Por Javier Castrillo



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Es hora que actuemos contra otro gran monopolio

Por Javier Castrillo

El "Manual del alumno bonaerense" fue, para mis paisanos, una especie de manual de vida. Allí los que hemos sido niños en los setenta descubrimos el mundo que se nos presentaba en esas páginas Kapeluszianas. En medio de lo que el Proceso quería inyectarnos, recuerdo que se fustigaba a los monopolios. Se decía que desde la época de la colonia, nuestros productos corrían en desventaja, en favor de los comerciantes españoles e ingleses. Básicamente a lo largo de nuestra historia, ese era la ecuación, el famoso ejemplo que vendíamos la lana y luego comprábamos pulóveres.

El tiempo fue pasando, y comprendimos de manera más amplia y abarcativa, la importancia de no permitir los monopolios. No sólo como ejercitadores de un comercio poco atractivo para nuestros intereses sino como elementos de presión y de poder corporativo. Este último, el mayor de los dos males. Con la nueva ley de radiodifusión, vimos con agrado que desde el estado, por fin se hace algo efectivo, claro, interesante, participativo y comunitario. La concentración de la información y la distribución de la misma, en pocas manos, es claramente nociva para la transparencia del devenir de una nación.

Curiosamente, la misma política no se utiliza para otro inmenso monopolio, que concentra aún más el mercado y la apropiación de la información y la cultura. Me refiero a Microsoft (de aquí en adelante M$) que en nuestro país tiene aproximadamente el 90% del mercado en lo que hace a computadoras, servidores, notebooks y netbooks. Esta posición dominante, conseguida a través de lobbys, maniobras poco claras, competencia desleal, presión a fabricantes de hardware, etc, les permite controlar, virtualmente, toda la información que circula por nuestro país. Incluyendo nuestros correos, nuestros contactos, los sitios que visitamos, nuestros gustos y nuestras conversaciones.

De manera penosa, el estado parece no darse cuenta que el otorgamiento tácito de toda la inmensa cuestión de las TICs a M$ es un atentado a nuestra industria, a nuestra soberanía, a nuestra seguridad nacional, a nuestra privacidad, a nuestra economía, a nuestra calidad y cantidad de empleo y a nuestros valores humanos como sociedad que aspira a un modelo de solidaridad y de colaboración comunitaria. Describiré someramente cada uno:

  • Atenta contra la industria nacional, obviamente porque es una empresa extranjera, que no emplea aquí gente sino para tareas menores, nada de desarrollo, se lleva para su país de origen las ganancias y no invierte en implementación local. Actúa con posición dominante en el mercado, imponiendo condiciones insoportables (literalmente) para sus competidores locales, y cuando alguno de ellos consigue algún mínimo logro, simplemente hace uso de su billetera y lo compra a precio vil. Muy parecido a lo que los multimedios han hecho con los operadores de cable locales en los '90

  • La seguridad nacional en manos de una empresa extranjera es como mínimo, una irresponsabilidad mayúscula. Imaginemos que las transacciones comerciales, las comunicaciones del estado, nuestros datos personales, nuestras cuentas bancarias, todo eso esta en manos de una empresa. Y que esa empresa es la única que los puede accesar (acceder en correcto español y no en geek), indexar, clasificar, editar... En una oportunidad escuché decir al entonces presidente Néstor Kirchner que chateaba por MSN con sus ministros. Es decir que M$ se enteraba online de los secretos de estado. Durante el, afortunadamente fallido, golpe contra el compañero Hugo Chávez, M$ literalmente plantó las máquinas que mueven todo la industria petrolera, como sabemos un pilar de la economía del hermano país. Chávez entonces recurrió a los hackers locales que levantaron toda la parafernalia informática y desde ese entonces Venezuela usa y promueve desde el estado el software libre como base de su estructura cultural y económica. Se puede ver y escuchar al presidente Chávez explicando estas cuestiones en Youtube


  • Beatriz Busaniche - Argentina Copyleft. La crisis del modelo de derecho de autor y las prácticas para democratizar la cultura. Clic para descargar

