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Izquierda
Nacional e izquierda del bloque nacional *
Por Alberto J. Franzoia
En varias oportunidades he intentado establecer diferencias conceptuales entre
aquello que es una izquierda nacional y la que no lo es en países que, como el
nuestro, aún luchan por convertirse en Nación. Claro que esta preocupación
teórico-política no se gesta ahora en mi cabeza sino que tiene sus orígenes en
las primeras manifestaciones de la Izquierda Nacional argentina (Aurelio Narvaja,
Partido Socialista de la Revolución Nacional). Sí he tratado de realizar algún
humilde aporte colaborando para poner la cuestión al día, ya que desde las
décadas del 40 y 50 del siglo XX ha corrido mucha agua por debajo del puente. En
esa dirección se inscriben algunos pasajes de un último trabajo que titulé “El
núcleo duro de la Izquierda Nacional”, que integra el libro (de varios autores)
recientemente publicado por editorial Paso de los libres: “200 AÑOS construyendo
la Nación”.
Claro está que el trabajo citado no tiene la osada pretensión de agotar la tarea
de actualización teórica de la Izquierda Nacional, esencialmente porque dicha
objetivo sólo podrá ser el producto de una labor colectiva realizada por
numerosos compañeros con historia militante y enorme valía intelectual. Además,
el trabajo que cito es una producción que apunta en lo fundamental no a la
actualización sino a poner en evidencia, sobre todo para las nuevas
generaciones, cuáles son las tesis centrales que condujeron la práctica política
de esta significativa corriente política argentina a partir de los años sesenta.
Finalmente el espacio del que disponía era bastante acotado por cuestiones
editoriales.
Volviendo a la aclaración de conceptos fundamentales, que es el objetivo de este
breve artículo, extraigo algunos párrafos de “El núcleo duro de la Izquierda
Nacional”:
“En concreto, todo país que está luchando por la liberación nacional, porque ha
sido oprimido a lo largo de su historia precisamente por las naciones de
capitalismo desarrollado que le impidieron gestar su propia nacionalidad, tiene
una primera contradicción a resolver: se libera del opresor, externo e interno,
o continúa en la condición colonial o semicolonial que ha caracterizado su
historia.
Dicha contradicción genera un alineamiento de clases y sectores sociales que,
con diversos grados de articulación según el período analizado, se expresan en
dos bloques:
• Bloque oligárquico-imperialista, que intenta perpetuar el statu quo
dependiente del que se benefician sólo sectores internos minoritarios
(oligarquías nativas y franjas privilegiadas de las capas medias). y las
naciones opresoras (empezando por sus respectivas burguesías).
• Bloque nacional-popular, que lucha por la liberación nacional para constituir
una nación, lo que en esta región del mundo sólo puede ser el producto de una
integrada acción revolucionaria del conjunto de los pueblos de América Latina…”
“Cada uno de esos bloques sí desarrolla en el devenir histórico sus derechas,
centros e izquierdas, ya que tanto los intentos por perpetuar lo existente
(condición semicolonial) como las apuestas transformadoras (hacia la
construcción de la Nación) admiten diversas opciones; más conservadoras o bien
moderadas unas, más radicalizadas o trasgresoras las otras.
Por lo dicho cuando recurrimos al concepto Izquierda Nacional en Argentina (como
en el resto de América Latina) no nos estamos refiriendo a cualquier tipo de
izquierda que se constituya y actúe en nuestra geografía, ya que esa sola
condición no es garantía de pertenencia cultural, especificidad en el abordaje
teórico, ni de transformación revolucionaria efectiva en lo político. Lo que
define el carácter nacional o antinacional de una izquierda es precisamente la
conexión práctica y teórica que ésta tenga con el contexto concreto en el cual
intenta generar efectos políticamente pertinentes. De allí que hubo y hay una
izquierda que actúa en el territorio nacional pero a contrapelo del bloque
nacional-popular, realizando una tarea funcional (por izquierda) a los intereses
del bloque oligárquico imperialista, independientemente de cuál sea su
intencionalidad. Por el contrario la izquierda que estamos abordando es aquella
que se constituye durante la Segunda Guerra imperialista adoptando una postura
definitivamente crítica hacia los dos bloques de opresores que luchaban por el
reparto del mundo; enfrentando por lo tanto a todo imperialismo y a las
oligarquías nativas, y es la misma que a partir de 1945 se integrara en el
bloque nacional-popular conducido por el peronismo en condición de ala izquierda
del mismo, es decir, como una Izquierda Nacional..”
Ahora bien, esta caracterización de la Izquierda Nacional no intenta resolver
otro importante problema que se presenta hacia el interior del bloque que
integra: ¿se corresponde toda la izquierda de dicho bloque con aquello que
históricamente se definió como Izquierda Nacional? El concepto está presente
tanto en documentos del Partido Socialista de la Revolución Nacional (1955) como
sostiene José Luis Madariaga en “Introducción al socialismo” (1974), como en el
pensamiento de un pionero de la corriente como fue Aurelio Narvaja según afirma
Jorge A. Ramos en “La ideología de la revolución nacional” (1990). En ambos
casos cuando se hace referencia a la Izquierda Nacional es para expresar el
surgimiento de una izquierda socialista y revolucionaria independiente del
peronismo (por más que explicite su apoyo a él) y que con los años trató de
construir su propio partido político apuntando a un objetivo central: que la
clase obrera se convierta finalmente en la clase conductora del bloque nacional
y popular. Para el peronismo ésta ha sido siempre la columna vertebral del
bloque, para la IN debe constituirse en la cabeza del mismo.
Sin embargo no son pocos los casos en los que el concepto izquierda nacional
suele ir asociado a una izquierda peronista. Esto fue muy común en los
sesenta-setenta y aún hoy persiste cierta ambigüedad conceptual. Quizás esto
tenga bastante que ver con que el notable pensador nacional Juan José Hernández
Arregui se atribuyó la creación del concepto en 1957 (según consta en “La
formación de la conciencia nacional”), y lo vinculó con una corriente dentro del
peronismo (aunque también destacó a quienes no adherían a él) y le otorgó pocas
posibilidades de constituir un partido propio. Sin embargo para esa fecha el
concepto ya tenía una existencia comprobable en el documento del Partido
Socialista de la Revolución Nacional (partido que había surgido en 1954 apoyando
al gobierno de Perón pero que no era peronista). El mismo dice “¡Por una nueva
Izquierda Nacional y Latinoamericana! ¡Por un poderoso partido de la clase
trabajadora! ¡Por la lucha irreconciliable contra el imperialismo y sus
aliados!”.
A esta altura de lo historia convendría entonces intentar darle a nuestra teoría
política un poco más de claridad y no precisamente con fines académicos, que
poco interesan, sino con objetivos vinculados a una práctica política lo más
consistente posible. Considero que el concepto Izquierda Nacional ya tiene una
historia propia que no pude ni debe ser desvirtuada, en tanto corriente de
pensamiento con posibilidades prácticas en política que resulta definitivamente
necesaria. Pero, por otra parte, esta corriente tan específica es sólo una de
las partes constitutivas de un territorio mucho más amplio al cual podríamos
definir como la izquierda del bloque nacional.
La izquierda del bloque nacional incluye tanto a la Izquierda Nacional (con una
teoría y práctica política socialista y revolucionaria que marcha históricamente
junto al peronismo pero que es independiente de él e intenta constituirse como
partido político), como a la izquierda peronista (que adopta posturas de
izquierda dentro del movimiento peronista, define como sujeto principal a los
trabajadores, pero no es independiente de la jefatura histórica de dicho
movimiento). Pensamientos y prácticas como las de Abelardo Ramos y Jorge
Spilimbergo, y partidos como el PSIN, FIP, PIN, o el actual PyP son
manifestaciones claras de la Izquierda Nacional.
Mientras que Juan José Hernández Arregui y John Willam Cooke por otro lado
fueron dos de los más importantes referentes de una izquierda peronista que en
los sesenta-setenta se expresó en diversas agrupaciones políticas,
político-militares, estudiantiles y sindicales; mientras que hoy se manifiesta
como una pata del kirchnerismo aunque con un contenido político-ideológico más
moderado que en los sesenta-setenta. Pero además de estas dos fracciones
fundamentales de la izquierda del bloque nacional no podemos desconocer que
existe un tercer componente que no está vinculado a la historia de la Izquierda
Nacional, ni tampoco al ala izquierda del peronismo. Sus miembros provienen de
aquella izquierda que llamamos tradicional o cosmopolita, hayan militado o no en
ella. Decepcionados del permanente divorcio entre los grupos de izquierda a los
cuales en otros tiempos adhirieron y los trabajadores a los que pretenden
representar (sobre todo por la incomprensión de la cuestión nacional), esta
tercera fracción ha adoptado la sabia decisión de incorporarse al bloque
nacional y popular. Esta fracción no es nueva, es más, algunos importantes
intelectuales que adhirieron finalmente al peronismo tuvieron ese origen, como
el notable caso de Rodolfo Puiggrós. Lo nuevo es que ha crecido
cuantitativamente en los años del kirchnerismo.
La necesidad o no de un partido independiente es un tema que divide aguas en la
izquierda del bloque nacional, y si bien no es un tema menor en la coyuntura
constituye una contradicción secundaria; mientras que la resolución de la
contradicción principal, que enfrenta a todo el bloque nacional-popular con el
oligárquico-imperialista, mucho tendrá que ver con la necesaria consolidación
ideológica y política de esta pata izquierda. Para lograrlo es necesario
promover la unidad en las diferencias, lo cual supone el fin de ciertos
sectarismos inoperantes que sólo inhiben al bloque nacional de su posibilidad de
profundizar la liberación de la Patria, abriendo signos de interrogación para el
(por ahora) lejano escenario político de 2015, cuando Cristina ya no pueda ser
nuestra candidata.
La Plata, 30 de mayo de 2011
De
Artigas a Lord Ponsonby
Por Jorge Abelardo Ramos
El libro de Luis Alberto de Herrera sobre la Misión Ponsonby reviste un
doble interés. En primer término, exhibe una impresionante cantidad de
documentos copiados en el archivo del Foreign Office de Londres, de los que
brota elocuentemente el papel decisivo desempeñado por la diplomacia
inglesa, en especial por Canning y Ponsonby, en la creación del Uruguay como
Estado independiente. En segundo lugar, la obra arroja una luz peculiar
sobre la historia de las ideas políticas en la sociedad uruguaya y sobre
todo acerca del pensamiento de un célebre caudillo político de la tierra
purpúrea, Luis Alberto de Herrera.
Durante varias décadas, hasta su muerte en 1959, Herrera fue la figura
central del viejo Partido Nacional o Blanco. Su autoridad en dicho
movimiento, que participó varias veces en el gobierno de su país, sin lograr
triunfar electoralmente nunca, salvo en el último año de la vida de Herrera,
fue inmensa. Era un hombre de vasta ilustración histórica y un astuto jefe
político a la criolla. Había montado a caballo en su juventud en las guerras
civiles junto al legendario Aparicio Saravia y remontado caballadas en las
estancias próximas a la frontera en medio de un remolino de lanzas: pero
también había almorzado pulcramente en el Palacio de Buckingham con el rey
Jorge V de Gran Bretaña (y Emperador de la India).
Herrera era el prototipo del gaucho-doctor, característico de las pampas
regadas por el Plata en una época desaparecida para siempre. Había iniciado
el revisionismo histórico en su país con El Drama del 65, donde examina la
política del mitrismo porteño y el aniquilamiento del Paraguay. En la guerra
del Chaco (1932-1935) militó en las filas del ejército paraguayo, pues creía
en la unidad de destino de paraguayos y orientales y temía una nueva
catástrofe sobre la tierra de Solano López. Durante la segunda guerra
imperialista de 1939-1945, la mayoría de la clase media del Uruguay prestaba
su apoyo a la causa de los aliados anglo-francoyanquis y deseaba intervenir
de algún modo en el conflicto. Herrera defendió tenazmente la neutralidad.
Sus adversarios, incluidos los comunistas, lo acusaron de nazi y pidieron la
cárcel para él. Se opuso igualmente a la instalación de bases militares
extranjeras en el Río de la Plata, negó su concurso al gobierno en 1950 para
enviar tropas uruguayas a la guerra de Corea, como lo exigía el gobierno de
los Estados Unidos y fue el único y declarado amigo de Perón en un Uruguay
liberal, democrático y antiperonista durante la década 1945-1955.
¿Cómo se explica, entonces, que este libro constituya la más asombrosa
apología al Imperio británico que se haya escrito jamás fuera de Inglaterra?
Para colmo, este himno en prosa al genio político de Canning, lo escribe un
oriental en recordación del papel jugado por Ponsonhy en la creación de la
República del Uruguay, lo que equivale a decir que se trata de un homenaje
escrito a la fragmentación de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Esta feroz paradoja sólo puede ser descifrada a la luz de la evolución
sufrida por la sociedad uruguaya desde la conclusión de las guerras civiles.
Cuando Herrera se incorpora a la vida política de su país en la década de
1890, la sombra de Artigas comienza a corporizarse. Había sido arrojado a un
abismo de olvido después de su derrota a manos de los porteños y del
portugués; pero después de hundirse su proyecto de una Nación sudamericana,
federando las provincias, una de ellas se erigía en Nación y transformaba al
unificador olvidado en su héroe de bronce. Herrera forma sus ideas en una
Banda Oriental que desde hace medio siglo se llama Uruguay. Es un país
fundado con la garantía británica, que disfruta de una economía agraria
floreciente incrustada en el sistema mundial de Gran Bretaña.
A semejanza de la Argentina, Uruguay empieza a desarrollarse como una gran
planta fabril de productos cárneos, que abastece sin competidores los
mercados europeos, gracias a los bajos costos derivados de la fertilidad
natural de las mejores tierras del mundo. Separado por Canning de las viejas
Provincias Unidas del Rfo de la Plata, poseedor de una gran pradera, de una
hermosa capital y de un excelente puerto de profundidad natural, el Uruguay
se constituye en un país que prospera gracias a las ventajas climáticas, a
una población reducida y a la protección discreta de la gran amiga
británica.
Mientras América Latina esclavizada se consume en el hambre, el Uruguay se
revela como un notable ejemplo de instituciones democráticas, con su
apacible Capitolio blanco, una especie de Westminster criollo que funciona
sin sobresaltos y donde los oradores no cargan pistolas. La relación
estructural entre el intercambio de lanas, carnes, cueros y cereales y la
importación de artículos industriales está respaldada por una renta agraria
que permite a un millón de orientales gozar del nivel de vida de una ciudad
europea, sin salir de la condición de una República compuesta de pastores y
burócratas. Aunque esa rara felicidad depende de las carnes rojas, se
explica la satisfacción reinante en el Uruguay por cuanto semejante estado
se prolonga desde comienzos de siglo hasta iniciarse la década del 60. Su
fase culminante se puede situar entre 1904 y 1930, entre la muerte de
Aparicio y la crisis mundial. Pero como un régimen de producción determinado
engendra una sociedad de rasgos específicos, el Uruguay, nacido de una
pradera abundante, ofreció a la mirada de América Latina fenómenos que jamás
pudieron reproducir los enfermizos Estados latinoamericanos, salvo en los
textos vacíos de sus admirables constituciones: una gran clase media
propietaria de viviendas confortables; un régimen previsional de retiros sin
paralelos (una sola persona podía llegar a acumular hasta tres o cuatro
jubilaciones: había jubilados de 40 años de edad); una clase obrera pequeña
y relativamente bien remunerada; el mejor índice de escolaridad de América
Latina; la más baja proporción de nacimientos; el más bajo índice de
mortalidad; irrestrictas libertades públicas, un partido socialista
librecambista y un partido comunista admirador a la vez de Stalin, de Baffle
y de Franklin Roosevelt.
Muchos liberales extasiados emitieron la opinión de que tales maravillas
eran el resultado del buen funcionamiento de las instituciones
parlamentarias, que a su vez permitía la prosperidad. Jauretche señaló
marxísticamente (iquién lo diría!) que, por el contrario, si las
instituciones democráticas funcionaban bien esto se explicaba por la
prosperidad. Jóvenes jubilados, una rica y refinada literatura, profusión de
becados por el Consejo de Cultura Británica o por el Departamento de Estado
que se lanzaban a conocer el mundo, abundancia de alimentos y de libros,
prensa de izquierda para satisfacer a un público ávido de información sobre
las revoluciones lejanas, protección a las madres solteras, a los niños y
ancianos, ley de divorcio, ferrocarriles y servicios públicos nacionalizados
(hasta el expendio de leche), mutualización generalizada de la medicina, ese
admirable Uruguay se enfrentaba pacíficamente cada cuatro años, en fecha
electoral. Los dos partidos históricos, el Colorado y el Blanco, Ilegaron a
sellar un pacto bastante simbólico de semejante sociedad: el partido
triunfador se reservaba el 60% de los cargos públicos; y el derrotado,
disponía del 40% restante. A este convenio equitativo, la prensa uruguaya
designaba risueñamente como el reparto de las achuras.
En ese Uruguay británico, surgido de la balcanización de América Latina y de
algún modo beneficiario de dicha balcanización, se formó Herrera. En procura
de alguna justificación histórica, escribió La Misión Ponsonby. Del presente
libro, se desprende lo siguiente: Artigas no fundó el Uruguay; lo fundó
Ponsonby. El Protector de los Pueblos Libres se había propuesto construir
una gran federación de provincias con un gobierno central. Ponsonby, en
nombre del Imperio dijo a Roxas y Patrón: El gobierno inglés no ha traído a
América a la familia real de Portugal para abandonarla. Y la Europa no
consentirá jamás que dos estados, el Brasil y la Argentina, sean dueños
exclusivos de las costas orientales de la América del Sur, desde más allá
del Ecuador hasta el Cabo de Hornos.
La vida de Herrera conoce tres etapas fundamentales: su juventud, que
transcurre en los últimos años de la estancia criolla y del enfrentamiento
declinante entre ese mundo arcaico y los nuevos intereses urbano-rurales
ligados a la época exportadora encarnada por Baffle y Ordóñez. En la segunda
etapa de su existencia, el Uruguay conoce un bienestar y una lozanía
económica y social sin precedentes. Es el periodo en que Herrera compone La
Misión Ponsonby. En la tercera, que es la de su vejez, luego de la prueba de
la segunda guerra mundial y del crepúsculo del Imperio Británico, que a
duras penas puede garantizarse a sí mismo y mucho menos estaba en
condiciones de garantizar al Uruguay, Herrera va cambiando radicalmente los
puntos de vista que expone en La Misión Ponsonby. El Uruguay posterior a
1945 aún se mantiene en pie, goza todavía serenamente del premio a su
insularidad, pero ya se insinúan en el horizonte los relámpagos de una
crisis irresistible. Herrera advierte la significación de los nuevos
tiempos. Daré aquí un testimonio personal, que excusará el lector. Conocí a
Herrera en 1950, en Montevideo. Me sorprendió su simpatía y declarada estima
por mi libro América Latina: Un País, que el diputado peronista de origen
conservador José Emilio Visca acababa de secuestrar en la Argentina. En
dicho libro me permitía designar al Uruguay como a la "Gibraltar en el Río
de la Plata". Afirmaba categóricamente mi convicción de que Canning habla
intervenida en nuestro río padre para debilitarnos y para fortalecerse. Al
darme un abrazo, el viejo caudillo me dijo: —Cuidado mi amigo con sus
verdades, que lo van a colgar.
Sentí, en ese momento, que Herrera era otro y que el autor de La Misión
Ponsonby había dejado de existir en 1930. No hay nada de extraordinario en
ese cambio. El Uruguay se precipitaba hacia una crisis irrevocable y los
jóvenes ilustrados de buena familia que se habían iniciado en las filas del
Partido Socialista intemporal y aséptico fundarían más tarde el movimiento
de los Tupamaros. Buscaban sin encontrarlas las huellas perdidas de una
vieja historia olvidada. En el horizonte Artigas montaba de nuevo a caballo
y se disponía a romper en pedazos los tratados de Ponsonby. En aquel 1928 en
que Herrera reúne en Londres los documentos que ahora publicamos por primera
vez desde esa fecha, cada uruguayo (y Herrera, con su intuición de
historiador y de político) advertía que la paz interna y el nivel de vida de
la Banda Oriental, eran una verdadera bendición, un Nirvana único y
deseable. Nadie quería renunciar a él. Angel Floro Costa había titulado un
libro sobre el Uruguay precisamente así: Nirvana. Ni en el Uruguay de 1928
ni en la Argentina de la misma época, podía encontrarse un solo
antiimperialista inglés. En el mejor de los casos había una legión de
antiyanquis que protestaban por las tropelías norteamericanas en el Caribe.
Pero Raúl Scalabrini Ortiz era impensable en 1928 en ambas márgenes. De
algún modo había una conformidad general implícita en el hecho de que las
relaciones con Gran Bretaña eran tan normales como podían serlo. Faltaba la
perspectiva histórica para descubrir que habían sido relaciones óptimas, si
se tiene en cuenta que los ingleses, en otras partes del mundo, habían
empleado la brigada ligera para asumir su control directo en las regiones
rebeldes. Justamente Scalabrini Ortiz descubre, después de 1930, en la
lectura de La Misión Ponsonby, las pruebas de que Inglaterra era la autora
de la segregación del Uruguay. Antes de esa fecha, el gran escritor
argentino se consagraba a la literatura. Destruido el mito del patrón oro y
la ciega seguridad de las colonias, el sector más militante de la pequeña
burguesía argentina, procedente del radicalismo —FORJA— se lanza, con
Jauretche y Scalabrini Ortiz, a la búsqueda de los orígenes. Se encontrarán
con La Misión Ponsonby. Pero también la apología de Herrera se trueca por
obra de la bancarrota mundial y del papel que en dicha bancarrota juega Gran
Bretaña, en la prueba para condenarla. El mismo libro servia, año 1930 por
medio, para dos tareas opuestas.
