Se conoce como Semana Trágica a una serie de acontecimientos que sucedieron en Buenos Aires en enero de 1919. Los hechos comenzaron el 7 de enero con una huelga en los Talleres Metalúrgicos Vasena que fue violentamente reprimida por la policía, con cuatro obreros muertos, La movilización obrera y la represión se sucedieron a lo largo de los días, dejando un saldo final, oficial, de 40 muertos y numerosos heridos, aunque algunos medios anarquistas hablan de más de 100 muertos.

NOTAS EN ESTA SECCION
La Semana Trágica, Osvaldo Bayer, 2006  |  El primer "pogrom" en la Argentina, por Herman Schiller
¿Descamisados rusos en la Semana Trágica?  |  La Semana Trágica, revista Panorama, 1966
Enero sangriento, por Felipe Pigna   |   La FORA en el movimiento obrero, por Antonio López


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Osvaldo Bayer y Felipe Pigna: El sindicalismo ayer y hoy  |  Alejandro Belkin - Sobre los orígenes del sindicalismo revolucionario en Argentina
B. Natanson - Visiones literarias de la Semana Trágica  |  Libertad individual (a propósito de la Ley de Residencia) - Alfredo Palacios

Ricardo Forte - La semana trágica de 1919: crisis liberal, protesta social y fortalecimiento del poder militar en Argentina
María Cecilia Di Maio - De crónicas y escrituras en la Semana Trágica  |  P Pérez - El movimiento anarquista y los orígenes de la FLA
Diego Abad de Santillán - La F.O.R.A. Ideología y Trayectoria del movimiento obrero revolucionario en la Argentina

  Revista Caras y caretas, 18 enero 1919, cobertura de la Semana Trágica  |  Guillermo Gutiérrez - La clase trabajadora nacional
 

La semana trágica

Por Osvaldo Bayer

La íntima alegría: no hay olvido para aquellos hechos donde se trató de apagar el Derecho a balazo limpio en vez de aplicar los argumentos de la razón. La Semana Trágica de enero del ’19. Otro aniversario más, sí, cuántos años. Cuántos muertos por lo justo. No vamos a discutir ahora si fueron mil o seiscientos los obreros muertos. Lo triste, lo trágico es que se tergiversó todo, se hizo valer como siempre o, como casi siempre, la historia oficial. No eran ni "perturbadores extranjeros" ni "rusos" ni "terroristas" como los medios oficiales y del poder trataron de disfrazar el crimen. Eran obreros que querían tener los derechos de la dignidad y de la vida: las sagradas ocho horas de trabajo. Los panaderos y los yeseros ya habían conseguido –por su lucha– las ocho horas en 1898, los metalúrgicos, en 1919, todavía trabajaban nueve horas por día. Por eso la huelga y por el lugar de trabajo para los despedidos. Dignidad y Justicia. La respuesta del poder fue bala y más bala. Con los uniformados de siempre. Esta vez ya con la ayuda de los muchachos del barrio Norte, las guardias blancas, la llamada después "Liga Patriótica Argentina". Salieron a matar "anarquistas, rusos, judíos y enemigos de la Patria". Las calles de Buenos Aires quedaron teñidas de sangre obrera.



El 7 de enero de 1919 comienza La Semana Trágica que produjo centenares de obreros muertos. Producción Agencia Télam (2014).
014.

Pero el mismo gobierno represor tuvo que reconocer la injusticia y días después se les dio a los obreros lo que pedían. ¿Por qué entonces tanta violencia desde el poder? ¿Por qué además de los muertos, los 1500 obreros presos? La firma del ministro del Interior en las cláusulas de la solución del conflicto deja en claro que la razón estaba del lado obrero. Eso sí, esa razón se había pagado con sangre de los explotados. Pero luego de la matanza pasó a ser un tema del cual no se habla. Cuando muchos años después tratamos de que los terrenos donde había comenzado el drama –los de los establecimientos Vasena, que habían sido demolidos– pasaran a llamarse "Parque Mártires de la Semana Trágica", justamente el dirigente Augusto Vandor se opuso y propuso llamarla "Plaza Martín Fierro". Nombre que hoy lleva. Claro, del pasado no se habla porque estaban involucrados Yrigoyen, los radicales, el ejército y personajes de la "guardia blanca" que luego pasaron a ser próceres: Manuel Carlés, el Perito Moreno, el cura Miguel D’Andrea e, infaltable, el estanciero Martínez de Hoz, hijo de aquel presidente de la Sociedad Rural que recibió de Roca 2.500.000 hectáreas de la tierra donde vivían antes los pampas y los ranqueles, bisabuelo del murciélago que luego fue ministro de Economía de la dictadura de la desaparición de personas. Toda una estirpe familiar heredera del autollamado "liberalismo positivista" del roquismo.

Bien, esta semana se recordó a los obreros mártires de las ocho horas de trabajo. Entre las organizaciones que propiciaron el acto estaban la Federación Libertaria Argentina, la FORA –la más antigua de las organizaciones obreras– y la Biblioteca José Ingenieros. El culto de la utopía a través de la dignidad.

16/01/06 Página/12
 


El 7 de enero de 1919 comienza La Semana Trágica que produjo centenares de obreros muertos. Producción Agencia Télam 2014.



El primer "pogrom" en la Argentina

Por Herman Schiller

El seis de enero de 1919, hace 80 años, comenzó la Semana Trágica. A las huelgas obreras se les opuso una violencia nunca antes vista que culminó en el primer desborde antisemita de nuestra historia.

La "Gran guerra", que luego fue bautizada como Primera Guerra Mundial (1914-18) para diferenciarla de la "Segunda" (1939-45), paralizó en nuestro país las inversiones. Las dificultades para exportar e importar provocaron carestía y pérdida del poder adquisitivo del salario. En ese cuatrienio de la primera contienda, el salario descendió en la Argentina un 38,2 por ciento, porcentaje más que elevado para aquel entonces. Obviamente la combatividad obrera creció, estimulada además por la revolución bolchevique en la lejana Rusia y la ola de pronunciamientos proletarios que se habían desatado en el resto de Europa, principalmente las acciones de los espartaquistas en Alemania encabezados por Rosa Luxemburgo.

En 1917 hubo por estas latitudes 136.000 trabajadores en huelga; al año siguiente fueron 138.000, pero en 1919 la cifra subió a más de 300.000. El 70 por ciento de los huelguistas pertenecía al sector de los transportes, lo que también marcó una diferencia con los movimientos de la primera década del siglo, que en su mayoría se daban en pequeñas empresas.

Pánico burgués

De esos años datan las huelgas de la Federación Obrera Marítima, de los obreros municipales de Buenos Aires y, fundamentalmente, de los trabajadores ferroviarios. Estos últimos revelaron un particular sentido de lucha, al punto de incendiar vagones en Retiro y darles algunas palizas a aquellos funcionarios británicos que se negaban a otorgar los aumentos salariales y mejorar las condiciones de trabajo. En este clima creció el pánico de las clases altas: cada sindicato parecía un soviet; cada huelga, el preludio de la toma del poder por parte de los obreros y cada inmigrante, un revolucionario en ciernes.

El primer gobierno de Hipólito Yrigoyen (1916-22), impotente y contradictorio para alinearse junto al pueblo, mandó a reprimir. Pero la oligarquía, las grandes empresas y los paquidermos periodísticos desconfiaban de Yrigoyen --que había alcanzado el poder con gran apoyo popular-- y lo acusaron de favorecer a los huelguistas indiscriminadamente. Así nació la decisión de los "altos intereses en peligro" de crear una fuerza parapolicial que reprima por su cuenta "y con mayor eficiencia que los regulares".

Los grandes diarios y los círculos conservadores habían entrado en una suerte de pánico, casi de histeria, denunciando la existencia de soviets, aun dentro de la policía. Y, al estallar una huelga general en los frigoríficos de Berisso y Avellaneda, casi todos de propiedad norteamericana, salieron los primeros grupos de "niños bien", montados en automóviles último modelo, a reprimir a los "subversivos" y a reclutar rápidamente "crumiros" (vocablo que entonces denominaba a los trabajadores rompehuelgas).
Los "triunfos" alcanzados por esos jóvenes --fuertemente impregnados por una combinación de difuso nacionalismo y catolicismo-- alentó la formación de dos organismos civiles terroristas: "Orden Social" y "Guardia Blanca", transformados posteriormente en "Liga Patriótica Argentina" y "Comité Pro Argentinidad" que crearon brigadas armadas con el visto bueno de la policía y el Ejército y el apoyo financiero de la "Asociación Nacional del Trabajo", entidad patronal presidida por Joaquín S. Anchorena.
La "Liga Patriótica" --la más importante y conocida de esas organizaciones-- se "cubrió de gloria", según La Prensa, en numerosos ataques a centros y reuniones obreras. Una de esas "proezas" fue el asalto a un local de la FORA (Federación Obrera Regional Argentina), cerca de Plaza Once, donde resultaron dos muertos, uno de ellos el chofer Bruno Canovi. También atacó una pacífica demostración en Gualeguaychú (Entre Ríos), con diversos muertos y heridos como saldo. Por otra parte asesinó en Rosario a la obrera anarquista Luisa Lallana, y en el puerto de Buenos Aires fue muerto de manera similar el trabajador Angeles Améndola. Sin embargo aquella ordalía represiva recién alcanzaría su máxima altitud durante la "Semana Trágica" --6 al 13 de enero de 1919-- que dejara como saldo unos 700 muertos y más de 4000 heridos.

"Conspiración judeo-maximalista"

Los primeros crímenes, en esa semana de dolor pero también de gran espíritu proletario y combativo, fueron cometidos por los propios uniformados --al disparar sobre los huelguistas reunidos frente a la fábrica metalúrgica de Pedro Vasena e Hijos, en Cochabamba y Rioja, donde hoy se encuentra la plaza Martín Fierro--, pero, con el desarrollo de los acontecimientos y el miedo burgués a la "revolución social", el jefe de la Segunda División del Ejército, general Luís Dellepiane (el mismo que entre 1909 y 1912 había sido jefe de policía, reemplazando al ejecutado Ramón L. Falcón), no sólo fue llamado a asumir la responsabilidad ejecutiva de la represión, sino que también dio vía libre a los "civiles" para que "colaboren". Esos "civiles", que muy poco tiempo después formarían la "Liga Patriótica" y otras estructuras similares, se habían formado en el odio al inmigrante, especialmente los judíos, a quienes acusaban de estar fomentando la "conspiración judeo-maximalista" para "disolver la nacionalidad argentina".

El antisemitismo estaba muy arraigado en las clases altas de entonces. Algunos ejemplos: en 1890 apareció en La Nación, en forma de folletín, una furiosa novela antisemita llamada La bolsa de Julián Martel; en enero de 1888 (apenas ocho meses antes de morirse), el mismísimo Domingo Faustino Sarmiento publicó varios artículos antijudíos en El Nacional; el diario La Prensa, en distintas oportunidades, manifestó su oposición a que los judíos formen comunas agrarias en Entre Ríos y Santa Fe; y, sobre todo, la "acción" del 15 de mayo de 1910, diez días antes del Centenario, cuando jóvenes de clase alta, salidos de la muy exclusiva "Sociedad Sportiva Argentina" bajo la conducción del barón Demarchi, asaltaron las sedes del Avangard, órgano del "Bund", agrupación obrera socialista judía, y la denominada "Biblioteca Rusa", para quemar luego sus libros en Plaza Congreso. Refiriéndose al fenómeno antisemita de los represores de la "Semana Trágica", el escritor Juan José Sebreli (en el libro La cuestión judía en la Argentina, publicado en 1968 por la editorial Tiempos Modernos) esbozó una interesante reflexión para explicar la xenofobia de la oligarquía de aquélla época: "El mismo odio racial que la burguesía liberal sentía por el mestizo, al que trató de sustituir por el inmigrante europeo, se volcó después hacia el propio inmigrante cuando éste se reveló inesperadamente con un dinámico elemento de agitación social".
El ensañamiento de esos sectores vinculados con el poder contra los trabajadores judíos durante la "Semana Trágica" produjo en América latina el primer "pogrom" (vocablo ruso de antigua data que significa matanza de judíos). Muchos lo consideraron una suerte de venganza por la acción del joven judío Simon Radowitzky diez años antes, aunque el régimen, ya en ese entonces, inmediatamente después de producirse la ejecución del coronel Falcón el 14 de noviembre de 1909, se había cobrado una buena dosis de revancha al encarcelar a más de 3000 obreros y deportar a Europa a centenares de anarquistas y socialistas.

"El arte de insubordinar"


El movimiento anarquista (2009) es un capítulo documental del programa El espejo retrovisor, de la televisión pública argentina, dedicado al análisis histórico del movimiento político anarquista en Argentina. Participan O. Bayer, Christian Ferrer, J.C. Pujalte, Dora Barrancos y Carlos Torres.

La mayoría de los trabajadores judíos había llegado a estas playas huyendo de las persecuciones desatadas por el zarismo en Rusia hacia fines del siglo XIX y, sobre todo, después del fracaso de la revolución de 1905 (la participación judía en ese pronunciamiento había sido muy elevada y el zar Nicolás II acusó oficialmente a la numerosa comunidad judía de conspirar para derrocarlo). La denominación de "rusos" (en lugar de judíos) en nuestro medio, reiterada hasta el hartazgo en los sainetes, data de ese entonces y se hizo más carne aún cuando la colonia de agricultores judíos de Moisés Ville, en la provincia de Santa Fe --los míticos gauchos judíos-- saludó públicamente el triunfo de la revolución encabezada por Lenín en 1917.
Pero las acciones directas de la "Liga Patriótica" también encontraron una sustentación teórico-filosófica que partía, principalmente, de los sectores más reaccionarios de la Iglesia. Monseñor Miguel de Andrea, el mismo que 36 años después se convertiría en uno de los sostenedores espirituales de la llamada "Revolución Libertadora", lanzó una campaña explicando que "el peligro nacía del hecho de que los trabajadores y las masas populares habían dejado de creer en Dios, en la Iglesia y en el régimen", en tanto que el obispo Bustos de Córdoba --según consta en La Nación del 25 de noviembre de 1918-- produjo una pastoral acerca de la "Revolución social que nos amenaza". Bustos denunciaba allí a quienes "enseñan el arte de insubordinar y rebelar a las masas contra el trono y el altar para dar por tierra con la civilización cristiana y ceder el puesto a la anarquía imperante".

Ese mismo día (25-XI-1918) el diario Di Idische Tzaitung alertaba: "Los curas comenzaron en Corrientes y Junín. Prosiguieron luego sus sermones contra los socialistas y los judíos, con la ayuda de la policía, por todo Buenos Aires y los suburbios. El domingo organizaron una conferencia similar en la avenida Sáenz y Esquiú, rodeado por policías y escoltados por bandidos locales que estaban armados con bastones de acero. Después del mitin partió una manifestación. En Caseros y Rioja pronunció el cura Napal un tenebroso y agresivo discurso".

El régimen había decidido así atacar por la fuerza (a través de los parapoliciales que secuestraban, robaban, torturaban y mataban) y, también, tratando de introducir cuñas en el seno del pueblo (a través de una propaganda que llamaba a los argentinos a desoír a los extranjeros) para contrarrestar las ideologías revolucionarias. Pero el pueblo, al menos en esos años, rechazó las provocaciones. Al contrario, en medio de la masacre de la "Semana Trágica", se reveló un fuerte sentido unitario.
El Comité Ejecutivo del Partido Socialista convocó a una reunión extraordinaria, declarando que "los obreros no callaran los crímenes". Por su parte las dos centrales obreras --es decir las dos FORA-- instaron a los trabajadores a proseguir la huelga general por tiempo indeterminado. Los obreros acataron el llamado, abandonando espontáneamente las fábricas y los talleres para convertirse --según La Vanguardia de esos días-- "en un mar de olas humanas que rugió su amargura e indignación".
Mientras tanto la policía, el Ejército y los "civiles" seguían matando.


Revista Caras y Caretas, 18 de enero de 1919. Amplia cobertura gráfica de los sucesos de la Semana Trágica. Clic para descargar la revista completa en pdf.

Los diarios burgueses hablaban de "guerra" y "enfrentamiento" para justificar los crímenes, pero La Vanguardia (9-I-1919) rechazó el argumento: "No ha habido tal combate entre los huelguistas y las fuerzas policiales, sino una cobarde y criminal acechanza tendiente a sofocar la huelga por el terror".
Los radicales apoyaron la represión a través de su vocero representativo, el diario La Epoca (12-I-1919): "No se trata de un movimiento obrero. Mienten quienes lo afirman. Mienten quienes pretenden asumir audazmente la representación de los trabajadores de Buenos Aires (...). Y, aun los trabajadores que aparecen complicados en los actos tumultuosos del ayer, han resultado instrumento de los agitadores (...). Se trata de una tentativa absurda provocada y dirigida por elementos anarquistas ajenos a toda disciplina social y extraños también a las verdaderas organizaciones de trabajadores, una minoría contra cuyos excesos basta oponer la firmeza y la cordura de las gentes partidarias del orden".

Otro tanto aducían los diarios del sistema --sobre todo La Prensa y La Nación-- y hasta el New York Evening Mail, furiosa expresión de la plutocracia norteamericana de aquellos años, llegó a manifestar su alarma porque "la mano roja del bolcheviquismo se ha alargado hasta el otro lado del Atlántico, empuñando (en la Argentina) la tea, la bomba y el cuchillo.

"Mueran los judíos"

El sistema, evidentemente, estaba aterrorizado, y desde sus distintas expresiones, se elevaban demandas en el sentido de expulsar a los "extranjeros indeseables", "controlar la inmigración", etc. Varias instituciones proponían campañas de exaltación del sentimiento nacional para oponerse a "esa runfla humana sin Dios, Patria ni ley" (según consta en el folleto titulado "Guía del buen sentido nacional" editado en Buenos Aires en 1920). Esos proyectos se concretaron finalmente con la creación de la "Liga Patriótica Argentina" que, oficialmente, decidió erigirse en "institución", dado "el éxito alcanzado en los días previos para aplastar la conspiración judeo-maximalista".
Bajo la presidencia de Domecq García, se reunieron en el Centro Naval los representantes del Jockey Club, Círculo de Armas, Club del Progreso, Yacht Club, Círculo Militar, Damas Patricias, los obispos Piaggio y el ya mencionado De Andrea y otros distinguidos caballeros. Entre los fines anunciados por la LPA se destacaban: "Estimular sobre todo el sentimiento de argentinidad"; "cooperar con las autoridades en el mantenimiento del orden público, evitando la destrucción de la propiedad privada, comunal y del Estado, contribuyendo a mantener la paz de los hogares", "inspirar al pueblo amor por el ejército y la marina". La nueva entidad llenó la ciudad de afiches --un instrumento de propaganda que aún no estaba muy en boga--, propiciando además la realización de acontecimientos en distintas plazas con la presencia de civiles armados. Los gritos comunes eran: "Fuera los extranjeros"; "mueran los maximalistas"; "guerra al anarquismo"; "mueran los judíos".

Nueva Presencia


Osvaldo Bayer en la radio - Historia del 1º de mayo

En aquellos días fue detenido un joven periodista judío --Pedro Wald-- que también ejercía el oficio de carpintero. La acusación, tan burda que parecía tragicómica, fue aceptada durante bastante tiempo por los voceros del régimen: Wald estaba destinado por los maximalistas a convertirse en el primer presidente del Soviet argentino. Wald fue salvajemente torturado en la 7ª (ubicada en el mismo lugar donde está hoy: Lavalle, entre Paso y Pueyrredón), pero se negó a "confesar". La intensa movilización popular logró que se lo dejara en libertad y, diez años después, en el libro titulado Koshmar (Pesadilla), relató algunos episodios de la represión durante la Semana Trágica. Uno de ellos decía: "Salvajes eran las manifestaciones de los 'niños bien' de la Liga Patriótica, que marchaban pidiendo la muerte de los maximalistas, los judíos y demás extranjeros. Refinados, sádicos, torturaban y programaban orgías. Un judío fue detenido y luego de los primeros golpes comenzó a brotar un chorro de sangre de su boca. Acto seguido le ordenaron cantar el Himno Nacional y, como no lo sabía porque recién había llegado al país, lo liquidaron en el acto. No seleccionaban: pegaban y mataban a todos los barbudos que parecían judíos y encontraban a mano. Así pescaron un transeúnte: 'Gritá que sos un maximalista'. 'No lo soy' suplicó. Un minuto después yacía tendido en el suelo en el charco de su propia sangre".
(El 9 de julio de 1977, casi seis décadas después, la hija de Wald --Eva-- y su esposo, el ingeniero Carlos María Radbil, fundaron conmigo el semanario Nueva Presencia, para enfrentar a la dictadura militar y proseguir la tradición progresista y revolucionaria de aquellos inmigrantes judíos. El semanario se publicó con esa línea contestataria y antifascista durante diez años consecutivos).

Elpidio González

El 10 de enero de 1919, mientras La Protesta, editada clandestinamente, llamaba a los trabajadores a armarse para enfrentar los crímenes del sistema, la "Liga Patriótica" asaltaba los locales de Ecuador 359 y 645, donde funcionaban los centros de los obreros panaderos y de los obreros peleteros judíos. En la avenida Pueyrredón fue atacada la Asociación Teatral Judía. Todo lo que había en los mencionados locales fue arrojado a la calle y quemado. Los transeúntes, además, eran golpeados, mientras la policía montada, en perfecta formación, observaba pasivamente. "No sólo se atacaba a los judíos --señaló Wald en el citado libro-- también se escuchaban (aunque más débiles) exclamaciones contra los españoles (gallegos y catalanes) y contra los extranjeros en general. Sin embargo, el odio contra los judíos tenía un carácter especialmente notorio, global e indiscriminado".
La persecución estaba organizada metódicamente y dirigida por las propias autoridades. El jefe de Policía, el dirigente radical doctor Elpidio González, lanzó el 10 de enero un llamado dirigido a las Fuerzas Armadas y a las bandas civiles. Las saludaba por la "energía y heroísmo" (sic) con que lograron dominar la situación, "dando una lección" a "los elementos disolventes de la nacionalidad argentina". Dos días después, el 12 de enero, se publicó un comunicado de igual tono firmado por el general Dellepiane, donde expresaba su "profundo agradecimiento" a la "heroica policía y a los bomberos" y a "la ciudadanía", que colaboraron junto al Ejército para "aplastar el brutal levantamiento".

Fósforos y alfileres


Osvaldo Bayer - Anarquismo en Argentina

José Mendelsohn, un joven periodista que venía de las colonias agrarias del Interior (y a quien conocí en la década del cincuenta cuando este escritor y pedagogo ejercía la dirección del Seminario para Maestros Hebreos que funcionaba en el segundo piso de la AMIA, Pasteur 633), testimonió en Di Idische Tzaitung del 10 de enero el salvajismo de esos días: "Pamplinas son todos los pogroms europeos al lado de lo que hicieron con ancianos judíos las bandas civiles en la calle, en las comisarías 7ª y 9ª, y en el Departamento de Policía. Jinetes arrastraban a viejos judíos desnudos por las calles de Buenos Aires, les tiraban de las barbas, de sus grises y encanecidas barbas, y cuando ya no podían correr al ritmo de los caballos, su piel se desgarraba raspando contra los adoquines, mientras los sables y los látigos de los hombres de a caballo caían y golpeaban intermitentemente sobre sus cuerpos (...) Pegaban y pegaban espaciosamente, torturaban metódicamente para que no desfallecieran las últimas fuerzas, para que no se prolongaran sin fin los sufrimientos. Cincuenta hombres, ante el cansancio de azotar, se alternaban para cada prisionero, en tanto que la ejecución proseguía de la mañana hasta pasado el mediodía, desde el atardecer hasta la noche y desde la noche hasta que despuntaba el día. Con fósforos quemaban las rodillas de los arrestados, mientras atravesaban con alfileres sus heridas abiertas y sus carnes emblandecidas (...). En la comisaría 7ª, los soldados, vigilantes y jueces encerraban en los baños a los presos (en su mayoría judíos) para orinarles en la boca. Los torturadores gritaban: viva la patria, mueran los maximalistas y todos los extranjeros".

La interna judía

Todos estos hechos agitaron, naturalmente, lo que hoy llamaríamos la "interna judía". La derecha de la colectividad, representada de algún modo por la Congregación Israelita (sector religioso conservador de origen alemán) hizo lo posible para tomar distancia de los socialistas y anarquistas judíos. Con ese objetivo difundió un comunicado (que firmaron también otras entidades judías "de beneficencia") para invocar "la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia", el cese de las persecuciones "indiscriminadas" y, fundamentalmente, "que la Justicia sea inexorable y severa con los malhechores a quienes repudiamos". Y finalizaba con esta sentencia: "Que los inocentes no sean perseguidos". Los judíos "malhechores" y "culpables" no ocultaron su indignación y repudiaron esta agachada de la derecha judía. Derecha a la que no le sirvió de nada arrodillarse ante los poderes públicos, ya que el jefe de Policía, en primera instancia, rechazó el reclamo de la Congregación Israelita, justificó las atrocidades y respondió que los presos y los muertos "no tenían perdón porque eran anarquistas y tratantes de blancas".


