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Eduardo Pérsico |
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La
particular mirada del clero a la realidad
Por Eduardo Pérsico
En las apariciones del papa en la última Semana Santa hubo alguna contradicción,
en cuanto quienes interpretan cada palabra del máximo exponente de la Iglesia
Católica no hallaron ni un renglón de arrepentimiento por los asuntos de
pedofilia y violación de menores . La corporación católica tan influyente en la
política y economía mundial, igual que otras sectas místicas o confesionales de
menor peso, demuestran su propio sustento postergando a voluntad o elección, (ad
libitum), aquello que contradiga su designio, y así las cosas, el domingo 4 de
abril del 2010 de nuevo cardenales, obispos y adherentes católicos siguieron
embrollando el inevitable blanqueo de tantos varones con sotana, tan
entusiasmados con eso de practicar sexo con lo que venga. Una afición poco
apreciable si se considera que toda agresión a otra persona en cualquier país
jurídicamente organizado, es pasible de un castigo penal; hecho también punible
si lo comete un fraile de cualquier jerarquía. Esa perversión por siempre
delictual fue metódicamente negado por los católicos en todas las instancias,
hasta cuando la ‘indisciplina’ se conociera con fecha, hora y lugar del hecho en
un informe policial. Ante el cúmulo de encartados en las ‘naturales
aberraciones’, - alguien pontificó así y nos sonreímos- el cardenal Sodano luego
de dialogar con el papa Ratzinger desenfundó una sentencia que quizá le
festejarán los hermeneutas vaticanos por un largo tiempo: ‘nuestros fieles no se
dejan impresionar por las murmuraciones’. ¿Murmuraciones, qué tal? El cardenal
Sodano pronunció lo mismo que cualquier futbolero argentino al perder su equipo:
‘andá a quejarte a la iglesia, gil’, sacudiendo una didáctica broma a esos
‘fieles que no se dejan impresionar por calumnias y chimentos’. Y bueno.
Dejando ciertas irreverencias con la verdad, histórica y cotidiana, al unir las
religiones su destino al oro, la sociedad con los reinados se hizo manual de
texto cuando los Reyes Católicos de España emprendieron la conquista de América.
Entonces ahí, a puro atropello, matanzas y cruces ensangrentadas en esos
territorios, los europeos empujados por el hambre, - causa definitiva en las
migraciones del hombre- acometieron contra sus habitantes nativos ante la mirada
católica y piadosa de los curas que por allí anduvieron. No pocos naturales
murieron en los brutales trabajos forzados impuestos tantos por españoles como
portugueses, y no existe ninguna malversación libresca que cambie semejante
realidad. El negocio era cargarse la mayor cantidad de oro hacia Europa, y no
jodamos, al desaparecer la economía agrícola en las Antillas la extinción de su
población resultó casi absoluta. Pero sin embargo no hubo ni una acción
significante de los religiosos contra tanta crueldad, en cuanto aquellos
europeos consideraban inferior a todo lo diferente. Y por aquí alguien hoy
diría, como ahora.
Esta persistencia en disfrazar quienes son y qué pretenden las corporaciones
religiosas no es circunstancial ni de coyuntura; es estructural. El privilegio y
la impunidad inherentes al Poder están en su naturaleza, y bien ancladas en los
cimientos de la superstición y de la fé. Para fundamentar eso basta con ver las
actitudes contra los gobiernos constitucionales que acontecieran y suceden en la
Argentina, donde la jerarquía católica se consolidó como un partido político más
de la derecha económica y política. Eso sí, bien trenzada a las corporaciones
mediáticas ‘tan inocentes’ del Proceso Militar que desapareció a miles, y
vendiera chicos en complicidad con jueces aún vigentes y de arrodillarse en el
confesionario. Pero los religiosos, tan diestros en su tarea, piadosamente ya
hablan de la inequidad que soporta un tercio de la especie humana y hasta se
largan a discursear sobre la pobreza, algo políticamente tentador. Entonces y
dejando de ahondar en la falencia ética de tantos místicos irrecuperables,
sepamos a cambio qué pretenden en verdad: cuál es su proyecto contra la
creciente hambruna de la especie humana; qué plan, pensamiento o como lo
bauticen pergeñan sin invocaciones al Supremo o contra los herejes del
cataclismo final. Pensamos que ese libreto se agotó y es hora de abrumar al
mundo con cifras o enunciados novedosos; por favor, la humanidad aguarda al
menos una opinión o gesto de las multimillonarias corporaciones religiosas que
resulte factible de concretarse. En principio, que comamos todos es la única
verdad y no es negociable, entonces con algún proyecto de los aspirantes al
cielo eterno evitemos que cada cinco segundos se muera un pibe de hambre en el
mundo, como hoy. Y si ciertamente los católicos le propusieran a la especie
humana algo serio y posible, no pocos recuperarían la creencia; digamos, es un
decir… Pero de proseguir parlando banalidades sin riesgo económico, intelectual
ni conceptual y seguir sermoneando cómo ganar el reino divino, en el planeta
seguirán perdiendo clientela y la propiedad espiritual del hombre. Eso que viene
aconteciendo aunque nadie repita ‘la religión es el opio de los pueblos’. (Y
calma que no transcribiré la docena de nombres alemanes impronunciables, esos
que sentenciaran lo mismo antes que Carlos Marx lo escribiera por 1844).
(4/2010)
Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina
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Renovada barbarie contra las inmigraciones
Por Eduardo Pérsico.
Siempre la tarea literaria incide en el pensamiento colectivo; de perfil o
con artilugios verbales distante de la realidad que comenta, igual todo
escriba aporta a la tarea de historiadores y sociólogos. En un contexto de
ficción es fiable navegar por la nostalgia del amor ausente o la comarca
lejana en nuestro exilio, y eso que tantas veces pareciera tan ficticio como
un sueño, igual nunca es una mentira. Como tampoco son las perpetuas
inmigraciones por hambre de tantas multitudes exigidas a cambiar su lugar en
el mundo. Mucho se ha novelado que lejos del terruño toda alienación se
contamina y se profundizan hábitos que quizá nunca antes fueron ejercitados;
y esa tal vez sea una de las ‘grandes molestias’ que las sociedades estables
soportan con las inmigraciones. Qué vamos, ¿cómo ese tipo anda aquí con esa
ropa colorinche?
La humanidad se entrama y reconoce gracias a que cada palabra arrastra su
propia memoria, pero entre sus dirigentes es común no aceptar pertenecer a
nuestra especie y sectariamente actúan según etnia, categoría social o
condición económica. Más demás causas tan banales como esas ante la
inevitable condición de hombre, que igual a cualquier ejemplar de otras
especies conocidas, si no come se muere y sin aparearse se extingue; dos
categóricas certezas que ningún personaje xenófobo del primer o último mundo
puede ignorar. Igualmente y desinformados de todo eso, muchos líderes de los
países centrales, europeos o no, se agrandan ante sus seguidores aplicando
sesgadas miradas a esa realidad, entreverando frases y argumentos tribales
en el rechazo a los congéneres que ‘invaden’ su lugar. Con el palabrerío
patriótico infaltable en cada arenga, los funcionarios políticos más
destacado sirven al elitismo económico más cruel en cualquier geografía, a
pesar que no pocas veces el mismo Poder los considera un servicio doméstico.
La historia humana bien podría explicarse por sus constantes migraciones;
masas de seres vagaron por territorios desconocidos huyendo del hambre
final. Esa inequívoca imbecilidad que padece un tercio de la humanidad
debería escandalizarnos ‘por la continuidad de la especie’, por mucho que
suene presuntuoso. Y vale comentar que un pueblo como el español, ante el
decaído bienestar de sus últimos años exige aplicar políticas de Retorno
Voluntario a unos cinco millones de nuevos residentes en el país, llegados
por la ilusión siempre transitoria del bienestar definitivo. En cualquier
pueblo esa actitud puede desbarrancar en una riesgosa xenofobia más
explícita que la habitual, algo que registró una reciente encuesta entre
miles de españoles donde más del setenta por ciento reclamaron una
legislación perentoria y más severa con los inmigrantes. Sin notarlo, una
toma de partido que sin advertirlo los reubica en el franquismo más
espeluznante que hayan vivido. Eso visto desde lejos aunque mejor apreciado
el asunto, esa tendencia al rechazo ya resulta una infatuación desmemoriada
- o al menos amnésica- de los desembarcos de europeos en América.
Principalmente en área latina, donde tantos italianos y españoles, que en
Buenos Aires por 1910 sumaban dos extranjeros por cada nativo, solían
bromear en las comilonas a las que tuvieron acceso ‘acá no vinimos a
civilizar sino a comer’. Textual.
No pocos traslados a veces generacionales explicarían las pérdidas
culturales y las asimilaciones más ocurrentes, pero es agobiante esta
‘contradicción’ de la actualidad que los políticos transfieren al gentío
principalmente en los países centrales. De presidentes o primeros ministros
hacia abajo los personeros del Poder en las naciones más favorecidas por el
reparto de bienes, - no siempre lícitos ni bien habidos- exhiben mapas, dan
cursos de cooperación y construyen muros inviolables en busca de ‘soberanías
culturales’ que si no eliminan el hambre no sirven de nada. Sobran
personajes de la primera línea política desmesurados, o donjuanes
chaplinescos, discurseando planes que al otro día rectifican amenazando con
naufragar a todos los indocumentados, por ejemplo, o tipos que gobiernan
agitando temores y desprecio contra los inmigrantes por atrapar a la
clientela política de mejor nivel. Al mismo ritmo la trama de los países
ganadores a pura fuerza bruta, operan intrigas y atentados para impedir la
llegada de nuevos invitados a la mesa y proseguir una dominación en la que
además de muros, misiles y campamentos de refugio, el Poder acciona dioses,
demonios y supersticiones con sus ‘fabricantes de opinión’, según nos
advirtiera Vance Packard hace unas décadas. Allí están sus monopolios
informáticos de televisoras y medios impresos, indicando cómo y qué pensar
para temer y despreciar a lo diferente; bárbaro puntal de la supervivencia
del Poder planetario.
Los desplazamientos del gentío hacia Europa llegan desde lejos o de algún
vecino a los Estados Unidos, pero renacen al mismo tiempo crecen las
multitudes que reclaman su lugar en el propio país, ‘Esos imprevistos
intrusos’ que le crean arduos dilemas a una dirigencia de fórmulas
perimidas. A estos enviones de la humanidad nadie los detendrá a discurso o
trampa jurídica. No existen el retorno ni el olvido, ‘siempre el hambre nos
conduce y explica, atraviesa montañas, facilita los mares’.
Entonces, en cuanto a nuestra especie comer le resulta tan natural y
divertido como aparearse, si los financieros rabinos papas y ayatolas saben
que así el mundo sigue andando, Gardel dixit, literariamente les decimos que
nos dejen de joder.
3/2010
Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina
La
imbecilidad nunca será operable
Por Eduardo Pérsico*
En América Latina no parece casual el trato que los medios de comunicación
le aplican a cada gobierno que contradice su interés. No es novedad que al
menos los grandes diarios y cadenas televisivas se vinculan económicamente
con algún monopolio de la información y así son los resultados: no
entrelinean ni un renglón de la instalación de bases norteamericanas en
Colombia, el presidente de Bolivia es ‘el indio Morales’, el de Venezuela es
el ‘dictador’ Chávez, cada funcionarios brasilero o argentino es ‘polémico’
y ese ignoto fulano que derrocó al gobierno constitucional de su país, es
santificado como ‘el presidente de Honduras en ejercicio’. Y hasta ahí sus
calificaciones, sin mucho desgaste, de quienes últimamente se pavonean y
exhiben en las cámaras por estos pagos sudamericanos.
En principio, la primera víctima ha sido la objetividad de los medios, que
deambula herida de muerte por cuanta empresa difusora que fabrica
impúdicamente su versión interesada en cada asunto. Esto que por siempre
fuera menos estridente pero nunca novedosa, hoy denota una parcialidad que
antes luciera menos ofensiva, menor y hasta diluida, que por esta década ha
tomado impulsos de comedieta barata. Sin hurguetear mucho en lo
internacional, los dudosos atentados a las torres gemelas, las esquivas
armas químicas atesoradas en Irak más los improbables atacantes suicidas en
aviones y trenes, aunque tuvieran poco recorrido en los millares de ‘flashes
informativos’ contaron con inusitados despliegues mundiales de papel y
pantalla que los tornaron hasta hechos indiscutibles. Porque tan constante
palabrerío efímero y borroso sin duda obtuvo sus cinco minutos de
celebridad, así como hoy nos ilustra la falacia de este estilo de
información corporativa la intervención ‘del especialista en economía’ en
cada noticioso de televisión, un acopiador de números que intenta modelar
las volteretas explicativas del Poder financiero ante el tembladeral que
ellos mismos provocaron. Un negocio que al pasar los del Poder también
aprovecharon en todo el espectro, incluyendo las quiebras y desapariciones
de empresas estimadas incorruptibles y eternas dentro del sistema. Pero como
todo cambia y hubo situaciones despreciadas por la venalidad informativa,
dicen que igual la economía real aguardaría sólo un pequeño empujón para
esta caída, que no pocos entienden como indefectible y a corto plazo. Y
otros, tal vez más precavidos y menos pesimistas, hablan de aterrizajes
controlados y sin finales de cataclismo bíblico. Quién sabe…
De todas maneras muchos vaticinan que la movilidad social y el relevo de los
poderes mandantes ya es inevitable, y ante semejante cambio sería bueno ver
qué aspecto asumirán los mediocres servidores de la fabricación de opinión,
al fin empleados del grupo mandante y nada más. Porque entre nosotros,
latinoamericanos, ha proliferado cierto periodismo que pocos años atrás
sería vergonzante para el dicente y para el receptor, y hoy mismo no pocos
se avergüenzan oyendo a la CNN y los informes de escribas latinoamericanos
desde Miami. Con sus sonrientes editoriales que exhiben una reverencia tan
genuflexa con el amo del norte que sin agregar níngún concepto de valor, nos
afirma que la apreciada profesión periodística en América Latina está
infectada por muchísimos temerarios ajenos al quehacer. Y que además la
juegan de intelectuales estos audaces, algo evidente en los editoriales de
los diarios tradicionales de los domingos en Argentina: allí escriben y
denostan todos juntos a la vez y a un solo efecto…
Sugestivamente surgió un gentío recién venido que incursiona en la tarea de
analizar, calificar y difundir información, nunca como ahora gente sin el
mínimo exigible a todo emisor para ser conceptual, ameno y si lo consigue,
creíble. Hoy esa condición no exigiría más que ciertas cualidades de física
atracción persona porque quizá el mundo cambió tanto, que la secular
actividad del escriba recae en personas de poca experiencia en redacciones,
donde recordamos que al menos era inevitable pergeñar de corrido el copete
de cada noticia y así ir aprendiendo a desbrozar lo principal de lo
accesorio. Algo que según sepamos ahora no cuenta mucho, en tanto los
actuales decidores de la opinión son ‘personalidades’ a menudo vinculadas al
quehacer artístico, o según sea ese negocio, y no brinda sospechas la
promocionada actividad de coristas, veteranas señoras de la escena más otras
de ignota actuación, revulsivos escandalizadores del chimento,
entrevistadores que putean divertidamente más el infaltable y decadente
exégeta de Platón, todos unidos para triunfar a pura ramplonería
descalificante.
Eso sí, sin hacer con ellos ninguna distinción, intuimos que estos conocidos
hombres y mujeres viven adheridos a la estética del trasplante y la cirugía;
esos ingenuos recursos para derrotar al tiempo que no perdona y al final,
siempre advierte que la imbecilidad no es operable.
*Eduardo Pérsico, escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires,
Argentina. (27 nov.09)
Sólo cielo y milagro hoy no es suficiente
Por Eduardo Pérsico
Han pasado los siglos, alguien diría unos miles, y algunas salvaciones jamás
nos han llegado. Si hay mágicas deidades más halla del elenco que propone el
Olimpo, es una duda grande que ninguna se atreva a convivir con especies que
fueran su proyecto. Según tanto se repitiera de nosotros ‘hechos a semejanza
de dios’, sin formato de peces o mirada en la nuca y tipos comunes como
usted, yo y el otro, les pedimos a las divinidades visitar este planeta como
sea. Sin milagros ni misas muy suntuosas queremos solamente que se ocupen de
equilibrar los tantos de este siniestro juego diseñado en la tierra. Aunque
embarren su aureola por estos arrabales que junta condenados por el hambre y
el frío, rincones apartados de cualquier esperanza, esperamos hallar algún
sobrenatural todopoderoso que disponga un cambio, donación o trueque de
nuestra agobiadora realidad. Según lo conocido, nadie creíble marinero o
terrestre, vio angélicas figuras bregando por la repartición de comida, o
advirtiendo a señores adueñados del mundo que todo es de la tierra y con la
muerte, muere. De aquí ningún mortal se lleva ni las migas; los diamantes
deslucen la mortaja y con la cremación todo metal se altera, pierde sus
propiedades… Qué bien vendría a deidades y dioses de los diversos credos
venir a este planeta sin ojos de turista. Por favor, recorrerlo con ganas y
verlo según es; con sus pícaros sermoneando en los templos y absolviendo
pecados cada cual a su precio, y que al pasar llenan con crédulos turistas
bien vestidos la famosa plaza egregia de los romanos. Esa renombrada
representación que cualquier domingo ofrecen esos artistas estelares con
bonetes de dibujo animado, ropas carnavalescas y un lenguaje confuso de
exigir a los mortales comunes que sean buenos, desechen la riqueza, se amen
unos a otros y abatan la pobreza.
¿De qué hablan estos pastores además de proponernos regularmente que ante la
tentación carnal hagamos el amor rezando un padrenuestro? No jodamos,
arengar a desechar la riqueza a esos que sin alcanzar fortuna comen siempre,
es un guiño cómplice con los furibundos cultores religiosos por la propiedad
privada de sus bienes. Dueños de cuantiosas fortunas, aunque no tanto y
también mucho menos, hoy están decididos a liquidar hambrientos cómo sea, en
tanto los miserables de la tierra que sólo por seguir vivos delatan la
inequidad del sistema económico implantado en el planeta, - que a las sectas
religiosas no les sugiere ningún remordimiento litúrgico- se empecinan en
seguir comiendo. Ese algo natural de cualquier especie a la sobrevivencia,
pareciera la gran preocupación de las clases medias bajas hacia arriba en la
Argentina que conocemos. Ese renombrar técnicamente ‘acabar con la pobreza’
la lucha contra los miserables, esconde una mentira diabólica y cruel porque
al mismo tiempo los pudientes favorecidos por navegar en estas aguas, sin
cesar aumentan su agresión a los desposeídos. En nombre de la democracia, la
seguridad jurídica y cualquier ardid que se les ocurra, los dueños
verdaderos del Poder usan a sus fabricantes de opinión, - medios de
comunicación, corporaciones místicas, farándulas varias y delirantes
orientadores conceptuales- en aleccionar que el sistema económico, social y
financiero que ellos disponen es el único respetable y posible. Cualquier
actitud contra sus intereses es antidemocrático, criminal o terrorista, y
debería eliminarse por el ‘gatillo fácil’, frecuente método policial, o
reclamando sin cesar el endurecimiento de las condenas contra los menores.
No hay código penal que los conforme y aunque disfracen el pedido de pena de
muerte contra cualquiera, jamás aceptan ni discuten el mejor reparto de los
bienes y mucho menos el régimen de propiedad de la tierra. A ellos les
resulta hereje toda vocación en organizar comarcas en la que coman todos, y
esa cerrazón o tozudez del Poder y sus adoradores ante las encerronas del
sistema, hoy exhiben un patetismo rígidamente teatral.
Pero se llame capitalismo o de distinto nombre pero incapaz de repartir los
panes, por aquí nada sirve y así ninguna deidad mágica o prodigiosa se
apiada de este planeta menor con nosotros encima. Aunque eso sí, parece que
el Pentágono y el Departamento de Estado disciplinando a la *SIP, le
avisaron a los dioses que no se inquieten porque ellos se ocuparán de todo.
(noviembre del 2009)
*SIP: Sociedad Interamericana de Prensa, representativa de las corporaciones
y dueños de medios de comunicación.
Eduardo Pérsico, escritor, nació en Banfield y
vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.
Por
los dioses, la patria o lo que sea
Por Eduardo Pérsico*
Al referirse a la relevancia de las religiones en el desarrollo de la humanidad,
el escritor José Saramago dijo ‘lo único que han hecho ha sido matar, matar y
matar’; una apreciación no muy ajena a los pensadores independientes en serio y
que en otros términos ya había dicho Bertrand Russell, al recordar las
persecuciones y crímenes que ocurrieran entre los mismos cristianos. Una
profunda disidencia con las religiones de dos pensadores que no invalidarían a
cierto humorista de los años cuarenta en Buenos Aires, F.P., al decir que ante
la pedofilia y homosexualidad creciente en los colegios de curas era lógico la
adoración de los sables, pero que bendecir los cañones de Benito Mussolini en
Italia ya era demasiado...
Irreverencias aparte, las religiones aún vigentes están vinculadas al oro y no
fueron casuales las uniones entre reinados y religiones, bien demostrado por los
Reyes Católicos de España al impulsar la conquista de América con atropellos a
punta de espadas y de cruces. En la Conquista, generada por el hambre como desde
siempre fueron las migraciones del hombre, los indígenas de las Antillas fueron
sometidos a trabajos forzados para así cargarse la mayor cantidad de oro a
España, y al romperse así la economía agrícola antillana sobrevino la casi
extinción de su población, sin la menor conmiseración del catolicismo que
consideraba seres inferiores a esos nativos que eran en verdad los dueños del
territorio. Luego Hernán Cortés imaginó hallar en México una riqueza imposible
de satisfacer y el señor Inca Moctezuma no podía comprender semejante codicia.
Esa vez y conocida como la Noche Triste, los conquistadores abandonaron
Tenochtitlán con muchísimas pérdidas humanas, pero por 1561 Franciso Pizarro con
el secuestro de Atahualpa, el último señor Inca, obtendría ‘una habitación de
tres metros por cinco de ancho repletas de oro, y dos habitaciones más llenas de
plata’. Atahualpa fue aconsejado por su gente que atacara con sus miles de
guerreros a Pizarro, que sólo contaba con 167 hombres, pero como este igual que
Moctezuma temía que los españoles fueran hijos del rey Viracocha, no lo hizo y
los españoles no tardarían más de una hora en liquidar a los tres mil guerreros
nativos. Así empezaría la fundición en lingotes del oro tallado por los orfebres
para ser fletados a España, y con la muerte de Atahualpa moriría también una
cultura con más de tres mil años de antigüedad; eso sí, con la bendición de dios
nuestro señor padre todopoderoso, conquistador por ese entonces.