Es muy singular que Artigas, al enterarse por boca de los amigos que van a
buscarlo al Paraguay para que regrese, que se ha escrito en la Banda
Oriental una constitución y fundado una República, rehúse volver con estas
palabras: "Ya no tengo patria". Su patria era más grande. En 1928, Herrera
dedicó el libro que glorificaba a Ponsonby de este modo: "A mi patria".
Treinta años más tarde, los estancieros, importadores, industriales y
banqueros que habían engendrado la insularidad y que se aprovecharon de
ella, conducían al despreocupado Uruguay de la era británica a la dictadura
militar. Ponsonby realmente había muerto y Artigas estaba más vivo que
nunca.
Fuente: http://www.abelardoramos.com.ar/_doc/doc045.php
Del
tiempo de Perón.
Capítulo 2: Peronismo *
Por Javier Prado
El día del Renunciamiento (1951)
Perón estaba por finalizar su
primer mandato y su popularidad seguía creciendo. Se aproximaban las
elecciones. “El 2 de agosto de 1951 la CGT pide a Perón que acepte la
reelección (hecho posible a partir de la reforma constitucional de 1949) y
expresa su anhelo de que Evita lo acompañe en la fórmula”129. Mucho se ha
dicho sobre las razones que llevaron a Evita a declinar su candidatura a
vicepresidente, pero poco se ha dicho sobre las razones que llevaron a
formular la posibilidad. Tal vez fue un intento de Perón para ver cuál era
la relación de fuerzas luego de casi 6 años de gobierno y tratar de apreciar
cuales eran las reacciones dentro de las fuerzas armadas (las de la
oposición ya eran demasiado evidentes). Lo cierto es que en un
multitudinario acto, el 22 de agosto de 1951, se proclamó la fórmula del
pueblo: Perón -Eva Perón.
“Yo a Evita, cada vez que había un acto iba…para la Plaza de Mayo…Y ahí en
la 9 de Julio, la CGT también. Hizo un acto Perón, cuando Evita no quiso ser
presidente. (…) Estaba la calle 9 de Julio hasta donde le daba la vista (…)
Tenía cáncer ya…Estaba muy demacrada (…) Gracias 128 Gerónima Ramos 129
Castiñeiras, Noemí. Ser Evita. Síntesis biográfica. Instituto Nacional de
investigaciones Históricas Eva Perón, Buenos Aires, 2001, p. 28
a ella pudo la mujer votar. Y cuantos beneficios”130.
En inolvidable diálogo entre el pueblo y Evita, esta fenomenal mujer pidió
unos días para pensar su decisión, la cual se conoció finalmente el 31 de
agosto, no aceptando la candidatura.
“Si, el Cabildo abierto del Justicialismo. Recuerdo que para estar ahí en la
mejor ubicación, la señorita Luisa Komel nos llevó a las doce y cinco de la
noche, ya pasando (al 22)… y ahí estuvimos todo el día hasta que a la tarde,
a la siesta, se hizo el acto de renunciamiento de Evita. Pero antes, ya nos
había recibido Evita en distintos lugares, como el Hogar de la Empleada, en
los Hogares de Tránsito. Nos llevó a conocer la Ciudad de los Niños, la
ciudad Universitaria, todo, todo. El Hogar de Ancianos de Burzaco. Era una
joya, porque los ancianos nos estaban ahí tirados como están ahora mismo.
Todavía no se ha logrado revertir esa situación de los ancianos, que los
dejan ahí tirados y que no hacen nada. Mueren de pena. En cambio ahí, en el
Hogar de Ancianos, cada anciano tenía su actividad. O sea que no se sentía
inútil. Era una enseñanza, que tenían. Si al anciano le gustaba hacer
carpintería, hacía carpintería; si al anciano le gustaba hacer escobas hacía
escobas, todo eso fuimos a visitar nosotros. Yo tengo una serie de cosas que
he visto cuando estuvimos allá, que después vino la “revolución libertadora”
y rompió todo. Nosotras tuvimos la suerte, un grupo de diez, doce
subdelegadas, de que la señora Eva Perón nos reciba en la residencia que
había en la Avenida del Libertador…porque no era únicamente la residencia de
Olivos que existía en esa época. Existía la residencia que había en Capital
Federal. Y ahí, ese edificio ha sido destruido por la “revolución
libertadora”, porque era el lugar donde Evita trabajaba y recibía a la
gente. Entonces (fuimos) 10 subdelegadas, más o menos… Siempre hay, dentro
de los grupos, personas que son más capaces y otras que los lleva el
entusiasmo y la voluntad. Entonces, la señorita Komel eligió a las personas
que estábamos más capacitadas para el diálogo con Eva Perón. Y yo recién
tendría 18 o 19 años, no tenía más.
Y la señorita Luisa Komel me eligió a mí para que le haga entrega de la
canasta de flores, muguets, que era la flor preferida de Evita y nos iba a
recibir a las 3 de la tarde en la residencia de Olivos. Ahí, antes de estar
con la señora Eva Perón, con Evita, la señorita Luisa Komel me hace
pronunciar las palabras que yo le tenía que decir a Evita al 130 Carlos
Ritchie entregarle la canasta. Cuando a las 3 de la tarde viene el
secretario de Evita, que era Renzi, nos dice “ya las recibe la señora Eva
Perón”.
Se abre la puerta del living done nos iba a recibir. Evita, vestida de una
falda a cuadritos que ella siempre usaba y un pullover de lana porque era
agosto. Justamente agosto y ella andaba medio enferma.
Un pullover rosa y una chinelas todas de raso. Y cuando yo la veo tan bella,
tan hermosa, algo que uno ve…una Virgen…el rostro de ella era
hermosísimo…quedé impactada, tan impactada que no le pude decir nada, nada.
Todo lo que había estudiado para decirle se quedó en decirle
“señora,…señora…”…y se me cayó la canasta, que la recibió Renzi. Y lloré,
lloré y ella me abrazó y me besó…Así que nunca olvido a Eva Perón. Para mí,
es el recuerdo más hermoso que tuve de mi vida política (…) Pasamos al
living, pero yo quedé muda. Yo ya no hablé más nada.
Todas mis compañeras hablaron, porque ella nos incitaba a hablar. Ella era
una persona muy agradable, muy humilde. Y eso se quedó grabado en mi mente
para toda la vida. Estuvimos en el acto del renunciamiento de Evita, desde
las doce de la noche hasta que terminó el acto. Esa vez fue una delegación
muy grande, también fueron hombres, pero por separado. Y ahí nos alojaron en
un colegio católico a todas. Y vivíamos muy bien, porque fueron a ofrecernos
espectáculos, porque el colegio tenía un salón de actos. Estuvieron los
Hermanos Ábalos, artistas de primera que nos hacían bailar a todas ahí en el
escenario”131.
La declinación de Evita, su renunciamiento, pudo deberse a cuestiones de
salud, pero además revela que la relación entre Perón y las fuerzas armadas
era difícil. La política obrera de Perón y la profundización de las reformas
molestaban a una parte de las fuerzas armadas. La candidatura de Evita era
tomada por algunos grupos militares como una “provocación” que justificaría
algunos movimientos conspirativos. Poco más de un mes después del
renunciamiento se producía la intentona golpista de Menéndez. Esto solo
podía ser resultado de una actividad conspirativa previa, por lo que no eran
descabelladas las prevenciones de Perón y de parte de su entorno respecto de
movimientos sediciosos en el ejército. Por otra parte, si Evita hubiera
aceptado su candidatura, no hubieran faltado los “críticos” que dijeran que
Perón quería “encerrar” a Evita en el senado como presidenta de la cámara.
Evita era consciente que tenía un amplio espacio que Perón dejaba a su
disposición, dentro del cual se movía por iniciativa propia, pero siempre en
el marco de una plan general.
131 Olga Montenegro
* Fragmento de “Del tiempo de Perón” Autor del texto: Javier Prado
Responsable de su digitalización: Javier Prado
Responsable de su publicación original en Internet: Cuaderno de la Izquierda
Nacional (http://www.elortiba.org/in.html)
Del
tiempo de Perón. Capítulo 2: Peronismo *
Por Javier Prado
El peronismo femenino (1947 – 1951)
El Partido Peronista Femenino vino a reforzar el respaldo político al
presidente Perón, pero además tuvo la característica de ser independiente (organizativamente)
del partido peronista masculino: “Con los hombres era separado. El partido
justicialista de hombres separado del Partido Femenino. Evita lo creó así y
así lo dice en sus memorias. El General dice: “para que las mujeres nazcan
vírgenes en política, no tienen que llevarse por las mismas y tradicionales
mañas de de los viejos y tradicionales partidos políticos”, que eran el
Demócrata y el Radical. Entonces para que la mujer no se dejara llevar por
ningún caudillo (en esa época les decíamos caudillos)”88.
El Partido Peronista Femenino fue una herramienta política de gran
importancia en el aspecto proselitista, pensándolo como herramienta
electoral; en la faz doctrinaria (ya que se difundían las bases del proyecto
político del líder popular y sus realizaciones); y social (porque en las
Unidades Básicas del peronismo femenino y masculino se recibían pedidos de
ayuda social que se canalizaban luego mediante el accionar de las
instituciones estatales oficiales o por medio de la Fundación Eva Perón89).
“Entonces nosotros hicimos en cada pueblo, porque éramos 204 mujeres que
trabajamos con Evita para hacer el Partido Peronista Femenino90 (…) Evita me
mandó unas cuantas cosas. La intendencia de Campana me dio mesas, sillas y
para que yo pudiera traer y atender a los chicos del barrio y enseñarle las
lecciones (…) En la Unidad Básica yo enseñaba a los chicos las cosas del
colegio. Enseñaba a las mujeres a coser y corte y confección (…) después,
una vez por mes, invitaba a todas las mujeres que quisieran venir. Yo no
decía a “Fulana y Fulana”, no. Que vinieran las que quisieran venir,
entonces yo las anotaba cuando habían venido, en el registro. Pero yo sabía
las que no eran peronistas, porque ellas mismas me lo decían”91.
La nueva organización política nació en un encuentro de mujeres en el Teatro
Cervantes, en 1949, pero se había empezado a gestar desde 1947 en
consonancia con la promulgación de la ley de voto femenino: “el peronismo de
todo el país contaría con dos agrupaciones, una integrada por hombres y la
otra por mujeres, ésta última como consecuencia de la reciente sanción de la
ley por la cual se acuerdan derechos políticos a la mujer”92. Allí fueron
convocadas mujeres que adherían al movimiento peronista. Evita ya tenía
contactos con quienes trabajaban cerca suyo en la Fundación y además se
fueron sumando simpatizantes y militantes que compartían las ideas de Perón.
En el congreso organizativo se eligieron 23 mujeres que fueron nombradas
como Delegadas Censistas.
“Mi militancia empezó en los centro peronistas femeninos “María Eva Duarte
de Perón”, así se llamaban. Luego Eva Perón manda una delegada censista a
cada provincia, a nosotros (Entre Ríos) nos tocó Juana Larrauri, que era una
cantante”93.
Su misión era ir una a cada provincia para censar y afiliar a las mujeres
que quisieran sumarse al partido.
“Era una de las más fanáticas de Perón y Evita. Y ella inaugura acá un
centro en Alem 18, en Paraná, Entre Ríos. Inaugura la sede central”94.
El proceso de inclusión de la mujer también estaba atravesado por cuestiones
clasistas, más allá de la heterogeneidad del peronismo “las maestras eran
mas vale ya gente con dinero para haber estudiado, entonces al peronismo
medio no lo habían aceptado, pero las maestras que eran de carácter humilde
empezaron a moverse y cuando empieza Eva Perón había logrado nombrar
delegadas en las distintas provincias (...) la mujer humilde era la que
sufría lo que pasaba en la casa y había visto como había cambiado con el
peronismo, fue más leal aun que el varón hacia Perón y hacia Eva Perón”95.
El Partido Peronista Femenino profundizó los alcances del voto femenino,
logrado en 1947 y redondeó la incorporación de la mujer al escenario
político: “Eso se pidió por la cámara. Esos trámites los hizo Perón y Evita
y la gente, los diputados y senadores peronistas. Incluso había gente
radical, había mujeres. En esa época estaba Lidia Parodi, Juana Larrauri, un
montón de mujeres que fueron las pioneras, las secretarias principales de
Evita y todo eso”96.
Sin duda que el proyecto del voto femenino fue una de las grandes obras del
peronismo, en este caso, impulsada por Evita, pero ya Perón, mucho antes de
ser presidente había propuesto la idea: “Evita me mandó una invitación para
ver si yo quería trabajar en el Partido Peronista (…) yo trabajé todo el
tiempo con Evita. Nosotros hicimos el voto, el voto femenino, que Perón
pidió permiso en la Capital al que hace los documentos para que pudieran
votar las mujeres”97.
La fase organizativa del movimiento peronista femenino corría a la par de
las acciones sociales. Dentro de las mujeres censadas, las delegadas debían
elegir una subdelegada que las ayudara en las tareas organizativas y a su
vez buscar a las personas más indicadas para presidir las Unidades Básicas
que debían fundarse en cada localidad, como recuerda esta sanjuanina: “Yo
empecé en el ‘49,…cuando una asamblea de mujeres venidas de todas las
provincias la eligieron a (Evita) como presidenta del partido, entonces se
iba a formar el partido (…) Se llamaba Partido Peronista Femenino. Evita
quería chicas que estuvieran dispuestas a trabajar en el partido, que sean
activas. Y un pariente mío, que estaba cerca de ella, fue el que me dijo y
me propuso eso. Yo no me defendía mucho, pero me decidí…y junto con otras
chicas fuimos a verla a Evita a la residencia de Olivos…Verla a ella fue
algo maravilloso para mí…Una mujer extraordinaria de la manera que nos
trató, como familiares. No tendría calificativos para hablarte de ella, de
su bondad, de su personalidad tan maravillosa. Entonces me destinó a una
Unidad Básica, la primera Unidad Básica que se inauguraba en el primer
barrio que hizo acá98 la Fundación, que se llamaba “Presidente Perón” que
actualmente se llama “Barrio Saavedra”, y ahí estuve trabajando”99.
“Delimitado por las calles Crisólogo Larralde, Aizpurúa, la avenida General
Paz y Andonaegui, y en el límite con el Parque Sarmiento y el Museo
Histórico General Cornelio Saavedra, el barrio Presidente Perón (actual
barrio Parque Saavedra) fue uno entre tantos realizados en el marco de la
política de vivienda del primer peronismo, que concretó medio millón de
unidades en todo el país.
El Ministerio de Obras Públicas de la Nación, dirigió la obra, que contó con
el apoyo financiero del Banco Hipotecario Nacional. Pero el verdadero motor
fue la Fundación Eva Perón”100.
“El trabajo que teníamos que hacer era censar. Para poder formar un partido,
tenía que tener cierta cantidad de afiliados, para que le den la personería
jurídica. Entonces había que afiliar, la tarea nuestra era afiliar.
Hablábamos a la gente, a las mujeres y no exigíamos, la que voluntariamente
quería afiliarse, se afiliaba. Andábamos por casas, era una cuestión de
tomar mi cuadernito, íbamos casa por casa y había gente que nos recibía
bien, otras mal, pero no importa, así fueron mis inicios.
Después, más o menos, un mes habré estado ahí y en una reunión que hizo la
señora en la Secretaría de Trabajo, en una reunión para todas las
secretarias de las Unidades Básicas, entonces me ascendió a Sub-Censista de
la Unidad Básica, de la Circunscripción Cuarta, de Barracas. Ahí me puso al
frente de esa Unidad Básica. Y ahí estuve trabajando. Un barrio populoso,
pero casi todo de gente comunista.
Teníamos nuestras conversaciones y discusiones. Bueno, después de eso, a los
dos o tres meses, me llama a la residencia. Entonces ella me mandó a San
Juan a organizar el Partido Femenino (yo soy oriunda de San Juan, nosotros
nos vinimos después del terremoto del ‘44, mi familia se vino a Buenos
Aires, porque perdimos todo y como teníamos familiares acá, nos vinimos).
Cuando me dijo eso, era como que se me caía una montaña encima…Porque yo
digo “¿cómo voy a organizar yo un partido?”…Y era joven, muy joven…y bueno,
felizmente, gracias a Dios, pude…Primero porque uno ya llevaba ese
entusiasmo de joven, ese amor a la causa, y todo eso que hizo que aceptara y
me puse a trabajar…Y así fue que organicé todo el partido. Hubo mucha gente
que me ayudó porque yo solita no podía hacer todo. Me recorrí la provincia
varias veces (…) Donde yo sabía que había grupos de una población femenina,
yo estaba…Incluso tenía una Unidad Básica en una montaña. En San Juan las
localidades se llaman departamentos, era el departamento de Valle Fértil.
Una localidad pequeña, mejor dicho, es en la montaña y se llama Sierra de
Chávez…Entonces yo sabía que había varias viviendas ahí, la gente trabajaba
con sus cabritos. De eso se ocupaban. Bueno, hice amistad con una chica que
vivía cerquita de esa montaña y toda la gente que bajaba por la montaña
forzosamente tenía que pasar por la casa de ella. Entonces, conversando con
ella, le dije que en tal fecha iba a ir a visitarla. Y así fue que tres días
seguidos estuve internada en la montaña. Y ahí puse una Unidad Básica. Una
experiencia maravillosa. Esa gente, la sencillez de la gente, cómo me
recibían, eso es una cosa que no me olvido más. Esa gente humilde que Del
tiempo de Perón Javier Prado lo único que podía ofrecerme era un mate y me
lo hacían solamente para mí, y eso que yo no tomo mate, pero tenía que
tomarlo, calcule que era lo que la gente podía ofrecerme, no podía negarme.
Así que hasta en esa sierra se inauguraba una Unidad Básica, que al frente
la puse a esa chica que contactó con toda esta población. Después otra
Unidad Básica en otra montaña que se llama Sierra de Elizondo, pero esta no
era tan difícil como esa de Chávez. Yo iba con un muchacho de 15 años y
otras dos señoras más y me decían “hay que subir a esa montaña” y yo en el
caballo decía “¿cómo voy a subir?, ¿y para bajar?”.
Eran cosas terribles, pero uno todo lo puede cuando es joven y está
entusiasmada por una causa, entonces yo hice todo eso. Bueno, después de
inaugurar todas las Unidades Básicas que Evita me había pedido, tenía que
tener en tal fecha inauguradas 125 Unidades Básicas (me había puesto la
fecha y todo) en toda la provincia. Entonces las tuve.
Después de eso fue cuando se preparó la gente para las elecciones. Otra cosa
quería destacar: (en) las Unidades Básicas (allá en San Juan por lo menos
nosotros lo hacíamos así), no solamente que afiliábamos. En las Unidades
Básicas había gente que generosamente se ofrecía, maestras, a ayudar a
chicos en sus tareas escolares, o alguna chica que conocía un poco de corte
y confección. Entonces, eso también lo dábamos en las Unidades Básicas,
gratis. Los chicos iban y hacían sus tareas o sea que no solamente era
cuestión de afiliar. Tratábamos siempre, en lo posible, alguna situación que
se presentaba así de ayuda social o enfermos, en fin, todo eso también lo
tratábamos de solucionar. Y fue así que Evita me propuso para diputada. Y yo
no quise aceptar, porque me parecía que no era para mí. Por otra parte
jamás, lo digo con toda sinceridad, jamás (lo) pensé…Yo fui a trabajar con
todo ese entusiasmo, pero porque yo sentía la causa, la amaba mucho a ella y
al General, pero lo menos que pensaba era en una diputación…Cuando ella me
dijo así yo le dije que no. No aceptaba. Además yo pensaba que para estar en
una banca del congreso (eso es lo que yo pensaba) tendría que ser
universitaria y yo no era universitaria. (…) Y ahí dijo que no, que no. Ella
me dijo “vos te lo has ganado con tu trabajo, ¿a quién voy a poner, si vos
hiciste el trabajo?”. Y bueno, fue así que ella me eligió para diputada.
Y también yo, en esa oportunidad, traje siete mujeres para ser diputadas
provinciales”101.
Aquí se puede observar, en esta sencilla anécdota, el profundo proceso de
incorporación política y social que se estaba dando en la sociedad
argentina.
La posibilidad de que alguien venido del mundo del trabajo y sin títulos
universitarios ocupara una banca en el congreso era algo increíble en
aquellos tiempos (incluso para la propia candidata, como en este caso). El
peronismo incorporó a las cámaras, concejos deliberantes, intendencias,
puestos de importancia y gobernaciones a muchos hombres y mujeres que
provenían de las clases trabajadoras. En el caso de las mujeres era
doblemente meritorio, teniendo en cuenta que para esa sociedad de los años
‘40 y ‘50 era toda una novedad que una mujer participara en política como
candidata y que asumiera un cargo legislativo. “Los derroteros de las
mujeres a lo largo de la primera mitad del siglo XX parecen quebrarse con la
llegada del peronismo”102.
