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NOTAS EN ESTA SECCION
Carlos
Mastronardi | Las brujas y los
cretinos | Saquemos una moraleja
| El científico de Cracovia |
Le roban el alma
Una gran masturbación |
Las inclinaciones homosexuales
| Háganlo en el orificio |
El buhonero mertcachifle |
Pájaro que comió voló
La mayor cantidad de leche |
La corifea y la vaca |
La aversión al embarazo |
Un estado del alma |
Un ladrón de baratijas
Los subrayados de Gombrowicz
| La respuesta a los enigmas |
La mala fe sale a pasear |
Me muero en sus bocas |
El perverso
El Porcus Hungaricus |
Las ocurrencias |
Lo que no soporta el yo |
Jugando al ajedrez
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CARLOS
MASTRONARDI
Manuel Gálvez y Arturo Capdevilla le brindaron a Gombrowicz una exquisita
hospitalidad, pero la sordera de uno y su falta de seriedad lo pusieron
finalmente en las manos de unas jóvenes estudiantes que lo iniciaron el
mundo del flirteo argentino. En esta prehistoria de sus aventuras en la
Argentina el grupo de Victoria Ocampo brillaba como una estrella.
"(...) una dama ya entrada en años y aristócrata, que nadaba en millones
largos y que con su tenacidad entusiasta había conseguido hacerse amiga
de Paul Valéry, invitar a su casa a Tagore y Keyserling, tomar el té con
Bernard Shaw y hacer buenas migas con Strawinski (...) Un escritor francés
de renombre había caído ante ella de rodillas gritando que no se levantaría
hasta recibir el dinero suficiente para fundar una ‘revue’ literaria: –¿Qué
iba hacer con un hombre arrodillado y que no quería levantarse? Tuve que
dárselo"
Mastronardi
hizo lo que pudo para acercarlos, pero entre el Sur que Gombrowicz había
descubierto pedaleando una bicicleta entre un pequeño balneario montañoso
y la playa de un puerto diminuto en los Pirineos Orientales, y el "Sur"
de Victoria Ocampo había un abismo. Ese poeta de Entre Ríos, irónico y hermético,
se obsesionó con Gombrowicz. En esa encarnación de lo provinciano en el
europeísmo más parisino se alojaba una bondad angelical protegida por la
causticidad. Un crustáceo que defendía su hipersensibilidad se interesó
por ese ejemplar de europeo culto, y lo introdujo en los secretos de una
Argentina entre bastidores, que se escapaba de los intelectuales y los aterrorizaba.
Fue con Mastronardi, también homosexual, con quien mantuvo los diálogos
más escabrosos sobre la sodomía, cada uno disfrazándose como podía en este
juego prohibido.
El factor atenuante en este diálogo era el infantilismo. A mi juicio Gombrowicz
se manejaba mejor con la forma infantil que con la inmadura, porque la infancia,
con las pulsiones sexuales en estado de nacimiento, es menos drástica que
la juventud. Mastronardi recuerda en sus testimonios algunas de las cosas
que le decía Gombrowicz.
"(...) En todos los casos, el placer de los escritores que saben ser leídos
es más grande que el de sus lectores; en consecuencia los primeros deberían
pagar a estos últimos y no a la inversa, como se hace (...) No vea en mí
a un indiferente, a la manera de los cínicos: únicamente combato el disimulo
y la mentira. Sobre esta base afirmo que un dolor de muelas nos desespera
más que la muerte de un hermano muy querido. La muerte se distrae, pero
el cuerpo insiste (...)"
Unas semanas antes de partir para Europa, por casualidad, Mastronardi nos
ve a Gombrowicz y a mí en un café de San Martín y Lavalle, entra y se sienta
a la mesa. En medio de las efusiones y de los recuerdos Mastronardi hace
una referencia poética a la homosexualidad de ambos en las misas negras
del pasado: –Le doy dos minutos, Mastronardi, para que se retire de la mesa.
Pasaron los dos minutos, y como Mastronardi no se levantó, se levantó Gombrowicz,
así terminaron. Siete años después de este episodio Mastronardi se despide
de Gombrowicz con dignidad.
"Estoico, sufrido, capaz de soportar todas la adversidades, no parecía darse
cuenta de los bienes que el destino le negaba. En la Argentina, no buscó
ni tampoco fue rechazado por aquellos que ornaban el Olimpo literario; más
bien habría que decir que estaba muy a gusto en otros medios (...)
"Nunca quiso, ni aquí ni en su patria, entrar en la Cultura como se entra
a un templo en el que los fieles rezan de rodillas (...) Gombrowicz ha vivido
más de veinte años en la Argentina, mi país. Poco antes de su partida, le
llegó el eco de su fama en Europa, donde los jóvenes escritores polacos
le alababan en voz baja. Tras una temporada en Alemania, se instaló en Francia;
allí, tras haber entrevisto la gloria, se lo llevó una antigua enfermedad.
Lúcido, decidido, nunca por debajo, siempre a la altura de las circunstancias,
distante de las quimeras y la ilusión, no creo que esta explosión casi póstuma
lo haya emocionado demasiado"
[Imagen: Carlos Mastronardi]
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Yo lo conocí a Gombrowicz cuando
sus escritos, a pesar de todo, ya infundían respeto en Polonia. Era la época
en la que, a los que sólo lo tenían por un payaso, se le empezaba a arrugar
la cara. La transición de la insignificancia a la importancia fue, sin embargo,
lenta y resistida.
Las brujas y los cretinos habían tenido que retirar su opinión pero le restaban
valor a su éxito, la cuestión era el talento: –Vaya, vaya..., lo felicito...¡se
ha vuelto usted más serio! Claro, usted tiene la vida fácil; –¿Por qué considera
usted que tengo la vida fácil?; –¡Tiene usted talento! Puede escribir lo
que quiere y a cambio goza de admiración y tiene muchas facilidades; –Pero,
¿se da usted cuenta del esfuerzo que exige escribir?; –Cuando uno tiene
talento, todo se le da fácilmente; –Pero talento es una palabra vacía, para
escribir hay que ser alguien, hay que trabajar intensamente sobre uno mismo,
incluso luchar contra uno mismo, es una cuestión de desarrollo...; –Bobadas,
¿para qué ha de trabajar si tiene talento? Yo, si tuviera talento, también
escribiría.
"Cualquiera que sea una literatura en sus modos de expresión –realista,
fantástica o romántica– siempre tiene que estar estrechamente unida a la
realidad, porque hasta la fantasía resulta importante sólo en cuanto nos
introduce en la esencia de las cosas con más profundidad de lo que lo haría
la mediocridad del sentido común. De modo que la cuestión decisiva para
conocer la autenticidad de una literatura o de la vida espiritual de una
nación será precisamente ésta: comprobar hasta qué punto están próximas
a la realidad"
Es cierto, talento es una palabra vacía, pero Gombrowicz todavía no nos
dice nada sobre qué es la realidad.
La realidad se define a veces de modo negativo y a veces de modo positivo.
En el primer caso se afirma que el ser real sólo puede entenderse como un
ser contrapuesto al ser aparente, o al ser potencial, o al ser posible.
En el segundo caso se afirma que es real sólo lo que existe, y no es real
sólo lo que es.
Gombrowicz eligió la forma negativa, el camino que nos lleva a la realidad
es el dolor, un dolor que se alimenta de las quimeras, la mistificación
y las imposturas, un dragón que combatió más por instinto de conservación
que como salvador de la humanidad. En su obra combina la causalidad, el
azar, la lógica interna y externa de la narración, es un intento de organizar
el caos y de formar la realidad. La acción está constituida por ideas que
se perfilan poco a poco, luego se vuelven nítidas, pero terminan por caer
nuevamente en el caos.
En su proyecto por volver reales las asociaciones que tiene en la conciencia,
acostumbra a falsear la relación entre lo imaginario y lo real. Al poner
en juego intencionalmente elementos reales para configurar una idea, obliga
a los protagonistas a cometer actos desleales que perturban lo que están
haciendo, de lo que resulta que sólo tienen acceso a las consecuencias de
esa perturbación.
La realidad surge de asociaciones de una manera indolente y torpe en medio
de equívocos, a cada momento la construcción se hunde en el caos, y a cada
momento la forma se levanta de las cenizas como una historia que se crea
a sí misma a medida que se escribe, introduciéndose de una manera ordinaria
en un mundo extraordinario, en los bastidores de la realidad.
Descompone el mundo en elementos de forma, pero también recrea la reacción
del hombre frente a ese proceso de descomposición, de modo que es de nuevo
el hombre y no la forma quien se halla en el centro de la obra.
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SAQUEMOS
UNA MORALEJA
"Saquemos de ello una moraleja: que en los momentos que las circunstancias
catastróficas nos obligan a transformarnos interiormente del todo, la risa
es nuestra salvación. Pero el humor consiste en una inversión de todo, hasta
el punto que un verdadero humorista nunca puede ser únicamente lo que es.
La risa nos libera de nosotros mismos y permite que nuestra humanidad sobreviva
a pesar de los dolorosos cambios de nuestro envoltorio.
Esa risa, dictada por unas necesidades terribles, debería abarcar no solamente
el mundo del enemigo, sino ante todo a nosotros mismos y a lo que para nosotros
es más querido"
A Gombrowicz no le venía nada bien la idea de talento, el escritor no escribe
con ningún talento misterioso, sino consigo mismo. Escribe con su sensibilidad
e inteligencia, con una constante excitación del espíritu que es la esencia
de toda retórica.
Si
lo que escribe el escritor es trivial, fracasa no sólo como literato, sino
también como hombre. El fundamento de esa constante excitación del espíritu
es para Gombrowicz el dolor, es el quid de la existencia, y la risa el último
recurso que tenemos para soportarlo.
Las primeras palabras que me dirigió Gombrowicz fueron inesperadas.
"Chip, chip, me decía la chiva, mientras yo imitaba al viejo rico, oh, rey
de Inglaterra, viva, el nombre de tu esposa Federico"
El Asiriobabilónico Metafísico y el Dandy tenían un talante especial para
enfrentar las volteretas de acróbata que daba Gombrowicz. Para la misma
época en que lo conocí el Dandy escribe una página en sus diarios en la
que recuerda lo que había ocurrido diez años atrás en la conferencia que
Gombrowicz pronunció contra los poetas.
"Domingo, 22 de julio de 1956. Borges: 'En una reunión el conde pederasta
y escritorzuelo Witold Gombrowicz declara: ‘Yo voy a decir un poema. Si
en cinco minutos nadie propone otro tendrán que reconocer que soy el más
grande poeta de Buenos Aires’. Recita: Chip Chip llamo a la chiva (Scherzo,
no desprovisto de ironía, porque chip chip se usa para llamar a las gallinas).
mientras copiaba yo al viejo rico. (Parte descriptiva. No significa –aclara
Borges– ‘remedaba yo al viejo rico’ sino ‘copiaba a máquina lo que el viejo
rico dictaba’). Oh rey de Inglaterra ¡viva! (Castañeteos. Exaltación patriótica).
El nombre de tu esposo es Federico. (Dénouement aristotélico).
Córdova Iturburu trató de leer algo, pero no encontró las papeletas. Gombrowicz
se declaró rey de los poetas. El marido de Wally Zenner, radical de Forja,
tembló de indignación y estuvo a punto de proceder"
El Dandy no recuerda del todo bien los versos del chip chip pero, sea como
fuere, aparece muy claramente el papel de burlador que desempeña Gombrowicz.
El
burlador de Sevilla se burla de todos, pero al final Dios lo castiga y el
comendador se lo lleva al infierno. El personaje de don Juan tiene varios
aspectos, pero hay dos cosas en su carácter que llaman la atención del público.
Primero, engaña a las mujeres para seducirlas. Esencialmente las deja sin
honor y sin otras posibilidades salvo casarse con otro (pero sin la virginidad)
o meterse en un convento. El segundo aspecto es que a él no le importa que
Dios vaya a castigarlo. Las dos acciones demuestran la falta de honor personal
y respeto para las reglas morales y de la sociedad. A diferencia de otros
personajes mujeriegos o descarados, don Juan no recibe el perdón de Dios.
¿Y el burlador de Varsovia? Se parece a don Juan Tenorio en que a él tampoco
le importaba que Dios fuera a castigarlo ni deseaba su perdón, pero tenía
honor personal y respeto por la reglas morales.
"No, la moral no se halla ausente de mis escritos, pero quizás no soy yo
el moral, sino mis obras (...) La moralidad de mis obras es más fuerte que
yo; yo no la busco, es ella quien me gobierna"
Quizás, la participación de la broma entre Gombrowicz y yo tenga origen
en la risa, una incongruencia que se produce entre la realidad y la abstracción.
La risa era muy natural entre nosotros, y reír nos resultaba agradable porque
era el triunfo de la forma natural del conocimiento sobre el conocimiento
abstracto.
Yo había sido estudiante de ciencias exactas, y Gombrowicz se había convertido
en un demonólogo de la forma, nos agradaba comprobar que el pensamiento
es incapaz de comprender todas las variantes que presenta la realidad, nos
resultaba placentero ver perder a la razón, esa facultad autoritaria a la
que cercábamos con bromas, y cuya derrota nos producía risa.
Sí, la risa fue la que nos acercó y la que nos hizo amigos, pero nuestra
risa era diferente. Hoy en día se sabe que a los nueve años los rasgos más
profundos de nuestra personalidad están definidos, pero a los nueve años
el aspecto de Gombrowicz y el mío era diferente, como muy bien se ve en
las fotografías. La risa de Gombrowicz era fundamentalmente interior, raramente
se exteriorizaba el gesto, la mía era más exterior que interior, quizás
una de las diferencias entre lo exterior y lo interior que existen entre
los eslavos y los latinos.
[Imágenes: Juan Carlos Gómez y Witold Gombrowicz de niños]
EL CIENTÍFICO DE CRACOVIA
Cada personalidad tiene su vicio: el del Orate Blaguer es la verborrea,
el del Pato Criollo es la logorrea, el del Buey Corneta es la belorrea,
y el del Gnomo Pimentón es la psicorrea, para poner tan solo unos ejemplos
de personalidades connotadas vinculadas a la actividad de escribir. Es muy
útil descubrir los vicios asociados a los hombres de letras pues nos orientan
en el recorrido de los laberintos del mundo que construyen en sus escritos.
En la actualidad estoy empeñado en ponerle el punto final a los estudios
que he emprendido para descubrir cuál es la verdadera personalidad de la
Vaca y su vicio más característico.
Ya sabemos que es un gombrowiczólogo VIP, tan prolífico que el Príncipe
Bastardo medía sus escritos por kilogramos, y así como el Vate Marxista
es profesor de la Universidad de Princeton debemos decir que la Vaca es
profesor de la Universidad Jaguellónica, dos de los centros de estudios
más importantes del planeta.
Con esta primera aproximación se me ocurrió que si el Vate Marxista es un
científico de Adrogué, la Vaca bien podría ser un científico de Cracovia,
y si esto fuera así el vicio asociado a estas personalidades es, casi con
seguridad, la espistemorrea, diagnóstico que se me confirmó después de leer
"Con Gombrowicz hacia Europa". Durante un tiempo prolongado, el científico
de Cracovia recorrió el camino de la heurística, de la exégesis y de la
hermenéutica, completando el trayecto que va del descubrimiento a la explicación.
Finalmente
se convirtió en un santo que intenta guiarnos en el camino hacia Gombrowicz.
La nota a la que me refiero tiene cinco interrogantes que la Vaca responde
con un sí y seguidamente con un no a cada uno de ellos.
¿Podemos entrar a Europa de la mano de Gombrowicz? ¿Se convertirá Gombrowicz
en el vate nacional como Mickiewicz? ¿es Gombrowicz un hombre de izquierda
o de derecha? ¿Es católico, comunista o existencialista? ¿Podemos estar
a la altura de Gombrowicz?
Las conclusiones que saqué del escrito de la Vaca las traduje al vocabulario
de un pasaje de "Transatlántico", muy parecido por cierto.
Gombrowicz estaba desorientado y sin dinero así que visita a un compatriota
que había sido vecino de sus primos en Polonia para pedirle opinión y consejo.
Pero este hombre empieza a decirle que aprobaba y que no aprobaba su decisión
de quedarse, que había hecho bien y tal vez mal, que él no estaba tan loco
como para opinar en estos tiempos o como para no opinar, que tenía que presentarse
enseguida en la embajada o no presentarse, que era igual si se presentaba
o si no se presentaba, que se podía exponer o no exponer a graves riesgos.
