El efímero gobierno popular y democrático de
la fórmula justicialista Obregón Cano-Atilio López y la inusual característica
de su destitución inauguran en Córdoba el período más negro de la historia
provincial. Como quizás en ninguna otra región del país las bandas paraestatales
y el propio Estado terrorista, liberado de toda atadura jurídico-legal, llevaron
a cabo la más espantosa orgía de sangre que haya conocido el país.
Eran las 22.55. En la habitación donde se encontraba reunido un grupo de
funcionarios provinciales se vivía un clima de extrema tensión. De pronto, la
puerta se abrió bruscamente y tres hombres armados con ametralladoras
irrumpieron en la sala, obligando a los allí reunidos a salir al pasillo. Uno de
los funcionarios inquirió:
-¿Quién es el jefe de este operativo?
-¡Retírese, señor! Oportunamente se le informará-, respondió imperativamente uno
de los hombres armados y, acto seguido, obligó al grupo a colocarse en fila para
marchar hacia la salida principal de la Casa de Gobierno.
La noche del miércoles 27 de febrero de 1974 un grupo de más de cincuenta
policías cordobeses ingresó a la Casa de Gobierno provincial y depuso al
gobernador peronista Ricardo Obregón Cano y a su vice, el dirigente gremial
Hipólito Atilio López. Los rebeldes se encontraban al mando del Teniente Coronel
(RE) Antonio Domingo Navarro.
Junto a los mandatarios, los sediciosos detuvieron a unas setenta personas que
se encontraban en la gobernación. Entre ellos estaban los ministros de Bienestar
Social y de Gobierno, Antonio Lombardich y Elio Alfredo Bonetto; los diputados
Luis Bruno y Blas García; el presidente del Banco de la Provincia de Córdoba,
Julio Aliciardi; el Fiscal de Estado, Juan Carlos Bruera; el director de Prensa,
Alejo Díaz Tiliar; y el hijo y secretario personal del gobernador, Horacio
Obregón Cano.
Navarro había sido relevado de su cargo de Jefe de Policía provincial esa misma
tarde por el gobernador, por considerarlo "poco confiable". Al enterarse del
relevo, el jerarca policial acuarteló a unos siete mil efectivos a sus órdenes
en la ciudad, aduciendo una "infiltración marxista" en el gobierno.
Frente a estos hechos, el Gobierno respondió con su exoneración definitiva y
puso en su lugar al Inspector Mayor Rubén Cuello, quien ejercía la subjefatura
desde que Navarro detuviera, días atrás, al ex subjefe, Teniente Coronel (RE)
Julián Chiappe.
Esa misma tarde, grupos de civiles habían tomado las emisoras LV2 -La Voz del
Pueblo- y LV3 -Radio Córdoba- y comenzado a emitir comunicados en apoyo al jefe
de la insurrección. Una de las transmisiones sostenía que Navarro representaba
“una garantía de orden” y era “el vehículo necesario para el proceso de
liberación”.
En respuesta, el Gobierno difundió la siguiente declaración: “Antonio Navarro,
en franca actitud de rebeldía, lejos de acatar la orden recibida, engaña a
sabiendas a parte del personal policial y, con el apoyo de pequeños grupos
repudiados por la ciudadanía, se rebela, pretendiendo ser fiscal del gobierno
electo por todo el pueblo de la provincia”.
Los hechos relatados en el diario Noticias. Clic para descargar Noticias del 1
de marzo de 1974 completo en pdf.
Al caer la noche, se escucharon tiroteos en
distintas partes de la ciudad. Civiles armados e identificados con brazaletes
rojos comenzaron a circular por las calles.
Acusados por Navarro de “proveer armamento a grupos civiles de conocida
militancia marxista”, el gobernador y su vice fueron llevados al Comando
Radioeléctrico de la Policía provincial, donde permanecerían cautivos hasta el
viernes 1° de marzo a las 17.30.
El jueves 28 a las 22.00, el presidente de la
Cámara de Diputados provincial, Mario Dante Agodino, asumió la gobernación
interina. A la misma hora era llevado a cabo un atentado contra el domicilio de
Obregón Cano.
Por su parte, el Gobierno Nacional, encabezado por el Teniente General Juan
Domingo Perón, lejos de restituir a los funcionarios en sus cargos, en un
principio no tomó partido en la contienda. El sábado 2 de marzo al mediodía dio
a conocer su posición: la intervención federal de la provincia.
El país que estallaba
¿Qué pasa general, que está lleno de gorilas
el gobierno popular?
La situación política en el ámbito nacional estaba convulsionada. Los
alzamientos populares, la guerrilla, el accionar de las Fuerzas Armadas y el
comienzo del terrorismo de Estado con la Triple A (Alianza Anticomunista
Argentina) prepararían el terreno para el golpe de Estado de 1976.
La entrada de la Juventud Peronista (JP), como política de masas de Montoneros,
al escenario nacional cambió la forma de los enfrentamientos políticos en el
país. Para el ensayista Alejandro Horowicz –autor de Los cuatro peronismos–,
"antes bastaba con amenazar la caja de los sindicatos o su estatuto de legalidad
para poner fin a cualquier resistencia más o menos seria".
Según analiza el historiador Norberto Galasso, "desde el exilio, Perón creía que
si volvía a la Argentina los jóvenes se desarmarían y se integrarían al
movimiento, aceptando la verticalidad. A su vez, los jóvenes pensaban que Perón
aceptaría su proyecto porque, después de todo, ellos se habían jugado la vida en
la lucha armada". Ambas partes estaban equivocadas.
A fin de cuentas, no se trataba de un conjunto de jóvenes obedientes a las
órdenes de Perón, sino de militantes revolucionarios con un proyecto propio,
encolumnados detrás de la figura de Perón.
Galería
de infames: Antonio Navarro
El coronel Antonio Navarro pasó a la historia por protagonizar el golpe policial
conocido como "Navarrazo" desplazando al entonces al gobernador democrático Ricardo
Obregón Cano y al vicegobernador Atilio López. El policía tomó la Casa de
Gobierno el 27 de febrero de 1974, antes de medianoche. Las crónicas lo
describen ingresando a la Casa de Gobierno pistola en mano. El "movimiento"
contaba con el apoyo del gobierno central de Juan Domingo Perón y,
principalmente, de su mano derecha, el ministro de Bienestar Social, José López Rega, en tiempos en que éste último acumulaba poder desplazando al ala izquierda
del peronismo en la que se encontraba Obregón Cano. Comenzaba a forjarse la
Alianza Anticomunista Argentina (A.A.A.) que en Córdoba se llamaría "Comando
Libertadores de América". Fue jefe de Policía entre el 13 de junio de 1973 y
marzo de 1974.
El fortalecimiento de la JP y, con esto, del
Frejuli llevó a que la Tendencia Revolucionaria obtuviera cinco gobernaciones
importantes: Córdoba, Buenos Aires y Mendoza y, en menor medida, Salta y Santa
Cruz. También ocuparía varios cargos en el gobierno de Héctor Cámpora: Juan
Carlos Puig en Relaciones Exteriores, Esteban Righi como ministro del Interior,
Jorge Alberto Taiana en Educación, la dirección de la Universidad de Buenos
Aires con Rodolfo Puiggrós y Arturo Jauretche como presidente de Eudeba.
"La fórmula Obregón Cano – Atilio López era la única de ese tipo en toda la
Argentina, ya que expresaba una situación muy particular en Córdoba: la
incandescencia del Cordobazo. Además, representaba no solamente a las
organizaciones político-militares o al movimiento obrero, sino a la relación
entre ambos", opina Horowicz.
La fórmula presidencial Perón – Perón produjo un gran malestar en los
sindicatos, que apoyaban la fórmula Perón – Cafiero, y provocó una lucha muy
fuerte que modificó la situación con el regreso de Perón el 20 de junio de 1973.
En Ezeiza, Perón advirtió que no dirigía la movilización general de la sociedad,
por ello, según Horowicz, "comenzó a actuar en términos de desmovilización, y
para esto no había otra forma que hacer desmovilizar a los que estaban
movilizados". Esto se evidenció en las provincias donde la Tendencia tuvo mayor
influencia -Córdoba, Mendoza y Buenos Aires-, sobretodo en Córdoba porque la
dirección era homogéneamente de la Tendencia.
"El hecho de que Atilio López haya sido un dirigente clave del Cordobazo provocó
que la derecha peronista pusiera mayor atención sobre esa cuestión y cargara
frontalmente en contra del Gobierno provincial", advierte Horowicz.
"Finalmente, el quiebre definitivo entre las juventudes y Perón se dio con el
asesinato de (José Ignacio) Rucci el 25 de septiembre del '73", concluye
Galasso.
La JP cae en picada
Cuando había que luchar contra la dictadura, éramos la juventud maravillosa,
ahora somos los infiltrados
Proceso judicial contra Ricardo Obregón Cano en 1985. Recortes de prensa. Clic
para descargar
El 20 de enero de 1974 el Ejército Revolucionario
del Pueblo (ERP), comandado por Mario Roberto Santucho, copó un regimiento del
Ejército Nacional en la localidad bonaerense de Azul, matando al jefe de la
unidad y a su esposa.
Ante estos hechos, Perón –ya en su tercer mandato– cargó contra el gobernador de
la provincia, Oscar Bidegain, acusándolo de respaldar a la guerrilla con la
"evidente desaprensión de las autoridades provinciales" y amenazó con renunciar:
"Yo he aceptado el gobierno como un sacrificio patriótico, porque he pensado que
podía ser útil a la República. Si un día llegara a persuadirme de que el pueblo
argentino no me acompaña en este sacrificio, no permanecería un sólo día en el
gobierno".
Frente a esta fuerte reprimenda del Gobierno Nacional, Bidegain se vio obligado
a renunciar, siendo reemplazado por el vicegobernador y dirigente de la Unión de
Obreros Metalúrgicos (UOM), Victorio Calabró.
La primera de las cinco provincias había caído.
Posteriormente lo harían Mendoza –en junio del '74 con el juicio político y la
posterior destitución del gobernador Alberto Martínez Baca–, Salta –el 11 de
marzo de 1976, con la provincia intervenida, Miguel Ragone fue secuestrado,
convirtiéndose en el único ex gobernador desaparecido de la República Argentina–
y Santa Cruz –con la destitución y detención de su gobernador, Jorge Cepernic.
"Obregón Cano asumió un proceso de liberación nacional en el camino del
socialismo nacional. No para establecer el socialismo, pero sí un proceso lo
suficientemente profundo y radicalizado como para avanzar hacia una
transformación social de fondo, en una provincia donde había un fragmento
revolucionario muy grande", asevera Galasso.
Raúl Lacabane. Crónicas de Archivo. La serie,
realizada íntegramente en Córdoba, por la productora Garabato Animaciones para
una coproducción del Multimedio SRT y Canal Encuentro.
Jauretche hacía un análisis de las
características del Cordobazo donde afirmaba que la capital cordobesa tenía
aspectos muy singulares que la distinguían del resto del país: obreros muy
concentrados en importantes fábricas automotrices –de 4 mil, 5 mil hombres– y un
barrio, el Clínicas, poblado por estudiantes que en su mayoría provenían de
otras provincias.
Para Jauretche, en este ámbito los jóvenes estaban influenciados por todos los
grandes acontecimientos mundiales –la guerra por la independencia de Argelia, la
Revolución Cubana, el Mayo Francés–, pero a eso se sumaba que vivían en
pensiones, en contacto con otros chicos en las mismas circunstancias, por lo que
desarrollaban un potencial revolucionario mucho mayor que en otras ciudades, ya
que no tenían ningún peso, ninguna limitación de sus familias.
Esto habría contribuido a que Obregón Cano y Atilio López se convirtieran en
figuras provinciales.
La Docta en la mira
Voy a volver, pero me parece que para mí ya es un poco tarde y para ustedes es
un poco temprano
Juan Domingo Perón (Madrid – 1971)
Obregón Cano rememora sus últimos días como gobernador: "Los empresarios del
transporte empezaron a sacar los ómnibus de la provincia como método de presión
para un aumento de la tarifa del transporte".
Horowicz sostiene que el lock-out del transporte fue decisivo, ya que los medios
de locomoción "generan la posibilidad de la movilización popular. Así, cada cual
quedaba librado a sus propias posibilidades de traslado".
Como Atilio López era dirigente precisamente del transporte, Horowicz sostiene
que el lock-out "fue el modo de impedir que él tuviera un grado de respuesta de
cierta velocidad y mostró que era un acto que se planteaba desde el poder,
porque suponía un acuerdo con la Cámara del Transporte, un acuerdo hecho desde
el Gobierno Nacional".
El ex gobernador recuerda que "se hizo una
patota, inclusive con una patota grande que vino de Buenos Aires con parte de la
Policía Federal, pero sobretodo de civiles con franjas en los brazos".
Una de las razones que le encuentra Obregón Cano al hecho, es que "a Córdoba le
apuntaban desde Buenos Aires porque se había transformado en un centro meridiano
del país y competía a nivel universitario, sindical y empresarial". Además, cree
que "el Cordobazo también tuvo un gran peso".
Según Horowicz, "el control que logró el
navarrazo fue muy exterior; tanto es así que hasta 1976 sólo abrió el paso para
que la Triple A operara con mayor comodidad. Significó el comienzo de una
transformación que se acentuaría con el Proceso como continuidad".
¿Quién era Navarro?
- Gobernador, vámonos, mire que están por venir enseguida – dijo asustado uno de
los guardias.
- Doctor, nosotros tenemos armas, vamos a defender la Casa de Gobierno-
insistieron los jóvenes militantes.
- Muchachos, a sus casas. Para mí lo peor sería que por defender el gobierno se
produjera alguna muerte.
Durante los años previos al regreso de Perón a la
Argentina, las organizaciones políticas juveniles -en especial Montoneros-
comenzaron a organizarse a nivel nacional y a incorporar gente de distintos
grupos de la sociedad que, si bien no convergían en una ideología común,
compartían un objetivo inmediato: el retorno de Perón al país.
1º de octubre de 1974. tres combatientes del ERP
mueren en un enfrentamiento con la policía de Córdoba. Vehículos sin
identificación y policías sin uniforme rodean los cuerpos y anticipan una imagen
que se hará frecuente en años venideros.
Así comenzaron a tener contacto con sectores de
las Fuerzas Armadas que consideraban necesaria una salida democrática al
gobierno de facto de Alejandro Agustín Lanusse. Tal vez, el hecho más
significativo que reflejó el punto más alto de esta relación entre el pueblo y
los militares llegaría en 1973 con el Operativo Dorrego, cuyo objetivo era
resolver problemas causados por las inundaciones en la Provincia de Buenos
Aires.
Comandada por el gobernador bonaerense Oscar Bidegain y el jefe de las Fuerzas
Armadas, Raúl Carcagno, en la operación trabajaron soldados conscriptos,
suboficiales y hasta oficiales del Ejército junto a muchachos de la JP.
Así, sectores militares que simpatizaban con las organizaciones guerrilleras
-algunos porque vieron con buena cara el asesinato de Pedro Eugenio Aramburu (el
2 de junio de 1970), pero la mayoría porque creía que debía abrirse paso a un
proceso democrático y que la única persona capaz de llevarlo adelante era Perón-
comenzaron a vincularse con las conducciones de las organizaciones
político-militares.
Sobre estos sectores de las Fuerzas Armadas,
Elvio Alberione -parte de la conducción cordobesa de Montoneros- detalla que
"generalmente no ocupaban posiciones demasiado claves en la Fuerza, salvo
algunos, como el General Carcagno", quien por esos tiempos era Comandante en
Jefe del Ejército Nacional.
A escala provincial, quien tenía una posición
relativamente fuerte era Antonio Navarro, que estaba al frente de la Policía
Militar del Tercer Cuerpo del Ejército. "La Policía Militar disponía de cerca de
mil hombres y eso significaba mil armas. No era poca cosa para nosotros. De
todos los militares que conformaban esa especie de Estado Mayor que habíamos
creado en Córdoba, era el que más podía disponer de ese tipo de relaciones",
relata Alberione.
Luego del triunfo electoral de la fórmula Obregón Cano – López para la
gobernación de Córdoba, el gobernador electo solicitó a la militancia la
presentación de una terna para la jefatura de la Policía provincial.
