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El Matrero

El Matrero era un barco nuevo, recién adquirido por la empresa para transportar el ganado entre islas e islas en el delta y tierra firme. La maniobra fue fácil para quien lo timoneaba, se podía notar fácilmente su experiencia; se fue acercando a la isla lentamente en contra de la correntada, apoyó la popa en un albardón alto, uno de los peones lo amarró a un sauce viejo y bajó la rampa.

Todo era extraño para la zona. Volaron un par de garzas asustadas, un martín pescador se alejó a un curupí con una mojarra recién pescada, una tortuga se zambulló desde un raigón varado en la orilla. El viento sur, fuerte y fresco, casi no se percibía por la frondosa vegetación de la costa formada por sauces, alisos, ceibos y enredaderas.

La isla Las Orquetas era una isla alta que sin duda llevaba cientos de años acumulando sedimentos del Paraná; los curupís, los talas, los espinillos y los algarrobos marcaban la edad del paisaje. La vista hacia el sur se perdía entre lagunas casi sin agua, un mar de pajonales y pastos altos amarilleaban hasta el horizonte. La sequía estaba brava y el agua no entraba en las lagunas por la bajante.

El primero en bajar del barco fue Ramón y su caballo, un pintado que había criado desde gurí. El resto de la peonada hizo bajar el ganado, cerca de treinta entre negras y marrones. Ramón salió caminando despacio, estudiando ansioso el lugar con cierta preocupación mezclada de esperanza y, seguramente, de algunos sueños compartidos con su familia. Un casal de cardenillas, algunos chingolos y el lorerío lo hicieron sonreír: le estaban dando la bienvenida.

—Dale, Ramón, no te hagás el loco, vení, poné el lomo —se escuchó desde el barco.
Bajaron alambre, postes de ñandubay, madera y chapas nuevas, cemento, cal, ladrillos. Lo que más les costó fue la arena y los escombros. La promesa de la empresa era levantar un rancho firme para la familia.

Las vacas solitas se fueron para la laguna más cercana a engordar con forraje extraño para ellas, olfateando con desconfianza, al principio, camalotes y canutillos. Unos chajáes dejaron de picotear insectos y observaban los nuevos habitantes que se les iban encima. El alambre y los ñandubayes eran para cercar el rancho; en las islas, el río y los arroyos marcan los límites gratuitamente.

A la semana, El Matrero trajo más vacas, y más y más. Luego de un par de meses, cuando el rancho ya estaba habitable, llegaron, mezclados entre el ganado, Julia, la esposa de Ramón, y sus tres críos: el Beto, de cuatro años, Clarita, de dos y Ramoncito, que al rato quedó marrón como el río por el gateo.

Los tres guachos eran nacidos en Acebal, un pueblito cerca de Rosario próximo a la estancia: la familia vivía en el mismo campo de la empresa en un rancho de paja y adobe; zona buena, tambera por historia. Ahora la soja le estaba ganando la pulseada, menos mano de obra y mejor precio afuera. Ramón conocía mucho de vacas, aprendió a gatear y a correr entre las tetas de las Holando en los campos de estos gringos, también holandeses pero no solo de nombre, de bandera y de patria también.

Julia era nacida ahí nomás, en las afueras del pueblo, hija y nieta de familias polacas corridas por las guerras europeas; de manos curtidas por el trabajo y suaves a la hora de sacar leche un par de veces al día, todos los días desde que su memoria lo recuerda. Rubia como una espiga antes de la cosecha y ojos color de cielo abierto.
Historia parecida, los orígenes de Ramón también habían llegado en barco desde la Alemania de fines de siglo XIX. Todos, desde siempre, de manos pegadas al arado. Alto, también rubio, ojos color tierra, fuerte y entregado al trabajo.

Su padre, don Gerardo, era el encargado de uno de los tambos grandes, con más de mil cabezas. Prendido a sus bombachas, Ramón aprendió todo lo que hay que saber en los secretos y necesidades del campo.

El administrador de la estancia era un ingeniero de Buenos aires, formado con esfuerzo argentino y capacitado en Holanda para que la plata grande emigre para allá. Hombre altanero y de sobrada verborragia. Botas de cuero de carpincho, bombachas impecables, pañuelo al cuello. Se apoyaba mucho en la experiencia de don Gerardo y lo consultaba continuamente.

Estaba don Gerardo mateando debajo de un centenario algarrobo, uno de los últimos que quedaban en las veinte mil hectáreas de la estancia. Recién terminaba el ordeñe de la tarde. Para el oeste, el sol caía sobre un mar de soja; para el este, al paisaje lo pintaban de negro y blanco las lecheras.

—¿Cómo anda, don Gerardo? —preguntó el ingeniero bajando de una camioneta que le brillaba hasta el nombre.
—Bien, ingeniero, con trabajo, que es lo importante.
—Sabe, amigo, vengo de la Capital, se han abierto nuevos negocios y quería hablar con usted.
—¿Conmigo?, ¿y por qué?
—En realidad, creo que se ha presentado una buena oportunidad para su hijo, Ramón se llama, ¿no?, y toda su familia. Son varios, ¿no?
—Y sí, ya me ha alegrado con tres nietos.
—Sabe, la empresa ha conseguido algunas islas importantes, aquí enfrente, en el delta, islas viejas con tierras altas. Las crecientes ya casi no las joden, con poco movimiento de tierra y algunos terraplenes tendremos tierra firme para unas cinco mil cabezas, zona húmeda, buen pasto para el engorde. Vio lo que es la soja, don Gerardo, nos va dejando sin tierras para el ganado.
—Me imagino que no serán las lecheras, ¿no, ingeniero?
—No, claro, las coloradas y las negras, para carne.
—¿Islas de la empresa?
—Y no, don Gerardo, pero es como si fueran, unos pesos por aquí, otros por allá, en este país es fácil, los políticos son así.
—¿Y cómo es la cosa, ingeniero? Ya le dije, el Ramón es bueno en todo esto, pero tiene familia y tres críos.
—Ya lo sabemos. Siendo hijo suyo, como no va a salir bueno. Lo necesitamos de encargado, le mejoraremos el sueldo, algunos planes del gobierno, algo por producción y no se preocupe, la empresa le dará casa, lancha, grupo electrógeno, televisión, una radio y un celular para comunicarse; no le faltará nada y usted, don Gerardo, podrá tirar una cañita de vez en cuando por allá. Son oportunidades que no hay que desaprovechar, don Gerardo, hay que crecer económicamente. Vio mi hija Elizabeth, ella está terminando Licenciatura en Economía en Rosario, le surgió una oportunidad y ganó una beca para capacitarse en Londres… a fin de año se va para allá. Son oportunidades, don Gerardo.

Pasó el tiempo. La casa en la isla ya era una casa, con vida y colores. Julia se encargó de regalarle flores al lugar, frutales que crecían, una huerta muy variada, gallinas, chivos, pollos, lechones. Ramón y Julia se enamoraron de toda la vida que los rodeaba: los pájaros, las aves, animales de todo tipo, hasta se veía algún ciervo de los pantanos.

Diariamente, Ramón recorría las islas controlando el ganado y cada tanto llevaba alguno de sus hijos, a quien le enseñaba todo lo que también iba aprendiendo de la flora y la fauna del lugar.

—Papá, la semana pasada estaban los nidos de las gallaretas y de los gallitos del agua y ahora no están, ¿qué pasó? —comentó el Beto.
—Es verdad, son las vacas, hijo, que desgraciadamente pisan por todos lados.
—Pero eso no es bueno, papá.
—No, hijo, pero han traído demasiadas vacas y es nuestro trabajo.

Una mañana de verano, Ramón recién llegaba del interior de la isla en su pintado, mientras Julia estaba tomando un tereré y los niños jugaban con unos polluelos recién nacidos. El Matrero, como todas las semanas, se fue acercando. Ramón se arrimó a la orilla para ayudar en el amarre. Esta vez venía el ingeniero, cosa rara y más en verano, sin vacas. Ya hacía un par de semanas que no estaban mandando, solo cargaban de la isla.

—Buenos días, ingeniero, qué sorpresa.
—Buenos días, Ramón, doña Julia, chicos.
—¿Un tereré, ingeniero? —le ofreció Julia amablemente.
—Sí, gracias. Tenemos que hablar, Ramón. Con permiso, doña Julia.
—Pues claro, está en su casa.
El ingeniero y Ramón se alejaron un poco a conversar debajo de un tala.
—Sabe, Ramón, tenemos órdenes de hacer un trabajito en las islas.
—Para eso estamos, ¿qué cosa, ingeniero?
—Tenemos que llevar lo que queda del ganado a la isla de enfrente, ¿cómo es que se llama?
—De Los Zorzales, ingeniero.
—Las Orquetas tiene que quedar vacía.
—Y ¿por qué? —Ramón ya se estaba preocupando, no le gustaba el tono de voz del ingeniero.
—Ya se ha hecho en otros lados y hay permiso del gobierno.
—¿Permiso para qué?
—Vio la sequía, Ramón, el pasto está muy alto y seco, no deja crecer pastos nuevos, y esto demora mucho el engorde. En la capital están preocupados con los números.
—¿Y entonces?
—Le vamos a prender fuego a los pastizales aprovechando la seca. Después, con una lluviecita nomás, va a verdear todo de nuevo y eso será muy bueno para el engorde.
—Pero Las Tacuaras son más de quinientas hectáreas.
—Y ahí tiene, usted sabe el verdeo que va a venir, podemos duplicar la cantidad de ganado y acuérdese que usted tiene un extra por producción.
Ramón quedó en silencio un rato, sin decir palabra, mientras el ingeniero se refrescaba con otro tereré.
—Pero… no va a quedar nada.
—Esa es la idea, Ramón, que no quede nada de pasto ni pajonales.
Ramón lo miró sin dejar de salir del asombro.
—No, ingeniero, estoy hablando que no va a quedar nada de vida. Garzas, patos, cigüeñas, gallaretas, carpinchos, nutrias, ciervos, pájaros, insectos, mariposas. Ya se han ido muchos por el ganado, pero con un incendio moriría todo.
—Yo lo entiendo, Ramón, pero estos bichos van y vienen.
—¿Conoce las gallaretas?
—No sé, ¿aquella gris?
—No, esa es una garza mora.
—Y el pacaá, ¿sabe dónde anida?
—Bueno, bueno, hasta aquí llegamos, me está diciendo que no lo va a hacer, recuerde que son órdenes de los patrones.
—Claro que no, ingeniero, no podría hacer semejante cosa, sabe que mis hijos aprendieron el nombre de toditos los nombres de las plantas y animales que viven en las islas, de toditos.
—Listo, me retiro, ya tendrá noticias nuestras.
Bajaron el tractor del barco. Al ratito los gurises ya lo estaban montando.
—¿Para qué el tractor, ingeniero?
—Ya lo sabrá, ya lo sabrá.

Pasó una semana y desde la estancia mandaron llamar a Ramón en el próximo viaje de El Matrero. Cuando llega el barco, se despidió de Julia y de los gurises, sabiendo que la cosa estaba complicada. Uno de los tripulantes, desconocido por Ramón, se quedó en la isla con la escusa de arreglar el tractor. Cuando el barco se perdió en la curva de Las Bandurrias, el hombre cargó una par de ruedas de camión, un bidón de nafta, subió al tractor y se fue para el norte siguiendo indicaciones que tenía en un papel. El calor era intenso y cada vez más insoportable a medida que se acercaba el medio día. Julia y los niños entraron a la casa. Era la hora del almuerzo y de la sagrada siesta veraniega.

Después de un rato, el Tostao, el perro más grande y buen guardián, empezó a ladrar y despertó a todos.

—¿Qué pasa, Tostao? —preguntó Julia.

Desde el norte se acercaba una cortina de humo blanco cada vez más espesa. El viento estaba cambiando desde el este y era cada vez más fuerte. Desde la zona alta se podía ver al hombre en el tractor, tirando con cadenas las gomas de camión prendidas con fuego y recorriendo toda la isla seca. El incendio ya era imparable; el poco ganado que había se fue metiendo en la única laguna con un poco de agua, y no se les veían las patas enterradas en el barro. Las aves volaban desesperadas, carpinchos, iguanas, lobitos, pacaás, víboras buscaban urgente el arroyo. Los pajonales parecían explotar.
No quedaron ni pájaros ni árboles. Las llamas llegaban a los cinco o seis metros de altura.

El fuego se iba acercando a la casa. Julia liberó los chivos, los chanchos, las gallinas y los caballos para que solos se refugien en la orilla; el cielo era una sola nube de humo y cenizas que ya caían sobre la casa. El viento aumentaba. Julia cargó los chicos y al Tostao en la lancha y se fue para lo de don Gutiérrez, un amigo puestero en otra isla unas leguas al sur. Un par de horas después, dejó los chicos y volvió para su casa. Cuando bajó de la lancha no paraba de llorar, la casa estaba a salvo porque los chivos y los caballos mantenían el pasto corto alrededor, pero todo aquel horizonte verde y amarillo, con flores multicolores, con pájaros y aves, había desaparecido. Todo era un desierto negro y lúgubre. Todavía algunos espinillos y algarrobos ardían. Todo era muerte y desolación.

El tractor ya estaba en su lugar esperando a El Matrero. El hombre extraño fumaba un armado debajo del sauce viejo. Ella, con todo su dolor, se acercó:

—¿Por qué?
—Son órdenes, señora.

Cuando volvió Ramón ya sabía lo que había pasado. Desde la estancia misma se veía el humo de esa y otras islas quemadas. Abrazó a Julia y se fueron a buscar a los chicos.

—¿Qué hacemos ahora, Ramón?
—Ya veremos, amor, ya veremos.

Al otro día, en la estancia grande, don Gerardo, indignado por las noticias, quiso ir a hablar con el ingeniero. No pudo; en la administración le dijeron que el ingeniero había tenido que salir urgente en su camioneta.

El viejo timbó

Una brisa suave y fresca del sur cruzaba la laguna grande generando diminutas olas, aportando una melodía más a la madrugada. Las pajas bravas, los sauces jóvenes en la playada, los alisos, los juncos y las mburucuyá se sumaban al concierto. La luna llena se recostaba en el oeste, tiñendo de plata una noche techada de estrellas que lentamente se iba despidiendo. Para el lado de las Cuatro Bocas, el alba comenzaba a modificar los colores de un paisaje que iba creciendo.

Por el medio de la laguna, un pescador cruzaba con su carpinchera. El fondo plateado permitía ver cuando la tacuara se clavaba en el barro impulsándolo a su destino. Él iba de pié. Firme y concentrado acompañaba la música del viento cantando y silbando uno de los himnos a las islas y al Paraná, “Madrugada del pescador”, de Polo y el Zurdo Martinez.

Mientras surca el ancho río
en la madrugada clara
una canoa que deja
el ritmo de las remadas,
se oye un silbo que trasunta
río, hombre, cielo en calma…

Pescador del Paraná,
te acompañare hasta el alba,
para que la soledad
no logre apagar tu llama.
Hermano del corto sueño
y de la esperanza larga,
pescador del Paraná
te acompañaré hasta el alba…


Fue amaneciendo, la luna no quería irse pero el sol le fue robando protagonismo. La laguna se hizo mar, aparecieron arroyos, más islas, otras lagunas y el verde fue cada vez más verde; se abrieron flores y la Dama de la Noche se fue cerrando; dos chajaes le daban la bienvenida al nuevo día.

La última crecida del río Paraná, hizo el trabajo de siempre, un trabajo de miles y miles de años. Este “pariente del mar”, amado y cuidado por siglos por los pueblos originarios, ha acarreado y acarrea millones y millones de toneladas de sedimentos. De esta manera, se van formando centenares de islas a lo largo de su recorrido y terminan dando vida a uno de los ecosistemas más hermosos y ricos que poseemos, el delta argentino.

El viejo timbó no quería abandonar la isla. Hacía muchos años su semilla original llegó quién sabe cuándo, cómo y de dónde, flotando con la corriente, en los camalotes, con las aves; comenzó a crecer junto a sauces, ceibos, curupíes y otros, en la ribera de una de las tantas islas que forman esta región de nuestro país.

La agresiva corredera de agua marrón fue socavando el albardón, de floja consistencia, mezcla de limo, arcilla y arena. Como si sus raíces fueran garras, se aferró como podía a lo poco que quedaba de la barranca donde creció. Su viejo tronco parecía cansado y se iba inclinando ante la furia de un río que diariamente va modificando todo, cambiando vida por vida. Lo acompañaba, abrazándolo, una Flor de Patito que abría sus flores a medida que el sol la calentaba.

No se resignaba a dejar aquel lugar, un paisaje que lo envolvía, entre arroyos, lagunas y una flora y fauna con una diversidad única.
Sus ramas se abrían como largos brazos y eran el refugio de loros, horneros, zorzales, benteveos, juancho chiviros, cardenillas y tantos otros.

Desde una de las ramas que acariciaba el río, un martín pescador fijó la vista en un cardumen de mojarrines esperando el momento justo para el ataque; en lo más alto, un biguá abrió las alas secándose al sol y parecía agradecer formar parte de tanta belleza; apenas por encima, pasaba una bandada de siriríes con su estricta formación habitual.

En una de sus gruesas raíces que ya se mostraban al descubierto estaba José, sentado y en silencio; a su alrededor, jilgueros y chingolos picoteaban semillas e insectos. Estaba inmóvil, con los ojos clavados en un palito de sauce seco que hacía de boya de su mojarrero, una vara de aliso con una piola y un anzuelo. La boya se había metido en una entrada de agua, la misma que iba terminando poco a poco con la vida del viejo timbó. Las mojarras eran para encarnar el espinel que su padre había fondeado del otro lado de la isla, ya que estaban pasando cardúmenes de mandubí y surubí y se pagan bien en Puerto Ruiz, Gualeguay.

No estaba preocupado por el viejo árbol, era la realidad de las islas; otros timboes ya crecían alrededor. Cuando llegara su día, se lo llevaría el río y ayudaría a formar otras islas o su madera blanda se transformaría en calor para su hogar en el duro invierno.
A pocos metros de ahí Luis, su padre, estaba metido hasta las rodillas en la laguna, en el corazón de la isla, tratando de auxiliar una ternera con riesgo de empantanarse, el peligro no era tanto el barro y sí las palometas.

- José, José…vení - gritó el padre.
- Ahí voy, ahí voy, está picando.

La ternera, siguiendo a su madre, se había atascado en el barro lagunero. Ante el griterío de padre e hijo, casi no quedaron aves en la laguna; patos rosados, sirirí, marruecos, garzas blancas, moras y cigüeñas levantaron vuelo buscando mayor tranquilidad en islas vecinas. Las gallaretas parecían correr encima del agua. Un carpincho sumergido entre los camalotes, al igual que unas tortugas, desconfiados, apenas dejaban ver sus ojos; un par de culebras abandonaron la cacería de unas ranas distraídas con pequeñas langostas; un pacaá apuró el paso entre los pajonales. El agua pura y cristalina de la laguna dejaba ver los lomos de unos sábalos mezclados entre los irupés; el borbollón producido por un dorado los hizo alejarse al instante, unos patos zambullidores hicieron lo mismo entre los canutillos.

La isla Los Talas, llamada así por los pobladores, está ubicada del lado entrerriano, a media hora de viaje en lancha desde Puerto Ruiz. Es una isla grande con bastante altura lo que la hace habitable también por el ser humano; durante años, las crecidas fueron dejando su riqueza de sedimentos naturales, ramas, arcilla, raigones, limo, árboles, arena, canutillos, camalotes, frutos, huevos y demás, construyendo así la base de formación y crecimiento de este hermoso paraje entrerriano. Los espinillos, talas y algarrobos comprueban la altura y la edad de la isla.

José tiene quince años, nació en el lugar sin necesidad de médico ni partera, es el mayor de tres hermanos y el soporte principal en las tareas de la casa, la huerta y los animales. Así mismo, diariamente concurre a la escuela cerca del puerto. Una lancha realiza la ronda buscando y llevando a hijos de pescadores, puesteros y pequeños productores.

Luis llegó con sus padres cuando era muy pequeño. Aprendiendo a caminar, fue testigo cuando sus hermanos mayores ayudaron a levantar el rancho de adobe, alisos, sauces y paja. El padre de Luis, don Aurelio, fue el primero en habitar la isla; llegó solo, cuidando un centenar de vacas de un patrón que tenía campos en la zona de Nogoyá. La isla no era de este estanciero, pero tenía influencias en el gobierno de la provincia y había conseguido el permiso para criar ganado en islas fiscales, por supuesto, a cambio de asados con cuero y otros aportes en épocas de campaña. Colonos criollos y europeos fueron ocupando el hábitat donde antes lo hicieron los chanás; los planes de Sarmiento y Mitre también llegaron a estas islas.

Al poco tiempo llegó la familia completa, doña Elena, Juan, Ramón y Luis. No fue fácil para ellos, pero era gente de trabajar duro, criada en el campo, corrida por las grandes estancias. Poco a poco se fueron acomodando.


Luis tuvo la suerte de concurrir a la misma escuela de José. En aquella época lo hacía a remo con sus hermanos. Pudo terminar la escuela primaria pero el trabajo no le permitió completar la secundaria; por eso soñaba con que José sí pudiera lograrlo.

Con el tiempo, sus padres murieron y sus hermanos emigraron para tierra firme en busca de otras posibilidades de trabajo. La historia de Luis fue diferente, se aferró a esa isla como lo estaba haciendo el viejo timbó en la barranca, allí estaban sus raíces, allí estaba su vida. En ese entorno fue creciendo y se hizo hombre, peón, ganadero, pescador, agricultor; sembró huertas, frutales, crió animales propios y ajenos, y fundamentalmente amó esa tierra y la cuidó, como nadie, de turistas, cazadores y pescadores que se acercaban al lugar, siempre tratando de educar al visitante. Así, fue maestro, consejero y guarda parque sin salario.

- Buenas tardes, ¿cómo va la pesca? – preguntó Luis a un grupo de acampantes, montado a su alazán.
- Bien, da para comer y disfrutar el paisaje.
- Mi nombre es Luis, ¿y el suyo?
- Turco, me dicen Turco y ellos son Corete, Lulo y Jano.
- ¿De dónde son?
- De Paraná.
- Les pido un favor, amigos.
- Claro…
- No maten por matar, no corten árboles vivos y lleven la basura para la ciudad.
- Ningún problema, así lo hacemos siempre.
- Linda lancha, no anden rápido, muchas aves tienen sus nidos en las orillas, en los juncales o en los canutillos. ¡Ah!, atenla bien que puede venir tormenta.
- Bueno, bueno, gracias.
- Disfruten del lugar y vuelvan cuando quieran

En una fiesta de la comunidad isleña, en homenaje al Cristo de las redes, Luis conoció a María, también hija de isleños y entre chamamé y chamamé le declaró su amor a la mujer que sería la futura madre de sus hijos; juntos formaron una nueva familia que se incorporó para siempre a ese paisaje.

Llegaron los hijos, y el hogar de adobe y paja fue cambiando por ladrillos y chapas. La venta en el puerto de frutas, pescados, chivos y algunas terneras lo fue permitiendo.

- José, tirá fuerte de la soga que yo le levanto las patas y la vamos sacando.

Poco a poco la ternera fue liberada y pudo salir detrás de su madre. Padre e hijo se tomaron un descanso debajo del viejo timbó. Luis armó un cigarro mientras José continuó llenando de mojarras un pequeño balde.
El martín pescador lo miraba desde lo alto con cierta envidia. Unos morajú husmeaban un nido ajeno en la Uva del Diablo entrelazada a otra rama.

Ya el sol estaba cayendo sobre la laguna grande que hacía de espejo, dorando todo el atardecer. En lo alto, una calandria, brava como siempre, alejaba un aguilucho que amenazaba sus pichones.
A José le gustaba mucho ir a la escuela, allí estaban los amigos, el deporte y nuevos conocimientos que lo acercaban al mundo y su padre no dudaba en compartirlo con él.