Ya ni vale cuestionar la conquista española de América, pero si el aporte mayor
a las culturas existentes fueron las liturgias del catolicismo y el inicio de un
sistema económico irracional y feroz que en pleno siglo veintiuno, con su
liberalismo capitalista que exige invasiones y un pibe muerto de hambre cada
cinco segundos, mi amigo Saramago tiene toda la razón sobre el aporte de las
religiones y punto. Y acaso sea tiempo de preguntarle a los papas, ayatolas y
rabinos qué pervive de tantos hombres roncos de gritar por cierto dios, bandera
o patria siempre imaginaria; esos millones y millones de miserables sometidos a
un perpetuo territorio emocional y desangrados en el campo de alguien, que como
premio, no le dará ni un metro para dejar de herencia. El pobre común, el
humillado que jamás lo sabe si con rezos, plegarias y alabanzas lo engañaron por
siglos a jugarse la vida. Infeliz de creerse victorioso con su espada,
arremetiendo hasta sentir costillas bien adentro lo único en verdad suyo en la
pelea: el furor enemigo. Despanzurrado y hecho jirones no recibe más discursos,
arengas o promesas para ganar su empeño; él y sus iguales enfrentados engordarán
la tierra de otros, pero sus hijos o su hembra ni un sitio bajo el sol. ¿Será
por ley de dios que también su causa de pelea se muera el mismo día y prosigan
entre rezos, sotanas y plegarias los inmortales dueños de la tierra y el oro?
Bienes inconmensurables que quienes Mandan se apropian sin medir las hambrunas
perpetua o la metralla. Este inconfeso pero renovado Destino Manifiesto
hitleriano que no jodamos, resulta inevitable para seguir con la explotación de
los países centrales contra el resto. Algo sugerente de que esta historia de la
especie humana sigue siendo una trágica historieta.
(28 octubre 2009)
Resonancias
de octubre en Buenos Aires
Por Eduardo Pérsico.
Por los años cuarenta a Buenos Aires le crecían palacios presuntuosos copiados
de Europa, extensas avenidas y una costanera para extasiarnos frente al río más
ancho del mundo. Y por venderse allí más libros y diarios que en ningún otro
lugar de América Latina, la porteñidad se envanecía aunque sus calles eran
ajenas a tantos arrabales de visitar en verdosos tranways de doble piso, y
personajes quizá sugeridos por la literatura de Borges y otros escribas de menor
renombre. Ya de tiempo atrás venía aquello de quebrar el paisaje volteando el
caserón familiar y hemos visto por Esmeralda y Sarmiento, pleno centro, aguantar
más de lo posible a uno de fachada gris y jardín interior que exhibía una
enredadera testigo de que por allí también habría verdecido la llanura. Ciudad
engreída de ser la más europea de América, aunque en verdad fuera un rejunte de
suburbios sin prestigio si ningún tanguito no los pontificara, - tarea para
algún guitarrero de patio- y cuánta pena por Villa del Parque, San Cristóbal o
Versalles, sin registro poético por calzar nombres de infructuosa rima. Y ni
mencionar sus costados hacia la provincia, si al sur la inundación y el resto
límites con la pampa.
En esa época de Guerra Mundial pero allá lejos, los habituales a bares con
billares y rincones de meditar esas cosas de la vida, que para eso están,
veneraban esos hábitos como exclusivos mientras en silencio y sin consignas, sus
mujeres desechaban las medias de muselina, acortaban su vestido cada tarde y
pese a las sonseras vaticanas de púlpito dominguero, reiteraban sin alegatos
feministas ‘con nosotras no se puede’. Eso que hoy indica la sensatez...
Igual, y como la perpetua inequidad hacía crujir la osamenta del mundo, en
Buenos Aires crecían ansiosos actores por entrar en la comedia como fuera, y en
retirada muchos aspirantes a nobleza por ir cada domingo al hipódromo. Esos
ingenuos engrupidos de curtir el Deporte de los Reyes y que ensayaban su
porteñidad saludando ‘que tal, che’ al mozo del bar, una contraseña denostada
por Juan García, aragonés irreductible que apodara ‘mozaicos’ a los colegas
gallegos que permitían aquel tuteo. Ciudad con sus ribetes y aunque muchos
soñaran con París, los autos iban por izquierda estilo Londres, si de alquiler
eran de color variado y los tranvías rugían su reglamento de dueños ingleses.
Pero en aquella lejanía sudamericana sobraban lectores de Roberto Arlt, cronista
que hasta 1943 lineara trazos de las faunas subterráneas, del controversial Hugo
Wast y el poeta Raúl González Tuñón, aquel de ‘todo pasó de moda como la moda,
los angelitos de los cielorrasos, los mozos que tomaban la vida en joda y las
lágrimas blancas de los payasos’.
Por ahí el hombre medio admiraría la efectividad de Alemania y sin ensalzar
mucho a Hitler, no hubo reproche cuando la Luftwaffe sepultó a Guernica en la
mierdosa guerra de los españoles, una impiedad que dejó lágrimas profundas en
los conventillos de la periferia y ayudara a un quiebre conceptual. Pero más
tarde ni Auschwitz o Hiroshima serían titulares de reclamar por la masacre,
porque en mi Buenos Aires querido, comarca pacata, no se vociferaba en lugar
público y ser gente de familia era irrenunciable. Una metálica realidad que
demolió una muchachada fabriquera junto a unos muy pocos seguidores del melenudo
socialista Alfredo Palacios que remaban su consigna en las bibliotecas, una
mañana desparramaron su reclamo a pertenecer a puro grito. Ese imprevisto, -
‘contradicción social’ si no se entiende- de repente entró a caminar por calles
y veredas y divisado desde lejos. No hubo millones de obreros manifestando ese
día 17 de octubre de 1945, por supuesto, pero un gentío inusual se agrupó en los
sitios menos esperables y sin consigna, bombo ni marcha partidaria inquietó a
los sabios del análisis y la nada protocolar. Esos simbólicos padres y abuelos
de la actual Sociedad Rural y de otros primates contrarios a convalidar hasta
una ley de radiodifusión aprobada en el Senado Nacional, que por ser
antimonopólica y derogar a la dictada por el último proceso militar, es ya
civilizadora.
Aquel ’17 de octubre fue un sacudón en el cimiento social y como al otro día
cualquier ama de casa comentaría, los de clase transitoria que veraneaban en la
playa se sintieron preocupados de verdad. Esos que hoy se agrupan en barrios
nombrados en inglés y demás tilinguerías, siguen sin entender cómo aquel gentío
de frigorífico y talleres suburbanos, ellos y ningún otro, construyeron ese día
a Perón en referente indiscutido de la liberación del obrero ante el patrón. Ese
proceso psicológicamente liberador que desde el llano demanda generaciones de
lucha, por su inusitada brevedad al peronismo le resultó suficiente para
quedarse lícitamente dentro de la estructura social. Esa imprudencia laburante
al creyente de sombrero y corbata obligatoria le pareció un ademán extraño, y el
fondo revulsivo del ‘perón perón qué grande sos’ no lo inquietaría mientras no
le encabritara la caballada ni las hectáreas de familia educada. Pero al Poder
de verdad que nunca duerme, aquel ‘yo te daré te daré una cosa que empieza con
p, Perón’, que aquel mediodía recogiera Leopoldo Marechal en su balcón de la
calle Rivadavia, más el ‘perón perón qué grande sos’, lo inquietaría sin joda. Y
aunque Spruille Braden en la embajada yanki hizo una movida que favoreció a
Perón, ellos y los de siempre entraron a mezclar pícaros contra tantos
marginales recién venidos y apurados en hacer la revolución. Sin duda el
peronismo hizo cuánto pudo, ver estadísticas, ‘tan peligroso a la herencia
sagrada de nuestros mayores, Argentina granero del mundo y como Dios es
argentino la fiesta es de nosotros’. Y de a poco fueron participando vendedores
de humo, burócratas, gente de mala leche y profetas de una dicha incierta, a
entorpecer nuestra historia con otro juego más siniestro y sangriento. Y ese es
casi otro asunto.
(octubre del 2009)
Mercedes
Sosa
Hoy se nos murió
Mercedes Sosa y según debía, al ir amaneciendo. Una artista natural sin
farándula tilinga que nos fuera agrupando, concentrando, y descubrimos allá por
el sesenta y pico en un salón de mi barrio lanusero. El Peretz. Cantora de voz
incomparable a quién los argentinos le debemos porque ella, la Negra, jamás
integró esa cofradía de obispos, terratenientes y banqueros desmesurados. No
simplemente solidaria y brillante y más bien indomable, según siempre lo fuera.
Claro, se mudó a esa Argentina que intuimos existe los mismos que nunca soñamos
con el cielo, donde la recibirán el morocho Gardel, Yupanqui y esa otra, la Eva,
para decirle "entrá Negra con nosotros, a la popular. Y ahora toca Piazolla". Y
queremos que todo algún día se nos cumpla y de paso, cantemos.
Eduardo Pérsico.
4 de octubre de 2009
Juventud
divino reflejo
Por Eduardo Pérsico
Los años transcurridos suelen ser un ideal de dicha reinventada, difícil de
esquivar. Nada es imprevisto en la nostalgia; época juvenil, templo a ritmo
de imaginarnos todo y desamores con sabor a tragedia. Y a reiniciar camino
con mirada más amplia porque el crecimiento debe ser eslabón, fin de etapa
dorada; y a culparse si la vida nos viene despareja…
Hoy se reitera un manual a recitar aunque el teatro de la divina juventud se
asoma sin aula ni trabajo. Una representación quizá poco novedosa, pero a
puro personaje de víctimario y víctima más cuadros juveniles corridos por el
hambre, sobran protagonistas que actúan de inmediato y con violencia. Según
los datos tomados de las villas, mientras en otras clases no hay registro ni
encuesta sobre la adolescencia. La barata desidia que vincula a pobreza con
delito pero a sus hijos nunca.
Se agitan los lamentos porque murió un cantante y fulgura la rubia que se
durmió desnuda, pero sobran olvidos con los dientes del hambre deshaciendo
la especie. No es ninguna noticia que tantos doblegados cambiando de manada
nos vuelven al primate, y nadie se hace cargo. Informar ya es tendencia y
joven delincuente quebrado para siempre, un ente que respira, luce mucho más
útil baleando embarazadas en el noticiero de la noche. Y algo más
recurrente: ese chorrito resultará didáctico para santificar la propiedad en
todos los canales que sirven al sistema. Los crímenes del hambre por el ocio
obligado son efecto previsto del proyecto económico, algo institucional y
registrado Por más que los publicistas del Poder cínicamente instauren las
frases del papa y los obispos por la ‘calamidad del hambre’ y ahí acaben su
parte. Y en Argentina hasta copiaran esos rezos los agropecuarios, adictos
evasores de impuestos y a ocupar changarines en negro; renglones de la
farsa.
El cambio del modo y el ropaje es lógica juvenil de toda historia, pero hoy
la pendejada archiva su conjuro y parece aterrada de emprender la
existencia. El reflejo del modo expoliador tiene formas y rostros; están
entre nosotros y soltando discursos de moralismo fácil. No hay bondad que
soporte entre calles de hierro con peldaños de niebla y sombra interminable,
ni hay ser vivo que aguante empezar cada día a comer como sea. Esa etapa de
vida no es fábula estadística si puede desgajarla el terror miserable, y
aunque la juventud traiga crisis que agraven su trayecto, - ver a Freud y
cofrades- es condena ya mismo. ‘Con recital y ruido los jóvenes resisten’,
otra alienación de darlos vuelta al vacío y la nada donde algunos no intuyen
ni lejano el mundo donde habitan. Un desenganche más del que sobran los
datos y no sólo entrevistas: ignoran ‘la pelea’ entre soldados del Bien y
narcotraficantes terroristas que cumplen décadas en luchas fragorosas de
asociar el negocio y apropiarse las hembras de países vencidos. Y digamos,
estudiantes terciarios; con más una juventud perpetua que repite el libreto
que el Poder nos reinventa y no los involucra. Los expulsados del mapa de
madrugada y fábrica, del despliegue social más valedero, y ambulan los
arrabales del sistema sin ninguna respuesta. Y ni curten preguntas de
hacernos cada tanto; a quién rezan los curas cuando rezan y si han de ganar
los buenos algún día.
Eduardo Pérsico, escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires,
Argentina.
Agosto 2009
Una
elección también mide palabras y fracasos
Por Eduardo Pérsico
En toda campaña electoral recrudece el enfrentamiento de ideas y no sólo
entre los grupos conceptualmente opuestos. Así, en la elección del 28 de
junio del 2009 en Argentina abundaron las confusiones que cada grupo tiene,
por ejemplo, sobre privatizaciones o nacionalizaciones de los servicios
públicos, un asunto en verdad preocupante. Si en las mismas listas políticas
no aciertan con el método a implementar, cuál sería la eficacia de semejante
gestión.
Durante la convocatoria última y que en cifras perdiera el gobierno liderado
por Cristina Kirchner, la ferviente derecha política se había prometido y
obligado a un resultado abrumador sobre el llamado kirchnerismo. Para eso y
dispuso de un presupuesto gigantesco que su principal candidato, Francisco
de Narváez, supo denominar ‘gastos comerciales’ y acaso, fueros legislativos
aparte, no le aquieten las investigaciones actuales sobre origen y destino
de su dinero. Aunque ese tema ha de llegar, la certeza de un triunfo
apabullante de la principal fuerza opositora al gobierno, al contar los
votos no alcanzó al tres por ciento, una exigua diferencia con gusto a
fracaso que igual los medios anunciaron como estrepitosa caída o
derrumbamiento de un gobierno que fuera elegido hace seis años y renovado
hace dos. Lo mismo y agitando la irreversible calificación ´derrota
derrumbante´, los opositores de inmediato pidieron acabar con la soberbia
presidencial, técnicamente algo muy difuso, con el marido Néstor Kirchner
que continuará a su lado haciendo política, sin duda, y también se disponga
el cambio inmediato con nombres y apellidos, de funcionarios y miembros del
gabinete que quizá por eficientes le incomodan los reclamos a los grupos
reclamantes. Tras el magnificado éxito la oposición en bloque quiere hoy que
el gobierno consensúe y elabore con ellos todo aquello que le incumbe,
tilinguería que en términos prácticos significa designar en cada puesto
clave y primordialmente en Economía, funcionarios con quienes los grupos de
interés coincidan y dispongan. Una frívola exigencia que implica desconocer
los mecanismos jurídicos habilitados para pedirle cambios a todo gobierno
constitucional, salvo que ganar una elección legislativa de medio tiempo por
un tres por ciento de diferencia les adjudique el mismo poder de fuego que
asaltar la casa de gobierno a punta de metralleta. En fin, sin repasar más
este procaz libreto repetido en la historia argentina, ya pasada una semana
del resultado adverso la presidente sigue siendo la persona elegida hace dos
años, casada con el mismo compañero político y marido, y el recambio de su
elenco de confianza no se vislumbra muy inmediato ni profundo para quienes
imaginaron fugas en helicóptero a medianoche, con la asunción del
vicepresidente ante la Asamblea Legislativa en pleno y el inmediato
reconocimiento internacional. Una tremenda gilada de los nostálgicos cuando
el mundo sigue andando.
Es indudable que la derecha política siempre demostró astucia al modificar
el sentido de cada palabra según convenga, y durante esta campaña arreciaron
con la oposición entre las libertades burguesas que denominan republicanas
por cierto pudor, y los gastos de un Estado para ellos opresor y según
otros, más civilizado. Para los grupos del poder económico todo consiste en
dar absoluta seguridad a la inalienable propiedad capitalista, y gastar lo
menos posible en aquello que según sus técnicos y mentores son erogaciones
superfluas, y mal manejo que las burocracias gubernamentales hacen de los
dineros del contribuyente. Durante esta campaña en Argentina, la derecha
arremetió a fondo llegando a solicitar seguridad para las inversiones, una
pretensión absurda si hablamos de capitalismo, evidenciando así que para los
aquí llamados liberales, un Estado que proteja los intereses de la comunidad
toda - salud, educación, seguridad y demás coberturas obligatorias- es un
Estado Totalitario enemigo de las libertades individuales ‘y que debería
dejarnos tranquilos’, pidieron con frecuencia en alta voz los dirigentes del
partido agrario; novedoso grupo de intereses cohesionado por las rarezas
verbales de sus dirigentes.
Así las cosas y por avatares del juego político autodestructivo, del cual el
peronismo jamás estuvo ajeno, en julio del 2009 al gobierno se le reducen
los tiempos para rendir las materias que le ocasionaron tanta pérdida de
votos en el segundo cordón del Gran Buenos Aires. Un caudal faltante que
logrando las cifras esperadas hubiera alterado ciertamente el resultado
definitivo, y mucho ojo porque ese repliegue anuncia algo todavía más
pesado: esas personas postergadas en el país profundo reclama una política
nacional y popular que lo salve además de caerse a la derecha. Que no hubo
tiempo suficiente para implementarla, es probable, y que gobernar desgasta,
también lo sabe en Capital Federal el grupo de Mauricio Macri. Pero recordar
a toda hora que al gobierno de Cristina Kirchner ir a fondo en lo social y
en el manejo de los resortes económicos fundamentales, cada día le resultará
una imposición más cruentamente inevitable. Julio del 2009.
Eduardo Pérsico, escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires,
Argentina.
www.elortiba.org
Michael
Moore, Barak Obama y quién le dice qué a quién
Por Eduardo Pérsico.
Comer y aparearse en esencia igualan al hombre con las demás especies, y la
palabra, el ordenamiento de su propia historia y los atributos del trabajo,
el arte y las místicas son recursos para convivir mejor con la naturaleza.
Igualmente, su vocación de vivir en grupo hace que el pasado de la humanidad
bien podría explicarse observando las migraciones por hambre, esa constante
todavía en el siglo veintiuno no solamente entre las poblaciones más
desamparadas. Ese asunto que por propias a nuestro estilo de vida ni piensa
cada empleado común de un medio de comunicación que pone su rostro en
cámara, ni el ejecutivo más jerárquico. Ellos, los mismos que publicitan
asuntos menores hasta hacerlos gravitantes por insistencia, jamás sugieren
que sin eliminar el hambre del mundo como principal causa de la infelicidad
de la especie, todas las palabras carecen de sentido. Dichas desde un
estudio televisivo o desde un púlpito las palabras no sirven, y callar esa
certeza cotidiana hace de todo discurso una mentira impune y elaborada. Y
eso nos retrae a Harold Lasswell, puntal de las ciencias de la comunicación,
que por1950 acuñó ´quién le dice qué a quién y con qué fin´, vinculando así
a cada uno con otro y a la sociedad en su conjunto. Producción, consumo y
culturas se englobarían en aquel con qué fin alguien le dice qué a quién,
por el mismo patrón que Carlos Marx afirmara antes ´el productor crea al
consumidor´, frase que pese a su encono antimarxista el liberalismo de
mercado aplica impúdicamente tras el consumismo que reinventa cada día.
En estos días de junio de 2009 cayó en bancarrota General Motors en Estados
Unidos, y a propósito el cinematografista Michael Moore le envió al
presidente Barak Obama una petición que le sugiere aprovechar a favor del
norteamericano común la desaparición de una de las empresas señeras del
sistema capitalista. Es que al pedir su propia quiebra la mayor expresión
empresaria mostrada como ejemplo ante las aspiraciones socializantes dentro
y fuera de Estados Unidos, llamó a reflexionar hasta dónde son firmes en sus
ideas los teóricos liberales al no oponerse a la estatización que dispuso el
gobierno de Barak Obama. Y al margen del enfoque inicial que emparentara al
pedido de Michael Moore con algún capricho farandulero, los mismos medios de
comunicación del Poder enseguda olvidaron el asunto con un acto reflejo
corporativo, el de silenciar y no difundir más ese inconveniente ya
predecible desde hace años: la decadencia y caída de la civilización del
automotor. Una era económica iniciada a principios del siglo veinte y que
hoy afecta seriamente la salud del planeta, parece llegar a su fin, algo
escamoteado en los medios por ser sensible a los intereses petroleros y de
los armamentos, históricamente vinculados por naturaleza. General Motors,
hoy quebrada, fue una activa participante en esos acuerdos de sostener el
orden a cualquier precio y en esta crisis acaso terminal que el mismo
neoliberalismo gobernante aceleró, no pudo salvarse. Porque
internacionalmente las relaciones de fuerza han cambiado y pese a los
quebrantos empresarios y aumento de la desocupación que ensombrece a todo el
planeta, el fin de una etapa trascendente para la humanidad pareciera no ser
tema de análisis serio en los medios integrantes del Poder. Para ellos nada
nuevo bajo el sol, es indudable, pero lo más ritual que hace al corazón del
sistema económico sería la actitud de esquivar los análisis profundos sobre
la crisis, - con el hambre creciente como protagonista principal- y
concertando una conspiración de silencio entre los medios informativos que
evitan abordar y ‘ningunean’ el asunto. Acaso eso sea por falta de material
humano para desarrollar los problemas en profundidad, - y que comamos todos,
por ejemplo- porque la ramplona realidad informativa recitada desde Miami a
la previsible entrega de páginas y programas televisivos presuntuosos en la
Argentina, pareciera indicarlo. Al menos si se exhiben sitios donde los
exponentes o empleados de los medios suelen frecuentar sus ignorancias con
cierto orgullo transgresor, sospechosamente, y hasta forzando las cosas para
que la realidad coincida con sus palabras. Pero si la realidad ya decidió
otro rumbo nada será modificado con los escamoteos palabreros que se hagan
en los medios de comunicación del Poder, aquello de elegir el qué decir y
para quién, porque la realidad del hambre no espera. Junio 2009.
Eduardo Pérsico, escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires,
Argentina.
La
derecha se obligó a ganar las elecciones holgadamente. ¿Y si no lo
consigue?
Por Eduardo Pérsico
Los políticos en campaña discursean los enfoques más opuestos de la
misma realidad y sin mencionar jamás un método de actuar sobre ella. Así
en verdaderos torneos de ambigüedad y con cierto dejo de oscurantismo
histórico, en Argentina muchos candidatos a bancas legislativas que se
elegirán el 28 de junio del 2009 cuestionan los avances de la sociedad
en conjunto. Algo que desde la derecha política suele desecharse como
negación del influjo y acción del peronismo inicial de 1945 a 1950, con
la definitiva liberación psicológica del obrero ante el patrón, sino
ignorando también la movilidad social y jurídica acontecida en la
sociedad toda. Aparte de una equitativa repartición de la riqueza que no
se produce, hubo leyes de divorcio, una indetenible participación de la
mujer como sujeto activo del sistema, la unión de seres del mismo sexo
jurídicamente aceptado, la leyes antidiscriminatorias ya casi
universales que operan sobre el espectro social tanto como las
convenciones colectivas de trabajo, las vacaciones pagas y las leyes de
despido de hace seis décadas atrás. Asuntos que a los candidatos de la
derecha vernácula le caen irrelevantes y contrarias al proyecto de país
que ellos propugnan. Así y por representar a los privilegiados en el
reparto de la torta, a cada idea de actualización social la consideran
un avance contrario a su estratificada idea medieval. Esa de un mundo
inclinado a los poderes confesionales y religiosos, hoy en retroceso.