“(¿Reuniones con ella?) Yo cuando tenía urgencias, cuando yo necesitaba
algo… Porque fíjese, en las Unidades Básicas yo tenía que: hacer un
discurso, poner a la que va a estar al frente de esa Unidad Básica, y yo
tenía que mandar la fotocopia103 de lo que yo decía y lo que decía la mujer
que ponía al frente de la Unidad Básica, una fotografía y mandarla a los
secretarios que ella tenía, del partido, que eran un señor Juan Carlos
Luciano y otro señor, Marrón, que no me puedo acordar el nombre. A ellos les
mandaba la correspondencia. Y cuando yo tenía que venir a Buenos Aires para
consultar alguna cosa, yo pedía permiso. Hacía una nota, y entonces por
teléfono me decían “bueno, baje”…Entonces yo me presentaba y ya sabía que
estaba. Y yo tenía que consultar alguna cosa con ella, pero ¿qué pasaba?
Ella me decía “vení mañana a la Residencia”, la residencia que estaba en
Agüero, y estaba atendiendo a medio mundo ahí. Se hacía la hora que tenía
que ir a Trabajo y Previsión: “bueno, vení con nosotros”. Me metía al auto
de ella e ir a Previsión, ella trabajaba ahí. Y mientras, no me atendía para
lo que yo iba. O sea que yo pasaba el día de acá para allá con ella. Siempre
me pregunté por qué ella nos hacía eso, por lo menos a mí me lo hacía, no sé
a las otras y después pensaba “será para que nosotros aprendamos a trabajar
como trabajaba ella”. Porque atendía a la gente, al pobre, a los más
encumbrados, a toda la gente que iba ahí, pero con una dedicación.
Fíjese que los muchachos que atendían ahí, le ponían sobre el escritorio una
cajita con bombones de marrón glacé y ella mientras conversaba con la gente,
iba y agarraba un bomboncito (…) Y cuando yo venía por esos viajes, y me
atendía recién a los diez días, mientras, como andaba de acá para allá con
ella a lo mejor venía alguna señora, esposa de algún personaje, qué sé yo y
me pedía que la acompañara a tal persona al restaurant “San Martín”, que era
un restaurant que estaba en la calle Avenida de Mayo, hermoso, que lo había
hecho la Fundación. Era un restaurante de lujo, era para sacar más bien
fondos. Porque fíjese: en Avenida de Mayo estaba el restaurant “San Martín”
y por la otra, que viene a ser Rivadavia, estaba el “Hogar de la Empleada” y
ahí iba la gente a comer el mismo menú que le daban en el restaurant “San
Martín”; comía el mismo menú. Yo tenía una pariente en casa, que ella tenía
el horario cortado, tenía poco tiempo de venir acá (yo vivo en la provincia
de Buenos Aires, en Florida), entonces ella comía ahí.
La misma comida que servían en el “San Martín”. Entonces Evita, a veces, nos
decía “acompañá a tal señora a tal parte”…Yo la he visto trabajar y como
atendía a la gente, con que cariño. Yo tengo un recuerdo imborrable para
ella”104.
“La Fundación Eva Perón construyó el Hogar de la Empleada “General San
Martín”, inaugurado el 30 de diciembre de 1949. El edificio, ubicado en
Avenida de Mayo 869, contaba con once pisos, nueve de los cuales estaban
destinados a dormitorios, con capacidad de alojamiento para 500 personas.
En el entrepiso del Hogar funcionaba el Restaurant General San Martín, con
precios acomodados y abierto al público en general. Eva solía ir allí a
cenar, muy tardíamente, al concluir su jornada”105. De manera que la acción
social que desarrollaba la Fundación estaba organizada cubriendo todos los
aspectos: vivienda, salud, educación y recreación. Los hogares escuela
brindaban educación y vivienda a los niños carenciados y los Hogares de
Tránsito ayudaban a mujeres y niños pobres hasta que consiguieran mejorar su
situación (lo que era tramitado por la propia Fundación).
Los hombres, igualmente, podían colaborar con las mujeres cuando ellas lo
requirieran, más allá de la independencia organizativa del partido femenino:
“teníamos el Centro Femenino. Acá teníamos la afiliación de los hombres y
las mujeres aparte. Mejor dicho, el mismo partido pero con padrones
distintos (…) Trabajaban en conjunto, pero claro, tenían su sede también.
Mejor dicho, en un mismo edificio funcionaba un local masculino y el otro
femenino, pero se trabajaba de común acuerdo”106.
Las unidades básicas cumplían su objetivo desde lo partidario, pero también
en función de la incorporación social del ciudadano al ejercicio de sus
derechos: “En las Unidades Básicas reuniones para dar clases de civismo, a
la gente del barrio. Dábamos charlas, rendíamos homenaje a Evita, por
supuesto, cuando correspondía”107.
Las delegadas censistas y subdelegadas cumplían la importante tarea de
establecer cuantas mujeres simpatizaban con el peronismo y estaban
dispuestas a militar en las Unidades Básicas y en la acción social
desarrollada por el gobierno. Así, en Santiago del Estero, en 1949 “Yo he
trabajado organizando muchas cosas. Yo trabajaba y salía a los pueblos con
la señorita Luisa Komel, que era la delegada censista y con ella hemos ido
para varios departamentos a organizar a las principales que quedaban de las
chicas que trabajaban, digamos a los líderes de cada barrio, de cada pueblo,
de cada ciudad. Y así fue tan grande el movimiento”108
A finales de 1949, Evita decía sobre el Partido Peronista Femenino: “A las
compañeras que trabajan a diario, les pido que colaboren con las censistas y
subcensistas, porque ellas no tienen más que una misión específica: la de
censar para saber cuántas mujeres estamos enroladas en la causa peronista.
Las dirigentes saldrán de la masa. Las más laboriosas, las más abnegadas y
las más disciplinadas serán las que surgirán, porque la masa será la que
elegirá y yo respaldaré a las elegidas con el cariño y el respeto que siento
siempre por las decisiones del pueblo”109.
Una característica del antiperonismo fue descalificar al nuevo movimiento
por su “inexperiencia” política o por carecer de “títulos”. Ese enfoque
encierra un desprecio social y de clase que les impide ver el inmenso valor
de la incorporación de hombres y mujeres a la vida política y al pleno
ejercicio de sus derechos civiles. Así lo señala esta militante entrerriana.
“Nadie nos enseñó nada. Las directivas que traían las delegadas censistas de
Evita, que en este caso era Juana Larruari, era lo poco que ella sabía,
igual que nosotros. Pero lo hizo todo la creatividad de las mujeres que
adhirieron de alma y vida con la causa de Perón y Evita”110.
Justamente por su “inexperiencia” es valorable el proceso de inclusión civil
que se da en esos años.
“Mis padres siempre han abrazado la causa peronista. Yo era muy dispuesta a
todo lo que me enseñaban en mi casa y a ver las necesidades que se vivían en
el momento. Yo era estudiante todavía. Estudiante de magisterio y me gustaba
leer mucho, así que yo conocía todo lo que pasaba a mi alrededor y en la
política de Perón y Evita. Participé de la fundación (aquí en Santiago del
Estero) del movimiento peronista femenino. Ya comenzando a dar mis primeros
pasos en la política del peronismo con el apoyo de mi padre, por supuesto.
Porque mi padre era militar, de la época del General Perón. Trabajaba a la
par del General Perón, en la Secretaría de Trabajo y Previsión. Ahí
trabajaba mi padre junto al General Perón y nosotros aquí vivíamos con mi
madre, con mis hermanos, y él se fue y estaba allá como militar retirado.
Era teniente coronel. Y después volvió al ejército, por pedido del General
Perón.
Así que yo seguí aquí, como ya estaba en la escuela secundaria y no
queríamos salir de la ciudad, habíamos nacido aquí. Y tenía un hermano nada
más. Todos aquí en mi casa, la familia, era peronista. Continué dentro de la
parte estudiantil apoyando a los grupos juveniles y luego me llamaron (como
me vieron joven y dispuesta a participar en todos los actos que podían
existir aquí en La Banda) cuando vino la Delegada Censista. Se llamaba así,
Delegada del Movimiento Peronista Femenino enviada por Eva Perón, que era la
señorita Luisa Komel. (…) llamó a todos los que queríamos trabajar en el
movimiento peronista. Yo ya, hasta eso tenía 17 años, estaba para recibirme
de maestra y continuaba asistiendo a las reuniones que promovía el
movimiento femenino. Todos eran de la rama femenina, porque así se llamaba
nuestro movimiento: “Movimiento Peronista Femenino”. No había cumplido
todavía 18 años cuando se organiza aquí en La Banda, la afiliación masiva de
las mujeres peronistas. Me convoca la señora del intendente de La Banda, más
la señorita Komel, que vino a La Banda a organizar la afiliación en masa. Se
alquiló un local, donde comenzamos a afiliar a todas las mujeres peronistas
del departamento Banda. Luego de esa afiliación masiva (que yo no pude
afiliarme porque todavía no tenía 18 años, pero yo estuve ahí en esa
reunión, tengo una foto por supuesto, de ese acto con todas las chicas de
esa época donde está una multitud viendo la afiliación del peronismo en La
Banda. Multitud de mujeres), después, poco a poco, se fueron organizando las
Unidades Básicas, donde había una delegada central. Se hizo la Unidad Básica
central, y ahí entonces nos empezábamos a reunir, casi siempre,
permanentemente, porque venían las elecciones del General Perón, y
gobernadores y todas las cuestiones.
Teníamos que salir a hacer la propaganda callejera, a pegar carteles.
Y siempre lo hacíamos acompañadas de los hombres del movimiento
justicialista. Nosotras éramos muy jóvenes. La mayoría que andábamos éramos
muy jóvenes. Dentro de las más jóvenes, era yo. Y gracias a Dios, como digo,
porque yo me preparé muy bien, porque no sólo era ser maestra (que yo ya me
recibía de maestra, de docente), sino que también he estudiado mucho, leía
mucho sobre la vida de Perón y Eva Perón. Trabajé mucho cuando se dictó el
voto femenino. Antes del voto femenino, ya se organizaron las Unidades
Básicas en distintos barrios de la ciudad. A mí me dieron, pese a mi edad,
la primera Unidad Básica del barrio. Tenía 18 años, ya, y me dieron la
Unidad Básica Femenina más joven y mis compañeras, las que me secundaban,
también eran jóvenes. No tendrían más de 20 años. O sea, que teníamos muchas
ganas de trabajar. Luego tuvimos encuentros, participación en delegaciones
que fueron a Buenos Aires. Fuimos dos veces, en delegaciones del Movimiento
Peronista Femenino de toda la provincia. Ya se organizó en toda la provincia
y se llevaron los delegados y los subdelegadas más las secretarias que
teníamos en esa ocasión, tuvimos la suerte de participar en muchos actos en
la Capital Federal y de que nos recibiera el General Perón y Evita. Tuve
muchas experiencias muy buenas en ese entonces. En la primera oportunidad
nos alojaron en algunos hoteles, porque éramos menos, una delegación más
chica. Y nos llevaron a conocer muchas cosas: teatros, cines, fuimos a verlo
a Sandrini, a verlo actuar en el teatro (“El diablo andaba en los choclos”),
y después nos llevaron al cine y a distintos lugares donde trabajaba Eva
Perón. Y la segunda oportunidad, que viajamos a Buenos Aires, fue para el 22
de agosto, día del renunciamiento de Evita”111.
Del mismo modo, estas militantes entrerrianas cuentan como era la situación
por el año 1949/50 en Entre Ríos. En primer lugar, Heraclia recuerda los
comienzos de las actividades de las delegadas censistas: “Y se coloca en los
diarios que “hoy se va a censar a las mujeres” que había en el movimiento
justicialista. Y yo estoy entre las primeras.
Entonces, cuando me toca a mí, me dice (Juana Larrauri): “Vos, ¿qué sos?”,
“estudiante, con 18 años, estudiante y militante y trabajadora de la
administración pública”. “Bueno, ¿no querés venir a trabajar conmigo?”, “si,
yo quiero trabajar en el partido peronista”. Y me sienta en una mesa, Juana
Larrauri de Abrami, a censar a todas las mujeres. Las mujeres eran una
cuadra y media, la cola. Entonces me senté a censar mujeres. Y de ahí, salí
Inspectora por toda la provincia de Entre Ríos.
No sabía nada de política, era militante, nada más. Empecé a militar y al
militar te ponés al tanto de todas las cosas. Y recorro la provincia de
Entre Ríos (…) si el jefe de familia, o el abuelo, comulgaba con las ideas
del General o de la señora, todas las mujeres se nos adherían.
Estaba también en la táctica nuestra, de convencerlas (…) salí con una
catramina que nos prestó un cura para hacer la propaganda en toda la
provincia. Y tuvimos nuestros serios encuentros con los que no comulgaban
con nosotros (…) No pedíamos prestado auto, porque ni auto teníamos,
pedíamos a la policía. En ese tiempo era gobernador Domingo Maya. El primer
gobernador justicialista de Entre Ríos. Así que a veces teníamos auto, a
veces no teníamos nada. Recorríamos las distintas ciudades, sobre todo, con
la colaboración de alguna policía solidaria. Porque al ser mujeres, era la
primera vez que veían salir a una mujer a la calle con un libraco a afiliar
gente. Mejor dicho, nosotros no decíamos “afiliar”: a “censar” quién
coincidía con nuestros ideales (…) En la calle principal de Concordia, en
una de las ciudades importantes de Entre Ríos, vamos pasando y yo era la que
manejaba un disquito y pasaba “hoy en Concordia inauguramos la sede de la
Unidad Básica Femenina Peronista”, y estaban los señores gorilas en una
famosa confitería enfrente, calle Entre Ríos y entonces salen lo señores y…
éramos puras mujeres no tenían por qué agredirnos. Era la primera vez que la
mujer salía a la calle a hablar en un partido político. Y nos gritan.
Juanita Larrauri que era porteña y era brava, (les dijo) “Señores, a la
justicia”. Todos los que salieron a la puerta a gritar. Nosotros no hacíamos
más que la propaganda. Pasábamos un disquito en una catramina que daba
lástima y decíamos “hoy a tal hora se inaugura la Unidad Básica”, y nada
más, porque mucha letra no teníamos, recién empezábamos”112.
Debió ser un cambio social (y político) impactante en esa sociedad de los
años cuarenta, ver a mujeres haciendo proselitismo electoral, cuando
tradicionalmente ese papel estaba reservado a los hombres. El peronismo, sin
tantos teoremas feministas, concretó la aspiración política de una mitad de
la sociedad que era solamente espectadora de los avatares políticos de la
época.
Tras sancionarse la ley de voto femenino había que elaborar los padrones de
mujeres y no faltaron las dificultades aunque todo se viera coronado por la
entrada al cuarto oscuro:
“Cuando fui a votar, para nosotros mucha emoción, porque nosotros éramos
partícipes de haber censado a las mujeres. Nosotros empezamos con la Libreta
Cívica, porque no obstante la ley de Evita, que no me acuerdo el número, la
mayoría de las argentinas no estaban inscriptas en los registros civiles
(padrones). Había que acompañarlas, llevarlas, luchar con la burocracia para
que las anotaran, porque esa mujer había nacido en tal lugar, en tal fecha.
Y bueno, con todas ellas acompañarlas y ¿cómo fui? Como fuimos todos los que
vamos por primera vez, con mucha emoción a votar. ¿Sabe qué pasa? Eso es una
pasión”113.
“A pesar de la intensa actividad del Registro Civil y de los juzgados,
muchas ciudadanas no han podido contar a tiempo con sus documentos (…)
Faltará entregar unas cien mil partidas”114. La creación de Unidades Básicas
era una de las primeras tareas de las delegadas y sub delegadas censistas, a
fin de lograr un lugar de encuentro, organización y planificación
proselitista: “Yo las preparaba y la delegada de Evita las inauguraba.
Porque yo le decía a la mujer del vecindario, a la que más estaba
compenetrada en nuestros ideales. Y venía Juanita y poníamos la marcha. En
aquel tiempo todavía no estaba la Marcha115, estaba la “Marcha del trabajo”.
Entonces militábamos así y todo era nuevo, diletantes, aficionados.
Todo lo aprendimos al andar (…) Nos tocaba estar al tanto de todo lo que
pasaba en la provincia, porque teníamos varias Unidades Básicas.
Y ¿quién mejor para que te traslade todo lo que pasa en cada ciudad qué el
ama de casa?; la que concurre a un lugar donde van todos los humildes, van
los chicos que hay que enseñarles a leer y escribir. Todas esas cosas”116.
¡Sencilla e interesante conclusión! Para la organización de la ayuda social
en el marco del ascenso social de las masas, quien podría dar una mejor idea
de las carencias familiares era la mujer, en una sociedad en la que recién
se estaba produciendo el despegue de la mujer a nivel político, pero donde
ciertas costumbres sociales y de organización familiar se mantenían dentro
de límites tradicionales. Por su parte, Esther, otra militante de aquellos
años, recuerda: “Ya estaba instalado el partido peronista femenino, del cual
Juanita Larrauri era la delegada principal de Evita. Entonces ahí hacíamos
las directivas que traía Juanita y nos participaba a nosotras para que
saliéramos a censar, a hablar con la gente. Teníamos Unidades Básicas en las
cuales se enseñaban las primeras palabras a algunas personas que no habían
escrito nunca. Las sumas. A hacer un corte, teníamos máquinas de coser.
Enseñábamos, la que sabía aprovechaba y cosía.
Después salíamos a los barrios, pero ya le digo: Femenino, todo femenino.
Ahí el único que había varón, era un médico. Porque después era todo
mujeres. Julián Saín, fue el primer médico que hubo ahí”117.
Las delegaciones del interior solían viajar a Buenos Aires a mantener
encuentros con militantes de todo el país y con Perón y Evita: “Y a nosotros
nos llevaba Juanita Larrauri en una delegación. Parábamos en los hoteles de
Ezeiza e íbamos de noche a la sede de la residencia presidencial de Agüero y
Alvear, que luego la cobardía de la oposición deshizo ese hermoso (lugar),
casa de los presidentes que era regalo de la familia Unzúe. El Palacio Unzué.
Nosotros estábamos ahí a las 12 de la noche esperando a que Evita nos
recibiera. Y bajaba por una escalerita Perón, recién, a saludarnos. Éramos
una delegación de Entre Ríos, otra vez sería de otra provincia. Íbamos con
Juanita (Larrauri). Juanita era muy querida por Perón y Evita. Así que a
nosotros nos recibía Evita en desabillé, con su perrito. Y nos decía “bueno,
chicas, a ustedes les toca una tarea grande: la de difundir la doctrina
peronista”, y nos daba consejos”118.
El trabajo de Evita era incansable. Tanto a la residencia presidencial como
al edificio de Trabajo y Previsión llegaban delegaciones de todo el país
para mantener: “una entrevista con ella y con Juanita Larrauri, en la
Secretaría de Trabajo y Previsión, donde ella recibía al pueblo. Bueno,
nosotros estábamos sentadas ahí esperando que la recibieran a Juanita, que
era la delegada personal de ella en Entre Ríos. Estaba este boxeador… que
era medio payaso…Gatica, la mujer, embajadores, de todo. Todos estábamos
esperando ahí, sentados. La señora (Evita): las piernas todas hinchadas,
recibía a la gente de pie. Ponía una rodilla arriba de una banqueta. A las 4
de la tarde nos invita (a Juanita Larrauri y yo, con ella por su puesto) a
ir a la residencia de Agüero y Alvear, Austria, a comer.
A mí no me pasaba ni un pedacito de pan. Y la señora no comió nada, ¿cómo
era posible que viviera si no comía?. Nos atendían muy bien, pero más que
nada eran instrucciones. Ella permanentemente te daba instrucciones.
“Juanita, ¿cómo anda Entre Ríos?”, “Y señora, Entre Ríos…hay poco
asfalto…podemos salir poco a la provincia”, “Tome el tren Juanita. Si usted
no puede ir en auto, tome un tren”. Y empezamos a viajar en tren. Porque en
esa época había poco asfalto en Entre Ríos.
Y nos daban instrucciones. Estaba el ministro Niccolini, la hija Ema.
La señora no comió nada, la mayoría de nosotros tampoco, porque si no comía
la señora menos íbamos a comer nosotros. Los mozos nos decían “coman por
favor, coman”. A nosotros no nos pasaba un pedazo de pan. Y bueno, esa fue
mi primera (vez), que la señora Juanita Larrauri me lleva como posible
candidata para que me nombre la señora Evita como inspectora de Entre Ríos.
Yo ya había hecho todos mis pininos en la sede central. Ya que era la
primera que se anotó para trabajar con Juanita y ella me fletó enseguida
para todo Entre Ríos. Yo no sabía nada de lo que tenía que hacer. Me daba
las instrucciones por teléfono. Así que todo era pasión y militancia”119.
En las Unidades Básicas del Partido Peronista Femenino también se
diagramaban y decidían las posibles candidaturas de mujeres en política:
“Las primeras personas que se animaron a ser electas legisladoras aceptaron,
yo no acepté porque yo había sido la primera que entró a la sede central.
Entonces yo dije que no, porque yo iba a ser enviada a la Escuela Superior
Peronista”.