Y, en fin, que hiciera lo que le pareciera oportuno o que no lo hiciera.
Mientras el Viejo Vate piensa que el científico de Cracovia es un maestro
en desparramar mierda, yo más bien me inclino por otra cosa, pienso que
es un maestro en no decir nada, mejor dicho, en decir algo y todo lo contrario
al mismo tiempo. Y, otra vez, para asegurarme de que esta conclusión tenga
el mismo grado de certeza que la del juicio sintético a posteriori que afirma
que el calor dilata los cuerpos, busqué otro ejemplo entre mis papeles y
lo encontré enseguida.
En efecto, hace unos años la Corifea puso en mis manos muy emocionada "El
drama del ego en el drama de la historia", una nota de la Vaca que ella
misma había trasladado al español y ante la que estaba arrodillada con la
devoción de una adoratriz de la orden de la Vaca y de la Vaca Sagrada.
Yo presumo que el procedimiento que utiliza el científico de Cracovia de
decir algo y, simultáneamente, todo lo contrario, es deliberado, tiene el
propósito de quedar más o menos bien con todo el mundo presentándose como
un comentador inteligente y picante.
Lo primero que quiero destacar es que tiene mucho talento para ponerle títulos
a sus textos, el de "El drama del ego en el drama de la historia", es un
buen ejemplo de ello. El punto de partida de las especulaciones que hace
en este trabajo es que el drama de Gombrowicz está adentro, es decir, en
la psique, pero más bien, afuera, es decir, en la historia del siglo XX,
que el drama de Gombrowicz está en la lectura de su teatro, pero más bien,
en su escenificación. Promediando su análisis nos advierte que esta divergencia
no es tan radical como pareciera, que la convergencia se produce en la esfera
del drama familiar donde lo de adentro y lo de afuera es más o menos la
misma cosa porque, la familia, es un sistema social íntimo y, a la vez,
una miniatura del macromundo social.
Acto seguido le aplica a las tres piezas teatrales de Gombrowicz la trinidad
consagrada de Freud: el yo, el super yo, y el ello, para mostrarnos cómo
una y la misma cosa puede estar en la psique y en la historia al mismo tiempo,
de donde deduce que el drama es psicológico, pero más bien, antropológico,
que el aherrojamiento de Gombrowicz estaba en las esfera del yo, pero más
bien en la miniatura del macromundo social. Yo supongo que en la medida
en que la Vaca siga obligándose a complacer a públicos diferentes va a resultar
cierto lo de que una cosa puede ser A y no A al mismo tiempo.
La Vaca escribió en "Espiando a Gombrowicz" algunas palabras sobre mí.
"Pero... la maldición de Gómez es la de que no se nos mostró como artista
y sólo brilla con la luz que refleja. Estaría contento si consiguiera para
sí mismo la fama y los aplausos que consiguió Gombrowicz en forma auténtica,
pero esos materiales no le alcanzan para una túnica real. –‘¿Podrías arrodillarte
delante de mí y llamarme genio?’, me propuso este juego al estilo Gombrowicz.
El juego es una cosa buena pero después de un rato renace la necesidad de
algo más serio. Gómez, no sólo se enamoró de Gombrowicz, también tomó de
él el deseo de la celebridad y de la grandeza pero sin la determinación
y la fuerza creativa necesarias. Este alumno sabe imitar el gran gesto del
maestro pero ese gesto vacío es como el duelo final del ‘Transatlántico’
(...)"
El carácter astuto de este maestro de la indefinición se pone en evidencia
en la foto que aparece en este gombrowiczidas, aunque no estoy seguro, la
había tomado la Madame du Plastique en su casa de San Isidro después de
habernos tomado unas cuantas copas.
[Imagen: Jerzy Jarzebski]
LE ROBAN
EL ALMA
A Gombrowicz le gustaba que lo fotografiaran, era vanidoso, posaba como
emperador, obispo o payaso... Nuestro fotógrafo, no podía ser de otra manera,
era el Alemán, tenía la costumbre de traer fotografías al café y sacar fotografías;
jugábamos a ver qué foto era la más estúpida, un juego que había inventado
Gombrowicz siguiendo la ley de su preferencia por las lecturas malas.
Sin embargo, Gombrowicz, igual que los indios, tenía el presentimiento de
que las fotografías le robaban el alma, por eso no miraba directamente a
la lente de la cámara. Pero el clic le devolvía la vida, el fotógrafo ya
no podía hacer nada para transformarlo, la cosa empezaba a reinar por sí
misma en la fotografía y aplastaba con su realidad implacable.
El margen de creación después del clic se volvía inexorablemente estrecho
y pobre. El fotógrafo lo había convertido en una cosa, como si hubiera fotografiado
una piedra, exactamente igual que a otros objetos. El clic lo liberaba del
fotógrafo pero la foto le robaba el alma.
Aunque sobre películas y no sobre fotografías, el Asno tenía también sus
ideas sobre la cámara, ese instrumento del diablo, como se lo manifestó
a un periodista cuando se estrenó "Gombrowicz o la seducción", la película
de Fischerman.
"Muchos pueblos primitivos, más sabios que nosotros, no se dejan fotografiar
pues suponen que le roban el alma. Pero hoy, nosotros tenemos un mundo que
imita al cine. La pantalla viene a ser el lugar de lo real. Pero lo real
no es simple: está allá, en ese rectángulo de bichitos de luz, es a la vez
deseable y angustiante; deseable, porque uno cree finalmente que existe
y porque todos queremos estar ahí; angustiante, porque me he sentido despojado
de mi ser, reducido a algunos gestos planeados por un demiurgo. Y, finalmente,
convertido en otro, soy y no soy yo. Por otro lado, está la vanidad, de
la que no estoy exento, aunque la rechazo, me parece inmoral"
Ahora bien, ya sabemos que a fines del año 1954 Gombrowicz estaba poseído
por un estado
hipomaniacal
que le había desbocado la imaginación. Cuenta en los diarios unas aventuras
sorprendentes en una exposición de cuadros de Zygmunt Grocholski, un connotado
pintor polaco, invitado frecuentemente a las bienales, que a veces pintaba
desnudo. Era amigo de Gombrowicz y lo había defendido con entusiasmo en
un debate "Pro y contra Gombrowicz", organizado por el Club Polaco en el
año hipomaniacal de 1954, recitando unos versos extraños.
Un matrimonio que estaba decididamente en contra se puso un poco pesado:
–Gombrowicz me hace pensar en alguien que empieza a serruchar la rama sobre
la que está sentado y, naturalmente, se cae. Pero se cae en la mierda, esa
palabra que le gusta tanto al autor. Eso dijo la señora, y el marido agregó:
–Antes de dormir siempre leo alguna cosa, pero me basta abrir un libro de
Gombrowicz y me duermo en seguida.
Zygro empieza a gritar: –Se han subido a un árbol, agarraron algunas ciruelas
y vieron pasar las golondrinas. Estos dos me recuerdan a esta canción tan
absurda.
Las paredes de la Vernissage estaban colmadas de composiciones abstractas
saturadas de colores inmovilizados, mientras una multitud de bípedos caóticos
desfilaba salvajemente ante ellas. En las paredes, astronomía, lógica y
composición, en la sala, desbarajuste y una desorganización que va y viene
a los empujones.
Gombrowicz y un pintor holandés hacían comentarios sobre las masas, dominadas
por tensiones lineales oblicuas, de unas litografías. De pronto, alguien
lo golpea en la cadera, es un fotógrafo doblado en dos que apunta con su
cámara a los invitados más importantes.
Mientras intenta reponerse junto a Alicia de Landes examinado con fuerza
un conjunto de colores sometidos a sus propias leyes, el fotógrafo lo enviste
nuevamente por detrás disparando dos veces, una de frente y otra de perfil.
Se compone por segunda vez y se dirige al encuentro de un grupo de franceses
que analiza la lógica interior de una composición lineal, pero tropieza
otra vez con el fotógrafo. Cuando está a punto de decirle algo desagradable
aparece un desconocido con una cara que le parece conocida: –¡A quién veo!
¡El mundo es un pañuelo! ¡Hace siglos que no nos vemos!; –Es verdad. ¡Qué
encuentro...!
En el mismo momento en que Gombrowicz hacía esfuerzos por recordar a ese
desconocido, de un salto se le aparece el fotógrafo, hace clic, le pide
veinte pesos y la da una recibo. Estaba furioso, lo había fotografiado justo
con los ojos clavados en ese rostro olvidado, con una cara de bobo.
"Me voy a casa, yo, hijo del caos, de la oscuridad, de la ciega casualidad
y del absurdo.
Y en casa, un pensamiento enloquecido: –¿No será Kowalski, al que conocí
en Mendoza? ¿Será o no?... Si pudiera volver a verlo; su cara ya se me ha
borrado de la memoria.
De repente me acuerdo de la fotografía. ¡Pero si tengo esa cara en la fotografía!
Y en seguida la secreta lógica que guiaba a aquel fotógrafo me deslumbra
como si en uno de los cuadros de Zygmunt viera el más perfecto equilibrio
de formas y de tensiones. Me voy corriendo a la dirección apuntada en el
recibo.
¡La malicia del destino! ¡La perversión de la lógica! ¡La composición diabólica!
Sí, había en todo caso cierta lógica, pero conducía a la perfecta humillación.
Cuando llegué a la casa indicada en el recibo, me dijeron: –Ah, ¿usted también
con el talón? Ya han venido varias personas.
Aquel fotógrafo era un impostor, ha puesto en el talón una dirección falsa
y sólo fingía que sacaba fotos...
(Además robó el abrigo de Rebinder)"
[Imagen: Jorge Di Paola]
UNA
GRAN MASTURBACIÓN
Aunque pueda parecer una perogrullada hay que decir que el arte de escribir,
entre muchas otras cosas, también tiene que ver con las palabras.
"¿Qué pensar de la categoría intelectual y demás cualidades de una persona
que aún no se ha enterado de que las palabras cambian en función de su uso,
de que incluso la palabra 'rosa' puede perder su perfume cuando aparece
en labios de una pedante pretenciosa y en cambio la palabra 'm...' puede
resultar correctísima cuando su uso está sometido a una disciplina consciente
de sus objetivos?"
Esta forma de ver las cosas se volvió muy importante cuando la editorial
"Sudamericana" se propuso editar "Ferdydurke" por segunda vez en la Argentina,
cosa que ocurrió en 1964, la primera fue la de "Argos" en 1947.
Gombrowicz le pidió al Pterodáctilo que le echara un vistazo al trabajo
de "Sudamericana", y a mí me pidió que se lo echara al Pterodáctilo. De
los cuatro integrantes del cuarteto Gombrowicz me eligió a mí para hacer
este trabajo de control, pero antes de explicar por qué me eligió a mí,
vamos a ver qué había pasado entre el legendario comité de traducción y
Sabato.
"Acabo de recibir una carta de Ernesto. Entre otras cosas me dice: La traducción
es a juicio de Lida, absolutamente mala y habría que rehacerla toda. Por
otra parte, el amigo Ernesto, cuando en mi presencia leía un fragmento objetaba
algunas frases y, a pesar de mis aclaraciones, decía que de ningún modo
esas frases eran aceptables (criticaba, por ejemplo, la palabra tal en vez
de cómo, la palabra carro en vez de coche, etc.).(...)"
"Confieso
no poder comprender, Piñera, cómo entre dos buenos estilistas como usted
y Ernesto, pueden existir tales divergencias. Usted es el Presidente del
Comité de Traducción y juez supremo, pero, ¿no sería conveniente que se
reuniera con Ernesto para saber qué seriedad tiene sus objeciones? ¿O que
esas páginas se discutan, por ejemplo, con Martínez Estrada, Borges o Gómez
de la Serna, o algún otro buen estilista? Considero que esto le permitiría
a usted entrar en relación con ellos, lo que ya es importante. Así sabremos
al menos qué es lo que critican Lida y Ernesto, y, a lo mejor, habría que
dar más fuerza a sus aclaraciones o tomar alguna otra medida. Le sugiero
eso, Piñera, para bien suyo. Yo, por Dios, no me achico, ni le aconsejo
achicarse a usted, y si la traducción suena bien no me importan los tristes
puristas, pero ya sabe que la batalla será dura, así que hay que conocer
la actitud del enemigo, y, además, puede ser que en tal o cual detalle tengan
razón porque tienen el oído más fresco"
Es el fragmento de una carta que Gombrowicz le escribió a Virgilio Piñera.
Como no dominaba el español, y mucho menos las formas incorrectas del idioma
que utilizaba, tenía algunas dudas sobre lo que podía ocurrir con esta segunda
versión de "Ferdydurke".
El Asno, en aquel tiempo, todavía era un joven anárquico y, además, ya era
bastante independiente de Gombrowicz, la materia de Quilombo era el dibujo
y no la palabra, quedábamos entonces el Esperpento y yo que lo habíamos
aceptado in totum, pero Gombrowicz me tuvo más confianza a mí, a pesar de
que el Esperpento ya tenía bastante entrenamiento en esas traducciones heterodoxas,
también había colaborado en la de "El casamiento".
Yo creo que las dudas que se le presentaron a Gombrowicz respecto al Esperpento
tenían más que ver con su capacidad de socialización que con su intelecto,
no se desempeñaba del todo bien en ese aspecto.
"Sin embargo, yo sólo lo imitaba cuando el ambiente se prestaba a ello;
por ejemplo, durante las discusiones en el Rex. Si alguien asumía una posición
radical y la discusión se enrarecía, entonces me ponía a hablar a lo Gombrowicz
y la discusión se terminaba. Gritaban: –¿Cómo puede usted ser tan servil?
No tiene dignidad. Me insultaban. Si me hubieran podido abofetear, lo hubieran
hecho. Y, sin embargo, yo estaba encantado"
Son palabras del Esperpento, sea como fuere el asunto de la nueva versión
lo tratamos el Pterodáctilo, Ada Lubomirska y yo una tarde de otoño en la
Northing, una confitería de Callao y Las Heras que ya no existe.
El Pterodáctilo alguna mano le metió a la traducción original, no tanta,
pero la que le metió malogró la utilización musical que Gombrowicz le daba
a las palabras en algunos pasajes de "Ferdydurke".
Para poner un ejemplo de cómo Gombrowicz hacía cambiar las palabras en función
de su uso, vamos a ver cómo prepara artística y musicalmente una gran masturbación
en una de sus novelas.
Leon sentado en un tronco le cuenta que había trabajado treinta y dos años
y que las historias del gorrión y el palito eran para él fruslerías, que
lo importante era la fiesta, que en la fiesta iba a bergar con el berg.
De aquí en adelante Leon utiliza la raíz berg, a la que conjuga y declina
de varias maneras diferentes, para referirse especialmente a los órganos
y a las funciones sexuales.
El protagonista quiere escaparse pero no lo deja, le cuenta que la esposa
no sabe que él juega en la mesa con el berg, que berguea con el bemberg.
Le ruega que se quede, que le va a decir algo que le interesa pues lo veía
como un buen bembergador, que lo había admitido en su casa porque estaba
bembergando con el berg a su hija Lena, a escondidas, que sabía que le gustaría
embergarse bajo sus faldas, a pesar de que estaba casada, como el amanberg
número uno, que no le dijera una palabra a nadie porque en caso contrario
se vería obligado a echarlo de casa.
Acto seguido le comunica que no los había arrastrado hasta ese sitio para
ver un panorama sino para celebrar un aniversario de algo que había ocurrido
hacía veintisiete años; el placer más intenso que había tenido en su vida,
el placer que le había dado una sirvienta. Que en su vida un tanto mediocre
había paladeado pocos bocadillos, que estaba muy vigilado, pero que había
aprendido que una mano puede excitar a la otra, para qué buscar entonces
otra si uno tiene dos, que si uno se las ingenia puede encontrar un mundo
ilimitado de diversiones en el propio cuerpo.
Esa noche harían la peregrinación, con devoción, la devoción es necesaria
porque sin ella no existiría el placer; le pidió que lo dejara solo para
purificarse y prepararse para el ceremonial del placer, para el festejo
del Gran Espasmo con aquella sirvienta (...)
Mientras tanto Leon se excitaba recordando a aquella mujerzuela, jadeaba,
celebraba su propia inmundicia. Pero nadie se iba, gimió lujuriosamente
y finalmente exclamó: ¡Berg!, bembergado con el berg. Los había llevado
a la montaña para masturbarse.
