Se conoce como Semana
Trágica a una serie de acontecimientos que sucedieron en
Buenos Aires en enero de 1919. Los hechos comenzaron el
7 de enero con una huelga en los Talleres Metalúrgicos
Vasena que fue violentamente reprimida por la policía,
con cuatro obreros muertos, La movilización obrera y la
represión se sucedieron a lo largo de los días, dejando
un saldo final, oficial, de 40 muertos y numerosos
heridos, aunque algunos medios anarquistas hablan de más
de 100 muertos.
La íntima alegría: no
hay olvido para aquellos hechos donde se trató de apagar el Derecho
a balazo limpio en vez de aplicar los argumentos de la razón. La
Semana Trágica de enero del ’19. Otro aniversario más, sí, cuántos
años. Cuántos muertos por lo justo. No vamos a discutir ahora si
fueron mil o seiscientos los obreros muertos. Lo triste, lo trágico
es que se tergiversó todo, se hizo valer como siempre o, como casi
siempre, la historia oficial. No eran ni "perturbadores extranjeros"
ni "rusos" ni "terroristas" como los medios oficiales y del poder
trataron de disfrazar el crimen. Eran obreros que querían tener los
derechos de la dignidad y de la vida: las sagradas ocho horas de
trabajo. Los panaderos y los yeseros ya habían conseguido –por su
lucha– las ocho horas en 1898, los metalúrgicos, en 1919, todavía
trabajaban nueve horas por día. Por eso la huelga y por el lugar de
trabajo para los despedidos. Dignidad y Justicia. La respuesta del
poder fue bala y más bala. Con los uniformados de siempre. Esta vez
ya con la ayuda de los muchachos del barrio Norte, las guardias
blancas, la llamada después "Liga Patriótica Argentina". Salieron a
matar "anarquistas, rusos, judíos y enemigos de la Patria". Las
calles de Buenos Aires quedaron teñidas de sangre obrera.
El 7 de enero de 1919 comienza La Semana Trágica que
produjo centenares de obreros muertos. Producción
Agencia Télam (2014).014.
Pero el mismo gobierno
represor tuvo que reconocer la injusticia y días después se les dio
a los obreros lo que pedían. ¿Por qué entonces tanta violencia desde
el poder? ¿Por qué además de los muertos, los 1500 obreros presos?
La firma del ministro del Interior en las cláusulas de la solución
del conflicto deja en claro que la razón estaba del lado obrero. Eso
sí, esa razón se había pagado con sangre de los explotados. Pero
luego de la matanza pasó a ser un tema del cual no se habla. Cuando
muchos años después tratamos de que los terrenos donde había
comenzado el drama –los de los establecimientos Vasena, que habían
sido demolidos– pasaran a llamarse "Parque Mártires de la Semana
Trágica", justamente el dirigente Augusto Vandor se opuso y propuso
llamarla "Plaza Martín Fierro". Nombre que hoy lleva. Claro, del
pasado no se habla porque estaban involucrados Yrigoyen, los
radicales, el ejército y personajes de la "guardia blanca" que luego
pasaron a ser próceres: Manuel Carlés, el Perito Moreno, el cura
Miguel D’Andrea e, infaltable, el estanciero Martínez de Hoz, hijo
de aquel presidente de la Sociedad Rural que recibió de Roca
2.500.000 hectáreas de la tierra donde vivían antes los pampas y los
ranqueles, bisabuelo del murciélago que luego fue ministro de
Economía de la dictadura de la desaparición de personas. Toda una
estirpe familiar heredera del autollamado "liberalismo positivista"
del roquismo.
Bien, esta semana se recordó a los obreros mártires de las ocho
horas de trabajo. Entre las organizaciones que propiciaron el acto
estaban la Federación Libertaria Argentina, la FORA –la más antigua
de las organizaciones obreras– y la Biblioteca José Ingenieros. El
culto de la utopía a través de la dignidad.
16/01/06 Página/12
El 7 de enero de 1919 comienza La Semana Trágica que
produjo centenares de obreros muertos. Producción Agencia Télam 2014.
El seis de enero de 1919, hace 80 años, comenzó la Semana Trágica. A
las huelgas obreras se les opuso una violencia nunca antes vista que
culminó en el primer desborde antisemita de nuestra historia.
La "Gran guerra", que luego fue bautizada como Primera Guerra
Mundial (1914-18) para diferenciarla de la "Segunda" (1939-45),
paralizó en nuestro país las inversiones. Las dificultades para
exportar e importar provocaron carestía y pérdida del poder
adquisitivo del salario. En ese cuatrienio de la primera contienda,
el salario descendió en la Argentina un 38,2 por ciento, porcentaje
más que elevado para aquel entonces. Obviamente la combatividad
obrera creció, estimulada además por la revolución bolchevique en la
lejana Rusia y la ola de pronunciamientos proletarios que se habían
desatado en el resto de Europa, principalmente las acciones de los
espartaquistas en Alemania encabezados por Rosa Luxemburgo.
En 1917 hubo por estas latitudes 136.000 trabajadores en huelga; al
año siguiente fueron 138.000, pero en 1919 la cifra subió a más de
300.000. El 70 por ciento de los huelguistas pertenecía al sector de
los transportes, lo que también marcó una diferencia con los
movimientos de la primera década del siglo, que en su mayoría se
daban en pequeñas empresas.
Pánico burgués
De esos años datan las huelgas de la Federación Obrera Marítima, de
los obreros municipales de Buenos Aires y, fundamentalmente, de los
trabajadores ferroviarios. Estos últimos revelaron un particular
sentido de lucha, al punto de incendiar vagones en Retiro y darles
algunas palizas a aquellos funcionarios británicos que se negaban a
otorgar los aumentos salariales y mejorar las condiciones de
trabajo. En este clima creció el pánico de las clases altas: cada
sindicato parecía un soviet; cada huelga, el preludio de la toma del
poder por parte de los obreros y cada inmigrante, un revolucionario
en ciernes.
El primer gobierno de Hipólito Yrigoyen (1916-22), impotente y
contradictorio para alinearse junto al pueblo, mandó a reprimir.
Pero la oligarquía, las grandes empresas y los paquidermos
periodísticos desconfiaban de Yrigoyen --que había alcanzado el
poder con gran apoyo popular-- y lo acusaron de favorecer a los
huelguistas indiscriminadamente. Así nació la decisión de los "altos
intereses en peligro" de crear una fuerza parapolicial que reprima
por su cuenta "y con mayor eficiencia que los regulares".
Los grandes diarios y
los círculos conservadores habían entrado en una suerte de pánico,
casi de histeria, denunciando la existencia de soviets, aun dentro
de la policía. Y, al estallar una huelga general en los frigoríficos
de Berisso y Avellaneda, casi todos de propiedad norteamericana,
salieron los primeros grupos de "niños bien", montados en
automóviles último modelo, a reprimir a los "subversivos" y a
reclutar rápidamente "crumiros" (vocablo que entonces denominaba a
los trabajadores rompehuelgas).
Los "triunfos" alcanzados por esos jóvenes --fuertemente impregnados
por una combinación de difuso nacionalismo y catolicismo-- alentó la
formación de dos organismos civiles terroristas: "Orden Social" y
"Guardia Blanca", transformados posteriormente en "Liga Patriótica
Argentina" y "Comité Pro Argentinidad" que crearon brigadas armadas
con el visto bueno de la policía y el Ejército y el apoyo financiero
de la "Asociación Nacional del Trabajo", entidad patronal presidida
por Joaquín S. Anchorena.
La "Liga Patriótica" --la más importante y conocida de esas
organizaciones-- se "cubrió de gloria", según La Prensa, en
numerosos ataques a centros y reuniones obreras. Una de esas
"proezas" fue el asalto a un local de la FORA (Federación Obrera
Regional Argentina), cerca de Plaza Once, donde resultaron dos
muertos, uno de ellos el chofer Bruno Canovi. También atacó una
pacífica demostración en Gualeguaychú (Entre Ríos), con diversos
muertos y heridos como saldo. Por otra parte asesinó en Rosario a la
obrera anarquista Luisa Lallana, y en el puerto de Buenos Aires fue
muerto de manera similar el trabajador Angeles Améndola. Sin embargo
aquella ordalía represiva recién alcanzaría su máxima altitud
durante la "Semana Trágica" --6 al 13 de enero de 1919-- que dejara
como saldo unos 700 muertos y más de 4000 heridos.
"Conspiración judeo-maximalista"
Los primeros crímenes,
en esa semana de dolor pero también de gran espíritu proletario y
combativo, fueron cometidos por los propios uniformados --al
disparar sobre los huelguistas reunidos frente a la fábrica
metalúrgica de Pedro Vasena e Hijos, en Cochabamba y Rioja, donde
hoy se encuentra la plaza Martín Fierro--, pero, con el desarrollo
de los acontecimientos y el miedo burgués a la "revolución social",
el jefe de la Segunda División del Ejército, general Luís Dellepiane
(el mismo que entre 1909 y 1912 había sido jefe de policía,
reemplazando al ejecutado Ramón L. Falcón), no sólo fue llamado a
asumir la responsabilidad ejecutiva de la represión, sino que
también dio vía libre a los "civiles" para que "colaboren". Esos
"civiles", que muy poco tiempo después formarían la "Liga
Patriótica" y otras estructuras similares, se habían formado en el
odio al inmigrante, especialmente los judíos, a quienes acusaban de
estar fomentando la "conspiración judeo-maximalista" para "disolver
la nacionalidad argentina".
El antisemitismo estaba muy arraigado en las clases altas de
entonces. Algunos ejemplos: en 1890 apareció en La Nación, en forma
de folletín, una furiosa novela antisemita llamada La bolsa de
Julián Martel; en enero de 1888 (apenas ocho meses antes de
morirse), el mismísimo Domingo Faustino Sarmiento publicó varios
artículos antijudíos en El Nacional; el diario La Prensa, en
distintas oportunidades, manifestó su oposición a que los judíos
formen comunas agrarias en Entre Ríos y Santa Fe; y, sobre todo, la
"acción" del 15 de mayo de 1910, diez días antes del Centenario,
cuando jóvenes de clase alta, salidos de la muy exclusiva "Sociedad
Sportiva Argentina" bajo la conducción del barón Demarchi, asaltaron
las sedes del Avangard, órgano del "Bund", agrupación obrera
socialista judía, y la denominada "Biblioteca Rusa", para quemar
luego sus libros en Plaza Congreso. Refiriéndose al fenómeno
antisemita de los represores de la "Semana Trágica", el escritor
Juan José Sebreli (en el libro La cuestión judía en la Argentina,
publicado en 1968 por la editorial Tiempos Modernos) esbozó una
interesante reflexión para explicar la xenofobia de la oligarquía de
aquélla época: "El mismo odio racial que la burguesía liberal sentía
por el mestizo, al que trató de sustituir por el inmigrante europeo,
se volcó después hacia el propio inmigrante cuando éste se reveló
inesperadamente con un dinámico elemento de agitación social".
El ensañamiento de esos sectores vinculados con el poder contra los
trabajadores judíos durante la "Semana Trágica" produjo en América
latina el primer "pogrom" (vocablo ruso de antigua data que
significa matanza de judíos). Muchos lo consideraron una suerte de
venganza por la acción del joven judío Simon Radowitzky diez años
antes, aunque el régimen, ya en ese entonces, inmediatamente después
de producirse la ejecución del coronel Falcón el 14 de noviembre de
1909, se había cobrado una buena dosis de revancha al encarcelar a
más de 3000 obreros y deportar a Europa a centenares de anarquistas
y socialistas.
"El arte de insubordinar"
El
movimiento anarquista (2009) es un capítulo documental
del programa El espejo retrovisor, de la televisión
pública argentina, dedicado al análisis histórico del
movimiento político anarquista en Argentina. Participan
O. Bayer, Christian Ferrer, J.C. Pujalte, Dora Barrancos
y Carlos Torres.
La mayoría de los
trabajadores judíos había llegado a estas playas huyendo de las
persecuciones desatadas por el zarismo en Rusia hacia fines del
siglo XIX y, sobre todo, después del fracaso de la revolución de
1905 (la participación judía en ese pronunciamiento había sido muy
elevada y el zar Nicolás II acusó oficialmente a la numerosa
comunidad judía de conspirar para derrocarlo). La denominación de
"rusos" (en lugar de judíos) en nuestro medio, reiterada hasta el
hartazgo en los sainetes, data de ese entonces y se hizo más carne
aún cuando la colonia de agricultores judíos de Moisés Ville, en la
provincia de Santa Fe --los míticos gauchos judíos-- saludó
públicamente el triunfo de la revolución encabezada por Lenín en
1917.
Pero las acciones directas de la "Liga Patriótica" también
encontraron una sustentación teórico-filosófica que partía,
principalmente, de los sectores más reaccionarios de la Iglesia.
Monseñor Miguel de Andrea, el mismo que 36 años después se
convertiría en uno de los sostenedores espirituales de la llamada
"Revolución Libertadora", lanzó una campaña explicando que "el
peligro nacía del hecho de que los trabajadores y las masas
populares habían dejado de creer en Dios, en la Iglesia y en el
régimen", en tanto que el obispo Bustos de Córdoba --según consta en
La Nación del 25 de noviembre de 1918-- produjo una pastoral acerca
de la "Revolución social que nos amenaza". Bustos denunciaba allí a
quienes "enseñan el arte de insubordinar y rebelar a las masas
contra el trono y el altar para dar por tierra con la civilización
cristiana y ceder el puesto a la anarquía imperante".
Ese mismo día
(25-XI-1918) el diario Di Idische Tzaitung alertaba: "Los curas
comenzaron en Corrientes y Junín. Prosiguieron luego sus sermones
contra los socialistas y los judíos, con la ayuda de la policía, por
todo Buenos Aires y los suburbios. El domingo organizaron una
conferencia similar en la avenida Sáenz y Esquiú, rodeado por
policías y escoltados por bandidos locales que estaban armados con
bastones de acero. Después del mitin partió una manifestación. En
Caseros y Rioja pronunció el cura Napal un tenebroso y agresivo
discurso".
El régimen había decidido así atacar por la fuerza (a través de los
parapoliciales que secuestraban, robaban, torturaban y mataban) y,
también, tratando de introducir cuñas en el seno del pueblo (a
través de una propaganda que llamaba a los argentinos a desoír a los
extranjeros) para contrarrestar las ideologías revolucionarias. Pero
el pueblo, al menos en esos años, rechazó las provocaciones. Al
contrario, en medio de la masacre de la "Semana Trágica", se reveló
un fuerte sentido unitario.
El Comité Ejecutivo del Partido Socialista convocó a una reunión
extraordinaria, declarando que "los obreros no callaran los
crímenes". Por su parte las dos centrales obreras --es decir las dos
FORA-- instaron a los trabajadores a proseguir la huelga general por
tiempo indeterminado. Los obreros acataron el llamado, abandonando
espontáneamente las fábricas y los talleres para convertirse --según
La Vanguardia de esos días-- "en un mar de olas humanas que rugió su
amargura e indignación".
Mientras tanto la policía, el Ejército y los "civiles" seguían
matando.
Revista Caras y Caretas, 18 de enero de 1919. Amplia
cobertura gráfica de los sucesos de la Semana Trágica.
Clic para descargar la revista completa en pdf.
Los diarios burgueses
hablaban de "guerra" y "enfrentamiento" para justificar los
crímenes, pero La Vanguardia (9-I-1919) rechazó el argumento: "No ha
habido tal combate entre los huelguistas y las fuerzas policiales,
sino una cobarde y criminal acechanza tendiente a sofocar la huelga
por el terror".
Los radicales apoyaron la represión a través de su vocero
representativo, el diario La Epoca (12-I-1919): "No se trata de un
movimiento obrero. Mienten quienes lo afirman. Mienten quienes
pretenden asumir audazmente la representación de los trabajadores de
Buenos Aires (...). Y, aun los trabajadores que aparecen complicados
en los actos tumultuosos del ayer, han resultado instrumento de los
agitadores (...). Se trata de una tentativa absurda provocada y
dirigida por elementos anarquistas ajenos a toda disciplina social y
extraños también a las verdaderas organizaciones de trabajadores,
una minoría contra cuyos excesos basta oponer la firmeza y la
cordura de las gentes partidarias del orden".
Otro tanto aducían los diarios del sistema --sobre todo La Prensa y
La Nación-- y hasta el New York Evening Mail, furiosa expresión de
la plutocracia norteamericana de aquellos años, llegó a manifestar
su alarma porque "la mano roja del bolcheviquismo se ha alargado
hasta el otro lado del Atlántico, empuñando (en la Argentina) la
tea, la bomba y el cuchillo.
"Mueran los judíos"
El sistema,
evidentemente, estaba aterrorizado, y desde sus distintas
expresiones, se elevaban demandas en el sentido de expulsar a los
"extranjeros indeseables", "controlar la inmigración", etc. Varias
instituciones proponían campañas de exaltación del sentimiento
nacional para oponerse a "esa runfla humana sin Dios, Patria ni ley"
(según consta en el folleto titulado "Guía del buen sentido
nacional" editado en Buenos Aires en 1920). Esos proyectos se
concretaron finalmente con la creación de la "Liga Patriótica
Argentina" que, oficialmente, decidió erigirse en "institución",
dado "el éxito alcanzado en los días previos para aplastar la
conspiración judeo-maximalista".
Bajo la presidencia de Domecq García, se reunieron en el Centro
Naval los representantes del Jockey Club, Círculo de Armas, Club del
Progreso, Yacht Club, Círculo Militar, Damas Patricias, los obispos
Piaggio y el ya mencionado De Andrea y otros distinguidos
caballeros. Entre los fines anunciados por la LPA se destacaban:
"Estimular sobre todo el sentimiento de argentinidad"; "cooperar con
las autoridades en el mantenimiento del orden público, evitando la
destrucción de la propiedad privada, comunal y del Estado,
contribuyendo a mantener la paz de los hogares", "inspirar al pueblo
amor por el ejército y la marina". La nueva entidad llenó la ciudad
de afiches --un instrumento de propaganda que aún no estaba muy en
boga--, propiciando además la realización de acontecimientos en
distintas plazas con la presencia de civiles armados. Los gritos
comunes eran: "Fuera los extranjeros"; "mueran los maximalistas";
"guerra al anarquismo"; "mueran los judíos".
Nueva Presencia
Osvaldo
Bayer en la radio - Historia del 1º de mayo
En aquellos días fue
detenido un joven periodista judío --Pedro Wald-- que también
ejercía el oficio de carpintero. La acusación, tan burda que parecía
tragicómica, fue aceptada durante bastante tiempo por los voceros
del régimen: Wald estaba destinado por los maximalistas a
convertirse en el primer presidente del Soviet argentino. Wald fue
salvajemente torturado en la 7ª (ubicada en el mismo lugar donde
está hoy: Lavalle, entre Paso y Pueyrredón), pero se negó a
"confesar". La intensa movilización popular logró que se lo dejara
en libertad y, diez años después, en el libro titulado Koshmar
(Pesadilla), relató algunos episodios de la represión durante la
Semana Trágica. Uno de ellos decía: "Salvajes eran las
manifestaciones de los 'niños bien' de la Liga Patriótica, que
marchaban pidiendo la muerte de los maximalistas, los judíos y demás
extranjeros. Refinados, sádicos, torturaban y programaban orgías. Un
judío fue detenido y luego de los primeros golpes comenzó a brotar
un chorro de sangre de su boca. Acto seguido le ordenaron cantar el
Himno Nacional y, como no lo sabía porque recién había llegado al
país, lo liquidaron en el acto. No seleccionaban: pegaban y mataban
a todos los barbudos que parecían judíos y encontraban a mano. Así
pescaron un transeúnte: 'Gritá que sos un maximalista'. 'No lo soy'
suplicó. Un minuto después yacía tendido en el suelo en el charco de
su propia sangre".
(El 9 de julio de 1977, casi seis décadas después, la hija de Wald
--Eva-- y su esposo, el ingeniero Carlos María Radbil, fundaron
conmigo el semanario Nueva Presencia, para enfrentar a la dictadura
militar y proseguir la tradición progresista y revolucionaria de
aquellos inmigrantes judíos. El semanario se publicó con esa línea
contestataria y antifascista durante diez años consecutivos).
Elpidio González
El 10 de enero de 1919,
mientras La Protesta, editada clandestinamente, llamaba a los
trabajadores a armarse para enfrentar los crímenes del sistema, la
"Liga Patriótica" asaltaba los locales de Ecuador 359 y 645, donde
funcionaban los centros de los obreros panaderos y de los obreros
peleteros judíos. En la avenida Pueyrredón fue atacada la Asociación
Teatral Judía. Todo lo que había en los mencionados locales fue
arrojado a la calle y quemado. Los transeúntes, además, eran
golpeados, mientras la policía montada, en perfecta formación,
observaba pasivamente. "No sólo se atacaba a los judíos --señaló
Wald en el citado libro-- también se escuchaban (aunque más débiles)
exclamaciones contra los españoles (gallegos y catalanes) y contra
los extranjeros en general. Sin embargo, el odio contra los judíos
tenía un carácter especialmente notorio, global e indiscriminado".
La persecución estaba organizada metódicamente y dirigida por las
propias autoridades. El jefe de Policía, el dirigente radical doctor
Elpidio González, lanzó el 10 de enero un llamado dirigido a las
Fuerzas Armadas y a las bandas civiles. Las saludaba por la "energía
y heroísmo" (sic) con que lograron dominar la situación, "dando una
lección" a "los elementos disolventes de la nacionalidad argentina".
Dos días después, el 12 de enero, se publicó un comunicado de igual
tono firmado por el general Dellepiane, donde expresaba su "profundo
agradecimiento" a la "heroica policía y a los bomberos" y a "la
ciudadanía", que colaboraron junto al Ejército para "aplastar el
brutal levantamiento".
Fósforos y alfileres
Osvaldo Bayer - Anarquismo en Argentina
José Mendelsohn, un
joven periodista que venía de las colonias agrarias del Interior (y
a quien conocí en la década del cincuenta cuando este escritor y
pedagogo ejercía la dirección del Seminario para Maestros Hebreos
que funcionaba en el segundo piso de la AMIA, Pasteur 633),
testimonió en Di Idische Tzaitung del 10 de enero el salvajismo de
esos días: "Pamplinas son todos los pogroms europeos al lado de lo
que hicieron con ancianos judíos las bandas civiles en la calle, en
las comisarías 7ª y 9ª, y en el Departamento de Policía. Jinetes
arrastraban a viejos judíos desnudos por las calles de Buenos Aires,
les tiraban de las barbas, de sus grises y encanecidas barbas, y
cuando ya no podían correr al ritmo de los caballos, su piel se
desgarraba raspando contra los adoquines, mientras los sables y los
látigos de los hombres de a caballo caían y golpeaban
intermitentemente sobre sus cuerpos (...) Pegaban y pegaban
espaciosamente, torturaban metódicamente para que no desfallecieran
las últimas fuerzas, para que no se prolongaran sin fin los
sufrimientos. Cincuenta hombres, ante el cansancio de azotar, se
alternaban para cada prisionero, en tanto que la ejecución proseguía
de la mañana hasta pasado el mediodía, desde el atardecer hasta la
noche y desde la noche hasta que despuntaba el día. Con fósforos
quemaban las rodillas de los arrestados, mientras atravesaban con
alfileres sus heridas abiertas y sus carnes emblandecidas (...). En
la comisaría 7ª, los soldados, vigilantes y jueces encerraban en los
baños a los presos (en su mayoría judíos) para orinarles en la boca.
Los torturadores gritaban: viva la patria, mueran los maximalistas y
todos los extranjeros".
La interna judía
Todos estos hechos agitaron, naturalmente, lo que hoy llamaríamos la
"interna judía". La derecha de la colectividad, representada de
algún modo por la Congregación Israelita (sector religioso
conservador de origen alemán) hizo lo posible para tomar distancia
de los socialistas y anarquistas judíos. Con ese objetivo difundió
un comunicado (que firmaron también otras entidades judías "de
beneficencia") para invocar "la protección de Dios, fuente de toda
razón y justicia", el cese de las persecuciones "indiscriminadas" y,
fundamentalmente, "que la Justicia sea inexorable y severa con los
malhechores a quienes repudiamos". Y finalizaba con esta sentencia:
"Que los inocentes no sean perseguidos". Los judíos "malhechores" y
"culpables" no ocultaron su indignación y repudiaron esta agachada
de la derecha judía. Derecha a la que no le sirvió de nada
arrodillarse ante los poderes públicos, ya que el jefe de Policía,
en primera instancia, rechazó el reclamo de la Congregación
Israelita, justificó las atrocidades y respondió que los presos y
los muertos "no tenían perdón porque eran anarquistas y tratantes de
blancas".
Los socialistas del
"Bund", en cambio, y sobre todo los anarquistas --además de
numerosos intelectuales-- repudiaron esa claudicación.
Un escritor, A. Koriman, que formaba parte del Comité Central de
Ayuda a las Víctimas de la Guerra, rechazó el 17-I-1919 (en el
diario Di Presse) la actitud del judaísmo oficial: "Sostengo que en
los trágicos días debíamos haber publicitado con mucha mayor
dignidad y energía nuestros sentimientos y pensamientos, tal como
fue hecho por diversos escritores anónimos y representantes del
movimiento obrero. No hay que arrodillarse ante los bárbaros, que
actuaron en forma tan brutal, asaltando hogares, arrestando a
centenares y centenares de trabajadores, utilizando viles calumnias
y maltratando y pegando a mujeres y niños indefensos. Nuestra
protesta debió haber sido clara y precisa. Se debió haber culpado a
la policía como la responsable de las brutalidades cometidas. Ella
apoyó a los falsos patriotas que, con la bandera argentina en sus
manos y entonando el Himno Nacional, marchaban por los barrios
pidiendo nuestra muerte. Todas las salvajes arbitrariedades fueron
cometidas por la policía o apoyadas por ella".