El
Navarrazo
Ocurrió el 27 de febrero de 1974. Gobernaba el teniente general Perón. El país
se debatía en una lucha contra esos personajes a los que Perón llamaba “trotskos
con la camiseta peronista”. Al frente de la provincia de Córdoba estaban Obregón
Cano, de gobernador, y Atilio López, de vice. Los dos habían sido elegidos
democráticamente, y habían ganado con holgura. Pero, para la derecha peronista,
que se devoraba el país, eran trotskos, zurdos. Ya Perón se había quitado de
encima a Oscar Bidegain porque el ERP se lo sirvió en bandeja de plata al atacar
la Guarnición de Azul, en enero 19. Ahora, por primera vez, el veterano líder se
calzó el uniforme de teniente coronel, se puso frente a las cámaras de TV y le
cortó –políticamente hablando– la cabeza a Bidegain. Pero en Córdoba ningún
grupo guerrillero le daba ninguna excusa. Había que hacer algo. Lo hizo el jefe
de policía, un caballero de nombre Antonio Domingo Navarro, al que meses después
la policía encontrará en un campo de la provincia, junto con otros mercenarios
de primera línea, practicando tiro. Navarro les dirá que se trata sólo de un
pasatiempo. Lo saludan y le piden disculpas. Ya era parte de la Triple A y se
preparaba para matar zurdos a granel bajo las órdenes del sanguinario brigadier
Lacabanne, un hombre de la estirpe de Ottalagano y López Rega según se dice en
un célebre texto de Mariano Grondona que lleva el exquisito título de
“Meditación del elegido” y fuera ya analizado algún tiempo atrás (título del
texto: “Los que hacen la tarea”) en este espacio. ¿Qué hace Navarro? Se manda
otra célebre desobediencia histórica. Subleva a la policía y desconoce la
autoridad de Obregón Cano y Atilio López, a quien la Triple A, al año siguiente,
destinará ochenta y tres balazos. Navarro apela a San Martín: él, Navarro, como
el Padre de la Patria, incurre en la desobediencia. Toma por asalto la
gobernación y tiene como rehenes al gobernador y al vice. Perón arregla todo.
Envía al ministro del Interior, Benito Llambí, que destituye a Navarro, pero...
no entrega sus legítimos cargos a Obregón Cano y Atilio López. No: también los
destituye. Y les da Córdoba a los peronistas fachos.
José Pablo Feinmann | Imagen: Civiles armados patrullan las calles de
Córdoba durante el Navarrazo.
Según Alberione, se propusieron "dos ternas que
fueron rechazadas. En la tercera fue incorporado Navarro por su anterior
colaboración, pero ya desconfiábamos de él porque las últimas reuniones estaban
botoneadas y sólo quedaban sombras sobre Navarro".
Alberione recuerda una anécdota por la que, más tarde, confirmaría las sospechas
atribuidas a Navarro: "Cuando volvía a Córdoba de un viaje que había hecho a
Buenos Aires, me encontré en el avión con él que, según me dijo, acababa de
tener una reunión con Carcagno. Yo venía de tener una reunión con el jefe del
Estado Mayor, quien me había mostrado una foto mía que le había proporcionado
Navarro denunciando la presencia de comunistas en el Gobierno provincial. En el
aeropuerto cordobés no me esperaba nadie, pero sí estaba la comitiva de autos de
la Policía esperándolo a él. Navarro me hizo subir al coche para acercarme a mi
domicilio, pero yo, haciéndome el que no sabía nada, hice que me dejaran en
cualquier lado para que no supieran dónde ubicarme".
Obregón Cano confirma que "Navarro tenía buena relación con Carcagno" pero
agrega que éste "nunca lo avaló totalmente".
Una vez descubierto el infiltrado, Alberione le comunicó lo sucedido a Chiappe
–todavía segundo de Navarro al frente de la Policía provincial y hombre de
confianza del llamado "grupo Alberione"–, quien conformó una comisión
investigadora para recabar pruebas sobre las acusaciones contra Navarro.
La investigación arrojó como resultado que
Navarro se encontraba al frente de una cantidad de ilícitos tales como
secuestros, aprietes y atentados a sedes sindicales y domicilios particulares.
Chiappe, en lugar de comunicárselo al gobernador, decidió encarar solo a Navarro
e informarle que había quedado al descubierto y que tenía todo para probarlo.
Según trascendió, en esa reunión Navarro se puso a llorar, pero al día siguiente
montó un operativo con explosivos para atribuirle a Chiappe la autoría de un
incendio intencional y detenerlo para desestimar la investigación.
¿Quiénes fueron los responsables?
El gobierno está empeñado en la liberación del
país, no solamente del colonialismo, sino también de estos infiltrados que
trabajan adentro y traidoramente son más peligrosos que los que trabajan afuera.
Hoy resulta que algunos imberbes pretenden tener más mérito que los que lucharon
durante veinte años
Juan Domingo Perón
Visto a la distancia, para Obregón Cano el llamado Navarrazo "fue un manotón que
dieron desde arriba, todo estaba manejado desde Buenos Aires por (José) López
Rega", en ese momento ministro de Bienestar Social y secretario privado del
Presidente.
Por su parte, Alejandro Horowicz sostiene que "López Rega era un instrumento de
Perón y, como tal, ejecutaba la política ilegal del gobierno legal, que alcanzó
su expresión máxima con la Triple A" y que "Perón utilizaba a López Rega para lo
que no estaba dispuesto a hacer él directamente".
A su vez, Horowicz compara esta relación con la de Navarro y el lopezreguismo:
"Navarro no tenía historia política antes y tampoco la tuvo después del golpe;
era tan sólo un instrumento de una política general que jugó Perón desde López
Rega. Fue como uno de los tantos killers de Don Corleone, absolutamente
reemplazables unos por otros".
Norberto Galasso encuadra el episodio como "uno más del avance de los sectores
de la derecha peronista y un debilitamiento más del sector juvenil". Para él, a
pesar de ser un gobernador peronista el depuesto, "el navarrazo no se hizo
contra Perón, sino que además había gente de Perón que participó en él".
El Descamisado Nº 42. Clic para descargar
Sobre la responsabilidad de Perón en los hechos
hay posiciones encontradas. Una de las versiones sostiene que el presidente
encargó al jefe de los servicios de Inteligencia, Coronel Jorge Osinde,
intervenir en la situación que se había creado en Córdoba. Osinde conocía a
Navarro y se verificó que viajó a Córdoba en varias oportunidades inmediatamente
anteriores al golpe.
"Osinde fue un canalla, un traidor. Era un cuadro
de los servicios de información de la CIA", sentencia ofuscado Obregón Cano.
Otras versiones indicarían que si bien Perón no había dado la orden, estaba al
tanto de lo que sucedía y que tuvo oportunidades de cancelar el levantamiento
antes de que se produjera.
"Jorge Alberto Taiana, que además de ser ministro de Educación de la Nación era
el médico de Perón, me informó que el General estaba muy debilitado; que cuando
se levantaba a la mañana tenía cierta vitalidad y que al acercarse el mediodía
la iba perdiendo", recuerda el gobernador depuesto.
Esta versión sobre la debilidad de Perón se apoyaría en el hecho de que el
presidente no solía asistir a los actos públicos pasado el mediodía. Además,
según cuenta Galasso, "Perón tenía dos años más de los que decía, es decir que
cuando tenía que jugar en los acontecimientos decisivos era un hombre de 80
años, con la salud quebrantada".
"El Gobierno Nacional no respondió como tenía que responder de acuerdo a la
Constitución", se queja Obregón Cano. Lo cierto es que, de haber actuado de
acuerdo a la Carta Magna, el presidente debería haber confirmado en sus puestos
a los funcionarios. En lugar de esto, Perón se limitó a afirmar: "Los problemas
de Córdoba deben resolverlos los cordobeses".
Sobre el tema, Horowicz asegura que el navarrazo "se dio porque contó con el
respaldo del Gobierno Nacional", ya que "era imposible para cualquier provincia
intentar resistir al Gobierno Nacional".
Más allá de esta discusión sobre el grado de responsabilidad del presidente,
Horowicz prefiere poner en foco que "si Perón respaldó el hecho implícita o
explícitamente, es sólo una cuestión de matices".
Por Juan Carlos Giuliani. Secretario de Comunicación y Difusión de la CTA
El 16 de septiembre de 1974 el dirigente sindical y ex vicegobernador de
Córdoba, Atilio López, era cobardemente asesinado por los sicarios de la Triple
A.
Lo acribillaron con 132 disparos incrustrados en
el cuerpo de un hombre digno y honorable, condenado por su lucha consecuente a
favor de la causa nacional y popular.
Tanta furia criminal sólo se explica en la
necesidad de instalar el terror como política de subordinación a la estrategia
de los grupos de poder que aguardaban agazapados el momento oportuno para
terminar con el gobierno títere de Isabel y López Rega.
El asesinato se produjo el día en el que se
recordaba el decimonoveno aniversario de la llamada "Revolución Libertadora",
que derrocó a Perón y dio inicio a 18 años de proscripción del peronismo.
El
componente antisindical del terrorismo de Estado
Cuadernos del Archivo Nacional de la Memoria, Secretaría de Derechos Humanos.
Primera edición: mayo 2012
La investigación presenta una cronología de los asesinatos y desapariciones
forzadas de dirigentes sindicales, ocurridos entre 1974 y 1983, y un anexo con
los datos biográficos de algunas de las víctimas.
El documento fue elaborado por el consultor de la Secretaría de Derechos Humanos
Daniel Cieza y constituye uno de los primeros trabajos que ofrecen un panorama
del conjunto de las víctimas del sector sindical durante el terrorismo de
Estado. Se trata de una contribución sustantiva para el esclarecimiento de los
hechos, la búsqueda de la verdad y la justicia. Clic en la imagen para descargar
El "Negro" Atilio ganó la consideración de los
trabajadores cuando, actuando en el peronismo de la resistencia a poco de la
caída de Perón en 1955, dirigió la primera huelga en el período de la
"Revolución Fusiladora", enarbolando los programas obreros aprobados en Huerta
Grande y La Falda. Histórico dirigente de la UTA y de la combativa CGT Córdoba,
lideró en 1969 junto a Agustín Tosco y Elpidio Torres la gesta del Cordobazo que
provocó la caída del dictador Juan Carlos Onganía.
En 1973 el voto popular lo consagró
vicegobernador de la provincia, como compañero de fórmula de Ricardo Obregón
Cano.
Las clases acomodadas gastaron ríos de bromas por
la forma de hablar del "Negro", por sus modales y su estilo de vida llano,
franco, de pueblo.
Como si los trabajadores no supiéramos distinguir
gato de liebre: al país lo fundieron los doctores con posgrado en Harvard, no
los laburantes que se comen las "s".
En febrero de 1974, a nueve meses de iniciada su gestión de gobierno, Obregón
Cano y López fueron desplazados del poder por una oscura sublevación policial,
el tristemente célebre "Navarrazo", que fue consentido por las máximas
autoridades nacionales de entonces.
A mediados de junio de 1974 había viajado a Buenos Aires para ver a su querido
Talleres en la cancha de River.
El líder del sindicalismo de la resistencia y del
peronismo revolucionario cayó en una redada y fue asesinado por la
ultraderechista Triple A, hecho que provocó una profunda conmoción en Córdoba,
que quedó reflejada durante el velatorio y el sepelio de sus restos, donde una
multitud acongojada nunca vista en esa ciudad para una situación similar,
participó en sus exequias.
Olvidado por la historia oficial, el "Negro" Atilio López es un ejemplo de
entrega y lealtad a los intereses de los trabajadores.
Fuente: www.agenciacta.org.ar
Conducción de Montoneros en 1974. De izquierda a derecha: Vaca
Narvaja, Perdía, el cura Elvio Alberoni, Bidegain, Firmenich, Puigrrós,
Obregón Cano, Pereyra Rossi
[Conferencia de Prensa y comunicado del Movimiento Sindical Combativo encabezado
por Agustín Tosco en el Córdoba Sport Club el 2 de marzo de 1974]
Los trabajadores y los sectores populares, reivindican como fundamental, como
única razón legítima de todo gobierno, el pronunciamiento soberano del pueblo.
La intervención a Córdoba tiene causas que todos conocemos. Pero que no son
causas para una intervención.
Desde meses atrás, las fuerzas más retrógradas y oscurantistas comenzaron una
política dirigida a consumar la intervención a Córdoba.
El Movimiento Sindical Combativo y otras expresiones obreras y populares,
alertaron sobre la posibilidad concreta de que esta escalada de derecha
desembocara en la intervención a Córdoba. Y de toda una serie de hechos,
asesinatos a militantes obreros y populares como sucedió con el compañero Avila
en la C.G.T., con el compañero Damiano, con el compañero Roca, con el compañero
Contino y otros. Ataque a las organizaciones sindicales combativas: al SMATA, a
la Sanidad, a Luz y Fuerza, a la regional de la C.G.T. Toda una serie de
secuestros que se producían a diario y toma de instituciones oficiales como el
Banco Social, emisoras radiales, que indicaban que en Córdoba, también estaba
madurando ese proceso destinado a enfrentar el pronunciamiento popular de los
cordobeses.
Nosotros calificamos lo ocurrido el 27 de febrero, como una síntesis, un
resultado de toda esta agresión sistematizada que se produjo contra la clase
obrera, contra el pueblo y contra el gobierno de Córdoba.
Calificamos que fue un “pustch” policíaco-burocrático-fascista. Y esta
calificación no es de naturaleza subjetiva. Lo que hemos podido apreciar en
Córdoba; la toma de la Casa de Gobierno, el encarcelamiento del Gobernador, del
vicegobernador, de dirigentes de las 62 Organizaciones “legalista” y los
funcionarios, las barricadas y la toma de la zona céntrica por la policía y
elementos civiles fascistas armados, la difusión por las tres emisoras de radio
copadas de consignas reaccionarias, oscurantistas antipopulares,
antidemocráticas y antisindicales, son hechos objetivos que nos dan lugar para
calificar este proceso de la forma que lo hemos señalado:
policíaco-burocrático-fascista.
Ella es una provincia que desde 1940 no tiene un gobernador elegido por el
pueblo —y de los no elegidos también— que cumpla el período constitucional de
cuatro años.
Tapas del diario El
Mundo (editado en Buenos Aires y financiado por el PRT-ERP) sobre los
acontecimientos de octubre de 1974 en Córdoba.
En el primer mensaje, que se trasmitió por parte
del Poder Ejecutivo Nacional al Parlamento Nacional, se habló de que Córdoba
vive un proceso distinto, aislado y de oposición al proceso nacional. Pero esto
es falso y es tendencioso. Córdoba vive el proceso nacional. Córdoba es parte de
la Patria Argentina. Pero vive el proceso nacional con un concepto de avanzada.
No de aislamiento. Sintetiza en su tradición, en sus luchas obreras y populares,
en su resistencia a la dictadura, sintetiza esta nueva conciencia política
democrática, popular y revolucionaria que ha de abarcar todo el territorio
nacional y que se expresa en nuestros países de América Latina.
Sí, las razones de la intervención a Córdoba son éstas que hemos enunciado. Y es
producto de esta intervención el “pustch” policíaco-burocrático-fascista, los
cordobeses no quieren hacer otra cosa que rechazar a esta intervención.
Se habla de que la intervención va a venir a
pacificar, a poner orden y para que se trabaje en Córdoba. Nosotros decimos y
repetimos que no hay paz que no esté basada en la justicia. En la justicia
global que hace a los derechos humanos, económicos, sociales y políticos y
culturales del hombre. Y no podemos decir que Córdoba viva de esos derechos, ni
podemos creer que el resultado que de esta intentona fascista, con sus planteos
equilibristas, vaya a arrojar la vigencia en plenitud de estos derechos. De ahí
que el primer punto del Movimiento Sindical Combativo, cuya mesa está aquí, con
los compañeros de Viajantes, compañero Campbell de Viajantes, compañero Leiva
del SMATA, compañero Malvar de Gráficos, compañero Canelles de la Comisión
provisoria de la Construcción, compañero Vila de Perkins y otros compañeros,
compañeros del Caucho, compañeros del Movimiento Sindical de Base, Intersindical
y las distintas agrupaciones, sea terminante en esto y entienda que interpreta
la posición de la inmensa mayoría del pueblo de Córdoba.