    Usted, compañero/a lector/a, dejaría que el cartero manejara su correspondencia a sobre abierto? Permitiría que su operador de cable pusiera una cámara en su dormitorio para poder ver él lo que sucede en su casa? Evidentemente no. Bien, está comprobado que windows tiene puertas traseras que permiten monitorear y eventualmente enviar información a M$ acerca de su comportamiento en la web, sitios que ud visita, correos electrónicos, documentación que maneja y lo que ellos consideren información relevante. Ciertamente al usar windows y/u otro producto de M$ están abriendo la ventana de su casa para que el imperio los monitoree. Un auténtico Big Brother. Y como su código es cerrado y nadie puede auditarlo, quién sabe qué otras cosas hará.

  • En la cuestión económica la cosa es muy clara. Al dominar el mercado, no puede haber desarrollo local. Las actitudes lobbystas en licitaciones, las políticas de coptación en el estado, sobre todo en educación pública hacen que los desarrolladores locales no puedan competir de manera igualitaria, y que, como se ha dicho, aquellos que han logrado cierto éxito sean pisoteados y boicoteados por el monopolio. El/la lector/a sagaz se dará cuenta de inmediato que las prácticas de los monopolios carecen de imaginación, son las mismas en todos los ámbitos. Cuando se anuncian con bombos y platillos "inversiones en el país", simplemente están abriendo callcenters o pequeñas oficinas que no ofrecen empleo de calidad a nuestros excelentes profesionales. Y, reitero, las ganancias se van para Redmond, sin escalas.

  • Por último, la cuestión solidaria, cooperativa, colaborativa y comunitaria del software libre, es redondamente mancillada al usar un software que no permite su préstamo, que obliga a que si yo tengo dos computadoras en mi casa deba comprar dos licencias, que no permite su copia, ni investigar cómo funciona, que no admite siquiera su uso para cualquier propósito, que no respeta los estándares (ha tratado de hacer un trámite en el sitio de la AFIP sin usar M$ windows con Internet Explorer?) que obliga a cambiar todo el parque de máquinas cada dos años porque es obsoleto(?), que necesita de programas extras para funcionar (es patético que algo que es nuevo necesite de cosas como antivirus, antispyware, etc), que no permite colaborar comunitariamente en el desarrollo, que no se adapta a las culturas locales, que obliga a cambiar de versión constantemente porque "ahora sí será compatible con los nuevos formatos"(?). En fin, socialmente, el paradigma del software privativo es lo que el neoliberalismo a las políticas sociales. Es decir, su antítesis.

Es menester que nos plantiemos este debate, la sociedad, el estado, la cultura, la economía, la soberanía, la educación y la nación merecemos acabar con los monopolios. Ser "parte de", y no meros "consumidores de". La información, las TICs y la informática no es patrimonio de los gringos, sabemos cómo hacer una política informática integral que beneficie a la industria, que ponga valor agregado a lo que exportaremos, que incluya a todos, que no sea patrimonio de los de afuera ni de los poderosos, que siga los pasos de Venezuela, de Ecuador, de Bolivia, de Paraguay, de Brasil, y de varias comunidades de la Unión Europea, que condena a los monopolios y optan, desde el estado, por el software libre, motor de la nueva industria que ya está entre nosotros. Una industria que libera, que incluye, que da ganancias y quue invierte en el país. Todo en un marco de solidaridad, colaboración y libertad. Se puede pedir algo más?

Octubre 2009


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Voto robo electrónico

Por Javier Castrillo

En los últimos tiempos, ciertos sectores, fundamentalmente aquellos que se denominan “la nueva política”, impulsan el voto electrónico como la panacea democrática, ocultando los verdaderos objetivos de esta movida, que son básicamente dos. El primero y más inocuo, es el negocio enorme que implica y el más grave que es el fraude electoral. Hay otro subyacente, que es la aversión que estos sectores tienen a lo popular, y mediante el voto electrónico intentan golpear a los aparatos políticos.