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Los socialistas del "Bund", en cambio, y sobre todo los anarquistas --además de numerosos intelectuales-- repudiaron esa claudicación.

Un escritor, A. Koriman, que formaba parte del Comité Central de Ayuda a las Víctimas de la Guerra, rechazó el 17-I-1919 (en el diario Di Presse) la actitud del judaísmo oficial: "Sostengo que en los trágicos días debíamos haber publicitado con mucha mayor dignidad y energía nuestros sentimientos y pensamientos, tal como fue hecho por diversos escritores anónimos y representantes del movimiento obrero. No hay que arrodillarse ante los bárbaros, que actuaron en forma tan brutal, asaltando hogares, arrestando a centenares y centenares de trabajadores, utilizando viles calumnias y maltratando y pegando a mujeres y niños indefensos. Nuestra protesta debió haber sido clara y precisa. Se debió haber culpado a la policía como la responsable de las brutalidades cometidas. Ella apoyó a los falsos patriotas que, con la bandera argentina en sus manos y entonando el Himno Nacional, marchaban por los barrios pidiendo nuestra muerte. Todas las salvajes arbitrariedades fueron cometidas por la policía o apoyadas por ella".

Por su parte los socialistas judíos del "Avangard" también denunciaron a los judíos claudicantes y reiteraron sus acusaciones contra las fuerzas de seguridad: "La policía y el Ejército no sólo permitieron el criminal pogrom contra los judíos, sino que con sus armas ayudaron a perpetrar las salvajes acciones de la Guardia Blanca. La organización Avangard ve en esto la oscura política del gobierno radical, que se asemeja a la ya desaparecida política pogromista del ex gobierno zarista en Rusia, y declara que con mucha energía y decisión proseguirá con su militancia socialista para el logro de una vida mejor en la Argentina". Acalladas la violencia y la represión, algunos representantes de la inteligencia nacional trataron de aproximarse a la verdad.

José Ingenieros, por ejemplo, autor de Las fuerzas morales, La simulación en la lucha por la vida y El hombre mediocre --políticamente vinculado con el socialismo, aunque en 1897 había colaborado con el periódico anarquista La Montaña--, alertó (desde la revista Vida nuestra, nº 7, enero de 1919) sobre las bandas reclutadas también entre "los estudiantes y ex alumnos de los colegios jesuíticos, que son manejados por algunos sacerdotes que hacen política clerical militante al servicio de las clases conservadoras".
Pero la burguesía no se aquietó y, sin bajar el brazo represor, sus sectores menos recalcitrantes admitieron que "la única manera de parar la marea social es haciendo algún esfuerzo para saciar la apetencia de las masas". Así, a instancias del Episcopado Argentino y bajo el lema "Pro paz social", la Unión Popular Católica Argentina lanzó la idea de una gran colecta nacional destinada a proporcionar fondos para "un plan de obras, viviendas, ateneos, servicios sociales e institutos de enseñanza para la clase obrera".

El animador principal de la campaña fue el propio Miguel de Andrea, aquel que meses antes había colaborado en la creación de la "Liga Patriótica". Fruto de esa contribución de las clases pudientes de Buenos Aires fueron, entre otros, el "Ateneo de la Juventud" y la "Casa de la Empleada". En medio de esta vorágine oportunista para frenar la revolución social, el periódico anarquista La Protesta llamó a no dejarse encandilar por los cantos de sirena y a "proseguir la lucha contra el Estado, la policía, los militares, la burguesía, la religión y todos los demás factores que oscurecen la libertad del ser humano".

Fuentes consultadas:
Luchas obreras y represiones sangrientas, de Diego Abad de Santillán;
La Semana Trágica, de Hugo del Campo;
La Semana Trágica de Nicolás Babini;
La Semana Trágica y los judíos, de Nahum Solomisky;
La cuestión judía en la Argentina, de Juan José Sebreli;
Pesadilla, de Pedro Wald;
Colecciones de los diarios: La Protesta, La Vanguardia, La Prensa, La Nación, La Epoca, Di idische Tzaitung y Di Presse; y las revistas: Caras y Caretas y Vida Nuestra.
 


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¿Descamisados rusos en la Semana Trágica?

Por Javier Trímboli

[Tilingos fascistas, protegidos por la policía, salen en cruzada a la caza de obreros huelguistas]

Junto con el 17 de octubre, la movilización obrera de enero de 1919 es una de las más importantes de nuestra historia. Pero, a diferencia de la primera y aún con la gran resonancia que tuvo en su momento, pareció quedar como un hecho aislado, sin ligazón con los capítulos siguientes de la lucha popular.

“La metáfora es cosa de putos”. De un personaje de una obra reciente de Mauricio Kartún surgen estas palabras. De una “niña” guasa que pasa sus vacaciones con sus primos frente al mar en un club exclusivo, aburrida de que no haya más plan que dispararle a las palomas. Enero de 1919.

La guerra en Europa ya terminó pero sus efectos no. En el barrio porteño de Pompeya, la metalúrgica Vasena ahorra costos contratando a trabajadores inmigrantes en situación miserable. Sin embargo, los intentos de organización sindical no se detienen, tampoco la decisión de la empresa de abortarlos. En noviembre de 1918 comienza la huelga que Vasena quiere sortear contratando carneros. “Crumiros” los llaman los obreros y hacen todo para impedir que ingresen a la fábrica. Desde los primeros días del nuevo año el asunto se complica más. Porque interviene la policía y hay disparos de un lado y de otro. Muere un oficial y la venganza deja cuatro obreros muertos y más de treinta heridos, varios de gravedad. El 9 de enero hay paro general y miles de trabajadores se reúnen en Pompeya para acompañar a sus camaradas al cementerio de la Chacarita. En Mar del Plata paran hasta los caddies.



Guillermo Gutiérrez - La clase trabajadora nacional, reedición y actualización (2012) de la edición original de Cuadernos de Crisis (1975). Clic para descargar.

La masividad de la protesta sorprende. “La gente de los cafés, que durante todo el año no ha tenido nada que ver con el movimiento obrero, a pesar de ser también obreros, da vueltas por aquí con rostros furibundos y miradas llameantes.” Queda escrito en un testimonio –Pesadilla de Pinie Wald- y el movimiento que lleva a la “gente de los cafés” a identificarse como obreros deja ver la magnitud del asunto. ¿Quién organiza esto? En Buenos Aires, sólo un quinto de los trabajadores está vinculado a los sindicatos y la movilización ampliamente los excede. Al paso del cortejo fúnebre queda incendiado el convento de Corrientes y Yatay. No hay autoría clara. Arden también los tranvías pero con método y firma.

“En una quinta en San Isidro veranea la familia de Carlos Ibarguren. En sus memorias publicadas en 1955, rememora el cortejo fúnebre de 1919 como a una “muchedumbre de descamisados (…) el uso de esta expresión introduce de lleno al fenómeno en nuestra historia, en la previa y en la que vendrá”.

La Razón: “Viajeros procedentes de Moscú anuncian que Trotsky después de haber ordenado el arresto de Lenin, asumió la dictadura e inició el alistamiento de millares de chinos en el ejército rojo.” Noticias como ésta se ensamblan con los hechos que agitan a Buenos Aires, a Rosario, a Mar del Plata.

En la escritura de quien sería un alto funcionario de la dictadura de Uriburu –además del autor de un libro fundamental sobre Rosas-, el uso de esta expresión introduce de lleno al fenómeno en nuestra historia, en la previa y en la que vendrá. Pero no es lo que prima.

Al día siguiente, la Plaza del Congreso reúne a otra multitud. Vacaciones suspendidas, llegan en auto y armados. Hay incluso simpatizantes del radicalismo, comerciantes y empleados. Demasiado propenso se había mostrado Yrigoyen a entenderse con los sindicatos que desde 1916 se anotan resonantes victorias. Se teme que el “Peludo” encarne el papel de Kerenski, el dirigente moderado ruso que abrió el camino a la revolución bolchevique. Tampoco se puede confiar en la policía. Basta de metáforas, se trata de salir a cazar ya no palomas sino maximalistas, es decir, rusos, judíos. En Villa Crespo los muertos se cuentan por centenares. En la pieza teatral, los primos toman merca –cocó- para envalentonarse y se sirven de un empleado fornido, hijo de inmigrantes italianos, que duerme en el “ala de criados” pero no es criado. Se ensañan contra la Biblioteca Juventud Moderna que efectivamente fue destruida.

Aunque conciente de la gravedad de la cuestión social, Ibarguren no tiene dudas de que todo fue un complot soviético. Pedro –Pinie- Wald es el acusado principal, nuestro Lenin. En idisch escribe su pesadilla que permanece encriptada más de 50 años hasta que en 1987 se traduce al castellano, cuando los suplicios por él vividos encuentran parentesco con los de la dictadura. Cuando el miedo afloja. ¿Cómo decirlo? Wald es otro “fusilado que vive” pero Walsh no llegó a conocerlo.

Pasada la euforia, el final de la obra de Kartún es de reconciliación con los eufemismos. Hecho el trabajo sucio, la “niña” se desentiende de la bestialidad de los criados que tan útil le ha sido y se hace poeta. Aun cuando la palabra apenas sobrevolaba su cuna europea, esto ya era el fascismo. Nuestra clase dominante prefiere hacer las peores cosas con palabras bellas. El problema es el de los gobiernos con aliento popular que ven crecer la represión a su alrededor e incluso la sobreviven. Jaqueado, el radicalismo conoció sus límites en el verano de 1919.

31/01/14 Télam


Semana trágica

Buenos Aires bajo el terror y la muerte [Revista Panorama, 1969]

7 de enero de 1919. Una manifestación de obreros en huelga se concentra frente a los portones de los talleres metalúrgicos Pedro Vasena, en Rioja y Cochabamba. Rostros hoscos, .puños crispados, mujeres que se asoman fugazmente a las puertas de los conventillos de la zona. En el aire flota un denso clima de violencia contenida. Se cierne la tragedia. De pronto estalla el drama: por sobre los gritos de hostilidad de la multitud suenan, secos, fatales, los primeros disparos. Los ayes de dolor de los heridos son cubiertos por el crepitar de la fusilería. Nunca pudieron ponerse de acuerdo los historiadores sobre quién comenzó el tiroteo. La polémica no llegó a interesar a la media docena de muertos y a los 34 heridos que se desangraron en las calles empedradas del barrio de San Cristóbal. Ni a las centenares de víctimas que seguirían a esas primeras que se cobró, hace 50 años, la Semana Trágica. Siete días en los que la Argentina se asomó al rostro fratricida de las luchas sociales; a la sangre del pueblo ya derramada en México y Rusia. Y durante los que los argentinos vivieron el mayor cúmulo de experiencias arrojadas por la contienda de clases.
En el medio siglo trascurrido desde entonces, no todas esas experiencias fueron aprovechadas. Algunas aún tardan en asimilarse. Por ejemplo, nadie ha explicado hasta ahora una infausta coincidencia: la huelga provocó el cierre de la fábrica y con ello frustró el primer Intento de integrar en en el país una" planta siderúrgica. Recién en 1946/47 con el Plan Savio, se reanudó el hilo de esa historia. Un hilo desplegado en forma muy lenta: sólo en 1959 comenzó a funcionar el primer alto horno de gran dimensión. Pocos repararon entonces en la pérdida que experimentaba el país. Pero eran tiempos confusos. Hasta la semántica se trabucó y resultó que un anarquista y un bolchevique vinieran a ser la misma cosa; también se unificaban los términos ruso, israelita y maximalista. Lo que resultó fatal para no pocos inmigrantes judíos recién llegados (algunos huyendo de la revolución rusa) a quienes se castigó, paradójicamente, como propagadores de la nueva fe que aborrecían. Los más afortunados entre ellos soportaron bárbaras rasuradas y sangrientas palizas. Los otros, fueron asesinados y sus cuerpos incinerados en la pira común.

El último caudillo

A partir de esos disparos Buenos Aires se convirtió en la capital de la confusión. El presidente Hipólito Yrigoyen, un líder popular de quien se dijera que era el "postrero" (Carlos Sánchez Viamonte: "El último caudillo") hizo todo lo posible por mantener la serenidad. "Querían arrastrarme a reprimir a sangre y fuego" -dijo después-- Procuró, en cambio, controlar la situación e instó a los empresarios a transar rindiéndose sin condiciones ante las demandar obreras"
El 7 de enero fue un día de encrucijadas históricas. Otro caudillo hizo entonces su primera experiencia junto a los trabajadores. Según el testimonio de Diego Abad de Santillán (72 años, fue dirigente de la FORA del V Congreso) entre los oficiales del ejército que reprimieron a las manifestaciones en esa sangrienta jornada, se encontraba un joven teniente: Juan Domingo Perón. Abad de Santillán, sugiere a Panorama al evocar los acontecimientos: "Quizás ahí afirmó su política demagógica, al ver que la represión sólo produce el divorcio del gobierno con el pueblo". La versión peronista, en cambio, sostiene que Perón no tiró contra los obreros. Por el contrario, habría dialogado con ellos, en el tono paternal que caracterizaría treinta anos más tarde su relación con el movimiento sindical.

 
Orígenes del  movimiento obrero

El conflicto

Todo había comenzado el 2 de diciembre de 1918. Los 800 obreros de la empresa se declararon en huelga en reclamo de la reincorporación de algunos compañeros despedidos y de la Jornada laboral de 8 horas. Además, exigían aumento de sueldos. La dirección de Vasena contesta con un categórico no y despide a los huelguistas. La Asociación del Trabajo (presidente Joaquín S. de Anchorena; secretarlo, Atilio Dell'0ro Maini) y la Liga Patriótica Argentina (Manuel Carles, más tarde abogado de Marcelo T. de Alvear) le ofrecen rompehuelgas "krumiros" y protección de sus grupos civiles armados. Los huelguistas organizan sus propios piquetes y comienzan a tomar represalias contra los que quieren quebrar el paro. El conflicto entra en una espiral de violencia y el 24 de diciembre llegan a Incendiar el auto del propio Jefe de policía.
El 8 de enero, después del encuentro frente a la fábrica (reprimieron bomberos y soldados), la FORA del X Congreso declara la huelga general. Los anarquistas de la otra FORA, la del V Congreso, le añaden un calificativo: "revolucionaria", que prende en el ánimo exacerbado de los sectores populares, sacudidos por la matanza del día anterior. Buenos Aires camina por el filo de la navaja de la guerra civil. Ese mismo día, por la tarde, el Poder Ejecutivo designa por decreto jefe de las fuerzas de represión al general Luis J. Dellepiane. "Un hombre bajito pero enérgico -dice Abad de Santillán-, al que no creo un masacrador profesional. Era 'un valiente: se apersonó sin custodia a los manifestantes;"
Los muertos del día 7 fueron velados en locales anarquistas y socialistas. Separados por rivalidades ideológicas, los acercó la muerte y el 9 fueron sepultados juntos en el cementerio de la Chacarita, unidos los cortejos hasta integrar una imponente manifestación de 200.000 personas. Mientras la multitud se dirigía en procesión hacia el cementerio, se produjeron nuevas refriegas en Corrientes y Yatay que crean una atmósfera explosiva. Luego, ya en la Chacarita, cuando el tercero de los oradores iniciaba su discurso, se repiten las agresiones. La guardia de caballería i-"cosacos"-, tropas de infantería del Ejército y bomberos abren fuego. Gritos, imprecaciones, corridas. Desesperados manifestantes se arrojaron dentro de las fosas recién abiertas para buscar un refugio contra la muerte. La política del terror se había desatado.

"Emplazar la artillería"

Dellepiane convoca el 10 a la prensa. Es seco y categórico. Amenaza "emplazar la artillería en la plaza del Congreso y atronar con los cañones toda la ciudad". "La Nación" de esa fecha subraya en su crónica otra advertencia del jefe militar: "Hacer un escarmiento que se recordará durante 50 años". Hipólito Yrigoyen estima que es necesario un esfuerzo para evitar que el incendio se propague. Cita al día siguiente en su despacho a don Pedro Vasena (su correligionario Leopoldo Melo era abogado .de la empresa) y lo insta a aceptar los reclamos sindicales. El conflicto se resuelve por la rendición incondicional del empresario. Así lo entiende la FORA del X Congreso, que da por terminado el movimiento. Los "quintistas", en cambio, creen que ha sonado la hora..de la revolución social y deciden continuar la huelga. A la que se le agrega un objetivo urticante: la libertad de Simón Radowitzky, un anarquista que purgaba prisión perpetua en Ushuaia, por haber matado al jefe de policía Ramón Falcón el 17 de noviembre de 1908. (Durante su segunda presidencia Yrigoyen le alivió la condena y lo puso en libertad).
Durante varios días continuó el terror en fas calles. Las "bandas blancas" -patotas de la Liga Patriótica y la Asociación de! Trabajo- insistieron en actos vandálicos de represalia contra todo lo que consideraban maximalista. ¿Cuántas fueron las víctimas de ese estado de locura colectiva? El escritor Diego Abad de Santillán computa 1.500 muertos y 5 mil heridos Hubo, además, 55.000 prontuariados, con la accesoria, para muchos, de una quincena de confinamiento en la isla Martín García. En su libro "La Semana Trágica", el comisario A. Romariz (oficial de la seccional 34a. de la Boca, durante los sucesos), estima en 800 los fallecidos y en 4.000 los heridos. Agrega detalles escalofriantes: los cadáveres eran rápidamente incinerados conforme a indicaciones del general Dellepiane. El mismo pudo comprobarlo en la Morgue, cuando acudió a reclamar el cuerpo de un suboficial. "Entretenga a la viuda hasta que se olvide", le dijo el funcionario que lo atendió, escudándose en esa orden.

Versión Ideológica

Durante el conflicto, los anarquistas consideraron a la Iglesia su enemiga. Proporcionaba rompehuelgas y condenaba la rebelión. Sin embargo, monseñor Gustavo J. Franceschi, ya destacado sacerdote, se opuso a la represión y hasta justificó, de alguna manera, la reacción popular. Escribió en la revista "Acción": "La organización social actual no satisface los deseos del hombre, que no se resigna a ocupar toda la vida una posición inferior. Por eso resuelve destruirla. Para reprimir al maximalismo... hay que modificar la organización social llevándola a una mayor justicia".
En el otro extremo Diego Abad de Santillan recuerda para Panorama; "Eramos jóvenes, impulsivos, inmaduros. Creíamos que la revolución social era inminente y recurríamos a cualquier extremo. Además, los capitalistas de aquella época no eran como los modernos; acostumbraban a considerar a los obreros como esclavos".
En cuanto a las causas que provocaron el brutal acontecimiento, piensa que influyeron "asuntos extranjeros y nacionales". Por un lado la revolución rusa, la de Ios consejos de Baviera, las agitaciones de Italia y España, por el otro, la presencia de la burguesía en el gobierno, a través del radicalismo, lo cual implicaba un desplazamiento de los tradicionales poseedores del poder.
El recuerdo de la semana trágica tuvo amplia repercusión en la literatura porteña. Un hijo suyo es "Nacha Regules", la novela de Manuel Gálvez. En sus memorias testifíca "Lo arrojé (al libro, publicado en el diario socialista 'La Vanguardia', como folletín) palpitante, aún chorreando lágrimas de sangre, en medio de la farsa de la vida, de la alegre, estúpida o canallesca farsa de la vida." Más tarde abandonaría su incipiente revolucionarismo socialista para transformarse en vocero del nacionalismo.
Otro nacionalista era Carlos Ibarguren ("La historia que he vivido"), recuerda que de regreso a San Isidro en automóvil con su chófer (ambos armados), recogió a un agobiado caminante, en mangas de camisa. "¡Gracias, señor, me salva usted la vida. No podía andar más!", exclamó con marcado acento extranjero. Era el secretario de la embajada de los Estados Unidos, Summer Welles, recién llegado a Buenos Aires, y futuro secretario de Estado norteamericano. Había podido comprobar que éstas eran tierras calientes. Su relación posterior con América latina parece signada por esta visión inicial del continente.
Pasaron los años, y salvo la esporádica llamarada del anarco-sindicalismo español durante la guerra civil de 1939, la ideología ácrata pareció condenada a languidecer hasta la consumición total. Pero en 1968, casi 50 años después de aquella Semana Trágica porteña, en la Sorbona se alzan las banderas rojinegras y alguien grita "¡Viva la anarquía! ", el reloj de la historia pareció retroceder medio
siglo en París; más tarde en México, Roma.

Fuente: www.magicasruinas.com.ar


 
Historia del movimiento obrero (Parte 1)

 
Historia del movimiento obrero (Parte 2)



Frente del periódico anarquista La Protesta, Buenos Aires c. 1904. Archivo General de la Nación


Enero sangriento: una masacre obrera conocida como “la Semana Trágica”

Por Felipe Pigna

La huelga de los 2.500 trabajadores metalúrgicos había comenzado el 2 de diciembre. No pedían demasiado: jornada de ocho horas, salubridad laboral y un salario justo. Para ese entonces los Vasena habían vendido la fábrica a una empresa inglesa, pero seguían gerenciándola. Los antepasados de Adalbert Kriegar Vasena, ministro de economía de Onganía, se mostraron intransigentes frente a lo que llamaban la “insolencia obrera”. Lo que naturalmente puso más “insolentes” a los trabajadores, que decidieron tomar la fábrica y armar un piquete en la puerta del establecimiento en defensa de sus derechos. El señor Vasena tenía buenas relaciones con el gobierno, particularmente con el señor Melo, que además de ser un notable militante radical cercano a Yrigoyen era a la vez asesor legal de Vasena. Y logró que enviaran rápidamente policías y bomberos para castigar la “insolencia” de los explotados organizados.

Todo comenzó el 7 de enero, a eso de las tres y media de la tarde, con un grupo de huelguistas que había formado un piquete tratando de impedir la llegada de materia prima para la fábrica. En ese momento, los conductores que pasaron por donde estaban los huelguistas, develando su verdadera función, comenzaron a disparar sus armas de fuego contra los trabajadores. Al grupo de rompehuelgas se sumaron inmediatamente las fuerzas policiales que estaban destacadas en la zona desde el comienzo de la huelga. Se vivió un clima de pánico en el barrio, la gente corría a refugiarse donde podía.

Cuando terminó de escucharse el ruido ensordecedor de los balazos el saldo fue elocuente: cuatro muertos. Tres de ellos habían sido baleados en sus casas y uno había perecido a causa de los sablazos propinados por la policía montada, los famosos “cosacos”. Hubo además, más de 30 heridos. Según La Prensa fueron disparados más de 2.000 proyectiles por unos 110 policías y bomberos. Sólo tres integrantes de las fuerzas represivas fueron levemente heridos. (…)

La historia oficial no recoge los nombres de los muertos del pueblo. Ellos fueron: Juan Fiorini, argentino, 18 años, soltero, jornalero de la fábrica Bozzalla Hnos., que fue muerto mientras estaba tomando mate en su domicilio de un balazo en la región pectoral; Toribio Barrios, español, 42 años, casado, recolector de basura, muerto en la avenida Alcorta frente al número 3189, de varios sablazos en el cráneo; Santiago Gómez Metrolles, argentino, 32 años, soltero, recolector de basura, de un balazo en el temporal derecho mientras se hallaba en la fonda de avenida Alcorta 3521, de Lázaro Alberti; Miguel Britos, casado, jornalero, muerto a consecuencia también de heridas de bala. Según el propio parte policial que reproduce La Nación, ninguno fue muerto en actitud de combate, ninguno estaba agrediendo a las fuerzas represivas.(…)

Frente a la gravedad de los hechos, uno de los causantes de toda esta tragedia, don Alfredo Vasena, se dignó a reunirse con los delegados gremiales en el Departamento de Policía y les ofreció la reducción de la jornada laboral a 9 horas, un 12 % de aumento de jornales y admisión de cuantos quisieran trabajar. Como la reunión se hizo larga, se decidió continuarla al día siguiente en la propia fábrica. Los obreros llegaron puntualmente a las diez, pero don Vasena se negó a reunirse argumentando que entre los delegados había activistas que no pertenecían a su plantel.

Los obreros armados de cierta paciencia conformaron otra delegación que presentó el pliego de condiciones de los huelguistas: jornada de 8 horas, aumentos de jornales comprendidos entre el 20 y el 40 %, pago de trabajos y horas extraordinarias, readmisión de los obreros despedidos por causas sindicales y abolición del trabajo a destajo. Vasena prometió contestar al día siguiente y, a pedido de los obreros, ordenó que dejaran de circular las chatas de transportes. Pero los hechos se iban a precipitar.

Los muertos que vos matáis

Aquel jueves 9 de enero de 1919 Buenos Aires era una ciudad paralizada. Los negocios habían cerrado, no había espectáculos, ni transporte público, la basura se acumulaba en las esquinas por la huelga de los recolectores, los canillitas habían resuelto vender solamente La Vanguardia y La Protesta, que aquel día titulaba: “El crimen de las fuerzas policiales, embriagadas por el gobierno y Vasena, clama una explosión revolucionaria”. Más allá de las divisiones metodológicas de las centrales obreras, la clase trabajadora de Buenos Aires fue concretando una enorme huelga general de hecho. Los únicos movimientos lo constituían las compactas columnas de trabajadores que se preparaban para enterrar a sus muertos.