Por su parte los
socialistas judíos del "Avangard" también denunciaron a los judíos
claudicantes y reiteraron sus acusaciones contra las fuerzas de
seguridad: "La policía y el Ejército no sólo permitieron el criminal
pogrom contra los judíos, sino que con sus armas ayudaron a
perpetrar las salvajes acciones de la Guardia Blanca. La
organización Avangard ve en esto la oscura política del gobierno
radical, que se asemeja a la ya desaparecida política pogromista del
ex gobierno zarista en Rusia, y declara que con mucha energía y
decisión proseguirá con su militancia socialista para el logro de
una vida mejor en la Argentina". Acalladas la violencia y la
represión, algunos representantes de la inteligencia nacional
trataron de aproximarse a la verdad.
José Ingenieros, por
ejemplo, autor de Las fuerzas morales, La simulación en la lucha por
la vida y El hombre mediocre --políticamente vinculado con el
socialismo, aunque en 1897 había colaborado con el periódico
anarquista La Montaña--, alertó (desde la revista Vida nuestra, nº
7, enero de 1919) sobre las bandas reclutadas también entre "los
estudiantes y ex alumnos de los colegios jesuíticos, que son
manejados por algunos sacerdotes que hacen política clerical
militante al servicio de las clases conservadoras".
Pero la burguesía no se aquietó y, sin bajar el brazo represor, sus
sectores menos recalcitrantes admitieron que "la única manera de
parar la marea social es haciendo algún esfuerzo para saciar la
apetencia de las masas". Así, a instancias del Episcopado Argentino
y bajo el lema "Pro paz social", la Unión Popular Católica Argentina
lanzó la idea de una gran colecta nacional destinada a proporcionar
fondos para "un plan de obras, viviendas, ateneos, servicios
sociales e institutos de enseñanza para la clase obrera".
El animador principal de la campaña fue el propio Miguel de Andrea,
aquel que meses antes había colaborado en la creación de la "Liga
Patriótica". Fruto de esa contribución de las clases pudientes de
Buenos Aires fueron, entre otros, el "Ateneo de la Juventud" y la
"Casa de la Empleada". En medio de esta vorágine oportunista para
frenar la revolución social, el periódico anarquista La Protesta
llamó a no dejarse encandilar por los cantos de sirena y a
"proseguir la lucha contra el Estado, la policía, los militares, la
burguesía, la religión y todos los demás factores que oscurecen la
libertad del ser humano".
Fuentes consultadas:
Luchas obreras y represiones sangrientas, de Diego Abad de
Santillán;
La Semana Trágica, de Hugo del Campo;
La Semana Trágica de Nicolás Babini;
La Semana Trágica y los judíos, de Nahum Solomisky;
La cuestión judía en la Argentina, de Juan José Sebreli;
Pesadilla, de Pedro Wald;
Colecciones de los diarios: La Protesta, La Vanguardia, La Prensa,
La Nación, La Epoca, Di idische Tzaitung y Di Presse; y las
revistas: Caras y Caretas y Vida Nuestra.
[Tilingos fascistas, protegidos por
la policía, salen en cruzada a la caza de obreros huelguistas]
Junto con el 17 de octubre, la movilización obrera de enero de 1919
es una de las más importantes de nuestra historia. Pero, a
diferencia de la primera y aún con la gran resonancia que tuvo en su
momento, pareció quedar como un hecho aislado, sin ligazón con los
capítulos siguientes de la lucha popular.
“La metáfora es cosa de putos”. De un personaje de una obra reciente
de Mauricio Kartún surgen estas palabras. De una “niña” guasa que
pasa sus vacaciones con sus primos frente al mar en un club
exclusivo, aburrida de que no haya más plan que dispararle a las
palomas. Enero de 1919.
La guerra en Europa ya terminó pero sus efectos no. En el barrio
porteño de Pompeya, la metalúrgica Vasena ahorra costos contratando
a trabajadores inmigrantes en situación miserable. Sin embargo, los
intentos de organización sindical no se detienen, tampoco la
decisión de la empresa de abortarlos. En noviembre de 1918 comienza
la huelga que Vasena quiere sortear contratando carneros. “Crumiros”
los llaman los obreros y hacen todo para impedir que ingresen a la
fábrica. Desde los primeros días del nuevo año el asunto se complica
más. Porque interviene la policía y hay disparos de un lado y de
otro. Muere un oficial y la venganza deja cuatro obreros muertos y
más de treinta heridos, varios de gravedad. El 9 de enero hay paro
general y miles de trabajadores se reúnen en Pompeya para acompañar
a sus camaradas al cementerio de la Chacarita. En Mar del Plata
paran hasta los caddies.
Guillermo Gutiérrez - La clase trabajadora nacional,
reedición y actualización (2012) de la edición original
de Cuadernos de Crisis (1975). Clic para descargar.
La masividad de la protesta
sorprende. “La gente de los cafés, que durante todo el año no ha
tenido nada que ver con el movimiento obrero, a pesar de ser también
obreros, da vueltas por aquí con rostros furibundos y miradas
llameantes.” Queda escrito en un testimonio –Pesadilla de Pinie
Wald- y el movimiento que lleva a la “gente de los cafés” a
identificarse como obreros deja ver la magnitud del asunto. ¿Quién
organiza esto? En Buenos Aires, sólo un quinto de los trabajadores
está vinculado a los sindicatos y la movilización ampliamente los
excede. Al paso del cortejo fúnebre queda incendiado el convento de
Corrientes y Yatay. No hay autoría clara. Arden también los tranvías
pero con método y firma.
“En una quinta en San Isidro veranea
la familia de Carlos Ibarguren. En sus memorias publicadas en 1955,
rememora el cortejo fúnebre de 1919 como a una “muchedumbre de
descamisados (…) el uso de esta expresión introduce de lleno al
fenómeno en nuestra historia, en la previa y en la que vendrá”.
La Razón: “Viajeros procedentes de
Moscú anuncian que Trotsky después de haber ordenado el arresto de
Lenin, asumió la dictadura e inició el alistamiento de millares de
chinos en el ejército rojo.” Noticias como ésta se ensamblan con los
hechos que agitan a Buenos Aires, a Rosario, a Mar del Plata.
En la escritura de quien sería un alto funcionario de la dictadura
de Uriburu –además del autor de un libro fundamental sobre Rosas-,
el uso de esta expresión introduce de lleno al fenómeno en nuestra
historia, en la previa y en la que vendrá. Pero no es lo que prima.
Al día siguiente, la Plaza del Congreso reúne a otra multitud.
Vacaciones suspendidas, llegan en auto y armados. Hay incluso
simpatizantes del radicalismo, comerciantes y empleados. Demasiado
propenso se había mostrado Yrigoyen a entenderse con los sindicatos
que desde 1916 se anotan resonantes victorias. Se teme que el
“Peludo” encarne el papel de Kerenski, el dirigente moderado ruso
que abrió el camino a la revolución bolchevique. Tampoco se puede
confiar en la policía. Basta de metáforas, se trata de salir a cazar
ya no palomas sino maximalistas, es decir, rusos, judíos. En Villa
Crespo los muertos se cuentan por centenares. En la pieza teatral,
los primos toman merca –cocó- para envalentonarse y se sirven de un
empleado fornido, hijo de inmigrantes italianos, que duerme en el
“ala de criados” pero no es criado. Se ensañan contra la Biblioteca
Juventud Moderna que efectivamente fue destruida.
Aunque conciente de la gravedad de la cuestión social, Ibarguren no
tiene dudas de que todo fue un complot soviético. Pedro –Pinie- Wald
es el acusado principal, nuestro Lenin. En idisch escribe su
pesadilla que permanece encriptada más de 50 años hasta que en 1987
se traduce al castellano, cuando los suplicios por él vividos
encuentran parentesco con los de la dictadura. Cuando el miedo
afloja. ¿Cómo decirlo? Wald es otro “fusilado que vive” pero Walsh
no llegó a conocerlo.
Pasada la euforia, el final de la obra de Kartún es de
reconciliación con los eufemismos. Hecho el trabajo sucio, la “niña”
se desentiende de la bestialidad de los criados que tan útil le ha
sido y se hace poeta. Aun cuando la palabra apenas sobrevolaba su
cuna europea, esto ya era el fascismo. Nuestra clase dominante
prefiere hacer las peores cosas con palabras bellas. El problema es
el de los gobiernos con aliento popular que ven crecer la represión
a su alrededor e incluso la sobreviven. Jaqueado, el radicalismo
conoció sus límites en el verano de 1919.
Buenos Aires bajo el
terror y la muerte [Revista Panorama, 1969]
7 de enero de 1919. Una
manifestación de obreros en huelga se concentra frente a los
portones de los talleres metalúrgicos Pedro Vasena, en Rioja y
Cochabamba. Rostros hoscos, .puños crispados, mujeres que se asoman
fugazmente a las puertas de los conventillos de la zona. En el aire
flota un denso clima de violencia contenida. Se cierne la tragedia.
De pronto estalla el drama: por sobre los gritos de hostilidad de la
multitud suenan, secos, fatales, los primeros disparos. Los ayes de
dolor de los heridos son cubiertos por el crepitar de la fusilería.
Nunca pudieron ponerse de acuerdo los historiadores sobre quién
comenzó el tiroteo. La polémica no llegó a interesar a la media
docena de muertos y a los 34 heridos que se desangraron en las
calles empedradas del barrio de San Cristóbal. Ni a las centenares
de víctimas que seguirían a esas primeras que se cobró, hace 50
años, la Semana Trágica. Siete días en los que la Argentina se asomó
al rostro fratricida de las luchas sociales; a la sangre del pueblo
ya derramada en México y Rusia. Y durante los que los argentinos
vivieron el mayor cúmulo de experiencias arrojadas por la contienda
de clases.
En el medio siglo trascurrido desde entonces, no todas esas
experiencias fueron aprovechadas. Algunas aún tardan en asimilarse.
Por ejemplo, nadie ha explicado hasta ahora una infausta
coincidencia: la huelga provocó el cierre de la fábrica y con ello
frustró el primer Intento de integrar en en el país una" planta
siderúrgica. Recién en 1946/47 con el Plan Savio, se reanudó el hilo
de esa historia. Un hilo desplegado en forma muy lenta: sólo en 1959
comenzó a funcionar el primer alto horno de gran dimensión. Pocos
repararon entonces en la pérdida que experimentaba el país. Pero
eran tiempos confusos. Hasta la semántica se trabucó y resultó que
un anarquista y un bolchevique vinieran a ser la misma cosa; también
se unificaban los términos ruso, israelita y maximalista. Lo que
resultó fatal para no pocos inmigrantes judíos recién llegados
(algunos huyendo de la revolución rusa) a quienes se castigó,
paradójicamente, como propagadores de la nueva fe que aborrecían.
Los más afortunados entre ellos soportaron bárbaras rasuradas y
sangrientas palizas. Los otros, fueron asesinados y sus cuerpos
incinerados en la pira común.
El último caudillo
A partir de esos
disparos Buenos Aires se convirtió en la capital de la confusión. El
presidente Hipólito Yrigoyen, un líder popular de quien se dijera
que era el "postrero" (Carlos Sánchez Viamonte: "El último
caudillo") hizo todo lo posible por mantener la serenidad. "Querían
arrastrarme a reprimir a sangre y fuego" -dijo después-- Procuró, en
cambio, controlar la situación e instó a los empresarios a transar
rindiéndose sin condiciones ante las demandar obreras"
El 7 de enero fue un día de encrucijadas históricas. Otro caudillo
hizo entonces su primera experiencia junto a los trabajadores. Según
el testimonio de Diego Abad de Santillán (72 años, fue dirigente de
la FORA del V Congreso) entre los oficiales del ejército que
reprimieron a las manifestaciones en esa sangrienta jornada, se
encontraba un joven teniente: Juan Domingo Perón. Abad de Santillán,
sugiere a Panorama al evocar los acontecimientos: "Quizás ahí afirmó
su política demagógica, al ver que la represión sólo produce el
divorcio del gobierno con el pueblo". La versión peronista, en
cambio, sostiene que Perón no tiró contra los obreros. Por el
contrario, habría dialogado con ellos, en el tono paternal que
caracterizaría treinta anos más tarde su relación con el movimiento
sindical.
Orígenes del
movimiento obrero
El conflicto
Todo había comenzado el 2 de diciembre de 1918. Los 800 obreros de
la empresa se declararon en huelga en reclamo de la reincorporación
de algunos compañeros despedidos y de la Jornada laboral de 8 horas.
Además, exigían aumento de sueldos. La dirección de Vasena contesta
con un categórico no y despide a los huelguistas. La Asociación del
Trabajo (presidente Joaquín S. de Anchorena; secretarlo, Atilio
Dell'0ro Maini) y la Liga Patriótica Argentina (Manuel Carles, más
tarde abogado de Marcelo T. de Alvear) le ofrecen rompehuelgas
"krumiros" y protección de sus grupos civiles armados. Los
huelguistas organizan sus propios piquetes y comienzan a tomar
represalias contra los que quieren quebrar el paro. El conflicto
entra en una espiral de violencia y el 24 de diciembre llegan a
Incendiar el auto del propio Jefe de policía.
El 8 de enero, después del encuentro frente a la fábrica
(reprimieron bomberos y soldados), la FORA del X Congreso declara la
huelga general. Los anarquistas de la otra FORA, la del V Congreso,
le añaden un calificativo: "revolucionaria", que prende en el ánimo
exacerbado de los sectores populares, sacudidos por la matanza del
día anterior. Buenos Aires camina por el filo de la navaja de la
guerra civil. Ese mismo día, por la tarde, el Poder Ejecutivo
designa por decreto jefe de las fuerzas de represión al general Luis
J. Dellepiane. "Un hombre bajito pero enérgico -dice Abad de
Santillán-, al que no creo un masacrador profesional. Era 'un
valiente: se apersonó sin custodia a los manifestantes;"
Los muertos del día 7 fueron velados en locales anarquistas y
socialistas. Separados por rivalidades ideológicas, los acercó la
muerte y el 9 fueron sepultados juntos en el cementerio de la
Chacarita, unidos los cortejos hasta integrar una imponente
manifestación de 200.000 personas. Mientras la multitud se dirigía
en procesión hacia el cementerio, se produjeron nuevas refriegas en
Corrientes y Yatay que crean una atmósfera explosiva. Luego, ya en
la Chacarita, cuando el tercero de los oradores iniciaba su
discurso, se repiten las agresiones. La guardia de caballería
i-"cosacos"-, tropas de infantería del Ejército y bomberos abren
fuego. Gritos, imprecaciones, corridas. Desesperados manifestantes
se arrojaron dentro de las fosas recién abiertas para buscar un
refugio contra la muerte. La política del terror se había desatado.
"Emplazar la artillería"
Dellepiane
convoca el 10 a la prensa. Es seco y categórico. Amenaza "emplazar
la artillería en la plaza del Congreso y atronar con los cañones
toda la ciudad". "La Nación" de esa fecha subraya en su crónica otra
advertencia del jefe militar: "Hacer un escarmiento que se recordará
durante 50 años". Hipólito Yrigoyen estima que es necesario un
esfuerzo para evitar que el incendio se propague. Cita al día
siguiente en su despacho a don Pedro Vasena (su correligionario
Leopoldo Melo era abogado .de la empresa) y lo insta a aceptar los
reclamos sindicales. El conflicto se resuelve por la rendición
incondicional del empresario. Así lo entiende la FORA del X
Congreso, que da por terminado el movimiento. Los "quintistas", en
cambio, creen que ha sonado la hora..de la revolución social y
deciden continuar la huelga. A la que se le agrega un objetivo
urticante: la libertad de Simón Radowitzky, un anarquista que
purgaba prisión perpetua en Ushuaia, por haber matado al jefe de
policía Ramón Falcón el 17 de noviembre de 1908. (Durante su segunda
presidencia Yrigoyen le alivió la condena y lo puso en libertad).
Durante varios días continuó el terror en fas calles. Las "bandas
blancas" -patotas de la Liga Patriótica y la Asociación de! Trabajo-
insistieron en actos vandálicos de represalia contra todo lo que
consideraban maximalista. ¿Cuántas fueron las víctimas de ese estado
de locura colectiva? El escritor Diego Abad de Santillán computa
1.500 muertos y 5 mil heridos Hubo, además, 55.000 prontuariados,
con la accesoria, para muchos, de una quincena de confinamiento en
la isla Martín García. En su libro "La Semana Trágica", el comisario
A. Romariz (oficial de la seccional 34a. de la Boca, durante los
sucesos), estima en 800 los fallecidos y en 4.000 los heridos.
Agrega detalles escalofriantes: los cadáveres eran rápidamente
incinerados conforme a indicaciones del general Dellepiane. El mismo
pudo comprobarlo en la Morgue, cuando acudió a reclamar el cuerpo de
un suboficial. "Entretenga a la viuda hasta que se olvide", le dijo
el funcionario que lo atendió, escudándose en esa orden.
Versión Ideológica
Durante el conflicto, los anarquistas consideraron a la Iglesia su
enemiga. Proporcionaba rompehuelgas y condenaba la rebelión. Sin
embargo, monseñor Gustavo J. Franceschi, ya destacado sacerdote, se
opuso a la represión y hasta justificó, de alguna manera, la
reacción popular. Escribió en la revista "Acción": "La organización
social actual no satisface los deseos del hombre, que no se resigna
a ocupar toda la vida una posición inferior. Por eso resuelve
destruirla. Para reprimir al maximalismo... hay que modificar la
organización social llevándola a una mayor justicia".
En el otro extremo Diego Abad de Santillan recuerda para Panorama;
"Eramos jóvenes, impulsivos, inmaduros. Creíamos que la revolución
social era inminente y recurríamos a cualquier extremo. Además, los
capitalistas de aquella época no eran como los modernos;
acostumbraban a considerar a los obreros como esclavos".
En cuanto a las causas que provocaron el brutal acontecimiento,
piensa que influyeron "asuntos extranjeros y nacionales". Por un
lado la revolución rusa, la de Ios consejos de Baviera, las
agitaciones de Italia y España, por el otro, la presencia de la
burguesía en el gobierno, a través del radicalismo, lo cual
implicaba un desplazamiento de los tradicionales poseedores del
poder.
El recuerdo de la semana trágica tuvo amplia repercusión en la
literatura porteña. Un hijo suyo es "Nacha Regules", la novela de
Manuel Gálvez. En sus memorias testifíca "Lo arrojé (al libro,
publicado en el diario socialista 'La Vanguardia', como folletín)
palpitante, aún chorreando lágrimas de sangre, en medio de la farsa
de la vida, de la alegre, estúpida o canallesca farsa de la vida."
Más tarde abandonaría su incipiente revolucionarismo socialista para
transformarse en vocero del nacionalismo.
Otro nacionalista era Carlos Ibarguren ("La historia que he
vivido"), recuerda que de regreso a San Isidro en automóvil con su
chófer (ambos armados), recogió a un agobiado caminante, en mangas
de camisa. "¡Gracias, señor, me salva usted la vida. No podía andar
más!", exclamó con marcado acento extranjero. Era el secretario de
la embajada de los Estados Unidos, Summer Welles, recién llegado a
Buenos Aires, y futuro secretario de Estado norteamericano. Había
podido comprobar que éstas eran tierras calientes. Su relación
posterior con América latina parece signada por esta visión inicial
del continente.
Pasaron los años, y salvo la esporádica llamarada del
anarco-sindicalismo español durante la guerra civil de 1939, la
ideología ácrata pareció condenada a languidecer hasta la
consumición total. Pero en 1968, casi 50 años después de aquella
Semana Trágica porteña, en la Sorbona se alzan las banderas
rojinegras y alguien grita "¡Viva la anarquía! ", el reloj de la
historia pareció retroceder medio siglo en París; más
tarde en México, Roma.
Fuente:
www.magicasruinas.com.ar
Historia del movimiento obrero (Parte 1)
Historia del movimiento obrero (Parte 2)
Frente del periódico anarquista La
Protesta, Buenos Aires c. 1904. Archivo General de la Nación
Enero
sangriento: una masacre obrera conocida como“la Semana
Trágica”
Por Felipe Pigna
La
huelga de los 2.500 trabajadores metalúrgicos había comenzado el 2 de
diciembre. No pedían demasiado: jornada de ocho horas, salubridad
laboral y un salario justo. Para ese entonces los Vasena habían vendido
la fábrica a una empresa inglesa, pero seguían gerenciándola. Los
antepasados de Adalbert Kriegar Vasena, ministro de economía de Onganía,
se mostraron intransigentes frente a lo que llamaban la “insolencia
obrera”. Lo que naturalmente puso más “insolentes” a los trabajadores,
que decidieron tomar la fábrica y armar un piquete en la puerta del
establecimiento en defensa de sus derechos. El señor Vasena tenía buenas
relaciones con el gobierno, particularmente con el señor Melo, que
además de ser un notable militante radical cercano a Yrigoyen era a la
vez asesor legal de Vasena. Y logró que enviaran rápidamente policías y
bomberos para castigar la “insolencia” de los explotados organizados.
Todo comenzó el 7 de enero, a eso de las tres y media de la tarde, con
un grupo de huelguistas que había formado un piquete tratando de impedir
la llegada de materia prima para la fábrica. En ese momento, los
conductores que pasaron por donde estaban los huelguistas, develando su
verdadera función, comenzaron a disparar sus armas de fuego contra los
trabajadores. Al grupo de rompehuelgas se sumaron inmediatamente las
fuerzas policiales que estaban destacadas en la zona desde el comienzo
de la huelga. Se vivió un clima de pánico en el barrio, la gente corría
a refugiarse donde podía.
Cuando terminó de escucharse el ruido ensordecedor de los balazos el
saldo fue elocuente: cuatro muertos. Tres de ellos habían sido baleados
en sus casas y uno había perecido a causa de los sablazos propinados por
la policía montada, los famosos “cosacos”. Hubo además, más de 30
heridos. Según La Prensa fueron disparados más de 2.000 proyectiles por
unos 110 policías y bomberos. Sólo tres integrantes de las fuerzas
represivas fueron levemente heridos. (…)
La historia oficial no recoge los nombres de los muertos del pueblo.
Ellos fueron: Juan Fiorini, argentino, 18 años, soltero, jornalero de la
fábrica Bozzalla Hnos., que fue muerto mientras estaba tomando mate en
su domicilio de un balazo en la región pectoral; Toribio Barrios,
español, 42 años, casado, recolector de basura, muerto en la avenida
Alcorta frente al número 3189, de varios sablazos en el cráneo; Santiago
Gómez Metrolles, argentino, 32 años, soltero, recolector de basura, de
un balazo en el temporal derecho mientras se hallaba en la fonda de
avenida Alcorta 3521, de Lázaro Alberti; Miguel Britos, casado,
jornalero, muerto a consecuencia también de heridas de bala. Según el
propio parte policial que reproduce La Nación, ninguno fue muerto en
actitud de combate, ninguno estaba agrediendo a las fuerzas
represivas.(…)
Frente a la gravedad de los hechos, uno de los causantes de toda esta
tragedia, don Alfredo Vasena, se dignó a reunirse con los delegados
gremiales en el Departamento de Policía y les ofreció la reducción de la
jornada laboral a 9 horas, un 12 % de aumento de jornales y admisión de
cuantos quisieran trabajar. Como la reunión se hizo larga, se decidió
continuarla al día siguiente en la propia fábrica. Los obreros llegaron
puntualmente a las diez, pero don Vasena se negó a reunirse argumentando
que entre los delegados había activistas que no pertenecían a su
plantel.
Los obreros armados de cierta paciencia conformaron otra delegación que
presentó el pliego de condiciones de los huelguistas: jornada de 8
horas, aumentos de jornales comprendidos entre el 20 y el 40 %, pago de
trabajos y horas extraordinarias, readmisión de los obreros despedidos
por causas sindicales y abolición del trabajo a destajo. Vasena prometió
contestar al día siguiente y, a pedido de los obreros, ordenó que
dejaran de circular las chatas de transportes. Pero los hechos se iban a
precipitar.
Los muertos que vos matáis
Aquel jueves 9 de enero de 1919 Buenos Aires era una ciudad paralizada.
Los negocios habían cerrado, no había espectáculos, ni transporte
público, la basura se acumulaba en las esquinas por la huelga de los
recolectores, los canillitas habían resuelto vender solamente La
Vanguardia y La Protesta, que aquel día titulaba: “El crimen de las
fuerzas policiales, embriagadas por el gobierno y Vasena, clama una
explosión revolucionaria”. Más allá de las divisiones metodológicas de
las centrales obreras, la clase trabajadora de Buenos Aires fue
concretando una enorme huelga general de hecho. Los únicos movimientos
lo constituían las compactas columnas de trabajadores que se preparaban
para enterrar a sus muertos.
Eran hombres, mujeres y niños del pueblo, con sus crespones negros y sus
banderas rojas y negras, eran socialistas, anarquistas y sindicalistas
revolucionarios que salían a la calle para demostrar que no le tenían
miedo a la barbarie “patriótica” de los dueños del país, para dar claro
testimonio de que no los asustaban las policías bravas y ahí andaban con
su única propiedad, sus hijos, por las calles de aquella Buenos Aires
que hacía historia. Lo único que pretendían era homenajear a sus
mártires y repudiar la represión estatal y paraestatal. Previsor, el
jefe de policía Elpidio González había solicitado y obtenido aquel mismo
día del presidente Yrigoyen un decreto que aumentaba en un 20 % el
sueldo de los policías a los que les esperaba una dura faena.
A eso de las tres de la tarde partió el cortejo fúnebre encabezado por
la “autodefensa obrera”, unos cien trabajadores armados con revólveres y
carabinas. Detrás, una compacta columna de miles de personas, “el
pobrerío” como les gustaba llamarlos a los pitucos. El cortejo enfiló
por la calle Corrientes hacia el Cementerio del Oeste (La Chacarita). Al
llegar a la altura de Yatay, frente a un templo católico, algunos
manifestantes anarquistas comenzaron a gritar consignas anticlericales.
