Historia pública y privada de la Iglesia Católica Argentina

Olga Wornat

    

11. Buenos Muchachos

La campaña electoral de 1999 estaba en su punto máximo y el aborto se había transformado en el tema principal de la guerra entre la Alianza y el peronismo. Acusaban a De la Rúa, el candidato presidencial de la Alianza, de estar en contra –seguramente debido a su militancia en el radicalismo laicista, aunque el ex presidente era un engendro difícil de descifrar– y a Graciela Fernández Meijide, candidata por la misma fuerza a Gobernadora de la provincia de Buenos Aires, la más importante del país, de querer legalizarlo. "La Alianza es un aborto", dijo por esos días, oportunista como ninguno, Eduardo Duhalde, el candidato presidencial del peronismo. Y a Carlos Menem, provocador y ambicioso, no se le ocurrió mejor idea que crear, el 25 de marzo –con el apoyo del entonces embajador argentino en el Vaticano, Esteban Cacho Caselli, alias El obispo– el "Día del niño por Nacer", una celebración inexistente en otros países del mundo y que complacía profundamente a la Santa Madre Iglesia, pero sobre todo, a los laderos del Papa, a los miembros del exclusivo Club de Roma o los Vice Papas, entre los que se encontraba, el poderoso cardenal Angelo Sodano, íntimo de Caselli.
Ante una multitud de 1.300 personas enardecidas, Carlos Menem dijo: "La defensa de la vida desde la concepción debe ser considerada, una política de Estado". Lo ovacionaron. Cuatro meses mas tarde fue condecorado por el Vaticano en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, con la distinción "Sendero por la Paz", firmada por Wojtyla. El premio sirvió para ocultar las críticas que recibía desde la conducción local de la Iglesia, por la angustiante situación social. Pero la moneda tenía otra cara: Menem ansiaba desesperadamente –para el instante en que tuviera que abandonar la presidencia– un cargo internacional con la venia pontificia que le permitiera recorrer el mundo como "embajador especial", liderando campañas contra el aborto y el divorcio. Sin embargo, las cosas no eran como él las había imaginado y como el Obispo las había planificado, caja de fondos reservados, mediante.
En esa época, Caselli vivía un romance con Menem y lo definía como "Un pensante. Un estadista que se toma su tiempo para tomar determinaciones. Es un hombre que sabe aceptar las críticas constructivas cuando no son mal intencionadas. Cuando son mal intencionadas y son agraviantes, cualquier ser humano responde. Me gustaría que haya una re reelección, si se puede dar una consulta popular o el trámite que sea necesario. Pienso que Menem es una figura que ha llevado adelante el país. Y en estos tiempos de la historia no se puede proscribir a nadie".
–¡Me indigna que estos delincuentes hagan campaña contra el aborto! ¡No tienen vergüenza! No puedo soportar el cinismo de esta gente gritando en el Congreso... Atrás de todo está Menem, ya me va a escuchar éste. Que siga nomás con la fiesta... ¡¡Habla contra el aborto y no se preocupa por su familia!!–vociferaba Zulema Yoma en la cocina de su casa, mientras observaba por Crónica TV, las inflamadas declaraciones de la diputada ultramenemista por la provincia de Córdoba, Martha Alarcia, que encabezaba la cruzada antiabortista por orden del Jefe.
Al día siguiente, el diario Página/12 traía en tapa una explosiva confesión de Zulema que derrumbó a Menem y a sus acólitos.
Y desató un mar de polémicas en la clase política. Con lujo de detalles, Zulema contó que se había realizado un aborto cuando vivía en La Rioja, en 1969, con el consentimiento de su marido, quien no sólo había estado de acuerdo sino que la acompañó hasta la casa de la mujer que lo hizo. Carlitos tenía cinco meses, y Zulema había quedado embarazada otra vez. Al borde de la separación, ése no era el mejor momento para tener un hijo. Había que abortar, pero ella no conocía a nadie en La Rioja que pudiera hacerlo. Según confesiones que Zulema me hizo, Menem la llevó a lo de Francisca Salguero, una mujer que fungía de bruja, espiritista y partera. La habían despedido del hospital por hacer abortos clandestinos, y en su casa se realizaban sesiones de espiritismo a las que asistían Menem, su hermano Eduardo y la esposa de éste, Susana Valente. Allí hablaban con los muertos célebres y practicaban magia negra. El raspaje fue sencillo: apenas tenía dos meses de gestación. Pero Zulema quedó conmocionada y triste. Fue en ese momento cuando decidió alejarse de Menem y regresar a Damasco para estar con sus padres y hermanos. Especialmente con su padre, que se encontraba muy enfermo.
–Después del aborto me fui a Siria porque mi padre estaba muy enfermo y porque mi relación con Menem era desastrosa. Carlos me llamaba suplicándome y llorando para que volviera. Y volví. Ahí encargamos a Zulemita y tuve un poco de paz. Porque toda mi vida defendí a mi familia. Pero un aborto es algo que llevas toda la vida, una herida abierta...
–Seguro que ahora estos hipócritas van a decir que hay alguna otra intención de mi parte. ¡Que digan lo que quieran! No me interesa la política, destruyó mi vida y la de mis hijos. Yo tuve que hacer de padre y madre, porque Carlos Menem siempre estuvo ausente.
–Si Menem vuelve a tomar esa bandera contra el aborto, es porque hay poderes que lo presionan. A esos sectores de la Iglesia les preocupa más lo que dice Menem sobre el aborto, que lo que pasa con su familia y su hijo muerto –dijo una furiosa Zulema a la revista Noticias.
Consultado por los periodistas después de una tensa reunión de gabinete, Menem fue cauto. Tenía la mirada oscurecida y no era para menos. Su plan de recorrer el planeta como un auténtico cruzado antiabortista con bendición papal se había hecho trizas después de las declaraciones de su ex mujer.
–No lo desmiento, ni lo confirmo. No voy a hablar del tema... –dijo Carlos Menem y en su cara se advertía la irascibilidad que lo embargaba. Sus incondicionales empezaron a elucubrar una manera de salir airoso de la situación. "El Jefe tiene que admitir que eso sucedió hace treinta años, que en ese entonces pensaba distinto y que ahora se dio cuenta de que ese aborto afectó mucho su relación matrimonial. Y después, tiene que pedir perdón. La Iglesia va a quedar conforme con esto...", decían algunos. Otros, más simplistas, aseguraban que "Zulema estaba celosa (Menem ya estaba con Cecilia Bolocco) y que no iba a parar hasta verlo destruido."
Por esos días Caselli prefería responder de manera ambigua frente a la polémica de la ex primera dama:
"No me consta. Yo no estoy dentro del matrimonio. El Presidente me dijo que el tema no era así. Además una persona después de veinticinco años puede haber cambiado su posición. En los últimos diez años, Menem ha defendido la vida desde la concepción, por su iniciativa se ha realizado el Día del Niño por Nacer".
–¿Lo que dijo Zulema no vulnera la fuerza que usted pone detrás de la bandera contra el aborto? –le preguntó Mariano Grondona en su programa Hora Clave.
–¿Y si digo que no es cierto, qué pasa? ¿Eh? Mejor lo dejamos ahí Mariano, no quiero hablar de esta cuestión...
Carlos Menem estaba golpeado.
Sus relaciones con la Iglesia pasaban en esos tiempos por una situación extraordinaria. Su postura antiabortista lo llevó a tener acceso directo al Vaticano, especialmente a los hombres del Club de Roma, gracias a los buenos oficios del embajador ante la Santa Sede, Esteban Caselli. Había sido un trabajo lento, pero seguro: en cada viaje, en cada reunión oficial con otros presidentes, trató de instalar el tema del aborto, ante el asombro de muchos. En 1994, por ejemplo, en Cartagena de Indias, volvió a la carga con la cuestión, y España, Colombia, Cuba, y México le dieron la espalda, ya que en esos lugares se permite el aborto con ciertas regulaciones. Sin embargo, en otras oportunidades, la operación resultó exitosa y el Papa se encargo de felicitarlo personalmente e incluso, envió a Sodano con una enorme cruz de plata trabajada a mano, para que se la entregara a Menem. Nada le importaba más a Wojtyla que un gobernante que lo acompañara con tanto ahínco en su batalla contra el aborto, una de las banderas más importantes de su papado, algo así como el nuevo "Holocausto".
La cruzada de Menem y Caselli en contra del aborto había empezado mucho antes de que la idea de la famosa comisión mundial de notables estuviera en marcha. En la revista Noticias del 10 de enero de 1998, Caselli afirmaba "quiero hacer una reflexión como católico, como hombre de la iglesia, porque iglesia somos todos los creyentes. Tengamos cuidado después del '99 de no arrepentimos a quién votamos. No olvidemos que los de la Alianza son abortistas y están a favor de muchas cosas que la iglesia no quiere...".
Después de la declaración del Día del Niño por nacer, hasta el arzobispo de Bostón, Bernard Law, que con toda pompa llegó a Buenos Aires –hoy involucrado en el escándalo de abusos sexuales más grande de la historia católica de los Estados Unidos– aseguró a Menem que iba a convencer a Bill Clinton para que reviera la ley (a favor del aborto) en el país del norte y otro cardenal polaco trató el tema, ante el senado de su país.
Menem vivía feliz, hasta que apareció Zulema a quebrar su cuento de hadas. Son curiosas las declaraciones que el vocero del arzobispo de Buenos Aires Jorge Bergoglio, el sacerdote Guillermo Marcó, hizo a la revista Noticias en esos días, teniendo en cuenta que la cúpula del Episcopado local –por lo menos la gran mayoría– libraba una lucha sin cuartel con el menemismo. Pero evidentemente para algunos, todos eran bienvenidos al barco, siempre y cuando se manifestaran contra el aborto:
–¿No siente que hay una contradicción entre la lucha antiabortista que promulga Menem y las declaraciones de Zulema Yoma?
–Para nada. Tomemos el ejemplo del doctor Bernard Natanson que en el pasado llegó a hacer cincuenta mil abortos en su clínica y hoy es un gran defensor de la vida y uno de los principales impulsores para sacar la ley antiabortista en los Estados Unidos.
–Pero Natanson reconoció su pasado y dijo que estaba arrepentido y Menem no dijo nada...
–Según la moral, nadie está obligado a reconocer públicamente sus pecados, máxime si es de índole privada...
–¿La Iglesia fijará alguna posición frente a estas declaraciones? ¿Le pueden llegar a quitar condecoraciones?
–No, no creo. Si el aborto hubiese sido un hecho actual, revestiría características de escándalo. Pero ocurrió (sic) cuando Menem no era presidente, fue un acto privado del que ahora no podemos opinar.
Por otra parce, la influyente revista católica Criterio llevó en su editorial de noviembre, algunos párrafos indicativos del clima eclesiástico de los sectores locales más preponderantes:
"La última campaña electoral tuvo como singular ingrediente el uso y abuso de lo "religioso" y de otros temas caros a la preocupación de la Iglesia".
"(...)En un momento de su errática campaña, el gobernador Duhalde intentó instalar como tema el repudio o defensa del aborto. Nosotros anticipamos que esto ocurriría como culminación de una política tendiente a ganar el favor de la conducción eclesiástica. Este intento quería dejar mal parada a una parte de la Alianza y en particular a Graciela Fernández Meijide, coautora en el pasado de proyectos permisivos frente al aborto. Sin embargo, el incipiente debate mostró cómo las distintas posiciones atraviesan horizontalmente a los partidos, cuando el candidato justicialista a vicegobernador de Buenos Aires, Felipe Sola, se erigió a favor de las políticas abortistas. Todo terminó mal para Duhalde cuando la ex esposa de Menem proclamó haber abortado ella misma, alentada y acompañada por su marido. Esta inesperada confesión, tal vez arruine también el proyecto del actual presidente de convertirse en adalid internacional de las posturas "provida" con la bendición de la Santa Sede.
"(...) Ya otras veces Criterio advirtió acerca del equívoco que significa el supuesto "voto católico" en la Argentina. En nuestro país no existe un partido confesional. El justicialismo declama a veces con discutible rigor histórico una presunta filiación cristiana y una cierta adhesión a la doctrina social de la Iglesia de hace algunas décadas. Pero, al mismo tiempo, alberga en su seno las corrientes ideológicas más dispares y a hombres y mujeres de conductas sumamente variadas, por decirlo de algún modo. A su turno la Alianza que gobernará este año, fue fundada entre otros por el partido Demócrata Cristiano, lo más semejante a un partido confesional que haya habido en la Argentina. Muchísimos militantes de la misma UCR (entre ellos el presidente electo) son católicos, como quedó a la vista cuando hicieron cadenas de oración en las puertas del hospital donde estuvo internado Raúl Alfonsín. Hasta la extrema izquierda presentó un candidato que es católico militante y además, hermano del difunto cardenal primado Antonio Quarracino. Es que el voto en la Argentina no se define por la filiación religiosa. Y eso es lo bueno."


