Venezuela y Bolivia con Irán, un país terrorista’. Una evaluación repentista de la diplomacia yanqui, que le dicen… 

Ahora Israel, un país central estimado serio y responsable, reincidió en invadir la franja de Gaza luego de asolar durante cinco días con bombardeos que no solamente mataron miembros del partido Hamás, según justificaron, sino también familias con sus niños y viejos. Bien hitlerista resultó el despliegue del sábado 3 de enero del 2009 al incluir en el ataque a una universidad palestina y un par de mezquitas, siniestros no mencionados por la prensa seria, occidental y cristiana ni por el presidente electo de USA, Barak Obama, reciente esperanza negra del sistema capitalista que admitió con su silencio seguir con los designios fijados muy por encima de su representatividad. Pero igualmente y aunque nada sean las palabras sin sentido ni resonancia, los divagues del papa vaticano en la primera misa del año 2009 merecen recordarse: el hombre sermoneó que los ataques de Israel contra el pueblo palestino obedecieron a una violencia anterior de los atacados, una justificación partidaria muy barata y presurosa en alguien que los católicos suelen exhibir como un profundo filósofo. Condición que él mismo, Santo Padre, disimula bastante cada vez que abre la boca y deschava que al entente financiero judeo cristiano lo viene apurando una realidad bastante adversa. Aunque acaso sincerarse en una homilía al hombre le dilate cierto infierno o algún otro místico enigma.

Sumando contradicciones, el presidente George W.Bush que ya dejará su cargo, a principios del 2008 viajó por Medio Oriente y convalidó un nuevo compromiso de paz entre el gobierno de Israel y la Autoridad Nacional Palestina, un acuerdo que sin participar el partido Hamas en la mesa de discusión ni renegociar la presencia de colonos israelíes en territorio palestino, resultaría sencillamente trivial. En tanto obtener la pacificación o cierta concordia entre las partes, si hubiera esa posibilidad, no se logra por atajos voluntaristas; el Hamas existe y al margen de las innegables disputas internas que originan dentro del propio mundo árabe, es un partido representativo de los palestinos que acaba de ganar elecciones y ninguna ecuación simplificante del Departamento de Estado modifica eso. Por más que la prensa seria y previsible persistiera en no advertir que sin el Hamás en esa negociación fue un imperdonable error, que a menos de un año exigió masas de dinero hacia Israel, - se sospechan envíos de Lehman Brothers durante su quiebra y del fraudulento Berni Madoff – para sostener una guerra que podría generalizarse. Por más que sea todavía un escenario donde el Poder tiene su ejercicio histórico, como aquel de ‘rompamos todo y después hacemos el Plan Marshall’.

Bien, por enero del 2008 George W. Bush visitó Arabia Saudita y ofreció armas de última generación a todos los países del área, porque negocios son negocios, y de regreso en Washington primero el presidente negó una posible recesión en USA, ‘que sostenía una economía sólida y previsible’ y anunció el retiro de veinte mil efectivos norteamericanos de Irak. Paisaje donde hoy, enero del 2009, la gente muy imaginativa cree que ahí Estados Unidos defiende algo, aunque lo haga sin precisar de qué se trata ni contra quién.
En esa misma semana del 2008 y sin voltear la hoja ni desdecirse, el presidente norteamericano le reclamó al parlamento de Estados Unidos un urgente plan que evitara la ‘inminente recesión’, ofreciendo volcar desde el Ejecutivo ciento cincuenta mil millones de dólares para dinamizar la actividad y atenuar la debilidad de los bancos por las hipotecas impagas. Oficializando una estafa sólo negada por los banqueros, los dirigentes de la Reserva Federal y los turbios economistas amantes del capitalismo neoliberal. Aquellos burdamente serios que nunca previeron la emisión de setecientos cincuenta mil millones para solucionar las hipotecas impagas, - diez millones de viviendas- y que el derrumbe del previsible sistema financiero mundial era un hecho. ¿Y aquella certeza de ser países centrales serios y previsibles era sólo una apoyatura idiomática para el discurso? Qué pena, ¿no?

Claro nadie antes lo advirtió ya los profesionales de la ciencia económica manejan sus augurios, vaticinios y consecuencias con cifras sobre la mesa, que hoy confundirían al mismo Nostradamus, y más lejos de cualquier acierto quedarían los políticos y economistas liberales latinoamericanos, por siempre locuaces y sumisos al Poder. Ellos siguen hablando de la previsibilidad como si nada, y desesperados por una entrevista en la CNN, en Argentina no boquearon ni media frase coherente reconociendo la gravedad de la crisis. Pero eso sí, instigados por los medios esta tropa de economistas y políticos afines, bien se ocupan de alentar los posibles despliegues de ‘la gente del campo’ contra lo institucional que le sea adverso. Atribuyéndose al opinar sin seriedad y mucho de rufianería, ser hombres de la democracia y del sistema previsible. Vamos muchachos, por favor… (5 de enero del 2009)

Eduardo Pérsico, escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.


El poder capitalista sigue el homenaje al robo

Por Eduardo Pérsico.*

La política es la sombra que las grandes empresas proyectan sobre la sociedad. John Dewey, filósofo, USA 1859-1952.

Algún mediodía de 1995 nos demoramos en una esquina de la Sexta, en Nueva York, a ver la marcha sobre patines de los traders o como se llamen, zumbando hacia las oficinas de Wall Street. Al fin, simulaba ser una competición deportiva entre gimnastas impecables, portafolios en mano y bufandas al tono, esquivando a contramano los veloces y caóticos taxis de la ciudad, similar a tantas. Y subiendo por la franja menos rugosa de la calle aquella exhibición del nuevo recurso yuppie para ir a su trabajo patín y patín, la nueva clase de pioneros triunfadores nos sugerían que al llegar, cada uno guardaría sus patines y se daría íntegro a erotizarse con télex y computadoras, esos ciertos amores en su vida…

Por curiosidad casi turística, volví el siguiente mediodía ya pensando que de esos avanzados negociadores de acciones y otros bienes virtuales, acaso conocieran las ideas de Adam Smith, el referente liberal más mentado, aunque por sus edades supieran más de Henry Hazlitt, por haber frecuentado sus textos y que falleciera en 1993. Un activista que criticara con ferocidad todas las ideas de John Maynard Keynes, y con preferencia aquello referido a la fijación de salarios mínimos, los planes de inclusión social como la desocupación y las intervenciones de los gobiernos en la economía práctica. Hazlitt, que difundiera todas sus ideas durante décadas en el New York Times, la revista Newsweek y el Wall Street Journal, y su libro más difundido fuera “La Economía en una Lección”, entendía perniciosa cualquier cercanía de la economía mundial en ejercer la distribución que intentara cualquier gobierno. Hoy mismo, “que comamos todos” es un principio utópico, inalcanzable, que desprecian los diarreicos ideólogos de la CNN y sus rufianes del mundo capitalista. Unos meses antes del asesinato del presiente Kennedy en Estados Unidos, en un trabajo publicado inicialmente en “Newsweek” y difundido por Selecciones del Readers Digest en 1963, Hazlitt atacó enfurecido contra los intelectuales y los políticos que suscribían tibiamente los cambios en la economía norteamericana enuncidas por el ejecutivo, asesorado entonces por John Kenneth Galbraith, a quien el espectro liberal denostaba prolijamente cada día. Y esta vez Hazlitt, en pleno mayo del 63’, sostenía que ‘gracias a los ingresos arrebatados a los ciudadanos en forma de impuestos se constituye el sector público, dando a entender que lo palabra ‘público’ significa que lo democrático, compartido y de inspiración cívica, en cuanto a la palabra ‘privado’ se le otorga el espíritu de lo interesado y exclusivista’. Una calificación que él estimaba injusta con los de más altura en la pirámide, pero donde nos permitimos una pregunta, ingenua: ¿viendo el devenir de las sociedades desde cuando sabemos, esta constante injusticia contra el pobrerío no existe definitivamente así?

Por semejante certeza histórica y no porque los privilegiados sean los miserables, los economistas liberales han asolado el mundo con cierto refranero que venden al mundo como ideas sustanciales; ‘el progreso es el triunfo de pequeños triunfos individuales’, o ‘el estado benefactor es una ficción donde todo el mundo quiere vivir a expensas de los demás’, ‘los izquierdistas prefieren igualar las diferencias naturales’ y otras rebuscados dislates. ¿Y si fuera cierto aspirar a un Estado benefactor, que nos integrara como una verdadera especie, la humanidad debe pedir permiso a Wall Street para intentarlo? Al menos, si se hubieran accidentado antes, los patinadores triunfantes del sistema no serían estos delincuentes que estafaron al mundo y hoy llaman Crisis financiera a un afano despiadado. Pero hoy mismo entre los liberales de la Argentina, por ejemplo, esos robos disfrazados de inversiones inmobiliarias o parecidos fueron un efecto no querido y no la causa, según hubiera dicho el ideólogo Henry Haslitt, avalando así desde el capitalismo hasta al Bernard Madoff quien confesó haberse patinado cincuenta mil millones de dólares ajenos. Algo nada fácil, pero el hombre lo deschavó en estos días finales del 2008 y el ilícito no pudieron acallarlo como intentaron con las quiebras de Enron, World Com., la tecnológica Tyco y otras.
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(A propósito de Madoff nos permitimos una licencia. En Argentina “patinar” significa perder dinero rápidamente y este prestigioso tomador de inversiones “Andá a Cantarle a Gardel” así hablaría del quebranto frente a sus hijos.

- Pero viejo, ¿cómo te patinaste tanta guita?
- Y, con los burros…
- ¿Tanto jugaste? Es mucho. ¿Y con las minas?
- También. Ahí patiné bastante.
- Entonces hiciste bien, viejo – y se abrazaron).
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Bien, los liberales desprecian al Estado regulador y recitan parrafadas mediocres y nada científicas: ‘cada ciudadano según sus aptitudes particulares planea el futuro de acuerdo a su trabajo, sus ocios, sus gastos, y estos planes individuales se coordinan por el admirable mecanismo de la competencia y el mercado libre, sin necesidad de ninguna participación del Estado’. Y bien hacen en predicar esto que escribiera Henry Hazlitt según buenos liberales porque más tarde, al encargarse ellos mismos de la gestión económica obtienen los resultados cloacales siempre, y más trágicamente en América Latina. La representación que vivimos estos días, incluida la asunción de Barak Obama como primer presidente negro de Estados Unidos, es seguidilla y reiteración de esa lucha centenaria entre dos concepciones distintas no sólo de lo económico. Es una pelea mucho más cruenta y según pensamos, tal vez definitiva. Estamos en plena lucha por una idea más racional sobre la vida en comunidad, donde comamos todos aplicando leyes y controles a la desmesura de los poderosos. Nada inédito y ni novedoso, que significa al menos acordarse del mismo Adam Smith, humanista tan nombrado y menos leído, cuando sentenció ‘hay que desconfiar de la benevolencia del carnicero’. que si nos descuidamos nos vende carne podrida. Según vislumbramos que articulan ahora mismo, entre concilios y congresos de países que no resuelven nada, los constantes opresores de los despojados de la tierra. (17 de diciembre del 2008)

Eduardo Pérsico, escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.


La mayor crisis es acertarle un nombre

Por Eduardo Pérsico

En 1929 al calificarse a la más duradera y conocida crisis sistémica de la economía, muchos al principio la estimaron como Recesión, un término algo más benigno y que no descalificara tanto al capitalismo. Pero ya existía en la economía una palabra más enérgica para explicar aquello similar a cuanto sucede en estos días de octubre del 2008: la Depresión, algo más hondo y duradero que suele darse frontalmente en el frenazo de la actividad, el debilitamiento de la demanda, la disminución del comercio internacional y la crecida de la desocupación, traducida más en la caída del poder adquisitivo de las clases más bajas. 

La Depresión, con mayúscula, es más duradera, dolorosa y contraria al progreso generalizado, bien delineada por esta instalada en estos días pese a los aullidos contrarios de sus responsables, los banqueros y sus propagandistas en las últimas décadas del neoliberalismo económico responsables del marasmo actual y que sobreviven desparramados por el mundo. Y en el caso puntual de América Latina, hablamos de un conjunto de temerarios personajes publicistas de las bondades del mercado, infalible hacedor que según ellos soluciona todo. Y por consiguiente, a ellos mismos los convierte en falsos teóricos enfrentados a todo tipo de control oficial sobre los hechos económicos, pero menos a la nacionalización de bancos y entidades financieras emprendidas por el Poder en Estados Unidos por mandato de la Reserva Federal; ¿y salvar sus propios dólares?

La crisis capitalista de estos días fue augurada por la quiebra imprevista en diciembre del 2006 del banco hipotecario Ownit Mortgate, de California, que otra vez remarcó la ineficiencia de la Reserva Federal de USA en su tarea de control de la entidades financieras. Aquí no intervino y aquello no ocurrió como una displicencia formal de los funcionarios de la FED, sino por la persistencia más ideológica que estructural entre los neoliberales: su pertinacia en confundir los efectos con las causas y anteponer su principio de producir dinero prestando dinero, - algo para pensar, ¿no?- y desentenderse, olvidarse o postergar como algo secundario al hecho decisivo de la economía; la producción de bienes de consumo que genera más trabajo con mayor demanda y aumento de los consumidores. Abreviando, digamos que la caída de casi 40% en el valor de acciones de General Motors hace dos semanas no fue consecuencia de las ‘hipotecas subprime’ ni la volatilidad de los mercados, sino por el nuevo encuadre mundial que afronta la industria automotriz norteamericana en la actualidad. Ford merodea por la quiebra y General Motors no se cae por una ocasional mala instancia financiera, - explicación repetida por los economistas neoliberales- sino por haber perdido el liderazgo comercial del negocio automotor ante el crecimiento de esa industria en el resto del mundo, principalmente en territorio asiático. La causa de su falta de competencia en el nuevo mercado quizá tenga sus explicaciones, - hoy entre las diez marcas de mayor demanda no figura ningún modelo de esa empresa- pero originó sus pérdidas inusuales en la bolsa de Valores de Wall Street. Un asunto medular y contradictorio, en cuanto por atenuar la profundidad de la crisis del sistema los responsables manotean el confuso recurso de poner al carro adelante de los caballos, error que según el estudioso economista John Kenneth Galbraith en su libro “El Dinero”, ha sido una constante de la Reserva Federal desde su creación.