Eran hombres, mujeres y niños del pueblo, con sus crespones negros y sus banderas rojas y negras, eran socialistas, anarquistas y sindicalistas revolucionarios que salían a la calle para demostrar que no le tenían miedo a la barbarie “patriótica” de los dueños del país, para dar claro testimonio de que no los asustaban las policías bravas y ahí andaban con su única propiedad, sus hijos, por las calles de aquella Buenos Aires que hacía historia. Lo único que pretendían era homenajear a sus mártires y repudiar la represión estatal y paraestatal. Previsor, el jefe de policía Elpidio González había solicitado y obtenido aquel mismo día del presidente Yrigoyen un decreto que aumentaba en un 20 % el sueldo de los policías a los que les esperaba una dura faena.


Semana de enero (30 minutos) Descargar texto

Masacre en el cementerio

A eso de las tres de la tarde partió el cortejo fúnebre encabezado por la “autodefensa obrera”, unos cien trabajadores armados con revólveres y carabinas. Detrás, una compacta columna de miles de personas, “el pobrerío” como les gustaba llamarlos a los pitucos. El cortejo enfiló por la calle Corrientes hacia el Cementerio del Oeste (La Chacarita). Al llegar a la altura de Yatay, frente a un templo católico, algunos manifestantes anarquistas comenzaron a gritar consignas anticlericales.

La respuesta no se hizo esperar: dentro del templo estaban apostados policías y bomberos que comenzaron a disparar sobre la multitud cobrándose las primeras víctimas de la jornada. Al paso de la columna por las armerías, éstas eran asaltadas por algunos de los manifestantes que “expropiaban” armas cortas, carabinas y fusiles para “la revolución social”.

Aproximadamente a las 17 horas de aquel 9 de enero la interminable y conmovedora columna obrera llegó a la Chacarita, la gente se fue acomodando como pudo entre las tumbas y comenzaron los discursos de los delegados de la FORA IX. En primera fila estaban los familiares de los muertos. Madres, padres, hijos, hermanos desconsolados y acompañados en el dolor y la necesidad de justicia por miles de personas. Mientras hablaba el dirigente Luis Bernard, surgieron abruptamente detrás de los muros del cementerio miembros de la policía y del ejército que comenzaron a disparar sobre la multitud. Era una emboscada. La gente buscó refugio donde pudo, pero fueron muchos los muertos y los heridos. Los sobrevivientes fueron empujados a sablazos y culatazos hacia la salida del cementerio. Según los diarios, hubo 12 muertos y casi doscientos heridos. La prensa obrera habló de 100 muertos y más de cuatrocientos heridos. Ambas versiones coinciden en que entre las fuerzas militares y policiales no hubo bajas. La impunidad iba en aumento. No había antecedentes de semejante matanza de obreros.

Pese a todo, el pueblo movilizado no se amilanó y siguió en la calle exigiendo justicia y pidiéndoles a sus dirigentes que continuara la huelga general, cosa que efectivamente ocurrió. La agitación seguía, y mientras se producía la masacre de la Chacarita un nutrido grupo de trabajadores rodeó la fábrica Vasena y estuvo a punto de incendiarla. En el interior del edificio se encontraban reunidos Alfredo Vasena, Joaquín Anchorena de la Asociación Nacional del Trabajo y el empresario británico comprador, que ante el devenir de los hechos pidió protección a su embajada, que rápidamente se comunicó con la Casa Rosada desde donde partió el flamante jefe de policía y futuro vicepresidente de Alvear, don Elpidio González, a parlamentar con los obreros y pedirles calma. No era el mejor momento y no fue bien recibido. La comitiva encabezada por el funcionario fue atacada, y el propio auto del jefe de policía fue incendiado por la multitud. González debió volverse en taxi a su despacho, pero envió a un grupo de 100 bomberos y policías armados hasta los dientes que dispararon sin contemplaciones sobre la multitud, provocando —según el propio parte policial— 24 muertos y 60 heridos.

En toda la ciudad se produjeron actos de protesta expresando la indignación de los trabajadores por la acción represiva del Estado. (…)

La Liga Patriótica, asesina

Por aquellos primeros días de 1919 a los miembros “más destacados de la sociedad” les dio un fuerte ataque de paranoia. En su fértil imaginación florecían selváticamente las teorías conspirativas. La Revolución Bolchevique se había producido hacía menos de dos años y el simple recuerdo de los soviets de obreros y campesinos decidiendo el destino de la nación más grande del mundo hacía temblar a los dueños de todo en la Argentina. Había que frenar el torrente revolucionario. Comenzaron a reunirse para presionar al gobierno radical, al que veían como incapaz de llevar adelante una represión como la que ellos deseaban y necesitaban.

Según los jefes de las familias más “bien” de la Argentina, se hacía necesario el empleo de una “mano dura” que les recordara a los trabajadores que su lugar en la sociedad viene por el lado de la obediencia y la resignación. Así fue como un grupo de jóvenes de aquellas “mejores familias” se reunieron en la Confitería París y decidieron “patrióticamente” armarse en “defensa propia”. Las reuniones continuaron en los más cómodos salones del “Centro Naval” de Florida y Córdoba, donde fueron cálidamente recibidos por el contralmirante y recontra reaccionario Manuel Domecq García y su colega el contralmirante Eduardo O’Connor, quienes se comprometieron a darle a los ansiosos muchachos instrucción militar. O’Connor dijo aquel 10 de enero de 1919 que Buenos Aires no sería otro Petrogrado e invitaba a la “valiente muchachada” a atacar a los “rusos y catalanes en sus propios barrios si no se atreven a venir al centro”. Los jovencitos “patrióticos” partieron del centro naval con brazaletes con los colores argentinos y armas automáticas generosamente repartidas por Domecq, O’Connor y sus cómplices.

Este grupo inicialmente inorgánico se va a constituir oficialmente como Liga Patriótica Argentina el 16 de enero de 1919. Domecq García ocupó la presidencia en forma provisional hasta abril de 1919, cuando las brigadas eligieron como presidente a Manuel Carlés26 y vice a Pedro Cristophersen. (…)

¿A qué se dedicaban estos ciudadanos preocupados por el orden? Las bandas terroristas armadas que operaban bajo el rótulo de Liga Patriótica Argentina lo hacían con total impunidad y la más absoluta colaboración y complicidad oficiales. Se reunían en las comisarías y allí se les distribuían armas y brazaletes. Desde las sedes policiales partían en coches último modelo manejados por los jovencitos oligarcas, y al grito de “Viva la Patria” se dirigían a las barriadas obreras, a las sedes sindicales, a las bibliotecas obreras, a la sede de los periódicos socialistas y anarquistas para incendiarlos y destruirlos, todo bajo la mirada cómplice de la policía y los bomberos. El barrio judío de Once fue atacado con saña por las bandas patrióticas que se dedicaban a la “caza del ruso”. Allí fueron incendiadas sinagogas y las bibliotecas Avangard y Paole Sión. Los terroristas de la Liga atacaban a los transeúntes, particularmente a los que vestían con algún elemento que determinara su pertenencia a la colectividad. La cobarde agresión no respetó ni edades ni sexos. Los “defensores de la familia y las buenas costumbres” golpeaban con cachiporras y las culatas de sus revólveres a ancianos y arrastraban de los pelos a mujeres y niños.

El triunfo de la huelga

Finalmente el 11 de enero el gobierno radical llegó a un acuerdo con la FORA IX basado en la libertad de los presos que sumaban más de 2.000, un aumento salarial de entre un 20 y un 40 %, según las categorías, el establecimiento de una jornada laboral de nueve horas y la reincorporación de todos los huelguistas despedidos. Poco después las autoridades de la FORA y del Partido Socialista resolvieron la vuelta al trabajo.

El vespertino La Razón titulaba: “Se terminó la huelga, ahora los poderes públicos deben buscar los promotores de la rebelión, de esa rebelión cuya responsabilidad rechazan la FORA y el PS…”. Pero el dolor y la conmoción popular continúan. Los trabajadores se muestran renuentes a volver a sus trabajos. En las asambleas sindicales las mociones por continuar la huelga general se suceden. Por su parte, la FORA V se opone terminantemente a levantar la medida de fuerza y decide “continuar el movimiento como forma de protesta contra los crímenes de Estado”.

Finalmente, el recientemente designado jefe de la Policía Federal, general Luis Dellepiane, recibió el martes 14 de enero por separado a las conducciones de las dos FORA y aceptó sus coincidentes condiciones para volver al trabajo que incluían “la supresión de la ostentación de fuerza por las autoridades” y el “respeto del derecho de reunión”. Pero pasando por encima del general, la policía y miembros de la Liga Patriótica se dieron un gusto que venían postergando: saquearon y destruyeron la sede de La Protesta. Esto motivó la amenaza de renuncia de Dellepiane, que fue rechazada al día siguiente por el propio presidente Yrigoyen, quien además ordenó efectivizar la puesta en libertad de todos los detenidos.

Para el jueves 16, Buenos Aires era casi una ciudad normal: circulaban los tranvías, había alimentos en los mercados, y los cines y teatros volvieron a abrir sus puertas. Las tropas fueron retornando a los cuarteles y los trabajadores ferroviarios fueron retomando lentamente los servicios. Recién el lunes 20 los obreros de Vasena, tras comprobar que todas sus reivindicaciones habían sido cumplidas y que no quedaba ningún compañero despedido ni sancionado, decidieron volver a sus puestos de trabajo. (…)

La rebelión social duró exactamente una semana, del 7 al 14 de enero de 1919. La huelga había triunfado a un costo enorme. El precio no lo pusieron los trabajadores sino los dueños del poder, que hicieron del conflicto un caso testigo en su pulseada con el gobierno al que consiguieron presionar en los momentos más graves e imponerle su voluntad represiva.

Muy bien 10 felicitado

No hubo sanciones para las fuerzas represivas, ni siquiera se habló de “errores o excesos”; por el contrario, el gobierno felicitó a los oficiales y a las tropas encargadas de la represión y volvió a hablar de subversión. Por su parte, Dellepiane, el jefe de la represión, dictó la siguiente orden del día: “Quiero llevar al digno y valiente personal que ha cooperado con las fuerzas del ejército y armada en la sofocación del brutal e inicuo estallido, mi palabra más sentida de agradecimiento, al mismo tiempo que el deseo de que los componentes de toda jerarquía de tan nobles instituciones, encargadas de salvaguardar los más sagrados intereses de esta gran metrópoli, sientan palpitar sus pechos únicamente por el impulso de nobles ideales, presentándolos como coraza invulnerable a la incitación malsana con que se quiere disfrazar propósitos inconfesables y cobardes apetitos”.

El embajador de Yrigoyen en Gran Bretaña, Álvarez de Toledo, tranquiliza a los inversores extranjeros en un reportaje concedido al Times de Londres y reproducido por La Nación: “Los recientes conflictos obreros en la República Argentina no fueron más que simple reflejo de una situación común a todos los países y que la aplicación enérgica de la ley de residencia y la deportación de más de doscientos cabecillas bastaron para detener el avance del movimiento, que actualmente está dominado. [Agregó que] la República Argentina reconoce plenamente la deuda de gratitud hacia los capitales extranjeros, y muy especialmente hacia los británicos por la participación que han tenido en el desarrollo del país, y que está dispuesto a ofrecer toda clase de facilidades para otro desarrollo de su actividad”.

Donaciones de almas caritativas

Los sectores más pudientes de la sociedad se mostraron muy agradecidos con los miembros de las fuerzas represivas y quisieron premiarlas con lo único que a ambas partes les interesa a la hora de los homenajes: dinero. Las empresas beneficiadas con la “disciplina social”, las damas de beneficencia y otras entidades “de bien público” iniciaron colectas “pro defensores del orden”. Así lo detalla La Nación: “En el local de la Asociación del Trabajo se reunió ayer la Junta Directiva de la Comisión pro defensores del orden, que preside el contralmirante Domecq García, adoptándose diversas resoluciones de importancia. Se resolvió designar comisiones especiales que tendrán a su cargo la recolección de fondos en la banca, el comercio, la industria, el foro, etc., y se adoptaron diversas disposiciones tendientes a hacer que el óbolo llegue en forma equitativa a todos los hogares de los defensores del orden. […] La empresa del ferrocarril del Oeste ha resuelto contribuir con la suma de 5.000 pesos al fondo de la suscripción nacional promovida a favor de los argentinos que han tenido a su cargo la tarea de restablecer el orden durante los recientes sucesos.

Un grupo de jóvenes radicados en la sección 15 de la policía ha iniciado una colecta entre los vecinos con objeto de entregar una suma de dinero a los agentes pertenecientes a la citada comisaría, con motivo de su actuación en los últimos sucesos”.

“La comisión central pro defensores del orden recibió ayer las siguientes cantidades:

Frigorífico Swift $ 1.000
Club Francais 500
Eugenio Mattaldi 500
Escalada y Cía. 100
Leng Roberts y Cía. 500
Juan Angel López 200
Matías Errázuriz 500
Horacio Sánchez y Elía 7.000
Jockey Club 5.000
Cía. Alemana de electricidad 1.000
Arable King y Cía 100
Elena S. de Gómez. 200
Las Palmas Produce Cía. 1.000
Mac Donald 300
Frigorífico Armour 1.000

Fieras hambrientas

Nadie se acordó de los familiares de los 700 muertos y de los más de 4.000 heridos. Eran gente del pueblo, eran trabajadores, eran, en términos de Carlés, “insolentes” que habían osado defender sus derechos. Para ellos no hubo “suscripciones” ni donaciones para aquellas viudas con sus hijos sumidos en la más absoluta tristeza y pobreza, para los hijos del pueblo no hubo ningún consuelo. La caridad tenía una sola cara. Sólo varios meses después de terminada la represión de aquella Semana Trágica, las damas de caridad y la jerarquía de la Iglesia Católica lanzaron una colecta para reunir fondos para darle limosnas a las familias más necesitadas. Lo hacían evidentemente en defensa propia. Si a alguien le queda alguna duda, he aquí parte del texto de lanzamiento de la Gran Colecta Nacional: “Dime: ¿qué menos podrías hacer si te vieras acosado o acosada por una manada de fieras hambrientas, que echarles pedazos de carne para aplacar el furor y taparles la boca? Los bárbaros ya están a las puertas de Roma”.

Fuente: Adaptación de Los mitos de la historia argentina III, de Felipe Pigna, Editorial Planeta, 2006



La FORA en el movimiento obrero

Por Antonio López

1987 Centro Editor de América Latina S.A.
Biblioteca Política Argentina

PALABRAS PRELIMINARES

El movimiento obrero es el arma primordial que poseen los trabajadores para enfrentar con posibilidades de éxito a la patronal, tratando de mejorar las condiciones de vida en que se desenvuelven en la sociedad capitalista, ya sea ésta con predominio del capital privado, o, con predominio del capitalismo estatal.
Una parte del movimiento obrero, hoy ampliamente mayoritario a nivel mundial, circunscribe su accionar a un mejoratívismo que no cuestiona la existencia de ese sistema social —capitalismo privado o capitalismo estatal— y que, en muchos casos, e verdaderamente al servicio de fuerzas ideológicas, de fuerzas políticas, que lo utilizan como uno de los puntales en que se basamenta ese sistema social de explotación.
Otra parte del movimiento obrero, proporcionalmente minúscula considerada mundialmente, cuestiona ese sistema social de explotación, y tiende, como aspiración finalista, a sustituirlo por otro en que la explotación del hombre por el hombre, desaparezca. Es obvio que, si desaparece la explotación del hombre por el hombre, su consecuencia es ni más ni menos, que un sistema social de libres y de iguales.
Para lograr sus objetivos, ambas formas de encarar el movimiento obrero, diferían —y difieren en la actualidad— en sus medios. Bien se ha dicho que debe haber una correlación, una correspondencia, entre medios y fines; que estos últimos, deben estar consustanciados con los medios que se utilicen para conseguirlos. Es así, que toda la fracción del movimiento obrero ampliamente mayoritaria en la actualidad, consecuente con sus propósitos meramente mejorativistas, es decir, reformistas, utiliza medios que no contradicen esos propósitos, esos fines. Esos medios, legalizados es decir controlados por el Estado que ha Embretado al movimiento obrero en una maraña de leyes que lo maniatan, es no solamente aceptado, sino fomentado por la amplia gama de sindicalistas reformistas, que propician la intervención del Estado como intermediario y arbitro en los conflictos entre patrones y trabajadores. En nuestro país, es una demostración de ello, la posición que frente a la denominada Ley de Asociaciones Profesionales, mantienen los sindicalistas de extracciones políticas diversas: peronistas, socialistas, comunistas, etc., a quienes por encima de sus diferencias, une la tendencia legalista, es decir, reformista. Por el contrario, el otro sector del movimiento obrero, el de proporciones minúsculas en la actualidad considerando todo el globo terráqueo, basa su accionar tendiente a no detenerse en propósitos solamente mejorativistas, pero sin descuidarlos, en lograr un cambio total en las relaciones sociales, es decir, un cambio revolucionario, en medios que están coherentemente relacionados con esos fines, utilizando exclusivamente, la acción directa, que consiste esencialmente en el tratamiento directo entre patrones y trabajadores de todos los problemas que surgen de esa relación de dependencia que mantienen, sin aceptar bajo ninguna circunstancia la intromisión del Estado, como intermediario o arbitro.
En nuestro país, ésta última posición, la del movimiento obrero finalista, revolucionario, ha sido sostenida esencialmente por la Federación Obrera Regional Argentina (FORA), y, si bien es cierto, que hoy ha dejado prácticamente de existir, su historia, extraordinariamente rica en episodios de gran valor para extraer enseñanzas, merece que sea conocida por los jóvenes que ignoran casi totalmente todo lo que fue y significó el movimiento obrero argentino anterior al peronismo. De este movimiento obrero argentino, nos vamos a referir solamente a la organización fundamental de la parte revolucionaria, la Federación Obrera Regional Argentina, historiando a grandes rasgos algunos hechos y características.
Por otra parte, de autores que se han ocupado del tema, de documentos que hacen al asunto que nos preocupa, de testimonios verbales de viejos militantes y, aún, del conocimiento directo, se nutren las páginas que siguen.

"Marchas y Canciones de las luchas de los obreros anarquistas argentinos (1904-1936)". Producción por Virgilio Expósito en las postrimerías de la dictadura de Lanusse, voz: Hector Alterio, guión: Osvaldo Bayer.



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Lado A: 15' - Lado B: 17'

I- FUNDACIÓN DE LA FEDERACIÓN OBRERA REGIONAL ARGENTINA

La Federación Obrera Argentina (desde 1904 Federación Obrera Regional Argentina) fue fundada el 25 de Mayo de 1901 por un grupo de Sociedades de Resistencia, en las que ejercían fuerte influencia trabajadores que sustentaban las ideologías que desde los tiempos de la primera Asociación Internacional de los Trabajadores disputaban la supremacía en el movimiento obrero. Por un lado, los bakuninistas, o antiautoritarios, o, finalmente, anarquistas; por el otro lado, los marxistas, o autoritarios, o, finalmente, socialistas. En la Argentina se reproduce esa confrontación que, muchas veces adquirió tintes violentos, por más que ambas comentes aspiraran a llegar a los mismos fines: la organización de "una sociedad basada en los principios socialistas: en lo que sí diferían, indudablemente, era en los medios utilizados para lograr esos fines. Los socialistas iban a la conquista del Estado para, desde ahí, implantar el socialismo. Los anarquistas fincaban su accionar en la destrucción del Estado por medio de la Revolución Social, para entonces, organizar la sociedad con parámetros socialistas.
No es extraño que en la Argentina se reprodujera la controversia entre socialistas y anarquistas, si se tiene en cuenta que los iniciadores del movimiento obrero argentino eran, en su gran mayoría, inmigrantes europeos (precisamente en Europa había tenido origen la controversia) que, en gran proporción, habían adquirido esas ideas en sus países de origen.
La Federación Obrera Regional Argentina tenía lejanos antecedentes en la década de 1870-1880, durante la cual se habían organizado algunas secciones adheridas a la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT). Fue escaso el eco que despertó entre los nativos del país esta inquietud que desarrolló su accionar en algunos círculos de trabajadores extranjeros. Lo cierto es que el ensayo no tuvo mayor trascendencia y prontamente cayó en el olvido. Donde sí tuvo algún grado de éxito fue en la vecina orilla. En Montevideo llegó a organizarse la Federación Regional Uruguaya, adherida a la Asociación Internacional de los Trabajadores.
Otros antecedentes de organizaciones que sirvieron de nexo a las Sociedades de Resistencia existentes, ya más cercanas en el tiempo, tuvieron concreción a partir de 1890. La primera de ellas tuvo lugar en el año indicado; con el nombre de Federación de los Trabajadores de la Región Argentina se proponía "la unión de los obreros de esta región, para defender sus intereses morales y materiales, y practicar la solidaridad con los hermanos de todas las regiones en lucha contra el capital y sus monopolizadores".

En su primer Congreso de Agosto de 1891 se resuelve:
"a) Designar una comisión para formular 'un programa análogo al de los partidos obreros europeos';
"b) Propugnar la jornada de ocho horas de trabajo y un descanso semanal de 36 horas seguidas;
"c) Considerando la propiedad individual de los medios de producción, fuente del malestar que soporta la clase obrera, el congreso vota 'en favor de la abolición completa de la propiedad individual, en conformidad con todos los partidos de lodos los países' ".
Esta primera expresión del movimiento obrero organizado en el país, de franco carácter socialista según lo atestigua lo transcripto, fue disuelta poco después de su segundo Congreso.'
Recién en 1894 se organizó un nuevo nucleamiento de sociedades de resistencia, la Federación Obrera Argentina. "El programa, dice Jacinto Oddone, era un largo documento, platónico en gran parte, con reivindicaciones económicas y políticas, semejante al de la primera Federación, que más se adaptaba para un partido político que para una organización gremial. Por eso es que, fuera de los delegados que lo habían sancionado, encontró una seria resistencia, al punto que nunca fue aceptado por los gremios." (*2)

Una tercera tentativa de Federación Obrera se llevó a cabo en 1896, proponiéndose lo siguiente:
"a) Reunir en su seno a las diversas organizaciones (sociedades de oficio) que tengan por objeto el mejoramiento y defensa de las condiciones de trabajo por medio de la asociación.
"b) Promover la creación de nuevas sociedades donde no existan, y auxiliarlas para que se constituyan.
"c) Practicar debidamente el principio de solidaridad entre las organizaciones adheridas, con arreglo a las prescripciones del presente reglamento.
"d) Mantener estrechas relaciones con los organismos obreros de los demás países que persigan el mismo fin que esta Federación y practicar con ellas del mismo modo, siempre que sea posible, el principio de solidaridad.
"e) Recabar de los poderes públicos leyes que favorezcan los intereses del trabajo, tales como la jornada de ocho horas, fijación de un salario mínimo, igualdad del salario para los obreros de uno y otro sexo, etc.
"f) Fuera de este objeto y de lo que con él tenga relación directa, la Federación no defiende principios económicos determinados, no pertenece a ningún partido político, no profesa ninguna religión, y no conoce distinciones de raza o nacionalidad. Sus miembros son libres personalmente de defender y propagar las opiniones que consideren más acertadas independiente del de la organización." (*3)

Antes de finalizar 1897 se había diluido esta tercera tentativa de organizar una Federación Obrera en la Argentina.
Por último, para finalizar la mención de las tentativas de organización que precedieron a la Federación Obrera Regional Argentina, tenemos que referirnos a una iniciativa del Partido Socialista para dar vida a la Federación general de Organizaciones Obreras de Buenos Aires, que tuvo efecto en 1900. Las aspiraciones de la flamante Federación eran las siguientes:
"a) La reglamentación de la jornada de trabajo para los adultos, mujeres y niños;
"b) Una Ley que instituya el descanso dominical;
"c) La abolición del trabajo a destajo;
"d) Leyes que responsabilicen a los patronos por los accidentes de trabajo;
"e) Una ley creando tribunales arbitrales, formados por patronos y obreros, para dirimir las diferencias que se produjesen entre unos y otros;
"f) Higienización de las habitaciones obreras;
"g) Concesión de pensiones y subsidios a los obreros ancianos y a los inválidos del trabajo." (*4)
Para lograr esos propósitos haría "peticiones a los poderes públicos nacionales, provinciales y municipales, y si no obtuviera satisfacción a sus pedidos", emplearía 'los medios que dentro del orden estén a su alcance para llegar a la conquista de sus aspiraciones". (*5)