Los impulsores del voto electrónico, usan argumentos inverosímiles, que son refutados sistemáticamente por los expertos informáticos, pero el lobby que se hace es tan grande que confunden a la población, que obviamente, en su gran mayoría, está conformada por personas que no son expertos informáticos y compra esos espejitos de colores que irremediablemente conducirán al fin de la democracia. He escuchado cosas irrisorias para defender este nefasto sistema. La mayoría de ellas frases sin sentido y vacías de contenido alguno. Por ejemplo Mauricio Macri que apela a “no puede ser que en el siglo XXI no tengamos un sistema informatizado de votación” como si necesariamente todo debe ser informatizado por el solo hecho de estar en el año dos mil y tantos. Felipe Solá, otro paladín del e-voto, dijo en una oportunidad “la gente cree en el voto electrónico porque cambia de canal con el control remoto y el canal cambia, no hay punteros en el medio”. Ni me detendré en analizar semejante canto a la ridiculez.

Llevo casi treinta años rodeado de computadoras, soy docente de informática, programación, diseño web, fanático de las tecnologías y me podría tipificar como un geek*. Es decir, no soy tecnofóbico. Al contrario. Y desde esa posición es que me siento capacitado para opinar taxativamente sobre un fenómeno que pocos comprenden, muchos hablan y realmente es una amenaza para un sistema democrático.

Refutaré ahora, los principales argumentos esgrimidos, cabe aclarar que mis fundamentos no son personales, sino que provienen de especialistas:

  • El voto electrónico es seguro: Es totalmente falso. Los programas informáticos que operan las terminales de votación (llamadas “urnas electrónicas”) son imposibles de auditar. Menos aún en un volumen tan grande y de manera tan diseminada. Por más que se use software libre en las mismas, nadie puede asegurar que el programa que está corriendo sea el mismo que está a la vista de la población. Nada más inseguro que una urna electrónica. Y paradójicamente, los especialistas en seguridad informática lo afirman y los legos como Macri o Carrió los aplauden. Hay innumerables casos de fallas, hacks, cuelgues de sistemas, y demás agujeros de seguridad que están docuementados e incluso han sido base para que se descartara completamente el e-voto en ciertas juridicciones que lo habían implementado.

  • El voto electrónico es simple: Cualquiera de nosotros ha visto a personas con discapacidad o de edad avanzada tener problemas de usabilidad en un simple cajero electrónico. Llevemos esa experiencia a la inmensa cantidad de compatriotas que viven en zonas excluidas, que no están empapados con la tecnología: zonas rurales, hermanos originarios, ancianos, y veremos que la implementación de este sistema virtual, acarreará no pocas ocasiones de turbación, confusión y exclusión.

  • El voto electrónico es barato: Ni merece considerarse esta falacia monumental. Cualquiera que tenga un mínimo de razón y ponga en una balanza por un lado: urnas de cartón y boletas de papel y por el otro computadoras, cables, sistemas de energía, impresoras, redes, routers, interconexión, monitores, pantallas táctiles u otro dispositivo de ingreso, alimentación allí donde no la hubiere o fuera precaria, etc. podrá inferir que de “barato” el voto electrónico no tiene nada

  • El voto electrónico es rápido, podemos tener los resultados más rápidamente: Cuánto es “más rápidamente?”. Dos horas?. Tres? Ponemos en juego la democracia por dos o tres horas? La inversión necesaria tampoco parece justificarse por tres horas. Recordemos la elección en la que ganó (?) G. W. Bush, los resultados (bastante dudosos por cierto) tardaron casi una semana. Y eso como muestra nomás.

  • El voto electrónico permite mayor transparencia: No admite el mayor análisis. Cualquier ciudadano que sepa contar puede auditar una urna tradicional. De hecho así se hace hoy en día. Para auditar una urna electrónica, primero hay que ser experto informático, y no alcanza, ya que repito, nadie puede asegurar que el programa hace lo que dice que hace, por más que tenga el código fuente a mi disposición. Los propulsores de este engendro dicen que las empresas que construyen las urnas serán las mejores auditoras. Increíblemente se dejaría en manos de una empresa (!) un conteo de votos de una nación. Impensable.

