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Rodolfo
Walsh - Operación Masacre |
Julio Troxler |
Los fusilamientos de 1956 |
La revolución fusiladora
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Ficha técnica
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Mónica
Mansur - Operación Cedrón |
Memoria Abierta - La dictadura en el cine
Una
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cuestiona los cortes del interventor del Ente de Calificación Octavio Getino
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La película
fue filmada y dirigida por Jorge Cedrón en 1972, con guión de Rodolfo Walsh
y Jorge Cedrón. Rescata para el conocimiento real de la historia argentina
y latinoamericana los fusilamientos en 1956 de humildes trabajadores peronistas
que adherían al levantamiento del General Juan José Valle, también fusilado.
El largometraje fue realizado en la clandestinidad durante la dictadura
de Alejandro Agustín Lanusse y ocultado a través del tiempo. Rodolfo Walsh
realizó una investigación periodística y -a través de sobrevivientes-, reconstruyó
los hechos verdaderos que se sintetizaron en el libro
Operación Masacre. Años después, en 1972, Walsh
y Cedrón realizaron esta película, en la que el sobreviviente Julio Troxler
se recrea a si mismo y relata los sucesos. Troxler también actuó en la película
Los hijos de Fierro, de Fernando Pino Solanas.
A poco de terminar la filmación de Por los senderos del Libertador, Cedrón
comenzó a rodar Operación masacre. Con actores de la talla de Norma Aleandro,
Carlos Carella, Walter Vidarte y Víctor Laplace y con la “financiación indirecta”
del poder de turno, El Tigre llevó a cabo la primera experiencia de cine
político filmado en la clandestinidad. Pronto seguirían sus pasos Raymundo
Gleyzer con Los traidores y Pablo Szir con Los Velásquez (nunca estrenada).
La tarea no era fácil: los actores y el equipo se jugaban la vida cada día
de rodaje.
“A veces suspendíamos la filmación porque nos parecía que alguien se había
dado cuenta”, rememora Patricia Walsh. “Se sintió muy fuertemente que éramos
un equipo, filmando en condiciones muy duras. Pero éramos todos muy jóvenes,
no teníamos miedo. Lo pasábamos muy bien, vinculaba un montón de cosas nuestras:
la militancia, las ideas de cambio, el cine y la juventud.” Martín Coria,
uno de los actores de la película, recuerda “de los personajes históricos
que había en la época, ahí estaba trabajando Julio Troxler, que había sido
uno de los sobrevivientes y que después mató la Triple A. Vino Santucho
una noche. Llegaban noticias de lo de Chile, de Allende. Había una efervescencia
en toda América. Era una época en que estaba todo convulsionado, entonces
era muy difícil mantenerse al margen de todo eso.”
Operación masacre se exhibió clandestinamente en barrios, villas, iglesias
y escuelas. “Es un cine que empieza a pasarse en una cantidad de lugares
donde lo que se promueve con pasar la película es el compromiso político”,
comenta Patricia Walsh. “Así como mi padre había dicho: ‘escribo este libro
para que actúe’, se filma Operación masacre para que actúe. Y realmente
la película fue un instrumento extraordinario para la incorporación de una
gran cantidad de jóvenes a la izquierda peronista. No se pasaba la película
sólo como denuncia de los fusilamientos del ‘56, sino como una lectura de
lo que era aquel presente del ‘72, ‘73, y se promovía luego un debate acerca
de lo que se había visto para ir sumando jóvenes a la militancia política”.
Con este fin, la película no se limitaba a narrar la historia relatada por
Rodolfo Walsh en el libro, sino que agregaba un epílogo en el que Julio
Troxler (uno de los fusilados que habían sobrevivido e interpretaba su propio
papel en el film) hacía un recorrido por la evolución de la lucha popular
desde el momento de las ejecuciones hasta esos años y su proyección a futuro,
mientras se mostraban imágenes ilustrativas (Cordobazo, secuestro y asesinato
de Aramburu, Montoneros, etc.).