- ¿Cómo fue la escuela hoy hijo?
- Bien padre, tuvimos una clase sobre ecología, medio ambiente y el cuidado de nuestra tierra. El martes que viene es 5 de junio, día mundial del medio ambiente.
- Muy bien ¿Con la maestra?
- Sí, y con unos muchachos de una agrupación ecologista que nos vinieron a hablar de nuestras islas.
- ¿Y qué dijeron? – se interesó el padre.
- Eran de Victoria y estaban preocupados con la posibilidad de que el gobierno de la provincia permita la siembra de arroz y soja en las islas.
- ¿Aquí, en nuestras islas?
- Parece que sí, pasaron una película y nos dieron este papel.
- A ver, contame…

José incorporó muy profundamente las enseñanzas de sus abuelos, de sus tíos y ahora de su padre y aprendió a amar y a defender todo aquello. Recordando la película, con el papel en la mano y con mucho entusiasmo comenzó a contarle todo lo vivido aquel día en la escuela.

- La película se llama “El Delta no se toca” y empieza mostrando imágenes del delta desde un helicóptero. Reconocí algunos lugares papá…
- Sí, ¿cuáles? – ahora el que se entusiasmaba era el padre.
- La isla de Las Tacuaras, La Laguna Brava, el Remanso del Diablo, el Monte de las Lechuzas, la casa de don Manuel – y así fue avanzando en el relato.
- Nos contaron sobre convenios internacionales para defender los humedales…
- ¿Humedales, qué son los humedales?
- Son las zonas con mucha agua papá, como el delta – sigo… - que hay que defenderlos por su valor económico sustentable, hídrico, cultural, científico y recreativo y principalmente por el insustituible ecosistema existente; sobre acuerdos entre las provincias en el mismo sentido y estructuras del estado para desarrollarlos y controlarlos.
- ¿Ecosistema?, hablame en criollo che…
- Bueno, ecosistema es cuando hay un equilibrio entre quienes viven en una región, como acá.
- Y claro, mirá todo el bicherío que hay.
- ¿Y cómo es eso de la soja y el arroz? – insistió el padre.
- Ahí está la mayor preocupación de ellos. Nos hablaron sobre las leyes que se fueron creando para la defensa del delta y ahora, otras que borran las anteriores permitiendo primero la ganadería y ahora la agricultura intensiva.
- Pero… ¿la ganadería es mala?
- Dicen que en las islas sí, porque va cambiando ese ecosistema. Te acordás de la gran quema de pastizales, era por la ganadería, hay más de doscientas mil cabezas de ganado en las islas y eso no es bueno.

Y así, relatando y leyendo José casi no paraba, leyó textualmente cuando el escrito mencionaba al Gobernador y sus legisladores, quienes consideraban estas tierras improductivas, derogaron las leyes anteriores sin consultar a la sociedad, permitiendo con una nueva ley, que se produzca arroz y soja en el delta lo que implicaría el uso de agroquímicos, plaguicidas y la modificación de todo el sistema hídrico natural, lo cual causaría la muerte de todo lo que vive y ha vivido en el delta durante miles de años, inclusive el agua y, por supuesto, el ser humano. Además le daban la concesión de estas tierras y los puertos de la región por noventa y nueve años a una empresa, Arroz del Delta Entrerriano S.A., endeudando también a la provincia con créditos. Todo esto, para el beneficio de unos pocos y en detrimento de todos. Contaban como destruyeron los montes, en otras provincias están destruyendo las montañas, los ríos y ahora vienen por las islas.

- ¿Y cómo quedó todo ahora? – preguntó Luis muy preocupado.
- Gracias al trabajo de estos muchachos y de mucha gente, tuvieron que derogar esta nueva ley, pero continúa el alerta ya que el delta quedó sin resguardo jurídico.
- ¿Derogar?
- Anularla, borrarla papá.
- ¿Qué podemos hacer?
- Y, lo que ellos hacen, hablar con la gente, denunciarlos y defender lo nuestro.
- Prestame ese papel, el sábado tenemos una reunión de pescadores y productores, voy a llevar este asunto.
- Buenísimo, papá.
- Nos reunimos en la cooperativa por el tema de los acopiadores de pescados y por el precio de la miel. ¿Cómo los ubicamos a esos muchachos, a los, ¿cómo se dice?...ecologistas.
- La maestra los conoce.

Ya el sol mostraba sus últimos gajos de fuego para el lado de la curva de Las Iguanas; un casal de zorzales se acomodaba en el viejo timbó, un lobito de río apenas se veía saliendo de la laguna con una boguita apretada entre los dientes, gaviotines, gallitos del agua y pacaás competían con su canto despidiendo la tarde.
Padre e hijo regresaban para la casa terminando la jornada, arreando unos chivos hacia el corral. La ternera ya estaba con su madre junto a la batea. Un par de nutrias y un carpincho criados por los gurises comían pomelos caídos del árbol.

- ¿Islas improductivas? – se preguntó Luis casi murmurando.
- ¿Cómo improductivas?, y todo lo que nos dan, ¿qué haríamos sin ellas? … ¡Qué locura!
- Papá, los plaguicidas y agroquímicos, ¿son muy venenosos?
- Sí, hijo, tu tío Ramón siempre cuenta sobre eso. Él trabaja en la estancia de unos franceses por la zona de Urdinarrain; son diez mil hectáreas, donde no hay árboles, pájaros, ni perdices se ven. Hay gurises enfermos por la mugre que tiran. Pero el peor veneno es la crueldad, la avaricia, la enfermedad por la plata. No respetan nada, ni siquiera la vida respetan.
- No señores…, ¿cómo se llama la película?
- El Delta no se toca.
- Sí, eso, eso, el Delta no se toca.

Llegando a la casa, ya se sentía el delicioso aroma de un guiso calentándose en la olla de hierro. María retiraba los panes del horno mientras Pedro, el más pequeño, jugaba al panadero con restos de masa y harina. Julia, la segunda, se entretenía aprendiendo a hacer unos cestos de mimbre.

- Hijo, en un rato vamos a encarnar el espinel con tus mojarras.
- Claro papá.
- ¿Puedo ir? – preguntó Pedro.
- Vení, cara con harina, dame un abrazo.

José se quedó debajo de la higuera preparando los faroles a kerosene. Por un momento quedó pensativo y disfrutando el atardecer; la silueta del viejo timbó quedó gravada en el centro rojizo del horizonte, la Dama de la noche abrió sus flores y le regaló su perfume.

Desde la laguna grande, el viento le llenó los oídos de música y de esperanza; apenas perceptible, podía escuchar a don Manuel en su carpinchera cantando nuevamente la “Madrugada del pescador”.

Y José sonrió.

Mar del Plata

Diciembre de 1983 fue y será una fecha memorable para el pueblo argentino. Llegaba a su fin el plan de exterminio sistemático de lo más combativo, pensante y revolucionario de nuestro pueblo.
De alguna manera se retiraban a los cuarteles los responsables de la más tremenda, la más sanguinaria, la más proyectada de las dictaduras militares. Estos asesinos se fueron con el terrorífico récord de miles de muertos, desaparecidos, presos, exiliados y perseguidos.
Se abrían las cárceles. Volvíamos del exilio. Se podía respirar un aire distinto.
Pero ésto no fue un regalo -ellos no regalan nada-. Fue el producto de años de lucha y resistencia, fundamentalmente de las entidades de Derechos Humanos y también de todo un pueblo que, lentamente, iba emergiendo del espanto sometido.
Ellos estarán ahí, al acecho siempre, esperando las órdenes del poder. Nosotros no pararemos nunca de crecer al levantar las banderas de los que no están. Probablemente ésto sea lo que más les duele. No pudieron quebrarnos. .
El 12 de diciembre de ese año, una calurosa tarde, nos concentramos en la plaza Alvear de Paraná para viajar a Resistencia –Chaco-. Realizaríamos allí los primeros actos y homenajes y la primera marcha hacia Margarita Belén. En esta ciudad, situada cuarenta kilómetros al norte de la capital provincial, el 13 de diciembre de 1.976 fueron concentrados y salvajemente asesinados presos políticos de diferentes puntos del nordeste argentino. Uno de ellos era mi hermano Fernando.
El micro se llenó de gente, de emociones, de reencuentros. Fue una hermosa e indescriptible mezcla de risas, alegrías, llantos y tristezas. También fue el inicio de profundas amistades. Allí estaban –firmes- el Pato Savio, María Eugenia, Amanda… por nombrar algunos de los que hoy no están.
A tropa llena iniciamos el viaje y a la mañana siguiente estábamos en la Plaza Central de Resistencia -una de las más hermosas de nuestro país y lugar de encuentro para los actos-.
Era diciembre. Verano. El verano en el Chaco es muy especial: te cocina. Y si estás en Resistencia, te hornea. Ese día no fue la excepción, parecía que los milicos se hubieran ido dejando alguna hornalla prendida.
Luego de varias actividades, nos concentramos en la Plaza para iniciar la marcha hacia el lugar de la masacre. Allí los organizadores locales habían construido un monumento: una Cruz, de quebracho, símbolo de la fortaleza de los montes chaqueños.
Semejante calor no frustró las expectativas de los organizadores. Mucha gente, autos, camionetas, camiones, colectivos, llenaron todos los espacios frente a la tristemente famosa Brigada de Investigaciones de la Policía Chaqueña, lugar de secuestros, torturas y muerte de muchos militantes populares, por donde pasó gran parte de los fusilados de Margarita Belén.
Como a las cuatro de la tarde, el Ratón Aranda, ex preso, anunciaba la salida indicando el camino para llegar a la ruta y recorrer los 43 kilómetros hasta llegar al lugar elegido por los milicos para perpetrar la siniestra farsa.
“Una emboscada de terroristas al convoy que trasladaba a los subversivos detenidos hacia la cárcel de Formosa, con la firme intención de liberarlos o eliminarlos”- decía la versión oficial.
Marchábamos lentamente por la ruta y en el micro flotaba un estado de ánimo cada vez más denso. Se sentía el dolor, la angustia, la rabia, la impotencia. No me podía meter en el pensamiento ni en el corazón de los demás, pero intuía que, al igual que a mí, les estaba pasando algo muy fuerte
El silencio hablaba. Mi imaginación –y tal vez la de todos- voló hacia aquella madrugada. Y estuve en ese convoy y vi a esos hermanos -héroes eternos- torturados, masacrados, atados con alambre, salvajemente ejecutados.
Si algo le faltaba a esta película era música. Doña Amanda cubrió el macabro silencio con su Pedacito de Hiel.
Pedacito de hiel

Flor hecha de sangre
Margarita Belén,
floreciendo con tus cuerpos
torturados, destrozados,
que viste caer.

Oh! Rinconcito de América.
Oh! Pedacito de hiel,
beso su polvo sagrado
que recibió mis entrañas
y abrazó la agonía
que transpiraba su piel.

¡Por qué no te abriste tierra
para enterrar a los otros
con sus miserias!
¡Infamia!
Con sus uniformes
¡Infamia!
Para ocultar la traición
¡Infamia!

Oh! Margarita Belén,
llora conmigo las muertes
que son pétalos sangrantes
oprimiéndome la sien.

Margarita, Margarita,
si eres mujer me comprendes,
tú que los viste caer,
¡Dime dónde los llevaron,
dime por Dios dónde están!

En mi pecho hay un gemido
Que no puedo contener.
Soy la madre de Fernando,
Quiero ser tierra también.

Oh! Magarita Belén.
Margarita... Margarita

Doña Amanda, mi vieja, madre de Fernando, uno de los fusilados, conociéndola, la imagino pensando “que se la banquen, guachos de mierda, yo vengo desde el 76”.
Fueron minutos agobiantes, difíciles de describir. El llanto unánime; los puños crispados; el dolor en el pecho. Y el tremendo calor que nos ahogaba más aún. Las ventanillas abiertas dejaban entrar un aire que quemaba. Las lágrimas se mezclaban con pequeños hilos de transpiración y caían bañando todo el cuerpo.
La música llegó a su fin, pero el inquebrantable silencio continuó por un tiempo que pareció eterno, interminable.
Hasta que un fulano de esos que nunca faltan, con la voz casi quebrada pero firme, gritó, desafiante, para que su voz llegue incluso a los lejanos cuarteles en los que se esconden los asesinos.

-“LARRATEGUY, HIJO DE MIL PUTAS, POR QUÉ MIERDA NO LOS FUSILASTE EN MAR DEL PLATA”-.
 


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101

Colonia Benitez, es un pueblo pegado a Resistencia, Chaco, a unos 10 kilómetros al norte, por la ruta al Paraguay. El nombre del pueblo, tiene que ver con un Dr. un gallego de Buenos Aires, Don Félix Benitez a quien el gobierno nacional, con Roca y otros atorrantes, le regaló las tierras en 1.885 para “civilizar” la región, con ingleses, italianos y gallegos y rajar a esa “chusma” de Tobas, Mocovíes, Guaraníes, etc.
Don Benitez, tenía una hija, Margarita Belén y con su nombre y en esas tierras, un poco más al norte se fundó otra ciudad, a partir de una Cooperativa, con colonos también de Buenos Aires. Así nació Margarita Belén, nombre tristemente famoso, después del último golpe de estado cuando fusilaron en la zona a cerca de cuarenta presos y secuestrados políticos.
Raúl Fernando Junco, “Junquito”, hombre del folklore y de tradiciones bien argentinas, siempre homenajeando de todas formas al gaucho argentino, fundamentalmente con su vestimenta, escritor, poeta, músico, pensador, peronista desde el gateo, pero muy especialmente un gran tipo, como se dice, un grande.
Junquito, como lo conoce todo el norte, aprendió a caminar entre brochas y caños peronistas. A partir de la resistencia y de la vuelta del viejo, estaba militando en Montoneros. Después del golpe, como muchos, luego de andar recorriendo montes, resistiendo la milicada, cayó preso y pasó unos años alojado en esos hoteles de la dictadura.
Por allá, por el 79, Junquito estaba hospedado en la Unidad Penitenciaria Nº 7 (UP7) de Resistencia, en la celda 101 en la Planta Alta del Pabellón 2.
En la madrugada, una madrugada tranquila, y claro, era la cárcel. Toda la población carcelaria dormía o trataba de dormir, haciendo la digestión de lo que habían cenado, una polenta con salsa, con alguna papa, y una bola de grasa con algo de carne.
La madrugada pintaba serena y calma, la represión interna en las cárceles se había calmado bastante y se puede decir que se podía descansar. Todo el pabellón era una penumbra, algún grillo por ahí, rompía la monotonía nocturna.
Algunos cuentan que fue una muela, otros en cambio, comentaban que parece que la polenta no anduvo bien en la digestión de Junquito y en el medio de la paz de la noche, las tripas de este Martín Fierro del norte, empezaron a chillar y feo. Las celdas no tenían inodoro, entonces los sobrantes del menú cuando había urgencias, generalmente quedaban en una lata, pero parece que el problema de este gaucho venía muy complicado y no habría lata que alcance..
Cuando la cuestión no dio para más, Junquito bajó el pasaplato de la puerta de la celda y sacando la cabeza para afuera con desesperación empezó el griterío, pidiendo el auxilio correspondiente al guardia de turno.
Celadoooor…., celadoooor….
Ciento uno, arriba…., ciento uno, arriba….
Celadooooooor…., celadooooooooooor….
Ciento uuuuuno, arribaaaa…, ciento uuuuuuuuunooo, arribaaaaaaaaaaa……
Las directivas carcelarias indicaban, que ante cualquier urgencia, debía llamarse a la guardia indicando el número de celda.
Justo aquella noche estaba de guardia un viejo celador, Don Golo, un hombre que peinaba canas y estaba muy cerca de jubilarse.
A los milicos les había sido imposible formarlo y convencerlo en el trato duro a los presos, no se había enganchado en la barbarie y la locura de los militares y les ganó por cansancio. Un hombre manso y tranquilo.
Cuentan por ahí, que además de no engancharse en torturas y malos tratos, trataba de que los nuevos guardiacárceles fueran un poco más humanos.
Esta gente son presos políticos, recuerden esto,. Después van a ser Diputados, Senadores, Presidentes…. En este mismo Pabellón yo le he visto hacer fajina a Lanusse, preso en la época de Perón y después fue Presidente….
De esa manera, Don Golo demostraba sus diferencias con la barbarie reinante.
Celadoooor…., celadoooor….
Ciento uno, arriba…., ciento uno, arriba….
Celadooooooor…., celadooooooooooor….
Ciento uuuuuno, arribaaaa…, ciento uuuuuuuuunooo, arribaaaaaaaaaa……
La cuestión que tanto gritó y gritó Junquito, que despertó a todo el Pabellón y dejó a todo el mundo pendiente de este urgente pedido de auxilio.
Al rato se escucha que lentamente se abre la puerta con su característico ruido de llaves y rejas viejas.
A esa altura, ya nadie dormía y se podían distinguir algunas puteadas para este gaucho de Colonia Benitez. La expectativa era total.
Don Golo, pasa la puerta con toda la parcimonia del interior, de los años en la tarea, y sin ningún apuro, se le escucha que le responde al damnificado desde la planta baja…
Sabe qué, mijo, si siente uno arriba, esta realmente jodido amigo.!!!!!
La carcajada fue una sola, el pabellón entero explotó, cientos de compañeros pudieron disfrutar a boca de jarro de la ocurrencia de este viejo carcelero.
Ya no importó la verdad de la historia o la discusión de si fue la muela o una cagadera, durante años Junquito tuvo que soportar la pregunta….
- “Che Junco, gauchazo de las pampas, a quién tenías arriba que te hacía sufrir tanto aquella noche…..???”

Embute

El “Patón” Maidana era un compañero de origen villero, llevaba varios años desarrollando su militancia en este frente. De tradición obrera y peronista, de cuna, desde siempre. Era una persona muy comprometida con las luchas populares, así que no tardó en incorporarse a Montoneros. Por aquel entonces no tenía un trabajo firme, se las rebuscaba haciendo changas de todo tipo. Vivía en las afueras de Resistencia, Chaco.
La represión ya venía pesada en Resistencia, desde antes del golpe, la Triple A y el CDO tenían el total respaldo del gobierno provincial, pero con el golpe se puso todo mucho más duro.
Esta situación hacía que por seguridad, la organización esté continuamente, cambiando los compañeros de zona y especialmente las casas operativas. En uno de esos cambios, había que guardar algunos fierros y material muy importante para la organización.
- Patón, chamigo, hay que guardar unos fierros y es urgente.!!
- En casa no puedo, la cana me tiene muy junado, …dejame ver.
El Patón sabía que el pedido era de suma importancia y haría como siempre, lo imposible por cumplir la tarea. No tenía muchas opciones por la situación que estaban viviendo la mayoría de los compañeros, así que pensó y pensó en alguien que pudiera estar más limpio.
- Ya se, el cuñado me va a sacar de ésta.!!
Su cuñado era el Negro Jiménez. El Negro no era un militante político, pero tenía más calle que todos los compañeros juntos. También de las villas, peronista, muy lumpen, analfabeto, por hablar de escuela claro, cada dos por tres caía en cana pero por algún que otro afano para darle de comer a la tropa familiar, que era grande. El Patón sabía que le gustaban demasiado los fierros y además era muy corajudo. No tendría problemas.
- Como va chamigo.?
- Qué dice cuñao.!!
- Negro, vos sabés bien en lo que ando, por lo que peleamos, con los muchachos.?
- Claro cuñao y como no.!!
- Negro, tengo algunos fierros que guardar, para cuando aclare la cosa.!!
- No hay problema chamigo, yo se los tengo.!!
- No Negro, son fierros grandes, hay que guardarlos bien guardados, tenemos que fabricar un embute.!!
- Un quéééé.?
- Un embute es un escondite bien hecho como para que no caiga en manos de la milicada.
- Y Patoncito, lo hacemos en la villa, en casa.
- Pero, y tu gente.?
- Tranquilo, yo lo arreglo, la gorda no va a tener problemas.!!
Los dos eran medio oficiales de albañil, así que al otro día estaban trabajando en el tema. En un par de días tenían el trabajo hecho y para la envidia de la ingeniería.
El 76 siguió corriendo y la represión apretaba por todos lados. El Patón y el Negro, no tardaron en caer presos. El Patón era demasiado conocido por sus años de militancia y el Negro, por las dudas.
Los milicos sabían que andaba fierrerío pesado por la zona y andaban locos buscando y siguiendo algunas pistas que apuntaban al Patón.
Cuentan que fue muy torturado y ese era uno de los motivos, pero el loco era muy duro y no aflojó nada. Por otro lado al Negro también le dieron sabiendo de su parentesco y también apretaron a la familia. Eran duros estos chaqueños y si no aflojaban por conciencia militante, lo hacían por la simple bronca a los milicos. Y el Negro tenía muchas garroteadas encima como para achicarse.
La cuestión que el embute seguía tranquilo en su lugar, había zafado un par de allanamientos y los milicos ya habían descartado la casa de ambos, lo que no dejaba de ser una tranquilidad para los muchachos dentro de la cárcel.
Ambos estaban en la Unidad Penitenciaria Nº 7 que estaba en la ciudad de Resistencia. El Patón pudo adaptarse enseguida ya que todos sus compañeros del pabellón eran presos políticos, y aunque de otra manera, se seguía militando y resistiendo desde adentro. El que al principio andaba perdido y como sapo de otro charco era el Negro, pero poco a poco, con la solidaridad de los compañeros, se fue acomodando.
Dentro de las cárceles, la militancia política no dejaba de fortalecerse, la solidaridad, el compañerismo y la entrega a los demás fueron siempre una regla, una línea de acción.
La fortaleza política e ideológica de los compañeros de las organizaciones revolucionarias permitía un alto grado de resistencia y además se planteaba internamente el crecimiento político tanto individual como colectivo, con la firme intención de continuar la lucha una vez en libertad.
Al proyecto de destrucción física, psicológica y especialmente ideológica de la dictadura, dentro de las cárceles, se contrapuso firmemente un proyecto de crecimiento político de las organizaciones.
Y la UP7 no fue la excepción a esta lucha. Como en la mayoría de las cárceles, para cumplir tal objetivo, existían en forma clandestina o no tanto, dependiendo de la época, las escuelas de formación. Estas escuelas tenían diferentes niveles, de acuerdo a cada compañero. Desde economía, sociología, algo de ingeniería etc. para los compañeros más avanzados, y como enseñanza básica en matemáticas, lengua, historia, geografía, etc. para aquellos que no pudieron ir a la escuela. Lo que era una constante en todos era el análisis político y las discusiones ideológicas pero siempre dentro de un objetivo de crecimiento. Por ahí pintaban algunas clases por supuesto teóricas de manejo de armas y esas eran las que el Negro no quería perderse.
La cuestión que el Negro no sabía ni leer ni escribir así que en cualquier momento le tocaba la escuela.
- Negro, la semana que viene te toca la escuela.!!
- La escuela, me esta cargando chamigo.!!
- No Negro, los muchachos te van a enseñar a leer y escribir. Si te esforzás vas a poder leer los documentos nuestros y además le vas a poder mandar unas cartas a tu familia.
- Te parece… le podré escribir algo a la gorda.?
- Claro Negro, y ahí le decís lo mucho que la querés…
- Y ella me podrá contestar.?
- Claro Negro, que se fue con otro….
- Que te parió chamigo…
Así el Negro se convenció y empezó las clases para aprender a leer y escribir. Era su pequeño sueño.
La comunidad carcelaria sabía de la historia del Negro y de su familia y los valoraba enormemente por haberse bancado torturas y otras yerbas y no haber cantado nada, ni una pista del embute.
Pasaron un par de meses, estaban los compañeros discutiendo algunas estrategias de resistencia carcelaria en el patio del Pabellón 2, cuando aparece el Negro con una euforia desmedida, los ojos grandotes y la geta de oreja a oreja a los gritos como para que escuchen hasta Thomas y Ceniquel allá en la Brigada. Llegó el Negro con paso rápido, con un pequeño pedazo de papel de cigarrillos.
- Cumpas, cumpas…
- Qué mierda te pasa Negro, por qué gritás.?
- Es que gracias a ustedes ya se leer y escribir…Hice mi primer frase, mi primer oración, con verbo y todo..
- En serio, buenísimo, te dijimos que lo ibas a lograr.!!
- A ver Negro atorrante, qué escribiste, mostranos, cariños para la gorda seguro….
- No, no, escuchen…
- El Negro se paró firme como para dar un discurso de candidato, se puso serio, a todo esto, el resto de los compañeros del Pabellón estaban atentos, un silencio total, como de respeto a este gran compañero y a su crecimiento.
El Negro, muy emocionado, con los ojos grandes y clavados en el pequeño papel, juntó aire en los pulmones y se mando la primera gran frase de su vida, como dicen, a boca de jarro…
- “EL PATÓN ME DIO UNA PALA PARA HACER EL EMBUTE.”
El grito de los compañeros fue unánime y seco.
- “NEGRO, CALLATE Y LA RECONTRA PUTA MADRE QUE TE PARIÓ”.