Existen numerosos datos más que podemos tratar acerca de este tan caro tema, pero por una cuestión de espacio he decidido dar un pantallazo solamente. Recomiendo e invito a los lectores, a descargar el libro “Voto electrónico, los riesgos de una ilusión” que la Fundación Vía Libre ha publicado y pone a disposición pública. Allí podremos encontrar una fundamentación más amplia de los conceptos que enumeré anteriormente. Es deber de los ciudadanos cuidar su democracia. Y un arma como el voto electrónico debe ser erradicada de cuajo. Por el bien de nuestras instituciones.

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Copyright, derechos y patrañas

Por Javier Castrillo

“Sólo una cosa es imposible para Dios: encontrarle algún sentido a cualquier ley de copyright del planeta” (Mark Twain)

El derecho de copia (copyright), tan de moda en estos días en los que el monopolio Clarín ha perdido los leoninos derechos que ejercía sobre el fútbol, nace en Inglaterra en el siglo XVIII. En aquella época, los libreros presionaron por obtener el derecho a perpetuidad sobre las obras que publicaban y que habían a su vez, adquirido a los autores. Recordemos que estamos en pleno auge industrial y las imprentas sacaban un ejemplar tras otro luego de que por siglos las ediciones impresas se hacían por medio de copias a mano, costosas y escasas.

Es en 1710 cuando el llamado Estatuto de la Reina Ana, concedió a los impresores el derecho de propiedad sobre las copias por catorce años, renovables una vez si el autor seguía vivo. Es decir, que a lo sumo pasaban veintiocho años desde su publicación hasta que una obra pasaba al dominio público. Este lapso era razonable en ese entonces, ya que el hecho de copiar era costoso, la imprenta apenas tenía un par de siglos en Europa, y los métodos de copiado no eran muy redituables. Luego con el avance de las tecnologías, estos derechos de copia se fueron trasladando a otros medios como las fotografías, el cine, las grabaciones de sonido y video, el software, las transmisiones televisivas, etc.

El tiempo fue pasando y esos catorce años se fueron estirando cual chicle. Hoy es muy común que una obra pase al dominio público recién a los setenta años luego de la muerte del autor!. Es decir, nietos de tangueros que no saben si el bandoneón se enchufa o se golpea, viven de las regalías de los tangos que escribieron sus abuelos. Cuando la derecha clama a viva voz acerca de que una de las patas fundamentales de la sociedad es la propiedad privada, se sabe que apunta a acopiar todo lo tangible. Del mismo modo, ellos quieren apropiarse de todo lo intangible con el invento de la “propiedad intelectual”, frase de por sí carente de sentido semántico, y que palabra más palabra menos pretende fundamentar la creación artística como un momento de inspiración única e irrepetible que solamente se sacia con los derechos perennes a lucrar con esa obra; y que su ganancia será el combustible que impulse las futuras creaciones. A juzgar por la “sensibilidad” de estos señores, el hecho artístico no se basa en ninguno anterior y solamente los que cobran dinero por ello seguirán creando. Es decir, si uno se pasó décadas escuchando a Led Zeppelin y un día compone un rock'n roll, la creación le pertenece, acaba de crear. No como un proceso de influencias, vivencias y talento sino como un suceso de génesis que merece el aplauso constante traducido en regalías para dos generaciones.

Hoy por hoy, cualquier hijo de vecino se puede copiar un disco, bajar una película desde la internet, descargar un libro o mirar un programa de TV en el ciber. Allí es donde la industria (que de cada CD vendido le da algo así como un dólar al artista) sale con los tapones de punta a defender su industria acusándonos de “piratas”. Aquellos ejecutivos que han vivido de esquilmar a los músicos (citemos a Charly García cuando dijo que los popes de las discográficas tapizan sus autos con la piel de los músicos) y que el único instrumento que tocan es la campana, alzan sus voces para atacar y perseguir. Somos ladrones, matamos a músicos cada vez que copiamos un CD para nuestro vecino. No entienden que el negocio cambió. Mejor dicho, lo saben, pero los que no quieren cambiar son ellos. Entonces reclutan a artistas con arraigo popular, como León Gieco, y hacen vergonzosas campañas defendiendo lo indefendible. No quieren caer en la cuenta que el mundo cambia, que estamos en los 2000 y que la internet es, por definición, una máquina de copiar.