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Operación Masacre (1 hora 31
minutos)
Jorge
Cedrón: El tigre feroz
Por Anabella Castro Avelleyra
De chico parecía que iba a ser futbolista. También tenía madera para galán
de telenovela. Él, en cambio, se decidió por la dirección. Conocido por
haber llevado al cine Operación masacre, el libro de Rodolfo Walsh, Jorge
Cedrón era un hombre que se movía con sagacidad entre el mundo del poder
y el de la revolución, hasta que un turbio incidente en una comisaría francesa
calló su voz para siempre. Su hija Lucía, su hermano el “Tata”, Patricia
Walsh, Hugo Álvarez y Martín Coria compartieron con Sudestada sus recuerdos
sobre este hombre que hacía cine para la liberación.
Mediaba el año 1971, era de noche, y el hall del teatro Coliseo estaba abarrotado
de granaderos, coroneles, generales, fotógrafos y periodistas. El motivo
era el estreno de una película sobre San Martín, financiada por el Instituto
de Historia Militar Argentina y el Banco Ciudad. Entusiasmado, el presidente
Alejandro Agustín Lanusse declaraba a la prensa: “Por los senderos del Libertador
es muy positiva, muy satisfactoria. Ésta es una gran película. Una verdadera
obra de arte en la cual se ponen en evidencia los valores de quien ha sido
su director”. Los fotógrafos disparaban desesperadamente los flashes de
sus cámaras. Uno de los fogonazos inmortalizaba la escena: Lanusse posaba
al lado de un hombre joven, de civil. Era el director de la “obra de arte”.
Se llamaba Jorge Cedrón, pero le decían “El Tigre”. Miraba el reloj de reojo.
No quería llegar tarde al rodaje de la película que estaba filmando: Operación
masacre.
El
film se basaba en el libro homónimo de Rodolfo Walsh, publicado en 1957,
que denunciaba el fusilamiento de un grupo de civiles en un basural de José
León Suárez tras la fallida contrarrevolución de Valle y Tanco en junio
de 1956. Con guión de Walsh y Cedrón, Operación masacre marcaba un hito
en la historia del cine militante: era la primera película de ficción filmada
en la clandestinidad. Cuenta la leyenda que Cedrón se pasó toda la filmación
con el ejemplar de Siete Días que lo mostraba en tapa junto a Lanusse bajo
el brazo, como salvaguarda. La misma leyenda cuenta que en una oportunidad
se emborrachó con el general Tomás Sánchez de Bustamante con el fin de sacarle
uniformes y armas del ejército para usarlas en el rodaje. Yerno de Saturnino
Montero Ruíz -presidente del Banco Ciudad e intendente de Buenos Aires durante
la dictadura de Lanusse-, Cedrón se movía constantemente en este tipo de
dualidades. A través de su suegro consiguió el trabajo de dirección en la
película sobre San Martín, y con ese dinero financió la filmación de Operación
masacre. Una movida audaz, peligrosa. El
Tigre serpenteaba entre dos mundos,
casi como un Robin Hood moderno: le sacaba fondos a los militares de turno
para hacer un cine que se proponía cambiar ese estado de cosas. Según su
hija, Lucía, esto no le generaba ningún tipo de conflicto interno: “¿Cómo
vivía tener que hacer comerciales, publicidad, promoción para el Banco Ciudad
y en paralelo Por los senderos del Libertador bancada por los milicos, por
el Instituto Sanmartiniano, y Operación masacre? Tranquilísimamente. Creo
que no debe haber pestañeado ni una vez por eso, no creo que le haya planteado
ningún tipo de problema ético o moral. Al contrario, eso permitía financiar
las películas que le parecían valer la pena. No tenía ningún tipo de miedo,
ni de pudor, ni de nada, era legítimo y no tenía ningún problema al respecto”.