La respuesta no se hizo esperar: dentro del templo estaban apostados
policías y bomberos que comenzaron a disparar sobre la multitud
cobrándose las primeras víctimas de la jornada. Al paso de la columna
por las armerías, éstas eran asaltadas por algunos de los manifestantes
que “expropiaban” armas cortas, carabinas y fusiles para “la revolución
social”.
Aproximadamente a las 17 horas de aquel 9 de enero la interminable y
conmovedora columna obrera llegó a la Chacarita, la gente se fue
acomodando como pudo entre las tumbas y comenzaron los discursos de los
delegados de la FORA IX. En primera fila estaban los familiares de los
muertos. Madres, padres, hijos, hermanos desconsolados y acompañados en
el dolor y la necesidad de justicia por miles de personas. Mientras
hablaba el dirigente Luis Bernard, surgieron abruptamente detrás de los
muros del cementerio miembros de la policía y del ejército que
comenzaron a disparar sobre la multitud. Era una emboscada. La gente
buscó refugio donde pudo, pero fueron muchos los muertos y los heridos.
Los sobrevivientes fueron empujados a sablazos y culatazos hacia la
salida del cementerio. Según los diarios, hubo 12 muertos y casi
doscientos heridos. La prensa obrera habló de 100 muertos y más de
cuatrocientos heridos. Ambas versiones coinciden en que entre las
fuerzas militares y policiales no hubo bajas. La impunidad iba en
aumento. No había antecedentes de semejante matanza de obreros.
Pese a todo, el pueblo movilizado no se amilanó y siguió en la calle
exigiendo justicia y pidiéndoles a sus dirigentes que continuara la
huelga general, cosa que efectivamente ocurrió. La agitación seguía, y
mientras se producía la masacre de la Chacarita un nutrido grupo de
trabajadores rodeó la fábrica Vasena y estuvo a punto de incendiarla. En
el interior del edificio se encontraban reunidos Alfredo Vasena, Joaquín
Anchorena de la Asociación Nacional del Trabajo y el empresario
británico comprador, que ante el devenir de los hechos pidió protección
a su embajada, que rápidamente se comunicó con la Casa Rosada desde
donde partió el flamante jefe de policía y futuro vicepresidente de
Alvear, don Elpidio González, a parlamentar con los obreros y pedirles
calma. No era el mejor momento y no fue bien recibido. La comitiva
encabezada por el funcionario fue atacada, y el propio auto del jefe de
policía fue incendiado por la multitud. González debió volverse en taxi
a su despacho, pero envió a un grupo de 100 bomberos y policías armados
hasta los dientes que dispararon sin contemplaciones sobre la multitud,
provocando —según el propio parte policial— 24 muertos y 60 heridos.
En
toda la ciudad se produjeron actos de protesta expresando la indignación
de los trabajadores por la acción represiva del Estado. (…)
Por aquellos primeros días de 1919 a los miembros “más destacados de la
sociedad” les dio un fuerte ataque de paranoia. En su fértil imaginación
florecían selváticamente las teorías conspirativas. La Revolución
Bolchevique se había producido hacía menos de dos años y el simple
recuerdo de los soviets de obreros y campesinos decidiendo el destino de
la nación más grande del mundo hacía temblar a los dueños de todo en la
Argentina. Había que frenar el torrente revolucionario. Comenzaron a
reunirse para presionar al gobierno radical, al que veían como incapaz
de llevar adelante una represión como la que ellos deseaban y
necesitaban.
Según los jefes de las familias más “bien” de la Argentina, se hacía
necesario el empleo de una “mano dura” que les recordara a los
trabajadores que su lugar en la sociedad viene por el lado de la
obediencia y la resignación. Así fue como un grupo de jóvenes de
aquellas “mejores familias” se reunieron en la Confitería París y
decidieron “patrióticamente” armarse en “defensa propia”. Las reuniones
continuaron en los más cómodos salones del “Centro Naval” de Florida y
Córdoba, donde fueron cálidamente recibidos por el contralmirante y
recontra reaccionario Manuel Domecq García y su colega el contralmirante
Eduardo O’Connor, quienes se comprometieron a darle a los ansiosos
muchachos instrucción militar. O’Connor dijo aquel 10 de enero de 1919
que Buenos Aires no sería otro Petrogrado e invitaba a la “valiente
muchachada” a atacar a los “rusos y catalanes en sus propios barrios si
no se atreven a venir al centro”. Los jovencitos “patrióticos” partieron
del centro naval con brazaletes con los colores argentinos y armas
automáticas generosamente repartidas por Domecq, O’Connor y sus
cómplices.
Este grupo inicialmente inorgánico se va a constituir oficialmente como
Liga Patriótica Argentina el 16 de enero de 1919. Domecq García ocupó la
presidencia en forma provisional hasta abril de 1919, cuando las
brigadas eligieron como presidente a Manuel Carlés26 y vice a Pedro
Cristophersen. (…)
¿A qué se dedicaban estos ciudadanos preocupados por el orden? Las
bandas terroristas armadas que operaban bajo el rótulo de Liga
Patriótica Argentina lo hacían con total impunidad y la más absoluta
colaboración y complicidad oficiales. Se reunían en las comisarías y
allí se les distribuían armas y brazaletes. Desde las sedes policiales
partían en coches último modelo manejados por los jovencitos oligarcas,
y al grito de “Viva la Patria” se dirigían a las barriadas obreras, a
las sedes sindicales, a las bibliotecas obreras, a la sede de los
periódicos socialistas y anarquistas para incendiarlos y destruirlos,
todo bajo la mirada cómplice de la policía y los bomberos. El barrio
judío de Once fue atacado con saña por las bandas patrióticas que se
dedicaban a la “caza del ruso”. Allí fueron incendiadas sinagogas y las
bibliotecas Avangard y Paole Sión. Los terroristas de la Liga atacaban a
los transeúntes, particularmente a los que vestían con algún elemento
que determinara su pertenencia a la colectividad. La cobarde agresión no
respetó ni edades ni sexos. Los “defensores de la familia y las buenas
costumbres” golpeaban con cachiporras y las culatas de sus revólveres a
ancianos y arrastraban de los pelos a mujeres y niños.
El
triunfo de la huelga
Finalmente el 11 de enero el gobierno radical llegó a un acuerdo con la
FORA IX basado en la libertad de los presos que sumaban más de 2.000, un
aumento salarial de entre un 20 y un 40 %, según las categorías, el
establecimiento de una jornada laboral de nueve horas y la
reincorporación de todos los huelguistas despedidos. Poco después las
autoridades de la FORA y del Partido Socialista resolvieron la vuelta al
trabajo.
El vespertino La Razón titulaba: “Se terminó la huelga, ahora los
poderes públicos deben buscar los promotores de la rebelión, de esa
rebelión cuya responsabilidad rechazan la FORA y el PS…”. Pero el dolor
y la conmoción popular continúan. Los trabajadores se muestran renuentes
a volver a sus trabajos. En las asambleas sindicales las mociones por
continuar la huelga general se suceden. Por su parte, la FORA V se opone
terminantemente a levantar la medida de fuerza y decide “continuar el
movimiento como forma de protesta contra los crímenes de Estado”.
Finalmente, el recientemente designado jefe de la Policía Federal,
general Luis Dellepiane, recibió el martes 14 de enero por separado a
las conducciones de las dos FORA y aceptó sus coincidentes condiciones
para volver al trabajo que incluían “la supresión de la ostentación de
fuerza por las autoridades” y el “respeto del derecho de reunión”. Pero
pasando por encima del general, la policía y miembros de la Liga
Patriótica se dieron un gusto que venían postergando: saquearon y
destruyeron la sede de La Protesta. Esto motivó la amenaza de renuncia
de Dellepiane, que fue rechazada al día siguiente por el propio
presidente Yrigoyen, quien además ordenó efectivizar la puesta en
libertad de todos los detenidos.
Para el jueves 16, Buenos Aires era casi una ciudad normal: circulaban
los tranvías, había alimentos en los mercados, y los cines y teatros
volvieron a abrir sus puertas. Las tropas fueron retornando a los
cuarteles y los trabajadores ferroviarios fueron retomando lentamente
los servicios. Recién el lunes 20 los obreros de Vasena, tras comprobar
que todas sus reivindicaciones habían sido cumplidas y que no quedaba
ningún compañero despedido ni sancionado, decidieron volver a sus
puestos de trabajo. (…)
La rebelión social duró exactamente una semana, del 7 al 14 de enero de
1919. La huelga había triunfado a un costo enorme. El precio no lo
pusieron los trabajadores sino los dueños del poder, que hicieron del
conflicto un caso testigo en su pulseada con el gobierno al que
consiguieron presionar en los momentos más graves e imponerle su
voluntad represiva.
Muy bien 10 felicitado
No hubo sanciones para las fuerzas represivas, ni siquiera se habló de
“errores o excesos”; por el contrario, el gobierno felicitó a los
oficiales y a las tropas encargadas de la represión y volvió a hablar de
subversión. Por su parte, Dellepiane, el jefe de la represión, dictó la
siguiente orden del día: “Quiero llevar al digno y valiente personal que
ha cooperado con las fuerzas del ejército y armada en la sofocación del
brutal e inicuo estallido, mi palabra más sentida de agradecimiento, al
mismo tiempo que el deseo de que los componentes de toda jerarquía de
tan nobles instituciones, encargadas de salvaguardar los más sagrados
intereses de esta gran metrópoli, sientan palpitar sus pechos únicamente
por el impulso de nobles ideales, presentándolos como coraza
invulnerable a la incitación malsana con que se quiere disfrazar
propósitos inconfesables y cobardes apetitos”.
El embajador de Yrigoyen en Gran Bretaña, Álvarez de Toledo, tranquiliza
a los inversores extranjeros en un reportaje concedido al Times de
Londres y reproducido por La Nación: “Los recientes conflictos obreros
en la República Argentina no fueron más que simple reflejo de una
situación común a todos los países y que la aplicación enérgica de la
ley de residencia y la deportación de más de doscientos cabecillas
bastaron para detener el avance del movimiento, que actualmente está
dominado. [Agregó que] la República Argentina reconoce plenamente la
deuda de gratitud hacia los capitales extranjeros, y muy especialmente
hacia los británicos por la participación que han tenido en el
desarrollo del país, y que está dispuesto a ofrecer toda clase de
facilidades para otro desarrollo de su actividad”.
Donaciones de almas caritativas
Los sectores más pudientes de la sociedad se mostraron muy agradecidos
con los miembros de las fuerzas represivas y quisieron premiarlas con lo
único que a ambas partes les interesa a la hora de los homenajes:
dinero. Las empresas beneficiadas con la “disciplina social”, las damas
de beneficencia y otras entidades “de bien público” iniciaron colectas
“pro defensores del orden”. Así lo detalla La Nación: “En el local de la
Asociación del Trabajo se reunió ayer la Junta Directiva de la Comisión
pro defensores del orden, que preside el contralmirante Domecq García,
adoptándose diversas resoluciones de importancia. Se resolvió designar
comisiones especiales que tendrán a su cargo la recolección de fondos en
la banca, el comercio, la industria, el foro, etc., y se adoptaron
diversas disposiciones tendientes a hacer que el óbolo llegue en forma
equitativa a todos los hogares de los defensores del orden. […] La
empresa del ferrocarril del Oeste ha resuelto contribuir con la suma de
5.000 pesos al fondo de la suscripción nacional promovida a favor de los
argentinos que han tenido a su cargo la tarea de restablecer el orden
durante los recientes sucesos.
Un grupo de jóvenes radicados en la sección 15 de la policía ha iniciado
una colecta entre los vecinos con objeto de entregar una suma de dinero
a los agentes pertenecientes a la citada comisaría, con motivo de su
actuación en los últimos sucesos”.
“La
comisión central pro defensores del orden recibió ayer las siguientes
cantidades:
Frigorífico Swift $ 1.000
Club Francais 500
Eugenio Mattaldi 500
Escalada y Cía. 100
Leng Roberts y Cía. 500
Juan Angel López 200
Matías Errázuriz 500
Horacio Sánchez y Elía 7.000
Jockey Club 5.000
Cía. Alemana de electricidad 1.000
Arable King y Cía 100
Elena S. de Gómez. 200
Las Palmas Produce Cía. 1.000
Mac Donald 300
Frigorífico Armour 1.000
Fieras hambrientas
Nadie se acordó de los familiares de los 700 muertos y de los más de
4.000 heridos. Eran gente del pueblo, eran trabajadores, eran, en
términos de Carlés, “insolentes” que habían osado defender sus derechos.
Para ellos no hubo “suscripciones” ni donaciones para aquellas viudas
con sus hijos sumidos en la más absoluta tristeza y pobreza, para los
hijos del pueblo no hubo ningún consuelo. La caridad tenía una sola
cara. Sólo varios meses después de terminada la represión de aquella
Semana Trágica, las damas de caridad y la jerarquía de la Iglesia
Católica lanzaron una colecta para reunir fondos para darle limosnas a
las familias más necesitadas. Lo hacían evidentemente en defensa propia.
Si a alguien le queda alguna duda, he aquí parte del texto de
lanzamiento de la Gran Colecta Nacional: “Dime: ¿qué menos podrías hacer
si te vieras acosado o acosada por una manada de fieras hambrientas, que
echarles pedazos de carne para aplacar el furor y taparles la boca? Los
bárbaros ya están a las puertas de Roma”.
Fuente: Adaptación de Los mitos de la historia argentina III, de Felipe
Pigna, Editorial Planeta, 2006
Por Antonio López 1987 Centro Editor de América Latina S.A.
Biblioteca Política Argentina
PALABRAS PRELIMINARES
El movimiento obrero es el
arma primordial que poseen los trabajadores para enfrentar con
posibilidades de éxito a la patronal, tratando de mejorar las
condiciones de vida en que se desenvuelven en la sociedad capitalista,
ya sea ésta con predominio del capital privado, o, con predominio del
capitalismo estatal.
Una parte del movimiento obrero, hoy ampliamente mayoritario a nivel
mundial, circunscribe su accionar a un mejoratívismo que no cuestiona la
existencia de ese sistema social —capitalismo privado o capitalismo
estatal— y que, en muchos casos, e verdaderamente al servicio de fuerzas
ideológicas, de fuerzas políticas, que lo utilizan como uno de los
puntales en que se basamenta ese sistema social de explotación.
Otra parte del movimiento obrero, proporcionalmente minúscula
considerada mundialmente, cuestiona ese sistema social de explotación, y
tiende, como aspiración finalista, a sustituirlo por otro en que la
explotación del hombre por el hombre, desaparezca. Es obvio que, si
desaparece la explotación del hombre por el hombre, su consecuencia es
ni más ni menos, que un sistema social de libres y de iguales.
Para lograr sus objetivos, ambas formas de encarar el movimiento obrero,
diferían —y difieren en la actualidad— en sus medios. Bien se ha dicho
que debe haber una correlación, una correspondencia, entre medios y
fines; que estos últimos, deben estar consustanciados con los medios que
se utilicen para conseguirlos. Es así, que toda la fracción del
movimiento obrero ampliamente mayoritaria en la actualidad, consecuente
con sus propósitos meramente mejorativistas, es decir, reformistas,
utiliza medios que no contradicen esos propósitos, esos fines. Esos
medios, legalizados es decir controlados por el Estado que ha Embretado
al movimiento obrero en una maraña de leyes que lo maniatan, es no
solamente aceptado, sino fomentado por la amplia gama de sindicalistas
reformistas, que propician la intervención del Estado como intermediario
y arbitro en los conflictos entre patrones y trabajadores. En nuestro
país, es una demostración de ello, la posición que frente a la
denominada Ley de Asociaciones Profesionales, mantienen los
sindicalistas de extracciones políticas diversas: peronistas,
socialistas, comunistas, etc., a quienes por encima de sus diferencias,
une la tendencia legalista, es decir, reformista. Por el contrario, el
otro sector del movimiento obrero, el de proporciones minúsculas en la
actualidad considerando todo el globo terráqueo, basa su accionar
tendiente a no detenerse en propósitos solamente mejorativistas, pero
sin descuidarlos, en lograr un cambio total en las relaciones sociales,
es decir, un cambio revolucionario, en medios que están coherentemente
relacionados con esos fines, utilizando exclusivamente, la acción
directa, que consiste esencialmente en el tratamiento directo entre
patrones y trabajadores de todos los problemas que surgen de esa
relación de dependencia que mantienen, sin aceptar bajo ninguna
circunstancia la intromisión del Estado, como intermediario o arbitro.
En nuestro país, ésta última posición, la del movimiento obrero
finalista, revolucionario, ha sido sostenida esencialmente por la
Federación Obrera Regional Argentina (FORA), y, si bien es cierto, que
hoy ha dejado prácticamente de existir, su historia, extraordinariamente
rica en episodios de gran valor para extraer enseñanzas, merece que sea
conocida por los jóvenes que ignoran casi totalmente todo lo que fue y
significó el movimiento obrero argentino anterior al peronismo. De este
movimiento obrero argentino, nos vamos a referir solamente a la
organización fundamental de la parte revolucionaria, la Federación
Obrera Regional Argentina, historiando a grandes rasgos algunos hechos y
características.
Por otra parte, de autores que se han ocupado del tema, de documentos
que hacen al asunto que nos preocupa, de testimonios verbales de viejos
militantes y, aún, del conocimiento directo, se nutren las páginas que
siguen.
"Marchas y
Canciones de las luchas de los obreros anarquistas
argentinos (1904-1936)". Producción por Virgilio Expósito en
las postrimerías de la dictadura de Lanusse, voz: Hector
Alterio, guión: Osvaldo Bayer.
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Audio completo de ambas caras del disco
Lado A: 15' - Lado B: 17'
I- FUNDACIÓN DE LA FEDERACIÓN OBRERA
REGIONAL ARGENTINA
La Federación Obrera Argentina (desde 1904 Federación Obrera Regional
Argentina) fue fundada el 25 de Mayo de 1901 por un grupo de Sociedades
de Resistencia, en las que ejercían fuerte influencia trabajadores que
sustentaban las ideologías que desde los tiempos de la primera
Asociación Internacional de los Trabajadores disputaban la supremacía en
el movimiento obrero. Por un lado, los bakuninistas, o antiautoritarios,
o, finalmente, anarquistas; por el otro lado, los marxistas, o
autoritarios, o, finalmente, socialistas. En la Argentina se reproduce
esa confrontación que, muchas veces adquirió tintes violentos, por más
que ambas comentes aspiraran a llegar a los mismos fines: la
organización de "una sociedad basada en los principios socialistas: en
lo que sí diferían, indudablemente, era en los medios utilizados para
lograr esos fines. Los socialistas iban a la conquista del Estado para,
desde ahí, implantar el socialismo. Los anarquistas fincaban su accionar
en la destrucción del Estado por medio de la Revolución Social, para
entonces, organizar la sociedad con parámetros socialistas.
No es extraño que en la Argentina se reprodujera la controversia entre
socialistas y anarquistas, si se tiene en cuenta que los iniciadores del
movimiento obrero argentino eran, en su gran mayoría, inmigrantes
europeos (precisamente en Europa había tenido origen la controversia)
que, en gran proporción, habían adquirido esas ideas en sus países de
origen.
La Federación Obrera Regional Argentina tenía lejanos antecedentes en la
década de 1870-1880, durante la cual se habían organizado algunas
secciones adheridas a la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT).
Fue escaso el eco que despertó entre los nativos del país esta inquietud
que desarrolló su accionar en algunos círculos de trabajadores
extranjeros. Lo cierto es que el ensayo no tuvo mayor trascendencia y
prontamente cayó en el olvido. Donde sí tuvo algún grado de éxito fue en
la vecina orilla. En Montevideo llegó a organizarse la Federación
Regional Uruguaya, adherida a la Asociación Internacional de los
Trabajadores.
Otros antecedentes de organizaciones que sirvieron de nexo a las
Sociedades de Resistencia existentes, ya más cercanas en el tiempo,
tuvieron concreción a partir de 1890. La primera de ellas tuvo lugar en
el año indicado; con el nombre de Federación de los Trabajadores de la
Región Argentina se proponía "la unión de los obreros de esta región,
para defender sus intereses morales y materiales, y practicar la
solidaridad con los hermanos de todas las regiones en lucha contra el
capital y sus monopolizadores".
En su primer Congreso de Agosto de 1891 se resuelve:
"a) Designar una comisión para formular 'un programa análogo al de los
partidos obreros europeos';
"b) Propugnar la jornada de ocho horas de trabajo y un descanso semanal
de 36 horas seguidas;
"c) Considerando la propiedad individual de los medios de producción,
fuente del malestar que soporta la clase obrera, el congreso vota 'en
favor de la abolición completa de la propiedad individual, en
conformidad con todos los partidos de lodos los países' ".
Esta primera expresión del movimiento obrero organizado en el país, de
franco carácter socialista según lo atestigua lo transcripto, fue
disuelta poco después de su segundo Congreso.'
Recién en 1894 se organizó un nuevo nucleamiento de sociedades de
resistencia, la Federación Obrera Argentina. "El programa, dice Jacinto
Oddone, era un largo documento, platónico en gran parte, con
reivindicaciones económicas y políticas, semejante al de la primera
Federación, que más se adaptaba para un partido político que para una
organización gremial. Por eso es que, fuera de los delegados que lo
habían sancionado, encontró una seria resistencia, al punto que nunca
fue aceptado por los gremios." (*2)
Una tercera tentativa de Federación Obrera se llevó a cabo en 1896,
proponiéndose lo siguiente:
"a) Reunir en su seno a las diversas organizaciones (sociedades de
oficio) que tengan por objeto el mejoramiento y defensa de las
condiciones de trabajo por medio de la asociación.
"b) Promover la creación de nuevas sociedades donde no existan, y
auxiliarlas para que se constituyan.
"c) Practicar debidamente el principio de solidaridad entre las
organizaciones adheridas, con arreglo a las prescripciones del presente
reglamento.
"d) Mantener estrechas relaciones con los organismos obreros de los
demás países que persigan el mismo fin que esta Federación y practicar
con ellas del mismo modo, siempre que sea posible, el principio de
solidaridad.
"e) Recabar de los poderes públicos leyes que favorezcan los intereses
del trabajo, tales como la jornada de ocho horas, fijación de un salario
mínimo, igualdad del salario para los obreros de uno y otro sexo, etc.
"f) Fuera de este objeto y de lo que con él tenga relación directa, la
Federación no defiende principios económicos determinados, no pertenece
a ningún partido político, no profesa ninguna religión, y no conoce
distinciones de raza o nacionalidad. Sus miembros son libres
personalmente de defender y propagar las opiniones que consideren más
acertadas independiente del de la organización." (*3)
Antes de finalizar 1897 se había diluido esta tercera tentativa de
organizar una Federación Obrera en la Argentina.
Por último, para finalizar la mención de las tentativas de organización
que precedieron a la Federación Obrera Regional Argentina, tenemos que
referirnos a una iniciativa del Partido Socialista para dar vida a la
Federación general de Organizaciones Obreras de Buenos Aires, que tuvo
efecto en 1900. Las aspiraciones de la flamante Federación eran las
siguientes:
"a) La reglamentación de la jornada de trabajo para los adultos, mujeres
y niños;
"b) Una Ley que instituya el descanso dominical;
"c) La abolición del trabajo a destajo;
"d) Leyes que responsabilicen a los patronos por los accidentes de
trabajo;
"e) Una ley creando tribunales arbitrales, formados por patronos y
obreros, para dirimir las diferencias que se produjesen entre unos y
otros;
"f) Higienización de las habitaciones obreras;
"g) Concesión de pensiones y subsidios a los obreros ancianos y a los
inválidos del trabajo." (*4)
Para lograr esos propósitos haría "peticiones a los poderes públicos
nacionales, provinciales y municipales, y si no obtuviera satisfacción a
sus pedidos", emplearía 'los medios que dentro del orden estén a su
alcance para llegar a la conquista de sus aspiraciones". (*5)
Fracasadas estas tentativas de organización de una Federación Obrera, no
se perdieron esos propósitos ya que, como dejamos dicho, el 25 de Mayo
de 1901, se realizó el Congreso fundador de la Federación Obrera
Argentina que sí perduraría en el tiempo y dejaría honda huella en las
luchas sociales de la Argentina en las primeras décadas de este siglo.
Sentadas las bases fundadoras de la nueva Federación (Anexo Documental
N° 1), (*6) desde un principio se puso de manifiesto la supremacía "de
los anarquistas sobre los socialistas que habían participado en su
constitución, produciéndose ya en el segundo Congreso celebrado en 1902,
el retiro de estos últimos que organizaron una nueva central obrera: la
Unión General de Trabajadores (UGT). Desde el mismo instante de la
separación de anarquistas y socialistas en dos organizaciones distintas,
se realizaron variados intentos de unificación que finalizaron en
continuos fracasos, hasta que, varios años más tarde, cuando ya la Unión
General de Trabajadores había desaparecido dando paso a la Confederación
Obrera Regional Argentina (CORA), con predominancia en ese entonces de
los llamados sindicalistas puros en detrimento de los socialistas, esa
inquietud unificadora fructificó al disolverse la CORA e ingresar
masivamente sus Sociedades de Resistencia en la Federación Obrera
Regional Argentina.
Como decíamos, en La FORA tuvieron especial predicamento los
anarquistas, que superando opuestos puntos de vista entre sus propios
partidarios —los había refractarios a toda organización, a los cuales se
denominaba antiorganizadores— pusieron especial énfasis en ese frente de
actuación que, debido a esa circunstancia, adquirió relevante
importancia a través de varias décadas, constituyéndose en el principal
campo de propagación de sus ideas revolucionarias.