Y veamos. Esta entidad, conocida como FED fue concebida en 1914 en USA para actuar ante cualquier pánico económico que se produjera y bien pronto, por 1920 y 1921 hubo trastornos que por sus gravedad anticipaban la Gran Depresión de 1929. “Hay muchos indicios, no rebatidos, de que la política del Sistema de la Reserva Federal empeoró mucho las cosas, contribuyendo a financiar la especulación anterior y ayudando a intensificar la siguiente contracción, tanto en 1020 como en 1929”. Y esa idea se fortalece con las cifras sobre quiebras bancarias veinte años antes del la FED, que hubo 1.748, contra las 15.502 del mismo período posterior al funcionamiento del organismo. Y Edward J.Kane, un economista más reciente hablando del mito de la Reserva Independiente allá por 1980, sostiene que la inmunidad de la Reserva fue siempre /debilitadora de la economía real por su inevitable ineptitud para intervenir en mercados específicos y la extraordinaria afición a la charlatanería de cada uno de sus miembros. / Y hoy, última semana de octubre del 2008 y cuando las bolsas de valores en el mundo siguen cayendo, los economistas neoliberales aún se obstinan en convencernos de que ni bien amaine esa Inesperada Consecuencia también desaparecerán las Causas y otra vez el Capitalismo bienhechor florecerá como nunca y la humanidad volverá ha ser todavía más feliz que ayer… Por ahora estos empleados del Poder, feroces enemigos de los controles del Estado cualquiera sea y de las planificaciones económicas más distributivas, siguen adorando a los antiguos dioses que provocaron esta calamidad, pontificando ‘el mercado soluciona todo y sin financistas todos moriríamos de hambre y se acabaría el mundo’; pero no pensemos que solamente integran una comparsa de cómicos ni ideólogos obstinados en teorías que vienen cayendo diariamente. Tampoco son apenas sencillos ignorantes que repiten los dictados de sus promotores, eso también, pero vale pensar que trabajan en un proyecto que además de pretender reciclar el capitalismo quiere hacerlo volviendo a los viejos hábitos. Aquello no solamente anteriores al crecimiento de nuevas potencias en el mundo, sino un poco más atrás; estos tipos tal vez intenten retornar al tiempo previo de la revolución francesa.

Eduardo Pérsico, escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina. (octubre 2008)

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El verso financiero neoliberal y la prosaica realidad

Por Eduardo Pérsico.

Hace menos de un año, cuando abandonara Alan Greenspan la Reserva Federal en Estados Unidos y el presidente de Goldman Sachs, por entonces la más renombrada financiera, fuera designado Secretario del Tesoro norteamericano, la conmoción encendió luces en el sistema. No fue una estampida pero de inmediato y ante la crisis inevitable, la tasa de descuento de la Reserva Federal fue elevada al 5% y hubo un notorio aumento en el precio del combustible, algo que entonces sí empezó a inquietar verdaderamente al norteamericano medio. Por más que nadie aceptara esto con facilidad, la palabra recesión se balbuceaba pese a que una opinión domesticada y tozuda como la del Imperio no se animaba a pronunciar y menos a escribir. Pero las cifras posteriores fueron mostrando el destape de otra gigantesca patraña financiera ideada para sostener los niveles de ocupación en USA: el otorgamiento de hipotecas incobrables.

Entonces la realidad se hizo palpable por mucho que se fuera demorando gracias a que todos los bancos de inversión del entramado financiero del capitalismo fueron cómplices de la maniobra. Esta calamidad existe, puede prolongarse y extenderse pese los esfuerzos oratorios de todo el elenco gobernante en Estados Unidos, prometiendo antes de terminar setiembre del año 2008 un ‘tren de medidas financieras’ que en principio asoman como inaplicables. La realidad repite que las cifras aparecidas en estos días empiezan a sincerar la situación. Además de que las financieras ni remotamente pueden solventar sus pasivos, el negocio de la vivienda nueva parece inexistente y en usadas cayó más bajo de los últimos veinte años. Algo que aumenta diariamente los pedidos de seguro de desempleo, inmanejable en tanto las posibilidades de recuperación en la construcción; fundamental demandante de mano de obra; quedará aquietada por largo tiempo ante la gigantesca masa de hipotecas impagas; digamos nuevas viviendas que no se construirán. A saber, en su locura por la colocación del dinero de cualquier modo, se estima que los bancos dieron unos quince millones de créditos dudosos, sub prime; de los cuales unos diez millones son incobrables y que físicamente representan en viviendas más que todas las existentes en la ciudad de Buenos Aires y buena parte de su cordón conurbano. Un cálculo que los entrenados economistas neoliberales de Argentina y el resto de América Latina, tenaces y porfiados divulgadores de ‘el mercado regula todo’, jamás harán por la profunda pereza conceptual los caracteriza . Y se animen a confesar que si esto no se llama crisis recesiva neoliberal, al menos imaginen un nombre más decoroso que ‘transitorio malestar de los mercados’. Vamos muchachos…

La decisión del gobierno de George W.Bush ahora busca la salidera por el lado de la intervención en la economía privada. Una un tanto sugerente en vísperas de elecciones, aunque quizá no sea malo que de los republicanos surja esta tendencia ‘socialoide’ luego de tantas décadas de una desaforada oposición a controlar un poco más la cosa pública. El neoliberalismo se acrecentó como voluntarista producto económico desde la Universidad de Chicago. Los Chicago Boys que asolaron también en Argentina, Milton Friedman, su mentor intelectual y demás seguidores financiados por el grupo Rockefeller dispusieron instalar financieras en cada esquina del planeta y de esta manera canallesca acaba hoy la fiesta. Lo penoso es que este patético y reidero final también lastime a la economía productiva; la única que crea y reparte riqueza y no este pastiche teórico que hasta malversó la matriz conceptual de Adam Smith para imponerse. Reiteradamente se ha dicho que las teorías económicas del neoliberalismo no solamente son vulnerables ante la realidad sino también son falsas, un principio que John Nash, premio Nobel de Economía en 1994 avalara por cálculos matemáticos aceptados en los ámbitos académicos serios de verdad. Un debate que no borra otro más urgente y principal: si la economía no está al servicio de un mundo absolutamente posible donde todos coman, por mucho que la jerarquicen como un complejo ajedrez es apenas un divertido “Ta Te Ti” de los malvivientes del Poder. Algo que siempre nos dice la realidad.

Eduardo Pérsico, escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.


Ellos, los diferentes

Por Eduardo Pérsico

Puede tener cierto sabor a gloria sentirse diferente. Con la certeza de saberse distinto cada día cualquiera ha de amanecer victorioso y entero. Sin apremios en decir ‘soy de otra clase’ ni presumir de lo bueno ‘que existan diferencias’, la expresión de esa gente no es la nuestra. Acaso por pisar un escalón más alto; eso suelen callarlo pero sentir lo sienten; demuestran ser distintos. Y no vale despreciar, ellos tienen su estilo.

Sin pensar en azarosos engendros de galaxias lejanas o exóticos venidos de ultratumba, hay un gentío natural y común, -esta no es la palabra- que habita en otro barrio más seguro y lujoso que nos mira sin vernos. O más bien, ni nos mira. Aunque nos advierta alguien que entiende asuntos de la ciencia que ellos, los diferentes, son iguales en todo y no hay genética que analice riquezas, por ejemplo. Por decirlo de un modo, esos tipos son similares al Papa, al Rabino Supremo y al mismísimo Rey del Oro en barras. Son iguales a la gente que si no come ha de morirse de hambre y si asumen perpetuarse en la especie, también deben aparearse de la manera más a mano y divertida para engendrar un hijo.

Ellos, los diferentes, son iguales a todos porque al fin como todos son esclavos del hambre. Y no del deseo social de comer algo cuando decae la tarde, sino del hambre de verdad, profundo y serio. Hambre por no comer lo imprescindible y merecido que además de las tripas demuele la ética o la moral a cada uno y todos. Por eso quizá los diferentes opinen sobre todo por desconocer el hambre terminal, ese que tampoco respetan iglesias, sinagogas y mezquitas al ponderar palabras y milagros y proseguir diciendo tonterías sobre el asunto.

‘Mi reino por un caballo’ imploró aquel aterrado Rey al presentir el aletazo del final, porque nada vale en la vida más que la vida misma’, le escuchamos a cierto filósofo de trasnoche en un bar de Buenos Aires. Que además, solía imaginar a los hombres y mujeres más afortunados del planeta reunidos en un palacio inigualable, de pronto absolutamente aislado y sin nada de alimento. ‘Entonces al cuarto día, sin prejuicios ni pudores, todos daban todo pero todo por un cachito de pan’. Aunque claro, era su pura imaginación…

Igual y de cualquier manera, no hay mortal que ande exento de una herencia de hambrunas. La humanidad se explica por tantas migraciones persiguiendo comida. Familias, gentíos y multitudes caminaron desiertos y atravesaron mares corridos por el hambre. Esa implacable realidad que nunca espera y acaso muera con nosotros, continúa; y lamentablemente lejos de tanta gente diferente que ni siquiera mira.

Eduardo Pérsico, escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.


Argentina: Violento rechazo al mentón pero sigue la pelea

Por Eduardo Pérsico.

Quizá el análisis del rechazo en el Senado del importante proyecto envíado por el Poder Ejecutivo por aumentar las retenciones a la exportación de ciertos granos, pareciera prematuro, pero los datos para la opinión se fueron acumulando durante los ciento cincuenta días del conflicto. Del 11 de marzo del 2008 fecha en la cual por una disposición difundida como ‘la 125’, las retenciones subieron del 35% del valor de los embarques al 44%, además la imposición sería móvil y subiría según el precio internacional de los granos en cuestión, así que la reacción contraria en el ambiente ruralista fue inmediata. Un despliegue de poderío organizativo y mediático que aunque resultara sospechoso de otras ambiciones, determinó que luego de tres meses y apremiado por cortes de ruta, parciales desabastecimientos y otras movidas desestabilizadoras de la República, el Ejecutivo encabezado por Cristina Kirchner dispuso elevar el asunto al Congreso Nacional para su tratamiento.

Eso y a pesar de los atributos constitucionales y jurídicos que lo habilitaban a subir las retenciones, fue una aceptación de haber equivocado el camino político a seguir y al menos, que había actuado como si desconociera cuál era el enemigo a enfrentar. Vale decir, nada menos que los dueños de la tierra en Argentina, el sector más retrógrado y autoritario de todo el tejido social argentino, donde conviven no sólo quienes se oponen a una distribución más humanitaria de la riqueza sino de todo lo que tienda a fortalecer un Estado Nacional que atienda en serio las desigualdades y estructurales y profundas que existen en nuestro país desde siempre. Ese sector hoy suma al más acendrado reaccionarismo medieval con sus estructuras centenarias más los flamantes personajes enriquecidos por la renta financiera de últimas décadas, y no sólo se empeña en desprestigiar y combatir el natural progresismo distributivo que surge de cualquier sociedad industrializada, sino que sin ninguna duda ni pudor, 'estos tipos, -diría el bueno de Julio Cortázar- insisten en retraer el reloj de la historia al año anterior de la Revolución Francesa’. 

Así las cosas y hoy, al margen que ya existen otros proyectos sobre las retenciones a las exportaciones, cuyo incremento llegó para quedarse, ver propuesta Reuteman, y ya derogada la Resolución 125 por invalidarla el mismo rechazo de la totalidad del proyecto, también quedaron sin efecto los reintegros que se darían a los pequeños y medianos productores y otras modificaciones agregadas por los diputados oportunamente. Así que el izquierdozo Bussi y su Federación Agraria más el sonoro De Angeli, dejarán de jugar en el mismo equipo de la Sociedad Rural que pareciera haberlos dejado colgados del pincel, por esas cosas de la vida... Por ahora, todo hibernará hasta una nueva ley que entendemos, no fácilmente será consensuada como muchos optimistas creen en tanto los ruralistas y sus asociados llegaron a esta instancia confusa con un plan mucho más ambicioso y perverso que frenar un gravamen más o menos. La finalidad cierta consistió en desarmar de un golpe la capacidad del Estado Nacional para controlar y reasignar los ingresos, reclamando un nuevo Pacto Federal que ellos mismo redactarían y harían cumplir; palabras certeras de sus mismo dirigentes, no olvidemos; que apuntaría al uso de los recursos que le dan los derechos constitucionales al Poder Ejecutivo en último caso, fuera pasado a los erarios provinciales. Una aspiración más que desencaminada en cualquier Estado moderno que se estime en el mundo.

Pero mucho de esto acontece porque acaso el mismo gobierno haya perdido de vista, - como en otros aspectos- los recursos tradicionales de recaudación que mantiene en su poder. Por ejemplo, si el Ejecutivo dinamizara modernamente y en serio los mecanismos de cobro de la Agencia Fiscal de Ingresos Públicos, las direcciones de provinciales que desatienden el cobro los impuestos inmobiliarios, - hoy tan fáciles de estimar con las aero fotogrametrías que abundan en Internet- y dando los avales y recursos técnicos a la Oficina de Control Comercial Agropecuaria, podría recuperar muchos de los millones de dólares que tradicionalmente son evadidos por ‘la gente del campo’ y financistas circundantes. Después de todo y sin abundar en muchísimo otros datos, un dirigente de la Asociación Agraria de Entre Ríos acaba de ser penado con dos años de prisión condicional por reiteradas evasiones impositivas. Nadie piensa que ha de ser el único y eso, por algo será.

Eduardo Pérsico, escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.


 Trivial, mascarada de medios, mediáticos y mediocres

Por Eduardo Pérsico

Al inicio del conflicto entre el gobierno de Cristina Kirchner y cuatro entidades del agro, un grupo de interés económico que prontamente concentrara a toda la oposición desplegó una inusitada solidaridad de los medios de información con ‘la gente del campo’. Esa adhesión a uno de los grupos en pugna, nombrado como ‘el campo’ y a impulsos ‘la gente’, dinamizó una falta de objetividad entre los fabricantes de opinión de mayor alcance popular que hizo de cada radio y televisora una parte decisiva de la cuestión. Esa falta de rigor y al ir creciendo la participación de cada corporación informativa fue mostrando su entretela, ocultando y falseando los argumentos del gobierno para aumentar las retenciones a la exportación de algunos productos agropecuarios. Que la medida por inconsulta y falta de tiempo y distancia fuera políticamente calamitosa, es indudable, pero eso no deslegitima el derecho jurídico del gobierno constitucional de tomar la resolución de gravar las ganancias extraordinarias que producirán los aumentos de precios internacionales de los alimentos, y mucho menos aplaudir las réplicas delictivas de la Sociedad Rural, Coninagro y la Federación Agraria al quemar tierras, cortar rutas y provocar desabastecimientos a la población.

De lo que se jactaron sus voceros en cámara; ‘demostramos que podemos desabastecer’, dijo uno de Federación Agraria, y al amenazar y concretar el golpe inflacionario que más cruelmente perjudica al pobrerío de más baja condición. Y será también memorable la protesta de la Sociedad Rural Argentina contra la 'represión', acaso queriendo redimir la reverencia hecha al sedicioso militar Ongania cuando los visitara en 1966 sobre un Landó. O carruaje parecido también decadente.