Coincide Hugo Álvarez, uno de los protagonistas de Operación masacre, al
recordar que “él no lo veía como una contradicción, al contrario, nunca
lo vi culposo, para nada. Además él iba para adelante, porque lo criticaras
no iba parar, sino para darte una trompada”. Por su parte, a Miguel Pérez,
montajista de Cedrón, le parece que “Jorge vivía con mucha culpa esta cosa
de estar haciendo algo que lo comprometía con el régimen de Lanusse. Entonces
creo que Operación masacre era como una forma de expiar eso”. Patricia Walsh,
miembro del equipo de producción de Operación masacre, piensa que “esa complejidad
de las cosas que hacía El Tigre Cedrón, que tenían involucradas a personas
y a intereses que eran completamente antagónicos, pero que lo ponían a él
en un lugar de ser amigo de unos y de otros, familiar de unos y de otros,
e incluso lograr por parte del poder militar el dinero para financiar un
cine que pertenecía al campo popular, enemigo de ese poder, creo que terminó
colocándolo en una encrucijada”. El Tigre jugaba con fuego, y lo sabía,
pero había aprendido a saltar a través de esos aros encendidos. Lo que le
esperaba del otro lado valía la pena. Aunque en ello se le fuera la vida.
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Operación masacre
A poco de terminar la filmación de Por los senderos del Libertador, Cedrón
comenzó a rodar Operación masacre. Con actores de la talla de Norma Aleandro,
Carlos Carella, Walter Vidarte y Víctor Laplace y con la “financiación indirecta”
del poder de turno, El Tigre llevó a cabo la primera experiencia de cine
político filmado en la clandestinidad. Pronto seguirían sus pasos Raymundo
Gleyzer con Los traidores y Pablo Szir con Los Velásquez (nunca estrenada).
La tarea no era fácil: los actores y el equipo se jugaban la vida cada día
de rodaje.
“A veces suspendíamos la filmación porque nos parecía que alguien se había
dado cuenta”, rememora Patricia Walsh. “Se sintió muy fuertemente que éramos
un equipo, filmando en condiciones muy duras. Pero éramos todos muy jóvenes,
no teníamos miedo. Lo pasábamos muy bien, vinculaba un montón de cosas nuestras:
la militancia, las ideas de cambio, el cine y la juventud.” Martín Coria,
uno de los actores de la película, recuerda “de los personajes históricos
que había en la época, ahí estaba trabajando Julio Troxler, que había sido
uno de los sobrevivientes y que después mató la Triple A. Vino Santucho
una noche. Llegaban noticias de lo de Chile, de Allende. Había una efervescencia
en toda América. Era una época en que estaba todo convulsionado, entonces
era muy difícil mantenerse al margen de todo eso.”
Operación masacre se exhibió clandestinamente en barrios, villas, iglesias
y escuelas. “Es un cine que empieza a pasarse en una cantidad de lugares
donde lo que se promueve con pasar la película es el compromiso político”,
comenta Patricia Walsh. “Así como mi padre había dicho: ‘escribo este libro
para que actúe’, se filma Operación masacre para que actúe. Y realmente
la película fue un instrumento extraordinario para la incorporación de una
gran cantidad de jóvenes a la izquierda peronista. No se pasaba la película
sólo como denuncia de los fusilamientos del ‘56, sino como una lectura de
lo que era aquel presente del ‘72, ‘73, y se promovía luego un debate acerca
de lo que se había visto para ir sumando jóvenes a la militancia política”.
Con este fin, la película no se limitaba a narrar la historia relatada por
Rodolfo Walsh en el libro, sino que agregaba un epílogo en el que Julio
Troxler (uno de los fusilados que habían sobrevivido e interpretaba su propio
papel en el film) hacía un recorrido por la evolución de la lucha popular
desde el momento de las ejecuciones hasta esos años y su proyección a futuro,
mientras se mostraban imágenes ilustrativas (Cordobazo, secuestro y asesinato
de Aramburu, Montoneros, etc.).
[Fragmento de una nota de www.revistasudestada.com.ar]
“Operación
Masacre” en cine treinta años tarde
A tres décadas de su estreno clandestino, el Malba ofrece hoy (2003) y el
jueves las últimas dos funciones del film maldito de Jorge Cedrón basado
en la obra del escritor y periodista Rodolfo Walsh.
Por M. B.
