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Amanda
Mayor de Piérola nació en Paraná en 1929, donde obtuvo los títulos de Profesora
y Maestra en Artes Plásticas (especialidades Pintura y Escultura) en la Escuela
Provincial de Artes Visuales Profesor López Carnelli, y el de Maestra Normal
en la Escuela Normal José María Torres. La Asociación Dante Alighieri y la Asociación
Cultural Inglesa de Paraná le otorgaron respectivamente los títulos de Profesora
de Italiano y Maestra de Inglés. Becada por la Dante Alighieri y el Instituto
de Cultura Hispánica, realizó estudios de Historia del Arte en Roma y de Orientación
Didáctica en Madrid.
Ejerció la docencia y actuó como coordinadora y asesora de Artes Plásticas en
la provincia. En cuanto a su actividad artística, promovió galerías de arte,
concursos de murales de pintura, de manchas y dibujo. También efectuó peritajes
en obras de arte, integró jurados de concursos y creó un taller de arte gratuito
en Valle María (Diamante), en cuya parroquia pintó un mural alegórico.
Fue muralista, pintora, escultora y escritora. Pero toda esta imagen de trabajadora
de la cultura y la educación se completa con la de la mujer tenaz y luchadora
por los derechos humanos. En su vida obtuvo numerosos premios nacionales e internacionales,
provinciales y municipales y también de distintas instituciones privadas.
Además, entre las distinciones recibió el pergamino “Por los valores humanos
y su lucha en pos de la verdad y la justicia”, de la Universidad del Nordeste
(1986); plaqueta “Al mérito artístico” y Huésped de Honor por el Honorable Concejo
Deliberante de Paraná (1981) y en Chaco (1986); diploma “Madre Teresa de Calcuta”
(1997); Primer Premio a la Excelencia (1998); fue declarada “Ciudadana Ilustre
de Paraná” (1999) y del Chaco (2003); un aula de la Escuela Número 3 Bernardino
Rivadavia de Paraná lleva su nombre como homenaje y en el 2002 recibió la distinción
municipal “Paraná Agradece”.
Donó los murales Resurrección del Hombre, Nuestra Historia y La Creación, todos
en Paraná; Argentina Dolor y Esperanza, en Chaco (1986), Los inmigrantes (Nax,
Suiza, 1995); La Pasión de Cristo (Bramois, Suiza, 1996); realizó y donó la
réplica de la escultura Venus saliendo del baño (Paraná, 1991); Monumento a
la Memoria (Paraná, 1995) y El Principito, en el Parque Rivadavia de Concordia
(1995).
Sus obras fueron adquiridas en Entre Ríos, Chaco, Santa Fe, Buenos Aires, New
York, Washington, Mántova (Italia), Toledo (España) y el Cantón de Valais (Suiza).
Es autora de la letra de varias canciones y publicó poesía y prosa en libros,
revistas y diarios de Buenos Aires, Entre Ríos y Brasil. Falleció el 7 de junio
de 2005.
El presente dossier recoge distintos textos de Amanda Mayor, para cuya realización hemos contado con el inestimable aporte de Gustavo Piérola.
Si
yo pudiera
Miro hacia atrás lo que he vivido y siento mis días plenos, completos de objetivos
cumplidos hasta ahora. Creo que cada minuto fue un eterno lapso para llenar
con hechos que dignificaron el sentido de mi existencia, pero es largo el camino
y queda mucho más por hacer.