Más que despropósitos una verdadera hijadeputez escamoteada por lo medios que alegremente festejaron los desbordes de ‘sufridos hombres del campo’ contra el mismo cimiento de la convivencia. Una patética parcialidad que algunos atribuyen al probable cambio de la Ley de Radiodifusión que limitaría los monopolios al sumar nuevos participantes al mercado, vaya uno a saber, pero tanta parcialidad degradante fue anunciada en un corte de ruta inicial cuando un orador impiadoso deschavara ‘y sepa el gobierno que nos apoyan los intelectuales y las intelectualas de la radio y la tele’, certero hallazgo verbal que el dirigente entrerriano luego no repitiera. Esa aseveración no sería atendible por divertida pero sí por la tarea que los noticieros y noticieras cumplieron con una fidelidad patríotica, fuera de cargosas impurezas idiomáticas y en este asunto sin mencionar jamás el descomunal negocio financiero que hacen en Argentina los pooles de siembra, son simples empleados de los medios que al ganar mucho dinero se creen irrebatibles intelectuales de tanto peso como Marx, Nietzche, Sastre y los oradores de la rutas…

En verdad, como el gentío no les discute y sí los envidia, estos tilingos se equivocan de rol: suponen ser Chaplin siendo sólo el que barre el cine: el Poder económico acciona según elige el uso de las armas y de las comunicaciones, - esa categórica trilogía mandante- y ningún Medio a su servicio sostiene una opinión que modifique la finalidad del capital empresario. Entonces, si al Medio le conviene dispone la exhibición de Mediocres (¿y mediocras?) que sin ningún rigor y en esa dirección opina y dispone sobre lo que venga; constituciones nacionales, ley de enfiteusis, economías galácticas, los buenos o malos, y un diario tradicional nominó al religioso que arbitraría en la diferencia económica. Pero claro, por eso les pagan.

Eduardo Pérsico, escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina


Ambiguas refundaciones y otras riesgosas giladas

Por Eduardo Pérsico

A mitad de mayo 2008 y esperando el fin del lockout de los sectores campestres, perpetuos en Argentina para imponer sus convicciones a los gobiernos lícitamente elegidos, recordamos que ese privilegiado grupo de presión, hoy tan radicalizado, varias veces emprendió este tipo de sublevación institucional y contrariamente, jamás le reclamaran igual a los grupos militares que desde 1930 en adelante tantas veces usurparan el gobierno nacional y usaran de manera discrecional de los fondos del Estado. Un asunto nada sugestivo ni casual al revisar los elencos civiles de esa corriente que otorgaran entidad ideológica a esos sediciosos y según registra la historia, jamás promovieron cambios económicos más distributivos y republicanos; igual a más equilibrado y humano; al reparto de la riqueza. Un equilibrio que sin hundirnos en tediosas teologías economicistas, los gobiernos legítimos casi en general tienden a mejorar reacomodando las aplicaciones impositivas al diferenciar a quienes más tienen de los menos pudientes.  

Digamos, mejorar el tratamiento de los pobres, miserables y un cachito más abajo, hambrientos. Pero esta simpleza teóricamente indiscutible, al menos sin ruborizarse, al entrar en su instancia operativa ‘quien más gana más aporta’ tropieza con las encerronas cerriles y medievales tan propicias a los constantes profetas del odio que definiera el escritor Arturo Jauretche. Y hoy, al asomar ciertos índices favorables a la repartición, - modestos y nada revolucionarios, también digamos- los privilegiados que junto a los medios de comunicación estiman a su mediocridad como una actitud militante, interrumpen las rutas y desabastecen en tanto los informadores anuncian tragedias a corto plazo, reclamos por la inseguridad y atentados de ignoto origen. Y eso sí, los medios quitan del panorama la demanda verdadera: los hombres dueños de la tierra que al sembrar están haciendo patria, según dicen, se niegan a pagar las retenciones a la exportación de soja que dictaminó el gobierno sin la autorización explícita de ese sector. Dejando de lado que el resto de la sociedad considera desencaminado al gobierno nacional en la gestión del conflicto, - por el rumor de estar otorgando así a unas empresas gigantes, las Cinco Marías, el negocio íntegro de la exportación que harían de todo esto una pelea entre malandras- las retenciones impositivas se aprecian como acertadas, en cuanto la gente común olfatea que los gauchescos expositores del campo son, tradicionalmente, evasores y autoritarios. Ver encuestas.

En este panorama a rachas caótico, se aprecia la ferviente amplificación del malestar que hicieron dos o tres diarios y los canales de televisión desde iniciado el conflicto. En principio porque las cosas no suceden solas; suceden siempre y cuando las cámaras lo registren, se supone, pero esta vez la discordia institucional apareció cuando los ‘fabricantes de opinión’ luchan para mantener las condiciones actuales de sus explotaciones, asignadas por decretos militares, y la administración actual pretende modificar. Ese debate se está dando y los principales medios al mezclarlo con la crisis del campo, aprovechan para denostar al proyecto como un cercenamiento de la libertad de expresión en tanto los redactores de la reforma que afirman lo contrario, sería bueno que explicitaran mejor cada paso que piensan dar. Igualmente, la imparcialidad de los medios, siempre pálida, acaso se ennegrezca por esta cuestión pero la aparición de personajes inéditos hasta hoy en las pantallas, dieron hectáreas de material a cámaras y redacciones. Es que junto a los opinadores habituales emergieron los dirigentes agrarios que durante dos meses ocuparon cámaras y titulares, sin precisar ni hacer comprensibles sus exactas exigencias, ambigüedades que vuelan los cielos de la patria, toman sesgos de restauración nacional, ruegan a dios volver a las fuentes, (textual), y de repente, la exigencia concreta de administrar ellos mismos los impuestos a pagar; una pretensión no sólo grosera y trasnochada sin modificación constitucional sino que apunta a la eliminación de todo aquello que inviste sentido a una Nación. En estos divagues de globalización universal, este temerario disparate es otorgarle el manejo de aquello común, hasta la geografía, a las gigantescas y poderosas empresas multinacionales. Ahora eso sí, suponemos que ninguno de los voceadores de esos pastiches discursivos tienen idea cercana de cuanto lo dicho significa, pero ellos no se enteran y así estos meses descollaron el principal expositor, alguien que con increíble lenguaje progresista exige ‘la mejor repartición de la riqueza’, aunque en los últimos días sin reiterar ‘reforma agraria’ porque a su lado finge distraerse de semejante ofensa el presidente de la Sociedad Rural Argentina. Junto a esos dos cabalga un exaltado dirigente de Gualeguaychú, la zona más combativa rechazando camioneros y donde nadie dice si la verdadera requisitoria consiste en acompañar a los exportadores, - que no son ellos precisamente- en el reclamo contra las retenciones impositivas que subieron del 35% al 44%, y móviles según crecieran los precios internacionales. De eso, en las arengas televisadas al menos se habla poco por temor a darse patadas con las confesiones del presidente de la Sociedad Rural al augurar que bien podría abastecerse el mercado local de carnes una vez cumplidas las demandas internacionales. Algo que ocasionaría una faltante de carne vacuna en Argentina que si no regulan las autoridades, con la creciente demanda internacional de alimentos el precio que pagaría un nativo de por aquí sería de cuarenta pesos el kilo. Por supuesto, las televisaciones exhiben el espectáculo sin ahondar en los excesos delictuales en los cortes de ruta ni aclarar tantos inciertos anuncios tremendistas, y mucho menos en contarnos el verdadero riesgo institucional que pontifican estos novedosos actores. Por más que nos divierta pensar, según los vemos y a la ética televisiva vigente entre nosotros, que pronto salten del living de almuerzos a malambear alrededor de un caño..

En resumen, oyendo y leyendo en los medios decenas de rumbosas expresiones de deseos y ninguna otra factibilidad para el desacuerdo que no sea el éxito de la gente de campo, más las aseveraciones de los dirigentes agrarios, todo nos remite a una categórica definición de lunfardo canero: “un gil habla creyendo que los demás son todos giles. Y al fin, pierde por gil”. Algo interesante que significa eso mismo.

Eduardo Pérsico, escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.


En Argentina la pelota sigue siendo redonda

Por Eduardo Pérsico

Una constante del sector más pudiente en Argentina es reclamar mayor seguridad y leyes más claras para la economía. La propia, naturalmente; y entre sus dirigentes esa especie de rictus exige del Estado la protección de sus vidas y haciendas y después, si el mismo Estado puede, cumplir con otras obligaciones. Que para los ciudadanos comunes resultan la educación, la salud y demás asignaturas de la seguridad social tan prometidas y poco concretadas. Pero este requerimiento de los privilegiados propio del derecho de Peticionar a las Autoridades, se ejerce con mayor fuerza de la clase media hacia arriba, apoyados con su propio estilo por los defensores de la represión que tanto rédito le otorgaron, históricamente, para incrementar sus bienes con ‘cierta desmesura’; supo bromear alguien de los antiguamente llamados oligarcas. Algo que nos perfila a tantos descendientes de la Conquista del Desierto y algunos encartados hoy judicialmente en fuga de capitales y crímenes de lesa humanidad; esa perversa simultaneidad tan frecuente a quienes vociferan contra la inseguridad pública despreciando debatir sus tangibles causas económicas y políticas. Una negación de la desigualdad que se evidencia en todas las negociaciones, donde nuestra sociedad muestra en su entretela al aceptar, por ejemplo, que al convenir el sueldo de un trabajador se anteponga lo que el tipo necesita para vivir al valor de su trabajo. Pero claro, plantear esa realidad a los patrones los haría suponer un carnaval marxista leninista que pretende discutir la plusvalía, cruz diablo, cuando ellos son los dueños no sólo del negocio sino del método para discutirlo con los sindicalistas; por decir de algún modo.

Sin extremarnos ni forzar mucho las cosas, estos desajustes propiciados del poder de los negocios hacen jugar en igual equipo a las sociedades agropecuarias, quienes menos sequías y epidemias vacunas, se sienten dueños de vacas, hectáreas más los atardeceres y las lluvias, en este caso puntual con los organizadores de los espectáculos deportivos en la Argentina. Leyendo y escuchando, sobraría con analizar los puntos en contacto que soportan los discursos en muchos casos.

Así, por estos días de marzo del 2008 hubo tres muertes en diferentes encuentros de fútbol, según las habituales salvajadas que en la Argentina adornan este juego. Barras bravas y malandras de todo pelaje mezclados con dealers de la droga y arrebatadores, siempre socios y allegados a las comisiones directivas de cada caso, integran una inexplicable estructura delictiva. Pero a pesar de las muertes, ‘una jornada que no debe suspenderse nunca’, según sus organizadores en esta emergencia, además del vetusto refrán ‘el fútbol es una verdadera fiesta popular’ ahora se le suma ‘suspender una fecha sería darle la razón a los criminales’. Y su razón puede tener todos los intereses de quienes viven del negocio, en tanto los muertos siguen siendo la excepción y los organizadores del espectáculo son más y en último caso, mejores. Eso y además porque según repiten los dirigentes futboleros, la seguridad de los estadios no es obligación de los dirigentes; ‘nosotros aprendimos a dirigir un club y no a ser policías’; sino del Estado. Para la Asociación del Fútbol Argentino el espectáculo de jugar lo organizan los clubes con sus dirigentes que administran los negocios publicitarios y televisivos mediante, en tanto cuidar el orden y la integridad de la gente del estadio y sus alrededores corre por cuenta de la comunidad toda. Digamos, ellos cobran la entrada y el riesgo del que paga lo cubren sus familiares, amigos y deudos. Eso se llama redondear un brillante negocio con la pelota, acaso algo sospechoso si alguien se adentrara en esa economía futbolera y liberal que negocia cifras millonarias de varios colores, donde los organismos recaudadores jamás emprenden campañas para terminar con la evasión y las masas de dinero en negro, según se estila con los vendedores de chocolatines, quizá porque la gente común de los gobiernos; incluído éste de Cristina Kirchner; no tiene acceso a ‘sectores de la cancha’ donde circulan millones de convincentes razones.

Vaya uno a saber pero así las cosas, en el gigantesco negocio del fútbol en la Argentina los responsables y beneficiarios del negocio, alegremente discursean que cuidan la seguridad del público pagando horas extras a policías fuera de servicio, - una irracionalidad institucional negociada con los mandos policiales, nadie lo niega- y exigen con la misma vehemencia que usan los dueños de la tierra, que toda la sociedad proteja su negocio sin preguntarse nunca quien paga semejante fiesta. Algo que increíblemente han suscripto pasados y presentes altos funcionarios del Estado administrador con siniestros guiños cómplices con responsables del fútbol, en un libreto próximo a esas novelas de intriga donde al final el asesino resultaría el mismo detective investigador, que eso sí, nunca aparece.


Y esta vez, ¿quién le pagará al gaitero?

Por Eduardo Pérsico

El ejercicio del poder siempre requirió de la mentira institucional. Desembozada y con fina sutileza, la patraña, el embuste y la farsa son parte constitutiva de aquellos que mandan. Y en tanto el Poder actúa su rol con más o menos descaro es útil recordar alguna mentira que nos justificaron como algo imprescindible; ese recurso reiterado en voz baja ante la caída de las torres gemelas.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ostentaba un prestigio internacional al menos inédito en la historia contemporánea. Era muy difícil contrariar sus decisiones y así las cosas, en 1945 montó junto con los servicios secretos británicos una gigantesca operación de inteligencia y espionaje tendiente no ya a la desnazificación dentro de Alemania, algo que se daba casi naturalmente entre los derrotados, sino al enfrentamiento creciente con la Unión Soviética en pleno fervor stalinista. Esta situación analizó en su libro ‘La Cia y la Guerra Fría Cultural’ la escritora y cinematografista inglesa Frances Stonor Saunders, con una certeza que los hechos posteriores de la historia le dieron mayor validez. Ningún analista político en serio de la época desechaba el enfrentamiento ideológico que casi rozaba lo militar entre rusos y norteamericanos, y circulaba no sólo dentro de Alemania y sus alrededores europeos sino en el mundo entero. La guerra fría cultural comenzó de inmediato a la caída de Berlín ante el ejército del mariscal Zhukov, cuando los rusos como tales se empecinaron en organizar conciertos y los norteamericanos, sin muchos escrúpulos según la autora, secretamente iban reciclando a los antiguos nazis que resultaran de utilidad en los ámbitos científicos y económicos.