[Imagen: Virgilio Piñera]
LAS INCLINACIONES HOMOSEXUALES
El Asiriobabilónico Metafísico y el Dandy son dos atorrantes muy cultos
que dedicaron buena parte de su vida a burlarse de los demás, cosa que se
ve con mucha claridad en el "Borges" de Bioy Casares.
Hacen narraciones sobre los homosexuales no carentes de cierta mundología.
"Borges llegó ayer de Tucumán. Contó que, recorriendo la ciudad con unos
profesores, llegaron a un triste barrio de ranchos de paja (…). Uno de los
profesores dijo: ‘Este barrio es muy peligroso. Hay muchos malevos’, y aclaró
que no había verdadero peligro de ser atacado por ladrones o asesinos, sino
por homosexuales. ‘Todos los malevos son homosexuales’. Ante la sorpresa
de Borges, el doctor explicó: ‘La bicicleta excita al malevo (...).
‘El
movimiento, usted comprende. Además, el malevaje es muy inclinado al ciclismo.
Si uno va en bicicleta y ve a otro de a pie, se ofrece a llevarlo. Los dos
se excitan, dejan la bicicleta… Una vez, con el doctor X, vimos a dos malevos
en una acequia. El doctor dijo: 'No hay por qué escandalizarse. Total a
todos nos gusta"
Borges me refiere: "Durante la comida, continuamente Manuel Mujica Láinez
venía de su asiento a nuestra parte de la mesa. El propósito de estos viajes,
que Mujica no ocultó, era tocar la nuca de un muchacho que lo emocionaba.
‘Se parece a Belgrano’, exclamó Mujica Láinez. ‘¿Usted, Manucho, admira
a Belgrano?’, preguntó Wally Zenner. ‘¿Cómo no voy a admirarlo? –replicó–:
con esos muslos y con esas caderas’. Borges comentó: ‘Va Manucho al Museo
de Luján y todas las antiguallas reviven. Manucho no mira los cuadros fríamente;
es un contemporáneo de lo que está mirando"
El Asiriobabilónico Metafísico se refiere a Gombrowicz en estas conversaciones
que tiene con el Dandy como a un conde pederasta y escritorzuelo, no es
de extrañar, en el Rex Gombrowicz no se cansaba de exclamar que todos los
hombres son homosexuales, la mayoría lo oculta porque es cobarde, pero una
minoría selecta a la cual él pertenecía, no lo oculta porque es valiente.
Gombrowicz, aunque también atorrante, es mucho más serio que estos dos golfos,
por lo menos, respecto a la homosexualidad.
"Algunos verán en mi mitología del joven la prueba de mis inclinaciones
homosexuales; pues bien, es posible. No obstante, deseo hacer una observación
¿es seguro que el hombre más hombre permanece insensible por completo ante
la belleza del muchacho?(...)
"Y aún más, ¿cabe decir que la homosexualidad, milenaria, extendida, siempre
renaciente, no es otra cosa que extravío? Y si ese extravío es tan frecuente,
si se halla tan universalmente presente, ¿no es acaso porque prospera sobre
el terreno de una atracción innegable? ¿No parecen ocurrir las cosas como
si el hombre, seducido para siempre por el joven y a él sometido, procurase
refugiarse en los brazos de una mujer porque ésta representa para él, a
fin de cuentas, una juventud? Hay mucha exageración en todo ello, pero también
una pequeña parte de verdad (...)"
"El secreto de Retiro, un secreto realmente demoníaco, consistía en que
allí nada podía llegar a la plenitud de su expresión, todo tenía que estar
por debajo de su nivel, y de alguna manera en su fase inicial, inacabado,
inmerso en la inferioridad..., y, sin embargo, aquello era precisamente
la vida viva y digna de admiración, la encarnación más alta de las cosas
accesibles para nosotros"
Ese fermento de Retiro nunca encontró su forma, pero Gombrowicz siempre
sintió la necesidad de narrar esa experiencia argentina. Consideraba que
un hombre que toma la palabra públicamente, un literato, debe introducir
a los lectores, de vez en cuando, en su historia privada.
La
fuerza de un hombre sólo puede aumentar cuando otro le presta la suya. De
modo que el papel del literato no consiste en resolver problemas, sino en
plantearlos para concentrar en sí la atención general y llegar a la gente:
allí ya quedarán de alguna manera ordenados y civilizados. Gombrowicz necesitaba
que los otros conocieran su homosexualidad de una forma artística, para
ser más fuerte.
"¿Qué puede saber ese cactus, me pregunto, sobre el Eros, pervertido o no?
Para él el mundo erótico siempre será una habitación aparte, cerrada con
llave, que no se comunica con otras habitaciones de la vivienda humana.
La sociología, sí, la psicología..., éstas son las habitaciones donde se
siente como en su casa. Pero el erotismo es para Sandauer una monomanía"
Las fábulas volátiles de los artistas son consistentes sólo cuando nos revelan
alguna realidad, la que fuere, y la pregunta que nos debiéramos hacer sobre
las perversiones eróticas de Gombrowicz es si ellas han llevado al descubrimiento
de alguna verdad; si no fuera así no vale la pena romperse la cabeza, sería
un caso para ser tratado en un hospital.
Para Gombrowicz el hombre joven debe convertirse en un ídolo del hombre
realizado que envejece.
El dominio orgulloso del mayor sobre el menor sirve para borrar una realidad,
la realidad de que el hombre en declive sólo puede tener un vínculo con
la vida a través del joven, ese ser que asciende, porque la vida misma es
ascendente.
La naturaleza insuficiente y ligera del joven es un factor clave para la
comprensión del hombre y del mundo adultos, existe una cooperación tácita
de edades y de fases de desarrollo en la que se producen cortocircuitos
de encantamientos y violencias, gracias a la cual el adulto no es únicamente
adulto.
Estas afirmaciones, aunque no están formuladas abiertamente en "Pornografía",
son las que determinan la naturaleza del experimento que lleva a cabo Gombrowicz.
Pero, para cierta especie de críticos, la acción de esta novela es un fábula
arbitraria y mágica que ocurre simplemente por orden de Fryderyk, un personaje
sobrenatural y casi divino, que vendría a ser algo así como el alter ego
de Gombrowicz.
Las naturalezas no eróticas tienen dificultades para penetrar en los mundos
eróticos, además, las obras de Gombrowicz son difíciles, sin embargo, la
estupidez de los críticos debiera tener un límite, el límite de no escarbar
en las perversiones de Gombrowicz sin la capacidad de descubrir a qué consecuencias
llevan.
[Imágenes: Adolfo Bioy Casares con Jorge Luis Borges y Artur Sandauer]
HÁGANLO EN EL ORIFICIO
A caballo de los años 1954 y 1955 Gombrowicz cae en uno de esos estados
hipomaniacales característicos de los genios de los que resultan variaciones
vivísimas que aparecen en los diarios.
En efecto, en noviembre de 1954 relata un paseo campestre. Después de tres
días de viaje en coche y setenta kilómetros de vuelo en el último tramo
del viaje, baja del aeroplano bastante confundido, sudando a mares, cuando
de pronto ve una mansión entre los eucaliptos mientras escucha el griterío
de los papagayos.
Le aburría que Sergio hiciera siempre lo que se esperaba de él, así que
le pide que deje de aburrirlo y que se comporte de un modo menos previsible.
Al día siguiente pasean por la estancia y Sergio, de repente, se trepa a
un árbol: –Sergio, ¿no puedes inventar algo más original?
El muchacho no le responde, sin embargo, según le parece a Gombrowicz, sigue
ascendiendo ya sin árbol: –Sergio, ¿no puedes dejar de ser convencional?
Otra vez, silencio, pero el joven parece levantarse del suelo y caminar
a quince centímetros de altura. Durante la cena, Sergio, en vez de encender
un cigarrillo le prende fuego a una cortina, pero no del todo, a medias,
lo que causa el asombro de sus padres, pero también a medias: –¡Vaya, vaya,
Sergio, qué cosas haces!
Sergio le da una escopeta a Gombrowicz y le pide de una manera apremiante
que le dispare a algo que tiene la forma de una triángulo y un color verdoso-amarillento-azulado.
Gombrowicz dispara y algo se agita, desaparece... es un cocodrilo.
"Sergio no decía nada, pero yo sabía que todo eso llevaba agua para su molino...,
y no me sorprendió en absoluto cuando, de una manera incompleta pero ya
abiertamente, voló hacia una rama y gorjeó un poco (...) De alguna manera
me preparo para huir. Hasta cierto punto hago las maletas. ¡El cocodrilo,
no total, el cocodrilo incompleto! Los padres de Sergio ya casi han subido
al coche tirado por cuatro caballos y en cierto modo se alejan..., casi
sin prisa... Calor. Bochorno. Ardor"
Después de esta narración metafísica y bucólica Gombrowicz sigue todavía
en un estado hipomaniacal, así que mete en los diarios los relatos de la
casa de los Pueyrredón, del cretino de la columna de Creta y del fotógrafo
impostor.
Finalmente una lectora de Canadá se cansa y le manda una carta.
"Al principio, lo que usted escribía tenía carácter polémico, despertaba
controversias, producía reacciones, incluso negativas, pero fuertes. Los
últimos fragmentos no me producen ninguna reacción aparte del estupor de
que usted los escriba y de que Kultura los publique"
Gombrowicz lee con atención la carta y reconoce que el diario publicado
en noviembre le salió un poco frívolo, especialmente con el cuento del cocodrilo,
pero no está dispuesto a escribir sólo para la satisfacción de los lectores,
les pide que le dejen cierta libertad y que no se entrometan demasiado en
su trabajo.
"Cuidad de que mi diario tenga el mínimo indispensable de inteligencia y
vitalidad, la cantidad exigida por el nivel medio de la palabra impresa,
pero en cuanto al resto, dejadme las manos libres. En este saco meto muchas
cosas distintas: todo un mundo al sólo os acostumbraréis en la medida que
adquiera superioridad sobre vosotros; mientras tanto, muchas cosas de este
diario os parecerán innecesarias e incluso os quedaréis sorprendidos de
que se acepte su publicación"
Pero Gombrowicz, como el alacrán, no puede con el genio. Inmediatamente
después de estas reflexiones tan atinadas mete en el diario unos versos
indecentes que escribe en la puerta de un baño.
"A señoras y señores, para nuestro beneficio/ No lo hagan en la tapa, háganlo
en el orificio"
EL BUHONERO MERCACHIFLE
Algunos gombrowiczidas tiene la costumbre de colgarse de la gloria de Gombrowicz
y de este pecado yo no estoy exento.
Un lustro después de que yo publicara "Cartas a un amigo argentino", en
el año del centenario de Gombrowicz, se publicaron en la Argentina notas
y cartas, una recopilación que hizo el Buhonero Mercachifle en "Evocando
a Gombrowicz", un título que mereció una fuerte reconvención pública del
Gnomo Pimentón a raíz de que no se deben titular los libros con gerundios,
el Asiriobabilónico Metafísico lo había desaconsejado.
El mamotreto salió con un prólogo de la Vaca Sagrada que yo puse en español,
y allá se fue el Buhonero Mercachifle a Polonia con el pastiche bajo el
brazo, se lo tradujo la Némesis, le metió un segundo prefacio la Vaca y
se lo publicó PIW algún tiempo después.
Hasta aquí, nada de especial, lo increíble que tiene esta historia verdadera
es lo que hizo el Pequeño K metiendo las narices en un asunto al que nadie
la había llamado.
"(...) El Buhonero Mercachifle es un buen viajante de comercio pero me está
desarticulando mi ‘Tango Gombrowicz’
porque
incluye los mismos textos que incluí yo, en fin, me voy a quedar con las
manos vacías (...)"
"(...) se me ocurre una idea que me gustaría llevar a cabo. Quiero darle
a la gente de PIW la versión polaca de tu ‘Gombrowicz está en nosotros’
para que forme parte de la antología del Buhonero Mercachifle (...) iba
a entregar ese ensayo sin pedirte una autorización pero entre amigos así
no se hace"
Yo le pregunté si estaba loco, que cómo se le ocurría pensar en meter un
texto mío en un libro de cuarta categoría y, como si fuera poco, prologado
por la Vaca Sagrada, le prohibí terminantemente que siguiera adelante con
ese proyecto.
"Caso Buhonero Mercachifle terminado. No entiendo nada de nada (o tal vez...
un poco). No soy leche hervida. Como sos autor de tu texto y, además, sos
como sos, te escribí primero a vos. Ahora le escribí al Buhonero Mercachifle.
Roma locuta, causa finita. No insistiré más. Aquí dicen: no te metas"
Cuando le conté esta historia al Buhonero Mercachifle se le cayeron los
peines y las peinetas al piso.
El conflicto se produjo porque el "Tango Gombrowicz" del Pequeño K y "Evocando
a Gombrowicz" del Buhonero Mercachifle son libros que están hechos con una
buena parte de documentos y testimonios comunes a ambos libros.
El polaco estaba esperando para el centenario la reedición de su obra, pero
le apareció este viajante de comercio y le ganó la partida.
El Buhonero Mercachifle integró el quinteto que presentó "Gombrowicz, este
hombre me causa problemas" en la Embajada de Polonia. Su intervención se
convirtió en un delirio inexplicable, durante algún tiempo me estuve preguntando
por qué lo había invitado, más aún después de que la Poetisa Impenitente
me dijera en la embajada que era medio tarado.
A pesar de que el Buhonero Mercachifle pareciera que sobrara en los asuntos
de Gombrowicz, el Esperpento decía que había sobrado en la película de Fischerman,
se las arregló bastante bien para permanecer entre los miembros de los gombrowiczidas
legendarios. Es quizás por esta pertenencia conservada misteriosamente a
través de los años que aparece tan sonriente en la fotografía. El Pequeño
K no puede ocultar, a pesar del esfuerzo, su calidad de intrigante.
[Imágenes: Miguel Grinberg y Rajmund Kalicki]
PÁJARO
QUE COMIÓ VOLÓ
Gombrowicz se vino para la Argentina de pura casualidad. Estaba en el Zodiac,
uno de sus cafés de Varsovia, conversando con un amigo escritor : –Me voy
a Sudamérica; –¿Cómo es eso?; –Dentro de un mes, el nuevo transatlántico
polaco Chrobry leva anclas para Buenos Aires; será su primera travesía.
He sido invitado como escritor para publicar algunos artículos en los periódicos;
–Oiga, ¿y no podrían invitarme a mí también?; –Podemos probar. Les propondré
su candidatura. ¿Quién sabe? Quizás resulte. Siendo dos, el viaje será más
agradable.
"Resultó. A veces leo en la prensa que me fui a Argentina para huir de la
guerra. ¡En absoluto! Me preparé para ese viaje con tanta despreocupación
que sólo a la casualidad (¿a la casualidad?) debo no haberme quedado en
Polonia"
Antes de partir completó a último momento la documentación que debía presentar
a las autoridades militares.
"La puerta volvió a cerrarse. ¡Adiós América! Empecé a bajar melancólicamente
la escalera; de pronto oí un gran barullo procedente de la planta baja.
Era una equipo de fútbol que tenía jugar un partido internacional en Dinamarca.
También ellos habían llegado tarde. Nuevos golpes en la puerta. Esta vez
el ordenanza nos dejó entrar, y por gracia especial nos estamparon el sello
necesario.
Como ve, mis veintitrés años en Argentina se decidieron en cuestión de minutos"
La verosimilitud de la historia que nos contaba sobre su viaje a la Argentina
era, para nosotros, un misterio impenetrable.
Ese relato era el primer plato de la conversación con Gombrowicz y fue escuchado
por todas las personas que se acercaban al autor de "Ferdydurke" en aquellos
años en que lo estaba traduciendo.
Destacaba que en el barco era invitado de honor, que almorzaba en la mesa
del capitán con el que sostenía conversaciones filosóficas y al que le daba
consejos místicos. Repetía hasta el cansancio que no le había gustado Río
de Janeiro porque su vegetación era demasiado verde y porque los morros
eran muy dudosos, y tantas veces como lo de la vegetación, repetía que no
había regresado a Polonia por los intensos estudios del alma sudamericana
que había iniciado el día anterior a la partida del barco.
Gombrowicz estaba con Czeslaw Straszewicz en el café Zodiac cuando la voz
del destino lo entera que va a viajar a la Argentina.
Yo debía estar con Gombrowicz en Piriápolis cuando esa misma voz le dice
que va a regresar a Europa. Pero no estaba...