88 Heraclia Arrúa
89 Veremos más adelante
90 En Campana Provincia de Buenos Aires
91 Honoria Chéves (nacida en 1913, )
92 El Orden, 17/09/1947, p. 1
93 Heraclia Arrúa (1929)
94 Heraclia Arrúa
95 Edgar Zapata
96 Gerónima Ramos
97 Honoria Cheves
98 Capital Federal
99 María Tejada
100 www.humanoya.com/flasheva/indiceanecdotas.htm
101 María Tejada
102 Adriana María Valobra. Del hogar a las urnas: recorridos de la
ciudadanía política femenina:
Argentina, 1946-1955, Prohistoria, Rosario, 2001, p. 18
103 Probablemente una copia, simplemente
104 María Tejada
105 Castiñeiras, Noemí. Fundación Eva Perón. Desde sus inicios hasta la
muerte de Evita. Instituto
Nacional de investigaciones Históricas Eva Perón, Buenos Aires, 2001, p. 16
y 17
106 Arsenio Martínez
107 Olga Montenegro (nacida en 1932)
108 Adelina Paolucci
109 Evita en Acto organizado por la comisión Auxiliar Femenina de la
Confederación General del
Trabajo en el Teatro Colón 16 de diciembre de 1949 www.pjmoreno.org.ar/documentos/
discursoseva3.aspx
110 Heraclia Arrúa
111 Olga Montenegro
112 Heraclia Arrúa
113 Heraclia Arrúa
114 El Litoral, 16/3/1949, p. 4
115 Marcha de los Muchachos Peronistas
116 Heraclia Arrúa
117 Esther Reitober
118 Heraclia Arrúa
* Fragmento de “Del tiempo de Perón”
Autor del texto: Javier Prado
Responsable de su digitalización: Javier Prado
Responsable de su publicación original en Internet: Cuaderno de la Izquierda
Nacional (http://www.elortiba.org/in.html)
Del tiempo de Perón - Capítulo 3: Peronismo y obras *
Por Javier Prado
La Fundación “Eva Perón”, la ayuda social
“mi padre fue afiliado peronista, pues aun guardo su carnet de afiliación,
de mi madre no podría responderte con seguridad, pero fue ella la mas
entusiasta simpatizante. Mis padres tenían un taller de de dibujo y pintura
en casa donde se dictaban cursos de arte. Eso daba lugar a que concurrieran
muchos alumnos que generalmente terminaban en largas tertulias que daban
lugar a discusiones de todo tipo inclusive políticas (no había televisión).
Recuerdo haber acompañado a mi madre a una Unidad Básica a pintar juguetes
de madera para repartir en las fiestas de fin de año (…) mi mujer es
catamarqueña y relata que en su infancia (década del ‘50) concurría a la
escuela primaria en la localidad de Choya, bien en los cerros. Hasta allí
todos los viernes llegaba un largo micro de Salud Publica, que tras haberles
hecho un chequeo a todos los niños, luego (cada viernes) regresaba para
continuarles el tratamiento indicado. Ella dice tener ¡todavía un arreglo
dental desde esa época!.
Además recibían de la Fundación, ropa para los niños, máquinas de coser y
frazadas para los hogares mas necesitados y en Navidad juguetes para todos!
¿Serían los que mi madre pintaba en Buenos Aires, en una Unidad Básica de
Caballito? (…) Las reuniones de navidad y año nuevo eran las clásicas. Se
reunía toda la familia y se comía y bebía mientras los chicos jugaban y
recibían algún regalito, no muy distinto a la actualidad, aunque te podría
observar que las familias eran mas numerosas. En año nuevo en algún barrio
se bailaba en la calle con todos los vecinos, el vigilante (entonces existía
el agente de la esquina) y convidaban a los motorman y guardas de algún
tranvía que pasaba con sidra y pan dulce”188.
La referencia a “la Fundación” tiene que ver con la “Fundación Maria Eva
Duarte de Perón” creada por Evita y que más tarde se conoció como “Fundación
Eva Perón”. Esta institución nació en julio de 1948, y en propias palabras
de Evita: “fue creada para cubrir lagunas en la organización nacional,
porque en todo el país donde se realiza una obra, siempre hay lagunas que
cubrir y para ello se debe estar pronto para realizar una acción rápida,
directa y eficaz”189. La misión de la Fundación fue complementar la obra
social del gobierno y atender casos específicos de necesidades materiales,
sanitarias y educativas. Entre los principales objetivos de la institución
se hallaban: “Prestar ayuda pecuniaria o en especie (…) a toda persona
carente de recursos que así lo solicite (…) Construir viviendas para su
adjudicación a familias indigentes (…) Crear y/o construir establecimientos
educacionales, hospitalarios, recreativos o de descanso (…) Construir
establecimientos benéficos (…) satisfacer las necesidades esenciales para
una vida digna de las clases sociales menos favorecidas”190. La fundación
dejó de existir tras la caída de Perón, en 1955.
“Después Eva Perón, a través de la fundación Eva Duarte, para las fiestas
mandaba sidra, pan dulce, ropa, todo. Para la gente trabajadora de menos
recursos. Porque no tenia, porque lamentablemente en aquella época estábamos
muy escasos en lo que se refiere a la economía (…) Eso lo distribuía por
intermedio del correo. Nosotros estábamos de veedores, nada más. Para evitar
pensamientos malos. Porque usted sabe como es la política y hoy peor que
nunca”191.
Los regalos navideños escandalizaron a la oposición, que se agitaba en
quejas acerca de la “demagogia” peronista, para ocultar su egoísmo y su
aversión a las grandes mayorías: “Para la época de navidad y año nuevo
llegaban los regalos de la sidra, del pan dulce y para los niños los
juguetes el día de reyes…Nosotros hacíamos como un censo del barrio. No era
para todos, por supuesto, pero se daba a la mayor parte de la gente. En ese
entonces era muy humilde la gente nuestra, aquí en La Banda. Nuestra
influencia llegaba a la zona donde la gente vivía en ranchitos”192.
Los conservadores de ayer y los de hoy no dejan de quejarse por esa política
de inclusión. Las políticas sociales del gobierno eran apoyadas por la
acción de la Fundación Eva Perón: “Los repartos de juguetes los hacía Evita.
Por ejemplo, por acá pasó un tren que iba Evita y paró en la estación y dio
muñecas y bicicletas para el día del niño y siguió para el sur (…) Después
daban para navidad pan dulce, sidra…Eso lo daban en el correo”193.
Esto quedó grabado para siempre en la memoria popular. Las mejoras
materiales concretas (aun dentro de los límites de una sociedad capitalista)
terminan por conformar la ideología de la clase trabajadora de los años ‘40
y ‘50. Y esto, transmitido como tradición oral y familiar, solidificó al
peronismo no solo como partido político, sino como movimiento y como
cultura. Desde el lado opuesto, el egoísmo de las clases más altas veían en
estos actos “derroche”, “demagogia” y “vagancia”.
“Por intermedio del partido y del gobierno, los juguetes los regalaba el
correo. La sidra y el pan dulce. Entonces a los chicos nos daban la
estampilla para ir a retirar los juguetes. Y el primer juguete que yo tuve,
tuve un autito justicialista color verde, de chapa que me acuerdo como si
fuera hoy y un trompo, de chapa. Y después mi viejo fue presidente de la
Unidad Básica con el teniente coronel Barbieri (…) Mi viejo compró la casa
con un crédito hipotecario, que después que Perón cae lo recontracagaron.
Tuvo que pagarla dos veces. (...) Después del golpe lo echan de La Martona,
se tuvo que ir a pintar barcos al puerto”194.
Los testimonios reiteran estos aspectos de la política social: “el reparto
que nos daban por el correo. La sidra, el pan dulce. Juguetes.
Y los daban en el correo. Había que ir, hacer cola y te lo daban. Lo
repartía el correo, El rico que siempre era rencoroso, criticaba. Criticaban
eso a muerte (…) ¿Quién conocía antes horas extras? ¿Quién conocía
vacaciones? ¿Quién conocía aguinaldo? Por Dios… No se daba abasto vendiendo,
la gente consumía, tenía plata…Por eso la política de ahora, les guste o no
les guste, para mí los Kirchner están en la justa. En la justa.
El que mueve es el obrero, el que gana. A ese le falta todo. Pero tiene que
ganar bien. No explotado (…) Cuando nosotros nos trasladamos de acá, de
Esquel…ya repartían los libros, esos libracos grandes, del primer plan
quinquenal…pero eran unos libros extraordinarios”195.
Claro análisis económico de este militante. Sin dinero en el bolsillo del
trabajador no hay mercado interno. Sin embargo la política de inclusión
concretada por el peronismo, siempre es criticada por los representantes más
amargos de la derecha, tal como Marcos Aguinis quien dice de Perón y el
Peronismo: “Su proyecto no era revolucionario sino fascista (...) El
mecanismo perverso de ser “mantenidos”, de vivir a costa del erario público,
se vigorizó”196. Aguinis repite con pretendida “intelectualidad” pavadas que
ya fueron refutadas hace décadas y aplastadas por la Historia. Pero de
supuestos intelectuales como este se alimentan los sectores más
reaccionarios de nuestra sociedad.
En cambio en la memoria popular, entre las clases trabajadoras, aquel
proceso histórico es valorado de forma diferente. Alguien que tuvo
oportunidad de acompañar a Evita por aquellos tiempos recuerda pasajes de su
vida: “Yo viajé con ella, porque ella viajó entregando máquinas de coser,
colchones, frazadas. Muchas cosas para los pobres. Lo más emocionante de Eva
Perón (es) que fue la mujer y sigue siendo la mujer más importante no
solamente de la Argentina, yo creo que del mundo entero. Por eso le digo,
cuando llegaba navidad y año nuevo, les mandaba una canasta a todos los
humildes con todas las cosas adentro ¿quién lo hace eso hoy?
(…) fuimos a Misiones que le hicieron una zamba que nos hizo llorar a todos.
Después la acompañé hasta Mar del Plata, en Chapadmalal, cuando inauguró el
edificio ese grande que ahora no sé quien lo tiene, para los chicos y para
los pobres que no podían venir a veranear. Venían ahí gratuitamente. Después
estuve cuando Dodero le regaló un edificio de cuatro pisos y le entregó la
llave, también viajé con ella”197.
Campeonatos infantiles Evita Uno de los lemas del peronismo es “los únicos
privilegiados, son los niños”. Y de verdad que se implementaron medidas que
daban concreción a ese lema. De los puntales de la recreación infantil, los
Campeonatos Infantiles Evita fueron el símbolo más visible y recordado.
Estas competencias traían, además del beneficio del esparcimiento deportivo,
un intenso examen de los participantes para conocer su estado de salud y a
esto se sumaba la posibilidad de conocer lugares del país completamente
distintos a los de su lugar de residencia. En 1949, desde Esquel, Chubut (en
esos tiempos, Territorio Nacional), partió lleno de ilusiones un equipo de
fútbol infantil: “Don Arturo Morado fue el que formó el equipo. Éramos
vecinos, a la vuelta. Y se llamaba en primera época Talleres y éramos todos
de ahí, de ese barrio. Y justo se da el tema del campeonato Evita y acá era
intendente en esa época Dante Brozzi… intervinimos en el Evita y ya ganamos
los partidos para clasificarnos acá y ya, prácticamente, de todos los pibes
de acá, se hizo un combinado. Entonces, ya cambió de nombre, era Nahuelpán.
En Buenos Aires nos preguntaban “¿por qué Nahuelpán?”. Nosotros, los pocos
que sabíamos, creo que era por “cabeza de tigre”198, o algo así. (…) Ganamos
todo. Fuimos ahí a Rawson, me parece que les metimos cuatro, ahí en la
Iglesia de Rawson. Es pura piedra y nosotros acostumbrados a jugar acá, en
otro tipo de terreno. Tuvimos suerte y les ganamos y nos clasificamos para
ir a Buenos Aires (…) Antes, para ir a Trelew, se hacía en dos etapas.
Se dormía no sé si era en Paso de Indios, por ahí y al otro día se llegaba a
Trelew. Un viaje matador. Y ¿qué pasó? Entonces, para no quedar mal, parece
que llevaron de ahí del Valle199 (que los incorporaron allá en Buenos Aires)
a un tal Remusi, un petisito, bastante bueno, después un gringuito, no sé si
era Jones o Evans y un lungo, alto, Torrejón (…) Este tal Torrejón, que me
acuerdo que jugaba de fullback porque era alto, bastante bueno también. Esos
tres los incorporaron. Y los demás éramos todos de esta zona (cordillera). Y
como jugadores de fútbol, no es por mandarme la parte, pero éramos bastante
buenos porque llegamos a cuartos de final allá”200.
Luego llegaría el ansiado viaje a Buenos Aires: “El trencito acá, la
“Trochita”201 llegó en el año ‘45. Y, de la escuela, (en) pantaloncitos
cortos, una nevada (y a) esperar el trencito. No me lo olvido más. Con las
banderas argentinas, pispeando cuando llegó por primera vez, en el año ’45
(…) La cosa es que viajamos en el trencito ese. Tuvimos la suerte. Iba de
aquí (Esquel), Maitén, Jacobacci. Y en Jacobacci enganchabas el tren grande.
La otra trocha, que llegaba a Bariloche. Así que nosotros hicimos el viaje
en el trencito. Y da la casualidad que llegamos a Buenos Aires y era en ese
tiempo que Evita ya estaba enferma, pobre. Si, no me olvido más de eso.
Suspendieron el campeonato. Nosotros fuimos, no sé si era a mediados de
diciembre… Del ‘49, porque el ’50, era año del Libertador General San
Martín. En vez de mandarnos de vuelta (como los equipos cerca, los mandaron
de vuelta) a nosotros nos dejaron. Nos dejaron en Buenos Aires. Y nos
instalamos en el Tigre, en la calle Victorica. Era un club de remos, porque
ahí, en la calle Victorica (está frente al río) ahí son todos clubs de remo.
Y era el Hispanoargentino, donde paramos nosotros. Al lado estaba el
Teutonio, pasando el río, del otro lado, estaba un club, La Marina. Todo era
remo. Para nosotros, para mí, principalmente, que era un indiecito que nunca
había salido de acá, me abrió la cabeza. Yo estaba en sexto grado. Aquel que
me conoce (sabe) los únicos estudios que tuve: séptimo grado (…) Nos
quedamos ahí…¡que atención!: otra que Maradona. Nos revisaban, nos pedían
qué es lo que faltaba, nos vistieron de arriba abajo, extraordinario. Y en
ese tiempo, me quedó grabado que en Buenos Aires también andaban esos coches
que eran abiertos, esos tipo colectivo, no sé como les llamaban. Unos “tipo”
palanganas. La cosa que a nosotros en vez de mandarnos de vuelta, a la
mañana llegaba el colectivo ¡pum! Arriba…Conocí Luján. Conocimos todas las
figuras de esa época: los Gálvez, Fangio, los boxeadores. El Chúcaro, en la
Quinta de Olivos, actuó para nosotros, eso no me lo olvido más. Y la gente
nos miraba, nos preguntaba, porque llevábamos un escudito, andábamos más o
menos todos vestidos parecidos, el grupo (…) ¡Una atención!. Yo en mi vida
pasé lo que pasé con el campeonato Evita. Me ha quedado grabado, porque a
Dios gracias, soy un tipo que bastante memoria (…) Mientras estábamos ahí,
en el Tigre, que no jugábamos, porque el campeonato se suspendió, yo me
pasaba así…íbamos a pasear por todos lados. Conocimos todo. Un día con
Alesio, otro muchacho que falleció, le digo “Alesio, vamos a ir a ver eso
que me llama tanto la atención”. Era un yate. El que le regalaron los
italianos a Evita o a Perón: “Tecuara”, le habían puesto.
Y los tipos, claro, que éramos del campeonato: nos pasaron adentro. Me quedó
grabado, un yate hermoso. Anclado ahí, frente al club. Cuando comenzó el
campeonato, se inauguró, eran todos de pantalones largos. Y yo, con Lucho De
Bernardis (…) éramos los más chiquitos del equipo.
Y ¿qué pasó? No teníamos pantalones largos. Teníamos pantalones cortos.
Entonces teníamos que tener una especie de uniforme, todos iguales. Llega un
día, cuando ya se aproximaba la fecha para inaugurar (porque se inauguró en
la cancha de River el campeonato Evita. Lo inauguró Evita y Perón). Antes de
eso, para conseguir el traje, viene un día, que me acuerdo patente, el
hermano de Evita, Juan Duarte, que lo mataron después (decían que lo había
echo matar Perón, pero son esas cosas de política). Con Juan Duarte, con
Morado, nos llevaron primero a Gath & Chaves, que era la casa más importante
de tienda.
Otra casa grande que había, que se llamaba Lamota, de ropa, de todo.
Y no había forma, no había traje para nosotros y nos llevan a una casa que
yo miro arriba el letrero El Niño Argentino, decía. Parece que ahí nos
calzaron. Un trajecito que me duró después. Pantalón largo, saquito cruzado,
impecable. De diez, así que salimos vestidos. Bueno,
la inauguración en la cancha de River. Evita y Perón. Evita nos da la mano,
pero uno por uno nos saludó. Y yo los cargo: “por esta manito que yo tengo,
no han tenido la suerte” les digo a los locos acá “de haber saludado, pobre
Evita, y al general Perón”. Y lo que me quedó grabado de Evita, ya estaba
enferma pobrecita, delgadita... Para mi era extraordinario. Y ¿sabe lo que
me recuerdo de Perón? La cara, todas las venas, así, marcadas. Y no me
acuerdo que frase nos dijo. Perón era de acá202,conocía muy bien el sur. Eso
no me lo olvido más. Y tantas cosas que decía. Evita decía: “volveré y seré
millones”. Y por eso yo soy un agradecido a la vida. Porque vivo estas
épocas, y veo tantas realidades que Evita ya las ansiaba para la gente. Para
la gente humilde, que éramos nosotros (…) yo conservo eso gracias a mis
hermanas en Bahía Blanca. Si no, yo no hubiera tenido una copa, que nos dio
el Senado de la Nación, por el campeonato, por la buena clasificación que
tuvimos.
La medalla que nos dieron en Chubut, dice “Territorio del Chubut” y es así
como de plata. Y en Buenos Aires, Evita (nos dio la medalla). La medalla es
con la esfinge o la carita de Evita y era como bañada en oro.
Esas son las dos medallas y la copa que doné203… (…) Nos entregaron en
Buenos Aires. En el Senado de la Nación nos dieron la copa. Una copita con
el escudo argentino y dice “Senado de la Nación al campeón del Chubut”.
Grabado y todo”204.
Los niños del interior, mediante estos campeonatos deportivos, tenían la
posibilidad de conocer la Capital y de encontrarse con otros chicos de
diversos puntos del país. Solamente quienes nunca pasaron necesidades pueden
quejarse de ese maravilloso programa de integración social.
Residencia de Olivos, niños, vacaciones Las colonias de vacaciones redujeron
la brecha entre las familias pudientes y las pobres. Se crearon y
acondicionaron centros de esparcimiento e incluso la Quinta Presidencial de
Olivos era un lugar de encuentro para niños de la Capital Federal: “Antes no
había lavarropas automático. Entonces la gente de buen nivel tenía la
lavandera, la mucama. Y entonces mi mamá era lavandera. Y lavaba la ropa
toda a mano. Entonces va a trabajar a la casa de un militar, que no recuerdo
como se llama y ese militar fue el que la hizo entrar ahí, a la quinta
presidencial. Mi mamá le dijo que tenía una hija así, yo había terminado de
estudiar. Incluso yo estudié de noche, porque terminé el sexto grado y
después me puse a trabajar en mi casa. Cosía boinas, esas boinas de vasco. Y
después cuando ya me pude emplear, me emplearon y ya después entré a
trabajar en una tienda. Y, yo los veía muy a menudo (a Perón y a Evita)
porque ellos tenían la residencia ahí en la quinta.
Y en una parte de la quinta era la colonia de vacaciones, de diciembre a
fines de febrero, de los chicos humildes que no podían los padres llevarlos
de paseo y entonces pasaban todo el día ahí. Y yo era una de las maestras
que los atendía a los chicos. Y los veía a Perón y Evita cabalgar por todo
el parque de la residencia, que eran todos caminos inmensos (…) y Perón
venía todo vestido de blanco con pantalón, camisa blanca y Evita también. Y
después, un día quisieron venir a visitar a los chicos que estaban en el
comedor, que iban a almorzar, y cuando los chicos los vieron se
largaron…Habían cuatro escalones para subir al comedor. Se largaron de ahí:
era una pila de chicos, uno arriba del otro, de la alegría que tenían de ver
a sus ídolos, porque ya desde que nacen se les va inculcando esa idea, por
lo menos en ese entonces.
Y los chicos y la juventud eran muy respetuosos de lo que decían los
mayores. Y yo me acerqué hasta el portón que había y Evita venía toda
vestida con un vestido color rosa de encaje y Perón venía todo vestido de
blanco. Ahí los saludaron. Pero a los chicos no los dejaron pasar ahí a
saludarlos porque se iban a enloquecer, entonces otras personas los tenían
contenidos un poco. Yo he vivido una linda experiencia en todas esas cosas,
aparte que éramos muy respetuosos y la gente también (…) Se les daba el
desayuno, entraban a las 8 de la mañana y se iban a las 5 de la tarde. Se
les daba el desayuno, se los llevaba a caminar por todo el parque (porque
era inmensa, era como tres cuadras, manzanas, no sé… era inmensa esa quinta)
y después se les daba el almuerzo y antes de irse se les daba la merienda. Y
después, ya se iban en los micros que habían venido, cada uno a su lugar de
origen, (por)que eran de las escuelas del centro, de la capital federal.