Esa tarea que duró bien adentrada la década del setenta había sido encaminada con fondos reservados del Plan Marshall, que luego dispondría la CIA en la batalla de la Guerra Fría, para ‘ganar a la intelectualidad occidental hacia las posiciones norteamericanas’, dice la autora. Debía demostrarse al mundo que Estados Unidos era también un país de poderosa cultura en los terrenos del pensamiento y no sólo en la fabricación de bombas atómicas, y un país apto a prestar servicios elaborados hacia los sectores más intelectualizados, y rechazar así la constante seducción del comunismo. Prácticamente la empresa ´le demostraría al mundo una época ilustrada que bien podría llamarse como el siglo americano’, y no hubo pocos escritores y personajes de la cultura y la inteligencia vinculados con semejante intención encubierta. Los norteamericanos irían reclutando a las élites aristocráticas de las mejores universidades o de las familias anglosajonas más relevantes, financiando lujosas y novedosas exposiciones, congresos de todo tipo y ediciones de amplia difusión que prestigiaran aquel proyecto sin nombre, y con una segunda intención que muchas veces negaron conocer los mismos beneficiarios de la intelectualidad. Supuesta ignorancia que todavía practican muchos becarios latinoamericanos de las fundaciones prestigiosas…

El libro de la autora inglesa que en su idioma titulara ‘Who paid de piper?’, - quién le paga al gaitero o quién paga elige la canción- refiere publicaciones de gran prestigio abonados con estos fondos, a saber ‘Tempo Presente’ en Italia, ‘Preuves’ en Francia y ‘Encounter’ en Inglaterra y olvidemos los nombres de muchas publicaciones aparecidas en Argentina y el resto de América Latina por esa época. Salvo la recordable revista Visión, voz del departamento de estado norteamericano. Pero bien, durante décadas la CIA gastó millones de dólares en actividades y emprendimientos culturales, y se convirtió en un ministerio de cultura norteamericano financiando museos y fundaciones de renombre que otorgaban prestigiosas becas. Esas cosas; el mismo Museo de Arte Moderno de Nueva York fue favorecido con estas operaciones encubiertas en esos años con un hábil trabajo que casi no prohijó a lo más reaccionario de la cultura europea, que seguía siendo sólida, sino que hasta favoreció el surgimiento de una izquierda no comunista. En este trabajo la escritora inglesa menciona difundir como protegidos a T.S.Eliot, André Gide, Karl Jaspers, André Malraux, George Orwell y Salvador de Madariaga entre otros nombres de reconocido discurso liberal no siempre autoritario. Pero esa orientación se atenuaría en tanto creciera la Guerra Fría y los ejecutores del plan tal vez irían siendo desplazados. En esa instancia llegó el ajusticiamiento del matrimonio Rosenberg en 1953, las paranoicas persecuciones del senador Mc Carthy contra todo aquello que no comprendiera, la muerte de Jorge Eliécer Gaitán en Colombia y el siguiente ‘bogotazo’, la destitución del gobierno progresista de Jacobo Arbenz en Guatemala, por citar algo, y en ese rumbo conceptual para mostrar a Estados Unidos como abanderado de las libertades y las expresiones democráticas tropezarían con muchos más accidentes en el camino. Ernest Hemingway, Sigmund Freud y el mismo Thomas Mann fueron censurados y hasta prohibidos con alguna publicación, y bastante recordables en el ambiente de Hollywood persisten las persecuciones a guionistas, directores y actores de la época, como si fuera un hecho latente y jamás abolido. Y mucho menos ante la ‘inevitable crisis económica del sistema’, aceptada no solamente por la bolsa de Nueva York sino además por las gigantescas entidades bancarias del capitalismo, porque tal vez mejor les resulte sincerarse y no avalar a los cómicos columnistas latinoamericanos de los diarios tradicionales, incapaces de abandonar las ensoñaciones de la globalización, el neoliberalismo y los diseños financieros agotados en sí mismos. Demasaido aconteció en el mundo este último medio siglo pese a tantos proyectos anticomunistas o de seguridad nacional, muchos sangrientos, que diseñara Estados Unidos. Y si estas ciénagas financieras del sistema no resultan geniales variantes de sus servicios de inteligencia, ¿cuál será la canción que elegirá el Poder para que toque el gaitero?


Eduardo Pérsico, narrador y ensayista, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina


El miedo a la recesión significa recesión, Yoryi

Por Eduardo Pérsico

Acabado el último Foro Económico Mundial de Davos, ya en febrero del 2008, recordamos una burlona apreciación que leímos cuando pibe: ‘la economía no es ningún ajedrez, es apenas un tatetí con pretensiones’. Es que sin exigirle a los economistas que sean verdaderos hombres de ciencia; muchos estudiosos consideran a esa disciplina un conjunto de tareas estadísticas con cambiantes incidencias sectoriales y emocionales, y por lo tanto sin el rigor científico que la equiparen a lo aceptado como Ciencia. Digamos, en opinión de muchos epistemólogos la economía carece de comprobaciones constantes que hacen de ella algo tan discutible como el psicoanálisis, pero no llevemos esto más allá.

En el Foro de Davos la mayoría de los participantes aportó solamente datos estadísticos sobre la delicada situación en los Estados Unidos, desbordada por el pastiche nada científico que armaron las inmobiliarias en acuerdo con algunos grandes bancos y algunos millones de tomadores de créditos hipotecarios sin posibilidad de reintegro. Un mortífero preparado de baile de egresados que lanzaron al mercado financiero, - esa parodia de la economía real- con la intención de sostener los índices de ocupación en Estados Unidos y que según falacia numérica, desembocaría en cinco años de jolgorio en esta sustantiva crisis que muchos ni el presidente norteamericano se animan a nombrar. En cambio, en Davos el miedo a la recesión en USA se tornó certeza al repasar el derrumbe de los precios inmobiliarios y el creciente aumento del desempleo en ese país, pese las múltiples y dudosas estadísticas que ellos difunden y no consiguen cambiar la realidad que es la única verdad…

Es innegable que la economía norteamericana está en recesión hace un buen tiempo, y ya los indicadores marcaron la reducción del poder adquisitivo y la reticencia a comprar, realidades cotidianas crueles pero indiscutibles en la misma administración del presidente George W.Bush.

La economía en USA viene en declive y que hay recesión hace un par de años lo signan el aumento de las quiebras personales y empresarias, en tanto Brasil, China India y Rusia, con crecimientos en algún caso cercanos al 10%, funcionan con otras expectativas y son las nuevas estrellas del universo económico del Capitalismo. Aunque por mucho que algunos vaticinen una futura era de prosperidad ‘si somos capaces de difundir microcomputadoras por todo el planeta’, pronunció es imbecilidad irreparable un futurólogo francés para empobrecer todavía más al Foro de Davos, nos desazona al mismo tiempo la necesidad cierta de la especie humana, -impostergable, primaria y sin cambias en la última semana- que sigue siendo la de comer para seguir viviendo. Un imperioso y natural condicionante de la especie que en estos encuentros de economistas y empresarios no se considera quizá porque la misma palabra a ellos les parece ajena y diferente. Pero íntegramente la humanidad transcurre el meridiano del hambre aunque no lo padezca, por más que el Capitalismo con mayúscula eso nunca lo debate por elegancia o vaya uno a saber, aunque esa indiferencia no impida que cada tres segundos se muera un pibe de hambre en el planeta.

De todas maneras y como hablar de lo sustancial en ciertos ámbitos carece de relevancia y prestigio, la recesión viene apurando el paso en una marcha que muchos entienden dilatada más de la cuenta. Esa realidad no se calmará subiendo o bajando un cachito más las tasas de interés bancaria ni demorando los pagos impositivos entre los favoritos de las clases altas, paliativos transitorios sin duda, y aunque todo el desquicio tampoco significa la caída del sistema capitalista, pone blanco sobre negro al mundo entero las mentiras y trampas que se practican dentro del régimen neoliberal, ese que nos castigara con fiereza en esta parte del mundo durante las últimas décadas. Y como a las nuevas criaturas es bueno darles un nombre, en estos días iniciales de febrero del 2008 cobró prestigio ‘desacople’ para entender la desintelingencia o gigantesco despelote que trajeron los conflictos entre la productiva actividad industrial y la malsana especulación financiera. Desacople, buen término para ese microbio de grandes infecciones del sistema que hoy se aceptan como esperables; tanto que el mismo Alan Greenspan, que presidiera la Reserva Federal durante quince años en USA, dijo hace unos días que él había advertido durante el año 2004 el peligro que significaba el otorgamiento de créditos a tomadores sin posibilidad de repago, y que la crisis no se desató por la caída de las Torres ni por acciones ajenas sino por el mal manejo financiero que acabó destruyendo el sistema. Aunque claro, luego al ser consultado sobre si el miedo a la recesión, ese eufemismo, se convertiría en verdadera recesión respondió, ‘existe un cincuenta por ciento para que eso ocurra y otro cincuenta por ciento para que no ocurra’. Una verdadera genialidad, porque eso sí, para definiciones científicas no hay como los economistas norteamericanos…

Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.


Estados Unidos es tan previsible que asusta

Por Eduardo Pérsico

Durante los primeros días del año 2008, el presidente norteamericano George W.Bush negó la recesión en Estados Unidos. Sostuvo que su país mantenía una economía sólida y previsible; más tarde anunció que retirarían veinte mil efectivos de Irak sin aclarar si el terrorismo que los llevara a combatir en defensa de la democracia en aquel lejano país ahí había ganado, empatado o perdido el encuentro. Tal vez por haber dejado en suspenso ese resultado, sin pausa el primer mandatario norteamericano viajó por Medio Oriente, promovió otro acuerdo de paz entre israelíes y palestinos sin prever que sin el grupo Hamas en la mesa jamás habrá acuerdo, enseguida George W.Bush reiteró en Arabia Saudita sus consabidas amenazas contra Irán, que como pareciera no temer al poderío yanki ubica a esa región en una situación ciertamente riesgosa. Digamos, atómicamente peligrosa en tanto es posibilidad que Estados Unidos sugiere en cada frase de su presidente, que como un eficiente estadista también le ofreció armamentos a cada país que visitara en la región; - aliados o potenciales enemigos- porque al fin los negocios son negocios.

Lo imprevisible que nos deparó la administración yanki sucedió cuando retornado a USA, el presidente le reclamó a los legisladores un inmediato plan económico que evitara caer en la recesión al país, una alternativa que enfáticamente negara cinco días antes y de improviso empezó a preocuparlo. Quizá por alguna novedosa abstracción, el hombre realizó un cambio de frente al que agregó prometiendo desde el gobierno unos ciento cincuenta mil millones de dólares para dinamizar la situación bastante averiada por los dos millones de hipotecas impagas y otras yerbas; producto de impuestos que el estado reduciría a los contribuyentes y estos volcarían al consumo y la reactivación.

Y sin ser pesimista porque el plan de emergencia aún no se diseño del todo, es transferencia de fondos sin demasiado rigor técnico ni siquiera pinta astuta con semejante panorama financiero en el corto plazo, que exige un resultado rápido porque las necesidades apremian y los tres o cuatro meses venideros serán al menos, azarosos. Que la reducción en el cobro de impuestos derive de inmediato en un aumento del consumo y la actividad laboral, es más bien un concepto casi intervencionista y demagógico dentro del capitalismo; imperdonable para los ortodoxos; y aunque probara su eficacia demoraría mucho tiempo y siempre que la crisis ya instalada se lo permita. Algo que enrarece y debilita el rótulo de primera potencia mundial, país hegemónico por dejar la economía librada al juego de los mercados, y otros halagos rufianescos que se difunden sobre Estados Unidos. ‘Un país siempre previsible’ nos abrumaron por décadas los sirvientes políticos y economistas que los veneran desde las clases altas, que se escandalizan y adjetivan de terrorista a todo intento progresista en los países pobres, y de previsibles los ‘países serios’, como si el mote de previsible dignificara a un país que si otro no le acepta sus condiciones, lo más es previsible es que lo ataque.

El gobierno de Estados Unidos no se priva al calificar y en estos días iniciales del 2008, el funcionario recién nombrado para tratar con los países sudamericanos, un militar en retiro, discurseó que debería controlarse al gobierno de Bolivia por las relaciones que acrecienta con Irán, un país ‘terrorista’. Una advertencia dirigida a toda América Latina, sin duda, del constante juego coercitivo que USA sostiene en la región desde que su presidente Monroe, allá por 1822, dijera ‘América para los americanos’. Una aspiración que nunca debimos tomar en broma.
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Eduardo Pérsico narrador y ensayista, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina


El mundo existe y ojalá dure

Por Eduardo Pérsico

El año 2007 cerró con algunos remezones económicos dentro de los Estados Unidos, que en principio cambiarían la imagen de un país referente decisivo del Poder durante todo el siglo veinte y que al finalizar la Segunda Guerra Mundial, en 1945, emergió con un prestigio inigualable a cualquier otra nación dentro el mundo contemporáneo. Con tal ascendiente institucional ante el mundo que ni recibiera críticas por soltar en el final de la contienda dos bombas atómicas, sobre un Japón ya derruido que rogaba rendirse. Digamos, un dato; luego y por décadas USA hizo valer su ascendencia sobre países y organizaciones internacionales, generando también hechos nada virtuosos que por disponer de gigantes aparatos fabricantes de opinión, acallaron o diluyeron durante generaciones, confundidas hoy mismo sobre cuál debería ser la línea ética o moral del país más poderoso del mundo. Y al margen de ciertas exhibiciones grotescas del actual gobierno y que sincera quienes son esencialmente, - cárcel de Guantánamo incluida- nada secundario ejercitó sobre la humanidad ese ‘pleno gobierno del dinero en la democracia del dólar’, y el manejo feroz de una oligarquía financiera mandante que obedecen militares, intelectuales y políticos de cualquier rango y pelaje. Por supuesto y pese a no existir datos fehacientes de esa realidad, el imaginario colectivo dentro de USA no duda y asume que el empresario mandante de una gran corporación; Ford, General Motors o la gran telefónica; es también dueño de presionar al gobierno para obtener ventajas o privilegios. Eso tal vez represente una suposición pública muy difícil de probar, suelen decir ellos mismos, porque esa certeza básicamente es inaccesible por la infinidad de intereses entrecruzados y los tiempos que dura cada corporación en la cima del Poder. Además se sabe que las transiciones de unos a otros en el uso de las influencias no son gratuitas, naturalmente, y por ello el traspaso de ‘manufactureros’ a ‘financieros’ guarda perfiles no muy visibles. Ahora eso sí, ningún norteamericano descree ni negaría; íntimamente todos la sospechan; las imposiciones que el Poder de verdad le impone al gobierno de los Estados Unidos, sea republicano, demócrata o negro confederado.

Quizá de modo más evidente el capital productivo interactúa con el financiero en muchísimos órdenes, pero se demostró últimamente que pese a la incidencia que sobre toda la economía ha mantenido Wall Street, ese aliado no alcanzó para sanear las recientes pérdidas militares y políticas, y menos para reconvertir el desaguisado que por alentar una actividad económica ficticia hicieron al otorgar créditos hipotecarios que resultaron impagables.

Naturalmente, el sentido del crédito está orientado a mantener la actividad, eso es de manual, pero en este caso se usaron para sostener ficticiamente los índices de la ocupación y el empleo dentro de los Estados Unidos. ‘Una maniobra delincuencial’, dirían si eso lo pergeñaran en América Latina; aunque pese a la mucha imaginación y temeridad de los expertos yanquis en alquimia numeraria, esta vez el voluntarismo mágico no alcanzó y ahora existen dos millones de hipotecas impagables vagando por el universo financiero que incluye a varios bancos internacionales de primera línea. Un fracaso que desvaloriza un poco más la creencia de lo infalible del sistema, que por otra parte se resintió todavía más ante la ‘bancarrota operativa’ que anunciara el presidente de Chrysler en USA, que es haber perdido la confianza de los proveedores y llega un poco antes de la ‘bancarrota judicial’. Ese sinceramiento dentro del negocio manufacturero no ha de ser el último, y lo anunciaron como un efecto parecido a la demanda de fondos que llegarían a Estados Unidos desde Singapur para evitar la caída de Merrill Lynch, la gigantesca consultora internacional de negocios.