Hoy por hoy, hasta aparecen libros que impiden su préstamo público (ergo, desaparecen las bibliotecas), software que no permite su reproducción (es decir, si tengo dos computadoras en casa o la oficina debo comprar dos Window$, por citar un ejemplo corriente), programas de TV que no nos dejan mirar los goles que se anotaron un jueves, hasta el domingo a la noche. Cantores que han muerto pobres siguen alimentando holgazanes. Escritores y poetas siguen generando lujos para sus editores. Ellos son los que mantienen este negocio anacrónico, con el apoyo de la derecha privativa y propietaria. Apropiadora. Aparecen miles de bandas, miles de blogueros o escritores populares. Medios barriales, radios comunitarias, emisiones online. Sitios de internet de encuentro y difusión de cultura. La mayoría de ellos, casi su totalidad, lo hacen por la satisfacción de hacer, de transmitir. No para lucrar. Volteando la miserable teoría que nos quieren vender. Que el artista solo puede crear en la medida en que pueda “monopolizarse”.

Varios consagrados también entienden la rosca. Y obran en consecuencia para desmitificar la palabra de los poderosos. Adrián Paenza permite que sus libros se puedan descargar de internet y es récord de ventas (no era que la descarga mataba a los autores?), artistas como Manu Chao, Nine Inch Nails, Peter Gabriel o Radiohead dejan descargar sus temas de la red y le buscan una vuelta al negocio, para adaptarlo a los tiempos que corren. Cientos de publicaciones se amparan bajo las licencias como las Creative Commons. Empresas como Google y Canonical liberan su software y hoy son competencia directa del otrora intocable Micro$oft. Mientras por estos lares, CAPIF y SADAIC prefieren perseguir a los adolescentes que ponen música en sus reproductores de mp3.

Hoy estamos contentos, nadie va a prohibir que don Paco, allá en Formosa, pueda ver a su querido y lejano Chacarita. Luchemos también para que nadie impida que Carla, en una escuela de Villa María pueda fotocopiar el libro de su señorita. Y para que Luis en General Pico pueda escuchar a Shakira en el CD que le pasó su novia. Y para que todas las escuelas del país puedan usar programas de calidad, que les pertenezcan y permitan estudiar su funcionamiento y adaptarlo a sus necesidades.

Y para que todos entendamos, que ser pirata es robar barcos en alta mar, no significa, en modo alguno, ser solidario con el compañero. Compartir, ayudar, prestar, regalar, ayudar JAMÁS puede no ser otra cosa que un acto de profunda hermandad.

PD: Sé que he mezclado dos conceptos diferentes, como el derecho de copia y el derecho de autor. Permítame, compañero lector, esta licencia para no ahondar en tecnicismos que hubieran duplicado el espacio de este artículo. Creo que el sentido del mismo está igualmente comprendido.

Agosto 2009

 


La mentira de la inclusión digital

Por Javier Castrillo

Como docente, de manera constante escucho y leo citas pomposas que nos hablan de "autopistas digitales", "inclusión tecnológica", "educación y nuevas tecnologías", "TICs en educación", "quitar la brecha digital" y cosas semejantes. Con una mezcla de tristeza e incredulidad asisto a estas manifestaciones, que en casi su totalidad lo único que hacen es esclavizar a los estudiantes. Vamos entonces a desgranar esta sentencia recurriendo a una comparación. Supongamos que las escuelas técnicas, universidades, institutos terciarios, centros de formación profesional, etc, deciden modernizar y adoptar nuevas técnicas de enseñanza en la cuestión de la mecánica de automotores. Supongamos entonces que deciden comprar autos para así equipar a los talleres de esos establecimientos. Hasta acá todo cierra. Pero, siempre dentro de nuestra teoría, imaginemos que compran autos de una sola marca. Y encima ese auto idéntico para todos los establecimientos viene con el capot soldado y una licencia de uso que dice que nadie que no sea el fabricante puede abrirlo. Además la licencia dice que ese auto no puede ser abierto, prestado, compartido con otro colegio, modificado ni adaptado a necesidad alguna. Le parece a Ud. que se puede aprender mucho con ese proyecto?. Evidentemente nada.