Copérnico

“La cárcel para nosotros, fue una de las épocas más lindas de nuestra vida, dejando de lado lo que fue la crueldad y sí, lo que hace a la experiencia humana. Es difícil que afuera, alguien pueda experimentar la solidaridad las 24 horas del día por parte de sus compañeros, como era en la cárcel, aún estando en celdas cerradas.” (Armando Benitez – Resistencia – Chaco)
Armando Atilio Benitez, “Manín”, nacido en Tirol, cayó preso a los 18 años, en octubre de 1.974, militando para el FAS (Frente Antiimperialista por el Socialismo), y estuvo gozando de la hospitalidad militar hasta noviembre de 1.981. En la actualidad, “Manín” vive en Resistencia y sigue peleándola por todos lados, fundamentalmente desde su Gremio Municipal y desde la CTA.
Para los militantes de las diferentes organizaciones revolucionarias, la cárcel era y es una posibilidad siempre presente. Frente a esta realidad, los compañeros se formaban de diferentes maneras para enfrentarla.
La burguesía y la oligarquía pretendían la destrucción física, el aniquilamiento de esa militancia. Con muchos compañeros que fueron detenidos, no lo pudo lograr, para ellos estaban las cárceles, para la destrucción psicológica, quebrarlos individual y colectivamente como seres humanos, pero fundamentalmente quebrarlos ideológicamente.
Para enfrentar esta realidad, dentro de las cárceles, las Organizaciones funcionaban estructuralmente, teniendo sus variaciones de acuerdo a la época y a la dureza del régimen.
Antes del golpe, en las cárceles, las organizaciones como el PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores) y Montoneros tenían su estructura más abierta o semiclandestina. A partir del golpe, para resistir, la estructura pasó a ser totalmente clandestina. De todas maneras, tanto antes como después del golpe, la formación política e ideológica tenía como objetivo colaborar con la lucha desde adentro y el fortalecimiento individual y colectivo para seguir luchando cuando se salga en libertad.
En ese plan de formación, en las cárceles, funcionaban en forma abierta o clandestina, de acuerdo a la época, las escuelas. Dependiendo de los compañeros y el grado de formación con el que ingresaban, se enseñaba economía, política, sociología, literatura, por supuesto formación ideológica, y por ahí hasta el manejo teórico de armas y defensa personal.
Había también, muchos compañeros que ingresaban y estaban muy cercanos al analfabetismo, con mínimos conocimientos básicos en cuanto a escolaridad, sin dejar de valorar toda la infinidad de conocimientos en cuanto a la cultura del lugar de donde provenían, costumbres, trabajo, etc. Para estos compañeros en la escuela, había matemáticas, lengua, historia, geografía, etc.
Nuestro querido “Manín”, nos cuenta una de estas historias en la cárcel de Rawson.
Con el Operativo Independencia, diseñado por la CIA, Ejército Argentino, y avalado por Isabel, Lopez Rega, Triple A, políticos de varios colores, derecha y no tan derecha, y también debido a las grandes huelgas del norte, habían llegado a Rawson muchos compañeros Tucumanos y Santiagueños.
Era una táctica del Ejército, lo que denominaban “Tierra arrasada” o “Quitarle el agua al pez” similar a Vietnam, en el combate a la Compañía del Monte Ramón Rosa Jiménez del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo). Se detenía a campesinos masivamente, cañeros, hacheros, jornaleros de todo tipo, gente de campo y de monte con el fin de quitarle colaboración a la guerrilla. Cuentan que en una oportunidad, en un pequeño pueblito cercano a las zonas de combate, el Ejército detuvo a todos los jugadores en un partido de fútbol, no se salvaron ni los técnicos, ni aguateros, incluidos algunos hinchas.
Como también era un objetivo del Ejército alejarlos de su zona de trabajo, de su familia, de su pueblo, etc. se los llevaba detenidos lo más lejos posibles. Por estos motivos, llegaban a Rawson estos compañeros, y muchos de ellos no habían pisado la escuela.
- Chaqueño,…Manín…
- Sí, qué te pasa Negro.?
- Ahí cayeron unos compañeros del norte.!!
- Sí, ya se, Tucumanos la mayoría.!!
- Vamos a tener que empezar de cero con algunos de ellos, no saben ni leer, ni escribir.!!
- Y cuál es el problema.? Le avisamos al Coco para que los meta en la escuela.!!
El Coco, Oscar Donene, era un Arquitecto de la provincia de Buenos Aires, tenía en aquel entonces unos sesenta años, por supuesto, uno de los más veteranos de la tropa, militante del PRT, había sido maestro y estaba encargado de la alfabetización de los compañeros.
En una de las celdas, la más segura, se juntaban dos o tres compañeros y diariamente se daban las clases.
En una oportunidad estaba el Coco con dos Tucumanos y un Santiagueño en esta responsabilidad de la alfabetización, uno de los Tucumanos era un tal Antonio Romano, un negrazo, cañero de los ingenios azucareros de la zona de Esperanza. Malo como él solo, no había fulbito que no se enbroncara. Dicen que no veía la hora de volver a los pagos para cobrarle a un cabo del Ejército, que lo había torturado.
En los días anteriores habían dado Matemáticas y parece que se había enganchado bastante bien. El Coco, para enseñarle algunas cuentas, les daba como ejemplo las cañas de azúcar.
- Una caña + una caña, son dos cañas.
- Dos cañas + dos cañas, son cuatro cañas.
Y así iba avanzando. Por supuesto que además el Coco, también le sacaba cuentas de cuantas cañas cortaron en un jornal y cuánto les pagaban, y que la plusvalía y que la explotación, etc. A final de las cuentas el Negro puteaba…
Ese día habían empezado con Geografía. Y el Coco armó su programa de enseñanza como de afuera hacia adentro.
Que el universo, las estrellas, el sol, los planetas, para llegar a nuestra casa, la tierra, bueno, nuestra es una forma de decir…
Estaba el Coco meta dibujos en el piso con un pedacito de ladrillo.
- Bueno compañeros, nosotros vivimos aquí, esta es nuestra gran casa, la Tierra.!!
Y empezó una circunferencia, con América incluida.
- Coco, por qué se llama América.?
- Por un navegante Italiano, pero eso lo vamos a ver después.!!
Siguió con Argentina y más o menos les marcó la zona de Tucumán y Santiago.
- La Tierra, es como una gran pelota que da vueltas alrededor del sol y que también da vueltas sobre sí misma, sobre un eje, de Polo a Polo, por eso las 24 horas del día….. El que descubrió todo esto fue Copérnico, un Polaco, allá por el 1.500 y dicen que por eso se puso la Iglesia en contra, les había cambiado la bocha.
El Antonio lo miraba y lo miraba sin largar una palabra y poco a poco iba frunciendo el ceño.
- Entonces del otro lado de la pelota está, por ejemplo China, escucharon hablar de Mao.?
- Así que cuando nosotros estamos aquí arriba, los Chinos están aquí abajo….
Y en lo mejor de la clase, el Antonio se paró, una cara, como cuando recordaba al Cabo aquel. Se le pone al Coco casi tocándolo con la nariz, como midiéndolo. Dicen que el mejor golpe de los Tucumanos es con la frente.
- Decime vos culiao, cabrón, guebón, yo no se leer ni escribir, pero tampoco soy pelotudo.
- Pero, qué le pasa compañero.?
El Coco no salía del asombro..
- Qué compañero, ni compañero.!! Vos me estás cargando hijo de puta, te crees que por ser de la faculta nos vas a agarrar para la joda y la puta que te parió.!!
- Pero compañero, no te entiendo. Qué te pasa.?
Para ese entonces los otros dos alumnos le estaban agarrando de los brazos, de las patas. Si antes era negrazo como un carbón, ahora estaba rojo, como una brasa, de la bronca.
- Qué mierda te crees, de la ciudad grande, mirá que el mundo va a ser redondo, y que da vueltas y un eje y que se yo cuántas guebadas más. Decime sabiondo, que te parió, y qué pasa cuando estamos abajo, nos caemos todos, a ver decime culiao….?
El Coco era un papel, realmente pensó que lo fajaba el Negro y además totalmente sorprendido con la reacción.
Para ese entonces, ya había varios compañeritos de las celdas vecinas chusmeando, no podían creer lo que estaban viendo y escuchando.
Y así, empezó una carcajada general. Para qué, más se calentaba el Antonio. Lo tuvieron que agarrar entre seis por lo menos y llevarlo para su celda.
- Este está como los curas del 1.500, que no le creyeron al Copérnico.... Decía el Coco.
De lejos se lo escuchaba al Antonio.
- Ya vas a ver, te voy a cagar a trompadas a vos y al Copérnico ese…se cree que porque soy bruto me va a cargar así y la puta que lo parió….
Y así estuvo como un mes, sin hablar con nadie, solo con los Tucumanos. Algunos de ellos, que habían podido estudiar, lo fueron poco a poco convenciendo de las verdades del Coco y con el tiempo se fue calmando.
Una tarde estaba el Coco con otros compañeros en una clase de Matemáticas y se asoma el Antonio.
- Don Coco, vengo por unas disculpas compañero.!!
- Pues claro, viejo, no pasó nada.!!
- Los muchachos me convencieron.!!
- No te hagás drama, y quedate a compartir, estamos dando un poco de Matemáticas…
- Coco, me quedó una pregunta de todo aquello, al final que pasó con el Copérnico ese…?
- Lo persiguieron bastante hermano.!!
- Qué cabrones, por eso….. no habrá sido el Bussi.?
- No Negro, ese es peor todavía…
- Sigamos muchachos, estábamos con lo de la Raíz Cuadrada…
Hombre de monte, de campo y conocedor de sus raíces,….. mmmm.….una raíz con forma cuadrada, murmuró el Antonio… mmm, empezó a fruncir nuevamente el ceño y a apretar los puños...

Nüremberg, que lejos estás!!!

El Proceso de Nüremberg

Aquel juicio histórico de los países aliados contra los jerarcas nazis, que se inició un 20 de noviembre de 1.945 y finalizó el 1 de octubre del año siguiente, este pionero y espectacular acto de justicia, mantuvo expectante a todo el mundo y muy especialmente a los estudiosos del Derecho Internacional.
Allí se juzgaron por primera vez, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, en estos últimos se incluyó al asesinato, al exterminio, la esclavización, la deportación u otras acciones inhumanas cometidas contra la población civil y la persecución por motivos políticos, raciales o religiosos, crímenes denominados hoy, de Lesa Humanidad.
A partir de este magnífico ejemplo jurídico internacional, los pueblos del mundo entero, confiaron que se iniciaba una nueva etapa en la defensa de los derechos del ser humano.
A partir de Nüremberg se fundó la idea de que hay derechos universales del hombre que ningún gobierno puede pisar libremente sea en tiempos de guerra, sea en tiempos de paz, sea en contra de sus propios ciudadanos, sea en contra de los ciudadanos de otros pueblos.
Un par de años después, un 10 de diciembre de 1.948 se reafirman las esperanzas de los pueblos ante la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Convención contra el Genocidio y seguidamente gran cantidad de instrumentos legales del Derecho Internacional, que fueron armando las bases para la defensa de la vida, especialmente en los pueblos del denominado tercer mundo….

La camioneta de Gendarmería Nacional estacionó frente al Colegio Don Bosco de la ciudad de Resistencia, provincia del Chaco Argentino, en pleno centro, calle Italia al 400, cuando el sol chaqueño ya no castiga como en las horas previas. La gente, que a esa hora circula con mucha frecuencia, ni notó el operativo, parecía más una visita de amigos.

- Alberto Valuzzi?
- Sí, Sr. Qué necesita?
- Tenemos una orden de arresto del Sr. Juez Carlos Esquidelsky.
- Esta bien, los estaba esperando… Negra, pasame el bolso y ya sabes, no te preocupes, en unos días estoy de vuelta….

Hace muchos años ya, que en toda la legislación internacional referida, se da por cierto, que cada Estado es responsable por el respeto a los Derechos Humanos en su territorio y en el caso de ser violados, el castigo a los culpables.
“ Juramos por Dios eterno, juramos por el espíritu de nuestros muertos, juramos por todas las víctimas de una justicia antinacional, juramos por el alma del pueblo alemán que seguiremos a nuestro Führer en su camino como juristas alemanes hasta el fin de nuestros días.” (Asociación Alemana de Jueces.- 1.933)

Desde la denominada Noche de las Corbatas, tomando como ejemplo de persecución, muerte a aquellos profesionales del Derecho que se dedicaron a cumplir el juramento, que nada tuvo que ver al anterior juramento nazi, y sí, para que se cumplan las leyes en defensa de un pueblo indefenso ante el aparato del Estado. En nuestros días y ya hace más de treinta años, podemos asegurar, observando la realidad que nos rodea, que nuestros Jueces han realizado un juramento parecido al de los Jueces alemanes, defendiendo en nuestro caso los intereses del poder nacional e imperial.
El pacto de sangre y silencio entre civiles y militares, que se adueño de la vida de este país a partir del golpe de 1.976, ha estado por más de treinta años, bajo el resguardo de una red de in – Justicia, que se inició en forma masiva con el golpe y fue posteriormente perfeccionada por Alfonsín, Menem, y siguientes.
Aquella esperanza de un Nüremberg
 como llave de protección de las sociedades indefensas ante los aparatos estatales se fue diluyendo año tras año. Latinoamérica toda, es un ejemplo de la desprotección de los pueblos en todas las áreas y muy especialmente en el área jurídica.
Latinoamérica esta regada de sangre del pueblo, miles y miles de muertos, desparecidos, presos, exiliados, perseguidos, torturados, bebés robados, propiedades robadas, corrupción y el robo permanente y legalizado hacia y desde el Estado.
Dónde están para Latinoamérica, dónde están para Argentina, las millones de hojas y hojas que desde aquel 1ro. de Octubre de 1.946 se han escrito y escrito por la defensa de los Derechos Humanos.
Cuántas convenciones, tratados y convenios internacionales, ha firmado el estado Argentino desde aquel entonces.?
Letra muerta, como los miles de muertos que ha producido.
Las Leyes son claras, pero de una significativa debilidad ante la Justicia que las administra, ente el sistema político y sobre todo ante las armas del poder económico.

Lentamente se abría la puerta de hierro da aquella casa gris en el centro de Resistencia..

- Beto, volviste!!!
- Te dije Negra, que no era para preocuparse, puro papeleo nomás…
- Pero, qué pasó?
- La mina esa, la Morressi…
- La de Piérola, uno de los de Margarita Belén?
- Sí, la del Montonero ese, que bien muerto y escondido está.. Metió una denuncia en Méjico, pero el Juez, Carlitos se va a encargar de cajonearla…
- Pero si en treinta años no jodieron, qué quieren hacer ahora?
- Nada Negra, nada…Simplemente por ahora no puedo salir de casa…

Internacionalmente, la idea de una Corte Internacional que juzgue los crímenes de Lesa Humanidad sigue tímidamente dando vueltas, se forma para casos específicos y si el imperio autoriza, como Yugoslavia o Ruanda, pero no con la estabilidad que debería tener.
En Latinoamérica como en nuestro país, los crímenes fueron contra el pueblo, que ideológicamente estaba buscando otros caminos para lograr su liberación.
Pero estas luchas sociales, con metas revolucionarias, son miradas con recelo por los países imperiales. Contradictoriamente, Jueces de esos países han condenado a muchos de estos asesinos de la dictadura., tomando así distancia de la “Justicia” Argentina, pero especialmente por casos de ciudadanos de sus propios países.
En este sufrido país, la red de la “Justicia”, armada desde la dictadura y profundizada después ha cumplido perfectamente con las exigencias y condiciones para la retirada de los militares a los cuarteles. El trabajo sucio estaba totalmente realizado y todo trabajo bien cumplido debe ser premiado. Y ese premio tiene nombre IMPUNIDAD.
En esta sociedad, la Justicia es el instrumento que el pueblo tiene para lograr cierto equilibrio social, la impunidad rompe ese equilibrio y no permite su desarrollo como pueblo, como nación.
En Argentina como en Nüremberg
, se han juzgado a algunos jerarcas, la gran mayoría, desde la segunda hasta las últimas líneas, aquellos que dicen que recibieron las órdenes, los que patearon las puertas, torturaron, violaron, asesinaron, etc. hoy siguen libres, y muchos de ellos en funciones públicas. La sociedad como tal, continúa herida y de esta manera el desequilibrio persiste. Esta red política y jurídica que administra este país continúa manteniendo ese desequilibrio llamado impunidad.
Fueron miles los responsables de las atrocidades cometidas, y hoy, muchos de ellos, continúan, de una manera o de otra, administrando nuestras vidas.
Las Leyes del desequilibrio, Indulto, Obediencia Debida y Punto Final fueron el arma legal de esa impunidad. Hoy derogadas, en los hechos, no es así, esta red de impunidad continúa efectiva..

Esta vez no era una camioneta de la Gendarmería, un patrullero de la Policía de la Provincia del Chaco, se estacionaba frente a la casa del Sr. Valuzzi. Dos oficiales llegaban con otra Orden de Arresto.
- Hola Beto!!
- Qué haces viejo? Y ahora qué pasa?
- Y sí Beto, ya sabes cómo es esto!!
- Y por qué tema?
- Por la Brigada, la Causa Caballero.!!
- Bueno vamos.!!
- Beto, te preparo un bolso?
- No Negra, seguro que ya vuelvo.!!

El Nunca Más, no es sólo una consigna de los Organismos de Derechos Humanos, el Nunca Más era la idea de la formación de una nueva sociedad basada en el respeto a sí misma. Y el respeto pasa por una serie de valores que hasta ahora han sido siempre pisoteados. Si no existe el castigo a semejantes crímenes, la sociedad misma incorpora esos crímenes en su interior, como algo normal, perdiendo de esta manera la categoría de crimen. De esta manera la sociedad va perdiendo, como esta ocurriendo, uno de sus valores esenciales, la anhelada justicia.
En nuestro país, es la sociedad misma la que ha batallado para acercarse a la verdad. No ha sido el Estado o los Gobiernos que lo administran y por supuesto, no ha sido la red de in – justicia armada por el propio agresor.
Las pocas Causas abiertas, considerando la dimensión de los crímenes, se han ido alimentando de la investigación y la búsqueda de la verdad de la sociedad misma, a través de los familiares de las víctimas, de sobrevivientes, de los organismos de Derechos Humanos, entregando los elementos suficientes para procesar a miles de asesinos, cómplices y encubridores de los crímenes más atroces que haya sufrido la sociedad argentina.. La dificultad de avanzar está en esa red de in-Justicia que funciona como un escudo perfectamente diseñado para que una mínima parte de los responsables tenga un Proceso, Procesos éstos que se nutren de cantidad de artimañas legales para ir a paso de tortuga o mejor dicho de cangrejo.
En definitiva, hay mucha verdad lograda, pero no tenemos Justicia para castigar a los responsables. Sin esta Justicia, la amenaza de volver cuando el poder lo disponga, seguramente cuando sienta que el pueblo atenta contra sus intereses, esta amenaza estará siempre latente y expectante.

El patrullero que lo había llevado ante el Juez que atiende en la Causa de La Brigada de Investigaciones del Chaco, lo dejó en la puerta de su casa, no sin antes acompañarlo a comprar algunas mercaderías necesarias en su hogar. Se despidieron como amigos de toda la vida.. El joven Oficial lo saludó con amistad y respeto.

- Don Beto, sepa Usted que lo consideramos un gran ejemplo para nosotros. Es un honor estrechar su mano.
- Gracias muchachos, como ven, esta guerra no esta acabada, ustedes son nuestra esperanza.
- Con gusto señor!!!

Roberto Valuzzi, “Beto”, para todos, Agente Civil de Inteligencia del Ejército (SIE), paramilitar a decir verdad, fue un operador muy activo de las patotas represivas, vínculo directo entre el Ejército y las Fuerzas de Seguridad en todo el Nordeste, Policía Federal, Policías Provinciales, Gendarmería, Prefectura. Dirigía personalmente los operativos de detención y secuestro, las sesiones de tortura tanto en la Brigada como en los Calabozos de la Liguria, el RI9 de Corrientes, Santa Catalina también de Corrientes. Valuzzi ya había sido vinculado en toda la represión del nordeste por el Informe Parlamentario de 1.985 y especialmente en el fusilamiento de Margarita Belén.
En 23 años nunca había sido ni siquiera citado en algún estamento de la Justicia tanto Federal como Provincial.
En el 2.007 queda por primera vez acusado según las normas de esta in – Justicia en una denuncia realizada por una ex presa, María Julia Morressi en Méjico.
Valuzzi fue responsable de la detención y tortura de ella y especialmente de Fernando Piérola, su esposo, mi hermano. Fernando sufrió las más terribles torturas, primero en La Casita de Posadas, luego en el RI9, luego en la Alcaidía de Resistencia, picana eléctrica, submarino, golpes, quemaduras, tres días colgado de los pies en el RI9 y posteriormente torturado salvajemente hasta casi morir en el Comedor de la Alcaidía, junto con otros compañeros, luego todos fusilados en Margarita Belén, Fernando, al igual que otros hermanos, aún continúa desaparecido.
La historia de Fernando, es una más, en los cientos de crímenes que tienen relación con el Sr. Valuzzi, seguramente éste sea uno de los más terribles por el ensañamiento, terminando en la fiesta de orgía y sangre que fue Margarita Belén.
“Beto”, Valuzzi, es uno de los miles de asesinos que hoy siguen protegidos por el escudo de la impunidad, lo pongo como ejemplo porque fue el quien comandó el operativo de detención, quien lo torturó y finalmente uno de los que participó en el fusilamiento en Margarita Belén a aproximadamente cuarenta compañeros.
A “Beto” Valuzzi, como a otros miles de asesinos, la in-Justicia Argentina, administrada por los mercenarios del poder y de la muerte, los a premiado con ese escudo de impunidad.
Si este hombre y quienes lo acompañaban hubieran estado en la Alemania del Führer, sin dudas formarían parte de los escuadrones de la muerte de las SS y la GESTAPO o administrando alguno de los Campos de Exterminio de los nazis. Ideológicamente son lo mismo, aparte de cambiar las épocas, han cambiado los imperios agresores y sus lacayos locales
Para este señor de las capuchas, la picana, dueño de las noches, de la vida y de la muerte, para este señor, dueño del terror, de la soberbia y de la barbarie, la ejemplar Justicia Argentina lo castiga de la misma manera que lo hacían nuestras madres cuando éramos niños.

- Nene, te portaste mal, hoy no salís de casa.!!