Estos desmanejos del sistema económico en los Estados Unidos no se darán con la rudeza que soportan los países pobres, pero por más que nunca haya malestares ni ‘piquetes’ entre la población norteamericana, les notifica a muchos analistas que el Poder debe tomar en serio los cambios que se originaron en el mundo durante el último medio siglo. Por ejemplo, digamos que el proyecto de la Doctrina de Seguridad Nacional que propusiera una idea del mundo subordinada a Europa Occidental, Estados Unidos y Japón, -de la que aún hablan gallardamente- no atenuó ni eliminó la creciente incidencia que el conjunto de países productores de petróleo imprimieron a las decisiones globales. Eso para el común norteamericano pareciera no haberse producido y sin embargo hoy, los grandes capitales financieros saben que los países pobres pero productores de las materias primas indispensables, paulatinamente irán imponiendo mejores condiciones a los países ricos. Resulta innegable que desde la crisis petrolera de 1973 se aceleró una mayor relación de fuerza entre pobres y ricos, y sumado a eso la expansión demográfica del Tercer Mundo, hoy suben a la escena nuevos factores que el anterior poder hegemónico, Estados Unidos, Europa Occidental y Japón, no puede metabolizar íntegramente a su favor. La invasión norteamericana y sus asociados a Irak, hoy es una afirmación del fracaso que el Poder por los setenta postergó, al menos en América Latina, con la implantación de sangrientos gobiernos militares que destruyeron toda iniciativa nacional superadora de la desigualdad y la pobreza. Una nueva instancia que apareciera por aquellos años, peligrosamente para el Poder, y que como ésta asoma ahora por Medio Oriente, Asia y Latinoamérica, donde los países ‘pobres’, - que cada tres segundos ven morirse a un pibe de hambre y atesoran casi toda la riqueza energética de sostener la forma de vida occidental- lo menos que nos debemos proponer es valorar nuestro subsuelo con mayor dignidad y firmeza. Que no significa liquidar de un disparo la fiesta del capitalismo procaz y prepotente, pero eso sí, hacer que a ellos el festejo les resulte más caro.


Eduardo Pérsico, narrador y ensayista, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.
 


Cuando los ocasos vienen marchando

Por Eduardo Pérsico

Transcurrida una semana desde que Cristina Kirchner ganara las elecciones presidenciales de Argentina con más de veinte puntos arriba de su inmediata seguidora, Elisa Carrió, no pocos siguen apareciendo en los medios como si el resultado electoral fuera ilegítimo. Y usando una interpretación de la voluntad popular algo confusa en el siglo veintiuno, la derecha perdidosa cuestionó el orden jurídico que dicen los perjudicó y siendo en la Argentina donde el voto secreto y obligatorio empezó por 1912, suena disonante que cien años más tarde la principal opositora; una abogada; resignificara sin delicadeza republicana el voto calificado al reclamar en rueda de prensa que siendo ganadora su lista entre los votantes de la clase media y alta, ella representaba a los más capacitados para mejorar la condición de los pobres. Una discordancia o extemporaneidad opositora que al revisar las cifras de miseria que generó la caída del sistema financiero neoliberal de los noventa, nos retrae a cierta grosería del vodevil: ‘lo que más me jode de los pobres es lo mal que se visten’. Salvo que lo dicho por la ultra católica Carrió, crucifijo en ristre, no tuviera connotación económica y sí un requiebro amoroso hacia el pobrerío que no la votará jamás; y es mayoría.

Sin que faltaran varios cómicos que ni bien abrieron la boca convirtieron al gobierno de Néstor Kirchner en el más serio y exitoso de los últimos tiempos; una certeza facilitada además por los altos precios de los ‘comodities’ hacia el exterior y las justas retenciones impositivas a los exportadores. Un notorio acierto recaudador del gobierno que junto a la ‘inseguridad’ resultaron los dos ‘perjuicios’ más criticados por los dueños del privilegio que entre varias desinformaciones que padece, no sabe que la inseguridad de todas las sociedades es un resultado de ellas y jamás una causa… Pero bien, según su condición la derecha disciplinó a sus candidatos para oponerse a cualquier repartición de la torta, una linea enfatizada por los medios de comunicación que en definitiva dictan la voluntad de las clases altas y medias, obedientes a esos mensajes sin ningún debate íntimo. Eso es tan así que resueltamente lo evidencian las cifras electorales por barrios y sectores, que rigurosamente indican la fidelidad de los sectores económicamente más pudientes en votar según diga la CNN y los diarios tradicionales más leídos en cada país. Una actitud de conveniencia particular, clasista y casi natural, aunque eso al fin pareció menos desencaminada que la exhibida por la izquierda siempre tozuda, discursiva y lejana del pobrerío. Esos perfiles resultaron los dos márgenes que el electorado oficialista aprovechó con todo y hoy, - una semana después de la elección- ya existen desavenencias entre los seguidores de Elisa Carrió acrecentadas cuando la líder de la Coalición Cívica reiteró sus enunciados codiciosos con algo de misticismo mandón, y algunos legisladores ya electos decidieron organizarse en varios grupos diferentes. Porque sencillamente, en la Argentina de hoy sólo un huérfano político acepta merodear gratis por el abismo conceptual que le propone la Convención Cívica..

En definitiva, esta elección nos alecciona en cuanto los ganadores no cantaron la marcha peronista, que perdieron al menos diez intendentes estelares del conurbano y uno de la primera hora, Manuel Quindimil, que dirigiera Lanús durante siete ejercicios sin saber que ‘Gardel supo retirarse a tiempo’, entró en el ocaso recién acabado el escrutinio. Algo profundo cambió en el espectro de las decisiones en tanto unos cuantos intendentes inamovibles perdieron con quienes, aunque apoyaran también a Cristina Kirchner, se enfrentaron a su gestión. Y entre los tachados por este tipo de voto elaborado y sanador figura en Quilmes el mismo delfín del actual Ministro del Interior, un oficialista que perdiera ante quien sin muchos fondos para gastar llevara su propuesta casa por casa. Actitud idónea para recuperar la participación del gentío si se comprende en serio la coyuntura donde, entre otras urgencias, si el peronismo quiere volver del ocaso deberá reordenarse ya sin la hegemonía del duhaldismo conservador, y sincerar si retoma los principios desechados cuando la derecha se adueñó del aparato partidario. Así o como sea el peronismo decidirá si vuelve a sus principios esenciales como aquella liberación psicológica del obrero ante el patrón del año ’45, - una tarea posible en una generación pero culminada en meses por el peronismo de entonces- y pisoteada sin piedad cuando el Poder asociado a Bunge y Born se apropiara de la conducción partidaria. Esa realidad histórica también deberá blanquearse y ante la dinámica actual de los conflictos no exclusivos de los argentinos, es primordial un proyecto ideológico de avanzada opuesto al de un adversario que cambia su método pero jamás su identidad. Nuestra medieval derecha política deviene en enemigo ni bien alguien muestra anhelos de modernidad o le propone mejorar el reparto de la riqueza. Ese punto del debate social es el más sensible a la intransigencia a ultranza ligada al Poder, grupo adverso a que la seguridad de una sociedad depende del bienestar de todos. Apenas un valor universal que ellos desecharon también en las últimas elecciones y muy bien nos les fue.
 


Eduardo Pérsico, narrador y ensayista, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina
 

El sistema responde como se le antoja

Por Eduardo Pérsico

A principios de agosto del 2006 y cuando en la Argentina se reunían los dirigentes de la región para ajustar y debatir sobre el MERCOSUR, se dieron los primeros datos sobre las ‘preocupantes moras que se acrecentaban en las colocaciones y especulaciones financieras inmobiliarias dentro de los Estados Unidos’. La información directa de un medio suizo ocupado en los movimientos de la plaza financiera mundial, se refería al ‘medio millar de hipotecas en mora dentro de Estados Unidos, una plaza que incentivara los bajos interese para dar movilidad al mercado inmobiliario en ese país’ Una circunstancia no advertida entonces por el mismo Alan Greenspan, ese obligado consultor de la inestabilidad monetaria, quien al ser preguntado en setiembre del 2007 y ante el accidente financiero del capitalismo en ese rubro, respondió acaso en broma “no me día cuenta”. Una contestación apropiada para alguien sin responsabilidad ni rigidez técnica, y sin bien lo pensamos, adecuada a un pensador como Greenspan que alabó los éxitos del neoliberalismo en América Latina y la aplicación del corralito bancario, el mismo recurso anticapitalista que en la Argentina estafó a millones de ahorristas. Una apreciación la menos algo frívola.

Bien, ya por el 2006 media docena bancos se inquietaban “por la mora en las cobranzas de muchas deudas hipotecarias”; textual; noticia que ni registró la prensa adherida al Poder, entusiasmada entonces junto a la fauna latina residente en Miami con la muerte de Fidel Castro, por el otro auspicioso éxito que preveía el avance armado de Israel para adueñarse del río Litani, con más el resonante éxito militar y político que el establishment norteamericano seguía adjudicándose en Irak Con titulares poco elegantes de reiterar un año más tarde y que igualmente, abrumando con explicaciones necias sobre sus matanzas de personas tras las fuentes de energía, el neoliberalismo sigue negando esa realidad. La misma realidad que por más palabras optimistas o amenazantes, ya sabemos que nunca tiene remedio. Y ese mismo sistema económico capitalista y liberal que siempre ratifica su aversión al Estado protector y falsea una lucha infame entre Estado y Libertad, cuando las papas empezaron a quemar dentro de los caudales bancarios, olvidaron sus ideologías y no dudaron en volcar miles de millones de dólares en el mercado financiero, uno modo transitorio de salvar un temporal que arriesga todo el andamiaje capitalista. Esta decisión de correr a salvar los dineros bancarios es una indudable variación en su estilo de vida, en cuanto desde hace décadas nos pontifican que el único Estado democrático es aquel que protege la inalienable propiedad burguesa y entrega al mercado todos los derechos de la regulación, la supervivencia de los más aptos y los demás, a quejarse a la iglesia… Y hoy, con la intervención en mercados financieros que pueden llegar pronto a un quebranto de mil quinientos billones de dólares, una bagatela, ignoran semejante regla de oro liberal y en estos días operan igual que cualquier Estado Totalitario. Eso sí, acrecentando el silencio y ciertas alquimias palabreras, los mismos burócratas y banqueros neoliberales se enrolaron sin dudar en soluciones intervencionistas, antidemocráticas y por tradición, visceralmente contrarias a sus intereses. Igualmente y como el percance sucediera en un barrio apartado, sus diarios tradicionales y ‘serios’ de occidente siguen atacando; en estos días de setiembre, avalados por el notable Alan Greenspan, injuriando a los gobiernos populistas de América Latina ‘que realizan gastos innecesarios que hacen las burocracias públicas con los dineros del contribuyente’. Diríamos que invertir miles de millones en calmar la quiebra de muchos bancos no fue una intervención dirigista en beneficio general, y esa decisión no altera aquel fanatismo rabioso del liberalismo que seguirá en lo suyo ni bien consiga superar esta emergencia crítica.

Es oportuno considerar que esta ambigüedad conceptual o picardía tramposa que enfurece a los poderosos ante los gobiernos que aumentan sus gastos en salud, vivienda y educación, tiene su inicio en la colonización anglosajona de los Estados Unidos. Alguna vez y referido a este engendro ideológico nos ilustro el insigne argentino Rodolfo Puiggros: “las únicas libertades que hoy concibe el liberalismo son las que engendraron su lucha contra el liberalismo feudal, o sea el religioso y el monárquico, que eran las últimas reservas del absolutismo en Europa. El liberalismo de hoy es cada día más excluyente y esclavista”. Y sí, una visión certera: esos inmigrantes sin prejuicios feudales o de absolutismos deleznables ni clases monárquicas, fueron enajenando sus valores fundacionales en el individualismo económico más contradictorio y cerril, y construyeron los durísimos cimientos del liberalismo actual. Todo norteamericano sostiene la creencia de conseguir la libertad individual, algo para ellos inherente al sistema, gracias al enriquecimiento personal. Según este arraigo, defender la propiedad significa toda su concepción de la libertad, y ese proceso de acumulación capitalista y enriquecimiento paulatino lo adhieren a la igualdad de oportunidades que les ofrece el sistema, a una representación de la democracia congelada en votar cada tanto a representantes de un misma opción y a discursos descalificadotes de aquellas sociedades que desconocen. Y en virtud de una superioridad que suponen sobre el resto del mundo; típica condición de la ignorancia; la sociedad norteamericana y de los países hoy sentados en la tribuna de los vencedores deben reconsiderar al menos los fundamentos ideológicos tan superiores que los ubicado en ese lugar.

El 18 de setiembre, hace un rato, en Estados Unidos la Reserva Federal bajó medio punto anual la tasa de interés entre bancos, una maniobra técnica que tranquiliza los mercados, dicen, pero en una semana será irrelevante al no eliminar las pérdidas patrimoniales que sufre la economía real. Y por consiguiente, si el sistema está tan flojamente apuntalado es hora de comprender que el estilo de vida de autos lujosos y paseos en yate, requiere cada minuto más y más riquezas naturales, simplemente muchísimo gas y petróleo que los países ricos sólo obtendrán haciendo invasiones y otras matanza cada tanto. Una alienación en donde concluirá sin falta esta improvisación económica irracional y tramposa.
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Eduardo Pérsico, narrador y ensayista, nació en Banfield y vive en Lanús, BuenosAires, Argentina.


¿Los chinos ven igual este fin de la Historia?

Por Eduardo Pérsico.

Sin adentrarse en cuanto acontece últimamente en el escenario de Irak, donde las tropas de Gran Bretaña se retiran con discreción cuando más crece la confusión de Estados Unidos en el área, - que no define irse, quedarse o veremos- esa invasión inexplicable exhibe otro brulote del Poder. Muy similar al difundido reinado hasta el fin de los tiempos de la economía liberal, el orden natural de los mercados, la globalización y su prometida consecuencia: la libertad política y económíca indiscutible y absoluta para todos los habitantes del planeta. Vamos capitalismo todavía. que no era poco aquello cuánto nos darían según sus mentores, esos felices ‘intelectuales’ del estilo que opinan en la CNN en español, que coparon hasta los más escondidos medios de comunicación del mundo para difundir esa imbecilidad. Una tarea prodigiosa donde actuaron no sólo confusos pensadores del Departamento de Estado norteamericano, tipo Francis Fukuyama y su conjunto, sino el gigantesco enjambre periodístico y fabricante de opinión, que dispuso en la operación el Poder en todo el mundo y en Argentina, por qué no aceptarlo, con personajes ausentados hace mucho de los almuerzos que solían frecuentar en televisión. Bueno, otra neta costumbre argentina…

Entonces, el futuro de la humanidad era ‘bastante lindo’, sin contradicciones en tanto desaparecían las Ideologías y discursos contra el liberalismo económico, la única manera de vivir que recitaron fervorosos los miles de opinadores del establishment, y que de puro temerarios, le faltaron el respeto a la razón al decir que la caída del Muro de Berlín en 1989 marcó entre otras ocurrentes maravillas, ‘el fin de la historia’. Algo fenomenal; y estos tipos parecían creer de verdad ese dislate como algo muy sencillo si al fin, los gigantescos intereses que financiaron esas teorías insostenibles no les permitieron discutir ni un párrafo de esa concepción contraria a la naturaleza humana. Sepamos, fue una tarea ejercida por medio de un aparato publicitario inigualable y alguna que otra incursión armada por Medio Oriente; para no dejar sin energía a Estados Unidos y Europa, ese fantasma; y así continuaron su negocio dos o tres décadas más. Pero claro, también los artificios económicos terminan y hoy, a principios de setiembre del año 2007, la realidad le advierte al sistema que sin posibilidad de quedarse gratis con todo el petróleo de Medio Oriente, - aspiración de los republicanos yankis al invadir Irak- y reventada la fantástica burbuja inmobiliaria dentro de USA, el verso neoliberal se desinfla como globo de carnaval. Y al menos por ahora, si los principales bancos centrales de los países capitalistas dejan de invertir dólares en los mercados bursátiles, la crisis de los ‘años treinta’ pasará a ser un incidente menor y olvidable.

