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El cine argentino
Doña Preciosa |
La última sonrisa
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islas
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El
Matrero
El Matrero era un barco nuevo, recién adquirido por la empresa para transportar
el ganado entre islas e islas en el delta y tierra firme. La maniobra fue fácil
para quien lo timoneaba, se podía notar fácilmente su experiencia; se fue
acercando a la isla lentamente en contra de la correntada, apoyó la popa en un
albardón alto, uno de los peones lo amarró a un sauce viejo y bajó la rampa.
Todo era extraño para la zona. Volaron un par de garzas asustadas, un martín
pescador se alejó a un curupí con una mojarra recién pescada, una tortuga se
zambulló desde un raigón varado en la orilla. El viento sur, fuerte y fresco,
casi no se percibía por la frondosa vegetación de la costa formada por sauces,
alisos, ceibos y enredaderas.
La isla Las Orquetas era una isla alta que sin duda llevaba cientos de años
acumulando sedimentos del Paraná; los curupís, los talas, los espinillos y los
algarrobos marcaban la edad del paisaje. La vista hacia el sur se perdía entre
lagunas casi sin agua, un mar de pajonales y pastos altos amarilleaban hasta el
horizonte. La sequía estaba brava y el agua no entraba en las lagunas por la
bajante.
El primero en bajar del barco fue Ramón y su caballo, un pintado que había
criado desde gurí. El resto de la peonada hizo bajar el ganado, cerca de treinta
entre negras y marrones. Ramón salió caminando despacio, estudiando ansioso el
lugar con cierta preocupación mezclada de esperanza y, seguramente, de algunos
sueños compartidos con su familia. Un casal de cardenillas, algunos chingolos y
el lorerío lo hicieron sonreír: le estaban dando la bienvenida.
—Dale, Ramón, no te hagás el loco, vení, poné el lomo —se escuchó desde el
barco.
Bajaron alambre, postes de ñandubay, madera y chapas nuevas, cemento, cal,
ladrillos. Lo que más les costó fue la arena y los escombros. La promesa de la
empresa era levantar un rancho firme para la familia.
Las vacas solitas se fueron para la laguna más cercana a engordar con forraje
extraño para ellas, olfateando con desconfianza, al principio, camalotes y
canutillos. Unos chajáes dejaron de picotear insectos y observaban los nuevos
habitantes que se les iban encima. El alambre y los ñandubayes eran para cercar
el rancho; en las islas, el río y los arroyos marcan los límites gratuitamente.
A la semana, El Matrero trajo más vacas, y más y más. Luego de un par de meses,
cuando el rancho ya estaba habitable, llegaron, mezclados entre el ganado,
Julia, la esposa de Ramón, y sus tres críos: el Beto, de cuatro años, Clarita,
de dos y Ramoncito, que al rato quedó marrón como el río por el gateo.
Los tres guachos eran nacidos en Acebal, un pueblito cerca de Rosario próximo a
la estancia: la familia vivía en el mismo campo de la empresa en un rancho de
paja y adobe; zona buena, tambera por historia. Ahora la soja le estaba ganando
la pulseada, menos mano de obra y mejor precio afuera. Ramón conocía mucho de
vacas, aprendió a gatear y a correr entre las tetas de las Holando en los campos
de estos gringos, también holandeses pero no solo de nombre, de bandera y de
patria también.
Julia era nacida ahí nomás, en las afueras del pueblo, hija y nieta de familias
polacas corridas por las guerras europeas; de manos curtidas por el trabajo y
suaves a la hora de sacar leche un par de veces al día, todos los días desde que
su memoria lo recuerda. Rubia como una espiga antes de la cosecha y ojos color
de cielo abierto.
Historia parecida, los orígenes de Ramón también habían llegado en barco desde
la Alemania de fines de siglo XIX. Todos, desde siempre, de manos pegadas al
arado. Alto, también rubio, ojos color tierra, fuerte y entregado al trabajo.
Su padre, don Gerardo, era el encargado de uno de los tambos grandes, con más de
mil cabezas. Prendido a sus bombachas, Ramón aprendió todo lo que hay que saber
en los secretos y necesidades del campo.
El administrador de la estancia era un ingeniero de Buenos aires, formado con
esfuerzo argentino y capacitado en Holanda para que la plata grande emigre para
allá. Hombre altanero y de sobrada verborragia. Botas de cuero de carpincho,
bombachas impecables, pañuelo al cuello. Se apoyaba mucho en la experiencia de
don Gerardo y lo consultaba continuamente.
Estaba don Gerardo mateando debajo de un centenario algarrobo, uno de los
últimos que quedaban en las veinte mil hectáreas de la estancia. Recién
terminaba el ordeñe de la tarde. Para el oeste, el sol caía sobre un mar de
soja; para el este, al paisaje lo pintaban de negro y blanco las lecheras.
—¿Cómo anda, don Gerardo? —preguntó el ingeniero bajando de una camioneta que le
brillaba hasta el nombre.
—Bien, ingeniero, con trabajo, que es lo importante.
—Sabe, amigo, vengo de la Capital, se han abierto nuevos negocios y quería
hablar con usted.
—¿Conmigo?, ¿y por qué?
—En realidad, creo que se ha presentado una buena oportunidad para su hijo,
Ramón se llama, ¿no?, y toda su familia. Son varios, ¿no?
—Y sí, ya me ha alegrado con tres nietos.
—Sabe, la empresa ha conseguido algunas islas importantes, aquí enfrente, en el
delta, islas viejas con tierras altas. Las crecientes ya casi no las joden, con
poco movimiento de tierra y algunos terraplenes tendremos tierra firme para unas
cinco mil cabezas, zona húmeda, buen pasto para el engorde. Vio lo que es la
soja, don Gerardo, nos va dejando sin tierras para el ganado.
—Me imagino que no serán las lecheras, ¿no, ingeniero?
—No, claro, las coloradas y las negras, para carne.
—¿Islas de la empresa?
—Y no, don Gerardo, pero es como si fueran, unos pesos por aquí, otros por allá,
en este país es fácil, los políticos son así.
—¿Y cómo es la cosa, ingeniero? Ya le dije, el Ramón es bueno en todo esto, pero
tiene familia y tres críos.
—Ya lo sabemos. Siendo hijo suyo, como no va a salir bueno. Lo necesitamos de
encargado, le mejoraremos el sueldo, algunos planes del gobierno, algo por
producción y no se preocupe, la empresa le dará casa, lancha, grupo electrógeno,
televisión, una radio y un celular para comunicarse; no le faltará nada y usted,
don Gerardo, podrá tirar una cañita de vez en cuando por allá. Son oportunidades
que no hay que desaprovechar, don Gerardo, hay que crecer económicamente. Vio mi
hija Elizabeth, ella está terminando Licenciatura en Economía en Rosario, le
surgió una oportunidad y ganó una beca para capacitarse en Londres… a fin de año
se va para allá. Son oportunidades, don Gerardo.
Pasó el tiempo. La casa en la isla ya era una casa, con vida y colores. Julia se
encargó de regalarle flores al lugar, frutales que crecían, una huerta muy
variada, gallinas, chivos, pollos, lechones. Ramón y Julia se enamoraron de toda
la vida que los rodeaba: los pájaros, las aves, animales de todo tipo, hasta se
veía algún ciervo de los pantanos.
Diariamente, Ramón recorría las islas controlando el ganado y cada tanto llevaba
alguno de sus hijos, a quien le enseñaba todo lo que también iba aprendiendo de
la flora y la fauna del lugar.
—Papá, la semana pasada estaban los nidos de las gallaretas y de los gallitos
del agua y ahora no están, ¿qué pasó? —comentó el Beto.
—Es verdad, son las vacas, hijo, que desgraciadamente pisan por todos lados.
—Pero eso no es bueno, papá.
—No, hijo, pero han traído demasiadas vacas y es nuestro trabajo.
Una mañana de verano, Ramón recién llegaba del interior de la isla en su
pintado, mientras Julia estaba tomando un tereré y los niños jugaban con unos
polluelos recién nacidos. El Matrero, como todas las semanas, se fue acercando.
Ramón se arrimó a la orilla para ayudar en el amarre. Esta vez venía el
ingeniero, cosa rara y más en verano, sin vacas. Ya hacía un par de semanas que
no estaban mandando, solo cargaban de la isla.
—Buenos días, ingeniero, qué sorpresa.
—Buenos días, Ramón, doña Julia, chicos.
—¿Un tereré, ingeniero? —le ofreció Julia amablemente.
—Sí, gracias. Tenemos que hablar, Ramón. Con permiso, doña Julia.
—Pues claro, está en su casa.
El ingeniero y Ramón se alejaron un poco a conversar debajo de un tala.
—Sabe, Ramón, tenemos órdenes de hacer un trabajito en las islas.
—Para eso estamos, ¿qué cosa, ingeniero?
—Tenemos que llevar lo que queda del ganado a la isla de enfrente, ¿cómo es que
se llama?
—De Los Zorzales, ingeniero.
—Las Orquetas tiene que quedar vacía.
—Y ¿por qué? —Ramón ya se estaba preocupando, no le gustaba el tono de voz del
ingeniero.
—Ya se ha hecho en otros lados y hay permiso del gobierno.
—¿Permiso para qué?
—Vio la sequía, Ramón, el pasto está muy alto y seco, no deja crecer pastos
nuevos, y esto demora mucho el engorde. En la capital están preocupados con los
números.
—¿Y entonces?
—Le vamos a prender fuego a los pastizales aprovechando la seca. Después, con
una lluviecita nomás, va a verdear todo de nuevo y eso será muy bueno para el
engorde.
—Pero Las Tacuaras son más de quinientas hectáreas.
—Y ahí tiene, usted sabe el verdeo que va a venir, podemos duplicar la cantidad
de ganado y acuérdese que usted tiene un extra por producción.
Ramón quedó en silencio un rato, sin decir palabra, mientras el ingeniero se
refrescaba con otro tereré.
—Pero… no va a quedar nada.
—Esa es la idea, Ramón, que no quede nada de pasto ni pajonales.
Ramón lo miró sin dejar de salir del asombro.
—No, ingeniero, estoy hablando que no va a quedar nada de vida. Garzas, patos,
cigüeñas, gallaretas, carpinchos, nutrias, ciervos, pájaros, insectos,
mariposas. Ya se han ido muchos por el ganado, pero con un incendio moriría
todo.
—Yo lo entiendo, Ramón, pero estos bichos van y vienen.
—¿Conoce las gallaretas?
—No sé, ¿aquella gris?
—No, esa es una garza mora.
—Y el pacaá, ¿sabe dónde anida?
—Bueno, bueno, hasta aquí llegamos, me está diciendo que no lo va a hacer,
recuerde que son órdenes de los patrones.
—Claro que no, ingeniero, no podría hacer semejante cosa, sabe que mis hijos
aprendieron el nombre de toditos los nombres de las plantas y animales que viven
en las islas, de toditos.
—Listo, me retiro, ya tendrá noticias nuestras.
Bajaron el tractor del barco. Al ratito los gurises ya lo estaban montando.
—¿Para qué el tractor, ingeniero?
—Ya lo sabrá, ya lo sabrá.
Pasó una semana y desde la estancia mandaron llamar a Ramón en el próximo viaje
de El Matrero. Cuando llega el barco, se despidió de Julia y de los gurises,
sabiendo que la cosa estaba complicada. Uno de los tripulantes, desconocido por
Ramón, se quedó en la isla con la escusa de arreglar el tractor. Cuando el barco
se perdió en la curva de Las Bandurrias, el hombre cargó una par de ruedas de
camión, un bidón de nafta, subió al tractor y se fue para el norte siguiendo
indicaciones que tenía en un papel. El calor era intenso y cada vez más
insoportable a medida que se acercaba el medio día. Julia y los niños entraron a
la casa. Era la hora del almuerzo y de la sagrada siesta veraniega.
Después de un rato, el Tostao, el perro más grande y buen guardián, empezó a
ladrar y despertó a todos.
—¿Qué pasa, Tostao? —preguntó Julia.
Desde el norte se acercaba una cortina de humo blanco cada vez más espesa. El
viento estaba cambiando desde el este y era cada vez más fuerte. Desde la zona
alta se podía ver al hombre en el tractor, tirando con cadenas las gomas de
camión prendidas con fuego y recorriendo toda la isla seca. El incendio ya era
imparable; el poco ganado que había se fue metiendo en la única laguna con un
poco de agua, y no se les veían las patas enterradas en el barro. Las aves
volaban desesperadas, carpinchos, iguanas, lobitos, pacaás, víboras buscaban
urgente el arroyo. Los pajonales parecían explotar.
No quedaron ni pájaros ni árboles. Las llamas llegaban a los cinco o seis metros
de altura.
El fuego se iba acercando a la casa. Julia liberó los chivos, los chanchos, las
gallinas y los caballos para que solos se refugien en la orilla; el cielo era
una sola nube de humo y cenizas que ya caían sobre la casa. El viento aumentaba.
Julia cargó los chicos y al Tostao en la lancha y se fue para lo de don
Gutiérrez, un amigo puestero en otra isla unas leguas al sur. Un par de horas
después, dejó los chicos y volvió para su casa. Cuando bajó de la lancha no
paraba de llorar, la casa estaba a salvo porque los chivos y los caballos
mantenían el pasto corto alrededor, pero todo aquel horizonte verde y amarillo,
con flores multicolores, con pájaros y aves, había desaparecido. Todo era un
desierto negro y lúgubre. Todavía algunos espinillos y algarrobos ardían. Todo
era muerte y desolación.
El tractor ya estaba en su lugar esperando a El Matrero. El hombre extraño
fumaba un armado debajo del sauce viejo. Ella, con todo su dolor, se acercó:
—¿Por qué?
—Son órdenes, señora.
Cuando volvió Ramón ya sabía lo que había pasado. Desde la estancia misma se
veía el humo de esa y otras islas quemadas. Abrazó a Julia y se fueron a buscar
a los chicos.
—¿Qué hacemos ahora, Ramón?
—Ya veremos, amor, ya veremos.
Al otro día, en la estancia grande, don Gerardo, indignado por las noticias,
quiso ir a hablar con el ingeniero. No pudo; en la administración le dijeron que
el ingeniero había tenido que salir urgente en su camioneta.
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El
viejo timbó
Una brisa suave y fresca del sur cruzaba la laguna grande generando
diminutas olas, aportando una melodía más a la madrugada. Las pajas
bravas, los sauces jóvenes en la playada, los alisos, los juncos
y las mburucuyá se sumaban al concierto. La luna llena se recostaba
en el oeste, tiñendo de plata una noche techada de estrellas que
lentamente se iba despidiendo. Para el lado de las Cuatro Bocas,
el alba comenzaba a modificar los colores de un paisaje que iba
creciendo.
Por el medio de la laguna, un pescador cruzaba con su carpinchera.
El fondo plateado permitía ver cuando la tacuara se clavaba en el
barro impulsándolo a su destino. Él iba de pié. Firme y concentrado
acompañaba la música del viento cantando y silbando uno de los himnos
a las islas y al Paraná, “Madrugada del pescador”, de Polo y el
Zurdo Martinez.
Mientras surca el ancho río
en la madrugada clara
una canoa que deja
el ritmo de las remadas,
se oye un silbo que trasunta
río, hombre, cielo en calma…
Pescador del Paraná,
te acompañare hasta el alba,
para que la soledad
no logre apagar tu llama.
Hermano del corto sueño
y de la esperanza larga,
pescador del Paraná
te acompañaré hasta el alba…
Fue amaneciendo, la luna no quería irse pero el sol le fue robando
protagonismo. La laguna se hizo mar, aparecieron arroyos, más islas,
otras lagunas y el verde fue cada vez más verde; se abrieron flores
y la Dama de la Noche se fue cerrando; dos chajaes le daban la bienvenida
al nuevo día.
La última crecida del río Paraná, hizo el trabajo de siempre, un
trabajo de miles y miles de años. Este “pariente del mar”, amado
y cuidado por siglos por los pueblos originarios, ha acarreado y
acarrea millones y millones de toneladas de sedimentos. De esta
manera, se van formando centenares de islas a lo largo de su recorrido
y terminan dando vida a uno de los ecosistemas más hermosos y ricos
que poseemos, el delta argentino.
El viejo timbó no quería abandonar la isla. Hacía muchos años su
semilla original llegó quién sabe cuándo, cómo y de dónde, flotando
con la corriente, en los camalotes, con las aves; comenzó a crecer
junto a sauces, ceibos, curupíes y otros, en la ribera de una de
las tantas islas que forman esta región de nuestro país.
La agresiva corredera de agua marrón fue socavando el albardón,
de floja consistencia, mezcla de limo, arcilla y arena. Como si
sus raíces fueran garras, se aferró como podía a lo poco que quedaba
de la barranca donde creció. Su viejo tronco parecía cansado y se
iba inclinando ante la furia de un río que diariamente va modificando
todo, cambiando vida por vida. Lo acompañaba, abrazándolo, una Flor
de Patito que abría sus flores a medida que el sol la calentaba.
No se resignaba a dejar aquel lugar, un paisaje que lo envolvía,
entre arroyos, lagunas y una flora y fauna con una diversidad única.
Sus ramas se abrían como largos brazos y eran el refugio de loros,
horneros, zorzales, benteveos, juancho chiviros, cardenillas y tantos
otros.
Desde una de las ramas que acariciaba el río, un martín pescador
fijó la vista en un cardumen de mojarrines esperando el momento
justo para el ataque; en lo más alto, un biguá abrió las alas secándose
al sol y parecía agradecer formar parte de tanta belleza; apenas
por encima, pasaba una bandada de siriríes con su estricta formación
habitual.
En una de sus gruesas raíces que ya se mostraban al descubierto
estaba José, sentado y en silencio; a su alrededor, jilgueros y
chingolos picoteaban semillas e insectos. Estaba inmóvil, con los
ojos clavados en un palito de sauce seco que hacía de boya de su
mojarrero, una vara de aliso con una piola y un anzuelo. La boya
se había metido en una entrada de agua, la misma que iba terminando
poco a poco con la vida del viejo timbó. Las mojarras eran para
encarnar el espinel que su padre había fondeado del otro lado de
la isla, ya que estaban pasando cardúmenes de mandubí y surubí y
se pagan bien en Puerto Ruiz, Gualeguay.
No estaba preocupado por el viejo árbol, era la realidad de las
islas; otros timboes ya crecían alrededor. Cuando llegara su día,
se lo llevaría el río y ayudaría a formar otras islas o su madera
blanda se transformaría en calor para su hogar en el duro invierno.
A pocos metros de ahí Luis, su padre, estaba metido hasta las rodillas
en la laguna, en el corazón de la isla, tratando de auxiliar una
ternera con riesgo de empantanarse, el peligro no era tanto el barro
y sí las palometas.
- José, José…vení - gritó el padre.
- Ahí voy, ahí voy, está picando.
La ternera, siguiendo a su madre, se había atascado en el barro
lagunero. Ante el griterío de padre e hijo, casi no quedaron aves
en la laguna; patos rosados, sirirí, marruecos, garzas blancas,
moras y cigüeñas levantaron vuelo buscando mayor tranquilidad en
islas vecinas. Las gallaretas parecían correr encima del agua. Un
carpincho sumergido entre los camalotes, al igual que unas tortugas,
desconfiados, apenas dejaban ver sus ojos; un par de culebras abandonaron
la cacería de unas ranas distraídas con pequeñas langostas; un pacaá
apuró el paso entre los pajonales. El agua pura y cristalina de
la laguna dejaba ver los lomos de unos sábalos mezclados entre los
irupés; el borbollón producido por un dorado los hizo alejarse al
instante, unos patos zambullidores hicieron lo mismo entre los canutillos.
La isla Los Talas, llamada así por los pobladores, está ubicada
del lado entrerriano, a media hora de viaje en lancha desde Puerto
Ruiz. Es una isla grande con bastante altura lo que la hace habitable
también por el ser humano; durante años, las crecidas fueron dejando
su riqueza de sedimentos naturales, ramas, arcilla, raigones, limo,
árboles, arena, canutillos, camalotes, frutos, huevos y demás, construyendo
así la base de formación y crecimiento de este hermoso paraje entrerriano.
Los espinillos, talas y algarrobos comprueban la altura y la edad
de la isla.
José tiene quince años, nació en el lugar sin necesidad de médico
ni partera, es el mayor de tres hermanos y el soporte principal
en las tareas de la casa, la huerta y los animales. Así mismo, diariamente
concurre a la escuela cerca del puerto. Una lancha realiza la ronda
buscando y llevando a hijos de pescadores, puesteros y pequeños
productores.
Luis llegó con sus padres cuando era muy pequeño. Aprendiendo a
caminar, fue testigo cuando sus hermanos mayores ayudaron a levantar
el rancho de adobe, alisos, sauces y paja. El padre de Luis, don
Aurelio, fue el primero en habitar la isla; llegó solo, cuidando
un centenar de vacas de un patrón que tenía campos en la zona de
Nogoyá. La isla no era de este estanciero, pero tenía influencias
en el gobierno de la provincia y había conseguido el permiso para
criar ganado en islas fiscales, por supuesto, a cambio de asados
con cuero y otros aportes en épocas de campaña. Colonos criollos
y europeos fueron ocupando el hábitat donde antes lo hicieron los
chanás; los planes de Sarmiento y Mitre también llegaron a estas
islas.
Al poco tiempo llegó la familia completa, doña Elena, Juan, Ramón
y Luis. No fue fácil para ellos, pero era gente de trabajar duro,
criada en el campo, corrida por las grandes estancias. Poco a poco
se fueron acomodando.
Luis tuvo la suerte de concurrir a la misma escuela de José. En
aquella época lo hacía a remo con sus hermanos. Pudo terminar la
escuela primaria pero el trabajo no le permitió completar la secundaria;
por eso soñaba con que José sí pudiera lograrlo.
Con el tiempo, sus padres murieron y sus hermanos emigraron para
tierra firme en busca de otras posibilidades de trabajo. La historia
de Luis fue diferente, se aferró a esa isla como lo estaba haciendo
el viejo timbó en la barranca, allí estaban sus raíces, allí estaba
su vida. En ese entorno fue creciendo y se hizo hombre, peón, ganadero,
pescador, agricultor; sembró huertas, frutales, crió animales propios
y ajenos, y fundamentalmente amó esa tierra y la cuidó, como nadie,
de turistas, cazadores y pescadores que se acercaban al lugar, siempre
tratando de educar al visitante. Así, fue maestro, consejero y guarda
parque sin salario.
- Buenas tardes, ¿cómo va la pesca? – preguntó Luis a un grupo de
acampantes, montado a su alazán.
- Bien, da para comer y disfrutar el paisaje.
- Mi nombre es Luis, ¿y el suyo?
- Turco, me dicen Turco y ellos son Corete, Lulo y Jano.
- ¿De dónde son?
- De Paraná.
- Les pido un favor, amigos.
- Claro…
- No maten por matar, no corten árboles vivos y lleven la basura
para la ciudad.
- Ningún problema, así lo hacemos siempre.
- Linda lancha, no anden rápido, muchas aves tienen sus nidos en
las orillas, en los juncales o en los canutillos. ¡Ah!, atenla bien
que puede venir tormenta.
- Bueno, bueno, gracias.
- Disfruten del lugar y vuelvan cuando quieran
En una fiesta de la comunidad isleña, en homenaje al Cristo de las
redes, Luis conoció a María, también hija de isleños y entre chamamé
y chamamé le declaró su amor a la mujer que sería la futura madre
de sus hijos; juntos formaron una nueva familia que se incorporó
para siempre a ese paisaje.
Llegaron los hijos, y el hogar de adobe y paja fue cambiando por
ladrillos y chapas. La venta en el puerto de frutas, pescados, chivos
y algunas terneras lo fue permitiendo.
- José, tirá fuerte de la soga que yo le levanto las patas y la
vamos sacando.
Poco a poco la ternera fue liberada y pudo salir detrás de su madre.
Padre e hijo se tomaron un descanso debajo del viejo timbó. Luis
armó un cigarro mientras José continuó llenando de mojarras un pequeño
balde.
El martín pescador lo miraba desde lo alto con cierta envidia. Unos
morajú husmeaban un nido ajeno en la Uva del Diablo entrelazada
a otra rama.
Ya el sol estaba cayendo sobre la laguna grande que hacía de espejo,
dorando todo el atardecer. En lo alto, una calandria, brava como
siempre, alejaba un aguilucho que amenazaba sus pichones.
A José le gustaba mucho ir a la escuela, allí estaban los amigos,
el deporte y nuevos conocimientos que lo acercaban al mundo y su
padre no dudaba en compartirlo con él.
- ¿Cómo fue la escuela hoy hijo?
- Bien padre, tuvimos una clase sobre ecología, medio ambiente y
el cuidado de nuestra tierra. El martes que viene es 5 de junio,
día mundial del medio ambiente.
- Muy bien ¿Con la maestra?
- Sí, y con unos muchachos de una agrupación ecologista que nos
vinieron a hablar de nuestras islas.
- ¿Y qué dijeron? – se interesó el padre.
