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Compartir
programas es ilegal pero no inmoral
Conferencia sobre patentes de programación |
El derecho a leer
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por Javier Castrillo
Compartir programas es pero ilegal no es inmoral
- R. Stallman
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Software
y revolución, por Troyano
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“Las
patentes de software no deberían existir”
Este
histórico gurú de la informática y evangelizador del software libre
llega a Buenos Aires para presentar el Proyecto Cauã, que pretende dar
acceso inalámbrico a Internet a gran escala y bajo costo. Una charla
sobre los códigos abiertos.
Por Mariano Blejman
Jon “Maddog” Hall forma parte de ese estrecha elite mundial que vio
nacer a la informática a comienzos de los ’80, le dio algo de forma
y luchó desde el comienzo –al mismo tiempo que su barba crecía, y jamás
dejaría de hacerlo– para que el software se mantenga libre y abierto.
A mediados de los ’90, Hall distribuyó las primeras versiones de Linux,
el corazón del sistema operativo inventado por Linus Torvalds, montado
sobre otro proyecto conocido como GNU, desarrollado por Richard Stallman
(ver recuadro). Hall es el director ejecutivo de Linux International,
la organización que promueve el uso de Linux, y hoy a las 15 (en la
Biblioteca Nacional, en la Conferencia Internacional de Software Libre,
organizada por la Fundación Sociedades Digitales y la Cámara Argentina
de Empresas de Software Libre) presentará en Buenos Aires el Proyecto
Cauã, un emprendimiento concebido junto al gobierno de Brasil –pero
que se puede extender a la Argentina– para acortar la brecha digital
y aumentar la independencia y la libertad de los usuarios, ya que pretende
generar el soporte técnico para dar conexión inalámbrica a gran escala,
con un hardware económico y que puede funcionar a 12 voltios. “No se
puede perder el control de los datos”, dirá más adelante Hall a Página/12,
que acaba de llegar de Brasil, donde expuso en la LinuxCon, la conferencia
sobre Linux más grande del mundo.
Cuando habla, Hall tiene la prepotencia de los que han configurado el
presente junto a la simpleza de aquellos que han elegido el camino más
solidario. “En lugares como San Pablo o Buenos Aires, donde la gente
vive en edificios y hay muchas pequeñas compañías que tienen 4 o 5 empleados,
es claro que ni los edificios ni las compañías pueden pagar por separado
un administrador de sistema. Generalmente contratan a un empleado que
hace los back-ups, pero que se equivoca y no sabe muy bien cómo hacer
las cosas. Pretendemos preparar administradores de sistema con el Proyecto
Cauã que puedan hacer que el sistema trabaje como es debido. El usuario
final no tiene que comprar el sistema, que es abierto. Sólo lo usa,
tiene que comprar una pequeña placa y un router wifi, pero el costo
del soporte y el mantenimiento será muy bajo.”
De lo que habla Hall no es otra cosa que del concepto que está impregnando
el mercado y que cambiará la relación de los usuarios con las computadoras:
el cloud computing o la computación en las nubes, mediante la cual los
usuarios se conectarán a través de pequeños ordenadores para acceder
a sus datos y escritorios que estarán en línea. Si bien el modelo de
nube más conocido es el de Google (que tiene on line aplicaciones como
Gmail, GDocs, etc.), no es el único modelo. “Nosotros preferimos hablar
de time sharing, o compartir el tiempo. Cuando empecé había una computadora
central, había que caminar hasta la computadora y allí se compartía
todo. No había virus, ni spams, ni había que hacer back-ups.”
–O sea que subirse a la “nube” es como volver al principio...
–El problema es que el modelo que ofrece Google depende de la conexión
del cliente. Pero a veces las bandas anchas son pequeñas. Con este sistema,
el usuario tendrá un link dedicado con 1 Gb por segundo. Y además se
acepta la virtualización. Es decir, que nuestro escritorio será virtual,
pero no dependerá de una gran empresa, sino que será administrado por
un ingeniero de manera local. Está basado en el proyecto Linux Terminal
Server y se puede acceder con RedHat, Ubuntu, Debian, no hay ninguna
diferencia. También pensamos en dar soporte para Windows y para Mac,
si es que los usuarios desean comprar las licencias.
–¿De qué tipo de computación en la nube habla?
–La palabra nube tiene cuatro modelos. Unos proponen software como servicio
(Google), otros aplicaciones (apis) como servicios para usar programa,
luego está la infraestructura como servicio, o –lo más completo– un
contenedor virtual en donde el usuario compra su propio servidor y tiene
control total. Nosotros hablamos del tercer tipo de nube, lo que le
permite al usuario moverse a cualquier lugar donde esté. El otro tema
es el de la privacidad...
–... el gran tema del mundo contemporáneo.
–La nube puede generar gran dependencia. Google, por ejemplo, lanzó
el proyecto Wave. Durante mucho tiempo, algunas personas trabajaron
con él. Hasta que un día decidieron cerrarlo, no les interesaba seguir
desarrollándolo. Así, mucha gente perderá sus datos y no tiene control
sobre sus programas. Nuestro modelo le da trabajo a mucha gente y hace
al sistema más eficiente.
–¿Puede poner la eficiencia en números?
–Hay 1250 millones de computadoras de escritorios, aproximadamente.
Si se pierden 15 minutos al día porque tiene que sacar los virus, no
encuentra los archivos, le instalaron un programa y le rompieron algo,
no hizo el back-up o porque Microsoft dice que hay que migrar, se pierden
260 millones de horas por día de la economía mundial. Son cinco mil
millones de dólares por día. Pero si se pudiera achicar ese tiempo a
10 o 5 minutos porque el software trabaja mejor, se puede usar ese dinero
para otra cosa. En una empresa de 300 personas, que pierdan 15 minutos
por persona son nueve personas que no fueron a trabajar. Un gerente
estaría furioso por eso, pero sin embargo no se enoja igual si el software
no trabaja bien.
–Cauã propone un sistema bastante diferente al Google Chrome OS (el
sistema operativo de Google que saldrá con hardware propio).
–Google Chrome dice: “Lo único que necesitas es un browser”. No creo
que ésa sea la forma. Dicen: “Pueden usar el 99 por ciento de las aplicaciones”.
Pero se pierden de ese valioso uno por ciento. La idea nuestra es que
teniendo burbujas de conexión por toda la ciudad, puedo usar mi propio
escritorio en mi departamento como en cualquier otro lugar de la ciudad.
Se puede usar un sistema Linux o un sistema pago. En el sistema pago,
se paga cada vez que se usa. En el sistema Linux se usa gratuitamente,
porque uno también está liberando su conectividad al resto.
–¿No es irónico que el éxito de Google está relacionado con el código
abierto y estén monopolizando el negocio mundial de la publicidad?
–Su negocio es la publicidad, lo cual no es gratis. Google le da mucho
a la comunidad desarrollando código abierto. IBM, Hewlett Packard y
Daniel Coletti hacen dinero con software libre. Google es muy grande,
pero no hay nada que detenga a otra gente de usar Bing de Microsoft.
La gente lo usa porque es gratis y funciona bien. Mucha gente piensa
que Google es malo, pero es una compañía grande, ellos creen que hacen
lo correcto. No estoy de acuerdo con todo lo que dice Eric Schmidt,
pero la gente tiene elección: puede elegir no usar Gmail, Google Search,
etcétera.
Página|12, 07/09/10
Apuntes
inéditos sobre copyright y copyleft (2005)
Por
Wu Ming (*), traducidos por Nadie Enparticular - Nov. 09, 2005
1. Los dos extremos del falso dilema
2. Nacimiento del copyright y censura: contra el "mito de los orígenes"
liberal
3. Google Print y similares: red, gratuidad y batallas de retaguardia
1. Los dos extremos del falso dilema
Comencemos por el final:
el copyleft se basa en la necesidad de conjugar dos exigencias primarias,
podríamos decir dos condiciones irrenunciables para la convivencia civilizada.
Si dejamos de luchar por lograr la satisfacción de estas necesidades,
dejamos de anhelar un mundo mejor.
No cabe duda que la cultura y los saberes tienen que circular de la
manera más libre posible y que el acceso a las ideas tiene que ser fácil
e igualitario, sin discriminaciones por razones de tributo, clase, nacionalidad,
etc. Las "obras del ingenio" no sólo están *producidas* por el ingenio,
sino que a su vez tienen que producir, diseminar ideas y conceptos,
abonar las mentes, dar vida a nuevos brotes del pensamiento y de la
imaginación. Este es el primer punto.
El segundo es que el trabajo tiene que ser retribuido, incluyendo el
trabajo del artista o del narrador. Todos tienen el derecho de poder
hacer del arte y la narración su propio oficio, y tienen el derecho
de obtener su sustento en un modo no perjudicial para su propia dignidad.
Por supuesto, esto en el campo de las condiciones a anhelar.
Pensar en estas dos exigencias como los extremos de un dilema insoluble
es una postura conservadora. "La manta es corta", dicen los defensores
del copyright tal como lo hemos conocido. La libertad de copia, para
ellos, sólo puede significar "piratería", "robo" o "plagio", y de la
remuneración del autor, si te he visto no me acuerdo. Cuanto más circula
la obra en forma gratuita, menos copias vende, más dinero pierde el
autor. Viéndolo de cerca, es un silogismo extraño.
La secuencia más razonable sería: la obra circula gratis, la complacencia
se transforma en boca a boca, se benefician la celebridad y la reputación
del autor, y por lo tanto aumenta su espacio de maniobra dentro de la
industria cultural y demás. Es un círculo virtuoso.
A un autor reconocido se lo llama más frecuentemente para presentaciones
(con reembolso de gastos) y conferencias (pagas); es entrevistado por
los medios (gratis, pero ayuda); le proponen dictar clases (pagas),
consultas (pagas), cursos de escritura creativa (pagos); tiene la posibilidad
de imponer a los editores condiciones más ventajosas. ¿Cómo es que todo
esto... puede perjudicar la venta de sus libros?
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Hablemos ahora del músico/compositor:
la música circula, gusta, atrapa, entretiene; quien la crea o quien
la ejecuta logra una "imagen pública", y si sabe aprovecharla le llaman
para presentaciones varias veces y más frecuentemente (pagas), tiene
la posibilidad de encontrar muchas personas y por lo tanto más comitentes,
si "se hace un nombre" le proponen hacer bandas sonoras para películas
(pagas), veladas como DJ (pagas), "sonorizaciones" (pagas) de eventos,
fiestas, exposiciones, desfiles; hasta puede ser llamado para dirigir
(pagado) un festival, una exhibición anual, cosas por el estilo; si
hablamos de artistas pop, pongamos también las rentas del merchandising,
como las camisetas vendidas por Internet o en los conciertos...
He aquí el "dilema" resuelto en la práctica: se respetan las demandas
de los lectores (que han tenido acceso a una obra), de los autores/compositores
(que han obtenido ingresos y ganancias) y de todo el aparato de la cultura
(editores, promotores, instituciones, etc.).
¿Qué ha pasado? ¿Por qué el silogismo de repente se ha desmoronado ante
los ejemplos? Porque tal silogismo no contempla la complejidad y la
riqueza de las redes y de los intercambios, el incesante boca a boca
de un medio a otro sin solución de continuidad, las posibilidades de
diversificación de la oferta, el hecho que los "ingresos económicos"
para el autor puede transitar diversas vías, algunas (aparentemente)
tortuosas.
Es a causa de esta incapacidad de imaginar la complejidad que la industria
cultural (sobre todo la discográfica) ha perdido los primeros cincuenta
trenes de la innovación telemática, viviendo las nuevas oportunidades
tecnológicas como amenazas y no como desafíos, reaccionando en modo
desquiciado a Napster y todo lo que ha venido detrás. Ahora empiezan
a moverse, van a cabalgar el tigre porque Steve Jobs ha demostrado que
se puede, pero mientras tanto se han enfrentado con ejércitos de potenciales
de clientes, cuya confianza ya han perdido para siempre. Anti-marketing.
¿Qué es lo último que tendría que hacer alguien que produce y vende
música? Obviamente criminalizar a quien le escucha, arrastrar a los
tribunales a quien la ama, etc. ¿Valía la pena? Creemos que no.
El "derecho de autor" (cuidado, a no tomarse en serio esta expresión
algo engañosa) tal como lo hemos conocido ya es un *freno* para el mercado.
Por el contrario, el copyleft (que no es un movimiento ni una "ideología",
es simplemente un término paraguas para una serie de prácticas, instancias
y licencias comerciales) encarna todas las exigencias de reforma y adecuación
de las leyes sobre el copyright, orientadas hacia un "desarrollo sostenible".