El segundo aspecto, el Movimiento Sindical Combativo señala, que es necesario
enjuiciar y castigar al teniente coronel Navarro y a todos sus cómplices.
Señalamos que sobre éstos se está tendiendo un manto de olvido. Que a pesar de
algunos planteos judiciales, durante el período posterior a la semana del 27 de
febrero, ante una resolución, una expresión de anhelos —digamos así— del
Parlamento Nacional, desde el cual se plantea el enjuiciamiento de Navarro por
delito de sedición, no se ha procedido aún en consecuencia.
Y nosotros exigimos que así se proceda. El delito
de sedición existe concretamente. Además existe el delito de entrenar y armar a
civiles fascistas, de amparar un cónclave antidemocrático, llevado a cabo en el
campo de Alta Gracia, por la minoritaria burocracia sindical traidora de
Córdoba. Y señalamos también, que los sostenedores de Navarro, que son los
sostenedores de la quiebra de la legalidad democrática e-n todo el país,
pretenden presentar lo como héroe nacional y también, como ha sucedido
recientemente, catalogarlo, desvergonzadamente, como libertador de Córdoba. Por
otras vías se dice que se puede plantear un indulto, un sobreseimiento, una
absolución. Nosotros creeríamos que esto es una burla al pueblo de Córdoba. Y
que quienes han quebrado con la institucionalidad que tanto se defiende, desde
las propias filas de la dependencia policial, deben ser castigados. No puede
admitirse, lo mismo que dijo Navarro en un reportaje de un diario de Buenos
Aires, que el subversivo, el sedicioso era Obregón Cano porque atentaba contra
la profesionalidad de la policía. Resulta que en este país, repitiendo tiempos
como los de Onganía, los sediciosos o los subversivos serán aquellos que
levanten el respeto democrático a la voluntad del pueblo y los legalistas, los
constitucionalistas serán aquellos que deponen, encarcelan o secuestran a sus
gobernantes y proclaman doctrinas que son repudiadas por el pueblo, en el
sentido de su corte corporativista y fascista.
En tercer término el Movimiento Sindical Combativo ratifica el desconocimiento
de todo lo actuado por el denominado Plenario minoritario y burocrático en el
camping de Alta Gracia. Su repudio a la convalidación que pretendió hacer el
ministro de la burocracia, Ricardo Otero, a ese cónclave usurpador de la
auténtica representatividad de los trabajadores de Córdoba. Señalamos que todo
lo actuado en el Plenario, sus resoluciones y toda la actividad que desarrolla
la denominada C.G.T. de Bárcena, es desconocida en términos absoluto por
nuestras organizaciones. Y a su vez, para recuperar una auténtica
representatividad del movimiento obrero de Córdoba, en la C.G.T., planteamos en
coincidencia con lo expresado públicamente por las 62 Organizaciones
“legalista”, la necesidad de un auténtico y democrático Plenario, donde
participen todas las representaciones sindicales de Córdoba. Que se haga en el
local de la C.G.T., con el concurso y la participación de los trabajadores tal
cual se hacía en el tiempo en que la C.G.T. combativa luchaba, sacrificada y
heroicamente contra la dictadura militar. El refugiarse en un camping. El actuar
con toda la custodia proporcionada por el sedicioso Navarro y sesionar sin el
quórum necesario, descalifica en el terreno estatutario, legal y moral a los
burócratas encabezados por Bárcena y secundados por Hernández, miembro del
ex-Consejo Asesor de Carlos Caballero. El Movimiento Sindical Combativo levanta
la consigna de una C.G.T. unida y combativa. Integrada en su conducción por el
peronismo combativo de las 62 Organizaciones “legalista”, por los gremios
independientes y no alineados. Independientemente de las personas, pero con una
composición que responda a la tradición de lucha de las organizaciones obreras y
con una programática que continúe reivindicando las aspiraciones fundamentales
de los trabajadores y el proceso de Liberación Nacional y Social Argentino y
Latinoamericano. O sea que planteamos la recuperación de un organismo de los
trabajadores para los trabajadores.
Galería
de infames: Héctor García Rey
Asumió como jefe de la Policía de Córdoba de la mano
del interventor federal Brigadier Raúl Lacabanne y ambos, según los organismos
de Derechos Humanos, llegaron a Córdoba a promover la "limpieza ideológica"
mediante la eliminación física del "enemigo". El día en que Lacabanne y García
Rey ingresaron a los tiros en la sede de Luz y Fuerza buscando a Agustín Tosco,
es uno de los más recordados de aquellos años confusos previos a la dictadura.
Antes de llegar a Córdoba, García Rey fue jefe de la Policía de Tucumán donde
fue denunciado por torturas y su nombre aparece en muchos lugares y pasajes de
la historia. Figura, por ejemplo y según el testimonio de Enrique Arancibia
Clavel, un agente de la Dina (Policía chilena) como colaborador de la dictadura
de Augusto Pinochet y, según el abogado paraguayo Martín Balmaceda, detenido por
la dictadura de aquel país, como una de las personas que presenció los
interrogatorios a los que lo sometió la dictadura paraguaya. A raíz de eso,
García Rey es considerado por los organismos de Derechos Humanos (esto lo está
investigando el juez federal Norberto Oyarbide), como uno de los integrantes
argentinos del Plan Cóndor, que buscaba coordinar los organismos represivos de
las dictaduras de Latinoamérica.
Rey recibió cursos en Estados Unidos junto a otras figuras del Plan Cóndor y
formó parte de la "Tropa de Asalto" de la Policía mexicana. Justamente en aquel
país se lo sindica como parte de la Matanza de Tlatelolco en 1968, donde
murieron, según algunas cifras, 400 estudiantes que reclamaban mejoras
educativas.
En cuarto lugar —y esto tiene simplemente un
orden enumerativo, ya que los puntos son de simultánea aplicación— el Movimiento
Sindical Combativo reclama la convocatoria inmediata , la realización en término
de noventa días de elecciones para gobernador y vice de la provincia de Córdoba.
Todo lo que hemos dicho en cuanto a que la intervención no representa a Córdoba,
está basado en la necesidad de restaurar específicamente la capacidad popular de
determinar quienes deban ser sus gobernantes, está ligado a que debe llamarse en
forma inmediata a elecciones en esta provincia.
Córdoba ha sido intervenida pero no debe
permanecer intervenida. Para eso hemos de luchar el Movimiento Sindical
Combativo en conjunción o al menos en coordinación con las demás fuerzas
populares, democráticas, avanzadas del campo obrero, sindical, político,
estudiantil, para que esto se lleve adelante. De ahí el cuarto punto por la
inmediata convocatoria y realización de elecciones en un plazo de noventa días.
El punto quinto que levantamos se refiere a la libertad de los presos políticos
y sociales. Esperábamos que en Argentina, después del 11 de marzo, y tal cual lo
votó la inmensa mayoría de nuestro pueblo, no existieran más persecuciones de
orden político, de orden social y menos que hubiera militantes populares
represaliados, por una política represiva que está encaminada a satisfacer las
reclamaciones de la derecha. Muchos son los compañeros, con nombre y sin nombre,
conocidos y anónimos, que han caído presos y que por la presión popular, por la
lucha popular han recuperado su libertad. Algunos de ellos la han recuperado
bajo el título de excarcelación y son sometidos a proceso. Otros continúan
presos. Nosotros reclamamos la libertad de los presos en Córdoba y en el orden
nacional. Y ponemos énfasis reclamando —pero igual para todos— en la libertad
del compañero Cande, involucrado en un supuesto complot que el propio presidente
de la Nación, de forma indirecta, desautorizó. Es que los organismos represivos,
a quienes se incorporaron Villar y Margaride, responden en general a la política
represiva contra todo lo popular y democrático, avanzado y revolucionario.
Porque no es casual que ninguno de la derecha caiga preso, aún cuando hay
sobradas razones para que vayan a la cárcel. El gran sedicioso de esta
inconstitucionalidad, el teniente coronel Navarro, no sólo está libre sino que
recibe singulares condecoraciones, mientras Cande y otros compañeros de todo el
país y en Córdoba, están presos.
El punto sexto del Movimiento Sindical Combativo levanta la plena vigencia de un
proceso democrático y popular. La plena vigencia de las libertades democráticas
y públicas. La libertad de reunión, la libertad de expresión, la libertad de
prensa y demás atribuciones democráticas del pueblo. Y al levantar eso, también
reclama la derogación de la legislación represiva. De esa legislación represiva,
reimplantada en gran parte en el Código Penal, y llevada adelante diariamente,
cotidianamente por los organismos de la represión. Reclama la derogación del
decreto que prohibió el diario “El Mundo”. Reclama y repudia los atentados
contra el diario “Noticias”; los ataques vandálicos contra el diario “La Voz del
Interior” como así también, contra los semanarios como “Militancia”, “El
Descamisado” y otros.
Civiles armados patrullan con total impunidad las
calles de Córdoba durante el Navarrazo y con el interventor Lacabanne.
Vemos que en general en el país se da toda una
serie de hechos que tomando distintos aspectos del quehacer nacional, marcan una
política hegemónica de la derecha destinada a quebrar la libertad democrática y
a instaurar una dictadura profascista, corporativista al estilo de Onganía.
En el punto séptimo, ratificamos nuestra posición contra el Pacto Social. El
Pacto Social naufraga a pesar de las patronales, a pesar del capitalismo
dependiente asociado al Imperialismo, al propio Imperialismo y a la burocracia.
Tenemos como muestra de lo que es el Pacto Social
esta larga serie de reuniones, de la denominada Gran Paritaria Nacional, en la
cual se discute si el aumento va á ser de 5 % o del 8 %, de 1 5.000 o de 20.000
pesos. Los representantes —entre comillas— obreros, ya han dado el aval al
aumento de los precios, porque el problema para ellos ya no está en los precios.
Discuten hasta 3 puntos —le llaman ellos— sobre el aumento salarial. La propia
burocracia que solía apelar al Comité Central Confederal, la burocracia qué en
boca de Otero, habla de que es un proceso democrático, no ha convocado siquiera
al Comité Central Confederal. No sólo para una resolución —que es lo que
correspondería— sino para tener la opinión de cuánto debe ser el aumento de
salarios para los trabajadores. Lo vemos, evidentemente, en el Ministro de
Economía, con la C.G.E. deliberando en secreto sobre nuestros salarios, sobre
los salarios de los trabajadores, sobre el nivel de vida de la clase
trabajadora. Lo vemos reclamando arbitrajes, que —según las noticias— le han
sido negados y los vemos caminando nuevamente hacia las patronales, para renegar
de su misión y entregar el nivel de vida de la clase obrera a la política, que
no es de la clase obrera, sino que es de los patrones.
El Movimiento Sindical Combativo fija como monto mínimo para el salario inicial
doscientos mil pesos. Sostiene que el aumento de emergencia debe ser de sesenta
mil pesos para todos los trabajadores activos y jubilados, y que deben
discutirse libremente los convenios colectivos de trabajo; o sea hacer funcionar
lo que también es parte de esta legalidad cual sería la vigencia de la ley
14.250.
El intendente de Córdoba,
José Domingo Coronel, saluda al interventor, brigadier Raúl Lacabane. Detrás del
primero, un joven José Manuel de la Sota, entonces secretario de Gobierno de la
Municipalidad.
El punto octavo se refiere a la ratificación del
pronunciamiento contra la ley de Prescindibilidad. Y el repudio a la prórroga
que pretende plantearse, llevando la inestabilidad de los trabajadores hasta el
3 1 de diciembre de 1974.
Resulta paradójico que en un gobierno denominado popular, por tantos meses y más
de un año, centenares de miles de trabajadores no tengan, al menos, su
estabilidad asegurada. Son centenares de miles de compañeros que viven bajo el
mal humor, la discrecionalidad, el capricho, la discriminación política de los
funcionarios. Y ya tenemos pruebas concretas de lo que sucedió en IME, en
Córdoba; de lo que está sucediendo en el Banco de la Nación Argentina, donde los
trabajadores, al mismo tiempo que enfrentan la política cómplice de la
burocracia de la Asociación Bancaria, desarrollan una lucha en defensa de su
estabilidad que va proyectándose cada vez más.
Nosotros damos nuestra solidaridad y ponemos como ejemplo la lucha de los
compañeros bancarios. Y señalamos también, las denuncias que han surgido de los
compañeros de Vialidad Nacional, de los compañeros de la Junta Nacional de
Granos, que denuncian el avance de esta ley de Prescindibilidad, que va atacando
el más elemental derecho de los trabajadores, que es el de poseer un salario
para su subsistencia propia. A su vez, señalamos también que quienes apoyan a la
Intervención, que quienes la han impulsado, señalaban por las radios que debe en
Córdoba cumplirse el Pacto Social; que debe en Córdoba, llevarse adelante la ley
de Prescindibilidad. Los trabajadores estatales provinciales de Córdoba están
considerando la posibilidad de funcionar coordinadamente para enfrentar la
prescindibilidad que amenaza también a los estatales provincia les y
municipales.
Militancia Nº 36, 7 de marzo 1974.
Informe sobre la situación en Córdoba. Clic para descargar
El punto nueve es la plena democracia sindical de
base. Declaramos nuestra solidaridad con los compañeros metalúrgicos de ACINDAR
y de otras empresas de San Nicolás, que mediante una acción decidida y
combativa, después de cuatro años de intervención de la burocracia, enfrentaron
a quienes pretendían represaliar a los delega dos, a la Comisión Interna y
lograron un compromiso para que el gremio elija, como corresponde, a sus
representantes. A su vez, en Córdoba, tenemos a los compañeros municipales que
están intervenidos, a los compañeros de la Sanidad que hicieron una elección y
no se reconoce el resultado de la elección y permanecen, también intervenidos.
Por eso reclamarnos en esto la normalización de todas las organizaciones
intervenidas, con un criterio de pleno respeto a la democracia sindical.
Por último el Movimiento Sindical Combativo
declara su solidaridad por los derechos democráticos del movimiento estudiantil.
Identifica con sus reclamaciones, en relación a vanos aspectos de la lev
Universitaria; en el sentido de haber sido colocados en una situación franca
mente minoritaria; en el sentido de prohibir la actividad proselitista, que le
llaman, o sea, prohibir la libre expresión de las ideas en los claustros
universitarios que constituye una aberración contra toda práctica democrática. Y
al solidarizarnos con los compañeros estudiantes levantamos la vieja consigna de
la unidad obrero-estudiantil para la lucha en común por todas estas
reivindicaciones.
Para llevar a la práctica esta protesta, esta lucha, por estos diez puntos
fundamentales, el Movimiento Sindical Combativo de Córdoba ha convocado, como
primer paso, a un acto público el día jueves 28 del corriente, o sea el día
jueves próximo en el local del ex Córdoba Sport Club a las 20 hs., donde se
pondrán a consideración estos diez puntos.
Luego se continuará c toda la tarea esclarecedora, agitativa y de lucha para que
estos diez puntos puedan ser materializados tal cual nosotros lo aspiramos.
Hacemos una convocatoria, una invitación a todo el movimiento obrero, a los
partidos políticos, a las organizaciones estudiantiles, a las organizaciones
sociales de todo tipo, para que adhieran, para que participen de este acto y de
toda esta campaña que iniciamos hoy y que vamos a desarrollar permanentemente a
través de reuniones, a través de asambleas de actos conjuntos con el movimiento
estudiantil y de medidas de acción directa del campo obrero y popular para que
Córdoba recupere su autonomía, para que se recupere la C.G.T. para los
trabajadores, para que se respeten los derechos obreros y populares y para
contribuir a lo que es fundamental para nosotros, que es el proceso de
Liberación Nacional y Social Argentino.
Esto es compañeros, lo que corresponde en primera instancia. Luego los
compañeros también ampliarán sus puntos de vista y quedamos ante el periodismo a
su disposición para las preguntas o aclaraciones que quieran formular. Nada más.
En cercanías de Capilla del Señor -provincia de Buenos Aires- el 16 de
septiembre de 1974, 130 balazos calibre 9 mm. fueron descargados sobre los
cuerpos de Atilio López y el de su acompañante Juan José Varas, por sicarios de
la Triple A. El “Negro”, un digno representante de los trabajadores, que no
traicionó su condición de clase, aún espera una reivindicación histórica.