En ese sentido, en el sentido de sus ideas revolucionarias, la FORA
puede considerarse sin lugar a dudas, como la heredera de la Primera
Internacional, en especial modo de su Federación Regional Española.
Tanto es así, que puede menos que convenirse, en la identidad de ideas
que representa la resolución redactada por el famoso revolucionario ruso
Miguel Bakunin y aprobada por el Congreso de Saint Imier (Anexo N 3),
realizado en Setiembre de 1872 por secciones antiautoritarias de la
Asociación Internacional de Trabajadores que se habían alzado contra la
autoridad del Consejo General y desconocían lo que la mayoría amañada
por los marxistas había aprobado en el reciente Congreso de La Haya, con
la recomendación finalista del comunismo anárquico aprobada por el 5°
Congreso de la FORA llevado a cabo en 1905. (Anexo N° 4.) El
Congreso de Saint Imier significó prácticamente el comienzo del
anarquismo como movimiento organizado, ya que anteriormente su actuación
había sido la de integrante junto con otras corrientes socialistas, de
una misma organización. Esto no dejó de tener vigencia sino en una forma
algo gradual, pero, desde el Congreso referido la diferenciación se fue
acentuando cada vez más hasta culminar en la separación definitiva.
Para certificar la importancia del Congreso de Saint Imier y la
influencia que adquirió para la difusión de las ideas y la organización
anarquistas, insertamos dos dictámenes aprobados en el mismo sobre los
temas, "Pacto de Admistad, Solidaridad y Defensa Mutua" (Anexo N° 2), y,
"De la organización del trabajo" (Anexo N8 5).
En el 4a Congreso de la FORA se aprobaron las bases fundamentales de su
organización y de sus medios de lucha: El Pacto de Solidaridad (Anexo N°
6). El "Sistema de Organización" (Anexo N° 7) y "Declaración de
Principios" (Anexo N° 8). Si cotejamos esos documentos básales con los
que regían la vida orgánica de la Federación Regional Española de la
Asociación Internacional de los Trabajadores (Anexo N°9), veremos las
similitudes existentes incluso en la terminología empleada; obsérvese
por ejemplo que las sociedades constituidas se denominaban Sociedades de
Resistencia a pesar de que cuando se fundó la FORA, el sindicalismo ya
estaba en pleno auge en Francia y otros países de Europa. Claro está que
no faltaban las diferencias entre ambas organizaciones, mientras los
anarquistas españoles de la primera hora se aglutinaban en la
clandestina Alianza de la Democracia Socialista (Anexos N5 10 y 11) con
el objeto de influir en la Federación Regional Española, en la Argentina
los anarquistas que militaban en la FORA combatían a través del tiempo
—como veremos más adelante— porque en la época en que ya la FORA llevaba
largos años de actividad y en España la Confederación Nacional del
Trabajo era la organización sindical orientada por los
anarcosindicalistas, se fundó en 1927 la Federación Anarquista Ibérica
con idénticos objetivos que la antigua Alianza de la Democracia
Socialista.
Hay que apuntar que el sistema de organización aprobado en el 49
Congreso de la FORA, no se puso en práctica en todos sus términos, ya
que la constitución de las Federaciones de Oficio y las Federaciones de
Oficios similares no fueron aprobadas en nombre de salvaguardar los
principios federalistas, salvo en los casos de los obreros portuarios y
de los obreros ferroviarios que, por breve tiempo, fueron autorizados a
funcionar como Federaciones de Oficios. (Anexos N8 97-98-121-125-133.)
El funcionamiento del Consejo Federal muchas veces excedió el marco que
lo fijaba al sistema de organización aprobado —"Centro de
Correspondencia de toda la República, el intermediario entre todas las
sociedades y federaciones"— (Anexo N° 7), lo que dio pie para no pocas
disputas y reyertas que tuvieron viva incidencia en las divisiones que
se produjeron, a las que nos referiremos más adelante.
II-
RESOLUCIONES DE CONGRESOS Y REUNIONES REGIONALES DE DELEGADOS
A través de su existencia, la FORA realizó 11 Congresos ordinarios —no
se incluye el 9* Congreso de 1915, luego desconocido aunque sus
resoluciones están transcriptas en el Anexo Documental—, 2 Congresos
Extraordinarios y no menos de 10 Reuniones Regionales de Delegados.
Repasando suscintamente los acuerdos adoptados, podremos colegir cuáles
eran las inquietudes que preocupaban a los trabajadores y a los
militantes, más activos en cada momento. Esas inquietudes en muchos
temas se reiteraban continuamente: otras veces aparecen nuevos planteos
ante problemas también nuevos. Asimismo permiten apreciar, que en muchos
aspectos fueron precursores en el planteo y aporte de soluciones que,
posteriormente, tuvieron vigencia a través de la legislación laboral.
Legislación laboral
'Desde principios de siglo hasta ahora muchos son los cambios que se han
sucedido en las condiciones de trabajo. Las organizaciones obreras, de
todas las ideologías que. se disputaron el control del movimiento
obrero, influyeron decisivamente para que las condiciones infrahumanas
imperantes en aquellos años se fueran morigerando paulatinamente,
logrando condiciones más humanas tanto en lo que respecta a la duración
de la jornada de trabajo —variaban entre 9 y 14 horas diarias—(*7), como
en el nivel de los salarios que aproximadamente iban de $1 a $4 diarios
para los hombres y de $0.80 a $3 para las mujeres, según los gremios y
la categoría profesional (*8). Los salarios no les alcanzaban —salvo en
las categorías más privilegiadas— para solventar los gastos mensuales de
comida, vestido, transporte y alquiler que eran muy caros para el nivel
medio de ingresos que tenían los trabajadores. A las condiciones de
extrema explotación que padecían en sus ocupaciones, se sumaba el tener
que habitar en conventillos que habían proliferado en una ciudad cada
vez más grande. Los conventillos aunaban al hacinamiento más promiscuo,
la casi total falta de las más elementales condiciones de higiene. Así
los describe un socialista que fue militante sindical de la primera
hora:
"Imaginemos un terreno de 10 a 15 metros de frente (los hay que sólo
tienen de 6 a 8) para 50 a 60 de fondo; algo que se asemeja a un
edificio, por su parte exterior, o casa de miserable aspecto:
generalmente un zaguán cuyas paredes no pueden ser más mugrientas, al
final del cual una pared de dos metros de altura impide que el
transeúnte se aperciba de las delicias del interior. Franquead el
zaguán, y veréis dos largas filas de habitaciones, en el centro de aquel
patio cruzado por sogas en todas direcciones, una mugrienta escalera de
madera pone en comunicación con la parte alta del edificio. El conjunto
de piezas, más bien que asemejarse a habitaciones, cualquiera diría que
son palomares; al lado de la puerta de cada cuarto, amontonados en
completo desorden, cajones que hacen las veces de cocina, tinas de
lavar, receptáculos de basuras, en fin, todos los enseres indispensables
de una familia, que por lo reducido de la habitación forzosamente tienen
que quedar a la intemperie. En la parte alta del conventillo la
estrechez es mayor, pues no teniendo los corredores más que un metro o
metro y medio de ancho, apenas queda espacio para poder pasar.
"Las habitaciones son generalmente de 3 por 4 metros de altura,
excelentes piezas, cuando llegan a tener una superficie de 4 por 5. Esas
celdas son ocupadas por familias obreras, la mayoría con 3, 4, 5 y hasta
6 hijos, cuando no por 3ó4 hombres solos. Adornan estas habitaciones dos
o tres camas de hierro o simples catres, una mesa de pino, algunas
sillas de paja, un baúl medio carcomido, un cajón que hace las veces de
aparador, una máquina de coser, lodo hacinado para dejar un pequeño
espacio donde poder pasar las paredes, que piden a gritos una mano de
blanqueo, engalanadas con imágenes de madonas o estampas de reyes,
generales o caudillos populares, tales son, en cuatro pinceladas, los
tugurios que habitan las familias de obreras en Buenos Aires, los que a
la vez sirven de dormitorio, sala, comedor y taller de sus moradores.
"Pocos son los conventillos donde se albergan menos de 150 personas.
Todos son, a su vez, focos de infección, verdaderos infiernos, pues el
ejército de chiquillos, en eterna algarabía, no cesa en su gritería,
mientras los más pequeñuelos, semidesnudos y harapientos, cruzan
gateando por el patio recogiendo y llevando a sus bocas cuanto residuo
hallan a mano; los mayorcitos saltan, gritan y brincan, produciendo
desde las 7 de la mañana hasta las 9 de la noche un bullicio
insoportable".(*9)
La FORA desde el primer momento se ocupó de esta situación lamentable
tratando de ponerle coto. Fueron múltiples los conflictos que se fueron
sucediendo planteados por las organizaciones foristas que siempre
consideraron que las conquistas que se lograban no significaban la
finalización de la explotación a que eran sometidos los trabajadores,
explotación que solamente tendría su fin con la Revolución Social
expropiadora y la consiguiente emancipación que se buscaba, asimismo
creían que esas conquistas solamente podrían mantenerse por la fuerza de
la organización obrera y no mediante leyes que sancionara el Estado,
cuya finalidad era el quitarle a los trabajadores y a sus organizaciones
sindicales motivos para una acción reivindicativa de carácter ilegal y
en muchos casos revolucionaria.
"En todos sus Congresos y Reuniones Regionales de Delegados, la central
obrera orientada por los anarquistas, se ocupó de diversos aspectos
relacionados con lo que venimos apuntando; pruebas de ello aportamos en
los puntos del Anexo Documental números 12, 13, 20, 21, 25, 32, 44, 51,
57, 59, 61, 66, 89, 90, 95, 97, 178 y 192.
Los alquileres
Ya hemos apuntado que los alquileres que se cobraban en Buenos Aires
eran muy caros teniendo en cuenta la escasa capacidad de los bajos
salarios que se pagaban. Esta situación trajo como consecuencia que se
plantearan continuamente problemas que finalizaban en muchas ocasiones
con el desalojo de los que no podían pagarlos. Los dueños de los
conventillos habían encontrado un verdadero filón para obtener rápidas y
pingües ganancias. Como no podía ser menos, los militantes foristas que
padecían a la par de todos los demás inquilinos las consecuencias de tal
situación, encararon ese problema en varios de sus congresos (Anexo N9
14 y 46) en procura de una rebaja de los mismos.
La agitación producida en los inquilinatos por las condiciones
deplorables de habitabilidad, los altos alquileres y el despótico trato
que les dispensaban los dueños y los encargados que ellos designaban,
hizo eclosión en 1907, cuando a raíz de "un fuerte aumento de los
impuestos municipales y territoriales, que los propietarios de las casas
de inquilinato trasladaron de inmediato a los alquileres" fue que "La
Liga de inquilinos sugirió a los locatarios que no se pagaran los
arriendos hasta tanto no se suprimiera el aumento".(*10)
La sugerencia tuvo amplia aceptación, dejando de pagarse el alquiler en
numerosos conventillos de la Capital, algunos pueblos circunvecinos y,
aun, ciudades del interior.
Los participantes de tan singular movimiento huelguístico, se
organizaron para poder enfrentar a los dueños de los conventillos y a la
policía que —como es natural— volcó su acción en favor de éstos. La
organización de los huelguistas tuvo un amplio carácter horizontal,
carácter al que no fueron ajenos los anarquistas que participaron
activamente en el mismo.
Otro elemento que hay que tener en cuenta, es la participación activa de
numerosas mujeres en el movimiento; téngase en cuenta que eran ellas las
que más sufrían las deplorables condiciones de los conventillos, ya que
mientras los hombres pasaban muchas horas en sus trabajos y aún en otras
actividades, las mujeres transcurrían todo el tiempo en ese ámbito que
tan vividamente describió Adrián Patroni.
"Hacia fines de Setiembre comenzaron a producirse los primeros
desalojos. Los inquilinos a veces podían demostrar enfermedad de algunos
de los posibles damnificados, y entonces evitaban el desalojo, pero
cuando no había enfermos iban a dar con sus trastos a la calle o al
patio del conventillo, aunque muchos eran recibidos -por sus propios
vecinos en actos de solidaridad que se multiplicaban a medida que avanzó
el conflicto.
"El anarquismo propuso que los locatarios desalojados por la justicia
acamparan en las plazas públicas y para tal efecto la Sociedad de
Resistencia de Conductores de Carros —miembro de la FORA— estableció que
carros y carreros se pusieran a disposición de los huelguistas. Esta
medida fue duramente criticada por el Partido Socialista —enfrentado
tácitamente con el anarquismo— que si bien apoyó a los inquilinos,
consideró el conflicto como un contrasentido, pues los consumidores no
podían ni debían hacer huelgas que solo eran viables en el campo de la
producción. La alternativa ofrecida por los seguidores de J. B. Justo se
basaba en la asociación de los trabajadores en las cooperativas de
edificación, donde a través del ahorro los asociados accederían a
viviendas modestas, pero dignas.
"Las autoridades encontraron una enconada oposición en los inquilinos
que comenzaron a resistir las decisiones judiciales. Caseros,
propietarios y oficiales de justicia eran enfrentados por los
locatarios, razón por la cual se apeló a la policía y al cuerpo de
bomberos para efec-tivizar los desalojos. No obstante, un sinnúmero de
conventillos no acataron las órdenes de las fuerzas de represión y
resistieron atrincherados dentro de la casa, cerrando los portones de
entrada y utilizando como armas defensivas escobas, piedras, maderas y
calderos con agua hirviendo que amenazaban volcar sobre las
autoridades."(*11)
Para fines del año el movimiento decayó; las prisiones, deportaciones,
en especial modo de anarquistas que habían activado, etc., tuvieron
finalmente el efecto deseado por los propietarios y las autoridades. No
se modificaron las condiciones de la vivienda y de los alquileres sino
muy parcialmente, pero el movimiento quedó como una demostración
insólita por lo inédita, y, como un camino que posteriormente dejó de
transitarse y no fue resuelto jamás.
Escuelas libres
La
enseñanza fue otro de, los temas que reiteradamente se plantearon en la
FORA. Fundada en los años en que Francisco Ferrer Guardia realizaba en
Barcelona, España, la experiencia renovadora que significaba la
enseñanza racionalista que impartía la Escuela Moderna por él
organizada.
Piénsese en que, por ese entonces, la Iglesia dominaba con su prédica
oscurantista, la labor educativa y, Ferrer, con su nuevo método, la puso
en una situación de franco entredicho. No podía quedar impune el
atrevimiento del educador que revolucionaba el sistema imperante, y, la
Iglesia con su aliado, 'el Estado, se cobró tamaña osadía segando con un
burdo pretexto, la vida de quien así los desafiaba.
Ferrer fue fusilado en Montjuich en 1909, pero su obra quedó y fue
reivindicada por quienes fueron sus sucesores. En la Argentina, los
anarquistas en general, y la FORA en particular, procuraron —con escasos
medios— difundir la enseñanza libre mediante la creación de escuelas,
bibliotecas, etc. Prácticamente no había Sociedad de Resistencia que no
estuviera dotada de una modesta biblioteca, colocada a disposición de
sus asociados, para aficionarlos a la buena lectura y a incrementar sus
conocimientos.
Los Congresos y Reuniones Regionales de la FORA, se ocuparon
recurrentemente de este tema (Anexo: N° 22, 24, 34, 38, 45, 88). No
puedo dejar de mencionar que el lema "libertad por la educación" que
figura en el dictamen aprobado por el tercer Congreso de la FORA, fue
rescatado más de 50 años después, por el compañero Profesor Guillermo
Savloff, que organizó la Asociación de Educación libre (ADEL) que
funcionó en sus comienzos en la Biblioteca Popular José Ingenieros y
luego en otros locales. El Profesor Savloff fue una de las víctimas de
la despiadada represión desatada en la Argentina en la década del 70: su
cuerpo apareció acribillado a balazos a fines de Enero de 1976.
La mujer
Los movimientos feministas buscan generalmente reivindicar a la mujer en
su carácter de víctima de la dominación del hombre. Este planteo muchas
veces adolece de falta de profundidad; los anarquistas sostenemos que,
además de ser dominadas por el hombre, la mujer es una víctima a la par
de aquél, del sistema social imperante basado en la explotación del
hombre por el hombre. Consideramos que ambos —hombre y mujer— deben
marchar unidos para luchar por la desaparición de ese sistema, y la
concreción de otro sistema social igualitario en que desaparezcan todas
las desigualdades y, el hombre y la mujer mancomunados se emancipen de
todas las dominaciones. En el Anexo Documental (Ns 23, 30, 71) queda el
testimonio de que está situación también fue considerada en las
instancias máximas que significaban los Congresos de la FORA. Entre sus
militantes hubo un pequeño número de mujeres que realizaron una activa
labor por la concreción de esos objetivos que esbozamos escuetamente.
Los rentados
Las antiguas Sociedades de Resistencia, primeras organizaciones
profesionales que formó el proletariado del país, se sostenían gracias
al esfuerzo de pequeños núcleos que estaban poseídos por la mística de
la militancia. Su actividad y entusiasmo abrieron brecha en la cerrada
caparazón que oponía la ignorancia de los trabajadores; éstos se
afiliaban impelidos por la necesidad de obtener mediante ese expediente
mejoras en su triste condición de asalariados sometidos al capricho del
patrón y del capataz. La relación que existía entre el militante activo
—base de sustentación de organización— y el simplemente afiliado que no
cumplía tareas de responsabilidad, era directa, puesto que aquéllos
desarrollaban su labor sindical luego de trabajar, a la par de los
demás, en la fábrica o en el taller y sin percibir ninguna retribución
por ello. La evolución extraordinaria que en lo cuantitativo ha
alcanzado el movimiento sindical modificó sustancialmente el panorama
referido; de organizaciones minoritarias, vistas con respecto a la
cantidad de trabajadores de cada gremio, han pasado a ser mayoritarias y
las relaciones que mantienen los trabajadores con su sindicato —salvo
excepciones, tanto individuales como de sindicatos, confirmatorias de la
regla— se pueden clasificar de acuerdo a su situación dentro de él, en
tres grupos: dirigentes, delegados y comisiones internas, y afiliados.
Los dirigentes en su mayoría están embanderados ideológicamente y en su
generalidad configuran una casta que toma decisiones de por sí sin
consultar a la masa de afiliados. Los anteproyectos de convenio,
aumentos de cuotas, destino de fondos sindicales, etc., son dispuestos
por ellos, contando a lo sumo con la aprobación de congresos de
delegados proclives a aceptar todo lo que quieren y que a su vez no
consultan a los afiliados de base.
El movimiento sindical es hoy un importante grupo de presión y su manejo
significa tener en las manos un elemento de fuerza de primer orden.
Muchos integrantes de este núcleo se sirven del sindicalismo como
trampolín para incursionar en la política; otros, más modestos, se
conforman con formar parte de la burocracia rentada que es mantenida por
los sindicatos, convirtiéndose en rutinarios funcionarios durante un
tiempo bastante prolongado que generalmente dura hasta que por alguna
circunstancia son desplazados por otros en las mismas condiciones.
Las comisiones internas y delegados nutren el grupo dirigente, su
actividad consiste en encarar la solución de los problemas —generalmente
pequeños— que surgen en cada lugar de trabajo o en su defecto llevarlos
a la instancia superior del sindicato, y en hacer de portadores de las
órdenes del grupo dirigente a los afiliados. En las grandes y aún
medianas empresas constituyen un grupo rentado —la patronal les paga los
salarios o sueldos aunque no cumplan tareas laborales sino en algunos
casos y en mínima medida— y cuentan incluso con oficinas o sitios
especiales destinados a la atención de sus actividades. Lo mismo que en
el grupo dirigente, se perpetúan en sus cargos, constituyendo una casta
de funcionarios colocada inmediatamente debajo de aquélla.
La FORA expuso su opinión sobre los rentados —lejano antecedente de la
burocracia actual— en resoluciones que llevan los números 52 y 102 del
Anexo Documental.
Antipatriotismo y antimilitarismo
El ideal anarquista es universalista. Aún reconociendo en el amor al
terruño un sentimiento natural y ponderable, sostiene que se deben
borrar las fronteras que dividen artificialmente a la humanidad en
enemigos unos de otros por el solo hecho de haber nacido en diferentes
lugares del planeta. El patriotismo es el sentimiento natural de amor al
terruño exacerbado por una educación al servicio de la casta dominante.
El hombre en todos los confines de la tierra, es constantemente
machacado con una propaganda destinada a demostrar las virtudes de cada
patria en particular en detrimento de todas las demás.
Este patriotismo desemboca naturalmente en un militarismo que, cada vez
más, escapa a los límites de encarar la guerra entre naciones —que
llevaron a las hecatombes mundiales a este siglo— para desbordar como
consecuencia de su naturaleza intrínseca, y se convierte en enemigo de
su propio pueblo, al que aplica el más abominable terrorismo de Estado.
La historia de la humanidad está plagada de ejemplos que aseveran este
aserto, corroborado en los últimos años principalmente en América Latina
y, especialmente en la Argentina, donde se mantienen abiertas las
cicatrices causadas por un genocidio fríamente planeado y
sistemáticamente ejecutado por las Fuerzas Armadas.
No queremos abundar en lo que está en conocimiento de todos, pero sí,
deseamos destacar que esta situación ha sido vislumbrada certeramente
desde la primera hora por los anarquistas, y, siendo la FORA una
organización obrera orientada por anarquistas, no podía faltar su
profesión de fe antipatriótica y antimilitarista, condenando la división
del mundo en compartimientos estancos que traen como consecuencia el
crimen de la guerra. (Anexo Documental N9 16, 35, 49, 67, 83, 84, 158)
Solidaridad
Otro campo en el que la FORA manifestó constantemente su preocupación y
su solidaridad, fue en el caso de movimientos revolucionarios que
tuvieron lugar en diversas partes del mundo y que, por lo menos en sus
comienzos, demostraron propósitos emancipadores, y, con motivo de
represiones desatadas en otros países. No faltaron, asimismo,
expresiones solidarias en casos desarrollados en el país, pero, de
algunos de ellos, nos ocuparemos aunque sea brevemente, más adelante.
En el caso de tratarse de movimientos revolucionarios, se destacaron
singularmente la revolución rusa y la revolución española. En el primer
caso, las esperanzas que trajo aparejado el acontecimiento
revolucionario con su secuela de hechos heroicos protagonizados por
trabajadores del campo y las ciudades de la lejana Rusia, encontraron a
la FORA en un momento de ascenso del fervor de los trabajadores
argentinos, que comenzaron a engrosar las organizaciones obreras en
forma masiva, movilizados por la creencia de obtener de esa manera
mejorar las condiciones en que desenvolvían su trabajo, y, especialmente
a raíz de los hechos revolucionarios rusos, en que estallara la
revolución social emancipadora que los redimiera de la triste condición
de explotados. Cuando los bolcheviques se apoderaron del control de la
revolución, maniatando a los soviets de obreros, campesinos y soldados y
desataron una feroz represión contra los revolucionarios de otras
tendencias, entre ellos los anarquistas, la confusión en las filas del .
proletariado revolucionario se generalizó en todo el mundo. La Argentina
no fue una excepción en este cuadro de confusión que se apoderó incluso
de algunos militantes que ocupaban cargos de responsabilidad en la
central obrera revolucionaria. La reacción de la mayor parte de la
militancia, prontamente encauzó la situación con medidas drásticas que
cortaron de cuajo la parte que había perdido el rumbo, obnubilada por el
espejismo que provenía del ex-imperio zarista.
En lo que se refiere a la revolución social desencadenada en España para
contrarrestar el golpe fascista encabezado por el general Franco,
encontró a la FORA en un período de franca decadencia que continuaría
sin solución de continuidad.
Téngase en cuenta, para tener una idea cabal de la influencia de los
acontecimientos revolucionarios de la Península Ibérica que, como ya
dejamos dicho, la FORA era, en una gran medida, la heredera de los
postulados sostenidos por la Federación Regional Española de la
Asociación Internacional de tos Trabajadores. El cimbronazo que causó en
la Argentina el hecho revolucionario español, en especial modo la
actuación de los anarquistas nucleados en la Confederación Nacional del
Trabajo (CNT), la Federación Anarquista Ibérica (FAI) y las Juventudes
Libertarias, fue muy considerable. No faltaron expresiones diversas en
tomo a la actuación de los anarquistas españoles, singularmente la
incorporación al gobierno de la Generalidad Catalana primero, y al
gobierno central de la República, luego. Esta posición que contravenía
todo lo que el movimiento anarquista mundial había sostenido hasta
entonces, aún hoy, cincuenta años después, es motivo de controversias;
hay quienes comprenden y hasta justifican la posición de la máxima
dirigencia del anarquismo español, en las circunstancias excepcionales
que tuvieron que afrontar tanto en lo interno como en lo externo; otros,
sostienen que hubiera sido más fructífero para las ideas anarquistas si
se hubieran mantenido dentro de los principios que son sustancia
primordial y razón de ser del movimiento que las sustenta. La FORA, tomó
acuerdos al respecto, adoptando esta última posición: expresó su total
solidaridad con el hecho revolucionario y la tarea de reconstrucción
social impulsada por el pueblo español y la militancia de base de tas
organizaciones revolucionarias, y condenó, al mismo tiempo, las
desviaciones ideológicas de los responsables de los órganos de
conducción de las organizaciones anarquistas.
En lo que respecta a las represiones desatadas en diversos países, la
FORA las condenó repetidas veces, sin hacer discriminaciones, cualquiera
fuera la ideología que gobernara el país represor. (Anexo Ns 55, 116,
117, 127, 130, 136, 150, 154, 164, 165, 166.)
Contra las leyes represivas y en solidaridad con los presos y
perseguidos sociales
Preocupación permanente en la FORA fue la lucha contra las leyes
represivas —Ley de Defensa Social (Anexo N° 84); Ley de Residencia (que
veremos en capítulo aparte), o, que coartaban la libertad sindical como
la Ley Nacional del Trabajo (Anexo N9 28, 37); y, la Ley de Asociaciones
Profesionales (Anexo N* 189).