Sin atender ciertas patologías entre los defensores del liberalismo
universal más extremo, - que gustosos volverían a la semana previa de la
Revolución Francesa- entre los candidatos más entrevistados por los
medios de los cuales son dueños, sobresalen quienes sin complejos
exhiben sus armas preferidas: la coacción amenazante de la estabilidad
institucional ante los riesgos por la inseguridad que sufre la propiedad
privada. Considerando a la inseguridad como una causa y nunca como es
realmente, un efecto propio de la desigualdad que practica el
liberalismo económico en el reparto del ingreso, y vinculando además,
con muchísima mala leche, a los pobres y desamparados con la
delincuencia, creyeron que tomaría el manejo total de la situación. Y en
un intento mostraron su eficacia desestabilizadora en el irresuelto
conflicto que sostiene el sector agropecuario con el gobierno. Allí,
hace al menos un año, ellos, digamos la derecha más feroz, eran la
‘gente del campo y no esos piqueteros miserables’, fustigara el mismo
presidente de la Sociedad Rural. Aduciendo que el conflicto se produjo
por las ‘inaceptables condiciones’ que las autoridades aplicarían sobre
las exportaciones agropecuarias, más controladas que nunca; digamos,
para bien de la recaudación del país una mayor fiscalización a los impuestos y retenciones que históricamente, el sector agroexportador
suele evadir desde la creación de nuestro sistema aduanero. Una
controversia grave con el Estado que no le impidió a la derecha
tradicional probar su poder de fuego: cortando rutas y con ello los
precintos constitucionales que lo impiden, y hasta desabasteciendo el
mercado interno de carnes y lácteos en algún caso. Esa grosería golpista
que sus candidatos ignoran al hablar ante cámara, deja cierto trasluz
que ilumina la auténtica escena: ‘atención señores, que me avala la
gente del campo y la guerra continúa’.
Por el otro lado, persiste cierta izquierda de gente pronta para el
diagnóstico político pero incapaz de acertar con los aliados, que
parecieran darle cierta validez al discurso de la derecha pero mucho no
cuentan. El gobierno enfrenta a una derecha incurable que frente a los
inminentes comicios, eligió una reiteración fatalista y disociadora que
sencillamente los ha ubicado como virtuales ganadores y con un amplio
margen de diferencia. Acaso porque jamás pudieron develar ese ‘fantasma
de los arrabales fabriles llamado peronismo’, - dijera Leopoldo
Marechal- hoy persisten con augurios de cataclismos inevitables si ellos
no ganan para salvar la salud republicana. Algo que aglutinó a un mes de
la elección a varias alianzas conceptualmente inentendibles y confusas,
como la promovida por el Pro-peronismo que lleva al frente de la lista
al investigado empresario Francisco de Narváez, y que por esos azares de
la incoherencia política, en la periferia de Lomas de Zamora sostiene la
unidad básica Agrupación Felipe Vallese. Nada menos, sin aclarar si ese
rictus ideológico entiende que ese joven metalúrgico y militante de la
Juventud Peronista murió a los veintidós años en una sesión de tortura
policial en 1963, en la provincia de Buenos Aires, por ideas muy pero
muy opuestas a las del publicitado referente de la derecha, que si en
los próximos comicios no le gana al oficialismo por una diferencia que
le duplique el número de diputados, - prometió Elisa Carrió- el futuro
de sus alianzas, quejas televisivas y aspiraciones golpistas entrarían
en una instancia penumbrosa de echarse culpas. La derecha política ha
jugado muchísimas fichas y se verá que números recogen realmente, y
luego de las denuncias por fraude que seguramente harán, se abriría para
ser modificado este escenario político con tantos partiquinos de bajo
nivel. Y ni pensemos que acontecería si la derecha perdiera por apenas
un punto. (mayo del 2009)
Eduardo Pérsico, escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos
Aires, Argentina.
Los
medios y el variable sentido de cada palabra
Por Eduardo Pérsico.
Cada palabra se jerarquiza o envilece según desde donde se pronuncie. En
ámbitos como podría ser el profesoral o académico hasta cuenta la altura
que asume el dicente, y sería ocioso abundar con otras establecidas
convenciones. Así bien vale decir que por ‘palabra’ comprendemos los
idiomas y dialectos para la comunicación, talvez desde que la especie
humana se agrupara en manadas donde además del hambre, el mayor factor
de integración resultara la palabra. Su buen o mal uso devino en
convivencias, separaciones, luchas, descubrimientos y postergaciones. En
la difusión del conocimiento sólo la palabra enlaza los nuevos conceptos
con los ya existentes en la estructura del individuo, y de ahí en más si
ella se traiciona o malversa puede acarrear significados siniestros a la
sociedad toda. Y volviendo a la posición desde dónde y cómo se
pronuncian las cosas, Napoleón Bonaparte aseguró ‘un Idioma es un
dialecto con un ejército detrás’. Una clara definición del Poder de la
fuerza armada en este caso, para la construcción de pensamiento de las
comunidades, un asunto tan bien ilustrado por la adopción del castellano
en Sudamérica en desmedro de las lenguas nativas. Un logro del poder
militar afín a la infinidad de púlpitos del invasor sobre quienes aquí
vivían; brutal invasión del norte al sur cruzando el Ande hacia la
inmensidad de la pampa sureña, indiscutible verdad que nos fuera
escamoteada durante siglos aunque por fortuna, hoy muchos españoles
aceptan desde dónde y con qué palabras el Poder supo contarnos la
historia.
Últimamente se diría que a la universal estafa urdida en Wall Street
para zafar a USA de su pantano entre producción y consumo, hoy los
impagos se llaman ‘activos tóxicos del sistema’, los despedidos son
‘aspirantes a un seguro social’, las familias masacradas en Medio
Oriente por los yankis ‘daños colaterales no deseados’, y en Argentina,
- esta misma de sentirnos ingenuamente ajenos a toda manipulación
ideológica- las corporaciones informativas malversan y trastornan sin
piedad al pensamiento colectivo. Falseando, extrapolando y denunciando
improbables atentados de los malos contra los buenos, bien maniquea la
cosa, esas corporaciones fabricantes de opinión retomaron un rol
decisivo en nuestra disputa interna, favorecidas hoy por la demorada
disputa entre una parte del sector agropecuario y el gobierno
constitucional. Sin reparos, la mayoría de radios, televisoras y diarios
tradicionales machacan como noticias sus opiniones haciendo estas
indiscutibles, un antiquísimo ardid que descubriera al diputado
socialista Alfredo L.Palacios allá por 1905, al desafiar en la calle a
un escriba que no explicitara bien sus dichos ‘usted no repitió mis
palabras exactas y como eso es una injuria personal, debería
prepararse’.
Hoy principalmente los canales televisivos compiten para pronunciar la
frase más descomedida contra el gobierno constitucional, adversario a
quien aspiran a decapitar usando cualquier recurso ante la inminencia de
ser presentado ante el Congreso Nacional, por cuenta del Poder
Ejecutivo, una nueva ley de radiodifusión que suplantaría otra
sancionada hace décadas por un gobierno militar de facto. Ese cambio que
si es bien intencionado, democrático y culturalmente actualizado, lo
merece todo país organizado en lo institucional, pero cayó como un
baldazo entre los tradicionales dueños de los medios de comunicación en
Argentina. En principio por el riesgo que implica sacudir las sábanas de
recientes fantasmas nacionales, como la desaparición de personas donde
tantos responsables aguardan turno para desfilar ante Tribunales. Para
ellos donde no falta gente de los medios, curarse en salud y diluir esa
realidad que puede acosarlos no sólo económicamente sino en
jurídicamente personal, es primordial. Así que de inmediato surgió la
descalificación sin debatir y el ataque frontal contra esa ley,
encabezada por los más conocidos locutores televisivos que dicen todo
con esa sonrisa diluida de quien lo están violando pero dólares más o
menos, les gusta.
Así las cosas, es notorio en el conflicto gobierno-ruralistas la
supresión de términos inteligibles para la comprensión del relato.
Además del trasnochado ‘quienes cortan las rutas son asambleístas
autoconvocados’ y ‘los camioneros ajenos que quieren pasar son
provocadores del poder sindical’, renglones para inquietar con un
próximo enfrentamiento social, también es poco visible la mescolanza
conceptual que todos soslayan en el conflicto. ¿En qué sistema económico
estamos insertos? Mostrando su Capitalismo puro y sin discusión, los
dueños de la tierra suelen exhibir en su tranquera ‘Propiedad privada.
No pasar’. Doctrina bien opuesta al Estado Benefactor keynesiano, dirían
sus economistas contrarios a toda semblanza socializante aunque hoy como
siempre junto a los dueños de la tierra, tan liberales y capitalistas,
si pierden exigen el auxilio del Estado y en sí, de la comunidad
íntegra. Si los sacude la sequía, bajan los precios internacionales o
deben pagar retenciones a las exportaciones, - cargas impositivas dentro
del Capitalismo iguales al acrecentamiento de los controles cuando se
vende al exterior y evitar mayor evasión tributaria- cada productor
rural se enrola contra al Estado por su no intervención a favor de ellos
y sin cambiar de monta, silencian su ideología Capitalista como buenos
patrones de la tierra, para que el Estado Benefactor le atempere sus
pérdidas. sus pérdidas. Cuando si fueran en verdad Capitalistas, según
discursearon siempre, ante las pérdidas irreparables venderían sus
tierras y a otra cosa. Algo que debe hacer cualquier productor de otro
ramo: si pierde con su explotación la vende porque no puede cargar su
fracaso a la comunidad toda. En el Capitalismo, gane o pierda, nadie
tiene derecho sobre los demás; así como ninguno tomaría ese campo del
que hablamos, por tratarse de una propiedad privada. Algo que por
omisión o escamoteo, en ningún medio jactancioso de su pluralidad
informativa se dice. Qué lamentable, ¿no?
Eduardo Pérsico, escritor. Nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos
Aires, Argentina.
(30/3/2009)
En
Argentina, los del campo también
siembran alguna duda
Por Eduardo Pérsico
- ¿Vigilante, ladrón o qué?-
musitó el cajero.
- qué- le dijo el de revólver y
gorra..
(De un cuento propio)
Una constante de la teoría capitalista
consiste en asegurar, como si nada,
que ese sistema es el único que
aspira al ascenso económico de la
humanidad. Y más suponiendo que
sabiendo, sus mentores reiteran
que todo aquello que apunte a generar
un estado de bienestar generalizado
es una solemne ficción.
Hoy mismo, pese al cataclismo financiero afirman ‘el Estado Benefactor es aquel donde todos tratan de vivir a expensas de los demás’, las mismas palabras dichas por el francés Claude Bastiat por 1860 y Henry Hazlitt en 1970. En principio, dicho así ese Estado sería impracticable y además, históricamente ese ejercicio de la explotación de los demás ha sido una constante de los de arriba y nunca de los marginados. Es bueno recordarlo, aunque sin alejarnos y revisando el origen de las grandes fortunas en la Argentina, donde las clases altas tanto gesticulan pidiendo cada día un capitalismo más cerril, repitamos que ellos nutrieron los elencos de los gobiernos más fascistas y autoritario de nuestro páis; exclusivamente militares; que prepotearon por estas pampas desde siempre y no sólo del año ‘30 en adelante.
Esta presencia rectora reaparece cíclicamente entre nosotros y ahora mismo,
mitad del recaliente enero del 2009, retornaron las protestas de la ‘gente del
campo’ para exigirle al gobierno de turno las medidas y soluciones que les
permitan recuperar los niveles de ganancia que tuvieron hasta mediados del año
2008. Unos cinco años de óptimas ganancias por el valor de la tonelada de soja,
que al final del ciclo anduvo orillando los seiscientos dólares. Unos valores no
fijados por cada país exportador sino por ciertos avatares del comercio en los
productos sustanciales al mundo. Los commodities que les dicen. Y esta crisis
surgió cuando el gobierno pretendió aumentar los porcentajes de las retenciones
a la exportación, y se agravó al descender esos valores internacionales en
algunos casos más de un treinta por ciento. Ahí los agroexportadores y demás
aplicados al quehacer agrícola sintieron el golpe y aunque capitalistas sin
duda, arrinconan al gobierno pidiendo la implantación de un Estado Benefactor
que no sólo los libre de toda carga impositiva sino de los perjuicios de una
sequía bastante prolongada. Un fenómeno que aunque cíclicamente ocurre en todo
el planeta los productores de la Argentina han sumado a suma reclamos y por
suerte, esta autoridad de gobierno bien elegidas por el sistema eleccionario
pero no demasiado eficiente, prefirió callar cualquier promesa climática y dejó
esos imprevistos de la lluvia en manos de San Pedro.
Pero sin ninguna ironía los referentes del campo han vuelto al borde las rutas;
ese recurso festivamente sórdido de autoritarismo; a exigir varias derogaciones
y modificaciones en la legislación impositiva que les atañe. Algo que supieron
manejar con éxito por décadas pero esta vez, callando algo más pesado que
reclaman sólo en privado: la inmediata eliminación de la ONCCA. Un organismo
controlador de las exportaciones agropecuarias, inactivo por años y que hace
poco tiempo fue revitalizado y parece ser, les viene viene entorpeciendo los
trámites de los agroexportadores. En verdad sabemos que ese ‘entorpecimiento’
consiste en blanquear las liquidaciones a veces ficticias y siempre cómodas que
se permitían realizar quienes venden al exterior. Mal o bien, hoy esa oficina de
control les requiere datos como la fecha de los stocks a exportar, referencias
de los proveedores que casi siempre eran anónimos y más papeleos que permitan
evitar las perniciosas evasiones que tan mal le hace al sistema. ¿No?
Hoy las organizaciones del campo vuelven contra el gobierno con argumentos que
dejan de lado que la Argentina adscribe, por tradición y organización jurídica,
al sistema económico capitalista. La misma constitución nacional menciona y
establece el respeto a la propiedad privada y las cargas impositivas;
confiscaciones según el campo; que deben soportar todos los contribuyentes se
derivan hacia ese Estado Benefactor que en todo país más o menos civilizado,
gasta esos recursos en seguridad, educación, salud y vejez.. Si a ellos no les
conforma esa decisión republicana pueden discutirla en las instancias
parlamentarias pero nadie, por más que se disfrace de gaucho transitorio, puede
impedir que el resto circule libremente. Estas personas serán dueños de alguna
tierra pero de ninguna libertad ajena, algo tan claro a la convivencia como que
si en nuestro sistema económico y jurídico alguien emprende una explotación
comercial cualquiera, es dueño de sus ganancias y responsable de sus pérdidas.
En este sistema de propiedad ningún dueño de librería, metalúrgico exportador o
no, taxista o socio de una pizzería, tiene derecho a culpar o condicionar a la
comunidad si pierde con su explotación comercial. Eso es parte de su libertad
individual dentro del capitalismo; si alguien pierde con su negocio vende el
útil de su explotación comercial y no jode a nadie más. Dentro del capitalismo
quien pierde debe vender su herramienta y a otra cosa; sea esta un taxi en
Humahuaca, una verdulería en Sarandí Centro o dos mil hectáreas en la pampa
húmeda. Porque sin el coraje ni la libertad para liquidar los bienes que le
ocasionan perjuicio, ¿qué es la gente de campo? ¿Capitalista o qué? (19 de enero
del 2009).
Eduardo Pérsico, escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires,
Argentina.
Algo con estilo serio, previsible y hitlerista
Por Eduardo Pérsico.
Y sobre América Latina, desde la sentencia del
presidente norteamericano Monroe por 1822 ‘América para los americanos’,
habitualmente sobrevuela la coerción del Departamento de Estado dictando el
juego económico y político que USA pretende, una grosería tan imperial que por
el año 2008, un diplomático nombrado por Estados Unidos para supervisar la
región sudamericana, militar retirado el hombre, anunció que ‘no eran bien
vistas las relaciones de los gobiernos de Venezuela y Bolivia con Irán, un país
terrorista’. Una evaluación repentista de la diplomacia yanqui, que le dicen…
Ahora Israel, un país central estimado serio y responsable, reincidió en invadir
la franja de Gaza luego de asolar durante cinco días con bombardeos que no
solamente mataron miembros del partido Hamás, según justificaron, sino también
familias con sus niños y viejos. Bien hitlerista resultó el despliegue del
sábado 3 de enero del 2009 al incluir en el ataque a una universidad palestina y
un par de mezquitas, siniestros no mencionados por la prensa seria, occidental y
cristiana ni por el presidente electo de USA, Barak Obama, reciente esperanza
negra del sistema capitalista que admitió con su silencio seguir con los
designios fijados muy por encima de su representatividad. Pero igualmente y
aunque nada sean las palabras sin sentido ni resonancia, los divagues del papa
vaticano en la primera misa del año 2009 merecen recordarse: el hombre sermoneó
que los ataques de Israel contra el pueblo palestino obedecieron a una violencia
anterior de los atacados, una justificación partidaria muy barata y presurosa en
alguien que los católicos suelen exhibir como un profundo filósofo. Condición
que él mismo, Santo Padre, disimula bastante cada vez que abre la boca y
deschava que al entente financiero judeo cristiano lo viene apurando una
realidad bastante adversa. Aunque acaso sincerarse en una homilía al hombre le
dilate cierto infierno o algún otro místico enigma.
Los economistas en su mayoría y demás servidores del Poder vienen pontificando
por décadas que los países dominantes lo eran, antes que nada, por serios y
previsibles. Dos valores recitados desde el privilegio para descalificar
contrarios y elogiarle a los países centrales, por serios y previsibles, el
derecho adicional de atacar a quienes los cuestionen.
Sumando contradicciones, el presidente George W.Bush que ya dejará su cargo, a
principios del 2008 viajó por Medio Oriente y convalidó un nuevo compromiso de
paz entre el gobierno de Israel y la Autoridad Nacional Palestina, un acuerdo
que sin participar el partido Hamas en la mesa de discusión ni renegociar la
presencia de colonos israelíes en territorio palestino, resultaría sencillamente
trivial. En tanto obtener la pacificación o cierta concordia entre las partes,
si hubiera esa posibilidad, no se logra por atajos voluntaristas; el Hamas
existe y al margen de las innegables disputas internas que originan dentro del
propio mundo árabe, es un partido representativo de los palestinos que acaba de
ganar elecciones y ninguna ecuación simplificante del Departamento de Estado
modifica eso. Por más que la prensa seria y previsible persistiera en no
advertir que sin el Hamás en esa negociación fue un imperdonable error, que a
menos de un año exigió masas de dinero hacia Israel, - se sospechan envíos de
Lehman Brothers durante su quiebra y del fraudulento Berni Madoff – para
sostener una guerra que podría generalizarse. Por más que sea todavía un
escenario donde el Poder tiene su ejercicio histórico, como aquel de ‘rompamos
todo y después hacemos el Plan Marshall’.
Bien, por enero del 2008 George W. Bush visitó Arabia Saudita y ofreció armas de
última generación a todos los países del área, porque negocios son negocios, y
de regreso en Washington primero el presidente negó una posible recesión en USA,
‘que sostenía una economía sólida y previsible’ y anunció el retiro de veinte
mil efectivos norteamericanos de Irak. Paisaje donde hoy, enero del 2009, la
gente muy imaginativa cree que ahí Estados Unidos defiende algo, aunque lo haga
sin precisar de qué se trata ni contra quién.
En esa misma semana del 2008 y sin voltear la hoja ni desdecirse, el presidente
norteamericano le reclamó al parlamento de Estados Unidos un urgente plan que
evitara la ‘inminente recesión’, ofreciendo volcar desde el Ejecutivo ciento
cincuenta mil millones de dólares para dinamizar la actividad y atenuar la
debilidad de los bancos por las hipotecas impagas. Oficializando una estafa sólo
negada por los banqueros, los dirigentes de la Reserva Federal y los turbios
economistas amantes del capitalismo neoliberal. Aquellos burdamente serios que
nunca previeron la emisión de setecientos cincuenta mil millones para solucionar
las hipotecas impagas, - diez millones de viviendas- y que el derrumbe del
previsible sistema financiero mundial era un hecho. ¿Y aquella certeza de ser
países centrales serios y previsibles era sólo una apoyatura idiomática para el
discurso? Qué pena, ¿no?
Claro nadie antes lo advirtió ya los profesionales de la ciencia económica
manejan sus augurios, vaticinios y consecuencias con cifras sobre la mesa, que
hoy confundirían al mismo Nostradamus, y más lejos de cualquier acierto
quedarían los políticos y economistas liberales latinoamericanos, por siempre
locuaces y sumisos al Poder. Ellos siguen hablando de la previsibilidad como si
nada, y desesperados por una entrevista en la CNN, en Argentina no boquearon ni
media frase coherente reconociendo la gravedad de la crisis. Pero eso sí,
instigados por los medios esta tropa de economistas y políticos afines, bien se
ocupan de alentar los posibles despliegues de ‘la gente del campo’ contra lo
institucional que le sea adverso. Atribuyéndose al opinar sin seriedad y mucho
de rufianería, ser hombres de la democracia y del sistema previsible. Vamos
muchachos, por favor… (5 de enero del 2009)
Eduardo Pérsico, escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires,
Argentina.
El poder capitalista sigue el homenaje al robo
Por Eduardo Pérsico.*
La política es la sombra que las grandes empresas proyectan sobre la sociedad.
John Dewey, filósofo, USA 1859-1952.
Algún mediodía de 1995 nos demoramos en una esquina de la Sexta, en Nueva York,
a ver la marcha sobre patines de los traders o como se llamen, zumbando
hacia las oficinas de Wall Street. Al fin, simulaba ser una competición
deportiva entre gimnastas impecables, portafolios en mano y bufandas al
tono, esquivando a contramano los veloces y caóticos taxis de la ciudad,
similar a tantas. Y subiendo por la franja menos rugosa de la calle aquella
exhibición del nuevo recurso yuppie para ir a su trabajo patín y patín, la
nueva clase de pioneros triunfadores nos sugerían que al llegar, cada uno
guardaría sus patines y se daría íntegro a erotizarse con télex y
computadoras, esos ciertos amores en su vida…
Por curiosidad casi turística, volví el siguiente mediodía ya pensando que de
esos avanzados negociadores de acciones y otros bienes virtuales, acaso
conocieran las ideas de Adam Smith, el referente liberal más mentado, aunque por
sus edades supieran más de Henry Hazlitt, por haber frecuentado sus textos y que
falleciera en 1993. Un activista que criticara con ferocidad todas las ideas de
John Maynard Keynes, y con preferencia aquello referido a la fijación de
salarios mínimos, los planes de inclusión social como la desocupación y las
intervenciones de los gobiernos en la economía práctica. Hazlitt, que difundiera
todas sus ideas durante décadas en el New York Times, la revista Newsweek y el
Wall Street Journal, y su libro más difundido fuera “La Economía en una
Lección”, entendía perniciosa cualquier cercanía de la economía mundial en
ejercer la distribución que intentara cualquier gobierno. Hoy mismo, “que
comamos todos” es un principio utópico, inalcanzable, que desprecian los
diarreicos ideólogos de la CNN y sus rufianes del mundo capitalista. Unos meses
antes del asesinato del presiente Kennedy en Estados Unidos, en un trabajo
publicado inicialmente en “Newsweek” y difundido por Selecciones del Readers
Digest en 1963, Hazlitt atacó enfurecido contra los intelectuales y los
políticos que suscribían tibiamente los cambios en la economía norteamericana
enuncidas por el ejecutivo, asesorado entonces por John Kenneth Galbraith, a
quien el espectro liberal denostaba prolijamente cada día. Y esta vez Hazlitt,
en pleno mayo del 63’, sostenía que ‘gracias a los ingresos arrebatados a los
ciudadanos en forma de impuestos se constituye el sector público, dando a
entender que lo palabra ‘público’ significa que lo democrático, compartido y de
inspiración cívica, en cuanto a la palabra ‘privado’ se le otorga el espíritu de
lo interesado y exclusivista’. Una calificación que él estimaba injusta con los
de más altura en la pirámide, pero donde nos permitimos una pregunta, ingenua:
¿viendo el devenir de las sociedades desde cuando sabemos, esta constante
injusticia contra el pobrerío no existe definitivamente así?