Bien, eso es lo que hacen los colegios cuando compran computadoras con software privativo como MS Windows, MS Office, Photoshop, Dreamweaver, etc. Están convirtiendo a los estudiantes en esclavos, a las empresas en monopolios, a las arcas públicas en mecenas de multinacionales, a las escuelas en propagandistas de una marca, a la industria local en un espectador inútil.

Desgranemos. Los estudiantes son esclavos porque no pueden saber el "cómo", ni el "porqué" ni el "qué pasa si..." ya que el software está cerrado como el capot de nuestro coche supuesto. No se puede investigar, ni aprender de él, ni saber cómo se hizo tal o cual cosa, ni mucho menos adaptarlo o mejorarlo. Con lo cual el efecto "educativo" se reduce al efecto de operación lisa, llana, repetitiva y tonta. Al no poder meterse en el meollo, el estudiante no puede apropiarse de esa tecnología. Es simplemente un espectador. Ni que hablar si le aparecen cosas disparatadas como pantallas azules que le indican que "ha hecho una operación no válida (?)" su único remedio es reiniciar la computadora. Triste papel para aquel que desea aprender, aún de los errores. Además estamos haciendo el favor de capacitar a los estudiantes (sobre todo en la educación pública) en una determinada marca en lugar de hacerlo en estándares abiertos. Es la misma campaña que emplean los laboratorios a través de los visitadores médicos, pero con el agravante de utilizar la escuela pública para ello.

Gracias a este enorme y monstruoso juego de marketing, con el estado como cómplice (involuntario o no, eso lo discutiremos en otro momento), los monopolios logran que su producto de distribuya en todos lados. Un laboratorio "donado" por Microsoft a una escuela, es para ellos un minúsculo desembolso que se multipica en que cada uno de los miles de estudiantes que por allí pasen serán capacitados en *su* producto, no en el de la competencia. Los monopolios agradecidos de obtener tanto por tan pero tan poco. Ninguna campaña publicitaria es tan efectiva ni tan barata. Instalan estándares de facto (por ejemplo el formato .doc o el .xls) que no están reconocidos por entidad alguna y son usados por multitudes por el sencillo hecho de que "ya estaban allí y todos los usan". Con lo cual logramos que el mercado sea cautivo y siempre necesite la última versión de, por ejemplo el Word, que seguramente, vaya negocio, necesitará el doble de máquina que el anterior, saldrá cientos de dólares y hará prácticamente lo mismo. Como antes, los monopolios más que agradecidos.

Cuando todo este inmenso negocio, de miles de millones de dólares, es encima soportado por dinero público ya roza lo ilegal. Se está favoreciendo a un monopolio comprando un producto que no es estándar, que no permite ni siquiera su préstamo, que no favorece ni impulsa la investigación y que es muchísimo más caro que sus competidores, y que seguramente en un par de años será obsoleta y requerirá recomenzar el ciclo. Realmente una inversión pésima. De ahí la "generosidad" de estas empresas en donar laboratorios equipados a escuelas y universidades. En la imposición y posicionamiento de sus productos y sus formatos no estándar.

Las escuelas son entonces cómplices de este proceso de prostitución de la educación pública, de introducir prácticas monopólicas en la sociedad bajo el manto siempre auspicioso de la donación y la supuesta "inversión".

Ninguna de estas multinacionales invierte un solo peso en el desarrollo local, limitando su participación a cooptar o literalmente comprar y hacer desaparecer a empresas que osaren pisar una ínfima parte de su territorio. Solamente el software libre es una alternativa potable, un arma poderosa y una amenaza real y consistente para estas prácticas de las corporaciones.