Los Cruzados

La cercanía de Ruckauf a la Iglesia y especialmente a uno de los representantes del ala más conservadora como Emilio Ogñenovich se había manifestado fuertemente en la campaña electoral de 1999. En esa instancia, el entonces candidato a gobernador por el justicialismo, Carlos Ruckauf había opinado que sus contricantes eran ateos, marxistas y anticristianos, y calificó como asesinos de niños a todos los que propusieran darle un marco legal a los abortos clandestinos que se realizan y causan miles de muertes de mujeres de bajos recursos.
La función de Caselli en Buenos Aires era clara: inducir a los obispos más cercanos al menemismo a que tomen partido en la campaña. El que más claramente entendió la consigna fue monseñor Emilio Ogñenovich, obispo de Mercedes-Luján quien apareció como actor de un spot publicitario a favor de Ruckauf.
Por su parte, el obispo de Lomas de Zamora, Desiderio Collino, le envió una carta a la candidata de la Alianza pidiéndole definiciones sobre temas tales como educación, familia y matrimonio. A pesar de que la Conferencia Episcopal mantuvo su postura neutra frente a los candidatos, Caselli no perdió la oportunidad de hacer su propia lectura:
"El Doctor Ruckaufle ha mandado una carta a cada obispo del país y a gran parte de la ciudadanía y descartamos que van a emitir el voto por él. La Conferencia Episcopal no dice a quién votar, pero sí establece los valores a tener en cuenta para emitir el voto y en la última declaración dijeron que al emitir el voto hay que hacerlo en contra del aborto".
¿Que más podía hacer Cachito para hablar en representación de toda la Iglesia aún sin tener el respaldo y en la mayoría de los casos de contar con la desconfianza y el repudio de los prelados?
Sí podía enfatizar una y otra vez: el día 8 de octubre la comisión ejecutiva del Episcopado exhortó a los fieles "a optar en conciencia por plataformas y candidatos que aseguren principios cristianos y humanos fundamentales". El punto incluía puntos como la libertad de enseñanza, la lucha contra la droga o la corrupción. Pero se centraba en "proteger la inviolabilidad de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural y rechazar el crimen del aborto y la eutanasia".
"Fernández Meijide se declaró atea, tan es así que en su vida nunca ha mencionado a Dios. En una propaganda dijo que la provincia de Buenos Aires fue bendecida por la naturaleza. La bendición la da Dios y no la naturaleza. Ella presentó una ley en favor del aborto", dijo Ruckauf por consejo de Caselli.
En realidad, el proyecto era de la entonces peronista Patricia Bullrich y planteaba la legalización del aborto, teniendo en cuenta la cantidad de mujeres que mueren por las malas condiciones en que se lo realizan pero, para el embajador ante el Vaticano, la autora era la "anticristiana" Fernández Meijide.
Pero no todos los obispos mantuvieron silencio frente a la impronta de Caselli: "Yo soy obispo de la iglesia católica y no fui consultado para esto. (Ruckauf) Habrá recibido apoyo de algún obispo que particularmente puede ofrecérselo", afirmó el obispo de Santiago del Estero, Juan Carlos Maccarone. Su par de Morón, Justo Laguna, instó a "no mezclar lo religioso con lo político".
El 20 de octubre de 1999 se publicó una solicitada en los diarios: "Ante agravios de políticos que pretenden usar la religión: como ministros religiosos y ciudadanos comprometidos con nuestra fe y con la democracia, vemos con seria preocupación cómo en el calor de la campaña electoral, se pretende inadecuadamente utilizar cuestiones concernientes a la moral y la religión, para atacar a candidatos a manipular el espíritu religioso de nuestro pueblo. Consideramos que temas tan delicados, relacionados con la fe y la moral deben tratarse de forma adecuada y en los niveles correspondientes, y no utilizarlos como meros instrumentos electorales".
Entre los firmantes se destacaban los obispos Jorge Novak, Rafael Rey, Miguel Hesayne, Pedro Olmedo, y los padres Hugo Mujica, José Meisegueier, Domingo Brescia, Luis Farinello y la hermana Martha Pelloni. También se sumaban el Rabino Daniel Goldman y un gran número de pastores de iglesias metodistas y evangélicas.
Por esos días se veía un aviso televisivo de campaña, dirigido por el hijo de Carlos Ruckauf, Germán, en el que el candidato decía:
"Si Dios quiere, si me eligen, voy a conducir la provincia. Convocaré a los mejores mujeres y hombres para trabajar... ".
A tal punto se tiño de religiosidad la campaña que hasta la Nunciatura Apostólica tuvo que salir un día antes de las elecciones a desmentir supuestas críticas hechas contra la Alianza. La aclaración de la representación diplomática de la Santa Sede se dieron luego que unas declaraciones de Calabresi aparecieran publicadas en Roma, en el boletín cotidiano de la agencia Pides, de las Obras Misionales, un organismo dependiente del Vaticano. Según el boletín de Pides, Calabresi habría afirmado que "el Frepaso tiene un impulso radical-liberal sobre el aborto, el divorcio, la homosexualidad, con un estilo de extrema izquierda. Si va al poder, la vida para la iglesia será difícil. El resultado de las elecciones tendrá un peso muy importante para la iglesia. Hasta ahora hemos gozado de libertad, tranquilidad, orden y precisión, también en los problemas morales".
Ese mismo día el candidato presidencial de la Alianza, Fernando de la Rúa, le envió una nota a la delegación local de la agencia ANSA, que había recogido las supuestas declaraciones de Calabresi expresando que se había comunicado con el nuncio y que "había negado terminantemente tales dichos". De la Rúa dijo que Calabresi le había asegurado que "de ninguna manera, podría haber formulado estas declaraciones por no ser ése su pensamiento ni su estilo y además porque ambos tendríamos siempre las más positivas relaciones".
El 22 de noviembre de 1999, en el que fue el último viaje al exterior como presidente, Carlos Menem se entrevistó por sexta vez con Juan Pablo II, luego de convertirse en el presidente que presenció desde un lugar de privilegio, la canonización del primer santo argentino, San Héctor Valdivieso. Alberto Kohan, agonizante secretario general de la presidencia e integrante de la comitiva oficial se adelantó a aclarar: "El presidente tuvo una posición permanente de defensa por la vida, por lo que se ha construido una nueva relación con la Iglesia". Con esta frase, el Alberto, intentó echar por tierra los rumores publicados por un diario italiano que vaticinaban un tirón de orejas por parte del Papa al presidente argentino, luego de que Zulema Yoma revelara que ella se había practicado un aborto, con el consentimiento de Menem.
Según Kohan el mensaje más importante de Menem al Papa, estaba en el obsequio del libro Hielos de la Paz, sobre el acuerdo de los hielos continentales entre Argentina y Chile, que puso fin a centenares de litigios fronterizos entre ambos países. La Santa Sede había jugado un papel decisivo en las negociaciones entre los dos países. La mediación de Juan Pablo II logró que el 29 de noviembre de 1984, Chile y Argentina firmaran el Tratado de Paz y Amistad. En 1978 la gestión del Vaticano había contribuido a evitar que se desencadenara una guerra.
En la reunión con el Papa, Menem pudo recoger el fruto de los "esfuerzos que había realizado en sus diez años de mandato para conciliar posiciones con la iglesia" (según las declaraciones oficiales) y se llevó la promesa vaticana de ser convertido en embajador itinerante de la Santa Sede.
Su sueño dorado del despoder.
"Soy el presidente de la historia que más veces se vio con el Papa", se jactó después de la reunión. "Desde ya, soy uno de los invitados a integrar la comisión". En la reunión –que según los obispos duró veinte minutos y según Carlos Menem, cuarenta– se habló de la necesidad de trabajar sobre la propuesta de la Iglesia, de defender la vida, la familia, la libertad y la moral cristiana. Fue en ese ámbito en que el Papa y el cardenal Angelo Sodano, convocaron al presidente argentino a integrar el foro de notables destinado a divulgar la doctrina de la Iglesia por el mundo.
Menem comenzó la jornada en San Pedro con una misa ofrecida por Sodano; luego compartió el acto por el 150 aniversario del entendimiento con Chile con el canciller de ese país, varios obispos y el cardenal chileno Jorge Medina Estévez, visitó al Papa, a quien le obsequió el libro Los Hielos de la Paz y un copón para la Eucaristía, y se llevó un rosario de recuerdo. La despedida de Juan Pablo II fue en la biblioteca papal del Palacio Apostólico, donde ingresaron el Obispo, Cacho Caselli y Zulemita. Luego de un encuentro de casi cincuenta minutos con Sodano, a quien volvió a ver en una comida en la sede de la embajada argentina, Menem descubrió un busto del primer santo argentino, Héctor Valdivielso Sáez y se abrazó con cuanto hombre de sotana se cruzó.
Sin embargo, el presidente de la Conferencia Episcopal, Estanislao Karlic, que participó en la ceremonia de canonización de San Héctor en la Basílica de San Pedro, no fue de la partida de ninguno de los convites presidenciales. El clima interno en el Episcopado argentino estaba cada vez peor.
"El Papa me felicitó por todo lo que hice por la iglesia y por mi excelente gobierno y yo le dije que debería abrir una unidad básica en el Vaticano, pero no entendió el chiste", comentó más tarde Menem, a un grupo de colorinches funcionarios integrantes de la comitiva. Para dar muestras de la cercanía que mantuvo con el Papa durante su gobierno, Menem relató:
"Hablé con el Papa cuando indulté a los militares. Y lo hice también con todos los jerarcas de la iglesia, pero principalmente con el Santo Padre a quien le pareció que esa medida (el indulto) que había sido una propuesta de mi campaña electoral tendía a la pacificación".
La última visita de Menem a Roma tuvo muy escasa cobertura por parte de los diarios italianos. El Corriere della Sera, en cambio, dedicó una extensa nota a la Argentina, titulada "La fiesta terminó y también el dinero", en la que destacó el índice de desocupación, la desigualdad y el enorme déficit público que heredaría "el austero neo presidente De la Rúa". Pero más allá de la absurda euforia de Menem por sus futuras actividades como "embajador" de la iglesia, algunos hombres del Vaticano sostienen que la famosa "comisión de notables", era sólo una iniciativa de Menem, bien promocionado por el siempre listo, Cacho Caselli.
Las mismas fuentes dijeron que el texto de la homilía que el Papa leyó frente a Menem, reflejó el criterio del Episcopado de España, para el cual Héctor Valdivielso Sáez, como los otros hermanos lasallanos fusilados por "Revuelta de Asturias", es un santo español. Sin embargo, para la historia, –y es lo que a Caselli y a Menem le importaba– el 21 de noviembre de 1999 se canonizó al primer santo argentino: Héctor Valdivielso Sáez.