Por semejante certeza histórica y no porque los privilegiados sean los
miserables, los economistas liberales han asolado el mundo con cierto refranero
que venden al mundo como ideas sustanciales; ‘el progreso es el triunfo de
pequeños triunfos individuales’, o ‘el estado benefactor es una ficción donde
todo el mundo quiere vivir a expensas de los demás’, ‘los izquierdistas
prefieren igualar las diferencias naturales’ y otras rebuscados dislates. ¿Y si
fuera cierto aspirar a un Estado benefactor, que nos integrara como una
verdadera especie, la humanidad debe pedir permiso a Wall Street para
intentarlo? Al menos, si se hubieran accidentado antes, los patinadores
triunfantes del sistema no serían estos delincuentes que estafaron al mundo y
hoy llaman Crisis financiera a un afano despiadado. Pero hoy mismo entre los
liberales de la Argentina, por ejemplo, esos robos disfrazados de inversiones
inmobiliarias o parecidos fueron un efecto no querido y no la causa, según
hubiera dicho el ideólogo Henry Haslitt, avalando así desde el capitalismo hasta
al Bernard Madoff quien confesó haberse patinado cincuenta mil millones de
dólares ajenos. Algo nada fácil, pero el hombre lo deschavó en estos días
finales del 2008 y el ilícito no pudieron acallarlo como intentaron con las
quiebras de Enron, World Com., la tecnológica Tyco y otras.
…………………………………………………………………………………….
(A propósito de Madoff nos permitimos una licencia. En Argentina
“patinar” significa perder dinero rápidamente y este prestigioso tomador de
inversiones “Andá a Cantarle a Gardel” así hablaría del quebranto frente a sus
hijos.
- Pero viejo, ¿cómo te patinaste tanta guita?
- Y, con los burros…
- ¿Tanto jugaste? Es mucho. ¿Y con las minas?
- También. Ahí patiné bastante.
- Entonces hiciste bien, viejo – y se abrazaron).
…………………………………………………………………………………….
Bien, los liberales desprecian al Estado regulador y recitan parrafadas
mediocres y nada científicas: ‘cada ciudadano según sus aptitudes particulares
planea el futuro de acuerdo a su trabajo, sus ocios, sus gastos, y estos planes
individuales se coordinan por el admirable mecanismo de la competencia y el
mercado libre, sin necesidad de ninguna participación del Estado’. Y bien hacen
en predicar esto que escribiera Henry Hazlitt según buenos liberales porque más
tarde, al encargarse ellos mismos de la gestión económica obtienen los
resultados cloacales siempre, y más trágicamente en América Latina. La
representación que vivimos estos días, incluida la asunción de Barak Obama como
primer presidente negro de Estados Unidos, es seguidilla y reiteración de esa
lucha centenaria entre dos concepciones distintas no sólo de lo económico. Es
una pelea mucho más cruenta y según pensamos, tal vez definitiva. Estamos en
plena lucha por una idea más racional sobre la vida en comunidad, donde comamos
todos aplicando leyes y controles a la desmesura de los poderosos. Nada inédito
y ni novedoso, que significa al menos acordarse del mismo Adam Smith, humanista
tan nombrado y menos leído, cuando sentenció ‘hay que desconfiar de la
benevolencia del carnicero’. que si nos descuidamos nos vende carne podrida.
Según vislumbramos que articulan ahora mismo, entre concilios y congresos de
países que no resuelven nada, los constantes opresores de los despojados de la
tierra. (17 de diciembre del 2008)
Eduardo Pérsico, escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires,
Argentina.
La
mayor crisis es acertarle un nombre
Por Eduardo Pérsico
En 1929 al calificarse a la más duradera y conocida crisis sistémica de la
economía, muchos al principio la estimaron como Recesión, un término algo
más benigno y que no descalificara tanto al capitalismo. Pero ya existía en
la economía una palabra más enérgica para explicar aquello similar a cuanto
sucede en estos días de octubre del 2008: la Depresión, algo más hondo y
duradero que suele darse frontalmente en el frenazo de la actividad, el
debilitamiento de la demanda, la disminución del comercio internacional y la
crecida de la desocupación, traducida más en la caída del poder adquisitivo
de las clases más bajas.
La Depresión, con mayúscula, es más
duradera, dolorosa y contraria al progreso generalizado, bien delineada por esta
instalada en estos días pese a los aullidos contrarios de sus responsables, los
banqueros y sus propagandistas en las últimas décadas del neoliberalismo
económico responsables del marasmo actual y que sobreviven desparramados por el
mundo. Y en el caso puntual de América Latina, hablamos de un conjunto de
temerarios personajes publicistas de las bondades del mercado, infalible hacedor
que según ellos soluciona todo. Y por consiguiente, a ellos mismos los convierte
en falsos teóricos enfrentados a todo tipo de control oficial sobre los hechos
económicos, pero menos a la nacionalización de bancos y entidades financieras
emprendidas por el Poder en Estados Unidos por mandato de la Reserva Federal; ¿y
salvar sus propios dólares?
La crisis capitalista de estos días fue augurada por la quiebra imprevista en
diciembre del 2006 del banco hipotecario Ownit Mortgate, de California, que otra
vez remarcó la ineficiencia de la Reserva Federal de USA en su tarea de control
de la entidades financieras. Aquí no intervino y aquello no ocurrió como una
displicencia formal de los funcionarios de la FED, sino por la persistencia más
ideológica que estructural entre los neoliberales: su pertinacia en confundir
los efectos con las causas y anteponer su principio de producir dinero prestando
dinero, - algo para pensar, ¿no?- y desentenderse, olvidarse o postergar como
algo secundario al hecho decisivo de la economía; la producción de bienes de
consumo que genera más trabajo con mayor demanda y aumento de los consumidores.
Abreviando, digamos que la caída de casi 40% en el valor de acciones de General
Motors hace dos semanas no fue consecuencia de las ‘hipotecas subprime’ ni la
volatilidad de los mercados, sino por el nuevo encuadre mundial que afronta la
industria automotriz norteamericana en la actualidad. Ford merodea por la
quiebra y General Motors no se cae por una ocasional mala instancia financiera,
- explicación repetida por los economistas neoliberales- sino por haber perdido
el liderazgo comercial del negocio automotor ante el crecimiento de esa
industria en el resto del mundo, principalmente en territorio asiático. La causa
de su falta de competencia en el nuevo mercado quizá tenga sus explicaciones, -
hoy entre las diez marcas de mayor demanda no figura ningún modelo de esa
empresa- pero originó sus pérdidas inusuales en la bolsa de Valores de Wall
Street. Un asunto medular y contradictorio, en cuanto por atenuar la profundidad
de la crisis del sistema los responsables manotean el confuso recurso de poner
al carro adelante de los caballos, error que según el estudioso economista John
Kenneth Galbraith en su libro “El Dinero”, ha sido una constante de la Reserva
Federal desde su creación.
Y veamos. Esta entidad, conocida como FED fue concebida en 1914 en USA para
actuar ante cualquier pánico económico que se produjera y bien pronto, por 1920
y 1921 hubo trastornos que por sus gravedad anticipaban la Gran Depresión de
1929. “Hay muchos indicios, no rebatidos, de que la política del Sistema de la
Reserva Federal empeoró mucho las cosas, contribuyendo a financiar la
especulación anterior y ayudando a intensificar la siguiente contracción, tanto
en 1020 como en 1929”. Y esa idea se fortalece con las cifras sobre quiebras
bancarias veinte años antes del la FED, que hubo 1.748, contra las 15.502 del
mismo período posterior al funcionamiento del organismo. Y Edward J.Kane, un
economista más reciente hablando del mito de la Reserva Independiente allá por
1980, sostiene que la inmunidad de la Reserva fue siempre /debilitadora de la
economía real por su inevitable ineptitud para intervenir en mercados
específicos y la extraordinaria afición a la charlatanería de cada uno de sus
miembros. / Y hoy, última semana de octubre del 2008 y cuando las bolsas de
valores en el mundo siguen cayendo, los economistas neoliberales aún se obstinan
en convencernos de que ni bien amaine esa Inesperada Consecuencia también
desaparecerán las Causas y otra vez el Capitalismo bienhechor florecerá como
nunca y la humanidad volverá ha ser todavía más feliz que ayer… Por ahora estos
empleados del Poder, feroces enemigos de los controles del Estado cualquiera sea
y de las planificaciones económicas más distributivas, siguen adorando a los
antiguos dioses que provocaron esta calamidad, pontificando ‘el mercado
soluciona todo y sin financistas todos moriríamos de hambre y se acabaría el
mundo’; pero no pensemos que solamente integran una comparsa de cómicos ni
ideólogos obstinados en teorías que vienen cayendo diariamente. Tampoco son
apenas sencillos ignorantes que repiten los dictados de sus promotores, eso
también, pero vale pensar que trabajan en un proyecto que además de pretender
reciclar el capitalismo quiere hacerlo volviendo a los viejos hábitos. Aquello
no solamente anteriores al crecimiento de nuevas potencias en el mundo, sino un
poco más atrás; estos tipos tal vez intenten retornar al tiempo previo de la
revolución francesa.
Eduardo Pérsico, escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires,
Argentina. (octubre 2008)
www.elortiba.org
El verso financiero neoliberal y la prosaica realidad
Por Eduardo Pérsico.
Hace menos de un año, cuando abandonara Alan Greenspan la Reserva Federal en
Estados Unidos y el presidente de Goldman Sachs, por entonces la más
renombrada financiera, fuera designado Secretario del Tesoro norteamericano,
la conmoción encendió luces en el sistema. No fue una estampida pero de
inmediato y ante la crisis inevitable, la tasa de descuento de la Reserva
Federal fue elevada al 5% y hubo un notorio aumento en el precio del
combustible, algo que entonces sí empezó a inquietar verdaderamente al
norteamericano medio. Por más que nadie aceptara esto con facilidad, la
palabra recesión se balbuceaba pese a que una opinión domesticada y tozuda
como la del Imperio no se animaba a pronunciar y menos a escribir. Pero las
cifras posteriores fueron mostrando el destape de otra gigantesca patraña
financiera ideada para sostener los niveles de ocupación en USA: el
otorgamiento de hipotecas incobrables.
Entonces la realidad se hizo palpable por mucho que se fuera demorando gracias a
que todos los bancos de inversión del entramado financiero del capitalismo
fueron cómplices de la maniobra. Esta calamidad existe, puede prolongarse y
extenderse pese los esfuerzos oratorios de todo el elenco gobernante en Estados
Unidos, prometiendo antes de terminar setiembre del año 2008 un ‘tren de medidas
financieras’ que en principio asoman como inaplicables. La realidad repite que
las cifras aparecidas en estos días empiezan a sincerar la situación. Además de
que las financieras ni remotamente pueden solventar sus pasivos, el negocio de
la vivienda nueva parece inexistente y en usadas cayó más bajo de los últimos
veinte años. Algo que aumenta diariamente los pedidos de seguro de desempleo,
inmanejable en tanto las posibilidades de recuperación en la construcción;
fundamental demandante de mano de obra; quedará aquietada por largo tiempo ante
la gigantesca masa de hipotecas impagas; digamos nuevas viviendas que no se
construirán. A saber, en su locura por la colocación del dinero de cualquier
modo, se estima que los bancos dieron unos quince millones de créditos dudosos,
sub prime; de los cuales unos diez millones son incobrables y que físicamente
representan en viviendas más que todas las existentes en la ciudad de Buenos
Aires y buena parte de su cordón conurbano. Un cálculo que los entrenados
economistas neoliberales de Argentina y el resto de América Latina, tenaces y
porfiados divulgadores de ‘el mercado regula todo’, jamás harán por la profunda
pereza conceptual los caracteriza . Y se animen a confesar que si esto no se
llama crisis recesiva neoliberal, al menos imaginen un nombre más decoroso que
‘transitorio malestar de los mercados’. Vamos muchachos…
La decisión del gobierno de George W.Bush ahora busca la salidera por el lado de
la intervención en la economía privada. Una un tanto sugerente en vísperas de
elecciones, aunque quizá no sea malo que de los republicanos surja esta
tendencia ‘socialoide’ luego de tantas décadas de una desaforada oposición a
controlar un poco más la cosa pública. El neoliberalismo se acrecentó como
voluntarista producto económico desde la Universidad de Chicago. Los Chicago
Boys que asolaron también en Argentina, Milton Friedman, su mentor intelectual y
demás seguidores financiados por el grupo Rockefeller dispusieron instalar
financieras en cada esquina del planeta y de esta manera canallesca acaba hoy la
fiesta. Lo penoso es que este patético y reidero final también lastime a la
economía productiva; la única que crea y reparte riqueza y no este pastiche
teórico que hasta malversó la matriz conceptual de Adam Smith para imponerse.
Reiteradamente se ha dicho que las teorías económicas del neoliberalismo no
solamente son vulnerables ante la realidad sino también son falsas, un principio
que John Nash, premio Nobel de Economía en 1994 avalara por cálculos matemáticos
aceptados en los ámbitos académicos serios de verdad. Un debate que no borra
otro más urgente y principal: si la economía no está al servicio de un mundo
absolutamente posible donde todos coman, por mucho que la jerarquicen como un
complejo ajedrez es apenas un divertido “Ta Te Ti” de los malvivientes del
Poder. Algo que siempre nos dice la realidad.
Eduardo Pérsico, escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires,
Argentina.
Ellos, los diferentes
Por Eduardo Pérsico
Puede tener cierto sabor a gloria sentirse diferente. Con la certeza de saberse
distinto cada día cualquiera ha de amanecer victorioso y entero. Sin apremios en
decir ‘soy de otra clase’ ni presumir de lo bueno ‘que existan diferencias’, la
expresión de esa gente no es la nuestra. Acaso por pisar un escalón más alto;
eso suelen callarlo pero sentir lo sienten; demuestran ser distintos. Y no vale
despreciar, ellos tienen su estilo.
Sin pensar en azarosos engendros de galaxias lejanas o exóticos venidos de
ultratumba, hay un gentío natural y común, -esta no es la palabra- que habita en
otro barrio más seguro y lujoso que nos mira sin vernos. O más bien, ni nos
mira. Aunque nos advierta alguien que entiende asuntos de la ciencia que ellos,
los diferentes, son iguales en todo y no hay genética que analice riquezas, por
ejemplo. Por decirlo de un modo, esos tipos son similares al Papa, al Rabino
Supremo y al mismísimo Rey del Oro en barras. Son iguales a la gente que si no
come ha de morirse de hambre y si asumen perpetuarse en la especie, también
deben aparearse de la manera más a mano y divertida para engendrar un hijo.
Ellos, los diferentes, son iguales a todos porque al fin como todos son esclavos del hambre. Y no del deseo social de comer algo cuando decae la tarde, sino del hambre de verdad, profundo y serio. Hambre por no comer lo imprescindible y merecido que además de las tripas demuele la ética o la moral a cada uno y todos. Por eso quizá los diferentes opinen sobre todo por desconocer el hambre terminal, ese que tampoco respetan iglesias, sinagogas y mezquitas al ponderar palabras y milagros y proseguir diciendo tonterías sobre el asunto.
‘Mi reino por un caballo’ imploró aquel aterrado Rey al presentir el aletazo del
final, porque nada vale en la vida más que la vida misma’, le escuchamos a
cierto filósofo de trasnoche en un bar de Buenos Aires. Que además, solía
imaginar a los hombres y mujeres más afortunados del planeta reunidos en un
palacio inigualable, de pronto absolutamente aislado y sin nada de alimento.
‘Entonces al cuarto día, sin prejuicios ni pudores, todos daban todo pero todo
por un cachito de pan’. Aunque claro, era su pura imaginación…
Igual y de cualquier manera, no hay mortal que ande exento de una herencia de
hambrunas. La humanidad se explica por tantas migraciones persiguiendo comida.
Familias, gentíos y multitudes caminaron desiertos y atravesaron mares corridos
por el hambre. Esa implacable realidad que nunca espera y acaso muera con
nosotros, continúa; y lamentablemente lejos de tanta gente diferente que ni
siquiera mira.
Eduardo Pérsico, escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.
Argentina:
Violento rechazo al mentón pero sigue la pelea
Por Eduardo Pérsico.
Quizá el análisis del rechazo en el Senado del importante proyecto envíado
por el Poder Ejecutivo por aumentar las retenciones a la exportación de
ciertos granos, pareciera prematuro, pero los datos para la opinión se
fueron acumulando durante los ciento cincuenta días del conflicto. Del 11 de
marzo del 2008 fecha en la cual por una disposición difundida como ‘la 125’,
las retenciones subieron del 35% del valor de los embarques al 44%, además
la imposición sería móvil y subiría según el precio internacional de los
granos en cuestión, así que la reacción contraria en el ambiente ruralista
fue inmediata. Un despliegue de poderío organizativo y mediático que aunque
resultara sospechoso de otras ambiciones, determinó que luego de tres meses
y apremiado por cortes de ruta, parciales desabastecimientos y otras movidas
desestabilizadoras de la República, el Ejecutivo encabezado por Cristina
Kirchner dispuso elevar el asunto al Congreso Nacional para su tratamiento.
Eso y a pesar de los atributos constitucionales y jurídicos que lo habilitaban a subir las retenciones, fue una aceptación de haber equivocado el camino político a seguir y al menos, que había actuado como si desconociera cuál era el enemigo a enfrentar. Vale decir, nada menos que los dueños de la tierra en Argentina, el sector más retrógrado y autoritario de todo el tejido social argentino, donde conviven no sólo quienes se oponen a una distribución más humanitaria de la riqueza sino de todo lo que tienda a fortalecer un Estado Nacional que atienda en serio las desigualdades y estructurales y profundas que existen en nuestro país desde siempre. Ese sector hoy suma al más acendrado reaccionarismo medieval con sus estructuras centenarias más los flamantes personajes enriquecidos por la renta financiera de últimas décadas, y no sólo se empeña en desprestigiar y combatir el natural progresismo distributivo que surge de cualquier sociedad industrializada, sino que sin ninguna duda ni pudor, 'estos tipos, -diría el bueno de Julio Cortázar- insisten en retraer el reloj de la historia al año anterior de la Revolución Francesa’.
Así las cosas y hoy, al margen
que ya existen otros proyectos sobre las retenciones a las exportaciones, cuyo
incremento llegó para quedarse, ver propuesta Reuteman, y ya derogada la
Resolución 125 por invalidarla el mismo rechazo de la totalidad del proyecto,
también quedaron sin efecto los reintegros que se darían a los pequeños y
medianos productores y otras modificaciones agregadas por los diputados
oportunamente. Así que el izquierdozo Bussi y su Federación Agraria más el
sonoro De Angeli, dejarán de jugar en el mismo equipo de la Sociedad Rural que
pareciera haberlos dejado colgados del pincel, por esas cosas de la vida... Por
ahora, todo hibernará hasta una nueva ley que entendemos, no fácilmente será
consensuada como muchos optimistas creen en tanto los ruralistas y sus asociados
llegaron a esta instancia confusa con un plan mucho más ambicioso y perverso que
frenar un gravamen más o menos. La finalidad cierta consistió en desarmar de un
golpe la capacidad del Estado Nacional para controlar y reasignar los ingresos,
reclamando un nuevo Pacto Federal que ellos mismo redactarían y harían cumplir;
palabras certeras de sus mismo dirigentes, no olvidemos; que apuntaría al uso de
los recursos que le dan los derechos constitucionales al Poder Ejecutivo en
último caso, fuera pasado a los erarios provinciales. Una aspiración más que
desencaminada en cualquier Estado moderno que se estime en el mundo.
Pero mucho de esto acontece porque acaso el mismo gobierno haya perdido de
vista, - como en otros aspectos- los recursos tradicionales de recaudación que
mantiene en su poder. Por ejemplo, si el Ejecutivo dinamizara modernamente y en
serio los mecanismos de cobro de la Agencia Fiscal de Ingresos Públicos, las
direcciones de provinciales que desatienden el cobro los impuestos
inmobiliarios, - hoy tan fáciles de estimar con las aero fotogrametrías que
abundan en Internet- y dando los avales y recursos técnicos a la Oficina de
Control Comercial Agropecuaria, podría recuperar muchos de los millones de
dólares que tradicionalmente son evadidos por ‘la gente del campo’ y financistas
circundantes. Después de todo y sin abundar en muchísimo otros datos, un
dirigente de la Asociación Agraria de Entre Ríos acaba de ser penado con dos
años de prisión condicional por reiteradas evasiones impositivas. Nadie piensa
que ha de ser el único y eso, por algo será.
Eduardo Pérsico, escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires,
Argentina.
Trivial, mascarada de medios, mediáticos y mediocres
Por Eduardo Pérsico
Al inicio del conflicto entre el gobierno de Cristina Kirchner y cuatro
entidades del agro, un grupo de interés económico que prontamente
concentrara a toda la oposición desplegó una inusitada solidaridad de los
medios de información con ‘la gente del campo’. Esa adhesión a uno de los
grupos en pugna, nombrado como ‘el campo’ y a impulsos ‘la gente’, dinamizó
una falta de objetividad entre los fabricantes de opinión de mayor alcance
popular que hizo de cada radio y televisora una parte decisiva de la
cuestión. Esa falta de rigor y al ir creciendo la participación de cada
corporación informativa fue mostrando su entretela, ocultando y falseando
los argumentos del gobierno para aumentar las retenciones a la exportación
de algunos productos agropecuarios. Que la medida por inconsulta y falta de
tiempo y distancia fuera políticamente calamitosa, es indudable, pero eso no
deslegitima el derecho jurídico del gobierno constitucional de tomar la
resolución de gravar las ganancias extraordinarias que producirán los
aumentos de precios internacionales de los alimentos, y mucho menos aplaudir
las réplicas delictivas de la Sociedad Rural, Coninagro y la Federación
Agraria al quemar tierras, cortar rutas y provocar desabastecimientos a la
población.
De lo que se jactaron sus voceros en cámara; ‘demostramos que podemos desabastecer’, dijo uno de Federación Agraria, y al amenazar y concretar el golpe inflacionario que más cruelmente perjudica al pobrerío de más baja condición. Y será también memorable la protesta de la Sociedad Rural Argentina contra la 'represión', acaso queriendo redimir la reverencia hecha al sedicioso militar Ongania cuando los visitara en 1966 sobre un Landó. O carruaje parecido también decadente.