La "piratería" es endémica, es irreprimible, es marea creciente empujada
por el viento de la innovación tecnológica.
Es verdad, los magnates de la industria del entretenimiento pueden seguir
aparentado que no pasa nada, como la Casa Blanca prefirió hacer de cuenta
que no existía el efecto sierra, el calentamiento global y los cambios
climáticos. En ambos casos, quien niega la realidad va a ser arrollado.
Empecinados en no ratificar el protocolo de Kyoto, empecinados en no
invertir dinero para fuentes energéticas renovables y alternativas al
petróleo, empecinados en no querer resolver los problemas ambientales,
tarde o temprano te pega en la nuca el huracán Katrina (y *ce n'est
qu'un debut*![1])
2. Nacimiento del copyright y censura: contra el "mito de los orígenes"
liberal
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Volvamos al ABC, poniendo
uno tras otro los hechos conocidos y recapitulados en varias ocasiones.
La historia del copyright comienza en el siglo XVI en Inglaterra. La
difusión de la imprenta, la posibilidad de distribuir varias copias
de un escrito, infunde ánimo a quienquiera tenga algo que decir, especialmente
para lo político. Hay un auge de panfletos y diarios. La Corona teme
la difusión de ideas subversivas y decide confiar a alguien el control
de lo que se imprime.
En 1556 nace la corporación de los Stationers [editores-tipógrafos-libreros],
casta profesional a la cual se concede en exclusiva el "derecho de copia"
[copy right], y por ello detenta el monopolio de las tecnologías de
impresión. El que quiera imprimir algo tiene que pasar por su tamiz.
Hasta entonces todo era distinto, todos podían hacer imprimir copias
de una obra literaria o teatral, el autor no se preocupaba porque no
mantenía los derechos (que no existían), lo importante era que las obras
circularan y aumentaran la fama del autor, porque de ese modo captaría
la atención de muchos comitentes (mecenas particulares, entes culturales
de diversos tipos como teatros, etc.). A partir de ese momento, en cambio,
una obra podía imprimirse solamente si obtenía el visto bueno (en la
práctica, la aprobación de la censura de estado) y se anotaba en el
registro oficial -¡atención a este detalle! - a nombre de un stationer,
que se convertía en el propietario de la obra *en el interés del estado*.
Toda la mitología "liberal" sobre el copyright como derecho natural,
que nace espontáneamente gracias al crecimiento y a las dinámicas del
mercado... ¡son patrañas! El origen remoto del copyright reside en la
censura previa y en la necesidad de restringir el acceso a los medios
de producción de la cultura (es decir: restringir la circulación de
ideas).
Pasa un siglo y medio y durante este período la autoridad de la Corona
sufre ataques inauditos: la rebelión escocesa de 1638, la "Grand Remonstrance"
parlamentaria de 1641, el estallido de la guerra civil en el año sucesivo,
la revolución de Cromwell con decapitación del rey incluida... Hacia
finales de los años cincuenta del siglo XVII regresa la monarquía, pero
la situación permanece inestable y finalmente el Parlamento logra imponer
a la Corona una Declaración de derechos. Desde ese momento, la monarquía
inglesa será una "monarquía constitucional".
Se necesita enumerar estos acontecimientos para poder entender cuanto
se modifica, en ciento cincuenta años, la actitud hacia el soberano,
y por lo tanto también hacia la censura previa, y por consiguiente también
hacia el poder de los stationers. Respecto a estos últimos cada vez
hay más intolerancia, así se decide abolir el monopolio sobre el derecho
de impresión.
Los stationers iban a ser golpeados donde más duele, esto es en el bolsillo,
y entonces reaccionan con rabia. Comienzan a presionar para que la inminente
nueva ley reconozca los intereses legítimos y de todos modos les resulte
ventajosa. He aquí el nuevo discurso: el copyright pertenece al autor;
el autor, no obstante, no posee máquinas tipográficas; tales máquinas
las posee el stationer; ergo: el autor de todos modos tiene que pasar
a través del stationer. ¿Cómo regular este "pasaje"? Sencillamente:
el autor, *en su propio interés* para que la obra sea impresa, cederá
el copyright al stationer por un período a establecerse.
Al final de cuentas, la situación es más o menos la misma. Lo que cambia
es la fuente, el presupuesto jurídico. La justificación ideológica ya
no se basa en la censura, sino en las necesidades del mercado. Toda
mitología derivada sobre el derecho de autor proviene de la estratagema
argumental del grupo de presión de los stationers: el autor, de hecho,
está *obligado* a ceder los derechos, pero está obligado... por su propio
bien.
Las consecuencias psicológicas serán devastadoras, se llegará a una
variante del "síndrome de Estocolmo" (el amor del secuestrado hacia
su propio secuestrador), autores que se movilizan en defensa de un statu
quo cimentado en su estar a los pies de la mesa a la espera de migajas
y de una caricia en la cabeza, paf, paf... ¡guau!
La ley es el célebre "Statute of Anne" - predecesor de todas las leyes
y acuerdos internacionales sobre el derecho de autor, como la convención
de Berna de 1971, el Digital Millennium Copyright Act, el Decreto Urbani,
etcétera - que entra en vigor en 1710. Es la primera definición legal
del copyright tal como se lo concibe hasta hoy día, o mejor dicho, hasta
esta mañana, porque después del mediodía alguien ha comenzado a ponerlo
en duda.
Las dudas surgen porque hoy muchísimas personas pueden realizar una
"copia", probablemente casi todos.
Muchos de nosotros tenemos en casa a los herederos domésticos de las
tecnologías monopolizadas por los stationers. Para hacer una copia de
una obra ya no se necesita pasar a través una corporación profesional.
Los herederos de los stationers fueron desplazados por la revolución
de microelectrónica iniciada en los años setenta, por el advenimiento
de lo digital, por la "democratización" del acceso a la computación.
Primero la fotocopiadora y el cassette de audio, luego el videograbadora
y el sampler, después la grabadora de cd y el peer-to-peer, finalmente
las memorias portátiles del tipo i-Pod... ¿Cómo es que se puede pensar
que todavía sea válida la justificación ideológica del copyright, esa
que dio forma al Statute of Anne?
Está claro que todo debe ser reformulado, ¡este proceso cambia el rostro,
el cerebro y el corazón de toda la industria cultural! Se necesitan
nuevas definiciones para los derechos de los que crean, de los que producen
y de los que ponen a disposición.
Si una "obra del ingenio" puede llegar al público sin la mediación de
un editor, de una discográfica, de productores televisivos o cinematográficos,
son ellos quienes tienen que interrogarse sobre como seguir, los que
tienen que inventarse algo, los que tienen que redefinir su propia función
empresarial y su propia razón social. Intentar mantener con la amenaza
de la cárcel un monopolio que ya no tiene más fundamentos significa
adentrarse en un callejón sin salida, es un comportamiento de Ancien
Régime, de autocracia zarista. Por suerte algunos comienzan a darse
cuenta.
3. Google Print y similares:
red, gratuidad y batallas de retaguardia
Google Print, Creative Commons, copyleft, etc. son proyectos y conceptos
diversos, pero en realidad todos van en la misma dirección, así como
van en la misma dirección bibliotecas y librerías. En las primeras se
accede al libro gratuitamente, en las segundas se lo compra, pero no
hay conflicto entre las dos opciones: los países donde más libros se
venden son también los mismos donde más se frecuentan las bibliotecas.
Es lógico: cuanto más el libro circula, más se lo lee, más beneficios
hay para la industria editorial.
La palabra clave es precisamente "bibliotecas". Nos referimos a una
larga tradición de gratuidad del acceso, puesta en discusión tan sólo
recientemente (y la batalla todavía se está librando). Aunque se hable
de bibliotecas de ladrillos o de bibliotecas de electrones, son siempre
bibliotecas. Si en cambio la descarga es mediante pago, entonces se
trata de librerías, más o menos como las que ya conocemos, no es difícil
imaginar la modalidad de recaudación del derecho de autor, es algo bastante
simple. Algo más: Seth Godin, uno de los más grandes filósofos de la
mercadotecnia, dice que si un libro electrónico de pago es comprado
por X cantidad de personas, el mismo libro electrónico, disponible gratuitamente,
lo descargan X multiplicado por cuarenta.
Lo importante se obtiene invirtiendo el dato: de cuarenta personas que
descargan un libro electrónico gratis, hay una que está dispuesta a
comprarlo. El total de esos "uno de cuarenta" corresponde al "núcleo
duro" de los lectores, esos que compran apenas se publica, los que inician
el boca a boca. Son los conectores, los "evangelistas", los *buzzers*.
Cada movimiento se tiene que hacer pensando en este conjunto de personas.
Godin, además, hace esto: las nuevas ediciones (electrónicas y en papel)
son de pago. Poco antes de una nueva publicación, pone a disposición
la descarga gratuita de la precedente. Es una estrategia de lanzamiento
formidable.
La descarga libre y gratuita de un texto y su "navegabilidad" al estilo
Google Print tienen una finalidad común y aspiran al mismo resultado:
ambas pretenden que los productos culturales estén accesibles en línea,
y esto puede favorecer la venta de libros.
Los editores que se oponen a Google Print son como aquellos grandes
estudios cinematográficos que, veinticinco años atrás, denunciaron a
los productores de videograbadoras y videocassettes declarando que la
grabación doméstica violaba el copyright. El famoso caso "Universal
contra Betamax".
Universal llegó hasta la Corte Suprema y perdió... para su fortuna.
En los años sucesivos, la industria cinematográfica obtuvo la mayor
parte de sus ganancias no de las salas, sino gracias al home video.
Ha sobrevivido a la crisis de las salas gracias al VHS y luego al DVD.
Si Universal y compañía hubieran ganado, ahora estarían a dos metros
bajo tierra. Pero han perdido, y por lo tanto se han salvado.
Se podría citar también la absurda batalla de las discográficas contra
la introducción en el mercado de los cassettes musicales, en los años
70, preludio de la guerra sin cuartel contra la descarga, cuando (iTunes
lo ha demostrado) era suficiente ofrecer a los usuarios un canal de
acceso legal a este recurso.
La de los editores también es una batalla suicida contra una innovación
potencialmente ventajosa. Por su bien, los editores tienen que perder.
Si ganaran se darían un tremendo porrazo en sus partes bajas.
* extractos de correspondencia personal y respuestas a entrevistas inéditas
en italiano.
Publicado en carmillaonline.com 6 de noviembre de 2005, 08:47 PM
[1] ¡esto es sólo el inicio!
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Richard
Stallman
Richard
Stallman es el fundador del Proyecto GNU (www.gnu.org), que, a partir de
1984 intenta desarrollar un sistema operativo tipo Unix completo bajo el
lema (y el imperativo ético) del "Software libre".
GNU es un acrónimo que quiere decir "GNU's Not Unix": un sistema operativo
que va más allá de la plataforma pionera Linux, desarrollada por Linus Torvalds,
y que devuelve a los usuarios de computadoras la libertad que los demás
sistemas operativos (encriptados e inmodificables) le niegan. GNU es software
libre: cualquiera puede copiarlo, modificarlo y distribuirlo.
Se calcula que en el mundo hay 20 millones de usuarios de GNU/Linux y entre
ellos, dicen, vastas regiones del gobierno alemán.
Stallman brilla por su gran capacidad para programar. Todavía al día de
hoy utiliza para trabajar, una maquina bastante antigua. Se trata de una
DEC PDP-10.
Stallman se integró en el laboratorio de Inteligencia Artificial del MIT
en 1971, lo que le valió para crear sus propias aplicaciones de Inteligencia
Artificial. Stallman, por sus trabajos, fue recompensado con el premio McArthur
Genius.
En la actualidad Stallman se dedica a crear miles de utilidades gratuitas
para entornos UNIX. Evidentemente, no los escribe el solo, para ello creo
recientemente la Fundación Free Software en la que intervienen muchísimos
programadores.
Graduado en Harvard en 1974, Stallman trabajó mientras estudiaba como un
"staff hacker" en el Laboratorio de Inteligencia Artificial del MIT. En
enero de 1984 renunció al MIT para dedicarse con exclusividad al desarrollo
del GNU Proyect.
En 1991, Stallman recibió el Grace Hopper Award otorgado por la Asociación
de Fabricantes de Computadoras por su desarrollo del primer editor Emacs.
En 1998 recibió el Electronic Frontier Foundation's Pioneer award junto
con Linus Torvalds. "Mis hobbies incluyen el amor, las danzas folklóricas
internacionales, cocinar, la ciencia ficción y la programación", escribió
en su autobiografía.