La solidaridad con los presos y perseguidos sociales, tuvo expresión
concreta especialmente al darse vida al Comité Pro-Presos y Deportados
(Anexo Na 147) con la misma finalidad de darle mayor organicidad a la
ayuda solidaria y procurar a quienes estaban o llegaran a estar en esa
situación, asesoramiento judicial.
Este aspecto de la solidaridad conviene destacarlo especialmente, ya que
siempre, bajo cualquier circunstancia, se manifestó en toda su
dimensión; a pesar de las diferencias de criterio sobre múltiples
aspectos del quehacer militante, diferencias que muchas veces adquieren
aristas muy virulentas, pero, para ayudar a los presos y perseguidos,
esas diferencias se dejaban de lado y el aporte solidario completamente
desinteresado nunca se retaceó.
Inmigración y desocupación
Ha recrudecido en los últimos años, con especial incidencia en países de
Europa, relacionar íntimamente el problema de la desocupación con los
trabajadores inmigrados. Los trabajadores nativos solicitan a menudo la
adopción de medidas para evitar la inmigración, e incluso, contra los
extranjeros ya residentes, responsabilizándolos de este modo de la falta
de trabajo y la consecuente desocupación que padecen ellos mismos.
La FORA, consecuente con su credo internacionalista, en circunstancias
similares, procedió distintamente, procurando que los inmigrantes
potenciales conocieran la situación imperante en el país, antes de que
salieran de sus países de origen, pero oponiéndose a una limitación de
la inmigración. (Anexo N8 80, 85, 136, 143.)
Otras resoluciones
La FORA se pronunció contra el proteccionismo a la industria local
(Anexo N° 77).
En favor del Incremento de la maquinaria (Anexo N° 29) puesta al
servicio de los productores por la expropiación de los instrumentos de
producción.
Abogó por la toma de Posesión de los medios de producción como táctica
de lucha (Anexo N° 89).
Propugnó —adelantándose a los tiempos— la abolición de la Propina por
perjudicial y denigrante. (Anexo N° 44.)
Estudió la forma de impedir los Aumentos de los precios a causa de las
huelgas. (Anexo N° 50.)
Defendió la institución de un Salario mínimo. (Anexo N°89)
Organización y reorganización
Una preocupación constante entre la militancia de la FORA era,
lógicamente, la organización del proletariado dentro de sus filas.
Tratándose la FORA de una organización siempre dispuesta a jugarse en
defensa de los trabajadores y de sus conquistas, los altibajos en la
cantidad de sus afiliados eran muy frecuentes; a etapas de auge,
sucedían lapsos de retroceso en su caudal numérico. Esto fue así en las
primeras décadas de su combativa existencia, pero, es evidente, que a
partir del golpe de estado del Teniente General Uriburu, el 6 de
Setiembre de 1930, el retroceso fue constante y con visos de
incontenible, ya que a ese retroceso, esa caída, no le sucedió el
período de recuperar fuerzas como ocurría anteriormente.
Desde entonces en todas las circunstancias en que se reunían los
militantes de la FORA, ya fueran reuniones regionales o circunscriptas a
la Capital y pueblos circunvecinos, donde la organización aunque muy
disminuida en sus efectivos, se mantuvo durante más tiempo, se planteaba
el problema de la reorganización de la FORA. (Anexo N° 140, 149, 159,
169, 182, 191, 201, 203), enunciando planes que casi nunca se llevaban a
la práctica, a veces por falta de medios, otras por la represión, o por
ese constante disminuir de la FORA como movimiento obrero representativo
de la voluntad de los trabajadores; o por todos los motivos juntos, y
aún otros que dejamos de mencionar.
La aparición de Organización Obrera como órgano de la Federación, se
consideró de primordial importancia especialmente después que La
Protesta dejó de ser órgano oficioso— para lograr esa ansiada
reorganización, tratándose reiteradamente en las Reuniones Regionales
(Anexo 145, 151, 170, 192) con la misma suerte que el tema de la
reorganización en general, casi nunca se llevaban a la práctica.
En los últimos tiempos se plantearon y resolvieron favorablemente,
algunos temas que dejaban entrever un cambio en la visión restrictiva
que se tenía sobre ciertos problemas que en la FORA eran considerados
prácticamente tabúes, y los militantes que los ponían sobre el tapete
corrían el riesgo de ser motejados de reformistas y camaleones.
Una simple enumeración de estos acuerdos que, como es reiterativo
consignarlo, no se llevaron a su concreción en hechos, sería la
siguiente:
La constitución de un Centro de Investigaciones e Informaciones para
todo lo concerniente a problemas sociológicos, económicos y científicos.
(Anexo N° 186.)
La formación de Grupos íntersindicales en los gremios que estuvieran
fuera de la FORA. (Anexo N5 191.)
Ampliación del sistema de organización aceptando la coexistencia de
sindicatos por oficio y por industria.(Anexo N°193)
La conformidad con la organización de sistemas mutuales o Cajas
Solidarias. (Anexo N° 185, 194.)
Considerar la implementación de un sistema de ayuda a ¡os compañeros de
avanzada edad.(Anexo N° 205.)
III - MEDIOS DE LUCHA
La FORA, los anarquistas que militaban en ella, para concretar el
proyecto de cambio social que preconizaba en su Declaración de
Principios y, especialmente, en la resolución, del 58 Congreso
recomendando el comunismo anárquico, y en la solución de los conflictos
que se planteaban entre trabajadores y capitalistas, contaban con que
los trabajadores organizados en sus sindicatos —o sociedades de
resistencia, según la denominación que utilizaban— aplicaran
exclusivamente como método de lucha, la Acción Directa; es decir el
trato directo con el patrón, con el capitalista, sin la intervención del
Estado como mediador o arbitro de las diferencias que se hubieran
suscitado.
La Acción Directa, en esencia, significa precisamente eso: gestión
directa de los trabajadores, a través de la organización obrera, con sus
patrones sin intervención del Estado; sin que ello implique
necesariamente que se recurra a medidas de fuerza cuando ellas no son
necesarias. Por el contrario, la utilización de medidas de fuerza no
significa necesariamente —como parece entenderse erróneamente ahora— que
se esté aplicando la Acción Directa cuando, corno ocurre frecuentemente,
se acepta y aún se solicita la intervención del Estado por medio de su
Ministerio de Trabajo y, aún a veces, la de la misma Iglesia, para
encontrar una solución a los conflictos planteados. Esto último, la
aplicación de medidas de fuerza y la aceptación de la mediación y el
arbitraje del Estado, es lo que se conocía en los primeros tiempos del
sindicalismo, como "Acción a Base Múltiple", que utilizaban las
organizaciones obreras que eran consideradas por los anarquistas de
"amarillas' y sus militantes motejados de "camaleones".
Es en este contexto que Acción Directa, que la FORA entendía el empleo
de las huelgas, el boicot, el sabotaje y el label, sobre los cuales nos
extenderemos brevemente.
La huelga
La huelga es el medio de lucha por excelencia que los trabajadores
poseen para mejorar su situación. Se concreta cuando los trabajadores
deciden dejar de producir como medio de presión para obtener mejoras
tanto materiales como morales, o, para protestar o evitar represiones
patronales o estatales, etc.; se basa fundamentalmente en la convicción
de que la' unión obrera, al abstenerse de efectuar sus labores, tiene el
poder de doblegar a los patrones, sean privados o estatales.
La huelga puede ser parcial, por ser particular de un lugar determinado
de trabajo; o, asimismo parcial, cuando involucra a una parte de un
gremio; puede .ser general por un lapso determinado, o puede ser general
por tiempo indeterminado. Estas huelgas o paros generales pueden abarcar
un solo gremio, un conjunto de gremios, una localidad, grupo de
localidades, una provincia, o todo un país.
La FORA puso en práctica esa arma de lucha en innúmeras ocasiones; es
imposible tener una idea ni siquiera aproximada de su cantidad; de la
mayoría de las veces que se utilizó, seguramente se han perdido todos
los rastros, solamente de una mínima parte de ellas se conservan
testimonios documentales de gran valor; viejos militantes atesoran en su
memoria los pormenores de algunos. Al pasar, recordamos huelgas
generales declaradas por la FORA, generalmente para protestar por
represiones policiales como la matanza de la Plaza Lorea en 1909; contra
leyes que cercenaban libertades o conquistas obtenidas, como la ley de
Residencia, o la ley de Defensa Social; de protesta por el asesinato de
Kurt Wilckens, que había matado al represor de las huelgas de la
Patagonia, teniente coronel Várela; o, por la ejecución en Estados
Unidos de Sacco y Vanzetti; por la libertad de Simón Radowitzky que
había matado al jefe de policía coronel Falcón, etc.
Más adelante, al ocuparnos de algunos conflictos y hechos salientes en
que tomaron parte los gremios foristas, daremos datos al respecto.
(Sobre la huelga en los Congresos de la FORA ver Anexo Documental
Números 18, 27, 40, 69, 82.)
Boicot
El boicot significa dejar de consumir un producto o línea de productos,
no viajar en una línea o varias líneas de transporte, no concurrir a un
lugar público —cine, teatro, restaurant, etcétera—. Bien utilizado puede
doblegar la cerviz de un patrón cerril, que puede verse al borde de la
bancarrota. La FORA lo puso en práctica de manera tan extensa, que su
108 Congreso, considerando que se abusaba demasiado en su uso, lo abolió
como arma de lucha. Posteriormente esa prohibición fue dejada de lado y
se volvió a generalizar su empleo. La decadencia de la organización fue
haciendo que paulatinamente ésta, como otras armas de lucha del arsenal
forista, dejaran de tener utilización. (Anexo Ns 17, 58, 78, 110,
123,132.)
Sabotaje
Realizar un trabajo deficientemente; producir desperfectos
deliberadamente en máquinas, herramientas, vehículos, etc.; e incluso,
el atentado violento, son variantes del sabotaje. El sabotaje fue
reivindicado por la FORA, como otra arma de lucha en sus enfrentamientos
con la patronal. Aunque, en cierto modo nunca fue dejado de lado,' otras
organizaciones no lo reivindican, indudablemente por las consecuencias
de carácter judicial que su empleo puede acarrear. (Anexo N8 17.)
El label
En pocas palabras, el label representa estampar el sello sindical en
productos de empresas que no estén en conflicto con la organización
sindical. Su empleo es poco conocido y no tenemos testimonios de que su
uso se extendiera en la FORA, pero, estaba entre los medios que se
preconizaban como pasibles de ser empleados, en la lucha contra el
capitalismo, aunque nunca en la medida de los mencionados anteriormente.
(Anexo N°42)
IV - CONFLICTOS Y SUCESOS IMPORTANTES EN QUE TUVO PARTICIPACIÓN LA FORA
Alguien dijo que la FORA jugó la permanencia y aún la vida de sus
organizaciones y de sus militantes, en conflictos y acontecimientos
cuyos orígenes no eran propios de sus sociedades federadas, sino de
aquellos que estaban al margen y hasta en contra de la FORA misma.
Sería interminable referirse, como lo dejamos consignado anteriormente,
aunque fuera solo suscintamente, a todos los conflictos, numerosísimos,
en los cuales la FORA estuvo directa o indirectamente involucrada. Por
otra parte, también lo dejamos dicho anteriormente, no existe en ningún
lado —que sepamos— ni remotamente, documentación sobre muchos de ellos
que se han perdido en la nebulosa del tiempo transcurrido; aquí
solamente nos referiremos a algunos que, por variadas circunstancias,
adquirieron mayor relevancia o notoriedad.
La Ley de Residencia. Sus antecedentes
El origen de la Ley de Residencia hay que buscarlo en el gran desarrollo
que estaba adquiriendo la organización obrera. Eran numerosos los
trabajadores que se agrupaban en las nacientes Sociedades de Resistencia
con el objeto de obtener mejoras que permitieran, aunque más no fuera,
paliar una situación que, a medida que se abría paso en su interior la
conciencia de su injusticia, motivaba la presentación a la patronal de
Pliegos de Condiciones donde se exponían las reivindicaciones inmediatas
a las que aspiraban.
La negativa ha satisfacer esos reclamos, suscitaba el planteamiento de
numerosos conflictos, huelgas, boicots, etc., con su secuela de
violencias, represiones y despidos. La colaboración de brillantes
oradores que recorrían el país v la gran difusión que alcanzaban los
periódicos obreros e ideológicos, contribuía a despertar la combatividad
de los proletarios.
Sebastián Martota (*12) inserta en su conocido trabajo, un convenio
colectivo de trabajo, suscripto por la Sociedad de Obreros Marmoleros y
la sociedad de industriales, que se puede considerar como contrato tipo
de la época. Es el siguiente:
"1a En los talleres y obras el horario será: nueve horas por ocho meses
y ocho horas por los cuatro restantes.
"2a El sueldo de los obreros quedará de conformidad con el que existía
en el año 1900.
"3° El Centro de Propietarios de Marmolerías se obliga a que sus socios
no den trabajo a obreros extraños a la Sociedad de Obreros Marmoleros y
ayudará a dicha sociedad cuando tenga que sostener una huelga en la casa
que le indicará la comisión directiva.
"4a La Sociedad de Obreros Marmoleros no permitirá a sus socios que
trabajen para casas que no pertenezcan al Centro de Propietarios de
Marmolerías.
"5a Nombramiento de una comisión de cinco miembros de cada sociedad que
formarán el Jurado de Honor para definir las dificultades que surgieran
entre patronos y obreros.
"6a Abolición del trabajo a destajo.
"7a Pago quincenal y en día domingo.
"8° El Jurado de Honor en ejercicio en el año 1904, introducirá al
presente convenio las modificaciones que encuentre conveniente, las
cuales serán aceptadas por ambas sociedades y puestas en vigencia en
Enero de 1905.
"9S Una copia de este convenio será colocado en cada taller de
marmolería.
"10° El presente contrato entrará en vigencia el 1 de Enero de 1903.
"11° Para constancia de lo estipulado, firmamos dos de un mismo tenor y
a un solo efecto."
Asimismo Marotta consigna, que el primer boicot, fue declarado por la
Sociedad de Resistencia Maquinistas Bonsak a la Fábrica de tabacos y
cigarrillos "La Popular", "que ha de hundirla posteriormente en el
descrédito y la ruina". (*13)
Una huelga de obreros panaderos que tuvo lugar en Julio y Agosto de
1902, el subsecuente boicot de la Sociedad de Resistencia de la
panadería "La Princesa"; la muerte de dos rompehuelgas; la incursión
—por orden del juez— de numerosas fuerzas policiales que causaron serios
destrozos en muebles y útiles del local sindical; y, el proceso abierto
contra el secretario del gremio y varios compañeros más, produjeron
entre todos los trabajadores gran indignación. Para condenar los
atropellos cometidos por la policía se realizó un gran mitin con
participación de 20.000 concurrentes, en el que hicieron uso de la
palabra oradores socialistas y anarquistas.(*14)
Los obreros del puerto de la Capital, que hombreaban bolsas de cereales
de hasta 100 y 200 kg, con jornadas de trabajo agotadoras fijadas
arbitrariamente por los capitalistas, presentaron a fines de 1902, el
siguiente Pliego de Condiciones:
"1. La actitud que deben asumir los obreros del puerto es negarse a
trabajar con pesos mayores a los expresados a continuación:
"Cereales, frutos del país y sus productos, en bolsas de 65 a 70 kg,
"Lienzos de lana, en rama, de 65 a 70 kg,
"Canastas de carbón de 55 a 60 kg,
"Carbón, azúcar y tasajo en bolsas de 65 a 70 kg.
"2. No permitir ni rebaja del sueldo que se cobra, ni disminución del
número de la gente que es costumbre emplear para las operaciones tanto
de carga como de descarga"...(*15)
La unidad y fuerza de la organización posibilitó el triunfo de los
obreros al ceder la Cámara de Comercio a sus pretensiones.
La situación se complicaba cada vez más, los conflictos se multiplicaban
y el ambiente se enrarecía continuamente. En esas circunstancias, los
peones del Mercado Central de Frutos de Barracas al Sur (actualmente
Avellaneda) presentaron un Pliego de Condiciones, concebido en estos
términos:
"1a Reconocimiento de la Sociedad por los patrones;
"2a Abolición del trabajo por tanto y a destajo;
"3a Nueve horas de trabajo diario tanto en las barracas como en los
mercados;
"4S Jornal mínimo de cuatro pesos para los peones de barracas y mercado
y para los menores de quince años que se ocupan de la clasificación y
pescantes del mercado, sueldo mínimo de 2.50 pesos por día, y los
domingos y horas extraordinarias un 50 por ciento de aumento;
"5a Que no existan cuartos de día, sino días y medios días;
"6a Unificación de pesos según la circular de la Federación de
Estibadores y Afines".(*16)
El gobierno no logró éxito en sus propósitos de hacer fracasar la huelga
de más de 5.000 obreros a pesar de echar mano a todos los recursos
imaginables. Para el 21 de Noviembre, la Federación de Rodados,
recientemente constituida, iba a la huelga por sus propias
reivindicaciones; entonces el gobierno en pocas horas promulgó el
proyecto aprobado por las cámaras legislativas, una ley que había
presentado el senador Miguel Cañé, famoso autor de "Juvenilia". Decía
así:
"Art. I° - El Poder Ejecutivo podrá ordenar la salida del territorio de
la Nación Argentina a todo extranjero por crímenes o delitos de derecho
común.
"Art. 2° - El Poder Ejecutivo podrá ordenar la salida de todo extranjero
cuya conducta comprometa la seguridad nacional o perturbe el orden
público.
"Art. 3° - El extranjero contra quien se haya decretado la expulsión
tendrá tres días para salir del país, pudiendo el Poder Ejecutivo, como
medida de seguridad pública, ordenar su detención hasta el momento del
embarco"."
Esta es la famosa Ley de Residencia cuya implantación fue inmediatamente
respondida con una huelga general que tuvo varios días de duración,
hasta que se produjo un decaimiento a raíz de la terrible represión que
se abatió sobre la militancia de la FORA con gran cantidad de detenidos
y deportados.1»
La FORA, permanentemente tuvo entre sus reivindicaciones, el repudio y
la abolición de la Ley de Residencia (Anexo N" 33, 36, 60, 85).
Durante el gobierno de Arturo Frondizi se concretó la abolición de esta
Ley que tantos estragos causó entre militantes obreros y de ideologías
de izquierda y en sus familias que quedaban desamparadas de no mediar la
nunca desmentida solidaridad de sus compañeros.
La masacre del I9 de Mayo de 1909 y la muerte del coronel Falcón por
Simón Radowitzky
El coronel Ramón L. Falcón, jefe de policía, se caracterizó por
desarrollar una activa y violenta represión contra las organizaciones
obreras, especialmente sobre las orientadas por los anarquistas, que
promovían continuos conflictos para mejorar las condiciones de inicua
explotación a que eran sometidos los trabajadores. Estos hechos
represivos culminaron el ls de Mayo de 1909 durante la manifestación
organizada por los anarquistas.
En esa fecha, como ya era costumbre, los socialistas y los anarquistas
efectuaban manifestaciones distintas; en la Plaza Lorea, donde se
concentraba el mitin organizado por la Federación Obrera Local
Bonaerense, adherida a la FORA, la policía cargó brutalmente causando la
muerte de 8 personas y heridas a otras 105; algunos manifestantes se
parapetaron haciendo frente al ataque policial.
Los socialistas se encontraban reunidos en la Plaza Colón, cuando les
llegaron noticias de la matanza de la Plaza Lorea, lo que dio pie a uno
de los oradores del mitin, Enrique Dickman —uno de los primeros
afiliados al Partido Socialista del cual muchos años después fue
expulsado por su posición favorable a la política del entonces
presidente Perón, fundando para apoyarlo el Partido Socialista de la
Revolución Nacional que tuvo poca vida— para proponer la huelga general
en repudio por el atentado policial.
Por su parte, la FORA, como es obvio, no se hizo esperar y declaró la
huelga general a partir del lunes 3 de Mayo, resolución que dio a
conocer a través de la siguiente declaración:
"Contra el crimen del 1° de Mayo. Al pueblo, a los sajadores.
"¡Otra vez el crimen! ¡Otra vez la sangre proletaria a merced de los
sicarios y de los salteadores! ¡Otra vez la policía cafre cebándose en
el pueblo, en plena Avenida de Mayo y a la luz del día! ¡Así hoy, así
antes en la Plaza Mazzini, en la Plaza Lavalle, en Ing. White, en
Rosario! Pobre carne del pueblo trabajador, que siempre es agradable al
paladar de los sonsos y de los analfabetos.
"El sábado 1° de Mayo en la Plaza Lorea, la multitud invitada por la
Federación Obrera Local Bonaerense, para demostrar su disconformidad con
el actual régimen fue acribillada a balazos por la policía.
"He aquí en síntesis el hecho, sin justificación, salvaje, monstruoso,
repugnante! ¡Hasta los ancianos, hasta los niños muertos!
"La Federación Obrera Regional Argentina, teniendo en cuenta esto,
declaró la huelga general por tiempo indeterminado, para protestar
enérgicamente del crimen y como homenaje de respeto a los caídos que son
hermanos nuestros, que son trabajadores!
'Trabajadores: todos como un solo hombre abandonemos el trabajo!
"Desde el lunes 3, trabajadores. ¡Viva la huelga general! ¡Abajo las
hordas policíacas, asesinas de ancianos y de criaturas! El Consejo
Federal".
Puestos de acuerdo los organismos representativos de i> FORA, la UGT y
Sociedades autónomas, dirigieron al pueblo, la siguiente proclama:
'Trabajadores:
"Otra vez la horda de asesinos instituidos en guardianes del orden
burgués, ha cumplido su misión: la sangre de nuestros hermanos ha sido
derramada de nuevo... El propósito criminal, cobarde, bien deliberado de
nuestros enemigos, de nuevo se afirma sobre la matanza del pueblo
obrero, pretendiendo ahogar con el crimen nuestros anhelos, nuestras
obras revolucionarias, nuestro gesto libertario!
"¡Es el signo de los tiempos burgueses: el asesinato
colectivo!
"La cobardía, la traición, la muerte, el último estertor sanguinario y
miserable, todas las pasiones decadentes; eso constituye la expresión
típica del alma que palpita en las clases explotadoras.
"Incapaces de crear la vida, se afirman sobre el mundo de la muerte,
acechando en la celada traidora, la vida nueva que nosotros gestamos en
nuestro esfuerzo doloroso y tenaz por conquistar la libertad!
"¡Ya lo tenemos experimentado, ya debe haber penetrado bien en lo hondo
del espíritu obrero: que nuestros enemigos eternamente solo contestarán
a cada acto de nuestra labor emancipadora con la hecatombe de la Comuna
de París, con las horcas de Chicago, con las infamias de Montjuich, con
las matanzas de los nuestros en la gran Patria Argentina!
"Y bien, camaradas, por favor no haya miedo! ¡Si nuestra libertad solo
puede ser posible a través de esos sacrificios, armémonos de todos los
corajes y persistamos en nuestra jornada marchando sobre los cadáveres y
la sangre de los nuestros!
"¡La violencia, la rabia impotente, el golpe asesino de nuestros
enemigos no pueden ser contestados con la resignación y la retirada de
las masas proletarias!
"Al contrario, que un grito unánime de ira y de venganza azote la
sociedad de los tiranos. Que a su saña criminal responda el pueblo
obrero insistiendo en la lucha con todos los impulsos trágicos y
valientes, con todo el arremeter heroico que las circunstancias demandan
y que merece el premio de nuestra libertad.
"¡A la brecha, pues, trabajadores! por la venganza de los caídos, por
nuestra dignidad y por nuestro porvenir!
"De nuevo a la lucha, trabajadores, más decididos y más pujantes que
nunca! "Camaradas:
"En este grito y en este propósito firme, espontáneo y unánimemente las
distintas instituciones obreras que suscriben han acordado las
siguientes resoluciones:
"1° Declarar la huelga general por tiempo indeterminado a partir del
lunes 3 y hasta tanto no se consiga la libertad de los compañeros
detenidos y la apertura de los locales obreros.
"2° Aconsejar muy insistentemente a todos los obreros que a fin de
garantizar el mejor éxito del movimiento se preocupen de vigilar los
talleres y fábricas respectivas, impidiendo de todas las maneras la
concurrencia al trabajo de un solo operario.
"Consejo Federal de la FORA. Junta ejecutiva de la UGT. Sociedades
Autónomas".(*19)
Como objetivos de la huelga, la reunión efectuada el Domingo 2 por los
organismos obreros, fijó además de lo consignado en las cláusulas
finales de la proclama, la abolición del Código de Penalidades por lo
cual irían a la huelga a- partir del 3 de Mayo los trabajadores del
Rodado. (*20)
"La ordenanza municipal imponía severas penas a los obreros del rodado
infractores de sus disposiciones: la cédula de vecindad para los mozos
de cordel, cocheros, carreros ambulantes o de plaza, chóferes, servicio
doméstico en casas de hospedaje, de baños, confiterías, restaurantes y
personas que moren o presten servicio en los prostíbulos, empleados de
empresas eléctricas o telefónica,s etc."(*21)
El día 5 el Comité de Huelga consigna en un comunicado que la policía
volvió a disparar sus armas cuando el cortejo que había trasladado a los
muertos regresaba de la Chacarita.
Finalmente el Domingo 8 el gobierno cedió a las demandas obreras y
anunció la derogación del Código Municipal de Penalidades, ordenó la
reapertura de los locales obreros clausurados y prometió la liberación
de los presos. El Comité de Huelga levantó el paro general dando a
publicidad su resolución en el siguiente comunicado:
"En vista de las declaraciones gubernativas prometiendo la libertad de
los presos y en vista de ser un hecho la reapertura de los locales
obreros y la no aplicación de la nueva ordenanza municipal:
"Resuelve nombrar una comisión que redacte una extensa declaración dando
por terminado el movimiento, cuya declaración se presentará en una
asamblea que se celebrará hoy en el local Méjico 2070 e igual
declaración se propondrá por medio de delegados a las asambleas de
conductores de rodados.