Más que despropósitos una verdadera hijadeputez escamoteada por lo medios que
alegremente festejaron los desbordes de ‘sufridos hombres del campo’ contra el
mismo cimiento de la convivencia. Una patética parcialidad que algunos atribuyen
al probable cambio de la Ley de Radiodifusión que limitaría los monopolios al
sumar nuevos participantes al mercado, vaya uno a saber, pero tanta parcialidad
degradante fue anunciada en un corte de ruta inicial cuando un orador impiadoso
deschavara ‘y sepa el gobierno que nos apoyan los intelectuales y las
intelectualas de la radio y la tele’, certero hallazgo verbal que el dirigente
entrerriano luego no repitiera. Esa aseveración no sería atendible por divertida
pero sí por la tarea que los noticieros y noticieras cumplieron con una
fidelidad patríotica, fuera de cargosas impurezas idiomáticas y en este asunto
sin mencionar jamás el descomunal negocio financiero que hacen en Argentina los
pooles de siembra, son simples empleados de los medios que al ganar mucho dinero
se creen irrebatibles intelectuales de tanto peso como Marx, Nietzche, Sastre y
los oradores de la rutas…
En verdad, como el gentío no les discute y sí los envidia, estos tilingos se
equivocan de rol: suponen ser Chaplin siendo sólo el que barre el cine: el Poder
económico acciona según elige el uso de las armas y de las comunicaciones, - esa
categórica trilogía mandante- y ningún Medio a su servicio sostiene una opinión
que modifique la finalidad del capital empresario. Entonces, si al Medio le
conviene dispone la exhibición de Mediocres (¿y mediocras?) que sin ningún rigor
y en esa dirección opina y dispone sobre lo que venga; constituciones
nacionales, ley de enfiteusis, economías galácticas, los buenos o malos, y un
diario tradicional nominó al religioso que arbitraría en la diferencia
económica. Pero claro, por eso les pagan.
Eduardo Pérsico, escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires,
Argentina
Ambiguas refundaciones y otras riesgosas giladas
Por Eduardo Pérsico
A mitad de mayo 2008 y esperando el fin del lockout de los sectores
campestres, perpetuos en Argentina para imponer sus convicciones a los
gobiernos lícitamente elegidos, recordamos que ese privilegiado grupo de
presión, hoy tan radicalizado, varias veces emprendió este tipo de
sublevación institucional y contrariamente, jamás le reclamaran igual a los
grupos militares que desde 1930 en adelante tantas veces usurparan el
gobierno nacional y usaran de manera discrecional de los fondos del Estado.
Un asunto nada sugestivo ni casual al revisar los elencos civiles de esa
corriente que otorgaran entidad ideológica a esos sediciosos y según
registra la historia, jamás promovieron cambios económicos más distributivos
y republicanos; igual a más equilibrado y humano; al reparto de la riqueza.
Un equilibrio que sin hundirnos en tediosas teologías economicistas, los
gobiernos legítimos casi en general tienden a mejorar reacomodando las
aplicaciones impositivas al diferenciar a quienes más tienen de los menos
pudientes.
Digamos, mejorar el tratamiento de los pobres, miserables y un cachito más abajo, hambrientos. Pero esta simpleza teóricamente indiscutible, al menos sin ruborizarse, al entrar en su instancia operativa ‘quien más gana más aporta’ tropieza con las encerronas cerriles y medievales tan propicias a los constantes profetas del odio que definiera el escritor Arturo Jauretche. Y hoy, al asomar ciertos índices favorables a la repartición, - modestos y nada revolucionarios, también digamos- los privilegiados que junto a los medios de comunicación estiman a su mediocridad como una actitud militante, interrumpen las rutas y desabastecen en tanto los informadores anuncian tragedias a corto plazo, reclamos por la inseguridad y atentados de ignoto origen. Y eso sí, los medios quitan del panorama la demanda verdadera: los hombres dueños de la tierra que al sembrar están haciendo patria, según dicen, se niegan a pagar las retenciones a la exportación de soja que dictaminó el gobierno sin la autorización explícita de ese sector. Dejando de lado que el resto de la sociedad considera desencaminado al gobierno nacional en la gestión del conflicto, - por el rumor de estar otorgando así a unas empresas gigantes, las Cinco Marías, el negocio íntegro de la exportación que harían de todo esto una pelea entre malandras- las retenciones impositivas se aprecian como acertadas, en cuanto la gente común olfatea que los gauchescos expositores del campo son, tradicionalmente, evasores y autoritarios. Ver encuestas.
En este panorama a rachas caótico, se aprecia la
ferviente amplificación del malestar que hicieron dos o tres diarios y los
canales de televisión desde iniciado el conflicto. En principio porque las cosas
no suceden solas; suceden siempre y cuando las cámaras lo registren, se supone,
pero esta vez la discordia institucional apareció cuando los ‘fabricantes de
opinión’ luchan para mantener las condiciones actuales de sus explotaciones,
asignadas por decretos militares, y la administración actual pretende modificar.
Ese debate se está dando y los principales medios al mezclarlo con la crisis del
campo, aprovechan para denostar al proyecto como un cercenamiento de la libertad
de expresión en tanto los redactores de la reforma que afirman lo contrario,
sería bueno que explicitaran mejor cada paso que piensan dar. Igualmente, la
imparcialidad de los medios, siempre pálida, acaso se ennegrezca por esta
cuestión pero la aparición de personajes inéditos hasta hoy en las pantallas,
dieron hectáreas de material a cámaras y redacciones. Es que junto a los
opinadores habituales emergieron los dirigentes agrarios que durante dos meses
ocuparon cámaras y titulares, sin precisar ni hacer comprensibles sus exactas
exigencias, ambigüedades que vuelan los cielos de la patria, toman sesgos de
restauración nacional, ruegan a dios volver a las fuentes, (textual), y de
repente, la exigencia concreta de administrar ellos mismos los impuestos a
pagar; una pretensión no sólo grosera y trasnochada sin modificación
constitucional sino que apunta a la eliminación de todo aquello que inviste
sentido a una Nación. En estos divagues de globalización universal, este
temerario disparate es otorgarle el manejo de aquello común, hasta la geografía,
a las gigantescas y poderosas empresas multinacionales. Ahora eso sí, suponemos
que ninguno de los voceadores de esos pastiches discursivos tienen idea cercana
de cuanto lo dicho significa, pero ellos no se enteran y así estos meses
descollaron el principal expositor, alguien que con increíble lenguaje
progresista exige ‘la mejor repartición de la riqueza’, aunque en los últimos
días sin reiterar ‘reforma agraria’ porque a su lado finge distraerse de
semejante ofensa el presidente de la Sociedad Rural Argentina. Junto a esos dos
cabalga un exaltado dirigente de Gualeguaychú, la zona más combativa rechazando
camioneros y donde nadie dice si la verdadera requisitoria consiste en acompañar
a los exportadores, - que no son ellos precisamente- en el reclamo contra las
retenciones impositivas que subieron del 35% al 44%, y móviles según crecieran
los precios internacionales. De eso, en las arengas televisadas al menos se
habla poco por temor a darse patadas con las confesiones del presidente de la
Sociedad Rural al augurar que bien podría abastecerse el mercado local de carnes
una vez cumplidas las demandas internacionales. Algo que ocasionaría una
faltante de carne vacuna en Argentina que si no regulan las autoridades, con la
creciente demanda internacional de alimentos el precio que pagaría un nativo de
por aquí sería de cuarenta pesos el kilo. Por supuesto, las televisaciones
exhiben el espectáculo sin ahondar en los excesos delictuales en los cortes de
ruta ni aclarar tantos inciertos anuncios tremendistas, y mucho menos en
contarnos el verdadero riesgo institucional que pontifican estos novedosos
actores. Por más que nos divierta pensar, según los vemos y a la ética
televisiva vigente entre nosotros, que pronto salten del living de almuerzos a
malambear alrededor de un caño..
En resumen, oyendo y leyendo en los medios decenas de rumbosas expresiones de
deseos y ninguna otra factibilidad para el desacuerdo que no sea el éxito de la
gente de campo, más las aseveraciones de los dirigentes agrarios, todo nos
remite a una categórica definición de lunfardo canero: “un gil habla creyendo
que los demás son todos giles. Y al fin, pierde por gil”. Algo interesante que
significa eso mismo.
Eduardo Pérsico, escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires,
Argentina.
En Argentina la pelota sigue siendo redonda
Por Eduardo Pérsico
Una constante del sector más pudiente en
Argentina es reclamar mayor seguridad y leyes más claras para la economía.
La propia, naturalmente; y entre sus dirigentes esa especie de rictus exige
del Estado la protección de sus vidas y haciendas y después, si el mismo
Estado puede, cumplir con otras obligaciones. Que para los ciudadanos
comunes resultan la educación, la salud y demás asignaturas de la seguridad
social tan prometidas y poco concretadas. Pero este requerimiento de los
privilegiados propio del derecho de Peticionar a las Autoridades, se ejerce
con mayor fuerza de la clase media hacia arriba, apoyados con su propio
estilo por los defensores de la represión que tanto rédito le otorgaron,
históricamente, para incrementar sus bienes con ‘cierta desmesura’; supo
bromear alguien de los antiguamente llamados oligarcas. Algo que nos perfila
a tantos descendientes de la Conquista del Desierto y algunos encartados hoy
judicialmente en fuga de capitales y crímenes de lesa humanidad; esa
perversa simultaneidad tan frecuente a quienes vociferan contra la
inseguridad pública despreciando debatir sus tangibles causas económicas y
políticas. Una negación de la desigualdad que se evidencia en todas las
negociaciones, donde nuestra sociedad muestra en su entretela al aceptar,
por ejemplo, que al convenir el sueldo de un trabajador se anteponga lo que
el tipo necesita para vivir al valor de su trabajo. Pero claro, plantear esa
realidad a los patrones los haría suponer un carnaval marxista leninista que
pretende discutir la plusvalía, cruz diablo, cuando ellos son los dueños no
sólo del negocio sino del método para discutirlo con los sindicalistas; por
decir de algún modo.
Sin extremarnos ni forzar mucho las cosas, estos desajustes propiciados del poder de los negocios hacen jugar en igual equipo a las sociedades agropecuarias, quienes menos sequías y epidemias vacunas, se sienten dueños de vacas, hectáreas más los atardeceres y las lluvias, en este caso puntual con los organizadores de los espectáculos deportivos en la Argentina. Leyendo y escuchando, sobraría con analizar los puntos en contacto que soportan los discursos en muchos casos.
Así, por estos días de marzo del 2008 hubo tres muertes en diferentes encuentros
de fútbol, según las habituales salvajadas que en la Argentina adornan este
juego. Barras bravas y malandras de todo pelaje mezclados con dealers de la
droga y arrebatadores, siempre socios y allegados a las comisiones directivas de
cada caso, integran una inexplicable estructura delictiva. Pero a pesar de las
muertes, ‘una jornada que no debe suspenderse nunca’, según sus organizadores en
esta emergencia, además del vetusto refrán ‘el fútbol es una verdadera fiesta
popular’ ahora se le suma ‘suspender una fecha sería darle la razón a los
criminales’. Y su razón puede tener todos los intereses de quienes viven del
negocio, en tanto los muertos siguen siendo la excepción y los organizadores del
espectáculo son más y en último caso, mejores. Eso y además porque según repiten
los dirigentes futboleros, la seguridad de los estadios no es obligación de los
dirigentes; ‘nosotros aprendimos a dirigir un club y no a ser policías’; sino
del Estado. Para la Asociación del Fútbol Argentino el espectáculo de jugar lo
organizan los clubes con sus dirigentes que administran los negocios
publicitarios y televisivos mediante, en tanto cuidar el orden y la integridad
de la gente del estadio y sus alrededores corre por cuenta de la comunidad toda.
Digamos, ellos cobran la entrada y el riesgo del que paga lo cubren sus
familiares, amigos y deudos. Eso se llama redondear un brillante negocio con la
pelota, acaso algo sospechoso si alguien se adentrara en esa economía futbolera
y liberal que negocia cifras millonarias de varios colores, donde los organismos
recaudadores jamás emprenden campañas para terminar con la evasión y las masas
de dinero en negro, según se estila con los vendedores de chocolatines, quizá
porque la gente común de los gobiernos; incluído éste de Cristina Kirchner; no
tiene acceso a ‘sectores de la cancha’ donde circulan millones de convincentes
razones.
Vaya uno a saber pero así las cosas, en el gigantesco negocio del fútbol en la
Argentina los responsables y beneficiarios del negocio, alegremente discursean
que cuidan la seguridad del público pagando horas extras a policías fuera de
servicio, - una irracionalidad institucional negociada con los mandos
policiales, nadie lo niega- y exigen con la misma vehemencia que usan los dueños
de la tierra, que toda la sociedad proteja su negocio sin preguntarse nunca
quien paga semejante fiesta. Algo que increíblemente han suscripto pasados y
presentes altos funcionarios del Estado administrador con siniestros guiños
cómplices con responsables del fútbol, en un libreto próximo a esas novelas de
intriga donde al final el asesino resultaría el mismo detective investigador,
que eso sí, nunca aparece.
Y
esta vez, ¿quién le pagará al gaitero?
Por Eduardo Pérsico
El ejercicio del poder siempre requirió de la mentira institucional. Desembozada
y con fina sutileza, la patraña, el embuste y la farsa son parte constitutiva de
aquellos que mandan. Y en tanto el Poder actúa su rol con más o menos descaro es
útil recordar alguna mentira que nos justificaron como algo imprescindible; ese
recurso reiterado en voz baja ante la caída de las torres gemelas.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ostentaba un prestigio
internacional al menos inédito en la historia contemporánea. Era muy difícil
contrariar sus decisiones y así las cosas, en 1945 montó junto con los servicios
secretos británicos una gigantesca operación de inteligencia y espionaje
tendiente no ya a la desnazificación dentro de Alemania, algo que se daba casi
naturalmente entre los derrotados, sino al enfrentamiento creciente con la Unión
Soviética en pleno fervor stalinista. Esta situación analizó en su libro ‘La Cia
y la Guerra Fría Cultural’ la escritora y cinematografista inglesa Frances
Stonor Saunders, con una certeza que los hechos posteriores de la historia le
dieron mayor validez. Ningún analista político en serio de la época desechaba el
enfrentamiento ideológico que casi rozaba lo militar entre rusos y
norteamericanos, y circulaba no sólo dentro de Alemania y sus alrededores
europeos sino en el mundo entero. La guerra fría cultural comenzó de inmediato a
la caída de Berlín ante el ejército del mariscal Zhukov, cuando los rusos como
tales se empecinaron en organizar conciertos y los norteamericanos, sin muchos
escrúpulos según la autora, secretamente iban reciclando a los antiguos nazis
que resultaran de utilidad en los ámbitos científicos y económicos.
Esa tarea que duró bien
adentrada la década del setenta había sido encaminada con fondos reservados
del Plan Marshall, que luego dispondría la CIA en la batalla de la Guerra
Fría, para ‘ganar a la intelectualidad occidental hacia las posiciones
norteamericanas’, dice la autora. Debía demostrarse al mundo que Estados
Unidos era también un país de poderosa cultura en los terrenos del
pensamiento y no sólo en la fabricación de bombas atómicas, y un país apto a
prestar servicios elaborados hacia los sectores más intelectualizados, y
rechazar así la constante seducción del comunismo. Prácticamente la empresa ´le demostraría al mundo una
época ilustrada que bien podría llamarse como el siglo americano’, y no hubo
pocos escritores y personajes de la cultura y la inteligencia vinculados con
semejante intención encubierta. Los norteamericanos irían reclutando a las
élites aristocráticas de las mejores universidades o de las familias
anglosajonas más relevantes, financiando lujosas y novedosas exposiciones,
congresos de todo tipo y ediciones de amplia difusión que prestigiaran aquel
proyecto sin nombre, y con una segunda intención que muchas veces negaron
conocer los mismos beneficiarios de la intelectualidad. Supuesta ignorancia que
todavía practican muchos becarios latinoamericanos de las fundaciones
prestigiosas…
El libro de la autora inglesa que en su idioma titulara ‘Who paid de piper?’, -
quién le paga al gaitero o quién paga elige la canción- refiere publicaciones de
gran prestigio abonados con estos fondos, a saber ‘Tempo Presente’ en Italia,
‘Preuves’ en Francia y ‘Encounter’ en Inglaterra y olvidemos los nombres de
muchas publicaciones aparecidas en Argentina y el resto de América Latina por
esa época. Salvo la recordable revista Visión, voz del departamento de estado
norteamericano. Pero bien, durante décadas la CIA gastó millones de dólares en
actividades y emprendimientos culturales, y se convirtió en un ministerio de
cultura norteamericano financiando museos y fundaciones de renombre que
otorgaban prestigiosas becas. Esas cosas; el mismo Museo de Arte Moderno de
Nueva York fue favorecido con estas operaciones encubiertas en esos años con un
hábil trabajo que casi no prohijó a lo más reaccionario de la cultura europea,
que seguía siendo sólida, sino que hasta favoreció el surgimiento de una
izquierda no comunista. En este trabajo la escritora inglesa menciona difundir
como protegidos a T.S.Eliot, André Gide, Karl Jaspers, André Malraux, George
Orwell y Salvador de Madariaga entre otros nombres de reconocido discurso
liberal no siempre autoritario. Pero esa orientación se atenuaría en tanto
creciera la Guerra Fría y los ejecutores del plan tal vez irían siendo
desplazados. En esa instancia llegó el ajusticiamiento del matrimonio Rosenberg
en 1953, las paranoicas persecuciones del senador Mc Carthy contra todo aquello
que no comprendiera, la muerte de Jorge Eliécer Gaitán en Colombia y el
siguiente ‘bogotazo’, la destitución del gobierno progresista de Jacobo Arbenz
en Guatemala, por citar algo, y en ese rumbo conceptual para mostrar a Estados
Unidos como abanderado de las libertades y las expresiones democráticas
tropezarían con muchos más accidentes en el camino. Ernest Hemingway, Sigmund
Freud y el mismo Thomas Mann fueron censurados y hasta prohibidos con alguna
publicación, y bastante recordables en el ambiente de Hollywood persisten las
persecuciones a guionistas, directores y actores de la época, como si fuera un
hecho latente y jamás abolido. Y mucho menos ante la ‘inevitable crisis
económica del sistema’, aceptada no solamente por la bolsa de Nueva York sino
además por las gigantescas entidades bancarias del capitalismo, porque tal vez
mejor les resulte sincerarse y no avalar a los cómicos columnistas
latinoamericanos de los diarios tradicionales, incapaces de abandonar las
ensoñaciones de la globalización, el neoliberalismo y los diseños financieros
agotados en sí mismos. Demasaido aconteció en el mundo este último medio siglo
pese a tantos proyectos anticomunistas o de seguridad nacional, muchos
sangrientos, que diseñara Estados Unidos. Y si estas ciénagas financieras del
sistema no resultan geniales variantes de sus servicios de inteligencia, ¿cuál
será la canción que elegirá el Poder para que toque el gaitero?
Eduardo Pérsico, narrador y ensayista, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina
El miedo a la recesión significa recesión, Yoryi
Por Eduardo Pérsico
Acabado el último Foro Económico Mundial de Davos, ya en febrero del 2008,
recordamos una burlona apreciación que leímos cuando pibe: ‘la economía no es
ningún ajedrez, es apenas un tatetí con pretensiones’. Es que sin exigirle a los
economistas que sean verdaderos hombres de ciencia; muchos estudiosos consideran
a esa disciplina un conjunto de tareas estadísticas con cambiantes incidencias
sectoriales y emocionales, y por lo tanto sin el rigor científico que la
equiparen a lo aceptado como Ciencia. Digamos, en opinión de muchos
epistemólogos la economía carece de comprobaciones constantes que hacen de ella
algo tan discutible como el psicoanálisis, pero no llevemos esto más allá.
En el Foro de Davos la mayoría de los participantes aportó solamente datos
estadísticos sobre la delicada situación en los Estados Unidos, desbordada por
el pastiche nada científico que armaron las inmobiliarias en acuerdo con algunos
grandes bancos y algunos millones de tomadores de créditos hipotecarios sin
posibilidad de reintegro. Un mortífero preparado de baile de egresados que
lanzaron al mercado financiero, - esa parodia de la economía real- con la
intención de sostener los índices de ocupación en Estados Unidos y que según
falacia numérica, desembocaría en cinco años de jolgorio en esta sustantiva
crisis que muchos ni el presidente norteamericano se animan a nombrar. En
cambio, en Davos el miedo a la recesión en USA se tornó certeza al repasar el
derrumbe de los precios inmobiliarios y el creciente aumento del desempleo en
ese país, pese las múltiples y dudosas estadísticas que ellos difunden y no
consiguen cambiar la realidad que es la única verdad…
Es innegable que la economía norteamericana está en recesión hace un buen tiempo, y ya los indicadores marcaron la reducción del poder adquisitivo y la reticencia a comprar, realidades cotidianas crueles pero indiscutibles en la misma administración del presidente George W.Bush.
La economía en USA viene en declive y que hay
recesión hace un par de años lo signan el aumento de las quiebras personales y
empresarias, en tanto Brasil, China India y Rusia, con crecimientos en algún
caso cercanos al 10%, funcionan con otras expectativas y son las nuevas
estrellas del universo económico del Capitalismo. Aunque por mucho que algunos
vaticinen una futura era de prosperidad ‘si somos capaces de difundir
microcomputadoras por todo el planeta’, pronunció es imbecilidad irreparable un
futurólogo francés para empobrecer todavía más al Foro de Davos, nos desazona al
mismo tiempo la necesidad cierta de la especie humana, -impostergable, primaria
y sin cambias en la última semana- que sigue siendo la de comer para seguir
viviendo. Un imperioso y natural condicionante de la especie que en estos
encuentros de economistas y empresarios no se considera quizá porque la misma
palabra a ellos les parece ajena y diferente. Pero íntegramente la humanidad
transcurre el meridiano del hambre aunque no lo padezca, por más que el
Capitalismo con mayúscula eso nunca lo debate por elegancia o vaya uno a saber,
aunque esa indiferencia no impida que cada tres segundos se muera un pibe de
hambre en el planeta.
De todas maneras y como hablar de lo sustancial en ciertos ámbitos carece de
relevancia y prestigio, la recesión viene apurando el paso en una marcha que
muchos entienden dilatada más de la cuenta. Esa realidad no se calmará subiendo
o bajando un cachito más las tasas de interés bancaria ni demorando los pagos
impositivos entre los favoritos de las clases altas, paliativos transitorios sin
duda, y aunque todo el desquicio tampoco significa la caída del sistema
capitalista, pone blanco sobre negro al mundo entero las mentiras y trampas que
se practican dentro del régimen neoliberal, ese que nos castigara con fiereza en
esta parte del mundo durante las últimas décadas. Y como a las nuevas criaturas
es bueno darles un nombre, en estos días iniciales de febrero del 2008 cobró
prestigio ‘desacople’ para entender la desintelingencia o gigantesco despelote
que trajeron los conflictos entre la productiva actividad industrial y la
malsana especulación financiera. Desacople, buen término para ese microbio de
grandes infecciones del sistema que hoy se aceptan como esperables; tanto que el
mismo Alan Greenspan, que presidiera la Reserva Federal durante quince años en
USA, dijo hace unos días que él había advertido durante el año 2004 el peligro
que significaba el otorgamiento de créditos a tomadores sin posibilidad de
repago, y que la crisis no se desató por la caída de las Torres ni por acciones
ajenas sino por el mal manejo financiero que acabó destruyendo el sistema.