Plan Cóndor

El Negro Carlos, era obrero textil en una fábrica en las afueras de Santiago, Chile. Cuarentón, estatura media, cuerpo firme, carácter fuerte, de esos que le das media vuelta y arranca enseguida, pero más bueno que la Madre Teresa, el color de la piel y su pelo están aclarados al principio.
Estela, su mujer, era menuda, pura fibra, de esas que no se achican por nada, maestra, trabajaba en una escuela en un barrio cercano a la casa de ambos.
Él era miembro de la Comisión Interna de la fábrica y ella del Gremio Docente de Santiago. Ambos, se conocieron en las reuniones y asambleas de campaña para lo que posteriormente fue el triunfo de la Socialista Unidad Popular (UP) el 4 de septiembre de 1970 en Chile y que llevó al gobierno a Salvador Allende.
Hasta el momento en que la banda de Carabineros comandados por Pinochet y Cia. y bajo las órdenes norteamericanas, cortaron uno de los proyectos sociales más revolucionarios de América; Carlos y Estela trabajaban a fondo en importantes proyectos del nuevo gobierno socialista. El Negro estaba totalmente comprometido con la actividad gremial y los nuevos planes productivos. Estela se dedicó profundamente a los planes de alfabetización en los barrios, basados en revolucionarios programas de alfabetización.
Hasta que llegó el 11 de septiembre de 1.973, fecha del sangriento golpe pinochetista que culminó con el asesinato del Presidente y de miles de compatriotas chilenos. A partir de entonces, el matrimonio inicia una trágica aventura para salvar sus vidas.
El mismo día, fueron a buscarlos a su casa. Pero ya no estaban.
En el cajón de una vieja camioneta de unos compañeros no tan comprometidos, o no tan buscados, salieron de Santiago, se refugiaron al sur, en la montaña, en la granja de unos campesinos que conocieron en los programas de producción. Al mes, pudieron cruzar la frontera hacia Argentina por un paso casi desconocido que le indicaron unos compañeros Mapuches.
Finalizando el año 1.973, ya estaban viviendo en las afueras de la Capital Federal, más específicamente en San Martín, lugar donde Carlos pudo conseguir trabajo fácilmente por ser una zona con gran cantidad de pequeñas y medianas industrias textiles.
A Estela le costó un poco más, pero se las arregló como empleada en un almacén del barrio.
No tenían hijos, lo cual no dejaba de ser una gran tranquilidad para el difícil momento que estaban viviendo.
La fibra militante y su sobrado compromiso político los llevó a que al poco tiempo estuvieran vinculados a la comunidad de compañeros exiliados chilenos y a diferentes organizaciones argentinas que les dieron apoyo, lo que les facilitó mucho sobrellevar la traumática experiencia de vivir el exilio.
La situación del país era de relativa calma represiva, comparada con lo que estaba pasando del otro lado de la cordillera. La gran mayoría de los presos políticos había recuperado la libertad y existía una gran efervescencia social y política.
De todas maneras, eran muy cuidadosos, desconfiados y siempre atentos a ciertas medidas de seguridad que habían aprendido con compañeros del MIR allá en sus tierras.
A fines de 1.975, era cada vez más intensa la actividad reaccionaria de la Triple A , también eran cada vez más frecuentes las incursiones de los Servicios de Inteligencia del Ejército de Pinochet por suelo argentino y muy especialmente, después de la reunión de los altos mandos de los ejércitos del Cono Sur en el Hotel Carrasco de Montevideo, donde y cuando las cúpulas militares avanzaron en ese pacto de sangre y terror denominado Plan Cóndor. Esta realidad los hizo evaluar la posibilidad de ir por tierras más seguras.
Pensaron en España o Francia, pero al final, por contactos, decidieron hacer una primera etapa en Brasil, país que estaba saliendo de aquella dictadura iniciada en el 64 pero mucho menos dura de lo que se estaba viviendo por estos parajes.
Se instalaron en San Pablo y al poco tiempo estaban en la lista de refugiados del ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Refugiados) entidad que tuvo un rol muy importante en la recepción y ubicación de exiliados políticos del sur americano.
Corría el mes de diciembre de 1.978, cuando los conocí en este lugar que funcionaba en el Arzobispado de San Pablo.
Don Paulo Evaristo Arns era el arzobispo de esta Diócesis considerada la más grande del mundo.
Don Paulo, con un corazón, una sabiduría y una solidaridad enorme, le abrió las puertas a todos los exiliados políticos de toda Latinoamérica que fundamentalmente y por aquel entonces se encontraban en Argentina.
Paraguayos, Uruguayos, Chilenos, Centroamericanos y mayoritariamente Argentinos pudieron escapar al horror luego del 24 de marzo de 1.976 e instalarse en el país del zamba buscando algo de seguridad ante esta nueva tragedia americana.
El Arzobispado estaba en pleno centro de San Pablo, una ciudad con quince millones de habitantes y principal eje industrial de la décima potencia económica del mundo. Era el paso obligado de miles de refugiados que eran desarraigados de sus culturas, costumbres, familias por pensar diferente, por querer otra historia para sus pueblos.
En esta, nuestra segunda casa, se mezclaba una riqueza inmensa de idiomas, costumbres, culturas, tristezas, alegrías y sueños, muchos sueños. Y todo esto la hizo inolvidable.
Era una casona enorme, antigua, pero como toda propiedad de la Iglesia, en perfecto estado.
Ya hacía algunos años que nos habían facilitado una de las habitaciones para las reuniones de los extranjeros. Es difícil recordar caras y nombres de tanta cantidad de compañeros y familias que pasaron por el lugar. Muchos de nosotros, no pensábamos en una partida para tierras más lejanas. Queríamos pensar en un pronto regreso.
Esta idea nos llevó a empezar reuniones más frecuentes, teniendo como objetivo la organización de alguna entidad que nos una. Muchos planteos políticos e ideológicos quedaron atrás, superados, nos unían cuestiones de fondo que nos hicieron crecer.
Así, con este horizonte, nació el Comité Brasilero de Solidaridad con los Países Latinoamericanos, el CBS. Entidad que nacía con la energía del Partido de los Trabajadores (PT), el Movimiento Sin Tierra (MST), las Comunidades Eclesiásticas de Base, CLAMOR una entidad Ecuménica de Defensa de los Derechos Humanos, otras entidades sociales brasileras y por su puesto el apoyo de Don Paulo.
De esta manera, nos juntábamos militantes de diferentes países y de diferentes extracciones políticas latinoamericanas. Habíamos logrado metas y objetivos en común, fundamentalmente luchar por nuestros pueblos, que era una solo.
Como la mayoría estaban bastante al pedo y sin laburo fijo, la dedicación a las actividades del CBS eran a pleno, “full time”. Nos pasábamos muchas horas del día en esa hermosa casona paulista.
Y allí pasaba de todo, historias de todo tipo.
La mayoría eran el resumen de la gran tragedia que de alguna manera o de otra, todos estábamos viviendo, pero muchas otras eran típicas del humor latino que felizmente nos caracterizaba a casi todos.
No es ninguna novedad hablar de las costumbres futboleras del pueblo brasilero y de la alegría con que llevan esta pasión a todas las áreas de su cultura afroamericana y en el CBS no estábamos exentos.
Eran los inicios del año 79, estaba a punto de jugarse la final entre dos de los equipos más grandes y populares de la pueblada paulista. El Corinthians que se extendía principalmente por las populares zonas industriales del ABC paulista y el San Paulo, no tan popular, que hacía de local en el coloso Morumbí.
Era un miércoles, el partido estaba programado para las 21 Hrs. Por casualidad, día y hora de nuestra reunión semanal del CBS.
Como era de esperarse, la tropa brasilera ni aportó, recién aparecerían después del partido, llorando algunos, danzando otros, pero todos con la energía de siempre sin importar el resultado.
La cuestión es que como siempre, desubicados política y deportivamente, los extranjeros igual hicimos la reunión.
El negro Carlos, había caído con dos parejas de compatriotas chilenos que ya hacía como dos meses frecuentaban el lugar. Tenían un cagazo y una paranoia difícil de explicar, peor que si estaban en el centro de Santiago. Todos sabíamos que la habían pasado feo, pero ya habían pasado varios años y algunas cosas no se entendían.
Algunas medidas eran comprensibles, pero en lo general se pasaban de vueltas. Controles de seguridad, citas, nombres de guerra, siendo que por otro lado, sus nombres verdaderos ya estaban recontra registrados en los listados del ACNUR y todos lo sabíamos.
Esta historia ya le había calentado la croqueta a más de uno, ya que se estaban cuestionando algunos comportamientos personales.
Uno de los protagonistas de toda esta historia era Marcos, a quien ya tenían re podrido.
Marquitos, como lo llamábamos. Argentino, nacido en la zona de Avellaneda, obrero de las Curtiembres, tenía apenas 25 años. Sabíamos que había militado en la Juventud Trabajadora Peronista (JTP) Era un compañerazo de fierro. Al principio le costó esta junta con compañeros de otros países. Pero después se enganchó y en el corto tiempo que compartimos su energía, pasó a ser, por momentos, un poco el motor de toda idea o propuesta que surgía en apoyo a algún que otro país. Era muy inteligente y lo más importante es que le ponía el corazón a todo.
Estaba solo, sin compañera, un tipo muy alegre a pesar de haber perdido un hermano. Tenía algunos datos de que lo habían visto en El Olimpo, pero no sabía más nada.
Estábamos en Brasil y para alguien de esa edad y solo es un problema. Estaba enamorado del zamba y fundamentalmente de las zambistas. Lo contagiaba toda la alegría que se expresaba en ese baile y siempre andaba queriendo aprender un que otro pasito. Después de las reuniones del CBS enfilaba para algún que otro zambódromo para perderse entre morenas, mulatas y también algunas caipirinhas.
Y a esta cuestión no la podían entender algunos estructurados “revolucionarios” y fundamentalmente los recién incorporados compañeros chilenos.
“Que este comportamiento no es digno de un militante popular”.
“Que va contra las mínimas normas de seguridad”.
“Que en esos lugares puede haber servicios”.
“Que no se lo podemos permitir”. Etc. etc. etc. etc.
Este tema ya había llegado a los oídos de Marquitos, pero nos había prometido mantenerse en calma y controlado.
Sabíamos que Marcos, ese famoso miércoles de reunión sin presencia brasilera, llegaría un poco más tarde, y así fue.
Cuando llega esa noche, al ingresar por la medieval puerta de ingreso al Arzobispado, Marcos puede ver en un rincón del jardín de entrada, como agazapado, en una actitud muy sospechosa, un fulano en una posición poco habitual y como si hablara mediante algún aparato.
Lo miró de reojo, con un experimentado disimulo, propio de quien tiene algunos años de calle y militancia y se metió rápidamente al interior de la Santa Casa.
Entró a la reunión como un rayo, muy agitado y con una mirada de desesperación que nos hizo saltar a todos.
En ese instante, recuerdo que alguien leía un documento que daba detalles de la coordinación militar en nuestros países en el denominado Plan Cóndor y de la posible conexión con Brasil.
“Paren, paren, en la puerta hay un servicio que nos está botoneando a todos.”
Sin dudarlo, salimos en patota, agrandados por el número.
“Miren tiene un Wolky Toki” Gritó uno desesperado.
Y fue el Negro Carlos el que lo encaro de lleno.
“Qué mierda hacés aquí, para quién laburás?”
“ Con quién carajo te estás comunicando milico de mierda?”
“Largá ya la radio hijo de puta.” Retrucó otro.
“ Hay que cargarlo para adentro”.
El hombre, petisón, piel mestiza, me parecía que cercano a jubilarse por las canas que pintaban su cabeza oscura. Por su puesto, no entendía una palabra de lo que le estaban diciendo. Quedó duro, se cagó hasta los tobillos por el malón inesperado que se le había caído encima.
Medio temblando, casi arrodillado, balbuceó algunas palabras en un esforzado portuñol como para contener la manada.
“ Eu trabalho aquí, con Don Paulo. Sou o Sereno. Eu soi da Seguranza de noiche””
“ A sí, las pelotas, y el aparato que tenés en la mano, es en joda”. Remarcó otro de los chilenos.
Don Roberto, así se llamaba; extendió la mano,como entregado.
“E una radiou, tá jogando o Sao Paulo con o Corinthians, meu time, mio equipe.”
Poco a poco fuimos entendiendo la situación en la que nos habíamos metido, o mejor dicho en la que nos habían metido.
Sin saber qué decirle, ahogados en disculpas, nos fuimos retirando de a uno para nuestro pequeño cuartel. El hombre, sin escuchar disculpas, nos miraba con sus ojos grandes, negros, como queriendo todavía entender algo.
“Che Marcos, de donde sacaste…..Y este irresponsable donde está”, preguntó como hirviendo de bronca el Negro Carlos.
O casualidad, el denunciante no estaba.
Sin querer calentar la olla más de lo que ya estaba, pensé en silencio.
Marquitos, sos un guacho de mierda…, como te la cobraste, qué gran y bendito hijo de puta.
Y así me lo imaginé, camino al Paulistano da Gloria, con una sonrisa de oreja a oreja, a seguir con sus infaltables clases de zamba, cantando bajito…
Brasiiillll, ooooo Brasiiiiillllll, la la raaaa ra laaaaa la….

Policía y basta!

Amanda y Héctor fueron bastante prolijos y ordenados en lo que se refiere a tener hijos, por lo menos los primeros tres, todos varoncitos, después llegaron las brujas. Los varones tuvimos una diferencia de dos años, Álvaro nació en el 50, Fernando en el 52 y yo en el 54, después, como siempre sucede, las mujeres despelotaron el orden María Luz en el 58, Cristela en el 62 y Emilce en el 64.
Todos en esta bella Paraná.
Como siempre pasa, los varoncitos fuimos también más ordenados hasta en los casamientos, Álvaro dejó la soltería en el 74, Fernando en el 75 y yo en el 76, digamos que el 76 fue un año de felicidad plena para todos, país inclusive. Después claro, las mujeres siguieron entreverando la cosa, una se casó en el Paraguay en el 79, otra en el 91 y la otra todavía no se ha casado.
Álvaro y Susana hicieron su fiesta en el Club Echagüe, linda fiestita, Fernando estuvo allí, y la foto más conocida, con barba y riendo fue en esa fiesta. Fernando y María Julia se casaron en Resistencia, cuentan que en el Civil le pidió los anillos a los viejos para hacer más completa la ceremonia, a la salida se los devolvió. La fiesta fue en la casa de los Morresi, yo no estuve en el Civil, llegué a la noche derechito a la joda. Con el tiempo nos enteramos que una de las allí presentes era la excelentísima Lilita Carrió, amiga de María Julia por aquel entonces; la verdad que no me acuerdo de haber visto en la fiesta a ninguna gordita chetita y charlatana con algún crucifijo colgado. Qué lástima, si la enganchábamos de pendeja tal vez la acomodábamos un poco, no tan gorila.
Yo me casé con Marisa en el 76 y la joda fue más modesta, a la noche en la casa de los viejos en 25 de mayo, asado y guitarreada de por medio. Fernando y María Julia andaban por Paraná, pero ya hacía rato los andaban buscando, Perón le había bajado el pulgar a Montoneros, la Chabela y López Rega se encargaron de iniciar la cacería de esos zurditos que tanto mal le estaban haciendo al peronismo, o al revés.
La cuestión que los dos andaban más escondidos que Iguana en luna llena. Esa noche María Julia estaba en la casa de unos parientes y Fernando disfrutaba de mi jodita arriba del techo junto al tanque de agua tomando unos vinos con su amigo Tato.
En esos momentos, ellos estaban viviendo clandestinos en Corrientes, demasiado cerca de Resistencia, con todos los riesgos que eso significaba.
Con Marisa decidimos hacernos un viajecito de luna de miel, en realidad, los tres, porque Verónica, mi primer hija ya estaba formando los primeros huesitos. Programamos un viaje a las Cataratas, para eso, le mangueamos la Renoleta a Álvaro, nuevita, roja, espléndida. La idea era viajar juntos con Fernando y María Julia, de paso tirarlos por Corrientes y seguir viaje.
Para ese entonces, Álvaro y Susana vivían en una casita alquilada por la zona de Paracao, en la Calle Lebenson, cuando todo aquello era puro campo. Los dos laburaban, entonces la casa quedaba bastante sola, era sencilla, linda, un dormitorio, un living, una cocina, baño, una galería atrás y un fondo con algo de verde, para atrás, todo campo.
En esa época las alarmas no existían, la mejor seguridad era tener un buen perro y ellos lo tenían, el Capitán, un perrazo policía, manto negro, grandote, lindo bicho, de esos que te cagás con la mirada nomás. El nombre, poco original, pero en este caso pegaba con la raza.
Fernando, Montonero, fierrero viejo, en ese momento andaba desarmado y eso lo tenía incómodo, era rápido para el raje, el deporte lo había preparado bien, pero algún fierrito siempre ayuda. Sabía que lo andaban buscando y andaba camuflado con otro documento de identidad.
Teníamos que viajar para el norte y al flaco no le convencía la idea de andar medio descalzo. Los milicos todavía no habían golpeado el país, no se habían metido de lleno pero estaban ahí, afilando las garras. La que estaba pegando fuerte era la Triple A apoyada por los gobiernos traidores.

- Álvaro, hermanito, no habrá algún fierrito perdido por ahí?
- Pero flaco, de dónde?
- Qué se yo, algún pariente o amigo que le guste la caza.
- No creo, pero ya voy a ver.

Unas horas después, Álvaro apareció con un viejo 38, medio oxidado que debió ser del llanero solitario, con una balas que más bien eran de la guerra del Paraguay y que seguramente le sobraron a Mitre después de masacrar ese hermoso pueblo. Parece que un pariente lo tenía por ahí archivado en algún viejo baúl.

- Flaco, dónde lo vas a meter, en el piso, en las puertas de la Renoleta?
- No, hay que llevarlo escondido pero medio a mano, por las dudas.
- Adentro de un libro?
- No, los milicos ven un libro y es lo primero que te revisan.
- Y adentro de una torta.

El flaco quedó mirando pensativo, pero le gustó la posta, con una sonrisa aprobó la jugada, de paso, al otro día con los cumpas en el norte, después de unos tintos y unos chipás, tenían postre y todo.
Y así fue.
Medio a los rajes, faltaba poco para la partida, Susana, gran cocinera se preparó un hermoso biscochuelo, amarillo, mucho huevo, bien alto como para darle espacio al 38. El flaco lo cortó al medio y acomodó la pieza de artillería cargadita de balas y dulce de leche, juntó las tapas y por fuera le mandó, para la envidia del Gato Dumas, una cobertura de chocolate con esas piedritas de colores, de adorno, que nunca se sabe con qué mierda las hacen.
Faltaba poco para la partida y había que enfriarla un poco para que quede más armada, bueno armada ya estaba, semejante torta no entraba en la heladera, era el mes de enero y le faltaba cuerpo a la gorda. La cuestión que había que refrescarla un poco para poder transportarla en un viaje tan largo, el lugar más fresco era la galería atrás donde corría un poco de viento, el flaco la puso encima del lavarropas. Ahí quedó la torta guerrillera, la tropa se fue a siestear un rato después de unos porronacos y especialmente después de la resaca de la fiestita del casamiento.
Armamos los bolsos y ya listos para partir, enfilamos para atrás para buscar la torta embute, agrandados por la creatividad criolla. Pensar que ahora con los satélites, los gringos te detectan una mosca en el dulce de leche. Y bueno, el ingenio popular es infinito, habrá que inventar otras cosas.
Cuando abrimos la puerta de la galería…..
- Nooooo, qué pasó?
- Y la torta?

El lavarropas parecía un nido de moscas, un enchastre total.
En un rincón, estaba el Capitán todavía a los lenguetazos, la panza hinchada, medio a los eructos, ni la cola movía, con la mirada como que nos pedía un poco de agua.

- Nooo, perro hijo de puta!!
- Álvaro, tu perro de mierda.

El Capitán se había hecho una panzada, se había morfado hasta la última miga del biscochuelo, nos miraba, tranquilo y llenito, como diciendo, linda la tortita, el relleno estaba duro, por eso se los dejé, las perlitas de colores brillaban entre el gatillo y algunas se habían metido en el cañón del fierro viejo.
Mis hermanitos no sabían si reír o llorar.
El flaco espantó el mosquerío, manoteó el 38 con dulce de leche y todo, se le pegaba en la derecha, enfiló para el lado del reaccionario angurriento que lo miraba con la cola entre las patas, se agachó, revolver en mano, lo miró fijo, le puso la mano en la cabeza….
- Como le haces honor a tu nombre, botonazo.!!
- Tenías que ser policía y basta!!
- Qué te parió….
Luego de un par caricias, nos fuimos para el norte.

Sordo de mierda

La farsa oficial del fusilamiento en Margarita Belén en el Chaco Argentino, aquel 13 de diciembre de 1.976, informaba sobre una emboscada guerrillera a la caravana que trasladaba presos de Resistencia a Formosa. En el “enfrentamiento”, en el cual por supuesto no murió ningún militar, de los trece trasladados murieron ocho y cinco “angaú”(1) se fugaron. Además, murieron dos guerrilleros “atacantes”.
Los diez cuerpos, después de pasar por el Hospital Perrando y por La Liguria (2) y ser exhibidos como trofeos por estos héroes del Ejército, arenga de por medio a cientos de soldados presentes en el patio, fueron posteriormente trasladados y enterrados en el Cementerio San Francisco Solano de Resistencia. Todos legalmente anotados en los libros correspondientes.
Siete de ellos fueron retirados por sus familiares, los otros tres, los dos “atacantes” que fueron enterrados como NN y Luis “Lucho” Díaz, quien nunca fue retirado por sus familiares, seguramente porque posteriormente la versión oficial indicaba que los tres fueron depositados en el Osario Común.
Desconfiados de ésta información, se acordó con el EAAF (3) para abrir los lugares donde estaban registrados como enterrados estos tres compañeros.
Ya en plena tarea del EAAF, al tercer o cuarto día de laburo de los Antropólogos, ya habían levantado las fosas de Luis “Lucho” Diaz, la del NN femenino (4) y estaban trabajando en la del NN masculino (5).
Era la siesta y el solcito chaqueño estaba calentando como nunca, si te descuidás, te parte el mate, claro, para qué van a plantar árboles entre las tumbas si los de abajo tienen sombra de sobra. Tal es así, que Gendarmería, por pedido de Silvana (6) y posterior orden del Juez, había colocado un toldo de esas carpas de campaña, encima de los lugares de trabajo, lo que hacía más llevadera la tarea.
Con Víctor, nos alejamos un poquito para recostarnos en la pared de un pituco panteón con una buena sombra para la ocasión, sentados en un escaloncito de mármol, rodeados de cruces y placas, una de ellas decía “Te recordaré siempre” abajo firmaba “Tu yerno”, nada novedoso, quién se olvida de las suegras, le faltaba la foto del yerno, sonriendo.

- Che Víctor, la semana pasada fui al médico.!!
- Ajá, yy?
- Creo que no ando bien.!!
- Por qué?
- Me recomendó una placa.!!
- Te torax.?
- No, de mármol, como esa.!!
- Andá cagá.

Víctor Fernandez, uno de aquellos hijos chaqueños de Amanda (7) compañerazo de siempre, chaqueño, de la capital, hijo de don Roberto y Dora, gente de La Sabana un pueblito cerca de Tyrol, de abuelo ferroviario; con cuatro hermosos hijos, criado en el peronismo, de gurí pegado a la JP, después en el Peronismo Revolucionario, en el Movimiento 26 de Julio, siempre por fuera del aparato del PJ, más adelante se incorporó al Frente Grande y hoy anda plantando Pinos por suelo chaqueño. En Derechos Humanos anduvo militando ya desde antes que se vayan los milicos y hoy es uno de los aportes más importantes en esta difícil tarea de llegar a la verdad sobre el fusilamiento de Margarita Belén especialmente en la búsqueda de los cuerpos de nuestros hermanos.
Pero a pesar de ser Profesor de Taekwon-do, la militancia fundamental de Víctor está en el fútbol, en Boca, fanático, anda siempre con algo azul y oro puesto, si no es un gorrito, vinchas, pulseras, y cantidad de pelotudeces encima. Fue el primer Presidente de la Peña Bostera en el Chaco. Y bueno, un militante de Macri, qué le vamos a hacer, en cualquier momento lo tenemos en el Pro.
Pero el problema principal de Víctor no es Macri ni ser bostero, el problema es su media sordera, su oreja derecha digamos que está de muestra, cuando maneja, si vas al lado ni intentes una conversación, mejor escuchá la radio y olvidate, es un bostero que debería ser del Manchester y manejar en Londres para poder hablar con él mientras conduce. La sordera le vino de viejo, él dice que de escuchar tantas pelotuceces en la vida, especialmente en política.
Volviendo al Cementerio, aprovechamos el parate para morfar lo que había quedado de los sándwiches del medio día.

- Queda porrón?.
- Sí, un poco en el termo.
- Yo lo busco.

Víctor se sentó a mi izquierda. Y yo sin saber ya de qué carajo hablar, aprovecho la oportunidad para charlar algunas cuestiones pendientes sobre lo que será la Casa de la Memoria, un lugar recuperado en lo que fue la antigua Brigada de Investigaciones de la Policía Chaqueña, terrorífico lugar de secuestros y torturas comandado por los Célebres Comisarios Thomas y Ceniquel.
Víctor masticaba los restos de un sándwich especial para el lugar, de fiambres.
Durante un buen rato y siguiendo importantes inquietudes de Madres y Abuelas, le sugerí algunos temas relevantes para tener en cuenta en el mencionado lugar. Que no se lo llame museo, que sea un lugar de denuncia de todo lo vivido y sufrido por el pueblo, pero que sea un lugar de encuentro, que tenga mucha vida, que de allí surjan proyectos de lucha y crecimiento para las nuevas generaciones. Teatro, cine, música, pintura, biblioteca, literatura, talleres de producción, de formación, etc. que tenga mucha memoria pero fundamentalmente un lugar de debate y crecimiento mirando hacia adelante. Que sea un espacio donde se plantee la unidad de todos los luchadores, donde tengan un lugar los aborígenes, los desocupados, los obreros, los estudiantes, etc. etc. Esa sería la mejor manera de levantar las banderas de nuestros hermanos muertos y desaparecidos. Es lo que ellos hubieran querido. Que con dignidad y lucha se los recuerde.
Y de esta manera seguía la perorata, por un largo rato.
Víctor tenía la mirada fija en la tarea de los Antropólogos, como relacionándola con mi discurso “revolucionario”.
Por momentos, pensé que afirmaba con la cabeza mi exposición, después me di cuenta que simplemente masticaba.
En un momento, me corta, para pedirme el termo y bajar la fiambrera con un trago de la Quilmes camuflada. Paso seguido me mira fijamente a los ojos, como quién va a dar su opinión a tan importante tema y me dice.