- "Mágicamente empecé a cobrar por hacer lo último. Me separé de mi computadora
PDP-10 con la que estuve casado durante diez años. Nos seguimos amando,
pero el mundo nos llevó en diferentes direcciones. Por el momento sigo viviendo
en Cambridge (Massachusetts). Richard Stallman es sólo mi nombre mundano.
Pueden llamarme RMS."
Por qué el software no debe tener propietario
Las tecnologías digitales de
la información contribuyen al mundo haciendo que sea más fácil copiar y
modificar información. Las computadoras prometen hacer esto más fácil para
todos.
Pero no todo el mundo quiere que sea más fácil. El sistema del copyright
permite que los programas de software tengan "propietarios", la mayor parte
de los cuales pretenden privar al resto del mundo del beneficio potencial
del software. Los propietarios desearían ser los únicos con capacidad para
copiar y modificar el software que usamos.
El sistema de copyright creció con la imprenta -una tecnología para la producción
masiva de copias-. El copyright se ajustaba bien a esta tecnología puesto
que era restrictiva sólo para los productores masivos de copias. No privaba
de libertad a los lectores de libros. Un lector cualquiera, que no poseyera
una imprenta, sólo podía copiar libros con tinta y pluma, y a pocos lectores
se les ponía un pleito por ello.
Las tecnologías digitales son más flexibles que la imprenta: cuando la información
adopta forma digital, se puede copiar fácilmente para compartirla con otros.
Es precisamente esta flexibilidad la que se ajusta mal a un sistema como
el del copyright. Esa es la razón del incremento de medidas perversas y
draconianas que se emplean en la actualidad para hacer cumplir el copyright
del software.
Consideremos estas cuatro prácticas de la SPA1:
Propaganda masiva afirmando que está mal desobedecer a los propietarios
para ayudar a un amigo.
Pedir a la gente que se conviertan en chivatos para delatar a sus colegas
y compañeros de trabajo.
Redadas (con ayuda policial) en oficinas y escuelas, en las que la gente
debe probar que son inocentes de hacer copias ilegales.
El proceso judicial por parte del gobierno de los EE.UU., a petición de
la SPA, de personas como David LaMacchia, del MIT, no por copiar software
(no se le acusa de copiar nada), sino sencillamente por dejar sin vigilancia
equipos de copia y no censurar su uso.
Cada una de estas cuatro prácticas se asemeja a las usadas en la antigua
Unión Soviética, donde todas las copiadoras tenían un vigilante para prevenir
copias prohibidas, y donde las personas tenían que copiar información en
secreto y pasarla de mano a mano en forma de "samizdat". Por supuesto hay
una diferencia: el motivo para el control de información en la Unión Soviética
era político; en los EE.UU. el motivo es el beneficio económico. Pero son
las acciones las que nos afectan, no el motivo. Cualquier intento de bloquear
el compartir información, no importa la causa, lleva a los mismos métodos
y a la misma dureza.
Los propietarios utilizan diversos argumentos para que se les conceda el
control del modo en que usamos la información:
Insultos
Los propietarios usan palabras difamatorias como "piratería" y "robo", al
igual que terminología técnica como "propiedad intelectual" y "daño", para
sugerir una cierta línea de pensamiento al público -una analogía simplista
entre programas y objetos físicos.
Nuestras ideas e intuiciones acerca de la propiedad sobre los objetos materiales
suelen referirse a si es justo quitarle un objeto a alguien. No se aplican
directamente a hacer una copia de algo. Pero los propietarios nos piden
que las apliquemos en cualquier caso.
Exageración
Los propietarios dicen que sufren un "daño" o "pérdida económica" cuando
los usuarios copian programas por su cuenta. Pero el copiar no tiene un
efecto directo sobre el propietario, y no hace daño a nadie. El propietario
sólo puede perder si la persona que hizo la copia hubiese pagado por una
del propietario en su lugar.
Un mínimo de reflexión muestra que la mayoría de tales personas no habrían
comprado esas copias. Aun así los propietarios calculan sus "pérdidas" como
si todos y cada uno hubiesen comprado una copia. Esto es una exageración
-por decirlo de una manera suave.
La ley
Los propietarios a menudo describen el estado actual de la ley, así como
las duras sanciones con las que nos amenazan. En este enfoque va implícita
la sugerencia de que la ley actual refleja un punto de vista moral incuestionable
-y aún así, al mismo tiempo, se nos insta a considerar estas sanciones como
hechos naturales por los que no se puede responsabilizar a nadie.
Esta línea de persuasión no está diseñada para defenderse ante el pensamiento
crítico; está concebida para reforzar un lugar común.
Es evidente que las leyes no distinguen lo que está bien de lo que está
mal. Todo estadounidense debería saber que, hace cuarenta años, iba contra
la ley que un persona de raza negra se sentase en la parte delantera del
autobús; pero solamente los racistas dirían que sentarse ahí no estaba bien.
Derechos naturales
Los autores a menudo sostienen que existe una conexión especial con los
programas que han escrito, y añaden que, en consecuencia, sus deseos e intereses
respecto al programa simplemente prevalecen sobre aquellos de cualquier
otra persona -o incluso de los del resto del mundo. (Normalmente son las
empresas, no los autores, los que retienen los copyrights sobre el software,
pero se espera de nosotros que ignoremos esta discrepancia.)
A quienes proponen esto como un axioma ético -el autor es más importante
que tú- sólo les puedo decir que yo mismo, un notable autor de software,2
lo considero una tontería.
Pero la gente por lo general sólo suele sentir alguna simpatía hacia los
derechos naturales por dos razones.
Una razón es una analogía forzada entre el software y los objetos materiales.
Cuando yo cocino espaguetis, me quejo si otra persona se los come, porque
entonces yo ya no me los puedo comer. Su acción me duele exactamente tanto
como lo que le beneficia a él; sólo uno de nosotros se puede comer los espaguetis,
así que la pregunta es: ¿quién? La más mínima distinción entre alguno de
nosotros es suficiente para inclinar la balanza ética.
Pero el hecho de que tú ejecutes o modifiques un programa que yo he escrito
te afecta a ti directamente y a mí indirectamente. Si tú le das una copia
a tu amigo te afecta a ti y a tu amigo mucho más que lo que me afecta a
mí. Yo no debería tener el poder de decirte que no hagas estas cosas. Nadie
debería.
La segunda razón es que a la gente se le ha dicho que los derechos naturales
de autor son una tradición aceptada e indiscutida de nuestra sociedad.
Desde un punto de vista histórico, sucede justamente lo contrario. La idea
de los derechos naturales de autor fue propuesta y decididamente rechazada
cuando se concibió la Constitución de los EE.UU. Esa es la razón por la
que la Constitución sólo permite un sistema de copyright y no requiere uno;
por esa razón dice que el copyright debe ser temporal. Establece asimismo
que el propósito del copyright es promocionar el progreso -no recompensar
a los autores. El copyright recompensa a los autores en cierta medida, y
a los editores más, pero se concibe como un medio de modificar su comportamiento.
La tradición realmente establecida de nuestra sociedad es que el copyright
vulnera los derechos naturales del público -y que esto sólo se puede justificar
por el bien del público.3
Economía
El último argumento que se emplea para justificar la existencia de los propietarios
de software es que esto lleva a la producción de más software.
A diferencia de los anteriores, este argumento por lo menos adopta un enfoque
legítimo sobre el tema. Se basa en un objetivo válido -satisfacer a los
usuarios de software. Y está empíricamente demostrado que la gente producirá
más de algo si se les paga bien por ello.
Pero el argumento económico tiene un defecto: se basa en la presunción de
que la diferencia es sólo cuestión de cuánto dinero debemos pagar. Asume
que la "producción de software" es lo que queremos, tenga el software propietarios
o no.
La gente acepta gustosamente esta presunción porque está de acuerdo con
nuestra experiencia acerca de los objetos materiales. Considérese un bocadillo,
por ejemplo. Es posible que puedas conseguir un bocadillo equivalente bien
gratis o por un precio. Si es así, la cantidad que pagas es la única diferencia.
Tanto si lo tienes que comprar como si no, el bocadillo tiene el mismo sabor,
el mismo valor nutricional y en ambos casos te lo puedes comer sólo una
vez. El hecho de si el bocadillo lo obtienes de un propietario o no, no
puede afectar directamente a nada más que la cantidad de dinero que te queda
después.
Esto es cierto para cualquier objeto material -el hecho de que tenga o no
tenga propietario no afecta directamente a lo que es, o a lo que puedas
hacer con ello si lo adquieres.
Pero si un programa tiene un propietario, esto afecta en gran medida a lo
que es, y a lo que puedes hacer con un copia si la compras. La diferencia
no es sólo una cuestión de dinero. El sistema de propietarios de software
incentiva a los propietarios de software a producir algo -pero no lo que
la sociedad realmente necesita. Y causa una contaminación ética intangible
que nos afecta a todos.
¿Qué es lo que la sociedad necesita? Necesita información que esté verdaderamente
a disposición de sus ciudadanos -por ejemplo, programas que la gente pueda
leer, arreglar, adaptar y mejorar, no solamente ejecutar. Pero lo que los
propietarios de software típicamente ofrecen es una caja negra que no podemos
ni estudiar ni modificar.
La sociedad también necesita libertad. Cuando un programa tiene un propietario,
los usuarios pierden la libertad de controlar una parte de sus propias vidas.
Y sobre todo una sociedad necesita incentivar el espíritu de cooperación
entre sus ciudadanos. Cuando los propietarios de software nos dicen que
ayudar a nuestros vecinos de una manera natural es "piratería", están contaminando
el espíritu cívico de nuestra sociedad.
Esto es por lo que decimos que el software libre es una cuestión de libertad,
no de precio.4
El argumento económico para justificar la propiedad es erróneo, pero la
cuestión económica es real. Algunas personas escriben software útil por
el placer de escribirlo o por la admiración y amor al arte5; pero si queremos
más software del que esas personas escriben, necesitamos conseguir fondos.
Desde hace ya diez años, los desarrolladores de software libre han probado
varios métodos para recabar fondos, con algo de éxito. No hay necesidad
de hacer rico a nadie; los ingresos medios de una familia media, alrededor
de 35.000 dólares, prueba ser incentivo suficiente para muchos trabajos
que son menos satisfactorios que programar.
Durante años, hasta que una beca lo hizo innecesario, yo me ganaba la vida
realizando mejoras a medida sobre software libre que yo había escrito. Cada
mejora se añadía a la versión estándar lanzada y así, finalmente, quedaban
disponibles para el público en general. Los clientes me pagaban para que
trabajase en las mejoras que ellos querían, en vez de en las características
que yo habría considerado la máxima prioridad.
La Fundación para el Software Libre, una entidad sin ánimo de lucro exenta
de impuestos para el desarrollo de software libre, consigue fondos mediante
la venta de CD-ROMs de GNU6, camisetas, manuales y distribuciones "deluxe",
(todo lo cual los usuarios son libres de copiar y modificar), así como mediante
donaciones. Ahora cuenta con un equipo de cinco programadores, y tres empleados
que se encargan de los pedidos por correo.
Algunos desarrolladores de software libre ganan dinero mediante la venta
de servicios de soporte. Cygnus Support7, que cuenta con alrededor de 50
empleados, estima que en torno al 15 por ciento de la actividad de su equipo
es desarrollo de software libre -un porcentaje respetable para una compañía
de software.
Algunas compañías, incluyendo Intel, Motorola, Texas Instruments y Analog
Devices, han unido esfuerzos para financiar el desarrollo continuado del
compilador GNU para el lenguaje C. Mientras, el compilador GNU para el lenguaje
Ada está siendo financiado por la Fuerza Aérea de los EE.UU., que cree que
esta es la manera más efectiva de conseguir un compilador de alta calidad.8
Todos estos ejemplos son modestos9; el movimiento de software libre es pequeño
y todavía joven. Pero el ejemplo de la radio "mantenida-por-la-audiencia"10
en los EE.UU. muestra que es posible mantener una actividad grande sin forzar
a cada usuario a pagar.
Como usuario de informática hoy en día, puede que estés utilizando un programa
propietario. Si tu amigo te pide hacer una copia, estaría mal negarse a
ello. La cooperación es más importante que el copyright. Pero una cooperación
clandestina, escondida, no contribuye a mejorar la sociedad. Una persona
debería aspirar a vivir una vida honrada abiertamente con orgullo, y esto
significa decir "No" al software propietario.
Te mereces ser capaz de cooperar abierta y libremente con otras personas
que usan software. Te mereces ser capaz de aprender cómo funciona el software,
y enseñar a tus estudiantes con él. Te mereces ser capaz de contratar a
tu programador favorito para arreglarlo cuando se rompa.