Por Katy García*
Quienes participaron de las luchas obreras de los años sesenta y setenta,
recuerdan a dos referentes fundamentales: "el Negro y el Gringo”. Atilio López
es el negro y Agustín Tosco, el gringo. López, Fue el tercero de cuatro hermanos
varones. Nació el 9 de agosto de 1929. Su padre era empleado en la sastrería de
la cárcel de encausados y su madre ama de casa. Le pusieron Hipólito como primer
nombre en honor al presidente Irigoyen y porque compartían el ideario de la
Unión Cívica Radical. Asistió a la escuela Olmos - hoy shopping, propiedad de
George Soros.
Abandonó la escuela primaria para dedicarse al trabajo y al deporte. A los 15
años ingresó como cadete en una fábrica de galletitas. Su único biógrafo hasta
la fecha, Mario Lavroff, destaca que por aquel entonces ya manifestaba una clara
vocación por la defensa de los trabajadores. En forma simultánea continúa
compitiendo en 100 y 200 metros llanos. Llegó incluso a ser campeón argentino. A
los 21 años ingresa como chofer a la empresa de transporte automotor CATA. Se
casa y tiene dos hijos.
El macartismo de la
"Jotaperra" (JPRA), la JP fascista inventada por
López Rega y sus secuaces, gérmen de la Triple A.
Carismático, inteligente, autodidacta y de
salidas humorísticas a pedir de boca, no tardó en ganar la confianza de sus
compañeros que lo eligen delegado. Desde entonces le pone el cuerpo a la lucha y
transita el camino de la militancia sindical en la Unión Tranviarios Automotor
(UTA). Al igual que la mayoría de los trabajadores cordobeses, se identificó con
el peronismo y durante la resistencia, dirigió la primera huelga levantando los
programas obreros aprobados en Huerta Grande y La Falda.
A los 27, ya era secretario general de UTA y ocupó igual cargo en la
Confederación General del Trabajo (CGT-Combativa) de Córdoba, pluralista y
antiverticalista. En 1969, junto a Elpidio Torres y Agustín Tosco fueron los
referentes claves del Cordobazo antesala de la caída del dictador Juan Carlos
Onganía.
Comprometido con los ideales del peronismo revolucionario, como cuadro político
sindical, en 1973, el voto popular lo consagra vicegobernador junto a Ricardo
Obregón Cano a la sazón gobernador. En febrero de 1974, un golpe institucional
promovido y consentido desde el gobierno nacional ejercido por el General Perón,
los echa por vía de una sublevación policial luego conocida como el "Navarrazo".
Y para que no hubiera dudas de que el ala izquierda del peronismo sindical sería
aniquilada le arrebatan el sindicato. En cercanías de Capilla del Señor, en la
provincia de Buenos Aires, el 16 de septiembre de 1974, en coincidencia con el
decimonoveno aniversario de la Revolución Fusiladora, 130 balazos, calibre 9
mm., fueron descargados sobre su cuerpo y el de su acompañante Juan José Varas,
por sicarios de la Triple A. Una multitud acompañó el cortejo fúnebre desde
Barrio Empalme hasta el cementerio San Jerónimo.
Este crimen político, ocurrido durante el gobierno de la derecha peronista,
preludia una política de Estado basada en el exterminio de militantes políticos,
sindicales y sociales que luchaban por el socialismo nacional. "La derecha
quería sacarse de encima a quienes en la memoria colectiva podrían ser
referentes en el futuro", supo decir Elvio Alverioni, dirigente de la Tendencia
Revolucionaria a quien le tocó la dura tarea de acompañar con el megáfono el
cortejo. El “Negro”, un digno representante de los trabajadores, que no
traicionó su condición de clase, aún espera por una reivindicación histórica.
*Periodista
Fotografía: www.agustintosco.com.ar
Bibliografía: Mario C.Lavroff. Atilio López, sus luchas, su vigencia.1995.
James Brennan. El Cordobazo Las guerras obreras de Córdoba 1955-1976.Editorial
Sudamericana.
Entrevista con Guido, hijo de quien fuera un amigo cercano Carlos Dreizik.
El Partido Comunista acaba de entrar en la causa de la AAA (2007) con un caso
siniestro y bien documentado: la destrucción de su local en Córdoba el 10 de
octubre de 1974, con detenciones y un asesinato.
Por Miguel Jorquera
El acta notarial lleva la firma de dirigentes
políticos y funcionarios policiales. Relata las condiciones en que la policía
cordobesa entrega el local allanado al Partido Comunista de la ciudad de Córdoba
el 10 de octubre de 1974, donde la brutal irrupción a los balazos de policías y
civiles continuó con torturas, golpes, simulacros de fusilamientos y la muerte
de una militante comunista que se desangró por la hemorragia que le provocó “la
introducción del cañón de un arma en la vagina”. La patota rompió todo, baleó y
saqueó las cajas fuertes y dejó sus marcas en las paredes de la casona de Obispo
Trejo 354: varias leyendas con amenazas de muerte y la firma de las Tres A
(Alianza Anticomunista Argentina). Ese documento acaba de ser incorporado a la
causa en la que el juez Norberto Oyarbide pidió la detención y extradición de la
ex presidente Isabel Perón, por el supuesto delito de haber cobijado bajo el
amparo del Estado a la banda paramilitar que asesinó a más de 1000 personas
antes del golpe de Estado de 1976.
Crueldad
infinita
Menéndez y cinco policías
fueron procesados y detenidos (2007) por las salvajes torturas y el asesinato
del subcomisario de la policía de Córdoba Ricardo Albareda, militante del ERP.
Una historia de venganza de particular crueldad.
Por Camilo Ratti
Ricardo Fermín Albareda era ingeniero electrónico, subcomisario de la policía de
Córdoba a punto de ser ascendido a jefe de Comunicaciones y miembro del aparato
de Inteligencia del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) desde 1972. Luego
de haber “salvado a mucha gente” según ex compañeros de militancia, el 25 de
septiembre de 1979 fue secuestrado por la patota de la D2 de Informaciones,
trasladado al centro clandestino de detención “Casa de Hidráulica” frente al
lago San Roque, torturado con saña por sus compañeros de fuerza y desaparecido.
Por este hecho la jueza federal Cristina Garzón de Lascano ordenó el
procesamiento y la prisión preventiva del ex comandante del III Cuerpo de
Ejército, Luciano Benjamín Menéndez, y de los policías Aníbal Campos, César
Armando Cejas, Hugo Cayetano Britos, Hugo Roberto Carabante y Calixto Luis
Flores.
De familia de policías –su padre y sus dos hermanos también lo fueron– Albareda
comenzó a estudiar Ingeniería en la Universidad Nacional de Córdoba a principios
de los setenta. Como miles de jóvenes de su generación, Ricardo se sintió
atraído por las discusiones y los debates políticos en las aulas universitarias.
Así fue que se acercó al Partido Revolucionario de las Trabajadores (PRT), la
organización que dos años antes había decidido formar su brazo armado, el ERP.
Era 1972 y el gobierno de Lanusse tenía fecha de vencimiento con la vuelta de
Perón y el llamado a elecciones libres para marzo de 1973. Después de un año de
gobierno popular, con Obregón Cano y Atilio López a la cabeza, la Triple A
comenzó a mostrar los dientes en Córdoba. Primero con el Navarrazo en febrero de
1974 y luego con la intervención del brigadier Lacabanne. Al tiempo que la
guerrilla aumentaba su poderío militar, en Córdoba surgía el Comando
Libertadores de América, una organización paramilitar/policial que sembró el
terror que cosecharía un año después la dictadura.
Albareda ascendió en la estructura policial, cursó sus últimas materias y
colaboró con la inteligencia del ERP. En pleno gobierno militar y en función de
una foja de servicios impecable, Albareda llegó al grado de subcomisario en la
Central de Comunicación de la Casa de Gobierno. “El lugar que ocupaba era clave
para el desarrollo de nuestra lucha, porque en la central de comunicaciones él
se enteraba de los procedimientos que hacían los grupos de la D2 y nos avisaba.
Así logró que mucha gente se salvara de las garras de Raúl Telleldín y toda su
banda de asesinos”, dijo a Página/12 Carlos Orzacoa, abogado y ex dirigente de
la Regional Córdoba del PRT.
“Nuestra estructura de inteligencia no estaba integrada por células, sino que
respondían a un solo contacto. Ese tabicamiento del trabajo permitió que
Albareda estuviera tanto tiempo dentro de la policía sin que nadie sospechara de
él”, agregó Orzacoa. Elena del Carmen Germán Sueldo, ex integrante de la misma
organización político-militar, secuestrada y torturada en la D2 junto a su
marido Julio Oropel, también del PRT/ERP, reconoció en su testimonio ante la
Justicia federal que luego de fugarse del país en 1975 “pudo tener esporádicas
noticias sobre Albareda, a través de terceros, conocidos de ambos, logrando
saber así que se hallaba bien y que continuaba su militancia en el partido,
cortándose ya toda información hacia el año 1978”.
A punto de ser ascendido a comisario, Albareda fue descubierto. Aunque nadie
sabe quién lo entregó ni cómo, el testimonio de Carlos Moore, un ex guerrillero
convertido en colaborador policial luego de su secuestro y cautiverio en la D2,
es un aporte: “Desde 1975, Inteligencia se abocó a la búsqueda e identificación
de un oficial de policía sindicado de militar en Informaciones del ERP. Luego de
numerosos e interminables chequeos de fotografías de empleados de policías
hechas visar por los secuestrados, finalmente a mediados de 1979 identificaron
al oficial cuya suerte quedó librada a Américo Romano, quien ordenó su
secuestro”.
A las diez de la noche del 25 de septiembre de 1979 un grupo de policías de la
D2 lo detuvo en la calle, mientras manejaba su auto. Luego de forcejear con sus
captores, el policía fue metido a un auto y trasladado a la Casa de Hidráulica
en Carlos Paz. Minutos después llegaron el comisario Telleldín (el padre de
Carlos, involucrado en el caso AMIA) y Romano, jefe de los operativos
callejeros, acompañados por el agente Hugo Britos. Comenzaron la sesión de
tortura junto a los hermanos Antonio y Hugo Carabante. Después de varias horas,
Telleldín llamó a uno de los tres policías que custodiaban la guardia del lugar,
Roque Calderón, para que “vea lo que le pasa a los traidores”. Atado de pies y
manos a una silla, mientras unos insultaban y degradaban a Albareda sacándole
sus insignias, Telleldín proclamaba enfurecido que el escarmiento era para los
“infieles a la fuerza policial”. Según el relato de Calderón que consta en la
resolución judicial, el capo de la D2 “sacó un estilete del tipo bisturí, se
colocó un par de guantes de cirujano y procedió a la castración de Albareda,
quien indefenso daba horribles gritos de desesperación y dolor”. Como no
aguantaba, Calderón le pidió permiso a su jefe para retirarse de la sala. Luego,
los hermanos Carabante le contarían que Telleldín metió los testículos en la
boca de Albareda, se la cosió y lo dejó sentado ahí, desangrándose, mientras
ellos comían un asado en el patio de la casona. El cuerpo de Albareda, que nunca
apareció, habría sido trasladado por Telleldín, Romano y Britos en un auto,
obligando a los guardias a “limpiar todo con lavandina”.
La jueza federal Cristina Garzón de Lascano ordenó el procesamiento y prisión
preventiva de un militar y cinco policías por los delitos de privación ilegal de
la libertad agravada, imposición de tormentos agravada y homicidio agravado. El
militar es Luciano Benjamín Menéndez, jefe en ese momento del Tercer Cuerpo de
Ejército, que comandaba todas las operaciones “antisubversivas”. Los policías
son Aníbal Campos, jefe de la policía de Córdoba en 1979, César Armando Cejas,
jefe de la D2, y los agentes Hugo Cayetano Britos, Calixto Luis Flores y Hugo
Roberto Carabante, del mismo grupo policial que de 1974 hasta 1983 cometieran
todo tipo de violaciones a los derechos humanos en el marco de una repartición
estatal
Página/12, 11/02/07
“Si son comunistas como (Horacio) Guarany más
bien váyanse del país porque los vamos a matar uno por uno. Si cae un policía
van a caer tres de ustedes bolches hijos de puta. Las Tres A” (sic), decía la
leyenda más extensa que dejaron policías y civiles en una de las paredes del
local comunista de la ciudad de Córdoba en octubre del ’74. Las otras, también
realizadas con aerosol negro, eran más ofensivas que políticas: “bolches hijos
de putas. Tres A”; “zurdos putos”, y “zurdos hijos de putas”. En el acta también
figura el “pomo de aerosol” lleno de “huellas digitales” de quienes hicieron las
pintadas en el operativo del que participaba la policía cordobesa. Los
comunistas acusaron del crimen de Tita Clelia Hidalgo, una joven de 30 años
oriunda de Río Tercero, y las torturas que sufrieron otros 46 militantes que
estaban en el local, al interventor federal de la provincia, el brigadier Oscar
Lacabanne, y su jefe de policía, Héctor García Rey. “Aquí está la punta del
ovillo para descubrir quiénes son las Tres A”, denunciaron entonces los
dirigentes del PC en Córdoba y Buenos Aires.
El acta notarial, el informe médico realizado por los doctores Osvaldo Khan y
Emilio Ruderman sobre los golpes y torturas que recibieron los militantes,
documentos fotográficos y el relato de quienes sufrieron los vejámenes y
tormentos fueron entregados hace unos días al juez Oyarbide por una delegación
del PC. Los comunistas también entregaron otros documentos y una extensa lista
de militantes asesinados por las Tres A, y otra con testigos y sobrevivientes de
los atentados de la banda paramilitar. Pero le pidieron al juez federal que los
incorpore como querellantes en la causa, a la que ya se habían presentado junto
a otras organizaciones políticas y de derechos humanos.
El asalto al local comunista en Córdoba fue una de las huellas claras que
dejaron las Tres A de sus vínculos con todo el aparato estatal. Poco después de
las siete de la tarde del 10 de octubre de 1974, policías y comandos civiles
ingresan en la casona de Obispo Trejo disparando ráfagas de armas de guerra
–“Itaka, metralletas, pistolas 45”– después de volar la cerradura de la puerta
de entrada. El único recaudo que tomaron los comandos cordobeses es que no les
vieran las caras. “Nos tiraron a todos boca al piso, mientras disparaban sobre
nuestras cabezas y caminaban por encima nuestro repartiendo culatazos y patadas”
al grito de “bolches hijos de puta, los vamos a matar a todos”, relataron varios
de los que vivieron el tormento. Luego fueron separando a distintas personas
para torturarlas y exigir que aparezcan “las armas”. Así comenzaron los
simulacros de fusilamiento a los pequeños grupos que sacaban al patio mientras
gatillaban las armas y los disparos repiqueteaban cerca de sus cuerpos. A otras
salas del local se llevaban a las mujeres, desde donde “se escuchaban gritos
desgarradores”.
Tras dos horas de tormentos en los que nunca cesaron los disparos dentro del
local, los hicieron formar “con las manos en la nuca” y la “obligación” de
mantener los ojos cerrados para pasar por una doble fila de asaltantes que
descargaron “patadas, latigazos, culatazos y trompadas” a su paso.
“A ver, uno con credencial de la Federal que salga a la calle” y “sáquenlos, los
primeros al móvil 184”, ordenó uno de los asaltantes según el relato del
dirigente comunista Jorge Caselles. Afuera los subieron a un camión y “nos
fueron apilando como fardos uno arriba de otro, lo que hacía que los que
quedaran abajo casi ni pudieran respirar”, dijo entonces Enrique de Dios. “A
estos los vamos a rociar con nafta y los vamos a quemar a todos”, volvió a
escuchar Caselles antes de que el jefe le ordenara a un subordinado “no tires
gases a la esquina (de Trejo y Quirós) porque el viento lo trae para acá”.