No sé si es un deseo de trascender, de quedar en la memoria de los que estén
cuando me haya ido o de decirme: “debo seguir, debo realizar, debo dar, debo
sentir que puedo”. Quizá sea para rendir cuantas a Dios o a mí misma, como un
continuo desafío existencial de agradecimiento por gozar tantas riquezas otorgadas,
y de poder valorarlas. Es como una obligación para merecer cada día regalado,
cada día ganado, cada prueba superada, para dar sentido a las horas, para llenar
vacíos del corazón, para demostrarme que soy capaz. Sé que es una necesidad
el lograr todo aquello que me propongo y lograrlo bien, sé que cada ser puede,
que yo puedo, no porque soy omnipotente, sino porque soy un pequeño objeto flotando
en el universo que ve las maravillas de la creación, las aprecia, y trata de
merecerlas, luchando para lograrlas. En ese largo caminar por la vida, tuve
una niñez desbordante de paisajes, entre árboles, flores, animales, un lago
y la simplicidad e inocencia que sueña con hadas y milagros. Una adolescencia
donde los poemas brotaban inquietos en un despertar de ilusiones, de proyectos
inventados por la imaginación y nuevas apetencias que hacían vibrar mi cuerpo
transformado ya en casi mujer. Una juventud plena, bella, enamorada, que me
hacía sentir el vuelo de sueños conquistados. Una madurez en que los pasos fueron
andando la tierra del camino, fueron descubriendo escollos, fueron tropezando,
sangrando, superando, aprendiendo que el dolor existe, pero también, que todo
se puede atesorar como un alimento para crecer.
Quizá nunca hable de la vejez, porque el que sigue soñando, creando, haciendo,
aprendiendo, permanece en la madurez. Quizás, si algún día dejo de pensar y
ser yo misma, otros hablen de mi vejez, pero nunca lo sabré.
La madurez es el período más largo de mi existencia. Madurar significa dar sazón
a los frutos. Significa lograr resultados al esfuerzo. Algunos he logrado, pero
es largo el camino, mucha la ignorancia, lento el proceso, la templanza a veces
no se alcanza para aplacar las pasiones, las decepciones debilitan, la impotencia
detiene, la soledad desampara, la ambición de transformar otras mentes desequilibra,
la ansiedad por recibir perturba, la necesidad de ser comprendida desubica,
el aislamiento cierra el entendimiento.
Todas estas sensaciones son obstáculos que hay que ir venciendo cada día, firmes,
seguras, sabiendo que detenerse significa retroceder, que creer que todo has
logrado significa morir. El objetivo aparentemente inalcanzable de lograr equilibrio,
templanza, coherencia, dejando de lado el odio, el enojo, la soberbia y el egoísmo,
es una lucha constante en el trayecto interminable de la vida cotidiana, pero
es un desafío prometedor.
En ese largo recorrido de la madurez, encontré muchas cosas, pero las que cambiaron
mi existencia fueron las rejas de la represión y los fusiles que asesinaron.
Sentí mi propia sangre derramarse en un abismo de fuego sin razón, y un hijo,
mis propias vísceras desgarradas, se hizo nube que riega la tierra para hacerla
reverdecer en un diálogo mudo de esperanza. Esas rejas abrieron un sendero nuevo
donde encontré a otras madres, otros dolores, otras manos descarnadas, que comenzaron
a llenarse con preguntas sin réplicas, con soledad, con rechazos, con verdades
despiadadas. Fue un despertar trágico, fue una fruta madura que cayó sola del
árbol porque ya había caído el verde de su piel, para convertirse en fuego nuevamente,
ese fuego que quema por dentro y que lastima.
mplazamiento del Monumento a la Memoria, Paraná.
Debo aceptar con
naturalidad que un día no supe, que otro no me preocupé, que al siguiente no
creí y continué con la indiferencia de los ignorantes, tratando de no abrir
los ojos para escapar a la responsabilidad de enfrentar heridas deformantes
que podrían acuciarnos y sacarnos de la protección hogareña. Sé que nos ocurrió
a muchos ese largo proceso de despertar a la realidad devastadora y cuando abrimos
los ojos, nuestros hijos ya no estaban.¡Cuando nos tocó, ya era tarde!