- Eran de Victoria y estaban preocupados con la posibilidad de que
el gobierno de la provincia permita la siembra de arroz y soja en
las islas.
- ¿Aquí, en nuestras islas?
- Parece que sí, pasaron una película y nos dieron este papel.
- A ver, contame…
José incorporó muy profundamente las enseñanzas de sus abuelos,
de sus tíos y ahora de su padre y aprendió a amar y a defender todo
aquello. Recordando la película, con el papel en la mano y con mucho
entusiasmo comenzó a contarle todo lo vivido aquel día en la escuela.
- La película se llama “El Delta no se toca” y empieza mostrando
imágenes del delta desde un helicóptero. Reconocí algunos lugares
papá…
- Sí, ¿cuáles? – ahora el que se entusiasmaba era el padre.
- La isla de Las Tacuaras, La Laguna Brava, el Remanso del Diablo,
el Monte de las Lechuzas, la casa de don Manuel – y así fue avanzando
en el relato.
- Nos contaron sobre convenios internacionales para defender los
humedales…
- ¿Humedales, qué son los humedales?
- Son las zonas con mucha agua papá, como el delta – sigo… - que
hay que defenderlos por su valor económico sustentable, hídrico,
cultural, científico y recreativo y principalmente por el insustituible
ecosistema existente; sobre acuerdos entre las provincias en el
mismo sentido y estructuras del estado para desarrollarlos y controlarlos.
- ¿Ecosistema?, hablame en criollo che…
- Bueno, ecosistema es cuando hay un equilibrio entre quienes viven
en una región, como acá.
- Y claro, mirá todo el bicherío que hay.
- ¿Y cómo es eso de la soja y el arroz? – insistió el padre.
- Ahí está la mayor preocupación de ellos. Nos hablaron sobre las
leyes que se fueron creando para la defensa del delta y ahora, otras
que borran las anteriores permitiendo primero la ganadería y ahora
la agricultura intensiva.
- Pero… ¿la ganadería es mala?
- Dicen que en las islas sí, porque va cambiando ese ecosistema.
Te acordás de la gran quema de pastizales, era por la ganadería,
hay más de doscientas mil cabezas de ganado en las islas y eso no
es bueno.
Y así, relatando y leyendo José casi no paraba, leyó textualmente
cuando el escrito mencionaba al Gobernador y sus legisladores, quienes
consideraban estas tierras improductivas, derogaron las leyes anteriores
sin consultar a la sociedad, permitiendo con una nueva ley, que
se produzca arroz y soja en el delta lo que implicaría el uso de
agroquímicos, plaguicidas y la modificación de todo el sistema hídrico
natural, lo cual causaría la muerte de todo lo que vive y ha vivido
en el delta durante miles de años, inclusive el agua y, por supuesto,
el ser humano. Además le daban la concesión de estas tierras y los
puertos de la región por noventa y nueve años a una empresa, Arroz
del Delta Entrerriano S.A., endeudando también a la provincia con
créditos. Todo esto, para el beneficio de unos pocos y en detrimento
de todos. Contaban como destruyeron los montes, en otras provincias
están destruyendo las montañas, los ríos y ahora vienen por las
islas.
- ¿Y cómo quedó todo ahora? – preguntó Luis muy preocupado.
- Gracias al trabajo de estos muchachos y de mucha gente, tuvieron
que derogar esta nueva ley, pero continúa el alerta ya que el delta
quedó sin resguardo jurídico.
- ¿Derogar?
- Anularla, borrarla papá.
- ¿Qué podemos hacer?
- Y, lo que ellos hacen, hablar con la gente, denunciarlos y defender
lo nuestro.
- Prestame ese papel, el sábado tenemos una reunión de pescadores
y productores, voy a llevar este asunto.
- Buenísimo, papá.
- Nos reunimos en la cooperativa por el tema de los acopiadores
de pescados y por el precio de la miel. ¿Cómo los ubicamos a esos
muchachos, a los, ¿cómo se dice?...ecologistas.
- La maestra los conoce.
Ya el sol mostraba sus últimos gajos de fuego para el lado de la
curva de Las Iguanas; un casal de zorzales se acomodaba en el viejo
timbó, un lobito de río apenas se veía saliendo de la laguna con
una boguita apretada entre los dientes, gaviotines, gallitos del
agua y pacaás competían con su canto despidiendo la tarde.
Padre e hijo regresaban para la casa terminando la jornada, arreando
unos chivos hacia el corral. La ternera ya estaba con su madre junto
a la batea. Un par de nutrias y un carpincho criados por los gurises
comían pomelos caídos del árbol.
- ¿Islas improductivas? – se preguntó Luis casi murmurando.
- ¿Cómo improductivas?, y todo lo que nos dan, ¿qué haríamos sin
ellas? … ¡Qué locura!
- Papá, los plaguicidas y agroquímicos, ¿son muy venenosos?
- Sí, hijo, tu tío Ramón siempre cuenta sobre eso. Él trabaja en
la estancia de unos franceses por la zona de Urdinarrain; son diez
mil hectáreas, donde no hay árboles, pájaros, ni perdices se ven.
Hay gurises enfermos por la mugre que tiran. Pero el peor veneno
es la crueldad, la avaricia, la enfermedad por la plata. No respetan
nada, ni siquiera la vida respetan.
- No señores…, ¿cómo se llama la película?
- El Delta no se toca.
- Sí, eso, eso, el Delta no se toca.
Llegando a la casa, ya se sentía el delicioso aroma de un guiso
calentándose en la olla de hierro. María retiraba los panes del
horno mientras Pedro, el más pequeño, jugaba al panadero con restos
de masa y harina. Julia, la segunda, se entretenía aprendiendo a
hacer unos cestos de mimbre.
- Hijo, en un rato vamos a encarnar el espinel con tus mojarras.
- Claro papá.
- ¿Puedo ir? – preguntó Pedro.
- Vení, cara con harina, dame un abrazo.
José se quedó debajo de la higuera preparando los faroles a kerosene.
Por un momento quedó pensativo y disfrutando el atardecer; la silueta
del viejo timbó quedó gravada en el centro rojizo del horizonte,
la Dama de la noche abrió sus flores y le regaló su perfume.
Desde la laguna grande, el viento le llenó los oídos de música y
de esperanza; apenas perceptible, podía escuchar a don Manuel en
su carpinchera cantando nuevamente la “Madrugada del pescador”.
Y José sonrió.
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Mar
del Plata
Diciembre de 1983 fue y será una fecha memorable para el pueblo
argentino. Llegaba a su fin el plan de exterminio sistemático de
lo más combativo, pensante y revolucionario de nuestro pueblo.
De alguna manera se retiraban a los cuarteles los responsables de
la más tremenda, la más sanguinaria, la más proyectada de las dictaduras
militares. Estos asesinos se fueron con el terrorífico récord de
miles de muertos, desaparecidos, presos, exiliados y perseguidos.
Se abrían las cárceles. Volvíamos del exilio. Se podía respirar
un aire distinto.
Pero ésto no fue un regalo -ellos no regalan nada-. Fue el producto
de años de lucha y resistencia, fundamentalmente de las entidades
de Derechos Humanos y también de todo un pueblo que, lentamente,
iba emergiendo del espanto sometido.
Ellos estarán ahí, al acecho siempre, esperando las órdenes del
poder. Nosotros no pararemos nunca de crecer al levantar las banderas
de los que no están. Probablemente ésto sea lo que más les duele.
No pudieron quebrarnos. .
El 12 de diciembre de ese año, una calurosa tarde, nos concentramos
en la plaza Alvear de Paraná para viajar a Resistencia –Chaco-.
Realizaríamos allí los primeros actos y homenajes y la primera marcha
hacia Margarita Belén. En esta ciudad, situada cuarenta kilómetros
al norte de la capital provincial, el 13 de diciembre de 1.976 fueron
concentrados y salvajemente asesinados presos políticos de diferentes
puntos del nordeste argentino. Uno de ellos era mi hermano Fernando.
El micro se llenó de gente, de emociones, de reencuentros. Fue una
hermosa e indescriptible mezcla de risas, alegrías, llantos y tristezas.
También fue el inicio de profundas amistades. Allí estaban –firmes-
el Pato Savio, María Eugenia, Amanda… por nombrar algunos de los
que hoy no están.
A tropa llena iniciamos el viaje y a la mañana siguiente estábamos
en la Plaza Central de Resistencia -una de las más hermosas de nuestro
país y lugar de encuentro para los actos-.
Era diciembre. Verano. El verano en el Chaco es muy especial: te
cocina. Y si estás en Resistencia, te hornea. Ese día no fue la
excepción, parecía que los milicos se hubieran ido dejando alguna
hornalla prendida.
Luego de varias actividades, nos concentramos en la Plaza para iniciar
la marcha hacia el lugar de la masacre. Allí los organizadores locales
habían construido un monumento: una Cruz, de quebracho, símbolo
de la fortaleza de los montes chaqueños.
Semejante calor no frustró las expectativas de los organizadores.
Mucha gente, autos, camionetas, camiones, colectivos, llenaron todos
los espacios frente a la tristemente famosa Brigada de Investigaciones
de la Policía Chaqueña, lugar de secuestros, torturas y muerte de
muchos militantes populares, por donde pasó gran parte de los fusilados
de Margarita Belén.
Como a las cuatro de la tarde, el Ratón Aranda, ex preso, anunciaba
la salida indicando el camino para llegar a la ruta y recorrer los
43 kilómetros hasta llegar al lugar elegido por los milicos para
perpetrar la siniestra farsa.
“Una emboscada de terroristas al convoy que trasladaba a los subversivos
detenidos hacia la cárcel de Formosa, con la firme intención de
liberarlos o eliminarlos”- decía la versión oficial.
Marchábamos lentamente por la ruta y en el micro flotaba un estado
de ánimo cada vez más denso. Se sentía el dolor, la angustia, la
rabia, la impotencia. No me podía meter en el pensamiento ni en
el corazón de los demás, pero intuía que, al igual que a mí, les
estaba pasando algo muy fuerte
El silencio hablaba. Mi imaginación –y tal vez la de todos- voló
hacia aquella madrugada. Y estuve en ese convoy y vi a esos hermanos
-héroes eternos- torturados, masacrados, atados con alambre, salvajemente
ejecutados.
Si algo le faltaba a esta película era música. Doña Amanda cubrió
el macabro silencio con su Pedacito de Hiel.
Pedacito de hiel
Flor hecha de sangre
Margarita Belén,
floreciendo con tus cuerpos
torturados, destrozados,
que viste caer.
Oh! Rinconcito de América.
Oh! Pedacito de hiel,
beso su polvo sagrado
que recibió mis entrañas
y abrazó la agonía
que transpiraba su piel.
¡Por qué no te abriste tierra
para enterrar a los otros
con sus miserias!
¡Infamia!
Con sus uniformes
¡Infamia!
Para ocultar la traición
¡Infamia!
Oh! Margarita Belén,
llora conmigo las muertes
que son pétalos sangrantes
oprimiéndome la sien.
Margarita, Margarita,
si eres mujer me comprendes,
tú que los viste caer,
¡Dime dónde los llevaron,
dime por Dios dónde están!
En mi pecho hay un gemido
Que no puedo contener.
Soy la madre de Fernando,
Quiero ser tierra también.
Oh! Magarita Belén.
Margarita... Margarita
Doña Amanda, mi vieja, madre de Fernando, uno de los fusilados,
conociéndola, la imagino pensando “que se la banquen, guachos de
mierda, yo vengo desde el 76”.
Fueron minutos agobiantes, difíciles de describir. El llanto unánime;
los puños crispados; el dolor en el pecho. Y el tremendo calor que
nos ahogaba más aún. Las ventanillas abiertas dejaban entrar un
aire que quemaba. Las lágrimas se mezclaban con pequeños hilos de
transpiración y caían bañando todo el cuerpo.
La música llegó a su fin, pero el inquebrantable silencio continuó
por un tiempo que pareció eterno, interminable.
Hasta que un fulano de esos que nunca faltan, con la voz casi quebrada
pero firme, gritó, desafiante, para que su voz llegue incluso a
los lejanos cuarteles en los que se esconden los asesinos.
-“LARRATEGUY, HIJO DE MIL PUTAS, POR QUÉ MIERDA NO LOS FUSILASTE
EN MAR DEL PLATA”-.
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101
Colonia Benitez, es un pueblo pegado a Resistencia, Chaco, a unos
10 kilómetros al norte, por la ruta al Paraguay. El nombre del pueblo,
tiene que ver con un Dr. un gallego de Buenos Aires, Don Félix Benitez
a quien el gobierno nacional, con Roca y otros atorrantes, le regaló
las tierras en 1.885 para “civilizar” la región, con ingleses, italianos
y gallegos y rajar a esa “chusma” de Tobas, Mocovíes, Guaraníes,
etc.
Don Benitez, tenía una hija, Margarita Belén y con su nombre y en
esas tierras, un poco más al norte se fundó otra ciudad, a partir
de una Cooperativa, con colonos también de Buenos Aires. Así nació
Margarita Belén, nombre tristemente famoso, después del último golpe
de estado cuando fusilaron en la zona a cerca de cuarenta presos
y secuestrados políticos.
Raúl Fernando Junco, “Junquito”, hombre del folklore y de tradiciones
bien argentinas, siempre homenajeando de todas formas al gaucho
argentino, fundamentalmente con su vestimenta, escritor, poeta,
músico, pensador, peronista desde el gateo, pero muy especialmente
un gran tipo, como se dice, un grande.
Junquito, como lo conoce todo el norte, aprendió a caminar entre
brochas y caños peronistas. A partir de la resistencia y de la vuelta
del viejo, estaba militando en Montoneros. Después del golpe, como
muchos, luego de andar recorriendo montes, resistiendo la milicada,
cayó preso y pasó unos años alojado en esos hoteles de la dictadura.
Por allá, por el 79, Junquito estaba hospedado en la Unidad Penitenciaria
Nº 7 (UP7) de Resistencia, en la celda 101 en la Planta Alta del
Pabellón 2.
En la madrugada, una madrugada tranquila, y claro, era la cárcel.
Toda la población carcelaria dormía o trataba de dormir, haciendo
la digestión de lo que habían cenado, una polenta con salsa, con
alguna papa, y una bola de grasa con algo de carne.
La madrugada pintaba serena y calma, la represión interna en las
cárceles se había calmado bastante y se puede decir que se podía
descansar. Todo el pabellón era una penumbra, algún grillo por ahí,
rompía la monotonía nocturna.
Algunos cuentan que fue una muela, otros en cambio, comentaban que
parece que la polenta no anduvo bien en la digestión de Junquito
y en el medio de la paz de la noche, las tripas de este Martín Fierro
del norte, empezaron a chillar y feo. Las celdas no tenían inodoro,
entonces los sobrantes del menú cuando había urgencias, generalmente
quedaban en una lata, pero parece que el problema de este gaucho
venía muy complicado y no habría lata que alcance..
Cuando la cuestión no dio para más, Junquito bajó el pasaplato de
la puerta de la celda y sacando la cabeza para afuera con desesperación
empezó el griterío, pidiendo el auxilio correspondiente al guardia
de turno.
Celadoooor…., celadoooor….
Ciento uno, arriba…., ciento uno, arriba….
Celadooooooor…., celadooooooooooor….
Ciento uuuuuno, arribaaaa…, ciento uuuuuuuuunooo, arribaaaaaaaaaaa……
Las directivas carcelarias indicaban, que ante cualquier urgencia,
debía llamarse a la guardia indicando el número de celda.
Justo aquella noche estaba de guardia un viejo celador, Don Golo,
un hombre que peinaba canas y estaba muy cerca de jubilarse.
A los milicos les había sido imposible formarlo y convencerlo en
el trato duro a los presos, no se había enganchado en la barbarie
y la locura de los militares y les ganó por cansancio. Un hombre
manso y tranquilo.
Cuentan por ahí, que además de no engancharse en torturas y malos
tratos, trataba de que los nuevos guardiacárceles fueran un poco
más humanos.
Esta gente son presos políticos, recuerden esto,. Después van a
ser Diputados, Senadores, Presidentes…. En este mismo Pabellón yo
le he visto hacer fajina a Lanusse, preso en la época de Perón y
después fue Presidente….
De esa manera, Don Golo demostraba sus diferencias con la barbarie
reinante.
Celadoooor…., celadoooor….
Ciento uno, arriba…., ciento uno, arriba….
Celadooooooor…., celadooooooooooor….
Ciento uuuuuno, arribaaaa…, ciento uuuuuuuuunooo, arribaaaaaaaaaa……
La cuestión que tanto gritó y gritó Junquito, que despertó a todo
el Pabellón y dejó a todo el mundo pendiente de este urgente pedido
de auxilio.
Al rato se escucha que lentamente se abre la puerta con su característico
ruido de llaves y rejas viejas.
A esa altura, ya nadie dormía y se podían distinguir algunas puteadas
para este gaucho de Colonia Benitez. La expectativa era total.
Don Golo, pasa la puerta con toda la parcimonia del interior, de
los años en la tarea, y sin ningún apuro, se le escucha que le responde
al damnificado desde la planta baja…
Sabe qué, mijo, si siente uno arriba, esta realmente jodido amigo.!!!!!
La carcajada fue una sola, el pabellón entero explotó, cientos de
compañeros pudieron disfrutar a boca de jarro de la ocurrencia de
este viejo carcelero.
Ya no importó la verdad de la historia o la discusión de si fue
la muela o una cagadera, durante años Junquito tuvo que soportar
la pregunta….
- “Che Junco, gauchazo de las pampas, a quién tenías arriba que
te hacía sufrir tanto aquella noche…..???”
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Embute
El “Patón” Maidana era un compañero de origen villero, llevaba varios
años desarrollando su militancia en este frente. De tradición obrera
y peronista, de cuna, desde siempre. Era una persona muy comprometida
con las luchas populares, así que no tardó en incorporarse a Montoneros.
Por aquel entonces no tenía un trabajo firme, se las rebuscaba haciendo
changas de todo tipo. Vivía en las afueras de Resistencia, Chaco.
La represión ya venía pesada en Resistencia, desde antes del golpe,
la Triple A y el CDO tenían el total respaldo del gobierno provincial,
pero con el golpe se puso todo mucho más duro.
Esta situación hacía que por seguridad, la organización esté continuamente,
cambiando los compañeros de zona y especialmente las casas operativas.
En uno de esos cambios, había que guardar algunos fierros y material
muy importante para la organización.
- Patón, chamigo, hay que guardar unos fierros y es urgente.!!
- En casa no puedo, la cana me tiene muy junado, …dejame ver.
El Patón sabía que el pedido era de suma importancia y haría como
siempre, lo imposible por cumplir la tarea. No tenía muchas opciones
por la situación que estaban viviendo la mayoría de los compañeros,
así que pensó y pensó en alguien que pudiera estar más limpio.
- Ya se, el cuñado me va a sacar de ésta.!!
Su cuñado era el Negro Jiménez. El Negro no era un militante político,
pero tenía más calle que todos los compañeros juntos. También de
las villas, peronista, muy lumpen, analfabeto, por hablar de escuela
claro, cada dos por tres caía en cana pero por algún que otro afano
para darle de comer a la tropa familiar, que era grande. El Patón
sabía que le gustaban demasiado los fierros y además era muy corajudo.
No tendría problemas.
- Como va chamigo.?
- Qué dice cuñao.!!
- Negro, vos sabés bien en lo que ando, por lo que peleamos, con
los muchachos.?
- Claro cuñao y como no.!!
- Negro, tengo algunos fierros que guardar, para cuando aclare la
cosa.!!
- No hay problema chamigo, yo se los tengo.!!
- No Negro, son fierros grandes, hay que guardarlos bien guardados,
tenemos que fabricar un embute.!!
- Un quéééé.?
- Un embute es un escondite bien hecho como para que no caiga en
manos de la milicada.
- Y Patoncito, lo hacemos en la villa, en casa.
- Pero, y tu gente.?
- Tranquilo, yo lo arreglo, la gorda no va a tener problemas.!!
Los dos eran medio oficiales de albañil, así que al otro día estaban
trabajando en el tema. En un par de días tenían el trabajo hecho
y para la envidia de la ingeniería.
El 76 siguió corriendo y la represión apretaba por todos lados.
El Patón y el Negro, no tardaron en caer presos. El Patón era demasiado
conocido por sus años de militancia y el Negro, por las dudas.
Los milicos sabían que andaba fierrerío pesado por la zona y andaban
locos buscando y siguiendo algunas pistas que apuntaban al Patón.
Cuentan que fue muy torturado y ese era uno de los motivos, pero
el loco era muy duro y no aflojó nada. Por otro lado al Negro también
le dieron sabiendo de su parentesco y también apretaron a la familia.
Eran duros estos chaqueños y si no aflojaban por conciencia militante,
lo hacían por la simple bronca a los milicos. Y el Negro tenía muchas
garroteadas encima como para achicarse.
La cuestión que el embute seguía tranquilo en su lugar, había zafado
un par de allanamientos y los milicos ya habían descartado la casa
de ambos, lo que no dejaba de ser una tranquilidad para los muchachos
dentro de la cárcel.
Ambos estaban en la Unidad Penitenciaria Nº 7 que estaba en la ciudad
de Resistencia. El Patón pudo adaptarse enseguida ya que todos sus
compañeros del pabellón eran presos políticos, y aunque de otra
manera, se seguía militando y resistiendo desde adentro. El que
al principio andaba perdido y como sapo de otro charco era el Negro,
pero poco a poco, con la solidaridad de los compañeros, se fue acomodando.
Dentro de las cárceles, la militancia política no dejaba de fortalecerse,
la solidaridad, el compañerismo y la entrega a los demás fueron
siempre una regla, una línea de acción.
La fortaleza política e ideológica de los compañeros de las organizaciones
revolucionarias permitía un alto grado de resistencia y además se
planteaba internamente el crecimiento político tanto individual
como colectivo, con la firme intención de continuar la lucha una
vez en libertad.
Al proyecto de destrucción física, psicológica y especialmente ideológica
de la dictadura, dentro de las cárceles, se contrapuso firmemente
un proyecto de crecimiento político de las organizaciones.
Y la UP7 no fue la excepción a esta lucha. Como en la mayoría de
las cárceles, para cumplir tal objetivo, existían en forma clandestina
o no tanto, dependiendo de la época, las escuelas de formación.
Estas escuelas tenían diferentes niveles, de acuerdo a cada compañero.
Desde economía, sociología, algo de ingeniería etc. para los compañeros
más avanzados, y como enseñanza básica en matemáticas, lengua, historia,
geografía, etc. para aquellos que no pudieron ir a la escuela. Lo
que era una constante en todos era el análisis político y las discusiones
ideológicas pero siempre dentro de un objetivo de crecimiento. Por
ahí pintaban algunas clases por supuesto teóricas de manejo de armas
y esas eran las que el Negro no quería perderse.
La cuestión que el Negro no sabía ni leer ni escribir así que en
cualquier momento le tocaba la escuela.
- Negro, la semana que viene te toca la escuela.!!
- La escuela, me esta cargando chamigo.!!
- No Negro, los muchachos te van a enseñar a leer y escribir. Si
te esforzás vas a poder leer los documentos nuestros y además le
vas a poder mandar unas cartas a tu familia.
- Te parece… le podré escribir algo a la gorda.?
- Claro Negro, y ahí le decís lo mucho que la querés…
- Y ella me podrá contestar.?
- Claro Negro, que se fue con otro….
- Que te parió chamigo…
Así el Negro se convenció y empezó las clases para aprender a leer
y escribir. Era su pequeño sueño.
La comunidad carcelaria sabía de la historia del Negro y de su familia
y los valoraba enormemente por haberse bancado torturas y otras
yerbas y no haber cantado nada, ni una pista del embute.
Pasaron un par de meses, estaban los compañeros discutiendo algunas
estrategias de resistencia carcelaria en el patio del Pabellón 2,
cuando aparece el Negro con una euforia desmedida, los ojos grandotes
y la geta de oreja a oreja a los gritos como para que escuchen hasta
Thomas y Ceniquel allá en la Brigada. Llegó el Negro con paso rápido,
con un pequeño pedazo de papel de cigarrillos.
- Cumpas, cumpas…
- Qué mierda te pasa Negro, por qué gritás.?
- Es que gracias a ustedes ya se leer y escribir…Hice mi primer
frase, mi primer oración, con verbo y todo..
- En serio, buenísimo, te dijimos que lo ibas a lograr.!!
- A ver Negro atorrante, qué escribiste, mostranos, cariños para
la gorda seguro….
- No, no, escuchen…
- El Negro se paró firme como para dar un discurso de candidato,
se puso serio, a todo esto, el resto de los compañeros del Pabellón
estaban atentos, un silencio total, como de respeto a este gran
compañero y a su crecimiento.
El Negro, muy emocionado, con los ojos grandes y clavados en el
pequeño papel, juntó aire en los pulmones y se mando la primera
gran frase de su vida, como dicen, a boca de jarro…
- “EL PATÓN ME DIO UNA PALA PARA HACER EL EMBUTE.”