"Esta declaración estará concebida en los términos de una nueva amenaza
de huelga si no se cumple lo prometido.
"El Comité de huelga general. Delegados de las Sociedades de
Aserradores, Talabarteros, Ebanistas, Panaderos del Este, Conductores de
Carros, Obreros del Puerto, Panaderos del Centro, Pintores, Carpinteros,
Albañiles, Constructores de Carruajes, Federación Gráfica, Sombrereros,
Federación del Calzado, Marmoleros, Escoberos, Escultores, Laminadores,
Federación de Rodados, Maquinistas de Calzado, Caldereros, Chóferes,
Torneros, B ronceros, Empajadores de Damajuanas, Conductores de
Vehículos".(*22)
En la manifestación del 1° de Mayo, cuando se produjo la masacre de los
obreros, había participado un joven ruso Simón Radowitzky que,
profundamente afectado, mató al coronel Falcón —que seguía como Jefe de
Policía— y a su secretario, el 14 de Noviembre de 1909. Nuevamente se
desató una violenta persecución ; se declaró una vez más el estado de
sitio y las cárceles volvieron a llenarse de trabajadores.
El acto justiciero de Radowitzky, despertó grandes simpatías en el
proletariado que desde entonces se propuso lograr la libertad del
cautivo condenado a cadena perpetua (Anexo N5 75, 131). La pena de
muerte le había sido conmutada por ser menor de edad, y, para cumplir su
condena fue confinado en el penal de Ushuaia.»
Finalmente, Radowitzky, fue amnistiado en Abril de 1930, con la
condición de que abandonara inmediatamente el país. Viajó a Uruguay,
participó luego en la revolución española y, falleció muchos años
después, en México.
La reacción del Centenario
Las persecuciones que continuadamente sufrían las organizaciones obreras
—en primer término las de la FORA— no contenían su crecimiento; por el
contrario, parecía que no fueran más que un acicate para redoblar la
actividad militante rendidora de interesantes frutos. Tanto es así, que
el movimiento anarquista, asumió proporciones tales que al diario de la
mañana La Protesta, se le sumó el diario de la tarde La Batalla.
El gobierno, con motivo de cumplirse el próximo 25 de Mayo de 1910, el
centenario de la institución del primer gobierno patrio, paso inicial
para lograr la independencia total de España, preparaba una serie de
festejos a los que concurrirían notables personalidades extranjeras
especialmente invitadas, entre ellas en representación del estado
español, la Infanta Isabel.
Lo cierto es que ni el gobierno ni los responsables de la FORA, tenían
plena confianza en sus fuerzas, por lo que mantenían conversaciones,
directa e indirectamente, representantes del gobierno y el Consejo
Federal de la FORA.(*24) La efervescencia del ambiente hacía escapar el
movimiento al control de la FORA, por lo cual se sentía recelo ante la
confrontación que se avecinaba.(*25)
En esas circunstancias, la Confederación Obrera Regional Argentina, se
adelanta a la FORA y declara el paro general para el 18 de Mayo. En tomo
a este episodio, hay opiniones divergentes sobre los motivos que tuvo la
CORA para declarar ese paro antes que lo hiciera la FORA. Según
Santillán:
"Los sindicalistas de la CORA, comprendieron que el Consejo Federal de
la FORA no se hallaba enteramente dispuesto a seguir en absoluto la
corriente popular, y se atrevieron a un golpe de audacia demagógica,
declarando por su cuenta la huelga general para el 18 de Mayo,
reivindicando las exigencias proletarias: Derogación de la ley de
residencia, libertad de los presos sociales".(*26)
Mientras Marot ta le retruca de esta forma;
"En un juicio injusto, Diego Abad de Santillán atribuye a la CORA, con
su declaración de huelga general, la realización de 'un golpe de audacia
demagógica'. Para el autor de la FORA esta decisión habría sido adoptada
porque 'los sindicalistas de la CORA comprendieron que el Consejo
Federal de la FORA no se hallaba enteramente dispuesto a seguir en
absoluto la corriente popular'.
"Alertados o no en su disposición de encarar en el Centenario la
conquista de una libertad para la clase obrera, los sindicalistas,
fundados en las razones dadas en el manifiesto de Abril de 1910 abogando
por la derogación de la ley de residencia, propugnaron la huelga
general, como supremo argumento —si esta aspiración no era satisfecha—,
desde mayo de 1909, y la ratifican todas sus publicaciones posteriores a
esa fecha hasta el momento de las decisiones definitivas".(*27)
El 8 de Mayo, los anarquistas organizan una manifestación —participan
70.000 personas— de protesta contra las autoridades de la Penitenciaría
Nacional acusadas de maltratos a los presos. En ese acto, la FORA
anuncia que se suma al paro general declarado por la CORA para el día
18.
Alertado el gobierno, se prepara para hacer abortar la protesta obrera.
El 14 de Mayo declara el estado de sitio e implanta el terror policial
practicándose detenciones masivas, entre ellas la de los redactores de
La Protesta y La Batalla, El Consejo Federal de la .FORA y el Comité de
.a Central de la CORA. Las imprentas de La Protesta, La Central de la
CORA. Las imprentas de La Protesta, La Batalla y el órgano oficial del
Partido Socialista, La Vanguardia, así como numerosos locales obreros,
son asaltados e incendiados por jóvenes de la burguesía nacionalista que
a los gritos de "muera el anarquismo", "abajo la huelga" y "mueran los
obreros", extendieron sus tropelías a los barrios habitados por
judíos.(*28)
De cualquier modo, se lleva a cabo el movimiento huelguístico, aunque
sin adquirir las proporciones esperadas por sus promotores y los
trabajadores todos. Indudablemente, el golpe aplicado por el vendaval
reaccionario, fue acusado por las organizaciones obreras revolucionarias
que tardaron varios años en reaccionar y retomar el ritmo anterior.
Poco después, la burguesía patriotera y el gobierno, tomando como
pretexto el estallido de una bomba en una butaca vacía del Teatro Colón
que no tuvo ninguna consecuencia, en pocas horas —como había sucedido
con la Ley de Residencia— promulgó la Ley de Defensa Social que
significó una nueva vuelta de tuerca en la legislación represiva
argentina.(*29)
La ley "prohibía entrar en el país a los extranjeros que hubiesen
sufrido condenas o estuvieran condenados por delitos comunes; a los
anarquistas y demás personas que profesaran o preconizaran ataques por
la fuerza o violencia contra los funcionarios públicos, los gobiernos o
las instituciones; a los que hubiesen sido expulsados del país mientras
no se derogase la orden de expulsión.
"Al empresario de transporte, capitán, agente, propietario o
consignatario de buques que introdujesen de mala fe a un extranjero
proscripto, se multaba con 400 a 2.000 pesos o, en su defecto, se le
aplicaba de seis meses a un año de arresto, sin perjuicio de
reconducirlo a sus expensas.
"El Poder Ejecutivo ordenaría la inmediata salida al extranjero de quien
hubiese entrado al país violando la ley o se hallase comprendido en la
4144 (de residencia); el que retomase al territorio argentino sin su
previa autorización, sufriría la pena de tres a seis años de
confinamiento, sin perjuicio de ser nuevamente expulsado después de
cumplir la condena.
"Prohibíase toda asociación o reunión de personas que tuviese por objeto
la propaganda del anarquismo o la preparación e instigación de hechos
reprimidos por las leyes.
"Las asociaciones o personas que deseasen realizar reuniones públicas,
en locales cerrados o al aire libre, debían solicitar autorización a la
autoridad local, pudiendo ésta prohibirla. Sería disuelta toda reunión
que produjese algunos de los hechos que de haber sido conocidos con
anterioridad hubiesen motivado su prohibición. Sufrirían penas de
arresto de seis meses a un año los que no acatasen la orden,
aplicándoles el máximo de la pena a los promotores o cabecillas'.
"Se prohibía en reuniones públicas el uso de emblemas, estandartes o
banderas características de las asociaciones interdictas.
Se penaba "De uno a tres años de prisión al que verbal-mente, por
escrito, impresos, etc., hiciese la apología de un hecho considerado
delito.
"De tres a seis años de penitenciaría al que con intención de cometer un
delito contra las personas, la propiedad o para infundir temor,
suscitase tumultos o público desorden, fabricase, transportase o
guardara en cualquiera lugar dinamita, u otros explosivos de efectos
parecidos, bombas, máquinas infernales u otros instrumentos de estragos,
o sustancias y materias destinadas a su fabricación.
"De diez a quince años de presidio al que intentase destruir o
destruyese un edificio en construcción de cualquier naturaleza. La pena
elevábase a quince y veinte años si el hecho fuese cometido en lugares
de asambleas políticas o administrativas, en edificios públicos,
habilitados o destinados a habitación, en talleres industriales,
almacenes o depósitos de materias inflamables o explosivos. Sería de
veinte años y también por tiempo indeterminado si por causa del delito
se hubiese puesto en peligro la vida de las personas. En el caso que se
produjese la muerte de una o más personas, la pena sería de muerte.
De seis a diez años de penitenciaría a las personas que se asociasen
para cometer delitos con materias explosivas.
De tres a nueve meses de arresto y multa de 500 a 2000 pesos al que
fabricase, vendiera, transportase o conservase los objetos y materias
indicadas.
"De tres a seis años de penitenciaría al que propagase procedimientos
para fabricar bombas, máquinas infernales, u otros instrumentos
análogos, o para causar incendios u otros estragos'.
El que incitase a cometer un delito, sería castigado : Con prisión de
tres a seis años, sí el autor mereciese la pena de muerte; con prisión
de uno a tres años, si el delito fuera penado con presidio; con arresto
de tres a seis meses; si se tratase de delitos penados con prisión, y
con multa de 500 a 1.000 pesos o un día de arresto por cada 50 pesos, si
se tratase de delitos penados con arresto.
"De uno a tres años de prisión al que aconsejase la forma de 'causar
daños en las máquinas o en la elaboración de productos' y al que
vendiese, imprimiera, distribuyera, hiciese circular, expusiera en
lugares públicos o repartiera 'los impresos y las reproducciones
mecánicas'. Se aplicaría la pena máxima cuando el delito fuese 'cometido
por medio' de la prensa diaria o periódica', debiendo la policía
secuestrar los impresos e impedir el correo su circulación.
"De uno a tres años de prisión al que 'por medio de insultos, amenazas o
violencias intentase inducir a una persona a tomar parte en una huelga o
boicot', siempre que el hecho producido no importase delito que tuviese
pena mayor.
De tres a seis años de penitenciaría al que preconizase el
desconocimiento de la Constitución Nacional, ofendiera o insultara la
bandera o el escudo de la Nación; con el doble de tiempo de
confinamiento al reicidente. Sería 'un accesorio la pérdida de los
derechos políticos y el retiro de la ciudadanía argentina' cuando los
reos fueran ciudadanos argentinos naturales o naturalizados.
"...los cómplices y encubridores serían 'castigados con la mitad de la
pena establecida para los autores principales'. Si ésta fuera de muerte,
se le condenaría con la inmediata inferior. Se aplicaría 'sin distinción
de sexo, salvo en lo relativo a la pena de presidio'.
"Para su aplicación se procedería en juicio sumario de diez días,
'sirviendo de cabeza de proceso el informa policial'. (*30)
La Semana Trágica
Ampliamente conocido como uno de los hitos en el movimiento obrero y
social argentino, la semana trágica o sangrienta, de Enero de 1919,
señala, en cierta manera, la influencia que tuvo la Revolución Rusa en
el ámbito esperanzado de grandes sectores de trabajadores que veían en
ella la concreción de sus aspiraciones de liberación social.
El detonante de los hechos sucedidos durante la semana trágica, fue un
conflicto surgido en los talleres metalúrgicos Vasena. Un petitorio de
mejoras no satisfecho por la patronal y la huelga consiguiente. Vasena
tenía dos establecimientos industriales; uno en Rioja y Cochabamba donde
hoy hay una plaza en la que un monolito recuerda los acontecimientos de
1919; el otro, ubicado en el barrio de Nueva Pompeya. En este último se
produjo una masacre de huelguistas –4 muertos y cuarenta heridos—(*31).
El hecho ocurrido el 7 de Enero, produjo gran indignación; la FORA del
5° Congreso (anarquistas) declara de inmediato el paro general por
tiempo indeterminado, al que posteriormente se sumó la FORA del 9e
Congreso (sindicalistas). Esta última, que se había sumado al movimiento
una vez comenzado, lo dio por finalizado el día 11, resolución
desconocida por la FORA del 5S Congreso que continuó tratando de
profundizar la protesta obrera. Varios días después la huelga decae y se
da por finalizada.
En el transcurso de esa semana, hubo un gran número de choques entre la
policía y piquetes de huelguistas; las bajas fueron elevadísimas
—algunos hacen ascender los muertos a mil o más—. Gran cantidad de
trabajadores fueron detenidos; los destinados a la deportación fueron
confinados en la isla Martín García, etc.
El Consejo Federal de la FORA del 5° Congreso, informa;
"Reunido este Consejo con representantes de todas las sociedades
federadas y autónomas resuelve:
"Proseguir el movimiento huelguístico como acto de protesta contra los
crímenes del Estado consumados en el día de ayer y anteayer.
"Fijar un verdadero objetivo al movimiento, el cual es pedir la
excarcelación de todos los presos por cuestiones sociales.
"Conseguir la libertad de Radowitzky y Barrera,(*32) que en estos
momentos puede hacerse, ya que Radowitzky es el vengador de los caídos
en la masacre de 1909 y sintetiza una aspiración superior.
"Desmiente categóricamente las afirmaciones hechas por la titulada FORA
del 9° Congreso, que hasta el miércoles a la noche, sólo 'protestó
moralmente', sin ordenar ningún paro. La única que lo hizo fue esta
Federación.
"En consecuencia, la huelga sigue por tiempo indeterminado. A las iras
populares no es posible ponerles plazo; hacerlo es traicionar al pueblo
que lucha. Se hace un llamamiento a la acción.
'¡Reivindícaos, proletarios! ¡Viva la huelga general revolucionaria!
El Consejo Federal." (*33)
El pueblo había ganado la calle, mientras sus representantes, los
Consejos Federales de la FORA del 5S y de la FORA del 9° Congreso,
disentían en la conducción del movimiento, revelando las profundas
diferencias que los separaba. En tanto los primeros, los anarquistas,
proponían darle objetivos claros y amplios para canalizar y profundizar
el movimiento; los segundos, los sindicalistas, se oponían a ese planteo
y mantenían circunscriptas las reivindicaciones al conflicto de los
talleres Vasena.
El Consejo Federal de la FORA del 98 Congreso presenta a la
consideración de los representantes sindicales, las bases para poder
levantar la huelga general:
"1a - Solución del conflicto de los obreros metalúrgicos de la casa
Vasena a satisfacción de los mismos.
"2a - Libertad de todos los presos por cuestiones
obreras".(*34)
Las bases fueron aceptadas por mayoría de las organizaciones presentes,
y, el Consejo Federal de la FORA del 9a Congreso, levantó el paro, como
dejamos consignado anteriormente, que no habían iniciado.
Estos desencuentros redundan, indudablemente, en contra del éxito del
mayor movimiento huelguístico desarrollado en el país hasta ese momento.
Para un relato circunstanciado de los pormenores ocurridos alrededor y
durante la semana trágica, ver el trabajo realizado por Edgardo J.
Bilsky.(*35)
Santillán expresó que: "La revuelta popular duró varios días. Faltó
entonces la capacidad para canalizar las energías del pueblo y
ofrecerles un objetivo revolucionario inmediato. No había en el
movimiento obrero hombres de prestigio suficiente para encauzar el
espíritu combativo de las grandes masas. Tampoco las organizaciones
obreras se encontraban en condiciones. Por lo demás el movimiento fue
inesperado y sorprendió a todos, a los de arriba y a los de abajo. Fue
una explosión instintiva de solidaridad proletaria, pero no un
movimiento preparado y orientado hacia algo más".(*36)
Para finalizar, solamente quiero marcar lo que Santillán acota sobre la
falta de preparación para recibir la masiva afluencia de afiliados en
las organizaciones de la FORA, las que, agrego yo, fueron rebalsadas por
esa afluencia y que, por extensión, puede ser aplicada a todos los
momentos en que se puedan producir análogas o parecidas circunstancias.
De hecho ya hemos visto, cuando tratamos la reacción del Centenario, que
se había producido un caso similar. Es patente la necesidad de tener
cuadros de militantes capaces, convencidos y con cabal conocimiento de
la situación, para poder recibir adecuadamente ingresos masivos.
La huelga general de Mayo de 1921
El Congreso extraordinario de la FORA del 5a Congreso, llevado a cabo en
Octubre de 1920, aprobó un dictamen sobre la Fusión (Anexo N° 104) y
propuso las bases de una entente proletaria (Anexo N° 107).
A su vez, la FORA del 9a Congreso, celebra en La Plata su 11° Congreso,
que cuenta con la presencia de una delegación del Consejo Federal de la
FORA Comunista -pegote que había aprobado el Congreso Extraordinario
para una mejor diferenciación con la FORA del 9° Congreso o
sindicalista—.
El Congreso sindicalista aprueba la gestión unificadora, y acuerda que
el encargado de convocar a un Congreso de Unificación, fuera un Comité
de Unidad integrado por 5 delegados de cada una de las centrales obreras
y 5 por los sindicatos autónomos.(*37)
Pero teniendo en cuenta un referéndum realizado al efecto, la Reunión
Regional celebrada por la FORA Comunista en Agosto de 1921, resuelve:
"Que, ateniéndonos a conclus¡ones del ''referéndum', se rechace de plano
todo propósito de unificación, limitándose el nuevo consejo a defender
el pacto federal y la unidad dentro de la FORA Comunista».(*38)
El comité Pro Unidad, integrado solamente por la FORA sindicalista y
sindicatos autónomos, prosiguió sus labores hasta que en Marzo de 1922
dieron vida a la Unión Sindical Argentina.(*39)
En todo el tiempo que transcurre desde el Congreso Extraordinario de la
FORA Comunista —Octubre de 1920-, hasta el Congreso fundador de la USA
—Marzo 1922—se suceden una serie de importantes acontecimientos que
hacen marco a las tratativas llevadas para concretar la unidad que, una
vez más, resultó fallida: la gran huelga de La Forestal, en el Chaco
santafesino, donde los huelguistas fueron perseguidos y cazados como
animales por el delito de reclamar mejores condiciones de vida; los
sucesos de Gualeguaychú, provincia de Entre Ríos, donde la Liga
Patriótica asesina a varios trabajadores que participaban en una
manifestación; y el asalto al local de la Unión Chóferes (entonces
autónoma) en esta Capital, el 26 de Mayo de 1921, donde mueren dos
obreros.
Los renovados planteos para concretar la entente proletaria para
presentar un frente común a la reacción, tuvieron principio de ejecución
luego del último hecho vandálico mencionado, cuando ambas organizaciones
obreras, acuerdan el siguiente petitorio:
"Los Consejos de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) y
Federación Obrera Regional Argentina Comunista, en representación de los
trabajadores sindicalmente organizados del país, e interpretando las
aspiraciones de justicia que a éstos animan y entendiendo cumplir con
sus deberes de celosos guardianes de los derechos proletarios,
"Resuelven:
"Demandar del Poder Ejecutivo Nacional o de quien corresponda;
"a) Libertad de los presos obreros detenidos desde el 24 de Mayo a la
fecha;
"b) Reapertura de todos los locales obreros clausurados por la policía
desde esa misma fecha;
"c) Respeto del derecho de reunión y de propaganda sindical.
"Por el Consejo de la FORA
el secretario
"Por el Consejo de la FORA Comunista el secretario
"Buenos Aires, Mayo 27 de 1921".(*40)
Al no ser satisfecho el petitorio se declara la huelga general,
designándose un Comité Mixto de Huelga, integrado por ambas Federaciones
y sindicatos autónomos (estos últimos no llegaron a integrarlo). Luego
de diversos avalares, en los que los delegados de la FORA Comunista
trataban de intensificar el movimiento y los delegados de la FORA
sindicalista ponían trabas al mismo hasta levantarlo unilateralmente, el
Comité Mixto de Huelga, se disolvió y las cosas quedaron más enconadas
que nunca.(*41)
A partir de la experiencia recogida de las alternativas que se
sucedieron en el intento de entente proletaria, que dentro de la FORA
Comunista era propugnada por el sector volcado en favor del naciente
Partido Comunista, expulsado más tarde, nunca más se volvió a aceptar en
la FORA orientada por los anarquistas, ninguna tratativa en favor de
fusiones, unidades, ententes, etc.
La masacre de la Patagonia y el gesto vengador de Kurt Wikkens
Luego de las investigaciones que en los últimos años han realizado
diversos autores, poco es lo que se puede agregar sobre los trágicos
sucesos desarrollados en los primeros años de la década del veinte en la
lejana Patagonia Argentina. Los huelguistas fueron perseguidos y
exterminados con una saña feroz por las tropas del ejército argentino al
mando del teniente coronel Várela. Los fusilamientos al pie de las
tumbas que habían sido cavadas por los mismos que iban a ser fusilados,
son una muestra fehaciente del trato que se dispensó a quienes los
gobernantes de turno motejaron de "bandoleros", para mantener en la
ignorancia al resto de los trabajadores del país, que de esa manera,
poco hicieron para brindar su solidaridad a los que tanto la
necesitaban. La FORA trató, trabada por la gran distancia que separaba
el lugar de los hechos de las zonas de mayor organización, de esclarecer
las circunstancias y los motivos que desencadenaron la tragedia. En esta
labor no tuvo la colaboración que sería de desear de la central obrera
reformista, la FORA novenana.
Pero surgió un vengador, Kurt Wikkens, que mató al teniente coronel
Várela el 23 de Enero de 1923, siendo a su vez asesinado en la cárcel el
16 de Junio del mismo año, lo que provocó la reacción indignada de todos
los trabajadores.
La FORA declaró un paro general de repudio por el asesinato, el que fue
secundado por la USA que, como en otras ocasiones las organizaciones que
le antecedieron, dio la vuelta al trabajo cuando la FORA trataba de
profundizarlo.
La tragedia de Sacco y Vanzetti
Cuando el 23 de Agosto de 1927, fueron electrocutados en Boston, los
anarquistas italianos Nicolás Sacco y Bartolomé Vanzetti, se consumaba
un crimen de lesa humanidad cometido por la burguesía y la "justicia"
yankis. Más de siete años antes habían sido detenidos acusados de un
crimen que —se demostró palmariamente— no habían cometido. Es que en
1920 había cobrado inusitados contornos, una campaña de terror contra
todos los que fueran, o parecieran ser, "radicales". El miedo al
comunismo —estaba muy fresco aún el triunfo del partido bolchevique en
Rusia— no dejaba dormir tranquilos a los explotadores del proletariado
del país del norte. Por eso se propusieron hacer un escarmiento en las
personas de los dos anarquistas; fueron inútiles las múltiples protestas
—huelgas, mítines, petitorios, etc.— que tuvieron lugar en todo el orbe.
No fueron solamente los anarquistas o los proletarios, los participantes
en esos actos que buscaban conmover la conciencia de los responsables de
la felonía que se estaba perpetrando. Es que luego de pasar por las
agónicas alternativas de siete largos años de presidio, suscitaron la
simpatía y la protesta de millones de personas. No podía faltar el
proletariado argentino que, encabezado por la FORA —se sumaron luego la
USA y otras fuerzas— realizó una activa campaña para demostrar la
simpatía por los condenados y el repudio por quienes los condenaban.
Se sucedieron grandes mítines con oradores de diversas tendencias y se
realizaron varios paros generales que tuvieron amplia repercusión. Todo
fue en vano, la ejecución se cumplió, el crimen se consumó y el martirio
de Sacco y Vanzetti pasó a constituirse en el prototipo de lo que
significa la "justicia de clase".
La jornada de seis horas de trabajo
Ya en el lejano 1906, al mismo tiempo que exhortaba a las sociedades
adheridas que no lo habían conseguido, a obtener las ocho horas como
jornada máxima de labor (Anexo N9 61), el "sexto Congreso de la FORA
recomienda a los gremios se pongan en condiciones de hacer triunfar la
jornada de seis horas" (Anexo N° 48).(*42)
En la década del veinte fue actualizada la" necesidad de conseguir esa
jornada de labor intensificándose la campaña para lograrlo. En Marzo de
1925, en el segundo Congreso de la Asociación Internacional de los
Trabajadores, realizado en Amsterdam, Holanda, es aprobada, a iniciativa
de la FORA, la necesidad de lograr la jornada máxima de seis horas de
labor, como único paliativo posible, aunque efímero dentro del
capitalismo, de aliviar la crisis de trabajo y su consecuencia, la
desocupación.(289)
Fue constante la preocupación de la FORA por el tema; son numerosos los
Congresos y Reuniones Regionales en que se adoptaron acuerdos al
respecto (Anexo N8 86, 137, 144, 191, 201). Como ejemplo de la
argumentación esgrimida, reproducimos aquí una resolución aprobada por
una Asamblea de delegados de la Federación Obrera Local Bonaerense,
celebrada en 1926; dice así:
"Considerando que las crisis periódicas de desocupación forzosa a que se
ve obligada constantemente la clase obrera son consecuencia del progreso
técnico o industrial, pues toda innovación mecánica arroja cientos de
proletarios a la calle, sumiéndolos en la miseria más negra;
considerando que el sistema de producción implantado por los
capitalistas es antihumano, porque desarrolla en el individuo hábitos
egoístas; considerando que, con el adelanto de la maquinaria, la jornada
de ocho horas actualmente significa la desocupación y la miseria
proletaria, resuelve:
"Que secundados por la Federación Obrera Local, los organismos adheridos
inicien una campaña de agitación pro conquista de la jornada de seis
horas.