Debo seguir peleando a los cobardes, a los que callan, a los que miente, a los
que deforman las verdades, a los soberbios que pretenden burlarse del llanto
que provocan, a los gobernantes que desde su visión todopoderosa, cuidan su
partido y su figura para mantenerse en lugares de privilegio, donde repiten
los errores de soberbia y de poder, a los jueces que no se juegan con valor
por la justicia, a la sociedad que discrimina y separa egoístamente a los pobrecitos
desvalidos, cabecitas negras, a los religiosos que envueltos en sus posiciones
jerárquicas, se olvidaron que hubo un Cristo humilde que quiso cambiar el mundo
envilecido, ofrendando su martirio como ejemplo de amor hacia esa humanidad
que sigue con una venda de egoísmo cegando su esencia de amor con la que fue
dotado. A todos los que también olvidaron que los Cristos se multiplicaron como
el pan de los milagros, más jóvenes que Aquél pero también escupidos y crucificados.
¡Nuestros desaparecidos!
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Comencé a extender
más mis manos, transformé el dolor en una mirada diferente porque recogí la
sangre derramada y lavé la mía hasta purificarla. Los ojos adquirieron un nuevo
brillo, aunque estaban heridos por la pena y la tristeza. Fue el renacer del
amor gestado por tantos chicos sacrificados. Fue la resurrección parida por
el dolor asimilado y acumulado Fue el compromiso asumido, para transformar la
falta de respuesta ajena en hechos positivos. Fue el ascensor a las nubes de
agua pura donde ellos estaban.
Descubrí que había una fuente cristalina y que podía dar de beber a sedientos
y torturados que perdieron el camino por el odio. Descubrí que si adentro construía,
podía edificar un mundo diferente y sólido. Fue difícil y escabroso el recorrido
por incomprendido y solitario. Comprendí que debía crecer, comprometerme, dar
mensajes, que muchas veces chocarían con puertas cerradas y caerían al vacío,
como papelitos inútiles Me propuse ser mejor, transformar el llanto en risa,
curar heridas, despertar indiferentes, convencer que el odio carcome las entrañas,
que importa mucho más la propia conducta que la ajena, que no es digno justificar
la inoperancia o los fracasos culpando a los otros. Me dolió no poder dar un
hogar a los pequeños que mueren en las calles, no poder cambiar el destino de
los ancianos olvidados en los geriátricos y darles el respeto y la ternura que
mitigue sus vidas desgastadas. El abandono y el olvido son la muerte anticipada
Si yo pudiera insuflar la fuerza necesaria para cambiar el rumbo de pobreza
y de entrega que consume a los desamparados. Si yo pudiera prender la llama
interior de cada uno para que destierre el lamento y nazca a la fuerza de una
lucha solidaria y generosa. Si yo pudiera cubrirlos con el sol que abriga mi
soledad, sentirlos como a verdaderos hermanos, percibir la dicha de hacer, de
construir, Si yo pudiera perdonar y también pedir perdón. Si yo pudiera dar
un poco más, sin pensar que ello me dejaría vacía, sino enriquecida. Si yo pudiera
cortar de raíz, con energía, la mala hierba del jardín de nuestras vidas, y
dejar crecer el árbol de la fe, del amor, de la esperanza y de la justicia por
la paz y el equilibrio del hombre. Si yo pudiera acariciar los restos de mi
hijo antes de morir. Si yo pudiera agradecer a cada uno el amor que me brinda
y a Dios por las pruebas que puso en mi camino para superarme y aprender a ser
mejor, sin odios ni venganzas. Si yo pudiera borrar la palabra odio, escrita
con dolor sobre la tierra y provocar la lluvia de la liberación que lo lave
por siempre. Si pudiéramos lograr que la impunidad sea un lamentable recuerdo
y viéramos a los asesinos juzgados y en las cárceles. Si yo pudiera...pero sólo
soy una pequeña partícula de papel que el viento mueve a su antojo y que quizá
nadie quiera leer . Aún así lo intentaré. ¡Tantas cosas se logran antes de llegar
a la vejez! ¡Hay tiempo, sólo tengo setenta y seis años!. Debo seguir buscando
a nuestros hijos. Si encuentro uno, ese será el hijo pródigo que vuelve al regazo
de todas las madres, para acunarlo con la ternura acumulada en el silencio y
podremos enterrar nuestras manos en su tumba húmeda de llanto agradecido por
el reencuentro. ¡Tengo que ganarle a mi propia muerte!. ¡Así será!