El grito de los compañeros fue unánime y seco.
- “NEGRO, CALLATE Y LA RECONTRA PUTA MADRE QUE TE PARIÓ”.
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Copérnico
“La cárcel para nosotros, fue una de las épocas más lindas de nuestra
vida, dejando de lado lo que fue la crueldad y sí, lo que hace a
la experiencia humana. Es difícil que afuera, alguien pueda experimentar
la solidaridad las 24 horas del día por parte de sus compañeros,
como era en la cárcel, aún estando en celdas cerradas.” (Armando
Benitez – Resistencia – Chaco)
Armando Atilio Benitez, “Manín”, nacido en Tirol, cayó preso a los
18 años, en octubre de 1.974, militando para el FAS (Frente Antiimperialista
por el Socialismo), y estuvo gozando de la hospitalidad militar
hasta noviembre de 1.981. En la actualidad, “Manín” vive en Resistencia
y sigue peleándola por todos lados, fundamentalmente desde su Gremio
Municipal y desde la CTA.
Para los militantes de las diferentes organizaciones revolucionarias,
la cárcel era y es una posibilidad siempre presente. Frente a esta
realidad, los compañeros se formaban de diferentes maneras para
enfrentarla.
La burguesía y la oligarquía pretendían la destrucción física, el
aniquilamiento de esa militancia. Con muchos compañeros que fueron
detenidos, no lo pudo lograr, para ellos estaban las cárceles, para
la destrucción psicológica, quebrarlos individual y colectivamente
como seres humanos, pero fundamentalmente quebrarlos ideológicamente.
Para enfrentar esta realidad, dentro de las cárceles, las Organizaciones
funcionaban estructuralmente, teniendo sus variaciones de acuerdo
a la época y a la dureza del régimen.
Antes del golpe, en las cárceles, las organizaciones como el PRT
(Partido Revolucionario de los Trabajadores) y Montoneros tenían
su estructura más abierta o semiclandestina. A partir del golpe,
para resistir, la estructura pasó a ser totalmente clandestina.
De todas maneras, tanto antes como después del golpe, la formación
política e ideológica tenía como objetivo colaborar con la lucha
desde adentro y el fortalecimiento individual y colectivo para seguir
luchando cuando se salga en libertad.
En ese plan de formación, en las cárceles, funcionaban en forma
abierta o clandestina, de acuerdo a la época, las escuelas. Dependiendo
de los compañeros y el grado de formación con el que ingresaban,
se enseñaba economía, política, sociología, literatura, por supuesto
formación ideológica, y por ahí hasta el manejo teórico de armas
y defensa personal.
Había también, muchos compañeros que ingresaban y estaban muy cercanos
al analfabetismo, con mínimos conocimientos básicos en cuanto a
escolaridad, sin dejar de valorar toda la infinidad de conocimientos
en cuanto a la cultura del lugar de donde provenían, costumbres,
trabajo, etc. Para estos compañeros en la escuela, había matemáticas,
lengua, historia, geografía, etc.
Nuestro querido “Manín”, nos cuenta una de estas historias en la
cárcel de Rawson.
Con el Operativo Independencia, diseñado por la CIA, Ejército Argentino,
y avalado por Isabel, Lopez Rega, Triple A, políticos de varios
colores, derecha y no tan derecha, y también debido a las grandes
huelgas del norte, habían llegado a Rawson muchos compañeros Tucumanos
y Santiagueños.
Era una táctica del Ejército, lo que denominaban “Tierra arrasada”
o “Quitarle el agua al pez” similar a Vietnam, en el combate a la
Compañía del Monte Ramón Rosa Jiménez del ERP (Ejército Revolucionario
del Pueblo). Se detenía a campesinos masivamente, cañeros, hacheros,
jornaleros de todo tipo, gente de campo y de monte con el fin de
quitarle colaboración a la guerrilla. Cuentan que en una oportunidad,
en un pequeño pueblito cercano a las zonas de combate, el Ejército
detuvo a todos los jugadores en un partido de fútbol, no se salvaron
ni los técnicos, ni aguateros, incluidos algunos hinchas.
Como también era un objetivo del Ejército alejarlos de su zona de
trabajo, de su familia, de su pueblo, etc. se los llevaba detenidos
lo más lejos posibles. Por estos motivos, llegaban a Rawson estos
compañeros, y muchos de ellos no habían pisado la escuela.
- Chaqueño,…Manín…
- Sí, qué te pasa Negro.?
- Ahí cayeron unos compañeros del norte.!!
- Sí, ya se, Tucumanos la mayoría.!!
- Vamos a tener que empezar de cero con algunos de ellos, no saben
ni leer, ni escribir.!!
- Y cuál es el problema.? Le avisamos al Coco para que los meta
en la escuela.!!
El Coco, Oscar Donene, era un Arquitecto de la provincia de Buenos
Aires, tenía en aquel entonces unos sesenta años, por supuesto,
uno de los más veteranos de la tropa, militante del PRT, había sido
maestro y estaba encargado de la alfabetización de los compañeros.
En una de las celdas, la más segura, se juntaban dos o tres compañeros
y diariamente se daban las clases.
En una oportunidad estaba el Coco con dos Tucumanos y un Santiagueño
en esta responsabilidad de la alfabetización, uno de los Tucumanos
era un tal Antonio Romano, un negrazo, cañero de los ingenios azucareros
de la zona de Esperanza. Malo como él solo, no había fulbito que
no se enbroncara. Dicen que no veía la hora de volver a los pagos
para cobrarle a un cabo del Ejército, que lo había torturado.
En los días anteriores habían dado Matemáticas y parece que se había
enganchado bastante bien. El Coco, para enseñarle algunas cuentas,
les daba como ejemplo las cañas de azúcar.
- Una caña + una caña, son dos cañas.
- Dos cañas + dos cañas, son cuatro cañas.
Y así iba avanzando. Por supuesto que además el Coco, también le
sacaba cuentas de cuantas cañas cortaron en un jornal y cuánto les
pagaban, y que la plusvalía y que la explotación, etc. A final de
las cuentas el Negro puteaba…
Ese día habían empezado con Geografía. Y el Coco armó su programa
de enseñanza como de afuera hacia adentro.
Que el universo, las estrellas, el sol, los planetas, para llegar
a nuestra casa, la tierra, bueno, nuestra es una forma de decir…
Estaba el Coco meta dibujos en el piso con un pedacito de ladrillo.
- Bueno compañeros, nosotros vivimos aquí, esta es nuestra gran
casa, la Tierra.!!
Y empezó una circunferencia, con América incluida.
- Coco, por qué se llama América.?
- Por un navegante Italiano, pero eso lo vamos a ver después.!!
Siguió con Argentina y más o menos les marcó la zona de Tucumán
y Santiago.
- La Tierra, es como una gran pelota que da vueltas alrededor del
sol y que también da vueltas sobre sí misma, sobre un eje, de Polo
a Polo, por eso las 24 horas del día….. El que descubrió todo esto
fue Copérnico, un Polaco, allá por el 1.500 y dicen que por eso
se puso la Iglesia en contra, les había cambiado la bocha.
El Antonio lo miraba y lo miraba sin largar una palabra y poco a
poco iba frunciendo el ceño.
- Entonces del otro lado de la pelota está, por ejemplo China, escucharon
hablar de Mao.?
- Así que cuando nosotros estamos aquí arriba, los Chinos están
aquí abajo….
Y en lo mejor de la clase, el Antonio se paró, una cara, como cuando
recordaba al Cabo aquel. Se le pone al Coco casi tocándolo con la
nariz, como midiéndolo. Dicen que el mejor golpe de los Tucumanos
es con la frente.
- Decime vos culiao, cabrón, guebón, yo no se leer ni escribir,
pero tampoco soy pelotudo.
- Pero, qué le pasa compañero.?
El Coco no salía del asombro..
- Qué compañero, ni compañero.!! Vos me estás cargando hijo de puta,
te crees que por ser de la faculta nos vas a agarrar para la joda
y la puta que te parió.!!
- Pero compañero, no te entiendo. Qué te pasa.?
Para ese entonces los otros dos alumnos le estaban agarrando de
los brazos, de las patas. Si antes era negrazo como un carbón, ahora
estaba rojo, como una brasa, de la bronca.
- Qué mierda te crees, de la ciudad grande, mirá que el mundo va
a ser redondo, y que da vueltas y un eje y que se yo cuántas guebadas
más. Decime sabiondo, que te parió, y qué pasa cuando estamos abajo,
nos caemos todos, a ver decime culiao….?
El Coco era un papel, realmente pensó que lo fajaba el Negro y además
totalmente sorprendido con la reacción.
Para ese entonces, ya había varios compañeritos de las celdas vecinas
chusmeando, no podían creer lo que estaban viendo y escuchando.
Y así, empezó una carcajada general. Para qué, más se calentaba
el Antonio. Lo tuvieron que agarrar entre seis por lo menos y llevarlo
para su celda.
- Este está como los curas del 1.500, que no le creyeron al Copérnico....
Decía el Coco.
De lejos se lo escuchaba al Antonio.
- Ya vas a ver, te voy a cagar a trompadas a vos y al Copérnico
ese…se cree que porque soy bruto me va a cargar así y la puta que
lo parió….
Y así estuvo como un mes, sin hablar con nadie, solo con los Tucumanos.
Algunos de ellos, que habían podido estudiar, lo fueron poco a poco
convenciendo de las verdades del Coco y con el tiempo se fue calmando.
Una tarde estaba el Coco con otros compañeros en una clase de Matemáticas
y se asoma el Antonio.
- Don Coco, vengo por unas disculpas compañero.!!
- Pues claro, viejo, no pasó nada.!!
- Los muchachos me convencieron.!!
- No te hagás drama, y quedate a compartir, estamos dando un poco
de Matemáticas…
- Coco, me quedó una pregunta de todo aquello, al final que pasó
con el Copérnico ese…?
- Lo persiguieron bastante hermano.!!
- Qué cabrones, por eso….. no habrá sido el Bussi.?
- No Negro, ese es peor todavía…
- Sigamos muchachos, estábamos con lo de la Raíz Cuadrada…
Hombre de monte, de campo y conocedor de sus raíces,….. mmmm.….una
raíz con forma cuadrada, murmuró el Antonio… mmm, empezó a fruncir
nuevamente el ceño y a apretar los puños...
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Nüremberg,
que lejos estás!!!
El Proceso de Nüremberg
Aquel juicio histórico de los países aliados contra los jerarcas
nazis, que se inició un 20 de noviembre de 1.945 y finalizó el 1
de octubre del año siguiente, este pionero y espectacular acto de
justicia, mantuvo expectante a todo el mundo y muy especialmente
a los estudiosos del Derecho Internacional.
Allí se juzgaron por primera vez, crímenes de guerra y crímenes
contra la humanidad, en estos últimos se incluyó al asesinato, al
exterminio, la esclavización, la deportación u otras acciones inhumanas
cometidas contra la población civil y la persecución por motivos
políticos, raciales o religiosos, crímenes denominados hoy, de Lesa
Humanidad.
A partir de este magnífico ejemplo jurídico internacional, los pueblos
del mundo entero, confiaron que se iniciaba una nueva etapa en la
defensa de los derechos del ser humano.
A partir de Nüremberg se fundó la idea de que hay derechos universales
del hombre que ningún gobierno puede pisar libremente sea en tiempos
de guerra, sea en tiempos de paz, sea en contra de sus propios ciudadanos,
sea en contra de los ciudadanos de otros pueblos.
Un par de años después, un 10 de diciembre de 1.948 se reafirman
las esperanzas de los pueblos ante la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, la Convención contra el Genocidio y seguidamente
gran cantidad de instrumentos legales del Derecho Internacional,
que fueron armando las bases para la defensa de la vida, especialmente
en los pueblos del denominado tercer mundo….
La camioneta de Gendarmería Nacional estacionó frente al Colegio
Don Bosco de la ciudad de Resistencia, provincia del Chaco Argentino,
en pleno centro, calle Italia al 400, cuando el sol chaqueño ya
no castiga como en las horas previas. La gente, que a esa hora circula
con mucha frecuencia, ni notó el operativo, parecía más una visita
de amigos.
- Alberto Valuzzi?
- Sí, Sr. Qué necesita?
- Tenemos una orden de arresto del Sr. Juez Carlos Esquidelsky.
- Esta bien, los estaba esperando… Negra, pasame el bolso y ya sabes,
no te preocupes, en unos días estoy de vuelta….
Hace muchos años ya, que en toda la legislación internacional referida,
se da por cierto, que cada Estado es responsable por el respeto
a los Derechos Humanos en su territorio y en el caso de ser violados,
el castigo a los culpables.
“ Juramos por Dios eterno, juramos por el espíritu de nuestros muertos,
juramos por todas las víctimas de una justicia antinacional, juramos
por el alma del pueblo alemán que seguiremos a nuestro Führer en
su camino como juristas alemanes hasta el fin de nuestros días.”
(Asociación Alemana de Jueces.- 1.933)
Desde la denominada Noche de las Corbatas, tomando como ejemplo
de persecución, muerte a aquellos profesionales del Derecho que
se dedicaron a cumplir el juramento, que nada tuvo que ver al anterior
juramento nazi, y sí, para que se cumplan las leyes en defensa de
un pueblo indefenso ante el aparato del Estado. En nuestros días
y ya hace más de treinta años, podemos asegurar, observando la realidad
que nos rodea, que nuestros Jueces han realizado un juramento parecido
al de los Jueces alemanes, defendiendo en nuestro caso los intereses
del poder nacional e imperial.
El pacto de sangre y silencio entre civiles y militares, que se
adueño de la vida de este país a partir del golpe de 1.976, ha estado
por más de treinta años, bajo el resguardo de una red de in – Justicia,
que se inició en forma masiva con el golpe y fue posteriormente
perfeccionada por Alfonsín, Menem, y siguientes.
Aquella esperanza de un Nüremberg
como llave de protección de las sociedades indefensas ante los aparatos estatales
se fue diluyendo año tras año. Latinoamérica toda, es un ejemplo
de la desprotección de los pueblos en todas las áreas y muy especialmente
en el área jurídica.
Latinoamérica esta regada de sangre del pueblo, miles y miles de
muertos, desparecidos, presos, exiliados, perseguidos, torturados,
bebés robados, propiedades robadas, corrupción y el robo permanente
y legalizado hacia y desde el Estado.
Dónde están para Latinoamérica, dónde están para Argentina, las
millones de hojas y hojas que desde aquel 1ro. de Octubre de 1.946
se han escrito y escrito por la defensa de los Derechos Humanos.
Cuántas convenciones, tratados y convenios internacionales, ha firmado
el estado Argentino desde aquel entonces.?
Letra muerta, como los miles de muertos que ha producido.
Las Leyes son claras, pero de una significativa debilidad ante la
Justicia que las administra, ente el sistema político y sobre todo
ante las armas del poder económico.
Lentamente se abría la puerta de hierro da aquella casa gris en
el centro de Resistencia..
- Beto, volviste!!!
- Te dije Negra, que no era para preocuparse, puro papeleo nomás…
- Pero, qué pasó?
- La mina esa, la Morressi…
- La de Piérola, uno de los de Margarita Belén?
- Sí, la del Montonero ese, que bien muerto y escondido está.. Metió
una denuncia en Méjico, pero el Juez, Carlitos se va a encargar
de cajonearla…
- Pero si en treinta años no jodieron, qué quieren hacer ahora?
- Nada Negra, nada…Simplemente por ahora no puedo salir de casa…
Internacionalmente, la idea de una Corte Internacional que juzgue
los crímenes de Lesa Humanidad sigue tímidamente dando vueltas,
se forma para casos específicos y si el imperio autoriza, como Yugoslavia
o Ruanda, pero no con la estabilidad que debería tener.
En Latinoamérica como en nuestro país, los crímenes fueron contra
el pueblo, que ideológicamente estaba buscando otros caminos para
lograr su liberación.
Pero estas luchas sociales, con metas revolucionarias, son miradas
con recelo por los países imperiales. Contradictoriamente, Jueces
de esos países han condenado a muchos de estos asesinos de la dictadura.,
tomando así distancia de la “Justicia” Argentina, pero especialmente
por casos de ciudadanos de sus propios países.
En este sufrido país, la red de la “Justicia”, armada desde la dictadura
y profundizada después ha cumplido perfectamente con las exigencias
y condiciones para la retirada de los militares a los cuarteles.
El trabajo sucio estaba totalmente realizado y todo trabajo bien
cumplido debe ser premiado. Y ese premio tiene nombre IMPUNIDAD.
En esta sociedad, la Justicia es el instrumento que el pueblo tiene
para lograr cierto equilibrio social, la impunidad rompe ese equilibrio
y no permite su desarrollo como pueblo, como nación.
En Argentina como en Nüremberg
, se han juzgado a algunos jerarcas, la gran mayoría, desde la segunda
hasta las últimas líneas, aquellos que dicen que recibieron las
órdenes, los que patearon las puertas, torturaron, violaron, asesinaron,
etc. hoy siguen libres, y muchos de ellos en funciones públicas.
La sociedad como tal, continúa herida y de esta manera el desequilibrio
persiste. Esta red política y jurídica que administra este país
continúa manteniendo ese desequilibrio llamado impunidad.
Fueron miles los responsables de las atrocidades cometidas, y hoy,
muchos de ellos, continúan, de una manera o de otra, administrando
nuestras vidas.
Las Leyes del desequilibrio, Indulto, Obediencia Debida y Punto
Final fueron el arma legal de esa impunidad. Hoy derogadas, en los
hechos, no es así, esta red de impunidad continúa efectiva..
Esta vez no era una camioneta de la Gendarmería, un patrullero de
la Policía de la Provincia del Chaco, se estacionaba frente a la
casa del Sr. Valuzzi. Dos oficiales llegaban con otra Orden de Arresto.
- Hola Beto!!
- Qué haces viejo? Y ahora qué pasa?
- Y sí Beto, ya sabes cómo es esto!!
- Y por qué tema?
- Por la Brigada, la Causa Caballero.!!
- Bueno vamos.!!
- Beto, te preparo un bolso?
- No Negra, seguro que ya vuelvo.!!
El Nunca Más, no es sólo una consigna de los Organismos de Derechos
Humanos, el Nunca Más era la idea de la formación de una nueva sociedad
basada en el respeto a sí misma. Y el respeto pasa por una serie
de valores que hasta ahora han sido siempre pisoteados. Si no existe
el castigo a semejantes crímenes, la sociedad misma incorpora esos
crímenes en su interior, como algo normal, perdiendo de esta manera
la categoría de crimen. De esta manera la sociedad va perdiendo,
como esta ocurriendo, uno de sus valores esenciales, la anhelada
justicia.
En nuestro país, es la sociedad misma la que ha batallado para acercarse
a la verdad. No ha sido el Estado o los Gobiernos que lo administran
y por supuesto, no ha sido la red de in – justicia armada por el
propio agresor.
Las pocas Causas abiertas, considerando la dimensión de los crímenes,
se han ido alimentando de la investigación y la búsqueda de la verdad
de la sociedad misma, a través de los familiares de las víctimas,
de sobrevivientes, de los organismos de Derechos Humanos, entregando
los elementos suficientes para procesar a miles de asesinos, cómplices
y encubridores de los crímenes más atroces que haya sufrido la sociedad
argentina.. La dificultad de avanzar está en esa red de in-Justicia
que funciona como un escudo perfectamente diseñado para que una
mínima parte de los responsables tenga un Proceso, Procesos éstos
que se nutren de cantidad de artimañas legales para ir a paso de
tortuga o mejor dicho de cangrejo.
En definitiva, hay mucha verdad lograda, pero no tenemos Justicia
para castigar a los responsables. Sin esta Justicia, la amenaza
de volver cuando el poder lo disponga, seguramente cuando sienta
que el pueblo atenta contra sus intereses, esta amenaza estará siempre
latente y expectante.
El patrullero que lo había llevado ante el Juez que atiende en la
Causa de La Brigada de Investigaciones del Chaco, lo dejó en la
puerta de su casa, no sin antes acompañarlo a comprar algunas mercaderías
necesarias en su hogar. Se despidieron como amigos de toda la vida..
El joven Oficial lo saludó con amistad y respeto.
- Don Beto, sepa Usted que lo consideramos un gran ejemplo para
nosotros. Es un honor estrechar su mano.
- Gracias muchachos, como ven, esta guerra no esta acabada, ustedes
son nuestra esperanza.
- Con gusto señor!!!
Roberto Valuzzi, “Beto”, para todos, Agente Civil de Inteligencia
del Ejército (SIE), paramilitar a decir verdad, fue un operador
muy activo de las patotas represivas, vínculo directo entre el Ejército
y las Fuerzas de Seguridad en todo el Nordeste, Policía Federal,
Policías Provinciales, Gendarmería, Prefectura. Dirigía personalmente
los operativos de detención y secuestro, las sesiones de tortura
tanto en la Brigada como en los Calabozos de la Liguria, el RI9
de Corrientes, Santa Catalina también de Corrientes. Valuzzi ya
había sido vinculado en toda la represión del nordeste por el Informe
Parlamentario de 1.985 y especialmente en el fusilamiento de Margarita
Belén.
En 23 años nunca había sido ni siquiera citado en algún estamento
de la Justicia tanto Federal como Provincial.
En el 2.007 queda por primera vez acusado según las normas de esta
in – Justicia en una denuncia realizada por una ex presa, María
Julia Morressi en Méjico.
Valuzzi fue responsable de la detención y tortura de ella y especialmente
de Fernando Piérola, su esposo, mi hermano. Fernando sufrió las
más terribles torturas, primero en La Casita de Posadas, luego en
el RI9, luego en la Alcaidía de Resistencia, picana eléctrica, submarino,
golpes, quemaduras, tres días colgado de los pies en el RI9 y posteriormente
torturado salvajemente hasta casi morir en el Comedor de la Alcaidía,
junto con otros compañeros, luego todos fusilados en Margarita Belén,
Fernando, al igual que otros hermanos, aún continúa desaparecido.
La historia de Fernando, es una más, en los cientos de crímenes
que tienen relación con el Sr. Valuzzi, seguramente éste sea uno
de los más terribles por el ensañamiento, terminando en la fiesta
de orgía y sangre que fue Margarita Belén.
“Beto”, Valuzzi, es uno de los miles de asesinos que hoy siguen
protegidos por el escudo de la impunidad, lo pongo como ejemplo
porque fue el quien comandó el operativo de detención, quien lo
torturó y finalmente uno de los que participó en el fusilamiento
en Margarita Belén a aproximadamente cuarenta compañeros.
A “Beto” Valuzzi, como a otros miles de asesinos, la in-Justicia
Argentina, administrada por los mercenarios del poder y de la muerte,
los a premiado con ese escudo de impunidad.
Si este hombre y quienes lo acompañaban hubieran estado en la Alemania
del Führer, sin dudas formarían parte de los escuadrones de la muerte
de las SS y la GESTAPO o administrando alguno de los Campos de Exterminio
de los nazis. Ideológicamente son lo mismo, aparte de cambiar las
épocas, han cambiado los imperios agresores y sus lacayos locales
Para este señor de las capuchas, la picana, dueño de las noches,
de la vida y de la muerte, para este señor, dueño del terror, de
la soberbia y de la barbarie, la ejemplar Justicia Argentina lo
castiga de la misma manera que lo hacían nuestras madres cuando
éramos niños.
- Nene, te portaste mal, hoy no salís de casa.!!
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Plan
Cóndor
El Negro Carlos, era obrero textil en una fábrica en las afueras
de Santiago, Chile. Cuarentón, estatura media, cuerpo firme, carácter
fuerte, de esos que le das media vuelta y arranca enseguida, pero
más bueno que la Madre Teresa, el color de la piel y su pelo están
aclarados al principio.
Estela, su mujer, era menuda, pura fibra, de esas que no se achican
por nada, maestra, trabajaba en una escuela en un barrio cercano
a la casa de ambos.
Él era miembro de la Comisión Interna de la fábrica y ella del Gremio
Docente de Santiago. Ambos, se conocieron en las reuniones y asambleas
de campaña para lo que posteriormente fue el triunfo de la Socialista
Unidad Popular (UP) el 4 de septiembre de 1970 en Chile y que llevó
al gobierno a Salvador Allende.
Hasta el momento en que la banda de Carabineros comandados por Pinochet
y Cia. y bajo las órdenes norteamericanas, cortaron uno de los proyectos
sociales más revolucionarios de América; Carlos y Estela trabajaban
a fondo en importantes proyectos del nuevo gobierno socialista.
El Negro estaba totalmente comprometido con la actividad gremial
y los nuevos planes productivos. Estela se dedicó profundamente
a los planes de alfabetización en los barrios, basados en revolucionarios
programas de alfabetización.
Hasta que llegó el 11 de septiembre de 1.973, fecha del sangriento
golpe pinochetista que culminó con el asesinato del Presidente y
de miles de compatriotas chilenos. A partir de entonces, el matrimonio
inicia una trágica aventura para salvar sus vidas.