En el diario de Piriápolis Gombrowicz escribe que estuvimos en ese balneario
uruguayo a caballo de los años 61’ y 62’. Al año siguiente me propuso otra
vez unas vacaciones en Piriápolis. No acepté, y para sacarme el problema
de encima, Gombrowicz no se daba por vencido así nomás, inventé un compromiso
anterior con Roberto Cebrelli (Beto), según le dije íbamos a pasar las vacaciones
en Mar del Plata. Si le hubiera advertido a Beto de esta mentira no hubiera
pasado nada, pero no le advertí. La cosa es que una noche en La Fragata
le preguntó a mi amigo cómo nos había ido en Mar del Plata, como yo no estaba
presente Beto le dijo que nosotros no habíamos estado en Mar del Plata,
más todavía, le dijo que no habíamos veraneado juntos.
Al día siguiente, y a solas, se armó un lío tremendo, yo me retiré completamente
ofendido y Gombrowicz también. Y aquí hubiera terminado todo, ninguno de
los dos iba a dar el brazo a torcer, y adiós para siempre a Gombrowicz...
pero, el destino no estaba todavía preparado para que nuestra relación terminara
ahí, y postergó dos años más una ruptura que, de un modo o de otro, parece
que tenía que ocurrir. Matías Straub, el Galimatías, hizo de mediador y
recompuso la relación un par de semanas antes de su partida a Europa.
Así que en enero y febrero de 1963 yo no estaba con Gombrowicz en Pririápolis.
Él seguía luchando con "Cosmos", una novela cuyo final le dio muchos dolores
de cabeza.
Media hora antes de su regreso a Buenos Aires le llega una carta de París:
la Fundación Ford lo está invitando a una estancia de un año en Berlín.
También ahora, como veintitrés años atrás en Polonia, tuvo que sortear algunos
inconvenientes. La carta estaba fechada un mes atrás y le pedían una respuesta
inmediata. Antes de regresar a Buenos Aires todavía nos escribe desde Piriápolis.
"Está aquí González Lanuza que huye ante mí tal un conejo ante un león embravecido,
pero no tiene donde escaparse, así que lo agarro y lo jodo. Nada de ascensores,
ahora, viejo, hay una Lolita de nueve años que me tiene loco, ni te puedes
imaginar, ando así que casi estallo, hay que ver cómo me persigue, se enamoró
locamente, ya te lo voy a contar. Fuera de eso no sé si me aburro o no..."
Cuando llega a Buenos Aires estaba esperándolo un telegrama urgiéndole contestación...
Se prepara para partir.
"Estaba ausente, acabado, preparado para partir. El lazo misterioso que
me ataba a aquel lugar había sido cortado"
A mí me parece que cuando Gombrowicz recibe la invitación de la Fundación
Ford ya sentía la necesidad de volverse extranjero otra vez. ¿Se había adaptado
a la Argentina?, él dice que no pero también dice que esa inadaptación lo
vinculaba íntimamente a esta patria. ¿Se va entonces para romper ese vínculo
íntimo buscando otra vez la libertad en Europa?
"Pero, ¿qué tengo que hacer yo aquí, donde ni se me lee, ni se me edita,
ni se me conoce? Evidentemente, una existencia tan anónima y tranquila es
muy propicia para el trabajo artístico e intelectual, pero ya todos los
mecanismos de la situación me proyectan hacia a fuera"
Los mecanismos de la situación y el taedium vitae olían a esclavitud, y
la falta de libertad es la que lo expulsa de la Argentina, pero Europa,
sin embargo, no se le aparece como una tierra de promisión.
"Comprenda usted que para mí volver a Europa es un asunto casi dramático,
nada parecido a un viaje de turismo. Tendré que enfrentar amigos envejecidos,
amigos muertos, ciudades transformadas, gente desconocida, surgirá ante
mí una Europa disfrazada y me temo que el tiempo se dejará sentir demasiado
(...) Por cierto, viajaré temblando, como si temiera verme con un fantasma"
No obstante, es el sentimiento de libertad el que lo mueve a Gombrowicz
a emprender la retirada, a alejarse de un país íntimo y extraño que lo recibió
con los brazos abiertos pero que nunca terminó de cerrarlos.
Él siente su libertad más como una ruptura con los vínculos que lo están
aprisionando que como el sueño en un esplendor futuro. Ese pájaro huyó por
la puerta de la Fundación Ford pero ya existían otras puertas que se le
estaban abriendo en el mundo, y por una u otra puerta el águila polaca se
nos iba escapar de la jaula.
LA MAYOR CANTIDAD DE LECHE
Lo zamarreaban en las pensiones cuando se escapaba sin pagar, llegaba desfallecido
a la casa de algún polaco para que le dieran de comer, dormía sobre papeles
de diario en una casa de Morón, recorría los suburbios para que los cadáveres
le dieran de almorzar. El hambre, el frío y las chinches no le faltaron
en los primeros años de vida en la Argentina.
"A veces me pregunto qué hubiera pasado si la seriedad con la que me toman
en Europa me hubiera sido demostrada allá, en la Argentina. Creo que hubiera
sido un factor negativo, porque mi literatura tenía que formarse en la soledad"
Esta idea contenida en el fragmento de una carta que Gombrowicz le escribió
a la Finada es un tanto paradójica. Si los argentinos lo hubieran tratado
con más seriedad su literatura hubiera sido peor, pero no hubiese padecido
el hambre ni el frío ni las chinches, su vida hubiera sido mejor, y entre
la vida y la obra Gombrowicz se quedaba con la vida.
Si
la idea de esta carta tuviera algo que ver con la mala fe sería útil echarle
una mirada por la ventana de Sartre. La mala fe es para el filósofo una
mentira que uno se hace a sí mismo, un hombre de mala fe sabe la verdad
pero se la disimula, al proceder de mala fe es a la vez engañador y engañado,
huye de la verdad en mala fe, pero no puede ignorar que está huyendo.
Pero para Sartre, igual que para Gombrowicz, la sinceridad es un ideal contradictorio
que el hombre no puede alcanzar. Al estar dividido en un sujeto y un objeto,
el hombre no puede coincidir consigo mismo, y por lo tanto es necesariamente
incapaz de una completa sinceridad. Sólo las cosas y Dios coinciden consigo
mismo, pero las cosas no pueden ser sinceras porque no tienen conciencia,
y ni Sartre ni Gombrowicz creen en Dios.
Para Sartre ninguna realidad psíquica es inconsciente, y lógicamente no
podría ser de otra manera, puesto que el existencialismo identifica la conciencia
con la existencia.
A pesar de las precauciones que tomó Sasrtre no pudo inventar una vacuna
ciento por ciento eficaz, así que ni él ni Gombrowicz quedaron exentos de
la mala fe.
Gombrowicz reprocha a los argentinos no haberle reconocido su importancia
y su seriedad, pero también piensa que el reconocimiento hubiera actuado
negativamente sobre la originalidad de su obra, hay en este reproche un
poco de mala fe.
A pesar de que para el año 63’, año en que se va de la Argentina, ya empezaba
a ser conocido en Europa, razón por la que la Fundación Ford le da una beca,
por acá, salvo sus amigos íntimos, nadie le creía nada. Un poco por la costumbre
que tenemos los argentinos de no reconocer el mérito ajeno, y mucho menos
la jerarquía, y otro poco porque Gombrowicz no daba la impresión de ser
una persona muy seria que digamos, la cosa es que este genio polaco estuvo
rodeado siempre de una atmósfera de irrealidad.
"Este exiliado perpetuo, involuntario, acaso exiliado de todas las ideas
y estéticas convencionales, tiene en la Argentina el destino de los que
no se mandan la parte. Reverenciado por casi toda la generación posborgeana,
desde Ricardo Piglia, pasando por Germán García y Fogwill hasta Juan José
Saer, y tantos más, sus libros casi no se encuentran en ninguna librería,
y "La Nación" lo recuerda en una nota de Odille Barón sobre todo porque
pasaba hambre, donde el muerto de hambre ya es un Mito y una dietética Leyenda,
que inadvertidamente previene a quien no pacte con nuestras módicas leyendas
nacionales, de su lugar en el mundo"
Se podría decir que esta parte de la historia que cuenta Di Paola, Gombrowicz
no la conocía, pero sí la presentía.
"(...) mi fama quedará, por decirlo así, en suspenso muchos años todavía...
pero a pesar de todo se va a consolidar de modo místico, diría, e imperceptible
(...)"
Gombrowicz no necesitaba del hambre ni de la indiferencia argentina para
escribir la obra que escribió, y si Borges y Victoria Ocampo lo hubieran
aceptado, y si algún millonario hubiera sido su mecenas, su obra no hubiera
sido muy diferente, en la Argentina lo estaban esperando para reverenciarlo
el Vate Marxista, el Gnomo Pimentón, el Hombre Unidimensional, el Filósofo
Payador, y tantos más.
Un tarde el Pterodáctilo me dijo en su casa de Santos Lugares que su obra
hubiese sido peor si no estuviera casado con Matilde. A mí no me gusta que
los escritores se traten a sí mismos como vacas lecheras, buscando las condiciones
en las que se los puede ordeñar mejor para obtener una mayor cantidad de
leche.
[Imagen: Jean-Paul Sartre]
LA
CORIFEA Y LA VACA
La Vaca es un profesor de filología de la Universidad Jaguellónica, destacado
gombrowiczólogo que realiza aportes continuos y cuidadosamente elaborados,
pero también tiene inclinaciones donjuanescas. No basta para conformar estas
inclinaciones que sea profesor de filología, debe haber en él una predisposición
amatoria, probablemente genética, que lo orienta para ir detrás de estas
aventuras. En efecto, desde el mismo comienzo de nuestra relación epistolar
tuve sospechas de que la Vaca corría tras las jóvenes estudiantes como los
faunos seductores corren en el bosque tras las campesinas.
"(...) es una generación mucho más joven y quisiste entrar en la Corifea
con una llave equivocada, a mí me resulta más fácil porque siento mejor
su estilo y el de su generación, además de que, como ya te escribí, tengo
un buen contacto con las chicas, aunque no lo quieras creer (...)
Puede ser por eso que trabajo en la universidad y tengo con esa gente un
contacto diario. Mi ventaja es que puedo vivir entre chicas muy lindas,
con la belleza de la juventud. Sí, sí, podés tener envidia de mí por mis
jóvenes (...)"
Cuando la Corifea se vino para Buenos Aires y trajo en su cartera "El drama
del ego en el drama de la historia", una nota escrita por la Vaca, pensé
que era una de esas jóvenes adoratrices de las que él me hablaba en sus
cartas. Como a la oportunidad la pintan calva decidí aprovechar esta ocasión
para desacreditar la actividad de la Corifea en Buenos Aires y para darle
celos a la Vaca, entonces escribí una carta uno de cuyos pasajes dio la
vuelta al mundo.
"Una
tal Corifea se vino con tu ‘El drama del ego en el drama de la historia’
debajo del brazo; nos comportamos como dos actores consumados, mientras
ella destacaba tu actividad sobresaliente de investigador gombrowicziano
yo le deslizaba sobre la mesa el ‘Goma’ del Viejo Vate. Con apuro y muy
poco interés cada uno leía, o fingía que leía, yo tu texto, y la Corifea
el del Viejo Vate (...) Ahora bien, ¿de dónde sacaste que la Corifea no
me gusta?, me gustó y muchísimo, el que parece que no le gustó a ella fui
yo. Date cuenta, la vi una sola vez durante siete horas seguidas al cabo
de las cuales yo tenía, por la parte baja, unas diez ginebras encima. Al
principio me pareció una espía tuya, una ayudante de la facultad, una especie
de Vaca pero de un nivel más bajo, sin embargo, a medida que pasaban las
horas y las ginebras, me empezó a deslumbrar su encanto, en parte espontáneo
pero en mucho mayor medida, premeditado"
"Cuando sacó una banana del bolso y se la comió ya era para mí una diosa
de la juventud. No recuerdo ni media palabra de la conversación, lo que
sí recuerdo es que pasadas más o menos dos horas empecé a tener ensueños
eróticos con la muchacha, me imaginaba que se iba desnudando de a poco,
que empezaba a jadear, le recorría el pubis y los senos con los ojos de
la imaginación, yo no participaba con mi presencia en ese sueño, era sólo
para la Corifea, no la iba a atormentar a la pobre con mi aparición, y ella
seguía revolviéndose los cabellos, cerrando los ojos... No me volvió a llamar,
y yo, después de ese encantamiento que ella, por lo menos en parte, debió
percibir, no podía insistir. Aunque sé muy poco de lo que hizo por acá es
seguro que su paso despertó sentimientos variopintos y enamoramientos ocasionales"
"Pero, che, ¿qué hay detrás de la Corifea? Supe recientemente que en "Literatura
na swiecie" no tienen una buena opinión de ella, dicen que detrás de esa
carita inocente y bella (sí, sí, hermosa como Isabella Rossellini) se esconde
una arpía terrible, una farsante desvergonzada, una arribista ignorante,
gente de Polonia le está pidiendo a la Madame du Plastique, desconsolada,
que le corte el paso en Buenos Aires, que no le dé apoyo, y la pobre Madame
no sabe qué hacer porque la admira, es decir, la admiraba. Resulta que la
Corifea hizo su segunda aparición rutilante por la Argentina, ahora como
ponente en un congreso de literatura, esto me lo cuenta la Madame du Plastique
que no es muy buena relatora que digamos: le interesa muchísimo el reino
mineral, también el vegetal, el animal menos, las personas casi nada"
"El día de la ponencia la pobre Madame se vino desde San Isidro con la esperanza
luminosa de participar en la consagración de la Corifea, pero... La conferencia
sobre las relaciones de la literatura polaca con la cubana (Gombrowicz vs
Piñera) no despertó un gran entusiasmo; sus cuatro oyentes, entre los que
se encontraba la Madame du Plastique con su marido, que igualaban en cantidad
a los expositores, escuchaban atónitos la voz de la Corifea casi inaudible
que pronunciaba palabras ininteligibles a una gran velocidad, y eso fue
todo. María estaba muy contrariada porque le había prometido una copia del
texto de la ponencia, y no se la dio. ¿Un pubis farsante?, ¿unos senos ignorantes?,
¿los cabellos y los ojos de la Medusa?"
Yo podría decir que preví que la Vaca le iba a mostrar la carta a la Corifea
para que se la traduzca, con sus propios ojos y su propia boca, y también
podría decir que no lo preví, la cuestión es que la Vaca me respondió:
"¡Naturalmente que la Corifea me tradujo tu carta!".
¿Por qué estoy contando todo esto? Porque tanto la Vaca como la Corifea
son personas serias y responsables, profesores universitarios, gombrowiczólogos
de nota, trabajadores incansables... pero...
Cuando alguien del mundo científico le recordaba a Filifor el pasado glorioso
de aquellas luchas del espíritu contestaba con ensoñación que sí, que en
el duelo se había disparado muy bien, y si alguno de los testigos le reprochaba
que estaba hablando como un niño le respondía:
"Todo está forrado de niñadas"
La Corifea aparece en la foto con una flor en la boca imitando al vagabundo
de "Ferdydurke", se notan en ella todas las características de seducción,
infantilismo e irresponsabilidad que se describen en este gombrowiczidas.
[Imagen: Klementyna Czernicka Suchanow]
LA AVERSIÓN AL EMBARAZO
"He visto unas cuantas veces a Stanislaw Wislocki, director de la Filarmónica
de Varsovia, que ha venido aquí de gira. Conversaciones casi exclusivamente
sobre música. Un regalito, muy amable de su parte, el concierto en Re menor
de Brahms en un disco polaco con la orquesta Filarmónica bajo su dirección
con Malcuzynski"
Las características sociales de la música tiene representaciones que se
manifiestan en grandes cantidades: orquestas, salas, virtuosos, viajes,
academias, festivales, concursos, técnicos, teóricos, ingenieros, creadores
y críticos, se cuentan de a miles.
"¡Qué ridículo! ¡Qué vergüenza tan grande! ¡Mujer! Si supieras qué monstruosidades
provocas reproduciéndote, ¡serías más prudente en la cama!"
El escándalo causado por la cantidad no sólo alcanza a los virtuosos y a
las orquestas sino también a los creadores.
"No te has limitado, mujer, a engendrar oyentes. ¡Has engendrado creadores!"
Llegados a este punto vamos a recordar algunas de las cosas que decía Gombrowicz
sobre la fecundidad de la mujer en los diarios. ¿Las despreciaba? No, pero
no sabía muy bien lo que significaban para él. Se le aparecen con faldas,
pelo largo y una voz un poco más aguda, y como un ser que aparenta cultivar
la juventud, pero que en realidad la liquida con el hijo. Una perfidia de
la naturaleza convierte a la mujer en un verdugo de la belleza.