Amanda junto a sus nietos, Ella
misma juntó y "armó el equipo". 1-Verónica, 2- Ramiro, 3-Camilo, 4-Alvarinho,
5-Gonzalo, Amanda Mayor, 6-Alvaro, 7-Ernesto, 8-Fernando, 9-Rodrigo, 10-Emiliano,
11-Julia, 12-Sofía, 13-Martina, 14-Gerónimo, 15-Amanda, 16-Emilio, 17-Gabriel,
18-Siomara, 19-Tomás, 20-Eugenia.
Cantata
a la verdad de Margarita Belén
Diciembre de 1976,
comunicado Nº 30.000
En reconocimiento a su labor por la memoria, la verdad, y la justicia Amanda recibió una plaqueta “Al mérito artístico” y el reconocimiento como “Huésped de Honor” otorgado por los Honorables Concejos Deliberantes de las ciudades de Paraná (1981) y Chaco (1986) y el “Pergamino por los valores humanos y su lucha en pos de la verdad y la justicia” (U.N.N.E., 1986). En 1999 fue declarada “Ciudadana Ilustre” de Paraná y en el 2003, del Chaco.
Por Oscar Londero. Paraná. Corresponsal
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La Junta Militar
va a terminar con la guerrilla.
El país retornará a la normalidad.
Pobres compañeros, fueron a sus casas,
todos se llevaron.
Al botín robado se lo repartieron,
violaron mujeres, a niños mataron
y los secuestrados desaparecieron.
No lo digas fuerte, que tenemos miedo, nos amenazaron.
Algunos quedaron legal en la cárcel,
sufriendo torturas.
Las celdas tenían el número justo
de sus desventuras.
¡Pero qué fortuna, si ya nos dijeron que allá los cuidaban,
que estaban seguros!
No creas amigo lo que te dijeron,
hay padres que oyeron las mismas mentiras,
pensaron salvarlos y allí los mandaron,
¡nunca más los vieron!
A otros los llevaron hacia la Alcaidía.
Suspenden visitas de los familiares,
que está preparada la orgía sangrienta.
Hacia el comedor lleven los rebeldes,
y a la voz de mando, ajustaremos cuentas.
Cinco horas pasan de horrendos suplicios,
golpes, sangre, burlas, doloroso gritos
y los otros presos, mordiendo las rejas,
callan su impotencia sufriendo en silencio
la suerte tremenda de sus compañeros.
En la madrugada de ese día trece,
deshechos, sin fuerzas, todavía atados,
a todos se llevan por ese camino de los condenados.
Por él, por ellos... ¡Libertad!
Por él, por ellos... ¡Libertad!
Soñaste con libertad, vencer los males,
sin engaños, infamias, ni atropellos.
Enarbolar la bandera con ideales,
para cubrirnos de luz con sus destellos.
No te mataron, eres el viento.
Con ideas firmes
y corazón muy noble,
deseaste la unión latinoamericana.
Sin dependencias, que es fábrica de pobres,
ganando el pan con dignidad humana.
Te seguiremos hasta alcanzarte.
Creyeron que en tu cuerpo destrozado,
enterrarían la fuerza de tu mente;
sin suponer siquiera que ha quedado
para siempre, vibrando en tanta gente.
Estás aquí, te siento.
Creyeron que podían matarte
y no supieron que el sol es tu mirada
que da energía a aquel que en ti comparte
el sueño de justicia que brilla en la alborada.
Si es casi risa el sol de la mañana.
Fuiste más fuerte que el verdugo,
que mancilló tu carne.
Formaste con tu sangre manantial puro,
donde lavé mis dudas y pude reencontrarme.
Oh roca viva, por ti me salvo.