Fracasadas estas tentativas de organización de una Federación Obrera, no se perdieron esos propósitos ya que, como dejamos dicho, el 25 de Mayo de 1901, se realizó el Congreso fundador de la Federación Obrera Argentina que sí perduraría en el tiempo y dejaría honda huella en las luchas sociales de la Argentina en las primeras décadas de este siglo.
Sentadas las bases fundadoras de la nueva Federación (Anexo Documental N° 1), (*6) desde un principio se puso de manifiesto la supremacía "de los anarquistas sobre los socialistas que habían participado en su constitución, produciéndose ya en el segundo Congreso celebrado en 1902, el retiro de estos últimos que organizaron una nueva central obrera: la Unión General de Trabajadores (UGT). Desde el mismo instante de la separación de anarquistas y socialistas en dos organizaciones distintas, se realizaron variados intentos de unificación que finalizaron en continuos fracasos, hasta que, varios años más tarde, cuando ya la Unión General de Trabajadores había desaparecido dando paso a la Confederación Obrera Regional Argentina (CORA), con predominancia en ese entonces de los llamados sindicalistas puros en detrimento de los socialistas, esa inquietud unificadora fructificó al disolverse la CORA e ingresar masivamente sus Sociedades de Resistencia en la Federación Obrera Regional Argentina.
Como decíamos, en La FORA tuvieron especial predicamento los anarquistas, que superando opuestos puntos de vista entre sus propios partidarios —los había refractarios a toda organización, a los cuales se denominaba antiorganizadores— pusieron especial énfasis en ese frente de actuación que, debido a esa circunstancia, adquirió relevante importancia a través de varias décadas, constituyéndose en el principal campo de propagación de sus ideas revolucionarias.
En ese sentido, en el sentido de sus ideas revolucionarias, la FORA puede considerarse sin lugar a dudas, como la heredera de la Primera Internacional, en especial modo de su Federación Regional Española. Tanto es así, que puede menos que convenirse, en la identidad de ideas que representa la resolución redactada por el famoso revolucionario ruso Miguel Bakunin y aprobada por el Congreso de Saint Imier (Anexo N 3), realizado en Setiembre de 1872 por secciones antiautoritarias de la Asociación Internacional de Trabajadores que se habían alzado contra la autoridad del Consejo General y desconocían lo que la mayoría amañada por los marxistas había aprobado en el reciente Congreso de La Haya, con la recomendación finalista del comunismo anárquico aprobada por el 5° Congreso de la FORA llevado a cabo en 1905. (Anexo N° 4.)
El Congreso de Saint Imier significó prácticamente el comienzo del anarquismo como movimiento organizado, ya que anteriormente su actuación había sido la de integrante junto con otras corrientes socialistas, de una misma organización. Esto no dejó de tener vigencia sino en una forma algo gradual, pero, desde el Congreso referido la diferenciación se fue acentuando cada vez más hasta culminar en la separación definitiva.
Para certificar la importancia del Congreso de Saint Imier y la influencia que adquirió para la difusión de las ideas y la organización anarquistas, insertamos dos dictámenes aprobados en el mismo sobre los temas, "Pacto de Admistad, Solidaridad y Defensa Mutua" (Anexo N° 2), y, "De la organización del trabajo" (Anexo N8 5).
En el 4a Congreso de la FORA se aprobaron las bases fundamentales de su organización y de sus medios de lucha: El Pacto de Solidaridad (Anexo N° 6). El "Sistema de Organización" (Anexo N° 7) y "Declaración de Principios" (Anexo N° 8). Si cotejamos esos documentos básales con los que regían la vida orgánica de la Federación Regional Española de la Asociación Internacional de los Trabajadores (Anexo N°9), veremos las similitudes existentes incluso en la terminología empleada; obsérvese por ejemplo que las sociedades constituidas se denominaban Sociedades de Resistencia a pesar de que cuando se fundó la FORA, el sindicalismo ya estaba en pleno auge en Francia y otros países de Europa. Claro está que no faltaban las diferencias entre ambas organizaciones, mientras los anarquistas españoles de la primera hora se aglutinaban en la clandestina Alianza de la Democracia Socialista (Anexos N5 10 y 11) con el objeto de influir en la Federación Regional Española, en la Argentina los anarquistas que militaban en la FORA combatían a través del tiempo —como veremos más adelante— porque en la época en que ya la FORA llevaba largos años de actividad y en España la Confederación Nacional del Trabajo era la organización sindical orientada por los anarcosindicalistas, se fundó en 1927 la Federación Anarquista Ibérica con idénticos objetivos que la antigua Alianza de la Democracia Socialista.
Hay que apuntar que el sistema de organización aprobado en el 49 Congreso de la FORA, no se puso en práctica en todos sus términos, ya que la constitución de las Federaciones de Oficio y las Federaciones de Oficios similares no fueron aprobadas en nombre de salvaguardar los principios federalistas, salvo en los casos de los obreros portuarios y de los obreros ferroviarios que, por breve tiempo, fueron autorizados a funcionar como Federaciones de Oficios. (Anexos N8 97-98-121-125-133.)
El funcionamiento del Consejo Federal muchas veces excedió el marco que lo fijaba al sistema de organización aprobado —"Centro de Correspondencia de toda la República, el intermediario entre todas las sociedades y federaciones"— (Anexo N° 7), lo que dio pie para no pocas disputas y reyertas que tuvieron viva incidencia en las divisiones que se produjeron, a las que nos referiremos más adelante.

II- RESOLUCIONES DE CONGRESOS Y REUNIONES REGIONALES DE DELEGADOS

A través de su existencia, la FORA realizó 11 Congresos ordinarios —no se incluye el 9* Congreso de 1915, luego desconocido aunque sus resoluciones están transcriptas en el Anexo Documental—, 2 Congresos Extraordinarios y no menos de 10 Reuniones Regionales de Delegados. Repasando suscintamente los acuerdos adoptados, podremos colegir cuáles eran las inquietudes que preocupaban a los trabajadores y a los militantes, más activos en cada momento. Esas inquietudes en muchos temas se reiteraban continuamente: otras veces aparecen nuevos planteos ante problemas también nuevos. Asimismo permiten apreciar, que en muchos aspectos fueron precursores en el planteo y aporte de soluciones que, posteriormente, tuvieron vigencia a través de la legislación laboral.

Legislación laboral

'Desde principios de siglo hasta ahora muchos son los cambios que se han sucedido en las condiciones de trabajo. Las organizaciones obreras, de todas las ideologías que. se disputaron el control del movimiento obrero, influyeron decisivamente para que las condiciones infrahumanas imperantes en aquellos años se fueran morigerando paulatinamente, logrando condiciones más humanas tanto en lo que respecta a la duración de la jornada de trabajo —variaban entre 9 y 14 horas diarias—(*7), como en el nivel de los salarios que aproximadamente iban de $1 a $4 diarios para los hombres y de $0.80 a $3 para las mujeres, según los gremios y la categoría profesional (*8). Los salarios no les alcanzaban —salvo en las categorías más privilegiadas— para solventar los gastos mensuales de comida, vestido, transporte y alquiler que eran muy caros para el nivel medio de ingresos que tenían los trabajadores. A las condiciones de extrema explotación que padecían en sus ocupaciones, se sumaba el tener que habitar en conventillos que habían proliferado en una ciudad cada vez más grande. Los conventillos aunaban al hacinamiento más promiscuo, la casi total falta de las más elementales condiciones de higiene. Así los describe un socialista que fue militante sindical de la primera hora:
"Imaginemos un terreno de 10 a 15 metros de frente (los hay que sólo tienen de 6 a 8) para 50 a 60 de fondo; algo que se asemeja a un edificio, por su parte exterior, o casa de miserable aspecto: generalmente un zaguán cuyas paredes no pueden ser más mugrientas, al final del cual una pared de dos metros de altura impide que el transeúnte se aperciba de las delicias del interior. Franquead el zaguán, y veréis dos largas filas de habitaciones, en el centro de aquel patio cruzado por sogas en todas direcciones, una mugrienta escalera de madera pone en comunicación con la parte alta del edificio. El conjunto de piezas, más bien que asemejarse a habitaciones, cualquiera diría que son palomares; al lado de la puerta de cada cuarto, amontonados en completo desorden, cajones que hacen las veces de cocina, tinas de lavar, receptáculos de basuras, en fin, todos los enseres indispensables de una familia, que por lo reducido de la habitación forzosamente tienen que quedar a la intemperie. En la parte alta del conventillo la estrechez es mayor, pues no teniendo los corredores más que un metro o metro y medio de ancho, apenas queda espacio para poder pasar.
"Las habitaciones son generalmente de 3 por 4 metros de altura, excelentes piezas, cuando llegan a tener una superficie de 4 por 5. Esas celdas son ocupadas por familias obreras, la mayoría con 3, 4, 5 y hasta 6 hijos, cuando no por 3ó4 hombres solos. Adornan estas habitaciones dos o tres camas de hierro o simples catres, una mesa de pino, algunas sillas de paja, un baúl medio carcomido, un cajón que hace las veces de aparador, una máquina de coser, lodo hacinado para dejar un pequeño espacio donde poder pasar las paredes, que piden a gritos una mano de blanqueo, engalanadas con imágenes de madonas o estampas de reyes, generales o caudillos populares, tales son, en cuatro pinceladas, los tugurios que habitan las familias de obreras en Buenos Aires, los que a la vez sirven de dormitorio, sala, comedor y taller de sus moradores.
"Pocos son los conventillos donde se albergan menos de 150 personas. Todos son, a su vez, focos de infección, verdaderos infiernos, pues el ejército de chiquillos, en eterna algarabía, no cesa en su gritería, mientras los más pequeñuelos, semidesnudos y harapientos, cruzan gateando por el patio recogiendo y llevando a sus bocas cuanto residuo hallan a mano; los mayorcitos saltan, gritan y brincan, produciendo desde las 7 de la mañana hasta las 9 de la noche un bullicio insoportable".(*9)
La FORA desde el primer momento se ocupó de esta situación lamentable tratando de ponerle coto. Fueron múltiples los conflictos que se fueron sucediendo planteados por las organizaciones foristas que siempre consideraron que las conquistas que se lograban no significaban la finalización de la explotación a que eran sometidos los trabajadores, explotación que solamente tendría su fin con la Revolución Social expropiadora y la consiguiente emancipación que se buscaba, asimismo creían que esas conquistas solamente podrían mantenerse por la fuerza de la organización obrera y no mediante leyes que sancionara el Estado, cuya finalidad era el quitarle a los trabajadores y a sus organizaciones sindicales motivos para una acción reivindicativa de carácter ilegal y en muchos casos revolucionaria.
"En todos sus Congresos y Reuniones Regionales de Delegados, la central obrera orientada por los anarquistas, se ocupó de diversos aspectos relacionados con lo que venimos apuntando; pruebas de ello aportamos en los puntos del Anexo Documental números 12, 13, 20, 21, 25, 32, 44, 51, 57, 59, 61, 66, 89, 90, 95, 97, 178 y 192.

Los alquileres

Ya hemos apuntado que los alquileres que se cobraban en Buenos Aires eran muy caros teniendo en cuenta la escasa capacidad de los bajos salarios que se pagaban. Esta situación trajo como consecuencia que se plantearan continuamente problemas que finalizaban en muchas ocasiones con el desalojo de los que no podían pagarlos. Los dueños de los conventillos habían encontrado un verdadero filón para obtener rápidas y pingües ganancias. Como no podía ser menos, los militantes foristas que padecían a la par de todos los demás inquilinos las consecuencias de tal situación, encararon ese problema en varios de sus congresos (Anexo N9 14 y 46) en procura de una rebaja de los mismos.
La agitación producida en los inquilinatos por las condiciones deplorables de habitabilidad, los altos alquileres y el despótico trato que les dispensaban los dueños y los encargados que ellos designaban, hizo eclosión en 1907, cuando a raíz de "un fuerte aumento de los impuestos municipales y territoriales, que los propietarios de las casas de inquilinato trasladaron de inmediato a los alquileres" fue que "La Liga de inquilinos sugirió a los locatarios que no se pagaran los arriendos hasta tanto no se suprimiera el aumento".(*10)
La sugerencia tuvo amplia aceptación, dejando de pagarse el alquiler en numerosos conventillos de la Capital, algunos pueblos circunvecinos y, aun, ciudades del interior.
Los participantes de tan singular movimiento huelguístico, se organizaron para poder enfrentar a los dueños de los conventillos y a la policía que —como es natural— volcó su acción en favor de éstos. La organización de los huelguistas tuvo un amplio carácter horizontal, carácter al que no fueron ajenos los anarquistas que participaron activamente en el mismo.
Otro elemento que hay que tener en cuenta, es la participación activa de numerosas mujeres en el movimiento; téngase en cuenta que eran ellas las que más sufrían las deplorables condiciones de los conventillos, ya que mientras los hombres pasaban muchas horas en sus trabajos y aún en otras actividades, las mujeres transcurrían todo el tiempo en ese ámbito que tan vividamente describió Adrián Patroni.
"Hacia fines de Setiembre comenzaron a producirse los primeros desalojos. Los inquilinos a veces podían demostrar enfermedad de algunos de los posibles damnificados, y entonces evitaban el desalojo, pero cuando no había enfermos iban a dar con sus trastos a la calle o al patio del conventillo, aunque muchos eran recibidos -por sus propios vecinos en actos de solidaridad que se multiplicaban a medida que avanzó el conflicto.
"El anarquismo propuso que los locatarios desalojados por la justicia acamparan en las plazas públicas y para tal efecto la Sociedad de Resistencia de Conductores de Carros —miembro de la FORA— estableció que carros y carreros se pusieran a disposición de los huelguistas. Esta medida fue duramente criticada por el Partido Socialista —enfrentado tácitamente con el anarquismo— que si bien apoyó a los inquilinos, consideró el conflicto como un contrasentido, pues los consumidores no podían ni debían hacer huelgas que solo eran viables en el campo de la producción. La alternativa ofrecida por los seguidores de J. B. Justo se basaba en la asociación de los trabajadores en las cooperativas de edificación, donde a través del ahorro los asociados accederían a viviendas modestas, pero dignas.
"Las autoridades encontraron una enconada oposición en los inquilinos que comenzaron a resistir las decisiones judiciales. Caseros, propietarios y oficiales de justicia eran enfrentados por los locatarios, razón por la cual se apeló a la policía y al cuerpo de bomberos para efec-tivizar los desalojos. No obstante, un sinnúmero de conventillos no acataron las órdenes de las fuerzas de represión y resistieron atrincherados dentro de la casa, cerrando los portones de entrada y utilizando como armas defensivas escobas, piedras, maderas y calderos con agua hirviendo que amenazaban volcar sobre las autoridades."(*11)
Para fines del año el movimiento decayó; las prisiones, deportaciones, en especial modo de anarquistas que habían activado, etc., tuvieron finalmente el efecto deseado por los propietarios y las autoridades. No se modificaron las condiciones de la vivienda y de los alquileres sino muy parcialmente, pero el movimiento quedó como una demostración insólita por lo inédita, y, como un camino que posteriormente dejó de transitarse y no fue resuelto jamás.

Escuelas libres

La enseñanza fue otro de, los temas que reiteradamente se plantearon en la FORA. Fundada en los años en que Francisco Ferrer Guardia realizaba en Barcelona, España, la experiencia renovadora que significaba la enseñanza racionalista que impartía la Escuela Moderna por él organizada.
Piénsese en que, por ese entonces, la Iglesia dominaba con su prédica oscurantista, la labor educativa y, Ferrer, con su nuevo método, la puso en una situación de franco entredicho. No podía quedar impune el atrevimiento del educador que revolucionaba el sistema imperante, y, la Iglesia con su aliado, 'el Estado, se cobró tamaña osadía segando con un burdo pretexto, la vida de quien así los desafiaba.
Ferrer fue fusilado en Montjuich en 1909, pero su obra quedó y fue reivindicada por quienes fueron sus sucesores. En la Argentina, los anarquistas en general, y la FORA en particular, procuraron —con escasos medios— difundir la enseñanza libre mediante la creación de escuelas, bibliotecas, etc. Prácticamente no había Sociedad de Resistencia que no estuviera dotada de una modesta biblioteca, colocada a disposición de sus asociados, para aficionarlos a la buena lectura y a incrementar sus conocimientos.
Los Congresos y Reuniones Regionales de la FORA, se ocuparon recurrentemente de este tema (Anexo: N° 22, 24, 34, 38, 45, 88). No puedo dejar de mencionar que el lema "libertad por la educación" que figura en el dictamen aprobado por el tercer Congreso de la FORA, fue rescatado más de 50 años después, por el compañero Profesor Guillermo Savloff, que organizó la Asociación de Educación libre (ADEL) que funcionó en sus comienzos en la Biblioteca Popular José Ingenieros y luego en otros locales. El Profesor Savloff fue una de las víctimas de la despiadada represión desatada en la Argentina en la década del 70: su cuerpo apareció acribillado a balazos a fines de Enero de 1976.

La mujer

Los movimientos feministas buscan generalmente reivindicar a la mujer en su carácter de víctima de la dominación del hombre. Este planteo muchas veces adolece de falta de profundidad; los anarquistas sostenemos que, además de ser dominadas por el hombre, la mujer es una víctima a la par de aquél, del sistema social imperante basado en la explotación del hombre por el hombre. Consideramos que ambos —hombre y mujer— deben marchar unidos para luchar por la desaparición de ese sistema, y la concreción de otro sistema social igualitario en que desaparezcan todas las desigualdades y, el hombre y la mujer mancomunados se emancipen de todas las dominaciones. En el Anexo Documental (Ns 23, 30, 71) queda el testimonio de que está situación también fue considerada en las instancias máximas que significaban los Congresos de la FORA. Entre sus militantes hubo un pequeño número de mujeres que realizaron una activa labor por la concreción de esos objetivos que esbozamos escuetamente.

Los rentados

Las antiguas Sociedades de Resistencia, primeras organizaciones profesionales que formó el proletariado del país, se sostenían gracias al esfuerzo de pequeños núcleos que estaban poseídos por la mística de la militancia. Su actividad y entusiasmo abrieron brecha en la cerrada caparazón que oponía la ignorancia de los trabajadores; éstos se afiliaban impelidos por la necesidad de obtener mediante ese expediente mejoras en su triste condición de asalariados sometidos al capricho del patrón y del capataz. La relación que existía entre el militante activo —base de sustentación de organización— y el simplemente afiliado que no cumplía tareas de responsabilidad, era directa, puesto que aquéllos desarrollaban su labor sindical luego de trabajar, a la par de los demás, en la fábrica o en el taller y sin percibir ninguna retribución por ello. La evolución extraordinaria que en lo cuantitativo ha alcanzado el movimiento sindical modificó sustancialmente el panorama referido; de organizaciones minoritarias, vistas con respecto a la cantidad de trabajadores de cada gremio, han pasado a ser mayoritarias y las relaciones que mantienen los trabajadores con su sindicato —salvo excepciones, tanto individuales como de sindicatos, confirmatorias de la regla— se pueden clasificar de acuerdo a su situación dentro de él, en tres grupos: dirigentes, delegados y comisiones internas, y afiliados.
Los dirigentes en su mayoría están embanderados ideológicamente y en su generalidad configuran una casta que toma decisiones de por sí sin consultar a la masa de afiliados. Los anteproyectos de convenio, aumentos de cuotas, destino de fondos sindicales, etc., son dispuestos por ellos, contando a lo sumo con la aprobación de congresos de delegados proclives a aceptar todo lo que quieren y que a su vez no consultan a los afiliados de base.
El movimiento sindical es hoy un importante grupo de presión y su manejo significa tener en las manos un elemento de fuerza de primer orden. Muchos integrantes de este núcleo se sirven del sindicalismo como trampolín para incursionar en la política; otros, más modestos, se conforman con formar parte de la burocracia rentada que es mantenida por los sindicatos, convirtiéndose en rutinarios funcionarios durante un tiempo bastante prolongado que generalmente dura hasta que por alguna circunstancia son desplazados por otros en las mismas condiciones.
Las comisiones internas y delegados nutren el grupo dirigente, su actividad consiste en encarar la solución de los problemas —generalmente pequeños— que surgen en cada lugar de trabajo o en su defecto llevarlos a la instancia superior del sindicato, y en hacer de portadores de las órdenes del grupo dirigente a los afiliados. En las grandes y aún medianas empresas constituyen un grupo rentado —la patronal les paga los salarios o sueldos aunque no cumplan tareas laborales sino en algunos casos y en mínima medida— y cuentan incluso con oficinas o sitios especiales destinados a la atención de sus actividades. Lo mismo que en el grupo dirigente, se perpetúan en sus cargos, constituyendo una casta de funcionarios colocada inmediatamente debajo de aquélla.
La FORA expuso su opinión sobre los rentados —lejano antecedente de la burocracia actual— en resoluciones que llevan los números 52 y 102 del Anexo Documental.

Antipatriotismo y antimilitarismo

El ideal anarquista es universalista. Aún reconociendo en el amor al terruño un sentimiento natural y ponderable, sostiene que se deben borrar las fronteras que dividen artificialmente a la humanidad en enemigos unos de otros por el solo hecho de haber nacido en diferentes lugares del planeta. El patriotismo es el sentimiento natural de amor al terruño exacerbado por una educación al servicio de la casta dominante. El hombre en todos los confines de la tierra, es constantemente machacado con una propaganda destinada a demostrar las virtudes de cada patria en particular en detrimento de todas las demás.
Este patriotismo desemboca naturalmente en un militarismo que, cada vez más, escapa a los límites de encarar la guerra entre naciones —que llevaron a las hecatombes mundiales a este siglo— para desbordar como consecuencia de su naturaleza intrínseca, y se convierte en enemigo de su propio pueblo, al que aplica el más abominable terrorismo de Estado. La historia de la humanidad está plagada de ejemplos que aseveran este aserto, corroborado en los últimos años principalmente en América Latina y, especialmente en la Argentina, donde se mantienen abiertas las cicatrices causadas por un genocidio fríamente planeado y sistemáticamente ejecutado por las Fuerzas Armadas.
No queremos abundar en lo que está en conocimiento de todos, pero sí, deseamos destacar que esta situación ha sido vislumbrada certeramente desde la primera hora por los anarquistas, y, siendo la FORA una organización obrera orientada por anarquistas, no podía faltar su profesión de fe antipatriótica y antimilitarista, condenando la división del mundo en compartimientos estancos que traen como consecuencia el crimen de la guerra. (Anexo Documental N9 16, 35, 49, 67, 83, 84, 158)

Solidaridad

Otro campo en el que la FORA manifestó constantemente su preocupación y su solidaridad, fue en el caso de movimientos revolucionarios que tuvieron lugar en diversas partes del mundo y que, por lo menos en sus comienzos, demostraron propósitos emancipadores, y, con motivo de represiones desatadas en otros países. No faltaron, asimismo, expresiones solidarias en casos desarrollados en el país, pero, de algunos de ellos, nos ocuparemos aunque sea brevemente, más adelante.
En el caso de tratarse de movimientos revolucionarios, se destacaron singularmente la revolución rusa y la revolución española. En el primer caso, las esperanzas que trajo aparejado el acontecimiento revolucionario con su secuela de hechos heroicos protagonizados por trabajadores del campo y las ciudades de la lejana Rusia, encontraron a la FORA en un momento de ascenso del fervor de los trabajadores argentinos, que comenzaron a engrosar las organizaciones obreras en forma masiva, movilizados por la creencia de obtener de esa manera mejorar las condiciones en que desenvolvían su trabajo, y, especialmente a raíz de los hechos revolucionarios rusos, en que estallara la revolución social emancipadora que los redimiera de la triste condición de explotados. Cuando los bolcheviques se apoderaron del control de la revolución, maniatando a los soviets de obreros, campesinos y soldados y desataron una feroz represión contra los revolucionarios de otras tendencias, entre ellos los anarquistas, la confusión en las filas del . proletariado revolucionario se generalizó en todo el mundo. La Argentina no fue una excepción en este cuadro de confusión que se apoderó incluso de algunos militantes que ocupaban cargos de responsabilidad en la central obrera revolucionaria. La reacción de la mayor parte de la militancia, prontamente encauzó la situación con medidas drásticas que cortaron de cuajo la parte que había perdido el rumbo, obnubilada por el espejismo que provenía del ex-imperio zarista.
En lo que se refiere a la revolución social desencadenada en España para contrarrestar el golpe fascista encabezado por el general Franco, encontró a la FORA en un período de franca decadencia que continuaría sin solución de continuidad.
Téngase en cuenta, para tener una idea cabal de la influencia de los acontecimientos revolucionarios de la Península Ibérica que, como ya dejamos dicho, la FORA era, en una gran medida, la heredera de los postulados sostenidos por la Federación Regional Española de la Asociación Internacional de tos Trabajadores. El cimbronazo que causó en la Argentina el hecho revolucionario español, en especial modo la actuación de los anarquistas nucleados en la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), la Federación Anarquista Ibérica (FAI) y las Juventudes Libertarias, fue muy considerable. No faltaron expresiones diversas en tomo a la actuación de los anarquistas españoles, singularmente la incorporación al gobierno de la Generalidad Catalana primero, y al gobierno central de la República, luego. Esta posición que contravenía todo lo que el movimiento anarquista mundial había sostenido hasta entonces, aún hoy, cincuenta años después, es motivo de controversias; hay quienes comprenden y hasta justifican la posición de la máxima dirigencia del anarquismo español, en las circunstancias excepcionales que tuvieron que afrontar tanto en lo interno como en lo externo; otros, sostienen que hubiera sido más fructífero para las ideas anarquistas si se hubieran mantenido dentro de los principios que son sustancia primordial y razón de ser del movimiento que las sustenta. La FORA, tomó acuerdos al respecto, adoptando esta última posición: expresó su total solidaridad con el hecho revolucionario y la tarea de reconstrucción social impulsada por el pueblo español y la militancia de base de tas organizaciones revolucionarias, y condenó, al mismo tiempo, las desviaciones ideológicas de los responsables de los órganos de conducción de las organizaciones anarquistas.
En lo que respecta a las represiones desatadas en diversos países, la FORA las condenó repetidas veces, sin hacer discriminaciones, cualquiera fuera la ideología que gobernara el país represor. (Anexo Ns 55, 116, 117, 127, 130, 136, 150, 154, 164, 165, 166.)
Contra las leyes represivas y en solidaridad con los presos y perseguidos sociales
Preocupación permanente en la FORA fue la lucha contra las leyes represivas —Ley de Defensa Social (Anexo N° 84); Ley de Residencia (que veremos en capítulo aparte), o, que coartaban la libertad sindical como la Ley Nacional del Trabajo (Anexo N9 28, 37); y, la Ley de Asociaciones Profesionales (Anexo N* 189).
La solidaridad con los presos y perseguidos sociales, tuvo expresión concreta especialmente al darse vida al Comité Pro-Presos y Deportados (Anexo Na 147) con la misma finalidad de darle mayor organicidad a la ayuda solidaria y procurar a quienes estaban o llegaran a estar en esa situación, asesoramiento judicial.
Este aspecto de la solidaridad conviene destacarlo especialmente, ya que siempre, bajo cualquier circunstancia, se manifestó en toda su dimensión; a pesar de las diferencias de criterio sobre múltiples aspectos del quehacer militante, diferencias que muchas veces adquieren aristas muy virulentas, pero, para ayudar a los presos y perseguidos, esas diferencias se dejaban de lado y el aporte solidario completamente desinteresado nunca se retaceó.
Inmigración y desocupación
Ha recrudecido en los últimos años, con especial incidencia en países de Europa, relacionar íntimamente el problema de la desocupación con los trabajadores inmigrados. Los trabajadores nativos solicitan a menudo la adopción de medidas para evitar la inmigración, e incluso, contra los extranjeros ya residentes, responsabilizándolos de este modo de la falta de trabajo y la consecuente desocupación que padecen ellos mismos.
La FORA, consecuente con su credo internacionalista, en circunstancias similares, procedió distintamente, procurando que los inmigrantes potenciales conocieran la situación imperante en el país, antes de que salieran de sus países de origen, pero oponiéndose a una limitación de la inmigración. (Anexo N8 80, 85, 136, 143.)
Otras resoluciones
La FORA se pronunció contra el proteccionismo a la industria local (Anexo N° 77).
En favor del Incremento de la maquinaria (Anexo N° 29) puesta al servicio de los productores por la expropiación de los instrumentos de producción.
Abogó por la toma de Posesión de los medios de producción como táctica de lucha (Anexo N° 89).
Propugnó —adelantándose a los tiempos— la abolición de la Propina por perjudicial y denigrante. (Anexo N° 44.)
Estudió la forma de impedir los Aumentos de los precios a causa de las huelgas. (Anexo N° 50.)
Defendió la institución de un Salario mínimo. (Anexo N°89)