Esos bancos centrales, en menos de un mes volcaron más de trescientos mil millones de dólares para evitar el reventón global, porque cuando el negocio de la construcción que mantuviera viva la economía norteamericana con ventas a largo plazo y bajísimos intereses, empezó a mostrar la crecida de hipotecas impagas, los bancos ya vendían malamente a los ‘fondos buitres’, que compran lo devaluado, esas tres millones de deudas incobrables. Y como también en economía la realidad es la única verdad, ‘la corrida’ entró a sacudir todos los mercados, incluidos los sudamericanos, un territorio donde al margen del desenlace que nadie vislumbra con una opinión categórica, ya empezamos a extrañar con cierta nostalgia tanguera, aquellos innombrables augures que llenaron páginas y horas de televisión burlándose de cuanto no fuera ‘viva el neoliberalismo aunque la humanidad perezca’. Porque entre algunas razones que harían a muchos de estos atorrantes pasibles de la justicia penal, añoramos a tantos ‘iluminados’ de aquel triunfalismo oscuro negando con una sonrisa, por ejemplo, que el gobierno republicano en USA podría ‘lograr’ un ochenta por ciento de opinión desfavorable a mediados del 2007. Así como desecharon antes las derrotas electorales que esta ‘ideología’ soportara en España, Gran Bretaña, Italia, Alemania y donde hubiera elecciones, certeras expresiones populares contra el pregonado fin del pensamiento crítico. Que no es poco; por ahí el final de la historia humana entró a quedarnos lejos y si además de Europa revisamos el vuelco de las tendencias populares en América Latina, - salvo como en la última elección en Buenos Aires, donde ganó el pasado- en todo nuestro mapa se imponen los opuestos a considerar al destino del hombre como algo ya preestablecido. El capitalismo neoliberal ya es mala palabra no sólo entre gente con gran información; hoy pocos discuten que esa experiencia no fuera otra absurda perversión impuesta a sangre y fuego por los perpetuos ganadores del sistema, y aunque esto recién comienza puede servir para informar que el planeta tiene varios participantes y no apenas los que imaginaron, - febrilmente y sin atender a Gardel cuando anuncia “y el mundo sigue andando”- que el fin de la historia lo había dispuesto el neoliberalismo económico que solamente enriquecía a ellos y a unos cuantos más.

Volviendo a lo dicho, por estos días pareciera que el mismo Poder no pudiera atenuar ni explicar los gigantescos daños patrimoniales que se irán dando entre los deudores hipotecarios, una minucia, sino que las movilidades sociales y políticas no tendrán fin en tanto uno de los misterios de la especie sea la diversidad infinita; digamos, si un individuo nunca es rigurosamente igual a otro y así asegura el devenir perpetuo, lo mismo sucede con las comarcas. Cuando un grupo pretende una manera de comportamiento debe procurarse un conjunto de ideas comunes, y en cuanto usemos la palabra para comunicarnos, señores del Poder, eso se llama Ideología. Que es algo que subyace sin manifestarlo textualmente en las mejores familias, en cuanto bregar por algo común no es delito. No solamente en el Pentágono, ni siquiera entre quienes insisten en alienarse en los barrios cerrados; un ademán que exhiben quienes dicen despreciar las ideologías y al fin, asumen la intención común de los ganadores en preservarse de la contaminación del mundo real. Bueno, por supuesto, tan peligroso y lleno de pobres; pero eso no deja de ser una contradicción de los individualistas tan ajenos a las preocupaciones de la gente común. Pero un asunto que preferimos discutir en otro momento porque ahora, supongo que los chinos nos miran con mucha atención.

Eduardo Pérsico, narrador y ensayista, nació en Banfield y vive en Lanús, BuenosAires, Argentina.


Una derecha de medievales, tirifilos y tilingos

Por Eduardo Pérsico.

Tirifilo y Tilinga se encuentran tarde a tarde por Florida, Corrientes, Reconquista y Maipú. Tirifilo es atleta, católico, aristócrata, le importa un gato muerto de todo lo demás. Dante Linyera.

Por cierto reflejo condicionado los grupos del privilegio viven reclamando mayor seguridad para sus vidas y haciendas, sintetizando así su ideología que rebrota con mayor vigor cuando divisan algún ‘contrario’. Mejor digamos, si asoma alguien con discursos y semblanzas de alguna modernidad política y para la convivencia humana. Eso crispa y enfurece a esa Derecha tilinga enemiga de la evolución, hasta negadora de que sin cambiar la distribución de la riqueza la inseguridad crece por matemática. Nadie los convence de que ese peligro por la desigualdad no se reduce queriendo volver al absolutismo y los preceptos previos a la Revolución Francesa; ellos niegan que el hambre es el hambre y ninguna religión o palabrerío evitarán que el hombre sea una especie que muere si no come y desaparece si no se aparea. Y si ningún santo padre el domingo dispone lo contrario, eso es así.

De manera constante y no sólo en América Latina, los grupos de mejor nivel económico, - inmediatos de Los que Mandan- ‘peticionan ante las autoridades’ y usan cualquier herramienta para quitar de su entorno no a la miseria, pero sí a los miserables. Que al fin son quienes molestan… Entonces, desde los púlpitos compinches donde se reza por volver al absolutismo y a la esclavitud, los Muchachos Derechistas templan su espíritu contra lo opuesto a sus intereses de clase, y aunque ‘igualdad, libertad y fraternidad’ sean hoy apenas tres palabras, despreciada ‘fraternidad’ no se ven saludables ‘igualdad’ ni ‘libertad’. Y menos desde cuando el liberalismo económico globalizador decretó ‘el fin de la historia’ para las grandes mayorías del planeta.

En la Argentina y tras la sanción de la Ley Sáenz Peña en 1912, que iniciara realmente el régimen de partidos políticos con el voto masculino secreto y obligatorio, la Derecha fue autoritaria y golpista ni bien comprendió su discapacidad para organizar una fuerza democrática y representativa que accediera al gobierno por el voto popular. Su actitud mandona limitó siempre a esos conservadores para dialogar sin proferir amenazas ni conceder negociando civilizadamente. Un encierro conceptual que de algún modo los enorgulleció durante décadas en tanto heredaran la concentración económica de la pampa húmeda y el patronazgo del puerto de Buenos Aires. Dos ‘pequeñeces’ en su haber que a esos anteriores tirifilos les sobró para fijar sus condiciones, hasta que al crecer en el país algunas ideas progresistas empujadas por la participación popular, la Derecha, sin distingos, propició y ejecutó el golpe del año 1930 contra el gobierno radical de Hipólito Irigoyen. Escenario que mostró unidos trivialmente, - ver fotos- un elenco de figurones militares, católicos fanáticos y delirantes tradicionalistas del ‘no sé de qué se trata’, que pronto mostraron no ser idóneos para crear una fuerza representativa moderna y democrática. Igual, luego de esa mascarada actuaron en el golpe militar de 1943 hecho por ‘el glorioso ejército católico argentino’, que como contribución moral prohibió los tangos lunfardos, (entre ellos “Mano a Mano”, de Celedonio Flores) y antes de echar al gobierno de Perón bajo el lema ‘Cristo Vence’, denigraron a Eva Perón escribiendo ‘viva el cáncer’ antes de su muerte y en junio de 1955 ametrallaron al gentío en Plaza de Mayo. Dos mariconadas propias de esos tipos. Después, en 1966 gozaron la caída del radical Arturo Illia por el empuje de los ‘cursillistas católicos’ guiados por un tal general Onganía, que tuvo su rol más célebre al entrar en un carruaje antiguo, -un landó, bien de opereta- en la exposición de la Sociedad Rural donde fue ovacionado por los mismos dirigentes de la Rural que el sábado 4 de agosto del 2007, merodeando con razones que la razón nunca entiende, exigieron que los argentinos paguen la carne a precio dólar y que ellos no quieren pagar impuestos.

Aquellos ilustrados ‘cursillistas católicos’ de 1966 defendieron su alma allanando amuebladas, prohibiendo toda película o dibujo novedoso que no entendían y atronando persecuciones fascistas por universidades y lugares afines con la inteligencia; ver Noche de los Bastones Largos. Pero como tampoco ahí los tirifilos articularon una entidad política en serio, luego que el peronismo volviera en 1973, ellos bien sumisos al Departamento de Estado norteamericano y sin chances de alcanzar lícitamente el gobierno, mostraron su perfil más perverso actuando con sus hijos de ‘noble apellido’ y más siniestros, en el gobierno militar y asesino de 1976 a 1983. Así las cosas, ningún analista de la realidad argentina ignora en esa clase social la vocación más cerril y retrógrada de quienes ni por ‘delicadeza’ con el mundo contemporáneo archivan sus ideas medievales. Y que hoy mismo avalan candidatos que opinaron contra la anulación de los indultos; una dádiva principesca antijurídica; y las leyes de punto final y obediencia debida otorgada a los torturadores y asesinos de Videla. Desechando que al oponerse a leyes donde no prescriben los crímenes de lesa humanidad aceptan su complicidad con Camps, el turco Julián, Etchecolatz y los ladrones de bebés.

En tanto nos parece precipitado creer que el PRO, el partido político que con Mauricio Macri ganó las últimas elecciones en la Capital Federal, sea una entidad política a la europea, - eso no lo exime- y que sus dirigentes aspiren a consolidar una fuerza democrática dispuesta a competir siempre en el campo electoral. Que Macri pertenezca a una famila de la llamada Patria Contratista no lo inhabilita, pero algo molesta que con un hábil manejo publicitario y pese a ser un diputado nacional sin asistencia a una sola reunión de la Cámara durante dos años, ganara con holgura el cargo de jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Algo que no es poco, sepamos, pero muy agrandado el hombre ya antes de asumir litiga con dureza al gobierno nacional por el paso a su jurisdicción de la Policía Federal; un ente financiado por el Estado Nacional al que aportan el resto de las provincias. Así que fiel a su estilo, los mandantes del PRO, con el mismo tono usado por la curia y los ganaderos, intiman al ejecutivo nacional a terminar con el tratamiento parlamentario y otros inconvenientes, para que la Policía Federal deje de ser Federal de inmediato. Esa inevitable gestión republicana incita al futuro jefe de gobierno de Buenos Aires a entrevistas con el cardenal Bergoglio, referente mayor de los católicos que sostiene una disputa estéril con Néstor Kirchner, un presidente que sin merecer grandes ovaciones demuestra que congeniar con la Iglesia Católica no es imprescindible al cumplir el mandato dispuesto por la gente, religiosa o no. Algo independiente en otras de sus gestiones, par revalidar que los gobiernos legítimos están encima de toda otra jerarquía, por más que venga del cielo.

Ahora bien, ¿qué enfurece más a la derecha, no sólo en Argentina? Pues la actual América Latina, reservorio de recursos naturales al que deberán recurrir más temprano que tarde los países poderosos. Y donde esos mismos ‘países ricos’ siempre invasores, para imponer su voluntad añoran a otros personajes que hubieran dicho SÍ a las condiciones del ALCA traídas en el año 2005 personalmente a Mar del Plata por el presidente Bush, y le rechazaron. Los países ricos extrañan a gobiernos amables al libre albedrío de los laboratorios extranjeros dueños de cualquier derecho en el ‘negocio de la salud’; quieren presidentes en la región menos complejos para el Imperio y sus servidores locales, y rechazan al Correa de Ecuador, al insultante Chávez de Venezuela o al indígena Evo Morales que se permite discutir el precio del subsuelo boliviano. La tradicional Derecha requiere gobernantes obedientes al Poder y no que organicen integraciones regionales como el MERCOSUR sin aprobación de las multinacionales. Y que en la Argentina, si interesa un negocio inmobiliario gigantesco en la ciudad de Buenos Aires, que el gobierno ya mismo se ocupe de los miserables que viven en el lugar y dilatan la operación. Esas son las ciertas inquietudes más otras tilinguerías que publican los diarios tradicionales, en cuanto al Poder muy poco le preocupa la gente y no hay Derecha que se oponga a eso.

Eduardo Pérsico, narrador y ensayista, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.