Tal como lo hacen nuestros vecinos del Brasil, Venezuela, Ecuador, que impulsan el software libre desde la escuela pública, es como debemos andar, para realmente lograr "apropiarnos de la tecnología y achicar la brecha digital y tecnológica". Realmente me apena mucho ver a la Compañera Presidenta abriendo congresos de Microsoft, al Gobernador Scioli haciendo negocios con Bill Gates o a nuestro gobierno haciendo alianzas con las corporaciones. Tenemos mucho para dar, tenemos muchas mentes brillantes y hay unas ganas enormes de poder estirar las piernas y salir a jugar de igual a igual. Ya hay escuelas que están mostrando el camino, usando y promoviendo el software libre. Esa es la senda para lograr una definitiva educación para todos, dentro de una sociedad económicamente libre, socialmente justa y políticamente soberana.

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Agosto 2009


El software libre como elemento revolucionario

Por Javier Castrillo

Sabido es, que una ideología que no se plasma en hechos concretos, queda atrapada en una retórica que la envuelve primero para asfixiarla después, lo que inevitablemente conduce a su muerte. Es que, las teorías y los pensamientos, si no son adoptados por los pueblos, practicados, mejorados, adaptados, pulidos y transmitidos, no sirven más que para agregar volúmenes a las bibliotecas.

Además, agrego osadamente, esa adopción popular de los conceptos teóricos no puede darse en un único ámbito de la vida social. Debe tomarse como una cuestión integral, completa. Educación, políticas sociales, economía, gestión tributaria, desarrollo, etc; se encuadrarán en el marco teórico propuesto. Si una de esas patas está floja o no existe, la estructura no será firme e incluso podrá devenir en la caída total y hacer fracasar esa ideología que tan bien funcionaba en el pizarrón o el libro.

Una de esas bases en las que se encuadra una política pública, entendiendo por pública aquella que los estados se fijan como camino a desandar para lograr determinados objetivos a nivel nacional; es la cuestión tecnológica en general y las nuevas tecnologías en particular. Vemos continuamente a funcionarios confesar que no saben "nada de computación" o frases similares. Lo más curioso, es que ese tipo de sentencias, se expresan con cierta gracia, con convencimiento y hasta con orgullo. Como si no fuera una competencia básica que cualquier funcionario debería tener. Esto no es casual. Las corporaciones extranjeras mandan continuamente el siguiente mensaje: "Ustedes siembren, construyan, armen chirimbolos, pero la tecnología es algo tan complicado, tan molesto y tan caro, que mejor que nos la den a nosotros para que la manejemos, diseñemos, implementemos y luego se las vendemos a ustedes por un módico precio". Por una cuestión que desconozco (?), muchos funcionarios compran esa idea y hacen enormes negocios con organizaciones, poniendo en manos de corporaciones cosas tan caras a la nación como por ejemplo la educación pública. Con nombres rimbombantes, presentaciones en hoteles de lujo, bellas promotoras y el cotillón acostumbrado, asistimos continuamente a regalos carísimos de parte del estado a las empresas extranjeras. Todo amparado en aquel desconocimiento que expresan continuamente.

De esta manera nos atamos a determinadas tecnologías, creando monopolios y sometiéndonos a los mismos.

El circo funciona de maravillas. No desarrollamos nuestra propia tecnología, usamos la que nos imponen los gringos. Si es mala o no hace lo que queremos nos la aguantamos, o esperamos que lo reparen en la próxima versión (la que seguramente costará el doble), la pagamos a precio de oro, somos mecenas de monopolios y montamos enormes estructuras para que ellos se lleven las ganancias. Sin contar los enormes agujeros de seguridad y de soberanía nacionales, que ni se los considera, increíblemente. Por fortuna, algunos presidentes de la región han tomado nota de estas cuestiones y han lanzado propuestas concretas, políticas de estado, que impulsan el desarrollo de software libre en sus países. Me refiero concretamente a los compañeros Hugo Chávez en Venezuela[0], Rafael Correa en Ecuador[1] y Lula en Brasil[2]. Por otro lado, la Unión Europea toda, más los países de oriente tienen políticas de estado similares.

Desafortunadamente, en nuestro país, aún persiste en el colectivo medio, la sensación que estas cuestiones son secundarias, cosas de locos techies o nerds, que no tienen importancia alguna a nivel social y que están al alcance de un reducidísimo grupo de oscuros sujetos que entienden lenguas extrañas. Esa justamente es la visión que las corporaciones y las potencias extranjeras quieren que tengamos.