Ellos (Perón y Evita), en esa época, que ya le digo era a principios de
diciembre hasta fines de febrero, estaban ahí, viviendo en la Quinta. Así
que ellos, tempranito, a las siete de la mañana salían a cabalgar y después
ya estaban dentro de su residencia. No era un tiempo muy prolongado que
estaban afuera de la casa. Y esa era la vida. Después, cuando los chicos
estaban, los hacíamos dormir la siesta, todas esas cosas, los estábamos
cuidando y nosotros veíamos que ellos andaban por los jardines (…) Antes
estaba el humilde y el rico, rico. No había término medio. Entonces el
humilde no podía salir de vacaciones, porque tenía trabajo la gente, pero no
sé si era la costumbre que cada persona que tenía un nivel, un status,
podían salir de vacaciones, los otros, no. Entonces (Perón y Evita) hicieron
eso para que los chicos no anduvieran en la calle, pero venían cada
contingente de chicos… todo el día, que abarcaba como 6 o 7 escuelas (...)
El que era muy peronista fue mi marido. Él se dejaba matar por Perón.
Trabajaba en una fábrica, de los licores ¿Potram?, (…) obrero de la fábrica.
Después que salió de la fábrica de licores entró en la fábrica de las telas
“Castelar”. Él era un peronista acérrimo. A veces conversaba con los
hermanos, porque tenía tres hermanos más. Estaban en la casa de los padres,
nosotros vivíamos ahí con ellos, se ponían a hablar. Peronista y boquense. Y
era el tema de los domingos a la tarde: hablar de política y de fútbol. La
gente vivía normalmente, aparte que antes no había la cantidad de gente que
hay ahora, era más familiar todo. Y la gente era respetuosa, porque la gente
lo había votado y con la gente del pueblo ellos no eran malos”205.
Los hogares de tránsito, los hogares escuela Mediante la construcción de los
hogares escuela, se completaba la acción de ayuda social para los sectores
pobres de la sociedad. Estos complejos edilicios brindaban todas las
atenciones a las familias necesitadas. Pero se trataba de buscar el progreso
de las familias, un cambio favorable en la situación social de los más
desprotegidos. De manera que los hogares-escuela brindaban apoyo ante la
falta de hogar o de trabajo, pero por otro lado se buscaba darle solución a
esos problemas puntuales para que las familias pudieran tener un hogar
propio. En 1952 asumieron su banca en el congreso las primeras mujeres
elegidas mediante el voto popular. El peronismo fue el partido que más
candidatas presentó en sus listas. Muchas mujeres de las clases populares
ingresaron a la cámara: “Las elecciones fueron en noviembre. Hasta ocupar mi
banca en fines de abril en donde teníamos que jurar y el primero de mayo
recién (asumía)…En ese lapso, desde noviembre, voy a la residencia de Olivos
y me dice Evita: “¿qué andas haciendo Tejada?” y le digo “estoy un poco
aburrida”, me dice “¿ah si?, ¿estás aburrida?, bueno, vas a ir a trabajar
allá, al Hogar Escuela de San Juan”, porque ese hogar ya estaba casi
terminado. Estaba terminado, todavía no internaban a los chicos. Un hogar
hermoso. Nosotros, como tuvimos terremoto (en San Juan), Evita hizo dos
hogares escuela…para 1.500 chicos, pero este al que me mandó ella estaba
para inaugurarse y me mandó para seleccionar el personal. Mediante (que) la
gente escribía, te escribía pidiéndote puestos, trabajo, entonces mediante
esas cartas que mandaban, tenía que seleccionar según las capacidades de
cada uno: médicos…de todo, porque los hogares escuela eran una cosa
maravillosa. Un chico entraba ahí y lo alimentaban, lo curaban, estudiaba,
de todo y también iba a su casa. Fíjese que yo trabajaba ahí y lo que es la
maledicencia. Tenía una señora que era la visitadora social, que tenía que
ver a esas personas y también para internar los chicos, mediante esas cartas
también, que escribían. La mayoría de la gente que tenía clase media baja o
clase media, chochos de la vida de que sus hijos se internaran ahí, y los
pobres, los realmente pobres que para ellos hizo Evita, decían que “no, no,
porque Perón nos quiere quitar a los hijos”…alguien hizo correr esa voz.
Entonces, cuando esta señora me contó, yo me fui con ella y les hablaba a la
gente, que eso era un infundio, que eso no era verdad. Que ellos los
internaban y ellos los podían sacar en el momento que ellos quisieran, nadie
se los iba a retener. El día que ellos dispongan, que no quieran que sus
hijos continuaran: los retiraban”206.
Desde la oposición siempre se buscaba echar sombra sobre la acción social
peronista. Por eso se hacían correr todo tipo de rumores, incluido ese sobre
la “apropiación” de hijos que estaría tramando Perón. Sin embargo y a pesar
de esas cosas: “Para Evita, la meta principal era crear un puerto seguro
para los niños víctimas de las tempestades de la vida. La Fundación
estableció veinte Hogares Escuela durante los siete años precedentes al
golpe de estado de 1955. Los niños asistían a las escuelas públicas y cada
uno mantenía los lazos con su familia nuclear siempre que fuera posible.
Integración, no segregación, era el lema de cada Hogar Escuela (…) Los niños
fueron admitidos desde los cuatro hasta los diez años (de seis a diez en
Ezeiza). Niños con problemas físicos o psicológicos fueron derivados a las
instituciones apropiadas y su tratamiento fue pagado por la Fundación. Los
asistentes sociales trabajaron con la familia de los niños antes y después
de que fueron admitidos al hogar escuela. Evita no quiso que ningún niño
fuera aislado del mundo. Todos los niños debían tener una familia nuclear
afuera del Hogar donde pasaban los fines de semana y los días de fiesta”207.
“Además, los chicos una vez al mes iban a la casa. Pero esos hogares
escuela, no tiene idea usted lo que eran….De todo tenían, ropa, de todo.
Una maravilla. Y actualmente, fíjese, esos hogares escuela, en uno, en el
que yo fui para ordenar al personal, una parte está para geriátrico y otra
parte está para enfermos infecciosos, en San Juan, en un lugar que se llama
Chimbas. El otro, que está en Rawson, es el que funciona como escuela, pero
como estoy medio desconectada no sé si van los chicos o cuanto tienen que
estar, no sé…(…) Eran enormes, era un predio enorme. Tenían hasta pileta de
natación. (…) Como todas las obras de la Fundación…Fíjese que una vez, yo
tuve que venir con 200 mujeres del partido porque Evita quería que Perón
conociera la (Fundación o las cosas)… claro, porque ella era la presidenta y
quería hacerle ver al General que las cosas estaban bien, que estaba
organizado todo. Entonces nos daban cada día una tarjetita para visitar
algunas de las obras de la Fundación. Se llamaban “Hogares de Ancianos”, no
se llamaba geriátrico, como ahora, sino “Hogar de Ancianos”. Fuimos a un
hogar de ancianos en Burzaco208, que es una parte de la provincia de Buenos
Aires. ¡Ah, una maravilla, una maravilla! Ella no estaba conforme con eso,
ella quería otra cosa, no sé que habría querido para los viejos, porque ese
era un predio enorme, con decirle que tenía hasta vacas, para los ancianos
que eran del campo, que sabían en cuestiones de ordeñar y eso, así se
entretenían. Tenían sala de música, piano, violín, guitarra…Una tienda
parecía, donde tenían la ropa porque los vestían y todo. La Fundación hizo
todas esas obras, desgraciadamente las destruyeron. Todos destruyeron. Los
de la “libertadora” destruyeron todo (…) Yo ahora tengo 88 años, entonces yo
tenía 30”209.
También en Entre Ríos se construyó un monumental Hogar, que hasta el día de
hoy esta en pie: “Lo más importante, que hasta ahora perdura, en el recuerdo
de la gente fue la maravillosa escuela de las 1.000 camas, “Evita”. Calle
Don Bosco, de Paraná. Hasta el día de hoy, las cosas que tiene esa escuela
no la tiene ninguna escuela. En la tecnología, en el estudio, en todo”210.
En tanto, acerca de las visitas de Evita a Paraná, suele señalarse que en la
primera ocasión (durante la campaña del ’46) no bajó a la ciudad sino que
permaneció en una embarcación. En cambio, posteriormente visitó la zona: “En
dos oportunidades, durante 1950, Eva Perón, esposa del entonces presidente
Juan Domingo Perón, visitó la ciudad de Paraná. Estos acontecimientos
merecieron importantes titulares en los diarios locales. Como solía suceder
en los acontecimientos políticos de la época, el pueblo se volcó a las
calles de la ciudad para observar de cerca a la mujer que movilizaba
multitudes. El periódico paranense La Acción tituló en su edición del 3 de
marzo de 1950: “Paraná no presenció jamás un espectáculo como el que se le
ofreció ayer”, y en la crónica de primera plana, ilustrada con grandes
fotografías, destacó que “la expectativa que había despertado la visita de
Eva Duarte de Perón a Paraná y el hecho de ser la primera vez que llegaba a
nuestra ciudad fue motivo suficiente para que desde hora temprana al
promediar la mañana ya se notara en la plaza 1º de Mayo una gran actividad
(...) A las 17 y 35 arribó a la estación local el tren especial donde
viajaba Eva Perón. De inmediato fue conducida al predio donde la Fundación
de Ayuda Social levantaría el Hogar Escuela para colocar la piedra
fundamental. Después de este acto la comitiva se dirigió al edificio del
correo donde se había levantado el palco oficial. Luego de una serie de
discursos se dirigió a público Eva Perón que, entre otros conceptos anunció
la construcción de un asilo de ancianos en Gualeguaychú y un hospital en
Gualeguay (…) Meses después, el 23 de mayo, Evita volvió a la ciudad capital
de Entre Ríos, esta vez acompañando a su esposo, el presidente Juan Domingo
Perón, para asistir a la asunción de electo gobernador Ramón Albariño”211.
Los hogares de tránsito estaban destinados a socorrer a mujeres y niños
abandonados, que no tenían un hogar y vivían en la calle. En 1948 se
inauguraron tres: el de la calle Carlos Calvo 102 (250 camas), el de calle
Lafinur 2988 (500 camas, actualmente Museo Evita), el de calle Austria 2561
(400 camas). “En 1948, la Fundación Eva Perón compró, restauró y dedicó la
casa como Hogar de Tránsito Nº 2, un refugio temporario para mujeres y niños
sin recursos.
El 18 de julio de 1948, Evita inauguró el Hogar con estas palabras, “El
Hogar de Tránsito ampara al necesitado y al que momentáneamente no tiene
hogar... todo el tiempo que sea necesario hasta que la ayuda social le
encuentre trabajo y vivienda”. Evita ofreció a las mujeres y los niños “una
puerta abierta, una mesa tendida, una cama limpia,” y también “consuelo y
estímulo, aliento y esperanza, fe y confianza en sí mismo””212. Además se
construyó el Hogar de la Empleada, en Avenida de Mayo 869, de Buenos Aires.
Tenía una capacidad de 500 camas y un comedor para 1.500 cubiertos.
“(A Evita) Yo iba siempre a pedirle algo para alguno que necesitaba (¿los
Hogares de Tránsito que tenía Evita?) Si, dormí también ahí a la noche, si
se me hacía tarde. Yo iba a uno que estaba en calle Rivadavia, ahí nomás, al
400 o al 500, no sé. Por ahí. Doce pisos de alto”213.
188 Ezio R. Paronzini
189 Marysa Navarro. Evita, Edhasa, 2005, p. 244
190 Marysa Navarro, ob. cit., p. 240
191 Celestino Sagaseta
192 Olga Montenegro
193 Gerónima Ramos
194 Piazzale
195 Víctor Pérez
196 Marcos Aguinis. El atroz encanto de ser argentinos, Planeta, Buenos
Aires, 2001
197 Esther Fadul (nacida en 1914)
198 Tigre y león
199 Se refiere al valle inferior del río Chubut
200 Víctor Pérez
201 Línea ferroviaria que unía Esquel y Jacobacci. Trocha angosta que hoy es
un atractivo turístico y
sigue corriendo por los rieles patagónicos.
202 Vivió en Chubut, pero era nacido en Buenos Aires
203 A la municipalidad de Esquel
204 Víctor Pérez
205 María Angélica Senra (nacida en 1932)
206 María U. Tejada
207 www.evitaperon.org/education_eva_peron-es.htm
208 El hogar se llamaba “Coronel Perón” y tenía una capacidad para 350
internados
209 Maria U. Tejada
210 Heraclia Arrúa
211 Semanario Análisis 28 de junio de 2007 www.analisisdigital.com.ar nota
de Claudio Cañete
Los
geniecillos de José Carlos Mariátegui *
Por Jorge Rendón Vásquez **
Al otear el relieve histórico de la cultura peruana se advierte en seguida
que la más alta cumbre del pensamiento es José Carlos Mariátegui. Y no sólo
por sus certeros juicios sobre nuestro pasado —dominado por el despotismo,
la hipocresía y la corrupción, sacralizados como un modo normal de vida por
la plutocracia eclesiástica, que él exhumó y analizó—, sino, sobre todo, por
el futuro socialista que avizoró para nuestro pueblo.
El semblante sereno de José Carlos Mariátegui y sus oscuros ojos en su
rostro de perfil afilado revelaban su exultante inteligencia; y su manera de
expresarse, con frases de elegante estilo, dichas con voz clara y extraña a
las estridencias, llevaba a sus interlocutores a la convicción de que
estaban ante un hombre de extraordinaria y vasta cultura. Y, sin embargo, le
eran ajenos la altanería, la presunción y el desdén, que suelen marcar como
primeros rasgos a los intelectuales al uso. Departía con todos con la misma
sapiencia y confiriéndoles similar atención. Viéndolo, escuchándolo o
leyendo sus escritos se reconocía en él al hombre bueno y, además, a un
paradigma de la decencia.
A pesar de ello, tuvo enemigos. No porque él los hiciera. Personalmente era
incapaz para las ofensas. Lo vieron y clasificaron como un acérrimo enemigo
los titulares de la cúpula social, y tuvo que enfrentarse también a una
enfermedad que acabó postrándolo físicamente y arrastrándolo a la muerte.
El establishment consideró siempre a José Carlos Mariátegui como un peligro
para su estabilidad y subsistencia, y lo hostilizó, atacándolo desde su
prensa y echándole encima a los sabuesos de la policía. Varias veces fue
llevado a la cárcel, y, en cierta ocasión, cuando él tenía veintitrés años,
un teniente del ejército de talla enorme, ingresó a la redacción del
periódico El tiempo, donde trabajaba, lo abofeteó y derribó, a él que era
pequeño, esmirriado y con una pierna inútil. José Carlos, sin amedrentarse y
con la dignidad incólume, retó a duelo a su agresor y éste aceptó, sabiendo
que su adversario desconocía el uso de la pistola, pero los padrinos
impidieron el encuentro. Este escándalo dio lugar a la renuncia del ministro
de Guerra.
Más amarga fue la lucha de José Carlos Mariátegui contra la enfermedad
degenerativa que lo agobió tempranamente y a la que se sobreponía con
altivez, sin resignarse a la desgracia ni perder su sentido del humor.
En la mitología de la Roma antigua existían los genios del bien y del mal
que más tarde el imaginario popular convirtió en dos pequeños duendes
llevados por toda persona sobre cada hombro, invisibles para los demás.
Según esa leyenda, el genio del mal se obstina en convencer a la persona,
hablándole al oído para que cometa los actos más perversos, consejos que el
genio del bien combate, llamando a su protegido a la reflexión. Del genio
que se imponga en la discusión depende la conducta de la persona. Me imagino
que en José Carlos, el genio del bien triunfaba siempre.
La ciencia de la biología ha tomado de esa leyenda la idea de los genios
para denominar genes a las unidades más pequeñas de los seres vivos, que le
dan su configuración y se transmiten por la herencia. Hay también genes
buenos y genes malos. Los buenos pueden determinar una vida más larga y
saludable, como los malos una vida más corta y propensa a las enfermedades.
Es posible también que la inclinación a admitir y respetar los valores tenga
su primario origen en los genes buenos, como, al contrario, la atracción por
los antivalores se deba a los malos. Por lo general, la educación, las
ciencias y las técnicas domeñan a los malos y hasta pueden neutralizarlos.
Pienso que en José Carlos Mariátegui los genecillos malos le causaron la
enfermedad con la que luchó gran parte de su vida. Se congregaron en una de
sus piernas y no pararon hasta que la cirugía intervino cortándosela. Y
siguieron su aviesa faena hasta abatir su vida a la edad de treinta y cinco
años, cuando estaba en la plenitud de sus facultades mentales y de su
producción teórica.
Esos genes malignos —potros de bárbaros atilas, como dice un verso de
nuestro gigantesco César Vallejo—, que concurrieron al mismo propósito de
sus enemigos, no desaparecieron. Tuvieron que saltar por la herencia a sus
descendientes biológicos, mezclados con los genes buenos.
Por curiosidad intelectual es válido preguntarse adónde fueron a parar. No
es verosímil que se detuvieran en sus hijos. Tal vez se reunieron en la
generación que vino después, quizás formando una colonia en el cerebro de
alguno de ellos. Pero, ¿en cuál? (1)
(1) Aclaración de la Redacción de Cuaderno de la IN:
El autor con su interrogante alude en este final de artículo a Aldo
Mariátegui (nieto de José Carlos Mariátegui),
quien es conocido por su incondicional defensa del neoliberalismo y su fobia
a las izquierdas. Dirige en Perú el diario Correo (propiedad de un grupo
vinculado a la gran pesquería) y en las últimas elecciones apoyó a la hija
de Fujimori.
* Enviado desde Perú por su autor para ser publicado en Cuaderno de la
Izquierda Nacional
**Jorge Rendón Vásquez en un destacado intelectual peruano que cursó sus
estudios de Abogacía en la Universidad Nacional de Buenos Aires, se doctoró
en La Universidad Mayor de San Marcos de Lima y en la Universidad de Paris
(La Sorbona). En el terreno literario publicó: La Calle Nueva, El Cuello de
la Serpiente, La celebración y otros relatos. En el Centro Cultural América
Criolla de La Plata (Argentina) disertó en julio de 2010 sobre su por
entonces reciente novela El botín de la Buena Muerte.
Julio
Robles, el último uturunco
Por Enrique Gil Ibarra *
2009
El 17 de noviembre se cumple un aniversario del retorno a la Argentina del
General Juan Domingo Perón, en un ya lejano 1972.
Años signados por la dictadura del General Alejandro Agustín Lanusse, quien
había declarado que “a Perón no le daba el cuero” para volver.
Desmintiendo esa afirmación, el jefe del movimiento de masas más importante
de América Latina bajó del avión en Ezeiza, haciendo realidad la consigna
enarbolada por la juventud de entonces: LUCHE Y VUELVE.
Finalizaban 17 años de un exilio forzado por diversas dictaduras militares,
y gobiernos constitucionales, gobiernos legales que, sin embargo, no habían
levantado las proscripciones y prohibiciones que operaban sobre el
movimiento peronista y su conductor.
Desde la denominada Revolución Libertadora, en 1955, que prohibiera no solo
al partido peronista, sus emblemas y la “marcha”, sino hasta la mención del
nombre de Perón y reemplazándolo por el eufemismo “tirano prófugo” que
usaban algunos medios de la época.
Fueron tiempos conflictivos para la Argentina. Un enorme sector de la
población se sentía sin derecho a participar, opinar, decidir. En 1956, una
contrarrevolución encabezada por el General Juan José Valle, que reclamaba
el retorno de Perón, fue duramente reprimida y fusilados casi todos sus
cabecillas.
Entrevista a Julio
Robles por Enrique Gil Ibarra, Lu17 AM 540 Radio Golfo Nuevo de
Puerto Madryn, Programa "El susurrador", 17/11/09. |
En los años siguientes, poco a
poco, en los barrios obreros, en las villas, pequeños grupos de trabajadores
se organizaban, inicialmente sin contacto entre ellos. Nacía la Resistencia
Peronista.
El 24 de diciembre de 1959 por la madrugada, un grupo de soldados irrumpió
en la Jefatura de Policía de la ciudad de Frías en el límite entre Santiago
del Estero y Catamarca-.
El militar al mando declaró al oficial de policía que estaba a cargo:
-¡Soy el teniente coronel Puma! ¡Se ha declarado el Estado de Emergencia en
todo el país!, ¡esta comisaría queda bajo custodia militar!
Los policías se entregaron sin ofrecer resistencia. Fueron despojados de sus
uniformes, de sus armas y encerrados en los calabozos. Luego los integrantes
del comando se dedicaron a cargar todas las armas y municiones que
encontraron en el Jeep donde habían venido y una camioneta de la policía. En
menos de quince minutos, habían abandonado el lugar.
Así se efectuó la primera acción guerrillera pública en la Argentina.