En la retirada, los comandos volvieron a disparar ráfagas de tiros y proferir
amenazas para ahuyentar a los curiosos. La recorrida duró poco. Enseguida
llegaron a la División Informaciones de la policía provincial. Allí los
volvieron a tirar de cara al piso, formar la fila con las manos en la nuca y los
ojos cerrados. Adentro, les vendaron los ojos con jirones de trapos de los
carteles que habían traído del asalto, aunque antes algunos lograron ver el
patio del lugar con decenas de personas (ver aparte) en las mismas condiciones:
con los ojos vendados y manos en la nuca esparcidos por el piso o contra las
paredes, varios de ellos esposados. Así estuvieron más de 40 horas, antes de
recuperar la libertad, tras otros interrogatorios, amenazas y acusaciones de
“asociación ilícita” y “tenencia de munición de guerra”.
Pocos días después Clelia Hidalgo murió en el Hospital de Clínicas cordobés. Un
policía advirtió la intensa hemorragia –que le produjo que “le introdujeran el
cañón de un arma en la vagina”– mientras la interrogaba. Ordenaron su traslado
“en calidad de detenida” a la sala policial del policlínico del barrio San
Rafael. Tras reiteradas denuncias, y por su delicado estado de salud, fue
nuevamente trasladada al Clínicas, pero Clelia no soportó las lesiones que
sufrió en el asalto.
El 15 de octubre la policía entregó el local del PC ante un escribano, por
exigencia de los comunistas. Allí consta la forma ruinosa en que quedó la
casona, los disparos en las paredes, las vainas servidas y las leyendas de las
Tres A que dejó el operativo. El acta lleva la rúbrica de tres agentes de la
seccional primera de la policía cordobesa: el suboficial ayudante José Amadeo,
el sargento Ismael Salta (chapa 162) y el agente de consigna José Moldia (chapa
111).
El operativo y el Navarrazo
Ese 10 de octubre de 1974, la policía cordobesa desplegó un tenebroso operativo
que culminó con el asalto a locales del Partido Comunista (ver nota principal),
el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) y el Sindicato de Luz y Fuerza.
La excusa fue que habían detectado que “desde un bar y con el apoyo de un
Citroën verde, una pareja manipulaba un radiotransmisor”. La supuesta
persecución comenzó en el céntrico edificio de los tribunales de la ciudad de
Córdoba, que fue desalojado. Ante la mirada incrédula de centenares de personas,
los policías, al mando de su jefe García Rey y del propio interventor federal,
el brigadier Lacabanne, disparaba contra el edificio vacío, “sin ni siquiera
parapetarse” y con la certeza de que no recibiría respuesta. La búsqueda de la
pareja y el Citroën –que nunca aparecieron– siguió con los brutales
allanamientos en los locales partidarios y gremiales.
Isabel Perón había decretado la intervención federal de la provincia tras el
golpe institucional que pasó a la historia como “el Navarrazo”. El ex jefe de la
policía de Córdoba, el teniente coronel Antonio Navarro, tomó la ciudad a punta
de pistola con comandos policiales y civiles que arrestaron al gobernador
Ricardo Obregón Cano y a su vice Atilio López (luego amenazado y acribillado por
las Tres A). Lacabanne, un brigadier que siempre decía actuar en nombre de
Isabel, volvió a colgar del cuartel de la policía cordobesa la fotografía del ex
jefe Navarro, que entonces estaba prófugo de la Justicia.
El tercer cuerpo y la barra de López Rega
Querellantes y ex miembros de la Conadep denunciaron crímenes de genocidio de la
Triple A en Córdoba.
Por Camilo Ratti desde Córdoba
Ex miembros de la Conadep Córdoba y abogados querellantes de las causas que
investigan las violaciones a los derechos humanos en el ámbito del Tercer Cuerpo
de Ejército presentaron una denuncia penal ante la fiscal federal Graciela López
de Filoñuk para que instruya delitos de genocidio llevados a cabo por la versión
cordobesa de la Triple A. El “Comando Libertadores de América” fue una
organización criminal paramilitar y policial que actuó con muchísima intensidad
desde la segunda mitad de 1975 hasta el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.
Esos meses fueron los de mayor ferocidad por la cantidad de secuestros, torturas
y muerte registrados. Para los abogados, los jefes de esta banda eran el ex
capitán Héctor Pedro Vergez y agentes de la D2 de Informaciones de la Policía de
Córdoba.
Héctor Vergez
La revisión por parte de la Justicia federal del
accionar represivo previo al golpe alentó a que varios abogados de la ciudad de
Córdoba, algunos de ellos ex miembros de la Conadep local, presentaran ante la
fiscal López de Filoñuk una denuncia penal para que instruya una gran cantidad
de hechos criminales cometidos en el año y medio que precedió a la toma del
poder por parte de la Junta Militar. “Los delitos aberrantes que se puntualizan
en esta denuncia de ninguna manera pueden considerarse hechos aislados, sino que
estamos ante delitos de lesa humanidad que se enmarcan en la figura de
genocidio, establecido y definido en el artículo II de la Convención para la
Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio”, dice el escrito firmado por
Luis Reinaudi, María Elena Mercado, María Teresa Sánchez, Carlos Vicente, Miguel
Ceballos y Rubén Arroyo.
Para los letrados, los secuestros, asesinatos
masivos, la desaparición forzada de personas, las violaciones de las víctimas y
las torturas seguidas de muerte “formaron parte de una matanza que perseguía el
confesado fin de aniquilar a los miembros de los grupos victimizados por
presuntas o reales razones ideológicas, políticas e incluso raciales”. Y los
encargados de cometer estos delitos fueron los miembros del Comando Libertadores
de América, una “organización paramilitar y parapolicial que operó en esta
provincia desde mediados del año 1975 hasta el golpe de Estado del 24 de marzo
de 1976”.
En el punto cuatro de la denuncia, los abogados
sostienen que el Comando fue fundado por el entonces capitán Héctor Pedro Vergez
con el sargento primero José Hugo Herrera y los entonces comisarios de la
Policía de Córdoba Raúl Pedro Telleldín –jefe de la D2–, Fernando Esteban y
Américo Pedro Romano (los tres fallecidos), el sargento ayudante del Ejército
(retirado) Juan Antonio Tissera y los oficiales policiales Yamil Jabour, Carlos
Alfredo Yanicelli, Marcelo Luna, Herminio Jesús Antón, Miguel Angel Gómez, Juan
Eduardo Molina, Ricardo Cayetano Rocha, Calixto Flores y Alberto Lucero, además
de los civiles adscriptos como “personal de inteligencia” militar en el
Destacamento de Inteligencia 141 Gral. Iribarren, Arnoldo José López, Héctor
Raúl Romero, Ricardo Lardone y Emilio Merlo.
Folleto editado por el Partido Comunista
denunciando el ataque de la Triple A el 09/10/74. Clic para descargar.
Los civiles, excepto Merlo, se encuentran hoy
procesados y detenidos por orden de la jueza federal Cristina Garzón de Lascano
en dependencias del Tercer Cuerpo de Ejército, por causas que los sindican como
torturadores del centro clandestino La Perla, el más importante de la provincia
entre marzo de 1976 y mediados de 1979. “La prueba fundamental de que
organizaciones como la Triple A y el Comando Libertadores de América estaban
constituidos por miembros de organismos del Estado nacional y provincial lo
encontramos en el hecho de que a partir de la fecha del golpe estos grupos
desaparecen. La respuesta más obvia al porqué de esta situación es que no
tuvieron necesidad de accionar por fuera del aparato estatal, ya que pertenecían
a él”, dice en la denuncia presentada por el defensor oficial, Marcelo Arrieta.
Respecto de los secuestros y desaparición de
personas, el informe de la Conadep (uno de los elementos probatorios de esta
denuncia) advierte que la mayoría se produjeron a partir del 5 de septiembre de
1975. “El secuestro de personas como método de detención surge en nuestra
provincia casi un año antes del 24 de marzo de 1976, y son los meses de
noviembre y diciembre del ’75 y enero y febrero del ’76 los que concentran la
mayoría de las cincuenta y dos denuncias de secuestro correspondientes al
período previo a la dictadura militar.”
Entre los principales hechos que los abogados le piden a López de Filoñuk que
instruya se destacan el secuestro y desaparición de la familia Pujadas (Mariano
Pujadas era sobreviviente de Trelew), el secuestro, tortura y asesinato del
líder montonero Marcos Osatinsky, la masacre de nueve estudiantes bolivianos que
aparecieron con balas en la nunca y maniatados con sábanas del Ejército
Argentino, el secuestro y muerte de Eduardo Jensen y del conscripto Cacho
Jiménez, el secuestro y desaparición de los abogados Miguel Hugo Vaca Narvaja
padre e hijo, y las desapariciones de más de cuarenta personas, varios de ellos
en el marco del “Operativo Moncholos” que el propio Vergez relata en su libro Yo
fui Vargas: el antiterrorismo por dentro, donde confiesa que las detenciones no
eran comunicadas a los jueces federales, tal como indicaba el procedimiento.
Para los abogados, “la privación ilegítima de la libertad o desaparición forzada
de personas es de carácter permanente y hasta que no cese esta situación no se
puede operar la prescripción, porque resulta obvio que el hecho delictivo se
perpetúa en el tiempo. Por eso estos hechos denunciados son imprescriptibles y
deben ser instruidos por la fiscal, cualquiera sea la fecha en que se hayan
cometido”.
Por Alexis Oliva, secretario de Comunicación y Difusión de la CTA Córdoba
Capital.
Hubo un tiempo en que los peronistas eran asesinados por antiperonistas. El
episodio emblemático de ese tiempo fue el fusilamiento de civiles en un basural
de José León Suárez, en 1956, narrado por Rodolfo J. Walsh en Operación Masacre.
Hubo otro tiempo en que los peronistas eran asesinados por otros peronistas. El
personaje que vincula ambos tiempos quizás haya sido
Julio Troxler, sobreviviente de aquel fusilamiento durante la dictadura de
Pedro Eugenio Aramburu, actor que se interpreta a sí mismo en la versión fílmica
de
Operación Masacre rodada clandestinamente por Jorge Cedrón
durante la dictadura de Alejandro Agustín Lanusse, víctima finalmente de la
derecha peronista enrolada en la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) durante
el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón.
Los crímenes de la AAA, prohijada por su ministro
de Bienestar Social, ex cabo de policía, aprendiz de magia negra y miembro de la
logia P 2, José López Rega, fueron declarados de
lesa humanidad y por lo tanto imprescriptibles, por lo que tres de sus jerarcas
han sido detenidos y la ex presidente tendrá que rendir tardías cuentas a la
Justicia.
El capítulo que se abrió con la decisión tomada por el juez federal Norberto
Oyarbide en diciembre pasado, tiene una especial trascendencia para Córdoba,
donde el golpe de estado policial conocido como el “Navarrazo” dio en febrero de
1974 vía libre para que los grupos parapoliciales de la derecha peronista
actuaran con alevosía e impunidad.
Días después del asesinato de Troxler, perpetrado el 20 de septiembre de 1974,
ocurría un episodio pavorosamente similar al de José León Suárez, que sería la
tarjeta de presentación de las Tres A en Córdoba.
Recuadro de la revista El Caudillo Nº 16, marzo de 1974. La publicación era
oficialista y respaldada por el Ministerio de Bienestar Social de
López Rega, oficiaba como vocero de la derecha
peronista y de la banda terrorista paraestatal Triple A. La colección de El
Caudillo puede descargarse de
Ruinas Digitales
Finaliza septiembre del 74, el mes que despunta
en Córdoba con la asunción del brigadier Raúl Oscar Lacabanne como interventor
federal; el mes en que las Tres A asesinan en Buenos Aires -entre muchos otros-
al abogado cordobés Alfredo Curutchet, al ex vicegobernador Atilio López, al
intelectual de izquierda Silvio Frondizi y a Troxler; el mes en que Montoneros
pasa a la clandestinidad y secuestra a los hermanos Juan y Jorge Born; el mes
que se va yendo en Córdoba con la asunción de un joven José Manuel de la Sota
como Secretario de Gobierno de la Municipalidad.
Cercado por la represión, Miguel Angel “Chicato” Mozé, titular de la Regional
III de la Juventud Peronista, intenta organizar en el departamento Cruz del Eje
una liga agraria de cooperativas de pequeños y medianos productores, como parte
de un proyecto nacional de Montoneros. Lo secunda un grupo de militantes de la
JP y alumnos del Instituto Provincial de Educación Agrotécnica (Ipea) Nº 3 de la
localidad de El Brete, de entre 19 y 22 años de edad. El 29 de septiembre es la
cita para la primera reunión, en la comuna de Media Naranja, a la que unas
quinientas personas confirman su asistencia.
El día anterior, los militantes que convocan al acto deciden por seguridad que
un grupo se quede en Cruz del Eje y otro vaya a Media Naranja a supervisar los
preparativos. En un viejo Citroën, parten aproximadamente a las 21 horas Luis
Eduardo Santillán, Dardo Omar Koch y los hermanos Ernesto y Sergio Rojas. Pero
nunca llegarán a destino.
El testimonio de Ernesto Rojas, uno de los sobrevivientes de aquel episodio, es
escalofriante:
Una fábrica del terror: Centro de tortura y
exterminio La Perla
La Perla, ayer y hoy
“Al hacer unas diez cuadras, nos damos cuenta de
que un automóvil nos sigue, damos unas vueltas y logramos perderlo. En El Brete
decidimos ingresar al IPEA, donde nos quedamos charlando con los compañeros de
estudio como media hora y retomamos el viaje. El colegio se encontraba a unos
cuatrocientos metros de la ruta. Unos doscientos metros antes de llegar a la
ruta, vemos pasar el auto que nos perseguía. Continuamos el viaje hacia Media
Naranja y a unos mil metros vemos el auto en la cuneta, que nos empieza a seguir
con las luces apagadas. Llegamos al pueblito El Barrial, donde hay un almacén
lindero con la ruta donde se juega a las cartas y al sapo. Paramos y nos
metemos. Está lleno. Mi hermano Sergio se esconde detrás de un camión y yo me
quedo en la puerta a ver qué hacen los que nos siguen. Bajan tres individuos con
armas largas. Entro rápidamente al almacén, y ellos ingresan tirando al aire. La
gente aterrorizada corre hacia una puerta al costado del local. Corro hacia ahí
pero uno me toma de un brazo y me pone una pistola en la cabeza. Nos ponen de
cara a la pared y por el rabillo del ojo puedo ver que ni Santillán ni Koch
pudieron huir. Los parroquianos son peones rurales y algunos lloran de miedo.
Dominan la situación, dejan a uno de guardia y salen tirando en la oscuridad. Se
escucha que patean las puertas de las casas y hacen una especie de allanamiento,
sin dejar de disparar. A un chico de unos 11 años le pegan un culatazo en la
cabeza. El dueño del local ingresa a una habitación e intenta cerrar la puerta y
le atraviesan la mano de un balazo. La situación es infernal.
Luego entran de nuevo y comienzan a golpearnos,
preguntándonos por el Chicato Mozé. Dejan salir a la gente y quedamos Santillán,
Koch y yo. Nos revisan y a Santillán le encuentran un volante invitando a la
reunión de los productores. Lo sacan y lo interrogan a golpes. Me preguntan mi
nombre y les doy uno falso. Me golpean para que diga dónde está Mozé. Yo les
niego que lo conozco. Traen a Santillán, nos vuelven a golpear, y nos hacen
subir a su vehículo con la cabeza gacha. Inician el retorno a Cruz del Eje,
donde dan unas vueltas y agarran por la ruta 38 hacia Córdoba. Al cabo de quince
minutos, el que va atrás con nosotros da la orden de parar para ‘acomodar la
carga’. Nos bajan, guardan las armas largas en el baúl y les vendan los ojos a
Koch y Santillán. A mí no me pueden colocar la venda.
Reanudamos la marcha y con Santillán empezamos a tocarnos para ponernos de
acuerdo, porque sabíamos que nos iban a matar. Mi intención era que en La Falda
nos resistiéramos, ya que la ruta pasa por la ciudad y había más posibilidad de
que alguien nos ayude.
Pasamos Capilla del Monte y San Esteban a gran velocidad. El negro Guerrero
Martineitz está en la radio, y de pronto Santillán salta hacia el que va a su
lado y yo hacia delante, aferrando el volante y tratando que salgamos de la
ruta.