El mismo día, fueron a buscarlos a su casa. Pero ya no estaban.
En el cajón de una vieja camioneta de unos compañeros no tan comprometidos,
o no tan buscados, salieron de Santiago, se refugiaron al sur, en
la montaña, en la granja de unos campesinos que conocieron en los
programas de producción. Al mes, pudieron cruzar la frontera hacia
Argentina por un paso casi desconocido que le indicaron unos compañeros
Mapuches.
Finalizando el año 1.973, ya estaban viviendo en las afueras de
la Capital Federal, más específicamente en San Martín, lugar donde
Carlos pudo conseguir trabajo fácilmente por ser una zona con gran
cantidad de pequeñas y medianas industrias textiles.
A Estela le costó un poco más, pero se las arregló como empleada
en un almacén del barrio.
No tenían hijos, lo cual no dejaba de ser una gran tranquilidad
para el difícil momento que estaban viviendo.
La fibra militante y su sobrado compromiso político los llevó a
que al poco tiempo estuvieran vinculados a la comunidad de compañeros
exiliados chilenos y a diferentes organizaciones argentinas que
les dieron apoyo, lo que les facilitó mucho sobrellevar la traumática
experiencia de vivir el exilio.
La situación del país era de relativa calma represiva, comparada
con lo que estaba pasando del otro lado de la cordillera. La gran
mayoría de los presos políticos había recuperado la libertad y existía
una gran efervescencia social y política.
De todas maneras, eran muy cuidadosos, desconfiados y siempre atentos
a ciertas medidas de seguridad que habían aprendido con compañeros
del MIR allá en sus tierras.
A fines de 1.975, era cada vez más intensa la actividad reaccionaria
de la Triple A , también eran cada vez más frecuentes las incursiones
de los Servicios de Inteligencia del Ejército de Pinochet por suelo
argentino y muy especialmente, después de la reunión de los altos
mandos de los ejércitos del Cono Sur en el Hotel Carrasco de Montevideo,
donde y cuando las cúpulas militares avanzaron en ese pacto de sangre
y terror denominado Plan Cóndor. Esta realidad los hizo evaluar
la posibilidad de ir por tierras más seguras.
Pensaron en España o Francia, pero al final, por contactos, decidieron
hacer una primera etapa en Brasil, país que estaba saliendo de aquella
dictadura iniciada en el 64 pero mucho menos dura de lo que se estaba
viviendo por estos parajes.
Se instalaron en San Pablo y al poco tiempo estaban en la lista
de refugiados del ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas
para Refugiados) entidad que tuvo un rol muy importante en la recepción
y ubicación de exiliados políticos del sur americano.
Corría el mes de diciembre de 1.978, cuando los conocí en este lugar
que funcionaba en el Arzobispado de San Pablo.
Don Paulo Evaristo Arns era el arzobispo de esta Diócesis considerada
la más grande del mundo.
Don Paulo, con un corazón, una sabiduría y una solidaridad enorme,
le abrió las puertas a todos los exiliados políticos de toda Latinoamérica
que fundamentalmente y por aquel entonces se encontraban en Argentina.
Paraguayos, Uruguayos, Chilenos, Centroamericanos y mayoritariamente
Argentinos pudieron escapar al horror luego del 24 de marzo de 1.976
e instalarse en el país del zamba buscando algo de seguridad ante
esta nueva tragedia americana.
El Arzobispado estaba en pleno centro de San Pablo, una ciudad con
quince millones de habitantes y principal eje industrial de la décima
potencia económica del mundo. Era el paso obligado de miles de refugiados
que eran desarraigados de sus culturas, costumbres, familias por
pensar diferente, por querer otra historia para sus pueblos.
En esta, nuestra segunda casa, se mezclaba una riqueza inmensa de
idiomas, costumbres, culturas, tristezas, alegrías y sueños, muchos
sueños. Y todo esto la hizo inolvidable.
Era una casona enorme, antigua, pero como toda propiedad de la Iglesia,
en perfecto estado.
Ya hacía algunos años que nos habían facilitado una de las habitaciones
para las reuniones de los extranjeros. Es difícil recordar caras
y nombres de tanta cantidad de compañeros y familias que pasaron
por el lugar. Muchos de nosotros, no pensábamos en una partida para
tierras más lejanas. Queríamos pensar en un pronto regreso.
Esta idea nos llevó a empezar reuniones más frecuentes, teniendo
como objetivo la organización de alguna entidad que nos una. Muchos
planteos políticos e ideológicos quedaron atrás, superados, nos
unían cuestiones de fondo que nos hicieron crecer.
Así, con este horizonte, nació el Comité Brasilero de Solidaridad
con los Países Latinoamericanos, el CBS. Entidad que nacía con la
energía del Partido de los Trabajadores (PT), el Movimiento Sin
Tierra (MST), las Comunidades Eclesiásticas de Base, CLAMOR una
entidad Ecuménica de Defensa de los Derechos Humanos, otras entidades
sociales brasileras y por su puesto el apoyo de Don Paulo.
De esta manera, nos juntábamos militantes de diferentes países y
de diferentes extracciones políticas latinoamericanas. Habíamos
logrado metas y objetivos en común, fundamentalmente luchar por
nuestros pueblos, que era una solo.
Como la mayoría estaban bastante al pedo y sin laburo fijo, la dedicación
a las actividades del CBS eran a pleno, “full time”. Nos pasábamos
muchas horas del día en esa hermosa casona paulista.
Y allí pasaba de todo, historias de todo tipo.
La mayoría eran el resumen de la gran tragedia que de alguna manera
o de otra, todos estábamos viviendo, pero muchas otras eran típicas
del humor latino que felizmente nos caracterizaba a casi todos.
No es ninguna novedad hablar de las costumbres futboleras del pueblo
brasilero y de la alegría con que llevan esta pasión a todas las
áreas de su cultura afroamericana y en el CBS no estábamos exentos.
Eran los inicios del año 79, estaba a punto de jugarse la final
entre dos de los equipos más grandes y populares de la pueblada
paulista. El Corinthians que se extendía principalmente por las
populares zonas industriales del ABC paulista y el San Paulo, no
tan popular, que hacía de local en el coloso Morumbí.
Era un miércoles, el partido estaba programado para las 21 Hrs.
Por casualidad, día y hora de nuestra reunión semanal del CBS.
Como era de esperarse, la tropa brasilera ni aportó, recién aparecerían
después del partido, llorando algunos, danzando otros, pero todos
con la energía de siempre sin importar el resultado.
La cuestión es que como siempre, desubicados política y deportivamente,
los extranjeros igual hicimos la reunión.
El negro Carlos, había caído con dos parejas de compatriotas chilenos
que ya hacía como dos meses frecuentaban el lugar. Tenían un cagazo
y una paranoia difícil de explicar, peor que si estaban en el centro
de Santiago. Todos sabíamos que la habían pasado feo, pero ya habían
pasado varios años y algunas cosas no se entendían.
Algunas medidas eran comprensibles, pero en lo general se pasaban
de vueltas. Controles de seguridad, citas, nombres de guerra, siendo
que por otro lado, sus nombres verdaderos ya estaban recontra registrados
en los listados del ACNUR y todos lo sabíamos.
Esta historia ya le había calentado la croqueta a más de uno, ya
que se estaban cuestionando algunos comportamientos personales.
Uno de los protagonistas de toda esta historia era Marcos, a quien
ya tenían re podrido.
Marquitos, como lo llamábamos. Argentino, nacido en la zona de Avellaneda,
obrero de las Curtiembres, tenía apenas 25 años. Sabíamos que había
militado en la Juventud Trabajadora Peronista (JTP) Era un compañerazo
de fierro. Al principio le costó esta junta con compañeros de otros
países. Pero después se enganchó y en el corto tiempo que compartimos
su energía, pasó a ser, por momentos, un poco el motor de toda idea
o propuesta que surgía en apoyo a algún que otro país. Era muy inteligente
y lo más importante es que le ponía el corazón a todo.
Estaba solo, sin compañera, un tipo muy alegre a pesar de haber
perdido un hermano. Tenía algunos datos de que lo habían visto en
El Olimpo, pero no sabía más nada.
Estábamos en Brasil y para alguien de esa edad y solo es un problema.
Estaba enamorado del zamba y fundamentalmente de las zambistas.
Lo contagiaba toda la alegría que se expresaba en ese baile y siempre
andaba queriendo aprender un que otro pasito. Después de las reuniones
del CBS enfilaba para algún que otro zambódromo para perderse entre
morenas, mulatas y también algunas caipirinhas.
Y a esta cuestión no la podían entender algunos estructurados “revolucionarios”
y fundamentalmente los recién incorporados compañeros chilenos.
“Que este comportamiento no es digno de un militante popular”.
“Que va contra las mínimas normas de seguridad”.
“Que en esos lugares puede haber servicios”.
“Que no se lo podemos permitir”. Etc. etc. etc. etc.
Este tema ya había llegado a los oídos de Marquitos, pero nos había
prometido mantenerse en calma y controlado.
Sabíamos que Marcos, ese famoso miércoles de reunión sin presencia
brasilera, llegaría un poco más tarde, y así fue.
Cuando llega esa noche, al ingresar por la medieval puerta de ingreso
al Arzobispado, Marcos puede ver en un rincón del jardín de entrada,
como agazapado, en una actitud muy sospechosa, un fulano en una
posición poco habitual y como si hablara mediante algún aparato.
Lo miró de reojo, con un experimentado disimulo, propio de quien
tiene algunos años de calle y militancia y se metió rápidamente
al interior de la Santa Casa.
Entró a la reunión como un rayo, muy agitado y con una mirada de
desesperación que nos hizo saltar a todos.
En ese instante, recuerdo que alguien leía un documento que daba
detalles de la coordinación militar en nuestros países en el denominado
Plan Cóndor y de la posible conexión con Brasil.
“Paren, paren, en la puerta hay un servicio que nos está botoneando
a todos.”
Sin dudarlo, salimos en patota, agrandados por el número.
“Miren tiene un Wolky Toki” Gritó uno desesperado.
Y fue el Negro Carlos el que lo encaro de lleno.
“Qué mierda hacés aquí, para quién laburás?”
“ Con quién carajo te estás comunicando milico de mierda?”
“Largá ya la radio hijo de puta.” Retrucó otro.
“ Hay que cargarlo para adentro”.
El hombre, petisón, piel mestiza, me parecía que cercano a jubilarse
por las canas que pintaban su cabeza oscura. Por su puesto, no entendía
una palabra de lo que le estaban diciendo. Quedó duro, se cagó hasta
los tobillos por el malón inesperado que se le había caído encima.
Medio temblando, casi arrodillado, balbuceó algunas palabras en
un esforzado portuñol como para contener la manada.
“ Eu trabalho aquí, con Don Paulo. Sou o Sereno. Eu soi da Seguranza
de noiche””
“ A sí, las pelotas, y el aparato que tenés en la mano, es en joda”.
Remarcó otro de los chilenos.
Don Roberto, así se llamaba; extendió la mano,como entregado.
“E una radiou, tá jogando o Sao Paulo con o Corinthians, meu time,
mio equipe.”
Poco a poco fuimos entendiendo la situación en la que nos habíamos
metido, o mejor dicho en la que nos habían metido.
Sin saber qué decirle, ahogados en disculpas, nos fuimos retirando
de a uno para nuestro pequeño cuartel. El hombre, sin escuchar disculpas,
nos miraba con sus ojos grandes, negros, como queriendo todavía
entender algo.
“Che Marcos, de donde sacaste…..Y este irresponsable donde está”,
preguntó como hirviendo de bronca el Negro Carlos.
O casualidad, el denunciante no estaba.
Sin querer calentar la olla más de lo que ya estaba, pensé en silencio.
Marquitos, sos un guacho de mierda…, como te la cobraste, qué gran
y bendito hijo de puta.
Y así me lo imaginé, camino al Paulistano da Gloria, con una sonrisa
de oreja a oreja, a seguir con sus infaltables clases de zamba,
cantando bajito…
Brasiiillll, ooooo Brasiiiiillllll, la la raaaa ra laaaaa la….
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Policía
y basta!
Amanda y Héctor fueron bastante prolijos y ordenados en lo que se
refiere a tener hijos, por lo menos los primeros tres, todos varoncitos,
después llegaron las brujas. Los varones tuvimos una diferencia
de dos años, Álvaro nació en el 50, Fernando en el 52 y yo en el
54, después, como siempre sucede, las mujeres despelotaron el orden
María Luz en el 58, Cristela en el 62 y Emilce en el 64.
Todos en esta bella Paraná.
Como siempre pasa, los varoncitos fuimos también más ordenados hasta
en los casamientos, Álvaro dejó la soltería en el 74, Fernando en
el 75 y yo en el 76, digamos que el 76 fue un año de felicidad plena
para todos, país inclusive. Después claro, las mujeres siguieron
entreverando la cosa, una se casó en el Paraguay en el 79, otra
en el 91 y la otra todavía no se ha casado.
Álvaro y Susana hicieron su fiesta en el Club Echagüe, linda fiestita,
Fernando estuvo allí, y la foto más conocida, con barba y riendo
fue en esa fiesta. Fernando y María Julia se casaron en Resistencia,
cuentan que en el Civil le pidió los anillos a los viejos para hacer
más completa la ceremonia, a la salida se los devolvió. La fiesta
fue en la casa de los Morresi, yo no estuve en el Civil, llegué
a la noche derechito a la joda. Con el tiempo nos enteramos que
una de las allí presentes era la excelentísima Lilita Carrió, amiga
de María Julia por aquel entonces; la verdad que no me acuerdo de
haber visto en la fiesta a ninguna gordita chetita y charlatana
con algún crucifijo colgado. Qué lástima, si la enganchábamos de
pendeja tal vez la acomodábamos un poco, no tan gorila.
Yo me casé con Marisa en el 76 y la joda fue más modesta, a la noche
en la casa de los viejos en 25 de mayo, asado y guitarreada de por
medio. Fernando y María Julia andaban por Paraná, pero ya hacía
rato los andaban buscando, Perón le había bajado el pulgar a Montoneros,
la Chabela y López Rega se encargaron de iniciar la cacería de esos
zurditos que tanto mal le estaban haciendo al peronismo, o al revés.
La cuestión que los dos andaban más escondidos que Iguana en luna
llena. Esa noche María Julia estaba en la casa de unos parientes
y Fernando disfrutaba de mi jodita arriba del techo junto al tanque
de agua tomando unos vinos con su amigo Tato.
En esos momentos, ellos estaban viviendo clandestinos en Corrientes,
demasiado cerca de Resistencia, con todos los riesgos que eso significaba.
Con Marisa decidimos hacernos un viajecito de luna de miel, en realidad,
los tres, porque Verónica, mi primer hija ya estaba formando los
primeros huesitos. Programamos un viaje a las Cataratas, para eso,
le mangueamos la Renoleta a Álvaro, nuevita, roja, espléndida. La
idea era viajar juntos con Fernando y María Julia, de paso tirarlos
por Corrientes y seguir viaje.
Para ese entonces, Álvaro y Susana vivían en una casita alquilada
por la zona de Paracao, en la Calle Lebenson, cuando todo aquello
era puro campo. Los dos laburaban, entonces la casa quedaba bastante
sola, era sencilla, linda, un dormitorio, un living, una cocina,
baño, una galería atrás y un fondo con algo de verde, para atrás,
todo campo.
En esa época las alarmas no existían, la mejor seguridad era tener
un buen perro y ellos lo tenían, el Capitán, un perrazo policía,
manto negro, grandote, lindo bicho, de esos que te cagás con la
mirada nomás. El nombre, poco original, pero en este caso pegaba
con la raza.
Fernando, Montonero, fierrero viejo, en ese momento andaba desarmado
y eso lo tenía incómodo, era rápido para el raje, el deporte lo
había preparado bien, pero algún fierrito siempre ayuda. Sabía que
lo andaban buscando y andaba camuflado con otro documento de identidad.
Teníamos que viajar para el norte y al flaco no le convencía la
idea de andar medio descalzo. Los milicos todavía no habían golpeado
el país, no se habían metido de lleno pero estaban ahí, afilando
las garras. La que estaba pegando fuerte era la Triple A apoyada
por los gobiernos traidores.
- Álvaro, hermanito, no habrá algún fierrito perdido por ahí?
- Pero flaco, de dónde?
- Qué se yo, algún pariente o amigo que le guste la caza.
- No creo, pero ya voy a ver.
Unas horas después, Álvaro apareció con un viejo 38, medio oxidado
que debió ser del llanero solitario, con una balas que más bien
eran de la guerra del Paraguay y que seguramente le sobraron a Mitre
después de masacrar ese hermoso pueblo. Parece que un pariente lo
tenía por ahí archivado en algún viejo baúl.
- Flaco, dónde lo vas a meter, en el piso, en las puertas de la
Renoleta?
- No, hay que llevarlo escondido pero medio a mano, por las dudas.
- Adentro de un libro?
- No, los milicos ven un libro y es lo primero que te revisan.
- Y adentro de una torta.
El flaco quedó mirando pensativo, pero le gustó la posta, con una
sonrisa aprobó la jugada, de paso, al otro día con los cumpas en
el norte, después de unos tintos y unos chipás, tenían postre y
todo.
Y así fue.
Medio a los rajes, faltaba poco para la partida, Susana, gran cocinera
se preparó un hermoso biscochuelo, amarillo, mucho huevo, bien alto
como para darle espacio al 38. El flaco lo cortó al medio y acomodó
la pieza de artillería cargadita de balas y dulce de leche, juntó
las tapas y por fuera le mandó, para la envidia del Gato Dumas,
una cobertura de chocolate con esas piedritas de colores, de adorno,
que nunca se sabe con qué mierda las hacen.
Faltaba poco para la partida y había que enfriarla un poco para
que quede más armada, bueno armada ya estaba, semejante torta no
entraba en la heladera, era el mes de enero y le faltaba cuerpo
a la gorda. La cuestión que había que refrescarla un poco para poder
transportarla en un viaje tan largo, el lugar más fresco era la
galería atrás donde corría un poco de viento, el flaco la puso encima
del lavarropas. Ahí quedó la torta guerrillera, la tropa se fue
a siestear un rato después de unos porronacos y especialmente después
de la resaca de la fiestita del casamiento.
Armamos los bolsos y ya listos para partir, enfilamos para atrás
para buscar la torta embute, agrandados por la creatividad criolla.
Pensar que ahora con los satélites, los gringos te detectan una
mosca en el dulce de leche. Y bueno, el ingenio popular es infinito,
habrá que inventar otras cosas.
Cuando abrimos la puerta de la galería…..
- Nooooo, qué pasó?
- Y la torta?
El lavarropas parecía un nido de moscas, un enchastre total.
En un rincón, estaba el Capitán todavía a los lenguetazos, la panza
hinchada, medio a los eructos, ni la cola movía, con la mirada como
que nos pedía un poco de agua.
- Nooo, perro hijo de puta!!
- Álvaro, tu perro de mierda.
El Capitán se había hecho una panzada, se había morfado hasta la
última miga del biscochuelo, nos miraba, tranquilo y llenito, como
diciendo, linda la tortita, el relleno estaba duro, por eso se los
dejé, las perlitas de colores brillaban entre el gatillo y algunas
se habían metido en el cañón del fierro viejo.
Mis hermanitos no sabían si reír o llorar.
El flaco espantó el mosquerío, manoteó el 38 con dulce de leche
y todo, se le pegaba en la derecha, enfiló para el lado del reaccionario
angurriento que lo miraba con la cola entre las patas, se agachó,
revolver en mano, lo miró fijo, le puso la mano en la cabeza….
- Como le haces honor a tu nombre, botonazo.!!
- Tenías que ser policía y basta!!
- Qué te parió….
Luego de un par caricias, nos fuimos para el norte.
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Sordo
de mierda
La farsa oficial del fusilamiento en Margarita Belén en el Chaco
Argentino, aquel 13 de diciembre de 1.976, informaba sobre una emboscada
guerrillera a la caravana que trasladaba presos de Resistencia a
Formosa. En el “enfrentamiento”, en el cual por supuesto no murió
ningún militar, de los trece trasladados murieron ocho y cinco “angaú”(1)
se fugaron. Además, murieron dos guerrilleros “atacantes”.
Los diez cuerpos, después de pasar por el Hospital Perrando y por
La Liguria (2) y ser exhibidos como trofeos por estos héroes del
Ejército, arenga de por medio a cientos de soldados presentes en
el patio, fueron posteriormente trasladados y enterrados en el Cementerio
San Francisco Solano de Resistencia. Todos legalmente anotados en
los libros correspondientes.
Siete de ellos fueron retirados por sus familiares, los otros tres,
los dos “atacantes” que fueron enterrados como NN y Luis “Lucho”
Díaz, quien nunca fue retirado por sus familiares, seguramente porque
posteriormente la versión oficial indicaba que los tres fueron depositados
en el Osario Común.
Desconfiados de ésta información, se acordó con el EAAF (3) para
abrir los lugares donde estaban registrados como enterrados estos
tres compañeros.
Ya en plena tarea del EAAF, al tercer o cuarto día de laburo de
los Antropólogos, ya habían levantado las fosas de Luis “Lucho”
Diaz, la del NN femenino (4) y estaban trabajando en la del NN masculino
(5).
Era la siesta y el solcito chaqueño estaba calentando como nunca,
si te descuidás, te parte el mate, claro, para qué van a plantar
árboles entre las tumbas si los de abajo tienen sombra de sobra.
Tal es así, que Gendarmería, por pedido de Silvana (6) y posterior
orden del Juez, había colocado un toldo de esas carpas de campaña,
encima de los lugares de trabajo, lo que hacía más llevadera la
tarea.
Con Víctor, nos alejamos un poquito para recostarnos en la pared
de un pituco panteón con una buena sombra para la ocasión, sentados
en un escaloncito de mármol, rodeados de cruces y placas, una de
ellas decía “Te recordaré siempre” abajo firmaba “Tu yerno”, nada
novedoso, quién se olvida de las suegras, le faltaba la foto del
yerno, sonriendo.
- Che Víctor, la semana pasada fui al médico.!!
- Ajá, yy?
- Creo que no ando bien.!!
- Por qué?
- Me recomendó una placa.!!
- Te torax.?
- No, de mármol, como esa.!!
- Andá cagá.
Víctor Fernandez, uno de aquellos hijos chaqueños de Amanda (7)
compañerazo de siempre, chaqueño, de la capital, hijo de don Roberto
y Dora, gente de La Sabana un pueblito cerca de Tyrol, de abuelo
ferroviario; con cuatro hermosos hijos, criado en el peronismo,
de gurí pegado a la JP, después en el Peronismo Revolucionario,
en el Movimiento 26 de Julio, siempre por fuera del aparato del
PJ, más adelante se incorporó al Frente Grande y hoy anda plantando
Pinos por suelo chaqueño. En Derechos Humanos anduvo militando ya
desde antes que se vayan los milicos y hoy es uno de los aportes
más importantes en esta difícil tarea de llegar a la verdad sobre
el fusilamiento de Margarita Belén especialmente en la búsqueda
de los cuerpos de nuestros hermanos.
Pero a pesar de ser Profesor de Taekwon-do, la militancia fundamental
de Víctor está en el fútbol, en Boca, fanático, anda siempre con
algo azul y oro puesto, si no es un gorrito, vinchas, pulseras,
y cantidad de pelotudeces encima. Fue el primer Presidente de la
Peña Bostera en el Chaco. Y bueno, un militante de Macri, qué le
vamos a hacer, en cualquier momento lo tenemos en el Pro.
Pero el problema principal de Víctor no es Macri ni ser bostero,
el problema es su media sordera, su oreja derecha digamos que está
de muestra, cuando maneja, si vas al lado ni intentes una conversación,
mejor escuchá la radio y olvidate, es un bostero que debería ser
del Manchester y manejar en Londres para poder hablar con él mientras
conduce. La sordera le vino de viejo, él dice que de escuchar tantas
pelotuceces en la vida, especialmente en política.
Volviendo al Cementerio, aprovechamos el parate para morfar lo que
había quedado de los sándwiches del medio día.
- Queda porrón?.
- Sí, un poco en el termo.
- Yo lo busco.
Víctor se sentó a mi izquierda. Y yo sin saber ya de qué carajo
hablar, aprovecho la oportunidad para charlar algunas cuestiones
pendientes sobre lo que será la Casa de la Memoria, un lugar recuperado
en lo que fue la antigua Brigada de Investigaciones de la Policía
Chaqueña, terrorífico lugar de secuestros y torturas comandado por
los Célebres Comisarios Thomas y Ceniquel.
Víctor masticaba los restos de un sándwich especial para el lugar,
de fiambres.