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San Héctor

Hijo de una familia de inmigrantes españoles, Valdivielso Sáez nació en Buenos el 31 de octubre de 1910, y perteneció a la Congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, conocida en toda América latina por su labor educativa como los Hermanos de La Salle.
El clérigo fue fusilado en 1934 en Turón (España), junto con otros siete hermanos lasallanos y un sacerdote pasionista por milicianos comunistas, en el marco de lo que se llamó la Revolución de Asturias, una fallida revuelta previa a la Guerra Civil Española, que comenzó en 1936.
Los religiosos alcanzaron la beatificación porque fueron considerados víctimas de un martirio al ser fusilados por su fe. En ese caso, sólo hace falta un milagro para canonizarlo. Fue entonces, que la Junta Médica del Vaticano dictaminó que la curación hecha por la intercesión de aquellos religiosos no tiene explicación científica.
El organismo estableció la completa sanación de una mujer nicaragüense ocurrida en 1990, el mismo día en que los religiosos fueron beatificados. Se trata de Rafaela Bravo Jirón que se debatía entre la vida y muerte, víctima de un cáncer de útero. Su esposo, un ex alumno lasallano, rezó entre el 9 y el 29 de abril, día de beatificación de Valdivielso Sáez, dos novenas a los mártires pidiendo su intercesión para que Dios obrara un milagro. En la lucha, el 29 de abril, Rafaela sintió unos dolores fortísimos tras los cuales expulsó una masa visceral extraña y, al día siguiente estaba totalmente curada sin que la ciencia pudiera explicarlo, dijo la junta médica luego de años de estudio.
La legitimidad "del primer santo argentino" sería los pocos días, tema de una carta de lectores que publicó el diario La Nación el 28 de noviembre titulada "¿Menem lo hizo?", que decía:
"Escuchamos hasta la saciedad hablar del primer "santo argentino". Resulta que por genéticas razones, los padres recién llegados de España y pronto regresados, engendraron un hijo en suelo argentino. De sangre y vida españolas, parece que "por obra y gracia de Don Carlos Saúl", el santo devino argentino. No cabe duda que hubo un bien montado operativo de prensa a cargo del operador presidencial para asuntos religiosos, y el mártir español terminó argentino. Mientras tanto, Ceferino o el cura Brochero, deberán resignarse a ser eventuales segundos, y mucho más, para quienes soñamos con que la canonización popular de San Carlos Múgica o Enrique Angelelli los reconozca con el horror del martirio. Claro, que no matados por la República, sino por el terrorismo de Estado, que se autoproclamó cristiano. Como el presidente. Como el embajador".
La carta estaba firmada por Eduardo de la Serna, quién no era un lector más, sino un activo –y combativo– sacerdote de la diócesis de Quilmes, de 46 años, doctor en teología y que recibió una rápida respuesta de Juan Esteban Cacho Caselli, quien en el mismo diario escribió:
"El señor presbístero descalifica la canonización del primer santo argentino, atribuyéndola a supuestas maniobras políticas que habrían engañado al Santo Padre, es evidente que tiene una concepción muy particular de la Iglesia y de su constitución jerárquica. Se permite también poner en duda la fe de dos fieles católicos. La mejor respuesta a este insulto, son las palabras paternales de Su Santidad al recibir al doctor Menem y al suscripto en audiencia despedida: "Gracias por todo lo que hizo por la Iglesia y su país". Exhorto a De la Serna vivamente a que antes de publicar otra carta, tenga la bondad de recordar sus propias palabras y leer un poquito de teología o algo de catcquesis".
Eduardo de la Serna, pariente lejano del Che Guevara –su padre es primo segundo– y acérrimo defensor de la obra del padre Carlos Mágica, aclaró a la revista Tres Puntos:
"Presentar a Valdivielso como argentino porque nació acá no tiene sentido. Creció, maduró, ejerció su ministerio en España y lo mataron allí. Está claro que vivió su santidad en España. Y esto forma parte de la campaña "Menem lo hizo", es decir, nunca tuvimos un santo y ahora con Menem, sí lo tenemos. Mandé la carta porque me da en el hígado que la iglesia esté casada con el poder del Estado y el embajador Caselli, provocó una serie de matrimonios muy interesantes entre algunos obispos y el gobierno de Carlos Menem. "Caselli sacó la carta violenta en mi contra porque yo había dicho que era un ignorante en teología y con lo publicado, lo confirma. Confunde temas históricos con teológicos. Yo jamás cuestioné que San Héctor sea santo, lo único que dije es que no es argentino. "
Curiosamente el título de doctor en teología de Eduardo de la Serna, al que Caselli cuestionó fue reconocido por el mismo, ya que al ser cursado en la Universidad Pontificia de Roma tenía que ser firmado por el embajador ante la Santa Sede. Ese hecho particular es lo único que une al embajador y al sacerdote, quien a los 17 años conoció a Carlos Mágica en la Villa 31 y allí sintió el llamado de Dios. Se ordenó en 1981, estuvo cinco años en la diócesis de Buenos Aires pidiendo trabajar en una villa, sin conseguirlo, hasta que en 1987 logró su pase a la diócesis de Quilmes, en donde trabaja actualmente y y desde donde defiende sus ideales.
"Me molesta la Iglesia que negocia con el modelo. Caselli se refugió detrás de dos o tres frases del Papa en contra del aborto, con lo cual estoy de acuerdo. Pero también estoy de acuerdo con que este modelo trae más muertes que el aborto y ahí, ya no dicen nada. Cuando el Papa habla en contra de la deuda externa, ahí no dicen nada. Es quedarnos atrás de la pollera del Papa sólo para los temas en los cuales aparecemos como los grandes católicos."


La Iniciación

La llegada de Carlos Menem al poder fue recibida con alegría por la mayoría de la jerarquía eclesiástica y el nuncio Ubaldo Calabresi, fue un pujante colaborador en la campaña electoral. Será quizá por aquello de que la Iglesia siempre se llevó mejor con el peronismo que con el radicalismo, al que consideran laico, proabortista y anticlerical, que después del caótico final de Raúl Alfonsín, grandes sectores de la Iglesia católica colocaron sus esperanzas en Menem. La revista Criterio tituló su editorial de mayo de 1989: "La victoria de Menem y la derrota del radicalismo" y allí señala:
"Menem ganó de punta a punta. Como lo dijimos antes en estas mismas páginas es un fenómeno cultural. Sin que esto suponga ningún juicio de valor, positivo o negativo, el 47 por ciento de los votantes representan fundamentalmente las demandas de una sociedad ávida de integración social, que no soporta más agresiones y que intuitivamente, busca descubrir en sus dirigentes las viejas cualidades de sencillez, humildad y servicio... Que Menem pueda dar respuesta efectiva a estas apetencias a través de su gobierno es harina de otro costal... Muy pronto tendrá que atravesar la difícil experiencia del gobernante que ejerce funciones de arbitraje en tiempos de penuria y no de abundancia".
La misma revista hacía un balance, a un año de su gestión y decía bajo el título de "Un año difícil":
"Los logros del gobierno de Menem son de por sí evidentes. Asumió la administración en medio del peor desorden monetario; tuvo que instaurar un liderazgo de ruptura; asistió desesperado a una recaída hiperinflacionaria; encaró sin que le temblara la mano, una política de privatizaciones realmente convincente y audaz; puso al país en una senda civilizada y razonable en política exterior; pretende en fin sellar las secuelas de la guerra interna de la década del setenta con un indulto final que no parece conformar al alto mando del Ejército.
"(...) La Reforma del Estado está en marcha, lo que en cambio no avanza al mismo ritmo es la política que tenga por objeto reconstruir el Estado otorgando excluyente prioridad al desarrollo y afianzamiento de la seguridad, la justicia, la salud y la educación. Se han deteriorado gravemente la seguridad y la administración de justicia y la salud corre riesgos inminentes de pasar a ser un bien desprotegido por los poderes públicos.
"No debe extrañar que el liderazgo de Menem frente a la opinión pública difiera del de Alfonsín en las mismas circunstancias. En diciembre de 1984, luego de un año de inflación, los argentinos todavía confiaban en Alfonsín dándole un sostenido apoyo. El consenso que ahora recibe Menem es mucho menor y está decididamente atado a sus logros y resultados. No hay más entre nosotros donación de confianza; hoy los liderazgos deben ganarla día a día. Más si se suma a este panorama la sensación de que la política se desenvuelve en un clima corrupto."
Ya en ese entonces señalaban a la corrupción como un peligro para el nuevo gobierno. Y de la misma fueron cómplices algunos integrantes de la cúpula eclesiástica de esos años.
"El Nuncio Ubaldo Calabresi se había convertido en un militante menemista. Junto al arzobispo Antonio Quarracino solían sumarse a las reuniones y cenas. Calabresi fue el encargado de introducir en el grupo a Mario Rotundo, a quien había conocido por recomendaciones de Licio Gelli. Ambos mantenían una íntima relación y los dos solían visitar frecuentemente a Isabel Perón en España. Rotundo y Calabresi se transformaron en sostenes espirituales de Menem", dice Gabriela Cerrutti, en El Jefe.
Hay una anécdota famosa en el menemismo de esos años que cuenta de una pelea entre Miguel Ángel Vicco y Rotundo, quien al ingresar una noche en su piso de la calle Gelly y Obes se encontró con una sorpresa: "Cuando llegué, estaba todo oscuro. Me abrió la puerta Rotundo, vestido de negro, y me llevó a una pieza donde había velas y estaba lleno de curas. En un sillón estaba Carlos en un estado de meditación. En otra oportunidad, en el hotel Excelsior de Roma, lo tuve que sacar a trompadas, porque Carlos estaba dormido y Rotundo hacia cosas extrañas arriba de su cabeza".
Mario Rotundo –ex apoderado de Isabel Perón y luego vocero de Zulema Yoma– y Calabresi fueron los que operaron la reconciliación entre Carlos Menem y Zulema Yoma. El Nuncio, al que en el entorno menemista por sus orígenes napolitanos conocían como el pizzero convenció a Carlos Menem de que era imprescindible mostrar la imagen de una familia unida para llegar al electorado de la clase media y que veía mal las prácticas liberales como el divorcio. No era suficiente con saber que Menem en su momento se había opuesto al divorcio, había que mostrar la foto de la familia unida. Finalmente, la reconciliación se acordó en los primeros días de mayo y se marcó una fecha para la presentación pública: el 29 de mayo en que se haría una "Fiesta de la familia" en La Boca, con una inmensa olla de ñoquis.
Durante la campaña, en el menemóvil, todos bromeaban acerca de las relaciones de Rotundo con "el más allá", refiriéndose a su inclinación por las prácticas esotéricas, pero también a su amistad estrecha con algunos poderosos personajes de la Iglesia, sobre todo con Calabresi. Un año después, el 24 de mayo de 1990, la relación entre Menem y Zulema transitaba por su peor momento: ella estaba atrincherada en la residencia de Olivos y Menem dormía en la Casa Rosada. Una vez más el nuncio, cuyas funciones en la Argentina eran diplomáticas, fue a la residencia de Olivos acompañado por el empresario Jorge Antonio en busca de una nueva reconciliación que evitara el escándalo.
"Por Dios y por la Patria, señora, debe concurrir al acto del 25 de mayo", le dijo. Zulema le respondió que sí, pero el 24 a la mañana, su hermano Emir Yoma le advirtió: "No vayas porque han encargado a unos tipos que te tiren huevos podridos. Te van a insultar, Carlos se va a enfermar y ya hay un decreto, que dice que va a ser reemplazado por Eduardo. Se va a armar quilombo...". La misma noche del 25, Zulema percibió que algo malo estaba a punto de pasar. Llamó otra vez a Jorge Antonio y al nuncio apostólico. Necesitaba ayuda: quería recomponer la situación. Los tres hablaron en el living de la residencia.
–Monseñor, por favor, háblele a Carlos Menem, párelo a este loco, que algo está por hacer contra nuestra familia... Se lo pido por mis hijos...
Tras un largo silencio, –y ya con el aval de Menem– el embajador del Papa dijo:
–Mire señora, yo no puedo hacer nada. Tiene que tener resignación cristiana y aceptar lo que venga. Ya no se puede hacer nada – y se retiro veloz de la casa.
La mediación de Calabresi esa vez fracasó, y Zulema estaba dispuesta a ceder, pero el que no quería saber nada era Carlos Menem. Las palabras del nuncio le confirmaron las sospechas a Zulema, de que cualquier decisión de Menem tendría el aval de la Iglesia católica. El obispo de Mercedes, Emilio Ogñenovich lo confirmaba horas después por las radios: "La Iglesia católica no se opone a las separaciones de hecho en determinadas circunstancias. Nadie puede negar que el presidente Menem es un padre que vive preocupado por sus hijos".
Días más tarde, llegó el violento desalojo de la ex primera dama y sus hijos de la residencia presidencial.
Cuando las relaciones espirituales entre Menem y Rotundo se deterioraron, el empresario se presentó ante la justicia para exigir el pago de siete millones de pesos adeudados por Menem a raíz de los gastos realizados durante la campaña presidencial de 1989. También indicó que parte del dinero –un millón de dólares– fuera aportada por las Congregaciones religiosas. Página/12 publicó el 26 de marzo de 1994 la forma en que se reintegró el dinero:
"La devolución se hizo de la siguiente manera: doscientos mil el 10 de octubre de 1991; doscientos mil el 30 de octubre del mismo año y seiscientos mil como subsidios para los Hijos de la Sagrada Familia".
En 1997, nuevamente Página/12 destina espacio a la contribución de la Iglesia en la campaña menemista. El sacerdote Antonio González Recuero declaró que aportó a la campaña de Menem, a través de Mario Rotundo "entre tres y cinco millones de dólares", dinero que Menem nunca reintegró.
"Tuve entrevistas en la propia Nunciatura con el doctor Bauza y el señor Caselli con motivo de acercar las partes y buscar una solución a la devolución del dinero prestado", dijo el sacerdote quien aclaró que los fondos no sólo llegaron de congregaciones argentinas, sino también de la Congregación en España y de la Curia General.
El 23 de octubre de 1991, a los trece años del ascenso al trono pontificio de Juan Pablo II, Ubaldo Calabresi ofreció una recepción de la Nunciatura Apostólica de la avenida Alvear. Allí estuvieron representantes de la dictadura militar, del menemismo y de la iglesia, todos en comunión y unidos por la fe y devoción hacia el Santo Padre: Jorge Rafael Videla, Leopoldo Fortunato Galtieri, Basilio Lami Dozo y Emilio Massera; Humphrey Maud, embajador de Gran Bretaña y Terence Todman, embajador de Estados Unidos, por el cuerpo diplomático.
Carlos Saúl Menem, Alicia Saadi, María Julia Alsogaray, Claudia Bello, Raúl Granillo Ocampo, Adelina de Viola, Domingo Cavallo, Gustavo Beliz y José Luis Manzano, por el menemismo y Raúl Amín y Armando Cavalieri, por los sindicalistas y Gerardo Sofovich en representación de la farándula. Raúl Alfonsín que había sido invitado no fue.
Algunos medios adjudicaron responsabilidad personal a Calabresi del acto, como el Buenos Aires Herald.
"Monseñor Calabresi desea dejar en claro que los ex miembros de las juntas fueron invitados en forma totalmente deliberada junto con todos los demás que hayan presidido alguna vez los destinos del país, como gesto de reconciliación... Provoca asombro ver que la primera persona aparentemente deseosa de danzar con el diablo es el clérigo, y no sólo un sacerdote común y corriente, sino el representante de la suprema autoridad de la Iglesia Católica".
Pero Rubén Dri en su libro Proceso a la iglesia argentina, es terminante:
"Nadie puede creer que el nuncio sea capaz de invitar a los ex comandantes, condenados por múltiples violaciones a los derechos humanos, a celebrar el aniversario de la asunción de Juan Pablo II al pontificado sin la anuencia de éste. De esta manera, la máxima autoridad católica universal, el sumo Pontífice daba su plena aprobación al indulto menemista ".
Carlos Menem aceitó con astucia el engarce con los poderosos habitantes del Vaticano en los casi once años que duró su gobierno. Aunque había conocido informalmente al Papa en 1990 y en 1992, fue en diciembre de 1993 cuando concretó su primera visita oficial al Vaticano. Descendió del Tango 01 de la mano de Zulemita, toda vestida de blanco, con un exótico pantalón y tapado largo con ajustado cinturón. Juan Pablo II distinguió a Menem con el Gran Collar de la Orden de Piaña. El galardón instituido en 1847 por Pío XII, fue destinado a premiar "las virtudes y los valores individuales". John Kennedy y el emperador Akihito de Japón, se contaban entre las pocas personalidades con poder político que habían recibido esa condecoración, equivalente al título nobiliario de Conde. Le fue entregada en la suite real –de diez mil dólares la noche– ubicada en el primer piso del hotel Excelsior de Roma. En el lobby del hotel todos bromeaban y decían: "el conde de Anillaco ", cuando se dirigían al entonces presidente, que se paseaba orgulloso con la condecoración pontificia.