Qué es el software libre?

Definamos primero al "software". Casi todo aparato electrónico, hoy en día, está formado por dos partes fundamentales. El hardware[3] y el software[4]. Celulares, computadoras, cámaras fotográficas, reproductores de música y/o de video, teléfonos de línea, consolas de juegos, routers, automóviles, alarmas, etc; todos tienen un componente "hard" que es lo tangible. los "fierros", lo que se toca. Y tienen también un componente "soft" que básicamente son los programas que hacen que eso funcione. Es decir, una especie de lista con instrucciones que personas llamadas programadores, escriben y de acuerdo a lo que ellos escriban será el comportamiento y las características de ese aparato. Vamos al caso puntual de las computadoras. Sin el software, las mismas ni siquera arrancarían. Se encenderían, y a los pocos segundos se quedarían "esperando" ya que al no tener ese listado de instrucciones, pues, no saben hacer nada.

Ese listado, en el caso de las computadoras, se llama "sistema operativo" y es el encargado, entre otras cosas, de establecer una interface que comunique al usuario con la máquina, así aquella se puede operar por medio de un mouse, un teclado, etc. Ahora, ese software, en el caso del sistema operativo más usado (Windows, de la empresa Microsoft), nadie sabe cómo está hecho. Salvo, claro, el mismo fabricante.

Ese software, que en definitiva hace que el aparato funcione tal como el programador lo desarrolló, no puede ser auditado, no puede saberse exactamente qué es lo que esas instrucciones dicen. Para poner un ejemplo extremo. Un programa no libre que sirva para enviar y recibir correos electrónicos, puede tranquilamente estar mandando una copia de todos mis correos a algún lado y yo ni darme cuenta. El software libre, por el contrario, ofrece el derecho a conocer su confección (código fuente[5]), permitiendo a todos la posibilidad de usarlo con cualquier propósito, estudiar el código, ver lo que realmente hace, modificarlo de acuerdo a nuestras necesidades y además distribuirlo libremente por medio de la copia, la venta, el préstamo o la descarga del mismo a través de la red. Esas cuatro libertades, son las llamadas cuatro libertades del software libre, según la Free Software Fundation[6], organismo creado por Richard Stallman[7], el fundador del movimiento del software libre.

Queda claro entonces que el SL no es una cuestión tecnológica, sino que, al estar nuestra sociedad y nuestro estado completamente informatizados, la plataforma y los programas en los que se apoya esa informatización social, deben ser libres para poder llegar a ser una sociedad realmente libre. Educación, investigación, desarrollo local, comunicaciones, medios audiovisuales, e-goverment, voto electrónico, monopolios, sometimiento tecnológico, estándares, propiedad intelectual, patentes, libertades individuales, seguridad nacional, soberanía, independencia tecnológica, apropiación de la tecnología; todos estos conceptos están atravesados de manera unívoca por el SL. De ahí emana la importancia que el SL tiene en la sociedad y el estado de hoy. Esas cuestiones serán ampliadas y tratadas de manera individual en sucesivos artículos.

Ref:
[0] http://www.youtube.com/watch?v=c8bRKoi4riU
[1] http://www.youtube.com/watch?v=Hy5yAk4dYOk
[2] http://www.youtube.com/watch?v=Hy5yAk4dYO
[3] http://es.wikipedia.org/wiki/Hardware
[4] http://es.wikipedia.org/wiki/Software
[5] http://es.wikipedia.org/wiki/Código_fuente
[6] http://www.gnu.org/home.es.html
[7] http://stallman.org

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Julio 2009


[Un satisfecho ñú y el símpático pingüino Tux representan el Proyecto GNU y el sistema operativo Linux, un fascinante mundo cargado de futuro que Javier Castrillo,  docente, experto en el tema y nuevo colaborador del sitio, nos ayudará a recorrer y comprender, porque en El Ortiba entendemos que se trata siempre de lo mismo: liberación o dependencia.]

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