Sus protagonistas se bautizaron a sí mismos Los Uturuncos; eran
santiagueños, peronistas y creían que con su acción iniciaban un
levantamiento general. Durante el período de colonialismo hispano se conocía
una leyenda, que hablaba de un hombre, un aborigen, que se transformaba en
Puma, para combatir a los españoles que sumían en la explotación y
humillaciones sin límite al pueblo del puma. Esa leyenda, narrada en
quichua, se llamaba Runa-Uturunco: "Hombre-Puma". Uturunco, pues, significa
"puma". Ahora bien, el ingenio de Félix Serravalle había convertido en un
acróstico de batalla esa palabra: PUMA, significaba también, para los
guerrilleros uturuncos, "Por Una Argentina Mejor".
En los meses anteriores, otras acciones menores, que no habían sido
reivindicadas por el grupo, habían servido como preparación y entrenamiento
de combate.
De esos Uturuncos (hombres puma) originales, muy pocos sobreviven. De los
que subieron al monte tucumano, solo uno: se llama Julio Robles, vive en la
provincia de Córdoba, y lo tenemos en línea... (audio)
Así comenzaban las luchas de la resistencia peronista en esos años de
proscripciones y dictaduras.
Después…. Vendrían las luchas obreras en los frigoríficos, los programas de
La Falda y Huerta Grande, las 62 Organizaciones de Pie, la CGT de los
Argentinos, hasta llegar, a través de esos 17 años, de nuevo donde
empezamos: Al 17 de noviembre de 1972, el día del militante. El día en que
(tal vez solamente para contrariar a Lanusse) a Perón le dio el cuero, y
regresaba al país donde se haría cargo, meses mas tarde, de la presidencia
de la Nación por tercera vez.
* Enrique Gil Ibarra es periodista y escritor nacido en La Plata. Inició su
labor periodística en 1973 en el diario Noticias. Ha publicado cuentos,
novelas y poesía. Actualmente dirige una radio y una revista en Chubut
(Argentina).
Fuente: http://www.elortiba.org
¿La
abuela y los nietos son lo mismo? *
Por Oscar Aramburu **
Tanto en el orden militar como en el político, saber deslindar dónde se
ubica el enemigo principal, es tan fundamental como enterarse como saber
cuales son son sus fuerzas inmediatas o potenciales. Luego habrá que
investigar sus relaciones, sus socios menores y como funcionan los que se
consideran enemigos secundarios o terciarios.
Este tipo de estudio es tan imprescindible para cualquier organización de
izquierda nacional que pretenda el poder como instrumento para establecer un
sistema socialista de convivencia democrática e igualitaria.
Dicho estudio nos obliga a valorizar y profundizar las relaciones que el
imperialismo tuvo y va teniendo con el capitalismo. El primero, el
imperialismo, ya hace casi un siglo fue bien caracterizado en sus comienzos
por Lenin, y el segundo por Marx. Aunque históricamente deberíamos haber
empezado por invertir el orden genético tanto como correspondería en
cualquier biografía familiar, empezar por la abuela y por ultimo el nieto,
pero esa historia ya esté hecha y rescrita bajo muy diversos puntos de
vista.
Lo que creo entonces es perentorio conocer y deliberar ahora en Sudamérica,
es sobre las diferencia cualitativas entre la abuela, el hijo y el nieto,
dado que dentro de la lucha antiimperialista se da un tendencia
ultraizquierdista que tiende a eliminar al delincuente, matando a toda su
amplia y dispersa familia de un solo golpe, tan efectivo que incluya hasta
su finada tatarabuela. Con todo lo cual tendríamos así a una gran parte de
esa familia del delincuente, por más lejano que fuere, a su favor y en
contra de toda pista certera que desarrolle el detective en cuestión.
Siguiendo la metáfora, creemos que la lejana, mediata e inmediata familia
del mencionado delincuente es una gran parte de la clase media la que a
estricta visión y rigor político es la llamada pequeña burguesía, sin poder
precisar objetivamente dónde empieza y termina, y menos aun subjetivamente.
Indeterminación que se terminaría si diferenciamos cualitativamente el
imperialismo con la burguesía nacional (pequeña, regular o grande). Esta
burguesía nacional, auque de débil existencia y poco o nulo rol específico
en la historia política y económica de nuestro país, es preferible tenerla
de aliado contra el principal enemigo del desarrollo y autonomía argentina.
Esa burguesía, tanto pequeña, mediana como grande es preferible registrarla
en esta instancia histórica como aliado o socio menor del proletariado en
esa lucha abierta y prioritaria que se debe mantener contra el imperialismo
que se da en el orden económico por intermedio de los monopolios,
oligopolios, trusts, multinacionales, transnacionales o tribunales
extranjeros, batallones económicos que están reforzados con la invasión
cultural y la amenaza militar que sufrimos los latinoamericanos.
* En exclusividad para Cuaderno de la Izquierda Nacional.
** Militante histórico de la Izquierda Nacional, en los '50 integró el
Partido Socialista de la Revolución Nacional y actualmente el partido Patria
y Pueblo.
Jorge
Abelardo Ramos y su visión sobre las izquierdas
(Dos fragmentos seleccionados por Cuaderno de la IN de una entrevista
realizada en octubre de 1982 por Américo Torchelli para la revista Status)
Primer fragmento
Status: Usted es un izquierdista. Sin embargo las izquierdas clásicas de la
Argentina no lo aceptan y usted no acepta ser incluido entre las filas de
esas izquierdas. Por favor, dígame por qué.
Ramos: Las izquierdas que usted llama clásicas se han opuesto
sistemáticamente a los movimientos populares. Tal pasó con Irigoyen y con
Perón. Ante los movimientos liderados por estos dos caudillos, los partidos
de izquierda hicieron una oposición, como se decía antes, objetiva. Apoyaron
a la Unión Democrática y a varios golpes militares. Se los premió. A los
socialistas de Ghioldi con una embajada en Portugal y a los comunistas,
permitiéndoles ir por todo el mundo distribuyendo la idea de la necesidad de
apoyar a los militares de Videla para evitar que vinieran los malos. Frente
a ello, aparece una tendencia de izquierda, nacional y popular, a la cual
pertenezco. Ella ha contribuido a sostener a todos los movimientos
populares, extrayendo su ideología de las raíces de la Nación y de
Latinoamérica en contraposición a la llamada izquierda portuaria.
Status: ¿Qué quiere decir portuaria?
Ramos: Es una manifestación de la rosca que manejó al país desde el puerto
de Buenos Aires. En la época colonial existía un grupo de hacendados y
comerciantes llamados por los mismos europeos, la pandilla del barranco.
Estos señores, entre quienes había un Martínez de Hoz, antepasado del
célebre Joe, se intercambiaban señales desde las alturas del Parque Lezama,
con los buques ingleses. El objeto era eludir el control de la Aduana. Los
herederos de aquellos pandilleros siguen intercambiando señales pero ahora
desde el asfalto de la City y sin catalejos.
Status: ¿Qué tiene que ver la izquierda con esta descripción?
Ramos: Este clima de trampa crea sectores de un izquierdismo banal y
abstracto. Todos tienen enemigos comunes y también participan del error de
no buscar los vínculos y alianzas reales en el suelo argentino y
latinoamericano.
Status: Supongo que al hablar de izquierdas usted engloba a comunistas y
socialistas. A propósito, ¿usted se considera socialista?
Ramos: Los creadores de la izquierda nacional, así como los nacionalistas,
hemos vivido en una Argentina cosmopolita. Bebimos nuestra doctrina en los
libros de Marx, Lenin, Trotsky, Stalin, Mao, etcétera, según la edad y las
circunstancias. Los nacionalistas a su vez, seguían a un partido de la
monarquía como Maurras, o reaccionarios como Rivarol o Burke, hasta que
decidieron buscar fuentes en los caudillos del interior, Rosas y otros.
Estas fuentes eran más genuinas para sus doctrinas cristiano – céntricas.
Esto sucedió con Irazusta, Ernesto Palacio, Pepe Rosa y algunos más.
Nosotros abandonamos la Comuna de París y las revoluciones europeas.
Buscamos entonces nuestras raíces en la sociedad argentina. La preeminencia
de lo social sobre lo individual es lo que nos caracterizó como socialistas.
Por otra parte, para ser socialista, se debe partir de lo argentino y más
aún de lo latinoamericano. Desde esa posición se debe procurar la hegemonía
decisiva de la clase trabajadora y los trabajadores intelectuales en el
proceso económico y social.
Status: Teniendo tan claros los objetivos ¿por qué razón los izquierdistas
tienden a dividirse?
Ramos: Las derechas también se dividen. En este momento la Nueva Fuerza
intenta unirse con FUFEPO y con Manrique, el verdadero demagogo del sector.
El comunismo no tiene en la actualidad inserción en las masas. Sus
divisiones se producen como en el caso del PCR (Partido Comunista
Revolucionario), pero lo fundamental es su curiosa transformación en un
partido de burgueses banqueros, especialistas en ganar plata legalmente. Es
un partido social demócrata conservador. A tal punto lo es que en la
economía, lo único interesante es el comercio exterior, por la relación con
la URSS, y en lo político argentino enarbolan banderas tales como para una
democracia estable o Paz en el Atlántico Sur. Esto, evidentemente favorece a
los ingleses. La primera de las consignas pertenece al arsenal del ejército.
Mientras Videla se dedicaba a cercenar todas las libertades, sostenía al
mismo tiempo que nos estábamos dirigiendo hacia una democracia fuerte y
estable.
Status: ¿Cuál es el caso de la Confederación Socialista?
Ramos: El Partido Socialista como tal, desapareció. Me refiero al viejo
tronco. Quedan grupos muy respetables que pueden tener dificultades para ser
partido nacional. Se necesitan cuarenta mil afiliados en todo el país pero
siguen trabajando tras un ideario. Otros no son tan respetables. Tal es el
caso del partido del Profesor Américo Ghioldi, que estuvo a favor de todas
las dictaduras. El partido de Juan B. Justo ya no existe. Se formó con parte
de la masa de obreros europeos que trajeron consigo sus ideales y sus
hábitos alcohólicos. A medida que desaparecieron esos obreros reemplazados
por un proletariado criollo, fue desapareciendo el partido que no supo y no
pudo enrolar a estos últimos incorporados a la incipiente industria
nacional. Ahora que Perón ha muerto, los viejos socialistas se sienten
desobligados al rencor: el peronismo ha dejado de ser amenazante y en
consecuencia, la izquierda abandona su campaña antiperonista. El socialismo
tradicional tiende a adaptarse, aunque no renuncia a su antiguo
cosmopolitismo.
Status: ¿Qué va pasando con las derechas mientras tanto?
Ramos: Vea, seguir con la simplificada clasificación de derecha e izquierda,
me parece un error. Es una manera europea de enfocar el problema. En la
Argentina existen dos bloques: el que defiende y se nutre de lo nacional y
el, digamos, no nacional. Entonces existe la derecha oligárquica y la
derecha nacional. Lo mismo sucede con la izquierda. También se divide en
esos dos grandes bloques. En el campo de la cultura esa división persiste y
da nacimiento a subculturas dependientes que se autoalimentan. De esta
manera se puede entender mejor al peronismo y al antiperonismo.
Segundo fragmento
Status: Un periodista argentino produjo un esquema de interpretación
política interesante. Dice: existen tradicionalmente la derecha, el centro y
la izquierda. Luego aparecen la extrema derecha y la extrema izquierda y por
último la ultra derecha y la ultra izquierda. El centro aparece incólume.
Sin embargo, la historia ha dado extremistas de centro. Tal el caso de
Hitler. Los nazis eran nacional socialistas. Durante el último período
peronista apareció el socialismo nacional. ¿No cree que la definición de su
propia ideología pueda acarrear algún tipo de mal entendido? Desde ya, sin
ánimos de hacer comparaciones, sino sólo aclaraciones.
Ramos: Esa analogía universal es errónea. Se confunden los términos. Quiero
que quede claro. El carácter universal de la tesis de su amigo periodista y
la misma universalidad de su observación pueden hacerlo caer en un error. El
mundo se ha dividido y se divide en países dominantes o centrales y
coloniales o semicoloniales. El dominante puede estar en declinación o ser
imperialista sin colonias. Es el caso de la mayoría de los países europeos.
De todas maneras quedan hábitos culturales y los resabios. En casi todos los
casos algún vínculo se preserva. El nacionalismo de Hitler, así como el de
cualquier país imperialista, sólo puede mantenerse sobre la base de la
opresión de otros pueblos y de la supresión de sus libertades en aras de su
propia expansión. Muy diferente es el nacionalismo de Mahatma Gandhi. Este
tiende a la liberación de su pueblo y al desarrollo de sus fuerzas
productivas. El otro conduce a la destrucción y a la guerra, como en
realidad sucedió y sigue sucediendo. En cada uno de los países se dan
históricamente los dos nacionalismos. El imperialismo inglés, al practicar
su nacionalismo, redujo a la esclavitud a millones de almas. El accionar de
la Thatcher, con el imperio declinante es antirrevolucionario. Para
nosotros, en los países dependientes, el nacionalismo es sinónimo de
liberación.
Fuente: http://www.abelardoramos.com.ar/_doc/doc040.php
Internacionalismo
de izquierda e izquierda nacional *
Por Alberto J. Franzoia
Si bien los alemanes Carlos Marx y Federico Engels le imprimieron a su
teoría del socialismo un fuerte sesgo internacionalista, lo hicieron en el
contexto del capitalismo de libre competencia que predominaba en la Europa
Occidental de las primeras décadas de la segunda mitad del siglo XIX, cuando
aún se pensaba que el socialismo fluiría desde los países capitalistas más
avanzados hacia su periferia. Sin embargo por aquellos años ambos ya
observaban y daban cuenta de un creciente proceso de concentración del
capital.
Siguiendo el desarrollo de dicha concentración, el marxista ruso Lenin se
destacó desde el punto de vista teórico completando el análisis iniciado por
sus maestros, y en 1916 produce un texto esencial para comprender el
carácter de una nueva etapa del capitalismo mundial, ya no de libre
competencia sino monopólico. El texto se tituló “El imperialismo fase
superior del capitalismo”, y es el momento en que la contradicción entre
países opresores (donde se desarrolla la concentración del capital hasta
convertirse en capital financiero) y países oprimidos pasa a desempeñar un
papel fundamental.
La concentración del capital sólo podía acabar con la libertad de pequeños y
medianos productores y comerciantes dando paso a un mercado controlado por
muy pocas grandes empresas, las que para maximizar permanentemente sus
ganancias se veían impelidas por las fuerzas objetivas de la economía a
salir en busca de mercados más favorables para concretar dicho objetivo. Así
el capital concentrado de los países más desarrollados de Europa (y luego de
EE.UU.) comenzó a expandirse hacia regiones periféricas del sistema, como el
caso de América Latina. En la periferia encontrarían materias primas
baratas, al igual que tierras y mano de obra de la misma condición. A ese
proceso de conquista en el que las fuerzas de ocupación ya no fueron
esencialmente político-militares sino económicas, Lenin lo calificó como un
nuevo imperialismo, manifestación de la fase superior del capitalismo.
Cuanto más explotaba el capital concentrado de los países dominantes esas
regiones, más desarrollo capitalista incorporaba a sus naciones pero,
simultáneamente, más subdesarrollo generaba en la periferia del sistema.
Esta cuestión tan peculiar llevó a que algunos socialistas del tercer mundo
gestaran una teoría y una práctica que, sin renunciar al método y teoría
general del marxismo, debió incorporar cuestiones nuevas y muy específicas,
propias del mundo subdesarrollado, ajenas a la realidad del capitalismo
desarrollado. Comenzaron a surgir entonces las izquierdas del tercer mundo,
diferenciadas de la clásica izquierda cosmopolita por razones objetivas que
felizmente terminaron por manifestarse en la conciencia de sus exponentes.
En Argentina, a partir de los años cuarenta se va perfilando una izquierda
que tiempo después se autodefiniría Nacional, como consta en documento del
Partido Socialista de la Revolución Nacional (14 de abril de 1955); partido
marxista que desde un perfil y organización propia apoyó al movimiento
nacional durante el segundo gobierno de Juan Domingo Perón. También en el
seno del peronismo se va gestando una izquierda de características
nacionales (Hernández Arregui, Cooke y otros), y en algunos países de la
Patria Grande ocurre algo similar, como en Bolivia durante el gobierno del
MNR en los cincuenta.
Por otra parte en los años sesenta surge en el tercer mundo, pero con
especial relevancia en América Latina, la teoría de la dependencia (Dos
Santos, Cardoso, Faletto, Galeano), respuesta crítica a una teoría de la
modernización de cuño desarrollista. En cada caso y con matices diversos,
los nuevos exponentes de la izquierda latinoamericana toman distancia de ese
marxismo clásico eurocéntrico que convertía el original internacionalismo de
sus fundadores en una bandera tan ortodoxa como abstracta.
En la actualidad no es raro encontrar grupos que aspiran a ser partidos de
masas, con una visión de mundo socialista, que aún reivindican el
internacionalismo de Marx y Engels sin ubicarlo en contexto. Se podrá
argumentar que si en el siglo XXI el capital se ha globalizado aún más que
en tiempos de los pensadores y políticos alemanes, bien pude y debe
globalizarse una visión de mundo alternativa que exprese los intereses de
los trabajadores. Sin embargo globalización es el concepto con el que los
teóricos de las clases dominantes pretenden ocultar el carácter
constantemente imperialista del capital financiero. Y si hay imperialismo,
por más que tenga ahora nuevas componentes que no existían en tiempos de
Lenin, sigue vigente la contradicción entre países opresores y explotadores
por un lado y países oprimidos y explotados por el otro. Esa sigue siendo la
contradicción central aunque nuestros intelectuales progresistas lo hayan
olvidado... La misma no ha sido aún resuelta, sin embargo en regiones del
mundo oprimido como América Latina se comienza a dar pasos alentadores para
vislumbrar un futuro venturoso.
La pregunta del millón es cómo se resuelve dicho conflicto. ¿Es el
internacionalismo socialista un punto de partida para hallar la solución
definitiva? Los grupos críticos más significativos del mundo desarrollado
(algunos espontáneos autodefinidos como “antisistema” y otros más
organizados con una propuesta de izquierda reformista), no luchan, por
ahora, por las mismas cosas que las izquierdas del mundo subdesarrollado.
Porque ante la crisis del capital, las clases y sectores sociales oprimidos
por esa burguesía muy concentrada y especuladora del mundo desarrollado, en
lo más profundo de sus conciencias sólo intentan recuperar el nivel de vida
que disfrutaron en tiempos no muy lejanos. No tienen una visión de mundo
claramente alternativa ni mucho menos una organización política para lograr
cambios sustanciales. Eso es lo que efectivamente se comprueba al abordar
sin fantasías sus acciones y sus propuestas. El anarquismo romántico de
algunos de estos grupos, o la política reformista que explicitan los más
organizados, marcan la escasa posibilidad de que algo cambie en serio por
esas latitudes; si es que nos referimos a cambios estructurales conducidos
por los intereses concretos de trabajadores y excluidos.
Ahora bien, si no se avizoran cambios de esa especie, la única manera que
existe para que los sectores populares del mundo desarrollado y hasta hoy
dominante recuperen su añorado nivel de vida, consiste en que la economía de
las naciones imperialistas en las que viven vuelva a ser exitosa, porque de
allí emergieron sus posibilidades económicas, sociales, políticas y
culturales. Sin embargo, ya sabemos, el éxito de las naciones dominantes del
capitalismo es inversamente proporcional al desarrollo de las economías del
mundo dominado y al bienestar de sus sectores populares.
En el antes denominado tercer mundo las cosas son bien distintas. La única
izquierda con posibilidades ciertas de conducir un proceso de
transformaciones de fondo, es aquella que se ha compenetrado con la historia
concreta de las clases y sectores oprimidos por la alianza entre las
burguesías imperialistas del mundo dominante y las oligarquías nativas del
mundo dominado. Esta cuestión resulta muy clara en América Latina. Las
izquierdas que profesan un cosmopolitismo abstracto y un clasismo ortodoxo
carecen de posibilidades políticas concretas, ya que expresan un divorcio
histórico de los trabajadores y sectores afines. Mientras que la izquierda
que asume el carácter específico de la realidad latinoamericana, como en
Venezuela, Bolivia o Argentina es la que crece y logra incorporar algunas de
sus reivindicaciones populares más preciadas en el programa y acción de sus
respectivos gobiernos.
De esta manera lo que podemos comprobar si abordamos cada proceso concreto
de América Latina, es que sólo una izquierda con características nacionales,
como es el caso de la izquierda que participa del proyecto y práctica
política kirchnerista en Argentina, está en condiciones de resolver
contradicciones hacia el interior del bloque nacional y popular (que las
tiene) para conducir el proceso de cambio hacia una profundización
definitivamente favorables a las clases y sectores plebeyos.
Desde ya nadie que se reivindique de izquierda puede abandonar su intención
de construir una sociedad mundial alternativa al capitalismo decadente,
nadie puede en esa condición, por lo tanto, renegar del internacionalismo
socialista. Pero, a diferencia del anquilosado planteo abstracto de la vieja
izquierda cosmopolita, que lo presenta como punto de partida para cualquier
política “concreta”, la izquierda compenetrada con nuestra Patria Grande es
consciente de que el internacionalismo socialista sólo puede ser la
consecuencia de políticas que tengan en cuenta la especificidad del propio
contexto histórico,. Por eso para nuestras izquierdas nacionales el
internacionalismo socialista es el punto de llega (no de partida) de un
desempeño político particular, que al trabajar por la liberación definitiva
de los pueblos oprimidos de la periferia, genere las condiciones para una
toma de conciencia profunda y una práctica política organizada de las
izquierdas y movimientos contestatarios del mundo desarrollado.