Te mereces el software libre.
Notas
... SPA1
SPA son las siglas de la estadounidense Software Publisher's Association
("Asociación de Editores de Software"). Al igual que la BSA (Bussiness Software
Alliance) -que se comporta en términos estrictos como una organización parapolicial-
es ya legendaria la beligerancia de la SPA contra la llamada "piratería":
ejerce todo tipo de presiones, mentiras y amenazas que luego sirven de modelo
a aprendices de policías como la SGAE española; invita a la gente a informar
sobre sus compañeros y amigos, y promueve una política de "responsabilización",
en la que los dueños de ordenadores deben hacer cumplir activamente las
leyes de copyright, si no quieren ser castigados. En 1996, en su clásico
El derecho a leer, el propio Stallman ya avisaba de cómo la SPA estaba amenazando
a pequeños proveedores de Internet, exigiéndoles que les permitieran espiar
a sus usuarios. Muchos proveedores se rinden cuando les amenazan, porque
no pueden permitirse litigar en los tribunales. [N. del Ed.]
... software,2
Evidentemente Stallman peca aquí de modestia pues es mucho más que un "notable
programador": suyas son algunas de las mejores piezas de software hoy existentes,
como el editor Emacs, el compilador GCC y el depurador GDB. [N. del Ed.]
... público.3
Stallman se dedicó extensamente a demostrar esta idea -que el copyright
es un derecho artificial que viene a regular el derecho natural a la copia-
en la conferencia que ofreció en julio del 2000 en la Universidad de Burdeos,
en el marco de la Conferencia de Debian, y que llevaba por título: "El copyright
contra la comunidad en la era de los ordenadores". Existe traducción castellana
en www.sindominio.net/biblioweb/telematica/stallman-copyright.html. [N.
del Ed.]
... precio.4
En inglés, la polisemia del término free obliga a insistir en este punto
y deshacer la ambigüedad. En castellano disponemos de dos palabras -libre
y gratis-, pero muchas traducciones se encargan lamentablemente de mantener
la confusión y aun agravarla al traducir free por "gratis", totalmente erróneo
en este contexto: existe software gratuito que es propietario (el navegador
Microsoft Explorer, por ejemplo) y nada impide vender el software libre,
aunque ciertamente se debe ofrecer algo extra -normalmente en forma de servicios
añadidos- para que alguien compre algo que puede obtener legítimamente sin
pagar por ello. La gratuidad en este caso es una consecuencia del modelo
-en el que el programador puede que haya cobrado por su trabajo-, pero de
ningún modo es lo que define al software libre.
... arte5
Aunque resulte chocante a primera vista, no solo programadores sino algunos
teóricos consideran la programación "una de las bellas artes" (De la programmation
considerée comme une des beaux arts es precisamente el título de una obra
de Pierre Lévy). Por su parte Franco Berardi, Bifo, afirma en "Trabajo Cero"
que la programación puede ser valorada no solo "como ejecución de un proyecto
predefinido, no como simple elaboración de los procedimientos a través de
los cuales se pone en funcionamiento un cierto proceso, sino como redefinición
del contexto mismo y como elaboración de procedimientos afortunados." [N.
del Ed.]
... GNU6
El Proyecto GNU (acrónimo recursivo que significa GNU's Not UNIX, o sea,
"GNU No es UNIX") nació en 1984 de la mano de Richard Stallman, por entonces
un hacker del emblemático Laboratorio de Inteligencia Artificial del Massachussets
Institute Technology (MIT), cuna de grandes hackers. El proyecto GNU se
propuso a la sazón una tarea titánica: construir un sistema operativo libre
completo. No es sencillo expresar en pocas palabras la enorme dificultad
que comporta un proyecto así, en principio sólo al alcance de unas cuantas
compañías con miles de programadores a sueldo.
... Support7
Cygnus fue la primera empresa importante que trabajó con software libre.
Sus aportaciones a la comunidad del software libre -liberando código y manteniendo
herramientas críticas como el compilador C de GNU- han sido numerosas e
importantes. En 1999 fue adquirida por Red Hat, una gran compañía que basa
por completo su modelo de negocio en el software libre. [N. del Ed.]
... calidad.8
La financiación de la Fuerza Aérea se acabó hace algún tiempo; el Compilador
GNU de Ada está ahora en servicio, y su mantenimiento se financia comercialmente.
... modestos9
Desde que Stallman revisó este artículo por última vez, hace apenas tres
años, la situación ha cambiado sobremanera y se han multiplicado las iniciativas
comerciales, que ya no son tan "modestas" como las que citaba: en torno
al software libre han surgido cientos de nuevas empresas, hasta el punto
de convertirse en los dos últimos años en uno de los sectores más dinámicos
del ya de por sí dinámico sector informático. Muchas de esas empresas mantienen
modelos de negocio tradicionales basados en la prestación de servicios,
pero otras están abriendo nuevas vías. No ha faltado incluso la incursión
de capital financiero y especulativo en empresas del mundo Linux, como VA
Linux y Red Hat, cuya salida a bolsa fue espectacular en ambos casos. [N.
del Ed.]
... "mantenida-por-la-audiencia"10
Se refiere a las llamadas radios públicas, que tienen algún parecido con
las radios libres. Para mantenerse sin necesidad de publicidad y sin control
mediático reciben donaciones de sus oyentes, que no pagan por un servicio
sino por mantener en antena y sin dependencias comerciales algo que cualquiera
escuchará gratis. [N. del Ed.]
Copyright ©1994, 1998 Richard Stallman
Se permite la copia textual y la distribución de este artículo en su totalidad
a través de cualquier medio, siempre que esta nota se mantenga.
Traducción: Stan Bark. Edición, revisión y notas (realizada para la revista
Archipiélago en mayo de 2001): Miquel Vidal.
El
paradigma de la propiedad intelectual
Copyright
© 2001 Free Software Foundation, Inc. (59, Temple Place, Suite 330,
Boston, MA 02111, USA) Se permite la copia exacta y la distribución
de este artículo en cualquier medio y soporte, siempre que se conserve
esta leyenda. Traducción: Christian Rovner
Libros, derechos y tecnología
Debería empezar explicando por qué me negué a autorizar la transmisión
en directo de esta conferencia vía Internet: los canales habituales
para transmitir imagen y sonido en vivo por Internet requieren que el
usuario descargue cierto software para recibir la transmisión.
Ese software no es libre. Está disponible a precio cero, pero sólo como
un archivo "ejecutable", que es un misterioso montón de números que
no se puede estudiar, no se puede cambiar, y ciertamente se puede publicar
una propia versión modificada.
Y éstas son libertades esenciales en la definición de "software libre".
Para ser un honesto y coherente defensor del software libre, difícilmente
podría dar discursos y ejercer presión sobre la gente para que use software
no libre. Estaría socavando mi propia causa. Y si yo no demuestro que
me tomo en serio mis principios, no puedo esperar que nadie más los
tome en serio.
TLöN, UQBAR, ORBIS TERTIUS
Esta intervención, sin embargo, no es acerca del software libre.
Después de trabajar en el movimiento de software libre durante muchos
años, y después de que la gente hubiera comenzado a usar algunas partes
del sistema operativo GNU, empecé a ser invitado a conferencias.
La gente me preguntaba: "Bueno, ¿de qué manera las ideas de libertad
para los usuarios de software pueden generalizarse a otros ámbitos?".
Y, por supuesto, alguna gente hacía preguntas tontas como "¿Debería
ser libre el hardware?", "¿Este micrófono debería ser libre?".
Bien, ¿qué quiere decir eso? ¿Deberíamos ser libres de copiarlo y modificarlo?
Si compro un micrófono, nadie puede impedirme que lo modifique. Y copiarlo...
Nadie tiene un copiador de micrófonos. Fuera de Viaje a las estrellas,
esas cosas no existen.
Puede ser que algún día haya analizadores y ensambladores nanotecnológicos,
y entonces esta pregunta sobre si uno es libre o no de hacer copias
de objetos realmente adquirirá importancia. Veremos empresas agroindustriales
intentando impedir que la gente copie alimentos, y eso se va a convertir
en una cuestión política de primer orden.
Por el momento, es sólo especulación.
Pero para cualquier otra clase de información se puede plantear la pregunta,
porque cualquier clase de información que pueda ser almacenada en una
computadora puede ser copiada y modificada. Así que los aspectos éticos
del software libre son los mismos que los relativos a otros tipos de
información publicada.
No estoy hablando de información privada. Estoy hablando de los derechos
que deberíamos tener si obtenemos copias de cosas publicadas, a las
que no se intenta mantener en secreto.
DE RERUM NATURA
A fin de explicar mis ideas en la materia, quisiera repasar la historia
de la distribución de información y la del copyright.
En el mundo antiguo, los libros se escribían a mano (con una pluma o
cualquier otro instrumento) y cualquiera que supiera cómo leer y escribir
podía copiar un libro casi tan eficientemente como los demás.
Es cierto que alguien, un profesional de la copia, podía hacerlo un
poco mejor, pero no había una diferencia sustancial. Y como las copias
se hacían de a una por vez, no existía una economía a gran escala. Hacer
diez copias tomaba diez veces más tiempo que hacer una copia. Tampoco
había nada que forzara la centralización: un libro podía copiarse en
cualquier lugar.
Debido a ese estadio de la tecnología, que no obligaba a que las copias
fueran idénticas, no había en la antigüedad una distinción total entre
copiar un libro y escribir un libro. Había prácticas intermedias que
también tenían sentido.
Los antiguos sabían, digamos, que tal obra había sido escrita por Sófocles,
pero entre la escritura del libro y su copiado había otras cosas útiles
que se podían hacer. Por ejemplo, copiar una parte de un libro, después
escribir algunas palabras nuevas, copiar algo más y escribir algo más,
y así.
Esto se llamaba "escribir un comentario". Era algo muy común, y esos
comentarios eran apreciados. Se podía también copiar el pasaje de un
libro, después escribir algunas palabras, y copiar un pasaje de otro
libro y escribir más palabras, y así: esto era "hacer un compendio".
Los compendios también eran muy útiles.
Había trabajos que se perdían, pero algunas de sus partes sobrevivían
cuando eran citadas en otros libros que alcanzaban mayor popularidad
que el original, quizá porque copiaban las partes más interesantes,
y así la gente hacía muchas copias de éstas, pero no se molestaba en
copiar el original porque no era lo bastante atractivo. Hasta donde
yo sé, no había copyright en el mundo antiguo. Cualquiera que quisiera
copiar un libro podía hacerlo.
DE GUTENBERG AL TIO SAM
Más tarde se inventó la imprenta, un dispositivo para la copia de
libros. La imprenta no era sólo una mejora cuantitativa (por la facilidad
del copiado) sino que afectaba de manera dispar a los distintos tipos
de copias, e introducía una economía a gran escala.
Era mucho trabajo preparar cada página y, por lo tanto, mucho más económico
hacer varias copias idénticas de cada una. Entonces el resultado fue
que copiar libros tendió a convertirse en una actividad centralizada
y de producción masiva. Las copias de cualquier libro tendieron a hacerse
en unos pocos lugares.
La introducción de la imprenta también significó que los lectores ordinarios
no pudieran copiar libros eficientemente. Sólo si uno tenía una imprenta
podía hacerlo. Así que copiar libros era una actividad industrial.
Durante los primeros años de imprenta, los libros impresos no reemplazaron
totalmente a los copiados a mano. Las copias artesanales todavía se
hacían.
Los ricos las hacían o las encargaban para tener copias especialmente
hermosas, que mostraran cuán ricos eran, y los pobres lo hacían porque
no tenían suficiente dinero para comprar una copia impresa, pero tenían
tiempo para copiar a mano un libro. De modo que el copiado a mano todavía
se hacía hasta cierto punto.
Creo que fue durante el siglo XIX cuando la impresión se volvió tan
barata que aún la gente pobre podía comprar libros impresos.
El copyright apareció con el uso de la imprenta y, dado el carácter
de esa tecnología, tenía el efecto de una regulación industrial. No
restringía lo que los lectores podían hacer; restringía lo que podían
hacer los editores y los autores.
En Inglaterra, el copyright fue inicialmente una forma de censura: había
que obtener permiso del gobierno para poder publicar un libro.
Pero la idea cambió. En los tiempos de la Constitución de los Estados
Unidos, la gente llegó a una idea diferente del propósito del copyright.
Se propuso, en principio, que a los autores se les otorgara un copyright
monopólico sobre el copiado de sus libros.