Aunque claro, luego al ser consultado sobre si el miedo a la recesión, ese
eufemismo, se convertiría en verdadera recesión respondió, ‘existe un cincuenta
por ciento para que eso ocurra y otro cincuenta por ciento para que no ocurra’.
Una verdadera genialidad, porque eso sí, para definiciones científicas no hay
como los economistas norteamericanos…
Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.
Estados Unidos es tan previsible que asusta
Por Eduardo Pérsico
Durante los primeros días del año 2008, el presidente norteamericano George W.Bush negó la recesión en Estados Unidos. Sostuvo que su país mantenía una economía sólida y previsible; más tarde anunció que retirarían veinte mil efectivos de Irak sin aclarar si el terrorismo que los llevara a combatir en defensa de la democracia en aquel lejano país ahí había ganado, empatado o perdido el encuentro. Tal vez por haber dejado en suspenso ese resultado, sin pausa el primer mandatario norteamericano viajó por Medio Oriente, promovió otro acuerdo de paz entre israelíes y palestinos sin prever que sin el grupo Hamas en la mesa jamás habrá acuerdo, enseguida George W.Bush reiteró en Arabia Saudita sus consabidas amenazas contra Irán, que como pareciera no temer al poderío yanki ubica a esa región en una situación ciertamente riesgosa. Digamos, atómicamente peligrosa en tanto es posibilidad que Estados Unidos sugiere en cada frase de su presidente, que como un eficiente estadista también le ofreció armamentos a cada país que visitara en la región; - aliados o potenciales enemigos- porque al fin los negocios son negocios.
Lo imprevisible que nos deparó la administración yanki sucedió cuando
retornado a USA, el presidente le reclamó a los legisladores un inmediato
plan económico que evitara caer en la recesión al país, una alternativa que
enfáticamente negara cinco días antes y de improviso empezó a preocuparlo.
Quizá por alguna novedosa abstracción, el hombre realizó un cambio de frente
al que agregó prometiendo desde el gobierno unos ciento cincuenta mil
millones de dólares para dinamizar la situación bastante averiada por los
dos millones de hipotecas impagas y otras yerbas; producto de impuestos que
el estado reduciría a los contribuyentes y estos volcarían al consumo y la
reactivación.
Y sin ser pesimista porque el plan de emergencia aún no se diseño del todo, es
transferencia de fondos sin demasiado rigor técnico ni siquiera pinta astuta con
semejante panorama financiero en el corto plazo, que exige un resultado rápido
porque las necesidades apremian y los tres o cuatro meses venideros serán al
menos, azarosos. Que la reducción en el cobro de impuestos derive de inmediato
en un aumento del consumo y la actividad laboral, es más bien un concepto casi
intervencionista y demagógico dentro del capitalismo; imperdonable para los
ortodoxos; y aunque probara su eficacia demoraría mucho tiempo y siempre que la
crisis ya instalada se lo permita. Algo que enrarece y debilita el rótulo de
primera potencia mundial, país hegemónico por dejar la economía librada al juego
de los mercados, y otros halagos rufianescos que se difunden sobre Estados
Unidos. ‘Un país siempre previsible’ nos abrumaron por décadas los sirvientes
políticos y economistas que los veneran desde las clases altas, que se
escandalizan y adjetivan de terrorista a todo intento progresista en los países
pobres, y de previsibles los ‘países serios’, como si el mote de previsible
dignificara a un país que si otro no le acepta sus condiciones, lo más es
previsible es que lo ataque.
El gobierno de Estados Unidos no se priva al calificar y en estos días iniciales
del 2008, el funcionario recién nombrado para tratar con los países
sudamericanos, un militar en retiro, discurseó que debería controlarse al
gobierno de Bolivia por las relaciones que acrecienta con Irán, un país
‘terrorista’. Una advertencia dirigida a toda América Latina, sin duda, del
constante juego coercitivo que USA sostiene en la región desde que su presidente
Monroe, allá por 1822, dijera ‘América para los americanos’. Una aspiración que
nunca debimos tomar en broma.
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Eduardo Pérsico narrador y ensayista, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos
Aires, Argentina
El mundo existe y ojalá dure
Por Eduardo Pérsico
El año 2007 cerró con algunos remezones económicos dentro de los Estados
Unidos, que en principio cambiarían la imagen de un país referente decisivo
del Poder durante todo el siglo veinte y que al finalizar la Segunda Guerra
Mundial, en 1945, emergió con un prestigio inigualable a cualquier otra
nación dentro el mundo contemporáneo. Con tal ascendiente institucional ante
el mundo que ni recibiera críticas por soltar en el final de la contienda
dos bombas atómicas, sobre un Japón ya derruido que rogaba rendirse.
Digamos, un dato; luego y por décadas USA hizo valer su ascendencia sobre
países y organizaciones internacionales, generando también hechos nada
virtuosos que por disponer de gigantes aparatos fabricantes de opinión,
acallaron o diluyeron durante generaciones, confundidas hoy mismo sobre cuál
debería ser la línea ética o moral del país más poderoso del mundo. Y al
margen de ciertas exhibiciones grotescas del actual gobierno y que sincera
quienes son esencialmente, - cárcel de Guantánamo incluida- nada secundario
ejercitó sobre la humanidad ese ‘pleno gobierno del dinero en la democracia
del dólar’, y el manejo feroz de una oligarquía financiera mandante que
obedecen militares, intelectuales y políticos de cualquier rango y pelaje.
Por supuesto y pese a no existir datos fehacientes de esa realidad, el
imaginario colectivo dentro de USA no duda y asume que el empresario
mandante de una gran corporación; Ford, General Motors o la gran telefónica;
es también dueño de presionar al gobierno para obtener ventajas o
privilegios. Eso tal vez represente una suposición pública muy difícil de
probar, suelen decir ellos mismos, porque esa certeza básicamente es
inaccesible por la infinidad de intereses entrecruzados y los tiempos que
dura cada corporación en la cima del Poder. Además se sabe que las
transiciones de unos a otros en el uso de las influencias no son gratuitas,
naturalmente, y por ello el traspaso de ‘manufactureros’ a ‘financieros’
guarda perfiles no muy visibles. Ahora eso sí, ningún norteamericano descree
ni negaría; íntimamente todos la sospechan; las imposiciones que el Poder de
verdad le impone al gobierno de los Estados Unidos, sea republicano,
demócrata o negro confederado.
Quizá de modo más evidente el capital productivo interactúa con el financiero en muchísimos órdenes, pero se demostró últimamente que pese a la incidencia que sobre toda la economía ha mantenido Wall Street, ese aliado no alcanzó para sanear las recientes pérdidas militares y políticas, y menos para reconvertir el desaguisado que por alentar una actividad económica ficticia hicieron al otorgar créditos hipotecarios que resultaron impagables.
Naturalmente, el sentido del crédito está orientado a mantener la actividad, eso es de manual, pero en este caso se usaron para sostener ficticiamente los índices de la ocupación y el empleo dentro de los Estados Unidos. ‘Una maniobra delincuencial’, dirían si eso lo pergeñaran en América Latina; aunque pese a la mucha imaginación y temeridad de los expertos yanquis en alquimia numeraria, esta vez el voluntarismo mágico no alcanzó y ahora existen dos millones de hipotecas impagables vagando por el universo financiero que incluye a varios bancos internacionales de primera línea. Un fracaso que desvaloriza un poco más la creencia de lo infalible del sistema, que por otra parte se resintió todavía más ante la ‘bancarrota operativa’ que anunciara el presidente de Chrysler en USA, que es haber perdido la confianza de los proveedores y llega un poco antes de la ‘bancarrota judicial’. Ese sinceramiento dentro del negocio manufacturero no ha de ser el último, y lo anunciaron como un efecto parecido a la demanda de fondos que llegarían a Estados Unidos desde Singapur para evitar la caída de Merrill Lynch, la gigantesca consultora internacional de negocios.
Estos desmanejos del sistema económico en los Estados Unidos no se darán con la rudeza que soportan los países pobres, pero por más que nunca haya malestares ni ‘piquetes’ entre la población norteamericana, les notifica a muchos analistas que el Poder debe tomar en serio los cambios que se originaron en el mundo durante el último medio siglo. Por ejemplo, digamos que el proyecto de la Doctrina de Seguridad Nacional que propusiera una idea del mundo subordinada a Europa Occidental, Estados Unidos y Japón, -de la que aún hablan gallardamente- no atenuó ni eliminó la creciente incidencia que el conjunto de países productores de petróleo imprimieron a las decisiones globales. Eso para el común norteamericano pareciera no haberse producido y sin embargo hoy, los grandes capitales financieros saben que los países pobres pero productores de las materias primas indispensables, paulatinamente irán imponiendo mejores condiciones a los países ricos. Resulta innegable que desde la crisis petrolera de 1973 se aceleró una mayor relación de fuerza entre pobres y ricos, y sumado a eso la expansión demográfica del Tercer Mundo, hoy suben a la escena nuevos factores que el anterior poder hegemónico, Estados Unidos, Europa Occidental y Japón, no puede metabolizar íntegramente a su favor. La invasión norteamericana y sus asociados a Irak, hoy es una afirmación del fracaso que el Poder por los setenta postergó, al menos en América Latina, con la implantación de sangrientos gobiernos militares que destruyeron toda iniciativa nacional superadora de la desigualdad y la pobreza. Una nueva instancia que apareciera por aquellos años, peligrosamente para el Poder, y que como ésta asoma ahora por Medio Oriente, Asia y Latinoamérica, donde los países ‘pobres’, - que cada tres segundos ven morirse a un pibe de hambre y atesoran casi toda la riqueza energética de sostener la forma de vida occidental- lo menos que nos debemos proponer es valorar nuestro subsuelo con mayor dignidad y firmeza. Que no significa liquidar de un disparo la fiesta del capitalismo procaz y prepotente, pero eso sí, hacer que a ellos el festejo les resulte más caro.
Cuando los ocasos vienen marchando
Por Eduardo Pérsico
Transcurrida una semana desde que Cristina Kirchner ganara las elecciones
presidenciales de Argentina con más de veinte puntos arriba de su inmediata
seguidora, Elisa Carrió, no pocos siguen apareciendo en los medios como si
el resultado electoral fuera ilegítimo. Y usando una interpretación de la
voluntad popular algo confusa en el siglo veintiuno, la derecha perdidosa
cuestionó el orden jurídico que dicen los perjudicó y siendo en la Argentina
donde el voto secreto y obligatorio empezó por 1912, suena disonante que
cien años más tarde la principal opositora; una abogada; resignificara sin
delicadeza republicana el voto calificado al reclamar en rueda de prensa que
siendo ganadora su lista entre los votantes de la clase media y alta, ella
representaba a los más capacitados para mejorar la condición de los pobres.
Una discordancia o extemporaneidad opositora que al revisar las cifras de
miseria que generó la caída del sistema financiero neoliberal de los
noventa, nos retrae a cierta grosería del vodevil: ‘lo que más me jode de
los pobres es lo mal que se visten’. Salvo que lo dicho por la ultra
católica Carrió, crucifijo en ristre, no tuviera connotación económica y sí
un requiebro amoroso hacia el pobrerío que no la votará jamás; y es mayoría.
Sin que faltaran varios cómicos que ni bien abrieron la boca convirtieron al
gobierno de Néstor Kirchner en el más serio y exitoso de los últimos
tiempos; una certeza facilitada además por los altos precios de los
‘comodities’ hacia el exterior y las justas retenciones impositivas a los
exportadores. Un notorio
acierto recaudador del gobierno que junto a la ‘inseguridad’ resultaron los dos
‘perjuicios’ más criticados por los dueños del privilegio que entre varias
desinformaciones que padece, no sabe que la inseguridad de todas las sociedades
es un resultado de ellas y jamás una causa… Pero bien, según su condición la
derecha disciplinó a sus candidatos para oponerse a cualquier repartición de la
torta, una linea enfatizada por los medios de comunicación que en definitiva
dictan la voluntad de las clases altas y medias, obedientes a esos mensajes sin
ningún debate íntimo. Eso es tan así que resueltamente lo evidencian las cifras
electorales por barrios y sectores, que rigurosamente indican la fidelidad de
los sectores económicamente más pudientes en votar según diga la CNN y los
diarios tradicionales más leídos en cada país. Una actitud de conveniencia
particular, clasista y casi natural, aunque eso al fin pareció menos
desencaminada que la exhibida por la izquierda siempre tozuda, discursiva y
lejana del pobrerío. Esos perfiles resultaron los dos márgenes que el electorado
oficialista aprovechó con todo y hoy, - una semana después de la elección- ya
existen desavenencias entre los seguidores de Elisa Carrió acrecentadas cuando
la líder de la Coalición Cívica reiteró sus enunciados codiciosos con algo de
misticismo mandón, y algunos legisladores ya electos decidieron organizarse en
varios grupos diferentes. Porque sencillamente, en la Argentina de hoy sólo un
huérfano político acepta merodear gratis por el abismo conceptual que le propone
la Convención Cívica..
En definitiva, esta elección nos alecciona en cuanto los ganadores no cantaron
la marcha peronista, que perdieron al menos diez intendentes estelares del
conurbano y uno de la primera hora, Manuel Quindimil, que dirigiera Lanús
durante siete ejercicios sin saber que ‘Gardel supo retirarse a tiempo’, entró
en el ocaso recién acabado el escrutinio. Algo profundo cambió en el espectro de
las decisiones en tanto unos cuantos intendentes inamovibles perdieron con
quienes, aunque apoyaran también a Cristina Kirchner, se enfrentaron a su
gestión. Y entre los tachados por este tipo de voto elaborado y sanador figura
en Quilmes el mismo delfín del actual Ministro del Interior, un oficialista que
perdiera ante quien sin muchos fondos para gastar llevara su propuesta casa por
casa. Actitud idónea para recuperar la participación del gentío si se comprende
en serio la coyuntura donde, entre otras urgencias, si el peronismo quiere
volver del ocaso deberá reordenarse ya sin la hegemonía del duhaldismo
conservador, y sincerar si retoma los principios desechados cuando la derecha se
adueñó del aparato partidario. Así o como sea el peronismo decidirá si vuelve a
sus principios esenciales como aquella liberación psicológica del obrero ante el
patrón del año ’45, - una tarea posible en una generación pero culminada en
meses por el peronismo de entonces- y pisoteada sin piedad cuando el Poder
asociado a Bunge y Born se apropiara de la conducción partidaria. Esa realidad
histórica también deberá blanquearse y ante la dinámica actual de los conflictos
no exclusivos de los argentinos, es primordial un proyecto ideológico de
avanzada opuesto al de un adversario que cambia su método pero jamás su
identidad. Nuestra medieval derecha política deviene en enemigo ni bien alguien
muestra anhelos de modernidad o le propone mejorar el reparto de la riqueza. Ese
punto del debate social es el más sensible a la intransigencia a ultranza ligada
al Poder, grupo adverso a que la seguridad de una sociedad depende del bienestar
de todos. Apenas un valor universal que ellos desecharon también en las últimas
elecciones y muy bien nos les fue.
El
sistema responde como se le antoja
Por Eduardo Pérsico
A principios de agosto del 2006 y cuando en la Argentina se reunían los
dirigentes de la región para ajustar y debatir sobre el MERCOSUR, se dieron
los primeros datos sobre las ‘preocupantes moras que se acrecentaban en las
colocaciones y especulaciones financieras inmobiliarias dentro de los
Estados Unidos’. La información directa de un medio suizo ocupado en los
movimientos de la plaza financiera mundial, se refería al ‘medio millar de
hipotecas en mora dentro de Estados Unidos, una plaza que incentivara los
bajos interese para dar movilidad al mercado inmobiliario en ese país’ Una
circunstancia no advertida entonces por el mismo Alan Greenspan, ese
obligado consultor de la inestabilidad monetaria, quien al ser preguntado en
setiembre del 2007 y ante el accidente financiero del capitalismo en ese
rubro, respondió acaso en broma “no me día cuenta”. Una contestación
apropiada para alguien sin responsabilidad ni rigidez técnica, y sin bien lo
pensamos, adecuada a un pensador como Greenspan que alabó los éxitos del
neoliberalismo en América Latina y la aplicación del corralito bancario, el
mismo recurso anticapitalista que en la Argentina estafó a millones de
ahorristas. Una apreciación la menos algo frívola.
Bien, ya por el 2006 media docena bancos se
inquietaban “por la mora en las cobranzas de muchas deudas hipotecarias”;
textual; noticia que ni registró la prensa adherida al Poder, entusiasmada
entonces junto a la fauna latina residente en Miami con la muerte de Fidel
Castro, por el otro auspicioso éxito que preveía el avance armado de Israel para
adueñarse del río Litani, con más el resonante éxito militar y político que el
establishment norteamericano seguía adjudicándose en Irak Con titulares poco
elegantes de reiterar un año más tarde y que igualmente, abrumando con
explicaciones necias sobre sus matanzas de personas tras las fuentes de energía,
el neoliberalismo sigue negando esa realidad. La misma realidad que por más
palabras optimistas o amenazantes, ya sabemos que nunca tiene remedio. Y ese
mismo sistema económico capitalista y liberal que siempre ratifica su aversión
al Estado protector y falsea una lucha infame entre Estado y Libertad, cuando
las papas empezaron a quemar dentro de los caudales bancarios, olvidaron sus
ideologías y no dudaron en volcar miles de millones de dólares en el mercado
financiero, uno modo transitorio de salvar un temporal que arriesga todo el
andamiaje capitalista. Esta decisión de correr a salvar los dineros bancarios es
una indudable variación en su estilo de vida, en cuanto desde hace décadas nos
pontifican que el único Estado democrático es aquel que protege la inalienable
propiedad burguesa y entrega al mercado todos los derechos de la regulación, la
supervivencia de los más aptos y los demás, a quejarse a la iglesia… Y hoy, con
la intervención en mercados financieros que pueden llegar pronto a un quebranto
de mil quinientos billones de dólares, una bagatela, ignoran semejante regla de
oro liberal y en estos días operan igual que cualquier Estado Totalitario. Eso
sí, acrecentando el silencio y ciertas alquimias palabreras, los mismos
burócratas y banqueros neoliberales se enrolaron sin dudar en soluciones
intervencionistas, antidemocráticas y por tradición, visceralmente contrarias a
sus intereses. Igualmente y como el percance sucediera en un barrio apartado,
sus diarios tradicionales y ‘serios’ de occidente siguen atacando; en estos días
de setiembre, avalados por el notable Alan Greenspan, injuriando a los gobiernos
populistas de América Latina ‘que realizan gastos innecesarios que hacen las
burocracias públicas con los dineros del contribuyente’. Diríamos que invertir
miles de millones en calmar la quiebra de muchos bancos no fue una intervención
dirigista en beneficio general, y esa decisión no altera aquel fanatismo rabioso
del liberalismo que seguirá en lo suyo ni bien consiga superar esta emergencia
crítica.
Es oportuno considerar que esta ambigüedad conceptual o picardía tramposa que
enfurece a los poderosos ante los gobiernos que aumentan sus gastos en salud,
vivienda y educación, tiene su inicio en la colonización anglosajona de los
Estados Unidos. Alguna vez y referido a este engendro ideológico nos ilustro el
insigne argentino Rodolfo Puiggros: “las únicas libertades que hoy concibe el
liberalismo son las que engendraron su lucha contra el liberalismo feudal, o sea
el religioso y el monárquico, que eran las últimas reservas del absolutismo en
Europa. El liberalismo de hoy es cada día más excluyente y esclavista”. Y sí,
una visión certera: esos inmigrantes sin prejuicios feudales o de absolutismos
deleznables ni clases monárquicas, fueron enajenando sus valores fundacionales
en el individualismo económico más contradictorio y cerril, y construyeron los
durísimos cimientos del liberalismo actual. Todo norteamericano sostiene la
creencia de conseguir la libertad individual, algo para ellos inherente al
sistema, gracias al enriquecimiento personal. Según este arraigo, defender la
propiedad significa toda su concepción de la libertad, y ese proceso de
acumulación capitalista y enriquecimiento paulatino lo adhieren a la igualdad de
oportunidades que les ofrece el sistema, a una representación de la democracia
congelada en votar cada tanto a representantes de un misma opción y a discursos
descalificadotes de aquellas sociedades que desconocen. Y en virtud de una
superioridad que suponen sobre el resto del mundo; típica condición de la
ignorancia; la sociedad norteamericana y de los países hoy sentados en la
tribuna de los vencedores deben reconsiderar al menos los fundamentos
ideológicos tan superiores que los ubicado en ese lugar.
El 18 de setiembre, hace un rato, en Estados Unidos la Reserva Federal bajó
medio punto anual la tasa de interés entre bancos, una maniobra técnica que
tranquiliza los mercados, dicen, pero en una semana será irrelevante al no
eliminar las pérdidas patrimoniales que sufre la economía real. Y por
consiguiente, si el sistema está tan flojamente apuntalado es hora de comprender
que el estilo de vida de autos lujosos y paseos en yate, requiere cada minuto
más y más riquezas naturales, simplemente muchísimo gas y petróleo que los
países ricos sólo obtendrán haciendo invasiones y otras matanza cada tanto. Una
alienación en donde concluirá sin falta esta improvisación económica irracional
y tramposa.
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Eduardo Pérsico, narrador y ensayista, nació en Banfield y vive en Lanús,
BuenosAires, Argentina.
¿Los chinos ven igual este fin de
la Historia?
Por Eduardo Pérsico.
Sin adentrarse en cuanto acontece últimamente en el escenario de Irak, donde
las tropas de Gran Bretaña se retiran con discreción cuando más crece la
confusión de Estados Unidos en el área, - que no define irse, quedarse o
veremos- esa invasión inexplicable exhibe otro brulote del Poder. Muy
similar al difundido reinado hasta el fin de los tiempos de la economía
liberal, el orden natural de los mercados, la globalización y su prometida
consecuencia: la libertad política y económíca indiscutible y absoluta para
todos los habitantes del planeta. Vamos capitalismo todavía. que no era poco
aquello cuánto nos darían según sus mentores, esos felices ‘intelectuales’
del estilo que opinan en la CNN en español, que coparon hasta los más
escondidos medios de comunicación del mundo para difundir esa imbecilidad.