Organización y reorganización

Una preocupación constante entre la militancia de la FORA era, lógicamente, la organización del proletariado dentro de sus filas. Tratándose la FORA de una organización siempre dispuesta a jugarse en defensa de los trabajadores y de sus conquistas, los altibajos en la cantidad de sus afiliados eran muy frecuentes; a etapas de auge, sucedían lapsos de retroceso en su caudal numérico. Esto fue así en las primeras décadas de su combativa existencia, pero, es evidente, que a partir del golpe de estado del Teniente General Uriburu, el 6 de Setiembre de 1930, el retroceso fue constante y con visos de incontenible, ya que a ese retroceso, esa caída, no le sucedió el período de recuperar fuerzas como ocurría anteriormente.
Desde entonces en todas las circunstancias en que se reunían los militantes de la FORA, ya fueran reuniones regionales o circunscriptas a la Capital y pueblos circunvecinos, donde la organización aunque muy disminuida en sus efectivos, se mantuvo durante más tiempo, se planteaba el problema de la reorganización de la FORA. (Anexo N° 140, 149, 159, 169, 182, 191, 201, 203), enunciando planes que casi nunca se llevaban a la práctica, a veces por falta de medios, otras por la represión, o por ese constante disminuir de la FORA como movimiento obrero representativo de la voluntad de los trabajadores; o por todos los motivos juntos, y aún otros que dejamos de mencionar.
La aparición de Organización Obrera como órgano de la Federación, se consideró de primordial importancia especialmente después que La Protesta dejó de ser órgano oficioso— para lograr esa ansiada reorganización, tratándose reiteradamente en las Reuniones Regionales (Anexo 145, 151, 170, 192) con la misma suerte que el tema de la reorganización en general, casi nunca se llevaban a la práctica.
En los últimos tiempos se plantearon y resolvieron favorablemente, algunos temas que dejaban entrever un cambio en la visión restrictiva que se tenía sobre ciertos problemas que en la FORA eran considerados prácticamente tabúes, y los militantes que los ponían sobre el tapete corrían el riesgo de ser motejados de reformistas y camaleones.
Una simple enumeración de estos acuerdos que, como es reiterativo consignarlo, no se llevaron a su concreción en hechos, sería la siguiente:
La constitución de un Centro de Investigaciones e Informaciones para todo lo concerniente a problemas sociológicos, económicos y científicos. (Anexo N° 186.)
La formación de Grupos íntersindicales en los gremios que estuvieran fuera de la FORA. (Anexo N5 191.)
Ampliación del sistema de organización aceptando la coexistencia de sindicatos por oficio y por industria.(Anexo N°193)
La conformidad con la organización de sistemas mutuales o Cajas Solidarias. (Anexo N° 185, 194.)
Considerar la implementación de un sistema de ayuda a ¡os compañeros de avanzada edad.(Anexo N° 205.)

III - MEDIOS DE LUCHA

La FORA, los anarquistas que militaban en ella, para concretar el proyecto de cambio social que preconizaba en su Declaración de Principios y, especialmente, en la resolución, del 58 Congreso recomendando el comunismo anárquico, y en la solución de los conflictos que se planteaban entre trabajadores y capitalistas, contaban con que los trabajadores organizados en sus sindicatos —o sociedades de resistencia, según la denominación que utilizaban— aplicaran exclusivamente como método de lucha, la Acción Directa; es decir el trato directo con el patrón, con el capitalista, sin la intervención del Estado como mediador o arbitro de las diferencias que se hubieran suscitado.
La Acción Directa, en esencia, significa precisamente eso: gestión directa de los trabajadores, a través de la organización obrera, con sus patrones sin intervención del Estado; sin que ello implique necesariamente que se recurra a medidas de fuerza cuando ellas no son necesarias. Por el contrario, la utilización de medidas de fuerza no significa necesariamente —como parece entenderse erróneamente ahora— que se esté aplicando la Acción Directa cuando, corno ocurre frecuentemente, se acepta y aún se solicita la intervención del Estado por medio de su Ministerio de Trabajo y, aún a veces, la de la misma Iglesia, para encontrar una solución a los conflictos planteados. Esto último, la aplicación de medidas de fuerza y la aceptación de la mediación y el arbitraje del Estado, es lo que se conocía en los primeros tiempos del sindicalismo, como "Acción a Base Múltiple", que utilizaban las organizaciones obreras que eran consideradas por los anarquistas de "amarillas' y sus militantes motejados de "camaleones".
Es en este contexto que Acción Directa, que la FORA entendía el empleo de las huelgas, el boicot, el sabotaje y el label, sobre los cuales nos extenderemos brevemente.

La huelga

La huelga es el medio de lucha por excelencia que los trabajadores poseen para mejorar su situación. Se concreta cuando los trabajadores deciden dejar de producir como medio de presión para obtener mejoras tanto materiales como morales, o, para protestar o evitar represiones patronales o estatales, etc.; se basa fundamentalmente en la convicción de que la' unión obrera, al abstenerse de efectuar sus labores, tiene el poder de doblegar a los patrones, sean privados o estatales.
La huelga puede ser parcial, por ser particular de un lugar determinado de trabajo; o, asimismo parcial, cuando involucra a una parte de un gremio; puede .ser general por un lapso determinado, o puede ser general por tiempo indeterminado. Estas huelgas o paros generales pueden abarcar un solo gremio, un conjunto de gremios, una localidad, grupo de localidades, una provincia, o todo un país.
La FORA puso en práctica esa arma de lucha en innúmeras ocasiones; es imposible tener una idea ni siquiera aproximada de su cantidad; de la mayoría de las veces que se utilizó, seguramente se han perdido todos los rastros, solamente de una mínima parte de ellas se conservan testimonios documentales de gran valor; viejos militantes atesoran en su memoria los pormenores de algunos. Al pasar, recordamos huelgas generales declaradas por la FORA, generalmente para protestar por represiones policiales como la matanza de la Plaza Lorea en 1909; contra leyes que cercenaban libertades o conquistas obtenidas, como la ley de Residencia, o la ley de Defensa Social; de protesta por el asesinato de Kurt Wilckens, que había matado al represor de las huelgas de la Patagonia, teniente coronel Várela; o, por la ejecución en Estados Unidos de Sacco y Vanzetti; por la libertad de Simón Radowitzky que había matado al jefe de policía coronel Falcón, etc.
Más adelante, al ocuparnos de algunos conflictos y hechos salientes en que tomaron parte los gremios foristas, daremos datos al respecto.
(Sobre la huelga en los Congresos de la FORA ver Anexo Documental Números 18, 27, 40, 69, 82.)
Boicot
El boicot significa dejar de consumir un producto o línea de productos, no viajar en una línea o varias líneas de transporte, no concurrir a un lugar público —cine, teatro, restaurant, etcétera—. Bien utilizado puede doblegar la cerviz de un patrón cerril, que puede verse al borde de la bancarrota. La FORA lo puso en práctica de manera tan extensa, que su 108 Congreso, considerando que se abusaba demasiado en su uso, lo abolió como arma de lucha. Posteriormente esa prohibición fue dejada de lado y se volvió a generalizar su empleo. La decadencia de la organización fue haciendo que paulatinamente ésta, como otras armas de lucha del arsenal forista, dejaran de tener utilización. (Anexo Ns 17, 58, 78, 110, 123,132.)

Sabotaje

Realizar un trabajo deficientemente; producir desperfectos deliberadamente en máquinas, herramientas, vehículos, etc.; e incluso, el atentado violento, son variantes del sabotaje. El sabotaje fue reivindicado por la FORA, como otra arma de lucha en sus enfrentamientos con la patronal. Aunque, en cierto modo nunca fue dejado de lado,' otras organizaciones no lo reivindican, indudablemente por las consecuencias de carácter judicial que su empleo puede acarrear. (Anexo N8 17.)

El label

En pocas palabras, el label representa estampar el sello sindical en productos de empresas que no estén en conflicto con la organización sindical. Su empleo es poco conocido y no tenemos testimonios de que su uso se extendiera en la FORA, pero, estaba entre los medios que se preconizaban como pasibles de ser empleados, en la lucha contra el capitalismo, aunque nunca en la medida de los mencionados anteriormente. (Anexo N°42)

IV - CONFLICTOS Y SUCESOS IMPORTANTES EN QUE TUVO PARTICIPACIÓN LA FORA

Alguien dijo que la FORA jugó la permanencia y aún la vida de sus organizaciones y de sus militantes, en conflictos y acontecimientos cuyos orígenes no eran propios de sus sociedades federadas, sino de aquellos que estaban al margen y hasta en contra de la FORA misma.
Sería interminable referirse, como lo dejamos consignado anteriormente, aunque fuera solo suscintamente, a todos los conflictos, numerosísimos, en los cuales la FORA estuvo directa o indirectamente involucrada. Por otra parte, también lo dejamos dicho anteriormente, no existe en ningún lado —que sepamos— ni remotamente, documentación sobre muchos de ellos que se han perdido en la nebulosa del tiempo transcurrido; aquí solamente nos referiremos a algunos que, por variadas circunstancias, adquirieron mayor relevancia o notoriedad.

La Ley de Residencia. Sus antecedentes

El origen de la Ley de Residencia hay que buscarlo en el gran desarrollo que estaba adquiriendo la organización obrera. Eran numerosos los trabajadores que se agrupaban en las nacientes Sociedades de Resistencia con el objeto de obtener mejoras que permitieran, aunque más no fuera, paliar una situación que, a medida que se abría paso en su interior la conciencia de su injusticia, motivaba la presentación a la patronal de Pliegos de Condiciones donde se exponían las reivindicaciones inmediatas a las que aspiraban.
La negativa ha satisfacer esos reclamos, suscitaba el planteamiento de numerosos conflictos, huelgas, boicots, etc., con su secuela de violencias, represiones y despidos. La colaboración de brillantes oradores que recorrían el país v la gran difusión que alcanzaban los periódicos obreros e ideológicos, contribuía a despertar la combatividad de los proletarios.
Sebastián Martota (*12) inserta en su conocido trabajo, un convenio colectivo de trabajo, suscripto por la Sociedad de Obreros Marmoleros y la sociedad de industriales, que se puede considerar como contrato tipo de la época. Es el siguiente:

"1a En los talleres y obras el horario será: nueve horas por ocho meses y ocho horas por los cuatro restantes.
"2a El sueldo de los obreros quedará de conformidad con el que existía en el año 1900.
"3° El Centro de Propietarios de Marmolerías se obliga a que sus socios no den trabajo a obreros extraños a la Sociedad de Obreros Marmoleros y ayudará a dicha sociedad cuando tenga que sostener una huelga en la casa que le indicará la comisión directiva.
"4a La Sociedad de Obreros Marmoleros no permitirá a sus socios que trabajen para casas que no pertenezcan al Centro de Propietarios de Marmolerías.
"5a Nombramiento de una comisión de cinco miembros de cada sociedad que formarán el Jurado de Honor para definir las dificultades que surgieran entre patronos y obreros.
"6a Abolición del trabajo a destajo.
"7a Pago quincenal y en día domingo.
"8° El Jurado de Honor en ejercicio en el año 1904, introducirá al presente convenio las modificaciones que encuentre conveniente, las cuales serán aceptadas por ambas sociedades y puestas en vigencia en Enero de 1905.
"9S Una copia de este convenio será colocado en cada taller de marmolería.
"10° El presente contrato entrará en vigencia el 1 de Enero de 1903.
"11° Para constancia de lo estipulado, firmamos dos de un mismo tenor y a un solo efecto."

Asimismo Marotta consigna, que el primer boicot, fue declarado por la Sociedad de Resistencia Maquinistas Bonsak a la Fábrica de tabacos y cigarrillos "La Popular", "que ha de hundirla posteriormente en el descrédito y la ruina". (*13)
Una huelga de obreros panaderos que tuvo lugar en Julio y Agosto de 1902, el subsecuente boicot de la Sociedad de Resistencia de la panadería "La Princesa"; la muerte de dos rompehuelgas; la incursión —por orden del juez— de numerosas fuerzas policiales que causaron serios destrozos en muebles y útiles del local sindical; y, el proceso abierto contra el secretario del gremio y varios compañeros más, produjeron entre todos los trabajadores gran indignación. Para condenar los atropellos cometidos por la policía se realizó un gran mitin con participación de 20.000 concurrentes, en el que hicieron uso de la palabra oradores socialistas y anarquistas.(*14)

Los obreros del puerto de la Capital, que hombreaban bolsas de cereales de hasta 100 y 200 kg, con jornadas de trabajo agotadoras fijadas arbitrariamente por los capitalistas, presentaron a fines de 1902, el siguiente Pliego de Condiciones:

"1. La actitud que deben asumir los obreros del puerto es negarse a trabajar con pesos mayores a los expresados a continuación:
"Cereales, frutos del país y sus productos, en bolsas de 65 a 70 kg,
"Lienzos de lana, en rama, de 65 a 70 kg,
"Canastas de carbón de 55 a 60 kg,
"Carbón, azúcar y tasajo en bolsas de 65 a 70 kg.
"2. No permitir ni rebaja del sueldo que se cobra, ni disminución del número de la gente que es costumbre emplear para las operaciones tanto de carga como de descarga"...(*15)
La unidad y fuerza de la organización posibilitó el triunfo de los obreros al ceder la Cámara de Comercio a sus pretensiones.
La situación se complicaba cada vez más, los conflictos se multiplicaban y el ambiente se enrarecía continuamente. En esas circunstancias, los peones del Mercado Central de Frutos de Barracas al Sur (actualmente Avellaneda) presentaron un Pliego de Condiciones, concebido en estos términos:
"1a Reconocimiento de la Sociedad por los patrones;
"2a Abolición del trabajo por tanto y a destajo;
"3a Nueve horas de trabajo diario tanto en las barracas como en los mercados;
"4S Jornal mínimo de cuatro pesos para los peones de barracas y mercado y para los menores de quince años que se ocupan de la clasificación y pescantes del mercado, sueldo mínimo de 2.50 pesos por día, y los domingos y horas extraordinarias un 50 por ciento de aumento;
"5a Que no existan cuartos de día, sino días y medios días;
"6a Unificación de pesos según la circular de la Federación de Estibadores y Afines".(*16)
El gobierno no logró éxito en sus propósitos de hacer fracasar la huelga de más de 5.000 obreros a pesar de echar mano a todos los recursos imaginables. Para el 21 de Noviembre, la Federación de Rodados, recientemente constituida, iba a la huelga por sus propias reivindicaciones; entonces el gobierno en pocas horas promulgó el proyecto aprobado por las cámaras legislativas, una ley que había presentado el senador Miguel Cañé, famoso autor de "Juvenilia". Decía así:
"Art. I° - El Poder Ejecutivo podrá ordenar la salida del territorio de la Nación Argentina a todo extranjero por crímenes o delitos de derecho común.
"Art. 2° - El Poder Ejecutivo podrá ordenar la salida de todo extranjero cuya conducta comprometa la seguridad nacional o perturbe el orden público.
"Art. 3° - El extranjero contra quien se haya decretado la expulsión tendrá tres días para salir del país, pudiendo el Poder Ejecutivo, como medida de seguridad pública, ordenar su detención hasta el momento del embarco"."

Esta es la famosa Ley de Residencia cuya implantación fue inmediatamente respondida con una huelga general que tuvo varios días de duración, hasta que se produjo un decaimiento a raíz de la terrible represión que se abatió sobre la militancia de la FORA con gran cantidad de detenidos y deportados.1»
La FORA, permanentemente tuvo entre sus reivindicaciones, el repudio y la abolición de la Ley de Residencia (Anexo N" 33, 36, 60, 85).
Durante el gobierno de Arturo Frondizi se concretó la abolición de esta Ley que tantos estragos causó entre militantes obreros y de ideologías de izquierda y en sus familias que quedaban desamparadas de no mediar la nunca desmentida solidaridad de sus compañeros.

La masacre del I9 de Mayo de 1909 y la muerte del coronel Falcón por Simón Radowitzky

El coronel Ramón L. Falcón, jefe de policía, se caracterizó por desarrollar una activa y violenta represión contra las organizaciones obreras, especialmente sobre las orientadas por los anarquistas, que promovían continuos conflictos para mejorar las condiciones de inicua explotación a que eran sometidos los trabajadores. Estos hechos represivos culminaron el ls de Mayo de 1909 durante la manifestación organizada por los anarquistas.
En esa fecha, como ya era costumbre, los socialistas y los anarquistas efectuaban manifestaciones distintas; en la Plaza Lorea, donde se concentraba el mitin organizado por la Federación Obrera Local Bonaerense, adherida a la FORA, la policía cargó brutalmente causando la muerte de 8 personas y heridas a otras 105; algunos manifestantes se parapetaron haciendo frente al ataque policial.
Los socialistas se encontraban reunidos en la Plaza Colón, cuando les llegaron noticias de la matanza de la Plaza Lorea, lo que dio pie a uno de los oradores del mitin, Enrique Dickman —uno de los primeros afiliados al Partido Socialista del cual muchos años después fue expulsado por su posición favorable a la política del entonces presidente Perón, fundando para apoyarlo el Partido Socialista de la Revolución Nacional que tuvo poca vida— para proponer la huelga general en repudio por el atentado policial.
Por su parte, la FORA, como es obvio, no se hizo esperar y declaró la huelga general a partir del lunes 3 de Mayo, resolución que dio a conocer a través de la siguiente declaración:
"Contra el crimen del 1° de Mayo. Al pueblo, a los sajadores.
"¡Otra vez el crimen! ¡Otra vez la sangre proletaria a merced de los sicarios y de los salteadores! ¡Otra vez la policía cafre cebándose en el pueblo, en plena Avenida de Mayo y a la luz del día! ¡Así hoy, así antes en la Plaza Mazzini, en la Plaza Lavalle, en Ing. White, en Rosario! Pobre carne del pueblo trabajador, que siempre es agradable al paladar de los sonsos y de los analfabetos.
"El sábado 1° de Mayo en la Plaza Lorea, la multitud invitada por la Federación Obrera Local Bonaerense, para demostrar su disconformidad con el actual régimen fue acribillada a balazos por la policía.
"He aquí en síntesis el hecho, sin justificación, salvaje, monstruoso, repugnante! ¡Hasta los ancianos, hasta los niños muertos!
"La Federación Obrera Regional Argentina, teniendo en cuenta esto, declaró la huelga general por tiempo indeterminado, para protestar enérgicamente del crimen y como homenaje de respeto a los caídos que son hermanos nuestros, que son trabajadores!
'Trabajadores: todos como un solo hombre abandonemos el trabajo!
"Desde el lunes 3, trabajadores. ¡Viva la huelga general! ¡Abajo las hordas policíacas, asesinas de ancianos y de criaturas! El Consejo Federal".
Puestos de acuerdo los organismos representativos de i> FORA, la UGT y Sociedades autónomas, dirigieron al pueblo, la siguiente proclama:
'Trabajadores:
"Otra vez la horda de asesinos instituidos en guardianes del orden burgués, ha cumplido su misión: la sangre de nuestros hermanos ha sido derramada de nuevo... El propósito criminal, cobarde, bien deliberado de nuestros enemigos, de nuevo se afirma sobre la matanza del pueblo obrero, pretendiendo ahogar con el crimen nuestros anhelos, nuestras obras revolucionarias, nuestro gesto libertario!
"¡Es el signo de los tiempos burgueses: el asesinato
colectivo!
"La cobardía, la traición, la muerte, el último estertor sanguinario y miserable, todas las pasiones decadentes; eso constituye la expresión típica del alma que palpita en las clases explotadoras.
"Incapaces de crear la vida, se afirman sobre el mundo de la muerte, acechando en la celada traidora, la vida nueva que nosotros gestamos en nuestro esfuerzo doloroso y tenaz por conquistar la libertad!
"¡Ya lo tenemos experimentado, ya debe haber penetrado bien en lo hondo del espíritu obrero: que nuestros enemigos eternamente solo contestarán a cada acto de nuestra labor emancipadora con la hecatombe de la Comuna de París, con las horcas de Chicago, con las infamias de Montjuich, con las matanzas de los nuestros en la gran Patria Argentina!
"Y bien, camaradas, por favor no haya miedo! ¡Si nuestra libertad solo puede ser posible a través de esos sacrificios, armémonos de todos los corajes y persistamos en nuestra jornada marchando sobre los cadáveres y la sangre de los nuestros!
"¡La violencia, la rabia impotente, el golpe asesino de nuestros enemigos no pueden ser contestados con la resignación y la retirada de las masas proletarias!
"Al contrario, que un grito unánime de ira y de venganza azote la sociedad de los tiranos. Que a su saña criminal responda el pueblo obrero insistiendo en la lucha con todos los impulsos trágicos y valientes, con todo el arremeter heroico que las circunstancias demandan y que merece el premio de nuestra libertad.
"¡A la brecha, pues, trabajadores! por la venganza de los caídos, por nuestra dignidad y por nuestro porvenir!
"De nuevo a la lucha, trabajadores, más decididos y más pujantes que nunca! "Camaradas:
"En este grito y en este propósito firme, espontáneo y unánimemente las distintas instituciones obreras que suscriben han acordado las siguientes resoluciones:
"1° Declarar la huelga general por tiempo indeterminado a partir del lunes 3 y hasta tanto no se consiga la libertad de los compañeros detenidos y la apertura de los locales obreros.
"2° Aconsejar muy insistentemente a todos los obreros que a fin de garantizar el mejor éxito del movimiento se preocupen de vigilar los talleres y fábricas respectivas, impidiendo de todas las maneras la concurrencia al trabajo de un solo operario.
"Consejo Federal de la FORA. Junta ejecutiva de la UGT. Sociedades Autónomas".(*19)
Como objetivos de la huelga, la reunión efectuada el Domingo 2 por los organismos obreros, fijó además de lo consignado en las cláusulas finales de la proclama, la abolición del Código de Penalidades por lo cual irían a la huelga a- partir del 3 de Mayo los trabajadores del
Rodado. (*20)
"La ordenanza municipal imponía severas penas a los obreros del rodado infractores de sus disposiciones: la cédula de vecindad para los mozos de cordel, cocheros, carreros ambulantes o de plaza, chóferes, servicio doméstico en casas de hospedaje, de baños, confiterías, restaurantes y personas que moren o presten servicio en los prostíbulos, empleados de empresas eléctricas o telefónica,s etc."(*21)
El día 5 el Comité de Huelga consigna en un comunicado que la policía volvió a disparar sus armas cuando el cortejo que había trasladado a los muertos regresaba de la Chacarita.
Finalmente el Domingo 8 el gobierno cedió a las demandas obreras y anunció la derogación del Código Municipal de Penalidades, ordenó la reapertura de los locales obreros clausurados y prometió la liberación de los presos. El Comité de Huelga levantó el paro general dando a publicidad su resolución en el siguiente comunicado:
"En vista de las declaraciones gubernativas prometiendo la libertad de los presos y en vista de ser un hecho la reapertura de los locales obreros y la no aplicación de la nueva ordenanza municipal:
"Resuelve nombrar una comisión que redacte una extensa declaración dando por terminado el movimiento, cuya declaración se presentará en una asamblea que se celebrará hoy en el local Méjico 2070 e igual declaración se propondrá por medio de delegados a las asambleas de conductores de rodados.
"Esta declaración estará concebida en los términos de una nueva amenaza de huelga si no se cumple lo prometido.
"El Comité de huelga general. Delegados de las Sociedades de Aserradores, Talabarteros, Ebanistas, Panaderos del Este, Conductores de Carros, Obreros del Puerto, Panaderos del Centro, Pintores, Carpinteros, Albañiles, Constructores de Carruajes, Federación Gráfica, Sombrereros, Federación del Calzado, Marmoleros, Escoberos, Escultores, Laminadores, Federación de Rodados, Maquinistas de Calzado, Caldereros, Chóferes, Torneros, B ronceros, Empajadores de Damajuanas, Conductores de Vehículos".(*22)
En la manifestación del 1° de Mayo, cuando se produjo la masacre de los obreros, había participado un joven ruso Simón Radowitzky que, profundamente afectado, mató al coronel Falcón —que seguía como Jefe de Policía— y a su secretario, el 14 de Noviembre de 1909. Nuevamente se desató una violenta persecución ; se declaró una vez más el estado de sitio y las cárceles volvieron a llenarse de trabajadores.
El acto justiciero de Radowitzky, despertó grandes simpatías en el proletariado que desde entonces se propuso lograr la libertad del cautivo condenado a cadena perpetua (Anexo N5 75, 131). La pena de muerte le había sido conmutada por ser menor de edad, y, para cumplir su condena fue confinado en el penal de Ushuaia.»
Finalmente, Radowitzky, fue amnistiado en Abril de 1930, con la condición de que abandonara inmediatamente el país. Viajó a Uruguay, participó luego en la revolución española y, falleció muchos años después, en México.