Esta propuesta fue rechazada. En cambio, se adoptó una propuesta radicalmente
distinta: con el fin de promover el progreso, el Congreso podría opcionalmente
establecer un sistema de copyright que creara esos monopolios que, de
acuerdo con la Constitución de los Estados Unidos, no existen para el
bien de sus propietarios sino para promover el progreso de la ciencia.
Los monopolios se entregan a los autores para lograr que hagan algo
que sirva al público. Entonces el objetivo era que se escribieran y
se publicaran más libros que la gente pudiera leer, y se creía que eso
contribuiría al incremento de la actividad literaria o al incremento
de la producción científica y en otros campos.
La sociedad mejoraría a través de eso. La creación de monopolios privados
era sólo un medio en procura de un fin, y ese fin era un fin público.
El copyright en la era de la imprenta era bastante indoloro, pues era
una regulación industrial. Restringía sólo la actividad de los editores
y de los autores. Bueno, en algún sentido estricto, también los pobres
que copiaban libros a mano podrían haber infringido la ley de copyright.
Pero nadie nunca trató de forzarlos a respetar el copyright porque se
entendía como una regulación industrial.
El copyright en la era de la imprenta también era fácil de hacer cumplir,
porque los responsables de su cumplimiento eran los editores, y los
editores, por su propia naturaleza, se hacen conocer. Si uno está tratando
de vender libros, tiene que decirle a la gente dónde ir a comprarlos.
No hay que ir a la casa de cada lector en todo el mundo para hacer respetar
el copyright.
Y, finalmente, el copyright puede haber sido un sistema beneficioso
en aquel contexto. En los Estados Unidos, los abogados especializados
consideran el copyright como un comercio o un trueque entre el público
y los autores. El público cede algunos de sus derechos naturales y a
cambio se beneficia con la escritura y publicación de mayor cantidad
de libros.
EL DERECHO EN CUESTION
¿Es éste un trato ventajoso?
Bueno, cuando el público en general no puede hacer copias porque éstas
sólo pueden hacerse eficientemente en las imprentas ¬y la mayoría de
la gente no tiene imprentas¬, el resultado es que el público en general
cede una libertad que no puede ejercer, una libertad abstracta, sin
ningún valor práctico.
Entonces, si uno tiene algo que es un subproducto de su vida y que es
inútil, y tiene la oportunidad de intercambiarlo por algo de algún valor,
está ganando. Así es como el copyright pudo haber sido un trato ventajoso
para el público en aquella época.
Pero el contexto está cambiando, y eso debe cambiar nuestra evaluación
ética del copyright. Los principios básicos de la ética no se modifican
por los avances de la tecnología; son demasiado fundamentales para ser
afectados por tales contingencias.
Pero nuestra decisión sobre cualquier pregunta específica es consecuencia
de las alternativas disponibles, y las consecuencias de una determinada
opción pueden cambiar según el contexto cambie.
Eso es lo que está ocurriendo en el área del copyright, porque la era
de la imprenta está llegando a su fin, dando paso gradualmente a la
era de las redes de computadoras.
Las redes de computadoras y la tecnología de la información digital
nos están llevando de regreso a un mundo más parecido a la antigüedad,
donde cualquiera que pueda leer y usar la información puede también
copiarla casi tan fácilmente como todos. Así que la centralización y
la economía a gran escala introducidas por la imprenta están desapareciendo.
Y este contexto cambiante cambia el modo en que funciona la ley de copyright,
que ya no actúa como una regulación industrial sino como una restricción
draconiana sobre el público en general. Solía ser una restricción sobre
los editores por el bien de los autores. Ahora es una restricción de
los derechos del público para provecho de los editores.
El copyright solía ser bastante indoloro e incontrovertido. No restringía
al público en general. Ahora eso ya no es verdad. Si uno tiene una computadora,
los editores consideran restringir el derecho a usarla como su más alta
prioridad.
TODOS SOMOS DELINCUENTES
El copyright era fácil de hacer cumplir porque era una restricción
que pesaba sólo sobre los editores, que eran fáciles de encontrar (y
lo que publicaban era fácil de ver).
Ahora el copyright es una restricción que pesa sobre cada uno de ustedes.
Para forzar su cumplimiento requiere vigilancia ¬e intrusión¬ y duros
castigos, y observamos cómo se están volviendo parte de la legislación
de los Estados Unidos y de otros países.
El copyright solía ser, aun con discusiones, un trato ventajoso para
el público, porque el público estaba cediendo libertades que no podía
ejercer.
Bueno, pero ahora sí puede ejercer estas libertades.
- ¿Qué hacer si uno se ha acostumbrado a ceder un subproducto que no
le era útil y, de pronto, descubre un uso para ello?
Puede, de hecho, consumirlo, usarlo. ¿Qué hacer en ese caso?
Uno no lo negocia; se guarda algo. Y eso es lo que el público querría
naturalmente hacer. Eso es lo que el público hace cada vez que se le
da la chance de expresar su preferencia. Se guarda algo de su libertad
y la ejerce. Napster es un gran ejemplo de eso: el público decidiendo
ejercer la libertad de copiar, en vez de cederla.
Entonces, lo que debemos hacer para darle a la ley de copyright el lugar
que se merece en las circunstancias actuales es reducir las restricciones
que pesan sobre el público e incrementar la libertad que el público
retiene. Pero esto no es lo que los editores quieren hacer sino exactamente
lo opuesto.
Ellos quisieran incrementar los poderes de copyright a punto tal que
les permita controlar todo el uso de la información. Esto condujo a
leyes que otorgan un incremento sin precedentes de los poderes de copyright.
Las libertades que el público solía tener en la era de la imprenta les
están siendo quitadas.
BOICOT AL LIBRO ELECTRONICO
Por ejemplo, echemos un vistazo a los e-books. Hay una tremenda
cantidad de publicidad sobre los e-books; difícilmente se la puede evitar.
Tomé un vuelo en Brasil y en la "revista de a bordo" había un artículo
diciendo que quizás iba a llevar diez o veinte años hasta que todos
nosotros nos pasáramos a e-books.
Claramente, este tipo de campaña viene de alguien que está pagando por
ella. Ahora bien, ¿por qué lo están haciendo? Creo que lo sé.
La razón es que los e-books son la oportunidad de quitar a los lectores
de libros impresos algunas de las libertades residuales que tienen y
que siempre tuvieron. La libertad, por ejemplo, de prestarle un libro
a un amigo, o de tomarlo prestado de una biblioteca pública, o de vender
una copia a una librería de viejo, o de comprar una copia anónimamente,
sin dejar registrado en una base de datos quién compró ese libro en
particular. Y puede que hasta el derecho a leerlo dos veces.
Éstas son libertades que los editores quisieran quitar a los lectores,
pero no pueden, en el caso de los libros impresos, porque sería una
operación muy obvia y generaría una protesta. Entonces encontraron una
estrategia indirecta: primero, obtener legislación para cancelar esas
libertades en el caso de los e-books, cuando todavía no hay e-books.
Así no hay controversia porque no hay usuarios preexistentes de e-books
acostumbrados a sus libertades y dispuestos a defenderlas.
Los editores ya obtuvieron eso con la Digital Millenium Copyright Act
en 1998. Entonces se introducen los e-books y gradualmente se pretende
que todo el mundo se pase de los libros impresos a los e-books. Eventualmente
el resultado es que los lectores perdieron sus libertades sin que jamás
haya habido un momento en que les fueran "arrebatadas" y en el que pudieran
haber luchado para retenerlas.
Al mismo tiempo vemos esfuerzos similares para quitarle a la gente libertades
para usar otro tipo de publicaciones. Por ejemplo, las películas que
están en DVD se publican en un formato encriptado que, se suponía, iba
a ser secreto, y la única manera en que las compañías filmográficas
iban a revelar el formato a los fabricantes de reproductores de DVD
era a través de la firma de un contrato que incluyera ciertas restricciones
en el reproductor, con el resultado, una vez más, de que se iba a impedir
que el público ejerciera plenamente sus derechos legales.
Entonces unos astutos programadores europeos encontraron la forma de
desencriptar los DVD y escribieron un paquete de software libre que
podía leer un DVD. Esto hizo posible usar software libre (compatible
con el sistema operativo GNU/Linux) para ver la película en DVD que
uno había comprado, lo que es algo perfectamente legítimo.
Pero las compañías filmográficas objetaron el "descubrimiento" y fueron
a la corte. Es que las compañías filmográficas solían hacer un montón
de películas en las que había un científico loco y alguien decía: "Pero,
Doctor, hay ciertas cosas que se supone que el hombre no debe conocer".
Seguramente los ejecutivos han visto demasiadas de sus propias películas
porque llegaron a creer que el formato de los DVD es algo que el hombre
no debía conocer, y obtuvieron un fallo para censurar totalmente el
software libre capaz de reproducir DVD. Hasta se prohibió hacer un vínculo
a un sitio fuera de los Estados Unidos donde esa información estuviera
legalmente disponible. Ese fallo ha sido apelado. Yo firmé un breve
alegato en esa apelación (me enorgullece decirlo, aunque juego un rol
bastante marginal en esta batalla en particular).
El gobierno de los Estados Unidos intervino directamente en favor de
los intereses de las corporaciones. Esto no es sorprendente cuando se
considera por qué la Digital Millennium Copyright Act fue aprobada en
primerísimo término.
La razón es el sistema de financiamiento de campañas políticas que tenemos
en Estados Unidos, que es esencialmente soborno legalizado (los candidatos
son comprados por las compañías aun antes de ser electos). Y, por supuesto,
los funcionarios saben quién es su amo -para quién trabajan¬ y aprueban
las leyes que les dan más poder a las corporaciones.
No sabemos qué ocurrirá con esta batalla en particular. Pero, mientras
tanto, Australia ha aprobado una ley similar y Europa termina de adoptar
una. El plan es no dejar lugar en la Tierra donde la información esté
disponible libremente para el público.
Los Estados Unidos siguen siendo líderes mundiales en el intento de
impedir que el público acceda y distribuya información publicada.
UNA DE PIRATAS
Los Estados Unidos no son el primer país en considerar prioritaria
la restricción de la copia de la información publicada. El tema fue
muy importante para la Unión Soviética, donde el copiado y redistribución
no autorizados eran conocidos como Samizdat.
Para erradicarlo se desarrollaron una serie de métodos: primero, guardias
vigilando cada pieza de equipamiento copiador para verificar qué es
lo que copiaba la gente e impedirle hacer copias prohibidas.
Segundo, duros castigos para cualquiera que hiciera copias prohibidas.
Tercero, el uso de informantes que delataran sus vecinos y compañeros
a la policía de la información.
Cuarto, responsabilidad colectiva: "¡Tú! ¡Tú vas a vigilar a ese grupo!
Si pesco a cualquiera de ellos haciendo copias prohibidas, irás a prisión.
Así que, vigílalos bien".
Y quinto, propaganda: desde la niñez se intentaba convencer a todos
de que sólo un horrible enemigo del pueblo podría perpetrar el copiado
prohibido.
SAMIZDAT, Versión. 2.0
Ahora, los Estados Unidos están usando todos estos métodos. Primero,
guardias vigilando el equipamiento.
Bueno, en las tiendas de copiado hay guardias que verifican qué copias.
Pero emplear guardias humanos para vigilar qué copia uno en su computadora
sería demasiado caro. Entonces se instrumentan guardias robot.
Ése es el propósito del Digital Millennium Copyright Act. Este software
se instala en tu computadora y es la única manera de impedir que copies
cierta información a la que has accedido.
Ahora hay un plan para introducir este software en cada disco rígido,
de modo que habría archivos en tu disco rígido a los que ni siquiera
podrías acceder, excepto obteniendo permiso de algún servidor de red.
Y esquivar el software guardián o aun decirle a otra gente cómo esquivarlo
sería un delito.
Segundo, duros castigos. Hace unos pocos años, si uno hacía una copia
de algo y la entregaba a sus amigos, sólo para ayudarlos, esto no era
considerado un delito (nunca algo semejante había sido un delito en
los Estados Unidos). Entonces eso fue penalizado: uno puede ir a prisión
durante años por compartir algo con su vecino.
Tercero, informantes. Habrán visto los anuncios en la TV y los anuncios
en los subterráneos de Boston, por ejemplo, pidiéndole a la gente que
delate a sus compañeros de trabajo a la policía de la información, que
oficialmente se llama "Software Publishers Association".
Cuarto, responsabilidad colectiva. En los Estados Unidos, esto se ha
hecho mediante el alistamiento de los proveedores de Internet (ISP),
haciéndolos legalmente responsables de todo lo que sus clientes publiquen.