Pero no sólo en los diarios se refería a la fecundidad de la mujer, a su
juicio su talón de Aquiles, en "Ferdydurke" también la pone en juego.
–Zuta, ¿quién es ese muchacho que te acompañó a casa?; –No sé, se me pegó
en la calle; –¿A lo mejor tienes una cita con él? ¿A lo mejor quieres pasar
el week-end con él y quedarte toda la noche? Quédate entonces; –Cómo no,
mamá. El ingeniero se tomó el atrevimiento de continuar con las insinuaciones
de la Juventona: –Claro está que no hay nada de malo en eso, Zuta, si deseas
tener un hijo natural, puedes tenerlo sin problemas. El culto a la virginidad
se acabó, es una idea anacrónica propia de estancieros. Pepe se empezó a
imaginar el parto, la nodriza y también una criatura que, con su calor infantil
y con su leche, iba a aniquilar muy pronto la hermosura de la muchacha,
transformándola en una madre pesada y tibia.
Se inclinó de un modo miserable hacia la colegiala y dijo: Mamita.
Y de golpe y porrazo el Juventón se mandó una risotada, algo se le debió
asociar con el cabaret o, quizás, con el desván del género humano. Las gafas
se le cayeron de la nariz: –¡Víctor! Pepe echó más leña al fuego: –Mamita,
mamita; –Perdón, el ingeniero seguía risoteando, perdón. La muchacha había
sido alcanzada: –Me extraña, Víctor, los comentarios de nuestro viejito
no son nada jocosos; –Mamita, mamita; –¡Hágame el favor de no meterse en
la conversación!
Pepe, para consolidarse en su miseria, empezó a chapotear en la compota,
le metía todo lo que tenía a mano y la revolvía con el dedo; –¿Qué hace?...
¿Por qué el caballero ensucia la compota?; –Yo lo hago así nomás... me da
igual. El ingeniero otra vez chilló con una risa de cabaret: –¡Es una pose!
¡No comas, Zuta, no permito! ¡Víctor, impídeselo! La colegiala se levantó
y se fue, la Juventona salió tras ella.
Huían, el risoteo subterráneo del Juventón le había devuelto a Pepe la capacidad
de resistencia, tenía que aniquilar el modernismo de la colegiala, rellenándola
con elementos extraños como había hecho con la compota y la mamita.
La inagotable fecundidad femenina no sólo convierte al hombre en una víctima
de la cantidad, sino también a sus obras. Pensar que una obra eminente no
es afectada por la cantidad de receptores y de creadores es una ingenuidad,
las obras también tienen aversión al embarazo.
"No ha habido más que un Bach, pero el catálogo de sus obras contiene centenares
de piezas, engendraba sin esfuerzo obras del más alto etilo. Hoy día hay
más compositores que obras de Bach, pero entre todos no han parido seguramente
ni diez partituras que enaltezcan sólidamente el espíritu"
La degradación de la creación en la música culta se produce por la dificultad
que tiene el músico para componer, mientras que en la pintura se produce
por lo contrario, por la facilidad que tiene el pintor de engendrar cuadros
a gran velocidad.
Un pintor de éxito puede pintar en un día más de veinte cuadros para llenar
una sala de exposiciones al día siguiente. Y puede vender los cuadros y
ganar con ello un montón de plata.
"¿Qué es lo que pasa, pues, con la procreación? ¿Acaso la fecundidad de
la mujer disminuye la fecundidad del espíritu? Vuelvo a la pregunta: ¿existe
un relación entre la cantidad y la personalidad? ¿Una relación asesina?"
UN ESTADO
DEL ALMA
Gombrowicz recuerda en los diarios los sueños de Kierkegaard. La pérdida
del amor, de su novia, los ruegos que le hace a Dios para que le devuelva
todo lo perdido. El petimetre danés espera la repetición de una vida que
no vivió, la recuperación de la novia perdida, quiere que le sea devuelta
Regina, tal como era en los tiempos de noviazgo
¡Qué parecido tan grande con "El casamiento"!. Sólo que Henryk no se dirige
a Dios. Derriba a su padre-rey (el único eslabón que lo une con Dios y con
la moral absoluta), tras lo cual, al proclamarse rey, intentará recuperar
el pasado sirviéndose de los hombres, creando de ellos y con ellos una realidad.
Magia divina y magia humana.
A
este sueño de Kierkeggard Gombrowicz le encuentra un parecido con "El casamiento",
pero Regina sigue siendo pura cuando el más elegante de los filósofos le
ruega a Dios que se la devuelva, en cambio Margarita estaba pasada de vueltas
cuando Henri le ruega al padre que se la devuelva virgen e inocente. Los
padres de Henri no tenían una buena opinión de Margarita.
"Por favor, no piensen que pueden permitírselo todo porque esto es una posada.
¿Pero qué es esto? ¡Eh! Les entran las ganas, también es una calamidad que
a esta arrastrada todos la quieran manosear, no piensan más que en tocarla,
todos la tocan y la sofaldan, día y noche, sin parar, siempre igual, frotarla,
sobarla, sofaldarla, y eso trae problemas (...) ¡No te cases con ella! Porque
el viejo borracho dijo la verdad. Ella tonteaba con Jeannot, en el pasado
(...) ¡También yo los sorprendí sobándose junto al pozo en pleno día, se
toqueteaban y se buscaban, él a ella y ella a él, Henri, no te cases!"
Quizá Regina fuera más parecida a otra novia de la que Gombrowicz habla
en los diarios.
A los cincuenta años Gombrowicz recuerda que, veinte años atrás, en una
fiesta de vecinos se encontraba una joven que lo transportaba a estados
de embeleso. Quería lucirse y brillar ante ella, en aquel entonces esto
era absolutamente necesario para él. Pero al entrar al salón, en lugar de
señales de admiración, se encontró con la compresión de las tías, las bromas
de sus primas y la ironía vulgar de todos los nobles de la vecindad. Un
periodista se había ocupado de uno de sus cuentos con unas palabras llenas
de indulgencia, pero dando a entender que le faltaba talento.
La publicación había caído en las manos de los presentes y todos conocían
su contenido. Le daban más crédito al crítico, naturalmente, porque era
un escritor de mucho éxito. Esa noche Gombrowicz no sabía dónde esconderse,
se sentía impotente, pero no porque la situación le viniera grande, sino
porque era irrefutable, no merecía refutación.
Igualmente sufría, sufría y tenía vergüenza de su sufrimiento. A pesar de
que ya, por aquel entonces, sabía arreglárselas con demonios más peligrosos,
en este asunto se hundía descalificado por su propio dolor.
Al Gombrowicz cincuentón le hubiera gustado ponerse detrás de aquel otro
veinteañero para que se sintiera completado por el sentido futuro de su
vida, para ayudarlo a lucirse y brillar frente a esa joven virgen.
"Pero yo –tu realización– estoy a miles de millas, a muchos años de distancia
de ti, y estoy sentado aquí, en esta orilla americana, tan amargamente retrasado...,
con la mirada fija en el agua que brota por encima del parapeto de piedra,
colmado por la distancia del viento que llega velozmente de la zona polar"
Estaba en la Costanera mirando el Río de la Plata. La moraleja de este cuento
es que al Gombrowicz viejo le hubiera gustado ayudar al joven completándolo
con su madurez, pero se sentía incompleto, distante, amargado y retrasado
a orillas de la costa americana, tan distante, amargado y retrasado como
se sintió con la Regina de su cuento.
¿Por qué las historias de Gombrowicz terminan siempre en la soledad?
"Tarado, vos no gima por tu soledad, observa vos los animales, por ejemplo,
los caballos (con los que tenés algún parecido) ya ves que están absolutamente
solos, eso de la soledad es un mito contemporáneo pues el hombre es por
naturaleza solitario y tiene que vivir su vida. ¡Hay que ser macho, viejo,
y no una mujercita que anda buscando siempre compañía, fijate en mí! Y si
no, casate. Pero observa vos los padres de familia cuando pasean con su
prole: están perfectamente solos"
La soledad es el estado del que vive lejos del mundo, pero si bien es cierto
que no era nada fácil relacionarse con Gombrowicz, ese solitario siempre
tuvo compañía. Las cartas que nos escribió entre los años 1957 y 1969 y
los relatos de sus amigos nos lo muestran como un hombre sociable.
Hasta que llegó a la Argentina vivió siempre con su familia, ¿cuál es entonces
la soledad de la que nos habla Gombrowicz?, ¿es una condición del hombre
o es una condición de él?
Por lo que escribe en los diarios de 1958 pareciera que es una condición
de él, pero por lo que le dice en una carta a Flor de Quilombo pareciera
que es una condición del hombre. Por lo que dice en el manifiesto ferdydurkista,
pareciera que está muy distante de la soledad metafísica, pero por lo que
escribe en los diarios de 1956 respecto a que no necesita comunicarse con
los lectores y sin embargo necesita de ellos, pareciera que quiere estar
solo y a la vez acompañado. La soledad de Gombrowicz no es pues una soledad
metafísica ni una soledad social, es un estado del alma que lo pone en contacto
con el otro.
El filósofo de la triste figura mira desde el retrato y piensa en Regina.
[Imagen: Soren Kierkegaard]
UN
LADRÓN DE BARATIJAS
En el primer encuentro que tuve con el Pitecántropo, el embajador de Polonia
que había reemplazado al Zorro, me trató, palabra más palabra menos, de
insolente y de arrogante. Para mí fue una reacción inesperada pues los modales
descuidados, en este caso los míos, nunca habían afectado hasta ahora a
este tipo de androides.
Este contratiempo relacionado con los modales tiene un cierto parentesco
con el que tuve con Cornelio, un Protoser hiperactivo de muy malas pulgas
que, sin embargo, llegó a formar parte del club de gombrowiczidas.
Yo considero que una persona culta que se precie de serlo debe estar enterada
hasta donde sea posible de los accidentes más señalados que ocurren en el
mundo de los hombres de letras.
Para cubrir este aspecto de la actividad a veces les dedico algunos gombrowiczidas
a los Protoseres pues el oficio de publicar es tan antiguo como oscuro.
Después
de haber manifestado una gran curiosidad por conocer "Gombrowicz, y todo
lo demás" Cornelio empezó a utilizar conmigo la técnica del silencio, uno
de los cinco procedimientos de los que se valen estos rufianes melancólicos
para despachar a los autores.
Como a mí no me gusta dejar las cosas colgadas de alfileres me vi obligado
a decirle que no entendía cuál podía ser la razón por la que en un principio
se manifestara tan entusiasmado y atento con mi propuesta editorial y a
los pocos días ni siquiera tuviera la delicadeza de contestarme los teléfonos.
Bien pudiera ser que lo hubiera leído y no le hubiera gustado, lo que echaría
una luz muy dudosa sobre su capacidad para analizar textos, o que su publicación
le pareciera incompatible con al actividad económica de la editorial, o
que simplemente no lo hubiera leído, eso no tendría nada de especial, pero
la hipocresía y el me da lo mismo una cosa que otra, sí tiene algo de especial,
son las más claras evidencias de la falta de modales.
Puesto contra la pared de esta manera, Cornelio se consideró liberado de
darme su opinión sobre "Gombrowicz, y todo lo demás", pero de igual manera
tuve que escucharlo.
Un autor decente no debe ignorar que un buen editor necesita tiempo y tranquilidad
para ponderara una propuesta de esta naturaleza.
La relación entre un editor y un autor debe basarse en la tolerancia y en
la confianza, la irrespetuosidad presuntuosa no conduce a ninguna parte.
Yo iba enfrentando a los editores de a uno por uno y con una sola obra,
nada que ver con lo que hacía Gombrowicz.
"(...) ¿crees acaso que yo, trabajando con treinta y cinco editores, tengo
tiempo de ocuparme de insignificancias? (...)
(...) Firmé últimamente más de diez contratos con cinco países, pero la
plata se me va que es un escándalo, porque aquí todo muy distinguido y muy
caro. Sin embargo en Italia (estuvimos en Portofino, donde iba Churchill)
también caro y por todos lados caro (...)
(...) Con Der Monat ofensa mortal, temían publicar mi diario sobre Berlín
y no querían decírmelo, por lo tanto no contestaban mis cartas. Me enfurecí,
los mandé a la mierda que los parió (...)"
A Cornelio le hubiera ido mucho peor con Gombrowicz de lo que le fue conmigo
pues yo me contuve y no lo mandé a la mierda que lo parió. En la foto se
lo ve como a un ladrón de baratijas, una persona que se condena por poca
cosa.
[Imagen: Guillermo Saavedra]
GOMBROWICZ Y EL PTERODÁCTILO
Cuando Gombrowicz se fue de la Argentina me dejó un legado: media docena
de discos y el ejemplar de "Sobre héroes y tumbas" que le había dedicado
el Pterodáctilo. Desde Berlín nos escribe que lo estaba leyendo por tercera
vez para darnos rabia, pero no podía ser, lo tenía yo.
La cuestión es que Gombrowicz subrayó ese libro y me parece que tiene que
resultar interesante para los gombrowiczidas conocer cuáles son los pasajes
en los que detuvo su atención. Estos subrayados fueron publicados por la
revista polaca "Twórczosc" y despertaron un gran interés.
"En Sabato hay como una fusión de antinomias. Está a la vez penetrado del
saber filosófico y psicológico de nuestro tiempo y dotado de una gran frescura;
accede a la universalidad mientras permanece siendo la imagen misma de su
país; es complejo y accesible"
El Pterodáctilo es un personaje que divide a los argentinos de una manera
tajante: están los que lo admiran y están los que lo odian. Yo creo, sin
embargo, que en el futuro no se podrá negar que fue, junto al Asiriobabilónico
Metafísico, el más grande escritor argentino del siglo pasado. Aquí van
pues "Los subrayados de Gombrowicz" que le hacen compañía a la dedicatoria
del Pterodáctilo.
LOS SUBRAYADOS DE GOMBROWICZ
"Sobre héroes y tumbas" Cía. General Fabril Editora 1961
Los subrayados han sido publicados en Polonia por "Twórczosc" en julio de
1999
Pag.18 –Que no siempre suceden cosas, que casi nunca suceden cosas, (...)
tuve la sensación nítida de que acababa de suceder algo (...) ya no era
la misma persona que antes. Y nunca lo volveré a ser.
Pag.20 –Ya que no bastan –pensaba– los huesos y la carne para construir
un rostro (...) por todo ese conjunto de sutiles atributos con que el alma
se revela a través de la carne (...) en el instante mismo en que alguien
muere, su cuerpo se transforma bruscamente en algo distinto (...) Pues no
son las paredes ni el techo ni el piso lo que individualiza la casa sino
esos seres que la viven con sus conversaciones, sus risas, con sus amores
y odios (...) ya que el alma no puede manifestarse a nuestros ojos sino
por medio de la materia, y eso es una precariedad del alma pero también
una curiosa sutileza. Y de esa inevitable manifestación carnal del alma,
de esta incapacidad del alma para vivir al estado puro quizá sea posible
concluir que es algo esencialmente distinto del espíritu, ya que éste sí,
desde su olímpico y ascético reducto, allá arriba, en el mundo de las puras
ideas, de la pura belleza y de la verdad pura, eterno y solitario, tiene
existencia propia y mira seguramente con desdén nuestra propia carne. Y
acaso también con asco y espanto.
Pag.21
–Espanto, desdén y asco que no sólo han de referirse al cuerpo sino, y sobre
todo, al alma, pues muy a menudo, por no decir casi siempre, el alma es
arrastrada por las tempestades del cuerpo o quizás sea la causa misma de
esas tempestades. O, más probable, ambos como cómplices inseparables, son
a la vez causantes y actores de esos impuros y generalmente atroces movimientos
de los hombres.
Pag.25 –(...) es el resultado de una combinación monstruosa de hechos suficientemente
dolorosos como para producir el llanto (y aún el desconsolado llanto) y
de acontecimientos bastante grotescos como para querer transformarlo en
risa.
Pag.29 –(...) pesimista en cierne como corresponde a todo ser purísimo y
preparado a esperar Grandes Cosas de los hombres en particular de la Humanidad
en general.