Al capital financiero, causante de la actual crisis, no es posible
combatirlo a medias, sólo cuando afecta intereses parciales. Los explotados
del mundo dominado forman parte del problema global a resolver. Si nuestra
izquierda avanza en esa dirección los pueblos del Norte se verán
objetivamente beneficiados, en tanto la liberación de los pueblos oprimidos
por el imperialismo, los conducirá también a ellos a la impostergable
necesidad de liberarse de sus opresores promoviendo cambios estructurales
que superen la cosmética de la “indignación”. Seguramente será con dolor,
pero sin dolor no podrán parir una nueva sociedad; porque como lo expresó
hace dos siglos el Inca Yupanqui en las Cortes de Cádiz: “Un pueblo que
oprime a otro no puede ser libre”
La Plata, 4 de octubres de 2011
Angelelli, La Palabra Viva
Documental dirigido por Fernando Spiner y Victor Laplace, sobre el Padre
Obispo Enrique Angelelli, emitido por el canal cultural "Encuentro"
Duración: 01:07:51
Enrique Ángel Angelelli nació un 17 de julio de 1923 y murió un †4 de agosto
de 1976, asesinado en La Rioja durante la dictadura cívico-militar que
gobernó Argentina entres 1976 y 1983. Angelelli fue obispo de la Iglesia
Católica imprimiéndole a su acción un fuerte compromiso popular.
Documental Inédito sobre
Néstor Kirchner. El documental completo (57 minutos) realizado por Andrés
Sal.Lari, periodista argentino que actualmente reside en Bolivia, contiene
entrevistas con viejos amigos y compañeros de militancia de Néstor.
América
Latina: Una nación fragmentada *
Por Juan Ramón Peñaloza **
Toda revolución democrático-burguesa tiende a constituir un Estado nacional,
o sea, a dar "cohesión estatal a territorio con población de un solo idioma"
. "El idioma -escribe Trotsky en su Historia de la Revolución Rusa, cap. "La
cuestión nacional"-es el instrumento más importante de unión entre los
hombres y, por consiguiente, de unión en la economía. Se convierte en idioma
nacional con la victoria de la circulación mercantil, que une a una nación.
Sobre esta base se establece el Estado nacional como el terreno más cómodo,
más ventajoso y normal de las relaciones capitalistas".
"Sobre esta base" tenemos, sin embargo, en América Latina, no un Estado
nacional sino veinte Estados distintos . En el vasto territorio que se
extiende desde el Río Grande hasta el cabo de Hornos se habla una lengua -el
castellano-plenamente desarrollada y consolidada en una literatura cuya
importancia es obvio destacar; es decir, que posee todos los caracteres de
un idioma nacional. Observemos, empero, que apenas hay "circulación
mercantil" entre esos Estados... Tal hecho basta para denunciar claramente
que estamos ante una nación fragmentada, inconstituída.
Mas no toda revolución democrático-burguesa ha necesitado constituir el
Estado nacional; así, Cromwell no tuvo que hacer la unidad de Inglaterra,
Gales y Escocia, pues ésta ya había sido alcanzada bajo los monarcas. Pero
en Alemania y en Italia (siglo XIX), la revolución democrática se encontró
ante un estado de división nacional, mantenido sobre todo por la opresión de
potencias extranjeras (Francia, Austria, Inglaterra). Se desarrollo entonces
como revolución nacional. Trotsky señalaba, al respecto, que en estos dos
países "la lucha por la liberación nacional y la unificación era el meollo
de la revolución burguesa".
En América Latina, la revolución democrática de los albores del siglo XIX no
logró constituir un Estado nacional; lo impidieron el débil o nulo
desarrollo del capitalismo nativo, el abrumador predominio de las
estructuras feudales y precapitalistas, el alejamiento de los principales
centros. Primaron las tendencias centrífugas, surgidas del atraso, y
volvieron todo hacia atrás, más atrás inclusive que en la época del Imperio
hispano-americano, en que existía la unidad política y administrativa. A
esta causa de fragmentación nacional, que los esfuerzos de San Martín y
Bolívar no consiguieron superar, sumase pronto otra, el capitalismo
extranjero, principalmente inglés, que intervino decisivamente para
consolidar la división e incrementarla, favoreciendo la creación de nuevos
Estados desgajados del tronco común por la diplomacia y la prepotencia
imperialistas. En 1826, Bolívar urgía para que se concretara la unidad en el
Congreso de Panamá, a fin de salvar la revolución; ya entonces, con una
clara prenoción de su destino imperialista, los observadores yanquis
sabotearon esa tentativa. Corriendo el tiempo, la misma provincia de Panamá
donde se celebró el Congreso fue amputada por el imperialismo norteamericano
del territorio de Colombia y así tuvimos hasta una "nacionalidad" panameña.
De este modo, el sentimiento de nacionalidad común entre los habitantes de
América Latina, que latía hasta en una aldea como era el Jujuy de 1812, se
fue perdiendo, al par que el localismo, con el aliento que le prestó el
imperialismo, se elevó a la categoría de sentimiento "nacional". La leyenda
histórica, fabricada luego por los plumíferos a su servicio, sancionaría
este estado de fragmentación nacional, presentando a nuestros héroes como
queriendo crear veinte Estados distintos en lugar de uno solo. La falacia,
verdaderamente monstruosa, de esta "historia" oficial reside en que,
mientras en todo el mundo la nación se ha constituido corno resultado del
triunfo de la revolución democrático-burguesa, en América Latina se
consideran como naciones distintas a los veinte Estados surgidos de su
fracaso.
América Latina, atrasada y dividida, fue fácil presa del imperialismo; sus
veinte países fueron convertidos en semicolonias y colonias, cuya vida
económica reposó entera-mente en la exportación de una o dos materias
primas, o cereales, o frutos naturales a la metrópoli imperialista, de la
cual se recibían en cambio los artículos manufacturados de la industria
moderna. Lejos de combatir el atraso, el imperialismo reforzó a las
oligarquías terratenientes que explotaban con métodos feudales o
semifeudales al campe-sino indígena, dejando subsistente la barbarie
agraria; en aquellas ramas de la producción donde invirtió directamente
capitales (minas, plantaciones, transporte ferroviario, pozos petrolíferos,
etc.) aprovechó el bajo nivel de vida del nativo y la ausencia de democracia
para combinar el régimen del moderno salariado con la servidumbre en la
institución del peonaje.
Escribe Trotsky caracterizando este proceso: "Mientras destruye la
democracia en las viejas metrópolis del capital, el imperialismo impide al
mismo tiempo la ascensión de la democracia en los países atrasados. El hecho
de que en la nueva época ni una sola de las colonias o semicolonias haya
realizado una revolución democrática. -sobre todo en el campo de las
relaciones agrarias-se debe por completo al imperialismo, que se ha
convertido en el obstáculo principal para el progreso económico y político.
Expoliando la riqueza natural de los países atrasados y restringiendo
deliberadamente su desarrollo industrial independiente, los magnates
monopolistas y sus gobiernos conceden simulta-neamente su apoyo financiero,
político y militar a los grupos semifeudales más reaccionarios y parásitos
de explotadores nativos. La barbarie agraria artificialmente conservada es
hoy día la plaga más siniestra de la economía mundial contemporánea”.
*Fragmento del texto “Trotsky ante la revolución nacional latinoamericana”,
de Juan Ramón Peñaloza, Editorial Indoamérica, 1953
** Seudónimo de Enrique Rivera.
"Resignificar
las fechas" 20 de Noviembre Día de la Soberanía Nacional
Por Leonardo Killian
(En exclusividad para Cuaderno de la Izquierda Nacioal)
Fue el entrañable José María "Pepe" Rosa el responsable intelectual de que
la ley 20.770 declarara al 20 de noviembre como nuestro Día de la Soberanía.
El viejo luchador alcanzaba un viejo sueño de su generación. Que se
reconozca oficialmente la gesta de ese día del año 1845 cuando la
Confederación enfrentó a una flota anglo francesa. Las dos potencias
coloniales más importantes y mejor armadas de la época. Con el desprecio que
han solidó tener a lo largo de la historia los imperios y, como hemos visto
en estos años lo que han hecho los EE.UU. y sus socios en Irak, Afganistán,
Libia, etc. Así en el siglo XIX también ingleses y franceses se repartían el
mundo no europeo a su antojo. Extensas zonas de Africa y de Asia como China
y la India, e incluso el territorio americano eran objeto del saqueo entre
estos vampiros coloniales.
En nuestra América hispana tendrían dos grandes reveses. En México, la
aventura de Maximiliano y su sueño imperial terminarían humillados por
Benito Juárez y aquí, al sur de la América del Sur, el indoblegable Juan
Manuel les mostraría de qué madera estaban hechos estos gauchos. Estos
bárbaros que se negaban a entregar así nomás la navegación de nuestros ríos
al extranjero.
Para los de mi edad era un clásico. Después de una reunión, de un asado con
amigos, entre el vino y las guitarras aparecía junto a las canciones de
Litto, de Spinetta o de los Sui Géneris ese Triunfo que todos cantábamos a
coro.
Eran épocas de sueños.
La Revolución Nacional estaba a la vuelta de la esquina.
Los recuerdos de las grandes gestas nacionales como las victorias sobre los
ingleses en 1806 y 1807 y la Vuelta de Obligado, pertenecían a ese folklore,
a esos hechos que nos hacían sentir el orgullo de ser argentinos. Las
victorias del pasado auguraban la gran victoria del porvenir.
Noventa buques mercantes
veinte de guerra
veinte de guerra
vienen pechando arriba
las aguas nuestras
las aguas nuestras
La heroica resistencia gaucha de ese pedazo del río Paraná fue durante años
ninguneada por la enseñanza escolar y por nuestro calendario forjado en la
historia mitrista.
La pucha con los ingleses
quien los pudiera
quien los pudiera
¡Que los tiró a los gringos
ju´e una gran siete
Navegar tantos mares
venirse al cuete
que digo venirse al cuete!
Pero nuestro pueblo supo guardarla en su memoria en forma de canciones,
folletines y todas las formas que adopta la cultura popular para recordar y
proteger lo que le pertenece.
A ver che Pascual Echagüe
Gobernadores, gobernadores
que no pasen los franceses
Paraná al norte, Paraná al norte
Angostura del Quebracho
de aquí no pasan
de aquí no pasan
Pascual Echagüe los mide
Mansilla los mata, Mansilla los mata
En el frío junio del ´82 con el corazón allá en Malvinas, volvimos a sentir
esa sensación que solo producen las gestas nacionales.
Ahí estaba otra vez el Imperio y como aquella vez con Rosas, la gran mayoría
de los argentinos y americanos del sur supieron ver muy bien quien era el
enemigo.
Después llegó la derrota y el tiempo de los miserables.
Un cachetazo del imperio que se vengó de las anteriores afrentas y que
todavía nos duele.
La Vuelta de Obligado fue una derrota militar pero una gran victoria
política de la Confederación.
Ingleses y franceses pudieron pasar pero a un costo terrible en pérdida de
vidas y materiales. Rosas los obligaron a firmar un pacto que ponía a la
Argentina entre las pocas naciones que no se arrodillaban ante el poder del
desprecio.
Malvinas fue una derrota militar y política.
Pero la historia no termina y los pueblos saben guardar en la memoria los
nombres de sus héroes.
Las islas volverán a ser argentinas cuando la Nación sea, no estos países
separados sino una sola e indivisible. Las Provincias Unidas de América del
Sur dice nuestra declaración de Independencia de 1816. Una nación que nunca
existió pero que seguramente sabremos unir, retazo a retazo.
Esa es la idea de la resignificación de nuestras gestas. Recordarlas.
Mantenerlas vivas pero con la vista en el futuro. Con la mirada en el
horizonte de lo que vendrá y que debemos construir.
Las tareas de nuestras generaciones y las que vendrán para que se haga
realidad ese triunfo tantas veces cantado en los fogones que comienza con la
cita de nuestro gran poema nacional
"Los hermanos sean unidos
que esa es la ley primera
tengan unión verdadera
en cualquier tiempo que sea
porque si entre ellos pelean
los devoran los de afuera"
Alguna vez, la batalla de la Vuelta de Obligado fue cantada solo por el
gauchaje rosista. Hoy, la empecinada memoria del pueblo la convirtió en un
día patrio en nuestro calendario.
Malvinas fue de los combatientes. Debemos rescatarlas para todos, no solo
los argentinos sino para todos los americanos de este sur que en estos
tiempos, vuelve a corcovear otra vez como esos potros empecinados e
indomables. Una nación y una Patria para todos, esa es la meta.
Entrevista a Norberto Galasso en Radio Nacional Mendoza
Mejores
ojos para un mejor camino, el de la emancipación
Por Juan Carlos Jara
Cuando hay una demora inconsulta o se cancela algún vuelo en Ezeiza; cuando
los cacos atracan un shopping, un banco o un barrio privado; cuando algún
funcionario entra en tratos non sanctos con el Dios Mercurio, oímos a
nuestros conciudadanos de clase media sentenciar: “este país…”, “¿qué querés
con este país…?” Demás está decir que la conclusión de la frase tiene
siempre, explícita o tácitamente, un marcado tono escatológico.
Entonces, por fuerza, uno se pregunta: ¿por qué “este país de mierda”? ¿Por
qué las iras ciudadanas, en lugar de dirigirse a la aerolínea respectiva, a
los amigos de lo ajeno o al corrupto funcionario que hace del soborno su
modo de mejor vivir, se arrojan sobre el país, es decir sobre nosotros, sus
habitantes y compatriotas del que suelta la frase y parece no pensar que en
el fondo se está calificando, o descalificando, también a sí mismo? La
respuesta es sencilla: porque la colonización pedagógica -hija de la
dependencia económica y el consecuente apocamiento nacional-nos ha forjado
de esa manera.
Porque hemos sido educados durante años, y no sólo durante el ciclo escolar,
en el obsecuente catecismo de que todo lo importado, sólo por el hecho de
serlo, es superior a lo nuestro.
Y no se diga que eso es consecuencia del alto grado de ascendencia
inmigratoria -más supuesta que real-que nos convierte en tan acerbos
execradores de lo propio.
¿No fue acaso Sarmiento, criollo hasta la médula, el que dijo que “argentino
era anagrama de ignorante”? ¿No está en Las Bases del tucumanísimo Alberdi
aquello de que el más instruido de nuestros hombres resulta “inculto y
selvático”, “al lado de un obrero inglés o francés que muchas veces no
conoce la o”? No, ni es cierto que todos los argentinos provienen de los
barcos ni mucho menos que el presunto origen inmigratorio de muchos de
nosotros nos hace infalibles execradores de lo propio.
No tenemos “mejores ojos para ver a la Patria”, como pedía Lugones, porque
nos han educado para la autodenigración y no alcanzamos a comprender que
cuanto más imprequemos contra el país -cuya personificación humana es el
pueblo, según enseñaba Jauretche-más estaremos a merced de los funcionarios
corruptos, de los chorros de guante blanco u oscuro y, lo que es peor, de la
expoliación nacional.
Esa que no se ve pero se siente, a manos de los pulpos internacionales y
propios que hemos sabido conseguir durante décadas y décadas de colonización
mental y de la otra.
Los muchachos de FORJA -Jauretche, Scalabrini, Manzi, maestros en el arte de
mirar (y pensar) sin anteojeras-lo percibían con total claridad: “Hay un
sólo problema: el coloniaje. Hay una sola solución: la emancipación
nacional”.
En ese camino estamos. Por ese camino, sin duda, seguiremos, junto a los
demás pueblos de Latinoamérica, nuestra patria común.
13/11/11 (Día del Pensamiento Nacional). Télam
La Otra Historia 1 (Argentina) - Corrientes Historiográficas
Norberto Galasso realiza un abordaje sintético y muy claro sobre las corrientes historiográficas de Argentina. Material muy recomendable para ayudar a comprender el actual debate surgido en torno a la creación del Instituto Manuel Dorrego. Historia y política, una relación constatable que los cientificistas aún ocultan.
Dos
marxisrtas agrarios *
Por Gustavo Battistoni
Uno de los aspectos a los que Carlos Marx dio mayor énfasis en el final de
su vida fue al estudio de la cuestión agraria. El tercer tomo de "El
Capital" contiene sus análisis sobre la génesis y el desarrollo de la renta
de la tierra; particular interés para los habitantes de la Argentina es su
investigación sobre la renta diferencial de la tierra, que es la clave para
explicar el portentoso desarrollo de nuestra economía.
Marx se propuso demostrar cómo el capitalismo se apodera de la agricultura
igual que de cualquier otra rama económica:”Todo progreso de la agricultura
capitalista no es sólo un progreso en el arte de despojar al trabajador,
sino en el arte de despojar el suelo; todo progreso en la elevación de su
fertilidad durante un debido período de tiempo, es al mismo tiempo un
progreso en la ruina de las fuentes permanentes de esa fertilidad. La
producción capitalista no desarrolla, pues, la técnica y la combinación del
proceso social de la producción sino en tanto que destruye al propio tiempo
las fuentes de origen de toda riqueza: la tierra y el trabajador”.
Esta cita de Marx demuestra no sólo la profundidad de su análisis con
respeto a la agricultura sino también su preocupación por la destrucción del
medio ambiente por el modo de producción capitalista; el capitalismo no sólo
“degrada” la fuerza de trabajo, también destruye el ecosistema que es la
base material de la existencia humana.
El fundador del socialismo científico tuvo varios continuadores en la
temática como Karl Kautsky y V.I. Lenin; entre nosotros Juan B. Justo,
Guillermo Flichman, Héctor Alonso (en la Izquierda Nacional) también
hicieron importantes aportes, pero quienes realizaron los más audaces
análisis con escalpelo marxista fueron dos revolucionarios agrarios
olvidados, José Boglich y Reinaldo Frigerio.
Desarrollemos un poco el concepto de renta de la tierra. Marx, en varios
capítulos del tercer tomo de su magna obra, distingue dos tipos de renta
derivados de la tierra.
La renta absoluta es la consecuencia de la propiedad privada de la tierra y
del hecho de que, por ser un bien limitado, aquella es detentada en régimen
de monopolio. La renta diferencial, depende, en cambio, del modo de
producción capitalista.
Marx define como sigue la característica esencial de la renta de la
tierra:”Por tanto, lo que caracteriza a la renta de la tierra no es el hecho
de que los productos agrícolas se desarrollen hasta convertirse en valores y
como valores, es decir, el que se enfrenten como mercancías a otras
mercancías, mientras los productos no agrícolas se enfrenten también a ellos
como tales mercancías, o el que se desarrollen como expresiones especiales
del trabajo social. Lo característico de la renta del suelo es que bajo las
condiciones en que los productos agrícolas se desarrollen como valores (como
mercancías) y bajo las condiciones de la realización de sus valores, se
desarrolla también la capacidad de la propiedad territorial para apropiarse
de una parte cada vez mayor de estos valores creados sin intervención suya,
convirtiéndose así en renta de la tierra de una parte cada vez mayor de la
plusvalía”.
Es el tributo que la comunidad paga al terrateniente, en función de que no
puede prescindir de un medio de producción que aquel monopoliza: la tierra.
La porción que el terrateniente retiene de la plusvalía como renta del
suelo, aumenta con el desarrollo del modo capitalita de producción, pero no
es consecuencia del trabajo o la intervención del terrateniente, sino del
trabajo y la dinámica económica de la colectividad.
Karl Kautsky, en su libro”La Cuestión Agraria”, esclarece lúcidamente la
teoría marxista de la renta territorial. Dice:”La renta de la tierra, como
renta diferencial, es producto de la concurrencia; y como absoluta, es fruto
del monopolio. Más adelante, afirma:”En la práctica, ambas clases de renta
territorial no se diferencian; ni puede distinguirse cual sea la proporción
de la renta diferencial o absoluta”.
La renta diferencial resulta, por ejemplo, de la mayor productividad de un
campo con respecto a la media de producción, o la menor distancia al mercado
que abarata los fletes, como pasa con respecto a los productos de la Pampa
Húmeda con respecto a los productos de las provincias del norte.
Y continúa el socialdemócrata alemán:”La diferencia, pues, de ambas especies
de renta es en esencia que la renta diferencial resulta del carácter
capitalista de producción, y no de la propiedad privada del suelo, como que
subsistiría aún cuando el terreno se nacionalizase tal como quieren los
partidarios de la reforma agraria, mientras quedara en pie la forma
capitalista de la explotación agrícola; pero en este caso no beneficiaria a
particulares, sino a la colectividad.
La Absoluta depende de la propiedad privada del suelo y de la oposición
entre el interés del terrateniente con el de la colectividad. La
nacionalización o incautación por el estado del suelo, podría suprimirle y
disminuir los precios de los productos agrícolas”.
En nuestro país donde la producción agropecuaria está, en general, vinculada
al modo capitalista de producción, está teoría de la renta territorial es
indudablemente válida.