Cacho, El Obispo

El 20 de junio de 1997, Juan Esteban Caselli reemplazó a Francisco Paco Trusso –quien cayó en desgracia en medio del quiebre financiero del banco presidido por sus hijos– en el cargo de embajador argentino ante la Santa Sede. Un preciado y disputado lugar en Roma. La despedida de Argentina del entonces nuevo embajador–ahora hombre del canciller Carlos Federico Ruckauf– fue un almuerzo organizado por el nuncio Ubaldo Calabresi, al que asistieron desde Carlos Menem hasta los ministros Carlos Corach, Di Telia, el ministro de la Corte Suprema de Justicia, el militante del Opus Dei, Antonio Boggiano y los obispos Jorge Bergoglio, Justo Menvielle, Desiderio Collino, Emilio Ogñenovich, entre otros religiosos.
Luego de los fideos verdes con salsa y a la hora del brindis, Carlos Menem aseguró: "Las relaciones con la Iglesia nunca han sido mejores que durante este gobierno".
A lo que el nuncio, el pizzero, agregó: "Agradezco al presidente Menem por su apoyo incondicional a las posturas de la Santa Sede en todas las conferencias internacionales". Calabresi elogió a Caselli y recordó que el Vaticano le dio el placer del cargo en sólo tres días. Un tiempo récord para el caso.
Juan Esteban Cacho Caselli es un tipo raro.
Tiene la extraña habilidad de estar en el momento adecuado en el lugar justo, algo que lo llevó a convertirse milagrosamente en millonario de la noche a la mañana, cuando hace veinte años apenas tenía para comer.
Hijo de un ultracatólico, oficial de la Policía Federal, el operador más importante que tuvo el menemismo para negociar con la Iglesia, se educó en un colegio marista y fue militante de la Acción Católica desde muy joven, en una parroquia del barrio Parque Chas. Cuando tenía 19 años estuvo a punto de ingresar al seminario: había descubierto su vocación de ser cura. Pero desistió y eligió los negocios y la vida de dinero fácil. No le fue nada mal. Tiene 62 años y su nombre estuvo durante una década vinculado a los rincones más oscuros de la política. Allí donde se mezclan los altos negocios con la religión. Alfredo Yabrán, el tráfico de armas, y la mafia del oro, sólo por nombrar algunos. Su relación con Alfredo Yabrán, el suicidado empresario menemista llegó a ser tan estrecha, que el cartero decía frente a sus íntimos que "tenía embajador en el Vaticano y que esta adquisición le había costado cuatro millones de dólares ". Verdadero o falso, o parte de la mitología del empresario telepostal, lo cierto es que en las profundidades del yabranismo, aún hoy se cuentan historias que hablan de la intimidad que unía a ambos personajes y de la traición posterior de Caselli a su protector.
Parco, grueso y de mirada esquiva, entre 1974 y 1976 integró el gabinete del metalúrgico Victorio Calabró, cuando éste ocupó la gobernación de la provincia de Buenos Aires. A partir de la llegada de la dictadura, Cacho no se amilanó por los nuevos aires y pasó a integrar las huestes verde oliva. De Calabró, pasó a ser asesor de los generales Viola y Bignone. Tiempo más tarde pasó un tiempo en la cárcel: él asegura que por razones políticas y otros –gente ligada a Calabró y al peronismo de esos años– dicen que fue por estafas. Lo que sí es cierto es que hizo dinero rápido y se olvidó de la familia, que no le dirige la palabra. Cuando su padre murió, Cacho se presentó en la humilde vivienda de Parque Chas y su hermano le dio una trompada y lo expulsó del lugar. Pero para Caselli, a esa altura, su familia había pasado a ser parte de un lejano pasado. Habitaba entonces un lujoso piso en la avenida Alvear, que había pertenecido al brigadier Miguel Cardalda, para el que Caselli supo trabajar de chofer desde los años sesenta. Paso a paso Caselli se ganó la confianza del matrimonio que no tenía hijos. De manera muy extraña, antes de morir, Cardalda, dejó un testamento que decía que Juan Esteban Caselli era el único heredero de sus bienes. Y de chofer, el obispo pasó a ser dueño de casa y rico heredero.
"Esas son cosas de muy baja difamación. En esa casa yo me casé hace treinta años. El padrino de mi hijo el Coronel Cardalda y su esposa eran los dueños, no tenían hijos y cuando murieron me dejaron todas sus propiedades a mí. Yo le conocí en la escribanía donde trabajaba y nos hicimos muy amigos.
"Yo vengo de una familia muy humilde, mi padre era ordenanza en la policía, llegó a ser intendente del Hospital Churruca y regenteábamos los dos el buffet de un club en Villa Urquiza. Con el tiempo me mudé a Alvear, a esa casa que heredé", explicó titubeante en una entrevista.
Cuando ingresó al menemismo en 1989 se caracterizó enseguida por el bajo perfil, pero rápidamente comenzó a destacarse por su astucia para conseguir dinero a través de negocios dudosos. Hay una anécdota que circuló en la intimidad del menemismo y que lo pinta de cuerpo entero, que aseguraba que Carlos Menem había dejado de llevarlo a Olivos "porque si le invitaba a tomar mate, Cacho se robaba la pava". Verdadero o falso, lo cierto es que su primer puesto fue el de Subsecretario de Acción de Gobierno, bajo la órbita de su padrino político, el entonces secretario general de la presidencia Eduardo Bauza. También pasó por Somisa, lugar al que llegó de la mano de Hugo Franco (operador político del cardenal Primatesta, que lo colocó allí por pedido de Menem), con el que más tarde tuvo una pelea de ribetes escandalosos.
A partir de esta época se convirtió en puente entre Carlos Menem y algunos obispos de la Iglesia, que a cambio de suculentos favores monetarios –que Cacho conseguía con mucha habilidad de la secretaria de Acción Social y de los fondos reservados de la SIDE– rendían pleitesía al gobierno y conseguían grandes favores para sus diócesis. Caselli, como Dios, repartía los beneficios del Estado entre los que él consideraba que se los merecían. Entre los beneficiados se encontraba Justo Menvielle, Antonio Di Monte, Desiderio Coílino, Emilio Ogñenovich y Antonio Quarraccino, entre otros. Al poco tiempo, los demás obispos comenzaron a llamar a los prelados amigos de Caselli, La Banda. Estas amistades eclesiásticas lo llevaron al Vaticano donde entabló relación con Angelo Sodano, mano derecha de Wojtyla, quien le abrió las puertas del reino.
En octubre de 1993 logró que el Papa condecorara a Carlos Menem con el Gran Collar de la Orden de Piana, una distinción que el Vaticano concede a muy pocos Jefes de Estado. También gestionó distinciones para el vicepresidente Carlos Ruckauf (de quien en el período 2000-2001 sería fiel lacayo), el titular de la SIDE, Hugo Anzorreguy y para su jefe, el entonces hombre fuerte del gobierno, Eduardo Bauza. Pero el mayor éxito lo obtuvo dos semanas antes de las elecciones del 26 de octubre de 1997, en lo que fue calificado como una maniobra política de la oposición, Juan Pablo II recibió a Carlos Menem. Para esta época, ya había alcanzado el cargo soñado: embajador argentino ante la Santa Sede. En su curriculum figuró que era "un exitoso empresario". Nadie nunca supo de qué rubro.
Intrigante, servil y peligroso como el filo de una navaja, apenas aterrizó en Roma tuvo choques fuertes con dos influyentes: el cardenal Jorge Mejías, que dirige el Archivo secreto del Vaticano y hombre de confianza del Papa y el cardenal y ex nuncio en Argentina, Pío Laghi, a los que intentó convencer de apoyar el gobierno de Carlos Menem, de modo "poco serio".
"A ese señor no le dirijo la palabra después del encuentro que tuvimos. Le dije que nunca más lo quería ver. Apenas llegó y se presentó, me dijo algunas cosas fuera de lugar, y de las que prefiero mantener reserva, son muy delicadas", me contó Mejías cuando nos vimos en Roma.
En los corrillos de San Pedro se sabe con certeza que Caselli le habría ofrecido una cantidad importante de dinero mensual a Mejías y a Pío Laghi, igual que hacía en la Argentina con sus fieles purpurados, como manera de tenerlos de su lado y que sirvan de apoyo al gobierno. Y le salió mal. Instalado en el imponente despacho de Piazza San Luigi dei Francesi 37 entre 1997 y 1999 –residencia que mandó a reciclar por varios millones de dólares– recibió dos denuncias importantes en su contra: la primera, por sus gestiones en favor del empresario Yabrán, la segunda directamente por el tráfico de armas. Fue en 1995, cuando Domingo Cavallo denunciaba frente al Congreso a Alfredo Yabrán como "el jefe de las mafias enquistadas en el poder", tomaba estado público una carta firmada por Caselli en la que se gestionaba un favor para el cartero. Lanolec, una empresa de taxis aéreos propiedad de Yabrán, no contaba con hangares en el Aeroparque para estacionar sus jets Cessna Citation. Esteban Caselli, rápido como la luz, habló personalmente con Menem del tema y finalmente envió una carta al titular de la Fuerza Aérea, el brigadier Juan Paulik, en la que le solicitaba por expresa disposición presidencial, espacio para Lalonec. En su momento, Caselli se defendió "Yabrán es un empresario importante y me pareció oportuno ayudarlo con sus problemas".
Cuando Alfredo Yabrán se mató, ni siquiera envió una corona de flores a la familia, que hasta el día de hoy lo recuerda con desprecio.
Al momento de su designación como embajador, cuando la Cámara Alta debía prestar acuerdo, el senador Antonio Berhongaray se opuso y explicó:
"Caselli estaba en Ezeiza junto al director de migraciones, Hugo Franco, cuando se cargaron los aviones con las armas que debían ir a Venezuela y finalmente terminaron en Croacia. La información que tenemos es que tuvo bastante que ver con el tráfico de armas. Caselli fue uno de los encargados de monitorear los desembarques". Casi un año después, fue Oscar Camilión, ex ministro de Defensa, quien volvió sobre el tema, afirmando que el embajador ante el Vaticano había sido quien lo presionó para que el empresario menemista Luis Sarlenga (el primer arrepentido del affaires de las armas) fuera mantenido al frente de Fabricaciones Militares. Sin embargo, Caselli negó su participación en los hechos. "No tuve ni el gusto de conocer a Sarlenga."
Amante de la buena vida, el buen comer (fue dueño de Piperno, un lujoso restaurante de Puerto Madero que se vendió hace muy poco), la ropa de marca, las alhajas de oro (lleva llamativo anillo, reloj Rolex y varias pulseras de oro), el obispo no practica la austeridad de San Ignacio de Loyola o de San Francisco de Asís: ama veranear en las costas del Golfo de México y en Miami, concretamente en Naples, un reducto exclusivo, donde tiene un dúplex en el condominio Pelican Bay, con pisos de mármol de Carrara, que le habría costado cinco millones de dólares.
Para apuntalar a Ruckauf en la cruzada electoral, o más bien para que su triunfo en las elecciones terminaran por aniquilar al Frepaso y a su candidata a gobernadora, Graciela Fernández Meijide, Carlos Menem una vez más pidió ayuda a su hombre de confianza, el embajador en el Vaticano, Esteban Caselli.
"Veníte a trabajar para la campaña", escuchó de la voz de su jefe, un mes antes de las elecciones, Cacho Caselli, quien solícito, dejó su cómodo lugar en el Vaticano para "apoyar a todo el justicialismo", según aseguró recién llegado a Buenos Aires.
"No vine a trabajar para Ruckauf. El presidente Menem me pidió que venga a trabajar para el justicialismo. Lo de Ruckauf (contra Fernández Meijide) no es una embestida, hay una postura en defensa de la vida, la familia y los valores cristianos y en contra del aborto. No es campaña política, hace a su convicción personal: defender la vida desde la concepción. Es una política que la viene llevando a cabo desde 1989. Menem lo había demostrado día a día en los apoyos que ha dado. "
Cuando pasó a servir a Carlos Federico Ruckauf en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, se convirtió en Secretario general, un cargo que le permitió manejar "la caja". Su máxima aspiración. Enseguida, y fiel a su estilo, hizo migas con el arzobispo de La Plata, el conservador Héctor Aguer, quien se convirtió en su amigo de la noche a la mañana. Instalado en el despacho más importante de la gobernación, contrató un arquitecto que lo redecoró a su gusto: de colores amarillos y blancos (los colores vaticanos), con un equipo de música que todo el tiempo trasmite música sacra y detrás de su escritorio un enorme cuadro de Karol Wojtyla, dedicado para él.
Durante el último viaje de Carlos Menem a Italia, Caselli protagonizó un episodio a pocos metros del Papa, que terminó en escándalo. "¡Ustedes son unos traidores hijos de puta!", disparó el embajador, mientras dirigía la mirada hacia sindicalistas y empresarios que trataban de entregarle al Papa un documento crítico de la realidad social argentina. La violencia verbal fue tal que el cardenal Raúl Primatesta intervino, acercó al grupo hasta el Papa y entregó el documento a su secretario privado. La venganza de Caselli sobre el cardenal y sus acompañantes, entre los que se encontraba monseñor Estanislao Karlic, no se demoró: nunca les envió un auto para que pudieran moverse por Roma durante la visita. "Aquella visita fue bochornosa, a tal punto que ese hombre (Caselli) casi no le da lugar en la mesa para comer a Karlic, si no fuera porque tuve que intervenir. Fue deplorable", relata Primatesta, cuando recuerda el episodio.
El año 1998 fue especialmente conflictivo para la relación entre la iglesia y el gobierno de Menem. Tres hechos determinaron el mal clima reinante. El primero de ellos, el fallido ofrecimiento por parte del entonces ministro del Interior, Carlos Corach, de subsidios para Caritas, que fue interpretado como intento de presión por parte del titular de la entidad, Monseñor Rafael Rey, y generó mal clima en la Iglesia. A este hecho se sumó que cuatro millones dólares de un crédito del Banco Interamericano de Desarrollo destinado a Caritas para hacer frente a los inundados, desaparecieron misteriosamente en las cuevas de los funcionarios menemistas encargados de entregarlos.
En segundo lugar el Secretario de Culto, Ángel Centeno, hombre respetado por los obispos por haber desarrollado una tarea alejada del partidismo, se vio obligado a renunciar por su insostenible relación con el embajador en el Vaticano, Esteban Caselli, hecho que se completó con el traslado de la Secretaría de Culto a la órbita de la presidencia.
Las señales fueron claras: se politizó el área para ganancia del operador Esteban Caselli y su relación con el Club de Roma, que tantos beneficios le traía. Finalmente y como broche de oro de este año cargado de diferencias, los obispos y Caselli protagonizaron una serie de escaramuzas en Roma durante la quinta visita de Menem a Juan Pablo II.