Pag. 30 –(...) sufren en silencio y con dignidad suprema su muerte de auténticos
desdichados. Como esos hombres silenciosos y solitarios que a nadie piden
nada y con nadie hablan, sentados y pensativos en los bancos de las grandes
plazas y parques de la ciudad (...) que meditan y a su manera acaso replantean
los grandes problemas (...) En virtud de ese notable atributo que tiene
el universo de independencia y superposición, de modo que mientras un banquero
se propone realizar la más formidable operación (...) un pajarito, a cien
pasos de distancia de la Poderosa oficina, anda a saltitos sobre el cesped
del parque Colón.
Pag.31 –(...) resulta milagroso que tantas especies de seres puedan nacer,
desenvolverse y morir sin conocerse, sin odiarse ni estimarse, en las mismas
regiones de universo...
Pag.32 –(...) que el absoluto no existe (...) y su propia soledad ante la
muerte.
Pag.35 –(...) en ese presente prematuro (como si el tiempo se divirtiese
presentándose antes de lo debido), para que la gente haga representaciones
tan grotescas.
Pag.42 –(...) ésos son los que sufren por el resto. Y el resto son nada
más que hichapelotas, hijos de puta o cretinos ¿sabés?
Pag.52 –Su memoria está compuesta de fragmentos de existencia, estáticos
y eternos: el tiempo no pasa, en efecto, entre ellos, y cosas que sucedieron
en épocas muy remotas entre sí están unas junto a otras vinculadas o reunidas
por extrañas antipatías y simpatías...
Pag.97 –Me gusta la gente fracasada. El triunfo... tiene siempre algo de
vulgar y horrible.
Pag.109 –(...) casi feliz. Pero inmensamente.
Pag.132 –(...) pues nunca (sostenía) somos la misma persona para diferentes
interlocutores, amigos o amantes.
Pag.137 –(...) ¿cómo saber quién va a encarnarse en el cuerpo de nuestros
hijos?
Pag.138 –Pero que raramente las palabras pronunciadas responden con exactitud
a lo que sentimos en lo más recóndito de nuestro espíritu.
Pag.139 –La verdad, se decía, sonriendo con ironía La verdad... Bueno, digamos
: Una verdad.
Pag.140 –(...) y pensando enseguida, como ante un abismo, qué poco, qué
miserablemente poco restaba de aquella marcha hacia la nada. Y entonces
¿para qué? Y cuando llegaba a ese punto y cuando parecía que ya nada tenía
sentido, se tropezaba a caso con uno de esos perritos callejeros, hambriento
y ansioso de cariño, con su pequeño destino (tan pequeño como su cuerpo
y su pequeño corazón que valientemente resistirá hasta el final de aquella
vida chiquita y humilde como desde una fortaleza diminuta), y entonces recogiéndolo,
llevándolo hasta una cucha improvisada donde al menos no pasase frío, dándole
algo de comer, convirtiéndose en sentido de la existencia de aquel pobre
bicho, algo más enigmático pero más poderoso que la filosofía parecía volverle
a dar sentido a su propia existencia. Como dos desamparados en medio de
la soledad que se acuestan juntos para darse mutuamente calor.
Pag.154
–Porque hay veces que los amantes no se quieren... o en que uno de ellos
no quiere al otro, o lo odia, o lo menosprecia.
Pag.155 –(...) pero yo soy nada más que eso: un hombre de puros proyectos
(...) En la vida es más importante la ilusión, la imaginación, el deseo,
la esperanza (...) Y si no digo todo, absolutamente todo, estoy mintiendo.
Pero decir todo es imposible (...) ¿Somos, acaso, siempre la misma persona?
Pag.163 –¿Qué quieren, una originalidad total y absoluta? No existe. En
el arte ni en nada. Todo se construye sobre lo anterior. No hay pureza en
nada humano (...) Todo lo demás es desarrollo (...) Los verdaderos ateos
son los indiferentes, los cínicos...
Pag.169 –Pues a medida que nos acercamos a la muerte también nos acercamos
a la tierra (...) Y entonces recordamos un árbol, la cara de algún amigo,
un perro, un camino polvoriento (...) No grandes cosas sino pequeñas y modestísimas
cosas.
Pag.177 –Porque si prevaleciese la desesperación, todos nos dejaríamos morir
o nos mataríamos, y eso no es de ninguna manera lo que sucede (...) la poca
importancia de la razón, ya que no es razonable mantener esperanzas en este
mundo en que vivimos.
Pag.178 –Y si la angustia es la experiencia de la Nada, algo así como la
prueba ontológica de la Nada ¿no sería la esperanza la prueba de un Sentimiento
Oculto de la Existencia, algo por lo cual vale la pena luchar?
Pag.185 –Es curioso que uno pueda fijarse en cosas así, indiferentes, en
momentos tan decisivos.
Pag.191 –Pero ¿qué máscara nos ponemos o qué máscara nos queda cuando estamos
en soledad...?
Pag.227 –(...) análisis y conceptos que valen para nosotros (...) pero en
realidad todos estos conceptos tiene un valor relativo, pues estamos aplicando
conceptos y valoraciones humanas a entes inconmensurables con nosotros;
del mismo modo que es imposible para los hombres imaginar dioses que no
tengan ciertos caracteres humanos, hasta el punto grotesco que los dioses
griegos se metían los cuernos.
Pag.228 –Tuve de pronto la revelación de que la realidad podía empezar a
deformarse si no concentraba toda mi voluntad para mantenerla estable.
Pag.229 –¿Acaso Parménides no había probado que la verdadera realidad no
es la que vemos sino una esfera inmóvil y que toda esta fantasmagoría que
nos rodea no es, en efecto, más que una perversa fantasmagoría? (...) como
una garantía de que soy "algo" (...) sino por algo más profundo de índole
espiritual (...) ¿qué impide que en ese cuerpo tabulado en mi libreta de
enrolamiento no pueda de pronto, en virtud de algún cataclismo, habitar
el alma del portero o del espíritu de Sade? ¿Hay alguna inviolable relación,
acaso, entre mi cuerpo y mi alma? Siempre me pareció portentoso que alguien
pueda crecer, tener ilusiones, sufrir desastres, ir a la guerra, deteriorarse
espiritualmente, cambiar sus ideas, transformar sus sentimientos y sin embargo
seguir recibiendo el mismo nombre.
Pag.230 –(...) "algo" entre mi cuerpo y mi voluntad se interpone.
Pag.232 –(...) ese tipo de enemigo de la sociedad que siempre me atrajo
(...) (por la repugnancia de vivir de la muerte de un ser viviente) y tenía
ese género de fantástica esperanza de que el mundo iba a ser alguna vez
una cariñosa comunidad de libres y fraternales cooperadores.
Pag.234 –(...) cuando uno se propone enérgica y sistemáticamente un fin
(...) se termina por crear un campo de fuerzas telepáticas (...) y hasta
se producen episodios que en apariencia son casuales pero que en rigor están
determinados por esa invisible potencia de nuestro espíritu.
Pag.235 –(...) del universo en que nacen y crecen nuestras más turbias obsesiones.
Pag.251 –Como si ese defecto pudiese ser motivo de elogio. Ya que como le
expliqué a Norma (que se enfurecía) elogiar a un militar porque no lo parece,
o porque no lo es tanto, es como encontrar méritos en un submarino que tiene
dificultades para sumergirse, y creer que es una virtud el que pueda andar
en la superficie casi tan bien como un barco de carga.
Pag.298 –¡Delirio de persecución! Siempre los realistas, los famosos sujetos
de las "debidas proporciones". Cuando por fin se quemen, recién entonces
se convencerán; como si hubiera que medir con un metro el diámetro del sol,
para creer lo que afirman los astrofísicos (...) la vanidad es tan fantástica
, tan poco "realista" que hasta nos induce a preocuparnos de lo que pensarán
de nosotros una vez muertos y enterrados. ¿Una especie de prueba de la inmortalidad
del alma?
Pag.335 –(...) que nada de lo que se refiere a seres humanos debería causar
jamás asombro y sobre todo porque, como decía Proust, los "aunque" son casi
siempre "porqués" (...) en virtud de ese afán que tienen los hombres de
aferrase a cualquier despojo de alguien que quisieron mucho (...) esos pequeños
objetos que de ese modo alcanzan un valor simbólico y desmesurado...
Pag.336 –(...) encontrar esa presunta clave...
Pag.337 –(...) constituía algo así como la prueba de la inmortalidad del
alma (...) ¿qué conocemos en definitiva del misterio último de los seres
humanos?
Pag.378 –Porque es un error imaginar, como a menudo suponen los que ven
a un movimiento revolucionario,
Pag.379
–(...) desde lejos o desde afuera, que todos sus integrantes ofrecen un
tipo definido de personas (...) Pero la gama era infinita. Había el tolstoiano
que se negaba a comer carne porque era enemigo de toda muerte violenta,
y que muy a menudo era esperantista y teósofo; y el partidario de la violencia
hasta en sus formas más indiscriminadas, ya porque sostuviera que el Estado
sólo puede combatirse mediante la fuerza, ya porque como en el caso de Podestá,
daba así salida a sus instintos sádicos. Había el intelectual o el estudiante
que llegaba al movimiento a través de Stirner y Nietzsche, como Fernando,
generalmente individualistas acérrimos y asociales, que muchas veces terminaron
apoyando el fascismo; y obreros casi analfabetos que se acercaban al anarquismo
en busca de una esperanza instintiva. Había resentidos que volcaban así
su odio contra el patrón o la sociedad, y que a menudo terminaban convirtiéndose
en despiadados patrones cuando lograban alguna fortuna o en miembros del
cuerpo policial; y seres purísimos llenos de bondad y grandeza, y que aún
siendo bondadosos y puros eran capaces de llegar al atentado y a la muerte,
como en el caso de Simón Radowistky, llevados por un cierto tipo de espíritu
justiciero, al destruir al hombre que juzgaban culpable de la muerte de
mujeres y niños inocentes. Existía el vividor que con el cuento del anarquismo
la pasaba muy bien, comiendo y durmiendo gratuitamente en casa de compañeros,
a los que en ocasiones terminaba robándole algo o quitándole a la mujer,
y que cuando por sus excesos recibía alguna tímida recriminación del dueño
de casa contestaba con desprecio "pero qué clase de anarquista es usted
camarada". Y existía el linyera, partidario de la vida libre del pájaro,
del contacto con el sol y el campo, que salía con su bultito al hombro a
recorrer países y a predicar la buena nueva, trabajando en alguna cosecha,
arreglando algún molino o algún arado, y de noche en el galpón de la peonada,
enseñando a leer y a escribir a los analfabetos, o explicándoles en palabras
sencillas pero fervientes el advenimiento de la nueva sociedad donde no
habrá ni humillación ni dolor ni miseria para los pobres,
Pag.380 –o leyéndoles páginas de algún libro que llevaba en el hatillo:
páginas de Malatesta a los campesinos italianos, o de Bakunin; mientras
sus interlocutores silenciosos, tomando mate en cuclillas o sentados sobre
algún cajón de kerosén, cansados por la jornada de sol a sol, acaso rememorando
alguna remota aldea italiana o polaca, se entregaban a medias a aquel sueño
maravilloso, queriéndolo creer pero (instigados por la dura realidad de
todos los días) imaginado su imposibilidad, en forma semejante a los que
abrumados de desdichas sin embargo a veces sueñan con el paraíso final;
y acaso entre aquellos peones, algún criollo, que pensaba que Dios había
hecho el campo y el cielo con sus estrellas para todos por igual, esa clase
de criollo que añoraba la vieja y altiva vida libre de la pampa sin alambrados,
ese paisano individualista y estoico, hacía finalmente suya la buena nueva
de aquellos remotos apóstoles de nombres raros y, ya para siempre, abrazaba
con ardor la doctrina de la esperanza. Pues criollos de éstos yo vi muchos
en los sindicatos anarquistas del puerto o en las playas de los frigoríficos,
y entre ellos aquél llamado Vallejos que se desvaneció de hambre en la calle
y a quien la policía, al registrarlo y encontrarle un billete de cien pesos,
le preguntó por qué con tanto dinero pasaba hambre y él le respondió con
tranquila dignidad "porque esa plata, señor, es del sindicato". Sí, había
anarquistas como Vallejos. Como también hubo anarquistas como Di Giovani
que, aunque editaba con el dinero de sus asaltos las obras completas de
Reclus, también vestía al fin de su vida camisas de seda; mientras que pistoleros
como Ascaso y Durruti, austeros y honestos hasta su muerte al pie de sus
ametralladoras en la guerra española, no guardaron para sí un solo centavo
de lo que obtuvieron en sus asaltos.
Pag.385 –(...) que contra la fuerza organizada del estado burgués sólo era
eficaz la fuerza organizada del proletariado...
Pag.387 –Exupéry cuenta como después de una angustiosa lucha con los elementos,
perdido en el Atlántico, cuando ya él y su mecánico no conservaban esperanzas
de llegar a tierra, alcanzaron a divisar una débil lucecita en la costa
africana y con el último litro de combustible alcanzaron finalmente la ansiada
costa; y cómo entonces aquel café con leche que tomaron en una cabaña fue
el humilde pero trascendental signo del contacto con la vida entera, el
pequeño pero maravilloso reencuentro con la existencia. Del mismo modo,
cuando retornamos de aquel universo del sueño, una mesita cualquiera, un
par de zapatos gastados, una simple lámpara familiar, son conmovedoras luces
de la costa que ansiamos alcanzar, la seguridad. Razón por la cual nos angustiamos
cuando uno de esos fragmentos de la realidad que empezamos a distinguir
no es el que esperábamos.
Pag.388 –Me producía extrañeza encontrar en las calles y en los cafés tanta
gente despreocupada y libre de problemas (...) había miles de personas que
pensaban o sentían lo que yo sentía (...) Puesto que los animales no lo
necesitan: les basta con vivir.
Pag.389 –Mientras que el hombre, al levantarse sobre las dos patas traseras
y al convertir en un hacha la primera piedra filosa, instituyó la base de
su grandeza pero también los orígenes de su angustia (...) habrá dejado
de ser un simple animal pero no habrá llegado a ser el Dios que su espíritu
le sugiera (...) Ese ser dolorido y enfermo del espíritu que se preguntará
por primera vez sobre el porqué de la existencia. Y así las manos, y luego
aquella hacha, aquel fuego, y luego la ciencia y la técnica habrán ido cavando
cada día más el abismo que los separa de su raza originaria y de su felicidad
zoológica. Y la ciudad será finalmente la última etapa de su loca carrera,
la expresión máxima de su orgullo y la máxima forma de su alienación.
Pag.390 –(...) y sin embargo de pronto transmitimos algo misterioso e indefinible
(...) de ese mundo que muy probablemente seguirá permaneciendo, indiferente
y helado, cuando hayamos muerto...
Pag.391 –Porque en realidad esos objetos pintados no son los objetos de
aquel universo indiferente, sino objetos creados por aquel ser solitario
y desesperado...
LA RESPUESTA A LOS ENIGMAS
Un pasaje del "Goma 2" de Henryk Bereza, uno de los críticos más eminentes
de Polonia, nos pone sobre aviso de la propensión que tenía Gombrowicz al
escribir los diarios de jugar en contra de sí mismo con el propósito de
provocar a los lectores.
El diario es un gimnasio en el que un Gombrowicz a medio hacer, construido
por su obra, hace movimientos para saber hasta qué punto su conciencia es
suya: falso e insincero lucha con sinceridad para conseguir su propia celebridad.
"Cuanto más sepan de ti, tanto más te necesitarán. El yo no es un obstáculo
en las relaciones con los demás, el yo es lo que los otros desean"
¿Puede haber un propósito más artificial?
"(...) la sinceridad no conduce a nada; cuanto más artificiales somos más
posibilidades tenemos de llegar a la franqueza"
Es natural que uno de los propósitos deliberados de Gombrowicz haya sido
aguarle la fiesta a los demás y a sí mismo.
"Y aquí, como siempre en todo lo que escribo, mi objetivo –uno de mis objetivos–
consiste en estropear el juego; porque sólo cuando deja de sonar la música
y se separan las parejas es posible la irrupción de la realidad, sólo entonces
se hace patente que el juego no es realidad, sino solo juego"
En la vida corriente no era tan extravagante ni tan loco como en la literatura,
pero él quería experimentar en su gran laboratorio, sacar consecuencias
formales extremas de las ligeras alteraciones que sufría su imaginación.
Con una actitud semejante había temas que le quedaban forfait ipso facto,
verbi gratia: la descripción normal de un crepúsculo, de un amor corriente.