La Argentina como Australia, Nueva Zelanda y Canadá contaba con las
condiciones climáticas ideales para el desarrollo de un capitalismo agrario
consolidado. Pero como bien explicó Jorge Enea Spilimbergo en “Clase Obrera
y Poder”, tuvimos una clase “capitalista” más no “burguesa”, que explica el
derrotero de nuestra oligarquía. A diferencia de los otros países y por
razones ligadas a la distribución de la tierra, nuestra república tuvo
serios inconvenientes para ser un país de “campesinos” parcelarios. De la
explicación que nos ofrece Spilimbergo podemos sacar más claras conclusiones
que del debate ente Enrico Ferri y Juan Bautista Justo, donde el “maestro”
del socialismo argentino utiliza la categoría de “colonización sistemática”,
usada por Marx, en el capítulo 25 de “El Capital” para explicar la
“acumulación primitiva” en el capitalismo. Es indudable, además, que el
problema agrario argentino era muy distinto al descrito por José Carlos
Mariátegui en su capítulo “El problema de la Tierra”, de su libro “Siete
ensayos de interpretación de la realidad peruana”.
José Boglich nació en 1886 en Vroska, isla de Hvar, en el mar Adriático,
perteneciente a la región croata de la península balcánica, se embarcó junto
a su familia en 1906 hacia nuestro país, siendo desde su juventud un
luchador por los derechos de los explotados.
Desde 1912 hasta su muerte, fue dirigente del ala izquierda del movimiento
agrario argentino, donde tuvo un papel destacado como líder durante "El
grito de Alcorta". Ejerció la presidencia de la seccional Firmat de la
Federación Agraria Argentina, siendo delegado de la misma ante el congreso
de la FAA de febrero de 1914.
En la primera década del siglo veinte arrendó un campo en Firmat junto a su
familia, para luego pasar a Barlett, colonia cercana al pueblo de Bigand. En
esta última localidad fundó en 1915 la Biblioteca Carlos Marx, desde donde
intentó difundir la obra del fundador del socialismo moderno.
Fue por esta época un asiduo colaborador del periódico "La Tierra". En 1919
es elegido integrante de la comisión directiva central de la Federación
Agraria. Influido por la Revolución Rusa es uno de los organizadores del
Partido Socialista Internacional en el sur de la provincia de Santa Fe.
Radicado posteriormente en la localidad de Santa Isabel, instala una casa de
ramos generales y acopio de cereales. Recala finalmente en la década del
treinta en la ciudad de Pergamino, donde tiene un negocio ligado a la venta
de productos agrícolas.
Coincidía con Juan B. Justo en el mejoramiento del nivel de vida de los
arrendatarios y chacareros, pero opinaba a diferencia del autor de "Teoría y
práctica de la historia" que las leyes de centralización y concentración del
capital regían tanto para el agro como para la industria; consideraba que en
la Argentina existía una formación económico-social donde predominaba un
capitalismo agrario de naturaleza semicolonial.
Juan B. Justo, en “El Programa Socialista del Campo”,de 1901, afirma:” “El
Partido Socialista se glorifica de tener una teoría; su acción basada en el
progreso técnico económico, no puede ir nunca contra ese progreso, y jamás
propondría a la división del suelo argentino en fracciones menores si este
fraccionamiento fuera hacer menos productivo el trabajo. Pero sucede lo
contrario. En la industria, la fábrica más grande puede siempre llevar más
lejos la división del trabajo y competir ventajosamente con la menor. No
pasa lo mismo con el cultivo más grande. Aquí se trata de operaciones
sucesivas: la rotura del suelo, su pulverización, la siembra, la cosecha, la
trilla, que es necesaria hacer cada una a su tiempo, y en las cuales no hay
lugar de subdividir mucho el trabajo.”
“Para que el pueblo trabajador del campo tenga más perspectivas de
desarrollo, para que el suelo argentino se enriquezca, para que haya más
libertad y progreso, es urgente aplicar un plan de reformas tendientes a
dividir los latifundios en unidades agrarias más conformes con las necesites
técnicas, económicas y políticas del país.
“Nueva Zelanda, ése joven pueblo que llama la atención del mundo por el
carácter humano y equitativo y humano de sus leyes, debe ser nuestro modelo
político.”
“Nuestro plan para fomentar la división del suelo debe ser sencillo: por una
parte levantar al trabajador del campo, dignificando su situación, y librar
al capital agrícola y ganadero de toda actividad; así se formaron los
hombres con sus aptitudes y los medios para construir una numerosa clase de
productores autónomos mejor situados que los de hoy. Y, al mismo tiempo, hay
que transformar el sistema de impuestos, para que estos, en lugar de pesar
sobre la vida y el trabajo, graven el privilegio en su forma patente y
controlable de renta de la tierra.” “Con la contribución directa progresiva
sería incómodo para los propietarios retener los actuales latifundios, y
pasaría al fisco una parte al menos del inmenso incremento del valor de la
propiedad raíz urbana.”
Dice a este respecto, refutando a Justo, José Boglich en su libro “El
problema agrario y la crisis actual”:”Los socialistas argentinos, cuando
suelen ocuparse del despojo de la tierra pública por la burguesía nacional y
por el capitalismo colonizador extranjero, plantean sus críticas con un
concepto falso, como si se tratase de actos personales.
Hablan de política criolla, de gobernantes inescrupulosos, de
administraciones deshonestas, etc., como únicos factores de esos hechos y
como si ellos dependieran y se desarrollasen de acuerdo a la honestidad
personal de los gobernantes y no como consecuencia de un proceso inevitable
dentro del régimen capitalista. (Pág. 134)” y sostiene:”el obrero industrial
y el pequeño campesino semi-proletario tienen dentro del sistema capitalista
de producción un mismo devenir. Por tanto, el idilio de la pequeña
explotación, de la “granja propia, del afincamiento del pequeño campesino,
no deja de ser una fantasía propagada por los ´doctos´ que desde sus cómodos
´bufets´ expenden panaceas para todos los males económicos y sociales, pero
en la mayoría de los casos, estas panaceas se ven confrontadas con la
realidad desilusionadora de los hechos, demuestran poseer una completa
ignorancia-cuando no mala fe-sobre los más elementales problemas que atañen
a la organización económica y social de la sociedad.”(Pág.62) Como vemos,
tanto en el proceso industrial como en el agrícola, la proletarización o el
empobrecimiento de las masas es un hecho inevitable.
Para él, el capitalismo había "colonizado" completamente el campo, creando
una masa proletaria que era el fundamento, con los arrendatarios, de la
rebelión campesina; la salida de la crisis no se lograría por una "reforma
agraria", sino por una transformación en sentido socialista que ponga en
movimiento la colectivización de la producción.
En la década del treinta tuvo un acercamiento al Partido Socialista Obrero,
una efímera aunque interesante experiencia, que intentaba articular la
bandera de la liberación nacional con la de la abolición de las clases
sociales. Luego se liga al grupo que lidera el trotskista Esteban Rey en el
norte argentino, sector que intenta hacer "entrismo" en el Partido
Socialista, según Horacio Tarcus en su estudio sobre los marxistas
olvidados.
En "El Problema agrario argentino y la crisis actual" (1933), afirma sobre
el papel de Rivadavia en la economía argentina: "La República Argentina, por
ejemplo, tiene toda una historia de latrocinio y despojo de las tierras del
Estado y los nativos; desde la ley de enfiteusis hasta nuestros días, no ha
sido más que un proceso continuado de apropiación y afincamiento de la
burguesía nacional y el capitalismo colonizador".
Otra idea a resaltar, es su noción de la renta de la tierra:”Si de acuerdo a
la dialéctica marxista, la renta no proviene de la tierra sino de las
relaciones sociales en que la explotación se verifica, la tierra, o mejor
dicho la propiedad territorial, no es capital porque no encierra ningún
trabajo social, y la tierra capital sólo da interés por la capitalización de
la renta. Ahora bien, como la propiedad de la tierra mientras no da renta o
esta no haya sido capitalizada, no es capital, es fácil deducir que esos
créditos otorgados a los señores terratenientes no lo son a cuenta del
capital tierra, sino a cuenta de la renta inmediata o futura, que debe salir
del trabajo social contenido en la producción” (Pág.172)
Podemos colegir de este largo, pero profundo párrafo, que las actuales
superganancias del agro argentino, no nacen de la capacidad productiva e
innovadora de nuestros “agricultores”, sino de la plusvalía que la
urbanización de China e India hacen llegar al bolsillo de quienes detentan
la propiedad de la tierra.
En 1937 pública su obra,"La cuestión agraria”, ampliación de la anterior de
1933, y reeditada parcialmente en 1964, donde discute la tesis del Partido
Comunista sobre el carácter "feudal" del campo argentino y la perspectiva de
una revolución "democrática y antifeudal". Allí sostiene, como epítome de su
vida y su obra, en su prefacio: "Hemos basado nuestra investigación del
proceso de la agricultura y de los factores determinantes de la crisis, en
la teoría marxista, vale decir, en la teoría de la dialéctica materialista,
por ser el único método de investigación científica que se ajusta a la
realidad histórica. Al decir que hemos ajustado nuestro estudio al método de
Marx, creemos conveniente señalar, para evitar interpretaciones capciosas,
que no nos hemos abstraído en lo más mínimo del conocimiento práctico de la
economía campesina.
A través de nuestros treinta y cinco años de vida campesina, durante los
cuales hemos cruzado diversos estadios de la escala económica y social
(desempeñando desde el puesto de boyero, que representa la más inicua
explotación de la niñez en las labores del campo, hasta el de comerciante y
acopiador de cereales, pasando por los de jornalero, agricultor mediero y
agricultor independiente), nos ha sido posible seguir paso a paso la
evolución de nuestra campaña, conocer los intereses específicos de las
clases sociales y compenetrarnos de sus inquietudes y problemas en nuestra
condición de campesinos, hemos sido actores de los grandes movimientos
agrarios acontecidos desde 1912 a 1921, y nuestra actuación en los
organismos gremiales y cooperativos nos ha obligado a conocer las diversas
teorías referentes a la cuestión agraria y profundizar el estudio de sus
problemas. Pero sólo por medio del método científico que nos ha brindado la
teoría marxista, hemos podido alcanzar la comprensión clara de la cuestión
agraria, conocer el secreto de sus leyes económicas e interpretar en su
justo sentido las contradicciones de los intereses que pugnan en su
estructura."
Falleció, el notable luchador, en un confuso accidente el 10 de febrero de
1943; recordarlo, es recuperar la lucha de los oprimidos del campo
argentino.
Dentro de la corriente socialista nacional, otro que hizo sustanciales
aportes es el abogado Reinaldo Frigerio; el “gringo croata” José Boglich es
el que abrió el camino para los análisis del campo y su desarrollo para
quien utilizó el seudónimo de “Jorge Lagos”.
Nació Reinaldo Frigerio a principios del siglo pasado en la ciudad de La
Plata, donde se recibe en derecho en 1937, comienza su carrera como defensor
de los trabajadores de la zona de Berisso; se constituye en ese momento en
el líder de un grupo trotskista de su ciudad natal.
En octubre de 1940, con el seudónimo de Jorge Lagos rebate la consigna de
liberación nacional que Liborio Justo había defendido en su folleto ”La
Argentina frente a la guerra mundial”; afirma Frigerio:”Se insiste en
disfrazar de ‘capitalistas malos’ únicamente a la llamada oligarquía y de
‘capitalistas buenos’’´progresistas’,’antiimperialistas´a Yrigoyen, la UCR y
su cría, cuando todo demuestra que la clase dominante argentina tiene a su
cabeza un grupo de S.A. nacionales y extranjeras, un banco central y un
estado capitalista que denuncia la presencia de una clase burguesa
ensamblada con el capital imperialista, una clase burguesa que es a la vez
oligarca, industrial, accionista de los truts, usurera, comerciante ,radical
y conservadora y demócrata progresista y hasta socialista…Lo que necesitamos
es una revolución socialista…porque no hay lucha contra el imperialismo
desligada de la lucha contra la burguesía (Jorge Lagos-“La Cuarta
internacional y la lucha contra el imperialismo).
Esta posición de negación de la cuestión nacional y de identificación entre
el radicalismo yrigoyenista y la oligarquía será cuestionada por el mismo
Reinaldo Frigerio en su ponencia para el Congreso de los Hombres de Buena
Voluntad de 1951, donde afirma:”Ya a fines del año 1900 se palpa la presión
de las grandes masas populares que confían sus esperanzas de liberación al
Partido Radical conducido por su más relevante e inspirado caudillo, el
señor Hipólito Yrigoyen”.
En 1941 se suma al Partido Obrero de la Revolución Socialista, donde
sostiene sus viejas tesis de negación de la cuestión nacional y equiparación
entre la burguesía nacional y el imperialismo (Frente Obrero-20/12/41); el
PORS tiene una corta vida debido a las distintas y heterogéneas líneas que
lo conformaban.
La aparición del peronismo en la vida política argentina hace que Frigerio
revea sus viejas posiciones y se acerca al “Movimiento Obrero Comunista” que
lideran Rodolfo Puiggrós y Eduardo Astesano; el romper con la vieja
concepción antinacional no le resultó fácil. Dice sobre el recorrido
político de Reinaldo Frigerio, su maestro Rodolfo Puiggrós:”Era obligatorio
que, en cierto momento, la vocación revolucionaria de un militante que busca
en los hechos la comprobación de una política o del investigador marxista
que analiza objetivamente la realidad de su país, chocara con la capilla
cerrada de una secta que no piensa, que no estudia y que no siente a su
pueblo, limitándose a aplicar la camisa de fuerza de fórmulas generales a
los problemas nacionales. Una secta que teme todo lo que sea creación,
conocimiento. Una secta que desconoce nuestra historia, nuestra economía,
nuestra política, nuestra cultura. Una secta que podría vivir en cualquier
parte, menos en la Argentina. Una secta de pedantes y vividores de una
mediocridad impresionante. Una secta que jamás conseguirá atraerse las
simpatías de las masas populares argentinas”.
Desde esta concepción revisionista revaloriza la cuestión nacional y los
logros del gobierno justicialista:”El peronismo hecho Estado, no solamente
llevó a la práctica, las aspiraciones de la burguesía nacional
progresista-utilizando como ministro ejecutor a uno de sus hombres más
inteligentes y emprendedores, don Miguel Miranda-sino que encaró
resueltamente un amplio plan de reorganización total del país en lo
económico-Capitalismo de Estado e industrialización privada-en lo
político-eliminación del fraude electoral y plenas libertades populares para
la clase obrera sindicalmente organizada-, y en lo social-derechos del
trabajador-, que cambió esencialmente, el panorama de la Revolución
democrática en la Argentina, e incluso en América
Latina”.(Introducción-página 73)
En septiembre de 1947 publica “Cuatro ensayos marxistas sobre la historia
nacional”, donde estudia la revolución de Mayo, el origen de las guerras
civiles, las tentativas de organización capitalista y la figura de Juan
Manuel de Rosas. Este original libro es uno de los primeros que repara en la
figura del gran historiador rosarino Juan Álvarez y sus estudios sobre el
origen de las guerras civiles; nuestro historiador, a pesar de las criticas
que le formula desde un punto de vista marxista, lo considera como quien dio
la explicación más verosímil de la situación argentina post-revolución de
Mayo. Afirma Frigerio:”Parece, pues, que el proceso de formación de la
Montonera y el origen de las guerras civiles argentinas, no es,como sostiene
Álvarez, el producto exclusivo del régimen de la ganadería fundado en la
propiedad privada del ganado, sino en general el resultado de la profunda
crisis económica, política y social que provoco el comercio libre, la
economía fundada en el capital-dinero, en el seno de la economía colonial
ganadera e industrial del interior”(“Cuatro Ensayos…”-Pág.88).
Decía sobre la enfiteusis de Rivadavia, que para muchos “izquierdistas”
significaba la democratización de la tierra:”La enfiteusis rivadaviana ha
sido en nuestra historia un sistema de expropiación legal de la comunidad
indígena y del paisano libre, un sistema dirigido a impedir la adquisición
de tierras por los productores directos.¿En beneficio de quién se hizo esta
expropiación con la que comienza el período del acumulación primitiva en la
República Argentina? Desde luego, en beneficio de los estancieros ricos ya
propietarios de la provincia de Buenos Aires, los cuales conseguían la
posesión de nuevos campos y peones dóciles. Esencialmente, en beneficio del
capital inglés.”(“Cuatro ensayos…”Pág. 109) En mayo de 1948 es invitado a
dar un curso sobre el problema agrario argentino en el Colegio Libre de
Estudios Superiores, bajo el influjo de las enseñanzas de su maestro José
Boglich.
En 1953, publicó con prólogo de Rodolfo Puiggrós su “Introducción al estudio
del problema agrario argentino” donde plantea:”La oligarquía terrateniente
argentina, no es, pues, una entelequia; está constituida por los
descendientes de los antiguos aprovechados ‘enfiteutas’rivadavianos de
centenares de leguas, los mismos que sostuvieron a Rosas mientras la
ganadería colonial se desarrollaba, los mismos que luego apoyaron a Urquiza,
los mismos que se vincularon luego con el capitalismo imperialista, los
mismos que han utilizado la nación como si fuera una gran estancia,
formando, en efecto, una fuerza ‘conservadora independiente’ que durante
tantos años han constituido una ‘democracia rural’ entendido el término en
el sentido de gobierno ‘de’ los rurales terratenientes,’por’ los rurales
terratenientes y ‘para’ los rurales terratenientes.”
Afirma, además, con exactitud:”En síntesis, esta es a grandes rasgos, la
historia de la acumulación que nosotros llamamos “primitiva” del suelo, en
nuestra patria, el relato abreviado del origen de la propiedad terrateniente
argentina. No se trata, como se ha visto, de una historia de trabajo, ahorro
y sacrificio, sino de una historia de expropiación a mano armada del suelo y
extermino sistemático. Se trata de una indignante crónica de expropiación y
domesticación del poblador criollo y del paisano libre, trabajador de la
ganadería, por medio de la legislación de fondo y forma: código rural, leyes
de cercos y leyes y decretos de vagancia, Código civil.”(Introducción…, Pág.
36)
También es para él importante lo realizado por el justicialismo en materia
agropecuaria, pero dice admonitoriamente con respecto al latifundio:”En este
sentido, quienes apoyamos a Perón con una conciencia formada través de
muchos años de militancia antiimperialista, no dejaremos de reiterar que o
bien la revolución destruye al latifundio o bien el latifundio ahoga a la
larga a la revolución.”
Y decía sobre la reforma agraria:”En general la lucha por la reforma agraria
nacional, la efectiva aplicación del presente o de otro programa de reforma
agraria, depende de la alianza política entre todos los sectores productores
del agro, en la lucha contra el latifundio, los intermediarios y los
monopolios capitalistas. El éxito de la reforma agraria nacional depende de
la unidad de las grandes masas populares del campo a través de sus
reivindicaciones. La transformación del campo argentino, la destrucción del
latifundio-el peor enemigo de la soberanía y del progreso-depende de que el
pueblo mismo tome en sus manos la solución del problema agrario.”
Después de la caída del peronismo se suma a la resistencia contra la
dictadura de la “Revolución libertadora”; sostenía en 1947 en “Los cuatro
ensayos….”: “La revolución democrático burguesa, agraria y anti-imperialista,
continúa siendo reivindicación central de la lucha del pueblo argentino por
su existencia como nación”. Reinaldo Frigerio consideraba que el peronismo,
en 1955, había realizado la transformación que él esperaba; era de los que
entendían que teoría y práctica conforman una unidad inescindible.
Murió en el olvido el estudioso socialista nacional de la cuestión agraria,
en la ciudad de Pergamino, donde se había radicado décadas atrás; su vida es
un ejemplo para todos aquellos que bregamos por la alianza plebeya entre los
trabajadores de la ciudad y el campo argentino.
Para finalizar, podemos decir que la actual coyuntura mundial con el
incremento de la demanda de granos motorizada fundamentalmente por la
urbanización China ha llevado a un boom en la producción agraria argentina.
A más de cincuenta años de las teorizaciones de Boglich y Frigerio, sus
planteos tienen plena actualidad.
Sigue existiendo una renta diferencial de la tierra debido a que producir en
nuestros campos es más barato que la media internacional, validando la
teoría marxista de la renta; pero esta productividad se centra en una
tendencia al monocultivo basado en la soja, que es una gran expulsora de
mano de obra de la agricultura. Está disminución de la cantidad de la fuerza
de trabajo no significa, como lo ha demostrado en un magnifico estudio Juan
Manuel Villulla, que los trabajadores rurales no sean los principales
productores del valor creado por el modelo sojero imperante.
Desde los años noventa existe una propensión a la concentración de la
tierra, la nueva política implementada no ha modificado sustancialmente la
realidad; a pesar de haber mejorado la rentabilidad de muchos productores no
se han creado las condiciones para la radicación de los agricultores en el
interior del país. El nuevo modelo permitió el incremento de los márgenes
brutos de producción desde los 209 dólares constantes por hectárea durante
la convertibilidad hasta los 272 dólares en el período comprendido entre los
años 2002 y 2010.
La Argentina continúa siendo un país extenso donde la mayoría de la
población se concentra en las grandes ciudades; nada hace entrever que se
vaya hacia una política que busque un desarrollo armónico y equilibrado de
nuestra Patria.
El actual modelo de expansión agropecuaria no es inclusivo ni equitativo;
urge volver a las soluciones recomendadas por estos dos grandes militantes
del socialismo nacional.
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argentino”, Clase Obrera, 1953.
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Milcíades Peña”.El Cielo por asalto, 2006.
* Enviado por el autor en exclusividad para Cuaderno de la Izquierda
Nacional
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