"Que inteligentemente, cada institución, de acuerdo a su característica
y condiciones de trabajo, encare la agitación para que simultáneamente
se geste en el proletariado el espíritu de emancipación y el valor moral
que representa para las huestes del trabajo esa conquista".(*43)
La jornada de seis horas fue sancionada legalmente más adelante, para
los trabajos considerados insalubres; las tentativas emprendidas para
extender la conquista hacia otras actividades no consideradas
insalubres, fracasaron, como la extraordinaria huelga llevada a cabo por
la autónoma Federación de Obreros en Construcciones Navales, en 1956.
Actualmente, a pesar del adelanto técnico experimentado, esta
reivindicación planteada por la FORA está prácticamente olvidada. Los
trabajadores faltos de aquél espíritu revolucionario que sustentaban sus
predecesores, se avienen a trabajar jornadas agotadoras, con las cuales,
solventar, aunque sea en parte, sus necesidades. Se han dado múltiples
casos de obreros que, aprovechando la jornada de seis horas en sus
insalubres ocupaciones, hicieran otra jornada igual en otra empresa.
El golpe de Estado de Uriburu
El 6 de Setiembre de 1930 marca el comienzo del ciclo de los golpes de
Estado en la Argentina. Los locales que albergaban a los gremios de la
FORA fueron clausurados, sus militantes y los militantes específicamente
anarquistas, perseguidos, detenidos, deportados o confinados en Ushuaia,
e, incluso, fusilados.
A pesar de la campaña realizada en La Protesta previendo contra el
visible golpe de Estado —"es la hora de la espada" había predicho
Leopoldo Lugones—, el Consejo Federal de la FORA, no presentó batalla a
las huestes militares, manteniéndose en una actitud de expectativa que,
a la postre, tuvo resultados nefastos para la organización que, cada vez
más, fue despeñándose en una minimización de sus efectivos.
Es muy posible que aunque la actitud hubiese sido distinta, es decir, si
la FORA hubiera opuesto resistencia al golpe de estado fascista,
declarando la huelga general, no se habrían modificado sustancialmente
las condiciones que sobrevinieron en el país; pero, indudablemente,
estaría más en consonancia con lo que fue la FORA a través de toda su
historia. Santillán, que en el suplemento quincenal de La Protesta, que
dirigía, había alertado repetidamente sobre el peligro en ciernes,
sostiene que "Por un error de interpretación no se hizo al golpe de
Estado bien previsto la resistencia necesaria, pero durante la dictadura
de ese general (Uriburu), fue la FORA la única organización que, fuera
de la ley, sin locales donde reunirse, sin prensa que relacionara sus
gremios, sin otros recursos que los exiguos de una peligrosa
clandestinidad, ha mantenido en los trabajadores alerta el fuego sagrado
de la rebelión y de la lucha".(*44)
Al mismo tiempo que la FORA y los anarquistas eran ceñudamente
perseguidos, el 27 de Setiembre, culminaba un nuevo proceso de
unificación obrera, del que la FORA se mantuvo al margen. Entre la Unión
Sindical Argentina (sindicalistas), la Confederación Obrera Argentina
(socialistas) y algunos sindicatos autónomos, dan vida a la
Confederación General del Trabajo (CGT), cuyo congreso constituyente se
realizará recién en 1936. En el interín se suceden hechos que cuestionan
y hacen fracasar la pregonada unidad y que marcan algunas pautas sobre
las que se basan las acciones emprendidas por la nueva central obrera.
Así, un mes y medio después del golpe de Estado de Uriburu, a raíz de la
condena a muerte de los obreros chóferes de la FORA, Ares, Montero y
Gayoso que, por aplicación de la ley marcial vigente en el país dicta un
tribunal militar y confirma el Consejo Supremo de Guerra y Marina, la
CGT dirige al presidente de facto, teniente general Uriburu, la
siguiente petición:
"La Confederación General del Trabajo, órgano representativo de las
fuerzas sanas del país, conocedora de la obra de renovación
administrativa del gobierno provisional y dispuesta a apoyarla como está
en su acción de justicia institucional y social, en nombre de los
afiliados de los diversos gremios que la componen, y ejerciendo el
derecho de petición, se presenta ante V.S. para pedir, como acto de
clemencia, que la pena de muerte impuesta por el tribunal militar a los
chóferes Florindo Gayoso, José Montero y José Santos Ares, sea conmutada
por la pena que V.S. determine.
"Convencida esta Confederación de que el gobierno provisional no
mantiene en vigencia la ley marcial sino para asegurar la tranquilidad
publica y para hacer respetar el prestigio y la autoridad del gobierno;
aún más, entendiendo que los procedimientos y sentencias se han ajustado
en absoluto a los reglamentos militares, promueve esta gestión invocando
como única razón el hecho que los condenados no registran antecedentes
policiales".(*45)
No es fácilmente explicable tamaña aberración en los hombres que
conducen la flamante CGT. Esos hombres, después de todo, tenían un
pasado de actuación sindicalista y socialista y no podían desconocer de
ninguna manera la furia represiva desatada en el país a partir del 6 de
Setiembre sobre todo lo que oliera o tuviera sabor a libertad.
Es cierto que la FORA, conducida por anarquistas, era la central obrera
rival con la que se suscitaban continuamente hechos enojosos, incluso
violentos; pero la claudicación de semejante petición, aunque pueda
considerar que tenía la altruista finalidad de salvar la vida de los
condenados a muerte, descalifica a los hombres que la presentaron y a
quienes la aceptaron luego sin oponerse activamente.
Sebastián Marotla en su conocido libro, apunta:
"El tenor de la nota, nada airosa, por cierto, suscita severas críticas.
Entre los dirigentes de la CGT exprésanse serios disgustos..."
"Al iniciar su actividad periodística la CGT explicará más tarde que,
colocada ante el dilema de optar por la vida o la muerte de los tres
condenados, no vaciló en solicitar la gracia prescindiendo de ciertos
principios..."(*46)
"La sentencia de muerte contra Gayoso, Montero y Ares es conmutada por
prisión perpetua en Ushuaia. La CGT realizó nuevas gestiones ante el
general Agustín P. Justo, electo presidente constitucional; la pena es
reducida a dos años de prisión en la cárcel de Tierra del Fuego. El 15
de Diciembre de 1932, Gayoso, Montero y Ares recobran su libertad
definitiva".(*47)
Gayoso, siempre activo militante, fue deportado a España de la que,
después de muchas vicisitudes, regresó al país donde murió en un
accidente de trabajo. Montero volvió a España donde luchó con las armas
en la mano contra las tropas fascistas del general Franco. Al término de
la contienda buscó asilo en México donde falleció no hace muchos años.
Ares soportó una deportación también a España, país de origen de los
tres, regresó muy pronto a la Argentina, donde vivió retirado de la
militancia hasta su fallecimiento hace algunos años.
Los procesos por asociación ilícita
Como a los anarquistas italianos de la Primera Internacional, que eran
perseguidos como asociación de Malhechores; o, como los anarquistas
españoles que eran perseguidos acusados de pertenecer a una organización
terrorista denominada "La mano negra", la justicia argentina encarceló
por varios años a activos militantes obreros de los gremios de chóferes,
lavadores de autos y panaderos, adheridos a la FORA, acusándolos de
formar una asociación ilícita.
Estos procesos fueron obras del fraudulento gobierno del general Agustín
P. Justo que, además, siguió utilizando con gran prodigalidad la ley de
Residencia que había aplicado su antecesor, el general Uriburu, a
discreción.
Así replicaba al zarpazo represor, la militancia anarquista de la FORA:
"Condenada al secreto, a las reuniones clandestinas, a la prensa ilegal,
la Federación Obrera Regional Argentina confía en la capacidad
organizadora de sus militantes; al calor de sus ideales comunistas
anárquicos, los obreros del campo y de las ciudades redoblan sus
esfuerzos y cada vez son más numerosos los contingentes que se adhieren
al Pacto Federal e integran sus organizaciones locales y provinciales,
para fundirse a través de las fronteras y de los mares en la Asociación
Internacional de los Trabajadores.
"Aprender a organizarse dentro de la forzada ilegalidad es capacitarnos
notablemente para las jornadas decisivas de la emancipación proletaria.
El ejemplo de Unión Chóferes y Lavadores de Autos, con seis mil
afiliados coordinados en vinculación secreta, dice bien claro de qué han
servido los manejos patronales y los ardides policiales para destruir la
organización obrera".(*48)
Los procesados de Bragado
A raíz de un atentado cometido contra un político conservador, se fraguó
un proceso contra varios anarquistas, de los cuales finalmente tres de
ellos, Pascual Vuotto, Santiago Mainini y Reclús de Diago, pasaron
largos años en la cárcel. Una activísima campaña desarrolló la FORA para
lograr su libertad, resuelta a la postre por el Dr. Rodolfo Moreno,
gobernador de la Provincia de Buenos Aires a principios de la década del
cuarenta. A la campaña desarrollada por la FORA, se sumaron en forma
independiente otras entidades y diversas personalidades que formaron un
Comité Nacional Pro-Presos de Bragado que contó con filiales en muchos
puntos del país, y sacó a la luz pública varios números del periódico
Justicia.(*49)
En un principio —se estaba en pleno régimen militar, ya que fue a
mediados de 1931— las sospechas y las persecuciones recayeron sobre los
radicales que habían sido desalojados del gobierno el 6 de Setiembre de
1930 pero, repentinamente las autoridades policiales abandonaron esa
pista y comenzaron a detener a conocidos militantes anarquistas que
actuaban en el movimiento obrero. Arreciaron las torturas contra los
detenidos, siete de los cuales aparecieron en un primer momento,
enlistados en el proceso, en el que, finalmente quedaron los tres antes
mencionados.
Los ladrilleros de San Martín
Estos obreros de la FORA sufrieron, como los procesados de Bragado,
largos años de prisión, hasta que el gobernador peronista coronel
Domingo A. Mercante, accedió a ponerlos en libertad.
También en este caso la campaña solidaria de la FORA fue intensa y
extensa. Al lograr su libertad, los compañeros ladrilleros hablaron en
un acto público realizado en el salón Verdi de la Boca, ratificando su
inocencia y sus propósitos de seguir luchando por los ideales que
sostenían.
Los portuarios de la FORA
Por la publicación de un manifiesto, (Anexo N° 206) en el que se oponían
a aceptar el descuento de un jornal para la creación de un monumento a
la extinta señora Eva Perón, fueron detenidos varios obreros portuarios
afiliados a la FORA en 1952.
Luego de seis meses de encierro, fueron liberados a raíz de un viaje de
Perón, entonces presidente, a Chile, donde un delegado argentino realizó
la denuncia de la situación de esos detenidos. Al ser interrogado al
respecto por los periodistas. Perón, declaró que los portuarios ya
estaban en libertad, y, no queriendo quedar en evidencia, impartió la
orden de que la libertad de los detenidos se cumplimentara de inmediato.
Cabe consignar, para dar una idea cabal de lo que significaba la
Sociedad de Resistencia Obreros del Puerto, adherida a la FORA, que
pocos años antes de los sucesos que mencionamos, habían conseguido
cuatro horas de trabajo, para tareas sumamente insalubres y peligrosas
para la salud. La ausencia de una organización poderosa —la FORA fue
perseguida y obstaculizada en su labor— hizo que, poco después, se
perdiera esa conquista.
Para colaborar en la tarea de agitación para lograr la libertad de los
compañeros portuarios bárbaramente torturados —Teodoro Suárez, Zacarpias
Gutiérrez, Victorino Javier Volpe, Juan Bautista Mayorga, Honorio Bruno
Santana y Oliva Teófilo Senaumont— el Consejo Federal de la FURA invitó
a compañeros de distintos sectores del anarquismo. De resultas de esa
convocatoria se constituyó una "Comisión pro libertad de los obreros
portuarios de la FORA", que llevó a cabo una excelente labor cumpliendo
los objetivos por los cuales había sido creada.
Huelga y persecución a los plomeros de la FORA
Un planteo reivindicando la conquista de la jomada de seis horas de
labor y la negativa patronal a acceder a la demanda, originaron una
huelga y una ceñuda persecución de los obreros plomeros de la FORA,
extendida incluso, a obreros de otros gremios.
Encarcelados gran cantidad de activos militantes, algunos fueron
enviados a las cárceles de Santa Rosa y Esquel. Se combinó esta labor
persecutoria con la creación de un sindicato pro patronal, la Unión
Gremial Argentina de Trabajadores Sanitarios (UGATS), para doblegar la
resistencia obrera utilizando en este conflicto las mismas armas que
pocos años antes, habían doblegado a la Federación de Obreros en
Construcciones Navales (autónomo) en su proposito de conquistar las seis
horas de trabajo por jomada.
En este caso, compañeros anarquistas de distintos sectores,
constituyeron el "Movimiento de Agitación y Solidaridad por la libertad
de los plomeros de la FORA', que cumplió una intensa tarea recogiendo
fondos para ayudar a las necesidades de la propaganda, editando
manifiestos, mariposas, engomados, murales, etc., y contribuyendo
asimismo, a que las organizaciones de la FORA, realizaran su labor en el
mismo sentido: la libertad de los detenidos.
Este conflicto de los plomeros, de larga trayectoria, es menester
recordarlo, además, porque fue el último de carácter general auspiciado
por un gremio de la FORA —el de los portuarios algunos años más tarde
fue llevado adelante por los obreros afiliados a la FORA y al SUPA
cegetista—. Desde entonces, 1960, la FORA desapareció, prácticamente de
las luchas reivindicativas del proletariado argentino.
V- RELACIONES INTERNACIONALES
Dijimos en el comienzo que la FORA es prácticamente heredera de la
primera Asociación Internacional de los Trabajadores, en especial modo
de la Federación Regional Española de esa Asociación. Fue una actitud
constante en a FORA procurar mantener relaciones con las entidades
afines del exterior, con la finalidad asimismo de constituir una
identidad relacionadora que significara una continuación en el tiempo,
de aquella que había despertado tantas esperanzas en el proletariado de
muchos países.
Con el transcurso del tiempo se fueron concretando algunas de las
aspiraciones de la FORA en lo que hace a las relaciones internacionales,
aspiraciones de las que dan cuenta resoluciones de Congresos y Reuniones
Regiones .(Anexo N° 74,105, 108, 109, 116, 128, 129, 135, 147. 150, 160,
161, 171, 172, 174, 187, 195, 198, 199)
Es así que, teniendo en vista esas aspiraciones, el 30 de Mayo de 1910,
fue convocado un Congreso Sudamericano que no pudo llevarse a cabo
porque la reacción subsiguiente a la muerte del coronel Falcón, impidió
seguir sus preparativos.
Con las adhesiones de la FORA, de la Federación Regional Uruguaya
(FORU), Federación Obrera Paraguaya, Centro Humanidad y 1° de Mayo de
Perú), Carpinteros y Pintores de Río de Janeiro (Brasil): se iba a
discutir el siguiente temario:
"¿Qué medios deben emplearse para abolir la esclavitud en los yerbatales
del Paraguay, Brasil y Argentina?
"¿Qué actitud han de asumir los gremios en caso de guerra entre dos o
más naciones?
¿Qué medidas tomará el proletariado para contrarrestar la crisis
universal?
"Pacto de Solidaridad de la Federación Obrera Sudamericana.
"Destinar la tercera y cuarta página de La Protesta como boletín de
informaciones de la Federación Obrera Sudamericana.
"¿Qué medios cree más conveniente el Congreso para la conquista de la
jornada de seis horas?
"Estudiar los medios para que en caso de huelga general ésta pueda
hacerse con más rapidez que hasta la fecha.
"Necesidad de formar comités antimilitaristas en el seno de las
sociedades y Federaciones". (210)
El fracaso de este Congreso no amenguó el interés por la creación de un
vínculo relacionador en Sudamérica. Se proyectó otro Congreso en
Montevideo, que tampoco se llevó a cabo. Pero, en el año 1913, tuvieron
realización dos actos internacionales en los que la FORA estuvo
representada: el Congreso sindicalista de Londres, donde se echaron las
bases de la reconstrucción de la Asociación Inter.-acional de los
Trabajadores, esfuerzo que fue interrumpido y malogrado por el estallido
de la gran guerra en Julio ded 1914; y, el 29 Congreso de la
Confederación Obrera Brasileña (COB), donde se aprobó el pacto de la
FORA, y el delegado de la FORA y de la FORU, presentó una moción
concebida en estos términos:
"1° - Que se constituya un Comité Internacional de Relaciones entre los
trabajadores de América del Sur.
"2° - Que este Comité quede desde ya constituido con un delegado por
cada país aquí representado, funcionando en Río de Janeiro en tanto las
necesidades no nos obliguen a cambiar de lugar.
"3° - Que los gastos hechos por el Comité sean proporcionalmente
cubiertos por la FORA, la FORU y la COB.
"4° - Que este Comité publique de dos o de tres en tres meses un boletín
redactado en español y portugués, conteniendo todos los datos
estadísticos posibles respecto al movimiento obrero de los países
sudamericanos, reflejando simultáneamente la orientación de los mismos.
Este boletín contribuirá eficazmente en la tarea de organizar el primer
congreso obrero sudamericano. La Organización de este congreso será el
fin para el cual el Comité deberá trabajar tenazmente.
"5° - Que el referido boletín sea distribuido entre todas las
federaciones y confederaciones existentes en América del Sur.
"68 - Que dado el caso de ser los trabajos del Comité, interrumpidos por
cualquier arbitrariedad gubernamental, sea comunicado, con la mayor
rapidez posible, a todas las organizaciones sudamericanas, provocando
así un acto simultáneo de protesta internacional de todo el prole-tañado
del continente".(*51)
Tampoco tuvo concreción práctica esta iniciativa, aprobada por el
Congreso; pero no cejó la FORA en su propósito; es por ello que, al
constituirse en Moscú la Internacional Sindical Roja, estuvo
representada por el delegado Tom Barker, cuya actuación fue
posteriormente desconocida, por haber adoptado una posición no acorde
con el mandato recibido (Anexo 207) y con los principios en los que se
basa la organización argentina.
Posteriormente, la FORA participó en el congreso constitutivo de la
Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT), así como en los
subsiguientes, manteniendo ana posición netamente diferenciada de la
posición asumida por las centrales europeas integrantes de la misma,
como lo certifica la extensa Memoria (Anexo 208) que da una idea cabal
del pensamiento de la FORA sobre diversos problemas que hacen a su
actuación como movimiento obrero organizado con orientación anarquista.
Consignemos asimismo, que el viejo anhelo de crear una Confederación
Obrera Sudamericana, se concretó, ampliado, en Mayo de 1929, en un
Congreso realizado en Buenos Aires, donde se fundó la Asociación
Continental Americana de Trabajadores (ACAT), con la presencia del
delegado de la AIT, Agustín Souchy. (Anexo N8 209.)
El entronizamiento de dictaduras militares en muchos países de América,
obstaculizó la marcha de la ACAT a poco de andar, hasta que finalmente,
dejó prácticamente de existir, a pesar de lo cual, la FORA, se manifestó
—el grupo superviviente aún lo hace— durante muchos años, como adherida
a dicha Asociación Continental, filial americana de la AIT.
IV – LAS DIVISIONES DE LA FORA
Emilio López Arango, principal teórico del forismo, y Diego Abad de
Santillán, en su libro "El anarquismo en movimiento obrero", dicen:
"Nosotros hemos hecho escuela del divisionismo...Aceptamos como lógica
la existencia de fracciones doctrinarias orgánicamente independientes en
el movimiento obrero. Y consecuentes con la intransigencia hacia todo lo
que conspire contra nuestro derecho a propagar el anarquismo a los
trabajadores, nos esforzamos por crear un movimiento sindical autónomo
frente a las corporaciones adversas a toda ideología y a las que
sostienen una ideología que no es la nuestra. Y no negamos el derecho a
hacer lo mismo a todas las demás fracciones políticas y revolucionarias.
Es la experiencia de los diversos matices ideológicos y tácticos la que
dirá la última palabra sobre la prevalencia o la desaparición de las
varias corrientes que se disputan la orientación del movimiento
obrero".(*52)
No sabemos lo que pensaba Santillán, fallecido hace unos años, aunque
varió fundamentalmente su punto de vista en muchas cuestiones, sobre lo
transcripto publicado en 1925; y, menos podemos saber lo que pensaría
Lopez Arango, asesinado en 1929, si viviera aún, cuando el movimiento
obrero como ellos lo entendían en el momento de elaborar su libro, ha
desaparecido. E, incluso sabemos la influencia que pueden haber tenido
en esa desaparición esa proclividad al divisionismo, que tuvo eclosión
dentro de la misma FORA, cuando ya había entrado en un plano francamente
descendente cuantitativamente, dentro del movimiento obrero argentino.
En sus comienzos las divisiones fueron entre fracciones ideológicas
distintas, que de esa manera, buscaban su ubicación en el espectro de
variadas interpretaciones; pero, más adelante esa proclividad al
divisionismo, se manifestó dentro del núcleo que defendía al anarquismo
como idea orientadora del movimiento obrero.
Si se repasan las resoluciones adoptadas por los distintos Congresos y
Reuniones Regionales llevadas a cabo por la FORA, se podrá observar que,
mientras en los primeros años además de las lógicas tareas
organizativas, se consideraban asuntos que hacían a la situación del
proletariado en particular y de toda la sociedad en general en su
compleja multiplicidad, en los años en que se advertía claramente el
plano inclinado en que estaba la FORA, los asuntos debatidos se
centraban casi exclusivamente en la cuestión interna, e, incluso hubo
Reuniones Regionales convocadas para tratar, como asunto excluyente las
divisiones producidas. (Anexo N° 162, 163, 164, 165, 166, 183, 197,
200.)
La primera escisión de la segunda época que marcamos, se produjo en
1943; una de las partes, la FORA de Deán Funes —por ser secretaría— se
dividió a su vez en 1956-1957. Se llegó a tal grado en el escisionismo
que, en un momento dado, coexistían cuatro Consejos Federales que se
proclamaban fieles intérpretes de la FORA del 59 Congreso —por la
recomendación del comunismo anárquico—. Es que, además de escuela de
divisionismo, se hizo escuela de intolerancia, de dogmatismo; algunos
militantes se creyeron depositarios de la verdad absoluta y se alzaron
contra resoluciones orgánicas de las organizaciones adheridas.
No poco daño le hicieron a la FORA estas divisiones, que se fueron
superando —en el aspecto formal— por el advenimiento de algunos y la
desaparición física de otros. Pero, lo evidente, es que cuando se
concretó este advenimiento formal y esta desaparición física, ya los
trabajadores habían dado la espalda a la organización obrera finalista.
VII- POSICIONES DE LA FORA FRENTE A OTRAS CORRIENTES DEL MOVIMIENTO
OBRERO
Desde sus comienzos la FORA, orientada por los anarquistas, mantuvo
frecuentes polémicas con los sustentadores de ideologías opuestas que le
disputaban el predominio en el campo obrero. Ya hemos visto, aunque muy
sintéticamente, las diferencias con los socialistas, en un comienzo;
poco más tarde con los sindicalistas puros y, posteriormente, al advenir
la revolución rusa, con los comunistas y anarco-dictadores. En la
Memoria del Consejo Federal de la FORA al Congreso de la AIT (Anexo N°
208) se encuentran elementos de juicio de gran interés para conocer el
pensamiento de los orientadores de la central obrera forista al
respecto.
Bastante más acá en el tiempo, el peronismo que atrajo y aún atrae, a
pesar de la muerte de su líder, a grandes masas de trabajadores con su
actitud demagógica y gatopardista "algo tiene que cambiar para que todo
siga igual", fue asimismo enfrentado frontalmente por la FORA y por los
anarquistas en general. Pero, se cayo en el defecto de no hacer la
necesaria distinción entre los designios de Perón y del grupo que lo
rodeaba, y los trabajadores, que lo siguieron porque creyeron y, muchos
aún creen, que habían encontrado en Perón, el hombre t que satisfacía
buena parte de sus necesidades materiales que, por otra parte, en alguna
medida fue cierto, fue real. Se dictaron leyes que sancionaron
legalmente, propuestas, propósitos, que se habían manifestado en los
primeros Congresos de la FORA, como ya quedó expresado, y por otras
corrientes de pensamiento, especialmente socialistas. Faltó la necesaria
visión para encarar la aparición de este fenómeno inusitado que
significó el peronismo en el campo político-social argentino. A menudo
las críticas anarquistas al peronismo se confundieron con la de sectores
políticos que no tienen ningún punto de contacto con las propuestas
anarquistas de cambio social revolucionario. No se diferenció lo
suficiente el discurso anarquista del de los políticos que se opusieron
a Perón desde el estrecho punto de vista del mantenimiento del aparato
"democrático". Es decir, en suma, se hizo antiperonismo pero no se hizo
anarquismo; y, no solamente la FORA mantuvo esa posición, el pequeño
movimiento anarquista, resto del fuerte movimiento de otrora, participó
también de esa posición, aunque mantuvieron sus diferencias de criterio
en los enfoques y soluciones de otros problemas.
Esta posición de enfrentamiento frontal mantenida por la FORA ante otras
corrientes que beligeraban en el movimiento obrero, también se pone de
manifiesto en el mismo campo del movimiento anarquista, donde mantuvo
discrepancias, a veces, a través de vivas polémicas con los anarquistas
que no compartían su forma de encarar la participación en el campo
obrero, ya estuvieran radicados en el país o en el exterior,
especialmente en Europa.
Vamos a hacer un repaso de algunas de esas fuerzas más o menos afines a
la FORA.