La reacción del Centenario

Las persecuciones que continuadamente sufrían las organizaciones obreras —en primer término las de la FORA— no contenían su crecimiento; por el contrario, parecía que no fueran más que un acicate para redoblar la actividad militante rendidora de interesantes frutos. Tanto es así, que el movimiento anarquista, asumió proporciones tales que al diario de la mañana La Protesta, se le sumó el diario de la tarde La Batalla.
El gobierno, con motivo de cumplirse el próximo 25 de Mayo de 1910, el centenario de la institución del primer gobierno patrio, paso inicial para lograr la independencia total de España, preparaba una serie de festejos a los que concurrirían notables personalidades extranjeras especialmente invitadas, entre ellas en representación del estado español, la Infanta Isabel.
Lo cierto es que ni el gobierno ni los responsables de la FORA, tenían plena confianza en sus fuerzas, por lo que mantenían conversaciones, directa e indirectamente, representantes del gobierno y el Consejo Federal de la FORA.(*24) La efervescencia del ambiente hacía escapar el movimiento al control de la FORA, por lo cual se sentía recelo ante la confrontación que se avecinaba.(*25)
En esas circunstancias, la Confederación Obrera Regional Argentina, se adelanta a la FORA y declara el paro general para el 18 de Mayo. En tomo a este episodio, hay opiniones divergentes sobre los motivos que tuvo la CORA para declarar ese paro antes que lo hiciera la FORA. Según Santillán:
"Los sindicalistas de la CORA, comprendieron que el Consejo Federal de la FORA no se hallaba enteramente dispuesto a seguir en absoluto la corriente popular, y se atrevieron a un golpe de audacia demagógica, declarando por su cuenta la huelga general para el 18 de Mayo, reivindicando las exigencias proletarias: Derogación de la ley de residencia, libertad de los presos sociales".(*26)
Mientras Marot ta le retruca de esta forma;
"En un juicio injusto, Diego Abad de Santillán atribuye a la CORA, con su declaración de huelga general, la realización de 'un golpe de audacia demagógica'. Para el autor de la FORA esta decisión habría sido adoptada porque 'los sindicalistas de la CORA comprendieron que el Consejo Federal de la FORA no se hallaba enteramente dispuesto a seguir en absoluto la corriente popular'.
"Alertados o no en su disposición de encarar en el Centenario la conquista de una libertad para la clase obrera, los sindicalistas, fundados en las razones dadas en el manifiesto de Abril de 1910 abogando por la derogación de la ley de residencia, propugnaron la huelga general, como supremo argumento —si esta aspiración no era satisfecha—, desde mayo de 1909, y la ratifican todas sus publicaciones posteriores a esa fecha hasta el momento de las decisiones definitivas".(*27)
El 8 de Mayo, los anarquistas organizan una manifestación —participan 70.000 personas— de protesta contra las autoridades de la Penitenciaría Nacional acusadas de maltratos a los presos. En ese acto, la FORA anuncia que se suma al paro general declarado por la CORA para el día 18.
Alertado el gobierno, se prepara para hacer abortar la protesta obrera. El 14 de Mayo declara el estado de sitio e implanta el terror policial practicándose detenciones masivas, entre ellas la de los redactores de La Protesta y La Batalla, El Consejo Federal de la .FORA y el Comité de .a Central de la CORA. Las imprentas de La Protesta, La Central de la CORA. Las imprentas de La Protesta, La Batalla y el órgano oficial del Partido Socialista, La Vanguardia, así como numerosos locales obreros, son asaltados e incendiados por jóvenes de la burguesía nacionalista que a los gritos de "muera el anarquismo", "abajo la huelga" y "mueran los obreros", extendieron sus tropelías a los barrios habitados por judíos.(*28)
De cualquier modo, se lleva a cabo el movimiento huelguístico, aunque sin adquirir las proporciones esperadas por sus promotores y los trabajadores todos. Indudablemente, el golpe aplicado por el vendaval reaccionario, fue acusado por las organizaciones obreras revolucionarias que tardaron varios años en reaccionar y retomar el ritmo anterior.

Poco después, la burguesía patriotera y el gobierno, tomando como pretexto el estallido de una bomba en una butaca vacía del Teatro Colón que no tuvo ninguna consecuencia, en pocas horas —como había sucedido con la Ley de Residencia— promulgó la Ley de Defensa Social que significó una nueva vuelta de tuerca en la legislación represiva argentina.(*29)
La ley "prohibía entrar en el país a los extranjeros que hubiesen sufrido condenas o estuvieran condenados por delitos comunes; a los anarquistas y demás personas que profesaran o preconizaran ataques por la fuerza o violencia contra los funcionarios públicos, los gobiernos o las instituciones; a los que hubiesen sido expulsados del país mientras no se derogase la orden de expulsión.
"Al empresario de transporte, capitán, agente, propietario o consignatario de buques que introdujesen de mala fe a un extranjero proscripto, se multaba con 400 a 2.000 pesos o, en su defecto, se le aplicaba de seis meses a un año de arresto, sin perjuicio de reconducirlo a sus expensas.
"El Poder Ejecutivo ordenaría la inmediata salida al extranjero de quien hubiese entrado al país violando la ley o se hallase comprendido en la 4144 (de residencia); el que retomase al territorio argentino sin su previa autorización, sufriría la pena de tres a seis años de confinamiento, sin perjuicio de ser nuevamente expulsado después de cumplir la condena.
"Prohibíase toda asociación o reunión de personas que tuviese por objeto la propaganda del anarquismo o la preparación e instigación de hechos reprimidos por las leyes.
"Las asociaciones o personas que deseasen realizar reuniones públicas, en locales cerrados o al aire libre, debían solicitar autorización a la autoridad local, pudiendo ésta prohibirla. Sería disuelta toda reunión que produjese algunos de los hechos que de haber sido conocidos con anterioridad hubiesen motivado su prohibición. Sufrirían penas de arresto de seis meses a un año los que no acatasen la orden, aplicándoles el máximo de la pena a los promotores o cabecillas'.
"Se prohibía en reuniones públicas el uso de emblemas, estandartes o banderas características de las asociaciones interdictas.
Se penaba "De uno a tres años de prisión al que verbal-mente, por escrito, impresos, etc., hiciese la apología de un hecho considerado delito.
"De tres a seis años de penitenciaría al que con intención de cometer un delito contra las personas, la propiedad o para infundir temor, suscitase tumultos o público desorden, fabricase, transportase o guardara en cualquiera lugar dinamita, u otros explosivos de efectos parecidos, bombas, máquinas infernales u otros instrumentos de estragos, o sustancias y materias destinadas a su fabricación.
"De diez a quince años de presidio al que intentase destruir o destruyese un edificio en construcción de cualquier naturaleza. La pena elevábase a quince y veinte años si el hecho fuese cometido en lugares de asambleas políticas o administrativas, en edificios públicos, habilitados o destinados a habitación, en talleres industriales, almacenes o depósitos de materias inflamables o explosivos. Sería de veinte años y también por tiempo indeterminado si por causa del delito se hubiese puesto en peligro la vida de las personas. En el caso que se produjese la muerte de una o más personas, la pena sería de muerte.
De seis a diez años de penitenciaría a las personas que se asociasen para cometer delitos con materias explosivas.
De tres a nueve meses de arresto y multa de 500 a 2000 pesos al que fabricase, vendiera, transportase o conservase los objetos y materias indicadas.
"De tres a seis años de penitenciaría al que propagase procedimientos para fabricar bombas, máquinas infernales, u otros instrumentos análogos, o para causar incendios u otros estragos'.
El que incitase a cometer un delito, sería castigado : Con prisión de tres a seis años, sí el autor mereciese la pena de muerte; con prisión de uno a tres años, si el delito fuera penado con presidio; con arresto de tres a seis meses; si se tratase de delitos penados con prisión, y con multa de 500 a 1.000 pesos o un día de arresto por cada 50 pesos, si se tratase de delitos penados con arresto.
"De uno a tres años de prisión al que aconsejase la forma de 'causar daños en las máquinas o en la elaboración de productos' y al que vendiese, imprimiera, distribuyera, hiciese circular, expusiera en lugares públicos o repartiera 'los impresos y las reproducciones mecánicas'. Se aplicaría la pena máxima cuando el delito fuese 'cometido por medio' de la prensa diaria o periódica', debiendo la policía secuestrar los impresos e impedir el correo su circulación.
"De uno a tres años de prisión al que 'por medio de insultos, amenazas o violencias intentase inducir a una persona a tomar parte en una huelga o boicot', siempre que el hecho producido no importase delito que tuviese pena mayor.
De tres a seis años de penitenciaría al que preconizase el desconocimiento de la Constitución Nacional, ofendiera o insultara la bandera o el escudo de la Nación; con el doble de tiempo de confinamiento al reicidente. Sería 'un accesorio la pérdida de los derechos políticos y el retiro de la ciudadanía argentina' cuando los reos fueran ciudadanos argentinos naturales o naturalizados.
"...los cómplices y encubridores serían 'castigados con la mitad de la pena establecida para los autores principales'. Si ésta fuera de muerte, se le condenaría con la inmediata inferior. Se aplicaría 'sin distinción de sexo, salvo en lo relativo a la pena de presidio'.
"Para su aplicación se procedería en juicio sumario de diez días, 'sirviendo de cabeza de proceso el informa policial'. (*30)

La Semana Trágica

Ampliamente conocido como uno de los hitos en el movimiento obrero y social argentino, la semana trágica o sangrienta, de Enero de 1919, señala, en cierta manera, la influencia que tuvo la Revolución Rusa en el ámbito esperanzado de grandes sectores de trabajadores que veían en ella la concreción de sus aspiraciones de liberación social.
El detonante de los hechos sucedidos durante la semana trágica, fue un conflicto surgido en los talleres metalúrgicos Vasena. Un petitorio de mejoras no satisfecho por la patronal y la huelga consiguiente. Vasena tenía dos establecimientos industriales; uno en Rioja y Cochabamba donde hoy hay una plaza en la que un monolito recuerda los acontecimientos de 1919; el otro, ubicado en el barrio de Nueva Pompeya. En este último se produjo una masacre de huelguistas –4 muertos y cuarenta heridos—(*31).
El hecho ocurrido el 7 de Enero, produjo gran indignación; la FORA del 5° Congreso (anarquistas) declara de inmediato el paro general por tiempo indeterminado, al que posteriormente se sumó la FORA del 9e Congreso (sindicalistas). Esta última, que se había sumado al movimiento una vez comenzado, lo dio por finalizado el día 11, resolución desconocida por la FORA del 5S Congreso que continuó tratando de profundizar la protesta obrera. Varios días después la huelga decae y se da por finalizada.
En el transcurso de esa semana, hubo un gran número de choques entre la policía y piquetes de huelguistas; las bajas fueron elevadísimas —algunos hacen ascender los muertos a mil o más—. Gran cantidad de trabajadores fueron detenidos; los destinados a la deportación fueron confinados en la isla Martín García, etc.
El Consejo Federal de la FORA del 5° Congreso, informa;
"Reunido este Consejo con representantes de todas las sociedades federadas y autónomas resuelve:
"Proseguir el movimiento huelguístico como acto de protesta contra los crímenes del Estado consumados en el día de ayer y anteayer.
"Fijar un verdadero objetivo al movimiento, el cual es pedir la excarcelación de todos los presos por cuestiones sociales.
"Conseguir la libertad de Radowitzky y Barrera,(*32) que en estos momentos puede hacerse, ya que Radowitzky es el vengador de los caídos en la masacre de 1909 y sintetiza una aspiración superior.
"Desmiente categóricamente las afirmaciones hechas por la titulada FORA del 9° Congreso, que hasta el miércoles a la noche, sólo 'protestó moralmente', sin ordenar ningún paro. La única que lo hizo fue esta Federación.
"En consecuencia, la huelga sigue por tiempo indeterminado. A las iras populares no es posible ponerles plazo; hacerlo es traicionar al pueblo que lucha. Se hace un llamamiento a la acción.
'¡Reivindícaos, proletarios! ¡Viva la huelga general revolucionaria!
El Consejo Federal." (*33)
El pueblo había ganado la calle, mientras sus representantes, los Consejos Federales de la FORA del 5S y de la FORA del 9° Congreso, disentían en la conducción del movimiento, revelando las profundas diferencias que los separaba. En tanto los primeros, los anarquistas, proponían darle objetivos claros y amplios para canalizar y profundizar el movimiento; los segundos, los sindicalistas, se oponían a ese planteo y mantenían circunscriptas las reivindicaciones al conflicto de los talleres Vasena.
El Consejo Federal de la FORA del 98 Congreso presenta a la consideración de los representantes sindicales, las bases para poder levantar la huelga general:
"1a - Solución del conflicto de los obreros metalúrgicos de la casa Vasena a satisfacción de los mismos.
"2a - Libertad de todos los presos por cuestiones
obreras".(*34)
Las bases fueron aceptadas por mayoría de las organizaciones presentes, y, el Consejo Federal de la FORA del 9a Congreso, levantó el paro, como dejamos consignado anteriormente, que no habían iniciado.
Estos desencuentros redundan, indudablemente, en contra del éxito del mayor movimiento huelguístico desarrollado en el país hasta ese momento.
Para un relato circunstanciado de los pormenores ocurridos alrededor y durante la semana trágica, ver el trabajo realizado por Edgardo J. Bilsky.(*35)
Santillán expresó que: "La revuelta popular duró varios días. Faltó entonces la capacidad para canalizar las energías del pueblo y ofrecerles un objetivo revolucionario inmediato. No había en el movimiento obrero hombres de prestigio suficiente para encauzar el espíritu combativo de las grandes masas. Tampoco las organizaciones obreras se encontraban en condiciones. Por lo demás el movimiento fue inesperado y sorprendió a todos, a los de arriba y a los de abajo. Fue una explosión instintiva de solidaridad proletaria, pero no un movimiento preparado y orientado hacia algo más".(*36)
Para finalizar, solamente quiero marcar lo que Santillán acota sobre la falta de preparación para recibir la masiva afluencia de afiliados en las organizaciones de la FORA, las que, agrego yo, fueron rebalsadas por esa afluencia y que, por extensión, puede ser aplicada a todos los momentos en que se puedan producir análogas o parecidas circunstancias. De hecho ya hemos visto, cuando tratamos la reacción del Centenario, que se había producido un caso similar. Es patente la necesidad de tener cuadros de militantes capaces, convencidos y con cabal conocimiento de la situación, para poder recibir adecuadamente ingresos masivos.

La huelga general de Mayo de 1921

El Congreso extraordinario de la FORA del 5a Congreso, llevado a cabo en Octubre de 1920, aprobó un dictamen sobre la Fusión (Anexo N° 104) y propuso las bases de una entente proletaria (Anexo N° 107).
A su vez, la FORA del 9a Congreso, celebra en La Plata su 11° Congreso, que cuenta con la presencia de una delegación del Consejo Federal de la FORA Comunista -pegote que había aprobado el Congreso Extraordinario para una mejor diferenciación con la FORA del 9° Congreso o sindicalista—.
El Congreso sindicalista aprueba la gestión unificadora, y acuerda que el encargado de convocar a un Congreso de Unificación, fuera un Comité de Unidad integrado por 5 delegados de cada una de las centrales obreras y 5 por los sindicatos autónomos.(*37)
Pero teniendo en cuenta un referéndum realizado al efecto, la Reunión Regional celebrada por la FORA Comunista en Agosto de 1921, resuelve: "Que, ateniéndonos a conclus¡ones del ''referéndum', se rechace de plano todo propósito de unificación, limitándose el nuevo consejo a defender el pacto federal y la unidad dentro de la FORA Comunista».(*38)
El comité Pro Unidad, integrado solamente por la FORA sindicalista y sindicatos autónomos, prosiguió sus labores hasta que en Marzo de 1922 dieron vida a la Unión Sindical Argentina.(*39)
En todo el tiempo que transcurre desde el Congreso Extraordinario de la FORA Comunista —Octubre de 1920-, hasta el Congreso fundador de la USA —Marzo 1922—se suceden una serie de importantes acontecimientos que hacen marco a las tratativas llevadas para concretar la unidad que, una vez más, resultó fallida: la gran huelga de La Forestal, en el Chaco santafesino, donde los huelguistas fueron perseguidos y cazados como animales por el delito de reclamar mejores condiciones de vida; los sucesos de Gualeguaychú, provincia de Entre Ríos, donde la Liga Patriótica asesina a varios trabajadores que participaban en una manifestación; y el asalto al local de la Unión Chóferes (entonces autónoma) en esta Capital, el 26 de Mayo de 1921, donde mueren dos obreros.
Los renovados planteos para concretar la entente proletaria para presentar un frente común a la reacción, tuvieron principio de ejecución luego del último hecho vandálico mencionado, cuando ambas organizaciones obreras, acuerdan el siguiente petitorio:
"Los Consejos de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) y Federación Obrera Regional Argentina Comunista, en representación de los trabajadores sindicalmente organizados del país, e interpretando las aspiraciones de justicia que a éstos animan y entendiendo cumplir con sus deberes de celosos guardianes de los derechos proletarios,
"Resuelven:
"Demandar del Poder Ejecutivo Nacional o de quien corresponda;
"a) Libertad de los presos obreros detenidos desde el 24 de Mayo a la fecha;
"b) Reapertura de todos los locales obreros clausurados por la policía desde esa misma fecha;
"c) Respeto del derecho de reunión y de propaganda sindical.
"Por el Consejo de la FORA
el secretario
"Por el Consejo de la FORA Comunista el secretario
"Buenos Aires, Mayo 27 de 1921".(*40)
Al no ser satisfecho el petitorio se declara la huelga general, designándose un Comité Mixto de Huelga, integrado por ambas Federaciones y sindicatos autónomos (estos últimos no llegaron a integrarlo). Luego de diversos avalares, en los que los delegados de la FORA Comunista trataban de intensificar el movimiento y los delegados de la FORA sindicalista ponían trabas al mismo hasta levantarlo unilateralmente, el Comité Mixto de Huelga, se disolvió y las cosas quedaron más enconadas que nunca.(*41)
A partir de la experiencia recogida de las alternativas que se sucedieron en el intento de entente proletaria, que dentro de la FORA Comunista era propugnada por el sector volcado en favor del naciente Partido Comunista, expulsado más tarde, nunca más se volvió a aceptar en la FORA orientada por los anarquistas, ninguna tratativa en favor de fusiones, unidades, ententes, etc.

La masacre de la Patagonia y el gesto vengador de Kurt Wikkens

Luego de las investigaciones que en los últimos años han realizado diversos autores, poco es lo que se puede agregar sobre los trágicos sucesos desarrollados en los primeros años de la década del veinte en la lejana Patagonia Argentina. Los huelguistas fueron perseguidos y exterminados con una saña feroz por las tropas del ejército argentino al mando del teniente coronel Várela. Los fusilamientos al pie de las tumbas que habían sido cavadas por los mismos que iban a ser fusilados, son una muestra fehaciente del trato que se dispensó a quienes los gobernantes de turno motejaron de "bandoleros", para mantener en la ignorancia al resto de los trabajadores del país, que de esa manera, poco hicieron para brindar su solidaridad a los que tanto la necesitaban. La FORA trató, trabada por la gran distancia que separaba el lugar de los hechos de las zonas de mayor organización, de esclarecer las circunstancias y los motivos que desencadenaron la tragedia. En esta labor no tuvo la colaboración que sería de desear de la central obrera reformista, la FORA novenana.
Pero surgió un vengador, Kurt Wikkens, que mató al teniente coronel Várela el 23 de Enero de 1923, siendo a su vez asesinado en la cárcel el 16 de Junio del mismo año, lo que provocó la reacción indignada de todos los trabajadores.
La FORA declaró un paro general de repudio por el asesinato, el que fue secundado por la USA que, como en otras ocasiones las organizaciones que le antecedieron, dio la vuelta al trabajo cuando la FORA trataba de profundizarlo.

La tragedia de Sacco y Vanzetti

Cuando el 23 de Agosto de 1927, fueron electrocutados en Boston, los anarquistas italianos Nicolás Sacco y Bartolomé Vanzetti, se consumaba un crimen de lesa humanidad cometido por la burguesía y la "justicia" yankis. Más de siete años antes habían sido detenidos acusados de un crimen que —se demostró palmariamente— no habían cometido. Es que en 1920 había cobrado inusitados contornos, una campaña de terror contra todos los que fueran, o parecieran ser, "radicales". El miedo al comunismo —estaba muy fresco aún el triunfo del partido bolchevique en Rusia— no dejaba dormir tranquilos a los explotadores del proletariado del país del norte. Por eso se propusieron hacer un escarmiento en las personas de los dos anarquistas; fueron inútiles las múltiples protestas —huelgas, mítines, petitorios, etc.— que tuvieron lugar en todo el orbe. No fueron solamente los anarquistas o los proletarios, los participantes en esos actos que buscaban conmover la conciencia de los responsables de la felonía que se estaba perpetrando. Es que luego de pasar por las agónicas alternativas de siete largos años de presidio, suscitaron la simpatía y la protesta de millones de personas. No podía faltar el proletariado argentino que, encabezado por la FORA —se sumaron luego la USA y otras fuerzas— realizó una activa campaña para demostrar la simpatía por los condenados y el repudio por quienes los condenaban.
Se sucedieron grandes mítines con oradores de diversas tendencias y se realizaron varios paros generales que tuvieron amplia repercusión. Todo fue en vano, la ejecución se cumplió, el crimen se consumó y el martirio de Sacco y Vanzetti pasó a constituirse en el prototipo de lo que significa la "justicia de clase".