Los poderes establecidos: Ejército e Iglesia. Menéndez,
dueño de la vida y de la muerte en Córdoba durante el terrorismo de Estado
Los dos que van adelante también agarran el
volante y empezamos una lucha donde el auto va de un lado al otro. Uno grita que
paren y el que va al volante empieza a frenar. El acompañante agarra una pistola
y tengo que largar el volante y agarrarla por el caño, tratando de desviarla. El
auto se detiene y seguimos luchando, Santillán atrás, y yo con los de adelante.
De pronto, se abre la puerta de atrás y el que pelea con Santillán se baja, saca
una pistola y le descerraja tres disparos. Me gritan que largue el arma. La
suelto y me tiro al asiento de atrás. Veo a Santillán con la cabeza hacia atrás,
quejándose y sangrando por la boca. ‘¡Qué han hecho! ¡No tenemos nada que ver!’,
les grito. Me bajan de los pelos y yo siempre diciendo que no tenemos nada que
ver e insultándolos. Uno me dice que corra. No le hago caso y sigo gritándoles.
El que manda le dice a uno que me lleve adentro del campo. Nos introducimos como
quince metros, me hace tirar al suelo, me apunta a la cabeza y me dice que me
despida. Yo sigo con mi postura de que no tengo nada que ver. De pronto, me dice
que me quede quieto, pega la vuelta y sale corriendo. Oigo que le preguntan qué
pasó. ‘Vamos, vamos que está muerto’, dice, y se van.
Me levanto y voy a ver si está el cuerpo de
Santillán. No encuentro nada y corro hacia San Esteban. En la estación de
servicio, un automovilista me auxilia y me lleva a Capilla del Monte, donde
radico la denuncia a las doce de la noche.
Cuando presento la denuncia, un policía me pregunta si las características del
auto eran las de un Peugeot y si eran tres individuos, uno con barba. Le
pregunto cómo lo sabe, y me dice que tenían orden de la Central de Córdoba de no
detener ese vehículo”.
Retoma el relato Dardo Koch, el fusilado que vive
de la operación masacre serrana: “Luego de que Rojas es bajado del coche, bajo
un nerviosismo total, se emprende nuevamente la marcha a alta velocidad y
transcurrido algún tiempo quienes nos llevan secuestrados se tranquilizan un
poco. Uno de ellos no lo consigue, el chofer del auto, quien da a entender que
se ha metido en algo que no tenía bien en claro, que le disgusta. El que comanda
el grupo lo tranquiliza diciéndole que no hay nada que temer.
Revista Con Todo, Vocero del Peronismo de Base,
año 1, Nº 2, mayo 1974. La revista puede descargarse en
Ruinas Digitales
Santillán está herido y se queja de dolor. Por
las características del camino comprendo que estamos camino a Córdoba, pero más
allá el auto, un Peugeot 404 si no recuerdo mal, gira y comienza a recorrer un
camino con muchas curvas que creo identificar como el que va hacia el cerro Pan
de Azúcar. Santillán ha dejado de quejarse y comprendo que ha muerto. El chofer
se pone más nervioso al ver las luces de otro auto que viene atrás. Cree que
alguien los persigue y es nuevamente tranquilizado por el líder del grupo. Luego
da la orden de frenar el coche. Bajan a Santillán y allí, ya muerto, lo
ametrallan.
Nuevamente apuros. Suben al coche y arrancan a
gran velocidad. Pasamos por un lugar donde oigo perros ladrar. Tras algunos
minutos, vuelven a parar el coche y me dan orden de bajarme, poniéndome en el
costado que da al cerro, con las manos en alto. Nuevamente se ven luces de auto
que se aproximan. Esto provoca otra vez apuro.
Les pregunto qué van a hacer conmigo, a lo cual responden: ‘Si te quedás callado
y no decís nada de lo que ha pasado, no te va a pasar nada’.
Seguidamente me disparan un balazo en la cabeza. Yo siento un golpe. No escucho
ningún ruido, sólo el golpe. Y tomándome de la cabeza, me arrojo al suelo. Se
acercan y uno pregunta: ‘¿Estás seguro que está muerto?’. El otro le responde:
‘Sí, mirale la cabeza como la tiene’.
La sangre que derramé más la derramada por
Santillán sobre mí (en la ropa, el cuerpo y la cabeza) confundieron a estas
personas y en el apuro me dieron por muerto. Santillán se desangró en gran parte
sobre mí, ya que íbamos acostados entre los asientos delanteros y traseros, el
uno sobre el otro, desde el comienzo del secuestro.
Me toman por los brazos y los pies y me arrojan
hacia abajo del camino. No escucho que ellos se vayan. Tampoco escucho ningún
auto pasar detrás de ellos, por lo que deduzco que me desmayo al golpear contra
las piedras. Esa noche duermo en el cerro, por temor a ser encontrado nuevamente
por los que nos habían secuestrado. Tomo contacto recién al otro día con la
policía, quienes me llevan al hospital de Cosquín y luego de ser revisado me
trasladan a Córdoba”.
Dardo Koch se recuperó y tiempo después fue obligado a exiliarse en Noruega,
donde todavía hoy vive y trabaja como enfermero especializado.
Ernesto Rojas fue apresado tres días después en una casa operativa de Montoneros
en Córdoba y peregrinó por más de media docena de cárceles hasta su liberación
en 1984. Actualmente, reside en Andalgalá, Catamarca, donde tiene un motel y
trabaja en un programa de radio.
Sergio Rojas escapó a esta masacre y fue secuestrado y asesinado el 14 de abril
de 1977.
Luis Santillán fue velado en la sede del Partido Justicialista y sepultado en
Cruz del Eje. Montoneros solventó el servicio fúnebre.
Miguel Angel Mozé fue detenido el 22 de julio de 1975, acusado del secuestro de
un ejecutivo de la Coca Cola. El 17 de mayo de 1976, junto a otros cinco presos
políticos de la Penitenciaría Nº 1 de Córdoba, fue fusilado en un fraguado
intento de fuga.
En una pared de la pulpería de don Mohamed Hossein, en El Barrial, los asesinos
dejaron pintada su rúbrica: Comando Sergio Bertoglio. AAA. Fue su primera acción
en Córdoba. Nunca se conoció la identidad de sus miembros.
Miércoles 14 de febrero de 2007,
Fuente: www.agenciacta.org.ar
El 28 de febrero de 1974, el jefe de policía de la provincia de Córdoba, Antonio
Navarro, depone al gobernador Obregón Cano y al vicegobernador Atilio López1. Se
impone, de hecho, un estado de sitio garantizado por la policía con el auxilio
de grupos armados civiles, comandados por la Juventud Sindical Peronista. El
“Navarrazo”, fue impulsado abiertamente por Perón con el aval de la patronal y
la burocracia sindical. Este golpe justificado bajo la llamada “depuración
ideológica” del peronismo, buscaba liquidar a la vanguardia obrera, estudiantil
y popular que se venía desarrollando desde el Cordobazo2.
Perón en el poder
Con la vuelta de Perón al país se inicia una ofensiva abierta de la derecha
peronista contra los sectores ligados a la Tendencia Revolucionaria. El 1º de
Febrero del ’74, la CGT de Santa Cruz denuncia “infiltraciones marxistas en el
gobierno provincial”. Pocos días después las 62 organizaciones en Salta
resuelven “declarar personas no gratas al gobernador de la provincia (…) por
‘ser cabezas visibles del aparato mentado por el marxismo’”3. Esta ofensiva se
repite en San Luis y Mendoza.
En Córdoba, los diarios hablan constantemente de la posibilidad de una
intervención federal. “Córdoba es un foco de infección” había dicho Perón.
A fines del ‘73 los trabajadores del transporte obligan al gobierno a otorgar un
aumento salarial. Al mismo tiempo los empleados públicos imponen a la
Legislatura la aprobación del Estatuto del empleado público. El gobierno
nacional acusa entonces a Córdoba de “romper el Pacto Social” y señala que éste
“no puede tener eslabones débiles”4
La provocación patronal correrá a cargo de la
FETAP (empresarios del transporte) que, negándose a aceptar el aumento salarial
acordado, a partir del 19 de febrero inicia un lock-out patronal abierto: “de
los aproximadamente 900 ómnibus que cubren sus recorridos habitualmente unos 350
habían cesado de andar”5
En un clima completamente enrarecido el jefe de policía Navarro es acusado
públicamente de mantener “reuniones clandestinas para conspirar contra la
continuidad institucional de la provincia”. En estas reuniones con la derecha
peronista y las 62 organizaciones se preparó el golpe del día 28.
El levantamiento
Los
gobernadores de la Tendencia
Durante el periodo constitucional que fue desde el 25 de
mayo de 1973 al 24 de marzo de 1976, de los 22 gobernadores
elegidos, 7 fueron reemplazados sin mediar elección. En
Misiones el gobernador y el vicegobernador fallecieron en un
accidente de aviación. En primer término fueron sustituidos
por el Presidente de la Legislatura y posteriormente por una
intervención federal, llamándose finalmente en 1975 a
elecciones para elegir nuevo gobernador. Pero en otros
seis distritos – Formosa, Córdoba, Buenos Aires, Mendoza, Salta y
Santa Cruz - por diversos mecanismos, se forzó el cambio de
gobierno con una clara motivación ideológica. Señalamos
que el justicialismo en pleno llevó como candidatos a
gobernadores en las elecciones de marzo de 1973, en
distritos muy importantes, a políticos que simpatizaban más
o menos abiertamente con la Tendencia Revolucionaria. Apenas
seis meses después, el giro fue de tal magnitud que, a modo
de ejemplo, en 1975 en Córdoba y por unos días, fue
interventor Luciano Benjamín Menéndez.
Cambios de Gobernadores electos entre 1973 y 1975
Formosa - Antenor Argentino Gauna. Intervención
federal del 17/11/73.
Más
información. Buenos Aires - Oscar Bidegain.
Presionado desde el gobierno nacional el gobernador renuncia el 23/01/74.
Más información
Córdoba - Ricardo Obregón Cano-Hipólito Atilio López. A fines de febrero
de 1974 fueron derrocados por una sedición armada policial tanto el gobernador como el vice,
posteriormente el vicegobernador sería asesinado por la Triple A. El gobierno
nacional interviene la provincia. El 19/09/75 por decreto de Italo Luder se designó interinamente en el gobierno provincial
al Comandante del III Cuerpo de Ejército, General Luciano Benjamín Menéndez.
Mendoza - Alberto Martínez Baca. En junio de 1974 el gobernador es
llevado juicio político y destituido por la Legislatura.
Mendoza - Carlos Mendoza 03/08/74. Intervención por ley del 13/08/74.
Santa Cruz - Jorge Cepernic 07/10/74. Intervención federal del 7 de octubre de
1974.
Salta - Miguel Ragone. 23/11/74. Intervención provincial por decreto del
ministro del Interior Alberto Rocamora. Más información
Misiones - Luis Ángel Ripoll 21/01/75. Muerte
en dudoso accidente aéreo.
El día 27/02 el Gobierno comunica a Navarro su
separación de la conducción de la Policía. Pocas horas después las fuerzas
policiales se amotinan en el Cabildo. Señala La Voz “la gente no podía pasar
hacia la Plaza San Martín. Todas las vías estaban cortadas. Policías con ropa de
fajina y cascos de acero, lucían armas largas impidiendo la circulación de
peatones”6
Por la noche se toma la Casa de Gobierno, deteniendo a Obregón Cano, López y
varios funcionarios más. Esa madrugada se llevarán a cabo ataques con bombas
contra La Voz del Interior, la casa del gobernador y su ministro de gobierno,
entre otros. Grupos parapoliciales coparán las principales radios de la ciudad
para transmitir en apoyo a Navarro. En los dos días siguientes serán detenidos
más de 80 personas y se producirán decenas de allanamientos ilegales. El rol
golpista de la FETAP será evidente: los colectivos, ausentes durante días en las
calles, serán parte de las barricadas montadas por los grupos parapoliciales.
Se combinarán tres elementos para consolidar el golpe: en primer lugar, el
accionar de las bandas paramilitares y la policía; en segundo lugar, la
actuación del gobierno nacional, impulsando abiertamente un proyecto de
intervención de la provincia (de esta forma Perón legalizaba el golpe de
Navarro). Finalmente los empresarios y la burocracia de las 62 organizaciones
actuarán en común para impedir una respuesta del movimiento obrero. El lock-out
patronal se generaliza y las 62 organizaciones convocan a un paro por tiempo
indeterminado en “adhesión a la valiente y patriótica actitud tomada por el
peronismo de Córdoba en apoyo a su Policía”. De esta forma, hasta el 5 de marzo,
la ciudad se halló virtualmente paralizada. Esto debilitó fuertemente a la clase
obrera, al impedirle concentrarse en sus lugares de trabajo para dar una
respuesta contundente al levantamiento policial.
Algunas conclusiones y un debate
El golpe fue abiertamente impulsado por Perón y el gobierno nacional. Tal es así
que el mismo día se realizaba en Alta Gracia7 el Congreso “Normalizador” de la
CGT, con la presencia de Otero, Ministro de Trabajo de la Nación.
¿Qué se proponía este golpe? En primer lugar, establecer un mayor control sobre
el conjunto del movimiento obrero y en particular derrotar a sus sectores de
vanguardia. El movimiento obrero se hallaba escindido en Córdoba entre
ortodoxos, legalistas, independientes y clasistas. Los tres últimos sectores,
opositores al Pacto Social, controlaban gremios de peso estratégico: la UTA, Luz
y Fuerza y SMATA, entre otros. En el resto del país los gremios más poderosos se
hallaban en manos de la rama ortodoxa.
En segundo lugar, se trataba de apropiarse del aparato del Estado para
utilizarlo abiertamente contra la clase obrera y los sectores populares que
enfrentaban crecientemente el Pacto Social y el conjunto de la política del
gobierno de Perón. No era sólo una disputa de poder en el seno del peronismo,
como lo presentó en ese momento la UCR o como lo señalan hoy algunos
intelectuales8, sino que se buscaba controlar el Estado para desatar una
persecución abierta contra la clase obrera. Esto se continuaría y acentuaría
luego bajo las intervenciones federales, en particular la de Lacabanne.
En tercer lugar, Córdoba tenía un enorme peso dentro de la política nacional, no
sólo por su tradición de lucha reciente, sino por albergar a algunos de los
dirigentes más importantes del movimiento obrero, como Tosco o Salamanca.
“Imponer orden” en Córdoba, tenía entonces una enorme repercusión nacional9.
Ante esta ofensiva, la respuesta del movimiento obrero combativo aparece
completamente impotente10. En una entrevista realizada a Tosco, dirigente de Luz
y Fuerza, se podía leer lo siguiente:
“Pregunta: ¿Y cómo es que no se ha producido ninguna reacción de tipo masivo?
Tosco: Se están haciendo actos relámpagos, algunas asambleas de fábrica, etc.
(…), pero hay una relación de fuerzas básica que está dada por el teniente
coronel Navarro y su policía con las armas en la mano. Centenares de fascistas
armados y entrenados bajo la conducción de organismos policiales y
parapoliciales”11
¿Como podía ocurrir esto en la ciudad del Cordobazo y el
Viborazo, donde la clase obrera junto al movimiento estudiantil y el pueblo
había logrado derrotar a las fuerzas policiales?
La falta de una respuesta masiva se explica, en primer lugar, por la confianza
que suscitaba Perón todavía en las grandes masas. Fue por ello que los golpistas
enarbolaron la bandera del “auténtico peronismo”. Esto les garantizaba, sino el
apoyo, por lo menos la pasividad de sectores amplios del movimiento obrero
frente al golpe.
La experiencia de sectores más amplios de las masas con el peronismo en el poder
era frenada a cada paso por Montoneros y la JTP, que se negaban a enfrentar el
Pacto Social y a denunciar abiertamente a Perón. Por el contrario mantenían una
política de presión sobre el viejo caudillo12. Fue por eso que no impulsaron
ninguna respuesta a un golpe claramente orquestado por el mismo Perón.
A esta política se adaptaron los dirigentes del sector combativo del movimiento
obrero. Tal es así que el 5 de Febrero el MSC13 criticaba las modificaciones de
la Ley de Asociaciones Profesionales y la reforma al Código penal, pero “no se
colocaba en una línea de oposición total al presidente Perón, sino a sus
sectores burocráticos y de derecha”.