Durante un buen rato y siguiendo importantes inquietudes de Madres
y Abuelas, le sugerí algunos temas relevantes para tener en cuenta
en el mencionado lugar. Que no se lo llame museo, que sea un lugar
de denuncia de todo lo vivido y sufrido por el pueblo, pero que
sea un lugar de encuentro, que tenga mucha vida, que de allí surjan
proyectos de lucha y crecimiento para las nuevas generaciones. Teatro,
cine, música, pintura, biblioteca, literatura, talleres de producción,
de formación, etc. que tenga mucha memoria pero fundamentalmente
un lugar de debate y crecimiento mirando hacia adelante. Que sea
un espacio donde se plantee la unidad de todos los luchadores, donde
tengan un lugar los aborígenes, los desocupados, los obreros, los
estudiantes, etc. etc. Esa sería la mejor manera de levantar las
banderas de nuestros hermanos muertos y desaparecidos. Es lo que
ellos hubieran querido. Que con dignidad y lucha se los recuerde.
Y de esta manera seguía la perorata, por un largo rato.
Víctor tenía la mirada fija en la tarea de los Antropólogos, como
relacionándola con mi discurso “revolucionario”.
Por momentos, pensé que afirmaba con la cabeza mi exposición, después
me di cuenta que simplemente masticaba.
En un momento, me corta, para pedirme el termo y bajar la fiambrera
con un trago de la Quilmes camuflada. Paso seguido me mira fijamente
a los ojos, como quién va a dar su opinión a tan importante tema
y me dice.
- Esta noche juega boquita, vamos a algún bodegón a ver el partido..!!
Perplejo y confundido, lo miro más profundamente todavía y le pregunto.
- Víctor, vos no escuchabas ni mierda lo que yo estaba hablando,
no?
- Vos hablabas? No sabés que ésta es la oreja que tengo al pedo.
ANDA SORDO DE MIERDA.!!!! Me levanté, lo dejé solo con los fiambres
que comía y los que lo rodeaban y me fui a ofrecer mi ayuda en lo
que fuera a Silvana que descubría la vida del segundo NN.
(1) Angaú: Termino utilizado en el nordeste argentino que menciona
una mentira.
(2) La Liguria: Destacamento de Inteligencia 124 del Ejército.
(3) EAAF: Equipo Argentino de Antropología Forense.
(4) NN Femenino: Identificado por el EAAF como Emma Cabral, quien
ya había sido secuestrada antes del 13 de diciembre de 1.976.
(5) NN Masculino: Identificado por el EAAF como Alcides Bosch quien
ya había sido secuestrado antes del 13 de diciembre de 1.976.
(6) Silvana: Silvana Turner, miembro del EAAF.
(7) Amanda: Amanda Mayor, madre de Fernando Piérola fusilado en
Margarita Belén, aún desaparecido.
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¡Con
permiso, Azucena…!
Corrían los últimos días del 84.Ya habían pasado ocho años del fusilamiento
de Margarita Belén. En todo este tiempo, demasiado largo para quien
busca un hijo, Amanda intenta hasta lo imposible para saber sobre
Fernando.
En ese camino, todas las torturas que una madre puede sufrir.
No le importaba, iba para adelante.
En incansable huella, su corazón de madre, marchaba junto a su corazón
de artista. Muchas telas y paredes reflejaban todo el dolor acumulado,
siempre pensando en positivo, sembrando y construyendo.
Y así seguía y seguía. Nunca paraba.
Con palabras, con colores, con pinceles…Seguía.
Un cierto día, se prometió -y nos prometió- dejar en una obra, su
relato sobre el sufrimiento de este querido país y fundamentalmente
de aquella trágica madrugada del 13 de diciembre de 1.976 cuando
su propia sangre abonó, con toda generosidad, esa tierra chaqueña.
La Plaza España de Resistencia fue un lugar muy caro para ella,
muchos recuerdos se mezclaban bajo esos hermosos árboles. Largas
charlas, mateadas, quejas y alegrías llenaron momentos de la relación
con su hijo, estudiante de arquitectura.
Fernando vivía enfrente, en “la Embajada de Entre Ríos”, junto a
otros comprovincianos: Alberto, Juan, Patón, Cucho. Todos actores
de aquella rica vida estudiantil.
Alejada en el tiempo de aquello, se encontraba en la misma Plaza
en ese final del 84.
Ya los asesinos se habían ido a afilar sus uñas a los cuarteles
y se podía observar cierta calma y nuevas posibilidades de encuentros
estudiantiles.
En la Plaza, era posible percibir el latir de los estudiantes que
estaban, pero también el de los que no estaban. Festivales y actos
presentaban un nuevo escenario; volvíamos a nacer, a pesar de la
infamia y de la sangre derramada; la vida germinaba otra vez.
Y allí estaba Amanda, con un nuevo horizonte: su obra soñada, su
testimonio de lucha hecho arte mural.
Esa noche, llevaba en sus manos, una nota dirigida todavía a nadie.
En ese papel estaba una vieja idea, un viejo anhelo que pretendía
hacer realidad.
Trompo Gonzalez, era alumno de Ingeniería que militaba en el Centro
de Estudiantes. Muy activo, siempre construyendo, siempre sumando.
Otro estudiante se acercó a él:
-Che, Trompo..
-¿Qué te pasa?
-Por ahí anda doña Amanda, la que tiene un hijo fusilado en Margarita.
Anda pidiendo ayuda para un proyecto, una pintura, una escultura
o algo así sobre la masacre.
-Vamos, presentámela.
A partir de ese momento, se inicia una relación que va a durar para
siempre.
“Mis hijos Chaqueños”, decía.
-Llamalo a Tapita- insistió Trompo.
-¿Quién es Tapita? – preguntó Amanda.
- Darío“Tapita”Gomez es el Secretario de la FUNE.
-¿Cuál es?
- Aquel, el melenudo, el de rulitos.
De a poco, se fueron acercando otros, entre ellos, Tony Roselló,
estudiante de Ingeniería, quien después le regalara a Amanda una
hermosa canción.
Ellos se decían “los ochentistas”.
A partir de entonces, el mural pasó a ser un proyecto de todos.
Fue una nueva bandera que motivó al conjunto de los chaqueños, especialmente
al estudiantado que asumió el desafío como propio.
Se multiplicaron las reuniones, en cualquier espacio se evaluaba
dónde se emplazaría la obra, si en ese lugar, en otras plazas, en
algún muro…
Una tarde, se organiza una reunión en la Universidad, en el Centro
de Estudiantes.
Había cada vez más gente, más interés, más participación.
Uno de los presentes, pregunta a Amanda:
-¿Conocés el Aula Magna?
-No.
Y allá fueron.
Cuando la vieja vio esa pared…
-Es aquí; no hay otro lugar.
Nadie pudo sacarle la idea de la cabeza.
Ya con el lugar definido, se inicia la tarea de juntar adhesiones
para concretar el proyecto.
-Vos te encargás de los Centros de Estudiantes, vos de los Gremios,
vos de los Partidos Políticos..., vos Amanda de los Gobiernos Municipal
y Provincial.
Y empezó el barullo, y se desparramó por todo el Nordeste.
Corrientes, Formosa, Misiones de alguna manera o de otra, apoyaron
la idea.
Se formó una Comisión Pro Mural con representantes de todas las
Entidades y las demás fuerzas vivas de la zona.
Amanda se fue para sus pagos, Paraná, donde en pocos días tuvo listo
el boceto.
-Ya lo tenía en mi cabeza y en mi corazón, nos decía.
De vuelta por Resistencia, la Comisión presenta el pedido de autorización
ante el Rector de la UNNE, Don Armando Romero, un radical de Corrientes,
quien lo pasa para su análisis, al Consejo Superior.
Cuentan los que allí participaron que la lucha fue dura, muy dura.
Recordar de semejante manera el fusilamiento causaba cierto escozor
a algunos y más aun que la obra se emplace en el corazón del estudiantado.
Pero el trabajo previo había sido tan grande, tan profundo y las
adhesiones fueron tantas, que aunque peleada, la cosa salió.
El 25 de mayo de 1.986 el Consejo Superior de la UNNE daba el sí
final.
-Vieja, ¿qué te pasa?- le preguntó Álvaro.
-Me siento mareada y se me nubla la vista.
A los pocos días estaba casi ciega. Esto fue el aviso que llegó
a tiempo porque un aneurisma presionaba el nervio óptico.
Los especialistas en Paraná y Buenos Aires fueron categóricos: había
que operar con urgencia.
En Argentina, nadie daba garantías.
Su espíritu de coraje, su firmeza y la acción solidaria de muchos,
permitió que a los pocos días Amanda volara rumbo a Canadá a operarse
con el mejor neurocirujano del momento.
-¿Y el Mural?
-Ya lo vas a hacer, en unos días estarás arriba de los andamios-
la calmaba Álvaro en el avión.
Efectivamente, a fines de julio de ese año reapareció por Resistencia,
con un turbante y una enorme operación aún sin cicatrizar.
-Vamos, vamos, a trabajar, ¿qué se creen que un par de globitos
me va a parar?
Entre la solidaridad de Pitu Lestani y la de su consuegra Irma Morressi,
acomodó sus cacharpas.
Ya instalada empezó a hacer realidad, con los pinceles, todo lo
que le brotaba del corazón.
Se acercaron artistas que apostaron a su esfuerzo. Desde Paraná
sumaron su compromiso, Graciela Resset, Griselda Medet, Oscar Ojeda,
Sergio Demonte, de Resistencia, Carlos Cuevas y otros.
En 17 días de pequeñas y grandes luchas tomó cuerpo, en imágenes
y colores, la historia.
Llegaron los aprietes y las amenazas. La milicada andaba loca y
quería hacerlo notar.
Sandra Saidman, Tete Romero, Andrés Rabossi miembros de la Comisión
fueron secuestrados por unas horas y amenazados para que abandonen
la idea. Tapita Gomez y otros también recibieron lo suyo.
Pero el tren seguía su marcha y los pinceles no paraban.
Minuto a minuto, aquel sueño de Amanda se iba haciendo realidad.
El boceto mostraba una escena de tortura.
En la imagen, un cura de sotana negra, la avalaba con su presencia.
La reacción de los jerarcas de la Iglesia se hizo notar inmediatamente.
Habían sido advertidos por el Padre Chesky, aquel famoso de la televisión,
de anteojitos y cara de buenudo que noche tras noche llena de sermones
las pantallas.
En esos momentos, “sembraban fe” en Resistencia, el Arzobispo Juan
José Iriarte y en Corrientes el Arzobispo Fortunato Rossi. Ninguno
de ellos podía admitir semejante denuncia.
Amanda, en lo de doña Irma, descansaba de una jornada que por muchos
motivos había sido agotadora y sabía que la cosa no andaba bien.
Algo se venía.
Sonó el teléfono.
-Para vos Amanda.
-Hola, Tony ¿qué pasa?
-Vieja, viene pesada la mano con la Iglesia. Quieren parar la obra
y borrar al cura.
-Si lo quieren sacar es porque se sienten representados- afirmaba
con una sonrisa.
Amanda era muy católica y le dolía toda la complicidad de la Iglesia
con la dictadura más sanguinaria de la historia Argentina. Siempre
recordaba su peregrinar por templos y sacristías buscando un poco
de alivio a tanto sufrimiento, hacía referencia a sus pedidos de
ayuda a quien fuera el principal apoyo de la dictadura, Monseñor
Tortolo, Vicario Castrense.
Su figura bien podría ser la del que, allá arriba, apoyaba la tortura.
En su profunda fe, Amanda sabía que había otra Iglesia, la del dolor
y la esperanza, la de la lucha, la del pueblo, la de Cristo, la
de las Monjas Francesas, la de los Palotinos, la del Padre Mujica,
la del inmenso Enrique Angelelli… Meditando, planeando los días
siguientes y presintiendo lo que se venía, ideó en la oscura intimidad
de su cuarto, una modificación al boceto original. Como diciéndoselo
a sí misma murmuró:
-Lo voy a invitar a Don Enrique para que nos acompañe en el Mural.
A Enrique Angelelli hacía 11 años que se lo habían llevado las garras
asesinas en tierras riojanas. Su cuerpo no estaba ya, pero su obra
seguía sembrando todo el amor que lo caracterizaba.
-Le voy a pedir que se integre a esta lucha y que nos dé fuerzas.
Como un milagro, a la mañana siguiente se podía ver al Sacerdote
de los Pobres, sumado a las Madres, en la hermosa pared del Aula
Magna.
Azucena Villaflor era considerada por Amanda como un ejemplo a seguir.
-Vos vas primera en la fila viejita, te lo merecés- decía mientras
le daba forma con su pincel. -Conociéndote, sé que estarías muy
contenta y orgullosa de marchar junto a Don Enrique.
Y así, con la ternura y el pincel, consolidaba una amistad celestial.
-Con permiso Azucena!!
-Y vos, Enrique, ¿qué hacés por aquí?
-Me pidió Amanda, una mano.
-Vení, acomodate al lado mío.
-¿Qué está pasando Azucena?
-Y… tus jefes andan locos con este mural.
-No son mis jefes.
-Bueno, es una forma de decir.
-¿Ves al cura allá arriba, presenciando la tortura?, lo quieren
sacar...
-¿Y por qué?, si ellos saben perfectamente lo que hicieron.
-Parecido al Pío Laghi,¿ no?
-¿Te parece?
-Sí. Ese anduvo recorriendo Campos de Concentración, hasta por Famaillá
se lo vio...
-Pero Enrique… confirmame: ¿vos nunca estuviste en el boceto, no?
-Bueno, no estaba en el papel. Sí, estaba en la cabeza de Amanda.
Llegado el momento me iba a convocar.
-Dale, contame, qué pasó después…
-Hubo un bolonqui tremendo. La Justicia hizo lugar al Recurso de
Amparo para quitar al Tortolo. Anduvieron buscando artistas locales
para borrarlo pero nadie les dio pelota. Entonces como es su costumbre,
tipo Grupo de Tareas, con toda bajeza, entraron de noche, a oscuras
y lo borraron.
- Me acaban de matar otro hijo- fue el grito de dolor de la Madre-Artista.
Y se armó un revuelo nacional.
Tapita, Tete y Fernando Carvajal, miembros de la Comisión se fueron
para Buenos Aires, presentaron toda la historia a las autoridades
nacionales e impulsaron el tema con mucha fuerza, en todos los medios
del país.
El “Mural Maldito”, el “Mural Hereje”, el “Mural de la Discordia”
atacaban las altas cúpulas.
-Decime vos Enrique, ¿dónde estabas, que no lo sabías ?
-Y bueno, haciendo algunas cosas allá en La Rioja. Hay unos hermanitos,
los Menem. Me tenían preocupado...
- y con razón… pero mucho éxito no tuviste
-Bueno dale, seguí contando.
-El 15 de agosto de 1.986 se iba a realizar el Festival de Inauguración.
Por supuesto Amanda se negó a hacerlo con semejante mutilación,
de manera que el acto quedó pendiente.
La historia quedó en manos de la Justicia.
Corría el año 2.000 cuando Amanda, algunos de la Comisión, y la
Hebe que andaba por estos pagos, decidieron una acción junto a estudiantes
de la UNNE: ingresar por una ventana, juntar mesas y sillas para
llegar a lo más alto y restituir la imagen del cura, mutilada por
las jerarquías.
La acción restauradora duró poco, en una semana estaba borrada nuevamente,
los jerarcas estaban atentos.
Todo el país hablaba del mural en relación al ultraje a una obra
de arte y sus connotaciones. Fue tan movido el tema y tanta la presión
solidaria de la sociedad, que al final, en el 2.004 el Juzgado Federal
se vio obligado a dictar sentencia y autorizar a completar la obra
amputada.
Así fue como “el Tortolo” volvió a estar allí, participando de una
escena de tortura.
Enseguida de la Sentencia se retomó la obra. Fue un hermoso acto,
espontáneo y matizado con situaciones contingentes. Amanda improvisaba
canciones, anécdotas y humor.
-¿Alguien tiene el boceto?- bromeaba como no recordando su obra.
Estaban todos particularmente eufóricos y por supuesto ella absolutamente
feliz con una obra de arte que lucía completa y elocuente, con su
mensaje tal como lo concibiera en su interioridad de madre, de artista,
de militante.
Con los brazos y los pinceles en alto, disfrutaba ese gran triunfo
celebrando junto a Azucena y a Enrique.
Fue su último 13 de diciembre en el Chaco.
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El
Santo Cáliz
El Santo Cáliz de la Última Cena, o de la Primer Misa, pasó a ser
el ícono sacro para todos los cristianos a partir del momento en
que Cristo, dirigiéndose a los Apóstoles, aquel Jueves Santo dijo:
“Tomad esto y repartidlo entre vosotros”.
Desde esa última Cena en que el hijo de Dios dejó su sangre como
bebida antes de derramarla en la cruz, todas las Misas son celebradas
elevando al cielo el Cáliz con la Sangre de Cristo.
La historia cuenta que el Cáliz original, de piedra marrón fue utilizado
en la antigüedad, por última vez, por el Papa Sixto II por el año
258 y que a partir de entonces pasó en custodia clandestina por
diferentes lugares hasta el año 1399 cuando los Monjes de San Juan
de la Peña se lo entregan al Rey de Aragón Don Martín I el Humano.
Más cerca en el tiempo y por diferentes guerras, el Santo Grial,
fue resguardado en secreto hasta quedar definitivamente en donde
se encuentra en la actualidad, la Catedral de Valencia, España.
José Luis Acosta, fue militante de la Juventud Guevarista, y luego
del PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores), Chaqueño de
Basail, un pueblito al sur del Chaco, pegado al límite con Santa
Fe por la Ruta 11, nacido en el año 1.958, en su camino cristiano,
fue bautizado en su pueblo natal, después la Comunión la tomó en
Presidente la Plaza, otro pueblo chaqueño, ese fue su último contacto
con Dios dentro de una Iglesia, salvo algunos casamientos ajenos,
como para cumplir con la pareja antes de ir a la joda.
José Luis cae preso en mayo de 1.976 a pocos días del Golpe, en
Resistencia a los 18 años de edad. Su primer morada a cargo de Videla,
fue la célebre Brigada de Investigaciones de la Policía Chaqueña,
lugar de tortura y muerte en el centro de la ciudad, hoy, como fruto
de la lucha de los Organismos de Derechos Humanos, transformada
en Casa de la Memoria.
Al mes siguiente, lo trasladan a la Alcaidía de la Policía del Chaco
donde permanece hasta noviembre de ese año. En la Alcaidía, José
Luis volvió a estar cerca de Dios, no por los milicos, si porque
el Padre Juan Brisaboa aparecía de vez en cuando por ese tétrico
lugar a darle un poco de paz a los espíritus encerrados. Las Misas
las daba en el Comedor, lugar en el cual los otros, los que se dicen
cristianos e hijos de Dios, torturaron salvajemente a los detenidos
antes de fusilarlos en Margarita Belén.
El Padre Brisaboa, como Capellán, tenía rango de oficial de la Policía
chaqueña. Poco a poco y sin que los superiores lo perciban, Brisaboa
se fue introduciendo en la realidad y el sufrir de los detenidos
y personalmente llegó a ser una solidaria comunicación entre ellos
y sus familiares. En su homenaje, por su compromiso solidario y
fundamentalmente cristiano, la Asociación de Ex Detenidos Políticos
de Chaco lleva su nombre.
De la Alcaidía, quien nos cuenta esta historia, es trasladado a
la UP7 (Unidad Penal 7) hasta su salida en Opción al exilio.
- Marrón.
- Qué te pasa?
- Uno de los yugas nos pasó el dato que mañana habrá manzanas.
José Luis, compartía la celda con un salteño, José Ozores a quién
le decían “Marrón” no era por el color o por algo que haya entregado,
sí, era medio oscuro, pero el sobrenombre venía de “Garrón” que
le había quedado cuando sin comerla ni beberla, ya que el que militaba
era el hermano, lo habían encanado y cuando lo contaba siempre decía
“que garrón, que garrón” y tipo teléfono roto, con el tiempo le
quedó “Marrón”.
- Se las damos a Sixto para la sidrita.
- Métale.
- Que bueno sentir un poco de alcohol en los labios.
Sixto, que nada tenía que ver con aquel Papa, era el responsable
del Economato del PRT, o sea encargado de las finanzas dentro de
la cárcel. Cada organización, Montoneros, PRT, PCR, PC, tenían su
Ecónomo y así se administraba la solidaridad material de los compañeros.
La bebida diaria, era el agua de la canilla, no era para quejarse,
provincias enteras sufren la falta de esta materia vital, pero dentro
de la cárcel, por ahí te entra la nostalgia recordando, las peñas,
los bailongos, las compañeritas, las reuniones militantes, vinitos
de por medio.
Por ahí, como para cambiarle el gustito, cuando pintaban las naranjas,
se hacían un juguito, soñando con el bar de la esquina.
Sixto, trozaba las manzanas, las metía en un bidón bien cerradito,
con azúcar y a esperar que las ricas manzanas rionegrinas empiecen
a fermentar produciendo una especie de Farruca carcelaria y así,
de paso, te imaginas entre amigos y parientes en las fiestas de
navidad y fin de año.
En este caso, luego de unos días, quienes invertían en la empresa
sidrera, pasaban por la celda de Sixto, jarra en mano, para luego
sentarse en la punta del pasillo del pabellón de arriba a observar
un poco la ciudad desde lejos y así, a escondidas de los carceleros,
darle un poco de sabor a esa cruda realidad carcelaria.
Mientras volaban en sus sueños etílicos…
- Marrón.
- Si.
- Qué darías por un tintito, con una picadita, mortadela, quesito,
aceitunas….
- Y qué querés que te diga, hasta el orto daría …
- Haceme acordar cuando salgamos de aquí.
- Andá cagá, chaqueño culiao..
José Luis, Marrón, Sixto, compartían el Pabellón 4 de la UP7. Tenía
104 celdas, 52 abajo y la misma cantidad arriba, las celdas eran
individuales pero muchas estaban ocupadas por dos compañeros, así
que la tropa era grande. Había compañeros de diferentes provincias,
tucumanos, santiagueños, cordobeses, entrerrianos, santafesinos
y por supuesto los del nordeste eran la mayoría.
En el medio de la reunión, en la cual la sidra casera los hacía
viajar, soñando con libertades, mujeres, bailongos y mucho tinto,
aparece el “Cura Pancho”.
- Hola muchachos.
- Cómo va Panchito.
- Qué toman?
- Farruca.
- Esta buena?
Todos lo miraron con una sonrisa de goce y picardía criolla.
- Lo lamento, usted don Cura, se morfó la manzana así que no hay
sidra.
- Está bien, manga de ateos, si algo de Cristo llevaran en sus corazones
compartirían ese Cáliz como lo hizo él con los Apóstoles.
- Lindo sermón Panchito, pero así son las reglas del Economato.
- Perfecto, saben que como buen cristiano no soy vengativo, Dios
sabrá qué hacer con ustedes.
- Amén Pancho!!, salud Panchito!!.
- Hablando de Dios, de Cristo y del Cáliz, la semana que viene siguen
las Misas en la Capillita, ninguno de ustedes se acercó, así no
van a salir nunca de aquí….– Comentó Pancho ya en retirada.
- Querés que nos confesemos, traelo a Thomas, a Ceniquel, o a tu
amigo Pateta, que te den una mano…
- No digan que no les avisé.
Francisco “Pancho” Sorribes, era un cordobés, de Río Tercero, militante
también del PRT, cayó preso antes del Golpe, con unos 35 pirulos
encima era uno de los más veteranos de la tropa, negrazo, fortachón,
acusaba una renguera en una pierna producto de una enfermedad infantil.
Tenía toda la chispa de los cordobeses, simpático, muy alegre, haciendo
jodas todo el día, tenía una carcajada muy profunda y contagiosa.
Le decían “Cura Pancho” porque realmente era Cura, se había recibido
en su provincia natal y por allá ejerció la Eucaristía durante poco
más de un año, hasta que conoció una morocha cordobesa que le sacó
los hábitos botoncito por botoncito. Después se hizo periodista,
pero a esto ni lo mencionaba, a él le gustaba que le digan “Cura
Pancho”.
- Hola Miqui.
- Cómo van muchachos, qué dice el mensajero de Dios?
- Que la semana que viene continúan las Misas en la Capillita.
Miqui, Miguel Hynes, era un tucumano militante del PRT que las pasó
fiera en los campos de Famaillá. Miqui, fue el gestor en el arte
de contar las historias de humor de la cárcel, dejando su obra grabada
para siempre en su libro “De Presos, de Actores y otras yerbas”.
- Con Pío Laghi? Preguntó Miqui.
- No, parece que con un cura nuevo, un tal Brisaboa.
- Por qué no vas vos tucumano que rezaste tanto en la Alcaidía hasta
que conseguiste que metieran preso al arquitecto que la diseñó.
- No me hagás acordar, pero sabés una cosa, no es mala la idea del
Pancho, para cambiar un poco el aire y tantearlo al cura, quien
te dice que no nos de una manito.
Todos se quedaron mirándolo al Miqui y con el silencio, como que
le aprobaron la idea.
Y así, se anotaron con el guardia encargado, cubriendo uno de los
turnos de las Misas.
Mientras anotaba, el guardia los miraba desconfiado.”Qué andarán
tramando estos zurdos ateos.”