- Esta noche juega boquita, vamos a algún bodegón a ver el partido..!!

Perplejo y confundido, lo miro más profundamente todavía y le pregunto.

- Víctor, vos no escuchabas ni mierda lo que yo estaba hablando, no?


- Vos hablabas? No sabés que ésta es la oreja que tengo al pedo.

ANDA SORDO DE MIERDA.!!!! Me levanté, lo dejé solo con los fiambres que comía y los que lo rodeaban y me fui a ofrecer mi ayuda en lo que fuera a Silvana que descubría la vida del segundo NN.

(1) Angaú: Termino utilizado en el nordeste argentino que menciona una mentira.
(2) La Liguria: Destacamento de Inteligencia 124 del Ejército.
(3) EAAF: Equipo Argentino de Antropología Forense.
(4) NN Femenino: Identificado por el EAAF como Emma Cabral, quien ya había sido secuestrada antes del 13 de diciembre de 1.976.
(5) NN Masculino: Identificado por el EAAF como Alcides Bosch quien ya había sido secuestrado antes del 13 de diciembre de 1.976.
(6) Silvana: Silvana Turner, miembro del EAAF.
(7) Amanda: Amanda Mayor, madre de Fernando Piérola fusilado en Margarita Belén, aún desaparecido.


¡Con permiso, Azucena…!

Corrían los últimos días del 84.Ya habían pasado ocho años del fusilamiento de Margarita Belén. En todo este tiempo, demasiado largo para quien busca un hijo, Amanda intenta hasta lo imposible para saber sobre Fernando.
En ese camino, todas las torturas que una madre puede sufrir.
No le importaba, iba para adelante.
En incansable huella, su corazón de madre, marchaba junto a su corazón de artista. Muchas telas y paredes reflejaban todo el dolor acumulado, siempre pensando en positivo, sembrando y construyendo.
Y así seguía y seguía. Nunca paraba.
Con palabras, con colores, con pinceles…Seguía.
Un cierto día, se prometió -y nos prometió- dejar en una obra, su relato sobre el sufrimiento de este querido país y fundamentalmente de aquella trágica madrugada del 13 de diciembre de 1.976 cuando su propia sangre abonó, con toda generosidad, esa tierra chaqueña.
La Plaza España de Resistencia fue un lugar muy caro para ella, muchos recuerdos se mezclaban bajo esos hermosos árboles. Largas charlas, mateadas, quejas y alegrías llenaron momentos de la relación con su hijo, estudiante de arquitectura.
Fernando vivía enfrente, en “la Embajada de Entre Ríos”, junto a otros comprovincianos: Alberto, Juan, Patón, Cucho. Todos actores de aquella rica vida estudiantil.
Alejada en el tiempo de aquello, se encontraba en la misma Plaza en ese final del 84.
Ya los asesinos se habían ido a afilar sus uñas a los cuarteles y se podía observar cierta calma y nuevas posibilidades de encuentros estudiantiles.
En la Plaza, era posible percibir el latir de los estudiantes que estaban, pero también el de los que no estaban. Festivales y actos presentaban un nuevo escenario; volvíamos a nacer, a pesar de la infamia y de la sangre derramada; la vida germinaba otra vez.
Y allí estaba Amanda, con un nuevo horizonte: su obra soñada, su testimonio de lucha hecho arte mural.
Esa noche, llevaba en sus manos, una nota dirigida todavía a nadie. En ese papel estaba una vieja idea, un viejo anhelo que pretendía hacer realidad.

Trompo Gonzalez, era alumno de Ingeniería que militaba en el Centro de Estudiantes. Muy activo, siempre construyendo, siempre sumando.
Otro estudiante se acercó a él:
-Che, Trompo..
-¿Qué te pasa?
-Por ahí anda doña Amanda, la que tiene un hijo fusilado en Margarita. Anda pidiendo ayuda para un proyecto, una pintura, una escultura o algo así sobre la masacre.
-Vamos, presentámela.
A partir de ese momento, se inicia una relación que va a durar para siempre.
“Mis hijos Chaqueños”, decía.
-Llamalo a Tapita- insistió Trompo.
-¿Quién es Tapita? – preguntó Amanda.
- Darío“Tapita”Gomez es el Secretario de la FUNE.
-¿Cuál es?
- Aquel, el melenudo, el de rulitos.
De a poco, se fueron acercando otros, entre ellos, Tony Roselló, estudiante de Ingeniería, quien después le regalara a Amanda una hermosa canción.
Ellos se decían “los ochentistas”.
A partir de entonces, el mural pasó a ser un proyecto de todos. Fue una nueva bandera que motivó al conjunto de los chaqueños, especialmente al estudiantado que asumió el desafío como propio.
Se multiplicaron las reuniones, en cualquier espacio se evaluaba dónde se emplazaría la obra, si en ese lugar, en otras plazas, en algún muro…
Una tarde, se organiza una reunión en la Universidad, en el Centro de Estudiantes.
Había cada vez más gente, más interés, más participación.
Uno de los presentes, pregunta a Amanda:
-¿Conocés el Aula Magna?
-No.
Y allá fueron.
Cuando la vieja vio esa pared…
-Es aquí; no hay otro lugar.
Nadie pudo sacarle la idea de la cabeza.
Ya con el lugar definido, se inicia la tarea de juntar adhesiones para concretar el proyecto.
-Vos te encargás de los Centros de Estudiantes, vos de los Gremios, vos de los Partidos Políticos..., vos Amanda de los Gobiernos Municipal y Provincial.
Y empezó el barullo, y se desparramó por todo el Nordeste.
Corrientes, Formosa, Misiones de alguna manera o de otra, apoyaron la idea.
Se formó una Comisión Pro Mural con representantes de todas las Entidades y las demás fuerzas vivas de la zona.
Amanda se fue para sus pagos, Paraná, donde en pocos días tuvo listo el boceto.
-Ya lo tenía en mi cabeza y en mi corazón, nos decía.
De vuelta por Resistencia, la Comisión presenta el pedido de autorización ante el Rector de la UNNE, Don Armando Romero, un radical de Corrientes, quien lo pasa para su análisis, al Consejo Superior.
Cuentan los que allí participaron que la lucha fue dura, muy dura. Recordar de semejante manera el fusilamiento causaba cierto escozor a algunos y más aun que la obra se emplace en el corazón del estudiantado.
Pero el trabajo previo había sido tan grande, tan profundo y las adhesiones fueron tantas, que aunque peleada, la cosa salió.
El 25 de mayo de 1.986 el Consejo Superior de la UNNE daba el sí final.

-Vieja, ¿qué te pasa?- le preguntó Álvaro.
-Me siento mareada y se me nubla la vista.
A los pocos días estaba casi ciega. Esto fue el aviso que llegó a tiempo porque un aneurisma presionaba el nervio óptico.
Los especialistas en Paraná y Buenos Aires fueron categóricos: había que operar con urgencia.
En Argentina, nadie daba garantías.
Su espíritu de coraje, su firmeza y la acción solidaria de muchos, permitió que a los pocos días Amanda volara rumbo a Canadá a operarse con el mejor neurocirujano del momento.
-¿Y el Mural?
-Ya lo vas a hacer, en unos días estarás arriba de los andamios- la calmaba Álvaro en el avión.
Efectivamente, a fines de julio de ese año reapareció por Resistencia, con un turbante y una enorme operación aún sin cicatrizar.
-Vamos, vamos, a trabajar, ¿qué se creen que un par de globitos me va a parar?
Entre la solidaridad de Pitu Lestani y la de su consuegra Irma Morressi, acomodó sus cacharpas.
Ya instalada empezó a hacer realidad, con los pinceles, todo lo que le brotaba del corazón.
Se acercaron artistas que apostaron a su esfuerzo. Desde Paraná sumaron su compromiso, Graciela Resset, Griselda Medet, Oscar Ojeda, Sergio Demonte, de Resistencia, Carlos Cuevas y otros.
En 17 días de pequeñas y grandes luchas tomó cuerpo, en imágenes y colores, la historia.
Llegaron los aprietes y las amenazas. La milicada andaba loca y quería hacerlo notar.
Sandra Saidman, Tete Romero, Andrés Rabossi miembros de la Comisión fueron secuestrados por unas horas y amenazados para que abandonen la idea. Tapita Gomez y otros también recibieron lo suyo.
Pero el tren seguía su marcha y los pinceles no paraban.
Minuto a minuto, aquel sueño de Amanda se iba haciendo realidad.
El boceto mostraba una escena de tortura.
En la imagen, un cura de sotana negra, la avalaba con su presencia.
La reacción de los jerarcas de la Iglesia se hizo notar inmediatamente. Habían sido advertidos por el Padre Chesky, aquel famoso de la televisión, de anteojitos y cara de buenudo que noche tras noche llena de sermones las pantallas.
En esos momentos, “sembraban fe” en Resistencia, el Arzobispo Juan José Iriarte y en Corrientes el Arzobispo Fortunato Rossi. Ninguno de ellos podía admitir semejante denuncia.
Amanda, en lo de doña Irma, descansaba de una jornada que por muchos motivos había sido agotadora y sabía que la cosa no andaba bien. Algo se venía.
Sonó el teléfono.
-Para vos Amanda.
-Hola, Tony ¿qué pasa?
-Vieja, viene pesada la mano con la Iglesia. Quieren parar la obra y borrar al cura.
-Si lo quieren sacar es porque se sienten representados- afirmaba con una sonrisa.
Amanda era muy católica y le dolía toda la complicidad de la Iglesia con la dictadura más sanguinaria de la historia Argentina. Siempre recordaba su peregrinar por templos y sacristías buscando un poco de alivio a tanto sufrimiento, hacía referencia a sus pedidos de ayuda a quien fuera el principal apoyo de la dictadura, Monseñor Tortolo, Vicario Castrense.
Su figura bien podría ser la del que, allá arriba, apoyaba la tortura.
En su profunda fe, Amanda sabía que había otra Iglesia, la del dolor y la esperanza, la de la lucha, la del pueblo, la de Cristo, la de las Monjas Francesas, la de los Palotinos, la del Padre Mujica, la del inmenso Enrique Angelelli… Meditando, planeando los días siguientes y presintiendo lo que se venía, ideó en la oscura intimidad de su cuarto, una modificación al boceto original. Como diciéndoselo a sí misma murmuró:
-Lo voy a invitar a Don Enrique para que nos acompañe en el Mural.
A Enrique Angelelli hacía 11 años que se lo habían llevado las garras asesinas en tierras riojanas. Su cuerpo no estaba ya, pero su obra seguía sembrando todo el amor que lo caracterizaba.
-Le voy a pedir que se integre a esta lucha y que nos dé fuerzas.

Como un milagro, a la mañana siguiente se podía ver al Sacerdote de los Pobres, sumado a las Madres, en la hermosa pared del Aula Magna.
Azucena Villaflor era considerada por Amanda como un ejemplo a seguir.
-Vos vas primera en la fila viejita, te lo merecés- decía mientras le daba forma con su pincel. -Conociéndote, sé que estarías muy contenta y orgullosa de marchar junto a Don Enrique.
Y así, con la ternura y el pincel, consolidaba una amistad celestial.

-Con permiso Azucena!!
-Y vos, Enrique, ¿qué hacés por aquí?
-Me pidió Amanda, una mano.
-Vení, acomodate al lado mío.
-¿Qué está pasando Azucena?
-Y… tus jefes andan locos con este mural.
-No son mis jefes.
-Bueno, es una forma de decir.
-¿Ves al cura allá arriba, presenciando la tortura?, lo quieren sacar...
-¿Y por qué?, si ellos saben perfectamente lo que hicieron.
-Parecido al Pío Laghi,¿ no?
-¿Te parece?
-Sí. Ese anduvo recorriendo Campos de Concentración, hasta por Famaillá se lo vio...
-Pero Enrique… confirmame: ¿vos nunca estuviste en el boceto, no?
-Bueno, no estaba en el papel. Sí, estaba en la cabeza de Amanda. Llegado el momento me iba a convocar.
-Dale, contame, qué pasó después…
-Hubo un bolonqui tremendo. La Justicia hizo lugar al Recurso de Amparo para quitar al Tortolo. Anduvieron buscando artistas locales para borrarlo pero nadie les dio pelota. Entonces como es su costumbre, tipo Grupo de Tareas, con toda bajeza, entraron de noche, a oscuras y lo borraron.

- Me acaban de matar otro hijo- fue el grito de dolor de la Madre-Artista.
Y se armó un revuelo nacional.
Tapita, Tete y Fernando Carvajal, miembros de la Comisión se fueron para Buenos Aires, presentaron toda la historia a las autoridades nacionales e impulsaron el tema con mucha fuerza, en todos los medios del país.
El “Mural Maldito”, el “Mural Hereje”, el “Mural de la Discordia” atacaban las altas cúpulas.
-Decime vos Enrique, ¿dónde estabas, que no lo sabías ?
-Y bueno, haciendo algunas cosas allá en La Rioja. Hay unos hermanitos, los Menem. Me tenían preocupado...
- y con razón… pero mucho éxito no tuviste
-Bueno dale, seguí contando.
-El 15 de agosto de 1.986 se iba a realizar el Festival de Inauguración. Por supuesto Amanda se negó a hacerlo con semejante mutilación, de manera que el acto quedó pendiente.

La historia quedó en manos de la Justicia.
Corría el año 2.000 cuando Amanda, algunos de la Comisión, y la Hebe que andaba por estos pagos, decidieron una acción junto a estudiantes de la UNNE: ingresar por una ventana, juntar mesas y sillas para llegar a lo más alto y restituir la imagen del cura, mutilada por las jerarquías.
La acción restauradora duró poco, en una semana estaba borrada nuevamente, los jerarcas estaban atentos.
Todo el país hablaba del mural en relación al ultraje a una obra de arte y sus connotaciones. Fue tan movido el tema y tanta la presión solidaria de la sociedad, que al final, en el 2.004 el Juzgado Federal se vio obligado a dictar sentencia y autorizar a completar la obra amputada.
Así fue como “el Tortolo” volvió a estar allí, participando de una escena de tortura.
Enseguida de la Sentencia se retomó la obra. Fue un hermoso acto, espontáneo y matizado con situaciones contingentes. Amanda improvisaba canciones, anécdotas y humor.
-¿Alguien tiene el boceto?- bromeaba como no recordando su obra.
Estaban todos particularmente eufóricos y por supuesto ella absolutamente feliz con una obra de arte que lucía completa y elocuente, con su mensaje tal como lo concibiera en su interioridad de madre, de artista, de militante.
Con los brazos y los pinceles en alto, disfrutaba ese gran triunfo celebrando junto a Azucena y a Enrique.
Fue su último 13 de diciembre en el Chaco.

El Santo Cáliz

El Santo Cáliz de la Última Cena, o de la Primer Misa, pasó a ser el ícono sacro para todos los cristianos a partir del momento en que Cristo, dirigiéndose a los Apóstoles, aquel Jueves Santo dijo: “Tomad esto y repartidlo entre vosotros”.
Desde esa última Cena en que el hijo de Dios dejó su sangre como bebida antes de derramarla en la cruz, todas las Misas son celebradas elevando al cielo el Cáliz con la Sangre de Cristo.
La historia cuenta que el Cáliz original, de piedra marrón fue utilizado en la antigüedad, por última vez, por el Papa Sixto II por el año 258 y que a partir de entonces pasó en custodia clandestina por diferentes lugares hasta el año 1399 cuando los Monjes de San Juan de la Peña se lo entregan al Rey de Aragón Don Martín I el Humano.
Más cerca en el tiempo y por diferentes guerras, el Santo Grial, fue resguardado en secreto hasta quedar definitivamente en donde se encuentra en la actualidad, la Catedral de Valencia, España.

José Luis Acosta, fue militante de la Juventud Guevarista, y luego del PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores), Chaqueño de Basail, un pueblito al sur del Chaco, pegado al límite con Santa Fe por la Ruta 11, nacido en el año 1.958, en su camino cristiano, fue bautizado en su pueblo natal, después la Comunión la tomó en Presidente la Plaza, otro pueblo chaqueño, ese fue su último contacto con Dios dentro de una Iglesia, salvo algunos casamientos ajenos, como para cumplir con la pareja antes de ir a la joda.
José Luis cae preso en mayo de 1.976 a pocos días del Golpe, en Resistencia a los 18 años de edad. Su primer morada a cargo de Videla, fue la célebre Brigada de Investigaciones de la Policía Chaqueña, lugar de tortura y muerte en el centro de la ciudad, hoy, como fruto de la lucha de los Organismos de Derechos Humanos, transformada en Casa de la Memoria.
Al mes siguiente, lo trasladan a la Alcaidía de la Policía del Chaco donde permanece hasta noviembre de ese año. En la Alcaidía, José Luis volvió a estar cerca de Dios, no por los milicos, si porque el Padre Juan Brisaboa aparecía de vez en cuando por ese tétrico lugar a darle un poco de paz a los espíritus encerrados. Las Misas las daba en el Comedor, lugar en el cual los otros, los que se dicen cristianos e hijos de Dios, torturaron salvajemente a los detenidos antes de fusilarlos en Margarita Belén.
El Padre Brisaboa, como Capellán, tenía rango de oficial de la Policía chaqueña. Poco a poco y sin que los superiores lo perciban, Brisaboa se fue introduciendo en la realidad y el sufrir de los detenidos y personalmente llegó a ser una solidaria comunicación entre ellos y sus familiares. En su homenaje, por su compromiso solidario y fundamentalmente cristiano, la Asociación de Ex Detenidos Políticos de Chaco lleva su nombre.
De la Alcaidía, quien nos cuenta esta historia, es trasladado a la UP7 (Unidad Penal 7) hasta su salida en Opción al exilio.
- Marrón.
- Qué te pasa?
- Uno de los yugas nos pasó el dato que mañana habrá manzanas.
José Luis, compartía la celda con un salteño, José Ozores a quién le decían “Marrón” no era por el color o por algo que haya entregado, sí, era medio oscuro, pero el sobrenombre venía de “Garrón” que le había quedado cuando sin comerla ni beberla, ya que el que militaba era el hermano, lo habían encanado y cuando lo contaba siempre decía “que garrón, que garrón” y tipo teléfono roto, con el tiempo le quedó “Marrón”.
- Se las damos a Sixto para la sidrita.
- Métale.
- Que bueno sentir un poco de alcohol en los labios.
Sixto, que nada tenía que ver con aquel Papa, era el responsable del Economato del PRT, o sea encargado de las finanzas dentro de la cárcel. Cada organización, Montoneros, PRT, PCR, PC, tenían su Ecónomo y así se administraba la solidaridad material de los compañeros.
La bebida diaria, era el agua de la canilla, no era para quejarse, provincias enteras sufren la falta de esta materia vital, pero dentro de la cárcel, por ahí te entra la nostalgia recordando, las peñas, los bailongos, las compañeritas, las reuniones militantes, vinitos de por medio.
Por ahí, como para cambiarle el gustito, cuando pintaban las naranjas, se hacían un juguito, soñando con el bar de la esquina.
Sixto, trozaba las manzanas, las metía en un bidón bien cerradito, con azúcar y a esperar que las ricas manzanas rionegrinas empiecen a fermentar produciendo una especie de Farruca carcelaria y así, de paso, te imaginas entre amigos y parientes en las fiestas de navidad y fin de año.
En este caso, luego de unos días, quienes invertían en la empresa sidrera, pasaban por la celda de Sixto, jarra en mano, para luego sentarse en la punta del pasillo del pabellón de arriba a observar un poco la ciudad desde lejos y así, a escondidas de los carceleros, darle un poco de sabor a esa cruda realidad carcelaria.
Mientras volaban en sus sueños etílicos…
- Marrón.
- Si.
- Qué darías por un tintito, con una picadita, mortadela, quesito, aceitunas….
- Y qué querés que te diga, hasta el orto daría …
- Haceme acordar cuando salgamos de aquí.
- Andá cagá, chaqueño culiao..
José Luis, Marrón, Sixto, compartían el Pabellón 4 de la UP7. Tenía 104 celdas, 52 abajo y la misma cantidad arriba, las celdas eran individuales pero muchas estaban ocupadas por dos compañeros, así que la tropa era grande. Había compañeros de diferentes provincias, tucumanos, santiagueños, cordobeses, entrerrianos, santafesinos y por supuesto los del nordeste eran la mayoría.
En el medio de la reunión, en la cual la sidra casera los hacía viajar, soñando con libertades, mujeres, bailongos y mucho tinto, aparece el “Cura Pancho”.
- Hola muchachos.
- Cómo va Panchito.
- Qué toman?
- Farruca.
- Esta buena?
Todos lo miraron con una sonrisa de goce y picardía criolla.
- Lo lamento, usted don Cura, se morfó la manzana así que no hay sidra.
- Está bien, manga de ateos, si algo de Cristo llevaran en sus corazones compartirían ese Cáliz como lo hizo él con los Apóstoles.
- Lindo sermón Panchito, pero así son las reglas del Economato.
- Perfecto, saben que como buen cristiano no soy vengativo, Dios sabrá qué hacer con ustedes.
- Amén Pancho!!, salud Panchito!!.
- Hablando de Dios, de Cristo y del Cáliz, la semana que viene siguen las Misas en la Capillita, ninguno de ustedes se acercó, así no van a salir nunca de aquí….– Comentó Pancho ya en retirada.
- Querés que nos confesemos, traelo a Thomas, a Ceniquel, o a tu amigo Pateta, que te den una mano…
- No digan que no les avisé.
Francisco “Pancho” Sorribes, era un cordobés, de Río Tercero, militante también del PRT, cayó preso antes del Golpe, con unos 35 pirulos encima era uno de los más veteranos de la tropa, negrazo, fortachón, acusaba una renguera en una pierna producto de una enfermedad infantil. Tenía toda la chispa de los cordobeses, simpático, muy alegre, haciendo jodas todo el día, tenía una carcajada muy profunda y contagiosa. Le decían “Cura Pancho” porque realmente era Cura, se había recibido en su provincia natal y por allá ejerció la Eucaristía durante poco más de un año, hasta que conoció una morocha cordobesa que le sacó los hábitos botoncito por botoncito. Después se hizo periodista, pero a esto ni lo mencionaba, a él le gustaba que le digan “Cura Pancho”.
- Hola Miqui.
- Cómo van muchachos, qué dice el mensajero de Dios?
- Que la semana que viene continúan las Misas en la Capillita.
Miqui, Miguel Hynes, era un tucumano militante del PRT que las pasó fiera en los campos de Famaillá. Miqui, fue el gestor en el arte de contar las historias de humor de la cárcel, dejando su obra grabada para siempre en su libro “De Presos, de Actores y otras yerbas”.
- Con Pío Laghi? Preguntó Miqui.
- No, parece que con un cura nuevo, un tal Brisaboa.
- Por qué no vas vos tucumano que rezaste tanto en la Alcaidía hasta que conseguiste que metieran preso al arquitecto que la diseñó.
- No me hagás acordar, pero sabés una cosa, no es mala la idea del Pancho, para cambiar un poco el aire y tantearlo al cura, quien te dice que no nos de una manito.
Todos se quedaron mirándolo al Miqui y con el silencio, como que le aprobaron la idea.
Y así, se anotaron con el guardia encargado, cubriendo uno de los turnos de las Misas.
Mientras anotaba, el guardia los miraba desconfiado.”Qué andarán tramando estos zurdos ateos.”
La capillita de la UP7 era pequeña, no ingresaban más de diez “fieles” por turno, por lo que las Misas debían ser muchas, cortas y rápidas y así darle la posibilidad a todos los compañeritos para que laven su espíritu.
Ya era cerca del medio día, le toca el turno a José Luis, al salteño, a Miqui y a otros de las celdas vecinas. En fila, fueron dirigiéndose a esta pequeña casa del Señor. Esperaron la salida del grupo anterior antes de ingresar. Se acomodaron en los bancos frente al Padre Brisaboa y para sorpresa de todos, quién estaba también frente a ellos, pegadito al Padre, el Cura Pancho, todos quedaron con los ojos grandotes sin entender qué estaba pasando, calladitos, se codeaban y sin salir del asombro, se tuvieron que guardar la risa para después en el pabellón.
- Qué hace este hijo de puta ahí? Se escucho un murmullo entre los “fieles”.
- Callate boludo que nos rajan a todos, Pancho incluido.