El único modo en que pueden evitar que se los considere responsables
es si siguen invariablemente el procedimiento de desconectar o remover
la información en menos de dos semanas luego de una queja. Hace unos
pocos días oí que un sitio que contenía una inteligente protesta criticando
al Citibank por algunas de sus malvadas políticas fue desconectado de
esta manera.
LOS CORSARIOS BLANCOS
Y, finalmente, propaganda, comenzando en la infancia. Para eso se
usa la palabra pirata. Si uno hace memoria, hace apenas unos pocos años
el término "pirata" se aplicaba a los editores que no pagaban al autor
sus derechos. Pero ahora el sentido de la palabra ha sido completamente
dado vuelta y se aplica a los miembros del público que escapan al control
del editor.
Se usa el término "pirata" para convencer a la gente de que sólo un
malvado enemigo del pueblo podría practicar el copiado prohibido. De
hecho, la palabra insinúa que compartir algo con un vecino es el equivalente
moral de atacar un barco. Espero que no estén de acuerdo con este uso
de la palabra y que, por lo tanto, se rehúsen a usarla en ese sentido.
Así que los editores están pagando leyes para darse más poder a sí mismos.
Además, están extendiendo los plazos de duración del copyright. Así,
el resultado es que el copyright dura nominalmente un cierto período
de tiempo y cualquier copyright dado va a expirar nominalmente algún
día.
Pero, en los hechos, ese momento de expiración nunca llega porque cada
copyright se extiende por veinte años cada veinte años. Entonces, nada
caerá en dominio público alguna vez.
Esta política ha sido llamada el "plan del copyright perpetuo a plazos"
(Perpetual copyright on the installment plan).
La ley que en 1998 extendió el copyright por veinte años se conoce como
"Mickey Mouse Copyright Extension Act", porque uno de los principales
auspiciantes de esta ley fue la Disney Corporation que se dio cuenta
de que el copyright sobre Mickey Mouse iba a caducar, cosa que ellos
prefieren que no suceda nunca.
GLOBALIZACION Y SISTEMA JURIDICO
El título original de esta charla era supuestamente "Copyright y
Globalización". La globalización está compuesta de un conjunto de políticas
que se hacen en nombre de la eficiencia económica o los así llamados
tratados de libre comercio, los cuales realmente están diseñados para
darles a las corporaciones mayor poder sobre leyes y políticas.
No son realmente tratados sobre libre comercio sino sobre transferencia
de poder: se trata de limitar el poder de los ciudadanos de cualquier
país para dictarse leyes que, acaso, pudieran considerar sus propios
intereses, y dar ese poder a las corporaciones.
La democracia es el problema, y estos tratados están diseñados para
resolverlo. Por ejemplo, el Nafta contiene, de hecho, disposiciones
que permiten a las corporaciones obligar a otro gobierno a que se deshaga
de una ley que éstas creen que interfiere con sus beneficios. Entonces,
las compañías extranjeras tienen más poder que los ciudadanos del propio
país.
IMPERIO
Una cosa que hemos visto en los años noventa es que estos tratados
empiezan a imponer el copyright por todo el mundo, y de manera más poderosa
y restrictiva. Los así llamados tratados de libre comercio son, en los
hechos, tratados de comercio usados por las corporaciones para obtener
el control sobre el comercio mundial.
Cuando Estados Unidos era, en el siglo XIX, un país en desarrollo, no
reconocía copyrights extranjeros. Fue una decisión inteligente. Se entendía
que reconocer copyrights extranjeros habría significado una transferencia
de recursos hacia el exterior. La misma lógica se aplicaría hoy a los
países en desarrollo, pero los Estados Unidos tienen suficiente poder
para obligarlos a ir en contra de sus propios intereses.
De hecho, es un error hablar de los intereses de los países en este
contexto. En efecto, estoy seguro de que la mayoría de ustedes han oído
la falacia de juzgar el interés público mediante la suma de la riqueza
de todos. Si los trabajadores de los Estados Unidos perdieran mil millones
de dólares mientras Bill Gates ganase dos mil millones, ¿estarían los
norteamericanos mejor?
Si uno ve sólo la cifra total, parece que es bueno. Sin embargo, este
ejemplo muestra que el total es una manera incorrecta de juzgar, pues
Bill Gates no necesita realmente otros dos mil millones, pero la pérdida
de mil millones puede ser decisiva y dolorosa para otra gente que no
tiene tanto para empezar. Así que aplicar esa falacia es una excusa
para hacernos ignorar el efecto de la distribución de la riqueza, y
si es que el tratado va a aumentar la disparidad, como ha hecho en los
Estados Unidos.
No son realmente los intereses de Estados Unidos los que se defienden
al imponer el copyright alrededor del mundo. Son los intereses de ciertos
propietarios de corporaciones, muchas de las cuales están en los Estados
Unidos y algunas de las cuales están en otros países. Pero en ningún
sentido se defiende el interés público.
¿POR DONDE EMPEZAR?
Ahora bien, ¿qué tendría sentido hacer? Si creemos que la meta declarada
del copyright es promover el progreso, ¿qué política sería inteligente
implementar en la era de las redes de computadoras?
En vez de incrementar los poderes del copyright, tenemos que disminuirlos
tanto como para darle al público cierta libertad para que pueda hacer
uso de los beneficios de la tecnología digital.
Pero, ¿qué tan lejos debe ir eso?
Es una pregunta interesante porque no creo que debamos abolir totalmente
el copyright. Para pensar inteligentemente, lo primero que debemos reconocer
es que no hay razón para tener una política uniforme de copyright en
relación con todo tipo de información.
De hecho, no es ése el caso actualmente porque hay un montón de excepciones.
La música es tratada de manera muy diferente por la ley de copyright.
Pero la arbitraria insistencia en la necesidad de uniformar el tratamiento
es esgrimida por los editores astutamente. Ellos eligen algún caso especial
y argumentan que, en ese caso en particular, sería ventajoso reservarse
una determinada cantidad de copyright. Y luego dicen que, por el bien
de la uniformidad, esa cantidad de copyright debe aplicarse a todo.
Entonces, por supuesto, eligen el caso especial en donde puedan obtener
la mayor rentabilidad. Pero así como pagar mil dólares por un auto nuevo
puede ser un trato ventajoso, mientras que pagar cien dólares por una
botella de leche puede ser un trato horrible, también en lo que se refiere
al copyright debemos considerar las diferentes clases de trabajo.
TIPOS DE TEXTOS Y DERECHOS
Para todo tipo de escritos funcionales (recetas, programas para
computadoras, manuales y libros de texto, obras de consulta como diccionarios
y enciclopedias) los problemas son básicamente los mismos y se pueden
aplicar las mismas conclusiones. La gente debería tener la libertad
de publicar una versión modificada de esos trabajos, porque es muy útil
modificar trabajos funcionales.
Las necesidades de todos no son siempre las mismas. Yo puedo haber escrito
tal obra (o desarrollado tal programa) para hacer el trabajo que necesito,
pero tu idea sobre el trabajo que debería hacerse puede ser algo diferente.
Puede haber otras personas que tengan las mismas necesidades que las
tuyas, y tu versión modificada puede ser buena para ellos.
Todas las personas que cocinan saben esto y lo han sabido por cientos
de años. Es normal hacer copias de recetas y dárselas a otra gente,
y también es normal modificar una receta. Si uno cambia una receta y
cocina para sus amigos y a ellos les gusta lo que están comiendo, podrán
decir: "¿Me darías la receta?".
Entonces uno quizá escriba su versión y les dé copias. Esto es exactamente
lo mismo que, mucho después, nosotros hemos empezado a hacer en la comunidad
del software libre.
Ése es un caso. El segundo tipo de trabajo son los trabajos cuyo propósito
es decir lo que cierta gente piensa: memorias, ensayos de opinión, publicaciones
científicas, ofertas de compra y venta, catálogos de artículos para
vender. Esos trabajos han sido escritos para decir qué es lo que alguien
piensa, o qué vio, o qué cree. Modificarlos sería representar mal a
los autores.
Así que modificar estos trabajos no es una actividad socialmente útil.
Y entonces el copiado textual es lo único que la gente realmente necesita
que se permita hacer.
La siguiente pregunta es: ¿debería la gente tener derecho a hacer copias
textuales con fines comerciales? ¿O es suficiente con las no comerciales?
Se trata de dos actividades diferentes, así que podemos considerar las
preguntas por separado: el derecho a hacer copias textuales no comerciales
y el derecho a hacer copias textuales comerciales.
Podría ser una buena política de compromiso mantener el copyright protegiendo
el copiado textual comercial, pero permitir a todos el copiado textual
no comercial.
De esta manera, el copyright sobre el copiado textual comercial, así
como sobre todas las versiones modificadas ¬sólo el autor podría aprobar
una versión modificada¬ seguiría proveyendo el mismo flujo de ganancia
que provee ahora para costear la escritura de cualquiera de estos trabajos.
Permitir el copiado textual no comercial significa que el copyright
ya no tendrá que entrometerse en el hogar de cada uno.
Se vuelve una regulación industrial otra vez, fácil de hacer cumplir
e indolora. Ya no requiere castigos draconianos e informantes en pos
de su cumplimiento. Obtenemos la mayor parte del beneficio ¬y evitamos
la mayor parte del horror¬ del actual sistema.
La tercera categoría de trabajos son los trabajos estéticos o de entretenimiento,
donde lo más importante es la sensación de apreciar el trabajo. Para
estos trabajos, la cuestión de la modificación es muy complicada porque,
por un lado, está la idea de que estos trabajos reflejan la visión de
un artista, y cambiarlos es distorsionar esa visión.
Por otro lado, tenemos el hecho de que existe el proceso folklórico,
donde una comunidad modificando un trabajo puede, a veces, producir
un resultado extremadamente rico. Algunas de las obras de Shakespeare
usaron historias tomadas de otras obras. Si las leyes de copyright actuales
hubieran tenido efecto entonces, esas obras hubieran sido ilegales.
Es difícil decir qué es lo que deberíamos hacer acerca de la publicación
de versiones modificadas de un trabajo estético o artístico. Tal vez
haya que buscar más subdivisiones de la categoría. Por ejemplo, puede
ser que todo el mundo debería ser libre de publicar versiones modificadas
de los escenarios de juegos de computadora. Pero una novela tal vez
debería ser tratada de manera diferente mediante algún tipo de acuerdo
con el autor original.
PROYECTO VENUS
Cuando hayamos superado esta etapa de transición y las redes de
computadoras constituyan una realidad efectiva, podemos imaginar otra
forma para que los autores consigan dinero por su trabajo.
Imaginemos que tenemos un sistema de dinero digital que paga nuestro
trabajo. Imaginemos que ese sistema permite enviar dinero digital a
través de Internet. E imaginemos que el copiado textual de los trabajos
estéticos está permitido. Pero están escritos de tal modo que cuando
estás escuchando, o leyendo, o mirando uno de ellos, aparece una caja,
a un lado en tu pantalla, que dice "haga click aquí para enviarle un
dólar al autor" (o al músico, o lo que sea).
Simplemente permanece ahí, no se interpone en tu camino, está al lado,
recordándote que es algo bueno apoyar a los artistas.
Si nos gusta el trabajo que estamos leyendo o escuchando, eventualmente
diremos: "¿Por qué no darle a esta gente un dólar? Es sólo un dólar.
¿Qué es eso? Ni siquiera lo extrañaré".
Lo bueno de esto es que hace del copiado el aliado de los autores y
los músicos. Cuando alguien le envía por correo electrónico a un amigo
una copia de algo que le gustó, ese amigo podría también enviar un dólar
al autor. Incluso podríamos enviar un dólar más de una vez.
De todos modos, ese dólar es más de lo que los artistas obtienen hoy
si uno compra el libro o el CD, pues ellos obtienen una minúscula fracción
del precio de venta. Los mismos editores que están exigiendo pleno poder
sobre los derechos del público, en nombre de los autores y creadores,
les están dando migajas a esos autores y creadores, todo el tiempo.
INCONSCIENTE COLECTIVO
El comercio mundial no cumple ningún papel en el mejoramiento de
las condiciones de vida en las Filipinas o en China. En esas zonas industriales,
todo el mundo trabaja en fábricas de explotación. La globalización es
una manera muy ineficiente de elevar el nivel de vida de los pueblos
de ultramar. A un norteamericano se le paga veinte dólares la hora para
hacer algo.
Gracias al "libre comercio", se le da ese trabajo a un mexicano a quien
se le paga, quizás, seis dólares por día. Lo que ocurre es que se le
quita una cantidad de dinero de un trabajador norteamericano para darle
una fracción minúscula a un trabajador mexicano y el resto es "devuelto"
a la compañía. Si la meta era elevar el nivel de vida de los trabajadores
mexicanos, ésta es una pésima manera de hacerlo.