Treinta años después de haberse estrenado en clandestinidad, Operación Masacre,
la película de Jorge Cedrón basada en el libro de Rodolfo Walsh, volvió
a proyectarse con gran éxito durante mayo en el cine del Malba. Y todavía
quedan dos oportunidades para ver la película más conocida de Jorge, el
hermano del “Tata” Cedrón: hoy a las 20 y el jueves a las 22. Según distintas
versiones, el film fue visto en la ilegalidad por cerca de un millón de
personas en el ‘70, en barrios, villas y zonas marginales. Con una nueva
copia, financiada por el Incaa, el film fue parte de una retrospectiva sobre
la obra de Jorge Cedrón que se vio aquí durante el quinto Festival de Cine
Independiente de Buenos Aires y está por emigrar al Festival de Huesca,
en España. Cedrón fue asesinado en 1980 en una comisaría de París, muy probablemente
por gente del Centro Piloto de París en el marco del Plan Cóndor.
La historia de la reposición tiene que ver con su hija, Lucía Cedrón, quien
decidió radicarse hace un año en la Argentina después de 26 años en el exilio.
Hace más de un año, cuando ella estaba aquí, el historiador Fernando Martín
Peña programó una copia vieja de Operación Masacre para un ciclo de cine.
Nada auguraba una buena concurrencia: era un día de semana, en una sala
de cine arte en el centro, en un horario laboral y sin mucha difusión. Pero
esa tarde, otra vez, el público se quedó en la vereda porque se agotaron
las entradas. Eso inspiró a Lucía –que hace poco ganó un Oso de Plata en
el Festival de Berlín por su corto En ausencia– a programar las películas
anteriores e intentar con esa recaudación pagar una nueva copia.
“Es una metáfora de la historia de Jorge Cedrón, cuyos films siempre se
han visto en circunstancias difíciles y marginales”, cuenta Lucía a Página/12.
Jorge comenzó a hacer cine en la década del ‘60, “no para dirigirse sólo
a ciertos círculos de entendidos, sino para sortear las barreras impuestas
por los mecanismos del sistema”, dice su hija. “Me llamo Jorge Cedrón, soy
argentino, vivo de hacer cine. Me dicen Tigre porque parece, que de chico,
yo era un poco rayado. Nací en Buenos Aires, el 25 de abril de 1942. Menos
de vigilante, hice de todo”, se presentó a sí mismo alguna vez.
La historia de Operación Masacre, que relata el asesinato a sangre fría
de un grupo de militantes en el basural de José León Suárez en 1956, comienza,
antes, con otra película sobre la figura de San Martín. El asesinato de
militantes de la resistencia peronista fue genialmente retratado por Rodolfo
Walsh, y fortaleció el género de nuevo periodismo en el país. Con su habitual
cara de hombre fresco, Cedrón habia logrado arrebatarles al Banco Ciudad
y al Instituto Sanmartiniano fondos para hacer un documental sobre San Martín,
cuyo guión sería escrito, bajo seudónimo, por cuadros de la izquierda peronista.
Y logró, incluso, que el general Lanusse asistiera al estreno de Por los
Senderos del Libertador, tal el nombre de la película.
“En el estreno le sacaron una foto abrazado a Lanusse y él llevaría consigo
esa revista todo el tiempo durante la filmación clandestina”, cuenta Lucía.
Ese contacto con las Fuerzas Armadas le permitió conseguir armas y trajes
de época (“para hacer unas pruebas”, les mintió Cedrón) y filmó en la clandestinidad,
con una estructura de cooperativa. Julio Troxler, uno de los sobrevivientes
de la masacre, actuó de sí mismo. “Pero cuando las cosas se ponían complicadas,
Carlos Carella y Víctor Laplace daban la cara o salían a firmar autógrafos
para sostener la coartada de estar realizando films publicitarios.” El elenco
incluía también a Norma Aleandro, Walter Vidarte, Ana María Picchio y tenía
narración de Julio Troxler, sobreviviente y actor de sí mismo. Además, el
actor Pablo Cedrón debutaría en ese film.