La jornada de seis horas de trabajo

Ya en el lejano 1906, al mismo tiempo que exhortaba a las sociedades adheridas que no lo habían conseguido, a obtener las ocho horas como jornada máxima de labor (Anexo N9 61), el "sexto Congreso de la FORA recomienda a los gremios se pongan en condiciones de hacer triunfar la jornada de seis horas" (Anexo N° 48).(*42)
En la década del veinte fue actualizada la" necesidad de conseguir esa jornada de labor intensificándose la campaña para lograrlo. En Marzo de 1925, en el segundo Congreso de la Asociación Internacional de los Trabajadores, realizado en Amsterdam, Holanda, es aprobada, a iniciativa de la FORA, la necesidad de lograr la jornada máxima de seis horas de labor, como único paliativo posible, aunque efímero dentro del capitalismo, de aliviar la crisis de trabajo y su consecuencia, la desocupación.(289)
Fue constante la preocupación de la FORA por el tema; son numerosos los Congresos y Reuniones Regionales en que se adoptaron acuerdos al respecto (Anexo N8 86, 137, 144, 191, 201). Como ejemplo de la argumentación esgrimida, reproducimos aquí una resolución aprobada por una Asamblea de delegados de la Federación Obrera Local Bonaerense, celebrada en 1926; dice así:
"Considerando que las crisis periódicas de desocupación forzosa a que se ve obligada constantemente la clase obrera son consecuencia del progreso técnico o industrial, pues toda innovación mecánica arroja cientos de proletarios a la calle, sumiéndolos en la miseria más negra; considerando que el sistema de producción implantado por los capitalistas es antihumano, porque desarrolla en el individuo hábitos egoístas; considerando que, con el adelanto de la maquinaria, la jornada de ocho horas actualmente significa la desocupación y la miseria proletaria, resuelve:
"Que secundados por la Federación Obrera Local, los organismos adheridos inicien una campaña de agitación pro conquista de la jornada de seis horas.
"Que inteligentemente, cada institución, de acuerdo a su característica y condiciones de trabajo, encare la agitación para que simultáneamente se geste en el proletariado el espíritu de emancipación y el valor moral que representa para las huestes del trabajo esa conquista".(*43)
La jornada de seis horas fue sancionada legalmente más adelante, para los trabajos considerados insalubres; las tentativas emprendidas para extender la conquista hacia otras actividades no consideradas insalubres, fracasaron, como la extraordinaria huelga llevada a cabo por la autónoma Federación de Obreros en Construcciones Navales, en 1956.
Actualmente, a pesar del adelanto técnico experimentado, esta reivindicación planteada por la FORA está prácticamente olvidada. Los trabajadores faltos de aquél espíritu revolucionario que sustentaban sus predecesores, se avienen a trabajar jornadas agotadoras, con las cuales, solventar, aunque sea en parte, sus necesidades. Se han dado múltiples casos de obreros que, aprovechando la jornada de seis horas en sus insalubres ocupaciones, hicieran otra jornada igual en otra empresa.

El golpe de Estado de Uriburu

El 6 de Setiembre de 1930 marca el comienzo del ciclo de los golpes de Estado en la Argentina. Los locales que albergaban a los gremios de la FORA fueron clausurados, sus militantes y los militantes específicamente anarquistas, perseguidos, detenidos, deportados o confinados en Ushuaia, e, incluso, fusilados.
A pesar de la campaña realizada en La Protesta previendo contra el visible golpe de Estado —"es la hora de la espada" había predicho Leopoldo Lugones—, el Consejo Federal de la FORA, no presentó batalla a las huestes militares, manteniéndose en una actitud de expectativa que, a la postre, tuvo resultados nefastos para la organización que, cada vez más, fue despeñándose en una minimización de sus efectivos.
Es muy posible que aunque la actitud hubiese sido distinta, es decir, si la FORA hubiera opuesto resistencia al golpe de estado fascista, declarando la huelga general, no se habrían modificado sustancialmente las condiciones que sobrevinieron en el país; pero, indudablemente, estaría más en consonancia con lo que fue la FORA a través de toda su historia. Santillán, que en el suplemento quincenal de La Protesta, que dirigía, había alertado repetidamente sobre el peligro en ciernes, sostiene que "Por un error de interpretación no se hizo al golpe de Estado bien previsto la resistencia necesaria, pero durante la dictadura de ese general (Uriburu), fue la FORA la única organización que, fuera de la ley, sin locales donde reunirse, sin prensa que relacionara sus gremios, sin otros recursos que los exiguos de una peligrosa clandestinidad, ha mantenido en los trabajadores alerta el fuego sagrado de la rebelión y de la lucha".(*44)
Al mismo tiempo que la FORA y los anarquistas eran ceñudamente perseguidos, el 27 de Setiembre, culminaba un nuevo proceso de unificación obrera, del que la FORA se mantuvo al margen. Entre la Unión Sindical Argentina (sindicalistas), la Confederación Obrera Argentina (socialistas) y algunos sindicatos autónomos, dan vida a la Confederación General del Trabajo (CGT), cuyo congreso constituyente se realizará recién en 1936. En el interín se suceden hechos que cuestionan y hacen fracasar la pregonada unidad y que marcan algunas pautas sobre las que se basan las acciones emprendidas por la nueva central obrera. Así, un mes y medio después del golpe de Estado de Uriburu, a raíz de la condena a muerte de los obreros chóferes de la FORA, Ares, Montero y Gayoso que, por aplicación de la ley marcial vigente en el país dicta un tribunal militar y confirma el Consejo Supremo de Guerra y Marina, la CGT dirige al presidente de facto, teniente general Uriburu, la siguiente petición:

"La Confederación General del Trabajo, órgano representativo de las fuerzas sanas del país, conocedora de la obra de renovación administrativa del gobierno provisional y dispuesta a apoyarla como está en su acción de justicia institucional y social, en nombre de los afiliados de los diversos gremios que la componen, y ejerciendo el derecho de petición, se presenta ante V.S. para pedir, como acto de clemencia, que la pena de muerte impuesta por el tribunal militar a los chóferes Florindo Gayoso, José Montero y José Santos Ares, sea conmutada por la pena que V.S. determine.
"Convencida esta Confederación de que el gobierno provisional no mantiene en vigencia la ley marcial sino para asegurar la tranquilidad publica y para hacer respetar el prestigio y la autoridad del gobierno; aún más, entendiendo que los procedimientos y sentencias se han ajustado en absoluto a los reglamentos militares, promueve esta gestión invocando como única razón el hecho que los condenados no registran antecedentes policiales".(*45)
No es fácilmente explicable tamaña aberración en los hombres que conducen la flamante CGT. Esos hombres, después de todo, tenían un pasado de actuación sindicalista y socialista y no podían desconocer de ninguna manera la furia represiva desatada en el país a partir del 6 de Setiembre sobre todo lo que oliera o tuviera sabor a libertad.
Es cierto que la FORA, conducida por anarquistas, era la central obrera rival con la que se suscitaban continuamente hechos enojosos, incluso violentos; pero la claudicación de semejante petición, aunque pueda considerar que tenía la altruista finalidad de salvar la vida de los condenados a muerte, descalifica a los hombres que la presentaron y a quienes la aceptaron luego sin oponerse activamente.
Sebastián Marotla en su conocido libro, apunta:
"El tenor de la nota, nada airosa, por cierto, suscita severas críticas. Entre los dirigentes de la CGT exprésanse serios disgustos..."
"Al iniciar su actividad periodística la CGT explicará más tarde que, colocada ante el dilema de optar por la vida o la muerte de los tres condenados, no vaciló en solicitar la gracia prescindiendo de ciertos principios..."(*46)
"La sentencia de muerte contra Gayoso, Montero y Ares es conmutada por prisión perpetua en Ushuaia. La CGT realizó nuevas gestiones ante el general Agustín P. Justo, electo presidente constitucional; la pena es reducida a dos años de prisión en la cárcel de Tierra del Fuego. El 15 de Diciembre de 1932, Gayoso, Montero y Ares recobran su libertad definitiva".(*47)
Gayoso, siempre activo militante, fue deportado a España de la que, después de muchas vicisitudes, regresó al país donde murió en un accidente de trabajo. Montero volvió a España donde luchó con las armas en la mano contra las tropas fascistas del general Franco. Al término de la contienda buscó asilo en México donde falleció no hace muchos años. Ares soportó una deportación también a España, país de origen de los tres, regresó muy pronto a la Argentina, donde vivió retirado de la militancia hasta su fallecimiento hace algunos años.

Los procesos por asociación ilícita

Como a los anarquistas italianos de la Primera Internacional, que eran perseguidos como asociación de Malhechores; o, como los anarquistas españoles que eran perseguidos acusados de pertenecer a una organización terrorista denominada "La mano negra", la justicia argentina encarceló por varios años a activos militantes obreros de los gremios de chóferes, lavadores de autos y panaderos, adheridos a la FORA, acusándolos de formar una asociación ilícita.
Estos procesos fueron obras del fraudulento gobierno del general Agustín P. Justo que, además, siguió utilizando con gran prodigalidad la ley de Residencia que había aplicado su antecesor, el general Uriburu, a discreción.
Así replicaba al zarpazo represor, la militancia anarquista de la FORA:
"Condenada al secreto, a las reuniones clandestinas, a la prensa ilegal, la Federación Obrera Regional Argentina confía en la capacidad organizadora de sus militantes; al calor de sus ideales comunistas anárquicos, los obreros del campo y de las ciudades redoblan sus esfuerzos y cada vez son más numerosos los contingentes que se adhieren al Pacto Federal e integran sus organizaciones locales y provinciales, para fundirse a través de las fronteras y de los mares en la Asociación Internacional de los Trabajadores.
"Aprender a organizarse dentro de la forzada ilegalidad es capacitarnos notablemente para las jornadas decisivas de la emancipación proletaria. El ejemplo de Unión Chóferes y Lavadores de Autos, con seis mil afiliados coordinados en vinculación secreta, dice bien claro de qué han servido los manejos patronales y los ardides policiales para destruir la organización obrera".(*48)

Los procesados de Bragado

A raíz de un atentado cometido contra un político conservador, se fraguó un proceso contra varios anarquistas, de los cuales finalmente tres de ellos, Pascual Vuotto, Santiago Mainini y Reclús de Diago, pasaron largos años en la cárcel. Una activísima campaña desarrolló la FORA para lograr su libertad, resuelta a la postre por el Dr. Rodolfo Moreno, gobernador de la Provincia de Buenos Aires a principios de la década del cuarenta. A la campaña desarrollada por la FORA, se sumaron en forma independiente otras entidades y diversas personalidades que formaron un Comité Nacional Pro-Presos de Bragado que contó con filiales en muchos puntos del país, y sacó a la luz pública varios números del periódico Justicia.(*49)
En un principio —se estaba en pleno régimen militar, ya que fue a mediados de 1931— las sospechas y las persecuciones recayeron sobre los radicales que habían sido desalojados del gobierno el 6 de Setiembre de 1930 pero, repentinamente las autoridades policiales abandonaron esa pista y comenzaron a detener a conocidos militantes anarquistas que actuaban en el movimiento obrero. Arreciaron las torturas contra los detenidos, siete de los cuales aparecieron en un primer momento, enlistados en el proceso, en el que, finalmente quedaron los tres antes mencionados.

Los ladrilleros de San Martín

Estos obreros de la FORA sufrieron, como los procesados de Bragado, largos años de prisión, hasta que el gobernador peronista coronel Domingo A. Mercante, accedió a ponerlos en libertad.
También en este caso la campaña solidaria de la FORA fue intensa y extensa. Al lograr su libertad, los compañeros ladrilleros hablaron en un acto público realizado en el salón Verdi de la Boca, ratificando su inocencia y sus propósitos de seguir luchando por los ideales que sostenían.
Los portuarios de la FORA
Por la publicación de un manifiesto, (Anexo N° 206) en el que se oponían a aceptar el descuento de un jornal para la creación de un monumento a la extinta señora Eva Perón, fueron detenidos varios obreros portuarios afiliados a la FORA en 1952.
Luego de seis meses de encierro, fueron liberados a raíz de un viaje de Perón, entonces presidente, a Chile, donde un delegado argentino realizó la denuncia de la situación de esos detenidos. Al ser interrogado al respecto por los periodistas. Perón, declaró que los portuarios ya estaban en libertad, y, no queriendo quedar en evidencia, impartió la orden de que la libertad de los detenidos se cumplimentara de inmediato. Cabe consignar, para dar una idea cabal de lo que significaba la Sociedad de Resistencia Obreros del Puerto, adherida a la FORA, que pocos años antes de los sucesos que mencionamos, habían conseguido cuatro horas de trabajo, para tareas sumamente insalubres y peligrosas para la salud. La ausencia de una organización poderosa —la FORA fue perseguida y obstaculizada en su labor— hizo que, poco después, se perdiera esa conquista.
Para colaborar en la tarea de agitación para lograr la libertad de los compañeros portuarios bárbaramente torturados —Teodoro Suárez, Zacarpias Gutiérrez, Victorino Javier Volpe, Juan Bautista Mayorga, Honorio Bruno Santana y Oliva Teófilo Senaumont— el Consejo Federal de la FURA invitó a compañeros de distintos sectores del anarquismo. De resultas de esa convocatoria se constituyó una "Comisión pro libertad de los obreros portuarios de la FORA", que llevó a cabo una excelente labor cumpliendo los objetivos por los cuales había sido creada.

Huelga y persecución a los plomeros de la FORA

Un planteo reivindicando la conquista de la jomada de seis horas de labor y la negativa patronal a acceder a la demanda, originaron una huelga y una ceñuda persecución de los obreros plomeros de la FORA, extendida incluso, a obreros de otros gremios.
Encarcelados gran cantidad de activos militantes, algunos fueron enviados a las cárceles de Santa Rosa y Esquel. Se combinó esta labor persecutoria con la creación de un sindicato pro patronal, la Unión Gremial Argentina de Trabajadores Sanitarios (UGATS), para doblegar la resistencia obrera utilizando en este conflicto las mismas armas que pocos años antes, habían doblegado a la Federación de Obreros en Construcciones Navales (autónomo) en su proposito de conquistar las seis horas de trabajo por jomada.
En este caso, compañeros anarquistas de distintos sectores, constituyeron el "Movimiento de Agitación y Solidaridad por la libertad de los plomeros de la FORA', que cumplió una intensa tarea recogiendo fondos para ayudar a las necesidades de la propaganda, editando manifiestos, mariposas, engomados, murales, etc., y contribuyendo asimismo, a que las organizaciones de la FORA, realizaran su labor en el mismo sentido: la libertad de los detenidos.
Este conflicto de los plomeros, de larga trayectoria, es menester recordarlo, además, porque fue el último de carácter general auspiciado por un gremio de la FORA —el de los portuarios algunos años más tarde fue llevado adelante por los obreros afiliados a la FORA y al SUPA cegetista—. Desde entonces, 1960, la FORA desapareció, prácticamente de las luchas reivindicativas del proletariado argentino.

V- RELACIONES INTERNACIONALES

Dijimos en el comienzo que la FORA es prácticamente heredera de la primera Asociación Internacional de los Trabajadores, en especial modo de la Federación Regional Española de esa Asociación. Fue una actitud constante en a FORA procurar mantener relaciones con las entidades afines del exterior, con la finalidad asimismo de constituir una identidad relacionadora que significara una continuación en el tiempo, de aquella que había despertado tantas esperanzas en el proletariado de muchos países.
Con el transcurso del tiempo se fueron concretando algunas de las aspiraciones de la FORA en lo que hace a las relaciones internacionales, aspiraciones de las que dan cuenta resoluciones de Congresos y Reuniones Regiones .(Anexo N° 74,105, 108, 109, 116, 128, 129, 135, 147. 150, 160, 161, 171, 172, 174, 187, 195, 198, 199)

Es así que, teniendo en vista esas aspiraciones, el 30 de Mayo de 1910, fue convocado un Congreso Sudamericano que no pudo llevarse a cabo porque la reacción subsiguiente a la muerte del coronel Falcón, impidió seguir sus preparativos.
Con las adhesiones de la FORA, de la Federación Regional Uruguaya (FORU), Federación Obrera Paraguaya, Centro Humanidad y 1° de Mayo de Perú), Carpinteros y Pintores de Río de Janeiro (Brasil): se iba a discutir el siguiente temario:
"¿Qué medios deben emplearse para abolir la esclavitud en los yerbatales del Paraguay, Brasil y Argentina?
"¿Qué actitud han de asumir los gremios en caso de guerra entre dos o más naciones?
¿Qué medidas tomará el proletariado para contrarrestar la crisis universal?
"Pacto de Solidaridad de la Federación Obrera Sudamericana.
"Destinar la tercera y cuarta página de La Protesta como boletín de informaciones de la Federación Obrera Sudamericana.
"¿Qué medios cree más conveniente el Congreso para la conquista de la jornada de seis horas?
"Estudiar los medios para que en caso de huelga general ésta pueda hacerse con más rapidez que hasta la fecha.
"Necesidad de formar comités antimilitaristas en el seno de las sociedades y Federaciones". (210)
El fracaso de este Congreso no amenguó el interés por la creación de un vínculo relacionador en Sudamérica. Se proyectó otro Congreso en Montevideo, que tampoco se llevó a cabo. Pero, en el año 1913, tuvieron realización dos actos internacionales en los que la FORA estuvo representada: el Congreso sindicalista de Londres, donde se echaron las bases de la reconstrucción de la Asociación Inter.-acional de los Trabajadores, esfuerzo que fue interrumpido y malogrado por el estallido de la gran guerra en Julio ded 1914; y, el 29 Congreso de la Confederación Obrera Brasileña (COB), donde se aprobó el pacto de la FORA, y el delegado de la FORA y de la FORU, presentó una moción concebida en estos términos:
"1° - Que se constituya un Comité Internacional de Relaciones entre los trabajadores de América del Sur.
"2° - Que este Comité quede desde ya constituido con un delegado por cada país aquí representado, funcionando en Río de Janeiro en tanto las necesidades no nos obliguen a cambiar de lugar.
"3° - Que los gastos hechos por el Comité sean proporcionalmente cubiertos por la FORA, la FORU y la COB.
"4° - Que este Comité publique de dos o de tres en tres meses un boletín redactado en español y portugués, conteniendo todos los datos estadísticos posibles respecto al movimiento obrero de los países sudamericanos, reflejando simultáneamente la orientación de los mismos. Este boletín contribuirá eficazmente en la tarea de organizar el primer congreso obrero sudamericano. La Organización de este congreso será el fin para el cual el Comité deberá trabajar tenazmente.
"5° - Que el referido boletín sea distribuido entre todas las federaciones y confederaciones existentes en América del Sur.
"68 - Que dado el caso de ser los trabajos del Comité, interrumpidos por cualquier arbitrariedad gubernamental, sea comunicado, con la mayor rapidez posible, a todas las organizaciones sudamericanas, provocando así un acto simultáneo de protesta internacional de todo el prole-tañado del continente".(*51)
Tampoco tuvo concreción práctica esta iniciativa, aprobada por el Congreso; pero no cejó la FORA en su propósito; es por ello que, al constituirse en Moscú la Internacional Sindical Roja, estuvo representada por el delegado Tom Barker, cuya actuación fue posteriormente desconocida, por haber adoptado una posición no acorde con el mandato recibido (Anexo 207) y con los principios en los que se basa la organización argentina.
Posteriormente, la FORA participó en el congreso constitutivo de la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT), así como en los subsiguientes, manteniendo ana posición netamente diferenciada de la posición asumida por las centrales europeas integrantes de la misma, como lo certifica la extensa Memoria (Anexo 208) que da una idea cabal del pensamiento de la FORA sobre diversos problemas que hacen a su actuación como movimiento obrero organizado con orientación anarquista.
Consignemos asimismo, que el viejo anhelo de crear una Confederación Obrera Sudamericana, se concretó, ampliado, en Mayo de 1929, en un Congreso realizado en Buenos Aires, donde se fundó la Asociación Continental Americana de Trabajadores (ACAT), con la presencia del delegado de la AIT, Agustín Souchy. (Anexo N8 209.)
El entronizamiento de dictaduras militares en muchos países de América, obstaculizó la marcha de la ACAT a poco de andar, hasta que finalmente, dejó prácticamente de existir, a pesar de lo cual, la FORA, se manifestó —el grupo superviviente aún lo hace— durante muchos años, como adherida a dicha Asociación Continental, filial americana de la AIT.

IV – LAS DIVISIONES DE LA FORA

Emilio López Arango, principal teórico del forismo, y Diego Abad de Santillán, en su libro "El anarquismo en movimiento obrero", dicen:
"Nosotros hemos hecho escuela del divisionismo...Aceptamos como lógica la existencia de fracciones doctrinarias orgánicamente independientes en el movimiento obrero. Y consecuentes con la intransigencia hacia todo lo que conspire contra nuestro derecho a propagar el anarquismo a los trabajadores, nos esforzamos por crear un movimiento sindical autónomo frente a las corporaciones adversas a toda ideología y a las que sostienen una ideología que no es la nuestra. Y no negamos el derecho a hacer lo mismo a todas las demás fracciones políticas y revolucionarias. Es la experiencia de los diversos matices ideológicos y tácticos la que dirá la última palabra sobre la prevalencia o la desaparición de las varias corrientes que se disputan la orientación del movimiento obrero".(*52)
No sabemos lo que pensaba Santillán, fallecido hace unos años, aunque varió fundamentalmente su punto de vista en muchas cuestiones, sobre lo transcripto publicado en 1925; y, menos podemos saber lo que pensaría Lopez Arango, asesinado en 1929, si viviera aún, cuando el movimiento obrero como ellos lo entendían en el momento de elaborar su libro, ha desaparecido. E, incluso sabemos la influencia que pueden haber tenido en esa desaparición esa proclividad al divisionismo, que tuvo eclosión dentro de la misma FORA, cuando ya había entrado en un plano francamente descendente cuantitativamente, dentro del movimiento obrero argentino.

En sus comienzos las divisiones fueron entre fracciones ideológicas distintas, que de esa manera, buscaban su ubicación en el espectro de variadas interpretaciones; pero, más adelante esa proclividad al divisionismo, se manifestó dentro del núcleo que defendía al anarquismo como idea orientadora del movimiento obrero.
Si se repasan las resoluciones adoptadas por los distintos Congresos y Reuniones Regionales llevadas a cabo por la FORA, se podrá observar que, mientras en los primeros años además de las lógicas tareas organizativas, se consideraban asuntos que hacían a la situación del proletariado en particular y de toda la sociedad en general en su compleja multiplicidad, en los años en que se advertía claramente el plano inclinado en que estaba la FORA, los asuntos debatidos se centraban casi exclusivamente en la cuestión interna, e, incluso hubo Reuniones Regionales convocadas para tratar, como asunto excluyente las divisiones producidas. (Anexo N° 162, 163, 164, 165, 166, 183, 197, 200.)
La primera escisión de la segunda época que marcamos, se produjo en 1943; una de las partes, la FORA de Deán Funes —por ser secretaría— se dividió a su vez en 1956-1957. Se llegó a tal grado en el escisionismo que, en un momento dado, coexistían cuatro Consejos Federales que se proclamaban fieles intérpretes de la FORA del 59 Congreso —por la recomendación del comunismo anárquico—. Es que, además de escuela de divisionismo, se hizo escuela de intolerancia, de dogmatismo; algunos militantes se creyeron depositarios de la verdad absoluta y se alzaron contra resoluciones orgánicas de las organizaciones adheridas.
No poco daño le hicieron a la FORA estas divisiones, que se fueron superando —en el aspecto formal— por el advenimiento de algunos y la desaparición física de otros. Pero, lo evidente, es que cuando se concretó este advenimiento formal y esta desaparición física, ya los trabajadores habían dado la espalda a la organización obrera finalista.

VII- POSICIONES DE LA FORA FRENTE A OTRAS CORRIENTES DEL MOVIMIENTO OBRERO

Desde sus comienzos la FORA, orientada por los anarquistas, mantuvo frecuentes polémicas con los sustentadores de ideologías opuestas que le disputaban el predominio en el campo obrero. Ya hemos visto, aunque muy sintéticamente, las diferencias con los socialistas, en un comienzo; poco más tarde con los sindicalistas puros y, posteriormente, al advenir la revolución rusa, con los comunistas y anarco-dictadores. En la Memoria del Consejo Federal de la FORA al Congreso de la AIT (Anexo N° 208) se encuentran elementos de juicio de gran interés para conocer el pensamiento de los orientadores de la central obrera forista al respecto.

Bastante más acá en el tiempo, el peronismo que atrajo y aún atrae, a pesar de la muerte de su líder, a grandes masas de trabajadores con su actitud demagógica y gatopardista "algo tiene que cambiar para que todo siga igual", fue asimismo enfrentado frontalmente por la FORA y por los anarquistas en general. Pero, se cayo en el defecto de no hacer la necesaria distinción entre los designios de Perón y del grupo que lo rodeaba, y los trabajadores, que lo siguieron porque creyeron y, muchos aún creen, que habían encontrado en Perón, el hombre t que satisfacía buena parte de sus necesidades materiales que, por otra parte, en alguna medida fue cierto, fue real. Se dictaron leyes que sancionaron legalmente, propuestas, propósitos, que se habían manifestado en los primeros Congresos de la FORA, como ya quedó expresado, y por otras corrientes de pensamiento, especialmente socialistas. Faltó la necesaria visión para encarar la aparición de este fenómeno inusitado que significó el peronismo en el campo político-social argentino. A menudo las críticas anarquistas al peronismo se confundieron con la de sectores políticos que no tienen ningún punto de contacto con las propuestas anarquistas de cambio social revolucionario. No se diferenció lo suficiente el discurso anarquista del de los políticos que se opusieron a Perón desde el estrecho punto de vista del mantenimiento del aparato "democrático". Es decir, en suma, se hizo antiperonismo pero no se hizo anarquismo; y, no solamente la FORA mantuvo esa posición, el pequeño movimiento anarquista, resto del fuerte movimiento de otrora, participó también de esa posición, aunque mantuvieron sus diferencias de criterio en los enfoques y soluciones de otros problemas.
Esta posición de enfrentamiento frontal mantenida por la FORA ante otras corrientes que beligeraban en el movimiento obrero, también se pone de manifiesto en el mismo campo del movimiento anarquista, donde mantuvo discrepancias, a veces, a través de vivas polémicas con los anarquistas que no compartían su forma de encarar la participación en el campo obrero, ya estuvieran radicados en el país o en el exterior, especialmente en Europa.
Vamos a hacer un repaso de algunas de esas fuerzas más o menos afines a la FORA.