La capillita de la UP7 era pequeña, no ingresaban más de diez “fieles”
por turno, por lo que las Misas debían ser muchas, cortas y rápidas
y así darle la posibilidad a todos los compañeritos para que laven
su espíritu.
Ya era cerca del medio día, le toca el turno a José Luis, al salteño,
a Miqui y a otros de las celdas vecinas. En fila, fueron dirigiéndose
a esta pequeña casa del Señor. Esperaron la salida del grupo anterior
antes de ingresar. Se acomodaron en los bancos frente al Padre Brisaboa
y para sorpresa de todos, quién estaba también frente a ellos, pegadito
al Padre, el Cura Pancho, todos quedaron con los ojos grandotes
sin entender qué estaba pasando, calladitos, se codeaban y sin salir
del asombro, se tuvieron que guardar la risa para después en el
pabellón.
- Qué hace este hijo de puta ahí? Se escucho un murmullo entre los
“fieles”.
- Callate boludo que nos rajan a todos, Pancho incluido.
Y Pancho no solo que acompañaba a Brisaboa, empezó a entregar la
palabra y el mensaje de Cristo mientras miraba a los presentes muy
serio y concentrado.
Mientras tanto, un yuga lo llamó a Brisaboa a un costado, con serias
indicaciones de que apure las misas. Por los gestos, pareció como
que Brisaboa le mostró las jinetas de oficial y todo siguió su curso.
Hasta que llegó el momento de elevar el Santo Cáliz, que no era
de piedra como el original, ni de oro como la iglesia de la ostentación,
parecía de hojalata o algo así. Pero lo que realmente les importaba
a los zurditos presentes no era el material del Santo Grial, sino
su contenido. Cuando el Padre Brisaboa vertió la Sangre de Cristo,
todos confirmaron lo que estaban pensando, era vino.
- Chamigo, Marrón, eso es vino?
- Y claro boludo, si va a ser tinta china.
- Qué hijo de puta este Pancho.
Pancho parecía que ya llevaba varias Misas encima porque los ojitos
le brillaban, algunos tumbos los disimulaba con la renguera. Levantó
la copa de Cristo suavemente hacia el cielo, finalizando el sacro
mensaje y mirando a los ojos de cada uno de sus compañeritos, fue
bebiendo la Sangre de Cristo, lentamente, como el mejor de los catadores.
Brizaboa lo miraba de reojo como diciendo, - dale Panchito que quedo
en gayola yo también.
A todos se les hacía agua la boca, o vino, en cada trago se podía
sentir el goce y el placer del Cura Pancho, frente a él, lo acompañaba
la envidia contraída de sus Apóstoles, los fieles subversivos.
Y así, la sangre del salvador del pueblo cristiano se fue introduciendo
en el cuerpo del Cura Pancho hasta la última gota, solo le faltaba
pasarle la lengua o el dedo al Santo Cáliz.
En el brillo de sus ojos oscuros y en el silencio del momento se
podía imaginar el mensaje a los presentes de este Cura guerrillero,
mensaje y reflexión que seguramente, no tenían nada que ver con
las palabras del Señor.
- Este vinito por lo áspero, por como raspa el garguero, debe ser
Borgoña, de la zona sur de Mendoza.
- Ustedes compañeritos, tomen agua de la canilla y si tienen suerte
métanle alguna naranjita por ahí.
- Ahh!!, y a esa sidrita pedorra que no me convidaron y que toman
a escondidas de los yugas y de vez en cuando, se las pueden meter
bien en el centro del orto.
Y seguramente como buen mensajero de Dios, recordó aquella frase
de Cristo en la Última Cena “Tomad esto y repartidlo entre vosotros”
y murmuró como mirando el cielo:
- Con todo respeto Señor.
- Repartidlo……si se cagan….
- Amén.
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El
alfabeto
En esto de andar juntando historias, pequeñas historias que suman
al gran rompecabezas de la memoria colectiva, que todos tratamos
de armar para dejarla a nuestros hijos y nietos lo más armadita
posible y que no les vendan el futuro con las piezas desparramadas
o perdidas.
En esta idea de mostrar a nuestros militantes desde otra óptica,
desde el humor y la alegría con que se luchaba, cuando se tienen
claros los objetivos, en ese camino, uno va encontrando relatos,
que es imposible, aunque sencillos sean, no regalarlos al pueblo.
En esta pequeña historia, los protagonistas eran Fernando y Teresa,
dos compañerazos Montoneros que hoy viven criando sus vidas y sus
sueños por los pagos formoseños.
Corría el año 1.978 y ambos estaban desenganchados de la organización,
viviendo como podían en Concordia, Entre Ríos, totalmente clandestinos,
pasando como muchos, por esa difícil y peligrosa experiencia del
exilio interno.
Sabiendo que su militancia se había desarrollado lo más tabicada
posible, allá por Corrientes, donde tuvieron la oportunidad de compartir
momentos con mi hermano Fernando, luego fusilado en Margarita Belén,
y convencidos de que podría ser peor que los detengan en las condiciones
en que estaban, negociaron a través de la Iglesia presentarse espontáneamente.
Así lo hicieron, corriendo todos los riesgos posibles de tener que
tratar con los propios asesinos. Felizmente, su historia militante
era poco conocida y pudieron armar otra que les salvó la vida, zafando
de torturas y vejaciones.
La cuestión es que de Concordia, fueron trasladados a Rosario, Jefatura
del 2do. Cuerpo de Ejército, lugar donde se les haría el correspondiente
Consejo de Guerra o simulacro de Justicia por manos propias para
los detenidos blanqueados, pero siempre como corresponde, con la
espada en el garguero.
Y ahí estaban ambos, en una habitación, con otros detenidos, esperando
la farsa mencionada, una habitación grande, que daba al patio del
Regimiento.
Por supuesto, desde adentro se escuchaba todo lo que ocurría allá
afuera.
Parecía que se estaba preparando algo grande, algún pescado mayor,
de esos con el uniforme almidonado, estaría por aparecer, seguramente
algún segundón de Nicolaides, para arengar a la tropa sobre Dios
y la Patria, seguramente también, alguno de los héroes de la cadena
de quintas, la de Funes, Fisherton, La Calamita, La Intermedia etc,etc…compañero
de sangre de Jáuregui, Guerrieri, Constanzo, de Feced, etc.etc.
- Cabo, en 15’ quiero a todos los soldados formados en el patio!!!
- En seguida mi Teniente 1ro.!!!
A los 5’ estaban todos los soldados en el patio frente al Cabo.
- Soldados, en instantes estará frente a ustedes uno de los Oficiales
que más ha luchado por esta querida Patria, un hombre que ha puesto
su vida frente al agresor subversivo.!!!
- Soldados, no quiero que vuele una mosca!!!
- Soldados, quiero plena atención.!!!!
- Soldaaaadoooossss, fiiiiiiirmeeeeeeeesssss.!!!!!
- Ordenaaaaarrrrseeee aaalllfabéticamenteeeee, A.E.I.O.U, y así
sucesivamenteeeee………!!!!!!!!!!
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Marinera
cuentos abiertos
“Gustavo, con tu padre queremos hacerte un regalo.”
“Un regalo, porqué.?”
“Hijo, haber terminado la secundaria no es cualquier cosa.”
Claro, pobres viejos, seis años de Colegio Nacional habían sido
muy duros de soportar. Pero bueno, al colegio lo eligieron ellos,
más bien él, Don Piérola, claro, fue uno de los gloriosos egresados
de la época de oro del Colegio Nacional Domingo Faustino Sarmiento.
“Sabemos que tenías muchas deficiencias, pero lo lograste.”
Desde el primer año, fui alumno de ese tradicional colegio paranaense,
mi hermano inmediatamente mayor, Fernando, iba un par de años adelante.
De el aprendí a valorar el estudio en toda su profundidad.
Mentira, al Colegio no faltábamos para no perdernos las jodas del
día.
Fernando se recibió en el 70, no se si se recibió o le regalaron
el título para que se vaya rápido con sus compañeritos.
Al título se lo dieron con un pasaje al Chaco. Allá iba a estudiar
Arquitectura.
Por mi lado, siguiendo el ejemplo de mi hermanito, terminaba quinto
año en el 71 pero no fue así. Me llevé hasta catesismo que no había,
y no pasé.
Empezaban los primeros días del 71.
“Vieja, voy a rendir libre el 5to., se puede, me voy al Chaco y
estudio allá, con Fernando.”
“NI loco, te quedás aquí y lo cursás, mirá que te vas a ir a Resistencia
de joda con tu hermano, dejalo que aquel parece que se va encarrilando.”
Por su puesto, ganó la vieja, me tuve que quedar en Paraná, a cursar
de nuevo el 5to. en el Colegio Nacional.
Con mucho esfuerzo, lo terminé, y los viejos quisieron darme un
regalo. Más que un regalo, creo que los viejos querían exiliarme.
La vieja empezaba a enseñar Inglés, el viejo, aparte de Profesor
de Castellano y Literatura, vendía seguros, y los mangos sobraban
un poco.
El regalo, un viaje a Brasil, en barco en una de esas excursiones
de turismo marítimo. El barco, salía de Buenos Aires, haciendo escala
en Montevideo y Santos como a la semana llegaba a Río de Janeiro
y el regreso. Me enteré después, que anduvieron buscando otros presupuestos,
China, Corea, Australia, pero eran muy caros.
Después de unos años trato y trato de pensar, por que ese regalo,
son más aburridos que bailar con la hermana.
Y de eso se trataba, parece que los viejos querían estar solos un
poco, podridos de tantos hijos, querían sacárselos de encima aúnque
sea un tiempo, y si era en barco mejor, demoran más.
La cuestión que yo olía feo, algo había detrás de este premio, no
creía que solo era por haber terminado mis responsabilidades en
esta alta casa de estudios paranaense.
No era un premio, era un castigo por seis años de sufrimiento paternal.
Me la enchufaron a María Luz, mi hermanita menor, como diciendo
tomá, cuidala un tiempo vos, nosotros ya no sabemos que hacer, queremos
descansar, gastamos los últimos centavos, pero queremos liberarnos
un poco.
“Pero vieja, por qué.?”
“Vos te la llevás y basta, no se habla más.”
“Sentado en un sillón, el viejo sonreía.”
Le pregunte al mayor, “Alvaro, que esta pasando?”
“Me parece que sí, que los viejos quieren estar un poco solos.”
“Y yo que culpa tengo, esta pendeja no se puede quedar con vos?”
“Nooo, yo estoy en los finales de Ingeniería.”
La cosa, la desgracia, o lo que sea, es que a los pocos días estaba
con los pasajes en la mano. Lo primero que me asegure es que fueran
ida y vuelta, por lo menos el mío.
Cruceros Ibarra, una Empresa Gallega de Navegación, sería la custodia
en alta mar de estos dos niños exiliados. Manotié un catálogo de
la Empresa para ver que mierda podía hacer en ese barco, si había
alguna guardería para esta guacha. Que carajos va a hacer, si tiene
apenas 14 años, se va a aburrir como una ostra y cerrada. Tendrán
Tineyyer, o algún cine con dibujitos?
Yo con 18 años la iba a romper, pero ahora no se.
Enfilamos para Buenos Aires, nos recibió la Tía Nely, una media
hermana de Amanda, divina la vieja, se criaron juntas en el Parque
Gazzano, se había enganchado un platudo porteño y ahí estabamos
esperando que al otro día empiece mi calvario. Le pedi a la tía
una muñecas y unos libros de cuentos para entretener con algo a
la niña. Lo que más me impresionó en esa casa de Morón era el zótano
con una envidiable bodega. Pero a esa altura de mi vida, no tomaba,
mi hígado era un atleta olímpico.
Al otro día estabamos en el muelle del histórico puerto de Buenos
Aires.
Pensar que allí habían amarrado sus barcos Marco Polo, Garivaldi,
Platón, Miguel Angel, lo aprendí en historia. Me emocioné un poco.
Mis viejos tuvieron que firmar papeles y papeles para autorizar
a la menor de edad, niña virgen, el mar, tiburones, piratas, nunca
se sabe.
Autorizo a mi hija María Luz Piérola a viajar........
La autorización no mencionaba el regreso.
Recuerdo esos momentos como si lo estuviera viviendo.
Subíamos la rampa de acceso al barco y a los manotazos saludamos
a Nely y don Fava que nos despedían, nuestros viejos que deberían
estar allí, no estaban.
Era verano, la niña virgen iba con una minifalda que la rompía,
medía como 1,75 Mts. el lomo era de 20 años por lo menos, ni hablar,
los que embarcaban detrás nuestros, se quedaron quietos allá abajo
hasta que ese culo llegara al final de la rampa.
“Y ese boludo, será el novio?”
Se escuchó un comentario.
Cuando el Oficial de a Bordo, que controlaba los pasajes y las planillas
de pasajeros, leyó, Maria Luz.... 14 años.
“Dale nena, dónde te escondiste los otros.”
“María Luz se reía.”
Tipo Marines Yankees, toda la tripulación gallega estaba formada
prolijamente recibiendo y dando la bienvenida al pasaje.
La cara de los vagos, lo que fue eso, que la popa, que la proa,
que a babor, que a estribor, la llenaron de baba con las miradas,
se escucharon todos los piropos de ultramar juntos.
“Señores.”
Los calmó el Oficial.
Los negros estaban desaforados, recién llegaban de un viaje de unos
meses por la Antártida y allá no había pinguinos como éstos.
La niña, los partió al medio, en ese momento se perdió el control
de ingreso, varios polizontes se metían colgados como gatos por
las gruesas cuerdas de amarre.
“Gracias pendeja.” Se escuchó.
El Capitán, un viejo marino que por la edad, debió cruzar el charco
con Cortés y Pizarro, quedó baleado.
“Mija, venga que yo la ubico.” Que amable pense yo.
Parece que había una vieja orden marítima de la época de la conquista,
que los gallegos aún respetaban.
Mujeres por aquí, hombres por ahí, los otros por allá.
“Gracias dijeron unos tipos pintados y llenos de plumas.”
A mi me mandaron por la derecha y a mi niña se la llevó el Capitán
por la izquierda, le encantó. Pensar que después se hizo peronista,
que cosa no.
La vi alejarse, detrás una cutodia que ni la reina Isabel tuvo nunca.
A mi, un marinero, me indicó, “Puez, siga las flechaz, carajo.”
Quise saludarla, y decirle, nos vemos en la cena, te llevo los libros,
pero no, ella iba espléndida, nalgas paradas, pechos firmes, guiada
por el Capitán, seguido de Oficiales, Marineros, Gaviotas, Lobos
Marinos......
En el control quedó uno solo.
“Avanze el proximo, vamoz.”
Me instalé en un camarote, éramos seis, tres cuchetas como a diez
metro debajo de la superficie.
Después, me enteré por un marienro celoso y alsao.
“Allá, en la zuite prezidencial, la que uzaba Franco, se ha inztaláo
una pendeja que le ha calentao la cabeza a toda la tripulazión.
Pensé que sería una atención a pasajeros del interior del país,
que no conocían el mar.
Me dije, bueno, por un lado es mejor, que ella este allá cerca del
Capitán y yo aquí abajo, será una forma de vivir el viaje de diferentes
maneras.
Me puse la mejor pilcha para la noche, por las dudas, en esos cruceros
viaja mucha gente de guita.
Pantalones azul marino, especiales para la ocasión, que le habían
quedado a mi hermano de una fiesta de 15, de la Raquel Tuvy, una
camisa blanca, de un tío, zapatos charolados y pelo al viento, un
asco.
Me fui para el comedor, a encontrarme con la hermanita. Resulta
que también había comedor de 1ra. Y de 2da.
Un Marinero cuando me vió, pegó el grito, “otro para el de zegunda.”
Comí milanesa picada, con papas, vino la Caroyense y de postre una
banana.
“Y mi hermanita.?”
Quise ir al comedor de primera por si había un error. Me puse a
mirar por un ojo de buey. Nunca entendí por que llaman ojo de buey
a una ventanilla en alta mar, pensé en el Arca de Noe.
Allá lejos la ví, en una mesa redonda, Capitán, Subcapitán, Tenientes
de Navío, Alferes, Guardias Marina, Contramaestres, toda la tropa
a su alrededor.
A los saltos, quise saludarla, ni bola, estaba enfiestada, tenía
un vestido, más bien vestidito, que el viejo Piérola le había prohibido
hasta usar en casa, a escondidas lo metió en el bolso, una mini
y una blusita.
A los jerarcas de la marina, se les caía la baba, la crema, la sopa,
el postre, perdón decían, son las olas, mentira, el mar parecía
una alfombra.
Sin tener éxito, totalmente agobiado por la situación, me fui para
la proa, allá arriba, a pensar que hacer realmente. Me encontré
con ese universo de estrellas en alta mar que nos guiaba, pensé
en nuestro porvenir con Lanusse y pensé en Mónica una vecina de
enfrente de la cual estaba muy enamorado y no me daba bolas, estaba
enamorada de un amigo, también vecino, el Gustavo Blanco.
Con los recuerdos, con la depre emocional y con el Caroya que pegaba
fuerte, me fui a dormir.
De paso, por el pasillo lateral del salón de 1ra., se escuchaba
una gran fiesta, era un carnaval, pude ver desde lejos, la nena,
al frente de un gran trencito de hombres desaforados.
Me fui a dormir, de mis compañeritos, de los cinco, parecía que
por lo menos diez roncaban.
Así pasó un día, dos, traté de encontrarla en Montevideo, en Santos,
sin respuestas oficiales.
Al quinto día, me fui para la Secretaría de Derechos Humanos del
barco, específicamente a la oficina de personas desaparecidas. Parece
que no es la primera vez que sucede. Me atendió un Oficial, un tal
Acosta, le decían el “Tigre” o algo así, será otro del Arca de Noe,
qué se yo, no tuve respuestas.
Al séptimo día, me pareció raro que no divisábamos ya, esa magnífica
obra, el Cristo Redentor, sobre el Cerro Corcovado en Río de Janeiro,
tampoco el Pan de Azúcar, dos bellezas naturales que podían verse
desde lejos.
Después me enteré por un Guardiamaestre. Resulta que el Capitán,
totalmente en pedo, le permitió a su mimada, que pusiera la brújula
y la proa para donde quisiese y que condujera el barco, la demás
oficialidad, roncaba, había sido una noche muy pesada.
Dejando caer las estrellas, fue amaneciendo poco a poco. Nos fuimos
a la mierda, cuando se dieron cuenta estábamos en Salvador, Bahía,
una de las cocineras, la encargada del desayuno, notó que las gaviotas
que se acercaban tenían otra tonada, más nordestina, y lo que terminó
de comprobar el error fue verlo a Jorge Amado pescando en el puerto.
Volvimos.
Cuando pisamos Río, recién pude encontrarme con mi hermana, pero
no pude hablar a solas con ella para que declinara su posición,
venía escoltada por cuatro marineros y dos de civil, uno de ellos
Gustavo, parecía un niño, me llamó la atención el collar que llevaba,
con dos pinguinos, decía Recuerdo de Santa Cruz.
Su cara era un ramillete de sonrisas, de felicidad plena, estaba
vestida con conjuntito de marinerita, creo que era de la hija de
una de las empleadas de limpieza, le habían ordenado entregarlo.
“No te preocupes hermanito, hace la tuya, estoy chocha, re bien,
nunca pensé que en estos cruceritos se la pasara tan posta. Se acercó
al oido, sabes, me tiene loca un Teniente de Navío, es de Quilmes,
Buenos Aires, nos prometimos seguir viéndonos.
Con los años, entendí, porque tanta pasión por esa marca.
Y se fue, la custodia me miró como para ni abrir la boca.
Me fui a visitar algunas playas cariocas, a despejarme con unas
caipiriñas y a tratar de hacer la mía, de no pensar en la familia.
Me perdí entre bares y prostíbulos, terminé amanecido en un bar
de Copacabana, el Cirrosis.
A los dos días, el Capitán un poco despejado, daba la orden se soltar
amarras rumbo a nuestras tierras, o nuestras aguas.
Iban un par de horas de navegación, y siento que el barco para sus
motores, se acercó una lancha de la Prefectura Brasilera, se pega
al barco, se llevan como a seis tipos, iban todos encadenados.
Por fin pensé, se llevan en cana a la tripulación, se lo tenían
merecido por el descontrol total del navío. Me pareció raro, no
ví entre ellos al Capitán, el primer responsable de semejante desquisio.
Le pregunté a un marinero y no.
Parece que se habían colado unos fulanos, unos polizontes como les
llaman, dentro de esas canoas grandes de auxilio, como las que faltaron
en el Titanic, y los vagos escondidos. Parece que eran prófugos
de la dictadura de Medici. Se engancharon con las fiestas de mi
gordita, salieron a luz, desesperados, ahí los agarraron. María
Luz, todavía guarda una Plaqueta que le entregó Prefectura.
“En mérito a su aporte en el combate a la delincuencia subversiva.....”
Un par de días antes de llegar a Buenos Aires, era la tradición
gallega, hacer la Fiesta del Mar, en ésta, se elegía la Reina del
Mar.
Parecía la cancha de Boca, Marialúúú, Marialúúú, Marialúúú, me hizo
recordar a aquel futuro ídolo nuestro Maradooo, Maradooo.
Con unos compañeritos de viaje, pudimos llegar a las terrazas y
observar desde lejos y escuchar la fiesta por esos caños grandes,
esos respiraderos.
Era voto cantado, ese lomaso, era el ganador por goleada, no hubo
otras candidatas, nadie se animó a desafiar.
El Jurado, el Capitán, el Contramaestre, el Teniente de Navío, en
fin toda su banda.
Pero ella no se presentó.
Parece que estaba medio despelechada, y no quiso desfilar. Claro,
había desfilado todo el viaje, estaba cansada y despelechada de
que, si ni vió el sol.
Por su puesto, por primera vez en la historia de esta legendaria
empresa, el concurso no se realizó.
Se escuchó gritar al Capitán, “ Zi ella no ez la reina, ezta mierda
no ze haze.”
Recien cuando pude ver el obelisco, sentí un poco de alivio, volvíamos
a casa.
Me reencontré con ella, en la misma rampa donde nos habíamos separado
diez días antes. Venía la gorda, llena de regalos, gorras, sables,
anclas. Dos bolsos marineros llenos. No paraba de despedirse, la
tripulación estaba formada en pleno, no faltó nadie y cada uno recibía
su besito de despedida. Las caras de los vagos, se los veía más
calientes que los marines yankees, después de Pearl Harbor.
Me llamó la atención, no ver al Capitán, me estiré un poco, y lo
ví, estaba junto a una chalupa, re bajoneado, en la cabeza en ves
de su gorra oficial tenía como sombrero, un calzón de la niña, que
le había regalado la tía China, escrito con fibra, “te recordaré
siempre, mi delfincito.”
“Hola Gus.”
Fue todo lo que me dijo y bajó.
Pasaron los años, la niña fue creciendo, en el país había una conmoción
política muy fuerte, en todas las áreas y frentes se combatía cada
vez más intensamente. Toda una generación quería otra vida, otra
patria, más justa, más solidaria, sin explotadores ni explotados.
Se fue construyendo un modelo que sería el camino de la liberación
definitiva.
María Luz, no estuvo ajena a esas corrientes revolucionarias.
Pero no estaba segura de, en cual organización encaminar todas sus
energías combativas.
En una oportunidad la invitan a una reunión de la UES.
Sin dudarlo concurre.
El que daba el discurso, lo hacía con esa pasión de los militantes
totalmente comprometidos.
“Tenemos que embarcarnos todos en este rumbo, debemos levantar las
anclas de la indiferencia, nuestra proa seguirá siendo el rumbo
justo que el país nicesita, les repito, debemos embarcarnos y embarcar
a toda la sociedad en esta meta”...
María Luz, miró una de las banderas, UES, y sin saber que significaba,
tanto embarcar y embarcar, pensó, Unión Embarcados Secundarios,
y le vinieron a la memoria todas las inolvidables vivencias de aquel
crucero del amor.
Uyyuuyuuy, que siga la fiesta!!!!!
Ahí nomás, tomó la posta, para ser la responsable en las áreas de
fiestas y agasajos.
La bajaron de un ondazo y le explicaron en detalle que significaba
la sigla.
En un momento del relato de sus superiores, pudo escuchar sobre
la necesidad de la lucha armada, como única vía de defensa y de
éxito en toda revolución popular.
Queriendo saber mucho más sobre el tema, trató por todos los medios,
de poder llegar a sus superiores más superiores. Con mucho esfuerzo
y perceverancia, llegó a sus jefes.
“Che Pepe, no hay marina en Montoneros.?”
Pepe Firmenich, la miró fijamente a los ojos y de una forma muy
desafiante le pregunta angustiadamente.
“Cómo supiste, cómo supieste.? “Quien sos, infiltrada.? Cómo supiste
que estuve reunido con Massera.?”
La cuestión, es que se convenció de que el camino era la guerrilla
urbana y abandonó la idea de combatir en el mar. Siguió militando
muy fuerte, vinieron tiempos difíciles de cárceles, torturas, muerte
y desapariciones.