Así nacimos, desde la muerte
y no lloramos, sólo luchamos.
El sufrimiento nos hizo fuertes
y nos pusimos pañuelos blancos.
Un niño inquieto
que al jugar crecía
con la inocencia de quien es querido.
Sin darse cuenta su niñez moría.
Llegó a ser hombre sin estar herido.
Era rebelde, luchador, directo,
daba su mano al que más sufría,
a los desamparados les dio afecto,
brindó su vida por lo que creía.
El no está aquí, se lo llevaron ellos.
Nadie responde dónde está mi amado,
nadie me dice dónde lo han llevado.
Seguiré caminando hasta encontrarlo,
izaré su bandera en la pelea
y estará en el que salve aunque él no sea.
Están
aquí
A sus ideales no
los mataron.
Los vi en sus ojos,
eran dos llamas en las pupilas,
como dos faros en la locura.
Los vi en sus manos, firmes y fuertes,
ayudando a sus hermanos.
Los vi en sus cuerpos, juntos y erguidos,
marchando con amor a sus destinos.
Los vi en sus voces, claras vivaces,
con dignidad, enaltecidos.
Nos enseñaron con entereza.
No claudicaron, ni se vendieron.
Fueron ejemplo , nada fue en vano.
Están aquí,
en la verdad que nos legaron,
en la coherencia de sus ideales,
en la ternura de los que amaron.
Surgen triunfantes,
en la pujanza de un noble gesto,
en la defensa del semejante.
No los mataron, están aquí,
en este grito de mi garganta,
en esta fuerza que me levanta.
Son los ideales que están en mí
1986
Juro
Tu figura se iba
perdiendo en la distancia.
Te vi partir, llevabas la guitarra, tu equipaje
y caminabas erguido , mostrando tu elegancia,
llena la cabeza de sueños y bagajes.
Me dejaste tu voz, cantando en mis oídos,
calmando mi tristeza como un trino.
Transformaste alegremente en alegría el ruido
y la risa fue burbuja, néctar, vino.
Me dejaste tus manos, delgadas, suaves,
pegadas a mi cara en la ternura,
metiéndose en mis poros como aves,
buscando abrigo y protección segura.
Me dejaste tus ojos, vivos, puros,
metidos muy adentro de los míos,
por eso llegaré a lugar seguro
y navegaré con ellos por mil ríos.
Me dejaste tu lucha muy metida
En el torrente de mi sangre.
No puedo detener mi marcha dolorida
hasta compensar tanta injusticia y hambre.
Me dejaste tu humildad dignificada
en el amor que diste a manos llenas,
soñando el bien con acciones elevadas
y llenando mi vida de ternura plena.
Me dejaste tu abrazo de un momento
que se hizo milagro eternamente.
Aunque no estás ,no lo lamento
porque te siento junto a mí muy dulcemente
Estás en cada ser que amo,
en cada vida que aparto del espanto,
en cada bien que da mi mano,
en cada risa que rescato al llanto.
Estás aquí , te toco, te acaricio amado,
te hago vivir en mi fuerza interminable,
te hago triunfar en mi esfuerzo denodado,
te hago surgir guiándome incansable.
Allá vas con la guitarra hacia tu suerte.
Siento tu canto en el silencio amable.
Juro, la mano en alto, clarificar tu muerte
y marcar la ignominia en la frente del culpable.
Diciembre de 1979
Oración
para el día de tu cumpleaños
Gracias por enseñarnos
la esencia de tu ideal.
Por todo lo que diste venciendo al dolor.
Por seguir adelante sin claudicaciones.
Por superar la sangre de tus llagas.
Por elevarte, a pesar de la infamia.
Por mostrarnos claramente que el ser superior
vence a las rejas, sin doblegarse ante el temor.
Gracias por no quebrar tu fortaleza,
ni señalar a algún hermano,
para aliviarte de cargos y golpes inhumanos.
Gracias por callar ante el verdugo
Y dar tu voz para sembrar.