Y Pancho no solo que acompañaba a Brisaboa, empezó a entregar la palabra y el mensaje de Cristo mientras miraba a los presentes muy serio y concentrado.
Mientras tanto, un yuga lo llamó a Brisaboa a un costado, con serias indicaciones de que apure las misas. Por los gestos, pareció como que Brisaboa le mostró las jinetas de oficial y todo siguió su curso.
Hasta que llegó el momento de elevar el Santo Cáliz, que no era de piedra como el original, ni de oro como la iglesia de la ostentación, parecía de hojalata o algo así. Pero lo que realmente les importaba a los zurditos presentes no era el material del Santo Grial, sino su contenido. Cuando el Padre Brisaboa vertió la Sangre de Cristo, todos confirmaron lo que estaban pensando, era vino.
- Chamigo, Marrón, eso es vino?
- Y claro boludo, si va a ser tinta china.
- Qué hijo de puta este Pancho.
Pancho parecía que ya llevaba varias Misas encima porque los ojitos le brillaban, algunos tumbos los disimulaba con la renguera. Levantó la copa de Cristo suavemente hacia el cielo, finalizando el sacro mensaje y mirando a los ojos de cada uno de sus compañeritos, fue bebiendo la Sangre de Cristo, lentamente, como el mejor de los catadores. Brizaboa lo miraba de reojo como diciendo, - dale Panchito que quedo en gayola yo también.
A todos se les hacía agua la boca, o vino, en cada trago se podía sentir el goce y el placer del Cura Pancho, frente a él, lo acompañaba la envidia contraída de sus Apóstoles, los fieles subversivos.
Y así, la sangre del salvador del pueblo cristiano se fue introduciendo en el cuerpo del Cura Pancho hasta la última gota, solo le faltaba pasarle la lengua o el dedo al Santo Cáliz.
En el brillo de sus ojos oscuros y en el silencio del momento se podía imaginar el mensaje a los presentes de este Cura guerrillero, mensaje y reflexión que seguramente, no tenían nada que ver con las palabras del Señor.
- Este vinito por lo áspero, por como raspa el garguero, debe ser Borgoña, de la zona sur de Mendoza.
- Ustedes compañeritos, tomen agua de la canilla y si tienen suerte métanle alguna naranjita por ahí.
- Ahh!!, y a esa sidrita pedorra que no me convidaron y que toman a escondidas de los yugas y de vez en cuando, se las pueden meter bien en el centro del orto.
Y seguramente como buen mensajero de Dios, recordó aquella frase de Cristo en la Última Cena “Tomad esto y repartidlo entre vosotros” y murmuró como mirando el cielo:

- Con todo respeto Señor.
- Repartidlo……si se cagan….
- Amén.

El alfabeto

En esto de andar juntando historias, pequeñas historias que suman al gran rompecabezas de la memoria colectiva, que todos tratamos de armar para dejarla a nuestros hijos y nietos lo más armadita posible y que no les vendan el futuro con las piezas desparramadas o perdidas.
En esta idea de mostrar a nuestros militantes desde otra óptica, desde el humor y la alegría con que se luchaba, cuando se tienen claros los objetivos, en ese camino, uno va encontrando relatos, que es imposible, aunque sencillos sean, no regalarlos al pueblo.
En esta pequeña historia, los protagonistas eran Fernando y Teresa, dos compañerazos Montoneros que hoy viven criando sus vidas y sus sueños por los pagos formoseños.
Corría el año 1.978 y ambos estaban desenganchados de la organización, viviendo como podían en Concordia, Entre Ríos, totalmente clandestinos, pasando como muchos, por esa difícil y peligrosa experiencia del exilio interno.
Sabiendo que su militancia se había desarrollado lo más tabicada posible, allá por Corrientes, donde tuvieron la oportunidad de compartir momentos con mi hermano Fernando, luego fusilado en Margarita Belén, y convencidos de que podría ser peor que los detengan en las condiciones en que estaban, negociaron a través de la Iglesia presentarse espontáneamente. Así lo hicieron, corriendo todos los riesgos posibles de tener que tratar con los propios asesinos. Felizmente, su historia militante era poco conocida y pudieron armar otra que les salvó la vida, zafando de torturas y vejaciones.
La cuestión es que de Concordia, fueron trasladados a Rosario, Jefatura del 2do. Cuerpo de Ejército, lugar donde se les haría el correspondiente Consejo de Guerra o simulacro de Justicia por manos propias para los detenidos blanqueados, pero siempre como corresponde, con la espada en el garguero.
Y ahí estaban ambos, en una habitación, con otros detenidos, esperando la farsa mencionada, una habitación grande, que daba al patio del Regimiento.
Por supuesto, desde adentro se escuchaba todo lo que ocurría allá afuera.
Parecía que se estaba preparando algo grande, algún pescado mayor, de esos con el uniforme almidonado, estaría por aparecer, seguramente algún segundón de Nicolaides, para arengar a la tropa sobre Dios y la Patria, seguramente también, alguno de los héroes de la cadena de quintas, la de Funes, Fisherton, La Calamita, La Intermedia etc,etc…compañero de sangre de Jáuregui, Guerrieri, Constanzo, de Feced, etc.etc.
- Cabo, en 15’ quiero a todos los soldados formados en el patio!!!
- En seguida mi Teniente 1ro.!!!
A los 5’ estaban todos los soldados en el patio frente al Cabo.
- Soldados, en instantes estará frente a ustedes uno de los Oficiales que más ha luchado por esta querida Patria, un hombre que ha puesto su vida frente al agresor subversivo.!!!
- Soldados, no quiero que vuele una mosca!!!
- Soldados, quiero plena atención.!!!!
- Soldaaaadoooossss, fiiiiiiirmeeeeeeeesssss.!!!!!
- Ordenaaaaarrrrseeee aaalllfabéticamenteeeee, A.E.I.O.U, y así sucesivamenteeeee………!!!!!!!!!!

Marinera

cuentos abiertos

“Gustavo, con tu padre queremos hacerte un regalo.”
“Un regalo, porqué.?”
“Hijo, haber terminado la secundaria no es cualquier cosa.”
Claro, pobres viejos, seis años de Colegio Nacional habían sido muy duros de soportar. Pero bueno, al colegio lo eligieron ellos, más bien él, Don Piérola, claro, fue uno de los gloriosos egresados de la época de oro del Colegio Nacional Domingo Faustino Sarmiento.
“Sabemos que tenías muchas deficiencias, pero lo lograste.”
Desde el primer año, fui alumno de ese tradicional colegio paranaense, mi hermano inmediatamente mayor, Fernando, iba un par de años adelante. De el aprendí a valorar el estudio en toda su profundidad.
Mentira, al Colegio no faltábamos para no perdernos las jodas del día.
Fernando se recibió en el 70, no se si se recibió o le regalaron el título para que se vaya rápido con sus compañeritos.
Al título se lo dieron con un pasaje al Chaco. Allá iba a estudiar Arquitectura.
Por mi lado, siguiendo el ejemplo de mi hermanito, terminaba quinto año en el 71 pero no fue así. Me llevé hasta catesismo que no había, y no pasé.
Empezaban los primeros días del 71.
“Vieja, voy a rendir libre el 5to., se puede, me voy al Chaco y estudio allá, con Fernando.”
“NI loco, te quedás aquí y lo cursás, mirá que te vas a ir a Resistencia de joda con tu hermano, dejalo que aquel parece que se va encarrilando.”
Por su puesto, ganó la vieja, me tuve que quedar en Paraná, a cursar de nuevo el 5to. en el Colegio Nacional.
Con mucho esfuerzo, lo terminé, y los viejos quisieron darme un regalo. Más que un regalo, creo que los viejos querían exiliarme.
La vieja empezaba a enseñar Inglés, el viejo, aparte de Profesor de Castellano y Literatura, vendía seguros, y los mangos sobraban un poco.
El regalo, un viaje a Brasil, en barco en una de esas excursiones de turismo marítimo. El barco, salía de Buenos Aires, haciendo escala en Montevideo y Santos como a la semana llegaba a Río de Janeiro y el regreso. Me enteré después, que anduvieron buscando otros presupuestos, China, Corea, Australia, pero eran muy caros.
Después de unos años trato y trato de pensar, por que ese regalo, son más aburridos que bailar con la hermana.
Y de eso se trataba, parece que los viejos querían estar solos un poco, podridos de tantos hijos, querían sacárselos de encima aúnque sea un tiempo, y si era en barco mejor, demoran más.
La cuestión que yo olía feo, algo había detrás de este premio, no creía que solo era por haber terminado mis responsabilidades en esta alta casa de estudios paranaense.
No era un premio, era un castigo por seis años de sufrimiento paternal.
Me la enchufaron a María Luz, mi hermanita menor, como diciendo tomá, cuidala un tiempo vos, nosotros ya no sabemos que hacer, queremos descansar, gastamos los últimos centavos, pero queremos liberarnos un poco.
“Pero vieja, por qué.?”
“Vos te la llevás y basta, no se habla más.”
“Sentado en un sillón, el viejo sonreía.”
Le pregunte al mayor, “Alvaro, que esta pasando?”
“Me parece que sí, que los viejos quieren estar un poco solos.”
“Y yo que culpa tengo, esta pendeja no se puede quedar con vos?”
“Nooo, yo estoy en los finales de Ingeniería.”
La cosa, la desgracia, o lo que sea, es que a los pocos días estaba con los pasajes en la mano. Lo primero que me asegure es que fueran ida y vuelta, por lo menos el mío.
Cruceros Ibarra, una Empresa Gallega de Navegación, sería la custodia en alta mar de estos dos niños exiliados. Manotié un catálogo de la Empresa para ver que mierda podía hacer en ese barco, si había alguna guardería para esta guacha. Que carajos va a hacer, si tiene apenas 14 años, se va a aburrir como una ostra y cerrada. Tendrán Tineyyer, o algún cine con dibujitos?
Yo con 18 años la iba a romper, pero ahora no se.
Enfilamos para Buenos Aires, nos recibió la Tía Nely, una media hermana de Amanda, divina la vieja, se criaron juntas en el Parque Gazzano, se había enganchado un platudo porteño y ahí estabamos esperando que al otro día empiece mi calvario. Le pedi a la tía una muñecas y unos libros de cuentos para entretener con algo a la niña. Lo que más me impresionó en esa casa de Morón era el zótano con una envidiable bodega. Pero a esa altura de mi vida, no tomaba, mi hígado era un atleta olímpico.
Al otro día estabamos en el muelle del histórico puerto de Buenos Aires.
Pensar que allí habían amarrado sus barcos Marco Polo, Garivaldi, Platón, Miguel Angel, lo aprendí en historia. Me emocioné un poco.
Mis viejos tuvieron que firmar papeles y papeles para autorizar a la menor de edad, niña virgen, el mar, tiburones, piratas, nunca se sabe.
Autorizo a mi hija María Luz Piérola a viajar........
La autorización no mencionaba el regreso.
Recuerdo esos momentos como si lo estuviera viviendo.
Subíamos la rampa de acceso al barco y a los manotazos saludamos a Nely y don Fava que nos despedían, nuestros viejos que deberían estar allí, no estaban.
Era verano, la niña virgen iba con una minifalda que la rompía, medía como 1,75 Mts. el lomo era de 20 años por lo menos, ni hablar, los que embarcaban detrás nuestros, se quedaron quietos allá abajo hasta que ese culo llegara al final de la rampa.
“Y ese boludo, será el novio?”
Se escuchó un comentario.
Cuando el Oficial de a Bordo, que controlaba los pasajes y las planillas de pasajeros, leyó, Maria Luz.... 14 años.
“Dale nena, dónde te escondiste los otros.”
“María Luz se reía.”
Tipo Marines Yankees, toda la tripulación gallega estaba formada prolijamente recibiendo y dando la bienvenida al pasaje.
La cara de los vagos, lo que fue eso, que la popa, que la proa, que a babor, que a estribor, la llenaron de baba con las miradas, se escucharon todos los piropos de ultramar juntos.
“Señores.”
Los calmó el Oficial.
Los negros estaban desaforados, recién llegaban de un viaje de unos meses por la Antártida y allá no había pinguinos como éstos.
La niña, los partió al medio, en ese momento se perdió el control de ingreso, varios polizontes se metían colgados como gatos por las gruesas cuerdas de amarre.
“Gracias pendeja.” Se escuchó.
El Capitán, un viejo marino que por la edad, debió cruzar el charco con Cortés y Pizarro, quedó baleado.
“Mija, venga que yo la ubico.” Que amable pense yo.
Parece que había una vieja orden marítima de la época de la conquista, que los gallegos aún respetaban.
Mujeres por aquí, hombres por ahí, los otros por allá.
“Gracias dijeron unos tipos pintados y llenos de plumas.”
A mi me mandaron por la derecha y a mi niña se la llevó el Capitán por la izquierda, le encantó. Pensar que después se hizo peronista, que cosa no.
La vi alejarse, detrás una cutodia que ni la reina Isabel tuvo nunca. A mi, un marinero, me indicó, “Puez, siga las flechaz, carajo.”
Quise saludarla, y decirle, nos vemos en la cena, te llevo los libros, pero no, ella iba espléndida, nalgas paradas, pechos firmes, guiada por el Capitán, seguido de Oficiales, Marineros, Gaviotas, Lobos Marinos......
En el control quedó uno solo.
“Avanze el proximo, vamoz.”
Me instalé en un camarote, éramos seis, tres cuchetas como a diez metro debajo de la superficie.
Después, me enteré por un marienro celoso y alsao.
“Allá, en la zuite prezidencial, la que uzaba Franco, se ha inztaláo una pendeja que le ha calentao la cabeza a toda la tripulazión.
Pensé que sería una atención a pasajeros del interior del país, que no conocían el mar.
Me dije, bueno, por un lado es mejor, que ella este allá cerca del Capitán y yo aquí abajo, será una forma de vivir el viaje de diferentes maneras.
Me puse la mejor pilcha para la noche, por las dudas, en esos cruceros viaja mucha gente de guita.
Pantalones azul marino, especiales para la ocasión, que le habían quedado a mi hermano de una fiesta de 15, de la Raquel Tuvy, una camisa blanca, de un tío, zapatos charolados y pelo al viento, un asco.
Me fui para el comedor, a encontrarme con la hermanita. Resulta que también había comedor de 1ra. Y de 2da.
Un Marinero cuando me vió, pegó el grito, “otro para el de zegunda.”
Comí milanesa picada, con papas, vino la Caroyense y de postre una banana.
“Y mi hermanita.?”
Quise ir al comedor de primera por si había un error. Me puse a mirar por un ojo de buey. Nunca entendí por que llaman ojo de buey a una ventanilla en alta mar, pensé en el Arca de Noe.
Allá lejos la ví, en una mesa redonda, Capitán, Subcapitán, Tenientes de Navío, Alferes, Guardias Marina, Contramaestres, toda la tropa a su alrededor.
A los saltos, quise saludarla, ni bola, estaba enfiestada, tenía un vestido, más bien vestidito, que el viejo Piérola le había prohibido hasta usar en casa, a escondidas lo metió en el bolso, una mini y una blusita.
A los jerarcas de la marina, se les caía la baba, la crema, la sopa, el postre, perdón decían, son las olas, mentira, el mar parecía una alfombra.
Sin tener éxito, totalmente agobiado por la situación, me fui para la proa, allá arriba, a pensar que hacer realmente. Me encontré con ese universo de estrellas en alta mar que nos guiaba, pensé en nuestro porvenir con Lanusse y pensé en Mónica una vecina de enfrente de la cual estaba muy enamorado y no me daba bolas, estaba enamorada de un amigo, también vecino, el Gustavo Blanco.
Con los recuerdos, con la depre emocional y con el Caroya que pegaba fuerte, me fui a dormir.
De paso, por el pasillo lateral del salón de 1ra., se escuchaba una gran fiesta, era un carnaval, pude ver desde lejos, la nena, al frente de un gran trencito de hombres desaforados.
Me fui a dormir, de mis compañeritos, de los cinco, parecía que por lo menos diez roncaban.
Así pasó un día, dos, traté de encontrarla en Montevideo, en Santos, sin respuestas oficiales.
Al quinto día, me fui para la Secretaría de Derechos Humanos del barco, específicamente a la oficina de personas desaparecidas. Parece que no es la primera vez que sucede. Me atendió un Oficial, un tal Acosta, le decían el “Tigre” o algo así, será otro del Arca de Noe, qué se yo, no tuve respuestas.
Al séptimo día, me pareció raro que no divisábamos ya, esa magnífica obra, el Cristo Redentor, sobre el Cerro Corcovado en Río de Janeiro, tampoco el Pan de Azúcar, dos bellezas naturales que podían verse desde lejos.
Después me enteré por un Guardiamaestre. Resulta que el Capitán, totalmente en pedo, le permitió a su mimada, que pusiera la brújula y la proa para donde quisiese y que condujera el barco, la demás oficialidad, roncaba, había sido una noche muy pesada.
Dejando caer las estrellas, fue amaneciendo poco a poco. Nos fuimos a la mierda, cuando se dieron cuenta estábamos en Salvador, Bahía, una de las cocineras, la encargada del desayuno, notó que las gaviotas que se acercaban tenían otra tonada, más nordestina, y lo que terminó de comprobar el error fue verlo a Jorge Amado pescando en el puerto.
Volvimos.
Cuando pisamos Río, recién pude encontrarme con mi hermana, pero no pude hablar a solas con ella para que declinara su posición, venía escoltada por cuatro marineros y dos de civil, uno de ellos Gustavo, parecía un niño, me llamó la atención el collar que llevaba, con dos pinguinos, decía Recuerdo de Santa Cruz.
Su cara era un ramillete de sonrisas, de felicidad plena, estaba vestida con conjuntito de marinerita, creo que era de la hija de una de las empleadas de limpieza, le habían ordenado entregarlo.
“No te preocupes hermanito, hace la tuya, estoy chocha, re bien, nunca pensé que en estos cruceritos se la pasara tan posta. Se acercó al oido, sabes, me tiene loca un Teniente de Navío, es de Quilmes, Buenos Aires, nos prometimos seguir viéndonos.
Con los años, entendí, porque tanta pasión por esa marca.
Y se fue, la custodia me miró como para ni abrir la boca.
Me fui a visitar algunas playas cariocas, a despejarme con unas caipiriñas y a tratar de hacer la mía, de no pensar en la familia. Me perdí entre bares y prostíbulos, terminé amanecido en un bar de Copacabana, el Cirrosis.
A los dos días, el Capitán un poco despejado, daba la orden se soltar amarras rumbo a nuestras tierras, o nuestras aguas.
Iban un par de horas de navegación, y siento que el barco para sus motores, se acercó una lancha de la Prefectura Brasilera, se pega al barco, se llevan como a seis tipos, iban todos encadenados.
Por fin pensé, se llevan en cana a la tripulación, se lo tenían merecido por el descontrol total del navío. Me pareció raro, no ví entre ellos al Capitán, el primer responsable de semejante desquisio.
Le pregunté a un marinero y no.
Parece que se habían colado unos fulanos, unos polizontes como les llaman, dentro de esas canoas grandes de auxilio, como las que faltaron en el Titanic, y los vagos escondidos. Parece que eran prófugos de la dictadura de Medici. Se engancharon con las fiestas de mi gordita, salieron a luz, desesperados, ahí los agarraron. María Luz, todavía guarda una Plaqueta que le entregó Prefectura.
“En mérito a su aporte en el combate a la delincuencia subversiva.....”
Un par de días antes de llegar a Buenos Aires, era la tradición gallega, hacer la Fiesta del Mar, en ésta, se elegía la Reina del Mar.
Parecía la cancha de Boca, Marialúúú, Marialúúú, Marialúúú, me hizo recordar a aquel futuro ídolo nuestro Maradooo, Maradooo.
Con unos compañeritos de viaje, pudimos llegar a las terrazas y observar desde lejos y escuchar la fiesta por esos caños grandes, esos respiraderos.
Era voto cantado, ese lomaso, era el ganador por goleada, no hubo otras candidatas, nadie se animó a desafiar.
El Jurado, el Capitán, el Contramaestre, el Teniente de Navío, en fin toda su banda.
Pero ella no se presentó.
Parece que estaba medio despelechada, y no quiso desfilar. Claro, había desfilado todo el viaje, estaba cansada y despelechada de que, si ni vió el sol.
Por su puesto, por primera vez en la historia de esta legendaria empresa, el concurso no se realizó.
Se escuchó gritar al Capitán, “ Zi ella no ez la reina, ezta mierda no ze haze.”
Recien cuando pude ver el obelisco, sentí un poco de alivio, volvíamos a casa.
Me reencontré con ella, en la misma rampa donde nos habíamos separado diez días antes. Venía la gorda, llena de regalos, gorras, sables, anclas. Dos bolsos marineros llenos. No paraba de despedirse, la tripulación estaba formada en pleno, no faltó nadie y cada uno recibía su besito de despedida. Las caras de los vagos, se los veía más calientes que los marines yankees, después de Pearl Harbor.
Me llamó la atención, no ver al Capitán, me estiré un poco, y lo ví, estaba junto a una chalupa, re bajoneado, en la cabeza en ves de su gorra oficial tenía como sombrero, un calzón de la niña, que le había regalado la tía China, escrito con fibra, “te recordaré siempre, mi delfincito.”
“Hola Gus.”
Fue todo lo que me dijo y bajó.
Pasaron los años, la niña fue creciendo, en el país había una conmoción política muy fuerte, en todas las áreas y frentes se combatía cada vez más intensamente. Toda una generación quería otra vida, otra patria, más justa, más solidaria, sin explotadores ni explotados. Se fue construyendo un modelo que sería el camino de la liberación definitiva.
María Luz, no estuvo ajena a esas corrientes revolucionarias.
Pero no estaba segura de, en cual organización encaminar todas sus energías combativas.
En una oportunidad la invitan a una reunión de la UES.
Sin dudarlo concurre.
El que daba el discurso, lo hacía con esa pasión de los militantes totalmente comprometidos.
“Tenemos que embarcarnos todos en este rumbo, debemos levantar las anclas de la indiferencia, nuestra proa seguirá siendo el rumbo justo que el país nicesita, les repito, debemos embarcarnos y embarcar a toda la sociedad en esta meta”...
María Luz, miró una de las banderas, UES, y sin saber que significaba, tanto embarcar y embarcar, pensó, Unión Embarcados Secundarios, y le vinieron a la memoria todas las inolvidables vivencias de aquel crucero del amor.
Uyyuuyuuy, que siga la fiesta!!!!!
Ahí nomás, tomó la posta, para ser la responsable en las áreas de fiestas y agasajos.
La bajaron de un ondazo y le explicaron en detalle que significaba la sigla.
En un momento del relato de sus superiores, pudo escuchar sobre la necesidad de la lucha armada, como única vía de defensa y de éxito en toda revolución popular.
Queriendo saber mucho más sobre el tema, trató por todos los medios, de poder llegar a sus superiores más superiores. Con mucho esfuerzo y perceverancia, llegó a sus jefes.
“Che Pepe, no hay marina en Montoneros.?”
Pepe Firmenich, la miró fijamente a los ojos y de una forma muy desafiante le pregunta angustiadamente.
“Cómo supiste, cómo supieste.? “Quien sos, infiltrada.? Cómo supiste que estuve reunido con Massera.?”
La cuestión, es que se convenció de que el camino era la guerrilla urbana y abandonó la idea de combatir en el mar. Siguió militando muy fuerte, vinieron tiempos difíciles de cárceles, torturas, muerte y desapariciones.
Cuentan las compañeras de celda que a cada día de prisión, lo marcaba con un barquito. Nunca les dijo por que, pero ella siguió siempre soñando con aquel inolvidable viaje y con la posibilidad de retornar a las aguas profundas.
“Que feliz hubiera sido con Colón, Pizarro o Cortés.” Siempre pensaba.
Fue liberada, volvió lo que algunos llaman democracia y siguió militando en Derechos Humanos.
Hace muy poco, un sobrino, Doctor en Leyes y militante de Hijos, que vive en Buenos Aires, Alvarito Piérola, consiguió poder visitar la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada) uno de los Campos de Concentración más grande de Argentina.
Ella por su puesto, lo sabía, pero en el fondo quería conocer, la escuela donde hubiera querido estudiar.
Ingresó al predio, con Abuelas, Madres, Abogados, ex Presos del lugar, familiares. Iba muy emocionada recordando su otra historia. Mientras a algunos, los partían los recuerdos, María Luz, sonreía.
“Y a vos, que te hace feliz.?”
Preguntó una Abuela.
“Queeee, no nada, me parece bárbaro, haber recuperado este lugar.”
“Ahh, dijo Rosa y siguió caminando.”
Pero el lugar no había sido recuperado completamente. Detrás de una valla, se podía observar a los futuros “héroes”, formándose para defender la patria. Del otro lado, la ESMA continuaba. El grupo visitante, los miraba con mucho dolor.
En un momento, uno de los dos que estaban de guardia, pegados a la valla, comenzó a murmurar y cada vez, a gritar más alto, “ESMA,ESMA,ESMA,ESMA....
Toda la delegación lo miró con el desprecio merecido.
“Pero mirá estos, fachos hijos de puta, asesinos, torturadores, ladrones de bebes, todavía tienen la desfachatez de chicanearnos en la cara. Se armó una podrida y los superiores se lo llevaron para adentro.
Después, nos enteramos que el fulano, era el Alferez Retamoso, tartamudazo e hijo de un marinero español, se había criado entre puertos y barcos y sabiendo de aquella famosa historia del Crucero Ibarra, reconoció a la ex jovencita y empezó
“ESMA,ESMA, ESMARIALUZ, ESMARIALUZ, ESMARIALUZ...