Cuentan las compañeras de celda que a cada día de prisión, lo marcaba
con un barquito. Nunca les dijo por que, pero ella siguió siempre
soñando con aquel inolvidable viaje y con la posibilidad de retornar
a las aguas profundas.
“Que feliz hubiera sido con Colón, Pizarro o Cortés.” Siempre pensaba.
Fue liberada, volvió lo que algunos llaman democracia y siguió militando
en Derechos Humanos.
Hace muy poco, un sobrino, Doctor en Leyes y militante de Hijos,
que vive en Buenos Aires, Alvarito Piérola, consiguió poder visitar
la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada) uno de los Campos de
Concentración más grande de Argentina.
Ella por su puesto, lo sabía, pero en el fondo quería conocer, la
escuela donde hubiera querido estudiar.
Ingresó al predio, con Abuelas, Madres, Abogados, ex Presos del
lugar, familiares. Iba muy emocionada recordando su otra historia.
Mientras a algunos, los partían los recuerdos, María Luz, sonreía.
“Y a vos, que te hace feliz.?”
Preguntó una Abuela.
“Queeee, no nada, me parece bárbaro, haber recuperado este lugar.”
“Ahh, dijo Rosa y siguió caminando.”
Pero el lugar no había sido recuperado completamente. Detrás de
una valla, se podía observar a los futuros “héroes”, formándose
para defender la patria. Del otro lado, la ESMA continuaba. El grupo
visitante, los miraba con mucho dolor.
En un momento, uno de los dos que estaban de guardia, pegados a
la valla, comenzó a murmurar y cada vez, a gritar más alto, “ESMA,ESMA,ESMA,ESMA....
Toda la delegación lo miró con el desprecio merecido.
“Pero mirá estos, fachos hijos de puta, asesinos, torturadores,
ladrones de bebes, todavía tienen la desfachatez de chicanearnos
en la cara. Se armó una podrida y los superiores se lo llevaron
para adentro.
Después, nos enteramos que el fulano, era el Alferez Retamoso, tartamudazo
e hijo de un marinero español, se había criado entre puertos y barcos
y sabiendo de aquella famosa historia del Crucero Ibarra, reconoció
a la ex jovencita y empezó
“ESMA,ESMA, ESMARIALUZ, ESMARIALUZ, ESMARIALUZ...
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El
cine argentino
En esta cuestión de andar reemplazando la “Justicia” argentina,
por ponerle un nombre, una “Justicia” armada para tapar agujeros,
basuras y corrupciones oficiales de una derecha que controla este
país hace muchos años….
Bueno, desde siempre….
A nosotros, una familia entrerriana, típicamente clase media, de
una provincia no tan sufrida como muchas otras, nos tocó la desgracia
de cubrir esa “Justicia”, igual que a muchas familias, en un país
donde esa señora, se sentó a descansar en el sillón del olvido.
Historias de secuestros, torturas, muertes y desapariciones de una
sociedad que pensó en una patria diferente, lo más parecida que
se pueda a la equidad.
Tuvimos que salir en búsqueda del cuerpo de nuestro hermano Fernando,
fusilado en Margarita Belén, allá en el Chaco, con una treintena
de compatriotas, y tirado en alguna fosa común, escondido como para
que no salga a la luz, ni el alma, que seguro era zurda también.
Digo tuvimos, por decir nomás, la que encaró firme la búsqueda desde
antes que lo fusilen, hace más de treinta años, fue la vieja, Doña
Amanda, que removía cielo y tierra chaqueña para sacar información
sobre su hijo. No consiguió llevarse los huesos consigo, se nos
fue antes, pero durante un montón de años les rompió las pelotas
a los chaqueños escarbando la basura dictatorial. Se puede decir
que movilizó toda la sociedad, culpables y no culpables, atentos
y distraídos, compañeros, militantes, curas, obispos, políticos,
etc.etc. En ese pelear y pelear constante, metió, solicitadas, cartas,
mil entrevistas tratando de sensibilizar a la sociedad chaqueña,
muy golpeada y con demasiados miedos todavía.
Cada tanto, empezó a aparecer gente con deseos de aportar algo,
de colaborar con esta madre, dando algún que otro dato que pueda
romper el silencio genocida, y con cada dato, allá nos íbamos como
detectives de primera línea.
Y así, entre rumores y chismes, apareció el dato de un albañil,
un tal Rodríguez que había trabajado en una pequeña empresa de construcción.
Después de seguir algunas líneas, lo ubicamos con Amanda y Víctor
en un barrio tipo Fonavi en las afueras de la ciudad de Resistencia.
Luego de un rato, de hablar del calor, de Chivatos, Palmeras y pelotudeces
el tío fue aflojando y se largó con la historia. Nos cuenta el fulano
que estaba trabajando en la remodelación y reforma de lo que fue
el Cine Argentino en la calle Santa María de Oro, más o menos al
250 en pleno centro de la ciudad. Allá por 1.994, estaban realizando
las refacciones en el mencionado cine. Después de años de abandono,
lo estaban arreglando para que funcione un boliche bailable. Los
dueños, eran de una Empresa de Turismo, Glas Turismo de un tal Carlos
Abrú. Estaban trabajando en la parte de atrás, al final del cine,
en lo que era el escenario y donde se ubica la pantalla. Normalmente
los cines empiezan a la altura de la calle y van bajando para mejorar
la visión, entonces el escenario queda elevado formando un cajón
totalmente hueco, como un sótano. Tenía como cuatro metros de profundidad
por el ancho del cine.
Contaba Don Rodríguez que tuvieron que picar el escenario para rellenar
el hueco. Así se encuentran con una tapa de hormigón sellada que
había sido el ingreso al sótano. La orden de los dueños era romper
todo, así que lo demuelen y se encuentran con una escalera que bajaba
al sótano y que era bastante más profundo de lo que se imaginaban.
Deciden chusmear con una linterna, pero se hacía difícil la visión
desde arriba, uno de ellos, el más valiente, se anima a bajar con
la linterna. Segundos después sube con una cara de terror, con los
ojos inmensos, casi temblando, contando con la voz entrecortada,
que abajo había muchos huesos y creía que eran humanos. Don Rodríguez,
inquieto también por la novedad, decide bajar y puede comprobar
que sí, había huesos largos, y cabezas humanas semi sumergidos en
el barro. Los obreros dieron aviso al capataz y éste a los dueños,
quienes de inmediato ordenaron destruir todo y rellenar lo antes
posible. Había que terminar la obra en dos meses y un tema así pararía
por completo el proyecto.
Así se terminó el boliche que creo le pusieron “Calavera” y que
funcionó varios años. Después se instaló hasta la actualidad uno
de esos negocios de la era menemista, un todo X 2.
La cuestión es que se logró la orden judicial para intervenir el
lugar. El Juez de la Causa un tal Dr. Carlos Corruplesky, JP como
le dicen, no dudó un instante en hacerlo, no por su responsabilidad
judicial sino porque conocía el boliche. Solo los amigos sabían
que era él el que se aparecía por allí cuando había fiestas de disfraces
y así no lo podían reconocer, cuentan que se llenaba de plumas y
se perdía por las noches con algún patobica. Dicen las malas lenguas,
que cuando las responsabilidades judiciales lo llevaban para Buenos
Aires, era común verlo haciendo todo tipo de trámites con su colega
Oyarbide y comprando libros de Derecho en una de esas librerías
grandes, Espartaco o algo así.
Paso seguido, se llamó al EAAF y se inició la excavación.
La información de Don Rodríguez era correcta, se exhumaron varios
cuerpos.
No fue necesaria la gran experiencia del Equipo para identificarlos,
nosotros, bastante duchos en el tema los íbamos identificando sin
necesidad de ADN ni otras yerbas.
Uno de los cuerpos era el del acomodador ya que en una mano aún
conservaba la linterna con los últimos chispazos de luz, unos programas
y algunas monedas.
Otro de los cuerpos era el caramelero, a simple vista se podía ver
la curvatura de la espalda, años llevando la bandeja, todavía tenía
algunos caramelos de esos ½ Siglo, después el riguroso estudio de
ADN confirmó al personaje, por el alto porcentaje de azúcar.
Estaba Carlitos Chaplin, los zapatos le asomaban en el barro, junto
a él estaba el pibe, ya estaba más crecido.
En una pequeña fosa común estaban los Tres Chiflados, juntos como
siempre.
Ni hablar del Muñeco Maldito.
Además de restos humanos, había restos de un caballo y su jinete,
seguro eran del Llanero Solitario ya que estaba solo y cerca de
él otra fosa común con unos diez indios, no eran de la zona, ni
Tobas, Wichis, ni Mocovíes, eran Pieles Rojas y algunos Moicanos,
pero no era el último, parece que rajaban de John Wayne.
Pero como siempre, eran indios, seguimos nuestra tradición europea,
no nos importó un carajo, rescatamos a los mocitos y después cerramos
el sótano para seguir otras líneas de investigación.
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Doña
Preciosa
En cuanto de visitas a cementerio se trata, hay de todo. Hay personas
que son asiduos concurrentes, otros como yo, a quien no lo atrae
mucho esta costumbre. Están los que entran con mucho dolor y congoja
por un finado reciente y otros que ya son vitalicios del lugar llevando
algunas flores domingueras.
En todos los casos, siempre nos pasa que acostumbramos chusmear,
como al paso, los nombres de los que “viven en paz” en el lugar
y también las fechas en que nos dejaron. De curiosos nomás, “mirá
pobre, el nombre que tenía, cómo lo habrán gastado en vida.”
En el caso nuestro, nuestra inusual visita al Cementerio San Francisco
Solano de Resistencia era para acompañar, como querellantes, a los
Antropólogos que abrirían tres fosas donde podrían estar algunos
de los fusilados en Margarita Belén y que o estaban como NN o nunca
habían sido retirados por sus familiares.
De todas maneras, siguiendo la costumbre antes mencionada, también
le pegábamos una ojeada a las tumbas por las que pasábamos.
No estábamos solos, del otro lado, estaba el equipo contrario que
nos ganaba en número por goleada. La milicada había mandado una
considerable tropa con todas las profesiones posibles, la función,
controlar todo, no vaya a ser que a estos zurditos se les ocurra
alguna maldad.
Como quien quiere ganar espacios, tipo perro meando alrededor, nos
fuimos acomodando cerquita de las fosas donde se realizarían las
tareas, para ayudar y para que la alcahuetería se haga a un lado.
María Luz y Perica acomodaron sus hermosos traseros en una tumba
vecina ( a la que usaron de mesa, silla, escritorio, cama, etc.)
Esta tumba tenía una magnífica placa de bronce de las que ni en
pedo podes pagar ahora, con una foto de una regordeta con cara de
feliz que se nos había ido muy joven. La fulana, tenía un nombre
muy especial, que sin lugar a dudas fue el motivo de atracción de
nuestras compañeritas, MERCEDES VERGA.
Así pasaron las horas, sin que nuestras niñas aflojaran semejante
lugar. En un momento determinado, pasado el medio día y el bagre
picando fuerte, ambas se retiraron en búsqueda de algo masticable
y también bebible para toda la muchachada.
Aprovechando la cuestión, Lechón, el Geólogo, que siempre estaba
rondando cerca tratando de justificar su presencia y su sueldo y
ante la mirada firme de Mortaja, un flaco, criminalista, mano derecha
de la milicada.
Lechón, aprovechando el vacío de poder, acomodó su tonelada encima
de la pobre Mercedes. La estructura no aguantó, derrumbe casi total.
Claro, la frágil construcción estaba preparada para darle sombra
a la muerta de abajo y no para aguantar a semejante muerto de arriba.
Al regreso de las musas, lo único que pudieron hacer es putear al
gordo, solidarizarse con Mercedita y buscar otro aposento.
Es común en estos cementerios, enterrar de a tres muertos por fosa.
Miky y Anahí, del EAAF debían llegar, de acuerdo a las fechas, al
primero, así que debían retirar a los de arriba. Así, tuvieron que
cortar su descanso infinito, una señora de nombre Preciosa Gonzalez
y al rato,un viejito Alfredo Benitez.
Una pregunta que nos hacíamos, sin saber nada de cementerios, es
qué harían con los cuerpos que no buscábamos, luego de una inesperada
y molesta retirada, como es el caso de los recién nombrados.
Ante la duda y preocupación, decidimos encarar el tema nosotros
y hacerle una propuesta al Director del Cementerio.
Debido a la apertura inesperada, por parte del Lechón, de la tumba
de doña Mercedes y como don Alfredo y doña Preciosa quedaron por
ahí sin saber donde acomodarse. La sugerencia sería instalar a los
tres juntos ya que tuvieron tantos años de vecindario. Por tal motivo,
quedó en mis manos hablar con el Juez Federal Esquidelsky, y gestionar
la posibilidad de conseguir una nueva placa, de bronce, bien pulida,
que los una en familia a los tres protagonistas. Conociendo al Funcionario
estábamos seguros que no rechazaría la propuesta, por un lado porque
abarataría los costos, pero fundamentalmente por el nombre que quedaría
inscripto.
PRECIOSA VERGA DE BENITEZ.
Entendíamos así, que sería un lindo y atractivo nombre para aquellos
que acostumbran andar chusmeando nombres por ahí. Veremos que pasa.
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La
última sonrisa
El viejo era un hombre tranquilo, no necesitaba levantar la voz,
perfil bajo, de andar lento, siempre con la palabra pausada y serena.
Esto no quiere decir que no era inquieto, lo era y mucho, su disimulada
energía estaba fundamentalmente dirigida a ciertos proyectos que
él mismo fue armando en su vida, individual y colectiva.
Don Héctor Gabriel Piérola, “Perico” para los amigos, nació en Paraná
un 18 de marzo de 1.919, hijo de Doña Ignacia, madre, padre, tutora
y encargada de la crianza en soledad de ocho pichones; ama de casa,
también laburaba en su casa como costurera para la fábrica Alpargatas
que estaba en Bajada Grande.
El apellido viene del lado de ella, ya que el padre del viejo, mi
abuelo, parece que tenía otro nido, más oficial.
Don Héctor hizo la Escuela Primaria en su barrio y la Secundaria
en el Colegio Nacional, después estudio en el Profesorado de Castellano
y Literatura que funcionaba en la Escuela Normal.
De gurí anduvo mezclado en los orígenes del Club Patronato, cuando
en bandada se le prendían de la sotana al Padre Grella antes que
emigre del barrio para donde hoy el club esta emplazado. Después,
con doce o trece años, tuvo la suerte que un grupo de muchachos
visionarios, encabezados por su hermano mayor Carlos, tuvieran el
privilegio y la magnífica idea de fundar lo que a partir de ahí
fue su segundo hogar, el club de su vida, el Atlético Echagüe Club.
Así, Don Héctor, “Perico”, siguió sus pasos deportivos, Patronato,
Echagüe, el Colegio Nacional. Su gran deporte fue el básquetbol
cuando las zapatillas quedaban rojas con el polvo de ladrillo, en
varias oportunidades llegó a representar la provincia en campeonatos
nacionales y en una oportunidad el seleccionado nacional en el año
1.944 logrando el título de campeón sudamericano.
Apenas recibido de Profesor, colaboraba con las escasas finanzas
familiares como docente y dando clases particulares de Castellano
y Literatura. En una oportunidad llegó hasta su puerta una jovencita
bastante menor que él, necesitada de mejorar las notas en esas materias
en la escuela secundaria. Amanda Mayor era su nombre y vivía en
el Barrio Gazzano llamado Corrales por aquel entonces. Amanda tenía
un largo viaje para tomar las clases con este joven profesor, con
el tiempo, si no tenía problemas con el castellano, los inventaba
para verlo.
A partir de ahí, quedan “flechados”. Se casaron en el año 49 y tuvieron
seis hijos, Álvaro, Fernando, Gustavo, María Luz, Cristela y Emilce.
Pudieron construir su casa en calle 25 de mayo, a un par de cuadras
de Doña Ignacia y muy cerquita de su querido Echagüe.
Políticamente, Don Héctor estaba más pegado al Radicalismo con algunas
guiñadas socialistas, lo que le costó algunas correrías del General,
pero no fue lo que se dice, un militante, fue muy amigo de los Perette
y otros caudillos radicales. No puedo decir que era un gorilón pero
si que miraba el peronismo con el ceño un poco fruncido, aún así
tenía amistades de todos los colores.
La profesión lo hizo un gran conocedor de nuestro idioma, desgraciadamente
no fue un escritor profesional, pero cuando lo hacía era un placer
meterse en su escritura. Sus cartas y escritos, aunque pocos, demostraban
un profundo sentimiento y una gran calidez humana.
Recuerdo estando en Brasil, en el exilio, las cartas que le enviaba
me las devolvía totalmente corregidas, como no pudiendo dejar su
reconocida docencia. Me confunde el portuñol yo le decía, ma qué
portuñol me contestaba, burro.
Uno de sus grandes proyectos, estuvo relacionado a su profesión,
junto a grandes intelectuales de la ciudad como Amaro Villanueva,
Carlos Alvarez, Francisco Martinez Segovia y otros formaron el Centro
Cultural Carlos María Onetti, entidad que se dedicó en un corto
período allá por el 47 a traer a Paraná a escritores de la talla
de León Felipe, Rafael Alberti, Nicolás Guillén y otros.
Muy machista, actitud frecuente desgraciadamente en una sociedad
como la Paranaense. Como marido, difícil de opinar, pero la vieja
le dijo basta después de 25 años de matrimonio.
Como padre, siempre mantuvo una relación bastante seca y vertical,
creo que cada uno de sus hijos lo vivimos de diferentes maneras,
tal vez con alguno se acercaba más que con otro, pero el viejo siempre
estaba.
Laburaba y mucho, para bancar semejante tropa, aparte de la docencia
en la escuela Industrial y la Alem, vendía seguros, vino La Caroyense
y con ese esfuerzo callado y constante permitió que nunca falte
el pan de cada día y que todos podamos estudiar algo.
Lo caracterizaba siempre un buen humor, no era de mucha carcajada,
pero si de tener siempre una sonrisa fácil, sincera.
Un hombre con firmes principios y valores difíciles de encontrar
en la actualidad. Un gran amigo, una hermosa persona que supo cosechar
muchos y grandes amigos.
- Fernando, ahí coordiné con mi amigo Morresi para que te inscribas
en Resistencia.
- ¿Y él que tiene que ver en la Universidad?
- Es Profesor de Historia en la UNNE y además vive en la misma Universidad,
él va ayudar a ubicarte.
- Grande viejo, la semana que viene nos vamos con Juan.
El viejo era muy amigo de Eldo Morresi, el Bebe, juntos compartieron
el básquetbol echagüense, después tuvo que emigrar para el norte
por esa posibilidad de trabajo.
Fernando ya tenía todo organizado para irse al Chaco a estudiar
Arquitectura junto con Juan Nin un compañero de siempre que se enganchó
en la misma carrera.
Corría el año 70, a partir de ahí, el viejo no viajó mucho a Resistencia,
era el flaco que se llegaba por Paraná, pero un par de veces al
año Don Héctor se daba una vueltita por el norte.
Fernando se fue acercando poco a poco al peronismo, y el viejo tuvo
que aceptar esa realidad.
- Es que el Chaco es el Chaco, cuándo viste un radical en las Ligas
Agrarias, peleando por los aborígenes, en la comisión interna de
una fábrica, en algún ingenio, lo más revolucionario que pueden
haber llegado es a un centro de estudiantes. Siempre le decía Fernando.
Y el flaco se metió en todo y con todo, Ligas Agrarias, Tobas, Fábricas,
Barrios, Universidad y donde pudo metió su fuerza y su militancia
y así llegó a Montoneros.
Las veces que anduvo por Paraná en el año 74 y 75, el flaco se juntaba
con Don Héctor a charlar, en el fondo de casa, el flaco le contaba
de la lucha y de sus sueños, el viejo disimulaba su orgullo por
esa lucha y le expresaba sus miedos y la necesidad de ir más despacio.
El país tenía varios golpes en el lomo y varias agachadas de la
oligarquía y de esa burguesía que no se banca el olor a pueblo y
el viejo había vivido unas cuantas pero sabía que la cosa venía
más pesada.
En una oportunidad, estaba el viejo cortando el pasto en el fondo
de casa, yo estaba montado en una pared, cortándole el pelo a una
enamorada del muro cuando llega Fernando con la más chica, Emilce,
a caballito, el flaco recién llegaba de un viaje que se había mandado
por Centro América y en casa lo estábamos extrañando bastante. Se
abrazaron un largo rato, con Emilce todavía en el lomo.
- Viejo, me caso.
El viejo lo miró y lo felicitó con una sonrisa.
- ¿Con la hija del Bebe, con María Julia?
- Y claro, con quién más.
- Y bueno, qué se yo… mejor no digo nada.
Le contestó con otra sonrisa pícara, sabiendo que el flaco era muy
buscado por el otro sexo.
María Julia, era la hija del Bebe Morresi, su amigo del norte, del
básquet y de Echagüe, Fernando se había enganchado con la petisa
al poco tiempo de llegar a Resistencia y en ese momento llegaba
con la noticia del casamiento.
- ¿No vendrá un nieto no?
- No viejo, por ahora queremos vivir juntos, ya vendrán tus nietos.
- Vos, bajate de ahí y andate a comprar un asadito que a esto hay
que festejarlo.
Fue un hermoso día de encuentro, de alegría y festejos, el regreso,
el casorio, se había juntado todo y al viejo le gustaba frecuentar
y armar sorpresivas rondas alrededor de la parrilla.
Fernando se volvió para el norte, en casa quedó el recuerdo de ese
encuentro, pero también quedó en los viejos la preocupación por
todo lo que estaba pasando en el país y más aún conociendo el compromiso
militante cada vez mayor de Fernando.
Yo me volví para Buenos Aires donde estaba estudiando. Pasó el tiempo
hubo un par de encuentros más en Paraná y en el Chaco, pero cada
vez más difíciles y complicados.
Don Héctor siguió con su vida rutinaria, ya estaba jubilado, vendía
algún seguro, publicidad para la guía telefónica y como siempre,
al frente de algún proyecto marcando su humanismo y su actividad
social como fue la construcción del Hotel Alvear, el Estadio de
Echagüe, colaborando también con Patronato, el Colegio Nacional,
etc.
Fernando continuó con la militancia, cada vez más comprometido,
con una Triple A que le pisaba los talones, con un CDO en el Chaco
apoyado por gobiernos traidores que siguieron al pie de la letra
la bajada de pulgar de Perón en la Plaza de Mayo a aquella “juventud
imberbe”.
El último encuentro de Fernando con el viejo fue en mi casamiento
el 9 de enero de 1.976. Fernando y María Julia ya andaban clandestinos
esquivando como podían las garras asesinas. En esos momentos vivían
en Corrientes.
- Hijo, cuídense, váyanse más lejos hasta que esta locura pase,
yo los ayudo con unos manguitos.
- No te preocupes viejo, estamos bien, no podemos aflojarle a estos
vendepatria.
- Esto viene muy pesado, parece que se viene otro golpe.
- Ya sabemos, y los bajaremos como a Onganía, a Lanusse, qué mierda…
Llegó el golpe e hicieron correr la sangre prometida, sangre joven,
valiente, esperanzada, con un maravilloso proyecto para esta pisoteada
Argentina.
Cárceles, exilio y algo nuevo, proyectado, tétrico, bárbaro, inimaginable,
la desaparición en masa de un pueblo que estaba luchando por un
país más justo y libre.
En octubre de ese año llegó la noticia.
- ¿Hola, Perico, cómo andás hermano?
- Bien Bebe, ¿que contás, sabés algo de los chicos?
- Por eso te llamo, parece que los detuvieron en Misiones.
- ¿Cómo están?
- No sabemos nada todavía, nos enteramos por la radio.
Fernando y María Julia habían sido detenidos en Posadas el 20 de
octubre de 1.976 por la patota del 124 de Inteligencia de Resistencia.
Tosso, Valussi, Hornos andaban detrás de ambos hacía un tiempo,
algunas torturas por ahí, permitieron ubicarlos. Muy torturados
en Posadas, los trasladan a Corrientes al RI9 donde la patota correntina
se ensañó más aún con Fernando, De Marchi, Losito, Piriz, más tortura.
Luego los llevan a Resistencia a la brigada de Investigaciones,
María Julia queda ahí y a Fernando lo llevan a la Alcaidía de la
Policía Chaqueña.
Y llega el 13 de diciembre de 1.976 y Margarita Belén.
Yo ya vivía en Paraná, había nacido Verónica, la militancia seguía,
la cosa estaba demasiado pesada, nos estábamos mudando a Buenos
Aires hasta que aclare un poco.
Eran los primeros días de enero de 1.977 estaba en lo de mi suegra
que vivía en la zona del puerto, una casa en el interior de la manzana.
Me avisan que el viejo estaba afuera, en la calle y quería verme.
Salgo, estaba solo, apoyando en su Peugeot 404 blanco, a medida
que me acercaba podía ver su sonrisa cada vez más grande. Me alegró,
ya que hacía tiempo que no lo veía sonreír así. Tenía un papel en
la mano y haciendo señas, lo agitaba como una pequeña bandera.