Es interesante ver cómo la misma idea general se da en la industria
del copyright. En nombre de los trabajadores intelectuales, quienes
ciertamente merecen algo, se proponen medidas que les dan una diminuta
porción de lo que merecen y que, en realidad, principalmente aumentan
el poder de las corporaciones para controlar nuestras vidas.
Creo que ya dije buena parte de lo que quería. Dediqué diecisiete años
de mi vida a trabajar en software libre y cuestiones aledañas. No lo
hice porque pensara que fuera la cuestión política más importante del
mundo. Lo hice porque era el área en donde vi que tendría que usar mis
destrezas para tratar de hacer mucho bien. Pero lo que ocurrió es que
las cuestiones políticas en general evolucionaron y la cuestión política
más importante del mundo, hoy, es resistir la tendencia a dar poder
a las corporaciones sobre el público y los gobiernos.
Veo al software libre y los problemas aledaños como parte de esa cuestión
de primer orden. Así que me encontré indirectamente trabajando en esa
cuestión. Espero contribuir en algo al esfuerzo.
Richard M. Stallman (también conocido como ‘rms’) es el fundador del proyecto para el desarrollo del sistema operativo libre GNU (GNU’s Not Unix, o sea, "GNU No es Unix") y de la Free Software Foundation, que financia y difunde el proyecto GNU. GNU se refiere tanto al desarrollo del sistema operativo completo (que incluye el kernel -núcleo del sistema- Linux, que es como se suele denominar por extensión a todo el sistema operativo) como al proyecto cooperativo para desarrollarlo. El proyecto GNU nació en 1983 como una lucha para recuperar el espíritu de cooperación antimercantil que había a principios de los años setenta en las comunidades de hackers y eliminar los obstáculos que ya por entonces -mediados de los años ochenta- imponían los fabricantes de software propietario. El objetivo de GNU es promover el desarrollo y uso de free software, construyendo un sistema operativo completo totalmente libre que elimine la necesidad de usar software propietario (sometido a copyright). Libre significa aquí el derecho al uso, a la copia, a la redistribución y a disponer de las fuentes para modificar cualquier programa, sin ninguna otra restricción más que la de que nadie se apropie legalmente de esas mejoras, ni de que nadie pueda impedir que otr@s las disfruten (es decir, libre de patentes y copyrights). A ese derecho "que protege el uso libre en vez de la propiedad" se le denomina copyleft, y está plasmado legalmente en la GPL (General Public License)
Fuente: www.sindominio.net
Richard
Stallman: "Compartir programas es ilegal pero no inmoral"
Enero
2005, Richard Stallman, el creador del movimiento del software libre, visitó
Colombia para difundir algunas de sus polémicas opiniones.
En el escenario y fuera de él parece un líder religioso. No solo por su
aspecto cuidadosamente descuidado, su pelo y su barba largos, su particular
forma de hablar el español y su informal manera de vestir, sino porque genera
una admiración especial por parte de miles de desarrolladores de software
y estudiantes de ingenierías en todo el mundo.
Para muchos, Richard Matthew Stallman es una especie de profeta iluminado.
Es el representante de un movimiento que está en contra de las patentes
de software, en un mundo en el que las grandes corporaciones, como Microsoft,
ganan millones de dólares por su software y a la vez son muy admiradas.
Hace 21 años, cuando el desarrollador de software y hacker Richard Stallman
vio que todos los sistemas operativos tenían un dueño, decidió iniciar el
movimiento del software libre (www.fsf.org) y creó un sistema operativo,
que denominó GNU (www.gnu.org). "En 1992, Linus Torvalds desarrolló el núcleo
del sistema, llamado Linux, y llenó lo único que le faltaba a GNU para ser
un sistema operativo completo. Hoy GNU/Linux tiene unos 100 millones de
usuarios", señala.
Más allá de sus logros como desarrollador, se afirma que su aporte más significativo
es el marco de referencia ético, político y legal para el movimiento del
software libre, traducido en su búsqueda de la libertad.
Stallman, quien tiene 52 años de edad, estuvo en Bogotá como principal invitado
de la primera Feria Interactiva del Software Libre, organizada por la Universidad
Autónoma de Colombia. Él habló con EL TIEMPO sobre su movimiento y el software
propietario.
- ¿Cuál es su motivación para recorrer diferentes países hablando del software
libre?
Mi interés es difundir las ideas del software libre, para que la gente reconozca
qué es la libertad y así pueda valorarla y luchar por mantenerla. La historia
nos enseña que la libertad no se mantiene automáticamente, pues siempre
afronta peligros, así que debemos defenderla día tras día. Nuestra meta
es la liberación del ciberespacio y del uso de los computadores por medio
del software libre.
- ¿Cómo se relaciona la libertad
con el software?
En inglés es más difícil explicarlo que en español, pues el término ‘free
software’ se puede entender como ‘software gratis’ o como ‘software libre’.
En español es claro que se trata de software que brinda libertad a sus usuarios
y desarrolladores.
- ¿Cuáles son esas libertades que brinda el software libre y no el software
propietario?
Primero que todo, yo no hablo de software propietario, sino de software
privativo, pues priva a las personas de las libertades que merecen, así
que este nombre muestra más claramente la injusticia de ese tipo de software.
Estas libertades son cuatro: libertad para utilizar los programas (libertad
0), libertad para conocer su código y cambiarlo según sus necesidades (libertad
1), libertad para hacer copias y distribuirlas entre otros (libertad 2)
y libertad para publicar versiones modificadas (libertad 3).
El software comercial es injusto porque impide algunas de estas libertades.
- Pero algunas aplicaciones de software ‘privativo’ son gratuitas y permiten
utilizarlas y compartirlas, que es lo más importante para los usuarios no
técnicos…
Estas cuatro libertades no solo benefician a los desarrolladores, sino a
todos. Aunque los usuarios finales aprovechan las libertades 0 y 2, el hecho
de que las personas que escriben software cuenten con otras libertades también
los benefician. Es como la libertad de prensa: pocos la ejercen, pero toda
la sociedad se beneficia de ella.
- ¿Cuánto ha avanzado el movimiento del software libre en estos 21 años?
En número de usuarios no vamos ni a mitad de camino, y en cuanto a trabajo
estamos más avanzados, pero tenemos que luchar a diario contra las empresas
que desarrollan software privativo.
- ¿Cuáles son esas empresas enemigas del software libre?
Microsoft es nuestro peor enemigo, por sus prácticas de negocio y porque
juega al imperio; ofrece copias gratuitas en las escuelas para generar adictos
a su software, pero cuando esas personas sean grandes no les dará las copias
gratuitas, pues ya les ha dado la primera dosis.
Pero no es el único: compañías como Adobe han acusado a desarrolladores
de software libre por escribir programas que benefician a la gente pero
que atentan contra su negocio.
- ¿SCO es otro de los enemigos? ¿Qué opina de la caída de los ingresos de
esta empresa?
SCO no es un gran peligro. Afirma que es dueña de parte del código del núcleo
del sistema operativo GNU/Linux, pero no tiene argumentos. Incluso si ganara
el juicio, no perderíamos tanto, solo algunas funcionalidades del núcleo
del sistema operativo.
- Microsoft ha bajado los precios de Windows en países emergentes. ¿Cómo
afecta esto al software libre?
El precio bajo de Windows, o incluso que fuera gratis, no cambiaría nada
porque el tema no es precio, sino libertad, y Windows me quita la libertad
(para conocer su código, para modificarlo, para distribuirlo). Cuando Microsoft
baja los precios, simplemente añade más carnada a la trampa de su software.
- Muchas personas creen que el software libre no es tan fácil de usar como
el de los grandes fabricantes. ¿Qué opina?
Hoy el software libre es tan fácil de usar como el privativo. El sistema
operativo GNU/Linux tiene distribuciones que funcionan de la misma forma
que Windows, y esto también sucede con cientos de programas.
Una prueba de esto son los telecentros de Sao Paulo, que usan software libre
y están destinados a la gente pobre: se creía que era necesario mucho esfuerzo
para capacitar a las personas con el software, pero rápidamente aprendieron
a utilizarlo y hoy lo aprovechan al máximo y no requieren grandes salas
de capacitación.
- Se tiende a hablar de software libre y de open source (software de código
abierto) como si fueran el mismo concepto. ¿Cuál es la discrepancia entre
ambos?
Casi todos los programas libres son open source, y viceversa, así que en
el tema de las licencias somos muy similares. La gran diferencia está en
la filosofía: para nosotros lo principal es la libertad, mientras que para
el movimiento open source esto no es prioritario, la funcionalidad del software
es lo principal, y la libertad es algo secundario.
- Bajo el modelo del software libre no existe la piratería. ¿Qué opina de
este delito?
Creo que es un error llamar piratería a compartir copias, porque atacar
barcos y robarlos no tiene nada que ver con ayudar al prójimo compartiendo
programas. Compartir programas es una de las libertades que brinda el software
libre. Y en el caso del software privativo, compartirlo es ilegal, mas no
inmoral.
- Para terminar, ¿qué software utiliza en su computador portátil?
Uso Debian, una distribución del sistema operativo GNU/Linux, aunque la
empresa ha empezado a vender software privativo y pienso instalar Ubuntu,
la distribución que mejor acoge los principios del software libre. Y casi
todo mi trabajo lo hago con el editor de texto Emacs.
Conferencia
de Richard Stallman sobre patentes de programación
Por
Zorn
En primer lugar habló Jesús González Barahona, introdujo el problema informando
sobre el estado de las patentes de programación [1] en Europa. La ley de
patentes que comparten varios países de la Unión Europea niega explícitamente
la existencia de patentes de programación. Sin embargo, en los últimos años,
se están otorgando patentes a ideas de programas. Por otra parte, existe
un proyecto de aceptar las patentes de programación en el marco de la Unión
Europea. Barahona informó de los distintos proyectos que, tanto en el ámbito
estatal como en el europeo, se están llevando a cabo para impedir la aprobación
de la ley. Entre ellos, se habló de FFII y de Eurolinux en Europa y de Proinnova
en el estado español.
Richard Stallman comenzó haciendo una distinción clara entre derechos y
de autor y propiedad industrial. En su opinión, la idea de "propiedad intelectual"
no sirve sino para ofuscar y confundir: la propiedad intelectual rige los
derechos de autor y la propiedad industrial, el derecho de patentes, se
aplica a las ideas y a su implementación.
La publicidad de las patentes no es muy distinta a la de la lotería: se
hace mucho hincapié en la mínima posibilidad de le toque a uno y se oculta
la enorme posibilidad de que no le toque. Para evitar esta trampa, Stallman
se centró en cómo afectan las patentes a un programador que está desarrollando
un programa nuevo.
El programador que se enfrenta a este problema tiene que tener en cuenta
que seguramente ni siquiera pueda tener acceso a todas las patentes existentes
que puedan afectarle: algunas son potenciales y secretas; otras tienen nombres
oscuros que nada tienen que ver con lo que cubren (algo que sólo un abogado
puede saber: a menudo, ni siquiera el dueño de una patente sabe qué cubre).
Cuando un programador se enfrenta a una patente puede hacer tres cosas:
o evita la patente o compra una licencia o combate la pertinencia de la
patente en los tribunales. El problema es que no todas las opciones son
siempre posibles y, a veces, ninguna de ellas es posible. Evitar una patente
depende de la amplitud del campo que cubre. Comprarla no siempre es económicamente
posible, pero es que además su propietario no está obligado a dar la licencia
en ningún caso. Enfrentarse a la patente en los tribunales tiene los problemas
que son evidentes y encarece desmesuradamente el proyecto.
A veces se patentan funcionalidades, como las que tiene el cualquier procesador
de textos. Se han dado casos en los que se ha tenido que desactualizar la
versión por incorporar funcionalidades bajo patente. Funcionalidades que
han podido ser patentadas con posterioridad a su uso en programas antiguos
(emacs con la expansión de las abreviaturas).
Existe el mito de que las patentes defienden a los genios aislados muertos
de hambre. La patente remuneraría es esfuerzo, el sacrificio de ese gran
asceta. Como todo mito su conexión con la realidad es muy lejana. En primer
lugar, porque la mayoría de las ideas importantes en programación se producen
en grupo; y, en segundo lugar, porque en el ámbito de la informática los
genios no suelen morirse de hambre, sino que, por lo general, consiguen
trabajo.
En teoría los pequeños desarrolladores de programas podrían defenderse de
los grandes a través de sus patentes. En la práctica esto no es cierto.