El cine argentino

En esta cuestión de andar reemplazando la “Justicia” argentina, por ponerle un nombre, una “Justicia” armada para tapar agujeros, basuras y corrupciones oficiales de una derecha que controla este país hace muchos años….
Bueno, desde siempre….
A nosotros, una familia entrerriana, típicamente clase media, de una provincia no tan sufrida como muchas otras, nos tocó la desgracia de cubrir esa “Justicia”, igual que a muchas familias, en un país donde esa señora, se sentó a descansar en el sillón del olvido.
Historias de secuestros, torturas, muertes y desapariciones de una sociedad que pensó en una patria diferente, lo más parecida que se pueda a la equidad.
Tuvimos que salir en búsqueda del cuerpo de nuestro hermano Fernando, fusilado en Margarita Belén, allá en el Chaco, con una treintena de compatriotas, y tirado en alguna fosa común, escondido como para que no salga a la luz, ni el alma, que seguro era zurda también.
Digo tuvimos, por decir nomás, la que encaró firme la búsqueda desde antes que lo fusilen, hace más de treinta años, fue la vieja, Doña Amanda, que removía cielo y tierra chaqueña para sacar información sobre su hijo. No consiguió llevarse los huesos consigo, se nos fue antes, pero durante un montón de años les rompió las pelotas a los chaqueños escarbando la basura dictatorial. Se puede decir que movilizó toda la sociedad, culpables y no culpables, atentos y distraídos, compañeros, militantes, curas, obispos, políticos, etc.etc. En ese pelear y pelear constante, metió, solicitadas, cartas, mil entrevistas tratando de sensibilizar a la sociedad chaqueña, muy golpeada y con demasiados miedos todavía.
Cada tanto, empezó a aparecer gente con deseos de aportar algo, de colaborar con esta madre, dando algún que otro dato que pueda romper el silencio genocida, y con cada dato, allá nos íbamos como detectives de primera línea.
Y así, entre rumores y chismes, apareció el dato de un albañil, un tal Rodríguez que había trabajado en una pequeña empresa de construcción. Después de seguir algunas líneas, lo ubicamos con Amanda y Víctor en un barrio tipo Fonavi en las afueras de la ciudad de Resistencia. Luego de un rato, de hablar del calor, de Chivatos, Palmeras y pelotudeces el tío fue aflojando y se largó con la historia. Nos cuenta el fulano que estaba trabajando en la remodelación y reforma de lo que fue el Cine Argentino en la calle Santa María de Oro, más o menos al 250 en pleno centro de la ciudad. Allá por 1.994, estaban realizando las refacciones en el mencionado cine. Después de años de abandono, lo estaban arreglando para que funcione un boliche bailable. Los dueños, eran de una Empresa de Turismo, Glas Turismo de un tal Carlos Abrú. Estaban trabajando en la parte de atrás, al final del cine, en lo que era el escenario y donde se ubica la pantalla. Normalmente los cines empiezan a la altura de la calle y van bajando para mejorar la visión, entonces el escenario queda elevado formando un cajón totalmente hueco, como un sótano. Tenía como cuatro metros de profundidad por el ancho del cine.
Contaba Don Rodríguez que tuvieron que picar el escenario para rellenar el hueco. Así se encuentran con una tapa de hormigón sellada que había sido el ingreso al sótano. La orden de los dueños era romper todo, así que lo demuelen y se encuentran con una escalera que bajaba al sótano y que era bastante más profundo de lo que se imaginaban. Deciden chusmear con una linterna, pero se hacía difícil la visión desde arriba, uno de ellos, el más valiente, se anima a bajar con la linterna. Segundos después sube con una cara de terror, con los ojos inmensos, casi temblando, contando con la voz entrecortada, que abajo había muchos huesos y creía que eran humanos. Don Rodríguez, inquieto también por la novedad, decide bajar y puede comprobar que sí, había huesos largos, y cabezas humanas semi sumergidos en el barro. Los obreros dieron aviso al capataz y éste a los dueños, quienes de inmediato ordenaron destruir todo y rellenar lo antes posible. Había que terminar la obra en dos meses y un tema así pararía por completo el proyecto.
Así se terminó el boliche que creo le pusieron “Calavera” y que funcionó varios años. Después se instaló hasta la actualidad uno de esos negocios de la era menemista, un todo X 2.
La cuestión es que se logró la orden judicial para intervenir el lugar. El Juez de la Causa un tal Dr. Carlos Corruplesky, JP como le dicen, no dudó un instante en hacerlo, no por su responsabilidad judicial sino porque conocía el boliche. Solo los amigos sabían que era él el que se aparecía por allí cuando había fiestas de disfraces y así no lo podían reconocer, cuentan que se llenaba de plumas y se perdía por las noches con algún patobica. Dicen las malas lenguas, que cuando las responsabilidades judiciales lo llevaban para Buenos Aires, era común verlo haciendo todo tipo de trámites con su colega Oyarbide y comprando libros de Derecho en una de esas librerías grandes, Espartaco o algo así.
Paso seguido, se llamó al EAAF y se inició la excavación.
La información de Don Rodríguez era correcta, se exhumaron varios cuerpos.
No fue necesaria la gran experiencia del Equipo para identificarlos, nosotros, bastante duchos en el tema los íbamos identificando sin necesidad de ADN ni otras yerbas.
Uno de los cuerpos era el del acomodador ya que en una mano aún conservaba la linterna con los últimos chispazos de luz, unos programas y algunas monedas.
Otro de los cuerpos era el caramelero, a simple vista se podía ver la curvatura de la espalda, años llevando la bandeja, todavía tenía algunos caramelos de esos ½ Siglo, después el riguroso estudio de ADN confirmó al personaje, por el alto porcentaje de azúcar.
Estaba Carlitos Chaplin, los zapatos le asomaban en el barro, junto a él estaba el pibe, ya estaba más crecido.
En una pequeña fosa común estaban los Tres Chiflados, juntos como siempre.
Ni hablar del Muñeco Maldito.
Además de restos humanos, había restos de un caballo y su jinete, seguro eran del Llanero Solitario ya que estaba solo y cerca de él otra fosa común con unos diez indios, no eran de la zona, ni Tobas, Wichis, ni Mocovíes, eran Pieles Rojas y algunos Moicanos, pero no era el último, parece que rajaban de John Wayne.
Pero como siempre, eran indios, seguimos nuestra tradición europea, no nos importó un carajo, rescatamos a los mocitos y después cerramos el sótano para seguir otras líneas de investigación.

Doña Preciosa

En cuanto de visitas a cementerio se trata, hay de todo. Hay personas que son asiduos concurrentes, otros como yo, a quien no lo atrae mucho esta costumbre. Están los que entran con mucho dolor y congoja por un finado reciente y otros que ya son vitalicios del lugar llevando algunas flores domingueras.
En todos los casos, siempre nos pasa que acostumbramos chusmear, como al paso, los nombres de los que “viven en paz” en el lugar y también las fechas en que nos dejaron. De curiosos nomás, “mirá pobre, el nombre que tenía, cómo lo habrán gastado en vida.”
En el caso nuestro, nuestra inusual visita al Cementerio San Francisco Solano de Resistencia era para acompañar, como querellantes, a los Antropólogos que abrirían tres fosas donde podrían estar algunos de los fusilados en Margarita Belén y que o estaban como NN o nunca habían sido retirados por sus familiares.
De todas maneras, siguiendo la costumbre antes mencionada, también le pegábamos una ojeada a las tumbas por las que pasábamos.
No estábamos solos, del otro lado, estaba el equipo contrario que nos ganaba en número por goleada. La milicada había mandado una considerable tropa con todas las profesiones posibles, la función, controlar todo, no vaya a ser que a estos zurditos se les ocurra alguna maldad.
Como quien quiere ganar espacios, tipo perro meando alrededor, nos fuimos acomodando cerquita de las fosas donde se realizarían las tareas, para ayudar y para que la alcahuetería se haga a un lado.
María Luz y Perica acomodaron sus hermosos traseros en una tumba vecina ( a la que usaron de mesa, silla, escritorio, cama, etc.) Esta tumba tenía una magnífica placa de bronce de las que ni en pedo podes pagar ahora, con una foto de una regordeta con cara de feliz que se nos había ido muy joven. La fulana, tenía un nombre muy especial, que sin lugar a dudas fue el motivo de atracción de nuestras compañeritas, MERCEDES VERGA.
Así pasaron las horas, sin que nuestras niñas aflojaran semejante lugar. En un momento determinado, pasado el medio día y el bagre picando fuerte, ambas se retiraron en búsqueda de algo masticable y también bebible para toda la muchachada.
Aprovechando la cuestión, Lechón, el Geólogo, que siempre estaba rondando cerca tratando de justificar su presencia y su sueldo y ante la mirada firme de Mortaja, un flaco, criminalista, mano derecha de la milicada.
Lechón, aprovechando el vacío de poder, acomodó su tonelada encima de la pobre Mercedes. La estructura no aguantó, derrumbe casi total. Claro, la frágil construcción estaba preparada para darle sombra a la muerta de abajo y no para aguantar a semejante muerto de arriba.
Al regreso de las musas, lo único que pudieron hacer es putear al gordo, solidarizarse con Mercedita y buscar otro aposento.
Es común en estos cementerios, enterrar de a tres muertos por fosa. Miky y Anahí, del EAAF debían llegar, de acuerdo a las fechas, al primero, así que debían retirar a los de arriba. Así, tuvieron que cortar su descanso infinito, una señora de nombre Preciosa Gonzalez y al rato,un viejito Alfredo Benitez.
Una pregunta que nos hacíamos, sin saber nada de cementerios, es qué harían con los cuerpos que no buscábamos, luego de una inesperada y molesta retirada, como es el caso de los recién nombrados.
Ante la duda y preocupación, decidimos encarar el tema nosotros y hacerle una propuesta al Director del Cementerio.
Debido a la apertura inesperada, por parte del Lechón, de la tumba de doña Mercedes y como don Alfredo y doña Preciosa quedaron por ahí sin saber donde acomodarse. La sugerencia sería instalar a los tres juntos ya que tuvieron tantos años de vecindario. Por tal motivo, quedó en mis manos hablar con el Juez Federal Esquidelsky, y gestionar la posibilidad de conseguir una nueva placa, de bronce, bien pulida, que los una en familia a los tres protagonistas. Conociendo al Funcionario estábamos seguros que no rechazaría la propuesta, por un lado porque abarataría los costos, pero fundamentalmente por el nombre que quedaría inscripto.
PRECIOSA VERGA DE BENITEZ.
Entendíamos así, que sería un lindo y atractivo nombre para aquellos que acostumbran andar chusmeando nombres por ahí. Veremos que pasa.

La última sonrisa

El viejo era un hombre tranquilo, no necesitaba levantar la voz, perfil bajo, de andar lento, siempre con la palabra pausada y serena. Esto no quiere decir que no era inquieto, lo era y mucho, su disimulada energía estaba fundamentalmente dirigida a ciertos proyectos que él mismo fue armando en su vida, individual y colectiva.
Don Héctor Gabriel Piérola, “Perico” para los amigos, nació en Paraná un 18 de marzo de 1.919, hijo de Doña Ignacia, madre, padre, tutora y encargada de la crianza en soledad de ocho pichones; ama de casa, también laburaba en su casa como costurera para la fábrica Alpargatas que estaba en Bajada Grande.
El apellido viene del lado de ella, ya que el padre del viejo, mi abuelo, parece que tenía otro nido, más oficial.
Don Héctor hizo la Escuela Primaria en su barrio y la Secundaria en el Colegio Nacional, después estudio en el Profesorado de Castellano y Literatura que funcionaba en la Escuela Normal.
De gurí anduvo mezclado en los orígenes del Club Patronato, cuando en bandada se le prendían de la sotana al Padre Grella antes que emigre del barrio para donde hoy el club esta emplazado. Después, con doce o trece años, tuvo la suerte que un grupo de muchachos visionarios, encabezados por su hermano mayor Carlos, tuvieran el privilegio y la magnífica idea de fundar lo que a partir de ahí fue su segundo hogar, el club de su vida, el Atlético Echagüe Club.
Así, Don Héctor, “Perico”, siguió sus pasos deportivos, Patronato, Echagüe, el Colegio Nacional. Su gran deporte fue el básquetbol cuando las zapatillas quedaban rojas con el polvo de ladrillo, en varias oportunidades llegó a representar la provincia en campeonatos nacionales y en una oportunidad el seleccionado nacional en el año 1.944 logrando el título de campeón sudamericano.
Apenas recibido de Profesor, colaboraba con las escasas finanzas familiares como docente y dando clases particulares de Castellano y Literatura. En una oportunidad llegó hasta su puerta una jovencita bastante menor que él, necesitada de mejorar las notas en esas materias en la escuela secundaria. Amanda Mayor era su nombre y vivía en el Barrio Gazzano llamado Corrales por aquel entonces. Amanda tenía un largo viaje para tomar las clases con este joven profesor, con el tiempo, si no tenía problemas con el castellano, los inventaba para verlo.
A partir de ahí, quedan “flechados”. Se casaron en el año 49 y tuvieron seis hijos, Álvaro, Fernando, Gustavo, María Luz, Cristela y Emilce. Pudieron construir su casa en calle 25 de mayo, a un par de cuadras de Doña Ignacia y muy cerquita de su querido Echagüe.
Políticamente, Don Héctor estaba más pegado al Radicalismo con algunas guiñadas socialistas, lo que le costó algunas correrías del General, pero no fue lo que se dice, un militante, fue muy amigo de los Perette y otros caudillos radicales. No puedo decir que era un gorilón pero si que miraba el peronismo con el ceño un poco fruncido, aún así tenía amistades de todos los colores.
La profesión lo hizo un gran conocedor de nuestro idioma, desgraciadamente no fue un escritor profesional, pero cuando lo hacía era un placer meterse en su escritura. Sus cartas y escritos, aunque pocos, demostraban un profundo sentimiento y una gran calidez humana.
Recuerdo estando en Brasil, en el exilio, las cartas que le enviaba me las devolvía totalmente corregidas, como no pudiendo dejar su reconocida docencia. Me confunde el portuñol yo le decía, ma qué portuñol me contestaba, burro.
Uno de sus grandes proyectos, estuvo relacionado a su profesión, junto a grandes intelectuales de la ciudad como Amaro Villanueva, Carlos Alvarez, Francisco Martinez Segovia y otros formaron el Centro Cultural Carlos María Onetti, entidad que se dedicó en un corto período allá por el 47 a traer a Paraná a escritores de la talla de León Felipe, Rafael Alberti, Nicolás Guillén y otros.
Muy machista, actitud frecuente desgraciadamente en una sociedad como la Paranaense. Como marido, difícil de opinar, pero la vieja le dijo basta después de 25 años de matrimonio.
Como padre, siempre mantuvo una relación bastante seca y vertical, creo que cada uno de sus hijos lo vivimos de diferentes maneras, tal vez con alguno se acercaba más que con otro, pero el viejo siempre estaba.
Laburaba y mucho, para bancar semejante tropa, aparte de la docencia en la escuela Industrial y la Alem, vendía seguros, vino La Caroyense y con ese esfuerzo callado y constante permitió que nunca falte el pan de cada día y que todos podamos estudiar algo.
Lo caracterizaba siempre un buen humor, no era de mucha carcajada, pero si de tener siempre una sonrisa fácil, sincera.
Un hombre con firmes principios y valores difíciles de encontrar en la actualidad. Un gran amigo, una hermosa persona que supo cosechar muchos y grandes amigos.
- Fernando, ahí coordiné con mi amigo Morresi para que te inscribas en Resistencia.
- ¿Y él que tiene que ver en la Universidad?
- Es Profesor de Historia en la UNNE y además vive en la misma Universidad, él va ayudar a ubicarte.
- Grande viejo, la semana que viene nos vamos con Juan.
El viejo era muy amigo de Eldo Morresi, el Bebe, juntos compartieron el básquetbol echagüense, después tuvo que emigrar para el norte por esa posibilidad de trabajo.
Fernando ya tenía todo organizado para irse al Chaco a estudiar Arquitectura junto con Juan Nin un compañero de siempre que se enganchó en la misma carrera.
Corría el año 70, a partir de ahí, el viejo no viajó mucho a Resistencia, era el flaco que se llegaba por Paraná, pero un par de veces al año Don Héctor se daba una vueltita por el norte.
Fernando se fue acercando poco a poco al peronismo, y el viejo tuvo que aceptar esa realidad.
- Es que el Chaco es el Chaco, cuándo viste un radical en las Ligas Agrarias, peleando por los aborígenes, en la comisión interna de una fábrica, en algún ingenio, lo más revolucionario que pueden haber llegado es a un centro de estudiantes. Siempre le decía Fernando.
Y el flaco se metió en todo y con todo, Ligas Agrarias, Tobas, Fábricas, Barrios, Universidad y donde pudo metió su fuerza y su militancia y así llegó a Montoneros.
Las veces que anduvo por Paraná en el año 74 y 75, el flaco se juntaba con Don Héctor a charlar, en el fondo de casa, el flaco le contaba de la lucha y de sus sueños, el viejo disimulaba su orgullo por esa lucha y le expresaba sus miedos y la necesidad de ir más despacio. El país tenía varios golpes en el lomo y varias agachadas de la oligarquía y de esa burguesía que no se banca el olor a pueblo y el viejo había vivido unas cuantas pero sabía que la cosa venía más pesada.
En una oportunidad, estaba el viejo cortando el pasto en el fondo de casa, yo estaba montado en una pared, cortándole el pelo a una enamorada del muro cuando llega Fernando con la más chica, Emilce, a caballito, el flaco recién llegaba de un viaje que se había mandado por Centro América y en casa lo estábamos extrañando bastante. Se abrazaron un largo rato, con Emilce todavía en el lomo.
- Viejo, me caso.
El viejo lo miró y lo felicitó con una sonrisa.
- ¿Con la hija del Bebe, con María Julia?
- Y claro, con quién más.
- Y bueno, qué se yo… mejor no digo nada.
Le contestó con otra sonrisa pícara, sabiendo que el flaco era muy buscado por el otro sexo.
María Julia, era la hija del Bebe Morresi, su amigo del norte, del básquet y de Echagüe, Fernando se había enganchado con la petisa al poco tiempo de llegar a Resistencia y en ese momento llegaba con la noticia del casamiento.
- ¿No vendrá un nieto no?
- No viejo, por ahora queremos vivir juntos, ya vendrán tus nietos.
- Vos, bajate de ahí y andate a comprar un asadito que a esto hay que festejarlo.
Fue un hermoso día de encuentro, de alegría y festejos, el regreso, el casorio, se había juntado todo y al viejo le gustaba frecuentar y armar sorpresivas rondas alrededor de la parrilla.
Fernando se volvió para el norte, en casa quedó el recuerdo de ese encuentro, pero también quedó en los viejos la preocupación por todo lo que estaba pasando en el país y más aún conociendo el compromiso militante cada vez mayor de Fernando.
Yo me volví para Buenos Aires donde estaba estudiando. Pasó el tiempo hubo un par de encuentros más en Paraná y en el Chaco, pero cada vez más difíciles y complicados.
Don Héctor siguió con su vida rutinaria, ya estaba jubilado, vendía algún seguro, publicidad para la guía telefónica y como siempre, al frente de algún proyecto marcando su humanismo y su actividad social como fue la construcción del Hotel Alvear, el Estadio de Echagüe, colaborando también con Patronato, el Colegio Nacional, etc.
Fernando continuó con la militancia, cada vez más comprometido, con una Triple A que le pisaba los talones, con un CDO en el Chaco apoyado por gobiernos traidores que siguieron al pie de la letra la bajada de pulgar de Perón en la Plaza de Mayo a aquella “juventud imberbe”.
El último encuentro de Fernando con el viejo fue en mi casamiento el 9 de enero de 1.976. Fernando y María Julia ya andaban clandestinos esquivando como podían las garras asesinas. En esos momentos vivían en Corrientes.
- Hijo, cuídense, váyanse más lejos hasta que esta locura pase, yo los ayudo con unos manguitos.
- No te preocupes viejo, estamos bien, no podemos aflojarle a estos vendepatria.
- Esto viene muy pesado, parece que se viene otro golpe.
- Ya sabemos, y los bajaremos como a Onganía, a Lanusse, qué mierda…
Llegó el golpe e hicieron correr la sangre prometida, sangre joven, valiente, esperanzada, con un maravilloso proyecto para esta pisoteada Argentina.
Cárceles, exilio y algo nuevo, proyectado, tétrico, bárbaro, inimaginable, la desaparición en masa de un pueblo que estaba luchando por un país más justo y libre.
En octubre de ese año llegó la noticia.
- ¿Hola, Perico, cómo andás hermano?
- Bien Bebe, ¿que contás, sabés algo de los chicos?
- Por eso te llamo, parece que los detuvieron en Misiones.
- ¿Cómo están?
- No sabemos nada todavía, nos enteramos por la radio.
Fernando y María Julia habían sido detenidos en Posadas el 20 de octubre de 1.976 por la patota del 124 de Inteligencia de Resistencia. Tosso, Valussi, Hornos andaban detrás de ambos hacía un tiempo, algunas torturas por ahí, permitieron ubicarlos. Muy torturados en Posadas, los trasladan a Corrientes al RI9 donde la patota correntina se ensañó más aún con Fernando, De Marchi, Losito, Piriz, más tortura. Luego los llevan a Resistencia a la brigada de Investigaciones, María Julia queda ahí y a Fernando lo llevan a la Alcaidía de la Policía Chaqueña.
Y llega el 13 de diciembre de 1.976 y Margarita Belén.
Yo ya vivía en Paraná, había nacido Verónica, la militancia seguía, la cosa estaba demasiado pesada, nos estábamos mudando a Buenos Aires hasta que aclare un poco.
Eran los primeros días de enero de 1.977 estaba en lo de mi suegra que vivía en la zona del puerto, una casa en el interior de la manzana. Me avisan que el viejo estaba afuera, en la calle y quería verme. Salgo, estaba solo, apoyando en su Peugeot 404 blanco, a medida que me acercaba podía ver su sonrisa cada vez más grande. Me alegró, ya que hacía tiempo que no lo veía sonreír así. Tenía un papel en la mano y haciendo señas, lo agitaba como una pequeña bandera.
- ¿Viejo, qué pasa, el flaco?
- Siiii, lee.
Y me dio el pequeño papel, su sonrisa ya era una risa desacostumbrada en esos tiempos. Empiezo a leerlo:

EJERCITO ARGENTINO
Resistencia, 30 de diciembre de 1.976.-
Al señor Héctor Gabriel Piérola
25 de mayo 628
Paraná – Entre Ríos

Comunico a Ud. que el día 13 de diciembre de 1.976, una columna que transportaba personal detenido desde Resistencia hacia Formosa, a la altura del Kilómetro 1042 de la Ruta Nacional Nº 11, fue atacada por delincuentes subversivos, con la aparente intención de liberarlos o eliminarlos, a efectos de evitar declaraciones comprometedoras. Como consecuencia del choque armado y posterior intervención de otros efectivos del orden, se produjeron bajas en ambos bandos y algunos detenidos lograron fugar.
Cumplo en comunicarle que su hijo FERNANDO GABRIEL PIEROLA, logró fugar y que aún se encuentra prófugo.