El Macri gobernador, de Lombroso a Don Yolando

Por Eduardo Pérsico

 Un amigo con tendencia a la fácil calificación comentó que la mayoría de los personajes públicos de hoy ‘no soportarían, ni sesgada, la mirada del criminólogo italiano Césare Lombroso, desaparecido a principios del siglo veinte y que sugiriera en el aspecto físico cierta constante del individuo; o mejor dicho, ‘la facha de ladro fa il ladro’. Algo quizá menos discutible si nos referimos a tantos temerarios subidos al escenario político con el mandato de cambiar el rumbo ‘de las cosas’, y en quienes, a veces sin convicción, depositamos nuestra idea de continuar siendo una especie natural organizada en grupos o sociedades. Y sin calar demasiado, hoy no sólo nos preocupa ver los rostros de los notorios tipo Hitler o parecidos; sino la exhibición de los nuevos farsantes que en un remedo violatorio nos seducen para obtener el Poder, y luego, a otra cosa

Así que al margen de tantos bushes, asnares, berlusconis y demás antológicos de nivel internacional, en Argentina hubo elecciones en su capital, Buenos Aires, donde varios candidatos también ofrecieron sus preocupantes máscaras al público y con actuaciones de forzada naturalidad dieron pocas certezas de cuánto querían y de qué manera harían su gestión transformadora, en un distrito que tradicionalmente siente la dependencia política del poder presidencial asentado en su territorio. Como desenlace de una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados, en el recuento la abstención de votantes alcanzó un tercio del total, indiferencia preocupante, y donde el a ratos candidato del presidente Nèstor Kirchner, Daniel Filmus, resultó un muchacho con cara de honesto conocedor y preocupado por el rubro Educación, y en lo demás sugirió un magro vuelo de estadista sin ánimo de remontar alturas. En tanto su opositor, Mauricio Macri, se impuso prometiendo gobernar y lograr una ciudad definitivamente segura, sin que los postergados de siempre corten el tránsito, eliminando a piqueteros, ambulantes y cartoneros sin autorización, con más el emprendimiento inmediato de tres o cuatro gigantescos negocios inmobiliarios de provecho incierto, y otras lindezas más. Todo palabreado ante cámaras televisivas y sin enunciar nunca como articularía su solvente tarea gerencial imprescindible en esto de Ordenar, Delegar y Supervisar tantas aspiraciones y ningún Proyecto. Entonces hoy, el electo Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires que realmente obtuviera un treinta y siete por ciento, no poco decir, es este dirigente futbolero y además asociado a empresas contratistas del Estado Argentino, que culminara su campaña proselitista ocultando sus logros como Diputado Nacional, que también sí es cobrando sus estipendios, aunque por otras obligaciones más republicanas o dignas jamás concurriera en carácter de Diputado al Congreso Nacional. Un dato que seamos equitativos, es éticamente tan aberrante para él como para sus votantes que conociendo ese gravísimo hecho, lo premiaron apoyando esa irreverencia ciudadana y el difuso enfoque de cuánto es una obra de gobierno. Claro, en mi barrio siempre los registros lombrosianos se expresaron con frases muy comunes y bolicheras, por ejemplo ‘qué cara de chanta tiene ese tipo’, ‘los turros no se ríen, pibe, muestran los dientes’, y una acuñada por don Yolando en el bar Escalada; ‘la cara es el espejo del *garca’. Que “Manual del Lunfardo” mediante, sin ambages ni perífrasis concluye los mayores avances de Césare Lombroso…

Durante la campaña el candidato Mauricio Macri presentó a muchos colaboradores con antecedentes de participar en gestiones oficiales sin gran sensibilidad social, digamos breve, y renombrados ‘portadores de apellido’ acostumbrados desde la cuna en macanear con las clarinadas de sus clarines y los redobles de sus redoblantes, pontificaría otro cómico señero, don Pepe Arias, en tanto el próximo Jefe de Gobierno que luciera sus propuestas prometiendo mejorar la Seguridad Pública de la población capitalina, es hace varios años presidente del Club Boca Juniors, una de las entidades futboleras más representativa del país y en un segmento donde la violencia se organiza mafiosamente. Es evidente que no hay club de fútbol argentino, de magnitud y de los otros, que no ampare a un grupo de ladrones, asesinos y extorsionadores al servicio de los dirigentes que sintonizan amorosamente con la Asociación del Fútbol Argentino y otros complicados; y en ese contexto el Boca Juniors de Macri no ha mostrado ‘grupos de entusiastas hinchas’ sino un verdadero ejército de malvivientes para que nada cambie en un negocio marginal y gigantesco. Que entre otras lindezas evidencia que los grandes clubes de Argentina no soportarían ni ‘deportivamente’ una auditoría impositiva o contable tras las pistas lavadoras de dinero. Un perfil que el próximo gobernante de Buenos Aires por ser durante años presidente del Boca Juniors debe conocer a fondo, junto al porqué conviven con los fascinerosos invasores del espectáculo, - no siempre marginales, no jodamos- y de la complicidad boba de los publicistas deportivos sin críticas serias a un espectáculo que ellos integran jugando de ‘periodistas’, y donde las peligrosas bandas disputan las millonarias y dolarizadas compra y venta de jugadores, incluyendo viajes al exterior en muchos casos, y el deporte de patear al público normal fuera de los estadios acreciendo espectadores frente a los canales y televisoras accionistas del negocio. Esto que ni menciona Macri al hablar de seguridades prometidas, sigue erosionando el hueso endeble del sistema policial siempre comprometido y de una justicia intimidada y cada vez más lejos de su función en este asunto.

Por eso, tal vez sea cierto que Mauricio Macri desechó un debate final en televisión, al ser advertido que hablarían si el modo más directo de comenzar el saneo no sería retirando la custodia policial de las canchas de fútbol, en tanto él, derechoso liberal de achicar los gastos del Estado, no confiesa que por tratarse el fútbol de una actividad económica privada, deberían ser sus entidades organizadoras las obligadas en proteger la seguridad de los espectadores que pagan. Ya que no es legal proseguir según operan los empresarios del fútbol con poquísimo desembolso, que las fuerzas preparadas para proteger a la comunidad entera sean distraídas, aviesamente, en el cuidado de espectáculos deportivos rentados; y además turbios en el imaginario colectivo. Dejar al fútbol sin la custodia policial que paga la comunidad, (ojo, que los dineros extra de los policías no cubren uniformes, armas ni las caras de cana que mantiene la sociedad toda) sería el inicio para obligar a los empresarios a ocuparse en serio o enfriar su negocio. Una variante ésta que ante el tribal y peligroso desquicio del fútbol, esquivó el empresario Macri, sugestivamente, siendo el candidato dispuesto a gobernar la difícil ciudad de Buenos Aires con la Máxima Seguridad para sus habitantes. El hombre no enunció nada en el ámbito que suponemos mejor conoce, la de presidente de un club de primer nivel asolado también por la inseguridad. ¿No será que en eso él no conoce ningún método? Porque si de verdad un liberal como Mauricio Macri, furiosamente defensor de la propiedad privada y de las obligaciones comunitarias cuando le conviene, no acierta con esto, que los porteños aguarden una gobernación al menos muy confusa. O exponernos a que cuando él y sus colaboradores hablen mostrando la cara, sean pasibles de los decires de Césare Lombroso, de Italia, y del viejo don Yolando en Escalada.


Al Papa Ratzinger le desagrada la pobreza.

Por Eduardo Pérsico

En la visita que el Papa Ratzinger hiciera a Brasil en mayo del 2007, entre las apariciones novedosas sobresalió una, inquietante y sustantiva; los llamados ‘Heraldos del Evangelio’ que quizá merecieran renglones autorizados del espectáculo insólito. Estos Heraldos tan célibes como fanáticos de la abstinencia sexual, según dicen, escoltaron al Santo Padre durante toda su estadía y desfilaron vistiendo uniformes de color marrón, decorados con una ostensible cruz sobre el pecho.

Los mismos se enorgullecen de sacrificar ‘ad infinitum’ la naturaleza corporal y así quedar mejor preparados ‘para luchar contra las sectas evangélicas’. Esa heroica decisión militante, digamos que para los ajenos a la interna del catolicismo pero igual atentos a cualquier connotación autoritaria o fascista, eso hoy atentaría contra la imagen de la institución Iglesia Católica Apostólica y Romana. Y más aún cuando estos católicos militantes descalifican sin autoridad, -ojo chicos, autoridad viene de autor, de cosa propia- a las demás vocaciones religiosas existentes y otras multiplicadas últimamente.

Tal vez sería bueno mencionar a esas congregaciones que estos Heraldos desprecian como ‘sectas’, cuáles serían esas en especial y si no era una secta la concurrida por los esenios, con Jesús y sus amigos devenidos en apóstoles. Porque estos iluminadores del camino recto que debemos transitar los seres humanos, como todos los fundamentalistas comunes y corrientes, exhiben una soberbia intelectual y un perfil de ignorancia feroz contra lo desconocido, como les resulta la Fé Electrónica presente a toda hora en los televisores del mundo. Aunque estos renovados Heraldos de la Fé, según su discurso, llegan resueltos a ejercer la más dura acción directa contra cualquiera, como pregonaron sus antecesores varios que entraron y salieron de escena sin perpetuar, - históricamente hablando- nada memorable.

Como todo fanático, estos se consideran el referente principal de un universo inmedible, en donde la tierra es una brizna de átomo, pero igual dale que va; y en cuanto esa divertida movida secular aconteció dentro de Brasil, no pocos le propician resonancia en el próximo carnaval cuando ellos, cruz en mano, desfilen junto a otras comparsas y ‘escolas do zamba’ en el sambódromo de Río…

Así las cosas y los desafueros papales por inculcar la enseñanza religiosa en la escuela estatal de Brasil, el presidente Lula secamente le quitó el aire reafirmando la condición laica de su país, al tiempo que Frei Betto, fraile domínico, teólogo de la liberación brasilera y varias veces preso político en su país, apuntó a que la iglesia católica debería ser más universal, empezando por aceptar que se ordenen en el clero hombres y mujeres casados, y por qué desde ningún punto de vista, el Vaticano entiende que hace muchos años no hay más dictadura en Brasil , un país que justamente se arroga la virtud de ser uno de los más altamente pluralista en los cultural y religioso; y pretender instalar en ese territorio los designios de unos cruzados medievales no era lo más oportuno.

Igualmente, no fue sólo la comitiva del Papa la que ocasionara el inusitado fracaso de la misión vaticana en Brasil y en la Conferencia Episcopal Latinoamericana y del Caribe, sino la errónea visión que el mismo Papa, el alemán Ratzinger, demostrara conocer de cuanto acontece hoy dentro de América Latina. Su apreciaciones sobre la evangelización en América fueron tan obtusas que tuvieron la pronta réplica de las nacionalidades indígenas del "Continente de Abya Yala, (América)": "rechazamos enérgicamente las declaraciones del Sumo Pontífice en lo que se refiere a nuestra espiritualidad ancestral y a algunos Presidentes Latinoamericanos y del Caribe, en un continente donde se acrecienta la diferencia entre pobres y ricos", y más adelante le remarcan "el Papa desconoce que los representantes de la Iglesia Católica de ese tiempo, con honrosas excepciones, fueron cómplices, encubridores y beneficiarios de uno de los genocidios más horrorosos que la humanidad. Más de 70 millones de muertos en campos de concentración de minas, mitas y obrajes; naciones y pueblos enteros fueron arrasados, bajo.el presupuesto filosófico y teológico que nuestros ancestros 'no tenían alma".

Fueron muchas las definiciones que mostraron al máximo exponente del catolicismo como si tocara de oído: en un mapa hoy más agitado política y económicamente de cuánto entienden los curas de por aquí, con obvios destinatarios el Papa arremetió contra el peligro que eran los gobiernos autoritarios en la región, más al marxismo y al capitalismo que acusó de “falsificar el concepto de la realidad y la amputación de la realidad fundamental y decisiva, que es Dios”. Naturalmente, que sin la ayuda de un hermeneuta, - esos tipos que descifran los textos sagrados como si nada- sería muy temerario desentrañar semejante andanada verbal, previa eso sí, a que Ratzinger enarbolara “solamente quien reconoce a Dios conoce la realidad y responde a ella de modo adecuado y realmente humano”. Un trabalenguas tan peregrino como el conjugar al capitalismo y al marxismo como dos concepciones herejes y materialistas capaces de “falsificar el concepto de la realidad”.

Un renglón bastante ‘sartriano’ y si no lo es, igual inentendible para una persona común, digamos como yo y mis amigos, parecidos a mí. Aunque tal cual sucede en estos eventos nutridos de personalidades, el propósito sea palabrear diciendo lo menos posible, y a esa intríngulis le apuntaron los estadísticos que midieron las presencias reales en cada lugar que visitara el SantoPadre, y el resultado del conteo no fue el esperado por los organizadores: luego de cuanto expresara el Papa en sus discursos, a su aparición final sólo fue un tercio del gentío esperado.

Sin abundar más, de verdad certeras fueron las opiniones de Joao Stédile, un lider del Movimiento Sin Tierra en Brasil, quien no dudó en decir que el papa Ratzinger llegó a la Conferencia del Episcopado a extender un certificado de defunción a la ‘iglesia de los pobres’, tan publicitada desde el Concilio Vaticano II, y a liquidar de una vez aquella posición de preferir a los más necesitados y ayudarlos en una sociedad injusta y mal repartida.
Hoy la dirigencia del catolicismo despliega las teorías y actitudes del fundamentalismo más cerril, y entre esas iniciativas mal fundamentadas el retorno a dar las misas en latín es hacer de ellas de nuevo algo selecto, para iniciados, y de paso anunciarle al pobrerío, ‘señores, hasta aquí llegamos’… Según Stédile, entre varias razones objetivas obedecen a que “Ratzinger es blanco, alemán y un intelectual europeo que no tiene la mínima cultura que lo relacione con América Latina. Y la diferencia consiste en que nosotros comprendemos las dificultades que él tiene para entender a los problemas del pueblo latinoamericano”.

Una benevolencia más que no sólo este dirigente campesino sino la prensa en general le demostró al Papa que no pocas veces se salió del cauce – o le saltó la cadena- al jugarse sin red con delicadas afirmaciones doctrinales, referidas casi siempre a las uniones entre homosexuales, el concepto de familia según él y una teatral fijación contra el aborto. Un tópico donde argumenta sin contemplar ningún social o humano, o que mereciera un debate integral sobre esa consecuencia natural que los católicos cínicamente califican como perversa, quizá porque más la sufren las mujeres del pobrerío. En este sensible tema el Vaticano, livianamente, despacha al por mayor sus arengas y denostaciones de púlpito sin aceptar un tratamiento serio del problema, con un debate estadístico, civilizado y científico que subsane las causas y hable menos de las consecuencias. Porque claro, atacar el efecto sin mencionar la causa es un antiguo recurso dialéctico del Poder, y durante siglos los intereses de la iglesia católica y sus representes del Vaticano vienen navegando con soltura y viento a favor dentro de esa corriente, sin que jamás sus jerarquías analicen críticamente a la realidad económica y política que hundiera en las hambrunas a gigantescos sectores de la humanidad.

La última experiencia del imperialismo neoliberal donde también participan seriamente los organismos económicos de la institución Iglesia Católica, leáse petróleo, siguen dejando consecuencias siniestras. Pero repitiendo los libretos tradicionales, la solución de esos males para la doctrina religiosa consiste en arengar, pontificar y recitar catecismos a favor de los necesitados. Apenas eso, algo tan evidente y notorio que no sólo descubren los “intelectuales alejados de Dios”, - leímos por ahí- sino cualquier observador atento de la realidad cotidiana. Entonces sin temores y ante una realidad hoy inmanejable con discursos, amenazas de Los Heraldos de la Fé, excomuniones y castigos seculares, el Vaticano estableció con claridad en Brasil que ante ‘‘la ausencia de Dios” ellos han optado por desandar el escaso camino que recorriera el Concilio II, asumiendo sin complejos ser formal y metódicamente ‘la iglesia de los poderosos’. Y retornar así a la Edad Media, aquello que tácitamente propusiera monseñor Lefebvre, el arzobispo francés que despreciara las reformas conciliares. Un sinceramiento que tal vez les lleve algo más de tiempo, ese imbatible enigma que no transcurre para los jerarcas religiosos de estos días.

[Este artículo fue publicado como nota de tapa el 21/05/07]


Estados Unidos y esa cultura de cerrar los ojos.