"(...) por eso este amor y este encanto en mis libros son arrojados a unos
sótanos, están ahogados y sofocados, por eso en esta materia no soy normal
sino demoníaco (¡de un demonio grotesco!) Mostrándoos los peligrosos cortocircuitos
de esas fascinaciones censurables, sacando a la luz un lirismo vergonzoso
quiero descarriaros: es una piedra que pongo en vuestro camino. Sacaros
del sistema en el que os encontráis, para que de nuevo podáis experimentar
la juventud y la belleza, pero experimentándolas de una manera diferente
(...)
De nuevo, la misma llamada en medio del incesante oleaje: sé normal, sé
como los demás, te está permitido, no hay nadie, éste es el momento apropiado
para que experimentes lo que aquí se ha experimentado desde hace siglos...
Pero tengo que ser original (...) ¿Qué importa que en la ciudad no haya
gente? Es una ausencia falsa, porque ellos están en mí, y detrás de mí (...)"
El "Diario" era para Gombrowicz una creación de sí mismo a los ojos del
público, una actividad mediante la cual él moldeaba su ser público para
sí y para los demás.
"En este saco meto muchas cosas distintas: meto un mundo al que sólo os
acostumbraréis en la medida que adquiera superioridad sobre vosotros; mientras
tanto, muchas cosas de este diario os parecerán innecesarias e incluso os
quedaréis sorprendidos de que se aceptara su publicación"
En los diarios también cuenta historias de poca importancia, ¿pero para
quién? En primer lugar, para el mismísimo Gombrowicz; les andaba buscando
lugar a sus relatos sobre los zapatos y los menúes de sus comidas. El diario
es una forma de escribir privada sobre uno mismo; este punto de partida
diferencia al diario de sus otros géneros literarios, y esta diferencia
es de suma importancia.
La naturaleza de su literatura es contradictoria; por un lado es una contemplación
pura, artística y desinteresada. y por otro una batalla privada entre el
autor y los hombres, un instrumento de su lucha por una existencia espiritual.
También los propósitos son contradictorios; por una parte persiguen la belleza,
el bien y la verdad, y por otra la fama, la importancia, la popularidad
y el triunfo.
Sin embargo, una vez que Gombrowicz ha salido triunfante en su lucha con
los hombres y les ha conseguido carta de ciudadanía a los zapatos y a los
menúes, se pone nostálgico.
"Mi creciente fama me ha confundido la perspectiva: he perdido aquella claridad
con la que antes reconocía lo que en mi escritura resultaba aburrido o interesante,
puesto que ahora algo aburrido puede interesar por el solo hecho de que
me concierne a mí; es así como este creciente yo me produce confusión"
Gombrowicz sabía que, igual que otros de sus colegas, había adquirido la
técnica para formarse en el estilo del gran arte, apropiándose de algunos
secretos con los que consiguió unos resultados que lindaban con la verdadera
grandeza.
"Mi verdad y mi fuerza consisten en que me aguo constantemente la fiesta
a mí mismo. La aguo a mí mismo y a los demás. No lucho contra la falsedad
en mí, simplemente me limito a revelarla en el instante en que aparece:
me estropeo los planes, me obligo a adoptar otras tácticas, me modifico
las reglas de juego. Y es lo que yo exigiría a mis honorables colegas: que
no dejen de estropearse los planes, de arruinarse la situación, de romper
esta telaraña hasta que sus energías más profundamente personales salgan
al exterior plenamente liberadas.
Pero... no es nada agradable... arruinarse la situación..."
LA MALA FE SALE A PASEAR
El existencialismo y el comunismo hostigaron a Gombrowicz en gran parte
de su vida, el existencialismo golpeó permanentemente su cabeza y el comunismo
su cabeza y su bolsillo. Sin embargo, los puntos de contacto que tiene con
la filosofía existencialista son sorprendentes.
Escribe en muchas páginas de los diarios que el existencialismo es un intento
de sistematizar nuestro saber sobre el hombre, y si se pasa por alto la
escolástica de sus abstracciones, queda todavía algo muy importante: una
estructura del hombre surgida del contraste entre la conciencia y la existencia.
A su juicio, el hombre existencialista quedará como un logro de la conciencia,
es un modelo abismal en el que no se puede alcanzar el fondo, un fondo que
Gombrowicz sentía como su propia naturaleza.
"Y cuántas intuiciones sueltas, tan presentes en el aire que respiramos,
que me invadían casi a diario, encuentro aquí imbricadas en un sistema,
organizadas en un conjunto desesperadamente mutilado y que apenas respira,
pero que de todos modos es una totalidad. El existencialismo, sea el que
sea, está fundado en nuestra angustia esencial"
La postura de Gombrowicz ante el existencialismo era confusa y turbia. Lo
practicaba pero no se fiaba de él, no lo quería, era una filosofía que,
mientras lo exhortaba a la autenticidad, lo empujaba al mismo tiempo a una
gigantesca falsedad.
Aunque ajeno a la cháchara profesoral de los filósofos existencialistas,
Gombrowicz tenía muchos puntos de contacto con ellos.
Para tomar un caso que a Gombrowicz le interesaba especialmente vamos a
hacer algunas reflexiones sobre las relaciones entre la superioridad y la
inferioridad.
Sartre mantenía a menudo discusiones con personas que no estaban preparadas
para polemizar sobre filosofía, pero no obstante aceptaba la discusión en
un terreno que podríamos calificar de vulgar. Pensaba que exponiendo sus
teorías en esas clases de filosofía más populares, debilitaba voluntariamente
su pensamiento para hacerlo más comprensible.
Si la doctrina existencialista es la filosofía de una existencia que precede
a la esencia, entonces tiene que ser sincera, vivir como existencialista
quiere decir aceptar pagar por esta doctrina, y no tratar de imponerla con
libros.
"Parece que usted concibe el papel de la filosofía en la ciudad de una manera
que se encuentra superada por los acontecimientos. En otros tiempos los
filósofos eran atacados sólo por otros filósofos. El vulgo no entendía nada
y no se preocupaba. Ahora se hace descender la filosofía a la plaza pública.
Marx mismo no ha dejado de vulgarizar su pensamiento; el "Manifiesto" es
la vulgarización de su filosofía"
Podemos comparar estas palabras de Sartre con algunos pasajes de los diarios
de Gombrowicz en los que él también declara que baja del pedestal para aporrearse
en la calle con el primero que encuentra, que ése es su estilo.
En este tipo de combates se disipa la superioridad artificial del escritor,
desaparece la distancia que lo protege de los lectores, y se manifiesta
con crueldad la superioridad esencial y la inferioridad real.
Hay que decir, sin embargo, que podemos ver el mundo sólo con nuestros propios
ojos y pensar sólo con nuestra propia razón, siendo ésta una condición insuperable
tanto para los superiores como para los inferiores. Si alguien reconoce
la superioridad de otro lo hace con su propio juicio.
El hecho de que cada persona tenga que ser el centro de su mundo y su propio
juez choca de manera evidente con el objetivismo que nos obliga a reconocer
mundos y puntos de vista ajenos. Pero el punto de partida de Gombrowicz,
como también el de Sartre, no era el objeto sino el sujeto.
"Es probable que si me tomara todo más en serio... Pero, a pesar de todo,
ha sido para mí una experiencia muy instructiva. Lo más importante es que
después de esta escaramuza me he sentido mucho mejor con Basia, casi como
un amigo, ¿se habrá sentido ella igual?
De ser así, sería la prueba de que es más fácil soportar la tortura superioridad-inferioridad
cuando es puesta en evidencia que cuando está envuelta en la finura, discreción,
buenas maneras, mojigatería y otras hipocresías"
Si bien es cierto que las posturas de Gombrowicz y de Sartre no son idénticas
porque el artista le apuntaba a la mistificación y el filósofo a la responsabilidad
y al compromiso, ambos intentan desenmascarar la mala fe.
ME
MUERO EN SUS BOCAS
Las maldiciones de Gombrowicz son inolvidables, la que se echó al comienzo
de "Transatlántico" es increíble, pero no es la única, existen otras igualmente
crueles, la dirigida a algunos lectores, para poner un ejemplo.
"(...)
a todos aquellos que hablan de mí en vano, que abusan de mi nombre, los
castigo cruelmente: me muero en sus bocas (...)"
Yo andaba, justamente, a la pesca de personas a las que Gombrowicz se les
hubiera muerto en la boca, así que me puse a ver si encontraba algunas en
las décadas del 80 y en las que vinieron después.
El suceso argentino más importante de la década del 80 concerniente a Gombrowicz
fue, sin lugar a ninguna duda, la película que filmó Alberto Fischerman,
"Gombrowicz o la seducción" con el guión del Esquizoide, un hombre de letras
muy bien perfilado en el arte de escribir.
El Ezquizoide tiene una cierta tendencia a manifestarse con una doble personalidad,
por un lado, muy alejado del mundanal ruido al punto de pasarse largos meses
del invierno en Gessel para escuchar el silencio, y por otro, muy apegado
a los bienes terrenales al punto de ofenderse porque Fischerman apareció
en el film como coguionista.
Los aportes intelectuales que hace el Esquizoide sobre Gombrowicz son escasos
y de una extraña catadura, atreviéndose a decir en un momento de la filmación
de la película que las ideas fundamentales del polaco eran la inmadurez,
la juventud y la inferioridad, un caso flagrante que roza la tautología
y que aparece más bien como una forma de ocupar el espacio en blanco. De
igual manera que el Orate Blaguer recurre a la Vaca Sagrada para darse lustre,
cuenta que en 1983 la viuda le regaló el "Journal".
"Uno de esos libros registra la etapa argentina, pero las referencias al
país donde vivió los años más productivos, miserables y luminosos de su
vida impregnan la mayor parte de su obra"
El desvarío de las tres ideas fundamentales y el de que la Argentina impregna
la mayor parte de la obra de Gombrowicz se deben, en gran parte, a que no
la leyó, y también a que no existe una verdadera penalidad para castigar
las tonterías que se escriben. El castigo de Gombrowicz muriéndose en sus
bocas por abusar de su nombre no es suficiente. Cuando de chicos nos portábamos
mal nos ponían en penitencia, y cuando no estudiábamos nos reprobaban en
los exámenes. Con los escritores no ocurre lo mismo, pueden portarse mal
y pueden no estudiar, de igual modo la humanidad les ha dado un bill de
indemnidad y las maldiciones de Gombrowicz los tienen sin cuidado, a decir
verdad, no los alcanzan.
No creo que haya habido en las décadas posteriores a las del 80 presentaciones
más deslumbrantes de libros que las que le hicieron a "Cartas a un amigo
argentino", en el Centro Cultural de España, y a "Gombrowicz, este
hombre
me causa problemas", en la Embajada de Polonia. Al primero lo presentaron
el Pterodáctilo y el Buey Corneta, en una reunión a la que asistió tout
Buenos Aires. Al segundo lo presentaron el Zorro, el Socialista, el Negroide
Piquetero, el Régisseur Fanfarrón y el Buhonero Mercachifle, en una embajada
desbordante de entusiasmo.
No es el caso de que me ponga a contar aquí todas las peripecias de estos
acontecimientos tan rutilantes que se me han grabado en la memoria y dejado
un sabor muy dulce, voy a referirme a una circunstancia amarga. Cuando la
Hierática empezó a elegir el medio en el que había que hacer la propaganda
se decidió por "La Nación" y se puso en contacto con el Prohombre. El periodista,
que no podía imaginar en ese momento lo que ocurrió después, aceptó de inmediato.
La cuestión es que el diario anunció con bombos y platillos, a doble página,
el nacimiento de "Cartas a un amigo argentino" con un copete enorme que
entre otras cosas decía: "Desde allí mantuvo correspondencia con Juan Manuel
‘Goma’ Gómez, compañero argentino que había conocido en 1956". Me puse furioso,
no sin razón, y llamé al Prohombre para que me explicara cómo era posible
que hubieran cometido semejante tontería, que yo no me llamaba Juan Manuel
sino Juan Carlos, y que sacara inmediatamente una fe de erratas. El pobre
hombre estaba aturdido y sólo atinó a invitarme a tomar un café para hacer
las paces, pero yo estaba ofendido y no acepté. Pasaron unos meses...
"Emecé" decide festejar sus sesenta años de existencia y el centenario del
nacimiento del Asiriobabilónico Metafísico en una reunión a la que asistió
mucha más gente de la que entraba en el Museo Metropolitano.
Estaba hablando con el Pato Criollo de esto y de aquello, pero caminando.
El Pato Criollo se desplazaba lentamente hacia un lugar, no por nada el
Guitarrón lo llama el maestro de las intrigas, y yo lo seguía.
Repentinamente para mí pero no para él, porque era un movimiento que había
calculado, nos encontramos junto a otra persona. El Pato Criollo, que conocía
el cambio de nombre que me habían hecho en "La Nación", nos preguntó a los
dos si nos conocíamos. El otro, claro, era el Prohombre; nosotros nos pusimos
colorados como un tomate mientras el Pato Criollo se reía a carcajadas.
[Imágenes: Hugo Beccacece y Rodolfo Rabanal]
EL PERVERSO
Cuando empecé a decirle al Aceitoso que el Perverso era un depravado mal
nacido, simplemente me lo prohibió, alentándome en cambio a que hablara
pestes del Guitarrón cosa que hice inmediatamente con la esperanza de que
podría aflojarme algo respecto al Perverso. No aflojó, cómo iba a aflojar,
yo no sabía que el Perverso le había publicado recientemente al Aceitoso
una novela.
Pues bien, el Perverso no sólo publica las obras del Aceitoso, la Hierática
me esta diciendo que ha preparado una nueva pócima en su celebrado aquelarre,
en junio saca del caldero la reedición de "Gombrowicz en Argentina", restituyéndole
el título original al libro de la Vaca Sagrada.
El Gnomo Pimentón cuenta que Barnatán publicó "Gombrowicz íntimo", la primera
versión española y pirata de "Gombrowicz en la Argentina", nada más que
para aparecer en una foto junto a Borges y a Mastronardi, pero el Perverso
seguramente lo hace porque es un distinguido miembro del club de gombrowiczidas.
Vamos a ver entonces qué dice la Vaca Sagrada sobre los dos libros de testimonios
que escribió.
"La voluntad de ser objetiva en "Gombrowicz en Europa" es una manera de
tomar distancia con Witold. No aparezco en mi libro hasta el final porque
no
aparecí
para él sino al final de su vida. Pero en realidad estoy constantemente
presente en los dos libros, en ‘Gombrowicz en Argentina’ y en ‘Gombrowicz
en Europa’; disimulada pero presente, para espiar a los otros hablándome
de su amor o de su admiración por él. Estaba en mi casa con mi tesoro que
escuchaba en mi soledad, y anotaba todo eso, palabra por palabra. Así se
hizo ‘Gombrowicz en Argentina’, mi primer trabajo de distanciamiento, paso
a paso. En la Argentina lo amaron de la misma manera que lo amé yo, me sentía
muy próxima a sus discípulos cuando estuve por allá. Pero en ‘Gombrowicz
en Europa’ me di cuenta que en Berlín empezó a ser visto con ojos menos
amables, y en Royaumont con ojos casi siempre hostiles"
No está nada mal, se nota lo mucho que lo quiere, se nota también que quiere
liberarse de él pero no puede, y que quiere que Gombrowicz sea especialmente
de ella. Ninguna de las tres cosas está mal, son los deseos que generalmente
tienen las viudas de los hombres grandes. Las circunstancias la fueron convirtiendo
poco a poco en la albacea de la gloria que con tanto cuidado había empezado
a administrar su marido. Cuando lo conoció en Royaumont estaba escribiendo
una tesis sobre Colette. Gombrowicz, que ya tenía la salud quebrantada,
le dijo que quería radicarse en España, en el sur de Francia o, quizás,
regresar a la Argentina: –Cambie el tema de la tesis, hágala sobre mí, yo
se la escribiré en dos semanas y luego nos vamos. Finalmente aprobó la tesis
escribiendo sobre Colette, a pesar de los sarcasmos de Gombrowicz que le
advirtió que después de los acontecimientos de mayo su tesis sería rechazada.
Una joven canadiense que viajaba por Europa lo encontró a Gombrowicz y se
quedó con él. Yo conozco solamente a tres personas completamente poseídas
por el demonio de Gombrowicz: ella, Mariano Betelú, y yo.