Los grandes tiene, además de más dinero, más patentes. Si una patente de
un pequeño le interesa a un grande éste se la puede comprar o negociar una
licencia cruzada (intercambio o mejor libre uso de una idea patentada a
cambio del libre uso de la idea patentada por el otro). Evidentemente, el
proceso inverso jamás se da. Así, la ley de patentes te puede defender de
otras empresas pequeñas, pero nunca de las grandes.
Desarrollar software en un contexto con patentes es como cruzar un campo
de minas. A cada paso la probabilidad de cruzarte con una patente no es
muy grande, pero cruzar el campo entero implica casi necesariamente que
pisaremos alguna patente.
En un nuevo ejercicio de empirismo, Stallman diferenció la existencia de
patentes en el campo del software de la existencia de patentes en otros
campos de la industria o la física. Tal vez en éstos, dijo, las patentes
sean buenas y necesarias, pero no ocurre así en la programación. ¿Por qué?
Porque el software es puro lenguaje: no hay que preocuparse de leyes físicas
que pueden desbaratar el proyecto, ni de establecer mecanismo de reemplazo
en caso de deterioro (a diferencia de lo que pasa con la válvula de un motor,
el programador no tiene que diseñar un mecanismo para reemplazar una línea
if en caso de que se estropee). Por otra parte, el proceso de producción
de un programa no requiere más que darle muchas veces a la tecla de "Copiar"
y no diseñar un mecanismo de producción que implica a muchas empresas y
que es a menudo más costoso que el diseño de la idea.
El software es una estructura matemática, es decir puro lenguaje. El software
no es una idea, es la encarnación de esa idea un lenguaje. Las patentes
impiden el desarrollo del software, premian a uno por el trabajo de muchos,
impide el progreso de todos.
La existencia de patentes afecta a todos los desarrolladores de software,
pero en el caso de los desarrolladores de software libre las consecuencias
son catastróficas. En primer lugar porque es imposible determinar el número
de copias que circulan de un programa libre. En segundo, porque no podría
mantenerse la gratuidad de los programas.
[1] Una patente es una protección estatal sobre una idea que dura 20 años.
Es una concesión que provoca el uso monopólico de esa idea por quien posee
la patente, que no está obligado en ningún caso a dar licencias.
Fuente: http://acp.sindominio.net
El
derecho a leer
Richard
Stallman
Extraído de La ruta hacia Tycho, una recopilación de artículos sobre los
antecedentes de la Revolución Lunar,
publicado en Luna City, en el año 2096.
El camino hacia Tycho comenzó para Dan Halbert en la Facultad, cuando Lissa
Lenz le pidió que le dejara su ordenador. El suyo se había averiado, y si
no se lo dejaba alguien no podría terminar el proyecto semestral. Ella no
se habría atrevido a pedírselo a nadie, excepto a Dan. Esto situó a Dan
ante un dilema. Tenía que ayudarle, pero si le prestaba su ordenador, ella
podría leer sus libros. Además de poder ir a prisión durante muchos años
por dejar que alguien leyese sus libros, la misma idea de hacerlo le escandalizó
al principio. Igual que a todo el mundo, le habían enseñado desde el parvulario
que compartir los libros era repugnante y equivocado, algo que sólo haría
un pirata. Y era muy probable que la SPA (Software Protection Authority,
Autoridad para la Protección del Software) les cogiese. Dan había aprendido
en su clase de software que cada libro tenía un chivato de copyright que
informaba a la Central de Licencias de quién, dónde y cuándo lo leía. (Esta
información se utilizaba para coger a piratas de la lectura, pero también
para vender perfiles de intereses personales a comerciantes.) La próxima
vez que su ordenador se conectase a la red, la Central de Licencias sería
informada. Él, como dueño de un ordenador, podría recibir el castigo más
severo, por no tomar medidas para prevenir el delito.
Por supuesto, podría ser que Lissa no quisiera leer sus libros. Podría querer
el ordenador sólo para escribir su proyecto. Pero Dan sabía que ella era
de una familia de clase media, y que a duras penas podía pagar la matrícula,
y menos aún las cuotas de lectura. Puede que leer los libros de Dan fuese
para ella la única forma de terminar los estudios. Sabía lo que era eso:
él mismo había tenido que pedir un préstamo para poder pagar los artículos
de investigación que leía. (El 10% de los ingresos por ese concepto iba
a parar a los investigadores que habían escrito los artículos. Como Dan
pretendía dedicarse a la investigación, tenía esperanzas de que algún día
sus propios artículos, si eran citados frecuentemente, le proporcionarían
el dinero necesario para pagar el préstamo.)
Más tarde Dan supo que había habido un tiempo en el que cualquiera podía
ir a una biblioteca y leer artículos de revistas especializadas, e incluso
libros, sin tener que pagar. Había estudiantes independientes que leían
miles de páginas sin tener becas de biblioteca del Gobierno. Pero en los
años noventa tanto los editores de revistas sin ánimo de lucro como los
comerciales habían comenzado a cobrar cuotas por el acceso a sus publicaciones.
Hacia el año 2047 las bibliotecas que ofrecían acceso libre a la literatura
académica eran un recuerdo lejano.
Naturalmente había formas de engañar a SPA y a la central de Licencias.
Eran, por supuesto, ilegales. Dan había tenido un compañero en la clase
de software, Frank Martucci, que había conseguido una herramienta legal
de depuración y la había utilizado para saltarse el código del chivato de
copyright cuando leía libros. Pero se lo había contado a demasiados amigos,
y uno de ellos le delató a la SPA para obtener una recompensa (los estudiantes
muy endeudados eran fácilmente tentados por la traición). En 2047 Frank
estaba en la cárcel, no por practicar la piratería de la lectura, sino por
poseer un depurador.
Dan supo más tarde que hubo un tiempo en el que cualquiera podía poseer
herramientas de depuración. Incluso había herramientas de depuración libres,
disponibles en CD, o en la red. Pero los usuarios normales comenzaron a
utilizarlas para saltarse los chivatos de copyright, y llegó un momento
en que un juez estimó que éste se había convertido en el principal uso de
los depuradores. Esto provocó que pasasen a ser ilegales, y se encarcelara
a quienes los desarrollaban. Naturalmente, los programadores aún necesitaban
herramientas de depuración, pero en el año 2047 los vendedores de depuradores
sólo distribuían copias numeradas, y únicamente a programadores con licencia
oficial, y que hubiesen depositado la fianza preceptiva para cubrir posibles
responsabilidades penales. El depurador que utilizó Dan en la clase de software
estaba detrás de un cortafuegos especial para que sólo lo pudiese utilizar
en los ejercicios de clase. También era posible saltarse los chivatos de
copyright si se instalaba un kernel modificado. Más adelante, Dan supo que
habían existido kernels libres, incluso sistemas operativos completos libres,
hacia el fin del siglo anterior. Pero no sólo eran ilegales, como los depuradores,
sino que no se podían instalar sin saber la contraseña del superusuario
del sistema. Y ni el FBI ni el Servicio de Atención de Microsoft iban a
decírtela.
Dan acabó por concluir que no podía dejarle el ordenador a Lissa. Pero tampoco
podía negarse a ayudarle, porque estaba enamorado de ella. Le encantaba
hablar con ella. Y el que le hubiera escogido a él para pedir ayuda podía
significar que ella también le quería.
Dan resolvió el dilema haciendo algo aún más inimaginable: le dejó el ordenador,
y le dijo su contraseña. De esta forma, si Lissa leía sus libros, la Central
de Licencias creería que era él quién los estaba leyendo. Aunque era un
delito, la SPA no podría detectarlo automáticamente. Sólo se darían cuenta
si Lissa se lo decía.
Por supuesto, si la facultad supiese alguna vez que le había dicho a Lissa
su propia contraseña, sería el final para ambos como estudiantes, independientemente
de para qué la hubiese utilizado ella. La política de la Facultad era que
cualquier interferencia con los medios que se usaban para realizar seguimientos
del uso de los ordenadores por parte de los estudiantes era motivo suficiente
para tomar medidas disciplinarias. No importaba si se había causado algún
daño: la ofensa consistía en haber dificultado el seguimiento por parte
de los administradores. Asumían que esto significaba que estabas haciendo
alguna otra cosa prohibida y no necesitaban saber qué era.
Los estudiantes no solían ser expulsados por eso. Al menos no directamente.
Se les prohibía el acceso al sistema de ordenadores de la Facultad, por
lo que inevitablemente suspendían todas las asignaturas.
Posteriormente Dan supo que este tipo de política universitaria comenzó
en la década de los ochenta del siglo pasado, cuando los estudiantes universitarios
empezaron a utilizar masivamente los ordenadores. Anteriormente, las Universidades
mantenían una política disciplinaria diferente: castigaban las actividades
que eran dañinas, no aquéllas que eran simplemente sospechosas.
Lissa no delató a Dan a la SPA. La decisión de Dan de ayudarle les condujo
al matrimonio, y también a cuestionarse las enseñanzas que habían recibido
de pequeños sobre la piratería. La pareja comenzó a leer sobre la historia
del copyright, sobre la Unión Soviética y sus restricciones para copiar,
e incluso la Constitución original de los Estados Unidos. Se trasladaron
a Luna City, donde encontraron a otros que también se habían apartado del
largo brazo de la SPA. Cuando la sublevación de Tycho comenzó en 2062, el
derecho universal a la lectura se convirtió en uno de sus objetivos principales.
Nota del autor: El derecho a la lectura es una batalla que se libra en nuestros
días. Aunque pueden pasar 50 años hasta que nuestra forma de vida actual
se suma en la oscuridad, muchas de las leyes y prácticas descritas en este
relato han sido propuestas, ya sea por el gobierno de Clinton, en EEUU,
o por las editoriales.
Sólo hay una excepción: la idea de que el FBI y Microsoft tengan (y oculten)
la contraseña de administración de los ordenadores. Ésta es una extrapolación
de las propuestas sobre el chip Clipper y otras propuestas similares de
custodia de clave (key-escrow) del gobierno de Clinton, y de una tendencia
que se mantiene desde hace tiempo: los sistemas informáticos se preparan,
cada vez más, para dar a operadores remotos control sobre la gente que realmente
utiliza los sistemas.
La SPA, que en realidad son las siglas de Software Publisher's Association
(Asociación de Editores de Software), no es hoy día, oficialmente, una fuerza
policial. Sin embargo, oficiosamente, actúa como tal. Invita a la gente
a informar sobre sus compañeros y amigos. Al igual que el gobierno de Clinton,
promueve una política de responsabilidad colectiva, en la que los dueños
de ordenadores deben hacer cumplir activamente las leyes de copyright, si
no quieren ser castigados.
La SPA está amenazando a pequeños proveedores de Internet, exigiéndoles
que permitan a la SPA espiar a todos los usuarios.
Muchos proveedores se rinden cuando les amenazan, porque no pueden permitirse
litigar en los tribunales. (Atlanta Journal-Constitution, 1 de octubre de
1996, D3.) Al menos un proveedor, Community ConneXion de Oakland, California,
rechazó la exigencia y actualmente ha sido demandado. Se dice que la SPA
ha abandonado este pleito recientemente, aunque piensan continuar la campaña
por otras vías.
Las políticas de seguridad descritas en el relato no son imaginarias. Por
ejemplo, un ordenador en una de las Universidades de la zona de Chicago
muestra en la pantalla el siguiente mensaje cuando se entra en el sistema
(las comillas están en el original en inglés): "Este sistema sólo puede
utilizarse por usuarios autorizados. Las actividades de los individuos que
utilicen este sistema informático sin autorización o para usos no autorizados
pueden ser seguidas y registradas por el personal a cargo del sistema. Durante
el seguimiento de individuos que estén usando el sistema inadecuadamente,
o durante el mantenimiento del sistema, pueden ser seguidas también las
actividades de usuarios autorizados. Cualquiera que use este sistema consiente
expresamente ese seguimiento y es advertido de que si dicho seguimiento
revela evidencias de actividad ilegal o violaciones de las ordenanzas de
la Universidad, el personal a cargo del sistema puede proporcionar las pruebas
fruto de dicho seguimiento a las autoridades universitarias y/o a los agentes
de la ley."
Esta es una aproximación interesante a la Cuarta Enmienda de la Constitución
de EEUU: presiona a todo el mundo, por adelantado, para que ceda en sus
derechos.
Richard Stallman, 1996. Se permite la copia literal siempre que se incluya
esta nota. Este artículo apareció en el número de febrero de 1997 de Communications
of the ACM (volumen 40, número 2). Traducido del original en inglés por
Pedro de las Horas Quirós y Jesús M. González Barahona.