Santos Subsidios

A mediados de julio de 1998, el ministro del Interior, Carlos Corach, tuvo que admitir que le ofreció al titular de Caritas, Rafael Rey, un subsidio de ayuda, pero negó que hubiera intentado con ello presionarlo para que cesara con sus duras críticas contra el Gobierno.
Rafael Rey había declarado: "No queremos dinero que se pase por debajo de la mesa. He rechazado la oferta porque la forma no era transparente".
Corach, mientras tanto, aseguraba que lo ofrecido no eran fondos reservados sino plata que el Ministerio del Interior tiene para emergencias sociales.
El máximo disgusto del obispo se refería a la forma en que fue operada la entrevista con el funcionario, vía embajador argentino ante la Santa Sede, Esteban Cacho Caselli, con el previo pedido de que modere sus críticas al gobierno. Caselli llamó desde Roma a Rey, uno de los obispos que más enfrentó a la política económica menemista. El obispo de Zárate-Campana dijo que su actitud de no aceptar las donaciones que no estuvieran enmarcadas en subsidios, ni programas habituales, fue apoyada por sus pares de San Isidro, Jorge Casaretto, de Río Cuarto, Ramón Staffolani, y de Morón, Justo Laguna.
Laguna por su lado calificó de "lamentable" que Caselli hubiera llamado a Rey para que bajara los decibeles de sus críticas al gobierno.
–Laguna piensa de una forma. El es crítico de la situación social y política. El habla de la pobreza, pero a los pobres no es capaz de hablarles. Esto lo digo con el mayor respeto por lo que siempre repetía la Madre Teresa de Calcuta –exclamó Caselli, burlón, en un reportaje de Página/12.
Sólo un mes antes, Menem había enfrentado con ironías las conclusiones de la reunión de la Comisión de Pastoral Social que se había realizado en Mar del Plata. Allí Laguna describió un sombrío panorama social, producto del plan económico y había reclamado los índices de pobreza. Menem furioso, atacó:
"Cuando un obispo dice que al paso que vamos nos vamos a morir de hambre. No creo. Y menos un obispo radical, ya saben a quien me refiero", en clara alusión a Laguna.
Pero a la novela Menem-Laguna le faltaban varios capítulos. El feliz encuentro se concretó el 31 de agosto con motivo del acto público realizado por la inauguración del tramo final de la Autopista del Oeste destinada a unir en 45 minutos Capital con la ciudad de Lujan. Allí los ultrarrivales compartieron el palco y sorprendieron a todos los observadores cuando se estrecharon en un abrazo y luego cuando intercambiaron elogios en sus respectivos discursos.
Menem dijo:
"Monseñor Laguna es un hombre de bien, con quien hemos tenido alguna discusión, pero eso hace al juego de la democracia. Y agradezco la oportunidad que me da este acto de darme un abrazo con quien admiro por su capacidad y su talento", y el abrazo selló las palabras.
A la hora de las palabras oficiales Laguna señaló:
"Las autopistas pueden tener el sentido apocalíptico que Julio Cortázar le imprime en uno de sus libros. O el espiritual de acercar a los hombres. Agradezco particularmente por todo lo que contribuyó el presidente de la Nación para que esto que parecía tan difícil, sea una realidad".
Luego del acto, Laguna dijo estar "impresionado por las palabras de Menem que estuvo muy cariñoso" y se confesó alegre "por haber dejado atrás una relación desagradable". Pero aclaró seguir pensando lo mismo sobre ciertos efectos de la política económica, como el grave problema de la exclusión social y por último celebró "que el propio Menem destacara nuestras diferencias".
Sin embargo, las palabras, como dice el refrán, se las lleva el viento y la realidad siempre puede más. Justo Laguna pertenecía a la camada de obispos –mayoritarios– que denunciaban día a día la crítica situación social de miles de personas que eran expulsadas del sistema, que no podían ser tapadas por manejos oscuros de Caselli con los obispos afines, a través de los ATN (Aportes del Tesoro Nacional) o del dinero de los fondos reservados. Según datos reservados de la época –luego emitidos en una investigación del programa televisivo Punto Doc– seis obispos de cien, recibieron más del cincuenta por ciento de los treinta millones de dólares que el menemismo repartió a la Iglesia católica, entre ATN y además, dinero negro de la SIDE.
"No hay un conflicto entre la iglesia y el Gobierno. Hay un conflicto entre el Gobierno y monseñor Rey, porque yo vengo señalando desde hace mucho que la pobreza sigue creciendo en el país."
El enfrentamiento al que aludía monseñor Rey se dio porque el obispo, al anunciar la colecta de Caritas, señaló que de acuerdo a los datos del INDEC había más de nueve millones de pobres pero agregó que según el Banco Mundial el número de pobres ascendía a 13,4 millones.
"Menem sabe todo pero oculta la realidad y se toma todo como un ataque personal sobre todo en estos días que se acercan las elecciones. El gobierno, no quiere ver lo que pasa. En realidad, conoce los índices de pobreza pero no quiere reconocerlos por razones políticas. Nos están mintiendo a todos.
"Yo creo que Duhalde y Menem no son lo mismo. Duhalde ha venido poniendo el acento en la pobreza en más de una oportunidad; lo social lo ha venido preocupando mucho más que a Menem en los últimos años.
"Me pareció una frase muy inteligente la frase del obispo Hesayne a propósito del premio del Vaticano al Presidente, dijo: "Menem puede engañar al Papa, pero no a Jesucristo", concluyó Rey en una entrevista con Noticias.
Mientras los miles de inundados esperaban a la intemperie, nadie del gobierno podía responder dónde estaban los cuatro millones de dólares que se habían comprometido a entregar a Caritas por escrito, gracias a un subsidio aportado por el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) y que se esfumaron sin dejar rastros. Y Rey, junto a otros obispos, salió a reclamar el dinero que estaba destinado a ayudar a los inundados a construir o refaccionar unas 1.300 viviendas.
–¡Saquen la plata de abajo de las piedras, si es necesario, pero no quiero escuchar más nada de Rey, ni de ninguno de estos tipos... Me tienen las pelotas llenas!–gritaba Carlos Corach en su despacho del ministerio del Interior.
Las quejas de Rey llevaron a muchos hombres del gobierno, a acusar al obispo de ser un operador de la Alianza.
Al ya agitado mes de julio de 1998 en las relaciones Menemismo-Iglesia, le faltaba el broche de oro. En los últimos días de julio se fue Ángel Centeno de la Secretaría de Culto, cargo que ejerció desde que Carlos Menem llegó a la presidencia en 1939. Su reemplazante fue el santiagueño Juan José Laprovitta, "un menemista de la primera hora", que poco y nada tenía que ver con el perfil diplomático e institucional de Centeno.
Tres años después de aquel hecho, en su departamento de Barrio Norte, el médico de profesión, reflexionó:
"Estuve casi diez años en el cargo de Secretario de Culto sin ser menemista. Sé que cuando me tuvieron que nombrar, Menem le consultó a tres personas: Quarracino, Ubaldo Calabresi y a Mario Campora, y todos me señalaron a mí, porque había ocupado el cargo eficientemente durante el gobierno de Arturo Frondizi".
Cultor de un estilo institucional, de excelentes relaciones con la Jerarquía eclesiástica, Centeno mantenía profundas diferencias con Caselli por sus manejos por la puerta trasera e ignorando a la Conferencia Episcopal Argentina y a él mismo como Secretario de Culto.
Centeno recuerda el final de su gestión:
"La embajada argentina en la Santa Sede dependía de mí, pero Caselli jamás me informaba de nada, hablaba directamente con Menem. Yo le digo a Caselli que el viaje de Menem del '97 previo a elecciones, iba a ser tomado como electoralista. Lo hablé con los noventa obispos y lo consideraron un error, pero él no me escuchó. Lo mismo pasó con la visita de noviembre del '98 a la Iglesia Argentina en Roma, de la que no comunicaron nada a la CEA. Finalmente en agosto del '98 Caselli fue a ver a Menem y se quejó de mi porque le frenaba los viajes al Vaticano y le pedía informes. Le dijo también que había un boicot en su contra y que yo tenía dos asesores Norberto Padilla y Navarro Floria (que luego serían funcionarios del gobierno de De la Rúa) que trabajaban en la Revista Criterio, una publicación crítica. El resultado de esa visita fue que a los pocos días, el canciller Di Tella me transmitió que el presidente optaba por Caselli. A la distancia, yo lo único que agradezco, fue el tono elogioso con el que Menem se refirió a mí al anunciar mi renuncia ".