Sindicalistas

La declaración de Amiens —Congreso de la Confederación General del Trabajo francesa de 1906— (Anexo N° 210) verdadera Biblia del sindicalismo neutro o puro y, aún de los sindicalistas revolucionarios, se encuentra ampliamente controvertida desde el punto de vista de la FORA en la Memoria (Anexo N° 208) remitida por el Consejo Federal al Congreso de la ATT de Berlín, corno para seguir abundando sobre el tema; solamente queremos acotar aquí que la FORA rechazó asimismo la organización de sindicatos por industria —en la Memoria mencionada también se lo hace—, contraponiendo sus sindicatos por oficio. López Arango y Santillán, dicen al respecto:
"...ni creemos que los organismos obreros deban seguir el proceso de desarrollo industrial copiando las formas exteriores del capitalismo y buscando en la estructura económica de la sociedad contemporánea los elementos constructivos de la futura organización de los pueblos." (*53)

La FORA y el anarco-sindicalismo

La declaración de principios de la Freie Arbeiter Union Deutschlands (FAUD), central sindicalista libertaria alemana, obra de su más esclarecido inspirador, Rudolf Rocker, que es un breve compendio de la teoría anarcosindicalista (Anexo N° 211), mereció estas consideraciones de parte de López Arango y Santillán:
"Según este punto de vista todo habría de proceder del sindicato después de una revolución victoriosa. Otras formas de organización al margen de esa red de Federaciones y de uniones obreras difícilmente se toleraría, lo cual, a nuestro entender es una idea que contradice la libertad que anima todas las expresiones del anarquismo. A lo sumo podríamos tener derecho a preparar la vida futura para nosotros mismos, para la minoría de los que aceptamos el sindicato con esa misión presente y futura, pero como forma general de la vida social entera en el porvenir, esa teoría nos llevaría a una nueva dominación, pues la legislación previa de los cauces que habrá de recorrer el proceso revolucionario y la edificación socialista, no es sino una aceptación del fatalismo marxista en nuevas apariencias. Nuestra participación activa en el movimiento obrero no supone que conferimos al sindicato el papel de transformar la mentalidad de los hombres para colocarlos en condiciones de vivir una nueva vida. Significa unicamente que concedemos un valor real a las luchas del proletariado y que participamos en ellas para impulsarlas en un sentidlo favorable a la gestación revolucionaria que el anarquismo persigue. Y ese medio de acción vale por lo que realiza diariamente en el terreno económico, por lo que capacita a los trabajadores en el ejercicio de la lucha por un porvenir mejor, no por las soluciones que pueda : ofrecer para el futuro".(*54)
La teoría anarco-sindicalista muy emparentada con la del sindicalismo revolucionario, es, hoy día, confundida por muchos que se acercan al movimiento obrero, y aún participan en él, porque consideran que todos los anarquistas que actúan en el sindicalismo son, automáticamente, anarco-sindicalistas. El anarco-sindicalismo es una teoría . que basa la construcción de la sociedad después de la revolución emancipadora, en los mismos sindicatos o asociaciones profesionales de trabajadores. La FORA rechazó ; expresamente el anarco-sindicalismo y mantuvo su concepción de que no se puede legislar sobre el futuro de la sociedad después del cambio revolucionario, como lo expresa la tantas veces reiterada Memoria presentada por el consejo Federal al Congreso de Berlín (Anexo N° 208).

VIII - LA FORA Y EL MOVIMIENTO ANARQUISTA ORGANIZADO

Ya dejamos dicho de la estrecha vinculación entre la FORA y el anarquismo. El mantenimiento de La Protesta como órgano oficioso durante muchos años, es un dato que no se puede soslayar para certificarlo. Es por ello que la FORA no podía escapar al hecho de que las disputas y divisiones producidas en el movimiento anarquista, repercutieran intensamente en su seno y, a la inversa, las disputas y divisiones producidas en la FORA, repercutían intensamente en el movimiento anarquista.

En la década del veinte se produjo una polarización en un amplio sector del anarquismo, alrededor de las publicaciones La Protesta y La Antorcha —se era "protestista" o se era "antorchista"—, que se manifestó en la FORA mediante la siguiente resolución tomada por una reunión de delegados en Setiembre de 1924:
"Se considera al margen de la FORA a todos los cementos que hacen labor derrotista y obstaculizan la propaganda del comunismo anárquico.
"Se resuelve aislar a los grupos La Antorcha, Pampa Libre e Ideas, no consintiéndoles ingerencia en los organismos federados y retirándoles todo concurso material y moral.
Excluir de los cargos representativos en las entidades federadas a las personas que respondan a la tendencia de dichos grupos.
Se consideran separadas de la FORA las entidades que no acepten este temperamento".(*55)
Años después se dejó sin efecto en la práctica —no por resolución formal— esta división. Yo he conocido a representantes de ambas tendencias, trabajando codo a codo y en perfecta armonía, en organismos comunes del movimiento anarquista.
Pero no se circunscribe a esto la relación de la FORA con el movimiento anarquista. ¿La FORA es un movimiento obrero anarquista, o la recomendación del comunismo anárquico es simplemente eso, una recomendación sin efectos de imposición? Es un interrogante que siempre ha tenido sostenedores en ambos polos; con preponderancia de acuerdo a los resultados derivados de las acciones y documentos conocidos, de los defensores de que la FORA es un movimiento obrero anarquista. Arango y Santillán se manifiestan favorables a esta interpretación cuando abogan por la creación de "tantos movimientos obreros como tendencias dividen al proletariado"(*56). Es que si se admiten trabajadores de otras ideas políticas, o que no tengan ninguna, la FORA no puede ser considerada una organización obrera anarquista.

Polemizando con el conocido anarquista italiano Enrique Malatesta, López Arango y Santillán sostienen:
"En cuanto a que los sindicatos deben permanecer abiertos a todos los obreros en tanto que obreros, es una opinión que no podemos compartir; el mismo Malatesta reconoce que en ciertas categorías de oficio se siente más afinidad de intereses con el capitalismo que con el proletariado; y si un sindicato es fundado sobre una base revolucionaria, ingresarán en él los que reconozcan la orientación admitida, o simpaticen con ella. El sindicato está abierto para todos los hombres sin distinción de nacionalidad, de color, de edad, o de sexo, pero abierto para todas las tendencias es cuestión discutible. Si en la teoría ya admiten algunos semejante punto de vista, en la práctica prevalece el sindicato con una orientación, reformista o revolucionaria, que excluye el predominio o la propaganda de otras tendencias".(*57)
Evidentemente esto no se concilia con la opinión de varios militantes de la FORA, que sostienen que nunca se pusieron trabas al ingreso de trabajadores, que nunca se les preguntó cómo pensaban para afiliarse a las Sociedades de Resistencia de la FORA. Y, para tener una idea más precisa, podemos decir que en una resolución tomada en Asamblea, Pintores Unidos de la FORA, dividió a sus afiliados entre los que podían integrar la Comisión Administrativa y quienes no podían hacerlo, de acuerdo a las ideas que sustentaban.

Así dice la mencionada resolución:
"...y visto también, que la mejor forma de cumplir su misión emancipadora la organización obrera, es, solamente, cuando ésta está compuesta por elementos afines, y sin contar en su seno con el peligro continuo que constituyen los afiliados a fracciones políticas enemigas a muerte del anarquismo y los partidarios del "sindicalismo sin ninguna clase de objeto social", con lo que queremos entrar en el verdadero terreno que nos conduzca a la total desaparición del capital y del Estado, se resuelve de común acuerdo, defender la finalidad comunista anárquica con la base fundamental de que en este gremio, netamente comunista anárquico, no podrá pertenecer a la Comisión Administrativa ni ocupar cargo de responsabilidad, ningún asociado que sea político estatal, milite en cualquier partido político opuesto al anarquismo, asimismo los partidarios de sostener la organización separada de toda finalidad política o social, como también los miembros que al ser nombrados obstaculizaran la propaganda en su más amplio carácter anárquico y no facilitaran los medios a su alcance para el desarrollo de la misma.
"Con esta resolución dejamos sentado que los componentes de esta agrupación, deben estar en un todo de acuerdo, al mismo tiempo que con los métodos revolucionarios de la FORA a la que pertenecemos, con los postulados que ella ostenta".(*58)
Evidentemente, este acuerdo tomado por Pintores Unidos, está en total contradicción con la premisa anarquista de que a igualdad de deberes debe corresponder una igualdad de derechos. Todos los afiliados a una Sociedad de Resistencia deben tener las mismas oportunidades para acceder a los puestos de responsabilidad, lo contrario es dividirlos entre hijos y entenados.

El fondo de todo esto está en que a pesar de que muchos anarquistas que actuaron en la FORA, pertenecían al mismo tiempo a agrupaciones anarquistas, el especifismo entendido como movimiento ideológico organizado, fue resistido y combatido por la FORA. En esto también se marca una diferencia sustancial con la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) española, por ejemplo. Así ve Jorge Solomonoff esta divergencia:
'Se refiere a la manera de resolver el problema de la distancia existente entre las formulaciones ideológicas más o menos elaboradas y las motivaciones que mueven la acción reivindicativa de las masas trabajadoras. En este aspecto encontramos históricamente dos tipos de soluciones organizativas: la que mantiene orgánicamente separadas las funciones ideológicas y políticas del anarquismo de aquellas estrictamente gremiales, cuyo ejemplo mas perdurable lo tenemos en la relación entre la Federación Anarquista Ibérica (FAI) y la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) españolas. La otra posición corresponde a quienes sostienen que la elaboración ideológica y la acción sindical constituyen un todo inseparable, que la organización específica de los anarquistas fuera del movimiento obrero implicaría el establecimiento entre estos de relaciones autoritarias y aristocratizantes, reproductoras de los problemas de conducción propios de las conflictivas relaciones existentes entre los partidos políticos y los sindicatos. El ejemplo más acabado de esta "afusión" entre la organización sindical y una ideología "externa", lo constituye la FORA, sobre todo a partir de 1905. Aunque esta posición no era compartida por la totalidad de los anarquistas, fue lo bastante fuerte como para impedir el surgimiento de una organización política del anarquismo en la Argentina durante el período que nos ocupa".(*59)
El libro de Solomonoff, abarca hasta la primera guerra mundial; posteriormente surgieron organizaciones especificas del anarquismo, la Alianza Libertaria Argentina en la década del veinte, y la Federación Anarco-comunista Argentina (FACA) —actualmente Federación Libertaria Argentina (FLA), en los años treinta. Ambas fueron combatidas por la FORA, y por otras agrupaciones anarquistas que no compartían y no comparten actualmente su metodología y aún las bases en que se fundamenta su organización.

IX - CONCLUSIONES

Hasta aquí hemos repasado en visión panorámica, los puntos que, creemos, tienen mayor interés para tener una idea aproximada de la historia de la FORA.
De este repaso panorámico se habrá podido inferir la importancia trascendental que ha tenido en la historia social de la República Argentina, durante las primeras décadas de este siglo. Fue la FORA uno de los polos de atracción del movimiento obrero de este país. Significó el polo antilegalista, revolucionario, internacionalista, enfrentado al polo legalista, reformista, cada vez más estrechamente nacionalista a través de distintas denominaciones : Unión General de Trabajadores (UGT); Confederación Obrera Regional Argentina (CORA); Federación Obrera Regional Argentina del 9a Congreso; Unión Sindical Argentina (USA); Confederación Obrera Argentina (COA); para finalmente, de la unión de las dos últimas, surgir la actual Confederación General del Trabajo (CGT); significó lo contrapuesto, la contrafigura de la FORA.

Mayoritaria, cuantitativamente hablando, en sus inicios hasta promediar, quizás, la década del veinte, poco a poco fue debilitándose hasta desaparecer como fuerza a tener en cuenta en cualquier estudio que se haga movimiento obrero argentino.
Es un hecho incontestable que hoy día, la FORA ha dejado de existir. El que un grupo de veteranos militantes mantenga abierto un local, distinguiéndolo con esa sigla, no invalida esa aseveración, ya que, para negarla, tratándose la FORA, de un movimiento obrero, debe contar con trabajadores afiliados a sus sindicatos o Sociedades de Resistencia según la terminología forista tomada de la Federación Regional Española, adherida a la primera Asociación Internacional de los Trabajadores. Actualmente no existen esos trabajadores afiliados a las Sociedades de Resistencia; al no existir esos afiliados consecuentemente las Sociedades de Resistencia no tienen vida; al no tener vida, al no contar con Sociedades de Resistencia, la FORA, que es un organismo relacionador de esas Sociedades de Resistencia, ha dejado de existir. ¿A qué se debe esa caída vertical?
Alguien, alguna vez, tendría que hacer un estudio en profundidad para tratar de dilucidar este interrogante; nosotros no tenemos las condiciones de conocimientos y capacidad necesarios para ello. Sólo queremos expresar aquí, algunas ideas que pueden tener el valor de aproximaciones al tema.
No se puede soslayar la incidencia que ha tenido la represión estatal en esta caída. Más extensa o intensa a partir del golpe de estado de Uriburu, tuvo serios efectos en las estructuras cada vez más débiles de la FORA; pero, creemos, que no es excluyente; otros motivos han tenido tanta, o, probablemente, más importancia. A algunos de ellos nos referiremos sintéticamente a continuación.
Dejamos dicho al comienzo que el movimiento obrero argentino fue iniciativa de inmigrantes, en especial modo europeos; y la FORA no escapa a esta realidad, fue obra de anarquistas españoles e italianos principalmente, que llegaron al país en la época de la gran inmigración extranjera, mayoritariamente, repetimos, europea. En esa inmigración la FORA, obra de inmigrantes, pudo extender su influencia que, solo en reducidas dimensiones y sin llegar a muchos lugares, alcanzó al argentino nativo sometido a condiciones inhumanas de vida y trabajo. Hace un tiempo el compañero Humberto Corréale, manifestó que se hizo labor propagandista en extensión pero no en profundidad. Cuando esa inmigración cesó y fue sustituida por la inmigración interior y de los países vecinos hacia los lugares en que la FORA había arraigado, se perdió la base de sustentación. El "lenguaje" que se había utilizado con éxito frente a la inmigración europea de la cual formaban parte los fundadores de la FORA, se mantuvo inalterable frente a la inmigración interior y de países vecinos, que no lo comprendió y le dio la espalda.
La legislación laboral que puso en vigencia el Estado, especialmente con el advenimiento de Perón, fue enfrentada frontalmente por la FORA, en lugar de comprender y hacer comprender a los trabajadores, que eran conquistas propias arrancadas a los explotadores, y no dádivas que buenamente les otorgaba el Estado.
Tratándose la FORA de una organización obrera, es decir que, primordialmente, se trata de una organización de la clase trabajadora para enfrentar a la clase capitalista, no se asume plenamente que la FORA es una organización clasista, surgiendo una contradicción tan evidente que parece imposible que se haya dado realmente. Es indudable que, aparentemente, no todos pensaban así; eso es lo que sugieren dos posturas ante el tema, que voy a reproducir:

En las instrucciones que el Consejo Federal de la FORA envió a Tom Barker (Anexo N° 207), su delegado ante el Congreso de la Internacional Sindical Roja, el 5° punto, expresa:
"De hacer notar que esta central [la FORA] repudia a la Federación Sindical de Amsterdam por haber violado los más dignos principios de la guerra de clase".
Mientras tanto, López Arango y Santillán se extienden sobre la lucha de clases, de esta manera:
"El examen y la consideración de ciertas actividades demagógicas, como la que implicaba la consigna de los bolchevistas, una cuestión nada fácil de resolver, la idea de clase y de la lucha de clases. Es verdad que no hemos dado ninguna solución teórica fundamental; lo único que hicimos fue poner en duda la concepción marxista, criticar sus bases y preparar el terreno tal vez para que alguno de los nuestros se ocupe algún día con detenimiento de ese asunto desde el punto de vista libertario.
'La idea de clase nos parece que contradice los principios sostenidos por el anarquismo. Creemos descubrir en ella el último refugio del autoritarismo y, mientras luchamos por la liberación del movimiento obrero de los partidos políticos, al afirmar la idea de clase, preparamos d terreno a una nueva dominación.
"Nos hemos acostumbrado a considerar el mundo a través del prisma unilateral que pone a una clase frente a otra, y en lugar de confirmar con el examen de la historia y de la realidad el contenido de esa idea, la supuesta homogeneidad de las clases en pugna, hacemos la operación contraria, abstrayéndonos de todo lo que puede poner en tela de juicio la exactitud del materialismo histórico. Pero la verdad es que en todas nuestras luchas y en todas nuestras aspiraciones no obramos como componentes de una clase económicamente inferior, sino como defensores de una idea de justicia y de libertad sociales que quisiéramos ver realizada. Y si queremos la revolución, no lo hacemos en vista solo de aliviar la situación de los que tienen hambre de pan, sino para organizar la vida social de manera que todos los hombres tengan en el banquete de la vida un puesto y disfrutar de las ventajas de la libertad.
"Los reformistas se esfuerzan por que pensemos como zapateros o como sastres y no como hombres. Predican la fraternidad de los obreros y no la fraternidad humana. Pero nosotros dudamos que la unidad de intereses del obrero y del gendarme o del huelguista y del rompe huelgas, todos pertenecientes a una capa económicamente inferior, sea efectiva y justifique una alianza cualquiera entre ellos. Lejos de constatar una frontera divisoria entre asalariados y capitalistas, no constatamos en todo el movimiento obrero moderno más que una línea divisoria entre los partidarios y los enemigos de la revolución; es decir; de una parte una minoría obrera consciente que lucha por la abolición de la explotación y de la dominación, y, por otra, una mayoría compuesta de obreros y burgueses que se resisten a dejar modificar las instituciones actuales. No vemos por qué ha de ser necesario recurrir a la idea de clase para engrosar las filas de los partidarios de la revolución, que no es un proceso histórico fatal, sino una labor sistemática de propaganda y de organización y de acción inspirada por una finalidad, lo cual requiere que los que ingresen en las filas de la revolución piensen por su propia cuenta y no eludan el pensamiento en mérito a la concepción marxista que atribuye una función histórica fatal a los trabajadores". (*60)
Indudablemente, en la posición de López Arango y Santillán, hay una indefinición que llega, como dejamos dicho, a la incongruencia y la contradicción. Y, sabemos, la notoria influencia que tuvieron, primordialmente López Arango, en modelar un esquema teórico-práctico para la organización forista. Repetimos, la organización obrera es el arma fundamental que tiene una clase, la obrera, para luchar con otra clase, la capitalista, para mejorar las condiciones de trabajo y de vida en la actual sociedad; en el caso de organizaciones obreras revolucionarias, como sin duda lo era la FORA, se le adiciona como meta finalista, la transformación de la sociedad actual en una sociedad de libres y de iguales, es decir, el logro de una sociedad sin clases, pero, sin olvidar, su concepción primaria de lucha de clases. Lo contrario, significa no asumir esa condición indispensable para una actuación coherente con el medio adoptado como instrumento para conseguir plasmar en la realidad, las aspiraciones esbozadas en la teoría.
La indefinición nace de esa disyuntiva de que hablábamos antes: ¿La FORA es una organización obrera anarquista? o, ¿Es una organización abierta a todos los
trabajadores, en la que se "recomienda", no se impone, la propaganda del comunismo anárquico entre los trabajadores?
López Arango y Santillán se declaran favorables a la primera de esas afirmaciones, lo que explica su posición, a mi juicio contradictoria con lo que es y lo que significa un movimiento obrero.

Consideraciones finales

Debemos poner punto final a este largo peregrinaje, muy parcial e insuficiente, sobre la trayectoria y lo que significó la FORA en el movimiento obrero argentino. Antes de ese punto final, quiero esbozar brevemente lo que, en mi opinión, pueden emprender los anarquistas aquí y ahora, para recobrar influencia en el movimiento obrero.
La tarea es ardua y compleja, y de ella no pueden esperarse frutos inmediatos ni espectaculares. Yo no creo que los trabajadores abandonen en gran cantidad, ni mucho menos masivamente, los sindicatos legalistas a los que están afiliados, aun cuando, cosa inverosímil con este o con cualquier otro gobierno, se aboliera la Ley de Asociaciones Profesionales. Están acostumbrados —los trabajadores— al dejar hacer, a no inmiscuirse en el manejo de esas organizaciones, a las que ven como instituciones que los sobrepasan y, ante las cuales se sienten como cuando tienen que recurrir por algún trámite a algún organismo estatal —administrativo, judicial, policial, etc.—, confundidos y hasta atemorizados. Por otro lado, aún con grandes imperfecciones, obtienen positivos beneficios de sus servicios médicos, hoteles de vacaciones, etc.
El movimiento obrero actual está organizado en forma centralista, sin participación activa de los trabajadores de la base; practica la colaboración de clases; utiliza la Acción a Base Múltiple en sus diferencias con la patronal; fomenta un sentir nacionalista que niega la solidaridad en el plano internacional; niega la práctica solidaria entre los trabajadores y entre los sindicatos a nivel nacional; mantiene cordiales y aún estrechas relaciones con las Fuerzas Armadas y la jerarquía eclesiástica; sostiene una frondosa burocracia; sus propósitos son meramente mejorativistas ya que carece de un proyecto de cambio social; se ha convertido en uno de los engranajes que permiten el funcionamiento con el menor sobresalto posible, de esta organización social basada en la explotación del hombre por el hombre.
Ante esta situación, lo que considero factible, es la formación de grupos de compañeros en los gremios en que se puedan organizar, con el objetivo de estudiar a fondo los problemas de cada gremio en particular, de todos los trabajadores en general y de la sociedad en su conjunto.
La Reunión Regional de la FORA realizada en 1962, aprobó la siguiente resolución:
"La formación de grupos intersindicales de orientación forista en gremios ajenos a nuestro movimiento, que actúen en relación y coordinación con gremios de Oficios Varios y cuerpos de relaciones en lo regional o local, según se presente". (Anexo N°191.)
Esta resolución nunca se llevó a la práctica, y, no existiendo la FORA en la actualidad, por lo que ya dejamos dicho, considero que los grupos intersindicales que se organicen, deben coordinarse de la manera que crean más conveniente. Además, deben estar conectados con los grupos de compañeros anarquistas que desarrollen sus actividades en otros ámbitos.

Poniendo el acento en un movimiento obrero organizado en forma federalista, con la participación activa de los trabajadores mediante asambleas y demás instancias de participación; practicando a ultranza la lucha de clases; utilizando exclusivamente la Acción Directa en sus diferencias con el Capital y el Estado; fomentando la solidaridad entre los trabajadores y entre los sindicatos tanto a nivel nacional —o regional por considerar en su visión internacionalista que cada país es una región que se une federativamente a las demás, no una separación por las fronteras— e internacional; declaradamente antimilitarista y anticlerical; antiburocrático; dotado de un Proyecto de Cambio Social revolucionario, total, propugnador de la suplantación del capitalismo y del Estado regulador de las relaciones sociales, por una sociedad igualitaria; es decir, en suma, retomando los principios orientadores de la acción que llevó a cabo la FORA; clarificando adecuadamente lo que estaba un tanto en duda, como la lucha de clases, por ejemplo. Partiendo de esas premisas, empleando un lenguaje claro y comprensible para los trabajadores de hoy, de los que son parte, creo que, aún sin esperar frutos inmediatos, repito, ni espectaculares en lo que se refiere a la conversión de trabajadores al anarquismo que, por otra parte, podría ser contraproducente por su deficiente formación y la falta de cuadros de militantes esclarecidos para recibirlos, pueden obtenerse resultados promisorios.
Intercolaborando con otros grupos específicos, estos grupos intersindicales, integrados por compañeros convencidos de sus ideas y de la importancia de su labor, están en condiciones de comenzar a realizar lo que se puede explicar gráficamente, citando el ejemplo de la gota de aceite derramada que se va extendiendo paulatinamente.

Trabajando en ese sentido, al que se le puede encontrar cierta similitud con la labor desarrollada en España por la Alianza de la Democracia Socialista, fundada por Miguel Bakunin en tiempos de la Primera Internacional, antecedente de la Federación Anarquista Ibérica (FAI), se podrá ir conformando núcleos de trabajadores influidos por la prédica antiestatista y de Acción Directa que son parte inamovible del ideal anarquista. Es decir, resumiendo, que ,la actuación se haría simultáneamente en dos niveles: el grupo de afinidad, el grupo intersindical, de militantes declarada y convencidamente anarquistas, y grupos de trabajadores influidos por esos grupos anarquistas. Este sistema, indudablemente mucho más cercano al sistema organizativo español con la CNT y la FAI, que al de la FORA, creo que es el más adecuado en la situación presente en que estamos inmersos.
Esos grupos intersindicales en todos sus niveles deben organizarse y funcionar —como expresó un compañero— de la misma manera en que sostenemos que debe organizarse y funcionar toda la sociedad; con bases auténticamente federalistas y total reciprocidad entre deberes y derechos de todos sus componentes.

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