Gracias
por no venderte ante la presión corrupta,
y crecer. Creciste tanto
que tuvieron que alejarte para sentirse fuertes.
Así se condenaron a vivir entre rejas,
con recuerdos de destrucción y barbarie,
sin paz y sin luz.
Esa luz que vi en tus ojos
y que hoy nos envuelve como gigantescas alas,
símbolo de libertad ,fe y amor,
amalgama divina que nos da esperanzas en un mundo mejor.
Gracias hijo y a los hijos de otras madres,
por mostrarnos el camino de la resurrección,
por renovar el calvario de la cruz del Señor.
25 de junio de 1979
Paraná,
ciudad de río
Ciudad de río, te camino.
Las estrellas se acurrucan
en la tibia morada de tus aguas.
Ahora un pájaro despierta y se aleja
inaugurando la distancia.
La jornada despereza su letargo
iluminada de sol en los tejados.
Me detengo
en la ternura del encuentro amigo,
en el llanto del sauce,
en la magia de un gorjeo,
en la canoa que trepa el horizonte,
en el misterio de tus verdes silenciosos,
en la quietud del sortilegio
que me envuelve.
Ya no camino,
soy tus calles,
tu río,
tus sombras y tus luces.
Estás en mí, yo estoy en ti,
consustanciada
1994
Pedacito
de hiel
Flor hecha de sangre
Margarita Belén,
floreciendo con tus cuerpos
torturados, destrozados,
que viste caer.
Oh! Rinconcito de América.
Oh! Pedacito de hiel,
beso su polvo sagrado
que recibió mis entrañas
y abrazó la agonía
que transpiraba su piel.
¡Por qué no te abriste tierra
para enterrar a los otros
con sus miserias!
¡Infamia!
Con sus uniformes
¡Infamia!
Para ocultar la traición
¡Infamia!
Oh! Margarita Belén,
llora conmigo las muertes
que son pétalos sangrantes
oprimiéndome la sien.
Margarita, Margarita,
si eres mujer me comprendes,
tú que los viste caer,
¡Dime dónde los llevaron,
dime por Dios dónde están!
En mi pecho hay un gemido
Que no puedo contener.
Soy la madre de Fernando,
Quiero ser tierra también.
Oh! Magarita Belén.
Margarita... Margarita...
Mensaje
al viento para Amanda
Por Jorge Giles
Hoy
sólo quiero que alguien recoja este mensaje y te lo lleve,
querida Amanda, hasta tu regazo de madre mayor.
Quise dejarlo en una botella y arrojarlo al río,
pero sabía que el río me lo devolvería.
Dije, ¿y si lo tiro al mar?
pero el mar es tan ancho y tan hondo,
tan preocupado por seguir velando el sueño profundo de otros hermanos
que no podía importunarlo así.
Por eso, mirando hacia arriba, se me ocurrió esta carta,
este mensaje de amor
esta canción de gratitud
estas margaritas que siguen doliendo
aquí, en el costado izquierdo de la memoria
en la lágrima bella que aún no termina de caer
en este Diciembre que empieza y termina todos los años
cuando el gallo anuncia que es el Día 13.
Hoy Amanda somos todos
pero con mucha más justicia, Amanda se llama Mirta, se llama HIJOS,
todos los Pañuelos Blancos se llaman Amanda!!!
la alegría que no rendimos
el dolor que no ocultamos
la lucha que seguimos dando
la canción de cuna que aprendí a cantar
todo, todo, hoy se llama Amanda, como el canto azul
de esta nueva ronda:
“¿Y los Compañeros?” por ahí andan
“¿Y los que masacraron?” por ahí andan
“¿Y la primavera herida?” por ahí anda
“¿Y la esperanza digna?” por ahí anda
Todo rima con tu ejemplo...
Hasta que se haga JUSTICIA
AMANDA
AMANDA
AMANDA
2004
(Para Amanda Mayor de Piérola en este nuevo 13 de Diciembre)
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