La película tardó tres meses en rodarse. ¿Cómo consiguieron un basural clandestino?
En eso intervinieron algunos de sus hermanos quienes, según otro mito popular
que corre en el mundo del cine, se levantaron a una “mina cajetilla” que
tenía una finca y la convencieron de que los dejara usarla sin demasiadas
preguntas. En 1971, filmar una película sobre un hecho de 1956 era, en definitiva,
hacer una película de época. Y era Julio Plaqué quien tenía su baúl lleno
de armas y trajes de época y transpiraba cada vez que pasaba cerca de algún
control policial.
Jorge Cedrón se fue del país el 22 de agosto de 1976, junto a sus dos hijos
y su mujer. En Francia hizo otros dos trabajos antes de ser detenido en
una comisaría: uno fue el documental, financiado por Montoneros, que era
una extensa entrevista con Mario Firmenich y otro documental sobre tango
llamado Gotan. Varios de los integrantes de la película tuvieron un final
trágico. Julio Troxler fue asesinado por la Triple A, Cedrón fue muerto
en París y Walsh murió un año después del golpe.
Página|12, 25/05/03
Este
25 de abril Jorge Cedrón habría cumplido 73 años
Por Alfonso Gumucio (2015)
No pudo porque 34 años antes, el 1º de junio de 1980, el “Tigre” Cedrón entró a
un baño en la Prefectura de Policía de París y no volvió a salir. Minutos
después lo encontraron moribundo, con una navaja Laguiole en la mano derecha.
Cedrón era zurdo, pequeño detalle. Suicidio, dijo la policía francesa, como si
alguien pudiera darse una tras otra cuatro puñaladas en el corazón. Tenía recién
38 años, una vida intensa, 2 hijos (Julián y Lucía), 5 hermanos, y 7 películas
en su haber, entre ellas la emblemática Operación masacre que hizo “para
entender el peronismo”.
Esa noche el cineasta argentino había acompañado a su esposa, Marta Montero, que
acababa de regresar de Buenos Aires, a un interrogatorio en las dependencias
policiales de la isla de la Cité. Estuvieron prestando declaraciones hasta que
amaneció. La policía francesa, informada por la embajada de la dictadura
argentina, quería que Marta dijera lo que sabía sobre el secuestro de su padre
una semana antes. Saturnino Montero Ruiz, ex presidente del Banco Ciudad de
Buenos Aires y ex intendente de Buenos Aires bajo el gobierno de Alejandro
Lanusse (1971-1973), había sido secuestrado en París el 24 de mayo de 1980 y sus
captores exigían un millonario rescate. Se pensó que era una operación de los
Montoneros.
El rechazo visceral de Jorge Cedrón a las dictaduras militares y sus vínculos
con el movimiento Montoneros lo hacían sospechoso, aunque mantenía distancia
crítica de estos últimos, porque consideraba que su comportamiento no era ético.
Por ahí, en París, rondaba en esos días un personaje que se reveló siniestro
tiempo después, Rodolfo Galimberti, exjefe montonero que en 1974 secuestró a los
empresarios Juan y Jorge Born y los liberó a cambio de 60 millones de dólares (y
se volvió “empresario” y socio de sus secuestrados años después). “El Loco”
Galimberti se había separado de los Montoneros y operaba por cuenta propia.
Algunos testimonios lo vinculan a la dictadura argentina, a la que años más
tarde el propio Saturnino Montero Ruiz atribuyó su secuestro. Pocas horas
después de la muerte del “Tigre”, y aunque la noticia no había trascendido
todavía, Galimberti abandonó París precipitadamente. Montero Ruiz fue liberado
dos días después sin que se hubiera pagado el rescate.
Tantos años han pasado, pero todo ha quedado en una nebulosa. La policía
francesa dice que “se han perdido” los archivos del caso, como si el “Tigre”
Cedrón no hubiera existido jamás. De testimonio en testimonio, queda claro que
fue la represión argentina, en complicidad con algunos montoneros renegados, la
que organizó el secuestro de Montero Ruiz.