- ¿Viejo, qué pasa, el flaco?
- Siiii, lee.
Y me dio el pequeño papel, su sonrisa ya era una risa desacostumbrada
en esos tiempos. Empiezo a leerlo:
EJERCITO ARGENTINO
Resistencia, 30 de diciembre de 1.976.-
Al señor Héctor Gabriel Piérola
25 de mayo 628
Paraná – Entre Ríos
Comunico a Ud. que el día 13 de diciembre de 1.976, una columna
que transportaba personal detenido desde Resistencia hacia Formosa,
a la altura del Kilómetro 1042 de la Ruta Nacional Nº 11, fue atacada
por delincuentes subversivos, con la aparente intención de liberarlos
o eliminarlos, a efectos de evitar declaraciones comprometedoras.
Como consecuencia del choque armado y posterior intervención de
otros efectivos del orden, se produjeron bajas en ambos bandos y
algunos detenidos lograron fugar.
Cumplo en comunicarle que su hijo FERNANDO GABRIEL PIEROLA, logró
fugar y que aún se encuentra prófugo.
Miguel Aurelio Baguear
Coronel
Jefe Grupo Artillería 1
Termino de leerlo, lo miré y con una frialdad de mierda, le dije:
- Viejo, están aplicando lo que ellos llaman la Ley de Fuga.
Su rostro se fue transformando.
- Ley de Fuga, y qué es eso?
- Los fusilan, los matan, inventan fugas y enfrentamientos.
- Pero aquí dice que está prófugo.
- Si viejo, ojalá sea cierto, ojalá sea cierto.
- No puede ser, qué estás diciendo, no puede ser, aquí dice…….
Y muy despacio, fue subiendo a su auto y lo vI alejarse con el rostro
quebrado, sin entender y queriendo creer en esa gran mentira.
Fue la última sonrisa que disfrutamos del viejo, nunca la olvidaré,
con aquel papel, con aquel asqueroso, inmundo, infame y cruel papel
en la mano, agitándolo alegremente.
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Entre
dos Islas
Por Gustavo Piérola *
Esa mañana amaneció muy calma, apenas fresca; como casi siempre,
el otoño nos brinda días templados y placenteros. A media mañana
de aquel 25 de abril de 1947 una suave brisa del sur refrescaba
el parque Urquiza. Cubierto por las barrancas y la hermosa forestación,
fundamentalmente de jacarandáes, álamos, lapachos, paloborrachos
y tipas, esa brisa se hacía casi imperceptible en el puerto de la
ciudad de Paraná.
Un grupo de personas esperaba ansioso en el muelle junto a la baranda
que apoyaba en las viejas vigas de quebracho.
Jóvenes cercanos a los treinta años, con trajes oscuros, sobretodos
largos, sombreros de la época, aguardaban con la mirada fija río
abajo, para el lado de Bajada Grande. Los cigarrillos pasaban de
mano en mano, las conversaciones giraban en torno a la política
del momento, al deporte, a la literatura y muy especialmente a la
figura del visitante esperado.
En el medio del río, dos botes simples y el cuatro del Rowing que
tantos triunfos habían dado al club, volvían del entrenamiento diario.
El timonel les marcaba el ritmo del último esfuerzo antes de llegar
a destino. A pocos metros del lugar, estibadores cargaban bolsas
de cal en un barco con destino a Buenos Aires. A un costado del
muelle, la lancha de pasajeros que unía Paraná con Santa Fe se estaba
preparando para la salida del medio día.
Por un momento, la conversación varió; un pescador con sonante sapucay
festejaba la pesca de un Surubí que se había prendido a su línea.
Habría transcurrido una hora cuando Raúl Uranga dio el aviso. A
lo lejos, sobre un cielo claro que se reflejaba en el brillo marrón
del Paraná, apareció un punto que fue creciendo rápidamente. Todos
quedaron mudos y expectantes.
- Será ese Raúl? preguntó Carlos Alvarez.
- Y claro viejo, no hay dudas, ¿cuántos aviones creés que llegan
por día a esta ciudad….? estamos en Paraná, pasados por agua, en
una isla, como náufragos de esta Patria, aislados entre ríos.
Los demás rieron nerviosos.
El hidroavión se deslizó suavemente sobre esa perfecta alfombra
de agua limpia y pura, piloteado con la destreza de quien sabe del
oficio.
Detrás de la imagen, parecía que las islas le daban la bienvenida
antes que nadie. Islas de barro, arena, sauces, alisos y lagunas
muy diferentes a las islas de la región de donde era originario
el visitante.
Bandadas de garzas y bandurrias levantaron vuelo asustadas ante
la máquina que invadía su territorio; algunos biguás se sumergieron
para salir lejos de la escena.
Casi regulando, el avión se acercó lentamente a la costa; dos empleados
del Puerto estaban en un pontón esperando para amarrarlo.
Debajo de la escalera, también de escalones de quebracho, unos gurises
dejaron de mojarrear para disfrutar de algo tan poco frecuente.
Bajaron dos o tres pasajeros también provenientes de Rosario. Detrás
de ellos se asomó a la escalerilla un hombre con un pequeño bolso
en una mano y una carpeta en la otra. Piel oscura, baja estatura,
morrudo, labios gruesos, ojos profundos, frente amplia y cabello
peinado hacia atrás. Era enorme la sonrisa de quien, aunque por
primera vez pisaba suelo entrerriano y no conocía personalmente
a los anfitriones, sí sabía perfectamente a qué venía.
Un hombre que hacía muchos años andaba recorriendo el mundo hablando
del hombre negro, de esclavitudes, de pueblos explotados, de explotadores
y de sueños libertarios; todo ese mensaje estaba en lo que tan bien
hacía: la palabra a través de la escritura. La literatura era su
principal herramienta, los versos, la prosa, la poesía y algo nuevo,
la cultura afroamericana llevada a expresiones literarias tan simples
y a la vez tan profundas.
Nicolás Cristóbal Guillén Batista, conocido en el mundo simplemente
como Nicolás Guillén, nacido en Camagüey, Cuba el 10 de julio de
1902.
Escritor, poeta, pensador, gran idealista, un luchador empuñando
las letras como única arma, a los 16 años ya había publicado sus
primeros versos. Un año antes, había perdido a su padre muerto en
manos de soldados en una represión política.
Al poco tiempo, su gran creación, el “Son” se convertiría en un
nuevo ritmo en la escritura cubana, reflejando y resaltando la raza
negra, la mestiza, la mulata, la alegría, la cultura y los sentimientos
populares de la isla. Estos “versos mulatos” como él los llamaba,
marcaban toda la identidad y el folclore del Caribe.
Toda esa sabiduría, toda esa humildad digna de los grandes hombres,
estaba llegando a Paraná. Venía a regalarnos la riqueza de su palabra.
El Profesor Carlos Alberto Álvarez, presidente en ese momento del
Centro Cultural Carlos María Onetti, entidad responsable de la prestigiosa
visita, fue el encargado de presentarse y presentarlos.
- Profesor Héctor Piérola, miembro de nuestro Centro y miembro también
de la Biblioteca Popular.
- Profesor de….?
- También, de Literatura y Castellano….
- Y tú, escribes?
- No tanto como quisiera….
- Escribano Francisco Martínez Segovia, Pancho para todos.
- Profesor Amaro Villanueva.
- Literatura por supuesto…
- Claro.
- Dr. Raúl Uranga.
- Todos miembros del Centro Cultural.
- “Señores, es un inmenso placer y una contentura grande, estar
aquí con ustedes, les agradezco la invitación y que me permitan
ser un poco portavoz en estas tierras de la cultura de nuestro querido
país. Sepan que no solo vengo a traerles mi palabra y la de mi pueblo,
sino que también de aquí pa’lante, llevarme bien guardada en mi
conciencia y en mi corazón, la grandeza cultural y literaria de
este querido pueblo”.
Uno a uno subió a los autos que los llevarían directamente a disfrutar
de un asado criollo en la quinta de El Brete del Dr. Jorge Uranga.
Willy Lener, gran cocinero, asador y amigo de todos fue el encargado
de que el dueño del Son degustara la mejor parrilla criolla entrerriana.
Un costillar a la estaca fue el plato central para alguien oriundo
de un lugar no tan acostumbrado a la carne vacuna. Ya de sobremesa,
observando el río y como admirado con el paisaje, les recitó a los
presentes parte de su nueva obra, “El Son Entero”.
La vida empieza a correr
La vida empieza a correr
de un manantial, como un río,
a veces, el cauce sube,
a veces, el cauce sube,
y otras se queda vacío.
Del manantial que brotó
Para darte vida a ti,
ay, ni una gota quedó
para mi:
la tierra se lo bebió.
Aunque tu digas que no,
el mundo sabe que si,
que ni una gota quedó
del manantial que brotó
para darte vida a ti.
Al instante, como un retruque criollo, Martinez Segovia le devuelve
la parada regalándole estrofas de su “Son casi entero”.
Piérola recordó versos de Juan Ramón Jiménez y Carlos Álvarez de
su “Fábula encendida”:
Corra sangre tranquila por tus venas,
zarpa de esta vigilia, ya sin penas,
envuelta en un velamen de alegría
porque yo soy tu mar, barca serena:
navega por la voz del agua buena,
duerme en mis brazos, duerme, cosa mía.
Enseguida, Amaro Villanueva le obsequió su “Crítica y Pico” y algunos
“Versos para la oreja”.
Fue una sobremesa a puro verso, sones y coplas con fondo de río
e islas.
En un momento, Guillén quedó pensativo y desde la barranca, observando
el río:
- Cuántas islas….cuánta exquisita y preciada agua dulce ! - exclamó.
- ¿Y a qué se debe ese colorcico marrón del agua?
Se miraron algunos como queriendo saber quién contestaría, y fue
el propio asador que tomó la palabra:
- El río Paraná nace en Brasil y desde allá trae aguas limpias y
cristalinas. El que le da el color es el Paraguay, alimentado por
el Pilcomayo y el Bermejo con toda su sedimentación.
- Y Paraná significa…?
- Pariente del mar”, en lengua Guaraní
- Qué palabra tan bonita, como su dueño…tienen que cuidarlo.
- Qué tal la pesca, Willy?
- Siempre buena Nicolás, lástima que vienes por tan poco tiempo,
sino, podrías disfrutar de Dorados, Surubíes, Moncholos, Amarillos,
pescados por vos mismo.
- Ya habrá otra oportunidad compa…
- Y díganme, cuándo van a estar comunicados por caminos con el resto
del país, así me arrimo en guagua?
- Todavía no Nicolás…
- No deberían hacer un puente?
- Es un viejo anhelo y una urgente necesidad de los entrerrianos.
Sería muy bueno para esta provincia – contestó Raúl Uranga.
Y así fue interesándose en islas y lagunas, en el Parque, en el
Puerto y la producción de la zona, por escritores entrerrianos,
argentinos, de países vecinos. Preguntó acerca del Centro Onetti
y su tarea en la sociedad.
- ¿Quién fue Carlos María Onetti? – quiso saber.
- Un Profesor, Uruguayo de Melo… - se apuró uno.
- Fue Profesor nuestro en el profesorado, nos daba la cátedra de
Literatura Argentina y Americana, por él te fuimos conociendo Nicolás…
- Nos dejó muy joven, hace unos seis años…
- ¿Escribió algo?
- Claro, varios libros de poesía como “El desfile amoroso”, “El
barco de vela” y “Provincianita con estrellas federales” entre otros…
- Una gran persona, intelectual y humanamente…
- ¿Y quién recita algo de él?
Se miraron nuevamente y esta vez fue “Pancho” quien se animó, recordando
fragmentos de “Romance de primavera”:
Lluvia lenta en primavera
para matar la esperanza…
Recuerdos de aquella tarde:
Todo ardía, flor de llamas,
en un sueño y otro sueño
corazón y lontananza.
Malvones rojos dormían
Sobre lechos de esmeraldas;
El cielo azul se escondía
Jugando a las nubes blancas
Y un fino cuarto creciente
La luna nos entregaba…
- Chévere Pancho, chévere… - aprobó Guillén.
De esa manera, poco a poco, se fue informando; quería saber más
y más sobre nuestra tierra, nuestra gente, nuestras costumbres y
especialmente sobre nuestra literatura.
El diálogo se cortó con el paso a lo lejos de un barco de transporte
de carga que remontaba lentamente el río.
- ¿Qué bandera es aquella?- preguntó Guillén.
- Paraguaya -contestó rápido el dueño de casa.
Se quedó un instante pensativo.
- ¿Qué pueblo aquel, no? el más avanzado de América, que cojones,
cómo lo destruyeron para entregarlo al imperio… Recuerden, volverán
a estar de pie, la lengua guaraní los salvará!
Luego, mientras el barco se alejaba lentamente y en homenaje a esa
sufrida bandera, fue recordando versos de sus colegas de tierras
guaraníes, de Hérib Campos Cervera, de Augusto Roa Bastos y otros.
Por la tarde, luego de una breve siesta y unos mates cebados por
el experto, don Amaro Villanueva salieron en caravana a recorrer
la ciudad. A dar un bureo, en palabras de Nicolás. El Parque Urquiza,
la costanera, el Paraná Rowing Club, nacido también un mes de abril
hacía treinta años precisamente, en la misma Biblioteca Popular
donde Guillén disertaría esa noche. Raúl Uranga había sido Presidente
del Club. Los mismos remeros de la mañana, volvían de un segundo
entrenamiento, entre ellos Ángel Malvicino preparándose para los
Juegos Olímpicos de Londres.
Raúl Uranga, en esos momentos vinculado al rugby, orientó el paseo
hacia la zona del Club Atlético Estudiantes, el monumento a Urquiza,
la Danza de la Flecha, la Venus saliendo del baño. Siguieron por
Rivadavia hacia la Escuela Centenario, la Casa de Gobierno, LT 14,
Iglesias, Museos, el Colegio Nacional. Frente a cada obra de arte
o edificio, alguien se apuraba a ser de guía turístico mencionando
años, autores, personajes y anécdotas del lugar.
- Esta es la Biblioteca Popular de Paraná, dentro de un rato la
conocerás por dentro- se anticipó el profesor Piérola cuando tomaron
calle Buenos Aires.
Pararon un instante, Guillén se quedó observando toda la fachada
del edificio.
- Qué bonitura, muy bella arquitectura, por lo que veo grabado en
su frente fueron los Arq. Fasiolo y Storti sus creadores. Es estilo……?
- Italiano, Nicolás, estilo italiano- se adelantó Uranga.
- Gente de Buenos Aires.
- ¿Y cuándo se construyó?
- Se empezó allá por 1908 y se inauguró el 27 de mayo de 1.910 para
el centenario de nuestra patria.
- Realmente muy bella….
- Ya la verás por dentro, es más hermosa aún, pero su mayor riqueza
son sus casi cincuenta mil libros que se vienen juntando desde la
fundación de la entidad en 1873, porque la Biblioteca ha pasado
por varios lugares antes de quedar definitivamente aquí - aclaró
Piérola.
Continuaron su recorrido por el Teatro 3 de Febrero, la Escuela
Normal, el Palacio Municipal, el Colegio Nuestra Señora del Huerto,
sede del Senado cuando Paraná fue Capital de la Confederación, la
Catedral, el Palacio Episcopal, el Correo, el Cine Mayo.
- Aquí, a cinco cuadras está mi club, Echagüe- afirmó, orgulloso
Piérola.
- Héctor fue selección argentina de básquetbol, campeón sudamericano.
- Muy bien, muy bien, pero vendría bien un poco menos de pelota
y más escritura- comentó Guillén aludiendo a la escasa producción
editada del basquetbolista.
- Coño…parece que la competencia deportiva es brava por aquí - bromeó
el visitante.
Estacionaron para ir a tomar un café en un bar céntrico, el Florida.
El nombre sorprendió gratamente al poeta quien no pudo sino recordar
y aludir a El Floridita, también bar, altamente significativo en
La Habana:
-¿Podré pedir un mojito acá, o alguna coronilla, no estaría mal
ajumarse un poquitico?
Todos rieron.
Luego de un intenso intercambio en el café, donde Guillén centró
sus inquietudes en lo que sería su conferencia por la noche en la
Biblioteca Popular, se retiró al hotel Central donde se hospedaría.
- Nicolás, te buscamos a las 20:30. La conferencia empieza a las
21, estamos a unas pocas cuadras- acotó Martínez Segovia.
Muy puntuales, estuvieron en el hall del Hotel en el horario convenido.
Caminaron por calles céntricas. Nicolás se detuvo a observar unas
camisas en Gath y Chaves, luego pasaron frente al edificio de El
Diario.
- Para este periódico el Sr. Martínez Howard me hizo un reportaje
en Buenos Aires -comentó Guillén al paso.
- Sí, Alfredo, está residiendo en Córdoba pero si ha llegado, seguro
nos estará esperando en la Biblioteca. Efectivamente, muchos de
nosotros estamos vinculados a la sección cultural de El Diario.
- ¿Saben que fui reportero alguna vez?
- Claro Nicolás, quién no sabe de tu vida…
Llegaron a la Biblioteca Popular, un gran número de personas estaba
en la vereda esperando, entre ellos el Dr. César Pérez Colman y
el Profesor Víctor Badano Presidente y Vicepresidente de la Casa,
quienes presentaron a Guillén al resto de la Comisión Directiva.
- La Secretaria, Profesora Ángela Bovolini, los demás miembros,
Sr. José Blanda, Profesor Facundo Arce, Oscar Reula, Eduardo Magliochini,
Dr. Enrique Bonfils, a Piérola ya lo conoce….
- Sí, claro, el basquetbolista que debería escribir más….
Entraron y Pérez Colman le fue mostrando el edificio en su interior.
Guillén no dejó de expresar su admiración por los detalles de la
construcción y especialmente se detuvo frente a la gran cantidad
de libros a disposición de la comunidad paranaense.
La sala de conferencias estaba repleta, un aplauso generalizado
le dio la bienvenida. Ante un respetuoso silencio tomó la palabra
el Profesor Héctor Piérola designado pera presentar a la sociedad
al gran poeta cubano.
- “Señores miembros de la Biblioteca Popular, que gentilmente nos
han permitido este inolvidable encuentro en esta hermosa casa, y
al mencionar este lugar, no puedo dejar de referirme a aquellos
visionarios que llevaron adelante esta magnífica idea, a Justo Comas,
a Manuel Martinez de Fontes, a Pedro Scalabrini, a Enrique Berduc
y tantos otros. Señores miembros del Centro Cultural Carlos María
Onetti, responsable de que este gran poeta de América esté hoy con
nosotros, autoridades municipales y provinciales, señoras, señores,
amigos. Por esta tribuna han pasado Arturo Cuadrado, León Felipe,
Rafael Alberti, Juan Ramón Jiménez y tantos otros que nos han dejado
su tesoro traducido en letras. Hoy tenemos el mismo honor de disfrutar
la presencia de alguien que ha llevado por el mundo el mensaje afro-antillano,
sus versos son el espíritu de una isla mestiza, cargada de ritmo,
color e identidad cubana. “Motivos del Son”, “Songoro Cosongo”,
“West Indies Ltd.”, “Cantos para soldados y sones para turistas”,
son parte de su grandiosa obra. Hoy nos trae su expresión mayor
“El Son Entero” como luz y esencia de su pueblo, como máxima altura
lírica que solo él podrá presentarles. Con ustedes, Nicolás Guillén…”
Guillén se puso de pié, pausado y seguro como siempre, agradeció
las palabras de presentación y al público que lo escuchaba atentamente:
- “Latinoamérica tiene identidad propia, Latinoamérica tiene una
historia que la tejen sus pueblos y Latinoamérica y sus pueblos
tienen grandes poetas, como Jorge Amado, Hérib Cervera, Roa Bastos,
o de estas verdes tierras entrerrianas como Juan L. Ortiz con su
“Angel inclinado” y su “Rama hacia el este” y tantos otros que no
podría nombrarlos a todos. Ahorita nomás, tuve la gran felicidad
de poder estar con quien considero un grande compay, un cojonú de
estas sufridas tierras del sur y el máximo poeta de esta querida
Latinoamérica, el creador de “Veinte poemas de amor y una canción
desesperada” y tantas obras de excelentísimo valor. Por él, por
Pablo Neruda pido un aplauso en reconocimiento a su obra y a su
grandeza.”
Luego habló de José Martí, a quien consideró el gran patriota y
revolucionario Cubano muerto como tal, en la batalla. Resaltado
por Guillén como el escritor que fue guía de aquellos que como él,
heredaron su riqueza literaria y su compromiso patriótico. Sus “Versos
sencillos” y sus “Versos libres” fueron parte de la luz, la motivación
y el camino para las nuevas generaciones de escritores cubanos.
Habló de su isla -el “largo lagarto verde”- de su raza mulata, de
su pueblo explotado y de todos los pueblos explotados, habló de
libertad y de sueños compartidos.
Presentó en detalle su nueva obra “El Son Entero” Y se despidió
agradeciendo con un fragmento de:
Mi patria es dulce por fuera
Mi patria es dulce por fuera,
y muy amarga por dentro,
mi patria es dulce por fuera,
con su verde primavera,
con su verde primavera,
y un sol de hiel en el centro.
¡Qué cielo de azul callado
mira impasible su duelo!
¡Qué cielo de azul callado,
ay, Cuba, el que Dios te ha dado,
ay, Cuba, el que Dios te ha dado,
con ser tan azul tu cielo!
Un pájaro de madera
me trajo en su pico el canto;
un pájaro de madera,
¡Ay, Cuba, si te dijera,
yo, que te conozco tanto,
ay, Cuba, si te dijera,
que es de sangre tu palmera,
que es de sangre tu palmera
y que tu mar es de llanto!
Bajo tu risa ligera,
yo, que te conozco tanto,
miro la sangre y el llanto,
bajo tu risa ligera.
Sangre y llanto
bajo tu risa ligera;
sangre y llanto
bajo tu risa ligera.
Sangre y llanto.
Un extenso, generalizado y merecido aplauso entrerriano se llevó
Guillén de vuelta a su tierra. Con su humildad y su sonrisa iluminada
agradeció a los presentes.
Ya cerca de la media noche, fueron a cenar, miembros de la Biblioteca,
del Centro Onetti, amigos y amigos de amigos lo acompañaron en la
cena de despedida de esa fugaz visita. Esta vez, Nicolás pudo disfrutar
de pescados de río.
- En nuestro próximo encuentro, allá en mi Cuba, seré yo quien los
reciba con nuestro Ajiaco…
- ¿Y qué es Ajiaco? – preguntó Ángela Bovolini.
“Jiaco cun cane y cun vianda y toitico cosa güena que lo come gente
branca”
Todos rieron.
Piérola, Uranga y Alvarez lo acompañaron al hotel y quedaron en
buscarlo a las 9:30 para la partida del Hidroavión que salía a las
10:00
Allí estuvieron, puntuales como siempre, pero hubo un error, el
horario de salida del avión era media hora antes. El Ford 38 bajó
del centro al puerto en tiempo record.
- Agila muchacho, agila, dale, dale a esa bartavia… - apuraba Nicolás
al chofer.
Fue inútil. El avión ya había partido y se dirigía lentamente al
centro del río para iniciar su despegue. La cara de Nicolás y la
de sus amigos perdieron la sonrisa. Las señas y correrías tratando
de que el piloto los viera fueron exageradas y cómicas. Los nervios,
exaltados no eran injustificados; “estamos en Entre Ríos”, comentó
alguien.
Justo en ese momento y como todos los días, entre el avión y el
puerto pasaron dos botes par dobles del Rowing, que se dieron cuenta
de la situación. Uno de ellos se dirigió al avión para avisar y
el otro al puerto para tratar de socorrer al viajante tardío.
Las mismas islas como paisaje, las mismas aves revoloteando como
testigos.
Los mismos obreros portuarios sostuvieron el bote y ayudaron a Nicolás
a subir y acomodarse en la popa. Luego de unas carcajadas nerviosas
que retumbaban en el silencio del río, su sonrisa comenzó a brotar
nuevamente, acomodó el bolso, no soltó la carpeta con su Son Entero
y entre remada y remada se despidió recitando, casi a carcajadas,
su “Poema con niños”, que sus amigos entendieron como homenaje,
a quienes lo estaban llevando, a Paraná, al paisaje, a las gentes
y como un “adiosito final”:
sobre sangre van los hombres
navegando en sus barcazas:
reman, que reman, que reman,
¡nunca de remar descansan!
Ay de quien no tenga sangre,
porque de remar acaba,
y si acaba de remar,
da con su cuerpo en la playa,
un cuerpo seco y vacío,
un cuerpo roto y sin alma,
¡un cuerpo roto y sin alma!...
Y así nos dejó Nicolás, con su risa ligera y su carcajada nerviosa,
con su mensaje mulato cargado de sueños y libertad, mientras las
dos islas estaban ahí presentes, fusionadas entre las arenas del
Caribe y del Paraná, abrazándose en poesía, en amistad y en eterno
compromiso…
17/04/10
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