Como López Rega

"Represento al presidente y no a los obispos", dijo en su defensa el embajador ante la Santa Sede, Esteban Caselli, respondiendo a las quejas de los obispos por sus manejos. Esta vez el cuestionamiento tuvo que ver con la forma en que se gestionó la visita del Papa a la Iglesia argentina en Roma y el viaje que haría ese año al país, el Secretario de Estado del Vaticano, cardenal Angelo Sodano.
Como lo hizo durante toda su gestión el obispo pasó por alto a la Conferencia Episcopal y muchos prelados se enteraron por los diarios de lo que sucedería en el seno de la propia iglesia.
"Ningún obispo tiene que sentirse molesto por la visita del Papa a la Iglesia Argentina en Roma, es un gesto que debería llenarnos de alegría a todos los argentinos, en especial a los católicos y al clero", dijo entusiasta Cacho. Claro que omitió un detalle: la Conferencia Episcopal es la dueña del templo y no fue informada de que se estaba gestionando la concurrencia del Papa allí.
"Fue un procedimiento simple, formal, transparente y exitoso, no consulté con las autoridades porque supuse que ellos estarían de acuerdo en continuar un trámite en el que había participado nada menos que el cardenal Antonio Quarracino."
Lo cierto fue que el viernes 13 de noviembre el Papa presidió un oficio religioso en la iglesia ubicada en la plaza Buenos Aires de Roma en presencia de Carlos Menem. Para el embajador fue todo una proeza, ya que Wojtyia visita sólo los días domingos – y cuando se lo permite su salud– alguna parroquia de Roma.
La comitiva estuvo integrada por 36 personas, ademas de Carlos Menem, pero llegaron a Roma –como era habitual– peluqueros, amantes, diputados, sindicalistas, empresarios y diecisiete obispos argentinos que viajaron en compañía del cardenal Raúl Primatesta. Una vez en Roma, los hombres de la Iglesia dijeron a todos los que querían escuchar, que se enteraron de la visita de Juan Pablo II a la Iglesia argentina, a través de los medios.
El principal problema fue que la iglesia (construida en 1930 gracias a donaciones de monseñor José León Gallardo) sólo puede albergar a 500 fieles.
Según la nómina oficial de la embajada argentina ante la Santa Sede, los invitados eran Carlos Menem, el entonces precandidato presidencial Ramón Ortega, José Manuel de la Sota, Ramón Puerta, los sindicalistas Rodolfo Daer y el diputado justicialista Saúl Ubaldini, y por supuesto, el cardenal Primatesta y los diecisiete obispos entre quienes estaba monseñor Estanislao Karlic. Además tenían derecho a asistir cinco embajadores ante la Santa Sede (el único que lo podía hacer con su esposa era Caselli) y cinco funcionarios de la sede diplomática en Roma, a cargo del embajador Félix Borgonovo. Además, como a una romería, fueron convocados los 263 sacerdotes y monjas argentinos que viven en Roma, y un sinnúmero de convidados y amigos.
"Caselli esta entrando en cuestiones internas de la Iglesia y disponiendo de algunas cosas que no le corresponden. Está actuando como si fuera un nuncio apostólico. Pero por otra parte, tal vez no todos en el Vaticano estén enterados de la realidad argentina, porque hay un embajador que sólo informa lo que le conviene", dijo Rey indignado desde Buenos Aires.
A esa altura todo era un bochorno.
Desde Roma, Menem contestó:
"Esteban Caselli es un dignísimo embajador. Es un hombre de bien, un hombre de la Iglesia".
El dignísimo embajador había realizado en ese viaje varias maniobras poco transparentes o elegantes. Para seducir a los obispos a que formaran parte de la comitiva les había ofrecido pagarles el pasaje, pero los dos referentes más importantes, el cardenal Primatesta y el presidente de la CEA, Estanislao Karlic, se costearon el tour por sus propios medios.
Otro de los objetivos fue bloquear el encuentro entre Menem y el primer ministro de Italia, el comunista Massimo D'Alemma. Cualquiera que conozca algo de historia argentina hubiera dicho que Esteban Caselli se estaba mimetizando con José López Rega. Para impedirlo, había recurrido a los oficios del nuncio Ubaldo Calabresi: "Al Vaticano le cae mal el origen comunista de D 'Alemma", le dijo al oído.
Por último, el enojo llegó por el boicot que hizo a la intención de la Mesa de Consenso (una multisectorial conformada a instancias de la iglesia) de ver al Pontífice al término del oficio religioso.
La idea, que contaba con la aprobación de la Comisión de Pastoral Social presidida por Primatesta, era entregarle a Juan Pablo II una declaración en la que las partes expresaban su disposición a buscar caminos de solución a los problemas sociales que sufre el país, sobre todo el alto nivel de desocupación.
Pero Caselli se mostró en total desacuerdo por "considerarla una cuestión política que no tiene cabida en un acontecimiento religioso".
Finalmente, todo terminó en un escándalo que agrandó aún más la brecha entre el gobierno y la Iglesia.