Miguel Aurelio Baguear
Coronel
Jefe Grupo Artillería 1

Termino de leerlo, lo miré y con una frialdad de mierda, le dije:
- Viejo, están aplicando lo que ellos llaman la Ley de Fuga.
Su rostro se fue transformando.
- Ley de Fuga, y qué es eso?
- Los fusilan, los matan, inventan fugas y enfrentamientos.
- Pero aquí dice que está prófugo.
- Si viejo, ojalá sea cierto, ojalá sea cierto.
- No puede ser, qué estás diciendo, no puede ser, aquí dice…….
Y muy despacio, fue subiendo a su auto y lo vI alejarse con el rostro quebrado, sin entender y queriendo creer en esa gran mentira.
Fue la última sonrisa que disfrutamos del viejo, nunca la olvidaré, con aquel papel, con aquel asqueroso, inmundo, infame y cruel papel en la mano, agitándolo alegremente.

Entre dos Islas

Por Gustavo Piérola *

Esa mañana amaneció muy calma, apenas fresca; como casi siempre, el otoño nos brinda días templados y placenteros. A media mañana de aquel 25 de abril de 1947 una suave brisa del sur refrescaba el parque Urquiza. Cubierto por las barrancas y la hermosa forestación, fundamentalmente de jacarandáes, álamos, lapachos, paloborrachos y tipas, esa brisa se hacía casi imperceptible en el puerto de la ciudad de Paraná.

Un grupo de personas esperaba ansioso en el muelle junto a la baranda que apoyaba en las viejas vigas de quebracho.

Jóvenes cercanos a los treinta años, con trajes oscuros, sobretodos largos, sombreros de la época, aguardaban con la mirada fija río abajo, para el lado de Bajada Grande. Los cigarrillos pasaban de mano en mano, las conversaciones giraban en torno a la política del momento, al deporte, a la literatura y muy especialmente a la figura del visitante esperado.

En el medio del río, dos botes simples y el cuatro del Rowing que tantos triunfos habían dado al club, volvían del entrenamiento diario. El timonel les marcaba el ritmo del último esfuerzo antes de llegar a destino. A pocos metros del lugar, estibadores cargaban bolsas de cal en un barco con destino a Buenos Aires. A un costado del muelle, la lancha de pasajeros que unía Paraná con Santa Fe se estaba preparando para la salida del medio día.

Por un momento, la conversación varió; un pescador con sonante sapucay festejaba la pesca de un Surubí que se había prendido a su línea.

Habría transcurrido una hora cuando Raúl Uranga dio el aviso. A lo lejos, sobre un cielo claro que se reflejaba en el brillo marrón del Paraná, apareció un punto que fue creciendo rápidamente. Todos quedaron mudos y expectantes.

- Será ese Raúl? preguntó Carlos Alvarez.
- Y claro viejo, no hay dudas, ¿cuántos aviones creés que llegan por día a esta ciudad….? estamos en Paraná, pasados por agua, en una isla, como náufragos de esta Patria, aislados entre ríos.

Los demás rieron nerviosos.

El hidroavión se deslizó suavemente sobre esa perfecta alfombra de agua limpia y pura, piloteado con la destreza de quien sabe del oficio.

Detrás de la imagen, parecía que las islas le daban la bienvenida antes que nadie. Islas de barro, arena, sauces, alisos y lagunas muy diferentes a las islas de la región de donde era originario el visitante.

Bandadas de garzas y bandurrias levantaron vuelo asustadas ante la máquina que invadía su territorio; algunos biguás se sumergieron para salir lejos de la escena.

Casi regulando, el avión se acercó lentamente a la costa; dos empleados del Puerto estaban en un pontón esperando para amarrarlo.

Debajo de la escalera, también de escalones de quebracho, unos gurises dejaron de mojarrear para disfrutar de algo tan poco frecuente.

Bajaron dos o tres pasajeros también provenientes de Rosario. Detrás de ellos se asomó a la escalerilla un hombre con un pequeño bolso en una mano y una carpeta en la otra. Piel oscura, baja estatura, morrudo, labios gruesos, ojos profundos, frente amplia y cabello peinado hacia atrás. Era enorme la sonrisa de quien, aunque por primera vez pisaba suelo entrerriano y no conocía personalmente a los anfitriones, sí sabía perfectamente a qué venía.

Un hombre que hacía muchos años andaba recorriendo el mundo hablando del hombre negro, de esclavitudes, de pueblos explotados, de explotadores y de sueños libertarios; todo ese mensaje estaba en lo que tan bien hacía: la palabra a través de la escritura. La literatura era su principal herramienta, los versos, la prosa, la poesía y algo nuevo, la cultura afroamericana llevada a expresiones literarias tan simples y a la vez tan profundas.

Nicolás Cristóbal Guillén Batista, conocido en el mundo simplemente como Nicolás Guillén, nacido en Camagüey, Cuba el 10 de julio de 1902.

Escritor, poeta, pensador, gran idealista, un luchador empuñando las letras como única arma, a los 16 años ya había publicado sus primeros versos. Un año antes, había perdido a su padre muerto en manos de soldados en una represión política.

Al poco tiempo, su gran creación, el “Son” se convertiría en un nuevo ritmo en la escritura cubana, reflejando y resaltando la raza negra, la mestiza, la mulata, la alegría, la cultura y los sentimientos populares de la isla. Estos “versos mulatos” como él los llamaba, marcaban toda la identidad y el folclore del Caribe.

Toda esa sabiduría, toda esa humildad digna de los grandes hombres, estaba llegando a Paraná. Venía a regalarnos la riqueza de su palabra.

El Profesor Carlos Alberto Álvarez, presidente en ese momento del Centro Cultural Carlos María Onetti, entidad responsable de la prestigiosa visita, fue el encargado de presentarse y presentarlos.

- Profesor Héctor Piérola, miembro de nuestro Centro y miembro también de la Biblioteca Popular.
- Profesor de….?
- También, de Literatura y Castellano….
- Y tú, escribes?
- No tanto como quisiera….
- Escribano Francisco Martínez Segovia, Pancho para todos.
- Profesor Amaro Villanueva.
- Literatura por supuesto…
- Claro.
- Dr. Raúl Uranga.
- Todos miembros del Centro Cultural.
- “Señores, es un inmenso placer y una contentura grande, estar aquí con ustedes, les agradezco la invitación y que me permitan ser un poco portavoz en estas tierras de la cultura de nuestro querido país. Sepan que no solo vengo a traerles mi palabra y la de mi pueblo, sino que también de aquí pa’lante, llevarme bien guardada en mi conciencia y en mi corazón, la grandeza cultural y literaria de este querido pueblo”.

Uno a uno subió a los autos que los llevarían directamente a disfrutar de un asado criollo en la quinta de El Brete del Dr. Jorge Uranga. Willy Lener, gran cocinero, asador y amigo de todos fue el encargado de que el dueño del Son degustara la mejor parrilla criolla entrerriana. Un costillar a la estaca fue el plato central para alguien oriundo de un lugar no tan acostumbrado a la carne vacuna. Ya de sobremesa, observando el río y como admirado con el paisaje, les recitó a los presentes parte de su nueva obra, “El Son Entero”.

La vida empieza a correr

La vida empieza a correr
de un manantial, como un río,
a veces, el cauce sube,
a veces, el cauce sube,
y otras se queda vacío.

Del manantial que brotó
Para darte vida a ti,
ay, ni una gota quedó
para mi:
la tierra se lo bebió.

Aunque tu digas que no,
el mundo sabe que si,
que ni una gota quedó
del manantial que brotó
para darte vida a ti.

Al instante, como un retruque criollo, Martinez Segovia le devuelve la parada regalándole estrofas de su “Son casi entero”.

Piérola recordó versos de Juan Ramón Jiménez y Carlos Álvarez de su “Fábula encendida”:

Corra sangre tranquila por tus venas,
zarpa de esta vigilia, ya sin penas,
envuelta en un velamen de alegría

porque yo soy tu mar, barca serena:
navega por la voz del agua buena,
duerme en mis brazos, duerme, cosa mía.

Enseguida, Amaro Villanueva le obsequió su “Crítica y Pico” y algunos “Versos para la oreja”.

Fue una sobremesa a puro verso, sones y coplas con fondo de río e islas.

En un momento, Guillén quedó pensativo y desde la barranca, observando el río:

- Cuántas islas….cuánta exquisita y preciada agua dulce ! - exclamó.
- ¿Y a qué se debe ese colorcico marrón del agua?

Se miraron algunos como queriendo saber quién contestaría, y fue el propio asador que tomó la palabra:

- El río Paraná nace en Brasil y desde allá trae aguas limpias y cristalinas. El que le da el color es el Paraguay, alimentado por el Pilcomayo y el Bermejo con toda su sedimentación.

- Y Paraná significa…?

- Pariente del mar”, en lengua Guaraní

- Qué palabra tan bonita, como su dueño…tienen que cuidarlo.

- Qué tal la pesca, Willy?

- Siempre buena Nicolás, lástima que vienes por tan poco tiempo, sino, podrías disfrutar de Dorados, Surubíes, Moncholos, Amarillos, pescados por vos mismo.

- Ya habrá otra oportunidad compa…

- Y díganme, cuándo van a estar comunicados por caminos con el resto del país, así me arrimo en guagua?

- Todavía no Nicolás…

- No deberían hacer un puente?

- Es un viejo anhelo y una urgente necesidad de los entrerrianos. Sería muy bueno para esta provincia – contestó Raúl Uranga.

Y así fue interesándose en islas y lagunas, en el Parque, en el Puerto y la producción de la zona, por escritores entrerrianos, argentinos, de países vecinos. Preguntó acerca del Centro Onetti y su tarea en la sociedad.

- ¿Quién fue Carlos María Onetti? – quiso saber.

- Un Profesor, Uruguayo de Melo… - se apuró uno.

- Fue Profesor nuestro en el profesorado, nos daba la cátedra de Literatura Argentina y Americana, por él te fuimos conociendo Nicolás…

- Nos dejó muy joven, hace unos seis años…

- ¿Escribió algo?

- Claro, varios libros de poesía como “El desfile amoroso”, “El barco de vela” y “Provincianita con estrellas federales” entre otros…

- Una gran persona, intelectual y humanamente…

- ¿Y quién recita algo de él?

Se miraron nuevamente y esta vez fue “Pancho” quien se animó, recordando fragmentos de “Romance de primavera”:

Lluvia lenta en primavera
para matar la esperanza…
Recuerdos de aquella tarde:
Todo ardía, flor de llamas,
en un sueño y otro sueño
corazón y lontananza.
Malvones rojos dormían
Sobre lechos de esmeraldas;
El cielo azul se escondía
Jugando a las nubes blancas
Y un fino cuarto creciente
La luna nos entregaba…

- Chévere Pancho, chévere… - aprobó Guillén.

De esa manera, poco a poco, se fue informando; quería saber más y más sobre nuestra tierra, nuestra gente, nuestras costumbres y especialmente sobre nuestra literatura.

El diálogo se cortó con el paso a lo lejos de un barco de transporte de carga que remontaba lentamente el río.

- ¿Qué bandera es aquella?- preguntó Guillén.

- Paraguaya -contestó rápido el dueño de casa.

Se quedó un instante pensativo.

- ¿Qué pueblo aquel, no? el más avanzado de América, que cojones, cómo lo destruyeron para entregarlo al imperio… Recuerden, volverán a estar de pie, la lengua guaraní los salvará!

Luego, mientras el barco se alejaba lentamente y en homenaje a esa sufrida bandera, fue recordando versos de sus colegas de tierras guaraníes, de Hérib Campos Cervera, de Augusto Roa Bastos y otros.

Por la tarde, luego de una breve siesta y unos mates cebados por el experto, don Amaro Villanueva salieron en caravana a recorrer la ciudad. A dar un bureo, en palabras de Nicolás. El Parque Urquiza, la costanera, el Paraná Rowing Club, nacido también un mes de abril hacía treinta años precisamente, en la misma Biblioteca Popular donde Guillén disertaría esa noche. Raúl Uranga había sido Presidente del Club. Los mismos remeros de la mañana, volvían de un segundo entrenamiento, entre ellos Ángel Malvicino preparándose para los Juegos Olímpicos de Londres.

Raúl Uranga, en esos momentos vinculado al rugby, orientó el paseo hacia la zona del Club Atlético Estudiantes, el monumento a Urquiza, la Danza de la Flecha, la Venus saliendo del baño. Siguieron por Rivadavia hacia la Escuela Centenario, la Casa de Gobierno, LT 14, Iglesias, Museos, el Colegio Nacional. Frente a cada obra de arte o edificio, alguien se apuraba a ser de guía turístico mencionando años, autores, personajes y anécdotas del lugar.

- Esta es la Biblioteca Popular de Paraná, dentro de un rato la conocerás por dentro- se anticipó el profesor Piérola cuando tomaron calle Buenos Aires.

Pararon un instante, Guillén se quedó observando toda la fachada del edificio.

- Qué bonitura, muy bella arquitectura, por lo que veo grabado en su frente fueron los Arq. Fasiolo y Storti sus creadores. Es estilo……?

- Italiano, Nicolás, estilo italiano- se adelantó Uranga.

- Gente de Buenos Aires.

- ¿Y cuándo se construyó?

- Se empezó allá por 1908 y se inauguró el 27 de mayo de 1.910 para el centenario de nuestra patria.

- Realmente muy bella….

- Ya la verás por dentro, es más hermosa aún, pero su mayor riqueza son sus casi cincuenta mil libros que se vienen juntando desde la fundación de la entidad en 1873, porque la Biblioteca ha pasado por varios lugares antes de quedar definitivamente aquí - aclaró Piérola.

Continuaron su recorrido por el Teatro 3 de Febrero, la Escuela Normal, el Palacio Municipal, el Colegio Nuestra Señora del Huerto, sede del Senado cuando Paraná fue Capital de la Confederación, la Catedral, el Palacio Episcopal, el Correo, el Cine Mayo.

- Aquí, a cinco cuadras está mi club, Echagüe- afirmó, orgulloso Piérola.

- Héctor fue selección argentina de básquetbol, campeón sudamericano.

- Muy bien, muy bien, pero vendría bien un poco menos de pelota y más escritura- comentó Guillén aludiendo a la escasa producción editada del basquetbolista.

- Coño…parece que la competencia deportiva es brava por aquí - bromeó el visitante.

Estacionaron para ir a tomar un café en un bar céntrico, el Florida. El nombre sorprendió gratamente al poeta quien no pudo sino recordar y aludir a El Floridita, también bar, altamente significativo en La Habana:

-¿Podré pedir un mojito acá, o alguna coronilla, no estaría mal ajumarse un poquitico?

Todos rieron.

Luego de un intenso intercambio en el café, donde Guillén centró sus inquietudes en lo que sería su conferencia por la noche en la Biblioteca Popular, se retiró al hotel Central donde se hospedaría.

- Nicolás, te buscamos a las 20:30. La conferencia empieza a las 21, estamos a unas pocas cuadras- acotó Martínez Segovia.

Muy puntuales, estuvieron en el hall del Hotel en el horario convenido. Caminaron por calles céntricas. Nicolás se detuvo a observar unas camisas en Gath y Chaves, luego pasaron frente al edificio de El Diario.

- Para este periódico el Sr. Martínez Howard me hizo un reportaje en Buenos Aires -comentó Guillén al paso.

- Sí, Alfredo, está residiendo en Córdoba pero si ha llegado, seguro nos estará esperando en la Biblioteca. Efectivamente, muchos de nosotros estamos vinculados a la sección cultural de El Diario.

- ¿Saben que fui reportero alguna vez?

- Claro Nicolás, quién no sabe de tu vida…

Llegaron a la Biblioteca Popular, un gran número de personas estaba en la vereda esperando, entre ellos el Dr. César Pérez Colman y el Profesor Víctor Badano Presidente y Vicepresidente de la Casa, quienes presentaron a Guillén al resto de la Comisión Directiva.

- La Secretaria, Profesora Ángela Bovolini, los demás miembros, Sr. José Blanda, Profesor Facundo Arce, Oscar Reula, Eduardo Magliochini, Dr. Enrique Bonfils, a Piérola ya lo conoce….

- Sí, claro, el basquetbolista que debería escribir más….

Entraron y Pérez Colman le fue mostrando el edificio en su interior. Guillén no dejó de expresar su admiración por los detalles de la construcción y especialmente se detuvo frente a la gran cantidad de libros a disposición de la comunidad paranaense.

La sala de conferencias estaba repleta, un aplauso generalizado le dio la bienvenida. Ante un respetuoso silencio tomó la palabra el Profesor Héctor Piérola designado pera presentar a la sociedad al gran poeta cubano.

- “Señores miembros de la Biblioteca Popular, que gentilmente nos han permitido este inolvidable encuentro en esta hermosa casa, y al mencionar este lugar, no puedo dejar de referirme a aquellos visionarios que llevaron adelante esta magnífica idea, a Justo Comas, a Manuel Martinez de Fontes, a Pedro Scalabrini, a Enrique Berduc y tantos otros. Señores miembros del Centro Cultural Carlos María Onetti, responsable de que este gran poeta de América esté hoy con nosotros, autoridades municipales y provinciales, señoras, señores, amigos. Por esta tribuna han pasado Arturo Cuadrado, León Felipe, Rafael Alberti, Juan Ramón Jiménez y tantos otros que nos han dejado su tesoro traducido en letras. Hoy tenemos el mismo honor de disfrutar la presencia de alguien que ha llevado por el mundo el mensaje afro-antillano, sus versos son el espíritu de una isla mestiza, cargada de ritmo, color e identidad cubana. “Motivos del Son”, “Songoro Cosongo”, “West Indies Ltd.”, “Cantos para soldados y sones para turistas”, son parte de su grandiosa obra. Hoy nos trae su expresión mayor “El Son Entero” como luz y esencia de su pueblo, como máxima altura lírica que solo él podrá presentarles. Con ustedes, Nicolás Guillén…”

Guillén se puso de pié, pausado y seguro como siempre, agradeció las palabras de presentación y al público que lo escuchaba atentamente:

- “Latinoamérica tiene identidad propia, Latinoamérica tiene una historia que la tejen sus pueblos y Latinoamérica y sus pueblos tienen grandes poetas, como Jorge Amado, Hérib Cervera, Roa Bastos, o de estas verdes tierras entrerrianas como Juan L. Ortiz con su “Angel inclinado” y su “Rama hacia el este” y tantos otros que no podría nombrarlos a todos. Ahorita nomás, tuve la gran felicidad de poder estar con quien considero un grande compay, un cojonú de estas sufridas tierras del sur y el máximo poeta de esta querida Latinoamérica, el creador de “Veinte poemas de amor y una canción desesperada” y tantas obras de excelentísimo valor. Por él, por Pablo Neruda pido un aplauso en reconocimiento a su obra y a su grandeza.”

Luego habló de José Martí, a quien consideró el gran patriota y revolucionario Cubano muerto como tal, en la batalla. Resaltado por Guillén como el escritor que fue guía de aquellos que como él, heredaron su riqueza literaria y su compromiso patriótico. Sus “Versos sencillos” y sus “Versos libres” fueron parte de la luz, la motivación y el camino para las nuevas generaciones de escritores cubanos.

Habló de su isla -el “largo lagarto verde”- de su raza mulata, de su pueblo explotado y de todos los pueblos explotados, habló de libertad y de sueños compartidos.

Presentó en detalle su nueva obra “El Son Entero” Y se despidió agradeciendo con un fragmento de:

Mi patria es dulce por fuera

Mi patria es dulce por fuera,
y muy amarga por dentro,
mi patria es dulce por fuera,
con su verde primavera,
con su verde primavera,
y un sol de hiel en el centro.

¡Qué cielo de azul callado
mira impasible su duelo!
¡Qué cielo de azul callado,
ay, Cuba, el que Dios te ha dado,
ay, Cuba, el que Dios te ha dado,
con ser tan azul tu cielo!

Un pájaro de madera
me trajo en su pico el canto;
un pájaro de madera,
¡Ay, Cuba, si te dijera,
yo, que te conozco tanto,
ay, Cuba, si te dijera,
que es de sangre tu palmera,
que es de sangre tu palmera
y que tu mar es de llanto!
Bajo tu risa ligera,
yo, que te conozco tanto,
miro la sangre y el llanto,
bajo tu risa ligera.

Sangre y llanto
bajo tu risa ligera;
sangre y llanto
bajo tu risa ligera.
Sangre y llanto.

Un extenso, generalizado y merecido aplauso entrerriano se llevó Guillén de vuelta a su tierra. Con su humildad y su sonrisa iluminada agradeció a los presentes.
Ya cerca de la media noche, fueron a cenar, miembros de la Biblioteca, del Centro Onetti, amigos y amigos de amigos lo acompañaron en la cena de despedida de esa fugaz visita. Esta vez, Nicolás pudo disfrutar de pescados de río.

- En nuestro próximo encuentro, allá en mi Cuba, seré yo quien los reciba con nuestro Ajiaco…

- ¿Y qué es Ajiaco? – preguntó Ángela Bovolini.

“Jiaco cun cane y cun vianda y toitico cosa güena que lo come gente branca”

Todos rieron.

Piérola, Uranga y Alvarez lo acompañaron al hotel y quedaron en buscarlo a las 9:30 para la partida del Hidroavión que salía a las 10:00
Allí estuvieron, puntuales como siempre, pero hubo un error, el horario de salida del avión era media hora antes. El Ford 38 bajó del centro al puerto en tiempo record.

- Agila muchacho, agila, dale, dale a esa bartavia… - apuraba Nicolás al chofer.

Fue inútil. El avión ya había partido y se dirigía lentamente al centro del río para iniciar su despegue. La cara de Nicolás y la de sus amigos perdieron la sonrisa. Las señas y correrías tratando de que el piloto los viera fueron exageradas y cómicas. Los nervios, exaltados no eran injustificados; “estamos en Entre Ríos”, comentó alguien.

Justo en ese momento y como todos los días, entre el avión y el puerto pasaron dos botes par dobles del Rowing, que se dieron cuenta de la situación. Uno de ellos se dirigió al avión para avisar y el otro al puerto para tratar de socorrer al viajante tardío.

Las mismas islas como paisaje, las mismas aves revoloteando como testigos.

Los mismos obreros portuarios sostuvieron el bote y ayudaron a Nicolás a subir y acomodarse en la popa. Luego de unas carcajadas nerviosas que retumbaban en el silencio del río, su sonrisa comenzó a brotar nuevamente, acomodó el bolso, no soltó la carpeta con su Son Entero y entre remada y remada se despidió recitando, casi a carcajadas, su “Poema con niños”, que sus amigos entendieron como homenaje, a quienes lo estaban llevando, a Paraná, al paisaje, a las gentes y como un “adiosito final”:

sobre sangre van los hombres
navegando en sus barcazas:
reman, que reman, que reman,
¡nunca de remar descansan!
Ay de quien no tenga sangre,
porque de remar acaba,
y si acaba de remar,
da con su cuerpo en la playa,
un cuerpo seco y vacío,
un cuerpo roto y sin alma,
¡un cuerpo roto y sin alma!...

Y así nos dejó Nicolás, con su risa ligera y su carcajada nerviosa, con su mensaje mulato cargado de sueños y libertad, mientras las dos islas estaban ahí presentes, fusionadas entre las arenas del Caribe y del Paraná, abrazándose en poesía, en amistad y en eterno compromiso…

17/04/10

    

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