Esta política debilitó a la vanguardia, que se encontró impotente para movilizar
a las masas frente al golpe. Las organizaciones obreras se limitaron a
declaraciones de repudio y a un paro de 24 horas que no tuvo ninguna incidencia
en la situación, al mismo tiempo que se preparaba “un paro provincial con fecha
a determinar” que nunca se realizó. Junto a esto ninguna de estas organizaciones
llamó al conjunto de la vanguardia nacional a movilizarse para enfrentar este
golpe.
Para quienes hoy quieren eximir de culpa a Perón por los asesinatos de la Triple
A, las enseñanzas del Navarrazo muestran qué rol cumplió cuando se trató de
liquidar a la vanguardia obrera y popular que se oponía a su política. Para los
trabajadores que hoy salen a luchar es necesario conocer y profundizar en el
estudio de esos convulsivos años para preparase para los futuros combates de
clase.
NOTAS
1 Obregón Cano se hallaba ligado a los sectores de izquierda peronista y López
era Secretario General de la UTA.
2 Pocos días después, Raymundo Ongaro, dirigente gráfico, señalaría que se trató
de un verdadero “Anti-Cordobazo”.
3 Los gobernadores de Salta, San Luis y Mendoza eran Miguel Ragone, Elías Adre y
Martínez Baca. Todos habían sido apoyados por el ala izquierda del peronismo, al
igual que Obregón Cano. La Voz del Interior, 05/02/74 y 06/02/74.
4 Comunicado de Prensa. Ministerio del Interior, 12/02/74.
5 La Voz, 20/02/74
6 La Voz, 28/02/74
7 Es decir, a no más de 25 Km. de Córdoba capital.
8 Tal es la postura desarrollada por Alicia Servetto en el libro De la Córdoba
combativa a la Córdoba militarizada, donde señala que “La crisis provincial de
marzo de 1974 debe leerse (…) fundamentalmente como resultado de las
contradicciones internas del peronismo (…) predominó la disputa por la
ampliación de los espacios de poder entre los distintos sectores y las
instituciones del Estado fueron instaladas como arena de la lucha política”. Op.
cit. Pág. 109.
9 Como señala James Brennan “Perón sabía que el éxito de la campaña verticalista
dependía de Córdoba. El reestablecimiento de la autoridad de la CGT central era
necesario tanto para controlar la expansión de la militancia obrera a todo el
país como para asegurar el éxito del Pacto Social (…) sólo Córdoba era capaz de
aprovechar la oposición de la clase obrera al programa y darle la forma de un
movimiento de importancia nacional”. El Cordobazo. Las guerras obreras en
Córdoba 1955-1976.Ed. Sudamericana. Pág. 319
10 Así como la respuesta del mismo Obregón Cano, que se negó a llamar a la
población en su apoyo para luego renunciar a su cargo, llamando a “la
pacificación”. Una actitud similar a la tomada por Perón en el 55’.
11 La Voz, 13/03/74.
12 Esta política de presión sobre Perón se mantuvo incluso hasta el 1º de Mayo
del ’74, como señala Julio Godio: “Los Montoneros continuaban con su política de
“romper el cerco” que supuestamente rodeaba a Perón”. Perón. Regreso, muerte y
soledad. Ed. Hyspamérica. Pág.193. Inclusive el balance presentado después de
haber sido echados de Plaza de Mayo señala “no le regalaremos el peronismo a los
burócratas (…) la esencia revolucionaria del peronismo es el pueblo movilizado y
participando en la decisiones de su gobierno y su movimiento. Y nosotros
seguimos reafirmando que por eso somos peronistas”. La Voluntad. Tomo II. Ed.
Norma. Pág. 315.
13 Movimiento Sindical Combativo, centralmente integrado por Luz y Fuerza y el
SMATA.
Carta que difundió René Salamanca (imagen),
secretario general del Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor,
SMATA, seccional Córdoba, a partir de su recuperación por el Movimiento de
Recuperación Sindical (MRS-Lista Marrón) integrado por agrupaciones clasistas y
combativas en mayo de 1972. Reelegido a su conducción en mayo de 1974, Salamanca
fue secuestrado y desaparecido por un grupo de tareas golpista en la noche del
23 de marzo de 1976, horas antes del golpe de Estado
Carta a los compañeros trabajadores
Tareas de la clase obrera para frenar el golpe y profundizar la liberación
Octubre de 1975
Los obreros argentinos no podemos reflexionar hoy fuera de un marco concreto: la
patria está en peligro; como en todas las horas decisivas (como en el 30, el 45,
el 55, el 66 y el 69) tenemos frente a nosotros dos opciones. O se profundiza la
dependencia del imperialismo, el poder de los monopolios y los terratenientes y
la superexplotación popular, o se profundiza la liberación, la marcha
revolucionaria del pueblo con los trabajadores a la cabeza. El primer camino es
el camino del golpe contra el gobierno peronista de la señora Presidente, golpe
que puede ser proyanqui o prorruso, porque las dos superpotencias conspiran y
buscan someternos. El segundo camino es el de la lucha antigolpista, para
aplastar a los conspiradores y avanzar a fondo en las tareas de la liberación y
la unidad de los patriotas. Yo creo que ésta es, en la actualidad, la gran
misión histórica que tenemos por delante los obreros. Y también digo que,
derrotados parcialmente los yanquis que encabezaba Onganía por las luchas
populares nacidas con el Cordobazo, son hoy los sectores prorrusos los
principales conspiradores, quienes desarrollan el plan golpista que está en
curso. Terratenientes como Lanusse, grandes burgueses testaferros como Broner y
Gelbard, traidores como Luder, milicos gorilas como Anaya y Massera, y jerarcas
como Miguel, Herreras y Rodríguez son los principales eslabones de esa
conspiración que trata de reemplazar el amo yanqui por la URSS, donde desde 1956
han enterrado las banderas de Lenin y el proletariado para restaurar el
capitalismo. Por su parte, la señora Presidente tiene clara la cuestión de las
dos superpotencias, pero no enfrenta el golpe con profundidad, concilia ¾en el
plan Rodrigo¾ con monopolios y terratenientes, y no se apoya en el auténtico
patriotismo de las grandes masas. Por eso la han ido rodeando, por eso alientan
los golpistas su relevo y la integración después de un gobierno
“cívico-militar”. Pero yo creo que serán derrotados, que el movimiento obrero de
mi país va a estar a la altura de su tarea histórica, y es en ese sentido que
como aporte deseo revisar y trasmitir mi propia experiencia, la del SMATA
cordobés.
Política de los sectores prorrusos en el
movimiento obrero
Los 96 años de Don
Ricardo Obregón Cano (año 2013)
El 20 de agosto de 2010, a iniciativa de la diputada Gloria
Bidegain, Obregón Cano fue declarado Mayor notable argentino, un reconocimiento
que la Cámara de Diputados de la Nación Argentina otorga a personas mayores de
75 años que se hayan destacado en la política, la historia y literatura.
Los sectores prorrusos, que favorecen la entrega
de la patria al socialimperialismo de la URSS, trabajan en el proletariado por
medio de dos grandes corrientes revisionistas: la PC, y por otro lado el
trotskismo en sus dos vertientes, la ortodoxa y el terrorismo, que hacen un
doble trabajo de política y de reclutamiento para las acciones directas. De
todos modos, el eje fundamental es sembrar el apoliticismo; éste constituye una
línea de la burguesía en el movimiento obrero, difundida en su época por los
anarco-sindicalistas, por el sindicalismo amarillo y, en cierto modo, también
por los socialistas. En tanto que en el peronismo este rasgo se da, pero
contradictoriamente; desde un ángulo se lo estimuló con la conciliación de clase
(por ejemplo la consigna: “Del trabajo a casa y de la casa al trabajo”), pero
desde otro su carácter antiimperialista y las necesidades políticas obligaron al
peronismo a politizar las luchas de los trabajadores en momentos claves, como en
1945 o en los años de la resistencia.
Los prosoviéticos, como burgueses que son, tratan de aprovechar esos factores.
Su objetivo es diluir la lucha política independiente del proletariado,
sembrando la conciencia economista y aprovechando si pueden las justas luchas
económicas para su política por arriba. Un ejemplo reciente es que, mientras los
trabajadores luchaban por la homologación de los convenios, la trenza de
jerarcas montaba el dispositivo golpista impulsando la asunción de Luder en el
Senado, preparando así el “golpe constitucional” contra la señora Presidente. En
los sindicatos, con el pretexto de la “unidad” de toda la masa, proponen el “no
hacer política”, fomentando el sindicalismo y el economicismo.
En sus variantes trotskistas más incendiarias e “izquierdistas”, empujan como
principio la idea de lucha, lucha y lucha por las reivindicaciones, sin
enmarcarlo en lo político. Para ver aquí otro ejemplo notable, recuerdo que en
Grandes Motores Diesel ocuparon en junio la planta por 72 horas con motivo de
las paritarias, pero en política ante el ingenuo asombro de los activistas
trotskistas el conflicto fue capitalizado por Armentano y Lacabanne, como punta
de lanza de la movilización de la CGT en Buenos Aires. Eso ocurre cuando una
dirección sólo impulsa la lucha económica, que en definitiva puede ser
capitalizada por cualquiera. Así, en estos casos las aprovecharon los prorrusos,
pero también puede favorecer a los yanquis; el conflicto económico planteado en
la mina El Teniente, en Chile, sirvió para la acumulación del golpismo
proyanqui, que desembocó en la dictadura asesina de Pinochet. La falsa unidad,
la absolutización de lo económico y, a la vez, la minimización de la política
son rasgos generales del “clasismo” que ellos definen. En Villa Constitución
practicaron el economismo progolpista, buscando también empalmar los hechos
terroristas con el movimiento de masas; el peligro de la preponderancia de esas
ideas yo lo expresé a los cuerpos orgánicos de esas fábricas, y al propio
Piccinini , en varias discusiones durante 1974. En el caso de Sitrac-Sitram ,
también observamos un ejemplo de instrumentación, cuando la justa lucha contra
la dictadura proyanqui , en el
Viborazo, terminó con el recambio palaciego de Lanusse. En esta experiencia,
luego, se cayó en un economismo desenfrenado y en una política proterrorista que
condujo a su liquidación; los voceros de algunos grupos armados decían:
“Trescientos despidos, no importa, son trescientos nuevos guerrilleros”. Así el
terrorismo, con su línea aventurera e instrumentable desde arriba, destruye la
posibilidad de acumulación del movimiento obrero, y en este plano liquida todo
lo que toca. En nuestro SMATA lo vimos actuar con las mismas intenciones,
contribuyendo con los asesinatos de Goya y Swuin al plan general prosoviético de
rodearnos y desplazarnos. Pero el hecho de que entre nosotros nunca fueron
hegemónicos lo señala que hoy el SMATA sea un bastión antigolpista, mientras
donde ellos ¾desgraciadamente¾ dirigieron no han dejado nada, sólo ideas
negativas para los trabajadores.
Tácticas en el SMATA cordobés
En el SMATA Córdoba la política prorrusa trabajó con dos tácticas sucesivas. En
la primer [comisión] directiva, de mayo de 1972 a mayo de 1974, buscaron hacer
una dirección gremial sindicalista, sin definiciones políticas e invocando la
unidad. Su ambición entonces era convertir al SMATA en un gremio sin perfil,
segundón de Luz y Fuerza. En la segunda directiva, batida el ala PC ¾que como
partido apoyó a la Lista Naranja ¾ fue dejada el ala trotskista, con la que
trataron de dividir a la masa y aislarnos a nosotros. En ese sentido produjeron
varios hechos:
• En el “navarrazo” empujaron la expulsión de los delegados peronistas del
Cuerpo de Delegados, acusándolos de “fascistas”. Su objetivo era crear la falsa
división “fascismo-antifascismo” o, con más precisión,
“peronismo-antiperonismo”, dentro de la más tradicional línea gorila. Pero este
intento fue desmantelado por nosotros.
• En la integración de la Lista Marrón de 1974 hicieron lo imposible por
sectarizarla e impedir la inclusión de compañeros peronistas, pese a nuestra
batalla por compartir responsabilidades con compañeros peronistas y radicales.
• Durante la campaña electoral, y sobre todo después del triunfo de mayo del
’74, se continuó estimulando la división de la masa. El 11 de mayo, cuando se
anunciaron los resultados del escrutinio en Luz y Fuerza, Nájera, de Vanguardia
Comunista, y Palacios de la junta electoral, se lamentaron señalando que se
había ganado por 1.000 votos, pero que en el SMATA quedaban “3.000 fachos”. Yo
dije que quedaban 3.000 compañeros peronistas que habían votado a la Lista Gris,
y con quienes debíamos soldar la unidad. Por su parte, poco después el
trotskismo ¾con pasividad nuestra¾ evaluó equivocadamente que los cuatro mil
votos marrones eran votos “contra Perón”. Y empujó a nivel de activo los
reproches de los marrones a los compañeros peronistas, introduciendo concretos
gérmenes de división.
El verdadero clasismo
Comunicado Movimiento Peronista Montonero, 18 de marzo 1980. Clic para descargar
Habiendo conocido, convivido y luchado contra
estas corrientes a veces no con la política más justa afirmo que el verdadero
clasismo impone que los obreros dirijan la lucha por la revolución nacional y
democrática, en marcha hacia el socialismo. El verdadero clasismo no diluye la
política detrás de la “unidad” ni de las “reivindicaciones”; pelea en cambio por
los objetivos concretos del proletariado a la cabeza del combate por la
liberación. El verdadero clasismo pone la política antigolpista,
antiimperialista y patriótica al mando, y bate sin cuartel al revisionismo
sindicalista y economista. El verdadero clasismo reitera hoy la necesidad de
recuperar los cuerpos de delegados, las comisiones internas y los sindicatos,
desde la lucha antigolpista en concreto, desde la derrota de los jerarcas y los
divisionistas prorrusos, en el camino de profundizar la liberación, de
acaudillar a todo el pueblo contra las superpotencias y sus cómplices,
terratenientes, monopolios, jerarcas y poderosos. El verdadero clasismo acentúa
la bandera de la recuperación, pero con la política al mando, con el objeto de
derrotar al golpe. Así los traidores serán barridos, así vertebraremos
movimientos de recuperación sindical de masas y no de activo como quieren los
prorrusos. Así construiremos el frente único en la clase obrera, aglutinando
desde las definiciones patrióticas y antigolpistas a peronistas, radicales,
comunistas, socialistas, patriotas, y desde allí el proletariado avanzará a
articular el frente único popular contra el golpe y las superpotencias.
Toda lucha reivindicativa tiene que estar impregnada de política a fondo. La
política permite no confundir al enemigo principal, siendo hoy los rasgos
generales de un marco político la lucha antigolpista y las diez medidas y cinco
reclamos propuestos por el Partido Comunista Revolucionario, entre lo cual
figura la nacionalización de los monopolios yanquis y golpistas, la confiscación
de las tierras de los terratenientes, la nacionalización del comercio exterior y
la banca y, entre otros aspectos, dar tierras y créditos a los compañeros del
campo.
El conflicto de 1974
Quiero ser claro en una idea: los responsables directos, los que nos vieron como
enemigo irreconciliable y provocaron nuestro desplazamiento en la conducción
sindical del SMATA Córdoba, fueron los sectores prorrusos. Usaron contra los
obreros mecánicos, y hay que subrayarlo, buena parte de los resortes de poder
que tienen acumulados en la Argentina. Desde el punto de vista agresivo actuaron
muchos que en el ’66 aplaudieron a Onganía y hoy están en el golpe contra
Isabel; así Otero desde el Ministerio de Trabajo, Rodríguez desde el SMATA
nacional y Miguel desde las 62 Organizaciones. Las empresas se plegaron al juego
que les dictaba Gelbard, el testaferro de ALUAR, y hasta se usó a funcionarios
de segunda línea, como el juez Hairabedián, un empleado de Brunello y de otros
oscuros personajes.