La Vaca Sagrada escribió "Gombrowicz en Argentina" y "Gombrowicz en Europa"
para alcanzar su salud espiritual escapándole a la sombra del gran sobretodo
gris de Gombrowicz que la había protegido pero que a la larga terminó por
ahogarla. Ya en una entrevista que le hizo el Louis Soler alcanzamos a notar
como no pudo concretar ese anhelo de libertad, porque no apareció en el
primer libro, y porque quedó completamente sometida en el segundo, siendo
éste, quizás, el destino de los compañeros o compañeras de vida de los artistas,
el destino de sus alumnos, admiradores y discípulos. De la que sí se fue
liberando poco a poco fue de la sumisión que tenía con los que testimoniaron
en sus libros habiendo adoptado con el tiempo una actitud que la fue convirtiendo
en la sacerdotisa de un conjunto de corifeos que le rinden pleitesía, y
que la convirtieron a mis ojos en la Vaca Sagrada.
[Imagen: Edgardo Russo]
EL
PORCUS HUNGARICUS
El Porcus Hungaricus era el editor responsable, ésta es una manera de decir,
de la revista "Lateral", una publicación de la misma "terra mítica" del
Orate Blaguer.
Cuando el Aceitoso nos puso en contacto el Porcus Hungaricus sufrió una
transformación notoria y, aunque magiar, las cosas entre nosotros tampoco
terminaron bien, como con el catalán, no podía ser de otra manera.
Este
sombrío profesor de Literaturas Eslavas de la Universidad de Barcelona le
pidió al Aceitoso que se pusiera en contacto conmigo después de la aparición
de "Cartas a un amigo argentino" pues tenía interés en publicar parte del
epistolario en su revista, cosa que hizo en mayo del año 2000.
Mientras que mi relación con el Orate Blaguer tuvo un ascenso rápido, un
amesetamiento prolongado y un final en caída libre con un intento de eliminación,
la que tuve con el Porcus Hungaricus fue distinta, al ascenso rápido lo
siguió simplemente la desaparición.
"Tu último fax me fascinó. Me sentí partícipe impostor de una vieja pieza
teatral que no cesa: tú haciendo el perenne papel del Goma brillante y susceptible
(...) he actuado como un porcus hungaricus pero he cumplido con los grandes
objetivos esenciales: 1) Crear un maravilloso material con y sobre tu correspondencia
con Gombrowicz 2) Iniciar una amistad que va más allá de una mera y vulgar
correspondencia y, en su falta, puede convertirse en un metacarteo 3) Lograr
que las chicas laterales se enamoraran de ti"
El metacarteo del que habla el Porcus Hungaricus se debió en parte a una
forma de ser mía que con el transcurso del tiempo se vuelve inaceptable,
y también al hecho de que la mismísima revista había desaparecido.
Las razones que la llevaron a la bancarrota no son bien conocidas, pero
no son pocos los que piensan que algo que ver tuvo el aspecto un tanto dudoso
del elenco editorial que aparece en la fotografía en la que el Porcus Hungaricus
se distingue por su cabellera blanca.
La feliz circunstancia de que esté coincidiendo la reedición de "Gombrowicz
en Argentina" con el renacimiento de "Lateral" nos obliga con el Porcus
Hungaricus, por lo que lo estamos haciendo miembro del club de gombrowiczidas.
[Imagen: Mihály Dés]
LAS OCURRENCIAS
Me tocó hacer el servicio militar en la Marina, una de las fuerzas armadas
argentinas, la fuerza que despertaba más nostalgia en Gombrowicz desde Europa.
Me tocó hacerlo durante los años 1955 y 1956, una época bastante revuelta
de la historia política argentina. Como no tenía vocación para el combate
un almirante me dio una mano y finalmente me ocuparon en el Ministerio de
Marina, un edificio bastante cañoneado y bombardeado durante la Revolución
Libertadora mientras yo estaba adentro.
Me habían destinado a los conmutadores telefónicos así que, hasta que sobrevinieron
los acontecimientos del 16 de junio, pasaba una buena vida.
Después del derrocamiento de Perón, ocurrido tres meses después, nuestra
vida de conscriptos retomó una cierta calma hasta que se produjo la contrarrevolución
peronista en 1956, abortada por informaciones oportunas que recibieron los
sediciosos salvándose de esta manera de una derrota segura.
Desde el mismo día de la sublevación empezaron a investigar todos los centros
desde donde los contrarrevolucionarios podían haber sido alertados y los
conmutadores telefónicos cayeron bajo la lupa de las pesquisas militares.
Aunque yo no tenía nada que ver con los sediciosos preventivamente me pasaron
por un tiempo al servicio de ascensores, y aquí viene el tema de la historia
verdadera.
Cuando
Gombrowicz se fue de la Argentina yo me hice amigo de la comparsa de Jorge
Brussa, archienemigo de Gombrowicz y campeón de ajedrez del café Rex. Una
de las características que tenemos los argentinos es el sentido del humor
y el gusto por las bromas, la cosa es que al poco tiempo de haber entrado
en contacto con los nuevos contertulios hicieron correr el rumor de que
yo lavaba ropa a domicilio y que ellos conocían el origen y las características
de mi cultura superficial.
Después de haber pasado miles de horas polemizando con Gombrowicz yo tenía
un gran entrenamiento para hablar de cualquiera de los asuntos que ocupan
el mundo de la inteligencia, aunque sin profundizar demasiado, y esta particularidad
de mis conocimientos incompletos fue relacionada con el ascensor del Ministerio
de Marina.
En efecto, durante el día escuchaba muchas conversaciones en esa cabina
cerrada que yo hacía subir y bajar, pero eran conversaciones incompletas
que no tenían principio ni fin, las tomaba empezadas en algún piso y se
me escapaban sin terminar en algún otro nivel.
Pues bien, esta ocurrencia que tuvieron esos amigos míos de café que me
aparecieron cuando se fue Gombrowicz me hicieron recordar las trastadas
que antes me había hecho Gombrowicz.
A partir del año 1960 Gombrowicz decidió ponerme en contacto con personas
que no pertenecían al círculo del Rex. A pesar de que me distinguía y me
trataba con afecto los primeros sentimientos que me asaltaron fueron de
intranquilidad, yo sabía que Gombrowicz no me iba a ayudar a estar a la
altura de las circunstancias y era probable que me hiciera sentir fuera
de lugar.
Y así fue, mientras sus amigos me trataban con amabilidad Gombrowicz hacía
todo lo posible para que yo me sintiera como caminando por un campo minado.
Armaba trampas, me mostraba esculturas metálicas haciéndolas pasar por pluviómetros,
o cuadros abstractos puestos al revés para que opinase sobre ellos.
De los Lubomirski sólo sabía cuando los conocí que eran "Príncipes del Santo
Imperio Romano muy apenados por la muerte del Príncipe de Baviera casado
con una Lustac". Más de una vez en los brindis exclamaba aparatosamente
que yo no decía "prosit" sino "closet"; yo salía a duras penas de estas
ordalías de la mundología con el sentimiento de que estaba fuera de lugar.
Pasó el tiempo y me fui dando cuenta de que Gombrowicz tenía la inclinación
natural de poner a las personas fuera de lugar recurriendo a todas las estratagemas
del mundo, tanto en la vida como en la literatura, y esto era así porque
él mismo era esencialmente una persona fuera de lugar.
La foto muestra a la Casa de Gobierno después de los bombardeos que realizaron
los aviones de la marina y de la aeronáutica el 16 de junio de 1955, yo
esta a doscientos metros de allí, en el Ministerio de Marina, donde me sentía
mucho más fuera de lugar que cuando Gombrowicz se proponía dejarme en esas
situaciones difíciles.
[Imágenes: Destrozos en la Casa de Gobierno después del bombardeo golpista del 16 de junio de 1955]
LO QUE NO SOPORTA EL YO
A pesar de los dilemas que Gombrowicz tenía con su yo, no dejaba por eso
de ser una persona razonable.
"Mi actitud es exactamente la misma que la de la Iglesia, con la salvedad
de que en lugar de hablar del alma en el sentido eclesiástico, mencionaría
más bien algunos valores fundamentales del hombre, tales como la razón,
la nobleza, la capacidad de desarrollarse, la libertad y la sinceridad..."
Después de ocupar dos páginas de los diarios dándole consejos a un hipotético
régisseur sobre la forma en la que debería poner en escena "El casamiento",
un acontecimiento que ocurrió diez años después, lo asaltaron los remordimientos.
"¿Tengo derecho a publicar semejantes comentarios de mis propias obras?
¿No será un abuso? ¿No aburrirá?"
Él sabía que si se volvía importante, los lectores querrían conocerlo, y
una manera de volverse importante era precisamente esa: que los lectores
lo conocieran. Estas eran oportunidades que debía aprovechar para introducirlos
con fuerza en sus asuntos, incluso en aquellos poco interesantes, para que
los demás se interesaran en lo que, justamente, le interesaba a él.
Su idea era simple: cuanto más supieran de él los lectores más lo necesitarían,
había llegado a la conclusión de que el yo no era un obstáculo en las relaciones
con el otro, su yo era precisamente lo que el otro deseaba, siempre y cuando
no le pasara de contrabando una mercancía prohibida.
"¿Qué es lo que no soporta el yo? Las cosas hechas a medias, con temor y
pudorosamente"
Se preparó con mucho cuidado para que aún el más lerdo de los expertos se
fijara en su presencia. Sacó a la superficie su manera de luchar contra
los hombres para afirmar su personalidad y definir claramente su propio
yo.
"Soy el que descarga las tensiones. Soy como la aspirina, que, si nos fiamos
de su publicidad, elimina las contracciones excesivas"
De los cuatro integrantes del cuarteto Gombrowicz el que conservó en alguna
medida su independencia respecto de ese yo de Gombrowicz, fue el Asno, el
único que se convirtió en escritor, y los escritores, como sabemos, y hasta
cierto punto, se sienten obligados a ser originales..
La historia verdadera de lo que les ocurrió en Tandil a unos jóvenes que
poco a poco se fueron convirtiendo en leyenda, empieza en 1956, un año en
el que Juan Carlos Ferreyra, es decir, el Ingeniero Fireire, y el Asno leen
"Ferdydurke".
Un poco después de esta lectura, alguno de los miembros del grupo que se
formó el año siguiente cuando conocieron a Gombrowicz, se presentaba con
una ramita verde entre los dientes, y todos se tocaban la oreja izquierda
si alguna cosa no le gustaba. El día que conocieron a Gombrowicz en el León
de Francia, uno de los cafés importantes de la plaza principal de Tandil,
todos supieron que era la encarnación de "Ferdydurke".
"¡Viejos, Tandil cada vez se parece más a Atenas! Todo el mundo es artista,
nadie tiene ganas de trabajar"
Cuando el Asno pudo leer "Cosmos" y "Pornografía" encontró en esos libros
algunas de las intrigas que armaba con ellos, y se imaginó que había utilizado
esas tramoyas para ejercitar su estilo literario.
El Asno, que acuñó una idea que se hizo famosa en Polonia: "El apostolado
laico", nos confiesa que Gombrowicz fue su mejor lector, aquí se ve también
como ese yo de Gombrowicz no dejaba de aletear alrededor del cielo de los
independientes.
"Todavía hoy, que ya no puede leerme, sigue siendo mi mejor lector. Nadie
lee lo que escribo sin que antes se lo lea yo como imagino que haría Gombrowicz.
Es mi lector fantasma. Él quería que yo encontrara mi propia forma, que
fuera yo mismo, que no me pareciera a él. Y ahora me juzgo a través de sus
ojos"
"Lo mejor de ti, Asnito, es que no eres fanático"
Gombrowicz tenía mucha confianza en el talento del Asno, y no le faltaba
razón. "La Forma" es su cuento más logrado, una narración admirable que
alcanza la altura de las mejores composiciones de Gombrowicz.
"Capturado por la estela, iridiscente como un prisma de prismas, un témpano
persigue a nuestra nave"
JUGANDO
AL AJEDREZ
Muchas son las leyendas que se han tejido en torno al origen del ajedrez
y distintos los países a que se atribuyen su procedencia; hoy se cree que
el ajedrez procede de la India y que su creador lo ideó para entretener
al rey, a quien le pidió como recompensa un grano de trigo por la primera
casilla, dos por la segunda, cuatro por la tercera hasta cubrir las 64 de
las que consta el tablero.
Como en aquel tiempo no sabían lo que era una progresión geométrica el rey
le dijo que sí, pero resultó que con el cálculo se descubrió
que
los graneros del imperio de 16.384 ciudades de 4.080 agricultores no hubieran
bastado para contener la cantidad de trigo pedida, pues equivalía a un cubo
de más de un kilómetro de lado. También se cree que el inventor fue el griego
Palamedes, que lo inventó durante el sitio de Troya, para distraer a los
guerreros durante los días de inacción.
Sea cual haya sido el origen del ajedrez, fue jugando al ajedrez que yo
conocí a Gombrowicz en una tarde del café Rex del año 1956.
El Rex había sido hasta el año 1961 un lugar ideal, se podía conversar y
jugar al ajedrez. Cuando en marzo de ese año ese café cerró se nos partió
en dos un medio mágico: la conversación se nos fue para La Fragata y el
juego para un club de ajedrez.
Yo no sé si una persona a la que no le interesa este juego puede entender
lo que significa el ajedrez, además del juego en sí mismo es un refugio
para protegerse de los infortunios de la vida, es una manera de matar las
amenazas del tiempo, pero también es un campo en el que se cruzan las existencias
de una manera intensa, el color de fondo que da un medio ajedrecístico es
inolvidable y no puede ser reemplazado con nada.
El ajedrez fue para Gombrowicz en la época de su mayor miseria y de la guerra
una disciplina que lo ayudó a soportar la pobreza y la soledad, el Rex se
convirtió para él en un verdadero hogar.
Yo fui amigo de dos polacos que jugaban al ajedrez, Miguel Najdorf y Witold
Gombrowicz, dos polacos que por razones que desconozco no se llevaban bien.
Los dos eran actores y, cada uno a su modo, expertos narradores de historias.
Un mediodía, en la Embajada de Polonia, Najdorf nos contaba al embajador,
al cónsul y a mí un cuento que tenía una moraleja. El embajador de ese entonces
era el Camaleón, anterior al Zorro y al Pitecántropo, los que vinieron después.
La cosa es que Najdorf empezó a contar una historia en la que él, como integrante
del equipo de ajedrez que vino a la Argentina a competir en la olimpíadas
del 39, había sido responsable de la muerte de otro ajedrecista, también
judío.
Najdorf tenía asegurada su participación antes del último juego del torneo
de selección que se hizo en Polonia, pero su contrincante sólo podía conseguir
el nombramiento si le ganaba a Najdorf. Entonces, la mujer del contrincante
le pidió a la mujer de Najdorf que se dejara ganar, Najdorf no accedió,
el colega judío se quedó en Polonia, y los alemanes lo mataron.
Cuando Najdorf le puso punto final a la historia después de haber logrado
el clima dramático, intervino
el cónsul con un aspecto tan siniestro que lo apodé el Terrorista. La inteligencia
y la astucia le brillaban en los ojos, le pidió a Najdorf que no se pusiera
triste, que no había sido él sino el destino el que había originado la tragedia.
En efecto, si Najdorf se hubiera dejado ganar, su contrincante judío se
habría salvado, pero el que vino a la Argentina en el lugar de él, también
judío, se hubiera quedado allá con igual suerte de la que tuvo el que murió.
Tomamos una vodka y pasamos a otro cuento.
Cuando yo le hice conocer a Najdorf la invitación a la Embajada de Polonia
que le estaba haciendo el Camaleón no se puso contento: –Vea, Gómez, voy
a aceptar porque soy polaco y porque no quiero hacerlo quedar mal a usted
pero, me cuesta, los polacos no nos quieren, odian a los judíos.
El encuentro derivó en una cena en el restaurante Hereford de Puerto Madero
como registra la fotografía. De sus rostros se pueden deducir el carácter
camaleónico del embajador y la liberalidad espléndida y arrogante del ajedrecista
que me dedicó la foto para que la posteridad la registrara.
Cuando la Wehrmacht invade Polonia el 1º de septiembre de 1939 hacía diez
días que Gombrowicz estaba en Buenos Aires. Ese día, en un café junto a
Miguel Najdorf mientras escuchaban las noticias de la guerra por la radio,
el terror y el odio le tomaron la garganta a estos dos señores que el tiempo
y las ventoleras de la historia convertirían en inmigrantes.
[Imagenes: Miguel Najdorf, Elida, mi mujer, y el embajador de Polonia, Eugeniusz Noworyta; dedicatoria de Miguel Najdorf]