Los Legionarios de Cristo

Nacieron bajo el ardiente sol azteca en el año 1941 y se expandieron por el mundo con la velocidad del rayo. Llegaron a la Argentina de la mano de la familia La Rocca en 1994, inmediatamente antes de la reelección de Carlos Menem y ya acercaron a varios top locales a sus filas: la ex mujer del gobernador Carlos Reutemann, Mimicha, el banquero Manuel Sacerdote, del Bank of Boston, la familia Roemmers, dueña de los laboratorios del mismo nombre, la familia Peirano, dueña de los supermercados Disco y los Guerrero, propietarios de grandes extensiones de tierra en el sur de la provincia de Buenos Aires.
Sus miembros son muchachos jóvenes y cultos (casi todos españoles y mexicanos), que detestan la fama y la publicidad, pero aman el poder y las riquezas casi en la misma medida que entregan el alma a Dios. Algunos dicen que son los hermanos menores del Opus Dei, otros, que son enemigos y que la competencia es feroz, pero lo concreto, es que los Legionarios de Cristo, una orden conservadora y ultracatólica, desconocida para una enorme cantidad de mortales, tejió una particular y secreta trama de influencias en ámbitos políticos, sociales y económicos de más de veinte países del mundo, –además de la Argentina– lo que les otorgó un poderío fuera de serie. En la Argentina son desconocidos y el titular de la orden es el sacerdote español Arturo Díaz, natural de Madrid, de tan sólo 37 años. Tienen la sede central en el barrio de Palermo Chico, a metros de ATC y tres colegios: uno de Pilar, otro en Barrio Norte (Juncal y Riobamba) y el tercero es el antiguo Colegio Betania, del barrio de Villa Crespo. Apenas llegaron a la Argentina, los caciques locales los recibieron con cierta desconfianza, menos el entonces cardenal Antonio Quarraccino, a quienes conocían desde Roma, en la década de los años setenta. No está de más recordar que la vinculación con Argentina se dio también a través del cardenal Eduardo Pironio, cuando éste estaba al frente de las Congregaciones Religiosas y tenía como secretario privado a un destacado miembro de los Legionarios.
Polémicos y ambiciosos, obtuvieron durante los últimos treinta años la bendición incondicional de Karol Wojtyla –clave de su crecimiento y expansión– quién vio en ellos a los cruzados de la fe, en medio de un cristianismo resquebrajado por la crisis y en el que el pontífice inició, apenas asumido su mandato, lo que denominó la "Segunda Evangelización ".
No es casual que la mimada congregación fuese mexicana, teniendo en cuenta que México, uno de los países con mayor cantidad de católicos del mundo, reinició relaciones con el Vaticano recién en 1979: el primer viaje de Wojtyla fue precisamente al país azteca. Y a ellos no les fue nada mal en la batalla: son la orden (a la par de la creada por Escrivá de Balaguer) que más sacerdotes aporta a la Iglesia Católica –50.000 en el entorno menemista entre clérigos y seglares– y también una de las más ricas. Su fundador, el sacerdote mexicano Marcial Maciel Degollado, integrante del séquito de influyentes de Juan Pablo II, tiene 82 años y vive en la casa de la compañía en Roma, el lujoso Ateneo Pontificio Regina Apostulorum. Muy cerca del Papa, con quién mantiene una estrechísima amistad, Maciel pudo esquivar, en 1997, las gravísimas denuncias en su contra, por abuso sexual (que venían de 1950), de varios ex seminaristas mexicanos pertenecientes a la orden. Al calor de los actuales escándalos que involucran a sacerdotes y obispos de la Iglesia Católica en Estados Unidos, las acusaciones regresaron, atormentando los días del anciano padre Maciel. Hermético, escribió un comunicado como única respuesta, asegurando que eran "difamaciones de sus enemigos" y todo regresó a los cauces naturales.
En las últimas tres décadas, la expansión del grupo ha sido impresionante. Además de España y México, tienen sedes y fuertes inversiones en Estados Unidos, Irlanda, Francia, Alemania, Suiza, Australia, Chile, Colombia, Venezuela, Brasil, Nicaragua, Perú, Bolivia, Paraguay, Uruguay y Argentina, a los que hay que sumar otros países, en los que recién se inician. El Regnum Christi –movimiento que agrupa a miles de sacerdotes, seminaristas y laicos– tiene programas de adoctrinamiento religioso para mujeres, matrimonios, familias, jóvenes y niños de la calle, en las seiscientas obras de apostolado establecidas en ciudades de todo el mundo.
Dueños de universidades y colegios privados, los legionarios convirtieron a la educación en la espada principal de su accionar, ansiosos por captar líderes que en un futuro cercano accediesen a niveles de poder, contactos o nuevas vocaciones sacerdotales. Esta estrategia fue la llave que permitió el ingreso de abundante dinero a las arcas del movimiento. En total, bajo la órbita de la orden mexicana, estudian mas de sesenta mil alumnos entre niños, adolescentes y jóvenes de todo el mundo. En México fundaron en 1964 la famosa –y lujosa– Universidad de Anahuác, por la que pasaron distintas personalidades y en la que se formaron los hijos de los empresarios más ricos del país. De ahí traen el apodo: "los millonarios de Cristo". En España, después de muchos años, –curiosamente se inscribieron en el Registro de Asociaciones Religiosas del Ministerio de Justicia recién en 1983–son dueños del Centro Universitario Francisco de Vitoria, (adscrito a la Universidad Complutense, con más de treinta licenciaturas diferentes) ubicado sobre quince hectáreas, en la próspera localidad de Pozuelo de Alarcón, sobre la carretera que lleva a Majadahonda y Boadilla del Monte. Y en 1984 compraron el colegio Everest, en la urbanización Monteclaro. En la dirección del Everest está el sacerdote legionario Santiago Oriol. Esta acaudalada familia –un primo hermano es presidente de la compañía eléctrica Iberdrola– tiene entre sus miembros a cuatro sacerdotes de la legión y a una "consagrada" del Regnum Christi. En La Moraleja, está otro colegio, el Highland, una entidad bilingüe dirigida por educadores de la organización. En realidad –según varias informaciones– el colegio está inscripto con el nombre de "Cumbres", como otras instituciones pertenecientes a la legión, situadas en Godella, Valencia y Alcalá de Guaira, Sevilla. Y como entidad titular aparecen los "Misioneros del Sagrado Corazón o de la Virgen de los Dolores, Legionarios de Cristo", como se llamaban originalmente. Conocedores de la importancia de la comunicación, en cada país que se instalan, los legionarios se hacen de radios o publicaciones: L'Osservatore Romano en su edición española, es dirigida por el legionario sacerdote Arturo Gutiérrez y en Estados Unidos, el padre Owen Kearns, está al frente del semanario National Catholic Register.
Entre los que apoyan de una u otra manera las labores de sus clérigos hay un espinel de apellidos rutilantes en el mundo de la empresa, la política o la alta burguesía.
En España, las millonarias Alicia y Esther Koplovitz; los empresarios Emilio Botín, Iñigo Oriol e Ibarra y José Joaquín Ysasy Ysasmendi; el tenor Plácido Domingo; el presidente del Gobierno, José María Aznar y Ana Botella, el ministro Francisco Álvarez-Cascos y su segunda esposa Gemma Ruiz Cuadrado (a la que eximieron de concurrir a clases de derecho en CUFVI); el presidente de la Junta de Galicia, Manuel Fraga Iribarne; el torero Manuel Benítez y el actor Emilio Aragón. Varias actividades deportivas organizadas por el Centro Universitario Vitoria han logrado la adhesión del príncipe Felipe y de la Infanta Cristina, aunque eso no signifique necesariamente que los mismos comulguen con las ideas de los hijos de Maciel. Cuando el desaparecido semanario Tribuna publicó en 1997, que Alicia Koplowitz "quería meterse a monja", y contó los detalles de su relación con los Legionarios de Cristo, provocó que la hija de Ernesto Koplowitz Stenberg, un poderoso empresario de origen judío alemán, llamara por teléfono al director del medio, Antonio Pérez Henares, para desmentir la información. Pero la revista confirmó todo con documentación y Alicia se llamó a silencio. La fundación Vida y Esperanza dedicada a los niños desamparados, presidida por Alicia, tenía como participante principal al sacerdote Florencio Sánchez, hoy jefe de los legionarios en España. El caso de Ana Botella es diferente. Su admiración y cercanía con la congregación nunca fue desmentida y se la vio en varios actos y eventos deportivos organizados por los legionarios. Su sobrino (hijo de su hermana Macarena), Borje Robredo Botella, alumno sobresaliente del CUFVI, es un líder deportivo muy promocionado por la orden.
En Chile, donde también son muy fuertes, tienen la adhesión de la familia Edwards, dueños del diario El Mercurio y los hermanos Luksics, dueños del Banco Edwards, entre otros.
En México, las simpatías legionarias son tan o más importantes que las de España. Plácido Arango, propietario de las tiendas VIPS; la familia Garza Spada, del Grupo Alfa y Vitro (dirigentes del PAN, partido gobernante); los Azcárraga, propietarios de la cadena Televisa, uno de los Holdings de televisión más grandes del mundo; Carlos Slim, dueño de Telmex y uno de los hombres más ricos de Latinoamérica, amigo personal de Felipe González (su hija está noviando con el hijo de Felipe González); Manuel Senderos Irigoyen, copropietario del grupo industrial Desarrollo S.A.; los hermanos Lorenzo y Roberto Servitje de la panificadora Bimbo; el asesinado dirigente del PRI, Luis Donaldo Colosio; el ex presidente Carlos Salinas de Gortari; el ex presidente Ernesto Zedillo y el actual presidente Vicente Fox y su mujer Martha Sahagún. Lo curioso de este último caso es que Marcial Maciel es asesor espiritual de Martha y también de Lilian de la Concha, primera esposa de Fox, a la que alojan y le dan cristiana protección en un apartamento de la Congregación en Roma.
Los orígenes de los Legionarios de Cristo se remontan a comienzos del siglo pasado. Marcial Maciel Degollado, salió de México camino a España la madrugada del 2 de septiembre de 1946, acompañado por 34 seminaristas adolescentes, en un largo viaje que se extendió durante veintiocho días, solventado por el aristócrata español Claudio Guell, dueño de la compañía Trasatlántica española, quien a través de una solicitud del ministro de Asuntos Exteriores franquista, Alberto Martín Artajo, decidió tenderles una mano. Hacía dos años apenas que Maciel había sido ordenado sacerdote por su tío, el obispo de Cuernavaca, Francisco González Arias. Llegaron al puerto de Bilbao y de allí partieron a Santander, donde se establecieron. Maciel y los suyos comenzaron a caminar la península, hundidos –en los primeros tiempos– en hambrunas y un sinfín de dificultades. Hay quienes aseguran que en esa época, el caudillo de la congregación, ayudó a sobrevivir a los suyos pidiendo limosna de casa en casa. Buscaban gente importante –y sobre todo rica– que los ayudara, pero también necesitaban desesperadamente jóvenes voluntades para acrecentar la incipiente organización y lograr el reconocimiento formal de Roma.
En La prodigiosa aventura de los Legionarios de Cristo, editado recientemente por Foca, un excelente y minucioso trabajo de investigación sobre la congregación y sus vínculos, el periodista Alfonso Torres Robles, dice acerca de estos tiempos fundacionales: "Sumida en plena posguerra y en una situación de aislamiento político y económico por parte de la comunidad internacional, España tenía poco que ofrecer a Maciel comparado con las necesidades de su grupo. Había hambrunas, cartillas de racionamiento y días de plato único, por lo que a su llegada, los legionarios no encontraron precisamente un país boyante en medios materiales. ¿De donde procedían, pues, los fondas que administraban Rafael Cuena (compañero original de Maciel) y Marcial Maciel? De los adinerados padrinos aztecas y venezolanos y de algunos indianos españoles que habían hecho grandes fortunas en América. (...) Aparte de los empresarios ligados al poder político, las viudas ricas fueron otras de las grandes vetas descubiertas por Maciel. Curtido en las lides, a pesar de su juventud, el sacerdote mexicano logró que los colegios españoles donde se formaban sus pequeños seminaristas también se sostuvieran con fondos y alimentos enviados desde México y Venezuela por las madrinas de la orden religiosa. Generalmente mujeres adineradas, católicas y solas, ellas constituyen lo que un ex legionario denomina "la mina de las viudas".
Mon Pére, como es llamado Maciel por sus discípulos, mantiene desde siempre el espíritu de cuerpo de la organización, que tan buenos resultados le trajo a lo largo de tantos años de vida, a través de un indisimulado culto a la personalidad. "(...) Si algún día los nuestros por razones humanas quieren separarse de la lucha y del apostolado, sépanlo que se apartan abierta y claramente del espíritu delRegnum Christi (Movimiento fundado en 1949) y de lo que yo como fundador indigno, elegido por Dios, considero voluntad suya", escribió en 1941 en una carta dirigida a los suyos. Con ciertos toques de mesianismo, los miembros de la orden trabajan con el convencimiento de ser los herederos de Cristo en la tierra y como tales se mueven.
–¡Líderes, padre Maciel, tenemos que formar y ganar para Cristo a los líderes de América latina y el mundo! –cuenta la leyenda legionaria que el Papa Pío XII exclamó ante un joven Marcial Maciel, en una audiencia privada que éste consiguió a través del cardenal Incola Canali, una mañana de mayo de 1948. En ese mes, Maciel logró que la orden fuera bendecida por el pontífice. El 29 de enero de 1995, Juan Pablo II beatificó a monseñor Rafael Guizar Valencia, tío de Maciel.
Sin embargo, entre los tiempos de gloria, existen tiempos de oscuridad.
Hay una etapa en la vida del sacerdote mexicano que está sumida en las sombras: entre 1950 y 1959 fue apartado de la orden por indicaciones del Vaticano. Y justamente ésta es la que coincide con las denuncias de abuso sexual de ex seminaristas, que estaban internados en establecimientos de España e Italia. Primero lo hicieron ante un diario norteamericano, el Hartfort Courant, teniendo en cuenta el inmenso poder de los legionarios en México. Los mismos fueron reflejados por los mexicanos diarios La Jornada y la revista Milenium.
En noviembre de 1997 las víctimas enviaron una carta al Papa, en la que describen con suma crudeza lo que sufrieron. Todos aseguran que Maciel los obligaba a ir a la "enfermería", en donde había "una cama, varias mesitas y medicamentos". Todos eran adolescentes, casi niños. "A mí me planteó que tenía dolores, supuestamente provocados por una involuntaria retención de esperma y me dijo que necesitaba que le diera un masaje. Este comenzaba en la parte baja del abdomen, después me bajaba la mano hasta tocarle el pene y hacerle una masturbación. Con la mano debía frotarle los músculos de las piernas", cuenta el hoy ganadero, Alejandro Espinosa. "De once niños que ingresamos en el seminario en mi grupo y que comenzamos nuestros estudios en latín en la Universidad de Comillas, en Santander, sólo se ordenaron sacerdotes dos religiosos. Además, uno de nuestros compañeros, víctima también de las aberraciones sexuales del padre Maciel, se suicidó en Moscú años después. Del grupo que se fue a España antes que nosotros, del que formaba parte mi hermano Fernando, y que estaba compuesto por doce muchachos, ninguno logró ordenarse sacerdote", relata el abogado José Antonio Pérez Olvera, que ingresó al noviciado a los 11 años. "El abuso sexual del que fui víctima por parte del padre Maciel, que conllevó una virtual "absolutio complicis" al ordenarme que ese acto no lo comentara con nadie, ni siquiera en confesión, y que podía acercarme a comulgar inmediatamente, y su sistemática actitud de hacernos sentir siempre culpables y permanentemente pecadores, mermaron nuestra libertad y el libre albedrío, con todas sus consecuencias ", revela Pérez Olvera en su testimonio.
Los ex religiosos ratificaron todo en el Vaticano, en 1998, pero después de un tiempo, en 1999, Gianfranco Girotti, subsecretario de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, determinó que las mismas eran falsas. Y la luz volvió a iluminar la figura del viejo Marcial Maciel y sus legionarios.
"Conozco al padre Maciel desde que era muy joven, es nuestro padre, nuestro fundador. No creo en estas denuncias, que por otra parte son muy viejas. Tengo confianza en él, aunque sé que trataron de perjudicarlo. Comí en su mesa, es un padre, un amigo. Cada vez que este tema regresa, pienso que también muchos en el catolicismo fueron perseguidos, incomprendidos: San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Avila y el padre Pío, recientemente beatificado. Dios, el tiempo y la historia nos dará la razón...", me dijo el padre Arturo Díaz, con una sonrisa confiada, una tarde de junio de 2002, en un helado salón de visitas del Colegio Betania.


El Cura del Sheraton

El año 1998 difícilmente pueda ser olvidado por el sacerdote salesiano que empezó su carrera mediática hablando de su fundación y de sus niños con el periodista Mauro Viale y terminó involucrado en una gran estafa televisiva. El padre Julio César Grassi estuvo durante ese año en el medio uno de los grandes escándalos mediáticos, con deudas impagas, acusaciones de defraudación y de evasión impositiva, con la magnificación que significó que la involucrada mayor fuera Susana Giménez.
El padre Grassi pedía el siete por ciento de los 18.509.469 pesos que había facturado el concurso "Su llamado", pero finalmente la fundación "Felices los Niños" recibió 1.211.400, a cambio de retirar sus demandas contra Hard Communication, los encargados de realizar las llamadas. Los televidentes podían comunicarse con una línea para participar en un sorteo millonario y realizar una donación a la obra del sacerdote. Del concurso, según el fiscal que se ocupó del caso, Martín Niklison, participaron cerca de tres millones de personas, que generaron una facturación nada desdeñable: superior a los dieciocho millones de dólares, pero al cura le dieron solo cuatrocientos mil. Según el fiscal, la empresa de Born y Galimberti debía pagarle a Grassi el cincuenta por ciento de la ganancia neta. Al margen de que Grassi llegó a un arreglo extrajudicial posterior con Susana Giménez, la causa siguió su rumbo y el escándalo estaba instalado con todos sus ingredientes: una diva famosa, un ex guerrillero, un rico empresario y un cura.
La empresa se había hecho conocida por revelar las relaciones comerciales que mantenían el empresario Jorge Born, con el ex montonero Rodolfo Galimberti, en ese momento dueños de la compañía, y porque el tercer socio, Jorge Corcho Rodríguez se transformó por esos días, en el nuevo amor de Susana Giménez. Lo curioso era que en 1974, Jorge Born y su hermano Juan fueron secuestrados por la organización Montoneros y en un operativo espectacular del que participó Galimberti, los guerrilleros cobraron por liberarlos la suma más grande de la historia de un secuestro: sesenta millones de dólares.
Para llegar a ese acuerdo extrajudicial, el sacerdote Grassi y Jorge Rodríguez mantuvieron conversaciones muy alejadas del ámbito espiritual. En realidad fue una lucha a brazo partido en la que el cura reclamó uno a uno los pesos de las "donaciones" comprometidas, que habían desaparecido. No quería dejar escapar una moneda destinada a sus niños. La negociación llegó después de que el affaire con Susana había estallado en todas partes, en medio de denuncias cruzadas de todo tipo. En octubre de 1998, Grassi se cruzó con Constancio Vigil, directivo de Telefé, el canal por el que se emitía el programa de Susana Giménez, en la quinta presidencial de Olivos, quien le manifestó al clérigo que haría lo posible para arreglar el tema. Julio Grassi fue invitado –como prólogo del arreglo– al programa de Susana Giménez, y en un momento en que el sacerdote planteaba sus necesidades frente a las cámaras, ella exclamó: "Pero Padre, ¿acaso usted quiere construir un Sheraton?". Ante esa situación, el obispo de Morón, Justo Laguna, le ordenó a Grassi que no fuera más a la televisión y que bajara el perfil. "Nunca se tendría que haber metido con esa gente...", me comentó Laguna en tono despectivo hacia Grassi, un día que fui al arzobispado.
"Hacer negocios no es pecado", repitió el sacerdote en varias oportunidades y agregaba en su defensa "si yo no hubiera reclamado el dinero por televisión, tal vez Susana no se hubiera dado cuenta de esta situación. Cuando ella me preguntó si pensaba construir el Sheraton, lo hizo porque nunca había visitado el hogar de mis niños".