Una tarea prodigiosa donde actuaron no sólo confusos pensadores del
Departamento de Estado norteamericano, tipo Francis Fukuyama y su conjunto,
sino el gigantesco enjambre periodístico y fabricante de opinión, que
dispuso en la operación el Poder en todo el mundo y en Argentina, por qué no
aceptarlo, con personajes ausentados hace mucho de los almuerzos que solían
frecuentar en televisión. Bueno, otra neta costumbre argentina…
Entonces, el futuro de la humanidad era ‘bastante lindo’, sin
contradicciones en tanto desaparecían las Ideologías y discursos contra el
liberalismo económico, la única manera de vivir que recitaron fervorosos los
miles de opinadores del establishment, y que de puro temerarios, le faltaron
el respeto a la razón al decir que la caída del Muro de Berlín en 1989 marcó
entre otras ocurrentes maravillas, ‘el fin de la historia’. Algo fenomenal;
y estos tipos parecían creer de verdad ese dislate como algo muy sencillo si
al fin, los gigantescos intereses que financiaron esas teorías insostenibles
no les permitieron discutir ni un párrafo de esa concepción contraria a la
naturaleza humana. Sepamos, fue una tarea ejercida por medio de un aparato
publicitario inigualable y alguna que otra incursión armada por Medio
Oriente; para no dejar sin energía a Estados Unidos y Europa, ese fantasma;
y así continuaron su negocio dos o tres décadas más. Pero claro, también los
artificios económicos terminan y hoy, a principios de setiembre del año
2007, la realidad le advierte al sistema que sin posibilidad de quedarse
gratis con todo el petróleo de Medio Oriente, - aspiración de los
republicanos yankis al invadir Irak- y reventada la fantástica burbuja
inmobiliaria dentro de USA, el verso neoliberal se desinfla como globo de
carnaval. Y al menos por ahora, si los principales bancos centrales de los
países capitalistas dejan de invertir dólares en los mercados bursátiles, la
crisis de los ‘años treinta’ pasará a ser un incidente menor y olvidable.
Esos bancos centrales, en menos de un mes volcaron más de trescientos mil
millones de dólares para evitar el reventón global, porque cuando el negocio
de la construcción que mantuviera viva la economía norteamericana con ventas
a largo plazo y bajísimos intereses, empezó a mostrar la crecida de
hipotecas impagas, los bancos ya vendían malamente a los ‘fondos buitres’,
que compran lo devaluado, esas tres millones de deudas incobrables. Y como
también en economía la realidad es la única verdad, ‘la corrida’ entró a
sacudir todos los mercados, incluidos los sudamericanos, un territorio donde
al margen del desenlace que nadie vislumbra con una opinión categórica, ya
empezamos a extrañar con cierta nostalgia tanguera, aquellos innombrables
augures que llenaron páginas y horas de televisión burlándose de cuanto no
fuera ‘viva el neoliberalismo aunque la humanidad perezca’. Porque entre
algunas razones que harían a muchos de estos atorrantes pasibles de la
justicia penal, añoramos a tantos ‘iluminados’ de aquel triunfalismo oscuro
negando con una sonrisa, por ejemplo, que el gobierno republicano en USA
podría ‘lograr’ un ochenta por ciento de opinión desfavorable a mediados del
2007. Así como desecharon antes las derrotas electorales que esta
‘ideología’ soportara en España, Gran Bretaña, Italia, Alemania y donde
hubiera elecciones, certeras expresiones populares contra el pregonado fin
del pensamiento crítico. Que no es poco; por ahí el final de la historia
humana entró a quedarnos lejos y si además de Europa revisamos el vuelco de
las tendencias populares en América Latina, - salvo como en la última
elección en Buenos Aires, donde ganó el pasado- en todo nuestro mapa se
imponen los opuestos a considerar al destino del hombre como algo ya
preestablecido. El capitalismo neoliberal ya es mala palabra no sólo entre
gente con gran información; hoy pocos discuten que esa experiencia no fuera
otra absurda perversión impuesta a sangre y fuego por los perpetuos
ganadores del sistema, y aunque esto recién comienza puede servir para
informar que el planeta tiene varios participantes y no apenas los que
imaginaron, - febrilmente y sin atender a Gardel cuando anuncia “y el mundo
sigue andando”- que el fin de la historia lo había dispuesto el
neoliberalismo económico que solamente enriquecía a ellos y a unos cuantos
más.
Volviendo a lo dicho, por estos días pareciera que el mismo Poder no pudiera
atenuar ni explicar los gigantescos daños patrimoniales que se irán dando
entre los deudores hipotecarios, una minucia, sino que las movilidades
sociales y políticas no tendrán fin en tanto uno de los misterios de la
especie sea la diversidad infinita; digamos, si un individuo nunca es
rigurosamente igual a otro y así asegura el devenir perpetuo, lo mismo
sucede con las comarcas. Cuando un grupo pretende una manera de
comportamiento debe procurarse un conjunto de ideas comunes, y en cuanto
usemos la palabra para comunicarnos, señores del Poder, eso se llama
Ideología. Que es algo que subyace sin manifestarlo textualmente en las
mejores familias, en cuanto bregar por algo común no es delito. No solamente
en el Pentágono, ni siquiera entre quienes insisten en alienarse en los
barrios cerrados; un ademán que exhiben quienes dicen despreciar las
ideologías y al fin, asumen la intención común de los ganadores en
preservarse de la contaminación del mundo real. Bueno, por supuesto, tan
peligroso y lleno de pobres; pero eso no deja de ser una contradicción de
los individualistas tan ajenos a las preocupaciones de la gente común. Pero
un asunto que preferimos discutir en otro momento porque ahora, supongo que
los chinos nos miran con mucha atención.
Eduardo Pérsico, narrador y ensayista, nació en Banfield y vive en Lanús,
BuenosAires, Argentina.
Una
derecha de medievales, tirifilos y tilingos
Por Eduardo Pérsico.
Tirifilo y Tilinga se encuentran tarde a
tarde por Florida, Corrientes, Reconquista y Maipú. Tirifilo es atleta,
católico, aristócrata, le importa un gato muerto de todo lo demás. Dante
Linyera.
Por cierto reflejo condicionado los grupos del privilegio viven reclamando
mayor seguridad para sus vidas y haciendas, sintetizando así su ideología
que rebrota con mayor vigor cuando divisan algún ‘contrario’. Mejor digamos,
si asoma alguien con discursos y semblanzas de alguna modernidad política y
para la convivencia humana. Eso crispa y enfurece a esa Derecha tilinga
enemiga de la evolución, hasta negadora de que sin cambiar la distribución
de la riqueza la inseguridad crece por matemática. Nadie los convence de que
ese peligro por la desigualdad no se reduce queriendo volver al absolutismo
y los preceptos previos a la Revolución Francesa; ellos niegan que el hambre
es el hambre y ninguna religión o palabrerío evitarán que el hombre sea una
especie que muere si no come y desaparece si no se aparea. Y si ningún santo
padre el domingo dispone lo contrario, eso es así.
De manera constante y no sólo en América Latina, los grupos de mejor nivel
económico, - inmediatos de Los que Mandan- ‘peticionan ante las autoridades’
y usan cualquier herramienta para quitar de su entorno no a la miseria, pero
sí a los miserables. Que al fin son quienes molestan… Entonces, desde los
púlpitos compinches donde se reza por volver al absolutismo y a la
esclavitud, los Muchachos Derechistas templan su espíritu contra lo opuesto
a sus intereses de clase, y aunque ‘igualdad, libertad y fraternidad’ sean
hoy apenas tres palabras, despreciada ‘fraternidad’ no se ven saludables
‘igualdad’ ni ‘libertad’. Y menos desde cuando el liberalismo económico
globalizador decretó ‘el fin de la historia’ para las grandes mayorías del
planeta.
En la Argentina y tras la sanción de la Ley Sáenz Peña en 1912, que iniciara
realmente el régimen de partidos políticos con el voto masculino secreto y
obligatorio, la Derecha fue autoritaria y golpista ni bien comprendió su
discapacidad para organizar una fuerza democrática y representativa que
accediera al gobierno por el voto popular. Su actitud mandona limitó siempre
a esos conservadores para dialogar sin proferir amenazas ni conceder
negociando civilizadamente. Un encierro conceptual que de algún modo los
enorgulleció durante décadas en tanto heredaran la concentración económica
de la pampa húmeda y el patronazgo del puerto de Buenos Aires. Dos
‘pequeñeces’ en su haber que a esos anteriores tirifilos les sobró para
fijar sus condiciones, hasta que al crecer en el país algunas ideas
progresistas empujadas por la participación popular, la Derecha, sin
distingos, propició y ejecutó el golpe del año 1930 contra el gobierno
radical de Hipólito Irigoyen. Escenario que mostró unidos trivialmente, -
ver fotos- un elenco de figurones militares, católicos fanáticos y
delirantes tradicionalistas del ‘no sé de qué se trata’, que pronto
mostraron no ser idóneos para crear una fuerza representativa moderna y
democrática. Igual, luego de esa mascarada actuaron en el golpe militar de
1943 hecho por ‘el glorioso ejército católico argentino’, que como
contribución moral prohibió los tangos lunfardos, (entre ellos “Mano a
Mano”, de Celedonio Flores) y antes de echar al gobierno de Perón bajo el
lema ‘Cristo Vence’, denigraron a Eva Perón escribiendo ‘viva el cáncer’
antes de su muerte y en junio de 1955 ametrallaron al gentío en Plaza de
Mayo. Dos mariconadas propias de esos tipos. Después, en 1966 gozaron la
caída del radical Arturo Illia por el empuje de los ‘cursillistas católicos’
guiados por un tal general Onganía, que tuvo su rol más célebre al entrar en
un carruaje antiguo, -un landó, bien de opereta- en la exposición de la
Sociedad Rural donde fue ovacionado por los mismos dirigentes de la Rural
que el sábado 4 de agosto del 2007, merodeando con razones que la razón
nunca entiende, exigieron que los argentinos paguen la carne a precio dólar
y que ellos no quieren pagar impuestos.
Aquellos ilustrados ‘cursillistas católicos’ de 1966 defendieron su alma
allanando amuebladas, prohibiendo toda película o dibujo novedoso que no
entendían y atronando persecuciones fascistas por universidades y lugares
afines con la inteligencia; ver Noche de los Bastones Largos. Pero como
tampoco ahí los tirifilos articularon una entidad política en serio, luego
que el peronismo volviera en 1973, ellos bien sumisos al Departamento de
Estado norteamericano y sin chances de alcanzar lícitamente el gobierno,
mostraron su perfil más perverso actuando con sus hijos de ‘noble apellido’
y más siniestros, en el gobierno militar y asesino de 1976 a 1983. Así las
cosas, ningún analista de la realidad argentina ignora en esa clase social
la vocación más cerril y retrógrada de quienes ni por ‘delicadeza’ con el
mundo contemporáneo archivan sus ideas medievales. Y que hoy mismo avalan
candidatos que opinaron contra la anulación de los indultos; una dádiva
principesca antijurídica; y las leyes de punto final y obediencia debida
otorgada a los torturadores y asesinos de Videla. Desechando que al oponerse
a leyes donde no prescriben los crímenes de lesa humanidad aceptan su
complicidad con Camps, el turco Julián, Etchecolatz y los ladrones de bebés.
En tanto nos parece precipitado creer que el PRO, el partido político que
con Mauricio Macri ganó las últimas elecciones en la Capital Federal, sea
una entidad política a la europea, - eso no lo exime- y que sus dirigentes
aspiren a consolidar una fuerza democrática dispuesta a competir siempre en
el campo electoral. Que Macri pertenezca a una famila de la llamada Patria
Contratista no lo inhabilita, pero algo molesta que con un hábil manejo
publicitario y pese a ser un diputado nacional sin asistencia a una sola
reunión de la Cámara durante dos años, ganara con holgura el cargo de jefe
de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Algo que no es poco, sepamos, pero
muy agrandado el hombre ya antes de asumir litiga con dureza al gobierno
nacional por el paso a su jurisdicción de la Policía Federal; un ente
financiado por el Estado Nacional al que aportan el resto de las provincias.
Así que fiel a su estilo, los mandantes del PRO, con el mismo tono usado por
la curia y los ganaderos, intiman al ejecutivo nacional a terminar con el
tratamiento parlamentario y otros inconvenientes, para que la Policía
Federal deje de ser Federal de inmediato. Esa inevitable gestión republicana
incita al futuro jefe de gobierno de Buenos Aires a entrevistas con el
cardenal Bergoglio, referente mayor de los católicos que sostiene una
disputa estéril con Néstor Kirchner, un presidente que sin merecer grandes
ovaciones demuestra que congeniar con la Iglesia Católica no es
imprescindible al cumplir el mandato dispuesto por la gente, religiosa o no.
Algo independiente en otras de sus gestiones, par revalidar que los
gobiernos legítimos están encima de toda otra jerarquía, por más que venga
del cielo.
Ahora bien, ¿qué enfurece más a la derecha, no sólo en Argentina? Pues la
actual América Latina, reservorio de recursos naturales al que deberán
recurrir más temprano que tarde los países poderosos. Y donde esos mismos
‘países ricos’ siempre invasores, para imponer su voluntad añoran a otros
personajes que hubieran dicho SÍ a las condiciones del ALCA traídas en el
año 2005 personalmente a Mar del Plata por el presidente Bush, y le
rechazaron. Los países ricos extrañan a gobiernos amables al libre albedrío
de los laboratorios extranjeros dueños de cualquier derecho en el ‘negocio
de la salud’; quieren presidentes en la región menos complejos para el
Imperio y sus servidores locales, y rechazan al Correa de Ecuador, al
insultante Chávez de Venezuela o al indígena Evo Morales que se permite
discutir el precio del subsuelo boliviano. La tradicional Derecha requiere
gobernantes obedientes al Poder y no que organicen integraciones regionales
como el MERCOSUR sin aprobación de las multinacionales. Y que en la
Argentina, si interesa un negocio inmobiliario gigantesco en la ciudad de
Buenos Aires, que el gobierno ya mismo se ocupe de los miserables que viven
en el lugar y dilatan la operación. Esas son las ciertas inquietudes más
otras tilinguerías que publican los diarios tradicionales, en cuanto al
Poder muy poco le preocupa la gente y no hay Derecha que se oponga a eso.
Eduardo Pérsico, narrador y ensayista, nació en Banfield y vive en Lanús,
Buenos Aires, Argentina.
El
Macri gobernador, de Lombroso a Don Yolando
Por Eduardo Pérsico
Un amigo con tendencia a la fácil calificación comentó que la mayoría de
los personajes públicos de hoy ‘no soportarían, ni sesgada, la mirada del
criminólogo italiano Césare Lombroso, desaparecido a principios del siglo
veinte y que sugiriera en el aspecto físico cierta constante del individuo;
o mejor dicho, ‘la facha de ladro fa il ladro’. Algo quizá menos discutible
si nos referimos a tantos temerarios subidos al escenario político con el
mandato de cambiar el rumbo ‘de las cosas’, y en quienes, a veces sin
convicción, depositamos nuestra idea de continuar siendo una especie natural
organizada en grupos o sociedades. Y sin calar demasiado, hoy no sólo nos
preocupa ver los rostros de los notorios tipo Hitler o parecidos; sino la
exhibición de los nuevos farsantes que en un remedo violatorio nos seducen
para obtener el Poder, y luego, a otra cosa
Así que al margen de tantos bushes, asnares, berlusconis y demás antológicos de
nivel internacional, en Argentina hubo elecciones en su capital, Buenos Aires,
donde varios candidatos también ofrecieron sus preocupantes máscaras al público
y con actuaciones de forzada naturalidad dieron pocas certezas de cuánto querían
y de qué manera harían su gestión transformadora, en un distrito que
tradicionalmente siente la dependencia política del poder presidencial asentado
en su territorio. Como desenlace de una segunda vuelta entre los dos candidatos
más votados, en el recuento la abstención de votantes alcanzó un tercio del
total, indiferencia preocupante, y donde el a ratos candidato del presidente
Nèstor Kirchner, Daniel Filmus, resultó un muchacho con cara de honesto
conocedor y preocupado por el rubro Educación, y en lo demás sugirió un magro
vuelo de estadista sin ánimo de remontar alturas. En tanto su opositor, Mauricio
Macri, se impuso prometiendo gobernar y lograr una ciudad definitivamente
segura, sin que los postergados de siempre corten el tránsito, eliminando a
piqueteros, ambulantes y cartoneros sin autorización, con más el emprendimiento
inmediato de tres o cuatro gigantescos negocios inmobiliarios de provecho
incierto, y otras lindezas más. Todo palabreado ante cámaras televisivas y sin
enunciar nunca como articularía su solvente tarea gerencial imprescindible en
esto de Ordenar, Delegar y Supervisar tantas aspiraciones y ningún Proyecto.
Entonces hoy, el electo Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires que
realmente obtuviera un treinta y siete por ciento, no poco decir, es este
dirigente futbolero y además asociado a empresas contratistas del Estado
Argentino, que culminara su campaña proselitista ocultando sus logros como
Diputado Nacional, que también sí es cobrando sus estipendios, aunque por otras
obligaciones más republicanas o dignas jamás concurriera en carácter de Diputado
al Congreso Nacional. Un dato que seamos equitativos, es éticamente tan
aberrante para él como para sus votantes que conociendo ese gravísimo hecho, lo
premiaron apoyando esa irreverencia ciudadana y el difuso enfoque de cuánto es
una obra de gobierno. Claro, en mi barrio siempre los registros lombrosianos se
expresaron con frases muy comunes y bolicheras, por ejemplo ‘qué cara de chanta
tiene ese tipo’, ‘los turros no se ríen, pibe, muestran los dientes’, y una
acuñada por don Yolando en el bar Escalada; ‘la cara es el espejo del *garca’.
Que “Manual del Lunfardo” mediante, sin ambages ni perífrasis concluye los
mayores avances de Césare Lombroso…
Durante la campaña el candidato Mauricio Macri presentó a muchos colaboradores
con antecedentes de participar en gestiones oficiales sin gran sensibilidad
social, digamos breve, y renombrados ‘portadores de apellido’ acostumbrados
desde la cuna en macanear con las clarinadas de sus clarines y los redobles de
sus redoblantes, pontificaría otro cómico señero, don Pepe Arias, en tanto el
próximo Jefe de Gobierno que luciera sus propuestas prometiendo mejorar la
Seguridad Pública de la población capitalina, es hace varios años presidente del
Club Boca Juniors, una de las entidades futboleras más representativa del país y
en un segmento donde la violencia se organiza mafiosamente. Es evidente que no
hay club de fútbol argentino, de magnitud y de los otros, que no ampare a un
grupo de ladrones, asesinos y extorsionadores al servicio de los dirigentes que
sintonizan amorosamente con la Asociación del Fútbol Argentino y otros
complicados; y en ese contexto el Boca Juniors de Macri no ha mostrado ‘grupos
de entusiastas hinchas’ sino un verdadero ejército de malvivientes para que nada
cambie en un negocio marginal y gigantesco. Que entre otras lindezas evidencia
que los grandes clubes de Argentina no soportarían ni ‘deportivamente’ una
auditoría impositiva o contable tras las pistas lavadoras de dinero. Un perfil
que el próximo gobernante de Buenos Aires por ser durante años presidente del
Boca Juniors debe conocer a fondo, junto al porqué conviven con los fascinerosos
invasores del espectáculo, - no siempre marginales, no jodamos- y de la
complicidad boba de los publicistas deportivos sin críticas serias a un
espectáculo que ellos integran jugando de ‘periodistas’, y donde las peligrosas
bandas disputan las millonarias y dolarizadas compra y venta de jugadores,
incluyendo viajes al exterior en muchos casos, y el deporte de patear al público
normal fuera de los estadios acreciendo espectadores frente a los canales y
televisoras accionistas del negocio. Esto que ni menciona Macri al hablar de
seguridades prometidas, sigue erosionando el hueso endeble del sistema policial
siempre comprometido y de una justicia intimidada y cada vez más lejos de su
función en este asunto.
Por eso, tal vez sea cierto que Mauricio Macri desechó un debate final en
televisión, al ser advertido que hablarían si el modo más directo de comenzar el
saneo no sería retirando la custodia policial de las canchas de fútbol, en tanto
él, derechoso liberal de achicar los gastos del Estado, no confiesa que por
tratarse el fútbol de una actividad económica privada, deberían ser sus
entidades organizadoras las obligadas en proteger la seguridad de los
espectadores que pagan. Ya que no es legal proseguir según operan los
empresarios del fútbol con poquísimo desembolso, que las fuerzas preparadas para
proteger a la comunidad entera sean distraídas, aviesamente, en el cuidado de
espectáculos deportivos rentados; y además turbios en el imaginario colectivo.
Dejar al fútbol sin la custodia policial que paga la comunidad, (ojo, que los
dineros extra de los policías no cubren uniformes, armas ni las caras de cana
que mantiene la sociedad toda) sería el inicio para obligar a los empresarios a
ocuparse en serio o enfriar su negocio. Una variante ésta que ante el tribal y
peligroso desquicio del fútbol, esquivó el empresario Macri, sugestivamente,
siendo el candidato dispuesto a gobernar la difícil ciudad de Buenos Aires con
la Máxima Seguridad para sus habitantes. El hombre no enunció nada en el ámbito
que suponemos mejor conoce, la de presidente de un club de primer nivel asolado
también por la inseguridad. ¿No será que en eso él no conoce ningún método?
Porque si de verdad un liberal como Mauricio Macri, furiosamente defensor de la
propiedad privada y de las obligaciones comunitarias cuando le conviene, no
acierta con esto, que los porteños aguarden una gobernación al menos muy
confusa. O exponernos a que cuando él y sus colaboradores hablen mostrando la
cara, sean pasibles de los decires de Césare Lombroso, de Italia, y del viejo
don Yolando en Escalada.
Al Papa Ratzinger le desagrada la pobreza.
Por Eduardo Pérsico
En la visita que el Papa Ratzinger hiciera a Brasil en mayo del 2007, entre las apariciones novedosas sobresalió una, inquietante y sustantiva; los llamados ‘Heraldos del Evangelio’ que quizá merecieran renglones autorizados del espectáculo insólito. Estos Heraldos tan célibes como fanáticos de la abstinencia sexual, según dicen, escoltaron al Santo Padre durante toda su estadía y desfilaron vistiendo uniformes de color marrón, decorados con una ostensible cruz sobre el pecho.
Los mismos se enorgullecen de sacrificar ‘ad infinitum’ la naturaleza
corporal y así quedar mejor preparados ‘para luchar contra las sectas
evangélicas’. Esa heroica decisión militante, digamos que para los ajenos a
la interna del catolicismo pero igual atentos a cualquier connotación
autoritaria o fascista, eso hoy atentaría contra la imagen de la institución
Iglesia Católica Apostólica y Romana. Y más aún cuando estos católicos
militantes descalifican sin autoridad, -ojo chicos, autoridad viene de
autor, de cosa propia- a las demás vocaciones religiosas existentes y otras
multiplicadas últimamente.
Tal vez sería bueno mencionar a esas
congregaciones que estos Heraldos desprecian como ‘sectas’, cuáles serían esas
en especial y si no era una secta la concurrida por los esenios, con Jesús y sus
amigos devenidos en apóstoles. Porque estos iluminadores del camino recto que
debemos transitar los seres humanos, como todos los fundamentalistas comunes y
corrientes, exhiben una soberbia intelectual y un perfil de ignorancia feroz
contra lo desconocido, como les resulta la Fé Electrónica presente a toda hora
en los televisores del mundo. Aunque estos renovados Heraldos de la Fé, según su
discurso, llegan resueltos a ejercer la más dura acción directa contra
cualquiera, como pregonaron sus antecesores varios que entraron y salieron de
escena sin perpetuar, - históricamente hablando- nada memorable.