Sindicalistas
La declaración de Amiens —Congreso de la Confederación General del
Trabajo francesa de 1906— (Anexo N° 210) verdadera Biblia del
sindicalismo neutro o puro y, aún de los sindicalistas revolucionarios,
se encuentra ampliamente controvertida desde el punto de vista de la
FORA en la Memoria (Anexo N° 208) remitida por el Consejo Federal al
Congreso de la ATT de Berlín, corno para seguir abundando sobre el tema;
solamente queremos acotar aquí que la FORA rechazó asimismo la
organización de sindicatos por industria —en la Memoria mencionada
también se lo hace—, contraponiendo sus sindicatos por oficio. López
Arango y Santillán, dicen al respecto:
"...ni creemos que los organismos obreros deban seguir el proceso de
desarrollo industrial copiando las formas exteriores del capitalismo y
buscando en la estructura económica de la sociedad contemporánea los
elementos constructivos de la futura organización de los pueblos." (*53)
La FORA y el anarco-sindicalismo
La declaración de principios de la Freie Arbeiter Union Deutschlands
(FAUD), central sindicalista libertaria alemana, obra de su más
esclarecido inspirador, Rudolf Rocker, que es un breve compendio de la
teoría anarcosindicalista (Anexo N° 211), mereció estas consideraciones
de parte de López Arango y Santillán:
"Según este punto de vista todo habría de proceder del sindicato después
de una revolución victoriosa. Otras formas de organización al margen de
esa red de Federaciones y de uniones obreras difícilmente se toleraría,
lo cual, a nuestro entender es una idea que contradice la libertad que
anima todas las expresiones del anarquismo. A lo sumo podríamos tener
derecho a preparar la vida futura para nosotros mismos, para la minoría
de los que aceptamos el sindicato con esa misión presente y futura, pero
como forma general de la vida social entera en el porvenir, esa teoría
nos llevaría a una nueva dominación, pues la legislación previa de los
cauces que habrá de recorrer el proceso revolucionario y la edificación
socialista, no es sino una aceptación del fatalismo marxista en nuevas
apariencias. Nuestra participación activa en el movimiento obrero no
supone que conferimos al sindicato el papel de transformar la mentalidad
de los hombres para colocarlos en condiciones de vivir una nueva vida.
Significa unicamente que concedemos un valor real a las luchas del
proletariado y que participamos en ellas para impulsarlas en un sentidlo
favorable a la gestación revolucionaria que el anarquismo persigue. Y
ese medio de acción vale por lo que realiza diariamente en el terreno
económico, por lo que capacita a los trabajadores en el ejercicio de la
lucha por un porvenir mejor, no por las soluciones que pueda : ofrecer
para el futuro".(*54)
La teoría anarco-sindicalista muy emparentada con la del sindicalismo
revolucionario, es, hoy día, confundida por muchos que se acercan al
movimiento obrero, y aún participan en él, porque consideran que todos
los anarquistas que actúan en el sindicalismo son, automáticamente,
anarco-sindicalistas. El anarco-sindicalismo es una teoría . que basa la
construcción de la sociedad después de la revolución emancipadora, en
los mismos sindicatos o asociaciones profesionales de trabajadores. La
FORA rechazó ; expresamente el anarco-sindicalismo y mantuvo su
concepción de que no se puede legislar sobre el futuro de la sociedad
después del cambio revolucionario, como lo expresa la tantas veces
reiterada Memoria presentada por el consejo Federal al Congreso de
Berlín (Anexo N° 208).
VIII - LA FORA Y EL MOVIMIENTO ANARQUISTA ORGANIZADO
Ya dejamos dicho de la estrecha vinculación entre la FORA y el
anarquismo. El mantenimiento de La Protesta como órgano oficioso durante
muchos años, es un dato que no se puede soslayar para certificarlo. Es
por ello que la FORA no podía escapar al hecho de que las disputas y
divisiones producidas en el movimiento anarquista, repercutieran
intensamente en su seno y, a la inversa, las disputas y divisiones
producidas en la FORA, repercutían intensamente en el movimiento
anarquista.
En la década del veinte se produjo una polarización en un amplio sector
del anarquismo, alrededor de las publicaciones La Protesta y La Antorcha
—se era "protestista" o se era "antorchista"—, que se manifestó en la
FORA mediante la siguiente resolución tomada por una reunión de
delegados en Setiembre de 1924:
"Se considera al margen de la FORA a todos los cementos que hacen labor
derrotista y obstaculizan la propaganda del comunismo anárquico.
"Se resuelve aislar a los grupos La Antorcha, Pampa Libre e Ideas, no
consintiéndoles ingerencia en los organismos federados y retirándoles
todo concurso material y moral.
Excluir de los cargos representativos en las entidades federadas a las
personas que respondan a la tendencia de dichos grupos.
Se consideran separadas de la FORA las entidades que no acepten este
temperamento".(*55)
Años después se dejó sin efecto en la práctica —no por resolución
formal— esta división. Yo he conocido a representantes de ambas
tendencias, trabajando codo a codo y en perfecta armonía, en organismos
comunes del movimiento anarquista.
Pero no se circunscribe a esto la relación de la FORA con el movimiento
anarquista. ¿La FORA es un movimiento obrero anarquista, o la
recomendación del comunismo anárquico es simplemente eso, una
recomendación sin efectos de imposición? Es un interrogante que siempre
ha tenido sostenedores en ambos polos; con preponderancia de acuerdo a
los resultados derivados de las acciones y documentos conocidos, de los
defensores de que la FORA es un movimiento obrero anarquista. Arango y
Santillán se manifiestan favorables a esta interpretación cuando abogan
por la creación de "tantos movimientos obreros como tendencias dividen
al proletariado"(*56). Es que si se admiten trabajadores de otras ideas
políticas, o que no tengan ninguna, la FORA no puede ser considerada una
organización obrera anarquista.
Polemizando con el conocido anarquista italiano Enrique Malatesta, López
Arango y Santillán sostienen:
"En cuanto a que los sindicatos deben permanecer abiertos a todos los
obreros en tanto que obreros, es una opinión que no podemos compartir;
el mismo Malatesta reconoce que en ciertas categorías de oficio se
siente más afinidad de intereses con el capitalismo que con el
proletariado; y si un sindicato es fundado sobre una base
revolucionaria, ingresarán en él los que reconozcan la orientación
admitida, o simpaticen con ella. El sindicato está abierto para todos
los hombres sin distinción de nacionalidad, de color, de edad, o de
sexo, pero abierto para todas las tendencias es cuestión discutible. Si
en la teoría ya admiten algunos semejante punto de vista, en la práctica
prevalece el sindicato con una orientación, reformista o revolucionaria,
que excluye el predominio o la propaganda de otras tendencias".(*57)
Evidentemente esto no se concilia con la opinión de varios militantes de
la FORA, que sostienen que nunca se pusieron trabas al ingreso de
trabajadores, que nunca se les preguntó cómo pensaban para afiliarse a
las Sociedades de Resistencia de la FORA. Y, para tener una idea más
precisa, podemos decir que en una resolución tomada en Asamblea,
Pintores Unidos de la FORA, dividió a sus afiliados entre los que podían
integrar la Comisión Administrativa y quienes no podían hacerlo, de
acuerdo a las ideas que sustentaban.
Así dice la mencionada resolución:
"...y visto también, que la mejor forma de cumplir su misión
emancipadora la organización obrera, es, solamente, cuando ésta está
compuesta por elementos afines, y sin contar en su seno con el peligro
continuo que constituyen los afiliados a fracciones políticas enemigas a
muerte del anarquismo y los partidarios del "sindicalismo sin ninguna
clase de objeto social", con lo que queremos entrar en el verdadero
terreno que nos conduzca a la total desaparición del capital y del
Estado, se resuelve de común acuerdo, defender la finalidad comunista
anárquica con la base fundamental de que en este gremio, netamente
comunista anárquico, no podrá pertenecer a la Comisión Administrativa ni
ocupar cargo de responsabilidad, ningún asociado que sea político
estatal, milite en cualquier partido político opuesto al anarquismo,
asimismo los partidarios de sostener la organización separada de toda
finalidad política o social, como también los miembros que al ser
nombrados obstaculizaran la propaganda en su más amplio carácter
anárquico y no facilitaran los medios a su alcance para el desarrollo de
la misma.
"Con esta resolución dejamos sentado que los componentes de esta
agrupación, deben estar en un todo de acuerdo, al mismo tiempo que con
los métodos revolucionarios de la FORA a la que pertenecemos, con los
postulados que ella ostenta".(*58)
Evidentemente, este acuerdo tomado por Pintores Unidos, está en total
contradicción con la premisa anarquista de que a igualdad de deberes
debe corresponder una igualdad de derechos. Todos los afiliados a una
Sociedad de Resistencia deben tener las mismas oportunidades para
acceder a los puestos de responsabilidad, lo contrario es dividirlos
entre hijos y entenados.
El fondo de todo esto está en que a pesar de que muchos anarquistas que
actuaron en la FORA, pertenecían al mismo tiempo a agrupaciones
anarquistas, el especifismo entendido como movimiento ideológico
organizado, fue resistido y combatido por la FORA. En esto también se
marca una diferencia sustancial con la Confederación Nacional del
Trabajo (CNT) española, por ejemplo. Así ve Jorge Solomonoff esta
divergencia:
'Se refiere a la manera de resolver el problema de la distancia
existente entre las formulaciones ideológicas más o menos elaboradas y
las motivaciones que mueven la acción reivindicativa de las masas
trabajadoras. En este aspecto encontramos históricamente dos tipos de
soluciones organizativas: la que mantiene orgánicamente separadas las
funciones ideológicas y políticas del anarquismo de aquellas
estrictamente gremiales, cuyo ejemplo mas perdurable lo tenemos en la
relación entre la Federación Anarquista Ibérica (FAI) y la Confederación
Nacional del Trabajo (CNT) españolas. La otra posición corresponde a
quienes sostienen que la elaboración ideológica y la acción sindical
constituyen un todo inseparable, que la organización específica de los
anarquistas fuera del movimiento obrero implicaría el establecimiento
entre estos de relaciones autoritarias y aristocratizantes,
reproductoras de los problemas de conducción propios de las conflictivas
relaciones existentes entre los partidos políticos y los sindicatos. El
ejemplo más acabado de esta "afusión" entre la organización sindical y
una ideología "externa", lo constituye la FORA, sobre todo a partir de
1905. Aunque esta posición no era compartida por la totalidad de los
anarquistas, fue lo bastante fuerte como para impedir el surgimiento de
una organización política del anarquismo en la Argentina durante el
período que nos ocupa".(*59)
El libro de Solomonoff, abarca hasta la primera guerra mundial;
posteriormente surgieron organizaciones especificas del anarquismo, la
Alianza Libertaria Argentina en la década del veinte, y la Federación
Anarco-comunista Argentina (FACA) —actualmente Federación Libertaria
Argentina (FLA), en los años treinta. Ambas fueron combatidas por la
FORA, y por otras agrupaciones anarquistas que no compartían y no
comparten actualmente su metodología y aún las bases en que se
fundamenta su organización.
IX - CONCLUSIONES
Hasta aquí hemos repasado en visión panorámica, los puntos que, creemos,
tienen mayor interés para tener una idea aproximada de la historia de la
FORA.
De este repaso panorámico se habrá podido inferir la importancia
trascendental que ha tenido en la historia social de la República
Argentina, durante las primeras décadas de este siglo. Fue la FORA uno
de los polos de atracción del movimiento obrero de este país. Significó
el polo antilegalista, revolucionario, internacionalista, enfrentado al
polo legalista, reformista, cada vez más estrechamente nacionalista a
través de distintas denominaciones : Unión General de Trabajadores
(UGT); Confederación Obrera Regional Argentina (CORA); Federación Obrera
Regional Argentina del 9a Congreso; Unión Sindical Argentina (USA);
Confederación Obrera Argentina (COA); para finalmente, de la unión de
las dos últimas, surgir la actual Confederación General del Trabajo
(CGT); significó lo contrapuesto, la contrafigura de la FORA.
Mayoritaria, cuantitativamente hablando, en sus inicios hasta promediar,
quizás, la década del veinte, poco a poco fue debilitándose hasta
desaparecer como fuerza a tener en cuenta en cualquier estudio que se
haga movimiento obrero argentino.
Es un hecho incontestable que hoy día, la FORA ha dejado de existir. El
que un grupo de veteranos militantes mantenga abierto un local,
distinguiéndolo con esa sigla, no invalida esa aseveración, ya que, para
negarla, tratándose la FORA, de un movimiento obrero, debe contar con
trabajadores afiliados a sus sindicatos o Sociedades de Resistencia
según la terminología forista tomada de la Federación Regional Española,
adherida a la primera Asociación Internacional de los Trabajadores.
Actualmente no existen esos trabajadores afiliados a las Sociedades de
Resistencia; al no existir esos afiliados consecuentemente las
Sociedades de Resistencia no tienen vida; al no tener vida, al no contar
con Sociedades de Resistencia, la FORA, que es un organismo relacionador
de esas Sociedades de Resistencia, ha dejado de existir. ¿A qué se debe
esa caída vertical?
Alguien, alguna vez, tendría que hacer un estudio en profundidad para
tratar de dilucidar este interrogante; nosotros no tenemos las
condiciones de conocimientos y capacidad necesarios para ello. Sólo
queremos expresar aquí, algunas ideas que pueden tener el valor de
aproximaciones al tema.
No se puede soslayar la incidencia que ha tenido la represión estatal en
esta caída. Más extensa o intensa a partir del golpe de estado de
Uriburu, tuvo serios efectos en las estructuras cada vez más débiles de
la FORA; pero, creemos, que no es excluyente; otros motivos han tenido
tanta, o, probablemente, más importancia. A algunos de ellos nos
referiremos sintéticamente a continuación.
Dejamos dicho al comienzo que el movimiento obrero argentino fue
iniciativa de inmigrantes, en especial modo europeos; y la FORA no
escapa a esta realidad, fue obra de anarquistas españoles e italianos
principalmente, que llegaron al país en la época de la gran inmigración
extranjera, mayoritariamente, repetimos, europea. En esa inmigración la
FORA, obra de inmigrantes, pudo extender su influencia que, solo en
reducidas dimensiones y sin llegar a muchos lugares, alcanzó al
argentino nativo sometido a condiciones inhumanas de vida y trabajo.
Hace un tiempo el compañero Humberto Corréale, manifestó que se hizo
labor propagandista en extensión pero no en profundidad. Cuando esa
inmigración cesó y fue sustituida por la inmigración interior y de los
países vecinos hacia los lugares en que la FORA había arraigado, se
perdió la base de sustentación. El "lenguaje" que se había utilizado con
éxito frente a la inmigración europea de la cual formaban parte los
fundadores de la FORA, se mantuvo inalterable frente a la inmigración
interior y de países vecinos, que no lo comprendió y le dio la espalda.
La legislación laboral que puso en vigencia el Estado, especialmente con
el advenimiento de Perón, fue enfrentada frontalmente por la FORA, en
lugar de comprender y hacer comprender a los trabajadores, que eran
conquistas propias arrancadas a los explotadores, y no dádivas que
buenamente les otorgaba el Estado.
Tratándose la FORA de una organización obrera, es decir que,
primordialmente, se trata de una organización de la clase trabajadora
para enfrentar a la clase capitalista, no se asume plenamente que la
FORA es una organización clasista, surgiendo una contradicción tan
evidente que parece imposible que se haya dado realmente. Es indudable
que, aparentemente, no todos pensaban así; eso es lo que sugieren dos
posturas ante el tema, que voy a reproducir:
En las instrucciones que el Consejo Federal de la FORA envió a Tom
Barker (Anexo N° 207), su delegado ante el Congreso de la Internacional
Sindical Roja, el 5° punto, expresa:
"De hacer notar que esta central [la FORA] repudia a la Federación
Sindical de Amsterdam por haber violado los más dignos principios de la
guerra de clase".
Mientras tanto, López Arango y Santillán se extienden sobre la lucha de
clases, de esta manera:
"El examen y la consideración de ciertas actividades demagógicas, como
la que implicaba la consigna de los bolchevistas, una cuestión nada
fácil de resolver, la idea de clase y de la lucha de clases. Es verdad
que no hemos dado ninguna solución teórica fundamental; lo único que
hicimos fue poner en duda la concepción marxista, criticar sus bases y
preparar el terreno tal vez para que alguno de los nuestros se ocupe
algún día con detenimiento de ese asunto desde el punto de vista
libertario.
'La idea de clase nos parece que contradice los principios sostenidos
por el anarquismo. Creemos descubrir en ella el último refugio del
autoritarismo y, mientras luchamos por la liberación del movimiento
obrero de los partidos políticos, al afirmar la idea de clase,
preparamos d terreno a una nueva dominación.
"Nos hemos acostumbrado a considerar el mundo a través del prisma
unilateral que pone a una clase frente a otra, y en lugar de confirmar
con el examen de la historia y de la realidad el contenido de esa idea,
la supuesta homogeneidad de las clases en pugna, hacemos la operación
contraria, abstrayéndonos de todo lo que puede poner en tela de juicio
la exactitud del materialismo histórico. Pero la verdad es que en todas
nuestras luchas y en todas nuestras aspiraciones no obramos como
componentes de una clase económicamente inferior, sino como defensores
de una idea de justicia y de libertad sociales que quisiéramos ver
realizada. Y si queremos la revolución, no lo hacemos en vista solo de
aliviar la situación de los que tienen hambre de pan, sino para
organizar la vida social de manera que todos los hombres tengan en el
banquete de la vida un puesto y disfrutar de las ventajas de la
libertad.
"Los reformistas se esfuerzan por que pensemos como zapateros o como
sastres y no como hombres. Predican la fraternidad de los obreros y no
la fraternidad humana. Pero nosotros dudamos que la unidad de intereses
del obrero y del gendarme o del huelguista y del rompe huelgas, todos
pertenecientes a una capa económicamente inferior, sea efectiva y
justifique una alianza cualquiera entre ellos. Lejos de constatar una
frontera divisoria entre asalariados y capitalistas, no constatamos en
todo el movimiento obrero moderno más que una línea divisoria entre los
partidarios y los enemigos de la revolución; es decir; de una parte una
minoría obrera consciente que lucha por la abolición de la explotación y
de la dominación, y, por otra, una mayoría compuesta de obreros y
burgueses que se resisten a dejar modificar las instituciones actuales.
No vemos por qué ha de ser necesario recurrir a la idea de clase para
engrosar las filas de los partidarios de la revolución, que no es un
proceso histórico fatal, sino una labor sistemática de propaganda y de
organización y de acción inspirada por una finalidad, lo cual requiere
que los que ingresen en las filas de la revolución piensen por su propia
cuenta y no eludan el pensamiento en mérito a la concepción marxista que
atribuye una función histórica fatal a los trabajadores". (*60)
Indudablemente, en la posición de López Arango y Santillán, hay una
indefinición que llega, como dejamos dicho, a la incongruencia y la
contradicción. Y, sabemos, la notoria influencia que tuvieron,
primordialmente López Arango, en modelar un esquema teórico-práctico
para la organización forista. Repetimos, la organización obrera es el
arma fundamental que tiene una clase, la obrera, para luchar con otra
clase, la capitalista, para mejorar las condiciones de trabajo y de vida
en la actual sociedad; en el caso de organizaciones obreras
revolucionarias, como sin duda lo era la FORA, se le adiciona como meta
finalista, la transformación de la sociedad actual en una sociedad de
libres y de iguales, es decir, el logro de una sociedad sin clases,
pero, sin olvidar, su concepción primaria de lucha de clases. Lo
contrario, significa no asumir esa condición indispensable para una
actuación coherente con el medio adoptado como instrumento para
conseguir plasmar en la realidad, las aspiraciones esbozadas en la
teoría.
La indefinición nace de esa disyuntiva de que hablábamos antes: ¿La FORA
es una organización obrera anarquista? o, ¿Es una organización abierta a
todos los
trabajadores, en la que se "recomienda", no se impone, la propaganda del
comunismo anárquico entre los trabajadores?
López Arango y Santillán se declaran favorables a la primera de esas
afirmaciones, lo que explica su posición, a mi juicio contradictoria con
lo que es y lo que significa un movimiento obrero.
Consideraciones finales
Debemos poner punto final a este largo peregrinaje, muy parcial e
insuficiente, sobre la trayectoria y lo que significó la FORA en el
movimiento obrero argentino. Antes de ese punto final, quiero esbozar
brevemente lo que, en mi opinión, pueden emprender los anarquistas aquí
y ahora, para recobrar influencia en el movimiento obrero.
La tarea es ardua y compleja, y de ella no pueden esperarse frutos
inmediatos ni espectaculares. Yo no creo que los trabajadores abandonen
en gran cantidad, ni mucho menos masivamente, los sindicatos legalistas
a los que están afiliados, aun cuando, cosa inverosímil con este o con
cualquier otro gobierno, se aboliera la Ley de Asociaciones
Profesionales. Están acostumbrados —los trabajadores— al dejar hacer, a
no inmiscuirse en el manejo de esas organizaciones, a las que ven como
instituciones que los sobrepasan y, ante las cuales se sienten como
cuando tienen que recurrir por algún trámite a algún organismo estatal
—administrativo, judicial, policial, etc.—, confundidos y hasta
atemorizados. Por otro lado, aún con grandes imperfecciones, obtienen
positivos beneficios de sus servicios médicos, hoteles de vacaciones,
etc.
El movimiento obrero actual está organizado en forma centralista, sin
participación activa de los trabajadores de la base; practica la
colaboración de clases; utiliza la Acción a Base Múltiple en sus
diferencias con la patronal; fomenta un sentir nacionalista que niega la
solidaridad en el plano internacional; niega la práctica solidaria entre
los trabajadores y entre los sindicatos a nivel nacional; mantiene
cordiales y aún estrechas relaciones con las Fuerzas Armadas y la
jerarquía eclesiástica; sostiene una frondosa burocracia; sus propósitos
son meramente mejorativistas ya que carece de un proyecto de cambio
social; se ha convertido en uno de los engranajes que permiten el
funcionamiento con el menor sobresalto posible, de esta organización
social basada en la explotación del hombre por el hombre.
Ante esta situación, lo que considero factible, es la formación de
grupos de compañeros en los gremios en que se puedan organizar, con el
objetivo de estudiar a fondo los problemas de cada gremio en particular,
de todos los trabajadores en general y de la sociedad en su conjunto.
La Reunión Regional de la FORA realizada en 1962, aprobó la siguiente
resolución:
"La formación de grupos intersindicales de orientación forista en
gremios ajenos a nuestro movimiento, que actúen en relación y
coordinación con gremios de Oficios Varios y cuerpos de relaciones en lo
regional o local, según se presente". (Anexo N°191.)
Esta resolución nunca se llevó a la práctica, y, no existiendo la FORA
en la actualidad, por lo que ya dejamos dicho, considero que los grupos
intersindicales que se organicen, deben coordinarse de la manera que
crean más conveniente. Además, deben estar conectados con los grupos de
compañeros anarquistas que desarrollen sus actividades en otros ámbitos.
Poniendo el acento en un movimiento obrero organizado en forma
federalista, con la participación activa de los trabajadores mediante
asambleas y demás instancias de participación; practicando a ultranza la
lucha de clases; utilizando exclusivamente la Acción Directa en sus
diferencias con el Capital y el Estado; fomentando la solidaridad entre
los trabajadores y entre los sindicatos tanto a nivel nacional —o
regional por considerar en su visión internacionalista que cada país es
una región que se une federativamente a las demás, no una separación por
las fronteras— e internacional; declaradamente antimilitarista y
anticlerical; antiburocrático; dotado de un Proyecto de Cambio Social
revolucionario, total, propugnador de la suplantación del capitalismo y
del Estado regulador de las relaciones sociales, por una sociedad
igualitaria; es decir, en suma, retomando los principios orientadores de
la acción que llevó a cabo la FORA; clarificando adecuadamente lo que
estaba un tanto en duda, como la lucha de clases, por ejemplo. Partiendo
de esas premisas, empleando un lenguaje claro y comprensible para los
trabajadores de hoy, de los que son parte, creo que, aún sin esperar
frutos inmediatos, repito, ni espectaculares en lo que se refiere a la
conversión de trabajadores al anarquismo que, por otra parte, podría ser
contraproducente por su deficiente formación y la falta de cuadros de
militantes esclarecidos para recibirlos, pueden obtenerse resultados
promisorios.
Intercolaborando con otros grupos específicos, estos grupos
intersindicales, integrados por compañeros convencidos de sus ideas y de
la importancia de su labor, están en condiciones de comenzar a realizar
lo que se puede explicar gráficamente, citando el ejemplo de la gota de
aceite derramada que se va extendiendo paulatinamente.
Trabajando en ese sentido, al que se le puede encontrar cierta similitud
con la labor desarrollada en España por la Alianza de la Democracia
Socialista, fundada por Miguel Bakunin en tiempos de la Primera
Internacional, antecedente de la Federación Anarquista Ibérica (FAI), se
podrá ir conformando núcleos de trabajadores influidos por la prédica
antiestatista y de Acción Directa que son parte inamovible del ideal
anarquista. Es decir, resumiendo, que ,la actuación se haría
simultáneamente en dos niveles: el grupo de afinidad, el grupo
intersindical, de militantes declarada y convencidamente anarquistas, y
grupos de trabajadores influidos por esos grupos anarquistas. Este
sistema, indudablemente mucho más cercano al sistema organizativo
español con la CNT y la FAI, que al de la FORA, creo que es el más
adecuado en la situación presente en que estamos inmersos.
Esos grupos intersindicales en todos sus niveles deben organizarse y
funcionar —como expresó un compañero— de la misma manera en que
sostenemos que debe organizarse y funcionar toda la sociedad; con bases
auténticamente federalistas y total reciprocidad entre deberes y
derechos de todos sus componentes.