Por Eduardo Pérsico

Sus ojos se cerraron y el mundo sigue andando.
(Cantado por Carlos Gardel)

En la película “Walter y Henry”, que vimos por marzo del 2007 y cuando el presidente George W.Bush hacía una confusa visita por América Latina, un joven músico cuestiona a la tradición jurídica de USA diciendo que Thomas Jefferson “era un racista disimulado”, en cuanto la Declaración de la Independencia de 1778, según él, no hay ningún renglón que hable de negros, esclavitud ni miserables. Una crítica a los fundamentos éticos y morales de su comarca, descalificando duramente a uno de sus indiscutidos referentes.
En su libro “La estructura del Poder en los Estados Unidos”, el escritor y Profesor de Sociología Política en la Universidad de Paris, Pierre Birnbaum, por 1972 publicó ciertas observaciones sobre la sociedad yanki: ‘Uno de los rasgos fundamentales que permiten explicar la formación del carácter norteamericano es la ausencia de todo pasado feudal. Desde el origen, los Estados Unidos y los revolucionarios norteamericanos no debieron luchar ni definirse con relación a instituciones como la monarquía y la nobleza’. Y agrega, ‘la Constitución de 1787 debía garantizar los derechos de los trece Estados de la Confederación, y para evitar la preponderancia de uno sobre los otros el papel del gobierno debía estar limitado a prevenir los posibles excesos de la democracia’ Y allí reitera la diferencia sustancial entre dos grandes de la época: Thomas Jefferson veía el principio de igualdad en el puro individualismo y la búsqueda de la felicidad, cada uno llega adónde puede, alentando a la existencia de una ‘aristocracia natural’ cuyas cualidades de mando se revelarían gracias a la educación. En tanto que Alexander Hamilton, también individualista pero opuesto a lo sostenido por Jefferson ‘ciegamente’, en cuanto que además reclamaba una activa participación del Estado como moderador de las diferencias y sustentador de una ‘aristocracia en el Poder’; que por entonces eran los empresarios.Y un tercero en el debate, Andrew Jackson, la voz del Oeste ‘que encarnó el espíritu de la frontera’, propiciaba la primera síntesis para que ese individualismo educado originara la aparición de una minoría económica y política capacitada y ellos dirigieran mejor la participación del Estado en la vida pública. Los conceptos en discusión no fueron menores por un lado se nombraron los ‘conservadores’, ocupados por la libertad y la primacía de la capacidad individual, en tanto los ‘liberales’ priorizarían la igualdad y darle al Estado un sentido regulador del patrimonio común, debate que dejó en la realidad conceptual de los norteamericanos una idea de ‘pueblo mejor organizado que todos los demás’, frase que al agregarle ‘por voluntad del Creador’ pierde seriedad y se hace propia de un pícaro… Así, el norteamericano medio no valora demasiado la igualdad y prefiere confiar en la posibilidad del éxito social, y tanto sucede que fracasado o triunfador, muerto de hambre o bebedor constante del whisky más costoso, imagina a los demás pueblos del planeta como habitantes de ‘algún territorio exótico que cuando los dirigentes de su país, Estados Unidos, los crean económicamente imprescindible los tomarán en cuenta’, escuchamos en un encuentro literario del Instituto Cultural Hispánico, en California. Esto y dicho sin ninguna ironía gratuita, es una constante instalada en el hombre común, que lo admite con los mismos justificativos que arguyen sus representantes; mediocres textos de disimular invasiones donde muere gente, con ardides no atendibles ni en broma. Y con semejante aval ciudadano, los dueños del poder verdadero en USA sostienen una opinión pública adicta a confrontar con ‘los exóticos’ sin averiguar los intereses ciertos de esa pelea; una desinformación que con el tiempo tendrá su precio. . .

A mediados del siglo veinte y terminada la Segunda Guerra Mundial, y pese al recuerdo atómico que le dejara al pueblo japonés, Estados Unidos tenía a su favor el mayor prestigio que una nación alcanzara en el mundo moderno. Igual que hoy era ‘un pleno gobierno del dinero en una democracia del dólar’, y también se suponía que el grupo mandante era una oligarquía financiera a la que los políticos debían obedecer. Sin embargo, sobre este juego entre los empresarios más poderosos con los políticos de turno, tampoco existían fehacientes datos para corroborarlo, aunque existiera en el imaginario colectivo la convicción de que un directivo de General Motors, por ejemplo, era dueño de presionar al gobierno para obtener determinadas ventajas o privilegios. Amparado esto por una suposición pública que pocas veces se puede probar, - como las brujas- nadie dudaría de su existencia. Además de esas comprobaciones de tan difícil acceso tampoco son claros los intereses que se cruzan, los tiempos que duran en la cúspide las elites mandantes y las transiciones de una a otra en el traspaso de las influencias. De ‘manufactureros’ a ‘financieros’ nunca fueron fáciles de observar y apenas se sospechan las presiones que el Poder de verdad le exige al gobierno en los Estados Unidos, sea demócrata o republicano.
A propósito de esto dice James Petras que hoy, de modo más evidente, el capital financiero interactúa con lo productivo en todos los órdenes y a pesar de ‘la enorme incidencia en toda la economía, Wall Street por sí misma no puede subsanar ni evitar la vulnerabilidad económica ni los sucesos catastróficos del ámbito político o militar’. Un renglón que afirman las movidas inventadas por la diplomacia de Washington, febriles ensayos de alquimia a prueba y contraprueba, inexplicables como la sangrienta permanencia en Irak, Afganistán y sus torturantes cárceles en el exterior, ver Guantánamo, donde siguen experimentando sacrificios de personas esperando que el Congreso al fin les avise que esta guerra contra el ‘terrorismo’ fue un mal negocio que empeora cada día. De todas maneras, atendiendo a las exhibiciones y discursos del actual gobierno en USA, poco o nada queda de la ética moralista fundacional ni el sentido de lo humano que enarbolaron sus precursores; a estos responsables de hoy sólo los inquieta el apuro financiero y hasta desprecian que la realidad actual les limita seguir siendo los buenos muchachos y galanes de la escena. No casualmente y por su acumulación de errores, acabaron junto al carnal aliado Israel, soportando como cowboys trasnochados al inesperado cuatrero Hezbolá, que a los empujones los quitó de las márgenes del río Litani, en el Líbano, y desacreditó a sus ‘infalibles servicios de inteligencia’ con el aliado Mossad incluido. Y en lo que insiste hoy la Casa Blanca son ensayos pueblerinos, desvalorizados, como la recorrida del presidente Bush y su comitiva por América Latina durante la última semana, que emprendieron ilusionados en una realidad regional similar la de años pasados, digamos, cuando ese paseo se planeaba como una Visita de Inspección a las embajadas. Con el nuevo escenario de Sudamérica, la gira norteamericana fue aburrida, sin ningún relieve, - salvo las manifestaciones contra los visitantes- y en términos económicos, enmarcó un alejamiento más explícito a conseguir para el imperio un área de libre comercio. Contraponer el ALCA al MERCOSUR, todavía en formación pero pujante Mercado Común que encabezan Argentina y Brasil, es una parodia de la vieja estrategia de vender los productos de su producción sobrante usando algún Plan de Ayuda supuestamente benéfico. A ese recurso se le acabó el tiempo, en esta región es obsoleto y lo demuestra la decisión de once países de la Comunidad Sudamericana de Naciones que decidieron atenuar la ingerencia de Washington y el Fondo Monetario Internacional, formando un fondo de reserva dispuesto a socorrer las emergencias financieras de cualquiera de ellos. Un concreto intento de romper con el patronato prepotente de los organismos de crédito, FMI y similares, en los países deudores. Entre otras causas, por eso la visita de Bush resultó un olvidable empate sin goles y un aviso de que las instancias que Estados Unidos debe atender ahora deben ser otras. El déficit presupuestario, la recesión que los amenaza, las investigaciones por corrupción (¿similares a las nuestras, los sudacas?), y la certeza de que los habitantes fuera de USA le perdieron la confianza. Para eso ayudaron mucho los rechazos norteamericanos a suscribir compromisos como el de Kioto, para atenuar el calentamiento global, las depredaciones de la naturaleza y la podredumbre ambiental, así como el tufillo a mentira grosera que en cada declaración sobre estos asuntos exudan los funcionarios yankis. Y además algo que debería conocer el ciudadano común norteamericano, - junto a la gravedad de los huracanes y la cifra de muertos en Nueva Orleáns- sería la imposibilidad de imponerle hoy la mundo las mismas condiciones políticas de hace medio siglo, para venderle hasta sus sobrantes de guerra, como aconteció en Argentina, por decisión propia . Eso ya fue, no cierren más los ojos que ‘el mundo sigue andando’, nos cantó Gardel, y aunque sea temerario hablar de Decadencias y otras expresiones presurosas, es evidente que el Imperio navega obligado a un repliegue. Al menos por este siglo


Sobre libros, televisores y chinos, no hay nada escrito.

Por Eduardo Pérsico.

"Para aprender con significado es necesario enlazar los nuevos conceptos con los que existen en la estructura cognoscitiva, manteniendo el orden jerárquico de los mismos. En ese Mapa de Conceptos se basa el proceso de integración del conocimiento". (D.P. Ausubel, 1968).

Vinculando los gigantescos rechazos que reciben los aspirantes a ingresar en las universidades en Argentina, - principalmente a carreras no humanísticas- no asombra saber que los egresados de escuela secundaria que concursan, al margen del obligado material de estudio no llegaron a leer en promedio un libro por año. Claro, seguramente ocuparon su tiempo en ver televisión y eso también ilustra, dicen los defensores de hasta lo malsano que también brinda la televisión, una especie de rictus ya admitido. Pero la falta de lectura es alarmante no por las cifras que dan los rechazos universitarios en Argentina sino porque toda la sociedad acepta esa falta de lectura entre los adolescentes como una normalidad.

Eso es tan grave como que hasta los más necesitados miran "Gran Hermano" o engendros planetariamente similares, aunque existen algunos países donde esa cifra de lectura personal al margen de los cursos escolares, llega a diez libros anuales. Una cifra poco usual en las mayorías por este tiempo y que sin mencionar mayores datos, nos retrae a un número habitual entre las clases medias por las décadas del cuarenta o cincuenta, y el cómico radiofónico Mario Fortuna nos repetía "agarrá lo libro que no muerden".

Lo mismo sería injusto cuestionar por esto sólo a la televisión, tan eficaz para instruir como para alienar, sino que ante tantas otras necesidades vitales sin solución parecería insustancial preocuparse por el decaimiento de la lectura en la Argentina. De acuerdo, aunque ante la exclusiva apropiación del ocio creativo por los medios audiovisuales, la inquietud vale en tanto desde la pantalla nos sigan indicando cómo ser y qué conseguir según los modelos que ellos establecen, y sin menospreciar la capacidad de los medios para instruir en nuestro inconsciente, 'ese conjunto de procesos dinámicos que actúan sobre la conducta pero escapan a la conciencia', no neguemos lo terrorífico que resulta ser aleccionados mecánicamente. Es un asunto para tomar en consideración por más que nos ‘creamos’ sujetos ajenos a cualquier manipulación siniestra o de ciencia ficción. Todos estamos en la misma globalización que se hizo más que evidentes por estos días primeros de marzo 2007, cuando las corridas negativas en las bolsas de valores asiáticas, Wall Street y resto del mundo, son atenuadas, sublimadas o negadas por los inciertos especialistas en economía que apuestan a que todo siga sin que nada cambie.

Y sin apartarnos mucho de los renglones económicos, pensemos en cuánto de positivo y negativo nos deja ‘suprimir la lectura por una comunicación que actúa sobre todos nuestros sentidos a la vez’, según operan los sistemas audiovisuales y se jactan sus operadores, y al menos preocuparnos. Si ‘la lectura acrecienta en el hombre su capacidad de abstraer por dentro y fuera de la idea misma, y una agilización del suponer’, y cuando ‘todo lector reelabora el texto, lo completa y lo bifurca con operaciones de pensamiento’, donde haya un ser humano que al usar la palabra se hace persona, este mecanismo de cavilar, sopesar y reelaborar la comprensión de un texto, defiende al Lector de ser un Inconsciente Consumidor de cualquier basura. Alguien que lee se interesa más por lo imprescindible y hasta analiza cualquier precipitación informativa; un Lector es un participante individual, por supuesto que imprevisto y azaroso, sí, pero capaz de interrogarse. Desde si mirar culos armoniosos según digestos publicitarios le mejoran su capacidad de abstracción, o lo hacen más candidato a ser confundido y pasado por encima como hacen los privilegiados y vivillos del Poder. En Argentina y gran parte de América Latina, territorio de los columnistas CNN que pontifican sus imbecilidades descontando que detrás de cada televisor hay un pelotudo, mucho podría mejorarse si pensamos que las ideas giran más cerca de un lector que de un televidente, y hasta dónde la visión de un videoclip permite una abstracción inteligente de una imagen. ¿Qué acontecería si una generación de chicos en edad de aprender recibiera un video desaforado y luego lo discutiera con quienes eligieron la lectura para ilustrarse? Si la imagen visual precipitada no deja resquicios para aprehender lo imaginativo de verdad, una comunicación entre ellos sería imposible por las disímiles interpretaciones en cada Mapa de Conceptos. Y aunque no siempre todo se limite al lenguaje verbal, el hombre posee una estrategia de aprendizaje y una estructura cognoscitiva que enlaza sus nuevos conocimientos con los ya existentes, un juego de integración donde se supone que la genética funciona libre de la adquisición cultural de cada uno; una teoría que llegó al método de aprendizaje por los años setenta en respuesta a los medios masificadotes de la opinión. De los mismos medios vigentes hoy y ya se sospechaba como manipuladores por la imagen televisiva de la iniciativa individual y colectiva.

De todas maneras, en esta riña la balanza aún acepta a la lectura como sistema formativo, en cuanto la recreación que de cada relato hace el sujeto Lector, lo enaltece sobre el raudo método de imagen y sonido, y en esta controversia sobre la técnica educativa entre la informática, la cibernética y alguna otra mágica esdrújula que ahora no me acuerdo, la vocación por la lectura seguirá siendo una virtud formativa más sólida y sustantiva. Decimos esto sin duda ni temor a mezclar los tantos del juego: por mucho que supongamos a las computadoras aptas para apropiarse del manejo que el hombre ejerce sobre ellas y pudieran manejar la realidad, en estos días iniciales de marzo del 2007 no existiría el preocupante temor a la recesión capitalista en el mundo. En cuanto comprobando la certeza por el efecto contrario, creer esa visión cinematográfica de la ciencia cruda y matemática, sería desconocer los avances técnicos que acontecieron en la humanidad, desde la rueda al computador. Al apreciar la nueva y fabulosa ruta para adquirir conocimientos, la técnica es dependiente del hombre y no condicionante; sin desechar los infinitos posibles que pueden darse con estos juguetes electrónicos siempre que el uso sea éticamente insospechable. Una virtud que en nuestro jodido mundo es tan difícil, si el recibir conocimientos y acceder con ellos a comer todos los días es una limitación ideológica del Poder. Ese intocable jardín donde siguen madurando todos los tomates de la discordia. .

Eduardo Pérsico, narrador y ensayista, publicó cuentos, seis novelas, algún poemario y tesis sobre el Lunfardo. Nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.

      

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