Sin embargo, hubo una maniobra mucho más aviesa y peligrosa para el movimiento
obrero que como en parte lo hemos explicado consistía en rodear al SMATA, en
usar por un lado al trotskismo desde adentro, y al aparato de Tosco y Firmenich
desde la periferia de esa dirección para aislarla de la masa peronista. La
táctica de los prorrusos era, como dije, sembrar falsas polarizaciones. Y en ese
sentido tuvieron éxito, tanto que el 24 de septiembre [de 1974], en la famosa
asamblea de Santa Isabel, un sector mayoritario de la masa mecánica resolvió
aceptar la reivindicación salarial y hacer un compás de espera en lo referente
al avasallamiento de su conducción por Otero-Miguel-Rodríguez. ¿Esto pasó por
desgaste, por agotamiento económico o por política? Yo digo que,
fundamentalmente, pasó por razones políticas; la gente nos vio en realidad
cercados y pensó: “Seguramente Salamanca también está en la joda”. Nosotros no
fuimos claros ni a fondo, no le hablamos a la masa en términos políticos
precisos, y entonces la masa nos vio dentro del golpe, como a Firmenich y Tosco,
nos vio contra el gobierno peronista. Entonces los mecánicos, oponiendo a la
situación su política patriótica, antigolpista, prefirieron esperar y no luchar
por su dirección.
Por dificultades objetivas (es decir, por el cerco que iba desde el ministro
prorruso Gelbard, a Otero, Rodríguez, Miguel, Brunello, Tosco, etc.), y por el
peso en nosotros de ideas revisionistas, no fuimos a fondo, no pusimos la
política al mando. Los términos de unidad de los mecánicos cordobeses comienzan
a restablecerse desde el 26 de diciembre de 1974, cuando entra a las plantas una
carta mía donde se define la lucha contra el golpe proyanqui o prorruso, y la
defensa del gobierno peronista de Isabel Perón contra la conspiración de los dos
imperialismos. Entonces, en base a la política, por un lado se nuclea lo
patriótico antigolpista que es realmente la masa, y por otro los sectores
minoritarios prorrusos y propatronales. Eso abre ahora el camino de la
recuperación, aunque haya dificultades no superadas que todavía no permitieron
esa meta y la libertad de nuestros presos. Empero, el ejemplo primero de
Perdriel, luego repetido masivamente en Santa Isabel , en que se toma a fondo la
idea antigolpista y el concepto de que los platos rotos los paguen los yanquis y
los terratenientes, indican un modelo de la política al mando, de combinación de
lo reivindicativo con lo político hacia la profundización del camino liberador,
y de que así y sólo así se bate a los golpistas que pretenden montarse en las
luchas del proletariado.
Peronistas
y comunistas revolucionarios
¿Qué está pasando en el movimiento obrero argentino hoy, qué perspectivas se
abren para el futuro? Lo cierto es que el general Perón dejó corporizadas en los
trabajadores un conjunto de ideas, que forman parte de su conciencia política y
de las banderas del justicialismo. El valor de las reivindicaciones, la amenaza
de la antipatria imperialista, de las dos superpotencias y nuestra pertenencia a
los pueblos del Tercer Mundo, son algunos de esos elementos. Yo no creo como los
aventureros prosoviéticos en la “desperonización”; los compañeros peronistas no
van a dejar de serlo para convertirse en “miguelistas”, “herreristas” o
“camporistas”, y su dirección natural, quien continúa y representa a Perón es la
señora Presidente. Yo creo que los compañeros son peronistas por un proceso
profundo, que respetamos, pero también sé que la necesidad del combate contra el
imperialismo y el golpe, de profundizar la liberación, conllevan otros
conceptos: la dirección del proletariado en ese proceso, la necesidad de
aplastar al enemigo con el pueblo en armas, la articulación del frente único
popular contra el enemigo principal, la existencia de un fuerte y gran Partido
que desarrolle esa política. La necesidad histórica de estos rasgos para
triunfar, llevará a los trabajadores a la negación crítica de su experiencia
anterior para avanzar a un nivel superior: el marxismo-leninismo. Y nosotros,
los marxistas-leninistas, comunistas revolucionarios, empalmamos con esa
corriente negando y superando en los esencial las ideas y prácticas
revisionistas, aplicando así el marxismo-leninismo a la realidad de nuestro
país. Así luchamos por el fin de la dependencia, por la revolución democrática y
nacional, y nos unimos a los compañeros peronistas y los demás patriotas contra
el golpe de las superpotencias.
Esto tiene un destino ancho, y puedo asegurar que muchas de las conclusiones que
he expuesto de nuestra experiencia en el SMATA cordobés no han sido de fácil
resolución; a la luz de la vida y la política hemos pensado nuestra práctica y
hoy lo escribimos, con la convicción de que ha de ser útil para el movimiento
obrero. Porque reitero: tenemos por delante dos caminos. Yo sostengo que al
golpe se lo puede derrotar, que nuestras tareas históricas los obreros las vamos
a cumplir, que el pueblo argentino no quiere ser ni Chile ni Checoslovaquia ,
que yanquis y rusos serán aplastados, que a los trabajadores no nos desarmarán
ni desmovilizarán los que quieren montarse en nuestras reivindicaciones y
nuestro patriotismo. Finalmente, a los compañeros de Córdoba con los que deseo
volver a reunirme, como en las horas más gloriosas y al lado de nuestros
queridos presos, y a los compañeros del país a quienes llegue mi mensaje envío
un fuerte abrazo. Y con fe en el futuro, en la patria y en la clase obrera
reafirmo una consigna: sépanlo traidores, asesinos a sueldo del imperialismo,
enemigos del pueblo, aunque nos cueste sangre, OTRO ‘55 NO PASARÁ.
NOTAS
1 Julio Broner: presidente de la Confederación General Económica (CGE). José Ber
Gelbard: anterior presidente de la Confederación General Económica, luego
ministro de Economía desde mayo de 1973 hasta octubre de 1974, durante las
presidencias de Cámpora, Perón e Isabel Perón. Italo Luder: dirigente del
Partido Justicialista, promovido por los golpistas a presidente de la Cámara de
Senadores para quedar así en la “línea de sucesión” presidencial. Leandro Anaya:
Comandante en Jefe del Ejército tras el desplazamiento de Jorge Carcagno por
Perón. Emilio E. Massera: Comandante en Jefe de la Armada, luego miembro de la
Junta Militar de la Dictadura. Lorenzo Miguel: sindicalista del gremio
metalúrgico y jefe de las “62 Organizaciones”, nucleamiento de los principales
sindicatos peronistas. Casildo Herreras: sindicalista del gremio textil y
secretario general de la CGT tras el asesinato de José I. Rucci, hombre de
Perón, en setiembre de 1974. José Rodríguez: secretario general del SMATA
nacional, responsable de la intervención a la seccional Córdoba de ese sindicato
contra la conducción que lideraba Salamanca, paralelamente a la orden de captura
dictada contra éste que lo obligó a enviar esta carta desde la clandestinidad.
2 En junio de 1975. El 27 de junio la dirección golpista de la CGT y diversos
sectores políticos golpistas usaron el descontento popular contra el plan de
ajuste de Celestino Rodrigo y las justas reivindicaciones salariales de la clase
obrera para organizar una gran concentración en Plaza de Mayo y, centrando en la
figura del reaccionario ministro José López Rega, debilitar al gobierno de
Isabel. Con el mismo objetivo impulsaron una oleada de huelgas en junio y julio.
3 Alberto Piccinini, dirigente metalúrgico de Villa Constitución.
4 Sindicatos de Trabajadores de las empresas Fiat-Concord y Fiat-Materfer, de
Córdoba, donde se constituyeron en 1970 los primeros sindicatos clasistas de
fábrica.
5 Se refiere al “turno” dictatorial de Levingston, en marzo de 1971.
6 Contra la Lista Marrón que lideró Salamanca.
7 “Navarrazo”: golpe policial que destituyó, en marzo de 1974, al gobierno
provincial de Córdoba encabezado por Ricardo Obregón Cano cercano a los
Montoneros y el sindicalista Atilio López.
8 Ricardo Otero, dirigente del gremio metalúrgico (UOM) designado por Cámpora
ministro de Trabajo.
9 Duilio Brunello, presidente del PJ, empresario cordobés subordinado
políticamente a Gelbard.
10 Agustín Tosco, dirigente del gremio cordobés de Luz y Fuerza y de la CGT
“combativa” provincial. Mario E. Firmenich, dirigente máximo de los Montoneros.
11 Plantas automotrices del gran Córdoba.
Comunicado del Partido Peronista Auténtico en México en diciembre de 1975
Por Albino Moctezuma
Periódico "El Día", México, Miércoles 10 de Diciembre de 1975.-
Cuatro destacados argentinos asilados en México, tras exponer el panorama
general que vive su país, revelaron que el imperialismo norteamericano ha
desatado en Argentina una guerra total contra todo lo que sea movimiento
organizado; "hay una situación de descomposición social".
Los doctores Rodolfo Puiggrós (colaborador de
este diario), Raúl Laguzzi (a quien la Triple A en un atentado le mató a su
pequeño hijo), -ambos ex rectores de la Universidad de Buenos Aires- Ricardo
Obregón Cano y el licenciado Julio Suárez (representante para América Latina del
Partido Peronista Auténtico, dieron una conferencia de prensa ayer para hablar
de la formación del nuevo partido peronista y del presente y futuro de
Argentina.
El doctor Puiggrós comenzó por decir que la
violencia en su patria no fue desatada por el peronismo, "sino contra el
peronismo".
Asimismo denunció que la Triple A (grupo terrorista de derecha) es protegida por
la minoría que usurpó el poder, a cuyo frente se encuentra Isabel Martínez, y
que asesina diariamente a 5 o 10 de los hombres de la corriente progresista,
principalmente a los jóvenes.
Informó que hasta septiembre de este años, ese
grupo llevaba dos mil crímenes, para asentar ante la violencia no hay otro
recurso que oponer la violencia.
Puiggrós delató también la complicidad del actual gobierno argentino con sus
vecinos y similares dictaduras de Chile, Bolivia, Uruguay, Paraguay y Brasil, y
relató que entre todas ellas se han sellado pactos y la Argentina hasta ha
entregado asilados políticos a Chile y Uruguay.
También dijo que existe una campaña, en la que son cómplices los grandes
diarios, contra el Tercer Mundo y contra la política del gobierno del presidente
Echeverria. Manifestó que los efectos de esa campaña se reflejaron en el
atentado al consulado de México en su país, anteayer.
Más adelante, al hablar del recientemente constituído Partido Peronista
Auténtico -el 16 de noviembre pasado- expresó que desea la unidad nacional. "No
estamos por la violencia, pero tampoco pondremos la otra mejilla si nos golpean
una."
Queremos, puntualizó, el orden social, pero no el de los monopolios, sino el de
las grandes masas de trabajadores, porque ellas quieren un auténtico gobierno
peronista, aspiran al socialismo nacional que surja de la realidad argentina.
Raúl Laguzzi en la lista de la Triple A.
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El doctor Laguzzi, por su parte, denunció que
algunos de los dirigentes del PPA han sido encarcelados y que son: el presidente
Oscar Bidegain, Antonio Lombardice, Hugo Vaca Narvaja y la señora Medina de
Peña, asimismo abogó por la libertad del ex rector interino de la Universidad de
Buenos Aires, Ernesto Villanueva, sentenciado a seis años de prisión.
Julio Suárez en su intervención redondeó un poco más la situación de su país.
Manifestó que la lucha del pueblo contra esta dictadura se lleva a cabo en todos
los planos, desde la armada hasta la exigencia de los comités de fábrica por
implantar la cogestión y la autogestión.
De los Montoneros -grupo guerrillero de la
izquierda peronista- manifestó que están llevando toda su lucha en el plano de
la guerra abierta contra la ocupación y que no es un simple movimiento de
muchachos armados, sino que tiene su base en las masas.
Por su lado, el doctor Ricardo Obregón Cano, antes de dar a conocer los puntos
sustanciales del programa del PPA, indicó que es posible que en los próximos
meses se presente una gran manifestación en Argentina de todos los miembros del
partido, pero no por demandas salariales, esta vez será para pedir un gobierno
auténticamente popular.
Los puntos del programa basado en el peronismo son: 1.- Levantamiento del Estado
de Sitio; 2.- Derogación de la legislación represiva; 3.- Libertad a todos los
presos políticos; 4.- Libertad de prensa e información y levantamiento de las
medidas que dispusieron la clausura de diarios y revistas; 5.- Libertad de
acción política; 6.- Investigación de las tres A y procesamiento de sus
integrantes; 7.- Extradición y procesamiento de José López Rega; 8.-
Investigación y procesamiento de los delincuentes económicos; 9.-
Democratización sindical y amnistía general en todas las organizaciones
sindicales y 10.- Constitución del Frente de Liberación Nacional que enfrente al
imperialismo.
Fue el 8 de abril de 1973 : el primer debate
realizado en Córdoba entre los dos candidatos que se disputaban el balotaje para
decidir quién sería el gobernador de la provincia. En los estudios de Canal 10,
dos cámaras fijas y una móvil, propiedad de uno de los empleados de la emisora,
captaron en vivo y en directo las dos horas establecidas para el cruce entre
Ricardo Obregón Cano, postulante del Partido Justicialista, que luego fue
elegido gobernador, y Víctor Martínez, el candidato de la Unión Cívica Radical.
Fue un operativo inédito en el que intervinieron, además de Canal 10, La Voz del
Interior, Canal 8 y Radio Universidad.
Jorge Pérez Gaudio, quien en ese momento era director del informativo de Canal
10 y gerente de Radio Universidad, fue el moderador de aquel choque mediático .
"La idea surgió a partir de que era la primera elección después del golpe de
(Juan Carlos) Onganía y tenía una gran importancia", comentó el comunicador que
en aquel momento tenía 34 años. "Era la primera elección que se hacía y había
toda una carga histórica", aseguró.
En aquella época, el canal cubría la ciudad de Córdoba y el Gran Córdoba y si
bien no había mediciones de rating, los periodistas que cubrieron el evento
aseguraron que fue visto por una gran cantidad de gente e, incluso, fue decisivo
para torcer una porción importante del electorado hacia Obregón Cano.
"Fue el primer debate en Córdoba y creo que fue el primero en el país que se
hizo juntando a dos candidatos a gobernador", aseguró Pérez Gaudio.
El periodista recuerda que unos años después se
encontró por casualidad con Víctor Martínez y que el ex vicepresidente le dijo
que ese debate le había hecho perder la elección.
Eco de Canarias 22 /04/79 - Clic para ver página
Intercambio. "No hubo ningún problema y las
limitaciones de tiempo no eran tan rigurosas como ahora porque no había tantas
urgencias", afirmó Pérez Gaudio.
Los tópicos que trataron los candidatos no varían en relación a las plataformas
electorales actuales. "Se plantearon grandes temas como las políticas
presupuestaria, fiscal, educativa, salud pública y todo lo inherente a proyectos
futuros tendientes a restablecer la vigencia del estado de derecho y de los
derechos humanos", agregó el profesional.
Para la vida profesional de Pérez Gaudio la experiencia fue "importante y
satisfactoria".
"Era un momento histórico clave por todo lo que se estaba jugando", dijo y
apuntó que el país venía generando cambios trascendentes y complejos.
Después de aquel debate no habría otro por la negativa de algunos de los
candidatos de las elecciones posteriores de sentarse a discutir en una misma
mesa los proyectos para la provincia.
34 años y medio después, la historia se retomará este domingo cuando Juan
Schiaretti (Unión por Córdoba), Luis Juez (Frente Cívico y Social) y Mario Negri
(Unión Cívica Radical) expongan sus propuestas en el debate organizado por Canal
12, La Voz del Interior y Cadena 3 que se emitirá desde las 22 horas.
Pautas claras. Para Pérez Gaudio, el debate es la "mejor mediación que puede
existir para conocer el pensamiento transparente, claro y limpio de los
candidatos".
A su vez, manifestó que debe haber pautas claras, equilibrio e imparcialidad en
la propuesta periodística para que los candidatos puedan expresarse con
libertad. "Es una mediación entre sociedad y candidatos para conocer qué
piensan, que razonan, para observar los reflejos, la manera lingüística de
exponer los temas", apuntó. Y añadió: "Además, la gente percibe rápidamente lo
que a veces son discursos muy armados y quedan más al descubierto de una manera
más clara y limpia para la sociedad".