El Caballo Ogñenovich

Así lo apodaban sus amigos en el seminario, y aunque él odiaba ese apelativo, llegó a acostumbrarse. Las explicaciones del mismo son más que obvias: era un atropellado, que pensaba poco, que se llevaba el mundo por delante. Emilio Ogñenovich fue el personaje paradigmático de toda una década en la Argentina, y de cómo se puede utilizar la religión para sacar tajada en los negocios. Menemista de la primera hora, fue el gestor principal de la famosa misa de reconciliación en la que reconocidos militantes montoneros pidieron perdón por sus pecados. Y también un gran impulsor del indulto a los dictadores y a los jefes guerrilleros. Mario Montoto, un ex dirigente montonero que lo conoce íntimamente, asegura que el obispo es "un hombre de bien, inteligente, astuto y el único que nos escuchó y nos abrió las puertas cuando le pedimos que intercediera por nosotros, que queríamos la paz y apostábamos a la democracia". Junto al nuncio Ubaldo Calabresi hicieron mucho por la reconciliación matrimonial de Carlos Menem y Zulema antes de las elecciones presidenciales de 1989. Y también, paradójicamente, apoyó a Carlos Menem cuando éste expulsó a Zulema Yoma y a sus hijos de la quinta de Olivos. No parece poco para un obispo. Aunque de cada cosa en que participó logró algo a cambio. Sobre todo millonarios aportes del Estado y de los fondos reservados de la SIDE que puntualmente cada mes llegaban a sus manos. Y así pasaron los años, entre controversias y polémicas. Por ejemplo, Danilo Ogñenovich, gracias a su influyente hermano obispo, accedió a un puesto en el directorio del PAMI durante la gestión de Matilde Menéndez. El juez Juan José Galeano, lo procesó por fraude y violación de los deberes de funcionario público.
"Más que convertirnos en críticos y fiscales de lo que deben decir y hacer los demás, debemos tener la honestidad, la humildad y el coraje de revisar nuestra vida y nuestra conducta moral", dijo ofuscado monseñor Emilio Ogñenovich el 9 de diciembre de 1997, desde el pulpito de la Basílica de Lujan a sus feligreses que minutos antes habían silbado el ingreso al templo a su amigo, el entonces presidente Carlos Menem.
La "amistad" forjada entre el menemismo y el Ñoño (otro de sus apodos) no se basó precisamente en las coincidencias espirituales, sino más bien en pactos terrenales que hicieron del obispo el más beneficiado económicamente en los años de gobierno de su amigo.
En marzo de 2000, Juan Pablo II le aceptó la renuncia al obispo de Mercedes-Luján, Emilio Ogñenovich, por alcanzar los 75 años, límite de edad previsto por el Derecho Canónico para las tareas pastorales, y designó en su reemplazo al hasta ese momento, obispo de Avellaneda, monseñor Rubén Héctor Di Monte. Otro Integrante de la Banda.
Dos meses después, la revista Veintidós publicó en tapa la foto de Ogñenovich, con el título: "La Oveja Descarriada, los negocios ocultos del obispo preferido de Ruckauf". Según documentos exclusivos conseguidos por los periodistas Andrés Kliphan y María Julia Olivan, el Ñoño, habría recibido entre Aportes del Tesoro Nacional (ATN) y otros subsidios de la Secretaría de Desarrollo Social, cinco millones de pesos. En ese entonces, con la Convertibilidad vigente, eran cinco millones de dólares. A lo que habría que sumar un millón más acercado por Eduardo Duhalde y otros cuatro millones recibidos desde el gobierno de la provincia de Buenos Aires, para el Instituto de Menores, que dependía del obispo y que en esos días fue denunciado por maltrato y violación de derechos humanos a sus internos.
Luego de la difusión de los hechos acontecidos en el Hogar Jesús de Nazareth, el pastor de obesa figura, –casi tanto como sus bolsillos en los diecinueve años de obispado– enfrentó a los periodistas del programa Día D (quienes junto con la revista Veintidós llevaron la investigación adelante), les apartó bruscamente la cámara y los calificó de "cachivaches". Tan evangélico y pastoral como su compañero de la banda, fue el mensaje del titular de la diócesis de Lomas de Zamora, Desiderio Collino, quien luego de una celebración religiosa se acercó a los periodistas y advirtió: "Díganle a ese gordito que no se meta con la Iglesia".
Tiempo antes la revista Criterio había denunciado que los dos jerarcas religiosos que apoyaban el plan económico menemista recibían "plata por debajo de la mesa", es decir, pagos clandestinos, de fondos reservados.
"Alguna vez la historia aclarará las relaciones económicas entre Menem y algunas personas o instituciones eclesiales. Lo cierto es que el dinero no faltaba en esas relaciones", sentenciaba Criterio en mayo de 1998. Lo mismo pude comprobar cuando estuve en Roma en diciembre del año 2000. El cardenal Jorge Mejías me confió que "lo peor que le tocó a la Iglesia argentina de esos años tumultuosos, fue la presencia de Caselli".
La reacción del gobierno de Carlos Ruckauf frente al escándalo de las torturas a menores, en el Instituto de Menores que dependía del obispado Mercedes-Luján, fue insólita y detestable. Lejos de repudiar los hechos y buscar a los responsables, el gobernador protestó ante el Consejo Provincial del Menor y la Familia por haber enviado una inspección al Hogar Jesús de Nazareth, donde un niño había sido violado ante las burlas de sus autoridades. La molestia de Ruckauf tenía una explicación: su afinidad con Ogñenovich quien había sido protagonista de un corto publicitario en su favor, durante la campaña de 1999.
Un mes después del escándalo, el gobernador ratificó su amistad y compromiso con el prelado no así con la infancia desprotegida y atacada. Todo lo contrario, Carlos Ruckauf solicitó la renuncia del Subsecretario del Consejo Provincial del Menor, Roberto Miguel Saredi, quien había enviado una inspección al lugar terapéutico Jesús de Nazareth y, al conocer sus escalofriantes resultados, resolvió que a partir del 9 de mayo de 2000 (diecisiete días después de la publicación de la nota reveladora en Página/12 titulada "Amados niños") cesaran de derivarse chicos a "ese sitio de reclusión y de castigo" con alambradas perimetrales de púas, celdas de penitencia y guardias de seguridad. Un día después de que Saredi se alejara de su cargo presionado, Ogñenovich visitó al presidente del Consejo del Menor, Daniel Bolinaga, acompañado por el director de Jesús de Nazareth, Edgardo Abrey, y del secretario del Juzgado de menores de Mercedes, Horacio Chiminelli, para solicitar que se levantara la veda a su Comunidad. La causa de tanto interés era que por cada chico internado en esas aberrantes condiciones, la Comunidad Terapéutica percibía hasta 1.500 pesos mensuales, aparte de los subsidios extraordinarios que también le pagaba el gobierno bonaerense. Como se dice, todo un experto en hacer crecer las finanzas.


Orden de Malta

Los contactos que Juan Esteban Caselli supo aceitar en el Vaticano durante el menemismo, le sirvieron aun finalizada su gestión. No puede negarse su astucia y habilidad para estar en el lugar que corresponde cuando corresponde. En enero de 2001, siendo funcionario de Carlos Ruckauf, Cacho recibió con orgullo la condecoración de su hijo, Antonio Manuel, como embajador de la Soberana Orden la Cruz de Malta en Buenos Aires. Muchos atribuyeron tamaña condecoración no tanto a los méritos del joven, sino a los buenos oficios realizados por su padre para que se concretara en el 5 de abril de ese año la visita del presidente Fernando de la Rúa, con el Papa Juan Pablo II.
El 30 de noviembre de 2000, en el plazo récord de veinticuatro horas el gobierno de la Alianza otorgó el plácet a Antonio Manuel Caselli. El joven, de 30 años, vivía en Montevideo y se instaló en Buenos Aires en los días de su designación. Su traslado se debió a que el sitio que él eligiera para vivir sería la sede de la embajada de la Soberana Orden de Malta (SOM), un estado integrado a la Mancomunidad Británica de Naciones (Commonwealth) cuyo territorio son cuatro islas que conjuntamente no superaran los trescientos kilómetros cuadrados ubicadas apenas al sur de Sicilia, en pleno mar Mediterráneo.
El embajador argentino ante la Santa Sede es a su vez, representante del gobierno ante la Soberana Orden de Malta. Caselli supo utilizar esa doble función y se hizo un lugar de privilegio entre los caballeros de la Orden.
La Soberana Orden de Malta –según una crónica de Sergio Moreno en Página/12– es una orden militar que ha constituido un Estado soberano integrante del Commonwealth británico. Su origen se remonta a las Cruzadas, precisamente a la Orden Militar del Hospital de los Caballeros de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, cuya función era proteger el hospital de la Santa Sede. Se fundó después de la formación del reino Latino de Jerusalén y aprobada por el Papa Pascual II en 1113. Tenían votos de castidad y lucharon en Tierra Santa hasta que fueron expulsados por los árabes. Por los tratados de París de 1814, Malta pasó a formar parte del imperio británico como colonia, estatus que modificó en 1961, cuando los caballeros constituyeron su autogobierno, llamado Soberana Orden de Malta, como miembro de la mancomunidad británica. Según el decreto de aprobación del Papa Juan XXIII de 1961, los caballeros siguen siendo una comunidad religiosa y una orden de caballería. Antonio Manuel Caselli "el hijo de Cachito" es ahora su embajador ante el gobierno argentino. Por su condición de diplomático extranjero tiene algunas facilidades impotantes: el uso de valija diplomática, lo que le permite entrar al país y sacar de él, documentación, objetos y valores sin ser controlado. Tiene inmunidad fiscal: sus cuentas bancarias son inembargables.
Como se puede ver, el padre supo ubicar al hijo.
Diez días antes del nombramiento, mientras los gobernadores se aprestaban para reunirse con el presidente, Caselli mantenía una reunión privada con De la Rúa, como en sus viejos tiempos con Menem.
"Si hay que abrir alguna puerta en el Vaticano la llave la tiene Caselli", le habrían dicho a De la Rúa, conocedores de las estrechas relaciones entre el ex embajador y el cardenal Ángel Sodano, secretario de Estado y número dos en la jerarquía vaticana. De la Rúa tenía a su favor haberle concedido el plácet al hijo del funcionario de Ruckauf.
En la charla Caselli sugirió al presidente una lista de hombres de la iglesia que debía contactar para que la visita tuviese el brillo que el presidente deseaba. La presencia de el obispo en Olivos puso incómodos a miembros de la Cancillería, Secretaría de Culto y hasta al propio embajador argentino en la Santa Sede, Vicente Espeche Gil. Cuando tuve la oportunidad de conversar con Espeche Gil en Roma, me manifestó el desagrado que Caselli provocaba en grandes sectores del Vaticano por sus "manejos oscuros". El estado de sospecha y desconfianza ya se había instalado cuando se conoció que el hijo había obtenido el plácet. Y nadie entendía cómo Fernando de la Rúa estaba junto a un personaje tan desprestigiado y repudiado por el episcopado local. El entonces canciller Adolfo Rodríguez Giavarini, un hombre de rápida llegada a la iglesia, había instruido a Espeche Gil –un diplomático de carrera– y al Secretario de Culto, Norberto Padilla para que utilizaran sus amistades ante el arzobispo argentino Leonardo Sandri, secretario de Asuntos Generales del Vaticano, y a Monseñor Mejía, director de la Biblioteca y Archivo Vaticano, para la gira. Todo iba bien y la visita estaba confirmada para el 5 de abril, pero De la Rúa prefirió apostar a lo seguro y recibir los consejos del especialista en el oficio de concretar encuentros oficiales con el Papa: Juan Esteban Cacho Caselli. Un hombre que tan buenos resultados brindó a Carlos Menem, con sus coloridas condecoraciones y sus seis visitas al trono de San Pedro.

    

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