Todo esto está explicado a través de una cadena de testimonios en El cine quema:
Jorge Cedrón, donde su autor Fernando Martín Peña, hizo una reconstrucción
extraordinaria de la vida y muerte del “Tigre” a través de las voces de los
hermanos, esposas, hijos, amigos y conocidos.
En noviembre del 2003 Teresa Toledo me regaló un ejemplar del libro, durante un
evento en Casa de América, en Madrid. Lo primero que noté en la tapa fue la foto
del “Tigre”, que le tomé en octubre de 1978 en su departamento de la Rue du
Fer-a-Moulin. Vivía con Marta a una cuadra de la Rue Geoffroy Saint-Hilaire,
donde estaba el departamento que fue durante muchos años el centre d’accueil de
los bolivianos que llegaban a París, entre ellos yo. El “Tigre” llegó exiliado
en 1976, y nos vimos sobre todo durante 1978, dos años antes de su muerte. Marta
siguió viviendo en París en un departamento en la Rue Censier Nº 31.
El “Tigre” no era un amigo cercano, pero nos vimos varias veces en su casa, y
alguna en una parrillada que organizó Juan “Tata” Cedrón, su hermano músico, en
su casa de Villejuif, en las afueras de París. La música del Cuarteto Cedrón
estaba en esos años en su mejor momento con obras como La cantata del gallo y
las canciones con Paco Ibáñez sobre poemas de Neruda. Algunas de mis canciones
preferidas del cuarteto son Milonga de la ganzúa, El caballo de la calesita,
Eche veinte centavos en la ranura (poema de Raúl González Tuñón), y Balada del
hombre que se calló la boca (poema de Juan Gelman).
Los hermanos Cedrón “son como el chocolate, siempre van en barra”, decían sus
amigos de la infancia. Y era cierto. Los une la amistad más allá de la sangre.
Julio Cortázar les hizo un homenaje, con nombres y apellidos, en “Lucas, sus
amigos”, del libro Un tal Lucas. “Tratarlos por separado ya es cosa seria, pero
cuando se les da por juntarse y te invitan a comer empanadas entonces son
propiamente la muerte en tres tomos”, escribió Cortázar-Lucas sobre Juan el
músico, Jorge el cineasta y Alberto el pintor. Los otros son Roberto, Rosa y
Osvaldo, el mellizo de Jorge.
Mientras fumaba compulsivamente, el “Tigre” hablaba de sus películas y
proyectos, de la dictadura y del exilio. En su departamento de la Rue du Fer-a-Moulin
lo fotografié en dos ocasiones. Incluí una imagen de esa serie en mi exposición
“Retrato Hablado”, entre otras cincuenta fotos de gente de la cultura y de la
política de Bolivia, América Latina, y más allá. En un breve texto que
acompañaba la foto de Jorge, escribí que “llevaba su ideales en la sangre, hacía
sus películas con pasión”.
Antes de regresarme a Bolivia, le pedí su testimonio para el capítulo
“Argentina: una enorme caja de censura” de mi libro Cine, censura y exilio en
América Latina (1979), que ya contaba con los aportes de otros dos amigos
cineastas, Octavio Getino y Fernando “Pino” Solanas. El “Tigre” me habló del
panorama desolador del cine argentino en 1978, una época de dictadura en la que
los cineastas más importantes estaban en el exilio, y otros habían sido
asesinados.
Todavía golpeado por su salida precipitada de Argentina, me dijo: “Cuando uno
piensa en todos los muertos que han quedado detrás de uno, no es fácil seguir
haciendo cine, no es fácil salir de nuevo a trabajar. Esa es, al menos, mi
experiencia personal. Para mi fue necesario un tiempo para llorar a los muertos.
Estuve así unos seis meses, encerrado en casa. Pero ese tiempo fue también
tiempo de reflexión sobre lo que había sucedido allá. Reflexión que no había
tenido tiempo de hacerla allí, porque desde mis quince años había estado metido
no solamente en el cine, sino también en el teatro, en revistas, en música, sin
parar”.
Fuente: https://www.facebook.com/Acercandonos
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