Como todo fanático, estos se consideran el referente principal de un universo
inmedible, en donde la tierra es una brizna de átomo, pero igual dale que va; y
en cuanto esa divertida movida secular aconteció dentro de Brasil, no pocos le
propician resonancia en el próximo carnaval cuando ellos, cruz en mano, desfilen
junto a otras comparsas y ‘escolas do zamba’ en el sambódromo de Río…
Así las cosas y los desafueros papales por inculcar la enseñanza religiosa en la
escuela estatal de Brasil, el presidente Lula secamente le quitó el aire
reafirmando la condición laica de su país, al tiempo que Frei Betto, fraile
domínico, teólogo de la liberación brasilera y varias veces preso político en su
país, apuntó a que la iglesia católica debería ser más universal, empezando por
aceptar que se ordenen en el clero hombres y mujeres casados, y por qué desde
ningún punto de vista, el Vaticano entiende que hace muchos años no hay más
dictadura en Brasil , un país que justamente se arroga la virtud de ser uno de
los más altamente pluralista en los cultural y religioso; y pretender instalar
en ese territorio los designios de unos cruzados medievales no era lo más
oportuno.
Igualmente, no fue sólo la comitiva del Papa la que ocasionara el inusitado
fracaso de la misión vaticana en Brasil y en la Conferencia Episcopal
Latinoamericana y del Caribe, sino la errónea visión que el mismo Papa, el
alemán Ratzinger, demostrara conocer de cuanto acontece hoy dentro de América
Latina. Su apreciaciones sobre la evangelización en América fueron tan obtusas
que tuvieron la pronta réplica de las nacionalidades indígenas del "Continente
de Abya Yala, (América)": "rechazamos enérgicamente las declaraciones del Sumo
Pontífice en lo que se refiere a nuestra espiritualidad ancestral y a algunos
Presidentes Latinoamericanos y del Caribe, en un continente donde se acrecienta
la diferencia entre pobres y ricos", y más adelante le remarcan "el Papa
desconoce que los representantes de la Iglesia Católica de ese tiempo, con
honrosas excepciones, fueron cómplices, encubridores y beneficiarios de uno de
los genocidios más horrorosos que la humanidad. Más de 70 millones de muertos en
campos de concentración de minas, mitas y obrajes; naciones y pueblos enteros
fueron arrasados, bajo.el presupuesto filosófico y teológico que nuestros
ancestros 'no tenían alma".
Fueron muchas las definiciones que mostraron al máximo exponente del catolicismo
como si tocara de oído: en un mapa hoy más agitado política y económicamente de
cuánto entienden los curas de por aquí, con obvios destinatarios el Papa
arremetió contra el peligro que eran los gobiernos autoritarios en la región,
más al marxismo y al capitalismo que acusó de “falsificar el concepto de la
realidad y la amputación de la realidad fundamental y decisiva, que es Dios”.
Naturalmente, que sin la ayuda de un hermeneuta, - esos tipos que descifran los
textos sagrados como si nada- sería muy temerario desentrañar semejante andanada
verbal, previa eso sí, a que Ratzinger enarbolara “solamente quien reconoce a
Dios conoce la realidad y responde a ella de modo adecuado y realmente humano”.
Un trabalenguas tan peregrino como el conjugar al capitalismo y al marxismo como
dos concepciones herejes y materialistas capaces de “falsificar el concepto de
la realidad”.
Un renglón bastante ‘sartriano’ y si no lo es, igual inentendible para una
persona común, digamos como yo y mis amigos, parecidos a mí. Aunque tal cual
sucede en estos eventos nutridos de personalidades, el propósito sea palabrear
diciendo lo menos posible, y a esa intríngulis le apuntaron los estadísticos que
midieron las presencias reales en cada lugar que visitara el SantoPadre, y el
resultado del conteo no fue el esperado por los organizadores: luego de cuanto
expresara el Papa en sus discursos, a su aparición final sólo fue un tercio del
gentío esperado.
Sin abundar más, de verdad certeras fueron las opiniones de Joao Stédile, un
lider del Movimiento Sin Tierra en Brasil, quien no dudó en decir que el papa
Ratzinger llegó a la Conferencia del Episcopado a extender un certificado de
defunción a la ‘iglesia de los pobres’, tan publicitada desde el Concilio
Vaticano II, y a liquidar de una vez aquella posición de preferir a los más
necesitados y ayudarlos en una sociedad injusta y mal repartida.
Hoy la dirigencia del catolicismo despliega las teorías y actitudes del
fundamentalismo más cerril, y entre esas iniciativas mal fundamentadas el
retorno a dar las misas en latín es hacer de ellas de nuevo algo selecto, para
iniciados, y de paso anunciarle al pobrerío, ‘señores, hasta aquí llegamos’…
Según Stédile, entre varias razones objetivas obedecen a que “Ratzinger es
blanco, alemán y un intelectual europeo que no tiene la mínima cultura que lo
relacione con América Latina. Y la diferencia consiste en que nosotros
comprendemos las dificultades que él tiene para entender a los problemas del
pueblo latinoamericano”.
Una benevolencia más que no sólo este dirigente campesino sino la prensa en
general le demostró al Papa que no pocas veces se salió del cauce – o le saltó
la cadena- al jugarse sin red con delicadas afirmaciones doctrinales, referidas
casi siempre a las uniones entre homosexuales, el concepto de familia según él y
una teatral fijación contra el aborto. Un tópico donde argumenta sin contemplar
ningún social o humano, o que mereciera un debate integral sobre esa
consecuencia natural que los católicos cínicamente califican como perversa,
quizá porque más la sufren las mujeres del pobrerío. En este sensible tema el
Vaticano, livianamente, despacha al por mayor sus arengas y denostaciones de
púlpito sin aceptar un tratamiento serio del problema, con un debate
estadístico, civilizado y científico que subsane las causas y hable menos de las
consecuencias. Porque claro, atacar el efecto sin mencionar la causa es un
antiguo recurso dialéctico del Poder, y durante siglos los intereses de la
iglesia católica y sus representes del Vaticano vienen navegando con soltura y
viento a favor dentro de esa corriente, sin que jamás sus jerarquías analicen
críticamente a la realidad económica y política que hundiera en las hambrunas a
gigantescos sectores de la humanidad.
La última experiencia del imperialismo neoliberal donde también participan
seriamente los organismos económicos de la institución Iglesia Católica, leáse
petróleo, siguen dejando consecuencias siniestras. Pero repitiendo los libretos
tradicionales, la solución de esos males para la doctrina religiosa consiste en
arengar, pontificar y recitar catecismos a favor de los necesitados. Apenas eso,
algo tan evidente y notorio que no sólo descubren los “intelectuales alejados de
Dios”, - leímos por ahí- sino cualquier observador atento de la realidad
cotidiana. Entonces sin temores y ante una realidad hoy inmanejable con
discursos, amenazas de Los Heraldos de la Fé, excomuniones y castigos seculares,
el Vaticano estableció con claridad en Brasil que ante ‘‘la ausencia de Dios”
ellos han optado por desandar el escaso camino que recorriera el Concilio II,
asumiendo sin complejos ser formal y metódicamente ‘la iglesia de los
poderosos’. Y retornar así a la Edad Media, aquello que tácitamente propusiera
monseñor Lefebvre, el arzobispo francés que despreciara las reformas
conciliares. Un sinceramiento que tal vez les lleve algo más de tiempo, ese
imbatible enigma que no transcurre para los jerarcas religiosos de estos días.
[Este artículo fue publicado como nota de tapa el 21/05/07]
Estados
Unidos y esa cultura de cerrar los ojos.
Por Eduardo Pérsico
Sus ojos se cerraron y el mundo sigue andando.
(Cantado por Carlos Gardel)
En
la película “Walter y Henry”, que vimos por marzo del 2007 y cuando el
presidente George W.Bush hacía una confusa visita por América Latina, un joven
músico cuestiona a la tradición jurídica de USA diciendo que Thomas Jefferson
“era un racista disimulado”, en cuanto la Declaración de la Independencia de
1778, según él, no hay ningún renglón que hable de negros, esclavitud ni
miserables. Una crítica a los fundamentos éticos y morales de su comarca,
descalificando duramente a uno de sus indiscutidos referentes.
En su libro “La estructura del Poder en los Estados Unidos”, el escritor y
Profesor de Sociología Política en la Universidad de Paris, Pierre Birnbaum,
por 1972 publicó ciertas observaciones sobre la sociedad yanki: ‘Uno de los
rasgos fundamentales que permiten explicar la formación del carácter
norteamericano es la ausencia de todo pasado feudal. Desde el origen, los
Estados Unidos y los revolucionarios norteamericanos no debieron luchar ni
definirse con relación a instituciones como la monarquía y la nobleza’. Y
agrega, ‘la Constitución de 1787 debía garantizar los derechos de los trece
Estados de la Confederación, y para evitar la preponderancia de uno sobre
los otros el papel del gobierno debía estar limitado a prevenir los posibles
excesos de la democracia’ Y allí reitera la diferencia sustancial entre dos grandes de la
época: Thomas Jefferson veía el principio de igualdad en el puro individualismo
y la búsqueda de la felicidad, cada uno llega adónde puede, alentando a la
existencia de una ‘aristocracia natural’ cuyas cualidades de mando se revelarían
gracias a la educación. En tanto que Alexander Hamilton, también individualista
pero opuesto a lo sostenido por Jefferson ‘ciegamente’, en cuanto que además
reclamaba una activa participación del Estado como moderador de las diferencias
y sustentador de una ‘aristocracia en el Poder’; que por entonces eran los
empresarios.Y un tercero en el debate, Andrew Jackson, la voz del Oeste ‘que
encarnó el espíritu de la frontera’, propiciaba la primera síntesis para que ese
individualismo educado originara la aparición de una minoría económica y
política capacitada y ellos dirigieran mejor la participación del Estado en la
vida pública. Los conceptos en discusión no fueron menores por un lado se
nombraron los ‘conservadores’, ocupados por la libertad y la primacía de la
capacidad individual, en tanto los ‘liberales’ priorizarían la igualdad y darle
al Estado un sentido regulador del patrimonio común, debate que dejó en la
realidad conceptual de los norteamericanos una idea de ‘pueblo mejor organizado
que todos los demás’, frase que al agregarle ‘por voluntad del Creador’ pierde
seriedad y se hace propia de un pícaro… Así, el norteamericano medio no valora
demasiado la igualdad y prefiere confiar en la posibilidad del éxito social, y
tanto sucede que fracasado o triunfador, muerto de hambre o bebedor constante
del whisky más costoso, imagina a los demás pueblos del planeta como habitantes
de ‘algún territorio exótico que cuando los dirigentes de su país, Estados
Unidos, los crean económicamente imprescindible los tomarán en cuenta’,
escuchamos en un encuentro literario del Instituto Cultural Hispánico, en
California. Esto y dicho sin ninguna ironía gratuita, es una constante instalada
en el hombre común, que lo admite con los mismos justificativos que arguyen sus
representantes; mediocres textos de disimular invasiones donde muere gente, con
ardides no atendibles ni en broma. Y con semejante aval ciudadano, los dueños
del poder verdadero en USA sostienen una opinión pública adicta a confrontar con
‘los exóticos’ sin averiguar los intereses ciertos de esa pelea; una
desinformación que con el tiempo tendrá su precio. . .
A mediados del siglo veinte y terminada la Segunda Guerra Mundial, y pese al
recuerdo atómico que le dejara al pueblo japonés, Estados Unidos tenía a su
favor el mayor prestigio que una nación alcanzara en el mundo moderno. Igual que
hoy era ‘un pleno gobierno del dinero en una democracia del dólar’, y también se
suponía que el grupo mandante era una oligarquía financiera a la que los
políticos debían obedecer. Sin embargo, sobre este juego entre los empresarios
más poderosos con los políticos de turno, tampoco existían fehacientes datos
para corroborarlo, aunque existiera en el imaginario colectivo la convicción de
que un directivo de General Motors, por ejemplo, era dueño de presionar al
gobierno para obtener determinadas ventajas o privilegios. Amparado esto por una
suposición pública que pocas veces se puede probar, - como las brujas- nadie
dudaría de su existencia. Además de esas comprobaciones de tan difícil acceso
tampoco son claros los intereses que se cruzan, los tiempos que duran en la
cúspide las elites mandantes y las transiciones de una a otra en el traspaso de
las influencias. De ‘manufactureros’ a ‘financieros’ nunca fueron fáciles de
observar y apenas se sospechan las presiones que el Poder de verdad le exige al
gobierno en los Estados Unidos, sea demócrata o republicano.
A propósito de esto dice James Petras que hoy, de modo más evidente, el capital
financiero interactúa con lo productivo en todos los órdenes y a pesar de ‘la
enorme incidencia en toda la economía, Wall Street por sí misma no puede
subsanar ni evitar la vulnerabilidad económica ni los sucesos catastróficos del
ámbito político o militar’. Un renglón que afirman las movidas inventadas por la
diplomacia de Washington, febriles ensayos de alquimia a prueba y contraprueba,
inexplicables como la sangrienta permanencia en Irak, Afganistán y sus
torturantes cárceles en el exterior, ver Guantánamo, donde siguen experimentando
sacrificios de personas esperando que el Congreso al fin les avise que esta
guerra contra el ‘terrorismo’ fue un mal negocio que empeora cada día. De todas
maneras, atendiendo a las exhibiciones y discursos del actual gobierno en USA,
poco o nada queda de la ética moralista fundacional ni el sentido de lo humano
que enarbolaron sus precursores; a estos responsables de hoy sólo los inquieta
el apuro financiero y hasta desprecian que la realidad actual les limita seguir
siendo los buenos muchachos y galanes de la escena. No casualmente y por su
acumulación de errores, acabaron junto al carnal aliado Israel, soportando como
cowboys trasnochados al inesperado cuatrero Hezbolá, que a los empujones los
quitó de las márgenes del río Litani, en el Líbano, y desacreditó a sus
‘infalibles servicios de inteligencia’ con el aliado Mossad incluido. Y en lo
que insiste hoy la Casa Blanca son ensayos pueblerinos, desvalorizados, como la
recorrida del presidente Bush y su comitiva por América Latina durante la última
semana, que emprendieron ilusionados en una realidad regional similar la de años
pasados, digamos, cuando ese paseo se planeaba como una Visita de Inspección a
las embajadas. Con el nuevo escenario de Sudamérica, la gira norteamericana fue
aburrida, sin ningún relieve, - salvo las manifestaciones contra los visitantes-
y en términos económicos, enmarcó un alejamiento más explícito a conseguir para
el imperio un área de libre comercio. Contraponer el ALCA al MERCOSUR, todavía
en formación pero pujante Mercado Común que encabezan Argentina y Brasil, es una
parodia de la vieja estrategia de vender los productos de su producción sobrante
usando algún Plan de Ayuda supuestamente benéfico. A ese recurso se le acabó el
tiempo, en esta región es obsoleto y lo demuestra la decisión de once países de
la Comunidad Sudamericana de Naciones que decidieron atenuar la ingerencia de
Washington y el Fondo Monetario Internacional, formando un fondo de reserva
dispuesto a socorrer las emergencias financieras de cualquiera de ellos. Un
concreto intento de romper con el patronato prepotente de los organismos de
crédito, FMI y similares, en los países deudores. Entre otras causas, por eso la
visita de Bush resultó un olvidable empate sin goles y un aviso de que las
instancias que Estados Unidos debe atender ahora deben ser otras. El déficit
presupuestario, la recesión que los amenaza, las investigaciones por corrupción
(¿similares a las nuestras, los sudacas?), y la certeza de que los habitantes
fuera de USA le perdieron la confianza. Para eso ayudaron mucho los rechazos
norteamericanos a suscribir compromisos como el de Kioto, para atenuar el
calentamiento global, las depredaciones de la naturaleza y la podredumbre
ambiental, así como el tufillo a mentira grosera que en cada declaración sobre
estos asuntos exudan los funcionarios yankis. Y además algo que debería conocer
el ciudadano común norteamericano, - junto a la gravedad de los huracanes y la
cifra de muertos en Nueva Orleáns- sería la imposibilidad de imponerle hoy la
mundo las mismas condiciones políticas de hace medio siglo, para venderle hasta
sus sobrantes de guerra, como aconteció en Argentina, por decisión propia . Eso
ya fue, no cierren más los ojos que ‘el mundo sigue andando’, nos cantó Gardel,
y aunque sea temerario hablar de Decadencias y otras expresiones presurosas, es
evidente que el Imperio navega obligado a un repliegue. Al menos por este siglo
Sobre libros, televisores y chinos, no hay nada escrito.
Por Eduardo Pérsico.
"Para
aprender con significado es necesario enlazar los nuevos conceptos con los
que existen en la estructura cognoscitiva, manteniendo el orden jerárquico
de los mismos. En ese Mapa de Conceptos se basa el proceso de integración
del conocimiento". (D.P. Ausubel, 1968).
Vinculando los gigantescos rechazos que reciben los aspirantes a ingresar en
las universidades en Argentina, - principalmente a carreras no humanísticas-
no asombra saber que los egresados de escuela secundaria que concursan, al
margen del obligado material de estudio no llegaron a leer en promedio un
libro por año. Claro, seguramente ocuparon su tiempo en ver televisión y eso
también ilustra, dicen los defensores de hasta lo malsano que también brinda
la televisión, una especie de rictus ya admitido. Pero la falta de lectura
es alarmante no por las cifras que dan los rechazos universitarios en
Argentina sino porque toda la sociedad acepta esa falta de lectura entre los
adolescentes como una normalidad.
Eso es tan grave como que hasta los más necesitados miran "Gran Hermano" o
engendros planetariamente similares, aunque existen algunos países donde esa
cifra de lectura personal al margen de los cursos escolares, llega a diez
libros anuales. Una cifra poco usual en las mayorías por este tiempo y que
sin mencionar mayores datos, nos retrae a un número habitual entre las
clases medias por las décadas del cuarenta o cincuenta, y el cómico
radiofónico Mario Fortuna nos repetía "agarrá lo libro que no muerden".
Lo mismo sería injusto cuestionar por esto sólo a la televisión, tan eficaz
para instruir como para alienar, sino que ante tantas otras necesidades
vitales sin solución parecería insustancial preocuparse por el decaimiento
de la lectura en la Argentina. De acuerdo, aunque ante la exclusiva
apropiación del ocio creativo por los medios audiovisuales, la inquietud
vale en tanto desde la pantalla nos sigan indicando cómo ser y qué conseguir
según los modelos que ellos establecen, y sin menospreciar la capacidad de
los medios para instruir en nuestro inconsciente, 'ese conjunto de procesos
dinámicos que actúan sobre la conducta pero escapan a la conciencia', no
neguemos lo terrorífico que resulta ser aleccionados mecánicamente. Es un
asunto para tomar en consideración por más que nos ‘creamos’ sujetos ajenos
a cualquier manipulación siniestra o de ciencia ficción. Todos estamos en la
misma globalización que se hizo más que evidentes por estos días primeros de
marzo 2007, cuando las corridas negativas en las bolsas de valores
asiáticas, Wall Street y resto del mundo, son atenuadas, sublimadas o
negadas por los inciertos especialistas en economía que apuestan a que todo
siga sin que nada cambie.
Y sin apartarnos mucho de los renglones económicos, pensemos en cuánto de
positivo y negativo nos deja ‘suprimir la lectura por una comunicación que
actúa sobre todos nuestros sentidos a la vez’, según operan los sistemas
audiovisuales y se jactan sus operadores, y al menos preocuparnos. Si ‘la
lectura acrecienta en el hombre su capacidad de abstraer por dentro y fuera
de la idea misma, y una agilización del suponer’, y cuando ‘todo lector
reelabora el texto, lo completa y lo bifurca con operaciones de
pensamiento’, donde haya un ser humano que al usar la palabra se hace
persona, este mecanismo de cavilar, sopesar y reelaborar la comprensión de
un texto, defiende al Lector de ser un Inconsciente Consumidor de cualquier
basura. Alguien que lee se interesa más por lo imprescindible y hasta
analiza cualquier precipitación informativa; un Lector es un participante
individual, por supuesto que imprevisto y azaroso, sí, pero capaz de
interrogarse. Desde si mirar culos armoniosos según digestos publicitarios
le mejoran su capacidad de abstracción, o lo hacen más candidato a ser
confundido y pasado por encima como hacen los privilegiados y vivillos del
Poder. En Argentina y gran parte de América Latina, territorio de los
columnistas CNN que pontifican sus imbecilidades descontando que detrás de
cada televisor hay un pelotudo, mucho podría mejorarse si pensamos que las
ideas giran más cerca de un lector que de un televidente, y hasta dónde la
visión de un videoclip permite una abstracción inteligente de una imagen.
¿Qué acontecería si una generación de chicos en edad de aprender recibiera
un video desaforado y luego lo discutiera con quienes eligieron la lectura
para ilustrarse? Si la imagen visual precipitada no deja resquicios para
aprehender lo imaginativo de verdad, una comunicación entre ellos sería
imposible por las disímiles interpretaciones en cada Mapa de Conceptos. Y
aunque no siempre todo se limite al lenguaje verbal, el hombre posee una
estrategia de aprendizaje y una estructura cognoscitiva que enlaza sus
nuevos conocimientos con los ya existentes, un juego de integración donde se
supone que la genética funciona libre de la adquisición cultural de cada
uno; una teoría que llegó al método de aprendizaje por los años setenta en
respuesta a los medios masificadotes de la opinión. De los mismos medios
vigentes hoy y ya se sospechaba como manipuladores por la imagen televisiva
de la iniciativa individual y colectiva.
De todas maneras, en esta riña la balanza aún acepta a la lectura como
sistema formativo, en cuanto la recreación que de cada relato hace el sujeto
Lector, lo enaltece sobre el raudo método de imagen y sonido, y en esta
controversia sobre la técnica educativa entre la informática, la cibernética
y alguna otra mágica esdrújula que ahora no me acuerdo, la vocación por la
lectura seguirá siendo una virtud formativa más sólida y sustantiva. Decimos
esto sin duda ni temor a mezclar los tantos del juego: por mucho que
supongamos a las computadoras aptas para apropiarse del manejo que el hombre
ejerce sobre ellas y pudieran manejar la realidad, en estos días iniciales
de marzo del 2007 no existiría el preocupante temor a la recesión
capitalista en el mundo. En cuanto comprobando la certeza por el efecto
contrario, creer esa visión cinematográfica de la ciencia cruda y
matemática, sería desconocer los avances técnicos que acontecieron en la
humanidad, desde la rueda al computador. Al apreciar la nueva y fabulosa
ruta para adquirir conocimientos, la técnica es dependiente del hombre y no
condicionante; sin desechar los infinitos posibles que pueden darse con
estos juguetes electrónicos siempre que el uso sea éticamente insospechable.
Una virtud que en nuestro jodido mundo es tan difícil, si el recibir
conocimientos y acceder con ellos a comer todos los días es una limitación
ideológica del Poder. Ese intocable jardín donde siguen madurando todos los
tomates de la discordia. .
Eduardo Pérsico, narrador y ensayista, publicó cuentos, seis novelas, algún
poemario y tesis sobre el Lunfardo. Nació en Banfield y vive en Lanús,
Buenos Aires, Argentina.